nº 373/23-x-2003 semanario católico de información ... - Alfa y Omega
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EL DÍA DEL SEÑOR <strong>23</strong>-X-<strong>2003</strong><br />
XXX Domingo <strong>de</strong>l Tiempo ordinario<br />
«¡Que pueda ver!»<br />
Ante los hechos que sorpren<strong>de</strong>n es muy fácil pentinta a la lección <strong>de</strong>l Padrenuestro, cuya medida <strong>de</strong> oporsar<br />
que acontecieron por casualidad. Sin embartunidad en lo que se pi<strong>de</strong> fue bien manifiesta al invitar- Evangelio<br />
go, la fe nos dice que, en lo que nos narra el Evannos a <strong>de</strong>cir: «Hágase tu voluntad en la tierra como en el<br />
gelio, no hay casualidad alguna, sino realización <strong>de</strong>l cielo». La voluntad <strong>de</strong>l Señor es nuestra plenitud en la<br />
plan <strong>de</strong> Dios manifestado<br />
en Jesucristo, en<br />
verdad y en el bien por<br />
el camino <strong>de</strong> la cari-<br />
n aquel tiempo, al salir Jesús <strong>de</strong><br />
EJericó con sus discípulos y<br />
sus palabras y acciodad,<br />
que es el amor <strong>de</strong> bastante gente, el ciego Bartimeo (el<br />
nes. Así ocurre en tor-<br />
Dios y el amor según hijo <strong>de</strong> Timeo) estaba sentado al<br />
no al ciego Bartimeo.<br />
Dios.<br />
bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l camino pidiendo limosna.<br />
Lo que sorpren<strong>de</strong> es<br />
A Dios, pues, <strong>de</strong>be- Al oir que era Jesús Nazareno,<br />
que, pidiendo limosna<br />
mos pedirle lo funda- empezó a gritar:<br />
a los transeúntes, no la<br />
mental, esto es, que po- «Hijo <strong>de</strong> David, ten compasión<br />
pidiera al Señor. A Jedamos<br />
ver, que alcan- <strong>de</strong> mí».<br />
sús le pi<strong>de</strong> ver. Se da<br />
cemos a percibir, a re- Muchos le regañaban para que se<br />
una diferencia notable:<br />
conocer la verdad y a callara, pero gritaba más: «Hijo <strong>de</strong><br />
a los hombres el ciego<br />
amarla más que a no- David, ten compasión <strong>de</strong> mí».<br />
les pi<strong>de</strong> ayuda para<br />
sotros mismos para Jesús se <strong>de</strong>tuvo y dijo:<br />
subsistir. A Jesucristo,<br />
centrar en ella el curso «Llamadlo».<br />
en cambio, le pi<strong>de</strong> la<br />
<strong>de</strong> nuestra vida. Aun- Llamaron al ciego diciéndole:<br />
solución radical <strong>de</strong> sus<br />
que suene a paradoja, «Ánimo, levántate, que te llama».<br />
males: «Maestro, que<br />
es cierto que muchas Soltó el manto, dio un salto y se<br />
pueda ver». Importan-<br />
veces lo que pedimos acercó a Jesús.<br />
te lección que no nace<br />
a Dios <strong>de</strong>s<strong>de</strong> nuestra Jesús le dijo: «¿Qué quieres que<br />
<strong>de</strong> la casualidad y que<br />
perspectiva, tantas ve- haga por ti?»<br />
pue<strong>de</strong> ayudarnos a puces<br />
empobrecida por El ciego contestó: «Maestro, que<br />
rificar nuestra actitud<br />
nuestras limitaciones y pueda ver».<br />
en la oración.<br />
concupiscencias, pro- Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha<br />
A Dios no <strong>de</strong>bevoca<br />
nuestro empobre- curado».<br />
mos pedirle cosas accimiento,<br />
en lugar <strong>de</strong> Y al momento recobró la vista y<br />
ci<strong>de</strong>ntales sin poner en<br />
nuestro beneficio real. lo seguía por el camino.<br />
sus manos la orienta-<br />
La <strong>de</strong>sconfianza y la<br />
ción misma <strong>de</strong> nuestra<br />
<strong>de</strong>cepción ante la ora-<br />
Marcos, 10, 46-52<br />
vida. Dios no es el reción<br />
nacen muchas vecurso<br />
<strong>de</strong> nuestras imces,<br />
aun sin saberlo nopotencias<br />
al servicio <strong>de</strong><br />
sotros, <strong>de</strong> nuestro error<br />
nuestros planes. Dios<br />
en la forma <strong>de</strong> orar, y<br />
es el Señor <strong>de</strong> cielos y<br />
en el contenido <strong>de</strong><br />
tierra, el dueño <strong>de</strong><br />
nuestra plegaria. Como<br />
nuestra existencia, la<br />
solución a ello, bueno<br />
razón <strong>de</strong> nuestra vida<br />
sería que, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong><br />
y el Maestro que nos <strong>de</strong>scubre la verdad, fundamento <strong>de</strong> apren<strong>de</strong>r la lección <strong>de</strong> este pasaje evangélico, meditá-<br />
todas nuestras acciones y <strong>de</strong> nuestra misma relación con ramos las palabras <strong>de</strong>l Padrenuestro y el ejemplo <strong>de</strong> la<br />
Él. No es justo, sino pecaminoso, recurrir a Dios como<br />
garantía para nuestros planes. Cuando el Señor nos in-<br />
Santísima Virgen: «Hágase en mí según tu palabra».<br />
vita a orar diciéndonos: «Pedid y recibiréis, llamad y<br />
+ Santiago Garcia Aracil<br />
se os abrirá, buscad y encontraréis», no enseña cosa dis-<br />
obispo <strong>de</strong> Jaén<br />
Esto ha dicho el Concilio<br />
on<strong>de</strong>quiera que Dios abre la puerta <strong>de</strong> la palabra para anunciar el misterio <strong>de</strong> Cristo a todos los hombres, confiada y constantemente, hay que<br />
Danunciar al Dios vivo y a Jesucristo, enviado por Él para salvar a todos, a fin <strong>de</strong> que los no cristianos, bajo la acción <strong>de</strong>l Espíritu Santo, que abre sus<br />
corazones, creyendo se conviertan libremente al Señor y se unan a Él con sinceridad, quien, por ser Camino, Verdad y Vida, colma todas sus<br />
exigencias espirituales, más aún, las colma infinitamente. Esta conversión hay que consi<strong>de</strong>rarla, ciertamente, inicial, pero suficiente para que el<br />
hombre perciba que, arrancado <strong>de</strong>l pecado, es introducido en el misterio <strong>de</strong>l amor <strong>de</strong> Dios, quien lo llama a iniciar una comunicación personal con Él<br />
en Cristo. Puesto que, por la acción <strong>de</strong> la gracia <strong>de</strong> Dios, el nuevo convertido empren<strong>de</strong> un camino espiritual por el que, participando ya por la fe <strong>de</strong>l<br />
misterio <strong>de</strong> la muerte y <strong>de</strong> la resurrección, pasa <strong>de</strong>l hombre viejo al nuevo hombre perfecto en Cristo. Trayendo consigo este tránsito un cambio<br />
progresivo <strong>de</strong> sentimientos y <strong>de</strong> costumbres, <strong>de</strong>be manifestarse con sus consecuencias sociales y <strong>de</strong>sarrollarse, paulatinamente, durante el<br />
catecumenado. Siendo el Señor, al que se confía, blanco <strong>de</strong> contradicción, el convertido sentirá con frecuencia rupturas y separaciones, pero también<br />
gozos, que Dios conce<strong>de</strong> sin medida. La Iglesia prohíbe severamente que a nadie se obligue, o se induzca, o se atraiga por medios indiscretos a<br />
abrazar la fe, lo mismo que <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> con energía el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> que nadie sea apartado <strong>de</strong> la fe con vejaciones y amenazas. Según la antiquísima<br />
costumbre <strong>de</strong> la Iglesia, investíguense los motivos <strong>de</strong> la conversión y, si es necesario, purifíquense.<br />
Decreto Ad gentes, 13<br />
15 A<br />
Ω