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Horizontales:<br />
TRECE CASOS MISTERIOSOS<br />
CRUCIGRAMA DEL BANCO MUCHOSMILES<br />
1. Región de famoso mago.<br />
Número de cajeros.<br />
2. Nombre del Baru:o.<br />
3. Pueblo indíg<strong>en</strong>a precordillerano.<br />
Muere por<br />
la boca.<br />
4. Si es largo, prometes carta<br />
(inv.). Cierto y de sangre<br />
azul.<br />
5. Habían llegada a última<br />
hora (sing.) En la fábula<br />
se infló hasta rev<strong>en</strong>tar.<br />
6. Apura. Cartas geográficas<br />
(inv.).<br />
7.<br />
...Tse Tung. Empleáis (inv.). Inteljección telefónica.<br />
8.<br />
Atrévete, hibernadora mamífera. Media amiga de Tobi. Orejuda inspectar.<br />
9. Color {le unif017ne:s de asaltantrs. Terminación verbal.<br />
10.<br />
Mar inglés (inv.). Ursula Yáñez. Alcohol para tortillas <strong>en</strong> llamas.<br />
11. Batracios mirones.<br />
Verticales:<br />
l. Abuela alemana.<br />
2. Zoila Uribe. Las cinco vocales revueLtas.<br />
3. Como Rodrfguez y Porlce.<br />
4. Nombre chino. Voeales cuadrillizas.<br />
S. No lo dices. Antes de ser pescado (inv.).<br />
6. Señoras para Adanes (inv.). Ing<strong>en</strong>uo.<br />
7. Míster. Barbudo escritor chil<strong>en</strong>o para niiios, auLor de Antai.<br />
8. Periodicidad de revisión al sistema de alarmas.<br />
9. Artículo neutro (inv.). Secretaria del ger<strong>en</strong>te.<br />
10. Deja a un lado.<br />
11. Apellido del ger<strong>en</strong>te (inv.).<br />
12. Plumífero remedón.<br />
EL CASO DEL ZAFIRO DE DOÑA SARA<br />
(Idea original de Elvira Balcells)<br />
Erase una vez una vieja muy sola. T<strong>en</strong>ía por<br />
única alegría vivir de sus recuerdos. Todas<br />
las noches, antes de acostarse, abría la antigua<br />
arca de madera tallada para contemplar<br />
los vestidos que usó <strong>en</strong> su época de<br />
gloriosa juv<strong>en</strong>tud, <strong>en</strong> compañía de su marido ya muerto.<br />
Muchas veces, fr<strong>en</strong>te al espejo, con la túnica de seda india<br />
sobrepuesta sobre su empequeñecida figura, se imaginaba<br />
nuevam<strong>en</strong>te a punto de salir a uno de esos saraos organizados<br />
por sus excéntricos amigos. ¡Qué difer<strong>en</strong>cia, la de esa vida<br />
mundana que la hacía llevar su esposo, con la solitaria vejez<br />
del pres<strong>en</strong>te! Entonces, la triste anciana, <strong>en</strong> vez de buscar el<br />
consuelo de un amigo -pues ya no le quedaban- se aferraba<br />
una vez más a una vanidad: su cajita de oro, símbolo para ella<br />
de un antiguo espl<strong>en</strong>dor. Así, todas las mañanas, lo primero<br />
que hacía era coger del velador su dorado objeto y hablarle<br />
como si éste tuviera vida.<br />
Ese martes doña Sara amaneció con un pequeño malestar<br />
<strong>en</strong> el pecho.<br />
-Es por oCulpa de Roberto -se confió a la cajita, luego de<br />
levantar su tapa-o Este sobrino mío, siempre con sus problemas<br />
de dinero que yo no puedo solucionar... Es que Nidia, su<br />
mujer, es tan exig<strong>en</strong>te...<br />
Doña Sara palpó su garganta: le pareció que el dolor<br />
asc<strong>en</strong>día por su cuello, y apretaba como una gargantilla.<br />
Aunque no eran ni las siete de la mañana, se decidió a llamar<br />
a la empleada; pero, antes de hacerlo, volvió a tomar la cajita<br />
con manos temblorosas y susurró: