ON (15-10-2011) - Deia

Castillo de Monjardín
Fortaleza sobre Tierra Estella
ELEVADO A 890 METROS DE ALTITUD Y DIVISANDO UN PANORAMA DE EXCEPCIÓN SOBRE LOS TRI-
GALES Y VIÑEDOS DE LIZARRAONDOA, EL CASTILLO DE DEIO, EN VILLAMAYOR DE MONJARDÍN (NAVA-
RRA) PRESERVA UNA SÓLIDA MEMORIA GUERRERA. [TEXTO Y FOTOS: SANTIAGO YANIZ ARAMENDIA]
El castillo de Villamayor
de Monjardín (Doneztebe
Deio) ha defendido
viejas historias territoriales
desde su singular
enclave enganchado a
las rocas de un peñasco.
Sabemos que fue Deio
una histórica comarca navarra que, citada
con diversos nombres como Degium,
Deiu o Degius, tuvo desde muy antiguo
pleno dominio sobre sí misma y se resistió
largo tiempo a ser conquistada ya desde
la primera invasión musulmana.
Se dice que este castillo de Monjardín
debió ser la primera y principal instalación
defensiva del Deyerri, esta comarca
que luego ha dado el nombre al valle de
Yerri, aunque con distinta configuración
de la que tuviera en sus primeros tiempos.
La fortaleza recibe el nombre de San
Esteban de Deio por el templo que se
alberga entre sus murallas y, a pesar de
haber resistido con tesón a los musulmanes,
en el año 882 fue a caer en
Vista del castillo
desde el valle.
manos de Mohamat Ibn lupi con ocasión
de los ataques que en Nafarroa dirigió
Banu Qasi. El fuerte pasó más tarde a ser
propiedad de la Corona y por fin perteneció
a la iglesia, quien edificó en su interior
la ermita barroca de San Esteban
aprovechando los materiales de la fortaleza.
El apelativo de Villamayor de Monjardín
le fue puesto después de 1908 por un acuerdo
que tomó la Real Sociedad Geográfica
para cambiar el más genérico de Villamayor,
que estaba referido a Santesteban
y ya tenía numerosos registros en otros
lugares de la geografía estatal.
Desde la aldea de Villanueva la atalaya
está a tiro de piedra, encaramada sobre el
peñasco que se eleva sobre el horizonte de
sus tejados. Un camino agradable y panorámico
nos permite llegar hasta ella; hay
que alcanzar primero el extremo del pueblo,
que se acuesta en las laderas de la
montaña, y seguir allí una pista cementada
que abandona las últimas casas.
Cuando el pavimento acaba se continuará
la pista de grava que avanza a la
izquierda de una bifurcación. Se puede
atajar a través de un sendero que se encarama
recto hacia el castillo, pero vale la
pena dar un pequeño rodeo para ir ganando
altura con la mirada puesta en las
abiertas tierras de la Solana. El panorama
se prolonga hacia toda la tierra de
Berrotza y a la vecina cima de Jurramendi.
El primer tramo de la pista es despejado,
luego se camina entre encinares
y por fin, casi ante los muros
del castillo, el encinar
se salpica de
pinos.