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Las mujeres vestidas con la negra mantilla representan a esas otras mujeres<br />
que tapaban su cabeza con negro manto y acompañaban a esa Madre<br />
dolorida, que en silencio llora, como solo lloran las madres...<br />
Al decir Madre, no puedo dejar de resaltar la gran labor que las mujeres<br />
hacen en las cofradías... No se limitan a cantar saetas y vestirse de mantillas,<br />
realizan un papel fundamental, planchan, pre<strong>para</strong>n los antifaces,<br />
los capirotes, cosen, bordan, custodian durante todo el año el ajuar de la<br />
Virgen, y contribuyen a que los pasos salgan mejor arreglados, mas hermosos,<br />
mas vistosos...<br />
Su incorporación a las cofradías es productos del signo de los tiempos,<br />
de la época de mayor igualdad entre sexos que nos ha tocado vivir, y de la<br />
generosidad de unas hermandades que saben de su obligada evolución hacia<br />
un orden mas a tono con los nuevos tiempos y las necesidades que imponen.<br />
¡Dios te salve María!<br />
Testigo del amor de tus cofrades,<br />
Vas dando lección de consuelo<br />
Con cada una de esas lagrimas benditas<br />
Que por tus mejillas caen,<br />
Y vas levantando suspiros<br />
Implorando al cielo entre tus plateados varales<br />
¡Dios te salve Reina y Madre!<br />
Señoras y Señores, todos los <strong>aquí</strong> presentes ¿no creen ustedes que ella<br />
fue la primera mujer cofrade?<br />
Con la mayor religiosidad, con el mayor mimo engalanamos a la Divina<br />
Madre <strong>para</strong> mitigar su sufrimiento.<br />
Vamos a ponerle flores, muchas flores... Para que su aroma penetrante<br />
adormezcan sus martirizados sentidos.<br />
Sembremos de velas rizadas su camino... Para que a la luz tenue de sus<br />
pabilos, se abran sus ojos transidos de dolor.<br />
Coloquémosla bajo un palio primoroso... Para que ni la más mínima<br />
brisa la moleste.<br />
Arropémosla con sayas, tocas y mantos de esplendorosos bordados...<br />
Para que como mujer presuma de bonita por las calles de Ceuta.<br />
Vamos a susurrarle piropos en forma de saetas... <strong>para</strong> que el rictus amargo<br />
de sus labios, se transformen en dulcísimos suspiros.<br />
Vamos a mecerla al compás de marchas procesionales... Para que el dulce<br />
movimiento aminore el torrente de su llanto.<br />
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