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Entrevista con Palomo Linares - Las Ventas

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PI<br />

10<br />

entrevist<br />

Palo mo<br />

Linare s<br />

“Si el rabo que corté<br />

en Madrid lo llega<br />

a cortar otro, le hacen<br />

un monumento que<br />

llega hasta la<br />

calle de Alcalá”<br />

Texto: José Ignacio de la Serna<br />

Fotos: Botán<br />

A finales de los años cincuenta Sebastián <strong>Palomo</strong> <strong>Linares</strong><br />

era un niño menudo y despierto, astuto y sagaz como un<br />

zorro, que <strong>con</strong>tagiaba alegría <strong>con</strong> una simpatía arrolladora.<br />

Llegó a Madrid <strong>con</strong> trece pesetas en el bolsillo, a probar<br />

fortuna, y fue tal el éxito alcanzado, que tres años más<br />

tarde, incluso, llegó a protagonizar las peripecias de su vida<br />

en una película. El 22 de mayo de 1972 cortó cuatro orejas<br />

y un rabo en la plaza de toros Monumental de <strong>Las</strong> <strong>Ventas</strong><br />

y desde entonces nadie ha repetido la hazaña. ¿Polémica?<br />

“Eso vino después, –asegura el torero– provocada por un<br />

sector de la prensa que quiso manipularme y no pudo. En<br />

aquel momento nadie protestó”.<br />

“Muy pronto dejé el colegio y a los siete años me puse a trabajar como<br />

aprendiz de zapatero ‘remendón’. En mi casa, como en la gran mayoría<br />

de los hogares españoles en aquellos tiempos, hacía falta el dinero<br />

y yo aportaba mi granito de arena <strong>con</strong> las veinticinco pesetas que<br />

ganaba a la semana. Sin embargo, desde que tengo uso de razón no he<br />

querido otra cosa que ser torero, y te puedo asegurar que en mi gran<br />

vocación nada tuvo que ver la necesidad e<strong>con</strong>ómica”.<br />

Pregunta | Pero una cosa lleva a la otra y en esos tiempos…<br />

Respuesta | Ya, pero cuando apenas tienes siete u ocho años no tienes<br />

noción de lo que son las cosas, y mucho menos qué es el dinero y para<br />

qué sirve. Yo quería ser torero porque me nacía de dentro y porque<br />

sentía una afición desmedida. Sólo pensaba en la forma de escaparme<br />

del trabajo para acudir a los tentaderos.<br />

P | ¿Con siete años?<br />

R | Con siete años y a ‘golpe’ de calcetín. No te vayas a creer que iba en<br />

moto o en bicicleta. Me orientaba como podía, ‘brujuleaba’ por ahí, y<br />

cuando me enteraba de que se iba a celebrar un tentadero cogía mi<br />

muleta y allá que me iba. ¡Menudas caminatas me pegaba! Me tiraba<br />

toda la noche andando. Luego, cuando llegaba a la placita de tientas,<br />

me subía a la tapia a esperar mi turno.<br />

P | Alguna que otra noche se le vio haciendo guardia en el portal<br />

de la casa de un matador de toros de <strong>Linares</strong>.<br />

R | Sobre todo en el de Paco Moreno, que era el que tenía coche y no<br />

paraba de tentar. Me pasaba las noches durmiendo en el portal de su<br />

casa porque sabía que tarde o temprano por ahí tenía que salir.<br />

P | Aseguran los que le vieron que <strong>con</strong> esa edad ya andaba de<br />

maravilla <strong>con</strong> las vacas.<br />

R | Andaba como podía porque no sabía nada de esto; pero, eso sí, me<br />

arrimaba como un perro. Poco a poco me fui haciendo un hueco entre<br />

los ganaderos de la zona. Les caía simpático, y como luego, además,<br />

veían que daba la cara…<br />

P | Tras varios años merodeando por los tentaderos de la zona<br />

y sin haber matado un solo becerro llegó su gran oportunidad.<br />

En 1964 viajó a Madrid para participar en la <strong>con</strong>vocatoria que<br />

los Dominguín y los Lozano habían organizado en la plaza de<br />

Vistalegre, <strong>con</strong> el fin de seleccionar maletillas que pudieran ser<br />

toreros.<br />

R | Así es. Parece mentira, pero durante esos años no tuve la ocasión<br />

de torear un vaca para mí solo en el campo, y lo de matar un becerro,<br />

ni soñarlo. Recuerdo que estaba en <strong>Linares</strong> cuando una noche leí en el<br />

diario Pueblo que se iba a celebrar una prueba de selección para chavales<br />

que querían ser toreros. Rápidamente comprendí que aquella<br />

era mi gran oportunidad, y no lo pensé dos veces. Partimos de <strong>Linares</strong><br />

cinco maletillas, pero se rajaron cuatro en el camino. La primera parte<br />

del viaje fue una odisea. Recorrí cincuenta kilómetros a pie hasta llegar<br />

a Santa Elena. Una vez allí, hice autostop y me subí en un camión.<br />

Cuando llegué a la plaza de toros de Vistalegre me sorprendió la cantidad<br />

de chavales que estaban esperando aquella oportunidad.<br />

P | Continúe...<br />

R | Yo pensaba que en cuanto echara pie a tierra iba a torear, pero tardé<br />

ocho días hasta que pude pegar un muletazo. Tenía en el bolsillo trece<br />

pesetas y estaba desesperado. Pasaban los días y nada, que no llegaba<br />

mi oportunidad. Dormíamos en las galerias de la plaza, el dinero se<br />

acababa y no hacía más que beber agua para matar el hambre. Ya no<br />

podía esperar más.<br />

P | Pero…<br />

R | Pero mira por donde al octavo día salió una vaca muy seria y astifina<br />

que tuvo leña para todos. Recuerdo que los turnos estaban organizados<br />

de forma que a cada vaca salían diez chavales; pero como<br />

aquella no se cansaba y seguía embistiendo <strong>con</strong> poder, me fui derecho<br />

a don Pablo Lozano y le dije que no podía esperar más, que por favor<br />

me dejara salir. Su primera reacción fue de sorpresa y me <strong>con</strong>testó que<br />

era demasiado pequeño para ponerme delante de aquella ‘pepa’. Pero<br />

insistí tanto que al final me dio su permiso.<br />

P | ¿Y que pasó?<br />

R | Pues que nada más terminar, don Pablo se acercó y me preguntó<br />

que cómo me llamaba y de dónde venía. Entonces me dio la dirección<br />

de su oficina en la calle Gran Vía y me indicó que me fuera para allá<br />

lo antes posible, que cuando llegara dijera que iba de su parte. Yo<br />

estaba loco de <strong>con</strong>tento y salí para la oficina corriendo como un gamo.<br />

Cuando llegué me dieron la gran noticia: era uno de los maletillas<br />

clasificados para torear la becerrada.<br />

P | Y <strong>con</strong> trece pesetas en el bolsillo, ¿de dónde sacó el dinero para<br />

alquilar un vestido de torear?<br />

R | Me las arreglé como pude <strong>con</strong> lo poco que me quedaba. En la sastrería<br />

de la ‘maestra Nati’ alquilé un vestido blanco y plata, una montera,<br />

un par de zapatillas...; en fin, todo lo que necesitaba. Ahí fue cuando<br />

empezó la historia de los vestidos bordados en plata, los mismos que<br />

luego he utilizado durante toda mi carrera. Cuando tenía que arrear<br />

una tarde me ponía uno blanco y plata.<br />

P | Aquella becerrada significó mucho más de lo que hubiera podido<br />

imaginar. Inmediatamente después decidieron apoderarle<br />

11


12<br />

entrevist<br />

los hermanos Lozano y la casa<br />

Domiguín.<br />

R | Los Lozano no tenían entonces<br />

la fuerza que tienen ahora.<br />

Andaban luchando por ahí, en<br />

plazas de poca categoría, pero<br />

intuyeron en mí la posibilidad<br />

de desarrollar un proyecto maravilloso,<br />

como así fue. Recuerdo<br />

que ese año apenas toreé dieciocho<br />

novilladas sin picadores.<br />

Pero al siguiente, después de<br />

pasar un invierno recluido y<br />

preparándome a <strong>con</strong>ciencia en<br />

su finca toledana de Alameda de<br />

la Sagra, debuté <strong>con</strong> picadores<br />

a principios de temporada y le<br />

di la vuelta a España. Terminé el<br />

año <strong>con</strong> ochenta festejos.<br />

P | Durante ese periodo de<br />

recogimiento y preparación,<br />

donde los toreros pulen defectos<br />

y profundizan en su <strong>con</strong>cepto,<br />

participó activamente<br />

un banderillero llamado<br />

Felipe Novillo. ¿Quién era realmente?<br />

R | Había sido banderillero<br />

de Domingo Ortega y tenía el<br />

toreo metido en la cabeza. Tenía<br />

gracia, porque apellidándose<br />

Novillo no te imaginas cómo<br />

embestía. Felipe hacia el ‘avión’<br />

<strong>con</strong> una clase extraordinaria.<br />

P | ¡Qué envidia!<br />

R | Embistiendo era el mejor<br />

del mundo. Nunca he visto una<br />

cosa igual. Cómo sería que permaneció<br />

a mi lado hasta que el<br />

hombre ya no pudo más. Incluso<br />

siendo matador de toros se venía<br />

<strong>con</strong>migo a América para entrenar.<br />

Con Felipe aprendí mucho.<br />

P | Los Lozano han tenido<br />

fama de ser muy disciplinados<br />

y meticulosos a la hora de<br />

preparar toreros.<br />

R | Eran muy duros y muy profesionales. Fíjate hasta donde llegaba<br />

su afán de perfeccionamiento que siendo novillero grababan<br />

todas mis actuaciones <strong>con</strong> una cámara de ‘superocho’ para<br />

luego, tranquilamente, corregir los defectos.<br />

P | ¿Y cuál fue el que más le costó corregir?<br />

R | Yo creo que ninguno. Todo lo veía claro.<br />

P | ¿Gracias al valor?<br />

R | Pues no lo sé. Pero lo cierto es que para mí nada era difícil.<br />

Me gustaba tanto lo que hacía que aprendí sobre la marcha.<br />

Además, si alguna virtud he tenido es que he sabido escuchar<br />

<strong>con</strong> humildad cuando se me ha corregido. Te estoy hablando<br />

incluso cuando era matador de toros.<br />

P | ¿Cuál era el <strong>con</strong>cepto de <strong>Palomo</strong> <strong>Linares</strong>?<br />

R | Intentaba por todos los medios enganchar a los toros por<br />

abajo y adelante. Y después, tirar de ellos para que su embestida<br />

describiera una circunferencia a mi alrededor. Quedarme quieto<br />

y en el sitio, y la muleta otra vez puesta debajo del morro.<br />

P | Algunos decían que se retorcía al torear.<br />

R | Eso es algo que siempre me ha hecho mucha gracia. Lo que<br />

ocurría es que, como era muy flaquito y tenía una gran elasticidad<br />

en la cintura, podía permitirme el lujo de echarme a los<br />

toros detrás de la cadera. Esa<br />

es la pureza del toreo, digo yo,<br />

llevar a los toros lo más largo<br />

posible. ¿Que decían que me<br />

retorcía? Pues vale, pero también<br />

los llevaba más lejos que<br />

los demás.<br />

P | Permaneció un año de novillero<br />

<strong>con</strong> picadores antes de<br />

tomar la alternativa, el 19 de<br />

mayo de 1966, en Valladolid.<br />

Desde entonces, el ‘fenómeno<br />

<strong>Palomo</strong> <strong>Linares</strong>’ pareció<br />

imparable. ¿Cuáles fueron las<br />

claves para que su éxito subiera<br />

como la espuma?<br />

R | No esperar a que saliera del<br />

chiquero el toro boyante. Si<br />

quería ser figura del toreo tenía<br />

que cortar las orejas todas las<br />

tardes. Había que atacar.<br />

P | Si estaba preparado y sus<br />

éxitos se <strong>con</strong>taban por actuación,<br />

¿Por qué no se presentó<br />

en Sevilla ni en Madrid como<br />

novillero?<br />

R | Por las circunstancias.<br />

Además, tampoco lo necesitaba.<br />

P | En el año 69 protagonizó<br />

junto a El Cordobés una temporada<br />

que fue bautizada como<br />

‘la guerrilla’, que tuvo como<br />

escenario cosos de menor categoría.<br />

Exactamente, ¿de qué se<br />

trataba?<br />

R | ‘La guerrilla’ fue muy importante<br />

para la fiesta porque, entre<br />

otras cosas, pretendía dignificar<br />

la profesión de torero y defender<br />

la independencia de los que nos<br />

ponemos delante del toro. En<br />

aquel momento el toreo estaba<br />

monopolizado por cinco grandes<br />

empresarios, que quisieron<br />

<strong>con</strong>tratarnos en todas sus plazas<br />

como si formaran una sola empresa, y, además, por la misma<br />

cantidad de dinero. Y claro, aquello no nos <strong>con</strong>venció. Por eso<br />

decidimos plantear una temporada alternativa en otras plazas.<br />

El éxito fue total.<br />

P | Sin embargo, dicen que no sólo las plazas eran de menor<br />

categoría, también el trapío del toro. Quizá esto restó importancia<br />

a su postura.<br />

R | Mira, cuando he querido matar una corrida de toros de Pablo<br />

Romero, Miura o el Conde de la Corte en una plaza de primera<br />

categoría, lo he hecho porque me ha dado la gana. <strong>Las</strong> he pedido<br />

yo, cuando en realidad no lo necesitaba. En el toreo, cuando eres<br />

figura, eliges las corridas y el dinero que tú <strong>con</strong>sideras que está en<br />

<strong>con</strong>sonancia <strong>con</strong> tu categoría. Eso ha pasado toda la vida y seguirá<br />

pasando. Además, el público estaba encantado <strong>con</strong> nosotros.<br />

P | ¿Y la prensa?<br />

R | La prensa echaba humo porque no me podía manipular. Sin<br />

embargo, hubo un periodista llamado Emilio Romero que adoptó<br />

una postura muy inteligente. Sabía que su periódico, el diario<br />

Pueblo, tenía que ofrecer una información que interesara a la<br />

gran mayoría. Y como ‘la guerrilla’ interesó a todos, pues siguió<br />

de cerca nuestros pasos. Sin esperarlo, nos hizo una publicidad<br />

tremenda.<br />

a ‘guerrilla’ fue muy<br />

importante para<br />

la fiesta. Pretendía<br />

dignificar la profesión<br />

de torero y defender<br />

la independencia de<br />

los que nos ponemos<br />

delante del toro”<br />

P | Cuatro años después de tomar la alternativa se presentó en<br />

<strong>Las</strong> <strong>Ventas</strong> para <strong>con</strong>firmar el doctorado, el 14 de mayo de 1970.<br />

¿Cómo le recibió la afición tras esta demora?<br />

R | La afición no, un sector de la plaza que estaba situado en la<br />

grada del siete. No sé por qué, pero Madrid siempre fue duro <strong>con</strong>migo.<br />

Si el rabo que corté en el año 72 lo llega a cortar otro, le<br />

hacen un monumento que llega hasta la calle de Alcalá. Mira, te<br />

voy a <strong>con</strong>tar una anécdota que me ocurrió en Madrid y que de<br />

alguna manera resume mi relación <strong>con</strong> esta plaza. Hace unos<br />

años se celebró en <strong>Las</strong> <strong>Ventas</strong> un festival a beneficio de Enrique<br />

Bojilla, mi banderillero de toda la vida. Pues bien, cada vez que le<br />

tocaba el turno a uno de mis compañeros, el público se levantaba<br />

de su asiento y rompía el silencio <strong>con</strong> una gran ovación. Menos a<br />

mí. Cuando llegó mi turno no me dedicaron ni una sola palma.<br />

¿Qué te parece?<br />

P | ¿Le afectó esa reacción?<br />

R | ¿A mí?, en absoluto. Jamás me afectaron esas cosas.<br />

P | Volvamos a la tarde de su <strong>con</strong>firmación.<br />

R | Yo estaba deseando torear en Madrid, así que cuando me vi en<br />

el patio de caballos me sentí el hombre más feliz del mundo. Ese<br />

año de 1970 toreé dos tardes y corté tres orejas. En la segunda salí<br />

por la Puerta Grande.<br />

P | Además, era raro el ‘sanisidro’ en el que no cortaba una<br />

oreja.<br />

R | Como salía a darlo todo, no tuvieron más remedio que entregarse.<br />

P | Hablemos del polémico rabo que cortó en <strong>Las</strong> <strong>Ventas</strong>.<br />

Sucedió la tarde del 22 de mayo de 1972, <strong>con</strong> un toro de la<br />

ganadería de Atanasio Fernandez, de nombre Cigarrón.<br />

R | ¿Polémico? Allí nadie protestó. Además, te puedo asegurar<br />

que la faena fue de rabo. Lo de la polémica vino al día siguiente,<br />

generada por ese sector de la prensa que quiso y no pudo manipularme.<br />

Recuerdo que la tarde fue dura porque en mi anterior<br />

actuación no había tenido suerte <strong>con</strong> un lote de Garzón. Por eso,<br />

cuando aparecí por el portón de cuadrillas, ‘gracias’ a la prensa,<br />

el público me recibió <strong>con</strong> una bronca tremenda. ¡Imagínate el<br />

panorama! Luego, me entretuve en cortar cuatro orejas y un rabo.<br />

Así es el toreo.<br />

P | ¿Cómo fue Cigarrón?<br />

R | Extraordinario. Bravo como la lumbre y repetidor. Empecé <strong>con</strong><br />

las dos rodillas en tierra, primero <strong>con</strong> la mano derecha y después<br />

<strong>con</strong> la izquierda. Le formé un lío gordísimo y lo maté por el hoyo<br />

de las agujas. Ese mismo año, antes que en Madrid, corté otro rabo<br />

en la Monumental de México.<br />

P | Anda por ahí una fotografía que, sinceramente, me ha<br />

impresionado. Aparece lanzándose como un kamicaze sobre<br />

Qué me<br />

retorcía<br />

al torear?<br />

También<br />

llevaba a los<br />

toros más<br />

lejos que los<br />

demás”<br />

el toro, en un gesto de arrebato y desesperación. ¿Qué quería<br />

demostrar?<br />

R | Eso fue después del rabo en Madrid. Resulta que aquel toro,<br />

ahora no recuerdo de qué ganadería era, tuvo un gran movilidad,<br />

pero me hacía hilo y se vencía hacia dentro en cada muletazo. La<br />

gente creyó que era bueno porque pasaba una y otra vez, y como<br />

yo no acababa de centrarme, comenzó a protestar. Entonces decidí<br />

ponerme en su camino, para que me cogiera y demostrar que no<br />

era tan bueno como ellos pensaban. Me arrimé como un <strong>con</strong>denado<br />

pero no me echó mano. Y como ya estaba harto de tantas<br />

protestas, cogí la calle del medio y me lance literalmente sobre los<br />

pitones del toro. Después, algunos tuvieron la osadía de decir que<br />

<strong>Palomo</strong> había perdido los nervios. ¡Una polla los nervios! Lo que<br />

quería era que me cogiera.<br />

P | Me parece que es mejor tenerlo como amigo que como<br />

enemigo.<br />

R | En la plaza no he sido precisamente un garbanzo blando.<br />

P | Nunca anunció su retirada, ¿por qué?<br />

R | Sencillamente, porque nunca me he retirado. Es absurdo quitarse<br />

de algo que a uno le gusta.<br />

P | ¿Qué han significado en su carrera los hermanos Lozano?<br />

R | Todo. Mi segunda familia. Prácticamente empezamos juntos<br />

en esto, y desde entonces no nos hemos separado ni un momento.<br />

En ellos he en<strong>con</strong>trado una entrega total, absoluta, la misma que<br />

han recibido por mi parte. En esta vida hay que ser agradecido, y<br />

yo lo soy. Su capacidad de trabajo y su profesionalidad es algo que<br />

no está al alcance de todos.<br />

P | Por cierto, en la cresta de la ola protagonizó varias películas.<br />

Una de ellas, Nuevo en esta plaza, se estrenó en 1965. ¿Cómo<br />

se sentía ante la cámara?<br />

R | De maravilla. Además, era muy fácil. Se trataba de hacer de uno<br />

mismo; y si te equivocabas, podías repetir.<br />

P | ¿Recuerda dónde vio el estreno?<br />

R | En una sala de la Gran Vía madrileña. Yo estaba allí, sentadito<br />

en mi butaca, tranquilamente, pero cuando terminó la proyección<br />

y la gente me re<strong>con</strong>oció me sacaron a hombros y me pasearon<br />

por la calle.<br />

P | En <strong>Linares</strong> ‘fliparían’ <strong>con</strong> <strong>Palomo</strong>.<br />

R | Sobre todo en mi casa, donde empezamos a comer divinamente<br />

todos los días.<br />

P | ¿Qué es lo más importante en la vida de un hombre?<br />

R | La familia.<br />

P | ¿Y quién ha sido <strong>Palomo</strong> <strong>Linares</strong> en el toreo?<br />

R | El mejor. ¡Ojo!, y <strong>con</strong> mucha diferencia.<br />

P | ¿Puedo ponerlo así en esta entrevista?<br />

R | Para eso te lo he dicho.<br />

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