OBRAS COMPLETAS Tomo 2 ADOLF HITLER
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son eliminadas substituidas por principios contrarios. Y con todo esto se cierne sobre los<br />
pueblos el pánico de la falta de trabajo y, por lo tanto, del hambre y de la miseria,<br />
precipitando a la maldición a millones de hombres. Y esta humanidad atónita ve que el dios<br />
de la guerra no ha depuesto sus armas, sino que, por el contrario, camina por la tierra más<br />
armado que nunca. Si antes, ejércitos de centenares de miles defendían los fines de una<br />
política imperialista de dinastías, de Gobiernos o de nacionalidades, hoy, son ejércitos de<br />
millones de hombres los que se arman para la guerra en nombre de nuevas ideas, de<br />
revoluciones mundiales, del bolchevismo y hasta del tabú de “nunca más guerra” y<br />
soliviantan con ello a los pueblos.<br />
Diputados:<br />
Al exponer ante vosotros y ante el pueblo alemán estos hechos, no lo hago tanto para<br />
despertar vuestra comprensión para la trascendencia de la época en que vivimos, como para<br />
mostraros la incapacidad espiritual y práctica de quienes se presentaban un día como<br />
llamados para dar al mundo nueva época de pacífica evolución, de bendición y de<br />
prosperidad.<br />
Y hay algo más que no quiero callar: nosotros no tenemos responsabilidad en esta<br />
política, porque no teníamos poder ni fuerza para dar ideas al mundo ni leyes a la vida, en<br />
los tiempos de la humillación, tiempos en que fuimos maltratados por estar inermes. Eso<br />
fue obra de los poderosos dirigentes del mundo y Alemania durante más de 15 años figuró<br />
entre los regidos. Digo esto además porque quisiera abrir los ojos al pueblo alemán y quizá<br />
a otras naciones también, para que viesen que seguir principios erróneos por inexactos tiene<br />
que llevar a resultados no menos erróneos e inexactos. El que nosotros como víctimas<br />
propiciatorias de este proceso hayamos sido afectados por él con singular crudeza, depende,<br />
en parte, como ya hemos dicho, de lo grave de nuestra caída. Pero el que todo el mundo<br />
incurriese en este tiempo en esas constantes desarmonías y crisis continuadas hay que<br />
atribuirlo al escaso juicio y penetración con que se vieron y se trataron los problemas de los<br />
pueblos aisladamente y en relación unos con otros.<br />
El origen de todo esto está en aquel infausto Tratado que pasará a la historia como<br />
ejemplo de la miopía humana y de insensatas pasiones para demostrar cómo no pueden