La “emancipación” femenina en la Roma antigua y su percepción ...

Sodalitas Año
La “emancipación” femenina en la
Roma antigua y su percepción en
algunas fuentes jurídicas y literarias
Dra. Martha Patricia Irigoyen Troconis
La influencia del Derecho romano en
el Derecho matrimonial canónico y polaco
Dr. Wieslaw Stanislaw Bar
Revista jurídica electrónica bimestral
arbitrada de la Universidad Insurgentes
1, número 2, marzo 2, del 2012

PRESENTACIÓN
Por iniciativa del Centro de Investigaciones Jurídicas se organizó
la Primera Semana de Derecho romano de la Universidad
Insurgentes.
Tuvo como sede el Plantel Tlalpan de la Universidad Insurgentes
y se tradujo en una serie de conferencias magistrales sobre
Derecho romano, feria del libro de Derecho romano, cultura grecolatina
y cine debate sobre películas que abordan el tema de la
Roma antigua.
El evento fue Coordinado por la Licenciada Julieta Guillermina
Peña Méndez.
Contó con la participación de destacados conferencistas. Entre
las instituciones participantes se pueden contar: a) al Instituto
de Investigaciones Filológicas de la ; b) al Instituto de Investigaciones
Jurídicas de la ; c) a la Facultad de Derecho
de la ; d) al Centro de Estudios Clásicos, de la ; e) a la
-Aragón, ; f) a la Universidad La Salle; g) a la Universidad
Panamericana; h) a la Universidad Intercontinental; i) a la
Universidad Anáhuac-Sur; entre otras.
En este número de la Revista jurídica del de la Universidad
Insurgentes se recogen las conferencias de esa Primera Semana
de Derecho romano.
El Comité Editorial
DIRECTORIO GENERAL
Directorio:
Comité Editorial:
Q. F. B. Argelia Hernández Espinoza
Rectora
Lic. Martha Montoya Reyes
Secretaria General Académica
Ing. Federico E. Montiel de la Fuente
Secretario General Administrativo
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Director de Comunicación y Relaciones Públicas
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Editor
Externo:
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Dr. Wieslaw Bar
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Diseño:
Olivia César Moreno
En Portada: Fotografía de Gabriel Vargas Varela
Revista jurídica electrónica bimestral arbitrada de la Universidad Insurgentes
Año 1, número 2, marzo 2, del 2012. Universidad Insurgentes, S. C. México

CONTENIDO
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La “emancipación” femenina en la Roma antigua y su percepción
en algunas fuentes jurídicas y literarias
Dra. Martha Patricia Irigoyen Troconis
La Ley de las XII tablas
Dr. Luis Mauricio Figueroa Gutiérrez
El contrato como fuente de obligaciones en el Derecho romano
Mtro. Carlos Soriano Cienfuegos
Repensando la enseñanza del Derecho romano
Mtro. Martín de Jesús Hernández Ortiz
La influencia del Derecho romano en el Derecho matrimonial
canónico y polaco
Dr. Wieslaw Stanislaw Bar
La influencia romanista, pilar de excelencia en la educación de
los incipientes juristas. Enfoque en el nuevo plan de estudios
de la Universidad Insurgentes
Lic. Julieta Guillermina Peña Méndez
Una comparación del matrimonio en Roma y el matrimonio actual
Mtra. Josefina Estrada Larenas
Presencia del Corpus Iuris Civilis en la universidad novohispana
Lic. Ma. Fernanda González Gallardo
101
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125
133
134
135
139
El mito de Cupido y Psique en el Derecho romano
Dra. Martha Elena Montemayor A.
Los interdictos romanos
Mtra. Laura Mercedes Velázquez Arroyo
El papel del jurista romano en la creación del Derecho
Mtro. Rodrigo De la Peza López Figueroa
Comentarios a la serie de televisión: Roma
Mtra. Ana Laura Mondragón Padilla
Mito, poder e imperio: comentarios a la película “Augusto”
Lic. Martín Gilberto Covarrubias González
Fotos del evento
Reglamento de arbitraje y normas editoriales de la Revista

La “emancipación” femenina
en la Roma antigua y su percepción en
algunas fuentes jurídicas y literarias
* Doctora en Letras Clásicas por la unam; Profesora
titular de “Instituciones Jurídico-Políticas Griegas
y Romanas” en la Facultad de Filosofía y Letras, así
como de “Latín Jurídico” y “Lengua Latina” en la Facultad
de Derecho, ambas de la unam. Miembro del
Sistema Nacional de Investigadores. Sus investigaciones
y traducciones abarcan temas sobre: Lengua
latina, Lexicología jurídica, Derecho Romano, Historia
de Grecia y Roma, Etimología médica, Historia
de la Medicina y Tradición clásica en México. Entre
Dra. Martha Patricia Irigoyen Troconis*
sus publicaciones principales se cuentan: los Libros
I y II de las Sentencias de Paulo y su Interpretatio; De
verborum significatione (D.50.16), De diversis regulis iuris
antiqui (D.50.17), así como un manual de Latín Jurídico,
del que es coautora. Igualmente, en revistas nacionales
e internacionales, ha publicado numerosos
artículos sobre temas de Filología y Derecho romano.
Asimismo ha dictado conferencias y ponencias en
diversas universidades de prestigio en el continente
americano, Europa y Oceanía.
Resumen
La antigüedad clásica es un capítulo de
la historia que nos invita continuamente a
conocerla a través de la literatura, la filosofía,
la mitología y el derecho, así como a adquirir
un mayor número de elementos que
nos permitan valorar debidamente las diferencias
que existen entre nuestra época y
aquélla. Dentro de tales diferencias, hemos
fijado nuestra atención en algunas costumbres
y condiciones de vida de las mujeres romanas,
tal como se encuentran descritas en
diversas fuentes jurídicas y literarias, y que
rinden testimonio fiel sobre los cambios conductuales
que condujeron a la así denominada
“emancipación” de las mujeres romanas.
Palabras clave
Mujer romana, emancipación, República,
Principado, leyes augusteas, literatura latina,
Digesto.
Introducción
La historia de las mujeres romanas es
tan solo un breve capítulo de la historia universal
del sexo femenino. En la Roma antigua
el hombre y la mujer realizaban actividades
muy distintas y éstas no fueron sino
el resultado de la invención de ciertas reglas
y prototipos familiares, sociales, religiosos,
políticos y jurídicos determinados, que desde
los tiempos más remotos atribuyeron a
ambos sexos funciones y condiciones diferentes
que, de diversas maneras, habrían de
conservarse a través de los siglos. Dado que
el tema que abordaremos es muy extenso y
ha merecido una cantidad casi innumerable
de estudios y comentarios, sobre todo,
durante los últimos treinta años quizá, para
efecto de introducir a los presentes —estudiantes
y profesores de la Universidad Insurgentes,
Plantel Tlalpan— al mundo de la antigüedad
clásica, nuestra exposición versará
sobre el papel que desempeñó la mujer romana
durante fines de la época republicana
y principios del imperio, algunos alcances y
limitaciones de sus actividades, atribuidas
principalmente a su “naturaleza” y, por último,
analizaremos la así denominada “emancipación”
de las mujeres romanas desde su
propio contexto y el nuestro.
SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
7

Los inicios y el poder masculino
En los inicios de la historia de Roma,
desde la época monárquica, las primeras
ciudades que se organizaron tuvieron una
estructura un tanto compleja, organizada a
partir de una serie de aspectos y funciones
religiosas, políticas y militares, dentro de las
cuales la concepción particular acerca del
poder reviste una importancia particular, ya
que éste debía legitimarse a través del ius augurium,
es decir, las leyes sacras concernientes
a las actividades de los augures.1 Posteriormente,
la República hereda dicha noción
del poder (imperium), concediendo el máximo
poder político y militar a los varones y
haciendo que en éstos resida la plena capacidad
del ejercicio político.2 De este modo, las
actividades varoniles trascienden la esfera
pública del ciudadano políticamente activo
y capaz e inciden, inevitablemente, en el ámbito
privado, es decir, el familiar.
En dicho ámbito privado, el derecho civil
otorga al varón, ciudadano romano e independiente
(sui iuris), un poder doméstico,
que la ley reconoce genéricamente como
imperium domesticum, cuyo ejercicio sobre
personas y cosas produce una estructura familiar
en donde el único titular de ella es el
1 Dichas reglas sacras eran recogidas en los libros
de los augures (libri augurum o augurales). Cfr. Berger,
A., Encyclopedic Dictionary of Roman Law, The American
Philosophical Society, Philadelphia, 1980, s.v. Ius augurium.
2 “In a technical sense imperium = the oficial power of
the higher magistrates (magistratus maiores) under the
Republic, and of the emperor under the Empire”. Berger,
op.cit., s.v. Imperium.
paterfamilias, de tal manera que toda familia
romana se construye a partir de éste, y alrededor
de todas sus funciones religiosas y
jurídicas.3
De este modo, el paterfamilias representa
el modelo del varón que no solo tiene sus
propias funciones y capacidades claramente
definidas, dentro y fuera del ámbito doméstico,
sino que también delimita las de la mujer,
según veremos a continuación.
A lo largo de la historia de Roma podemos
apreciar que la condición de la mujer
recibe un tratamiento, digamos, “bipolar”
cuando comparamos los testimonios que
nos han dejado tanto algunas fuentes jurídicas
como algunas literarias, pues en algunas
ocasiones se habla de una cierta “debilidad
congénita” de la mujer, muy semejante a la
“imbecilidad”:
3 Idem.
Nuestros mayores quisieron que todas
las mujeres, por su debilidad de juicio,
estuvieran bajo la potestad de tutores…4
… el senado consulto no protege a las
mujeres que engañan. Porque mereció
la protección la debilidad de las
mujeres,no su malicia.5
… lo que también se dice en algunos
casos de las mujeres, a causa de la debilidad
de su sexo, y así donde no hay
4 Cic., Pro Murena, XII. 27.
5 D. 16,1,3.
delito, no quedan perjudicadas por la
ignorancia del derecho.6
También se previene en las constituciones
imperiales que las mujeres, por
la debilidad de su sexo, no pueden presentar
delaciones. 7
Sin embargo, en otras ocasiones se alaba
la “fortaleza de ánimo” de la mujer:
Si no supiera, Marcia, que tú estás tan
lejos de la debilidad de espíritu femenil
como de los restantes vicios humanos
y que tus costumbres se contemplan
como un modelo antiguo… Tu fortaleza
de espíritu y tu virtud, probada en un
severo juicio, me han dado confianza.8
La representación del papel de las mujeres
respecto al de los varones fue, durante
muchos siglos, como los antiguos romanos
dijeron a sus mujeres en tono sentencioso:
Nosotros somos la fuerza que vive de
sometimientos y ustedes serán sometidas.
Ustedes caminarán entre los
hombres que combaten y gobiernan,
humilladas e ignoradas, sin disponer
siquiera de un nombre que tenga importancia
civil. Desde la cuna hasta la
tumba ustedes vivirán su vida bajo el
6 D. 22, 6, 9 pr.
7 D. 49, 14, 18 pr.
8 Sen., ad Marciam de consolatione, I, 1.
continuo imperio del hombre, del que
jamás conseguirán liberarse.9
Si bien es cierto que, a lo largo de los
años y los siglos, las mujeres llegan a incidir
poco a poco en la esfera de la acción masculina,
no obstante, son ellos, los varones,
quienes deciden relatar, explicar o incluso
justificar la vida de aquéllas. Dentro de los
innumerables testimonios de la Roma clásica
tenemos muchos ejemplos, como los que nos
dejaron Juvenal, Tito Livio, Séneca, Cicerón y
Marcial, entre otros escritores, quienes plasmaron
en sus obras las emociones de la mujer
y modelaron con su propio pensamiento
viril la historia de las mujeres.
Retrato de la matrona romana
Para los romanos, el sexo femenino
existía solo como una de tantas “especies”
de la esfera de la naturaleza, al igual que las
plantas, las aves, los animales salvajes y los
domésticos, de modo que el papel histórico
de la mujer se percibe primeramente, por la
simple razón de tener como destino, ya sea
servir a un amo, o bien, al señor de la casa,
para asegurar a éste la continuidad de su
imperium (domesticum). Posteriormente, más
allá de la casa, fuera de la familia, en la vida
pública de la ciudad, todo el sistema romano
copia ese modelo doméstico con el fin de
perpetuar el poder masculino. Veamos, entonces,
cuáles eran las funciones y actividades
permitidas a las mujeres romanas.
9 Ciccoti, Donne e politica negli ultimi anni della Reppublica
Romana, Nápoles, 1985, pp. 3 y 4.
8 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
9

Desde los comienzos de la historia romana,
la época arcaica, hasta los comienzos
del imperio, al que aquí nos referiremos, la
mujer que, por razón de matrimonio legítimo,
es la esposa del paterfamilias, se denominaba
materfamilias. Asimismo, por tener
la condición de domina o señora de la casa,
debía ser una mujer dedicada totalmente a
las labores domésticas, dotada de ciertas virtudes
excepcionales y estar alejada de todas
las debilidades propias de su sexo. Por otro
lado, la característica que hacía que esta
mujer fuese superior a cualquier otra, era de
la ser una mater, es decir, una mujer natural
y físicamente capaz de engendrar y criar ciudadanos
romanos.
De igual manera, para el varón romano,
la mujer ideal es aquella capaz de satisfacer
todas las necesidades de éste, pues su educación
basada en el recato extremo, el pudor
y la austeridad, así lo garantizan, según leemos
a continuación:
Porque en otro tiempo, el hijo de cada
uno, nacido de madre casta, se educaba
no en la celda de una nodriza comprada,
sino en el regazo y el seno de la madre,
cuyo principal elogio era cuidar la casa
y ser esclava de sus hijos… Y temperaba
con cierta santidad y reverencia no solo
los estudios y tareas, sino también los
descansos y juegos de los niños. Así, hemos
escuchado que Cornelia presidió la
educación de los Gracos; así, Aurelia, la
de César; así, Acia, la de Augusto; y que
formaron hijos príncipes.10
10 Tac. Dialogus de oratoribus, XXVIII.
Además, según Marcial, la mujer debía
mostrarse obediente ante las exigencias de su
esposo y someterse siempre a sus caprichos:
Sila está dispuesta a casarse conmigo
bajo cualquier condición, pero yo no
quiero tomar a Sila por esposa. Pero al
insistir ella, le dije: “tú aportarás un millón
de sestercios en oro en calidad de
dote… ni podré hacer el amor contigo
como marido aunque fuera la primera
noche ni haré lecho común a tu lado;
abrazaré a mi amante y tú no lo impedirás;
y si fuera solicitada, me enviarás
a tu esclava. Ante tu mirada un esclavo,
ya sea mío o tuyo, me dará besos lascivos.
Acudirás a la cena, pero te reclinarás
tan separada de mí, que mis ropas
no puedan tocar las tuyas. Tú me darás
besos raramente, y no los darás espontáneamente;
no me darás besos como
esposa, sino como abuela. Si puedes tolerar
esto, Sila, si no te rehúsas a soportar
todo eso, encontrarás a alguien que
quiera tomarte por esposa”.11
Así pues, la mujer que adquiría la condición
legal de materfamilias a través del matrimonio
y, sobre todo, de la maternidad,
quedaba sujeta a rigurosas limitaciones en
su vida personal, familiar y social.
Según Gayo, uno de los más notables
jurisconsultos de la época clásica de la jurisprudencia
romana, desde los tiempos más
antiguos, la mujer romana, al contraer matrimonio,
debía romper sus vínculos con la
11 Mart., Epigrammata, XI, 23.
familia de origen, de modo que al liberarse
de la patria potestad de su paterfamilias, ingresaba
a la familia del esposo y quedaba sometida
al poder marital de éste (manus). El
autor nos describe los actos de transferencia
de la esposa a la comunidad familiar del marido
de la siguiente manera:
Antiguamente entraban
bajo la manus de tres modos: por el
uso, por el pan llamado farreus y por la
coemptio. Por el uso, entraba bajo la manus
la que durante un año continuo permanecía
casada; pues, como se adquiría
la posesión por uso
durante un año, pasaba a sí a la familia
del marido y ocupaba el lugar de una
hija. Así, por la ley de las XII Tablas se
estableció que, si alguna no quisiera entrar
de este modo bajo la manus del marido,
cada año se apartara durante tres
noches para interrumpir de este modo
el uso del año. Pero todo este derecho
ha sido suprimido en parte por
leyes y en parte ha sido abolido por la
falta de costumbre misma.
Entran bajo la manus por el pan farreus
mediante una especie de sacrificio que
se hace a Júpiter Farreo, en el cual se
ofrece un pan de espelta, de donde también
se denomina confarreatio. Además,
para dar validez a este derecho, otros
muchos ritos se llevan a cabo con la pronunciación
de palabras determinadas y
solemnes, estando presentes diez testigos.
Este derecho aún se mantiene en
uso en nuestros tiempos, pues los sacerdotes
mayores, como son los sacerdotes
de Júpiter, los de Marte, los de Qui-
rino y los regidores del culto sagrado, no
pueden ser elegidos a no ser que hayan
nacido de un matrimonio farreado: y
éstos tampoco pueden mantenerse en
el sacerdocio si se abstienen de realizar
la confarreatio llegado el matrimonio.
Por coemptio entran bajo la manus mediante
la mancipatio, esto es, una especie
de venta imaginaria, pues presentes no
menos de cinco testigos, ciudadanos romanos
y púberes, así como el portador
de la balanza, la mujer es “comprada”
por el varón bajo cuya manus entra.12
De este modo, la mujer resultaba, o
bien, objeto de uso por parte del varón hasta
confirmar tal unión mediante la intención
de vivir como esposos, o bien, un objeto de
compra por parte del esposo.
Acerca de la figura de una materfamilias
o matrona, la jurisprudencia romana guarda,
en general, una actitud un tanto reservada y
cautelosa. En general, la define como la mujer
que vive honestamente, según leemos a
continuación:
Al hablar de la madre (mater), se entiende
que sea mujer de reconocida autoridad.13
Debemos entender por “madre de familia”
(materfamilias) la que ha vivido
no deshonrosamente, pues las costum-
12 Gai, I, 110-113
13 D. 43, 30, 3, 6.
10 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
11

es distinguen y separan a una madre
de familia de las demás mujeres…14
Se entiende que hay deshonra en las
mujeres que viven indecentemente y
se prostituyen, aunque no sea públicamente.
Si alguna se hubiese dado en
concubinato a otro que no sea su patrono,
diré que no tuvo la honestidad que
corresponde a una madre de familia
(materfamilias).15
Por otro lado, se entiende fácilmente
que la capacidad personal, económica y jurídica
de la mujer siempre estuvo subordinada
a la del varón. En cuanto a los formulismos
sociales, la esposa accede al estatus
(dignitas)16 de su esposo, según nos muestra
el siguiente texto del Digesto:
Las mujeres casadas con personas “excelentísimas”
se incluyen en la denominación
de tales. No así las hijas de
los senadores, salvo las que se hayan
casado con varones “excelentísimos”,
porque los maridos hacen partícipes a
sus mujeres de esa dignidad… Por consiguiente,
la mujer será “excelentísima”
mientras esté casada con un senador
o con un varón “excelentísimo” o,
14 D. 50.16, 46, 1.
15 D. 23, 2, 41, pr. y 1.
16 “Dignitas. The respect and esteem which the magistrates
and senators enjoyed among the people… In
the later Empire, dignitas refers to the highest administrative
offices”. Berger, op.cit., s.v. Dignitas.
separada de él, no se case con otro de
inferior dignidad.17
Esfera de acción de la mujer romana
En cuanto al desempeño de ciertas funciones
civiles, la jurisprudencia declara que:
Las mujeres están apartadas de todas
las funciones civiles y públicas y por
ello no pueden ser jueces, ni tener magistratura,
ni actuar como abogadas,
ni intervenir en representación de alguien
ni ser procuradoras.18
Se considera que las mujeres quedan
excluidas del oficio de banquero, pues
es cosa propia de hombres.19
Durante todo el periodo republicano,
aunque la esposa participara en la vida social
de su marido, sus costumbres estuvieron
caracterizadas por el pudor y la austeridad.
En general, debía permanecer en casa,
ocupada de cardar la lana y tejer, ella misma,
los atuendos que usarían los integrantes
de la familia. Asimismo, debía estar siempre
atenta a la educación de sus hijos y el debido
cumplimiento de las labores domésticas,
a cargo de los esclavos y esclavas.20 En los
17 D. 1, 9, 8.
18 D. 50, 17, 2 pr.
19 D. 2, 13, 12.
20 Sobre las funciones de la mujer casada, pueden
también consultarse: Dixon, S., The Roman Mother, Londres/Sidney,
1988, y Dacre., B., Die Frau in der Römischen
banquetes debía permanecer sentada y no
podía recostarse; no bebía vino, sino mulsum,
un vino rebajado con agua y miel, porque
el vino puro provocaba que la fidelidad de
la mujer hacia su esposo se pusiera a prueba.21
De este modo, podemos entender que
el vino, la pasión y la libertad sexual no fuesen
placeres aptos para la esposa y que, más
bien, se situaban en los terrenos y dominios
de las concubinas y las meretrices. Al respecto,
Aulo Gelio nos dice lo siguiente:
Las mujeres en Roma y en el Lacio debían
ser abstemias toda su vida, es decir,
privarse totalmente de beber vino…
Catón llegó también a afirmar que, por
beber vino, ellas eran no solo censuradas,
sino también condenadas por el
juez… El marido tiene derecho a matar
a su mujer sorprendida en flagrante
delito de adulterio… El marido juzga
a su esposa como lo haría el censor…
la castiga si ha bebido vino, la condena
si ha cometido falta con un extranjero…
Si el marido sorprende a su esposa
en flagrante delito de adulterio,
podría matarla impunemente, sin juicio
previo; si, al contrario, es ella la
que sorprende a su marido en adulterio,
no podría tomarse la justicia por la
mano; ella no tiene ningún derecho.22
Antike, München, 1979.
21 Cantarella, E., L’ambiguo malanno. Condizione e
imagine della donna nell’antichità greca e romana, Roma,
1981, pp. 125-126.
22 Noctes Atticae, X, 23.
Por otra parte, de la matrona se esperaba
que fuese el prototipo de la austeridad
y ésta debía reflejarse en su aspecto externo:
su atuendo personal y los adornos de su
indumentaria formaban parte de la imagen
que ésta proyectaba socialmente y, por ello,
debían de ajustarse a las mismas reglas que
definían el ideal de la femineidad. La matrona
debía vestir discretamente, cubrir su
rostro con un velo, no mostrar su cuerpo ni
llamar la atención con joyas excesivas. En
el año 216 a.C., fue promulgada la ley Oppia,
que limitó los adornos que las mujeres
honradas podrían mostrar en público, obviamente,
debido a los excesos que muchas
matronas habían cometido al mostrarse públicamente
de manera ostentosa, exhibiendo
joyas y vestimenta exótica, traídas por
sus maridos desde Oriente. Sin embargo, dicha
ley estuvo en vigor relativamente poco
tiempo, pues en el año 195 a.C., las matronas
protestaron contra aquellas disposiciones,
de modo que fue derogada.
… desde los tiempos más
antiguos, la mujer romana,
al contraer matrimonio, debía
romper sus vínculos con
la familia de origen…
En el año 169 a.C. la ley Voconia prohibió
que las mujeres fueran instituidas herederas
por quienes, en calidad de ciudadanos
romanos, estuvieran inscritos en la primera
clase del censo (con una fortuna superior a
12 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
13

los cien mil ases). Por otro lado, nadie podía
recibir a título de legado u otra disposición
mortis causa más de lo que recibieran los
herederos. De manera clara, la ley Voconia
definía una serie de restricciones en la disponibilidad
patrimonial de la mujer, con lo
cual continuaba el sometimiento femenino
al poder económico del varón.
Antes de la promulgación de dicha ley
un padre podía, por vía testamentaria, instituir
a su hija como heredera universal sin
la necesidad de que concurriesen otros herederos.
De este modo, las mujeres quedaban
en posibilidad de adquirir fortunas importantes
por la vía de la sucesión. Sin embargo,
esto implicaba un riesgo inevitable: el de que
una mujer casada rica, con un considerable
patrimonio personal, no estuviese dispuesta
a dejarse mandar por el esposo. De este
modo, la independencia económica de la
mujer iba de la mano con la independencia
personal, familiar y social. Así, nos explicamos
por qué Marcial personifica a los romanos
no querían esposas ricas:
¿Me preguntas por qué no quiero casarme
con una mujer rica? Es que no
quiero ser esposa de mi esposa. Que la
matrona, Prisco, sea inferior a su marido;
de otro modo, no se hacen iguales la
mujer y el varón.23
Dentro de este sistema de valores, diseñado
para perpetuar el poder del hombre
sobre la mujer, se hizo necesario combatir
también la eventual carrera de la mujer por
23 Mart., VIII, 12.
la tenencia de bienes. Aunque la ley Voconia
también atendió todas estas consideraciones,
sin embargo, hubo un elemento indiscutiblemente
más poderoso que la ley:
la voluntad paterna. Muy pronto se fueron
ideando diversos subterfugios que podían
permitir al paterfamilias heredar a su hija la
totalidad o una parte de sus bienes, aunque
no fuera a través de la designación de herederos.
Una manera de evadir la aplicación de
la ley Voconia podía suceder cuando el paterfamilias
censado en la primera clase con más
de cien mil ases, se censaba en una clase inferior
a la que le correspondía. El argumento
de mayor peso para evitar la ley consistía
en que el uso, el disfrute y la conservación
de un patrimonio podían ser también tareas
femeninas. Así, dentro de una serie de
engaños, nace el fideicomiso, en el cual un
amigo del paterfamilias, en su calidad de intermediario,
otorgaba su palabra para que el
encargo fuera factible, de modo que, estando
próxima la muerte del padre, éste instituía
heredero a dicho amigo con la recomendación
de que traspasara toda o una parte de la
herencia a la hija.
¿Emancipación o liberación femenina?
En los numerosos estudios que existen
sobre la condición femenina en Roma se habla
de una progresiva “emancipación” o liberación
progresiva de la mujer respecto al
varón.24
24 Véanse, entre otros, del Castillo, A., La emancipación
de la mujer romana en el siglo I d.C., Universidad de
Granada, 1976; Fau, G., L’emancipation fémenine dans la
Rome Antique, Paris, 1978; Ariès, Philippe y G. Duby, His-
En realidad, dicho proceso comienza a
gestarse en plena República, al parecer, se
consolida a partir del siglo I a.C., y perdura
durante buena parte de la época imperial,
prácticamente hasta el advenimiento del
cristianismo. Durante aquel largo periodo de
tiempo, las cosas cambiaron para la mujer
romana. Las antiguas virtudes, que caracterizaban
a la materfamilias, poco a poco fueron
perdiendo vigencia. La austeridad de la
matrona desaparece y, en su lugar, nace una
desmedida ambición de riqueza como una
directriz de los valores femeninos. El varón,
desde su concepción y aplicación del poder
organizativo en todos los ámbitos de la vida,
reprueba el proceso de desmoronamiento de
los ideales femeninos, así como la degeneración
de las costumbres y así lo expresa:
Ni trasnochan menos, ni beben menos,
y rivalizan con los hombres en la lucha
y en el vino; devuelven por la boca lo
que ingirieron contra la voluntad de las
entrañas y vomitan todo el vino que
bebieron: como ellos toman nieve para
consolar el ardoroso estómago. En libido
no ceden a los varones, aunque nacidas
para un papel pasivo. ¡Ojalá las pierdan
los dioses y las diosas! Han inventado
un género de impudor tan perverso que
hacen la parte del varón. Pues ¿cómo ha
de extrañar que el mejor y más perito
de los médicos caiga en una mentira, ya
que hay tantas mujeres con gota y cal-
toria de la vida privada. Imperio romano y antigüedad
tardía, Vol. 1, Taurus, Santillana, 1992 y Duby, Georges
y M. Perrot, Historia de las mujeres en Occidente, Vol.
1, Taurus, Santillana, 1991.
vas? Perdieron la ventaja de su sexo con
los vicios y, puesto que se despojaron
de la femineidad, fueron condenadas a
las enfermedades de los hombres.25
En todo este proceso de aparente “liberación
femenina”, la mujer romana abandona
la casa como tarea única y accede al
mundo de la cultura. Autores como Juvenal
escriben irónicamente sobre las capacidades
intelectuales de la mujer:
Es, sin embargo, más molesta aquella
otra mujer que, cuando apenas se
ha sentado a la mesa, elogia a Virgilio,
perdona a Dido dispuesta a morir, pone
frente a frente y compara a los poetas…
Los gramáticos ceden, los retóricos se
declaran vencidos, calla toda la multitud,
ni el abogado ni el pregonero ni
una segunda mujer podrán hablar…
.¡Ojalá que la mujer que comparte tu
lecho, no posea un estilo de hablar, no
pueda retorcer con frases redondas el
tortuoso entimema, no conozca todas
las historias e incluso no comprenda
algunas cosas de los libros. Odio a esa
que repite y desarrolla el método de Palemón,
observando siempre las leyes y
los preceptos de la lengua y que, como
amante de la antigüedad, me cita versos
que desconozco y censura las faltas,
que no merecerían la atención de
los hombres…26
25 Séneca, Epistulae XCV, 21.
26 Satirae, VI, 25-26.
14 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
15

Desde fines de la época republicana, las
mujeres romanas incursionaron también en
el ejercicio de oficios tales como peluquera o
tejedora, y en el de las profesiones liberales
como la obstetricia o la explotación de minas
y propiedades. El matrimonio y la procreación
legítima ya no justificaron por sí
solos la vida de la materfamilias: la fidelidad
conyugal frecuentemente se quebrantó, los
divorcios proliferaron y el aborto se practicó
con relativa frecuencia para encubrir ciertas
libertades sexuales.
La degradación en los modos de vida de
la mujer romana encuentra a veces complicidad
de ciertas ceremonias religiosas, como
las fiestas de la Bona Dea o los ritos de Baco,
ambos ampliamente narrados por la pluma
mordaz de los varones. Entre los escritores
latinos encontramos desde aquella afirmación
parcial, totalmente excesiva y equivocada,
según la cual los templos no eran más
que centros de prostitución femenina hasta
el rechazo más absoluto de ciertas ceremonias,
solo aparentemente religiosas, convertidas,
en realidad, por las mujeres en escuelas
de libertinaje y excesos sexuales, cuando
no de artes mágicas y uso de pociones y medicamentos.27
La depravación moral de la antifemineidad,
según los escritores, tolera sin remordimientos
las prácticas abortivas. Las
voces masculinas de repulsa ante el aborto
libre de la mujer se levantan por doquier;
Ovidio, en un texto de gran belleza literaria,
nos narra la sinrazón histórica de aquel hecho
criminal:
27 Sen. De beneficiis III, 16,2.
Aquella primera mujer, que decidió
arrancar de sus entrañas el feto, habría
merecido perecer en esta campaña,
realizada contra ella misma. Si en
los primeros años de existencia del
mundo las madres hubieran adoptado
esta costumbre, el género humano habría
desaparecido por ese uso criminal
y habría hecho falta encontrar a quien,
por segunda vez, en un universo despoblado,
lanzara las piedras fundadoras
de nuestra raza. ¿Quién habría destruido
el poder de Príamo, si la diosa de los
mares, Tetis, hubiera rehusado llevar
durante el tiempo requerido el peso de
su vientre? Si Ilia no hubiera querido
conservarlos gemelos que abultaban su
vientre, no habría existido el fundador
de la ciudad, dueña del mundo. Si Venus
hubiera atentado contra la vida de
Eneas mientras lo llevaba en su seno, la
tierra no habría conocido los Césares.
Tú misma, con toda tu belleza, habrías
perecido, si tu madre hubiera hecho la
misma tentativa que tú. Y yo no habría
visto jamás el día si mi madre no me
hubiera querido…28
Se instaura el orden social
En todo este proceso de aparente liberación
femenina, el derecho tuvo una participación
importante y trascendente. El
ordenamiento jurídico romano, especialmente
sensible a las demandas sociales, no
fue ajeno a esa especie de pérdida de pape-
28 Amores, II, 14.
les que antes fijaba la diferenciación sexual
y que ahora producía la descomposición del
modelo femenino tradicional: el cambio de
costumbres y hábitos de vida de la mujer,
la transformación de sus comportamientos
públicos y privados interesaron siempre al
derecho romano, por cuanto aquella materfamilias
seguía siendo esposa del jefe de la
casa y madre de sus hijos, también ciudadanos
romanos.
Los autores que creen en la progresiva
“emancipación” de la mujer romana, atribuyen
el desmantelamiento de los viejos arquetipos
familiares, sociales y jurídicos a la
promulgación de
nuevas leyes, que
emanan directamente
de la voluntad
del Emperador
y de senadoconsultos,
que dicta un Senado
políticamente
muy debilitado; todas
estas medidas
legislativas conseguirían
una liberación
progresiva de
la mujer respecto al
patrón masculino
universal, una mejor
condición femenina frente al anterior estatuto
del sometimiento a los dictámenes del
varón capaz y jefe de la casa. Roma conocería
así el final de una larga historia de servidumbre
para la mujer e instauraría una nueva era
de igualdad jurídica entre el varón y la mujer.
La jurisprudencia y el pretor acogerían también
ese movimiento, solo aparente, del derecho
romano hacia la no discriminación de
sexos.
Desde fines de la época republicana,
el varón romano se da cuenta
de que resulta conveniente que
la mujer permanezca en casa,
tranquila y sosegada con
las limitaciones del mundo
doméstico y ensalzada, sobre todo, la
grandeza de su maternidad dentro del
matrimonio legítimo y estable.
Los nuevos tiempos de “emancipación”
femenina suelen medirse además por la progresiva
desaparición —quizá, primero, social,
y más tarde, jurídica— de la institución jurídica
de la tutela, sobre todo, sobre las mujeres
independientes, es decir, aquellas no sometidas
ya a la patria potestad de su paterfamilias
ni al poder marital. La antigua necesidad
de que un tutor supliera la débil voluntad
de las mujeres, había perdido ahora, a partir
del siglo I a.C., gran parte de su significación
anterior.
La transición política, que vino precedida
de no pocos quebrantos —guerras civiles,
asesinatos,
engaños y conspi-
raciones de todo
orden— fue acogida
de modo diverso
por los escritores latinos:
mientras que
unos lamentan con
nostalgia la llegada
del Imperio, otros,
en cambio, celebran
el desmoronamiento
definitivo de la
República. Pero esa
transición política
no inició, desde luego,
un proceso de liberación social y política
de quienes habían estado y seguían estando
sometidos. El Principado no fue “liberador” de
anteriores servidumbres, sino “intervencionista”
hasta extremos, en ocasiones, autoritarios:
el princeps controlaba las pautas de conducta
social, él mismo dirigía la vida personal
y familiar de los ciudadanos, él dictaba las leyes
que debían consagrar jurídicamente cada
una de las iniciativas anteriores.
16 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
17

Y así es como la historia de Roma, el
genio jurídico romano y la sociedad misma
de comienzos del Imperio emprenden su
regreso hacia los modelos antiguos y ejemplares
de la vida ciudadana y, desde luego,
hacia aquella diferenciación sexual de los
viejos tiempos. Por fin el hombre romano logra
controlar la situación mientras renueva
el sometimiento de la mujer a los dictados
masculinos. Cada una de las medidas adoptadas
so pretexto de igualdad sexual atiende,
en realidad, a la firme reconstrucción del
viejo ideal femenino.
En este momento histórico no podemos
hablar de “liberación” ni “emancipación”
de la mujer, pues solo hay premios y
recompensas –fijados por la ley – para aquella
mujer que abandona los placeres y las libertades
de la época “moderna” y se instala
en la castidad y austeridad propias de las
antiguas matronas. Las virtudes de aquella
femineidad ideal, que habían determinado
los varones más notables de la República, se
recogen de nuevo ahora en las leyes de los
primeros emperadores: se pretende volver a
la “moda de la mujer honesta, la mujer casta,
la mujer austera”, según los cánones codificados
por los varones.
Y así se empiezan a escuchar los primeros
elogios del matrimonio y de la procreación
legítima, a la vez que se premia con
importantes recompensas económicas a los
casados con hijos que han cumplido efectivamente
aquellos preceptos. Una serie de
leyes, conocidas respectivamente como Lex
Iulia de maritandis ordinibus, Lex Papia Poppaea
y Lex Iulia de adulteriis, establecieron, en primer
lugar, que todos los hombres entre 25 y
70 años y todas las mujeres entre 20 y 50 debían
contraer matrimonio. Quien no lo hicie-
ra era considerado “célibe” y, como tal, castigado
con la incapacidad de recibir herencias
o legados.
También se reprimen las licencias
sexuales y el adulterio: la novedad más relevante
de la legislación augustea en materia
matrimonial fue quizá la introducción de las
nuevas normas sobre el adulterio que en el
texto de la ley indicaba todas las relaciones
extramatrimoniales mantenidas por una
mujer, fuese casada, virgen o viuda, a menos
que, obviamente, esta mujer fuese prostituta
y con la excepción de la relación de concubinato.29
La Lex Iulia de adulteriis no se limitaba
a castigar la violación de la fidelidad
conyugal. Tenía una intención moralizadora
mucho más amplia. Durante siglos el castigo
de los delitos sexuales se había confiado a la
jurisdicción doméstica. Ahora se convertían
en delitos públicos juzgados por un tribunal
especial y no solo perseguibles por iniciativa
de los parientes (el padre o el marido), sino
que cualquier ciudadano podía denunciar a
la adúltera.
El divino Augusto desterró a su hija por
ser deshonesta en grado superior a lo
que llega la prohibición de este vicio.
Hizo públicos los delitos de la más noble
familia y los adulterios admitidos a
montón; el haber andado por toda la ciudad
en convites nocturnos; el haber elegido
para sus estupros la misma plaza
29 Venturini, C.,, “Accusatio adulterii e politica costantiniana
(per un riesame di Ch. 9, 7, 2)”, en SDHI, 54,
núm. 1, 1988, p. 67.
y el tribunal donde el padre había promulgado
la ley contra los adulterios.30
Pero Augusto no fue el único patrocinador
de una estricta moral ciudadana: también
Tiberio, su hijo adoptivo, requirió de la
ciudadanía romana una mayor austeridad
de costumbres, y de las mujeres teóricamente
“deshonestas” una rigurosa continencia
sexual fuera del matrimonio.
Y para estimular con el ejemplo a la pública
sobriedad, él mismo hizo servir
con frecuencia en los convites solemnes
viandas del día anterior, ya empezadas,
o medio jabalí, afirmando que
todos estos alimentos tenían el mismo
sabor que si estuvieran sin empezar.
Prohibió por medio de un edicto la
costumbre de besarse todos los días. En
cuanto a las matronas que se prostituían
dispuso que sus allegados, a falta
de un acusador público, se constituyeran
en consejo de familia y las sancionaran
de acuerdo con las costumbres
de nuestros mayores. Dispensó a un
caballero romano del juramento que
había prestado y le autorizó a que se
divorciase de su esposa sorprendida
en flagrante delito de adulterio con su
yerno, a pesar de que había jurado que
nunca la repudiaría. Mujeres de la alta
sociedad cuya vida era disoluta habían
empezado a inscribirse como prostitutas
para liberarse de la jerarquía y rango
propio de las matronas, y escapar a
30 Sen., De beneficiis, VI, 32, 1.
sí a las sanciones previstas por las leyes,
y por su parte los jóvenes más disolutos
del estamento senatorial y ecuestre
procuraban voluntariamente que
les impusieran una sanción de carácter
infamante, para que las disposiciones
del Senado a este respecto no les impidieran
tomar parte en las representaciones
teatrales o en los juegos del
circo. A todos ellos, lo mismo que a las
mujeres que a los hombres, les sancionó
con el destierro para que nadie pudiera
burlarse de la ley valiéndose de
este fraude.31
En el caso de esterilidad, desde finales
de la República, se practicaban las adopciones
por las mujeres, primero como simple
costumbre social y más tarde, a comienzos
del Imperio, con autorización legal. De este
modo la mujer que carece de hijos propios
puede satisfacer, si no su “necesidad biológica”
de ser madre, sí, al menos, su papel social
como madre atenta a la crianza y a la educación
de los hijos. Así, la mujer romana puede
pretender la adopción de sus hijastros, para
asumir como propios los hijos de su esposo o
para atribuirse una maternidad ficticia sobre
los hijos adoptados por su cónyuge; también
para compensar la pérdida de sus hijos natrales
y crear vínculos de filiación legítima.
A modo de conclusión
Desde fines de la época republicana,
el varón romano se da cuenta de que resul-
31 Suet., Tiberius., 34, in fine y 35.
18 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
19

ta conveniente que la mujer permanezca en
casa, tranquila y sosegada con las limitaciones
del mundo doméstico y ensalzada, sobre
todo, la grandeza de su maternidad dentro
del matrimonio legítimo y estable.
A partir de Augusto, como hemos mencionado,
aparece en escena la maternidad
como fuerza “liberadora y definitoria” de la
condición jurídica femenina, pues para todas
aquellas mujeres que —acatando sus
leyes— siguen el ejemplo de la idealizada
materfamilias, existen buenos premios y recompensas
que las alientan a llevar una vida
decente, tranquila, volviendo a las costumbres
austeras, y que, por tanto, reprimen sus
deseos de buscar otros incentivos fuera del
hogar.
Una vez más, a principios de la época
imperial, la mujer romana acepta jugar el
viejo papel del arquetipo femenino, con todas
sus virtudes ejemplares, y vuelve a negar
su propia personalidad a partir de las afirmaciones
e indicaciones masculinas. Una vez
más, la condición femenina se impone como
parte protagonista en el escenario de la historia
de Roma e inspira, quizá sin saberlo ella
misma, patrones de conducta y valores que
habrían de perdurar hasta nuestros días. Y
nos preguntamos, ¿acaso a esto se le puede
llamar “emancipación femenina”?
20 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS
Dr. Luis Mauricio Figueroa Gutiérrez*
La ley de las XII tablas
* Licenciado en Derecho (unam); Maestría en Estudios
Latinoamericanos (unam); Doctor en Antropología
(enah); Posdoctorado en Derecho (iij–unam); Catedrá–
tico por oposición de la unam; ha sido profesor en: la
Universidad Externado de Colombia, en Bogotá y en
la Universidad Católica de Lublin (kul), en Polonia.
Ha sido profesor o investigador de tiempo completo
A la Dra. Martha Patricia Irigoyen Troconis,
quien siente con la mente y piensa con el corazón,
con admiración y afecto
en 5 universidades públicas. Ha sido miembro del
sistema nacional de investigadores del conacyt. Au–
tor de 11 libros y de más de 100 artículos publicados
en Revistas nacionales y extranjeras. Director del
Centro de Investigaciones Jurídicas de la Universidad
Insurgentes.

Palabras clave
Ley de las Doce tablas, decenviros,
plebeyos, patricios, tribunos
de la plebe, ley Canuleia, carmina,
nómoi.
Objeto del trabajo
Analizar la importancia de la
Ley de las XII tablas en tanto fuente
del Derecho romano, en tanto
ordenamiento que sirve como un
referente para dividir los periodos
de estudio del Derecho romano y
en tanto fuente histórica del Derecho
contemporáneo.
Importancia y denominación de la Ley de las XII
tablas
Su importancia es mucha de acuerdo con las opiniones
siguientes:
Antes de la Ley de las XII tablas (451-450 a. C.) no hay
noticia de otra codificación de igual naturaleza.1
Gayo sostuvo que en ellas constaban los derechos
del pueblo romano.
Se les conoce como: Lex Duodecim Tabularum, Duodecim
tabulae, Lex decenviralis, Jus vetus, Jus priscum,
Leges veteres, Lex antiqua, Jus antiquissimum, o
simplemente: Lex (la Ley).
Pothier sostiene que se les conocía, simplemente,
como el Derecho civil.2
1 Martino, Francesci di. Storia della Costituzione Romana, Eug. Jovene,
Napoli, 1951 y Petit, Eugène. Traité élémentaire de Droit romain,
Arthur Rousseau, Paris, 1920.
2 Robert Joseph Pothier. Pandectae Justinianeae, vol. I, Fournier, Paris,
1818, capítulo I, # 2.
800 años a. E. c.
763 a. E. c.
763 a. E. c.
Siglo VI a. E. c.
540 a. E. c.
Hasta el año 510 a. E. c.
509 a. E. c.
494 a. E. c.
Los hechos más relevantes en la Historia de Roma
Periodo arcaico (763 a. E. c. al 367 a. E. c.):
Los etruscos habitaban lo que hoy es Italia central 800
años a. E. c.
De acuerdo con las excavaciones arqueológicas Roma
fue fundada en el año 763 a. E. c. La tradición y la leyenda
marcan el año 754 a. E. c.
En ese año, aproximadamente, los griegos comienzan
a colonizar el sur de la Península itálica, lo que será conocido
luego como Magna Grecia.
Hacia el siglo VI a. E. c. se organiza Roma en 4 tribus.
En el año 540 a. E. c. los etruscos derrotan a los cartagineses
en la batalla de Alalia (Isla de Córcega).
Siete reyes tiene la Monarquía romana desde su fundación
hasta el año 510 a. E. c.: Rómulo; 3 sabinos:
Numa Pompilio, Tulio Hostilio, Anco Marcio y 3 etruscos:
Tarquinio Prisco, Servio Tulio, Tarquinio el Soberbio.
Se establece el Senado.
Surge la República (509 a. E. c.) con un cierto tono democratizador.
En lugar de un rey hay dos cónsules
electos anualmente que podían vetar las resoluciones
de su par mediante la intercessio.
El ejército se organiza por centurias. Surgen los Comitia
centuriata.
Durante la República se acentúa la lucha entre las dos
clases sociales: patricios y plebeyos.
En el año 494 hay una primera rebelión de los plebeyos
que llevan a cabo una secesión retirándose al monte
Sacro.
22 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
23

493 a. E. c.
471 a. E. c.
468 a. E. c.
450 a. E. c.
449 a. E. c.
445 a. E. c.
421 a. E. c.
350 a. E. c.
264 a. E. c.
En el año 493 a. E. c. hay una alianza entre romanos y
latinos.
En el 471 a. E. c. una segunda secesión al monte Aventino.
Se crean los tribunos de la plebe.
Ley Aquilia, 468 a. E. c.
En el 450 se promulga la Ley de las XII tablas, primera
gran codificación del Derecho romano. Otorga cierta
igualdad entre patricios y plebeyos.
Ley Valeria 449 a. E. c.
En el año 445 a. E. c. se promulga le Lex Canuleia, que
permite matrimonios entre patricios y plebeyos.
Periodo preclásico (367 a. E. c. al 27 a. E. c.):
Se admite a los plebeyos como cuestores (421 a. E. c.).
Leyes Liciniae-Sextiae en el 367 a. E. c. Asimismo, en ese
año se admite a los plebeyos como cónsules. En el año
356 a. E. c. se les admite como dictadores y en el 351 a.
E. c. como censores.
Hacia el 350 a. E. c. se creó la magistratura del pretor
(praetor), para relevar al cónsul de sus facultades jurisdiccionales.
En 367 a. E. c. surge la magistratura del
praetor urbanus y en 242 a. E. c. la del praetor peregrinus.
En el año 390 a. E. c. los galos invaden Roma y es destruida
la Ley de las XII tablas. Se restaura el dominio
romano en el 343 a. E. c. En el año 282 a. E. c. los galos
son derrotados.
En el año 264 a. E. c. tiene lugar la primera guerra púnica
y en el 218 la segunda. Las guerras púnicas (entre Roma
y Cartago) van del 264 a. E. c. hasta el 146 a. E. c. Las
guerras civiles se prolongan del 133 a. E. c. al 27 a. E. c.
326 a. E. c.
300 a. E. c.
287 a. E. c.
200 a. E. c.
186 a. E. c.
169 a. E. c.
123 a. E. c.
Ley Poetelia Papiria, 326 a. E. c.
Ley Ogulnia, 300 a. E. c.
Ley Hortensia, 287 a. E. c.
Ley Furia, 200 a. E. c.
Ley Atilia, 186 a. E. c.
Ley Voconia, 169 a. E. c.
Ley Sempronia, 123 a. E. c.
Leyes Corneliae, 82 a. E. c.
Ley agraria, 59 a. E. c.
Ley Falcidia, 40 a. E. c.
Leges Juliae, 18-17 a. E. c.
Ley Furia Caninia, 2 a. E. c.
En el año 134 a. E. c. ocurre la primera rebelión de esclavos
(en Sicilia). En el 73 a. E. c. tiene lugar la rebelión
de Espartaco.
En el año 60 a. E. c. inicia el primer triunvirato: Pompeyo,
Craso y César. El segundo en el año 43 a. E. c. : Octavio
[luego Augusto], Antonio y Lépido.
Periodo clásico (27 a. E. c. al 284 d. E. c.):
Ley Papia Poppea, 4 d. E. c.
Ley Junia, 19 d. E. c.
En el año 27 a. E. c. inicia el Imperio en Roma.
24 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
82 a. E. c.
59 a. E. c.
40 a. E. c.
18-17 a. E. c.
2 a. E. c.
73 a. E. c.
60 a. E. c.
4 d. E. c.
19 d. E. c.
27 a. E. c.
25

292 d. E. c.
293 d. E. c.
426 d. E. c.
438 d. E. c.
476 d. E. c.
500 d. E. c.
506 d. E. c.
527 d. E. c.
605-628 d. E. c.
1453 d. E. c.
Periodo posclásico (285-565 d. E. c.):
Código Gregoriano, 292 d. E. c.
Código Hermogeniano, 293 d. E. c.
Ley de Citas, 426 d. E. c.
Código Teodosiano, 438 d. E. c.
Caída del Imperio romano de Occidente, Rómulo Augústulo
es depuesto por Odoacro, jefe de los hérulos,
una tribu germana (476 d. E. c.).
Lex Romana Burgundium, 500 d. E. c.
Lex Romana Visigothorum, 506 d. E. c.
En el año 527 d. E. c. Justiniano fue nombrado emperador
en Constantinopla, capital del Imperio romano oriental.
Justiniano ordenó la codificación del Derecho romano
que data del año 533 d. E. c.: el Corpus Iuris Civilis.3
Ley Aebutia, 605-628 d. E. c.
Caída del Imperio romano de oriente o bizantino, caída
de Constantinopla a manos de los turcos en 1453.4
3 El Corpus Iuris Civilis es una codificación integrada por:
a) Las constituciones imperiales, el Código de Gregorio, el de Hermogeniano
y el de Teodosio. Dividida en 12 partes como la Ley de
las XII tablas: Código (529 a. E. c.);
b) la Jurisprudencia, la opinión doctrinal de los jurisconsultos más
célebres: Digesto (533 a. E. c.);
c) un texto doctrinal inspirado en las Instituciones de Gayo: Instituta;
d) Otras disposiciones normativas: Novelas.
4 Cfr. Malet, Alberto. Roma, Hachette, Buenos Aires, 1943; Duggan,
Alfred. Los romanos, Joaquín Mortiz, México, 1980; Barrow, R. H. Los
romanos, FCE, México, 1983; Burián, J. y Janda, J. Historia de Roma,
Cartago, México, 1983 y Suárez Fernández, Luis. Historia de Roma,
Propuestas para dividir en etapas el estudio del Derecho romano
Se puede decir que los periodos del Derecho romano, atendiendo a
las fuentes, de acuerdo con diversos autores, fueron los siguientes:
26 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
a)
b)
c)
a)
b)
c)
d)
a)
b)
c)
d)
e)
f)
Los historiadores políticos dividen en 3 periodos:
Monarquía.
República.
Imperio.
Según J. P. Walton, los periodos serían:
753 a. C. a 242 a. C. periodo del ius civile, realeza y primera época de la
República.
242 a. C. a 27 a. C. periodo del ius gentium, segunda época de la República.
27 a. C. a 284 d. C. periodo de los jurisconsultos clásicos, el principado.
284 d. C. a 565 d. C. periodo de la legislación imperial y la codificación
(de Diocleciano a Justiniano), monarquía absoluta.
En opinión de H. F. Jolowicz se puede clasificar así:
Periodo de conjetura: abarca toda la monarquía y el comienzo de la
república hasta la Ley de las XII tablas (451-450 a. C.).
Periodo: de la Ley de las XII tablas (451-450 a. C.) hasta el fin de la república;
Periodo: el primer siglo del imperio.
Periodo clásico: el segundo siglo y la mitad del tercero del imperio:
de los grandes juristas.
Periodo postclásico: hasta el advenimiento de Justiniano.
Periodo: reinado de Justiniano.
Moretón, Bilbao, 1967.
27

a)
b)
c)
a)
b)
c)
d)
a)
b)
c)
d)
a)
b)
c)
a)
b)
c)
d)
e)
De acuerdo con Bonfante:
La comuna de Roma y el Derecho quiritario (754 a 200).
El Estado romano y el Derecho de gentes (146 a. C. a 235 d. C.).
La monarquía heleno oriental y el Derecho romano helénico (305 a
565 d. C.).
Para Maynz:
Hasta la ley de las XII tablas.
De las XII tablas a Augusto.
De Augusto a Diocleciano y Constantino.
Hasta la legislación de Justiniano.
Muy precisa es la clasificación propuesta por Matos Peixoto:
A) Historia externa:
Época real: desde la fundación [753 a. C.] hasta el año 510 a. C.
Época republicana: hasta el año 27 a. C.
Principado [fundado por Augusto]: hasta el año 284 d. C.
Dominato [fundado por Diocleciano]: hasta el año 565 d. C.
B) Historia interna:
Derecho preclásico (o antiguo): hasta la Ley Ebúcia (149 a 126 a. C.).
Derecho clásico: de la ley Ebúcia y Diocleciano (305 d. C.).
Derecho postclásico (o romano helénico): hasta la muerte de Justiniano.
Es muy cuidadosa asimismo la clasificación de Abelardo Lobo:
De Rómulo hasta la Ley de las XII tablas.
De la Ley de las XII tablas hasta Adriano (117-138 D. C.): edicto perpetuo
de Salvio Juliano.
De Adriano a Alejandro Severo (época de los grandes jurisconsultos
y de la formación científica del Derecho).
De Alejandro Severo a Constantino, periodo de decadencia.
De Constantino a Justiniano, periodo de las grandes compilaciones.
Las fuentes del Derecho romano
Las fuentes del Derecho romano pueden dividirse en dos grandes
grupos según Kipp:
Las de formación: de las que brota naturalmente el Derecho (la costumbre
y el trabajo intelectual de los juristas) y
las de conocimiento: la legislación.5
En función de la época, los órganos productores del Derecho en
Roma fueron los siguientes:
La Comitia.
La Concilia plebis.
El Magistratum.
El Jurisconsultum.
El Senatus.
El Imperator.
El populus (para el Derecho no escrito, consuetudo).
Justiniano clasificó el Derecho en escrito y no escrito (I. I. II. De jur.
Nat. 3) y las formas de expresión del Derecho romano escrito fueron, según
Gayo (I, 2):6
Legibus.
Plebiscitis.
Senatusconsultis.
Constitutionibus principum.
Edicta magistratorum.
Responsa prudentum.
28 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
1)
2)
a)
b)
c)
d)
e)
f)
g)
a)
b)
c)
d)
e)
f) 5 Kipp, Theo-
La religiosidad del Derecho romano
Barrow sostiene que en Roma el Derecho fue iniciado por los sacerdotes
(pág. 210).
Fustel de Coulanges, en el mismo sentido, había escrito que la confusión
de la autoridad política y del sacerdocio en el mismo personaje no
cesó con la monarquía. “La revolución, que estableció el régimen republicano,
no separó funciones cuya unión parecía muy natural y era entonces
ley fundamental de la sociedad humana. El magistrado que remplazó al
dor. Geschichte der
Quellen des Roemischen
Rechts, A.
Deichertsche Verlagsbuchhandlung,
Werner Scholl,
Leipzig, 1919.
6 Giraud. Novum
enchiridion Juris
romani, Cotillon,
Parisiis, MDCC-
CLXXIII, pág. 147.
29

ey fue, como él, un sacerdote al mismo tiempo que un jefe político” (pág.
134)
Explica Fustel de Coulanges que los tribunos de la plebe eran los únicos
que no tenían que realizar un sacrificio y que, debido a ello, no eran
considerados como verdaderos magistrados (pág. 135).
Barrow explica la importancia que tuvo la Ley de las XII tablas:
Hacia el año 450 a. E. c. el Derecho ya no estaba en manos de los
sacerdotes; el Derecho consuetudinario no escrito fue formulado en las
Doce tablas, que se publicaron en el Foro y que contenían las leyes relativas
a los ciudadanos romanos, ius civile. Las Doce tablas rigieron durante
trescientos años... cerca de cien años después de la publicación de las
Doce tablas, se nombró a un magistrado especial para relevar a los cónsules
de sus poderes judiciales: el pretor… el pretor estaba por encima de la
ley. No podía anular las leyes en vigor de las Doce tablas pero, por la manera
en que formulaba su edicto y por sus decisiones diarias, podía completarlas
o reformarlas, haciéndolas más flexibles (págs. 210 a 212).
Concluye Fustel de Coulanges así: “entre los griegos y los romanos…
la ley fue…una parte de la religión… [la ley] era la religión misma aplicada
a las relaciones de los hombres entre sí” (págs. 139 y 141).
Dionisio de Halicarnaso narra que antes de la época de los decenviros,
las pocas leyes escritas que había, estaban en libros sagrados (X, 1).
Fustel de Coulanges comenta, finalmente, que “escritas o no, esas leyes
se formulaban siempre en brevísimas sentencias… hasta hay fuertes
indicios de que las palabras de la ley fueran rítmicas. Aristóteles dice que
antes de que las leyes estuvieran escritas, se las cantaba…” (pág. 143).
Tácito decía que las leyes antiguas eran lacónicas: simplices erant
(Anales, III).
Montesquieu también cita a Aristóteles en el mismo sentido; de
acuerdo con esto, el Estagirita escribió que antes de la invención de la ley
escrita “las leyes eran compuestas en versos, que eran cantados con el
fin de que no fueran olvidadas” (De l’Esprit des Lois, L. XXIX, cap. XVI) y el
Señor de la Brède y Barón de Montesquieu comenta sobre la redacción de
la ley decenviral que “la Ley de las XII tablas fue un modelo de precisión”.
Escribe Fustel de Coulanges que:
Los romanos, llamaban a las leyes carmina, versos; los griegos decían
nómoi, cantos… la ley era como la oración: sólo agradaba a la divinidad
si se la recitaba exactamente y se hacía impía si una sola palabra
cambiaba en ella… la idea de Derecho era inseparable del empleo de cier-
7 Fustel De Coulanges,
Numa
Denis. La ciudad antigua,
Porrúa, México,
1983 y Barrow,
R. H. Los romanos,
FCE, México, 1983.
tas palabras sacramentales… el Derecho antiguo era una religión; la ley,
un texto sagrado; la justicia, un conjunto de ritos (pág. 143).7
La Ley de las XII tablas
La ley de las XII tablas es, entonces, Derecho escrito; lex, la ley, para
Gayo, es quod populus iubet atque constituit (I. 3) y es una fuente de conocimiento,
de acuerdo con Kipp. Como se trata de una ley decenviral, esto
es, producida por el decenvirato y por los comicios centuriados, en el año
451-450 a. C., es una importante fuente de estudio del antiguo Derecho
romano. Pero fue, asimismo, una fuente creadora extraordinariamente fecunda
de Derecho romano posterior durante cerca de mil años hasta que
Justinianio, en el año 533 d. C. promulgó las Pandectas.
Y es que, efectivamente, el Derecho pretoriano fruto del ius edicendi,
de los magistrados, trataba de colmar las lagunas del Derecho escrito.
Papiniano explicó que el Derecho pretoriano fue el que los pretores introdujeron
coadyuvando, supliendo o corrigiendo al Derecho civil (D. I. 1. De
justitia et jure, 7, 1).
Antes de la Ley de las XII Tablas, desde la fundación de Roma en el
año 754 a. C. hasta Tarquinio Soberbio (510 a. C.), el Derecho fue consuetudinario.
Con las costumbres coexistieron, en el periodo de la monarquía,
simultáneamente, las leges regiae, de carácter religioso, que fueron compiladas
por Sexto Papirio (jus papiriarum).
De manera que se debe analizar la fase previa a la Ley de las XII tablas
(siglo V a. C.) y la posterior para ver el alcance de éstas. Se trata de la
primera gran codificación legislativa romana, sólo superada por la de Justiniano
en el siglo VI d. C. Entre ambas hay alrededor de mil años. Ciertamente
hubo otras compilaciones como la: gregoriana, la hermogeniana y
la teodosiana y una intentada por César, a decir de Suetonio, pero la de la
Ley de las XII tablas fue trascendental en la evolución del Derecho romano.
Era aprendida de memoria en las escuelas de Roma.
Que no hay duda de la existencia de la Ley de las XII tablas lo confirma
el testimonio de los historiadores antiguos: Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso,
Diódoro de Sicilia, Cicerón, Floro y Pomponio.
Roma se fundó en el año 753 a. C. y tuvo un periodo de monarquía
que se prolongó hasta el 509 a. C. con 7 reyes (Rómulo; 3 sabinos: Numa
Pompilio, Tulio Hostilio, Anco Marcio y 3 etruscos: Tarquinio Prisco, Servio
Tulio, Tarquinio el Soberbio).
Sexto, hijo de Tarquinio, abusó de Lucrecia quien, agraviada decidió
suicidarse. Los miembros de su familia encabezados por Junio Bruto, en
30 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
31

venganza, iniciaron una revuelta y derrocaron al monarca instaurando la
república.
La república en Roma inicia alrededor del año 510 a. C. y se prolonga
hasta el año 27 a. C. En lugar de un rey se elige anualmente a 2 magistrados
denominados pretores y, más tarde, cónsules. El Senado, que ya existía
desde los tiempos de la monarquía, estaba exclusivamente ocupado
por patricios (la casta rica) y entonces se amplió para dar cabida a los plebeyos
(la casta pobre).
Al caer la monarquía, dejaron de tener vigencia las leyes reales y
comienzan a recuperarse las costumbres, lo cual provoca un alto grado
de incertidumbre. Robert Joseph Pothier (en sus Pandectae Justinianeae,
vol. I, Fournier, Paris, 1818), escribe: “luego de la expulsión de los reyes, el
pueblo se contenta un tiempo con sus costumbres; pero, piensa en consolidar
la República por medio de un Derecho menos incierto y contenido
en leyes escritas”.
La república tuvo un tono democratizador.
Hacia el 494 a. C. los patricios tuvieron que conceder una Asamblea
de plebeyos para que éstos pudieran defender sus intereses.
La Ley Canuleya del 445 a. C. autorizó los matrimonios entre patricios
y plebeyos. Por las Leyes Licinias-sextias del 367 a. C. uno de los cónsules
tenía que ser plebeyo. Desde la institución de la república hasta la
Ley de las XII tablas hubo un espacio de 60 años caracterizados por luchas
constantes más encarnizadas que las de la época de la monarquía. La lucha
entre los patricios y los plebeyos dio origen a los tribuni plebis que primero
fueron 2, luego 5 y, finalmente, 10 y que eran sacrosancti, intocables
e inviolables. La creación de los tribunos por medio de la sacrata produjo
que más garantías fueran otorgadas a la plebe. Si los tribunos aprobaban
una resolución del Senado escribían la letra T y si no, colocaban la palabra:
veto. Evidentemente los tribunos no podían ingresar al edificio del
Senado pues si lo hacían eran multados y, de no pagar la multa, eran condenados
a muerte.
En contraposición a los Comitia curiata, a los Comitia centuriata y Comitia
tributa, en los que había claro predominio de patricios, surgieron las
reuniones populares plebeyas (Concilia plebis) divididas en tribus desde el
año 471 a. C., cuyas resoluciones denominadas plebiscitos, llegaron a tener
con el tiempo fuerza vinculante.
Escribe Barrow que “los plebeyos decidieron celebrar reuniones en
los comicios de la plebe, que funcionaron irregularmente y fuera de la
constitución. El principal motivo de queja era el poder ilimitado de los
cónsules… los plebeyos tendrían magistrados anuales especiales, llama-
Figura 1. “Draco, Coder of Law and The Twelve Tables of Roman Law”, Ron Anderson, óleo sobre
tela, exhibida en Ohio, 2005
dos tribunos del pueblo…” (pág. 49).
Las pretensiones de los plebeyos iban a lograrse porque el poder de
los tribunos era cada vez mayor, aunque las obtuvieron paulatinamente.
Un tribuno del pueblo, Cayo Terentillo Arsa (o Harsa) elaboró una ley
(en el 462 a. C.): la Lex Terentilla, por virtud de la cual debería elegirse a 10
hombres expertos que redactaran leyes para que fueran colocadas (publicadas)
en el Forum para conocimiento general.
Cuando Tito Romilio Roco era cónsul sugirió la organización de un
cuerpo de 10 magistrados que redactaran un código de leyes. Además,
propuso que una comisión viajara a Grecia para estudiar la legislación
elaborada por Solón para ese pueblo. La propuesta de Romilio fue aprobada
mediante un senadoconsulto, ratificado por un plebiscito. Romilio
había dirigido un discurso a los senadores todos los cuales eran de extracción
patricia, pieza de oratoria que Dionisio de Halicarnaso reproduce, en
el que los exhortaba a terminar con todas las diferencias que tenían con
el pueblo.
De esta manera fueron enviados a Grecia, por casi 2 años, 3 embajadores,
con el encargo de estudiar la legislación griega.
El punto es que Theodor Mommsen ha aclarado que la Ley de las XII
tablas no fue el producto de un solo decenvirato, y argumenta que al primero
(el decemviri legibus scribendis) se le ha confundido con otro que se
denominaba: Decenviri Stlitibus Judicandis.8
Sin embargo, esta opinión de Mommsen es equivocada. En efecto,
Cicerón explica lo siguiente:
Como fuese suma la autoridad en el senado estando el pueblo resignado
y obediente, se tomó la medida de que tanto los cónsules como los
8 “El Derecho
público romano”,
en: Manual de antigüedades
romanas,
vol. 4, Thorin, Paris,
1894, pág. 426.
9 Cicerón. De la
República, UNAM,
México, 1984, L. II,
XXXVI, 61.
32 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
33

tribunos de la plebe abdicaran de su magistratura y que fueran creados
los decenviros con la máxima potestad sin apelación, para que, por una
parte, tuvieran el poder sumo y, por otra, redactaran las leyes. Como éstos
hubiesen escrito diez tablas de leyes con suma equidad y prudencia, hicieron
nombrar para el año siguiente a otros decenviros…9
En todo caso, a los dos decenviratos legislativos se les concedió todo
el poder, de manera tal que, durante sus trabajos de redacción de la Ley de
las XII tablas, todas las autoridades romanas fueron suspendidas en sus
funciones.
La tarea central del decenvirato era conciliar las costumbres tradicionales
con las disposiciones que resultaran de los acuerdos entre patricios
y plebeyos. De este modo, el resultado de sus trabajos fue una gran
codificación y una suerte de pacto estamental entre los dos estados predominantes.
La razón de ser del decenvirato, explica Meira, fue la lucha de
clases,10 es decir, el enfrentamiento de las castas.
Las principales causas de esa lucha de castas fueron cuatro que, por
cierto, dieron origen a sendas sediciones:
1) Los excesos de los usurarios patricios.
2) La actuación de los decenviros.
3) La prohibición de los matrimonios entre patricios y plebeyos.
4) La pretensión de los plebeyos de ocupar las magistraturas.
Apunta Malet que “la igualdad de los patricios y plebeyos no se logró
con el código de los decenviros: sólo se logró la laicización de la justicia y
esto, relativamente” (pág. 48). Y, efectivamente, los pontífices guardaron
celosamente las leyes procesales, indispensables para aplicar el Derecho,
porque los romanos tenían un enorme respeto por las fórmulas legadas
por la tradición. Este hecho es una consecuencia del origen religioso del
Derecho romano.
De los restos que se conservan de la Ley de las XII tablas resulta que
constaba, en efecto, de dos partes: una parte dura, la correspondiente al
Derecho consuetudinario tradicional y otra parte suave, de origen griego,
que reprodujo muchas de las normas jurídicas de Solón.
Asimismo, resulta evidente que no todas las normas que se conservan
fueron redactadas por los decenviros. Al parecer, muchas disposiciones
fueron agregadas más tarde, como la prohibición del entierro y
cremación de cadáveres dentro de los muros de la ciudad (preceptos que
datan del 260 a. C.), con el propósito de elevarlas, se diría hoy, al rango de
la Ley de las XII tablas, esto es, para prestigiarlas.
10 Meira, Sílvio A.
B. A lei das XII tábuas,
Forense, Rio
de Janeiro, 1961,
pág. 54.
Se discute todavía si la embajada llegó a Grecia o sólo al sur de la Península
italiana, o sea, la parte principal de la Magna Grecia.
Debe recordarse que Aristóteles en La política escribió, no sin cierta
preocupación, que los etruscos y los cartagineses no formaban más que
una sola y enorme ciudad.
Como lo corrobora Polibio, el historiador griego que vivió en Roma,
los romanos y los cartagineses celebraron un tratado.
La embajada estuvo integrada, de acuerdo con la noticia que da Dionisio
de Halicarnaso por tres emisarios: Spurius Postumios, Servius Sulpicius
y Aulus Manlius. No se sabe si fueron a Grecia o sólo a la Magna Grecia, Tito
Livio asegura que fueron a Atenas (L. III, 32), pero se sabe que regresaron
en el año 452 a. C. También que los 3 fueron decenviros.
Diódoro de Sicilia sostiene que, en realidad, los decenviros redactaron
X tablas y las dos restantes fueron elaboradas por los cónsules. Cicerón,
en cambio, asegura que los primeros decenviros redactaron X tablas
y, al año siguiente, los otros decenviros redactaron las II tablas siguientes
y que incluyeron la in justa disposición que prohibía los matrimonios entre
patricios y plebeyos que fue modificada posteriormente por Canuleyo
mediante un plebiscito,11 lo cual causó perturbación en toda la República.
De manera que sí existía tensión y conflicto entre ambas clases sociales,
de la que dan cuenta Tito Livio12 y Dionisio de Halicarnaso (X, 3).
Los Xviros fueron, según Diódoro de Sicilia (vol. 2, L. XII, XXIII):
1. Publius Clodius Regillanus;
2. Titus Minucius;
3. Spurius Veterius;
4. Caius Julius;
5. Caius Sulpicius;
6. Publius Sestius;
7. Romulus;
8. Spurius;
9. Posthumius y
10. Calvinius.
Todos eran patricios.
En cambio, de acuerdo con Tito Livio (L. III, XXXIII) fueron decenviros:
1. Appius Claudius;
2. T. Genocius;
3. P. Sextius;
11 De la República,
L. II, XXXVII, 63.
12 Livio, Tito. Historia
romana, Porrúa,
México, 2006,
L. II, 10.
34 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
35

4. L. Veturius;
5. C. Julius;
6. A. Manlius;
7. Ser Sulpicius;
8. P. Curiacius;
9. T. Romilius y
10. Sp. Postumius.
Tres de ellos eran plebeyos y la mayoría amigos de Appius Claudius.
La diferencia entre los nombres no se debe, como explica Cicerón, a
que un decenvirato se constituyó un año y al siguiente el otro.
Decenviros (451 a. C.) Decenviros (450 a. C.)
Publius Clodius Regillanus Appius Claudius
Titus Minucius T. Genocius
Spurius Veterius L. Veturius
Caius Julius C. Julius
Caius Sulpicius Ser Sulpicius
Publius Sestiu P. Sextius
Romulus T. Romilius
Spurius A. Manlius
Posthumius Sp. Postumius
Calvinius P. Curiacius
En todo caso, es importante considerar lo que Tito Livio refiere: “en
el año 301 de la fundación de Roma se cambió otra vez la Constitución
del Estado y la autoridad pasó de los cónsules a los decenviros, como antes
había pasado de los reyes a los cónsules” y agrega: “a sus afortunados
principios siguieron grandes abusos, que aceleraron la caída de esta institución
y se volvió a dos magistrados a quienes se restituyó el título y la
autoridad de cónsules” (L. III, XXXIII). De hecho hubo una rebelión contra
los abusos de los decenviros (Tito Livio, L. III, 54).
Y esta situación de la corrupción de los decenviros la confirma Cicerón
cuando refiere cómo el tercer año se ratificaron los decenviros en sus
cargos pero hubo excesos de poder (L. II, XXXVII, 62) seguidos de un descontento
popular (L. II, XXXVII, 63).
La caída de los decenviros es estrepitosa y provocada por los abusos
de Apio Claudio. Este líder de los decenviros pretendía a Virginia, la hija de
un destacado centurión. Abusando de su poder la declara esclava. Su padre,
Lucio Virginio, impedido del derecho de apelación, le da muerte para
liberarla de las garras del decenviro tirano y logra huir para reincorporarse
con los centuriones, quienes deciden apoyar a su compañero y marchan
contra Roma. En tanto, los plebeyos, en protesta, deciden retirarse
como en tiempos de convulsión social al Monte sacro. Los decenviros, ya
sin autoridad de hecho, convocan al Senado. Este órgano obliga a dimitir a
los decenviros y reinstaura a los tribunos de la plebe y a los cónsules. Apio
Claudio decide suicidarse.
La Ley de las XII tablas se redactó durante un año y fue aprobada por
el Senado y confirmada por los Comitia Centuriata.
En cuanto a las fuentes de la Ley de las XII tablas tampoco puede
determinarse con precisión qué otras legislaciones de la antigüedad la
inspiraron además de la legislación griega pues los romanos, sin duda,
pudieron abrevar de: la egipcia (de acuerdo con lo que refiere Diódoro de
Sicilia), la hebrea (especialmente en el Decálogo, en la Toráh de Moisés),
la caldea y la babilonia (en particular, del Código de Hammurabi). A decir
de Pothier,13 una parte fue copiada de los griegos y la otra recogió costumbres.
Evidentemente, la legislación griega también había abrevado en la
de los pueblos que les antecedieron.
Por lo demás, Giambattista Vico ya sostenía que la Ley de las XII tablas
había sido una expresión original del genio romano que sólo codificó
sus costumbres y nada copió de los griegos, antes bien, constituye un testimonio
de la antigüedad del Derecho natural de los pueblos del Lacio.14
Para Gaston May las Leyes de las XII tablas son netamente romanas,
excepto por lo que hace a las disposiciones acerca de los funerales.15
En contra, Fustel de Coulanges16 encuentra muchas coincidencias
entre el código de Solón y la Ley de las XII tablas toda vez que las dos legislaciones
son “obras de la misma época y consecuencias de la misma
revolución social” y Paul Krüger recuerda, además, que los decenviros tuvieron
como colaborador al griego Hermodoro de Éfeso.17
Las aportaciones de la Ley de las XII tablas son las siguientes: a) la
codificación; b) la secularización del Derecho, esto es, el paso del Derecho
sagrado al Derecho civil y c) su carácter de pacto estamental.
Esta última nota, sin embargo, ha sido cuestionada por Pierre Noailles
quien argumenta que es una paradoja que si la Ley de las XII tablas
estaba destinada a regular las relaciones entre ambas castas, no las mencionara
nunca en el texto.
13 Pandectas de Justiniano.
14 Principios de una
Ciencia nueva en
torno a la naturaleza
común de las naciones.
15 Éléments de
Droit romain, Recueil
Sirey, París,
1927, pág. 25.
16 La ciudad antigua,
Porrúa, México.
17 Historia, fuentes
y literatura del
Derecho romano, La
España moderna,
Madrid, sin año,
pág. 15.
36 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
37

El argumento de Noailles siendo importante no es contundente. Forma
no es fondo. Para empezar, la Ley sí menciona a las dos clases y la
tensión entre ambas al referirse a la prohibición de los matrimonios entre
ellas (Tabla XI: patribus cum plebe conubii jus nec esto) y, por lo demás, que no
aluda redundantemente a ellas no significa que no las regule y que no sea
la expresión de una suerte de pacto estamental. El discurso de Romilio
confirma la intención mediadora y pacificadora de la ley.
Y así lo confirma Tito Livio quien se refiere a la lucha del pueblo romano
de 300 años por lograr un aequatio juris (un Derecho equitativo). En
la propia Ley de las XII tablas, la IX confirma ese carácter: “nexo, soluto;
forti, sanati, siremps jus esto”. Y otras disposiciones denotan una vocación
igualitaria.
Otra discusión paralela a esta, según Meira (pág. 177), tiene que ver
con saber si la Ley de las XII tablas puede ser considerada solamente como
una codificación consuetudinaria y, por lo tanto, predominantemente
como un ordenamiento de Derecho civil o, si también, debe ser considerada
una suerte de instrumento constitucional.
Más allá del problema de la reconstrucción de la Ley de las XII tablas,
luego de su destrucción por el fuego, y de la diferencia que existe entre
la versión original y la reconstruida y, sin entrar en la polémica de lo que
para los romanos era el Derecho privado y el Derecho público y de lo que
implica para los modernos esta diferencia (Ulpiano, D. 1. 1. 2, la sitúa en la
utilidad privada o pública; Arangio-Ruiz sitúa la diferencia de la norma en
si ella apunta al interés colectivo o al individual; Meira lo resuelve demostrando
que la Ley de las XII tablas es una fuente tanto de Derecho privado
como de Derecho público romano, pág. 206), en el Derecho romano arcaico,
el Derecho propio de la Monarquía romana, un Derecho consuetudinario
recopilado por las Leyes regiae no hubo, no pudo haber, una distinción
clara entre el Derecho privado y el Derecho público debido a lo rudimentario
de la sociedad romana.
Sin embargo, para la época de la Ley de las XII tablas Roma es ya una
sociedad compleja y su organización requiere entonces la distinción que
más tarde conceptualizaría Ulpiano: publicum jus est, quod ad statum rei Romanae
spectat; privatum, quod ad singulorum utilitatem pertinet (Institutionum,
liber primus, titulus I, 3.18
La recuperación arqueológica de la Ley de las XII tablas arroja resultados
muy importantes.
Ciertamente ha habido problemas en la reconstrucción. En primer
lugar, la disposición de las materias que integran la Lex decenviralis: Tabla
I: el proceso (in jus vocare), según describe Cicerón; Tabla IV: algunos
derechos de los padres respecto de los hijos, de acuerdo con Dionisio de
Halicarnaso; Tabla X: el Derecho sagrado (ius sacrum), como explica Cicerón;
Tablas XI y XII: prohibición de matrimonio entre plebeyos y patricios,
descrita por Dionisio de Halicarnaso y por Cicerón.
La discusión comienza por saber si cada Tabla contenía una ley o si
una Tabla podía haber contenido leyes diversas.
Dionisio de Halicarnaso recuerda que a cada uno de los decenviros
se le encomendó la redacción de una ley. Y esto parece confirmarlo un
adagio atribuido a Festo: in secunda tabula secunda lege-scriptum.
En realidad a diez magistrados correspondieron diez tablas. A cada
uno podría corresponder el estudio de un asunto. Es importante recordar
que Appius Claudius se convirtió en líder y revisor del proyecto, en el segundo
decenvirato. También es importante recordar que la Tabla XI completó
las cinco primeras y la XII las segundas cinco, como ha demostrado
Paul Krüger.
La tradición refiere que fueron destruidas por un rayo o por un incendio
y Tito Livio narra que fueron reconstituidas y modernizadas. Gaston
May explica que “el texto original parece haber sido destruido en el
incendio de Roma por los galos (391 a. E. c.) y fue reconstruido de memoria
en una lengua menos arcaica y es así, renovado, como ha sido analizado
por los estudiosos” (pág. 25).
En las Pandectas hay fragmentos de dos obras que fueron escritas comentando
las XII tablas. La primera fue compuesta por Sexto Élio Peto: la
Tripartita conocida como ius aelianum. La segunda es una obra de Gayo: Ad
legem XII Tabularum. Con base en ellos y en lo que de las XII Tablas aparece
citado en las obras de Cicerón, Tito Livio y Aulo Gelio.
Robert Joseph Pothier ha podido presentar un panorama del contenido
y el orden de las mismas19 y también Giraud:20
Tabla I De in jus vocando: del llamamiento a juicio
Tabla II De judiciis et furtis: de los juicios y de los robos
Tabla III De rebus creditis: de los derechos de crédito
Tabla IV De jure patrio et connubii: del Derecho patrio y del
Tabla V
matrimonio
De hereditatibus et tutelis: de las herencias y las
tutelas
Tabla VI De dominio et possessione: de la propiedad y de la
posesión
19 Pandectae Justinianeae,
vol. I, Fournier,
Paris, 1818.
20 Novum enchiridion
Juris romani,
Cotillon, Parisiis,
MDCCCLXXIII.
38 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
39

Tabla VII De delictis: de los delitos
Tabla VIII De juribus praediorum: del derecho predial
Tabla IX De jure publico: del Derecho público
Tabla X De jure sacro: del Derecho sagrado
Tabla XI Supplementum ad quinque priores
Tabla XII Supplementum ad quinque posteriores
Apéndice Fragmentorum (quae vulgo ascribuntur)
Los preceptos de la Ley de las XII tablas
Hice esta traducción indirecta, las notas entre corchetes las he agregado:
Tabla I 1. Si alguno emplaza a un hombre ante un magistrado,
el hombre tiene que ir. Si no va, se llamará a
testigos y se le llevará por la fuerza.
2. Si intenta escapar, se le echará mano.
3. Si el emplazado está enfermo o es viejo, se le
puede proporcionar montura.
4. Quien garantice a un propietario debe ser un
propietario. Para un no propietario, cualquiera
puede garantizar.
6-9. Cuando los litigantes quieran decidir mediante
transacción, avisen al magistrado para que lo
anuncie. Si no resuelven el conflicto, deben someterlo
al comicio del Foro antes del mediodía. Que
sean escuchados ambos. Después de mediodía resuélvase
a favor del que está presente. Si ambos
están presentes, el tribunal debe fallar antes de la
puesta del Sol.
Tabla II 2. Si alguien no tiene un testigo, tiene un plazo de 3
días para presentarlo.
Tabla III 1. Quien ha confesado una deuda dineraria ante
un juez, tiene 30 días para pagarla.
2. Si no cumple o nadie responde por él, se le detiene
y se le presenta ante el juez.
3. El acreedor, entonces, lo puede atar con una
cuerda o una cadena. Se le arrancarán 15 libras de
carne o más. El propio deudor puede hacerlo por sí
mismo.
4. Si lo conserva el acreedor debe darle una libra
de grano al día.
5. El deudor tiene todavía un plazo de 60 días para
pagar. Si no lo hace, el acreedor lo lleva al mercado
a vender. A la tercera vez que va al mercado, el
acreedor avisa al pretor y si no pagan su precio total,
se dividirá su cuerpo entre los adquirentes parciales
o se le llevaba al otro lado del Tíber a ser vendido
como extranjero.
Tabla IV 1. Un bebé que nazca con una deformidad será inmediatamente
muerto.
2. Si un hijo ha sido vendido 3 veces por su padre,
el hijo quedará en libertad.
3. Si un hombre ha manifestado su voluntad respecto
a su dinero y a su propiedad así se haga. Si
él muere intestado, dejen al agnado más cercano
su herencia. Si no hay un agnado, heredarán los
miembros de la gens.
4. Si alguien es incapaz y no tiene tutor, quedarán
él y su patrimonio bajo el cuidado de sus agnados y
los miembros de la gens.
5. Un niño nacido después de diez meses de la
muerte de su padre no heredará.
Tabla V 1. Las mujeres, aunque sean adultas, deben quedar
bajo tutela.
6. A quienes no se les haya nombrado tutor testamentario
tendrán como tutor a un agnado.
7. Si alguien es incapaz y no tiene tutor que sea su
tutor su agnado o un miembro de la gens.
Tabla VI 1. Cuando uno celebra un convenio sobre la pro–
40 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
41

piedad, así se obedezca.
3. Una viga que está en una casa o en un viñedo no
debe moverse.
5. La usucapión de las cosas muebles requiere un
año de posesión. Pero la de terrenos y edificios requiere
2 años.
6. La mujer que no desee quedar sujeta a la mano
de su marido se ausente 3 noches cada año y que
de esa manera interrumpa la usucapión.
Tabla VII Deben mantener el camino en orden. Si no lo han
señalado debidamente, un hombre puede cabalgar
por donde quiera.
9. Si el viento arrancó un árbol y lo dejó en el predio
vecino, el dueño de ese predio tiene acción judicial
para removerlo.
10. Un hombre puede disponer de los frutos que
caen en su predio del árbol de un predio vecino.
Tabla VIII 2. Si alguien mutiló una extremidad a otro y no se
compromete con la persona injuriada, proceda la
represalia con base en la norma del talión. Si uno
fractura un hueso de un hombre libre con su mano
o con un arma, le indemnizará con 300 monedas.
Si tal fractura fue a un esclavo, le indemnizará con
150 monedas. Si alguien es culpable de injurias, la
pena será de 25 monedas.
3. Si alguien es asesinado por haber cometido robo
nocturno, fue justamente muerto.
4. Si un patrón ha maquinado un engaño contra su
cliente, sea execrable.21
5. Si uno permite ser emplazado como testigo o ha
sido un mediador y no rinde testimonio, considéresele
deshonesto e incapaz de actuar de nuevo
como testigo.
10. Cualquier persona que destruya mediante incendio
un edificio o una pila de granos depositados
en una casa, será atado, azotado y muerto mediante
fuego en una estaca, siempre que haya obrado
con malicia al cometer ese delito; pero si él lo ha
21 Ya Labeo
definió el dolo
incluyendo las
machinationem,
cfr. Pothier, Robert
Joseph. Traité des
obligations, vol.
1, Letellier, Paris,
1813.
cometido por accidente, esto es, por negligencia,
debe reparar el daño y si es insolvente para resarcirlo,
recibirá una sanción menor.
12. Si un robo se ha cometido por la noche, si el
propietario mata al ladrón, se considerará que el
ladrón ha sido justamente muerto.
13. Es injusto para un ladrón ser asesinado de
día…a menos que amenace con un arma; e incluso
cuando tenga un arma, a menos que él la use
y contra ataque, se le podrá dar muerte. Incluso si
resiste, debe gritarse para que alguien oiga y venga.
23. Si alguien ha sido encontrado responsable de
rendir falso testimonio, será arrojado a la Roca
Tarpeya.22
26. Ninguna persona tendrá reuniones por la noche
en la ciudad.
Tabla IX 1. Que no existan privilegios.
2. Que no se aplique la pena capital contra los ciudadanos
sino sólo por los comicios máximos.
4. Habrá pena capital para un juez o árbitro legalmente
nombrado, quien ha sido encontrado culpable
de recibir soborno por emitir una resolución.
5. Traición: quien haya provocado a un enemigo
público o entregado a un ciudadano al enemigo
tiene que sufrir la pena capital.
6. Está prohibido dar muerte a un hombre, incluso
si él es un convicto.
Tabla X 1. Ninguno inhume o incinere un cuerpo, en la
ciudad.
3. Las mujeres no tendrán lágrimas en sus rostros
ni llanto a propósito del funeral.
5. Si uno obtiene una corona por sí mismo o si su
dependiente lo hizo para honor y valor de su amo,
y el amo la tiene en la cabeza o en la de sus parientes,
no será un delito.
Tabla XI 1. No habrá matrimonios entre patricios y plebeyos
[disposición obra del segundo decenvirato y
22 La doncella
Tarpeya era una
muchacha codiciosa
que vendió
Roma a los sabinos,
a cambio de
oro. Los sabinos
sacaron provecho
de esa traición
pero, como considerabanrepugnante
esa conducta,
asesinaron a la
mujer golpeándola
con sus escudos y,
luego, su cuerpo
fue tirado a un barranco
y quedó sin
sepultura a expensas
de las bestias,
cfr. Duggan, Alfred.
Los romanos, Joaquín
Mortiz, México,
1980, pág. 21.
42 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
43

Roma es, entonces, predominantemente rural y por ello en la Ley de
las XII tablas es poco el porcentaje de disposiciones dedicadas al Derecho
de las obligaciones. Tampoco, por ello, puede afirmarse que se trata de un
Código rural. Es, todavía, un Derecho común en ciernes que se consolidará
unos siglos después.
La Ley de las XII tablas y las acciones
derogada por la Ley Canuleia en el 445 a. E. c.].
Tabla XII 2. Si un esclavo cometió robo o hizo daño con el
consentimiento de su amo, la acción por daños es
en el nombre del esclavo [acciones noxales].23
5. Cualquiera a quien el pueblo ha ordenado en el
pasado, será tenido como vinculado por la ley [soberanía
popular].
En principio, el Derecho sustantivo fue recopilado en la Ley de las XII
tablas y los pontífices siguieron conservando el Derecho adjetivo.
La Ley de las XII tablas, no obstante haber procurado alcanzar la aequatio
iuris, a decir de Meira, permaneció en lo que respecta a su interpretación
y aplicación, como un privilegio patricio (pág. 197).
Petit explica así la situación: “durante mucho tiempo los pontífices y
los magistrados patricios conocieron solos los secretos del procedimiento
y la lista de los días fastes, los únicos durante los cuales se permitía ante el
magistrado cumplir los ritos de las acciones de la ley. Los plebeyos estaban
obligados a consultarlos en caso de un proceso (pág. 26).
Esta situación cambió hasta que Cneo Flavio, hijo de un liberto y secretario
del pontífice Apio Claudio Caecus, extrajo un Código de las acciones,
dando origen al Jus Flavianum, por la cual se divulgó la lista de los días
fastos y las fórmulas de las acciones de la ley.
Un siglo más tarde, escribe Petit, esta obra fue completada en una recopilación
hecha por Sextus Aelius, denominada Jus aelianum o Tripertita,
porque comprendía: el texto de la Ley de las XII tablas, su interpretación y
los ritos de las acciones de la ley. Después de la publicación del Jus Flavianum
la ciencia del Derecho deja de ser el privilegio de una casta celosa de
guardar sus secretos. Fue abierta a todos (pág. 26).
De este modo si la Ley de las XII tablas contiene el Derecho sustanti-
23 Porque el amo
tiene el derecho
de abandonar al
autor del delito
y este abandono
es calificado de
noxal, Petit, pág.
500. Noxa significa
el daño causado
por el delito y, por
extensión, el delito
mismo. Designa
también la persona
o el animal que
ha cometido el delito
o el daño, May,
pág. 396.
vo privado y público, el Jus Flavianum regula el Derecho sagrado (el ius sacrum),
que completaba el Derecho conocido entonces, el Derecho nacional
romano, a decir de Cicerón, y el Derecho internacional (ius gentium) que
fue creando con su interpretación el pretor peregrino.
De manera que la Ley de las XII tablas pavimentó el camino para evitar
que la lucha de castas destruyera la sociedad romana.
De la Ley de las XII tablas resultan 12 acciones (y 4 más que surgieron
de leyes posteriores):
1. Actio pluviae arcendae.
2. Actio auctoritatis.
3. Actio de modo agri.
4. Actio de pastu pecori.
5. Actio de pauperie.
6. Actio de tigno iuncto.
7. Actio ex stipulatu.
8. Actio ex testamento.
9. Actio familiae erciscundae.
10. Actio finium regundorum.
11. Actio furti nec manifesti.
12. Actio rationibus distrahendis.
13. Actio certae creditae pecuniae (Ley Silia).
14. Actio communi dividendo (Ley Licinia).
15. Actio damni injuria dati (Ley Aquilia).
16. Actio depensi (Ley Publilia).
Discusión:
1. Hay duda sobre si hubo o no una codificación denominada: Ley de
las XII tablas.
2. Hay duda acerca de si los fragmentos que sobrevivieron son tan
antiguos o se deben a la reconstrucción posterior.
3. Hay duda sobre qué decenviros integraron el grupo de redactores.
4. Hay debate entre los romanistas acerca de si la ley es sólo una recopilación
del Derecho consuetudinario romano o si también incluyó
normas de origen griego o de otras culturas.
44 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
45

5. Hay debate entre los romanistas acerca de si la ley original es solamente
el producto de una primitiva sociedad rural o si, por el contrario,
incorpora elementos ya de una civilización más progresista.
Conclusiones:
1. La Ley de las XII tablas, una verdadera Carta Magna del pueblo romano
republicano, no obstante ser destruida durante el incendio de
Roma provocado por la invasión de los galos en el año 390 a. E. c.,
sobrevivió a las llamas gravada en la memoria del pueblo, según la
acertada expresión de Meira, durante mil años pues todavía era observada
en los tiempos de Justiniano (483-565 d. E. c.), técnicamente
nunca fue abrogada, como observa agudamente Eugène Henriot,
y sólo fue superada por la gran codificación del célebre emperador
cristiano.
2. Es un antiguo ordenamiento que despierta mucho interés para el
estudio del Derecho romano e, incluso, del Derecho actual. El
46 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS
Mtro. Carlos Soriano Cienfuegos*
contrato
como fuente de obligaciones
en el derecho romano
* Profesor de Derecho romano; miembro del Sistema Nacional de Investigadores (sni), del Consejo Nacional de
Ciencia y Tecnología, conacyt.

Sumario
1. Algunas precisiones terminológicas.
2. Contrato y obligación.
3. Tipicidad y autonomía contractual.
1. Algunas precisiones terminológicas
De la lectura de las fuentes jurídicas
que nos han sido legadas por el Derecho romano,
el sustantivo contractus, construido
a partir del verbo latino contrahere, no es de
empleo frecuente sino hasta finales del siglo
II d. C., dentro del período clásico. Sin embargo,
antes de dicha época, las locuciones
y sintagmas a los que se recurría preferentemente
por parte de los jurisconsultos eran
del tipo res contracta o contrahenda, negotium
contractum, aspecto que resulta testimoniado
en forma elocuente en la definición de Labeón,
retomada por Ulpiano en D. 50, 16, 19:
(Ulp. 11 ad ed.): Labeo libro primo praetoris
urbani definit, quod quaedam ‘agantur’,
quaedam ‘gerantur’, quaedam ‘contrahantur’…
contractum autem ultro citroque obligationem,
quod Graeci synállagma vocant,
veluti emptionem venditionem, locationem
conductionem, societatem… (Labeón, en
el libro primero del pretor urbano, define aquellas
cosas que ‘se hacen’, aquéllas que
‘son gestionadas’, aquéllas que ‘son
contratadas’… contrato, pues, una
obligación de una parte y de la otra, que
los griegos llaman sinalagma, como la
compraventa, el arrendamiento, la so-
ciedad…).1
El vocablo neutro contractum, también
utilizado en el fragmento transcrito, parece
por ende haber precedido al término de
género masculino contractus, como coinciden
en señalar los autores. No obstante, aun
aceptando esta precedencia temporal de
contractum, la doctrina discute sobre si dicho
vocablo es ya un sustantivo, o más bien
el participio pasado sustantivado del verbo
contrahere, polémica en la que esta última
solución es compartida por la mayoría, y la
primera es defendida por algunos romanistas,
como Wunner.2
En este contexto, resulta conveniente
destacar un dato adicional sobre estas cuestiones
terminológicas: en las fuentes, la noticia
más antigua sobre el empleo de contractus,
es decir, claramente un sustantivo, se
encuentra registrado en una obra de la autoría
de Servio Sulpicio (contemporáneo de
Cicerón), y transmitido por Gelio, aunque se
ha observado que este uso se coloca en los
límites del significado técnico del vocablo.3
El pasaje al que se alude dice:
1 Las citas del Digesto y de las Instituciones de Justiniano
siguen la versión estereotípica de Krüger—Mommsen:
Iustiniani Institutiones recognovit Paul Krüger. Iustiniani
Digesta recognovit Theodor Mommsen, retractavit
Paul Krüger, Hildesheim, Weidmann, 2000 (facsimilar
de la 11a. ed. Berlín, 1908). La traducción es nuestra,
aunque se han tenido a la vista, otras.
2 Wunner, Sven Erik, Contractus: sein Wortgebrauch und
Willensgehalt im klassischen römischen Recht, Colonia,
Böhlau, 1964, pp. 33 ss.
3 Talamanca, “Contratto e patto nel diritto romano”,
en Digesto delle discipline privatistiche, s. civ., IV, Turín,
1989, sub voce.
(Noct. Att., 4, 4, 1-2): Sponsalia in ea parte
Italiae quam Latium appellatur hoc more
atque iure solita fieri scripsit Servius Sulpicius
in libro quem scripsit de dotibus: 2.
Qui uxorem —inquit— ducturus erat, ab
eo unde ducenda erat stipulabatur eam in
matrimonium datum iri; qui ducturus erat,
itidem spondebat. Is contractus stipulationum
sponsionumque dicebatur sponsalia…
(En el libro que escribió acerca de las
dotes, Servio Sulpicio escribió que en
esa parte de Italia que se llama Lacio,
los esponsales solían seguir esta costumbre
y ley: 2. Quien iba a tomar mujer
—dice—, exigía de ese de quien iba
a tomarla, la estipulación de que le sería
dada en matrimonio. El que iba a tomarla,
igualmente hacía una promesa.
Ese contrato de estipulación y promesa
se denominaba esponsales…).4
2. Contrato y obligación
Dejando los aspectos terminológicos, y
centrando la exposición en la semántica del
concepto, es necesario advertir que la noción
de contrato utilizada por el jurista Labeón es
cronológicamente la más antigua que puede
identificarse en las fuentes romanas, cuestión
que ha sido ampliamente abordada por
los estudiosos.5 De acuerdo con el testimo-
4 El texto de Gelio y su traducción al castellano están
tomados de la versión publicada por Gaos Schmidt,
Amparo, Noches áticas, UNAM, colección Bibliotheca
scriptorvm graecorvm et romanorvm mexicana, México,
2000.
5 Entre muchos otros, puede consultarse Cassarino,
nio del pensamiento de Labeón transmitido
por Ulpiano, el jurista de la época de Octavio
contrapone el contractum al actum, individuando
como característica del primero la
bilateralidad de la relación, es decir, la bilateralidad
de las obligaciones que nacen recíprocamente
a cargo de las partes (ultro citroque
obligatio, en las palabras del fragmento),
denominada con el vocablo griego, synállagma.
Para que pudiera configurarse un contrato,
debía surgir entre las partes un vínculo
recíproco, una relación sinalagmática, considerándose
por tal motivo esencial no tanto
el elemento subjetivo del acuerdo, sino más
bien la existencia del elemento objetivo de la
relación obligatoria recíproca, es decir, obligación
de una y de otra parte.
Una perspectiva contrapuesta es aquélla
inherente a la noción de contrato sostenida
por otro jurisconsulto clásico, de nombre
Sexto Pedio, activo hacia fines del siglo I d.
C., y recogida también por el jurista clásico
tardío, Ulpiano. Según esta inteligencia, requisito
sine qua non para la existencia de
un contrato es el acuerdo entre las partes,
la conventio en el vocablo empleado en las
fuentes, requisito que está presente, en la
opinión de Pedio, incluso cuando para el perfeccionamiento
del negocio jurídico se requiera
algún otro elemento, como la entrega
de una cosa, en los negocios reales (como el
caso del mutuo o del depósito, por ejemplo),
o la manifestación del acuerdo por medio de
Alessandro, “Nozione di contratto ed autonomia contrattuale”,
en Luchetti, Giovanni y Petrucci, Aldo (bajo
la dirección de), Fondamenti di diritto contrattuale europeo,
Bolonia, Pàtron, 2009, pp. 64-103, cuya exposición
se sigue de cerca.
48 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
49

determinadas palabras solemnes, en aquellos
actos verbales (paradigmáticamente, la
stipulatio). El fragmento del D. 2, 14, 1, 3 es
como sigue:
(Ulp. 4 ad ed.):… Adeo autem conventionis
nomen generale est, ut eleganter dicat
Pedius nullum esse contractum, nullam
obligationem, quae non habeat in se conventionem,
sive re sive verbis fiat… (… A
tal punto, pues, el nombre de convención
es general, que dice elegantemente
Pedio que no hay ningún contrato,
ninguna obligación, que no tenga en sí
una convención, tanto que se haga por
la entrega de una cosa, como por palabras…).
En este sentido, el pensamiento de Labeón,
por una parte, y la afirmación de Sexto
Pedio, por la otra, son ejemplos de una probable
pluralidad de perspectivas doctrinales
que debieron manifestarse en Roma, presumiblemente
en un contexto polémico, hacia
la época de la República tardía y el primer
siglo del Principado, es decir, entre fines del
siglo II a. C. y el I de nuestra era, cuyo propósito
justamente se hizo coincidir con la
fijación del concepto de contrato, y en particular
en la determinación de su elemento
central, o sea, su aspecto definitorio. Los dos
textos transmitidos por la tradición hasta
nuestros días oscilan entre la bilateralidad
de la relación (postura de Labeón) y la convención,
o convenio, entre los contratantes,
es decir, la bilateralidad del negocio (postura
de Sexto Pedio).
De esta disputa entre los jurisconsultos,
puede decirse que a comienzos del siglo
III d. C., el pensamiento de Ulpiano resulta
acorde plenamente con el de Sexto Pedio,
pero este conocido prudente no fue el único
en abandonar la postura de Labeón, ni ello
sucede hasta tal siglo: en efecto, la lectura de
las fuentes permite identificar el predominio
de la postura de hacer descansar en el convenio
(conventio) el elemento definitorio del
contrato, por lo menos desde comienzos de
la segunda mitad del siglo II d. C., según da
testimonio el tratamiento que Gayo hace de
la materia en un famoso pasaje de sus Institutiones
3, 91, que pone de manifiesto el carácter
dominante de la doctrina de Pedio.
Respecto de lo que a nosotros interesa
particularmente, Gayo niega que la obligación
de restituir lo que ha sido pagado por
error, es decir, el pago de lo indebido, pueda
ser reputada como nacida de un contrato, y
este punto le presenta la ocasión para destacar
el elemento fundamental de esta institución,
basándolo en la voluntad, en la intención,
pues en tal hipótesis, dice Gayo, quien
entrega para pagar entiende que está procediendo
a la extinción de un negocio, más que
a contraerlo. El pasaje de las Instituciones es
como sigue:6
Gai. 3, 91: … sed haec species obligationis
non videtur ex contractu consistere, quia is
qui solvendi animo dat, magis distrahere
vult negotium quam contrahere (… pero
esta especie de obligación no se considera
nacer de un contrato, porque aquél
6 Los textos gayanos están tomados de la versión
contenida en Fontes ivris romani antejvstiniani, pars
altera, Avctores, edidit notiqve illvstravit Johannes Baviera,
Florencia, Barbèra, 1940.
que da con la intención de cumplir,
más quiere disolver el negocio que contraerlo).
El triunfo definitivo de la doctrina de
Pedio observable en el pensamiento de Ulpiano
será tratado en breve, en relación con
el reconocimiento de los contratos innominados,
relacionados con la cuestión de la tipicidad
originaria del sistema contractual
romano y su tendencial rumbo hacia la libertad
contractual, es decir, hacia la autonomía
de las partes.
Volviendo a la noción de contrato, podemos
recoger de lo dicho hasta ahora, que
es posible registrar una diversidad de posturas
doctrinales dentro de la jurisprudencia
romana para determinar la estructura de
este concepto. Sin embargo, es también muy
importante poner de relieve que durante el
desarrollo de esta controversia, no hay ningún
elemento que haya permitido poner en
duda que el contrato pudiera ser considerado
como fuente de obligaciones, y aún más,
de asignarle la primacía entre sus géneros
productores.
No obstante ello, Labeón considera —
en modo coherente con su pensamiento—
que un contrato solamente es fuente de obligaciones
recíprocas, y por tanto puede dar
vida únicamente a una relación jurídica de
tipo sinalagmático. Por su parte, Gayo, adhiriéndose
a la doctrina de Sexto Pedio, enuncia
en otro pasaje de sus Institutiones, concretamente
en el que da inicio al tratamiento
de las obligaciones, que éstas nacen o de
contrato o de delito, identificando en seguida
cuatro categorías de contratos típicos, a
saber, reales, verbales, literales y consensuales,
de las cuales, sólo la última categoría se
resuelve en el simple acuerdo de voluntades
como condición suficiente y necesaria para
el perfeccionamiento del contrato, es decir,
para la producción de obligaciones. El pasaje
aludido es el siguiente:
Gai. 3, 88-89: omnis… obligatio vel ex contractu
nascitur vel ex delicto. 89. Et prius
videamus de his quae ex contractu nascuntur.
Harum autem quattuor genera sunt:
aut enim re contrahitur obligatio aut verbis
aut litteris aut consensu (Toda obligación…
nace o de contrato o de delito.
89. Y primero veamos aquéllas que
nacen de contrato. De éstas, pues, hay
cuatro géneros: en efecto, la obligación
se contrae o por una
cosa, o por palabras,
o por forma
escrita, o por el consentimiento).
Esta relación entre el contrato y la
producción de obligaciones está presente,
como constante, en el pensamiento romano,
y puede identificarse hasta sus últimos
desarrollos, como resulta del testimonio de
un pasaje de la Paráfrasis a las Instituciones
de la autoría de Teófilo, fragmento del que
puede advertirse que la noción de contrato
de la época justinianea se basa en el convenio
(conventio) de dos o más personas, con la
intención de constituir entre sí un vínculo
obligacional, del que surge responsabilidad
para el caso de incumplimiento. El jurista
constantinopolitano escribe:
Theoph., Paraph. 3, 13, 2: Contractus autem
est duorum vel plurium in idem conventio
atque consensus, ut obligatio constituatur
et alter alteri obnoxius efficiatur
50 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
51

(El contrato es pues la convención y el
consenso de dos o más personas sobre
una misma cosa, a fin de que se constituya
una obligación, y una resulte obligada
frente a la otra).7
A propósito de este famoso pasaje de
Teófilo, debe decirse en primer lugar que la
primera parte de esta definición toma prestadas
las palabras con las que Ulpiano, en el
Digesto, define ‘pacto’, de suerte que una amplia
opinión de la doctrina sostiene que en
el pensamiento del jurista justinianeo se hacen
coincidir las nociones de contrato y pacto
simple,8 lo que deja traslucir una tendencia
del derecho justinianeo-bizantino hacia
la superación de la tesis originaria de Pedio y
Ulpiano, según la cual el acuerdo es elemento
indispensable para la existencia de un
contrato, pero salvo la categoría de los consensuales,
debía acompañarse por otros requisitos
para dotarlo de eficacia obligatoria,
es decir, la entrega de una cosa o la manifestación
de la voluntad de acuerdo con el tipo
previsto por el ordenamiento, por escrito o
verbalmente.
3. Tipicidad y autonomía contractual
7 El texto está tomado de la edición bilingüe griegolatín,
Institutionvm graeca Paraphrasis Theophilo antecessori,
Aalen, Scientia, 1967 (facsimilar de la ed. de Berlín,
1897). La versión latina transcrita es de Contardo
Ferrini.
8 Grosso, Giuseppe, Il sistema romano dei contratti, Turín,
Giapichelli, 1963, pp. 29 ss.
Bien sea que Teófilo considere equiparables
contrato y pacto, o que, como defienden
otros estudiosos, mantenga la distinción
entre ambos conceptos, lo cierto es que el
derecho romano registra una tendencia hacia
la superación de la tipicidad originaria de
su sistema contractual. En efecto, en el Derecho
romano clásico (y, ad maiorem, en las
fases previas), rige el principio de tipicidad,
entendido tanto estructural como funcionalmente,
pero es posible advertir algunos
elementos de superación de este esquema, y
atestiguar una progresiva, aunque no abiertamente
decidida, marcha hacia la aceptación
de la libertad contractual, también reflejada
en los planos estructural y funcional,
es decir, la validez inherente del acuerdo (la
conventio exenta de formas), y la obligatoriedad
de cualquier convenio (un contenido
creado libremente por las partes, siempre
que su finalidad práctica traduzca una función
económico-social relevante).
Al respecto, a partir de la lectura de los
comentarios de Ulpiano al edicto De pactis,
puede identificarse una noción de convenio,
o en palabras de la fuente, de conventio, que
se traduce en un encuentro de voluntades
de las partes, y que, más importante todavía,
se resuelve en el elemento sine qua non para
la existencia tanto de los contratos como de
los pactos, es decir, tanto de las formas convencionales
típicas para la producción de
obligaciones, como de los simples acuerdos,
o pactos desnudos no coincidentes con los
primeros. Las palabras de quien ha sido llamado
como el ‘príncipe de los jurisconsultos’
son de este tenor:
D. 2, 14, 1, 1-2 (Ulp. 4 ad ed.): Pactum
autem a pactione dicitur… 2. et est pactio
duorum pluriumve in idem placitum et consensus
(Se dice pues pacto de pacción…
2. y el pacto es el consenso y el acuerdo
de dos o más personas sobre una misma
cosa).
D. 2, 14, 7, pr.-1 (Ulp. 4 ad ed.): Iuris gentium
conventiones quaedam actiones pariunt,
quaedam exceptiones. 1. Quae pariunt
actiones, in suo nomine non stant, sed
transeunt in proprium nomen contractus:
ut emptio venditio, locatio conductio, societas…
(Del derecho de gentes algunos
convenios producen acciones, otros,
excepciones. 1. Aquéllos que producen
acciones no subsisten con su propio
nombre, sino que pasan
el nombre propio de un contrato: como
compraventa, arrendamiento, sociedad…).
Según la doctrina de Ulpiano, en los
contratos, es decir, en los convenios, o convenciones,
el consenso entre las partes, su
acuerdo, produce obligaciones tuteladas por
acción deducible en juicio, traduciéndose
en una figura contractual típica, reconocida
por el ordenamiento, y dotada de un nombre
distintivo, como la compraventa, el arrendamiento,
la sociedad.
En este punto, debe agregarse a esta exposición
otro fragmento de la misma obra de
Ulpiano, en el que el jurisconsulto añade que
hay también otros convenios que, pese a no
encontrarse en la categoría de los contratos,
es decir, no corresponder a las figuras típicas,
están tutelados por una acción, o sea,
producen obligaciones, siempre y cuando las
partes hubieran tenido la clara intención de
obligarse en relación a un objeto lícito:
D. 2, 14, 7, 2-3 (Ulp. 4 ad ed.): Sed et si in
alium contractum res non transeat, subsit
tamen causa, eleganter Aristo Celso respondit
esse obligationem. Ut puta dedi tibi
rem ut mihi aliam dares, dedi ut aliquid facies:
hoc synállagma esse et hinc nasci civilem
obligationem… 3. Si ob maleficium
ne fiat promissum sit, nulla est obligatio
ex hac conventione (Mas aun si la convención
no pasa a otro contrato,
pero subsiste una causa, respondió
elegantemente Aristón a Celso que
hay obligación. Como por ejemplo, te
di en propiedad una cosa, para que tú
me dieses en propiedad otra, te di en
propiedad una cosa, para que tú hagas
algo; esto es el sinalagma y de aquí
nace una obligación civil… 3. Si ha sido
prometido a causa de un delito,
para que no sea hecho, no hay ninguna
obligación de esta convención).
De este pasaje recogido por los compiladores,
se advierte que esta postura se perfila
desde tiempos de Aristón, hacia fines del
siglo I d. C., quien, respondiendo a Celso, defiende
la existencia de un contrato (synállagma),
y por ende una fuente de obligaciones,
en las convenciones, o contratos innominados,
de do ut des y do ut facias, teniendo presente
que el requisito de considerar a estos
convenios como fuente de obligaciones depende
de la intención clara de quienes llegan
a un acuerdo para obligarse, es decir, de
la seriedad del pacto, derivada de las palabras
si tamen subsit causa, lo cual, a su vez, se
identifica comúnmente con el primer cumplimiento
hecho por una de las partes de la
prestación que le incumbe. Por su parte, la
no exigibilidad del convenio ilícito se des-
52 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
53

prende con nitidez del fragmento recordado,
y no parece necesario insistir en ello.
Para el resto de los convenios, propiamente
‘simples’ pactos, puede decirse que la
regla general9 es la de no reconocerles eficacia
obligatoria, es decir, negarles tutela por
medio de acción. Sin embargo, no resultan
absolutamente irrelevantes para el derecho,
en tanto que el pretor concede en todo caso
una excepción como medio de defensa, aunque
la doctrina contemporánea ha puntualizado
con razón que esta relevancia es negativa,
pues al acuerdo entre las partes sólo se
reconoce la eficacia de extinguir o de diferir
el ejercicio de la acción por parte del acreedor.
El pasaje, nuevamente de Ulpiano, dice:
D. 2, 14, 7, 4 (Ulp. 4 ad ed.): Sed cum nulla
subest causa, propter conventionem hic
constat non posse constitui obligationem:
igitur nuda pactio obligationem non parit,
sed parit exceptionem (Mas cuando no
subsiste ninguna causa, es cierto que
aquí no puede constituirse una obli-
9 Se habla de regla general porque aun aquí, como
es característico del derecho romano, no puede afirmarse
un principio absoluto: nótese que los convenios
a los que se alude son acuerdos atípicos, y se omite
toda referencia a los pacta adiecta (que nosotros denominaríamos,
cláusulas de un contrato), para los que
debe formularse toda una serie de distinciones, si son
incorporados al negocio desde su celebración (in continenti)
o con posterioridad (ex intervallo), si se insertan
a un contrato tutelado por acción de buena fe o de
derecho estricto, si son compatibles con el tipo contractual
en el que se incluyen (es decir, con su función
económico-social típica), si son a favor del deudor o
del acreedor, y por supuesto, la época, pues en algunos
casos el pretor, y en otros, el príncipe, otorgan tutela
procesal por vía de acción.
gación con base en la convención; por
tanto un nudo pacto no produce una
obligación, sino que produce una excepción).
La tendencia hacia la superación de la
dimensión estructural y funcional de la tipicidad,
se refleja también en la amplitud
del contenido de la stipulatio, en virtud de
que este tipo negocial, configurado con base
en una pregunta hecha por parte del futuro
acreedor y la congruente e inmediata respuesta
del futuro deudor, registra un enorme
desarrollo y difusión en toda la época clásica,
posibilitando la regulación de cualquier
interés entre las partes, mediante la constitución
a cargo del deudor de una obligación
de dare o de facere, comprendido el non facere.
Del mismo modo, en un plano estructural,
desde las primeras décadas del siglo III d.
C., aparece atenuado el rígido formalismo de
tal contrato, si se tiene presente el testimonio
de Ulpiano en D. 45, 1, 1, 2, que reconoce
la validez de las stipulationes celebradas aun
faltando la congruencia en la solemnidad de
la respuesta del deudor:
(Ulp. 48 ad Sab.): Si quis ita interroget ‘dabis?’
responderit ‘quid ni?’, et is utique in
ea causa est, ut obligatur (Si alguien pregunta
así ‘¿darás?’ y él ha
respondido ‘¿por qué no?’, también
aquél está ciertamente en la situación
de encontrarse obligado).
En el mismo sentido hacia el consensualismo
(por cuanto éste representa la dimensión
estructural de la superación del
principio de tipicidad), resulta significativa
la promulgación de una constitución impe-
rial en Oriente, por parte de León en el 472,
de acuerdo con cuya disposición se elimina
todo formalismo para alcanzar el reconocimiento
de la validez de la stipulatio, postulando
como único requisito la manifestación
del consentimiento expresado por ambas
partes, de cualquier manera. Esta norma fue
confirmada por Justiniano, como se lee en
sus Instituciones:
I. 3, 15, 1: Sed haec sollemnia verba olim
quidem in usu fuerunt: postea autem Leoniana
constitutio lata est. Quae solemnitate
verborum sublata sensum et consonantem
intellectum ab utraque parte solum desiderat,
licet quibuscumque verbis expressus
est (Mas todas estas palabras solemnes
ciertamente hace un tiempo
han estado en uso: posteriormente fue
aprobada la constitución de León, que,
eliminada la solemnidad de las palabras,
requiere solamente de una y de
otra parte un sentido y una inteligencia
concorde, aun si se expresa por cualesquiera
palabras).10
Para finalizar esta breve exposición,
debe tenerse presente la definición de contrato
dada por Teófilo en su Paráfrasis: como
se ha señalado líneas arriba, el jurista utiliza
las mismas palabras que Ulpiano emplea
para definir el pacto en D. 2, 14, 1, pr. De esta
suerte, reduce la distinción entre ambos conceptos,
aunque en verdad parece no negar
formalmente su diversidad, pues señala que
10 Como es natural pensar, la constitución se incluye
en el Codex repetitae praelectionis (8, 37 [38], 10).
el contrato es el instrumento que —por excelencia—
conduce a la constitución de obligaciones
(ut obligatio constituatur), de suerte
que podemos concluir retomando las ideas
expuestas, que para los romanos, contractus
significa contrahere obligationum, esto es,
su eficacia incide exclusivamente en el plano
obligatorio, aunque unos usos justinianeo-bizantinos
menos técnicos del término
pueden referirse a la producción de efectos
reales,11 lo que apunta hacia la evolución registrada
posteriormente por el sistema jurídico
a partir del derecho intermedio, y sobre
lo que ahora guardo silencio, con la esperanza
de poderlo abordar en otra ocasión.
11 Todos ellos contenidos en la compilación, y referidos
a la compraventa como contrato traslativo de
dominio, a la enfiteusis, a la hipoteca…
54 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
55

Wieslaw Stanislaw Bar
La influencia
del Derecho romano
en el Derecho matrimonial
canónico y polaco
Lublin, Polonia
Voy a desarrollar el tema en tres puntos. En el
primero, referiré la opinión general sobre el orden jurídico:
canónico y polaco, deteniéndome, por razones
obvias, en el segundo, sus relaciones con el derecho
romano (1). A continuación presentaré la normalización
de la codificación dentro de la iglesia referente al
matrimonio y basada en normativas, definiciones o
terminología del derecho canónico (2). Luego comentaré
las fuentes e inspiraciones romanas para el derecho
personal civil polaco (3).
1. Marco histórico
Después del edicto de tolerancia (313) ha ampliado
el proceso del contacto entre el derecho romano (leges)
y canónico (canones). Tenía la ventaja de poseer
una lengua común: el latín. En su transcurso ha habido
fases de infiltración mutua, recepción del derecho
romano por la Iglesia pero también épocas de desconfianza.
Como un ejemplo muy claro de la primera se
cita la carta del papa Lucio III (+1185) al obispo de Padua,
que solucionaba un caso concreto y contenía también
prácticas sancionadas del empleo del derecho romano
si no había practicas adecuadas para la solución
del caso en el derecho canónico; se ha vuelto ley común
tras la integración de Decretales de Gregorio IX.1
1 A. Dębiński, Ecclesia vivit lege Romana. Zaczenie prawa rzymskiego
dla rozwoju prawa Kościoła łacińskiego, w: Starożytne kodyfikacje
Un ejemplo de la fase de desconfianza
pueden ser las limitaciones
en el estudio del derecho
romano por algunos eclesiásticos
impuestas por los papas Alejandro
III (+1181) y Honorio III (+1227) hasta
el cierre de la cátedra del derecho
romano en la universidad de
Paris.2 Sin embargo hay que recordar,
que el decretal Super specula
obtuvo del papa el rey de Francia,
Felipe, quien de esta forma quiso
subrayar la independencia del país
al respecto al poder imperial.3
Las limitaciones eclesiásticas
no significaban el rechazo del derecho
romano. Su sistemática, re-
prawa [La importancia del derecho romano
para el desarrollo de la Iglesia latina, en: Las
antiguas codificaciones del derecho] Lublin
2000, p. 134.
2 A. Dębiński, Kościoł i prawo rzymskie [La
Iglesia y el derecho romano], Lublin 2008, p.
94-109.
3 A. Vetulani, U progu działalności
krakowskiego Wydziału Prawa, w: Studia
z dziejów Wydziału Prawa Uniwersytetu
Jagiellońskiego [Los principios de la Facultad
de Derecho de Cracovia, en: Estudios de la
historia de la Facultad del Derecho de la Universidad
Jagellónica], ed. M. Patkaniowski,
Kraków 1964, p. 23.
SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
57

glas, definiciones y terminología se encontraban reflejadas
en las codificaciones dentro de la iglesia. A pesar
de la distancia se percibía el respeto.4
Polonia ha entrado en el ámbito de la cultura romana
no a consecuencia de la dependencia del imperio
romano sino a causa de la adopción del cristianismo
desde Roma. El derecho romano nos llegó a través
de los eclesiásticos católicos, formados, entre otros, en
Bolonia, que apoyaban con sus conocimientos los gabinetes
ducales y reales aplicando al mismo tiempo
la terminología jurídica del latín, basada en el derecho
canónico y romano. Esa información nos llega del siglo
XII y XIII a través de las crónicas de Gallus Anonymus
y Wincenty Kadlubek. El segundo había estudiado los
códigos Justinianos en Paris. No se puede olvidar de la
obra de Raimundo Partenopeo de mediados del siglo
XIV —Summa legum, brevis, levis et utilis– que en tres
tomos (de cuatro en total) contiene curso de derecho
romano. La mayor influencia ejerció en los Estatutos
de Łaski pero también en estatutos anteriores —el de
la Pequeña Polonia (del antes del 1370) y el de Warecki
(de 1423), se puede percibir la tradición jurídica romana.
No ha habido una influencia más amplia hasta las
dos últimas décadas del siglo XV, debido a, entre otros,
elevados costes de producción de manuscritos y formación
fuera del país.
Los intentos de adoptar el derecho romano han
fracasado por muchas razones. Primero porque en la
conciencia de la sociedad estaba muy arraigado el derecho
consuetudinario. También la fragmentación del
país, la rivalidad entre duques, no han creado posibilidades
para una codificación al nivel del país. Por otra
parte, cuando eso terminó (teóricamente en 1320) a Polonia
llegó el concepto de glosadores que el derecho ro-
4 Początki najstarszych wszechnic środkowoeuropejskich [Principios
de las primeras universidades de Europa Central], Wrocław 1970,
p. 113-155.
mano es un derecho de los emperadores
– es vigente en el territorio
que está bajo el poder del emperador.
Como durante siglos los emperadores
reclamaban el derecho de
soberanía política sobre Polonia,
el constante rechazo influyó en la
antipatía hacia el derecho romano.
Asique han sido decisivas las consideraciones
de la razón de estado,
es decir, políticas.5
Casimiro III de Polonia y sus
consejeros, codificadores entre los
que se encontraban clérigos, a menudo
canonistas que conocían el
derecho romano, no han sido capaces
de divulgar las normas de este
derecho a causa de la resistencia
hacia las normas de fuera. Tras la
retirada de reclamaciones del Imperio
de soberanía sobre Polonia,
ha aparecido otro impedimento:
una amenaza para la democracia
nobiliaria. En los principios Princeps
legibus solutus y Quod principi placuit
habet legis vogorem6 la nobleza veía
un camino que llevaría a limitar su
papel en la vida del país. El derecho
romano no llegó a la conciencia de
la gente (a la contraria de lo que
5 J. Sondel, Ze studiów nad prawem rzymskim
w Polsce piastowskiej [De los estudios
sobre el derecho romano en Polonia de los
Piast.], Kraków 1978, p. 68.
6 Ulp. D.1,3,31; Ulp. D. 1,4.1 pr. [D=Digesta, en:
Corpus Iuris Civilis, vol. I, ed. Th. Mommsen,
P. Kruger, Berolini 1954]
pasó en Alemania) a través de la jurisdicción porque
no se exigía una carrera universitaria para cumplir la
función del juez a nivel regional (‘grodzki’ o ‘ziemski’).
En los planes del rey la universidad estaba prevista
para formar jueces y notarios en la ley de Justiniano.
Ya al fundar la Academia de Cracovia en 1364,
el rey Casimiro III de Polonia quien conocía la organización
de universidades del Norte de Italia, fundó
tres cátedras del derecho canónico y cinco cátedras
de derecho romano. Sin embargo, a causa de falta de
cuadros científicos y razones sociales expuestas más
arriba el desarrollo de las cátedras tuvo lugar recién
en el siglo XVI;7 luego fueron fundadas también en los
colegios superiores: en la Academia Zamojska (1594-
1784), en recién fundadas universidades de Vilna (a
partir del 1578), Lvov (1661), Varsovia (1816). En la carrera
de derecho había que dar asignaturas de derecho
feudal, derecho polaco y derecho romano. Lo último,
tratado como base de un conocimiento jurídico general,
está basado en la codificación del Justiniano. El hecho
de tratar el derecho romano solo como una disciplina
auxiliar lo lamentaba, entre otros, Pedro Ruiz
de Moros en una carta dirigida al rey Segismundo Augusto,
decepcionado por el hecho de que “un abogado
romano vale en Polonia lo mismo que un curtidor
de pieles en Etiopia, “que cualquier astrólogo goza de
más respeto”.8
A partir de finales del siglo XV están surgiendo
ideas de extender la influencia del derecho romano, siguiendo
el modelo alemán, a Polonia, de reformar a su
7 W. Bartel, Dzieje Wydziału Prawa Uniwersytetu Jagiellońskiego
przed reformą kołłątajowską, „Krakowskie Studia Prawnicze” 3(1970),
p. 174.
8 M. Dyjakowska, Ewolucja poglądów na prawo rzymskie w Polsce
do końca XVIII wieku, w: Prawo rzymskie a kultura prawna Europy [La
evolución de las opiniones sobre el derecho romano hasta finales del
siglo XVIII, en: Derecho romano y la cultura jurista en Europa], ed. A.
Debiński, M. Jońca, Lublin 2008, p. 79.
estilo el derecho polaco (J. Ostroróg
+1501; A. Frycz Modrzewski +1572)
o de su uso subsidiario (auxiliar) en
los juzgados (J. Przyluski +1554). La
realización de este ultimo postulado
estaba favorecida por el empleo
en el país del III Estatuto del derecho
lituano codificado, a pesar de
que eso se hizo sin ningún fundamento
jurídico.9
En 1776 la Asamblea de Diputados
formó una comisión codificadora
que preparó el proyecto
del Conjunto de leyes publicado en el
1778. Allí se implantó la sistemática
e ideas del derecho romano. Teniendo
en cuenta la aversión de la
nobleza por este derecho, los autores
del proyecto advirtieron, que
no lo habían preparado para romanos
sino para sus compaisanos.
A pesar de ello el proyecto fue rechazado
por la Asamblea en 1780.
Como consecuencia de las particiones
de Polonia fue interrumpido
el desarrollo de derecho civil polaco.
En cambio las técnicas legislativas,
soluciones referentes a las
instituciones tomadas del derecho
romano, iban a implantarse en Polonia
a través de la jurisdicción de
países invasores, pero sobre todo
a través del Código de Napoleón expedido
en Francia en 1804. Fue im-
9 J. Sondel, Ze studiów nad prawem rzymskim
w Polsce w okresie Oświecenia [De los
estudios sobre el derecho romano en Polonia
en la Ilustración], p. 71.
58 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
59

plantado en el Gran Ducado de Varsovia cuando este
fue fundado, es decir en el 1808. Fue entonces fundada
la Escuela de Derecho, que conscientemente se basaba
en los ejemplos franceses. La facultad de derecho
romano allí era tratado como una introducción a las
nuevas legislaciones europeas, y sobre todo, el Código
Napoleónico, el derecho romano también entraba
entre las materias histórico-legales. En 1862 se fundó
la Facultad de Derecho y Administración de la Escuela
Principal de Varsovia; el derecho romano tenía su lugar
de honor allí: entre otros, se implantaron cursos de
derecho romano de familia y hereditario.
2. Derecho romano vs derecho matrimonial canónico
A pesar de que el matrimonio en la teología de
la Iglesia Católica difiere bastante del concepto romano
(por ejemplo en materia sacramental, forma de celebración,
indisolubilidad, causas de invalidez), en las
codificaciones eclesiásticas se nota la influencia del
derecho romano, empezando por la definición del matrimonio.
En el Código del Derecho Canónico vigente del
1983 —en referencia a las teorías del Concilio Vaticano
II— en el canónico 1055 se subraya que es una alianza
a través de la cual un hombre y una mujer forman una
unión de por vida.10 Se puede percibir lo convergencia
entre ese elemento de la definición con una sentencia
del último de los grandes juristas del periodo
clásico, Modestino: „Nuptiae sunt coniunctio maris et
feminae et consortium omnis vitae divini et humani
10 CIC 1983 [Codex Iuris Canonici auctoritate Ioannis Pauli PP. II
promulgatus, Romae 1983], can. 1055 § 1: „Matrimoniale foedus, quo vir
mulier inter se totius vitae consortium constituunt, indole sua naturali
ad bonum coniugum atque ad prolis generationem et educationem
ordinatum a Christo Domino ad sacramenti dignitatem inter baptizatos
evectum est”.
iuris communicatio”.11 En el Código
se hace referencia a la tradición
del derecho romano, rechazando
la medieval teoría de matrimonio
como contrato (contractus matrimonialis),
que se ve reflejada en el
primer Código del Derecho Canónico
del 1917. Pero hay que recordar
que allí no aparecía ninguna
definición del matrimonio.12
Otra normativa romana que
se vio empleada en la codificación
canónica del 1917 (en el can.
1081),13 como también en el Código
vigente (en el can. 1057 § 1),14
está relacionada con la voluntad
11 D. 23,2,1.
12 En CIC 1983, can. 1055 § 2: „Quare inter
baptizatos nequit matrimonialis contractus
validus consistere, quin sit eo ipso sacramentum”.
Zob. B. Sitek, Koncepcja małżeństwa
w rzymskim prawie klasycznym a kultura
prawna Europy. Uwagi o małżeństwie w oparciu
o tekst Modestyna D. 23.2.1, CPH 50(1988),
z. 1, s. 26.
13 CIC 1917 [Codex Iuris Canonici Pii X Pontificis
Maximi iussu digestus. Benedicti papae
XV auctoritate promulgatus, Romae 1917],
„Can. 1081. - § 1. Matrimonium facit partium
consensus inter personas iure habiles legitime
manifestatus; qui nulla humana potestate
suppleri valet”.
14 CIC 1983: „Can. 1057 - § 1. Matrimonium
facit partium consensus inter personas iure
habiles legitime manifestatus, qui nulla humana
potestate suppleri valet. § 2. Consensus
matrimonialis est actus voluntatis, quo vir
et mulier foedere irrevocabili sese mutuo
tradunt et accipiunt ad constituendum matrimonium”.
de las dos partes; ella es la que crea el matrimonio,
como explícitamente escribió Ulpiano: „Nuptias non
concubitus, sed consensus facit”15 [el matrimonio es
creado no por la convivencia pero por la declaración
de voluntades].
En el Código del 1983, en las Normativas Generales,
se renunció una regla adoptada por los canonistas
en el siglo XI computación germánica para estimar el
parentesco y fueron sustituidas por normas del derecho
romano de la época clásica.16 Allí estaba prohibido
el matrimonio entre parientes en línea recta y hasta
tercer grado de parentesco en línea lateral.17 Asimismo
está prohibido el matrimonio en línea recta en derecho
canónico, sin embargo en línea lateral - hasta
cuarto grado inclusive.18
En cuanto al parentesco, según la ley canónica
vigente esta causa la nulidad del matrimonio únicamente
en línea recta.19 Asimismo, volviendo a la normativa
del derecho romano, en 1983 fue restringido el
ámbito de ese impedimento del parentesco en línea
lateral al segundo grado inclusive, es decir, del cuarto
15 D. 35,1,15; zob. B. Zubert, Consensus sacramentalis facit nuptias?, w:
Przymierze małżeńskie, red. W. Góralski, R. Sztychmilier, Lublin 1993,
s. 9nn.
16 “Can. 108 - § 2. In linea recta tot sunt gradus quot generationes,
seu quot personae, stipite dempto. § 3. In linea obliqua tot sunt gradus
quot personae in utraque simul linea, stipite dempto”.
17 D. 23,2,53, Gaius: „Nuptiae consistere non possunt inter eas personas
quae in numero parentum liberorumve sunt, sive proximi sive
ulterioris gradus sint usque ad infinitum”. G. 1,62.
18 „Can. 1091 - § 1. In linea recta consanguinitatis matrimonium irritum
est inter omnes ascendentes et descendentes tum legitumos tum
naturales. § 2. In linea collaterali irritum est usque ad quartum gradum
inclusive”.
19 CIC 1983: „Can. 1092 – Affinitas in linea recta dirimit matrimonium
in quolibet gradu”.
en la computación romana.20 Hay
que recordar que la prohibición
por ley de matrimonio en línea lateral
apareció a causa de influencia
de la doctrina cristiana, sobre todo
en la época de papa Liberio, en la
normativa de Constancio del 30 de
abril de 355.21
La influencia del derecho romano
en el orden canónico es también
evidente en materia de comprobación
del origen del niño. En
la jurisprudencia romana se han
dirigido por suposiciones legales
—praesumptio iuris. Es suficiente
comparar el principio formulado
por Paulu— „Pater is est, quem
nuptiae demonstrant”— y el can.
1138 §1 del Código del Derecho Canónico
vigente, que en parte que
nos interesa repite la norma de codificación
del 1917: „Pater is est,
quem iustae nuptiae demonstrant,
nisi evidentibus argumentis contrarium
probetur”.22
Otra suposición adoptada es
la que se refiere al tiempo máximo
y tiempo mínimo que puede durar
20 CIC 1917: „Can. 1077.- § 1. Affinitas in linea
recta dirimit matrimonium in quolibet gradu:
in linea collaterali usque ad secundum gradum
inclusive”.
21 H. Insadowski, Rzymskie prawo a
chrześcijaństwo [Derecho romano matrimonial
y el cristianismo], Lublin 1935, p. 191.
22 Por. Paulus, D. 2,4,5 pr.; CIC 1917, can. 1115
§ 1.
60 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
61

un embarazo, para reconocer el origen del niño como
fruto del matrimonio. La ciencia del derecho romano
basándose en pruebas medicas, por esos consideraba
niños nacidos no antes del séptimo mes después de
haber contraído el matrimonio23 y no más tarde que
diez meses después de su disolución.24 Esa regla entró
en las codificaciones canónicas. En el actual contenido
se determina la cantidad de días en vez de meses:
„Legitimi praesumuntur filii, qui nati sunt saltem post
dies 180 a die celebrati matrimonii, vel infra dies 300 a
die dissolutae vitae coniugalis”.25
Con este asunto está relacionado el tema de la
legalización de niños que nacieron en el concubinato.
Esos niños (filii illegitimi) adquirían el estatus de la madre,
no estaban sujetas a patria potestas.26 En consecuencia
de la doctrina cristiana que estaba en contra
de relaciones extraconyugales, los emperadores estaban
dispuestos a darles el estatus niños de relación legitima
(liberi legitimi). La forma más simple era a través
del matrimonio entre el padre del niño y la madre (legitimatio
per subsequens matrimonium). La legitimización
se podía hacer también por rescripto del emperador,
que se expedía cuando no se podía contraer el matrimonio
a causa de muerte de la madre, su desaparición
u aparición de algún impedimento legal.27
23 „Septimo mense nasci perfectum partum iam receptum est propter
auctoritatem doctissimi viri Hippocrateis: et ideo credendum est
eum, qui ex iustis nuptiis septimo mense natus est, iustum filium
esse”. D. 1,5,12 (Paulus).
24 „Post decem menses mortis natus non admittetur ad legitimam
hereditatem”. D. 38,16,3,11 (Ulpian).
25 CIC, can. 1138 § 2; CIC, can. 1115 § 2.
26 Zob. G. Kuleczka, Prawo rzymskie epoki pryncypatu wobec dzieci
pozamałżeńskich [La ley romana de la época del principado en cuanto
a los niños nacidos fuera del matrimonio], Wrocław 1969, p. 50nn.
27 Zob. Insadowski, Rzymskie prawo małżeńskie a chrześcijaństwo
3. Derecho romano vs el derecho
civil personal polaco
Tras la partición del país, el
territorio polaco se encontró bajo
la jurisdicción de tres países que
participaron en la partición. Bajo el
mando ruso el III estatuto lituano
fue sustituido por la legislación de
zarismo llamada ‘Zwód Praw’. En
las tierras que pasaron a pertenecer
a Prusia estaba vigente la legislación
codificada en 1794 y tras la
formación de la Reich en 1896 se
publicó el código civil del 1811 (a
partir del 1852 también en la Republica
de Cracovia) inspirado por
la doctrina de derecho natural. La
codificación de Austria y Alemania
y el vigente en la Polonia del
Congreso Código de Napoleón eran
portadores de derecho romano. Recordamos
que el derecho romano
como ius commune, es decir, un sistema
formado en la Europa medieval,
que penetraba la practica jurídica
i la doctrina de los países de
aquel entonces, se volvió un componente
de estos códigos. Hay que
subrayar también que en el siglo
XIX en Alemania, para adaptar el
derecho romano a las necesidades
socio-económicas, se apoyaron en
el método formal-dogmático e hicieron
una construcción de carác-
[Derecho romano matrimonial y el cristianismo],
Lublin 1935, p. 258-262.
ter abstracto y esquemático (basándose en las Pandectas
de Justiniano), como el “derecho romano actual”,
que ha tenido una gran importancia en doctrina europea
del derecho. A esa corriente le agradecemos la
actual hasta hoy en día, también en la legislación polaca,
sistemática del derecho civil que contiene cinco
secciones: sección general, derecho real, obligaciones,
derecho de familia, derecho hereditario.
El Código de Napoleón en el territorio polaco
ganó una nueva importancia tras la caída del levantamiento
de noviembre (1831) cuando se procedió a la
liquidación de la independencia de la Polonia del Congreso
formada por el tratado de Viena del 1815. Entonces
el Código se volvió un símbolo de la independencia
de estas tierras.
El Código de Napoleón que tenia 2281 artículos,
en su primer libro regula los asuntos personales,
dentro de los que están los de familia, en el tercero
en cambio - los hereditarios, y contratos de propiedad
y matrimonio. En el campo que nos interesa sus regulaciones
en cuanto a la protección, laicización de la
institución del matrimonio, la contracción del matrimonio
y relaciones de propiedad entre los conyugues
eran vistos como los menos adaptados a las necesidades
de la sociedad polaca. Por eso, en 1825 fue aprobado
el código civil del Reino de Polonia el cual sustituyó
el primer tomo y el título V del tomo III del Código
de Napoleón. El derecho matrimonial se basó en formas
de religión pero se mantuvo la jurisprudencia de
juzgados en temas de matrimonio. Esa fue limitada en
el 1836 porque tras la caída del levantamiento de noviembre
el gobierno zarista impuso sus propias reglas
en el Reino.
En el desarrollo de normas propias hay que mencionar
la opinión del Consejo de Estado del 1902 sobre
el mejoramiento de la vida de niños nacidos fuera del
matrimonio, tratados de manera injusta por el Código
de Napoleón. Fue incorporado a la ley del 13-26 de
mayo de 1913.28
Al recuperar la independencia
(1918) tras 123 años de esclavitud,
teníamos un mosaico jurídico,
sobre todo en cuanto al derecho civil.
Se empezó la unificación y codificación
del derecho polaco. La
comisión se inspiró de las legislaciones
vigentes en los tres países
participantes, por eso las nuevas
reglas estaban impregnadas de
normas de derecho romano.
Es necesario anotar el carácter
progresista de estos trabajos.
Por ejemplo con la ley del 1 de julio
1921 en la materia del cambio de algunas
normativas de derecho civil vigentes
en lo que era el Reino de Polonia
referentes a los derechos de mujer,
se mejoró la situación legal de mujer
adelantando una semejante reforma
en Francia.29 En cambio, con la ley
del 13 de julio 1939 sobre el apoyo a
menores se introdujo una norma diciendo
que la adopción tiene que
realizarse en beneficio del niño;
también se unificaron las condiciones
de preparación, se mitigaron
sus principios: se bajó la edad
mínima (35) y se facilitó la adopción
de niños pequeños.30
A causa de la II Guerra Mundial
el proceso empezado de uni-
28 Zbiór Ustaw 1913, rozdz. 114, poz. 998.
29 Dz.U. [Boletín Oficial] 1921, Nr 64, poz. 397
30 Dz.U. 1939, Nr 63, poz. 416.
62 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
63

ficación y codificación duró hasta el año 1947. Finalmente,
en el 1964 de cuatro actos diferentes (normas
generales, derecho real, código de obligaciones, derecho
hereditario) se formó un código civil. Donde más
elementos del derecho romano encontramos es en el
tomo tres del Código civil, es decir en las obligaciones.
En el campo de soluciones básicas son pocas las novedades
comparando con el derecho romano en el derecho
real (Tomo II) y hereditario (Tomo IV). La primera
parte general es un fruto de la escuela de derecho natural,
sobre todo, de los alemanes Pandectistas. En el
Tomo I del código civil polaco muchas soluciones son
una copia de las aplicadas en Roma y algunas normas
son casi una simple traducción de las declaraciones
de juristas romanos. Esas reglas se refieren también a
los asuntos familiares.
Las relaciones dentro de la familia estaban reguladas
al principio con decretos: derecho matrimonial
(25 IX 1945),31 derecho de familia (22 I 1946),32 derecho
tutelar (14 V 1946),33 derecho matrimonial de propiedad
(29 V 1946).34 Luego fueron integradas en normas
de código de familia (27 VI 1950).35 Era una codificación
muy defectuosa porque cargada del peso del derecho
socialista como muy compacto y conclusión de negociaciones
polaco-checoeslovacas. Cuando las partes
no llegaban a un acuerdo en algún tema, lo eliminaban.
El código de 91 páginas “compuesto de normativas
y faltas de esas” (el juez Z. Wiszniewski). Entonces
ha ganado importancia la jurisdicción que se ha vuelto
la base para una nueva codificación. Se puede decir
31 Dz.U. 1945 Nr 48, poz. 270.
32 Dz.U. 1946 Nr 6, poz. 52.
33 Dz.U. 1946 Nr 20, poz. 135.
34 Dz.U. 1946 Nr 31, poz. 196.
35 Dz.U. 1950 Nr 34, poz. 308.
que eso sucedió siguiendo el modelo
de recepción del derecho romano
en Alemania. Aprobado el 25
de junio 1964 (vigente hasta hoy en
día tras varias movilizaciones) el
Código de familia y de protección
cuenta con 184 artículos. Teniendo
en cuenta das diferencias en la
estructura de familia comparando
con la familia romana, hay menos
influencia en el Código de familia
y el de protección. Donde más se
ha tomado en cuenta el ejemplo
romano es en temas de asistencia
y tutela. Parecido a Roma, se consideran
inadecuadas las relaciones
entre parientes solo en línea recta,
entonces de acuerdo con la formula
clásica. No es una prohibición
absoluta porque el juzgado puede
permitir tal matrimonio por razones
de mucha importancia.36
Conclusión
Aunque las codificaciones del
derecho canónico del 1917 y 1983
no mencionan las normativas del
36 J. Misztal-Konecka, Powinowactwo
jako okoliczność wyłączająca zawarcie
małżeństwa w prawie rzymskim na tle
prawa polskiego, w: Wokół problematyki
małżeństwa w prawie rzymskim [El parentesco
como circunstancia que excluye la posibilidad
de contraer el matrimonio en el derecho
romano comparado con la normativa
polaca, en: Alrededor de la problemática del
matrimonio en el derecho Romano], Lublin
2007, p. 155-168.
derecho romano como fuentes a las que hay que recurrir
en caso de falta de normativa, pero el análisis
de la sistemática de estos Códigos, normas legales,
definiciones, terminología, algunas instituciones (sobre
todo del derecho matrimonial y penal) “confirma
y refleja e carácter eterno de las soluciones, que había
creado la jurisprudencia romana”.37 Los Códigos a su
vez son una manifestación de la tradición de la Iglesia.
Al mismo tiempo, al convertirse al cristianismo a
través de Roma, Polonia entró también en el ámbito
de derecho romano. En primera fila por razones políticas
durante siglos esa influencia estaba muy limitada,
como también en el norte de Francia, Hungría y Rusia.
Por otro lado estaba fuerte en Alemania i Austria. Fueron
los sistemas jurídicos de los países invasores, lo
que sobre todo influyó en las codificaciones que sirvieron
para la unificación del derecho tras ganar la independencia.
En la actualidad un papel muy importante tiene
el derecho romano en el proceso de unificación de
Europa, porque en la mayoría de los países están vigentes
códigos de derecho civil basados en la tradición
romana. Al mismo tiempo la introducción a la
educación jurídica del proceso de Bolonia se ha vuelto
una oportunidad para aflojar la posición del derecho
romano: de obligatorio u optativo (por ejemplo en la
Universidad Jagellonica en Polonia) o incluso su eliminación
del programa (algunas universidades en España).
En Polonia sigue predominando sobre la utilidad
del derecho romano para el estudio del derecho civil
polaco. Es una tierra firme en la que el abogado polaco
puede dar los primeros pasos en el campo de hermenéutica
judicial, tan necesaria en la práctica de todos
los juristas. En mi universidad el derecho romano
es obligatorio para los estudiantes de derecho y estu-
37 A. Dębiński, Kościół i prawo rzymskie [La Iglesia y el derecho romano],
Lublin 2008, p. 117.
diantes de derecho canónico. Este
año los estudiantes de derecho,
derecho canónico, administración,
estudios europeos y filología clásica
pueden también elegir como
asignatura optativa la asignatura
Prawo rzymskie w europejskiej kulturze
prawnej [Derecho romano en
la cultura jurídica europea] o Prawo
rzymskie jako fundament europejskiego
prawa zobowiązań [Derecho romano
como fundamento del derecho
de obligaciones europeo].
Gracias por su atención.
64 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
65

Repensando
Facultad de Derecho. Universidad Anáhuac, México Sur
Mtro. Martín de Jesús Hernández Ortiz
la enseñanza
del Derecho romano
Buenas tardes, estimadas autoridades,
queridos alumnos:
Agradezco a la Universidad Insurgentes,
y en particular a su Centro de Investigaciones
Jurídicas, su amable invitación y me
congratulo de la realización de este tipo de
eventos que enriquecen la ciencia del derecho
y nos invitan a hacer una pausa en el
vértigo de la cotidianidad.
Permítanme iniciar esta reflexión describiendo
lo que el de la voz observa respecto
a la actual enseñanza del derecho, y en
concreto la del derecho romano.
Considero evidente que la formación
del jurista se ha modificado y que “eso” llamado
posmodernidad alcanzó también al
campo de lo jurídico. Lo anterior me permite
observar una afanosa y casi desesperada
búsqueda de respuestas a dos cuestiones
que afectan la enseñanza del derecho; la
primera: el ansia de saber la sola letra de la
ley; dejando de lado su por qué y paraqué,
pues esto queda fuera del radar del jurista;
como dijera Montesquieu hemos olvidado
su espíritu; el futuro jurista, y no menos algunos
docentes, encuentran el sentido de la
enseñanza del derecho en obtener una nota
aprobatoria acompañada de la memorización
de artículos “claves”; y, los segundos en
intentar cubrir un temario en el corto tiempo
de un semestre, cuatrimestre o trimestre,
según sea el caso.
En este vertiginoso día a día de las aulas
no tiene cabida, la mayoría de las veces,
la reflexión y comprensión del derecho.
Nos encontramos en el momento de lo
que llamo “lo siguiente”; en efecto, ahora lo
importante es saber: qué sigue, qué sigue y
qué sigue. Sin una pausa, sin un volver sobre
lo pensado y actuado.
Hoy lo importante es lo nuevo en tecnología,
en técnicas de enseñanza, pero no
lo es la enseñanza misma. En palabras de
Ricardo Rabinovich: “En una civilización extasiada
ante las promesas difusas de una
tecnología impredecible, hipnotizada por la
informática, que se siente fuerte y libre de
toda raíz, ¿qué sentido podría tener recordar
instituciones de la antigua Roma? En un
esquema de valores donde la prioridad es
ganar dinero, poder y fama, ¿a quién se le
podría ocurrir perder el poco tiempo que la
vida trae en algo tan poco redituable?”1
No cabe duda que la realidad actual de
la enseñanza del derecho debe intentar volver
a recuperar el sentido del derecho mismo.
Como segundo punto considero que
otro factor que ha afectado a la enseñanza
del derecho es el pecado de la ultraespecialización;
en efecto, en esa búsqueda implacable
de una exagerada especialización se ha
1 Ricardo D. Rabinovich-Berkman. Derecho Romano, Astrea,
Buenos Aires, Argentina, 2001, p.11
SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
67

oto la unidad del derecho. Hoy el derecho no
se ve como un saber uniforme, con una epistemología
propia como cualquier saber humano;
no se trata en nuestros días de saber
derecho, sino de saber derecho civil, derecho
penal, derecho mercantil, entre otros. Como
si cada uno fuera un derecho total y absolutamente
diferente. Cada profesor se preocupa
por su materia sin ubicarla muchas veces
dentro de un todo que es el derecho como
saber unificado.
Tampoco en esta visión del derecho
cabe el derecho romano que precisamente
tendió a la unidad y universalidad, donde el
jurisconsulto era experto en el arte de lo justo;
si bien estoy conscientes que la realidad
actual es más compleja y requiere de esa especialización,
pienso que la misma no debe
ser llevada al extremo, poniendo en peligro
la ciencia jurídica, pues como ciencia exige
de suyo contar con la unidad sólida, sistemática
y cohesión intrínseca.
Me permito volver a citar al Dr. Rabinovich
quien sobre el particular señala: “Algunos
planes han dejado al derecho romano limitado
al área de especialización en derecho
privado o, peor aun, en derecho civil, como
si no hubiera influjo de las instituciones públicas
de los antiguos latinos sobre los nuestros.
Y este es un craso error… Un error tan
obvio que bastan las meras palabras para
esclarecerlo, ¿de dónde cree que vienen los
términos comicios, plebiscitos, elector, etc.?
¿Acaso la palabra homicidio es de origen inglés
o germánico?” 2
2 Ídem. p. 13.
Con todo lo referido hasta el momento,
no nos debe extrañar que hoy el derecho romano
se vea bajo los siguientes cristales:
1. Como una asignatura que sólo da cultura
jurídica, si se dice —como la mayoría
de las veces— de manera superficial
y a veces peyorativa; sería yo el
primero en eliminar del plan de estudios
de derecho tal asignatura, pero si
nos tomamos con seriedad el aspecto
cultura y su determinante importancia
para el abogado debo aceptar esa afirmación
como valiosa pues ¿qué acaso
los problemas del hombre no se dan en
un ámbito cultural? ¿Qué las normas
no son un resultado de lo natural y lo
cultural? ¿Podemos hablar de derecho
fuera de un contexto cultural?
2. Para otros, el derecho romano debe
dejarse de enseñar en los programas de
estudios de la licenciatura en derecho.
Ya se logró amputar gran parte de ella
al dejarla en un solo curso en la mayoría
de loa programas; ahora se busca
que sea una asignatura electiva o parte
de una especialidad.
3. Otros reconocen de una manera simplista
al derecho romano como un mal
necesario y al que bajo la trillada frase:
“es el antecedente de nuestro derecho”
quieren denotar algo totalmente histórico
y alejado de la realidad actual.
En fin, podría seguir enumerando visiones
respecto al derecho romano, pero no es
este el objetivo del presente trabajo.
Tampoco me asusta de modo alguno
esa falta de comprensión en torno al derecho
romano, ni los ataques de aquellas opiniones
más radicales que proponen su desaparición.
El derecho romano ha librado muchas
batallas y sin embargo sigue presente.
No podemos olvidar los diversos olvidos
que el mundo del derecho ha tenido del
derecho romano como en los siglos XV y XVI;
o la etapa histórico-jurídica que vio al derecho
romano como meras categorías lógicas
y conceptos abstractos generadores sólo de
frases o brocárdicos como lo hicieron algunos
glosadores y comentaristas.
Puedo afirmar que el estudio y enseñanza
del derecho romano se ha movido en
determinados momentos históricos en la
incomprensión; en efecto, es un derecho incomprendido.
Afortunadamente el derecho del que
hablamos también ha encontrado en su devenir
a grandes “terapeutas jurídicas”; desde
luego, el de la voz no es uno de ellos, que lo
han colocado en el lugar que se merece.
Es así como siguen siendo reiteradas
las preguntas para el derecho romano: ¿para
qué estudiarlo? y, ¿cómo debe ser enseñada
hoy esta materia al jurista contemporáneo?
Debo comenzar por señalar que precisamente
el derecho romano va a contramano
de lo meramente legalista y memorista
ya que lo que busca es precisamente, dotar,
en palabras del autor que se ha venido citando,
de una “cultura integral humanista”3
que permita que el futuro jurista crezca intelectualmente.
68 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
3 Ídem.
Quiero enfatizar el concepto vertido
pues consideramos que es una importante
aportación, entre otras, del derecho romano
al estudiante de derecho. Así me pregunto:
¿para qué estudiar derecho romano? A lo
que respondo: para contar con una cultura
integral humanista:
1. Es cultural: como se comentó no
como mero dato histórico, sino con
toda la fuerza de la palabra que implica
un devenir jurídico que explica, y justifica
el porqué de las instituciones jurídicas.
2. Es Integral: porque forma al jurista en
la unidad del saber jurídico, permitiendo
comprender el arte de los justo y el
sentido del mismo. Esto sin lugar a dudas
dotaría al alumno, como jurista, de
una estructura mental que le permitirá
pensar y vivir como tal; reconociendo
en cada institución, no un concepto
abstracto, sino por el contrario, una
institución que tiene un porqué y un
para qué.
3. Es humanista: finalmente el derecho
romano brinda la visión más propia del
derecho, la visión humana; pues, el derecho
encuentra su última razón en la
persona. Un derecho desencarnado no
es derecho. Es momento de tomar al
derecho romano como estandarte para
alejarnos de meras teorías, juicios lógicos
que sólo da un derecho racional,
pero poco real.
Además de que el derecho romano logra
aportar una cultura integral humanis-
69

ta a la formación del licenciado en derecho
también predispone al espíritu para acoger
al derecho; como señala el ya citado Dr. Rabinovich,
“lo formatea… para labrar en él las
categorías, clasificaciones y terminología.”4
Puedo señalar que con todo lo expresado
que el derecho romano lleva al desarrollar
del alumno de derecho pues:
4 Ídem.
1. Conocerá los fundamentos de las instituciones
jurídicas.
2. Desarrollará un criterio que lo sensibilice
a interpretar y aplicar de manera
justa una norma jurídica.
3. Será un jurista crítico frente al orden
normativo, comprendiendo la actualidad
y mejora que exige el derecho a
cada momento
4. En un mundo globalizado se exige contar
con puntos de encuentro. Considero
que un puente sólido jurídicamente lo
es el derecho romano, no sólo desde su
terminología, sino desde su capacidad
de actualización. Como muestra de ello
tenemos que fue un derecho romano
que como sistema jurídico se extendió
por más de mil años, ¿cómo fue posible
ello? No creemos que sea solamente
debido a la fuerza de un ejército poderoso
—como lo era el romano— sino
también el hecho que el pueblo romano
se sostenía en una estructura jurídi-
ca que le permitía adaptarse momento
a momento.
En este sentido, el romanista César Rascón
manifiesta: “La unidad de los ordenamientos
de tradición romana permite, a cualquier
jurista formado en uno de ellos, buscar
la solución de un problema en otro derecho
de la misma tradición histórica sin encontrar
mayores dificultades, porque todos tienen el
mismo armazón. Las grandes instituciones,
las nociones de dolo, culpa, error y violencia;
el concepto de obligación; los derechos reales
(propiedad, posesión, servidumbres prediales,
usufructo y enfiteusis); la donación; la
sucesión universal, el testamento o los legados,
son elementos fundamentales, comunes
a todos los sistemas jurídicos a los que
nos estamos refiriendo.
No vamos a detenernos ahora en los
numerosos casos que ilustran estas afirmaciones,
que explican de manera evidente
la necesidad del estudio del que en un momento
determinado se llegaría a denominar
. Recordemos,
por ejemplo, que todo lo sustancial de la teoría
romana de la obligatio, se ha recogido en
la categoría del acto jurídico, la cual constituye
uno de los pilares de los ordenamientos
actuales que se ha reflejado en los códigos
de tradición romana.5
Si me permiten hacer dos reflexiones
finales: de ninguna forma hem querido dejar
de lado el uso de tecnología, Power Point,
películas, etc., en la enseñanza del derecho
5 César Rascón García. Manuela de Derecho Romano,
Tecnos, Madrid, 1996.
romano, sólo que considero que estos medios
no pueden ser fines en la didáctica de
la materia que nos ocupa, son sólo medios;
pues, desde nuestro punto de vista, el cómo
enseñar el derecho romano de ninguna forma
debe superar el qué y el para qué. Y algunas
veces el uso de esos medios hace caer en
cierta superficialidad o en una visión poco
real de lo que es el derecho romano.
Es así como nuestra primera precisión
consiste en invitar a mis escuchas a tomar
en cuenta que el derecho romano enseñado
rectamente puede abonar a la solución
de problemas actuales y a hacer frente a los
nuevos retos del derecho, pues de manera
concreta los principios romanos tienen algo
que decir en temas bioéticos, en temas de
neurociencia, en temas de interculturización,
en temas de uso de tecnologías, entre
otros; para ello es necesario mostrar un derecho
romano, si bien en su contexto histórico,
también con toda su actualidad. Es necesario
volver a los textos de Gayo, Triboniano,
Ulpiano y otros más, de manera directa y tener
sólo los manuales como guías en el tránsito
de conocimiento del derecho romano.
La última reflexión, y por ello la que
considero más importante y necesaria y por
qué no decirlo hasta urgente, es que el derecho
romano y por lo tanto su recta enseñanza
es capaz de despertar y fomentar en
el estudiante la virtud de la justicia no sólo
la ciencia de la justicia, la cual parece estar
ajena a un sistema jurídico y que lamentablemente
no tiene cabida frente a un legalismo
extremo.
Como jurista no puedo comprender los
grandes temas del derecho contemporáneo,
como por ejemplo: el tema de los derechos
humanos, fuera del contexto del tema de la
justicia cuando es precisamente a ésta a la
que le corresponde ser el instrumento del
jurista.
Se me hace paradójico leer tanto sobre
derechos humanos y escuchar tanto de este
tema y tan poco en relación a la justicia.
Considero que mi labor como docente
de la asignatura de derecho romano impartida
en los primeros semestres de la carrera
del Licenciado en Derecho debe ser mostrar
un derecho romano que forme en el alumno
una cultura integral humanista, un criterio
jurídico fundamentado, una crítica positiva
a las estructuras cambiantes del derecho,
pero sobre todo generar el hábito de dar a
cada uno lo suyo, es decir, la virtud de la justicia.
¡Gracias!
70 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
71

Universidad Insurgentes. México, D.F.
Lic. Julieta Guillermina Peña Mendez*
La influencia romanista,
pilar de excelencia en la educación
de los incipientes juristas.
Enfoque en el nuevo plan de estudios
de la Universidad Insurgentes
* Catedrática en Derecho romano.
Ante distinguidos asistentes, me permitiré abordar
el tema relacionado con el estudio del Derecho
Romano que se imparte en algunas de nuestras universidades
de México, debido a que desde mi propia
postura considero que ha sido limitado e insuficiente,
por lo que se desaprovecha el gran beneficio que aporta
a nuestros alumnos, ya que éste es eminentemente
formativo y proporciona a los juristas el admirado criterio
lógico-jurídico, que lo distingue.
Introducción
El conocimiento del Derecho Romano proporciona
a los estudiantes universitarios del área jurídica un
sustento teórico–práctico indispensable para destacar
en un entorno social de continua transformación, por
lo que nuestras normas de derecho deben adecuarse
a la realidad imperante.
Se toma en consideración que la base y fuentes
de la ciencia jurídica en los países de tradición romanista
son precisamente los conceptos jurídico–prácticos
que los juristas romanos plasmaron, con su
sensibilidad característica, en los múltiples cuerpos
jurídicos de la antigüedad, fundamentalmente. Digesto,
Institutas, Codex y diversas constituciones que han
permeado en nuestra actual legislación.
Muchos eminentes juristas de épocas anteriores
expresaron su opinión al respecto, entre ellos me permito
citar a M.F.K. de Savigny quien manifestó:
Cito:
En cuanto al fondo, las reglas
y los principios que se desprenden
de las antiguas fuentes,
continúan subsistiendo
en las nuevas leyes, y, para llegar
a su completa inteligencia,
es preciso volver sobre su
origen. No es hoy, por consiguiente
estudio inútil, como
algunos han creído, el de las
antiguas fuentes del Derecho.
Tal es el motivo que me ha
impulsado a tomar, como
asunto de mi obra, el derecho
romano actual. Este derecho
se aplica hoy directamente
en los países en donde las
antiguas fuentes del derecho
están todavía en vigor, sirve
además para profundizar en
los códigos modernos, y su
estudio será siempre la fuente
más fecunda y unificadora
de la ciencia y la práctica jurídica.
Fin de la cita
SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
73

Antecedentes
Recordemos que la asignatura del Derecho Romano
pertenece al área Histórica-Jurídica-Filosófica,
eminentemente formativa de principios y criterio jurídico,
que auxiliará a los futuros juristas a interpretar
debidamente los fenómenos jurídicos de épocas pasadas
y que han trascendido hasta nuestros días, adecuándose
a la realidad de nuestra sociedad mexicana.
Que nuestros alumnos conozcan el pasado histórico–jurídico,
y en virtud de que nuestra legislación
sigue la corriente Ius Romanista, puede fortalecer sus
valores éticos y morales de Justicia y Equidad, que deben
prevalecer en el profesionista de la Licenciatura
en Derecho, cimentando firmemente la dignidad y el
decoro que exige esta profesión y que debe sustentar a
lo largo de su vida profesional.
Es trascendente que el conocimiento de esta disciplina,
se les proporcione en los dos primeros cursos
de sus estudios de Licenciatura en Derecho, ya que es
eminentemente formativa, forjadora del vital criterio
jurídico, que le propicie un vasto panorama de nuestra
realidad, continuamente cambiante, con base en
el pasado y con la visión puesta en el futuro.
Aprender a conceptuar los conocimientos jurídicos
básicos de nuestro entorno, desde el punto de
vista de los juristas romanos, que con la sensibilidad
y humanismo que les caracterizó, enriquecerá su criterio
jurídico y les permitirá adecuar nuestras normas
a la realidad imperante, ya que el sustrato de nuestro
sistema legal es clara muestra de la herencia de la Ley
de las XII tablas y de diversos textos de importantes
juristas de varias épocas.
Es importante aunar al estudio del Derecho Romano,
el de Historia del Derecho Mexicano, pues esto
traerá como consecuencia incentivar el interés del
alumnado hacia las fuentes del derecho y su evolución,
así como el conocer la raíz de las instituciones en
su verdadera esencia y absorber su concepto íntimo,
ya que se logrará el fortalecimiento de la estructura
del jurista y la posibilidad de establecer
a futuro normas jurídicas
adecuadas a nuestra realidad cambiante,
de momento a momento.
Es importante el conocimiento
del lenguaje jurídico que proviene
del idioma propio del Derecho
Romano, que es el Latín; preciso,
sintético y transparente, que proyecta
el sentido jurídico a cada locución,
y cuando los estudiosos del
derecho lo valoran en su debida dimensión,
les es de entrañable utilidad
para precisar conceptos.
Pretender estudiar esta área,
sin el conocimiento, aunque sea
somero, del idioma propio del derecho
en sus orígenes, resulta imposible
para una verdadera formación
jurídica, con una estructura
concreta que, para el ejercicio de
la noble vocación de abogado (advocatus)
o Licenciado en Derecho,
se requiere. En caso contrario, serían
endebles en su actuar, sin la
estructura propia del jurista, férrea
en sentido común.
Estos objetivos se logran estudiando
la vida de este pueblo y
su sabiduría, basada en la experiencia
y en los casos prácticos, y
se ejemplifica con la trascendental
frase de Celso: “IUS EST ARS BONI
ET AEQUI”, (El derecho es el arte de
lo bueno y lo equitativo).
Me referiré al mencionado
animus del pueblo romano, integrado
por diversos aspectos y facetas
que se le atribuyen, como espíritu
forjador de las instituciones,
de acuerdo con su mentalidad política, jurídica, religiosa
y que se forjó al unísono del reclamo del pueblo,
para quien “Derecho” es sinónimo de Justo.
La interpretación llevada a cabo por el juez (interpretación
judicial) o por el jurista o profesional del
Derecho (interpretación doctrinal), puede ser gramatical
si trata de descubrir el significado literal que alberga
el texto de la ley (vox iuris), deduciéndolo de su
origen, de sus fines, y de su propio encaje armónico
dentro del ordenamiento jurídico.
El Derecho emana de la verdad intrínseca del ser
humano y al distorsionarse o manipularse con fines
erróneos o malvados, se convierte en mentira y si es
revestida de un halo “jurídico”, es absolutamente letal
y perniciosa para la sociedad en general.
Es vital que los principios jurídicos normativos
actuales sean susceptibles de ser trasferidos de esta
forma a la realidad ancestral de la que vinieron, a fin
de probar que el proceso dinámico de la vida no les
afecta y distorsiona, si no que los fortalece.
En la antigüedad, el aspecto jurídico tenía carácter
consuetudinario (el cifrado en los mores maiorum o
sea viejas costumbres y tradiciones), y logra su marcha
progresiva, gracias a la interpretación de los juristas.
La vida de los romanos estaba basada en ciertas
palabras conceptuales que en la actualidad nos son
difíciles de captar en toda su magnitud, por ejemplo:
Gravitas
Constantia
Probitas
Humanitas
Fides
Disciplina
Industria
Frugalitas
Magnitudo Animi
Auctoritas
Officium
Virtus
Estas cualidades se cifran y
compendian en las mores maiorum,
que es el origen y esencia de las
reglas y conductas de ese pueblo,
disciplinadoras del quehacer político
y jurídico.
La política romana se consideraba
como el eje rector de todo,
descansa en la intuición, la lógica
y el buen sentido de sus juristas,
todo ello en comunidad con el derecho,
actuando juntos en un solo
ritmo y sentido en beneficio del
bien común.
Tenían muy en cuenta el
término occasio, que significa el
“tiempo oportuno para obrar”, y el
misterio y la regla de oro de la política
es: aprovechar la ocasión para
obtener todo su provecho y siempre
para protección y ayuda de
los intereses sociales o de Roma.
Seguían un orden en su conducta,
el combinar el buen manejo de
la espada para conquistar el del
azadón para producir y el Derecho
para gobernar, y como prioridad en
sus intereses eran la patria, los padres
y el personal.
La evolución del Derecho Romano
que va marcando etapas
desde la época primitiva, clásica,
edad media y de la era moderna,
no es más que una adaptación de
aquel mismo derecho a las nuevas
necesidades y costumbres, que
nos presta toda su utilidad en esta
época de incesante transformación
jurídica.
La visión moderna de nues-
74 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
75

tras instituciones jurídicas va recogiendo constructivamente
el espíritu de su origen común, inmenso en
sapiencia, prudencia y pleno de sabiduría de nuestros
antepasados.
Independientemente de la esencia jurídica del
Ius Romano, en la actualidad se estudia desde el punto
de vista de otras disciplinas, por ejemplo, la filosofía,
la lingüística, la sociología, la historia, la arqueología
y la antropología, y desde estos diversos enfoques
nos llena de gran asombro intelectual.
Con estos nuevos enfoques se aprecia en toda
su magnitud el pensamiento jurídico romano, y se le
aprecia como una expresión cultural amplia que requiere
más elementos para su cabal entendimiento.
Su valor intrínseco consiste no en su aplicación
por la fuerza, si no mediante el imperio de la razón
y esencialmente sostiene su vigencia y valor como
fuente, más que en la norma aplicable, en el criterio
jurídico con el que logró resolver los conflictos, y este
multicitado criterio jurídico es el que intentamos forjar
con vehemencia en los estudiantes de derecho:
La ciencia jurídica precisa, de quien se jacte de
conocerla, de un carácter humanista acendrado y de
una devoción por la JUSTICIA, entendida como el valor
supremo del hombre.
Esta evolución histórica, que sigue siendo ejemplar,
la del Derecho Romano, indefectiblemente se encuentra
presente en todo nuestro pensamiento jurídico
contemporáneo, y plasmado en la normatividad
actual.
El estudio del Ius Romano tiene un fin esencial,
eminentemente formativo, y por no tener una utilización
inmediata para el acceso a la práctica de una
profesión jurídica, se le ha echado a menos, sin considerar
que es el medio idóneo para instruir y crearle criterio
jurídico al futuro jurista, en la mejor utilización y
manejo del Derecho Positivo.
Para los Glosadores, el Corpus Iuris Civilis (S.
VI.d.C.), había sido una fuente jurídica vigente a la
que contemplan desde una perspectiva dogmática y
no histórica; para los humanistas,
en cambio, es ahora una fuente de
conocimiento histórico y obra final
del Derecho Romano, compilado
después de una larguísima evolución,
y con solo el punto de vista
parcial y concreto, el del Emperador
Justiniano.
Es realmente incomparable la
experiencia histórica del Derecho
la que nos ofrecen los textos de los
antiguos juristas romanos. Se observa
un ciclo completo de formación,
madurez y decadencia como
el de la vida humana, de gran valor
documental y formativo.
Nuestra principal fuente es
la Compilación del Emperador Justiniano
(S.VI.d.C.), que es el Corpus
Iuris Civilis y en especial una de sus
partes, el Digesto, que es una verdadera
antología jurisprudencial, de
valor excelso para el conocimiento
del Derecho Romano Clásico.
Existe una profunda relación
entre la evolución de las fuentes
jurídicas romanas, con la propia
evolución de los acontecimientos
políticos, ya que estos influyen en
la vida jurídica, a través de una doble
vía, el sistema procesal y el sistema
de fuentes: y la razón primordial
es estudiar éstas dentro de la
Historia de Roma.
Partiendo desde el punto de
vista de que el hombre es un ser
sociable por naturaleza, para lograr
convivir en armonía, es vital el
establecimiento de ciertas pautas
o sea las normas jurídicas.
Estas normas, que desde tiempo inmemorial se
han implementado en los diversos grupos sociales, se
han ido modificando y adecuando a cada movimiento
social, ya que éstas emanan del espíritu humano,
que es el origen de la Verdad y la Justicia, y en caso de
que se pretenda eliminar su esencia, manipulada con
fines aviesos, que tienden a sofocar la libertad innata
del ser humano, podría convertirse en un instrumento
de tiranía.
Estas normas jurídicas son las que resguardan y
protegen a los hombres en su libre actuar y en la convivencia
pacífica, justa y equitativa.
El jurista Romano, con su prudencia característica
que algunos tratadistas le han llamado sacerdotal,
tuvo la sabiduría de enlazar lo divino y lo humano en
el concepto de jurisprudencia, y se le define como “DI-
VINARUM ATQUE HUMANARUM RERUM NOTITIA, IUSTI
ATQUE INIUSTII SCIENTIA”, (Conocimiento de las cosas
divinas y humanas, ciencia de lo justo y de lo injusto)
Ulpiano (D. 1, 1, 10,2).
El pueblo Romano percibió esta sutileza y la convierte
en un ordenamiento jurídico, y de ahí el concepto
de Derecho, como el “Conjunto de normas que regulaban
la convivencia social”; y lo traduce como poder,
el poder descansa en la manus o sea en la mano y es su
símbolo: el poder de la conquista como origen y posteriormente
la convivencia pacífica bajo el ordenamiento
jurídico. Este principio es el eje de la jurisprudencia
Romana.
La esencia y el origen de este pensar y actuar se
tiene en la familia, en la gens, inicio de organización
política, jurídica y social. Concuerda con el concepto
moderno de que la familia es la célula de la sociedad.
El pueblo Romano siguió su máxima regla de oro,
o sea la experiencia, y este conocimiento lo adecua a
cada caso en particular; en el aspecto político se basa
en la intuición, la lógica y el buen sentido, todos ellos
vinculados estrechamente con el amor a la tierra y el
respeto a los antepasados, así como a los ancianos, a
quienes se les consideró en un rango privilegiado.
Gran habilidad y sensibilidad
política demostró el pueblo Romano
con los territorios conquistados,
ya que se expandía a través de
su anexión y la incorporación de
sus habitantes a Roma; obligándolos
a apoyarla en caso de guerra,
con hombres y peculio, tributos y
servicio militar. Así mismo, se les
organizaba en colonias, que se ubicaban
estratégicamente por razones
de orden militar.
Estas colonias al quedar incorporadas
a Roma, ésta se encargaba
de su administración y
gobierno por conducto de un Magistrado
—cum imperio—, Cónsul o
Praetor, Proconsul o Propraetor si se
trata de poder prorrogado y en caso
contrario por un gobernador, asistido
por un Cuestor en los asuntos
financieros, un Censor, y para el
aspecto administrativo y funciones
jurisdiccionales, por varios assessores,
comités o contubernales.
Su fórmula política de los
mejores tiempos, se traduce en
una sabia armonía entre Gobierno
y Sociedad.
El Derecho Romano, son las
normas jurídicas elaboradas por
el pueblo de Roma en las diversas
épocas de su historia, y está formado
por una serie de instituciones
apoyadas por su esencia que se
asienta en su vida original, o sea su
raíz, que es su fondo social vestido
con aspecto o diseño jurídico.
A los estudiosos de esta área,
nos interesa sorprender y atrapar
76 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
77

el espíritu, o sea el animus de todo un pueblo ocupado
en la tarea de crear derecho; es el conocer sus fuerzas,
impulsos, acciones y reacciones, y no se logra penetrar
en su esencia desde un punto de vista frío y rígido, ya
que en aquel predomina el equilibrio.
En la antigüedad, el intérprete del IUS era el Prudens,
o sea, el perito en materia jurídica, y le correspondía
la tarea de adecuar sus principios a las exigencias
vitales de cada caso y momento. Este jurista
es ayuda, consejero particular y asesor del praetor o el
juez.
Los conocimientos de los grandes juristas han
llegado a nosotros, los pueblos románicos, hasta nuestros
días por una doble vía: la primera es verbis y la segunda,
scriptum del Corpus Iuris Civilis.
Según fue entendido por los romanos, el Derecho
se basa en la justicia, y ésta se cierne sobre la realidad
de una sociedad en la que existe la igualdad entre
los hombres, y se persigue la consecución del bien
común. Los pilares de la gran estructura jurídica, son
el BONUM ET AEQUUM, y en torno a ellas se manejaban
los conceptos jurídicos que privaban en las interrelaciones
humanas.
Sin embargo, al estudiar estos conceptos, se debe
hacer hincapié en que es un sistema jurídico elaborado
por hombres, con sus méritos, virtudes y defectos,
que trabajaban dentro de las limitaciones de la época,
el tiempo y su propio pensar y sentir, por lo que para
entender cualquier sistema jurídico, es necesario conocer
previamente a la sociedad que se aplica
Resumiendo las diversas posturas expresadas en
torno a la disciplina, el Maestro Guillermo Floris Margadant,
nos lega una serie de argumentos a favor de
la enseñanza Ius Romanista en la formación del jurista
contemporáneo.
“A. El Derecho Romano proporciona una cultura
histórico–jurídica;
B. ofrece ilustraciones concretas
de teorías sociológicas
o temas de la Introducción
General al Derecho:
C. es fuente supletoria de Derecho
Positivo;
D. proporciona en forma condensada
un panorama de las
instituciones básicas de los
derechos civil y procesal contemporáneos;
E. sirve de “lingua franca” para
la ciencia del derecho;
F. proporciona una base al estudio
juscomparatista;
G. estimula la fantasía jurídica;
H. muestra un modelo de
adaptación equitativa de soluciones
jurídicas a situaciones
ficticias;
I. ofrece buenos ejemplos de
habilidad jurídica;
J. El argumento más importante:
sirve para la afinación
dogmática del jurista;
a) Ejemplos de interesantes
problemas dogmáticos;
b) Comparaciones entre instituciones
romanas afines;
c) Formulación de reglas ge-
nerales a base de casos concretos;
d) Explicación de brocardas, regulación y definiciones,
con sus limitaciones y excepciones;
e) Análisis de defectos en soluciones romanas;
f) Presentación del Derecho Romano como un
sistema de conceptos básicos, sujetos en cuanto
a su movimiento a reglas dogmáticas, suavizadas
por consideraciones metajurídicas”.
Del desarrollo de los puntos arriba citados nuestro
autor concluye que:
78 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
Cito:
El Derecho romano puede ser más que un pálido
elemento decorativo de la carrera jurídica, y que,
enseñado sobre todo desde el punto de vista dogmático,
pero en íntimo contacto con consideraciones
sociológicas y con varios de los resultados
de la investigación neohumanista, conectándose
además la enseñanza de los derechos contemporáneos,
contribuye a crear en el alumno un firme
criterio dogmático y sistemático, cierta libertad
respecto del derecho positivo, y una más amplia
visión sobre el fenómeno jurídico en general, correspondiendo
así a dos finalidades del estudio
jurídico universitario: la de formar buenos técnicos,
que al mismo tiempo posean una sólida cultura
jurídica general.
Fin de la cita
Después de haber expuesto someramente la invaluable
herencia del animus del pueblo romano, vertido
en conceptos jurídicos que se adaptan a nuestro
entorno social actual, considero que nuestros futuros
juristas deben asimilar y esgrimir, tanto en el ejercicio
de tan noble profesión como en su vida personal, el
TRIA IURIS PREACEPTA del admirado jurista romano
Ulpiano; “HONESTE VIVERE, ALTERUM NON LAEDERE,
ET SUUM CUIQUE TRIBUERE”, (“Vivir honestamente, no
dañar a otro, y dar a cada quien lo
suyo”). (Ulpiano.D.I,I,10.I).
Enfoque
La Universidad Insurgentes,
siempre preocupada por la vigencia
de sus programas de estudio y
su vinculación directa con los requerimientos
del alumnado y el
medio jurídico en el que a futuro
se van a desempeñar profesionalmente,
inició desde hace varios
años la actualización de los Planes
y Programas de Estudio de la Licenciatura
en Derecho, a fin de proporcionarles
los elementos jurídicos
indispensables para tales fines,
mismos que entraron en vigor en
el Ciclo Escolar 2011-1, en el cuatrimestre
que inició en Septiembre
del 2010.
La postura institucional es
brindar todo el apoyo en conocimientos,
herramientas conceptuales
e instrumentos técnico-jurídicos,
con lo que los futuros egresados
tendrán mayores elementos de
análisis y formación jurídica, para
enfrentar los retos del mundo globalizado
contemporáneo.
Se instauraron nuevas directrices
y temas de estudio específicamente
vinculados con la realidad
práctica con la consecuencia
lógica de un perfil del egresado que
se ajusta mejor a las exigencias del
mercado laboral actual.
En respuesta a la actualización
y vinculación con el mercado
79

laboral al que me he referido anteriormente, la Universidad
Insurgentes cuenta con un nuevo Plan de Estudios
integral en el que se puso especial énfasis en fortalecer
el Área Básica para que los alumnos asimilen
los conceptos jurídicos y Principios Generales del Derecho,
utilizando el razonamiento lógico-jurídico a fin
de que interpreten las normas vigentes del Derecho,
con una postura ética ante su ejercicio profesional.
En esta nueva propuesta planeada para 10 cuatrimestres,
(aunque con el útil plan de horario flexible, es
posible cursarla en 9 cuatrimestres), se instauraron 2
Cursos de Derecho Romano como materia curricular,
con un valor de 5.25 créditos cada uno de ellos, de un
total de 308.87; lo que se traduce en 56 horas-clase por
curso y una Carga Horaria total de 112 horas bajo la
conducción de un académico, que deberá considerar y
ajustarse a un programa de nivel superior, además de
algunas horas extra de estudio independiente.
Los programas de los dos cursos comprenden los
siguientes temas:
DERECHO ROMANO I
l.- Origen del Derecho Romano.
2.- Principios Normativos.
3.- Las Personas en el Derecho Romano.
4.- La Familia.
5.- Patrimonio.
6.- Los Derechos Reales.
7.- Derecho Procesal Civil Romano: Impartición
de Justicia.
DERECHO ROMANO II
1.- Las Obligaciones en el Derecho Romano.
2.- Los Contratos y otras fuentes de Obligaciones.
3.- Las Sucesiones.
4.- Las Liberalidades.
Al impartirse en forma seriada
los 2 Cursos de Derecho Romano,
en el Primero y Segundo
Cuatrimestre, proporcionan una
excelente base conceptual para el
estudio de las asignaturas de:
• Introducción al Estudio del
Derecho,
• Derecho Civil I,
• Personas y Derecho de Familia;
• Derecho Civil II,
• Bienes, Derechos Reales y
Sucesiones;
• Derecho Civil III,
• Las Obligaciones;
• Derecho Civil IV,
• Los Contratos;
así como:
• Teoría General del Proceso
• Derecho Procesal en sus diversas
ramas:
• Civil,
• Penal,
• Laboral,
• Mercantil,
• Fiscal,
• Teoría del Estado
y demás materias del Mapa
Curricular de la Licenciatura en
Derecho.
Se enriquece lo anterior, con
los casos prácticos de Derecho Romano
que se someten a la resolución
de los alumnos, y las opinio-
nes jurídicas emitidas en forma colegiada se toman
en cuenta para su evaluación.
Así mismo y a fin de incentivar el interés de los
alumnos hacia esta importante rama del Derecho, se
implementó un “Concurso de Conocimientos de Derecho
Romano”, a celebrarse el día 4 de agosto próximo,
y están participando 33 equipos (de tres alumnos cada
uno), de los diversos planteles (21)
Con estas acciones en especial, el perfil del egresado
es más fuerte y se ajusta a las exigencias del mercado
laboral actual.
Cabe mencionar que esta modalidad entró en vigor
en el mes de septiembre del año próximo pasado,
ciclo 2011-1, y en el presente cuatrimestre, se está cursando
apenas el 3er. ciclo bajo este sistema, y la proyección
a futuro se observará paulatinamente, aunque
la evolución conceptual del alumnado desde el punto
de vista cualitativo es evidente.
La postura institucional es fomentar en la Carrera
de Licenciado en Derecho los estudios de la asignatura
de Derecho Romano, cuyos conocimientos son
base elemental para la formación de los futuros abogados,
ya que en ello radica la “excelencia” del profesionista.
Se toma en consideración que cada ser tiene características
y aptitudes propias y fundamentales,
ciertas habilidades que responden a su vocación, y estas
potencias han de desarrollarse dentro de una comunidad
para beneficio personal y social.
Conclusión
La Universidad Insurgentes siempre preocupada
por la vigencia de sus programas de estudio y su vinculación
directa con los requerimientos del alumnado
y futuros profesionistas, incrementó en forma considerable
la carga horaria destinada al estudio del Derecho
Romano, duplicándola en el Nuevo Plan de Estudios
de la Licenciatura en Derecho, (112 horas) ya que
inicialmente se impartía un solo curso, a todas luces
insuficiente para estudiarlo con la
debida profundidad y para su debido
aprendizaje.
Con lo anteriormente expuesto,
se observará a futuro el fruto de
esta importante medida, ya que la
asignatura de Derecho Romano,
(impartida en dos cursos seriados
durante el primero y segundo cuatrimestre),
está incluida en el Área
Básica; y su proyección en las otras
dos áreas de conocimiento (la Profesional
y la Metodológica) será
evidente desde el punto de vista
cualitativo, en todas y cada una de
las asignaturas de la Carrera de Licenciado
en Derecho.
Con esta medida estaremos
coadyuvando a la formación del
criterio jurídico, enfoque especial y
multidisciplinario que nos heredaron
los juristas de antaño.
Reitero, “HISTORIA MAGISTRA
EST”.- LA HISTORIA ES LA MAESTRA
DE LA VIDA.- y quien no la conoce y
asimila sólo sus errores, está malamente
destinado a repetirlos.
80 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
81

Mtra. Josefina Estrada Larenas*
Una comparación
del matrimonio en Roma
y el matrimonio actual
Considero que es necesario el conocimiento
del Derecho Romano para comprender
nuestro Derecho actual, pues México
pertenece a la corriente del Derecho
romanista, y es bien sabido que en nuestro
Derecho mexicano, influyeron en forma definitiva
tanto el Derecho español como el Derecho
napoleónico, pues ellos se nutren del
Derecho Romano. Así es que ustedes como
jóvenes y futuros juristas tienen la necesidad
imperiosa de estudiar Derecho Romano,
para darse cuenta del origen de las figuras
jurídicas que nos rigen y entenderlas mejor.
En este contexto, la presente ponencia
versará sobre la comparación de algunas características
del matrimonio romano con las
que tiene el matrimonio en la actualidad, comenzando
por describir la familia en Roma
para distinguir a sus miembros y el poder
del pater familia, dueño y señor de la domus
(casa), continuando con la figura propiamente
del matrimonio, la conventio in manum,
los requisitos para celebrar el matrimonio,
los impedimentos y su forma de extinción.
El término familia asume en las fuentes
diversos significados. En sentido propio es
el conjunto de cosas y personas subordinadas
al pater familias1 e igualmente designa el
patrimonio estable de dichas personas, que
1 D. 50, 16, 195, 2
constituyen el principal objeto de la sucesión
hereditaria e incluso indica el grupo de
esclavos pertenecientes al mismo dueño.2
La familia romana tenía un concepto
distinto al actual, ya que el vinculo fundamental
no consistía en la descendencia común
o en lazos de sangre, sino en la común
dependencia de la potestas del pater familias,
era pues una familia agnaticia en la que sólo
cuentan los lazos paternos.3
Esta existencia y ejercicio del poder absoluto
del pater familias, se ejercía sobre los
hijos, (y se conoce con el nombre de patria
potestas), sobre la mujer casada (constituyendo
la manus o potestad marital) y sobre
los esclavos (llamado dominica potestas).
El toque distintivo de esta familia, es
precisamente el poder absoluto del pater
familias, que va más allá de los vínculos de
sangre y de haber sido engendrado, por lo
que puede distinguirse como una estructura
de tipo piramidal, en cuya cúspide está
el poder del pater familias, que solo se extingue
con la muerte o con la disolución del
vínculo familiar.
El sometimiento o no a la patria potestas
determina la posición del individuo dentro
de la familia y con ello el alcance de su
2 D. 47, 6.
3 BIALOSTOSKY, Sara. “Panorama del Derecho Romano”
.Ed. Porrúa. México. Pág. 52.
SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
83

actuación en la vida jurídica privada.4 Con lo
anterior tenemos al interior de la familia dos
tipos de sujetos, los no sometidos a la patria
potestas y los sometidos a ésta. Los titulares
de la patria potestas son conocidos como
sui iuris, esto es sujetos de plenos derechos
y únicamente ellos pueden ser titulares de
un patrimonio, por otro lado los sometidos a
la potestad del pater familias, llamados alieni
iuris, serán sujetos que carecen de plena personalidad
en el ámbito del derecho privado,
y dependen totalmente de las decisiones y la
voluntad del pater familias.
El término sui iuris expresa que el individuo
es su propio dueño (suae potestastatis.),5
mientras que el alieni iuris es el que depende
de un dueño, por ello (alieno iuri subiecti)
podemos considerar en este grupo a los filli,
filiae familias, los que fueron sujetos de una
adopción, de una adrogación, los esclavos e
inclusive la uxor in manu.
Por lo tanto, el pater familias es el varón
sui iuris cualquiera que sea su edad y este
vocablo connota que puede ser titular de un
patrimonio y que tiene o puede tener a otras
personas bajo su potestad. En su domus o
casa, era dueño absoluto de sus actos, era el
soberano que impartía justicia a los suyos y
el sacerdote que ofrecía los sacrificios a sus
antepasados.
Respecto a. la mujer, como miembro de
la familia, encontramos que la condición de
ésta es siempre estar sometida a la potestad
familiar, sea del pater familias, o sea del
4 Gayo, 1, 48.
5 D. 1, 6, 4
marido si es uxor in manu; es decir, cuando la
mujer se casa con adquisición de la potestad
marital (convetio in manum), se le denomina
mater familias6 y ocupa en la familia, como
agnada, una posición análoga a la de sus hijos
(filii familias), si se casa sin dicho convenio
permanecerá bajo la potestad de su pater
familia original.
Una vez que hemos tratado algunos
aspectos de la familia romana y este poder
irrestricto del pater familias llamado patria
potestas, hablaremos del matrimonio romano.
Se llamaba iustae nuptiae o iustum matrimonium,
y era una unión conyugal monogámica
llevada a cabo de conformidad con las
reglas del derecho civil romano.
Dos son las interpretaciones que se han
expuesto sobre la configuración jurídica del
matrimonio como lo explican Arias Ramos,
J. A. y Arias Bonet J. A, quienes mencionan
que “Para unos en la concepción romana, el
matrimonio no es un acto jurídico en el que
emitan los contrayentes, con arreglo a determinadas
formalidades legales la manifestación
de su voluntad. El matrimonio romano
es una mera situación de convivencia de dos
personas de distinto sexo, situación cuyo comienzo
no está marcado por la exigencia de
formalidad alguna de orden jurídico, manteniéndose
por la attectio maritalis, o la intención
continua de vivir como marido y mujer.
El matrimonio romano, como la posesión, es
res facti, no res iuris… Para otros, ya los juristas
clásicos consideraron el consensus de los
contrayentes como único elemento esencial
en orden a la existencia del matrimonio, el
6 Inst. 5, 10, 63.
cual viene así a parecerse a un contrato de
sociedad, surgiendo y persistiendo por mera
voluntad de los cónyuges…”7
En el derecho romano, el matrimonio
no estaba revestido del carácter formal que
distingue a esa institución en nuestros días.
Como observamos, el matrimonio era una
situación de convivencia, más que de derecho
de hecho, manifestación real que permitía
la prueba de la existencia del mismo. “La
affectio maritalis” no es únicamente la manifestación
de consentimiento inicial emitida
en una sola vez: es más bien un estado de
voluntad cotidiano. Así lo confirman dos conocidos
aforismos: nuptias non concubitus, sed
consensus facit (el matrimonio no nace de la
cohabitación sino del consentimiento)8 y el
otro que menciona non coitus matrimonium
facit, sed maritalis affectio (no es la unión carnal
la que determina el matrimonio, sino la
afección matrimonial).9 De ahí que el divorcio
aparezca tan natural para los romanos;
ya que el matrimonio sostenido únicamente
por la affectio maritalis, se acaba si la affectio
cesa.10 En la actualidad esta cesación de la
affectio maritalis se manifestaría a través del
divorcio solicitado por ambos cónyuges, tal
como lo contempla el art. 266 del Código Civil
vigente para el Distrito Federal.
7 ARIAS Ramos, J.A. y ARIAS Bonet, J.A .“Derecho Romano”
tomo II. Ed. Revista de Derecho Privado, Madrid, 1981,
pág. 752.
8 D. 50, 17, 30.
9 D. 24, 1, 32, 13.
84 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
10 Op. cit.
Bajo este contexto de ideas, en Roma,
no es necesaria, una convivencia efectiva de
los cónyuges para que el matrimonio tenga
validez, tal como sucede en la actualidad, recuérdese
que algunos códigos de los estados
de la República Mexicana, contemplan como
una causal de divorcio la separación de los
esposos por más de 2 años. Por el contrario
en aquella época, el matrimonio existe aunque
los cónyuges no habiten en la misma
casa, siempre y cuando uno y otro se guarden
la consideración y respeto debidos, lo
que se conoció como honor matrimoni; es decir,
conducirse como marido y mujer aunque
no estén físicamente presente, debido a este
consentimiento continuo y duradero.
De las fuentes del derecho romano, podemos
citar dos definiciones de matrimonio,
la primera es de Modestino según el cual, el
matrimonio es la unión de hombre y mujer
en consorcio de toda la vida y comunicación
de derecho divino y humano (nuptiae sunt
coiunctio maris et feminae et consortium omnis
vitae, divini et humnai iuris)11 y la segunda se
encuentra en las Instituciones de Justiniano,
quien dice que el matrimonio es la unión de
hombre y mujer con la intención de formar
una comunidad de vida indisoluble (matrimoniun
est viri et mulieris coniunctio individuam
consuetudinem vitae continens).12
En la actualidad el concepto de matrimonio
lo encontramos en el artículo 146 del
Código Civil vigente para el Distrito Federal,
que menciona “Matrimonio es la unión li-
11 D. 23, 2 1.
12 Inst. 1, 9, 1.
85

e de dos personas para realizar la comunidad
de vida, en donde ambos se procuran
respeto, igualdad y ayuda mutua. Debe celebrarse
ante el Juez del Registro Civil y con
las formalidades que estipule el presente
código”.13 Como podemos notar en esta definición
están contenidos varios elementos
fundamentales, tales como: la libertad en la
unión de dos personas; el fin para el cual se
unen, que es la vida en común; el trato de
respeto, igualdad y ayuda mutua que deben
observar entre si los contrayentes y por último
la formalidad.
Es así que vamos a comparar los elementos
que nos proporciona la definición de
matrimonio actual con la que ya mencionamos
del matrimonio romano, comenzando
por el primer elemento.
El primer elemento se refiere al consentimiento
de los contrayentes al celebrar este
acto jurídico, en la actualidad dicho consentimiento
debe ser libre, es decir, sin amenaza
o violencia alguna y en el derecho romano,
encontramos que este elemento igualmente
se contempla en la figura de la affectio maritalis,
al nacer el matrimonio de la manifestación
del consentimiento de los futuros cónyuges.
El segundo elemento que encontramos,
es el que se refiere a la finalidad para la cual
es celebrado el matrimonio, del que podemos
mencionar que para los romanos dicha finalidad
era la vida en común, como lo es en la actualidad;
sin embargo, contemplaba un punto
de suma importancia a saber, la procreación
13 Código Civil para el Distrito Federal. Ed. ISEF. México,
2012.
de los hijos. Tal cosa sucede con la legislación
matrimonial de Augusto y su desarrollo posterior.
El emperador Augusto por medio de la
ley Iulia et Papia Poppaea del año 9 d.C. —se
trata realmente de la fusión de dos leyes, la
Lex Iulia de maritandis ordinibus y la lex Papia
Poppaea nuptialis, cuya unión, por reproducir
la segunda la mayoría de las disposiciones de
la anterior, fue tan perfecta que pasaron a ser
designadas en forma conjunta como una sola
ley—, cuyo propósito legislativo era el fortalecimiento
de la familia romana, ya que concedía
recompensas y privilegios a quienes se
casasen y tuviesen una familia numerosa y
castigaba en cambio a los célibes —caelibes—
y a los que estando casados no tenían hijos —
orbi—. En la época moderna este punto estaba
contenido en el artículo 146 ya citado, antes
de las recientes reformas del año pasado, claro
sin castigar a nadie por no tener hijos, en
donde se mencionaba “… con la posibilidad
de procrear hijos de manera libre, responsable
e informada.”14
Otro punto vital para los romanos era
que este matrimonio al construir la familia
continuaría con una especie de religio que el
pater familia observaba escrupulosamente,
pues contiene la voluntad sabia y santa de
los maiores, transmitida de generación en
generación, esto crea el cuerpo espiritual de
la familia, comunión de los presentes y de
los ausentes y vincula por la herencia a lo
eterno. En la actualidad esta cuestión no se
contempla.
Es también digno de mencionarse el
trato de respeto, igualdad y ayuda mutua
14 Ídem.
que deben observar entre si los contrayentes
que en el derecho actual se menciona y que
los coloca en una relación de igual a igual en
el matrimonio; en contraposición con tal situación
tenemos que en el matrimonio romano,
la mujer como ya se menciono quedaba
bajo la potestad de su pater familia si
se casaba sin la manus o bien bajo la potestad
de su marido si se casaba con la manus.
El último elemento lo integra la formalidad
del acto jurídico del matrimonio. A diferencia
del matrimonio moderno, el romano
como ya se mencionó, no estaba sujeto a
formalidades de ninguna especie, por el contrario
en la actualidad la celebración de este
acto debe ser ante la autoridad competente,
llamada Juez del Registro Civil y va aparejado
de la redacción y firma de diversos documentos.
Este elemento es fundamental
para la constitución del matrimonio, lo que
se contempla en el contenido del artículo
147 del precitado ordenamiento legal el cual
dice: “Serán nulos los pactos que hagan los
contrayentes, en contravención al artículo
anterior”,15 por lo que debemos entender
que si los contrayentes no observan la formalidad
indicada por la ley, simplemente el
matrimonio será nulo y seguramente se convertirá
en concubinato.
Otra institución relevante ligada directamente
al Matrimonio, es la convetio in
manum, esta es una institución que proviene
de la etapa más arcaica de Roma y que
muy probablemente haya caído en desuso
durante la época clásica, ya que no aparece
ninguna mención de la misma en el Digesto.
86 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
15 Ibídem.
Conocemos de ella gracias a las noticias que
Gayo nos proporciona en sus Instituciones 1,
108. La conventio in manum es el acto por el
cual ingresa la mujer en la familia del marido,
rompiendo todo lazo con su familia originaria,
es decir, era el vehículo mediante el
cual se conseguía introducir a la mujer en un
grupo agnaticio diferente del suyo, poniéndola
así bajo la autoridad del jefe de ese grupo
llamado pater familia lo que podía situarla
como filiae loco, es decir, como hija, de este
nuevo pater, consecuentemente la convertía
en alieni iuris si ésta era sui iuris. Si ella era
alieni iuris su condición no cambiaba pues,
antes se encontraba sometida a la patria potesta
de su propio padre y después lo estaría
a la del esposo.
Esta patria potesta o autoridad que respecto
a la uxor o mujer casada ejerce el marido,
no era irrestricta como la que ejercía
sobre sus hijos, ya que no tenía sobre ella el
derecho de vida o muerte, ni el de venderla o
abandonarla, aunque podía castigarla.
Es importante destacar que la conventio
in manum es una institución independiente
del matrimonio tal como atinadamente señala
el maestro Robleda Olis16 quien nos explica
que debe entenderse como una forma
o manera de hacer nacer la potestad sobre la
mujer dentro de la familia romana, no como
un tipo de matrimonio, ya que éste podía o
no, celebrarse con dicho convenio.
Para que existiera la conventio in manum,
debían existir alguno de los siguientes actos:
16 ROBLEDA Olis, S.J., “El matrimonio en Derecho Romano,
Esencia, requisitos de validez, efectos, disolubilidad.”,
Universidad Gregoriana. Editrice, Roma, 1970.
87

1.- La confarreatio, según nos informa
Gayo,17 era una ceremonia religiosa
realizada en el templo de Júpiter Ferreus,
en la que los contrayentes realizaban
determinados ritos, entre los
cuales ofrecían un pan de trigo (panis
farreus), de donde proviene el nombre
de la institución. Estaba reservada a
los patricios y se requería la presencia
de diez testigos y el sacerdote de Júpiter
llamado Flamen Dialis o del Pontífice
Máximo quienes mencionaban
palabras solemnes. Esta ceremonia se
emplea ya muy poco en la época de Cicerón
y es el emperador Tiberio quien
abolió sus efectos civiles.
2.- La coemptio era una compra simbólica
o ficticia de la novia, que se hacía en
presencia de testigos y siguiendo el rito
de la mancipatio o venta solemne.18
3.- El usus constituida por la simple
convivencia ininterrumpida de un año
entre el hombre y la mujer, lo que de
alguna manera lo asemeja a la usucapión.
La Ley de las XII Tablas dispuso,
que si la mujer no quería quedar sujeta
a la potestad del marido, podía ausentarse
tres noches cada año, para interrumpir
el usus, esto es la usucapio trinoctii.19
17 Gayo, 1, 112.
18 Gayo, 1, 113.
19 Gayo, 1, 111.
Esta conventio in manum, cobra relevancia
en nuestro contexto jurídico pues constituye
por llamarle de alguna manera uno
de los regímenes patrimoniales de la época,
pues si el matrimonio se celebraba bajo este
convenio, los bienes de la mujer eran absorbidos
por su marido, la mujer por tanto, estaba
incapacitada para ser titular del derecho
de propiedad, así todo lo que adquiría a través
de cualquier título pasaba a manos de su
esposo.
El otro régimen que se constituye es
el de separación de los bienes y esto desde
luego tiene que ver directamente con que
el matrimonio se haya celebrado sin el conventio
in manum, es decir —libre— la sine
manum conventionem uxor, hace que la mujer
conserve los bienes llevados al matrimonio
y los que adquiera durante él, ya sea provenientes
de una herencia, legado, donación
o producto de su trabajo, siempre y cuando
sea sui iuris. Estos bienes pueden ser administrados
por el marido o por la propia mujer
(a través de un tutor), pues ella dispone libremente
de ellos.
En el derecho actual se contempla en
términos del artículo 172 del Código Civil vigente
para el Distrito Federal, que: “los cónyuges
mayores de edad tienen capacidad
para administrar, contratar o disponer de
sus bienes propios y ejercitar las acciones u
oponer las excepciones que a ellos corresponden,
sin que para tal objeto necesite uno
de los cónyuges el consentimiento del otro,
salvo en lo relativo a los actos de administración
y de dominio de los bienes comunes.”20
20 Op. Cit. Pág. 3.
Podemos colegir que la mujer en la actualidad
no necesita de tutor alguno y puede
disponer plenamente de sus bienes cuando
está casada bajo el régimen de separación de
bienes que sería el equivalente a haberse casado
sin la conventio in manum.
Una vez que hemos hablado de dos de
los regímenes patrimoniales en roma, y que
hemos comparado el matrimonio sin la conventio
in manum y nuestro régimen de separación
de bienes actual, daremos paso a mencionar
las formas por las que se extingue esta
figura. Era válido disolver la manus mediante
la celebración de actos como la diffarreatio,
que consistía en una ceremonia religiosa
igual a la confarreatio, pero de efecto contrario;
también por la venta fingida de la mujer
a un tercero o la persona bajo cuya potestad
se encontraba con anterioridad al matrimonio,
la cual disolvía directamente la coemptio,
pero además de estas formas, sabemos que
la manus con el tiempo cayó en desuso, ya
que la Ley de las XII Tablas, al reglamentar la
interrupción del usus, y contemplar la posibilidad
del matrimonio —libre— provoca la
opción de celebrar el matrimonio sin la conventio
in manum, prevaleciendo ésta a desde
la época de República.
Continuando con nuestro desarrollo
compararemos los requisitos necesarios
para celebrar el matrimonio en Roma y los
actuales, comenzando por Roma:
Hay matrimonio válido, iustae o legitimae
nuptiae, cuando:
1.- Existe capacidad natural. No pueden
contraer matrimonio los impúberos,
es decir, los varones y las mujeres
cuya edad, respectivamente es inferior
a los catorce años para ellos y los doce
para ellas. Tampoco los eunucos, pueden
hacerlo según el derecho justinianeo.21
Relativo a este punto, podemos mencionar
que los contrayentes no deben
tener parentesco entre ellos, ni civil ni
de sangre.22 La contravención de esta
norma traía como consecuencia el sufrimiento
de sanciones por incestum,
que alcanza hasta el tercer grado para
el matrimonio entre congnados y hasta
el sexto grado entre adfines.23
2.- Hay capacidad jurídica —conubium—
esto de acuerdo al maestro Juan
Iglesias, se refiere a que el contrayente
debía ser libre y ciudadano, lo que implicaba
tener el status libertatis y el status
civitatis.
No es matrimonio, sino contubernium,
la unión de esclavos. De modo análogo
está excluido el matrimonio entre
libres y esclavos. Igualmente el Derecho
romano no considera matrimonio
al celebrado entre persona extranjera
y un ciudadano romano, salvo que medie
una especial concesión. A semejantes
uniones se les llamaba matrimonia
iniusta.24
21 D. 23, 3, 39, 1.
22 Gai. 1, 59-61.
23 GIMENEZ-CANDELA, Teresa. “Derecho Privado Romano”.
Ed. Tirant lo Blanch. Valencia. 1999.
24 IGLESIAS, Juan. “Derecho Romano”. Ed. Ariel, S.A. Bar-
88 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
89

3.- Existe el consentimiento de los esposos
y se manifiesta de modo continuo
y sin formalidad alguna como
lo hemos dicho antes, por lo tanto no
pueden contraer matrimonio el loco —
furiosi— ni tampoco se valida el contraído
con violencia.
4.- Se da el consentimiento del pater familia,
si los contrayentes no son sui iuris.
La jurisprudencia llegó a decidir que
el pater da siempre su consentimiento,
cuando no muestra evidentemente su
desacuerdo.
En el caso de que el pater familia fuera
prisionero de guerra o estuviera ausente,
podía contraerse matrimonio, a pesar de que
faltara el consentimiento. El derecho justinianeo
exigió para ello que hubiesen transcurrido
tres años.
La lex lulia de maritandis ordinibus, dispuso
que si el pater familia se negase a dar el
consentimiento, sin motivo justificado, podía
hacerlo el magistrado.
Para el caso de las mujeres sui iuris, se
señalaba como necesario el consentimiento
del tutor, cuando desaparece esta figura —
tutela mulierum— se exige para las mujeres
menores de veinticinco años, incluso si son
viudas, el consentimiento del padre, y a falta
de éste, de la madre y de sus parientes, o
bien de la autoridad judicial.
Actualmente los requisitos para contraer
matrimonio se encuentran en el Capí–
celona 1999.
tulo II Titulo Quinto Del Matrimonio, del Código
Civil Vigente para el Distrito Federal.
El relativo a la capacidad natural y al
consentimiento tanto de los contrayentes
como del pater familia, necesarios en Roma
para celebrar el matrimonio, los encontramos
en el artículo 148 del citado precepto legal
citado, que nos dice:
“Para contraer matrimonio es necesario
que ambos contrayentes sean mayores
de edad.
Los menores de edad podrán contraer
matrimonio, siempre que ambos hayan
cumplido dieciséis años. Para tal efecto, se
requerirá del consentimiento del padre o la
madre o en su defecto el tutor; y a falta o por
negativa o imposibilidad de éstos, el Juez de
lo Familiar suplirá dicho consentimiento, el
cual deberá ser otorgado atendiendo a las
circunstancias especiales del caso.
En caso de que la contrayente se encuentre
en estado de gravidez, y así lo acredite
a través del certificado médico respectivo
el Juez del Registro Civil, a petición del
padre o la madre podrá dispensar el requisito
a que se refiere el párrafo anterior, pero
en ningún caso podrá ser otorgada dicha dispensa
a menores de 14 años ”.25
Como podemos observar, es requisito
indispensable para celebrar el matrimonio
la manifestación del consentimiento de los
contrayentes, del padre, la madre o el tutor si
son menores de edad, así como también si se
es menor de 14 años aun encontrándose la
mujer embarazada. De lo que podemos con–
25 Op. Cit. Pág. 3
cluir que el consentimiento es un elemento
esencial del matrimonio.
En cuanto a la capacidad legal, esta se
limita para los menores de 18 años y puede
subsanarse con la manifestación del consentimiento
de los contrayentes y de su padre,
madre o tutor. Por lo que toca a los mayores
de 18 años, pueden celebrar matrimonio libremente.
El requisito del ius conubium en la actualidad
es inexistente.
Otro punto a tratar será el de comparar
los impedimentos para contraer iustae nuptiae
en Roma y en la actualidad.
90 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
26 Ídem.
Son impedimentos:
1.- En Roma: El matrimonio precedente
todavía no disuelto, en cuanto que
la ley no autoriza la coexistencia de un
doble vínculo.
El Código Civil vigente para el Distrito
Federal en su artículo 156 fracción
XI menciona: “El matrimonio subsistente
con persona distinta de aquella
con quien se pretenda contraer;”26 y
por su cuenta el artículo 248 contempla
si bien no como impedimento pero
si como causa de nulidad lo siguiente:
“El vínculo de un matrimonio anterior,
existente al tiempo de contraer el segundo,
anula éste, aunque se contraída
de buena fe, creyéndose fundadamen–
27 Ibídem.
28 Ibídem.
te que el consorte anterior había muerto…”27
Como podemos observar no es posible
la validez del nuevo matrimonio si no
ha quedado extinto de todo derecho el
matrimonio anterior.
2.- En Roma la esclavitud de uno de
los cónyuges, el voto de castidad, la
diferencia de rango social. En la época
imperial se prohibió a los militares
contraer nupcias, con el objeto de mantener
la disciplina en el ejército. El vínculo
por parentesco espiritual, es decir,
según las normas justinianeas, estaba
prohibido el matrimonio entre el ahijado
y padrino.
Estos supuestos no se actualizan en el
Código Civil en comento.
3.- La afinidad. En la época clásica romana
no se permite el matrimonio entre
padrastro e hijastra, madrasta e hijastro,
suegro y nuera, suegra y yerno y
se extiende a los cuñados.
Este impedimento lo considera la fracción
IV del artículo 156 del Código Civil
vigente para el Distrito Federal al mencionar:
“El parentesco de afinidad en línea
recta, sin limitación alguna.”28
4.- El adulterio y el rapto, en Roma, por
una disposición de la lex Iulia de adul-
91

29 Ibídem.
30 Ibídem.
teriis, que confirma la lex Iulia et Papia,
está prohibido el matrimonio entre la
adultera y su cómplice y aquel entre
raptor y raptada.
Referente al adulterio la fracción V del
artículo precitado dice: “El adulterio habido
entre las personas que pretendan
contraer matrimonio, cuando ese adulterio
haya sido judicialmente comprobado”.
Del rapto no se menciona nada.
5.- El parentesco de adopción, en Roma
era otro impedimento, que cesaba
cuando se ha disuelto por emancipación
este vínculo.
En la actualidad, este impedimento lo
encontramos contenido en la fracción
XII del ya citado artículo que cita: “XII.-
El parentesco civil extendido hasta los
descendientes del adoptado, en los términos
señalados por el artículo 410-D.”29
Igualmente menciona el artículo 157
del ordenamiento referido, que: “Bajo
el régimen de adopción, el adoptante
no puede contraer matrimonio con el
adoptado o sus descendientes”.30
6.- En Roma, el parentesco de sangre o
cognación. En línea recta, está prohibido
el matrimonio entre ascendientes y
descendientes hasta el infinito, en lí-
31 Ibídem.
nea colateral, hasta el tercer grado.
En nuestro Código Civil vigente, el artículo
156 en su fracción III establece
que: “El parentesco de consanguinidad,
sin limitación de grado en línea recta
ascendiente o descendiente. En la línea
colateral igual, el impedimento se
extiende hasta los hermanos y medios
hermanos. En la colateral desigual, el
impedimento se extiende solamente a
los tíos y sobrinos, siempre que estén
en tercer grado y no hayan obtenido
dispensa.
Son dispensables los impedimentos a
que se refieren las fracciones III,.
En el caso de la fracción III sólo es dispensable
el parentesco de consanguinidad
en línea colateral desigual.”31
Podemos ver que el impedimento permanece,
sin embargo tiene una dispensa.
7.- En Roma, las relaciones de tutela o
curatela hasta la rendición de cuentas.
En la actualidad el artículo 152 del Código
Civil precitado, dispone : “El tutor
no puede contraer matrimonio con la
persona que ha estado o está bajo su
guarda, a no ser que obtenga dispensa,
la que no se le concederá por el presidente
municipal respectivo, sino cuando
hayan sido aprobadas las cuentas de
la tutela. Esta prohibición comprende
también al curador y a los descendientes
de éste y del tutor”32
8.- El Extempus luctus. En Roma se da
en el Derecho clásico, la mujer no puede
contraer nupcias antes de los diez
meses de la disolución del precedente
matrimonio por muerte del marido. En
la época posclásica tal período se extiende
a un año, teniéndose también
en cuenta la disolución por divorcio. Tal
norma tiene por fin evitar dudas acerca
de la paternidad del concebido en el
primer matrimonio.
Este impedimento no se contempla
como tal en el Código Civil actual.
Para concluir esta ponencia, nos faltaría
mencionar como se termina el matrimonio,
además de disolverse por muerte o por
capitis deminutio máxima o media,33 existían
los siguientes:
92 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
32 Ibídem.
1.-Por mutuo consentimiento. Justiniano
prohíbe el divorcio por mutuo consentimiento
sin causa justa.34
2.- Por culpa de un cónyuge.
3.- Por voluntad de una de las partes,
conocida como Repudium. En la época
de República el repudio debía hacerse
ante siete testigos (testatio). Augusto en
33 D. 24, 2, 1.
34 Nov. 134, 11.
su afán de fomentar la natalidad suprime
toda formalidad para repudiar, Justiniano
requiere el libellus repudii para
darle validez al repudio y prohíbe el repudio
sine causa.
Nuestro Código Civil vigente en los artículos
266 y 267 relativos al Divorcio menciona
lo siguiente:
Artículo 266: “El divorcio disuelve el
vinculo del matrimonio y deja a los cónyuges
en aptitud de contraer otro. Podrá solicitarse
por uno o ambos cónyuges cuando
cualquiera de ellos lo reclame ante la autoridad
judicial manifestando su voluntad de
no querer continuar con el matrimonio, sin
que se requiera señalar la causa por la cual
se solicita, siempre que haya transcurrido
cuando menos un año desde la celebración
del mismo.
Sólo se decretará cuando se cumplan
los requisitos exigidos por el siguiente artículo.”
Artículo 267: “El cónyuge que unilateralmente
desee promover el juicio de divorcio
deberá acompañar a su solicitud la
propuesta de convenio para regular las consecuencias
inherentes a la disolución del
vinculo matrimonial, debiendo contener los
siguientes requisitos:
I. La designación de la persona que
tendrá la guarda y custodia de los hijos
menores o incapaces.
II. Las modalidades bajo las cuales el
progenitor, que no tenga la guarda y
custodia, ejercerá el derecho de visitas,
respetando los horarios de comidas,
descanso y estudio de los hijos;
93

III. El modo de atender las necesidades
de los hijos y, en su caso, del cónyuge
a quien deba darse alimentos, especificando
la forma, lugar y fecha de pago
de la obligación alimentaria, así como
la garantía para asegurar su debido
cumplimiento.
IV. Designación del cónyuge al que corresponderá
el uso del domicilio conyugal,
en su caso, y del menaje;
V. La manera de administrar los bienes
de la sociedad conyugal durante el procedimiento
y hasta que se liquide, así
como la forma de liquidarla, exhibiendo
para ese efecto, en su caso, las capitulaciones
matrimoniales, el inventario,
avalúo y el proyecto de partición;
VI. En el caso de que los cónyuges hayan
celebrado el matrimonio bajo el
régimen de separación de bienes deberá
señalarse la compensación, que
no podrá ser superior al 50% del valor
de los bienes que hubieren adquirido,
a que tendrá derecho el cónyuge que,
durante el matrimonio, se haya dedicado
al desempeño del trabajo del hogar
y, en su caso, al cuidado de los hijos o
que no haya adquirido bienes propios
o habiéndolos adquirido, sean notoriamente
menores a los de la contraparte.
El Juez de los familiar resolverá atendiendo
las circunstancias especiales de
cada caso.”35
35 Op. Cit. Pág. 3.
94 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS
Por lo tanto podemos concluir que si
bien el derecho actual no pide una causa justa
para solicitar el divorcio, exige una serie
de requisitos que deberán cumplirse para
que este se materialice lo cual en Roma no
existió, puesto que sus intereses eran distintos,
en aquella época iban más encaminados
hacia la procreación y en la actualidad se
pretende cuidar los intereses de los miembros
de la familia, mayormente a los hijos
menores de edad.
BIBLIOGRAFIA:
ARIAS Ramos, J.A. y ARIAS Bonet, J.A.
“Derecho Romano” tomo II. Ed. Revista de
Derecho Privado, Madrid, 1981, pág. 752.
BIALOSTOSKY, Sara. “Panorama del Derecho
Romano” .Ed. Porrúa. México. 2000.
Código Civil para el Distrito Federal. Ed.
ISEF. México, 2012
GIMENEZ-CANDELA, Teresa. “Derecho
Privado Romano”. Ed. Tirant lo Blanch. Valencia.
1999.
IGLESIAS, Juan. “Derecho Romano”. Ed.
Ariel, S.A. Barcelona 1999.
ROBLEDA Olis, S.J., “El matrimonio en
Derecho Romano, Esencia, requisitos de validez,
efectos, disolubilidad.”, Universidad
Gregoriana. Editrice, Roma, 1970.
Lic. Ma. Fernanda González Gallardo
unam. México, D.F.
Presencia
del Corpus Iuris Civilis
en la universidad novohispana

Buenas tardes, agradezco a la Lic. Julieta Peña
Méndez la invitación a participar en esta semana de
Derecho Romano. Gracias también a ustedes por su
asistencia.
En esta ponencia hablaré sobre la presencia que
tuvo el Corpus Iuris Civilis de Justiniano en las tesis de
licenciados y doctorados de la Real Universidad de
México, haciendo un breve recorrido por la historia,
desde que el emperador mandara redactar el Corpus,
hasta la época novohispana, en la que para graduarse
de la escuela de Leyes se disertaba sobre un pasaje de
ese mismo corpus.
A pesar de que en el s. V se dio la decadencia del
Imperio Romano, en el Imperio de Oriente se conservó
la tradición del antiguo Derecho por los profesores
Teófilo y Doroteo a quienes reunió Justiniano, emperador
de Oriente (527-565), para que hicieran una legislación
común, que fue llamada en época renacentista
Corpus Iuris Civilis (Cuerpo del Derecho Civil). Éste se
dividió en cuatro partes:
a) Instituciones (Institutiones)
b) Digesto (Digesta o Pandectae)
c) Código (Codex)
d) Novelas (Novellae)
El Codex o compilación de leges, comprende 12 libros,
que se dividen en títulos, cada uno de los cuales
contiene determinado número de constituciones imperiales1
ordenadas cronológicamente. Está integrado
por constituciones que van desde el emperador Adriano
(76 - 138) hasta Justiniano. Las materias del Codex
1 Constituciones imperiales: normas jurídicas emanadas de los emperadores.
están distribuidas del siguiente
modo: libro I: Derecho eclesiástico,
fuentes del Derecho y funcionarios
públicos; libros II-VIII: Derecho privado;
libro IX: Derecho penal; libros
X-XII: Derecho administrativo.
Con el estudio del Digesto, inició
en la Europa medieval, particularmente
en la escuela de Bolonia
(S. XI), el estudio de la legislación
justinianea. La legislación de Justiniano
tuvo presencia primero en
las legislaciones para los grupos
godo, borgoñón y franco, con los
que los romanos convivían, después,
gracias a los glosadores y los
comentaristas de la Edad Media,
así como a la enseñanza del derecho
en las universidades medievales,
y posteriormente, a causa del
descubrimiento de América, a la
cual llegó junto con la cultura que
España trajo al Nuevo Mundo.
La recepción del Corpus Iuris
Civilis se dio principalmente mediante
la vía académica. La Real
y Pontificia Universidad de México
(antecedente de la Universidad
Nacional Autónoma de México) fue
inaugurada el 25 de enero de 1553
en la Ciudad de México. La cátedra
de Leyes fue una de las “siete columnas”
con las que iniciaron los
cursos de la Universidad.
En la Real y Pontificia Universidad
de México se estudiaba Derecho
civil a partir del propio Corpus
Iuris Civilis de Justiniano y se estudiaba
el Derecho canónico a partir
del Corpus Iuris Canonici.
Desde los estatutos del Dr. Pedro Farfán, del año
1580, aparece en el programa de estudios para la escuela
de Leyes la cátedra de Código.
Para graduarse, los estudiantes de Leyes debían
disertar y hacer tesis sobre un pasaje del Corpus Iuris
Civilis que les era asignado.
Muchas de estas tesis se encuentran en el Archivo
General de la Nación de nuestro país. En términos
generales, presentan las siguientes características:
a) Aluden siempre a un pasaje del Corpus Iuris
Civilis.
b) La mayoría presenta conclusiones deducidas
de la repetitio (examen) de dicho pasaje.
c) Todas están redactadas en lengua latina.
d) Hay frecuentes alusiones a personajes y conceptos
de la cultura clásica.
e) Por lo general hacen referencia a personajes o
conceptos de la cultura cristiana.
Al parecer, el tema del Código causaba más interés
para la época, pues la mayoría de las tesis conservadas
se refieren a este libro. Algunos títulos de las
tesis son:
1. Sobre los padres que enajenaron a sus hijos
(De patribus, qui filios suos distraxserunt C. 4. 43) de
Gonzalo Rodríguez de Villafuerte (Gundicaluus
Rodriguez de Villafuerte), de 1600.
2. Sobre los privilegios de la casa augusta o del
asunto privado y de los que tienen excusa de
contribución (De privilegiis domus Augustae vel rei
privatae et quarum collationum excusationem habent
C. 11, 75) de Cristóbal Sánchez de Guevara
(Christophorus Sanchez de Guevara), de 1631.
3. Sobre los pescadores de múrices, los jefes y
administradores del gineceo, así como sobre los
acuñadores y los encargados del transporte de
bagaje (De murilegulis et gynaeciariis et procuratori-
bus gynaecii et de monetariis et
bastagariis C. 11, 5) de Francisco
Hurtado y Arciniega (Francisco
Hurtado y Arciniega), de
1645.
4. Sobre las cosechas anuales
y los tributos (De annonis et tributis
C. 10, 16) de Pedro López
de Covarrubias (Pedro López
de Cobarrubias), de 1652.
5. Sobre espectáculos, escenas
y leones (De spectaculis et
scaenicis et leonibus C. 11, 41)
Rodrigo de Fuentes y Guzmán
(Rodrigo de Fuentes y Guzmán),
de 1653.
6. Sobre los asistentes de diversos
juicios (De advocatis diversorum
iudicorum C. 2, 7) de
Pedro de Barreda (Petrus de
Barreda), de 1674.
7. Sobre los profesores y los
médicos (De professoribus et
medicis C. 10, 53) de Carlos López
Torrijas (Carolo Lopez Torijas),
de 1681.
8. Sobre los estudios liberales
de la ciudad Roma y Constantinopla
(De studiis liberalibus
urbis Romae et Constantinopolitanae
C. 11, 19) de José Adame
y Arriaga (Iosephus Adame et
Arriaga), de 1681.
9. Sobre los atletas (De athletis
C. 10, 54) de Francisco de
96 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
97

Oyanguren (Franciscus de Oyanguren), de 1683.
10. Sobre los jefes de la sagrada alcoba, todos los
sirvientes y sus privilegios (De praepositis sacri cubiculi
et de omnibus cubiculariis et privilegiis eorum
C. 12, 5) de Agustín Franco de Toledo Mendoza
(Agustinus Franco de Toledo Mendoza), de 1689.
11. Sobre aquellos que mataron a los padres o a
los hijos (De his qui parentes vel liberos occiderunt C.
9, 17) de Gerónimo de Soria Velásquez (Hyeronimus
de Soria Velasquez), de 1692.
12. Sobre aquellos que se refugiaron en las estatuas
(De his qui ad statuas confugiunt C. 1, 25) de
Carlos Bermudez (Carolus Bermudez), de 1692.
13. Sobre la dignidad ecuestre (De equestri dignitate
C. 12, 31) de Cristóbal Fernando Pérez de Villareal
y Florencia (Christophorus Ferdinandus Peres
de Villareal et Florencia), de 1694.
14. Sobre los vehículos de los varones respetados
(De honoratorum vehiculis C. 11, 20) de José Martín
Camacho y Morales (Joseph Martin Camacho et
Morales), de 1696.
15. Sobre los actos religiosos y los gastos de los
funerales (De religiosis et sumptibus funerum C. 3,
44) de Antonio Cano y Moctezuma (Antonius A
Cano et Moctezuma), de 1715.
16. Sobre los defensores de las ciudades (De defensoribus
civitatum C. 1, 55) de Gaspar Antonio
Méndez de Cisneros (Gaspar Antonius Mendez
de Cisneros), de 1719.
17. Sobre el testamento del soldado (De testamento
militis C. 6, 21) de Juan José de Araujo y Castro
(Joannes Josephus de Araujo et Castro), de 1720.
18. Sobre la causa falsa añadida
al legado o al fideicomiso
(De falsa causa adiecta legato
vel fideicommiso C. 6, 44) de
José Becerra y Moreno (Josephus
Becerra et Moreno), de
1769.
19. Sobre las adopciones (De
adoptionibus C. 8, 17) de Francsico
Javier Antonio (Franciscus
Xaverius Antonius), de
1773.
Como puede verse, los temas
son muy variados; en realidad lo
sustancial era que los aspirantes al
grado pudieran argumentar y defender
sus posturas ante el sínodo,
ya que era de esperarse que en algún
momento ocuparan cargos de
la administración pública y de la
eclesiástica.
Estas tesis eran físicamente
sólo una hoja carta o doble carta
(según el grado) en la que se incluía
en la parte superior, el escudo
del padrino (algunas veces llamado
“mecenas ínclito”) y una dedicatoria,
o la advocación a un santo o
el escudo de una orden religiosa.
En seguida, el nombre del graduado
y su ocupación, una especie de
curriculum del aspirante. Casi a la
mitad de la hoja, la mención del
pasaje del Corpus Iuris Civilis sobre
el que el aspirante discurriría. Después,
hasta cinco conclusiones,
deducidas de la repetitio del pasaje
(aunque algunos no las presenta-
ban). Por último, el nombre del rector, la fecha y el lugar
del examen, el nombre del impresor y la firma del
presidente del jurado.
A continuación, presento la traducción de la tesis
de Gonzalo Rodríguez de Villafuerte del año 1600.
Para el muy inteligente senador, muy humano
y doctor, Don Santiago del Riego, a la muy floreciente
Real Academia, al rector atentísimo y del mismo modo
a los doctores importantísimos de las ciencias del universo,
y a los maestros. Gonzalo Rodríguez de Villafuerte,
laureado en Filosofía y que habrá de licenciarse
en Derecho civil muy venerable como dignísimo señor.
Estas aprobaciones del Derecho cesáreo, de las
cuales sobresale el fundamento sobre el célebre responso
de los emperadores Diocleciano y Maximiano a
Papiniano en el libro 4 del Código, título 43 “Sobre los
padres que venden a sus hijos”.
Primera afirmación
Siempre que la patria potestad resida en el padre
sobre los hijos, establecida por el Derecho positivo y
natural, confirmada por el (derecho) divino y el humano;
el padre no puede vender a su hijo por algún motivo,
en cuyo caso no tiene efecto y no es útil la ignorancia
alegada de parte del que recibe.
Segunda afirmación
Dado que conforme al conocido axioma, la necesidad
es un arma que se vuelve enorme, que viola los
derechos positivos, a causa de la pobreza extrema y la
carencia paterna, es lícito para los padres enajenar su
propia sangre y vender a sus hijos.
Tercera afirmación
Incluso, si la sentencia común y concorde de los
doctores concede simplemente al padre calificado en
extrema necesidad el privilegio
de vender a los hijos, en razón de
la patria potestad, en cuyo defecto
establece a menudo denegar a
las madres; en consideración entonces
de la piedad del Derecho
natural y de otros asuntos, concedo
esta misma prerrogativa a
las madres, para proteger en el
examen de la problemática.
Cuarta afirmación
Si según el Derecho común
el hijo y el nieto estuvieran bajo
la patria potestad del abuelo y
por mucho que la ley regia lo revoque
vuelva en el privilegio de
vender a los nietos, concedo la
misma potestad a los abuelos
contra las madres, y protegeré en
esta problemática.
Quinta afirmación
No obstante, cuando el hijo
es liberado de la potestad del
padre por el ingreso de religión
o por la dignidad episcopal, entonces
residen en aquél los derechos
de la ciudadanía, unidos
por un vínculo natural y confirmados
por un derecho estable de
reverencia: que el hijo religioso,
el episcopado o el emancipado,
puedan ser vendidos por el padre,
y de manera similar no puedan.
Defiendo en esta problemática.
98 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
99

Serán defendidos, según los divinos auspicios, en
la Real Academia Mexicana, bajo el total presidio del
importantísimo profesor público de leyes, emérito y
muy meritorio decano de Derecho civil, el dignísimo
señor Ilefonso de Alemán, el día 28 del mes de octubre
en la hora disertada establecida del meridiano.
México, en la imprenta de Henrico Martínez.
1600.
Esto es sólo una muestra de la cantidad de documentos
por trabajar, textos que en principio hay que
dar a conocer para que después puedan generar diversas
investigaciones. Es parte de la riqueza de nuestro
país y parte de un legado que sobrevivió al paso del
tiempo y que nos vincula directamente con la cultura
latina. Para este tipo de labor es fundamental la interdisciplina:
el Derecho, la Filología, la Historia e incluso
la Estética. En la medida en que se puedan generar estos
vínculos, el resultado irá siendo más enriquecedor.
Felicito a la Universidad Insurgentes por realizar
este tipo de eventos académicos ya que refuerzan
el estudio de la pervivencia del Derecho Romano en
México y se promueven también los estudios jurídicos
entre los estudiosos de la cultura clásica.
Muchas gracias.
100 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS
El mito
de cupido y psique
en el derecho romano*
* Esta conferencia es una versión modificada de mi
artículo “Contenidos jurídicos en el relato de Cupido y
Psique de Apuleyo”, publicado en la revista Nova Tellus,
Anuario del Centro de Estudios Clásicos, 24-2,
México, unam, 2006.
Dra. Martha Elena Montemayor A.

En Grecia, se le llama Eros, es el dios del
amor. Para Hesíodo es un dios nacido a la par
de la tierra y salido directamente del Caos,
una fuerza fundamental del cosmos. Para
Platón, en El banquete, es una fuerza insatisfecha
e inquieta. En una tradición es hijo de
Hermes y Afrodita, en otra es hijo de Ares y
Afrodita. Se le representa como un niño alado
que se divierte llevando desasosiego a
los corazones tanto de mortales como de inmortales.
En Roma se le conoció con el nombre
de Cupido, es hijo de Venus, la diosa de la belleza,
y de Marte, dios de la guerra. Se le representa
armado con arco, flechas y carcaj.
Apuleyo lo describe además con una antorcha.
La palabra Cupido viene del latín cupidus,
que significa deseoso, apasionado, el
que ama con pasión. Ovidio nos cuenta, en el
mito de Apolo y Dafne, que Cupido tiene dos
tipos de flechas, unas de oro que hacen nacer
el amor; otras de plomo que ahuyentan
al amor. Con una de oro hiere a Apolo y con
otra de plomo, a Dafne.1
El mismo Cupido no se ve libre de sus
propias travesuras y es por eso que él también
cae preso del amor de Psique. La palabra
“psique” es griega y significa alma, aliento
o vida. Los griegos la imaginaban como una
figura alada, un doble del difunto, que generalmente
iba a parar al Hades.
El Mito de Cupido Y Psique se encuentra
en medio de la obra el Asno de oro de
Apuleyo, también conocida como Metamor–
1 Ovidio, Metamorfosis, I, 10, 452 y ss.
fosis; específicamente se encuentra en
el libro IV, 28 al libro VI, 24.
El escritor latino Apuleyo nació en Madaura,
Argelia, pequeña ciudad de la provincia
romana de África, entre los años 125 y
128, o sea vivió en siglo II d. C. La posición
de su familia era desahogada, por lo que estudió
en Cartago que en ese entonces era un
emporio de ciencia y cultura. Cartago se encuentra
muy cerca de la actual Túnez, al norte
de África.
Apuleyo fue un hombre culto, estudió
en Grecia filosofía, inclinándose por la filosofía
platónica. Por su insaciable curiosidad
se inició en los misterios eleusinos, en los de
Isis y en los de Osiris. Fue un excelente orador
y abogado, hasta el grado de defenderse a sí
mismo de una acusación de magia, que quedó
registrada en su otra gran obra Apología.
Apuleyo es el primer escritor que trata
sobre los amores de Cupido, antes de él no
hay tradición alguna sobre este tema. No se
sabe exactamente cuáles fueron las fuentes
en las que se basó, se dice que puede haberse
inspirado en el Fedro de Platón.2 Lo cierto es
que tiene influencia de la novela griega y de
las fábulas milesias,3 por los temas que tra-
2 Según Platón, el alma vive en compañía de la divinidad,
contempla las ideas, y permanece libre de sufrimiento.
El alma que no consigue vivir con la divinidad, se torna
pesada, pierde sus alas y cae, inflamada de amor, loca,
no duerme, corre llena de deseo por todas partes tratando
de encontrar al que posee la belleza.
3 Género literario narrativo giego del siglo II a.C. Breve
narración realista y divertida, de trasfondo erótico, mágico,
aventurero, narrada en primera persona. Su representante
es Arístides de Mileto. Existe una obra llamada
“El asno de Lucio de Patras”, pero no se conserva. Focio
es el único que la menciona y no se ha podido probar su
ta: jóvenes enamorados que sufren una y mil
peripecias. Se encuentran variantes de Cupido
y Psique en Países Célticos, en la India, en
Escandinavia, África, Asia e Indonesia.
La historia comienza así: Erant in quadam
ciuitate rex et regina… que en una traducción
muy literal sería “En una ciudad, había
un rey y una reina”, o mejor dicho, como empiezan
los cuentos infantiles, “había una vez
en una ciudad un rey y una reina”. Ellos tenían
tres hijas, la más pequeña de las cuales
era tan hermosa como la misma Venus.
Ciudadanos y forasteros la veneraban como
si se tratara de la misma Venus, por lo que la
diosa, enfurecida, pide a su hijo venganza y
castigo para la belleza contumaz (pulchritudinem
contumacem).4 La descripción de Cupido:
irreflexivo, menosprecia la moralidad pública,
desbarata los matrimonios, comete los
peores escándalos, es desvergonzado y libertino.
Venus le pide que esa joven sea víctima
del más infamante de los amores.
Psique, por su parte, se siente sola porque
ni rey, ni príncipe ni un hombre del pueblo
siente el deseo de pedir su mano, mientras
que sus hermanas ya se han casado.
Como es costumbre, el padre consulta el oráculo
de Apolo en Mileto, Asia. Le pide un marido
para su hija. El oráculo le dice que coloque
a tu hija sobre la roca de la alta montaña,
ataviada con el ajuar de un tálamo de muerte,
pues se casará con un monstruo salvaje,
que tiene alas y vuela por el aire, que todo lo
destruye, es temido hasta por el mismo Júpi-
influencia en Apuleyo.
4 Apul., Met., IV, 31, 1.
ter y los ríos infernales retroceden. Padre e
hija, a pesar del miedo, consienten en que el
matrimonio se lleve a cabo.
Apuleyo relata: “Así pues, concluidas,
en medio de la mayor aflicción, las ceremonias
del fúnebre himeneo, es llevado en procesión
aquel cadáver viviente, seguido por el
pueblo entero, y Psique, desecha en lágrimas,
va camino no de sus bodas, sino de sus propias
exequias”.5 Ella pide que sea conducida
a la roca señalada por el oráculo y se mezcla
entre la gente de la comitiva, que la acompaña
y que lleva la antorcha nupcial que despide
negro humo, en señal de mal augurio.
De acuerdo con el Derecho Romano, la mujer
podía casarse con un ausente, o por cartas
de él o por un mensajero autorizado. Al contrario
no se podía, es decir, estando ausente
ella, pues la ceremonia consistía en que posteriormente
a la cena que se hacía en casa
de los padres de la novia “un cortejo nupcial
denominado deductio in domum mariti, translaba
a la novia a casa del novio, porque ese
sería el domicilio conyugal, ella va velada
y una antorcha, sostenida por un niño que
personificaba al dios Himeneo, precedía a la
comitiva que entona cantos”.6 En este relato,
Cupido está ausente, el pueblo la conduce
a la roca, que representa la casa. La antorcha
despide humo negro porque creen que el
desconocido marido es un monstruo. Ambos
contrayentes consienten en el matrimonio,
él simbólicamente por medio del oráculo,
ese sería su mensajero; pero hay que tomar
5 Idem, IV, 34, 1.
6 Pomponio 4 Sab., en D. 23, 2, 5.
102 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
103

en cuenta que hay una condición legal que
no se cumpliría. De acuerdo a las leyes, se
podían casar ciudadanos romanos entre sí,
con latinos y con extranjeros, pero no con
esclavos. Psique era libre, después, como veremos
más adelante, es considerada esclava.
Cupido era un dios, podía entenderse que no
son de la misma condición y, además, el matrimonio
se hace en el campo, en contra de
las costumbres romanas, por lo tanto, el matrimonio
no es legítimo.
Continúa el relato, Psique está llorando
sobre la cima de la roca, cuando Céfiro la levanta
en sus brazos suavemente, la conduce
y la deposita sobre un florido césped. Esto
podría interpretarse como el momento en
que el esposo carga en brazos a la novia para
pasar el umbral de su casa y así librarla de
los malos espíritus.
Ella se queda dormida en el césped y al
despertar ve, llena de placer, un bosque, una
fuente y un palacio. El palacio está sostenido
por columnas de oro, paredes recubiertas
de plata y oro, que ofrecen escenas con
fieras y animales. El piso presenta imágenes
con diminutas losetas de piedras preciosas
(mosaicos). Atraída Psique por tal lugar, traspasa
el umbral. Una voz sin cuerpo le dice
que todo es suyo, que descanse, que se bañe
y coma.
Psique se retiró a dormir, y en el lecho
ya estaba su misterioso marido,7 al cual ella
no puede ver. Él la hace su esposa y se retira
antes de rayar el alba. Así, sin ver Psique el
rostro ni el cuerpo de su esposo, trascurrieron
las cosas durante mucho tiempo.
7 Apul., Met., V, 4, 3.
Psique se siente sola y le ruega a su
marido que le permita ver a sus hermanas,
quienes acuden a la roca a gritar para ver si
Psique las oye. Ellas no son felices, están casadas
con hombres extranjeros, uno es calvo
y más viejo que su padre, el otro está encorvado
por la artritis, y la hermana se la pasa
dándole fomentos a sus dedos retorcidos y
endurecidos como piedras. Cupido accede
pero le dice que ellas le causarán una gran
desgracia, le advierte que nunca intente descubrir
la apariencia de su marido, que por
sacrílega curiosidad podría perder sus abrazos,
además le revela que su vientre lleva
dentro de sí un hijo.8 Las hermanas se paran
en la roca y Céfiro las transporta al palacio.
Ellas ven el palacio y sus riquezas. Toman un
baño y comen. Empiezan a sentir envidia y
curiosidad. Preguntan quién es el dueño de
tantas riquezas. Psique inventa que es un joven
que se ocupa de la caza. Psique las llena
de regalos, como su esposo le había indicado.
Céfiro las regresa a la roca. Ellas ocultan
todo a sus padres, y envidiosas se regresan a
sus respectivas casas.
Pasan los meses y Psique vuelve a sentir
necesidad de ver a sus hermanas, pero
Cupido le vuelve a advertir que ellas son
unas pérfidas lobas que le van a aconsejar
que descubra el rostro de su marido, pero él
le advierte que una vez visto no lo volverá
a contemplar más. Ella le promete lealtad,
le dice que ponga sus cabellos perfumados,
caídos en cascada a ambos lados, por esas
delicadas y redondeadas mejillas (notar que
aquí ella lo está describiendo sin conocerlo),
8 Idem, IV, 4, 5.
que no le molestan las tinieblas de la noche,
pues él es su luz. Cupido accede, hechizado
con tales palabras.
En la segunda visita, de nuevo Céfiro las
transporta, se bañan y comen. Le preguntan
de nuevo por su marido y ella ahora les dice
que es un hombre canoso que se dedica a los
negocios, se le olvidó que les había dicho que
era un joven que se ocupaba de la caza, les
vuelve a dar regalos. En la tercera visita asustan
a Psique, al decirle que su marido es una
horrible serpiente que cuando dé a luz se la
devorará. Le aconsejan que esconda una navaja
filosa, que ponga debajo una lámpara
llena de aceite cubierta con una olla. Cuando
él duerma le dicen que alca su brazo con la
lámpara y que con la mano derecha le corte
la cabeza. Ellas cometen un acto de impiedad,
pues ya se han dado cuenta que se trata
de un Dios, el cual es inmortal.
Cuál será su sorpresa de Psique que
cuando alumbra la habitación con la luz de
la lámpara, en vez de una horrible serpiente
lo que ve es a la más delicada y la más dulce
de todas las fieras, “la luz de la lámpara se
aviva regocijada y la navaja se arrepiente de
su sacrílego filo… Psique ve la rubia cabellera…
impregnada de ambrosía; ve su cabello
en bucles graciosamente enmarañados cayéndole
en cascada sobre su cuello… ve su
cuello blanco, sus mejillas púrpura, su rostro
sin bello, En la espalda del dios volador, las
plumas resplandecen de blancura, se estremecen
y juguetean jovialmente…”.9 Psique,
insaciable, lo contempla con admiración, y
curiosa extrae del carcaj una flecha, con la
9 Idem, V, 22, 2-6.
cual, sin darse cuenta se hiere el dedo, y así,
por sí misma, cae enamorada del Amor. En
tal contemplación, ella deja caer de la lámpara
una gota de aceite hirviendo sobre el
hombro del dios.
Cupido, viéndose mancillado, sale volando
sin decir palabra, ella se agarra de su
pierna derecha y vuela colgada de él, hasta
que, agotada, se deja caer. Psique se quedó
contemplando el vuelo de su esposo, afligiendo
su corazón con extremas lamentaciones.
Psique abandona el palacio y va errando
por el mundo. Llega al pueblo donde vive
una de sus hermanas, a quien le miente diciéndole:
“…en cuanto pude contemplar su
rostro a la luz de la lámpara, lo que vieron
mis ojos fue un maravilloso y divino espectáculo;
el hijo de la diosa Venus… por un
accidente, la lámpara dejó caer una gota de
aceite hirviendo sobre su hombro, despertándose
bruscamente, me dijo: ‘Tú ciertamente
por este crimen (facinus) tan horrendo
aléjate (divorte) inmediatamente de mi lecho
y ten tus cosas (tibi res tuas habeto). Es con
tu hermana con la que me casaré por confarreatio
(confarreatis nuptis coniugabo).10
Aquí hay tres asuntos jurídicos. Primero:
la palabra divorte de la que se deriva
“divorcio”; segundo: la expresión tibi res tuas
habeto (ten tus cosas o toma tus cosas),11
10 Idem, V, 26, 7.
11 Estas mismas palabras se encuentran en la Ley de las
XII Tablas (4, 5), de acuerdo con Cicerón en Filípicas II, 69:
“le mandó que recogiera sus cosas, le hizo devolver, de
acuerdo con las doce tablas, las llaves y la echó de casa.”
También se encuentra en Plauto, Amphytrio, 928: “adiós,
104 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
105

que son las mismas palabras que cita Gayo
en Digesto 24, 2, 1 cuando se refiere al repudium,
una de las formas de disolución
del matrimonio, que se hacía por voluntad
de cualquiera de los dos. Se podía hacer por
carta (littera) o por mensajero (nuntio); tercero:
la palabra confarreatio, que es un modo de
adquisición de la manus, era una ceremonia
que se hacía con un pan de trigo, el pan fárreo,
en honor de Júpiter Fárreo. Era una ceremonia
reservada para los patricios, ya casi
en desuso en época imperial. El hecho de
que Apuleyo la mencione hace suponer que
fue una costumbre que te extendió en todo
el imperio, incluyendo las provincias.
La hermana de Psique, al oír tales palabras,
agitada por una loca pasión, se dirige
inmediatamente a la roca. Confiando en
que Céfiro la transportaría, se precipita al vacío,
y muere ofreciendo a las aves rapaces un
festín con sus miembros descuartizados. La
otra hermana tuvo el mismo castigo. Hasta
aquí llega la primera parte de la historia.
La segunda parte, libro VI, Psique pretende
ganarse a Amor ya no con las caricias
de una esposa, sino con las súplicas de una
esclava, por lo tanto, ella misma cambia su
personalidad jurídica, y podríamos decir que
sufre capitis deminutio maxima, sin embargo,
su dueño no es precisamente su esposo, sino
la diosa Venus, su suegra, quien está furiosa
por la unión de su hijo con ella, Venus hace
las veces de su domina.
En su nueva figura jurídica, Psique es
una esclava fugitiva pues anda vagando en
busca de su esposo y huyendo de Venus, su
quédate con tus cosas y devuélveme las mías”.
domina. Llega al templo de la diosa Ceres, pidiéndole
que le permita ocultarse mientras
se mitiga la cólera de Venus. Ceres no accede
y por el contrario la corre y le dice “considérate
bien pagada por no haberte retenido y
guardado entre rejas”.12
Psique se va afligida y llega al templo
de Juno, a quien le suplica como embarazada,
pues Juno Lucina es la protectora de las
embarazadas. Sin embargo, esta diosa se
niega a ayudarla porque dice no poder hacer
algo que vaya en contra de su nuera, es decir,
Venus, la esposa de su hijo Vulcano. Y, agrega:
“me veo impedida incluso por las leyes
que prohíben dar acogida, contra la voluntad
de sus dueños, a los esclavos fugitivos”.13
Apuleyo refleja varias características
de los esclavos, las cuales están especificadas
por Ulpiano en D. 11, 4, 1-2: “quien oculta
a un esclavo fugitivo es un ladrón”; quien
comete este delito estará condenado “a pagar
una multa de cien sueldos”. El esclavo fugitivo,
a su vez, puede ser castigado rapándole
la cabeza y las cejas, y marcándole en
la frente una letra F de fugitivo.14 Otra fuente
jurídica es el rescripto de Marco Antonio y
Cómodo que se puede leer en Dig. 4, 1, 7. Este
rescripto establecía que quien se encontrara
al esclavo fugitivo podía tenerlo prisionero, y
se prohibía darle acogida contra la voluntad
de sus dueños.
12 Apul., Met., VI, 3, 1.
13 Apul., Met., VI, 4, 5.
14 Cf. Petronio, Sat., 103, 1, versión de Roberto Heredia.
Cf Quintiliano, VI, 4, 14; Valerio Máximo, VI, 8, 7; Juvenal,
XIV, 24.
Venus solicita la ayuda de Mercurio
para encontrarla. Por la naturaleza de la recompensa
que ofrece Venus, siete besos y
uno, pura miel, con la punta de la lengua, Psique
se da cuenta que no podrá seguir ocultándose
y decide presentarse ante su misma
domina, quien, furiosa le hace varios señalamientos
jurídicos:15 la unión entre ella y Cupido
es ilegítima “pues los contrayentes no
son de la misma clase”; “además no puede
ser legítima una boda celebrada en una casa
de campo sin testigos y sin consentimiento
paterno”; se refiere seguramente al consentimiento
de la misma diosa, madre de Cupido;
continúa diciéndole: “el hijo ,
cuando nazca, será bastardo”.16 Venus le impondrá
cuatro pruebas a Psique antes de admitirla
como nuera,17 que podrían interpretarse
como las penalidades del alma humana
en busca del amor: 1 separar granos de trigo,
cebada, mijo, amapola, garbanzos, lentejas y
habas (le ayuda un ejército de hormigas); 2
traerle un copo del vellón de oro de unas ovejas
que suelen ser presa de una rabia tan feroz
que matan a los humanos (le ayuda una
caña que está en el río, la personificación del
río); 3 llenar una jarra de agua de una tenebrosa
fuente custodiada por unas serpientes
(la ayuda la providencia). En realidad, quienes
le ayudan son los dioses mismos, en gran
medida porque le temen a Cupido.
15 Apul., Met., VI, 9, 5.
16 Idem, VI, 9, 6.
17 Estas pruebas impuestas por una hechicera, madrastra,
rey o reina es un tema recurrente en el cuento fantástico
y en la tradición de cuentos infantiles, recuérdese los
trabajos de Hércules y el cuento de Cenicienta.
Cuarto trabajo: entregarle, en el Hades
(le ayuda una Torre), una cajita a Proserpina
para que le dé un poco de hermosura. La Torre
le da instrucciones: Lleva un pastel con
miel en cada mano,18 en la boca un par de
monedas. El monstruoso perro de tres cabezas
monta guardia, a él le darás una torta.
Llegas ante Proserpina, quien te recibirá
amable y te ofrecerá vianas, siéntate en el
suelo y cómete sólo un mendrugo de pan negro,
dile a lo que vas, regresa tus pasos, dale
la otra torta al perro, da al avaro barquero la
otra moneda. Vuelve tus pasos hasta alcanzar
nuestro cielo.
Pero la mayor recomendación: no abras
la caja. Psique lleva a cabo todo al pie de la letra,
tal como se lo recomendó la Torre. Cuando
sale, la mente de Psique es presa de una
temeraria curiosidad. Abre la caja,19 donde
sale un Sueño infernal, un sueño de muerte,
al instante queda inmóvil como un cadáver
durmiente. Pero Cupido, no pudiendo soportar
la ausencia de su querida Psique, escapa
de la casa de su madre y llega volando ante
su amada, recoge con cuidado el sueño y lo
encierra de nuevo en la caja. Despierta a Psique
con una inofensiva picadura de su flecha.
El amante alado levantó el vuelo y Psique
lleva corriendo la caja a Venus.
Cupido, ante el temor de verse entregado
por su madre a la Sobriedad, va ante
Júpiter a defender su propia causa. Júpiter,
el padre de los dioses, lo llama hijo y señor.
Hijo en vez de nieto, porque Venus es hija
18 Este pastel con miel debía tener alguna hierba que
sirviera para dormir al monstruo.
19 Recordar el mito de Pandora.
106 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
107

de Júpiter, y señor porque le tiene respeto
por todo lo que hace. Júpiter le recrimina las
constantes heridas que le hace a su corazón,
orillándolo a cometer torpes adulterios, actuando
en contra de la Ley Iulia de adulteriis.20
Le dice que por haber crecido entre sus manos
hará cuanto le pide pero que en pago le
reserve una muchacha que sobresalga por
su hermosura. Enseguida ordena a Mercurio
que convoque a todos los dioses, y si alguno
faltara tendrá que pagar 10 mil sestercios de
multa.
En esta parte final de la historia, Apuleyo
muestra sus dotes de literato y abogado,
haciendo una parodia de una asamblea en
la que Júpiter funge como el emperador y el
conjunto de dioses como el Senado Romano.
En vez de decir “Patres Conscriptos”, dice:
“Oh Dioses Conscriptos”, registrados
en las listas de las musas,21 los ímpetus de
la juventud de Cupido deben ser reprimidos
mediante un freno. Ya está bien que todos
desacrediten su reputación a causa de adulterios.
Él ha elegido a una muchacha, que se
quede con ella, que sea su dueño (teneat, possideat).
Le habla a Venus: “para que no haya reparos
en tu ilustre linaje, haré que ambos
contrayentes sean iguales, por lo que el ma-
20 Ley promulgada por Augusto en el 18 a. C. castigaba
a las adúlteras. La mujer sorprendida en adulterio no podían
casarse con hombre ingenuo, no podían manumitir
a un esclavo, para el repudio se exigía la presencia de siete
testigos y un liberto.
21 Apul., Met. VI, 23, 2. Los censores tenían el album senatorum.
El album de los dioses lo tenían las musas, esto
significa que los poetas, es decir, los dioses deben su fama
a los poetas.
trimonio será legítimo de acuerdo al derecho
civil”.
Ordena que Mercurio recoja a Psique, la
hace inmortal con una copa de ambrosía. Se
celebra la boda, hay un banquete nupcial, en
el que Líber sirve vino, Vulcano hace la comida,
Apolo toca la lira, Venus baila, las Horas y
las Gracias están presentes.
Psique, de acuerdo con la costumbre,
entró bajo la potestad marital de Cupido (sic
rite Psyche convenit in manum Cupidinis), es decir,
Psyche quedó bajo el dominio de Cupido
(alieni iuris); y cumplido el tiempo del embarazo,
les nació una hija llamada Voluptuosidad.
La expresión jurídica convenit in manum
indica una forma del matrimonio romano,
en la que la esposa quedaba bajo la
potestad de su marido, en el lugar jurídico de
una hija. Júpiter hace inmortal a Psiche y así
los dos contrayentes son iguales y el matrimonio,
por tanto, es legítimo. La hija que les
nace sigue la condición del padre y, por tanto,
es una diosa.22
Conclusión
Un mito es algo fabuloso, extraordinario,
increíble, fantástico. En todas las culturas,
el mito refleja la forma de vida y pensamiento
de los seres humanos. Un mito se
puede estudiar desde diversos puntos de vista:
1) desde una perspectiva infantil, como si
fuera un relato mágico, fantástico, para niños,
un simple juego de la imaginación, sin
22 Si la hija hubiera nacido cuando Psique era esclava,
la hija hubiera seguido la condición de la madre y hubiera
nacido esclava.
cuestionarnos más; 2) desde el punto de vista
literario, apreciando las imágenes y las
palabras del autor-poeta; 3) desde el punto
de vista religioso, como Calderón de la Barca
quien interpreta a Cupido como Cristo y a
Psique como el alma que busca unirse a él; 4)
desde el punto de vista artístico, me refiero a
las artes plásticas, como pintura o escultura;
5) desde un punto de vista filosófico, donde
el alma atormentada, por la ausencia del ser
amado y en una constante búsqueda logra la
perfección del ser; 6) en fin, yo encontré en
esta historia de Apuleyo, el punto de vista jurídico,
aunque ustedes no lo hubieran creído,
si se los digo desde el principio.
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100)”, ponencia presentada en el XIV Congreso
Latinoamericano de Derecho Romano,
Buenos Aires, 2004.
VILLASEÑOR, Patricia, “Apuleyo, filósofo
y mago” en Acta Poética, 17, México,
UNAM, primavera de 1996, pp.53-69.
108 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
109

Mtra. Laura Mercedes Velázquez Arroyo*
Los interdictos romanos
* Profesora de Derecho Romano de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Sumario
1. Concepto.
2. Origen histórico.
3. Clasificación de los interdictos.
A. Clasificación de Ulpiano y Paulo.
B. Según la orden que dan.
C. En cuanto a los efectos que producen en
las partes.
D. Interdictos posesorios.
E. Otras clases.
1.Concepto
En el derecho romano, los interdictos fueron considerados,
doctrinalmente, como remedios complementarios
del procedimiento civil clásico. Protegían
situaciones de hecho que no encontraron tutela en las
fórmulas civiles o pretorias.1
Existen diversas opiniones que pretenden explicar
cuáles son las características y elementos que le
dan al interdictum2 esa cualidad distintiva de las demás
1 CANNATA, Carlo Augusto, Profilo Istituzionale del Processo Privato
Romano, Turín, Giappichelli, 1982, vol. II, p. 189.
2 GAYO Inst., IV, 138-170; Paul. Sent., V, 6; Inst., IV, 15; Dig., XLIII; Cod.,
VIII, I; Fragmentum Institutionum Vidobonense, IV, 5; Fragmenta Vaticana,
90-93 y 312; LENEL, Otto, Das Edictum Perpetuum, Germany,
Scientia Verlag Aalen, pp. 446 y ss.; BERGER, Adolf, “Interdictum”, En-
instituciones procesales romanas.
La postura dominante es la que
establece que el interdicto es una
forma especial de proceso ordinario,
que la protección interdictal se
concreta a través del procedimiento
ex interdicto y que se entabla una
misma relación jurídica, por vía de
interdicto que por acción. Éste es el
origen histórico del interdictum.3
El término interdictum cubre
un amplio rango de fenómenos jurídicos,
principalmente el decreto
del magistrado que contiene una
orden de hacer (restituas, exhibeas)
o de no hacer (veto, ne facias, vim
fieri veto);4 la declaración de tal decreto;
la facultad de provocar tal
declaración (legitimación activa a
la tutela interdictal); la acción que
nace de la desobediencia del de-
cyclopedic Dictionary of Roman Law, Philadelphia,
The American Philosophical Society,
1991, pp. 507-512; RICCOBONO, Salvatore,
“Interdicta”, Novísimo Digesto Italiano, Turín,
1957, pp. 792-797.
3 BISCARDI, Arnaldo, La Protezione Interdittale
nel Processo Romano, Padova, CE-
DAM, 1937, p. 9.
4 Véase, por ejemplo, Ulp. 67 ad. ed., D 43, 2,
1: Ait Praetor: Quórum Bonorum ex edicto…
.
SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
111

creto o por la no aceptación, del destinatario (actio ex
interdicto); el procedimiento que se sigue para pedir la
expedición de un interdicto concreto (per interdictum),
entre otros. Consecuentemente es fácil percatarse que
la doctrina respecto de los interdictos no es uniforme.
Fritz Schulz aborda el estudio desde el procedimiento
mismo al anotarlo como un tercer procedimiento
—además del procedimiento per formulam y el
de la extraordinaria cognitio— llamado procedimiento
per interdictum, cuyo objeto, por parte del actor, era
la expedición de un interdicto concreto, a través de la
fórmula interdictum, la cual “en el fondo es una orden
dirigida a ambas partes, aunque en la forma una veces
aparezca dirigida al actor o al demandado solamente
o a los dos, o a todos, id est,5 ad quos ea res pertinent”.
También nos dice que “en la época clásica es un acto
formal preliminar”.6
De igual forma, Vittorio Scialoja nos dice que el
procedimiento de los interdictos es un procedimiento
extraordinario —no en el sentido de una extraordinaria
cognitio, sino en el sentido más lato de procedimiento
que no era el ordinario—.7 Max Kaser, comenta
que en origen es una especie de procedimiento estatal
administrativo exigido por el alto interés que entrañaba
la conservación de las posesiones privadas y muy
singularmente de las públicas y que en la República
era un procedimiento especial dentro del procedimiento
civil romano que se caracterizaba por su concisión
y rapidez.8
5 En adelante se escribirá: i.e. que significa esto es.
6 Vid., SCHULZ, Fritz, Derecho Romano Clásico, trad., José Santa Cruz
Teijeiro, Barcelona, Bosch, 1960, pp. 57 y 59.
7 Vid., SCIALOJA, Vittorio, Procedimiento civil romano, trad., Santiago
Sentís Melendo, Buenos Aires, Ediciones Jurídicas Europa-América,
1954, p. 312.
8 Vid., KASER, Max, Derecho Romano Privado, trad. de la 5a. ed. ale-
Por el otro lado se encuentran
aquellos, que como yo, concebimos
al interdicto como una orden,
por ejemplo Álvaro D´ors dice que
es una orden decretada por el pretor
para mantener la paz y seguridad
en las relaciones privadas, en
especial para hacer respetar las situaciones
de apariencia jurídica, a
fin de que las reclamaciones contra
la misma se hagan procesalmente,
no de propia mano, y no se perturbe
la paz publica;9 Juan Iglesias
sostiene que son órdenes del pretor
encaminadas a una exhibición,
a una restitución o a una prohibición.
Asumen el carácter de providencias
administrativas urgentes,
en cuanto persiguen mantener
una situación o que se obtenga un
determinado comportamiento que
no permite dilación;10 Guillermo
Margadant lo define como una orden
condicional y administrativa,
dirigida a un ciudadano por el magistrado,
a petición de otro ciudadano,
con base en una investigación
que no pasaba de ser rápida y
mana por José Santa Cruz Teijeiro, Madrid,
1982, p. 382; ID., Storia del Diritto romano,
trad. Remo Martín, Milán, Cisalpino-Goliardica,
1981, p. 148 y 154.
9 Vid., D´ORS, Álvaro, Derecho Privado Romano,
España, EUNSA, 1997, pp. 134-136.
10 Vid., IGLESIAS, Juan, Derecho Romano.
Historia e instituciones, Barcelona, España,
Ariel, 1998, pp. 133-134.
superficial;11 Salvatore Riccobono dice que es un medio
para garantizar el orden jurídico y de policía con
un procedimiento rápido. Es una orden que da el magistrado
romano a petición de un sujeto privado, dirigida
a otra persona a la que impone un cierto comportamiento
de hacer o no hacer;12 Pedro Bonfante dice
que es una orden del magistrado dictada después del
recurso de la parte perjudicada. Se aplicaban cuando
el interés perjudicado tenía carácter casi público;13 entre
muchos otros.
Para efectos de esta tesis, considero que el concepto
de interdicto es el decreto emitido por un magistrado
mayor (pretor, procónsul o gobernador de
la provincia),14 a petición de una parte, y consiste en
una orden hipotéticamente formulada,15 que impera
o prohíbe una conducta.16 En su origen el interdictum
sólo contenía órdenes prohibitivas y las que ordenaban
exhibir o restituir alguna cosa se llamaban decretum.
Posteriormente el uso del término interdictum
11 Vid., MARGADANT, Guillermo, Derecho Romano, México, Esfinge,
1970, p. 184.
12 Vid., RICCOBONO, Salvatore, “Interdicta”, en Novísimo digesto italiano,
Turín, 1957, p. 792.
13 Vid., BONFANTE, Pedro, Instituciones de Derecho Romano, Madrid,
Reus, 1979, pp. 135-137.
14 Existe una discusión respecto a si el magistrado municipal podía
o no dar decretos interdíctales, para lo cual se recomienda recurrir
al trabajo de DOMINGO, Santiago, Estudios sobre el primer título del
edicto pretorio, III, Santiago de Compostela, España, Universidad de
Santiago de Compostela, 1992, pp. 66-70; ID., “Los interdictos y la jurisdicción
municipal”, en Revista de estudios histórico-jurídicos, 1999,
núm. 21, Valparaíso, pp. 25-31.
15 BISCARDI, Arnaldo, La Protezione Interdittale nel Processo Romano,
cit., p. 94.
16 Inst., 2, 2, § 99; 4, 15. .
se amplió para designar ambas.17
Para dictar el interdicto se seguía
un procedimiento mucho más expedito
que el requerido para dictar
una sentencia, que se hacía en
vía provisoria y que conocía de una
determinada situación a través de
una sumaria causa cognitio.18
El magistrado dictaba el interdicto
en ejercicio de su imperium,
el cual es la fuente del ius
interdicendi;19 hace alusión al poder
administrativo del magistrado
(imperium), sobre el cual descansa
la obligatoriedad de la orden para
que produzca efectos definitivos.20
Esta función, ius interdicendi, por
parte del pretor, crea y constituye
un derecho pretoriano que se manifiesta
de manera particular, un
derecho especial sólo para la causa
17 Véase GAYO Inst., IV, 140; FALCONE, Giuseppe,
Appunti sul IV comentario delle Istituzioni
di Gaio, Turín, G. Giappichelli Editore,
pp. 41-53.
18 Cfr., PALAZZOLO, Nicola, Processo civile
e politica giudiziaria nel principato, Turín,
Giappichelli, 1980, pp. 152-156. Sobre la noción
y contenido de Causæ cognitio véase BIS-
CARDI, Arnaldo, La Protezione Interdittale
nel Processo Romano, cit., pp. 34-53.
19 Cfr., Iulianus, 48 dig., D 43, 8, 7; Cicero, pro
Cæc., 29, 82; y Quintilianus, Inst. orat., 9, 3, 22.
20 A éste respecto, Carlo Gioffredi afirma
que el interdicto por su finalidad también es
un acto de iurisdictio del pretor. Cfr., GIOF-
FREDI, Carlo, Contributi allo studio del processo
civile romano, Milán, Giuffrè, 1947, p. 94.
112 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
113

en que ha sido dado. Esta actividad de dar interdictos a
casos concretos se contrapone a la otra manifestación
del mismo derecho pretoriano, consistente en la publicación
de órdenes de carácter general, en reglamentos,
conocidas como edicta.21 Sin embargo, durante el desarrollo
de la publicación del edicto —anual y general—
de cada pretor, se especificó y determinó los casos en
que el pretor daría un interdicto, sin que por ella se
interrumpiera la costumbre de pedir y recibir del magistrado
el interdicto prometido.22 Los interdictos son
concebidos en fórmulas fijas —formulæ interdictuum—.
Arnaldo Biscardi afirma que el interdicto es un
medio de coacción indirecta y no simplemente una
formalidad introductiva del procedimiento, lo cual lo
da su naturaleza de decreto y su contenido de iussus
o prohibitio; además, porque la parte interesada en el
cumplimiento del interdicto puede exigir la consecuencia
derivada de la eventual inobservancia del mismo.23
El decreto del magistrado (interdictum) tiene el
fin de sancionar (coercere) un determinado comportamiento
a través de la constricción indirecta que ejerce
mediante la acción ex interdicto, que condena al que no
obedece el interdicto a pagar una cantidad de dinero.24
Los interdictos se referían a materias que, por su
naturaleza e importancia, requerían ser vigiladas y protegidas
por el poder público. Las materias antes mencionadas
son el uso común de los ríos y de los caminos
públicos, así como la protección de los templos, los sepulcros,
etcétera; posteriormente se aplicó a cosas pri-
21 Cfr., Inst., 4, 6, § interdicta.
22 Idem.
23 BISCARDI, Arnaldo, La Protezione Interdittale nel Processo Romano,
cit., pp. 21-23.
24 GAYO Inst., IV, 154; Ulp., 68 ad ed., D 43, 12, 1 §12; Ulp., 66 ad ed., D
42, 8, 6 § 8; y Paul., 65 ad ed., D 43, 16, 9 § 1.
vadas, especialmente en lo relativo
a su posesión.25
Respecto la etimología del
término interdictum existen dos
posturas26 dadas por las fuentes:
27la primera sostiene que proviene
del verbo interdicere, i.e., prohibir,
ordenar; la segunda, que proviene
de inter duos dicere,28 decir entre
dos. En esta segunda postura,
no se recurre a la fonética, sino al
significado de la palabra. Y según
el profesor Salvatore Riccobono “…
nel caso nostro, dalla destinazione
del comando del magistrado che
di frequente è rivolto ad entrambe
le parti”.29 […en nuestro caso, el
25 Cfr., Inst., 2, 2, § 99.
26 Hay otros autores que afirmas que existen
otras dos posturas respecto la etimología
del interdicto. Éstas son: (1). Que proviene de
Inter. Edictum, i.e., del edicto del pretor; y (2).
Otros traducen interdictum como entredicho,
lo cual quiere decir una resolución provisional.
Vid., CUENCA, Humberto, Proceso Civil
Romano, Buenos Aires, Ediciones Jurídicas
Europa-América, 1957.
27 Ver Inst., 4, 15, §1. Cfr., GAYO, Inst., IV, 139
y siguientes.
28 PIMENTEL ÁLVAREZ, Julio, interdico,
dixi, dictum, ěre, Diccionario Latín-Español,
Español-Latín, 5ª edición, México, Porrúa,
2002, p. 383. Ver, BERGER, Adolf, “Interdictum”,
Encyclopedic Dictionary of Roman Law, Philadelphia,
The American Philosophical Society,
vol. 43, parte 2, 1991, p. 507.
29 RICCOBONO, Salvatore, “Interdicta”, Novísimo
Digesto Italiano, cit. p. 793.
destino de la orden del magistrado frecuentemente se
dirigía a ambas partes].
La primera postura, con la cual estoy de acuerdo,
es acorde con datos históricos que afirman que en
un principio las ordenes interdictales prohibían una
conducta. Interdictum es el participio pasivo del verbo
interdicere, prohibir. Este participio actualmente se ha
sustantivado. Los seguidores de la segunda postura se
basan en Justiniano, en las Instituciones, que dice que
interdictum “es un edicto entre dos personas, Inter duos
edictum”. Luego añade que “inter dicere se refiere a inter
duos dicere, ius dicere, addicere, edicere, interdicere”; las cuales
corresponden a una misma familia de palabras.30
Carlo Gioffredi afirma que la emisión de un interdicto
no puede ser consecuencia del ius dicere sólo porque
se diga a través de los verbos do, dico, addico. Ya
que estos tres verbos no son una expresión del ius que
establece el pretor, sino un medio tradicional a través
del cual aquel derecho es establecido.31
El interdicto, i.e., la orden del pretor, debe distinguirse
claramente del procedimiento para dictarlo,
con el cual a veces se confunde.
La persona que tiene la necesidad de recurrir a
este procedimiento porque el caso no estaba contemplado
en las leyes generales, convocaba a su adversario
in ius ante el magistrado, ante el cual exponía su
caso y le pedía dictar el interdicto al que pretendía tener
derecho. El pretor examinaba, de forma relativamente
rápida, si la hipótesis de los hechos que le planteó
el actor daban o no lugar al interdicto solicitado,
pero no si estos hechos eran ciertos o falsos.
El pretor concedía el interdicto a la vez que entregaba
la fórmula de orden o prohibición —formula
interdicti—, que era como la formula actionis, pero, sin
30 Inst., 2, 2, § 99; 4, 15, §1. Cfr., GAYO, Inst., IV, 139 y siguientes.
31 Cfr., GIOFFREDI, Carlo, Contributi allo studio del processo civile
romano, cit., p. 94.
el nombramiento de un juez. En el
fondo, es sólo una orden dirigida a
ambas partes, aunque en la forma
unas veces aparezca dirigida al actor,
al demandado solamente, a los
dos, o a todos, id est, ad quos ea res
pertinet.32
Si la persona en contra de la
cual se pronunció el interdicto lo
obedece, el litigio termina. Pero, si
no lo hiciera así, su contestación
producía otro proceso o litigio,
ante un juez o ante recuperatores,
designados por el magistrado.33
Este procedimiento, ex interdictum,
se desarrollaba, según el caso,
per formulam arbitrariam, ante un
árbitro o per sponsionem ante un
juez o ante recuperatores.34
Al estudiar la institución del
Interdictum nos encontramos frente
a una problemática de naturaleza
interpretativa y sistemática.
En las fuentes de derecho romano
existen datos constantes en
los que se muestra la contraposición
de interdicto y acción.35 Este
fenómeno fue estudiado sistemáticamente
por Emilio Albertario,
32 SCHULZ, Fritz, Derecho Romano Clásico,
cit., pp. 57.
33 Cfr., Inst., 2, 2, § 99.
34 Cfr., Inst., 4, 6 § interdicta.
35 D 3, 3, 35, § 2; D 3, 3, 39, pr.,; D 8, 5, 2, §3;
Paul. Sent. V. 6, 2; Paul. Sent. V. 6, 8; D 8, 6, 25; D
39, 1, 20 § 8; D 43, 16, 1, pr.; entre otros.
114 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
115

quien afirma que todos estos casos nos conducen a un
equivoco, ya que se puede interpretar de manera diversa:
parece ser que ‘actio’ no es utilizado en sentido
técnico, sino como la posibilidad de actuar (ya sea
como parte actora o como demandada); se utiliza para
decir que se accionó con un interdicto; se refiere a la
actio ex interdicto; o nos encontramos frente a una interpolación.36
2. Origen histórico
El origen real y remoto de los interdictos se pierde
en la antigüedad. Gracias a Ulpiano sabemos que en la
Ley de las XII Tablas contenía el interdictum de arboribus
cædendis et de glande legenda,37 los cuales debieron existir
como costumbres recogidas en ese ordenamiento,
al igual que el procedimiento per sacramentum con el
cual estaba ligado.38
Existen varias hipótesis que intentan delinear
el origen del interdicto. Giuseppe Gandolfi explica esta
pluralidad de tesis desde dos puntos de vista:
36 Cfr., ALBERTARIO, Emilio, Studi di diritto romano. Processo. Milán,
Guiffrè, 1946, pp. 65 y ss.; ALBERTARIO, Emilio, “acciones” e “interdicta”,
en Studi di Diritto Romano. Milán: Giuffrè, 1946, v. IV, p. 117. además
afirma que aunque el proceso civil romano separa actio de interdicta,
con el tiempo terminaron confundiéndose.
37 Tabla VII, 9ª, 9b y 10.
38 Ulpiano, 68 ad ed., D 43, 27, 1, § 8: Luego dice el pretor: prohíbo que,
si dejas de podar las ramas hasta el mínimo de quince pies desde el
suelo, impidas con violencia que las pode el demandante, y se quede
con la leña, del árbol que se inclina desde tu campo sobre el tuyo
(QUOD AIT PRÆTOR, ET LEX DUODECIM TABULARUM EFFICERE
VOLUIT, UT QUINDECIM PEDES ALTIUS RAMI ARBORIS CIRCUM-
CIDANTUR: ED HOC IDCIRCO EFFECTUM EST NE UMBRA ARBORIS
VICINO PRAEDIO NOCERET).
1. El punto histórico (origen
como dato cronológico); y
2. El dogmático (función y justificación
constitucional del
interdicto).
Ambas cuestiones están interconectadas.39
Existe un punto
en el que la doctrina no se pone de
acuerdo, i.e., en el periodo procesal
en que surge el interdicto. Gandolfi
divide las opiniones en dos vertientes:
(1) La que afirma que la institución
interdictal existía en el
periodo de las legis actiones;40
39 Cfr., GANDOLFI, Giuseppe, Contributo
allo studio del Processo Interdittale romano,
Milán, Dott. A. Giuffrè, 1955, p. 117.
40 Esta tesis fue expuesta por vez primera
por Georg Friedrich Puchta, posteriormente
la retomó Schmidt en Alemania. Entre sus
principales seguidores tenemos a Ubbelohde,
Leopold Wenger y Vittorio Scialoja. Cfr., BIS-
CARDI, Arnaldo, La Protezione Interdittale
nel Processo Romano, cit., 156 p. 92; WENGER,
Leopold, Institutes of the Roman law of civil
procedure, cit., 1940, pp. 245 y 246; SCIALOJA,
Vittorio, Procedimiento civil romano, cit., p.
183; PALERMO, A., Il procedimento cauzionale,
cit., p. 85; DE MARTINO, F., La giurisdizione
nel diritto romano, Padua, Cedam, 1937, pp.
232 y ss; BRAVO GONZÁLEZ, Agustín, Compendio
de Derecho Romano, México, Pax-México,
1966, p. 180 y ss. ROSSI MASELLA, Blas,
Manual de Derecho romano. Procedimiento
privado romano, Montevideo, Fundación de
Cultura Universitaria, 1978.
Para respaldar esta posición, Biscardi nos
(2) La que sostiene, en cambio, que el interdicto
existió a partir del periodo del procedimiento
formulario.
Gandolfi señala que la vertiente mayoritaria es la
primera.
Para Arnaldo Biscardi, el problema no es uno,
sino varios:
(1) De qué manera se crea la protección interdictal,
esto es, cómo debe ser reconstruido su proceso
histórico de formación;
(2) Cuál es el origen del campo de aplicación del
interdicto;
(3) A qué época se remonta la instauración del
procedimiento interdictal.41
Por las características esenciales del interdicto,
acto de imperio del magistrado que protege relaciones
jurídicas tan variadas y que se traduce en una orden
específica, concreta, hipotéticamente formulada,42 no
puede considerarse que haya surgido del ámbito procesal,
más bien por su campo de aplicación, parece
provenir del administrativo, vale decir de la actividad
reservada propiamente al imperio. En el ejercicio de
dice que no se puede tomar como medio de prueba los datos históricos
directos, ya que son insuficientes, por lo que se debe recurrir al
método orgánico, cuya aplicación en varios sectores de la ciencia romanística,
ha sido muy fecunda, por lo que concluye que respecto del
origen de los interdictos, no tiene porque ser la excepción.
41 BISCARDI, Arnaldo, La Protezione Interdittale nel Processo Romano,
cit., p. 93.
42 A este respecto, vease PALERMO, A., Il procedimento cauzionale,
cit., pp. 85-87.
esta actividad el pretor pudo haber
previsto en su edicto supuestos generales
de carácter positivo, en los
que podía dictar los interdictos u
órdenes concretas.43
Una orden de este tipo se dió
en relación con los acontecimientos
sucedidos por la turbación del
ánimo provocada, por la suerte
desfavorable a Roma, de la Segunda
Guerra Púnica (218-202 a. de C.),
durante la cual se difundieron en
Roma cultos extraños a la religión
pública. El Senado tuvo que intervenir
con un Senadoconsulto, por
el cual confiaba al pretor M. Atilio
(152-151 a. de C.) la facultad de actuar,
para regular el culto público.
Éste, con base en su imperium,
emitió normas que regulaban lo siguiente:
(1) La entrega, en sus manos y
en un plazo fijo, de todos los
libros y escrituras relacionados
con esos cultos;
(2) La prohibición de realizar
sacrificios en público de
acuerdo con rituales extranjeros
o en un lugar diferente
de aquel en el que se acostumbraba.
Estas disposiciones no te-
43 BISCARDI, Arnaldo, La Protezione Interdittale
nel Processo Romano, cit., p. 94;
MEIRA, Sílvio, Processo civil romano, Belém,
Grafica Falangola, 1962, p. 85.
116 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
117

nían la forma de una fórmula interdictal, sino la de un
precepto general obligatorio y abstracto, que llenaba
una laguna,44 por lo que es del tipo de orden que pudo
constituir el antecedente remoto del interdicto.45
Algunos autores sostienen que los interdictos
fueron más antiguos que las acciones populares, puesto
que a través de éstos se protegía, originalmente, las
res sacræ —las res divini iuris— así como las res publicæ
–y los res in publico usu.46 Que este tipo de protección
se desarrolló a la sombra de la idea religiosa durante
el periodo sacerdotal. Pero al promulgarse la ley de las
XII Tablas junto con la creación de una magistratura
encargada de la administración de justicia, el derecho
público entró en otra fase: el desarrollo del derecho a
través de la promulgación de leyes.47 Las fuentes reflejan
que el sistema de las legis actiones era insuficiente,
más aún con respecto al ius divinum y al ius
publicum, por lo que surgieron los interdictos populares
para proteger todos esos intereses que se hallaban
lesionados por las deficiencias del sistema de las legis
acciones.48
Es muy factible que los interdictos coexistieran
con las legis actiones, como órdenes aparte. Esto se
debe a que las legis actiones —por sus formas rígidas
y simbólicas— no se podían utilizar con respecto a daños
futuros, ni con respecto al quebrantamiento del
44 LOZANO Y CORBI, Enrique, La legitimación popular en el proceso
romano clásico, Barcelona, Bosch, 1982, p. 135; ALVAREZ, Emilio, Tablas
sinópticas de la historia externa e interna del Derecho Romano, México,
Asociación Nacional de Abogados Lex, 1980, pp 15 y ss.
45 BISCARDI, Arnaldo, La Protezione Interdittale nel Processo Romano,
cit., pp. 95-96.
46 Ibid., p. 98.
47 LOZANO Y CORBI, Enrique, La legitimación popular en el proceso
romano clásico, cit., p. 134.
48 Ibid., p. 135.
orden público, etcétera. Lo cual parece
muy razonable.
En este sentido los magistrados
mayores –consules, pretores
y dictadores— fueron los únicos
que tuvieron imperio. Sin embargo,
fueron los pretores quienes debían
suplir las lagunas de las legis
actiones por medio de los interdictos
o decretos que emitían basados
en su imperium, y que, además, su
cumplimiento se relacionaba con
el derecho de apremio (coercitio) y
la iurisdictio.49
En derecho romano primitivo
los interdictos se caracterizaba
básicamente por una cognitio
del magistrado, quien resolvía el
caso al dictar una orden (decretum)
o una prohibición (interdictum), según
fuera el caso, y cuya ejecución
estaba asegurada por el imperium
del magistrado, por medios ordinarios
como el apremio directo,
multæ dictio,50 pignoris capio, etcétera.
El magistrado proveía, caso
por caso, con una solución definitiva
y sancionaba eficazmente las
49 Cfr., MIQUEL, Joan, Historia del Derecho
Romano, Madrid, Signo, 1980, pp. 21 y 22; CHU-
RRUCA, Juan de, Introducción histórica al
Derecho Romano, Bilbao, Universidad Deusto,
1997, pp. 71, 72 y 74.
50 Cfr., BONFANTE, Pietro, et al., Storia del
diritto romano, Milán, A. Giuffrè, 1958-1959, p.
198; BISCARDI, Arnaldo, La Protezione Interdittale
nel Processo Romano, cit., p. 96.
órdenes,51 las cuales eran emitidas por el magistrado
en virtud de su imperium con el fin de salvaguardar los
intereses de la ciudad y de las cosas con fundamento
en el interés público.52
Una forma de reforzar lo anteriormente expuesto
se evidencia con la interdictio aqua et igni que, más
que una pena, consistía en una medida administrativa
utilizada para sancionar a quien había recurrido al exilium
para evitar una condena capital, la cual era dictada
por el magistrado con el asenso del pueblo reunido
en el comitiatus maximus popular i.e., comicios por centurias.53
Posteriormente hubo una transformación muy
importante, consistente en que el magistrado dejó de
imponer directamente su cumplimiento. Ésta transformación
se caracteriza por la existencia de dos juicios:
(1) Uno perseguía la indemnización por el incumplimiento
del interdicto a través de una acción in
factum y arbitraria, en el que podría absolverse al
demandado si éste cumplía el interdicto antes de
que el juez le condenara a pagar la estimación.
(2) El otro per sponsionem, en el que las partes se
hacen promesas recíprocas. El demandado promete
pagar una pena si resulta que infringió la orden
pretoria; el demandante prometía pagar una
cantidad igual al demandado si resultaba haber
reclamado sin razón. Respecto de los interdictos
dobles cada parte era a la vez actor y demandado,
y, como consecuencia de ello, debían cruzarse
51 Ibid., p. 97.
52 LOZANO Y CORBI, Enrique, La legitimación popular en el proceso
romano clásico, cit., p. 136.
53 BISCARDI, Arnaldo, La Protezione Interdittale nel Processo Romano,
cit., p. 97.
dos sponsiones y dos restipulaciones,
lo que provocaba que el
procedimiento se complicara.
Por esta razón se sustituyó
por un procedimiento per formulam
arbitrariam en el que
un árbitro condenaba a una
cantidad de dinero por la infracción,
i.e., incumplimiento
del interdicto.54
Además, surgió otra transformación:
en el periodo del proceso
formulario, el magistrado ya no conocía
directamente el asunto, se limitaba
a fijar el derecho, basándose
en las declaraciones de las partes,
i.e., antes de que se comprobaran
los hechos, expidiendo su decretum
o interdictum. La orden dictada por
el magistrado tenía el carácter de
hipotética, i.e., condicionada a la
veracidad de los hechos expuestos
por las partes antes el magistrado.55
El incumplimiento de la orden
54 Cfr., D´ORS, Álvaro, Derecho Privado
Romano, cit., pp. 92-93; ADAME GODDARD,
Jorge, “El procedimiento ex interdicto en el
proceso romano clásico”, en Revista de Dereito
Civil, Imobiliario, Agrario e Empresarial,
Sao Paulo, año 4, enero-marzo 1980, p. 121.
55 Vid., Idem; y CANNATA, Carlo Augusto,
Profilo Istituzionale del Processo Privato
Romano, p. 192. El magistrado utilizaba fórmulas
generales acomodadas a situaciones
diversas, todas ellas contenidas en un marco
anteriormente establecido. Es en este periodo
en el que el procedimiento interdictal convivía
con el procedimiento formulario.
118 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
119

del pretor daba lugar a una actio ex interdicto en lugar
del procedimiento per sponsionem. Este procedimiento
lo explicaré en detalle más adelante.
En la época del ius honorarium, los pretores emitían
los interdictos que ellos mismos habían incluido
en su edicto e, incluso, podían dar nuevos interdictos.
Ésto culmina con el emperador Adriano, cuando ordena
al jurisconsulto Salvius Julianus que reúna y ordene
todos los edictos de los pretores en un cuerpo que
recibió el nombre de edicto perpetuo (alrededor del año
130). Lo que provoca que el pretor sólo pudiera pronunciar
interdictos contenidos en dicho edicto.56
En está misma época el pretor introdujo el interdictum
utile, para dictar interdictos a situaciones análogas
no previstas en el edicto perpetuo, pero en la
época de Alejandro Severo (gobernó entre los años 222
y 235) se restringió esta facultad, ya que sólo el príncipe
podía colmar las lagunas del edicto.57
En la época posclásica el procedimiento clásico
per interdictum fue abrogado y accidentalmente remplazado
por la extraordinaria cognitio, la cual en el
procedimiento posclásico constituye el procedimiento
ordinario.58
56 Cfr., MIQUEL, Joan, Historia del Derecho Romano, cit., p. 68; CHU-
RRUCA, Juan de, Introducción histórica al Derecho Romano, cit., p. 152.
Hoy solamente conocemos el edicto a través de fragmentos, recogidos
en el Digesto de Justiniano, pertenecientes a los comentarios al edicto
escritos por juristas clásicos. El romanista Otto Lenel es quien ha reconstruido
el edicto perpetuo. Acerca del contenido del edicto vease:
KUNKEL, Wolfgang, Historia del Derecho Romano, Barcelona, Ariel,
1999, pp. 103 y 104;
LENEL, Otto, Das edictum perpetuum, cit.
57 Cfr., PALAZZOLO, Nicola, Processo civile e politica giudiziaria nel
principato, cit., pp. 152-156.
58 Cfr., SCHULZ, Fritz, Derecho Romano Clásico, cit., p. 60; Inst. IV, 15, 8.
3. Clasificación de los interdictos
Existen varias categorías de
interdictos, Ulpiano y Paulo (en
época de Alejandro Severo) realizaron
una clasificación, rescatada en
el Digesto, que presentaré adelante.
A. Clasificaciones de Ulpiano y
Paulo
La clasificación de Ulpiano
obedece a las distinciones de la
teoría de la cosa en de rebus divinis
y de rebus humanis. De rebus divinis
como los lugares sagrados y los
religiosos. Los interdictos de rebus
humanis pueden ser: propiedad de
nadie o propiedad de alguien. Los
que son propiedad de alguien pueden
ser públicas o de un particular.
Las cosas públicas se pueden proteger
por medio de interdictos de
lugares públicos, de vías y de ríos
públicos. Los interdictos que protegen
cosas de propiedad privada
pueden referirse a un conjunto de
bienes (una universalidad de bienes)
o a cosas singulares. (Figura 2)
En cambio, la clasificación
hecha por Paulo, se refiere tanto
al aspecto dogmático sustancial,
como al objeto.59 Afirma que los
59 BISCARDI, Arnaldo, La Protezione Interdittale
nel Processo Romano, cit., pp. 109 y 110.
Figura 2. Ulpiano 67, ad. ed., D 43, 1, 1 pr.
Figura 3. Paulo, 63 ad ed., D.43, 1, 2 § § 1,3
interdictos competen por causas
humanas o de derecho divino. Son
de derecho divino los interdictos
siguientes: (1) el que prohíbe que
se haga algo en lugar sagrado; (2)
el que ordena que se restituya lo
hecho en lugar sagrado; (3) el de
enterramiento; y (4) el de construcción
de sepulcro. Los interdictos
por causa humana se refieren a: (1)
una utilidad pública; (2) defienden
un derecho particular; (3) un deber
moral; y (4) una cosa patrimonial.
Los interdictos que protegen el derecho
sobre una cosa patrimonial
pueden ser para adquirir, recuperar
o retener la posesión de la misma.
(Figura 3)
En lo sucesivo expondré
otras clasificaciones de los interdictos,
comenzando con la que los
distingue según el mandato del
pretor; después, según los efectos
que producen en las partes; según
su relación con la possessio; y, finalmente,
otras clasificaciones.
120 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
121

B. Según la orden que dan los interdictos pueden
ser60
a) Interdictos prohibitorios.
Los interdictos prohibitorios son aquellos que
se caracterizan porque la orden que dan es negativa,
i.e., el pretor prohíbe realizar una conducta determinada,
por ejemplo, ejercer violencia contra el que
posee sin vicios;61 impedir que se sepulte un cadáver
donde se tenía derecho de enterrarlo;62 edificar en un
lugar sagrado;63 realizar alguna obra en un río público
o en su orilla que perjudique la navegación.64
b) Interdictos restitutorios.
Los interdictos restitutorios son ordenes positivas,
i.e., prescriben que se realice una conducta, que se
haga algo, específicamente que se restituya una cosa,
por ejemplo se restituya al poseedor de bienes, la posesión
de aquellos que alguno posee como heredero
o como poseedor en virtud de la herencia;65 o cuando
se manda se restituya la posesión al que con violencia
haya sido arrojado de la posesión de un fundo.66
60 inológicamente los únicos interdictos que se pueden llamar así,
son los prohibitorios, ya que interdicere quiere decir prohibir. Según
algunos, los interdictos exhibitorios y restitutorios deberían ser llamados
decreta, pero dicho debate queda superado en el sentido de que
interdictum también refiere a todo aquello que se pronuncia entre
partes –inter=entre; dictum= dicho—.
61 Uti possidetis, cuando se trata de bienes inmuebles –D 43, 17 (16), 1,
pr. —; Utrubi, de bienes muebles –D 43, 31 (30), pr.—; GAYO, Inst., IV, 148.
62 Cfr., D 11, 8, 1, 5.
63 Cfr., D 43, 6, 1, pr.
64 Cfr., D 43, 12 (11), 1, pr.
65 Cfr., GAYO, Inst., IV, 144.
66 Cfr., D 43, 16 (15), 1, pr.; GAYO, Inst., IV, 154 y 155.
c) Interdictos exhibitorios.
Los interdictos exhibitorios
son positivos como los restitutorios
y son aquellos por los cuales
el pretor ordena a una persona que
exhiba a un individuo o a una cosa,
por ejemplo: al individuo cuya libertad
esta en litigio,67 al liberto
cuyas operæ reclama el patrono,68 o
a los liberi en potestate del padre.69
d) Interdictos mixtos.
Según el Digesto, estos interdictos
son prohibitorios y exhibitorios
a la vez.70 Además, añade
esta clase, pero no se considera
que aporte algo nuevo.
C. En cuanto a los efectos que
producen en las partes los interdictos
pueden ser:
a) Interdictos simples.
Son interdictos simples
aquellos en los que uno es actor y
otro demandado, tal como lo son
todos los interdictos restitutorios
o exhibitorios, ya que es el actor el
67 Cfr., D 43, 29 (28), 1, pr.
68 Cfr., D 43, 1, 2, 1; GAYO Inst., III, 96.
69 Cfr., D 43, 30 (29), 1, pr.
70 Cfr., D 43, 1, 1, § 1. esta parte del Digesto
no es considerada de la época clásica según
Berger, comentado por RICCOBONO, Salvatore,
“Interdicta”, Novísimo Digesto Italiano,
cit., p. 793.
que pide que se le exhiba o restituya alguna cosa y es
el demandado, quien es obligado a exhibir o restituir,
por ejemplo: aquéllos en los cuales el pretor prohíbe al
demandado hacer algo en lugar sacro o en un río público
o en sus riveras.
b) Interdictos dobles.
Los interdictos en los cuales cada uno de los litigantes
tiene una condición parecida, y ninguno de
ellos, en principio, puede ser considerado actor o demandado,
sino que ambos se desempeñan tanto de
actor, como de demandado son llamados dobles. Por
ello, el pretor se dirige a ambos con el mismo lenguaje.
Son ejemplo de esta categoría los interdictos uti possidetis
y utrubi.
D. Interdictos posesorios.
En los comentarios de Paulo al edicto —libro
63— nos dice que los interdictos que se refieren a las
cosas de familia, son para: adquirir (adipiscendæ possessionis),
retener (retinendæ possessionis) o recuperar la
posesión (recuperandæ possessionis).
a) Interdictum adipiscendæ possessionis.
Estos interdictos son por causa de adquisición
de la posesión, i.e., es útil sólo para aquel que intenta
adquirir por primera vez la posesión de una cosa y se
otorga al bonorum possessor, su objeto es la orden de
que se le den los bienes cuya posesión le ha sido dada,
incluso si alguna otra persona los poseyera a titulo de
heredero –se posee pro herede, tanto respecto del que
es heredero, como del que cree serlo —o de poseedor––
posee pro possessore el que sabiendo que una herencia
no le pertenece posee sin causa alguna cosa hereditaria
o toda la herencia—. Ejemplos de este interdicto
son: el quorum bonorum, el possessorium, el sectorium y
el Salvianum.
b) Interdictum retinendæ possessionis.
El interdicto tiene el objeto
de retener la posesión, que se otorga
cuando existe una controversia
en la cual las partes se disputen
la posesión de alguna cosa (ambas
partes afirman ser los verdaderos
poseedores) , y por él se decide
quién retiene la posesión. Se
suelen usar como trámite previo al
ejercicio de la acción reivindicatoria.
Ejemplos de este, son los interdictos:
uti possidetis –respecto de la
posesión de los fundos y las construcciones—y
el utrubi—respecto
de la posesión de bienes muebles.
c) Interdictum reciperandæ
possessionis.
Este interdicto se otorga por
causa de recuperación de la posesión.
Se otorga un interdicto unde
vi a aquél que es despojado violentamente
de la posesión, por el
cual quien le despojo, es obligado
a restituirle la posesión de la cosa,
siempre y cuando el que es despojado
no poseyera ni por violencia,
clandestinidad, ni precario respecto
del otro. Y el interdicto unde vi armata,
a aquél que es despojado de
la posesión de un fundo por medio
de violencia y utilización de armas
para despojarle.
d) Interdictum recuperandæ
quam adipiscendæ possessionis.
Este interdicto esta contenido
en un texto de Ulpiano, en el
que menciona que este interdicto
tiene por objeto tanto recuperar
122 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
123

como adquirir la posesión, como lo es en el caso del
interdictum quem fundum. En el Digesto, 43, 1, 2, 3 in fine,
se comenta este interdicto, denominándolo duplicia,
lo que nos hace pensar que esta parte no es clásica.
E. Otras clases.
Entre otras clasificaciones de interdictos tenemos
las siguientes: la que distingue entre interdicta
quæ proprietatis causam habent y quæ possessionis causam
habent, realizada por Paulo, algunos sostienen que
en principio se diferenciaba la propiedad de la posesión,
pero otros dicen que esta diferencia estriba entre
lo provisorio y lo definitivo; la que se da entre interdictos
annalia y perpetua, los primeros se deben pedir
dentro del año en que suceden los hechos —ejemplo
interdictum de vi—, los perpetua no prescriben –interdictum
de vi armata—; otra distingue entre interdicta
in præsens vel in præteritum collata, en las que la orden
contenida en el interdicto se refieren a una acción o
estado de cosas en tiempo presente o en tiempo pasado,
respectivamente; otra categoría es la de los interdicta
noxalia, son los que se dan por delito de aquellos
a quienes se tiene bajo potestad, y que absuelven al
dueño si consiente que se demuela la obra y entrega al
que cometió el delito, o si a su costa deshace la obra; y,
finalmente, la que distingue entre interdictum privatæ e
interdictum populares —la contraposición es paralela a
la existente entre acciones privadas y acciones populares—,
el interdictum privatæ sólo se da a determinado
individuo como persona privada en defensa de su propia
utilidad o interés; el interdictum populares consiste
en que cualquier ciudadano lo puede pedir (se obtiene
ex populo) con el requisito de que sea a propósito de publicæ
utilitatis causa.
124 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS
Mtro. Rodrigo De la Peza López Figueroa
El papel
del jurista romano
en la creación del derecho

Alguien me contó una vez que en su
kindergarten, la regla para jugar con bloques
de madera era la siguiente: había una caja
llena de bloques en el centro del salón, y al
principio de la clase, cada quien recibía de
la maestra una cierta cantidad de bloques, y
se los llevaba a su lugar. Cada quien podía
construir lo que su imaginación le permitiera,
pero siempre tenía que usar los bloques
que había recibido, esto es, no podía ir al
centro del salón para escoger más, menos o
distintos bloques.
Así me imagino yo el papel de cualquier
jurista. Los juristas no escogemos la
sociedad en la que vi ven, la forma de relacionarse
de la gente, las costumbres buenas
o malas de nuestra gente, la situación política
de nuestro país, las injusticias que nos
topamos a diestra y siniestra. Lo que tenemos
que hacer es observar a nuestro alrededor,
analizar lo que tenemos en las manos,
y tratar de resolver uno a uno los problemas
sociales que podamos, con las herramientas
a nuestro alcance.
Los juristas de la Roma Clásica (estoy
hablando más o menos del período comprendido
de la primera mitad del siglo primero
a.C. hasta el segundo siglo d.C.), no
tenían una tarea muy fácil. A finales de la
República, el senado era un órgano escandalosamente
corrupto y abusaba del poder
para perseguir finalidades banales, propias
de sus vicios y excesos. La gente ya no creía
en las instituciones, salvo honrosas excepciones.
Las guerras civiles estaban a flor de
piel, y por si faltara violencia, Roma seguía
con pretensiones muy serias de expandirse
y conquistar todo el mundo conocido.
Pero yo creo que los juristas romanos
no desaprovecharon las herramientas que
tuvieron a la mano para afrontar su realidad.
Vamos a ver en esta pequeña exposición, si
me lo permiten Ustedes, cuáles fueron algunas
de esas herramientas, y cómo las usaron-
pero por el tiempo con el que contamos,
realmente resulta imposible hacer una exposición
que se acerque siquiera a lo que podríamos
aprender de este apasionante tema.
Comencemos por el conocimiento y
habilidad. La primera y la más importante
herramienta que tienen los juristas romanos
de la época clásica, es una gran tradición cultural,
una enseñanza transmitida de generación
en generación, y que ya para entonces
había seguido una importante evolución, llena
de accidentados golpes de buena suerte.
Todos ustedes seguramente saben
cómo se desarrollaba el derecho privado en
la Roma antigua: el rey administraba la primera
etapa de todos los juicios, antes de ordenar
que un juez los resolviera, y en esa primera
etapa, se llevaba a cabo una especie de
representación teatral. Como vestigio de los
anteriores duelos y ordalías, las partes “se
ponían la máscara” de actor o demandado,
y fingían pelearse entre sí por alguna injuria
cometida por uno de ellos, o fingían pelearse
por una cosa. Para ello, tenían una especie
de libreto, insisto, como si se tratara de una
obra de teatro. Así, mediante una serie de
palabras mágicas y solemnes, y unos cuantos
gestos igualmente prodigiosos, el actor
exponía su pretensión, y el demandado su
defensa. A su vez, el rex también tenía un
papel que jugar en esta obra teatral: en su
papel de guardián de la paz, fingía impedir
que las partes se pelearan, y los conminaba a
someter su pleito a un árbitro. Esto, también
lo hacía mediante signos y palabras mági-
cas. Carminae, se llamaban estas palabras
y gestos solemnes que, según los romanos,
tenían el poder mágico de llamar a los dioses
y conseguir sus favores, para que el orden
completo del universo, el fas, imperara
en la ciudad.
Esto suena realmente fantástico: el orden
se conservaba por la ciega confianza que
tenían todos los involucrados, de que decir
las palabras y hacer los gestos mágicos correctos,
era suficiente para resolver sus problemas.
¿Y cómo sabían las partes y el rey
lo que tenían que decir y hacer? ¿Quién era
el titiritero que sabía qué es lo que había detrás,
las razones por las que determinada
contienda debía resolverse de determinada
manera? El libreto lo escribían los pontífices,
expertos consejeros en materia de fas, esto
es, en lo que a los dioses gustaba y disgustaba.
Acudiendo a su larguísima experiencia,
los pontífices lograban de esta manera que
los pleitos se solucionaran siempre de manera
pacífica, segura y, al menos desde su
punto de vista, justa. Pero este sistema tiene
como gran desventaja que no estaba basado
realmente en las razones derivadas de una
verdadera discusión, sino que podía prestarse
a que determinado juicio se resolviera
conforme a los intereses que pudieren haber
preferido los pontífices; y además, por basarse
su esencia exclusivamente en formalismos
mágicos, si las carminae no se decían o
los gestos no se seguían al pie de la letra, se
perdía el encanto, y se perdía el juicio.
Si el derecho hubiera seguido funcionando
así, si nada hubiera cambiado el destino
de esta tendencia, el derecho romano
muy probablemente no hubiera llegado a
ser lo que fue, habría sido una de tantas manifestaciones
culturales que desaparecen
cuando la sociedad en la que existen, se modifica.
Sin embargo, la jurisprudencia pontifical
tuvo un primer golpe, en los albores de la
República, que cimbró sus cimientos: la secesión
plebeya, y la emisión de la Ley de las
XII Tablas. Todos ustedes seguramente han
escuchado la leyenda, que cuenta que los
plebeyos estaban muy disgustados con los
patricios, por las diferencias que existían entre
ambas clases sociales de ciudadanos romanos.
Los plebeyos no podían casarse con
los patricios, ni acceder a cargos de elección
popular, ni tampoco les eran distribuidas las
tierras obtenidas por Roma tras cada conquista,
como a los patricios. Llenos de determinación
y orgullo, los plebeyos se reunieron
en el Monte Aventino, para fundar una
nueva ciudad, con instituciones distintas
a las de la República, y accedieron a seguir
formando parte de Roma, a cambio de ciertos
privilegios, alguno de ellos plasmados
en un documento emitido por los magistrados
romanos: la Ley de las XII Tablas. Si esta
leyenda es cierta, se trata de un golpe muy
importante a la secrecía que con anterioridad
guardaban los pontífices en relación con
las reglas de derecho que aplicaban al emitir
sus carminae. Este golpe además, hay que
entenderlo en su debido contexto: imaginen
ustedes, que el único sustento para la existencia
del colegio sacerdotal pontificio, era
que la sociedad les reconocía autoridad, esto
es, el reconocimiento de que decían el derecho
adecuadamente. Si existe un parámetro
para comparar o revisar que lo hagan bien,
como una ley que contenga reglas de derecho,
esto significa que puede cuestionarse
dicha auctoritas, con lo que se viene abajo el
fundamento de su existencia.
126 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
127

Un segundo golpe contra la jurisprudencia
pontifical, fue la publicación de las
fórmulas contenidas en el archivo pontifical,
por parte del escriba Gneo Flavio, pues a
partir de ese momento, la información que
usaban los pontífices para decir el derecho
a través de carminae, fue expuesta para que
todo el pueblo la consultara. Perdiendo los
pontífices la calidad de celosos guardianes
de las soluciones de derecho, perdieron también
su destino como únicos conocedores
del derecho.
Muy pronto surgieron personas que,
sin dedicarse al fas, tomaron interés en entender
y desentrañar los antiquísimos conocimientos
del derecho pontifical. Surge así
la clase de los juristas, y con ellos, el inicio
de la jurisprudencia laica. En su primera
etapa, la jurisprudencia cautelar, los juristas
son temerosos de opinar mucho respecto
de la forma en que deben resolverse los
juicios, de manera que solo aconsejan a sus
clientes respecto de la celebración de negocios
jurídicos. Pero pronto se atreven a interpretar
poco a poco las costumbres jurídicas
plasmadas en las XII Tablas, para aconsejar
a las personas, al magistrado y al juez, sobre
la actividad de cada uno de ellos en el juicio,
y poco a poco van aprendiendo sobre la ciencia
del derecho, un legado que dejó la jurisprudencia
pontifical, sin el cual no sería posible
que yo les contara esta historia.
Otro golpe de suerte en esta línea evolutiva,
es sin duda la llegada de la cultura
griega hasta la ciudad de Roma. El pueblo
romano, aunque lejos de gustar y entender
de temas tan enaltecedores como la filosofía,
se contagió poco a poco del modo de hablar
y del modo de razonar de los griegos, y
sin reflexionar mucho al respecto, llevó la
dialéctica a fronteras nunca imaginadas por
sus creadores. De haberlo presenciado muy
de cerca, quizás Aristóteles habría visto con
cierto desprecio e indignación, que sus principios
sobre la adecuada forma de discutir, se
emplearan no para discurrir sobre las artes,
el amor o el erotismo, sino para categorizar y
llegar a conclusiones racionales respecto de
algo tan mundano como los problemas jurídicos
entre dos personas.
Y he aquí la manera en que los juristas
utilizaron esta primera herramienta: mezclaron
los conocimientos y prácticas aprendidas
de los pontífices, con una nueva y revolucionaria
forma de discutir. ¡Y discutieron,
y discutieron y discutieron! Hasta que, como
explicaba precisamente Aristóteles, la discusión
daba frutos, y los juristas llegaban a
conclusiones muy aceptables por la sociedad,
muy útiles para resolver problemas,
muy adecuadas a cada caso en el que se discutía.
Se trata de una herramienta que les
permitió, más que recordar las soluciones
del pasado, arribar a dichas soluciones, o a
soluciones parecidas, o incluso a soluciones
distintas, pero mediante un método razonable,
aplicado en la discusión de los asuntos.
En el calor de las discusiones que alegremente
afloraban durante las clases de los
maestros, o entre colegas disfrutando de los
baños públicos, o en el foro, presenciando un
juicio, los juristas romanos podían abstraer
hasta cierto grado algunos conceptos básicos
de derecho, no para construir un sistema,
sino para explicar un caso concreto y en la
medida que éste lo requiriera. Si la abstracción
daba un resultado adecuado, se continuaba
la discusión, y si no, era replanteado
a través de diversos argumentos basados en
distinciones, caracterizaciones, categorías y
definiciones. Todo argumento era bienvenido,
y todo planteamiento que pudiera abstraerse,
se empleaba como premisa en ese
caso, aunque en la riqueza argumentativa,
podía siempre ser cuestionado y derribado
mediante argumentos certeros relacionados
con el caso concreto.
Pero si las premisas están bien puestas
en razón, sirven para categorizar y distinguir.
Esta actividad intelectual permite a los
juristas navegar libremente entre conceptos
y entre precedentes, asociando una idea con
otra, buscando sin mucho orden, pero con
mucha conciencia, semejanzas y disonancias
entre argumentos, búsqueda que, con la
práctica, se hace más rápida y eficiente. ¿O
qué, ustedes leen completas cada una de las
páginas que salen listadas en una búsqueda
de google? No, el que sabe navegar, encuentra
pronto a lo que está buscando.
Este modo de pensar de los juristas romanos,
les permitía analizar un precedente,
una opinión de otro jurista, o hasta una ley
emanada de las asambleas populares, una
opinión del senado o hasta un decreto del
emperador, y ponderar su valor en función
de la solución que se ajustara al caso concreto,
pudiendo aplicar o inaplicar su contenido,
sin mayor limitación que su propia
racionalidad, y su propio convencimiento
de que ese caso concreto, merecía una solución
que funcionara, que resolviera en
verdad el problema desde un punto de vista
práctico, en pocas palabras, una solución
justa, que para ellos era lo mismo que decir,
una solución jurídica. Y es que el IUS romano
era precisamente eso: no era un conjunto
de normas obligatorias, generales y abstractas.
Era la posibilidad de solucionar un caso
práctico de manera conveniente, de manera
adecuada. El ius no puede encontrarse en el
conjunto de todo el conocimiento, sino en el
beneficio logrado en un solo juicio. Si esto
es así, son solamente los juristas los que hacen
derecho. ¿Cuál es el papel del jurista en
la creación del derecho? Es esta la pregunta
esencial de nuestro tema, y la respuesta es:
pues es un papel protagónico, porque ellos
hacen el derecho.
Un elemento esencial para que este conocimiento
y esta habilidad se propagara de
la manera en que lo hizo, fue que los juristas
escribían. Todas las opiniones que emitían,
las escribían, ya sea en responsa, en digesta,
en quaestiones, en sententiae, etc. Se crea
así, una importante literatura jurídica, indispensable
para facilitar a futuros juristas, la
“navegación” jurídica.
Una segunda herramienta con la que
contaron los juristas, fue la ausencia de intervención
política, o dicho de otra forma, la
autonomía del derecho privado.
Podemos afirmar, en efecto, que durante
la Roma Clásica, el derecho privado en verdad
era privado. Es un patrimonio cultural
de los patres familias, de las personas privadas,
y dentro del mismo círculo de personas
privadas, este derecho se conservaba, se perfeccionaba,
se creaba. A ninguna asamblea
popular se le habría ocurrido plasmar en leyes
todas las soluciones que debieran servir
de fundamento para emitir una sentencia
judicial. ¿Por qué se iban a meter a cosas de
los privados que no les incumbían, habiendo
tantos problemas que solucionar en el
ámbito público? Tampoco el Senado, tan corrupto,
tuvo la desfachatez de asumir un rol
tan impropio del poder público, y aunque al
final de la República comenzó a emitir desmedidamente
senadoconsultos relaciona-
128 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
129

dos con el derecho privado, puede afirmarse
que en ningún momento vincularon a los
juristas a apegarse a esos senadoconsultos
como única o principal fuente del derecho.
Por el contrario, en la conciencia romana era
muy claro, y de ello se enorgullecían incluso
los ciudadanos, que la creación del derecho
privado correspondía a los privados. Que
los propios particulares podían resolver sus
problemas, no mediante golpes ni caóticos
enfrentamientos, sino mediante la elaboración
de soluciones justas encomendadas
nada más y nada menos que a las personas
en las que más confiaban para ello, que eran
precisamente los juristas. Era tal el orgullo
y confianza que tenía Roma en sus juristas,
que ponían a prueba su derecho frente a
cualquier pueblo extranjero, y se estableció
un pretor para asuntos peregrinos, que ofrecía
su servicio de jurisdicción para aquellos
casos en los que los extranjeros, que tenían
un problema con los romanos, o bien, los extranjeros
entre sí, acudieran a juicio ante el
pretor para solucionarlo “a la romana”. Y no
es coincidencia, que los extranjeros prefirieran
la jurisdicción romana, en la que era la
razón de los argumentos, y no alguna otra, la
que generaba la solución del asunto.
Tanta importancia daba la sociedad romana
a la labor jurisprudencial, que el propio
Octavio Augusto, impulsó la jurisprudencia
con todas sus fuerzas.
Es curiosa la estrategia de Augusto, y
vale la pena detenernos en ella un momento,
porque nos revela la gran importancia
que tuvieron en sus días nuestros protagonistas,
los juristas. Por una parte, Augusto se
enfrentó a una República moribunda, repleta
de corrupción y con un Senado autoritario
y decadente, que no servía ya como órgano
consejero. Y por la otra, Augusto observó que
con la expansión de Roma, el comercio había
florecido, precisamente gracias a la forma de
crear y aplicar el derecho de los particulares,
de los privados, a tal grado, que los propios
extranjeros preferían ser juzgados conforme
al derecho romano que al propio. Así, en medio
de un caos de desconfianza y descrédito
político, los juristas romanos, personas privadas,
comunes y corrientes (aunque de clases
acomodadas), que se dedicaban al derecho
sin otra retribución que el gusto y amor
por el arte de lo bueno y lo justo, eran casi
los únicos merecedores de la confianza del
pueblo.
Augusto conocía muy bien la idea romana
de que el gobierno debe basarse en la
auctoritas, esto es, no en la potestad, que es
la capacidad real de imponer su voluntad
por la fuerza, sino en el reconocimiento por
parte de los gobernados, de que el gobernante
es apto, de que tiene el conocimiento para
gobernar. Si las personas con más auctoritas
en Roma eran los juristas, más valía a Augusto
ponerlos de su lado, y así lo hizo. Reunió
a los mejores juristas de su época, curiosamente
todos ellos de la clase senatorial,
para ofrecerles una gracia y para pedirles un
favor. La gracia fue el ius publice respondendi,
esto es, un nombramiento de honor, que
significaba que el jurista que con este título
emitía una opinión, la emitía no solamente
con la auctoritas propia, sino también con la
del príncipe. ¿Se imaginan ustedes el gran
honor que sentían los particulares, de que
el juicio en el que se ventilara su asunto, se
resolvía con el respaldo del gobernante que
era el héroe del momento? Hay que recordar
que el propio Senado suplicó a Augusto que
se quedara a gobernar, y a cambio, Octavio
Augusto donó sus tierras a Roma, y puso a su
disposición su propio ejército. Era, sin duda,
un honor para los juristas recibir tal demostración
de credibilidad y confianza por parte
del Princeps.
Y a cambio, el favor que les pidió Augusto
a sus agradecidos juristas, fue que
conformaran un órgano de consulta, para
que el propio Princeps les consultara acerca
de cómo gobernar. Augusto ganó de este
trato, que sus actos no estuvieran autorizados
por el desacreditado Senado, el cual además,
seguramente no se oponía, pues como
recordamos, los primeros integrantes de ese
concilium de juristas fueron miembros de la
propia clase senatorial. Y por su parte, los
juristas recibieron el reconocimiento a su
trabajo, como jurisprudentes del derecho
privado, y además, recibieron el honor de
aconsejar al Princeps en los actos de gobierno.
Con ello, más que nunca, los juristas tuvieron
la oportunidad de transformar su entorno,
de hacer realmente algo por su patria.
Como tercera herramienta en manos
de los juristas, citaré, sin ánimo de robarles
más el tiempo, el sistema formulario, esto
es, el sistema procesal mediante el cual se
llevaban a cabo los juicios.
El procedimiento se dividía en dos etapas:
durante la primera etapa, llamada in
iure, las partes exponían sus argumentos de
derecho, el pretor administraba esta primera
etapa y actuaba en parte como mediador,
en parte como informador de opciones argumentativas
de derecho. En la segunda etapa,
apud iudicem, el pretor ya no participaba,
sino que las partes acudían ante un juez, que
se limitaba a valorar pruebas y a dictar sentencia,
con base en la orden del magistrado,
plasmada en una fórmula que firmaban las
partes en el acto de la litiscontestatio.
No pretendo profundizar en estos conceptos,
que seguramente todos ustedes han
estudiado o estudiarán con detalle. Lo importante
aquí es que en el trámite de la primera
etapa de estos juicios, las partes discutían
de derecho, frente al pretor, y con base
en la discusión, este magistrado emitía la
fórmula que auxiliaría al juez a resolver. Es
decir, el pretor crea una norma jurídica para
un caso concreto, pero no con argumentos
propios ni con una tendencia a perseguir intereses
propios o estatales, sino que esa fórmula
deberá ser aceptada por las partes, por
reflejar justamente sus propias argumentaciones.
Los juicios se resolvían, precisamente,
por lo adecuado de los razonamientos
expuestos durante la discusión. Y ¿quiénes
creen ustedes que dotaban tanto a las partes
como al pretor de estos argumentos? eran
los juristas, por supuesto, que de sol a sol
daban consultas jurídicas a las partes, a los
magistrados, a los jueces, y a todo el que se
dejara.
Observemos entonces, que los juristas
crean el derecho, mediante la discusión
y emisión de sus opiniones, que serán planteadas
en el juicio. Las soluciones más importantes
que han llegado hasta nosotros
del derecho romano, fueron ideadas por un
jurista que las planteó como opinión para la
resolución de un juicio. ¡Ojala los juristas de
hoy tuviéramos esa oportunidad!
Tenemos así, entonces, que aprovechando
su cúmulo de habilidades y conocimientos
heredados y difundidos culturalmente,
y en un ambiente político y procesal
propicio, los juristas pusieron manos a la
obra, para mejorar, caso por caso, la sociedad
en la que les tocó vivir. Los retos no fueron
130 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
131

menores, pero los afrontaron exitosamente:
lograron reducir el abuso y maltrato de los
patres familias hacia los miembros de su familia,
mujeres, niños, esclavos. Lograron situar
a la mujer en una condición más digna
y con una pizca más de equidad frente a los
hombres, de manera que pudieran administrar
su propio patrimonio, incluso sin ser
controladas por un tutor, y que pudieran decidir
con quién casarse y de quién divorciarse,
sin necesidad de tortuosos sometimientos
a la potestad de un hombre. Lograron
que la esclavitud finalmente resultara abolida.
Eso, por supuesto, sin mencionar que
todas las soluciones importantes relacionadas
con todo el derecho civil, son sin duda
producto del esfuerzo de estos personajes,
que supieron aprovechar todos los bloques
de madera de su cajón, de ese lugar en el que
les tocó vivir.
Así que me despido, esperando sembrar
en ustedes este mensaje: tomen sus
bloques, y ¡a construir!!
132 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS
Mtra. Ana Laura Mondragón Padilla
Comentarios a
la serie de televisión:
Roma
Breves comentarios introductorios a la
serie “Roma”, superproducción cinematográfica
norteamericana, de corte historiográfico,
que aborda el periodo de decadencia de
la república liderada por Pompeyo El Magno
y Julio César, en el lapso en el que, mientras
el primero mantiene la paz en Roma y el segundo
conquista los territorios de Las Galias,
pasa por el nacimiento del imperio gobernado
por Julio César y su asesinato, hasta la
muerte de Marco Antonio y Cleopatra, todo
ello durante la última centuria antes de Cristo,
en veintidós capítulos.

Mito, poder e imperio
En el constructo de una leyenda – de
un ser de carne y hueso- siempre sobresale
la cualidad y el vicio, el sueño inalcanzable
y la realidad encadenada a la fuerza de los
hechos. Nada escaparía a esta apreciación la
vida y obra de Cayo Julio César Octavio, mejor
conocido por nuestra posteridad como
Augusto.
Corrían los años cuarenta, previos al
nacimiento de lo que hoy sería reconocido
como el la era cristiana, cuando un joven se
iniciaba en la carrera militar misma que, al
correr el tiempo vendría a convertirse en el
primer emperador de Roma.
El filme “Augustus: su imperio”, en tanto
serie producida para televisión, se estructura
bajo un esquema de escenificación de
acontecimientos personales e históricos en
la vida de nuestro personaje, desde su in-
* Catedrático de la Universidad Insurgentes
Lic. Martín Gilberto Covarrubias González*
cursión y participación con Julio César en la
guerra en Hispania y hasta su muerte en el
año 14 de N.E:
La conformación del poder y su mantenimiento
generó en nuestro personaje una
serie de determinaciones que cruzaron tanto
su vida personal y política y que, según diversos
factores, generaron el proceso del inicio
del fin de la república y las bases para lo
que fue el posterior y dominante imperio romano,
no sólo por su presencia y hegemonía
en el mundo de ese entonces en esa latitud,
sino por su impacto en la estructura política,
jurídica, económica y social de Roma.
Interesante film que nos introduce
en los vericuetos del poder, la traición y los
acuerdos necesarios para dirigir un Estado
donde un sujeto se convierte por avatares en
líder y constructor.
Fotografías del evento
Autoridades universitarias en la inauguración del evento
Lic. Marco Vinicio Gaytán Hernández
Ayudante de investigador del cij
Dra. Aurelia Vargas Valencia,
Directora del Instituto de Investigaciones Filológicas, unam
SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
135

Lic. Yolanda Delfina Madrid Andrade
Catedrática de la Universidad Insurgentes
Lic. José Lino Plascencia Luna y Puente
Ayudante de investigador del cij
Lic. Christiane Benhumea Rebollo
Asistente de la Coordinación de logística
Lic. María de la Cruz Ramírez Fernández, Ayudante de
investigador del cij y Coordinadora de logística de la
Primera semana de Derecho romano
Dra. Martha Elena Montemayor,
Coordinadora del Centro de Estudios Clásicos,
Investigadora del Instituto de Investigaciones
Filológicas
Lic. Fide Joujoute
Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos
Mtro. Horacio Heredia Vázquez
Facultad de Derecho, unam
136 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
137

Jazmín G. Fuentes Ramírez
Coordinadora de edecanes
138 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS
Edecanes
Reglamento de arbitraje y normas editoriales de
la Revista jurídica electrónica bimestral Sodalitas
de la Universidad Insurgentes (uin). 2012
1.
2.
3.
4.
5.
6.
La Revista Sodalitas es una publicación con las características siguientes:
a) jurídica;
b) arbitrada;
c) electrónica y
d) bimestral.
El vocablo latino Sodalitas significa amistad, compañerismo y evoca
el espíritu de equipo.
Estará dirigida por un Editor responsable nombrado por la H. Junta de Gobierno
de la uin.
Tendrá un Comité o Consejo editorial de carácter externo compuesto
por prestigiados académicos con grado de Maestría o Doctorado, notables
por su trayectoria universitaria.
El cargo de miembro del Comité o Consejo editorial es honorario.
Son funciones de los miembros del Comité o Consejo editorial las siguientes:
a) elaborar en tiempo y forma los dictámenes que les encargue
el Editor de la Revista;
SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
139

7.
8.
b) proponer, por mayoría de votos al Editor, temáticas para la Revista;
c) sesionar una vez al año de manera colegiada a convocatoria del
Editor o, de no ser posible, mantener contacto mediante correo electrónico
con el Editor a fin de dar a conocer sus votos y opiniones y
d) las demás que les asigne el Editor.
El Editor tendrá las funciones siguientes:
a) recibir los artículos que les envíen los autores;
b) verificar que cumplan con las normas y políticas editoriales de
la Revista;
c) asignar los artículos a 2 árbitros para su dictamen; d) recibir los
artículos dictaminados y enviarlos: al archivo de la Revista, de nuevo
a sus autores o al administrador de la página web de la Universidad
para su publicación, según el caso;
e) elaborar las cartas de nombramiento de los miembros del Comité
editorial;
f) elaborar las constancias de publicación de artículos en la Revista
para los autores;
g) computar los votos de los miembros del Consejo o Comité editorial
y atender sus opiniones;
h) las demás que le asigne la legislación autoral o la H. Junta de Gobierno.
Del arbitraje:
a) Los artículos se envían al correo del Editor: luis.figueroa@uinsurgentes.mx
b) Una vez recibidos por el Editor, se envían al Consejo o Comité editorial
en un plazo máximo de 3 días hábiles.
c) El dictamen es ciego (anónimo).
d) Cada artículo se debe enviar a dos árbitros para que sea dictaminado
en los términos referidos.
e) El Comité tiene un plazo de 15 días hábiles para revisar el artículo
y emitir su dictamen.
f) Los criterios utilizados por los árbitros para dictaminar el artículo
serán: I) originalidad y rigor científico; II) exclusividad (el que no
haya sido o sea publicado en otra Revista); III) contribución al avan-
140 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS SODALITAS MARZO/ABRIL 2012
9.
ce del conocimiento jurídico; IV) presentación (coherencia, continuidad
y consistencia); V) empleo apropiado de referencias y VI) bibliografía
pertinente.
g) El dictamen puede ser en los sentidos siguientes: I) publicable; II)
no es publicable; III) publicable con observaciones (esto es, siempre
y cuando se le hagan las modificaciones por el autor de acuerdo con
las observaciones hechas por el Comité).
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Editor lo envía de nueva cuenta al Comité que contará con 15 días
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los dictámenes de los artículos enviados, con el fin de que la Revista
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141

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142 MARZO/ABRIL 2012 SODALITAS
Revista Sodalitas
México
Marzo/Abril 2012