Descargar reportaje (pdf) - Elena Sanz
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ALAN LEVENSON<br />
Si obser va a la gente<br />
hablando en un<br />
bar verá que los hombres<br />
gesticulan mucho<br />
con las manos y<br />
mantienen una expresión<br />
facial neutra. En<br />
cambio, las mu je res<br />
ha cen gestos moderados<br />
con las manos<br />
pero envían y reciben<br />
mensajes con la cara,<br />
sonríen más y se<br />
sienten atraídas por<br />
aquellos que les devuelven<br />
la sonrisa.<br />
La postura en la<br />
conversación tam bién<br />
influye. La lingüista<br />
Deborah Tan nen ana<br />
Los gestos lo dicen todo<br />
Al hablar, los hombres<br />
suelen mover las<br />
manos y son poco expresivos<br />
con la cara.<br />
lizó vídeos de gente<br />
de todas las edades<br />
hablando con personas<br />
de su mismo<br />
sexo y compro bó que<br />
mientras los hombres<br />
se sientan en ángulo<br />
el uno con el otro,<br />
mirándose periódicamente,<br />
las mujeres<br />
suelen situarse cara a<br />
cara y mantie nen todo<br />
el rato el contacto<br />
Por ejemplo, es importante considerar<br />
que los hombres tienden<br />
a ver el lugar de trabajo de forma<br />
más jerárquica que las mujeres<br />
y que la comunicación juega un<br />
papel clave a la hora de determinar<br />
quién está en lo más alto de<br />
la pirámide.<br />
Deborah Tannen lo ilustra con<br />
un ejemplo. Morton, un psicólogo<br />
que trabaja en una clínica privada,<br />
tiene un problema con Roberta,<br />
la directora de la clínica. En las<br />
reuniones de personal, esta suele<br />
“Como te decía, estoy encantada”<br />
La lingüista norteamericana Deborah Tannen<br />
–derecha– afirma que las mujeres son más dadas<br />
a las conversaciones afectivas, en las que<br />
se comparten experiencias, mientras que los<br />
hombres tienden más a exhibir conocimientos.<br />
visual para manifestar<br />
interés. Por eso, en<br />
conversaciones entre<br />
personas de distinto<br />
sexo, es habitual que<br />
una mujer sienta que<br />
el hombre, que mira<br />
para otro lado, no la<br />
escucha, cuando “se<br />
debe, simplemente, a<br />
una dife rencia en los<br />
estilos de conversar”,<br />
según Tannen. n<br />
pedir a los partici pantes su opinión<br />
acerca de los temas a tratar.<br />
Después ella misma incentiva el<br />
debate sobre los pros y contras de<br />
cada punto de vista, y finalmente<br />
se toma la decisión por consenso.<br />
Morton tiene la sensación de que<br />
Roberta no actúa como una jefa y<br />
que debería dar más órdenes. Sus<br />
compañeras, sin embargo, están<br />
encantadas con la nueva forma de<br />
llevar la dirección.<br />
Existen otras diferencias más<br />
anecdóticas en la forma de usar<br />
AGE-FOTOSTOCK<br />
COVER<br />
Un estilo más cooperativo incluso a la hora de dirigir<br />
Las jefas suelen incentivar los debates y piden opinión a sus subordinados,<br />
mientras que los jefes son frecuentemente más dominantes.<br />
Ella es más dialogante en<br />
el mando; él, más autoritario<br />
el lenguaje. Por ejemplo, las mujeres<br />
empiezan con frecuencia<br />
conversaciones con coletillas<br />
como “oye” o “¿sabes qué?” para<br />
asegurarse la atención de su<br />
interlocutor; utilizan más que<br />
los hombres los diminutivos, las<br />
fórmulas indirectas –“¿qué tal si<br />
fuéramos pasando?” en vez de<br />
“nos vamos”– y echan mano de<br />
términos más precisos en el terre<br />
El lenguaje en los sesos<br />
Los colores que aparecen en estas<br />
imágenes muestran las áreas del<br />
cerebro que se activan al hablar.<br />
SPL<br />
no emocional y sensorial, como<br />
los colores. La lingüista Robin Lakoff<br />
afirmaba hace unos años que<br />
“si oímos a un hombre decir que<br />
algo es fucsia pensaremos que es<br />
homo sexual o decorador”.<br />
l Los conflictos no se pueden<br />
evitar, pero sí suavizar<br />
En cambio, el registro escatológico<br />
está reservado casi exclusivamente<br />
al género masculino.<br />
¿Cultural o genético? Un poco<br />
de todo. Está claro que no existe<br />
una única manera correcta de<br />
hablar ni de escuchar. Y aunque<br />
compren der las diferencias entre<br />
los sexos en su manera de conversar<br />
no impe dirá que aparez can<br />
conflictos, según Deborah Tannen,<br />
“sí puede evitar que estos<br />
nos desborden”.<br />
<strong>Elena</strong> <strong>Sanz</strong><br />
PARA SABER MÁS<br />
Tú no me entiendes. Deborah Tannen. Ed. Javier<br />
Vergara. Madrid, 2001.<br />
En Internet<br />
http://brainlang.georgetown.edu/ Laboratorio del<br />
cerebro y el lenguaje. Universidad de Georgetown.<br />
RENÉ QUIRÓS