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Viaje alucinante.pdf

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file:///D|/Buscador%20de%20Colecciones/Abel-obras%20a%20incorporar/Isaac%20Asimov/<strong>Viaje</strong>%20Alucinante.txt<br />

**** ** ****<br />

Michaels estaba medio inconsciente cuando el "Proteus" se detuvo sobre el lecho de dendritas. El súbito giro de la embarcación al recibir el rayo del láser — sí, tenía que haber sido el láser—, le había arrojado con gran violencia contra el tablero de mandos. Lo único que sentía era un intenso dolor en el brazo derecho. Sin duda se lo había roto. Se había fundido un sector de la pared y sólo la tensión superficial del plasma evitaba la inundación.<br />

El aire que quedaba le duraría el par de minutos que faltaban para empezar la desminiaturízación. Incluso le pareció, mientras observaba, que las dendritas se habían estrechado un poco. Y, como éstas no podían menguar de tamaño, lo que ocurría era que él empezaba a aumentar, aunque muy lentamente al principio. Cuando hubiese recobrado su tamaño normal, podrían curarle el brazo. Los otros serían devorados por las células blancas. Y él diría..., diría..., cualquier cosa, para explicar la avería del barco. En todo caso, Benes moriría, y la miniaturización indefinida moriría con él. Y habría paz..., paz...<br />

Observó las dendritas, mientras su cuerpo permanecía doblado, inerte, sobre el tablero de control. ¿Podía moverse? ¿Estaba paralizado? ¿Se había roto también la columna vertebral?<br />

Reflexionó vagamente sobre esta posibilidad. Sintió que sus facultades de comprensión y de raciocinio se diluían, mientras una nube lechosa cubría las dendritas.<br />

¿Una nube lechosa?<br />

¡Un glóbulo blanco!<br />

Sí; era un glóbulo blanco. La nave era mayor que los elementos que flotaban en el plasma, y la embarcación estaba en el lugar de la lesión. Sería ella la que primero atraería la atención de la célula blanca<br />

La ventanilla del "Proteus" se cubrió de leche resplandeciente. La materia lechosa invadió el plasma del boquete del casco de la nave y pugnó por quebrantar la barrera de la tensión.<br />

El penúltimo ruido que oyó Michaels fue el chasquido del "Proteus", frágil en su estructura de átomos miniaturizados, rebasado en su punto de rotura y quebrándose en añicos bajo la presión del glóbulo blanco.<br />

El último ruido que oyó fue el de su propia risa.<br />

CAPITULO XVIII: OJO<br />

Cora vio el glóbulo blanco casi al mismo tiempo que Michaels.<br />

— ¡Miren! — gritó, horrorizada.<br />

Se detuvieron y se volvieron a mirar.<br />

El glóbulo blanco era enorme. Tenía cinco veces el diámetro del "Proteus", o tal vez más. Comparado con los individuos que lo observaban, era una montaña, una montaña de protoplasma lechoso, pulsátil, desprovisto de piel. Su núcleo, grande y lobulado, sombra lechosa en el interior de su materia, parecía un ojo maligno y de contorno irregular, y la forma total de aquella criatura cambiaba a cada instante. Una porción de ella se hinchó en dirección al "Proteus".<br />

Grant, como obedeciendo a un impulso reflejo, empezó a nadar hacia el "Proteus".<br />

Cora le agarró de un brazo.<br />

— ¿Qué va a hacer, Grant?<br />

— Es imposible salvarle — dijo Duval, excitado —. Malgastará su vida inútilmente.<br />

Grant sacudió violentamente la cabeza.<br />

— No estoy pensando en Michaels, sino en el barco.<br />

— Tampoco puede salvar el barco —dijo Owens, con tristeza.<br />

— Pero podemos, tal vez, llevarlo a un sitio donde pueda expansionarse sin peligro. Escuchen: aunque sea aplastado por el glóbulo blanco, aunque se desintegre en átomos, cada átomo miniaturizado se desminiaturizará; en realidad, ha empezado ya la desminiaturización. Lo mismo da que Benes muera a causa de la nave intacta o de un montón de chatarra.<br />

— Pero no puede sacar el barco de aquí— dijo Cora —. ¡Oh, Grant! Por favor, no quiera morir después de todo lo que hemos pasado.<br />

Grant le sonrió.<br />

— Me sobran razones para no morir, créame, Cora. Sigan nadando los tres y déjenme hacer un experimento de colegial.<br />

Y echó a nadar en dirección al monstruo El corazón le latía de un modo insoportable. Había otros glóbulos blancos detrás de aquél, bastante lejos; pero sólo uno le interesaba: el que estaba engullendo al "Proteus".<br />

Al acercarse, pudo ver su superficie. Una porción de ésta manifestábase claramente de perfil; dentro de ella, había granulos y una especie de burbujas. Un mecanismo muy intrincado, demasiado complicado para que lo hubieran comprendido los biólogos, y todo él encerrado en una gota microscópica de materia viva El Proteus se hallaba ahora en su interior; una sombra oscura encerrada en una de las burbujas. Grant creyó ver por un instante la cara de Michaels en la cabina; pero, indudablemente, fue sólo fruto de su imaginación.<br />

Grant alcanzó al fin la palpitante y montañosa superficie; pero, ¿cómo llamar la atención a una cosa semejante? No tenía ojos ni sentidos, ni inteligencia, ni voluntad. Era una máquina automática de protoplasma, construida para reaccionar de cierto modo contra un ataque. ¿Cómo? Grant lo ignoraba. Sin embargo, cuando se aproximaba una bacteria, la célula blanca lo sabía. A su manera celular, ella lo sabía. Por esto había reaccionado en presencia del "Proteus" y lo había engullido.<br />

Grant era mucho más pequeño que el Proteus, mucho menor que una bacteria, incluso en aquel momento. ¿Sería lo bastante grande para que el glóbulo blanco lo advirtiera? Sacó el cuchillo y lo hundió profundamente en la masa que tenía ante él, rasgándola hacia abajo. Nada ocurrió. No salió sangre, porque las células blancas carecen de ella. En cambio, apareció una protuberancia en el protoplasma, taponando la ruptura de la membrana.<br />

Grant hundió de nuevo el cuchillo. No quería matar la célula, ni se creía capaz de hacerlo, dado su tamaño actual. Sin embargo, ¿no habría una manera de atraer su atención?<br />

Se apartó un poco y advirtió, con emoción creciente, que una protuberancia de la pared avanzaba en dirección a él. Se alejó más y la protuberancia le siguió. Su presencia había sido advertida No sabía cómo; pero lo cierto era que el glóbulo blanco, con todo lo que contenía, con el Proteus en su interior, había empezado a seguirle.<br />

Se alejó más de prisa. El glóbulo blanco le siguió, pero (tal como fervientemente deseaba) con poca rapidez. Grant había previsto que la célula blanca no era apta para alcanzar velocidad, que se movía como una amiba, proyectando una porción de su sustancia y vertiéndose después en la protuberancia. En condiciones corrientes, luchaba contra objetos inmóviles, contra bacterias o contra desperdicios extraños e inanimados. Su movimiento amiboide era suficiente para esto. En cambio, ahora tenía que habérselas con un objeto capaz de desplazarse rápidamente. «Ojalá su rapidez fuese bastante», pensó ardientemente Grant. Con creciente velocidad, nadó al encuentro de sus compañeros, que avanzaban despacio, esperándole.<br />

— Dense prisa — jadeó —. Creo que me sigue.<br />

— Y hay otros detrás — dijo Ehival, alarmado.<br />

Grant miró hacia atrás. A lo lejos, pululaban los glóbulos blancos. Cuando uno de ellos advirtió su presencia, la habían advertido ya todos los demás.<br />

— ¿Cómo...?<br />

— Vi cómo hería usted a la célula blanca. Si la lesionó, brotaron de ella sustancias químicas que pasaron al torrente sanguíneo, sustancias químicas que atrajeron a las células blancas de los sectores próximos.<br />

— Entonces, ¡por el amor de Dios, «nademos»!<br />

**** ** ****<br />

El equipo quirúrgico se había reunido alrededor de la cabeza de Benes, mientras Cárter y Reid observaban desde arriba. La depresión de Cárter aumentaba por momentos.<br />

La operación había terminado. Y no había servido para nada, para nada, para...<br />

— ¡General Cárter! ¡Señor! — dijo una voz apremiante, estridente, temblorosa de excitación.<br />

— ¿Qué?<br />

— El "Proteus", señor. ¡Se mueve!<br />

Cárter gritó:<br />

—¡Suspendan la intervención!<br />

Todos los miembros del equipo quirúrgico levantaron la cabeza con interrogativa sorpresa. Reid tiró de la manga a Cárter.<br />

— El movimiento puede ser simple efecto de la lenta aceleración de la desminiaturización del barco. Si no los saca de allí ahora mismo, pueden verse amenazados por los glóbulos blancos.<br />

— ¿Cuál es el movimiento? —gritó Cárter—. ¿Adonde se dirige?<br />

— A lo largo del nervio óptico, señor.<br />

Cárter se volvió a Reid.<br />

— ¿Adonde conduce? ¿Qué significa esto?<br />

El rostro de Reid se iluminó.<br />

— Significa una salida de emergencia — dijo — en la que no había pensado. Se encaminan al ojo, para salir por el conducto lacrimal. Todavía pueden conseguirlo, lesionando el ojo en el peor de los casos. Que alguien traiga un portaobjetos. Vayamos abajo, Cárter.<br />

**** ** ****<br />

El nervio óptico era un haz de fibras, y cada una de éstas como una ristra de salchichas.<br />

Duval se detuvo para posar la mano en la juntura entre dos de las «salchichas».<br />

— Un nodulo de Ranvier —dijo, maravillado—, y lo estoy tocando.<br />

— Deje de tocar y siga nadando — jadeó Grant.<br />

Grant observaba ansiosamente para asegurarse de que el glóbulo blanco continuaba la persecución. El que se había tragado al "Proteus". En cuanto a éste, ya no podía verlo. Si estaba en el interior del glóbulo blanco más próximo, se había hundido tanto en su sustancia que se había hecho invisible. Pero, si aquel glóbulo blanco no era «su» glóbulo, entonces, a pesar de todo, Benes moriría. Los nervios lanzaban destellos al ser heridos por la luz de los cascos, y los destellos retrocedían con gran rapidez.<br />

— Impulsos luminosos — murmuró Duval —. Los ojos de Benes no están completamente cerrados.<br />

— Todo está menguando de tamaño — dijo Owens —. ¿Han reparado en ello?<br />

— Sí — respondió Grant, moviendo la cabeza.<br />

El monstruoso glóbulo blanco era sólo la mitad de lo que había sido momentos antes.<br />

— Sólo disponemos de unos segundos — dijo Duval.<br />

— Yo no puedo seguir —gimió Cora.<br />

Grant se colocó a su lado.<br />

— ¡Claro que puede! Estamos ya en el ojo. Con franquear el espacio de media lágrima estaremos salvados.<br />

Le rodeó la cintura con un brazo y la empujó hacia delante; después tomó el láser que ella seguía llevando.<br />

Duval dijo:<br />

— Pasando por aquí, saldremos al conducto lacrimal.<br />

Su aumento de tamaño hacía que casi llenasen el espacio intersticial por el que seguían nadando. Al aumentar su volumen, había aumentado también su velocidad, y las células blancas no parecían ya tan amenazadoras.<br />

Duval abrió de un puntapié la pared membranosa que se levantaba ante ellos.<br />

— Pasen —dijo—. Usted primero, Miss Peterson. Grant la empujó y pasó detrás de ella. Después lo hizo Owens y, por último, Duval.<br />

— Ya hemos salido — dijo Duval, esforzándose por dominar su emoción—. Estamos fuera del cuerpo.<br />

— Espere —dijo Grant—. Quiero que salga también esa célula blanca. En otro caso...<br />

Aguardó un instante y lanzó un grito de entusiasmo.<br />

— ¡Ahí está! ¡Y, por todos los santos, que es la nuestral<br />

La célula blanca se deslizó por la abertura practicada por Duval, aunque con ciertas dificultades. El "Proteus", o su estructura deshecha, veíase claramente a través de la sustancia. Había crecido hasta alcanzar un tamaño equivalente a la mitad del glóbulo blanco, y el pobre monstruo tenía que enfrentarse con un inesperado ataque de indigestión. Sin embargo, luchó con gallardía. Habían estimulado su impulso de persecución, y no podía hacer otra cosa sino seguir adelante.<br />

Los tres hombres y la mujer ascendieron por una sima que se llenaba de fluido. El glóbulo blanco, que apenas se movía, subió tras ellos. La suave y curva pared de uno de los lados era transparente; no a la manera de la fina pared de los capilares, sino transparente de verdad. No había señales de membranas celulares ni de núcleos.<br />

— Es la córnea — dijo Duval —. La otra pared es el párpado inferior. Tenemos que alejarnos lo más posible para no dañar a Benes al desminiaturizarnos, y sólo disponemos de unos segundos.<br />

En lo alto, a algunos metros por encima de ellos (a su todavía diminuta escala), veíase una hendidura horizontal.<br />

— Por allí —dijo Duval.<br />

**** ** ****<br />

— El barco se encuentra en la superficie del ojo —dijo una voz, en tono triunfal.<br />

— Muy bien — dijo Reid —. Es el ojo derecho.<br />

Uno de los técnicos, que sostenía el portaobjetos, se inclinó sobre el ojo cerrado de Benes. Había sido colocada una lente en el lugar adecuado. Con ayuda de unas pinzas forradas de fieltro, alguien pellizcó suavemente el párpado inferior y tiró de él hacia abajo.<br />

— Ahí está — dijo el técnico, con voz apagada —. Como una mota de polvo.<br />

Con mucho cuidado, aplicó el portaobjetos al ojo y retiró la lágrima que contenía la mota.<br />

Todos se echaron atrás.<br />

— Si ya puede verse a simple vista, aumentará de volumen con gran rapidez —dijo Reid—. ¡Despejen!<br />

El técnico, debatiéndose entre la prisa y la necesidad de mostrarse amable, colocó el portaobjetos en el suelo y se alejó a toda velocidad.<br />

Las enfermeras se llevaron rápidamente la mesa de operaciones, cruzando la doble puerta de la estancia, y, con una velocidad increíble, las motas de polvo del portaobjetos recobraron su tamaño natural.<br />

Tres hombres, una mujer y un montón de fragmentos metálicos, redondeados y erosionados, aparecieron en el lugar donde momentos antes no había nada.<br />

— Solamente han sobrado ocho segundos — murmuró Reid.<br />

Pero Cárter gritó:<br />

—¿Dónde está Michaels? Si sigue todavía dentro de Benes...<br />

Y echó a correr detrás de la mesa de operaciones, abrumado una vez más por la conciencia de la derrota.<br />

Grant se quitó el casco y le llamó con un ademán.<br />

—Todo está en orden, general Eso es lo que queda del "Proteus", y, en su interior, encontrará lo que queda de Michaels. Tal vez únicamente un montón de gelatina orgánica y algunos fragmentos de huesos.<br />

**** ** ****<br />

Grant no se había acostumbrado todavía al mundo normal. Había dormido, con breves interrupciones, durante quince horas, y se despertó sorprendido de hallarse en un mundo de espacio y de luz.<br />

Desayunó en la cama, mientras Cárter y Reid sonreían junto a la cabecera.<br />

— ¿También reciben los otros este tratamiento? —inquirió.<br />

— Todo lo que pueda comprarse con dinero... —dijo Cárter—, al menos, durante una temporada. Sólo hemos dejado marchar a Owens. Estaba ansioso de volver junto a su mujer y sus hijos, y le dejamos partir, pero sólo cuando nos hubo explicado someramente lo ocurrido. Por lo visto, Grant, el éxito de la misión se debió principalmente a usted.<br />

— Es posible, si quiere usted olvidar algunos fallos — dijo Grant —>. Si va a recomendarme para una medalla y un ascenso, lo acepto de antemano. Si va a recomendarme para unas vacaciones pagadas de un año de duración, lo acepto todavía con mayor entusiasmo. Pero, en realidad, la misión habría fracasado sin la ayuda de cualquiera de nosotros. Incluso Michaels nos guió con eficacia durante la mayor parte del trayecto.<br />

— Michaels... —dijo Cárter, pensativo—. Lo que a él se refiere debe permanecer secreto, ¿sabe? La versión oficial es que murió en cumplimiento del deber. No conviene que se sepa que un traidor se había infiltrado en las FDMC. Y, en realidad, aún no sé si «era» un traidor.<br />

— Yo le conocía lo bastante para afirmar que no lo era —dijo Reíd—. Al menos, no en el sentido corriente de la palabra.<br />

Grant asintió con la cabeza.<br />

— Estoy de acuerdo. No era un villano de novela. Perdió un tiempo precioso poniendo a Owens el traje de inmersión antes de echarlo fuera de la nave. Estaba dispuesto a dejar que lo mataran los glóbulos blancos, pero no podía hacerlo con sus manos. No... Yo creo que realmente quería que la miniaturización indefinida siguiera siendo un secreto, para bien de la Humanidad.<br />

— Era partidario de la miniaturización para usos pacíficos — dijo Reid —. Y, en esto, comparto su opinión. ¿Qué ventajas se obtendrían si...?<br />

Cárter le interrumpió:<br />

— Esto es fruto de una mentalidad que llegó a hacerse irracional por un exceso de tensión. Escuchen: sufrimos esto desde que se inventó la bomba atómica. Siempre hay gente que se imagina que, si se elimina cualquier nuevo descubrimiento de espantosas consecuencias, todo marchará bien. Sólo que no «pueden» suprimirse los descubrimientos cuando llega su tiempo. Si Benes hubiese muerto, la miniaturización indefinida habría sido descubierta el año próximo, o dentro de cinco años, o dentro de diez. En este caso, Ellos hubieran podido tenerla primero.<br />

— Y ahora — dijo Grant —, los primeros seremos nosotros. ¿Y qué haremos con ella? ¿Abocarnos a la guerra final? Tal vez Michaels tenía razón.<br />

— Y tal vez el sentido común prevalecerá en ambos bandos —replicó Cárter, secamente—. Hasta ahora, así ha sido.<br />

— Y especialmente —dijo Reid— habida cuenta de que, cuando se sepa esta historia y los medios periodísticos difundan la noticia del <strong>alucinante</strong> viaje del "Proteus", los usos pacíficos de la miniaturización serán dramatizados hasta el punto de que nos permitirán luchar contra el dominio militar de la técnica. Y tal vez tengamos éxito. Cárter tomó un cigarro, frunció el ceño y no contestó directamente.<br />

— Dígame, Grant: ¿cuándo empezó a sospechar de Michaels?<br />

file:///D|/Buscador%20de%20Colecciones/Abel-obras%20a%20incorporar/Isaac%20Asimov/<strong>Viaje</strong>%20Alucinante.txt (26 of 27)03/10/2009 14:28:21

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