Yo Tambien me llamo Vincent - Chiapas

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mentira que Dios está en todas partes. Váyanse a la chingada‖, dijo y salió corriendo, llorando. ¿Por qué la anciana había reaccionado así? ¿Era una irreverencia querer ser un espíritu mayor? ¿Los humanos estaban condenados a ser más simples veletas? (Fue en esta parte del cuento cuando más me metí en el papel. Lloré mucho y desde entonces lloro. Lloré cuando murió mi mamita. ¿Tú crees que Dios, de verdad, está en todas partes? ¿Está en mi corazón? Tal vez por esto es que soy un incompleto. Soy como una ramita que- brada de este árbol. ¿En dónde hacen su nido los pajaritos si la rama no está terminada? Por esto mi corazón no tiene ni un nido. A ver, da- me tu mano, siente mi corazón. ¡Está vacío!, ¿verdad? Dios tampoco estaba en el corazón de don Alfredo. En el corazón de los viejos malos ¡no puede estar Dios! ¡Me pegaba, me orinaba! Se quitaba el pan- talón y la camisa y me hacía tirarme y se cagaba encima de mi pancita y luego me abrazaba y se baldaba de su propia caca y ponía un de- do en mis labios y me pedía que se lo chupara, me decía muchas pala- bras malas…no me gustaba, yo quería un helado de chocolate y él no 88
me lo daba. Cuando despierto me huelo y sé que huelo feo, huelo a caca. ¡Huele mi pancita! ¿Dios está en la caca? El tío Rosendo decía que Dios es la mierda del mundo. ¿Verdad que no es cierto?). Nadie, en movimiento de látigo, se limpió las lágrimas con el brazo. Corrió hasta llegar a su casa. Cerró con fuerza la puerta de su cuarto y se tiró sobre el colchón. El silencio lo atenazó, suspendió su llanto, algo superior lo obligó a callar, a hincarse y a mirar la paloma muerta sobre la cabecera. Nadie sintió la asfixia en su gargan- ta y en su corazón. Salió de su casa y corrió por el camino de tierra hasta lo alto del montículo mayor de Asunción y desde ahí vio el pueblo tendido como un borracho. El viento secó la humedad de su rostro. Respiró hondo, vio el cielo azulísimo y ¡retó a Dios! Sentado sobre la piedra húmeda le dijo que si realmente estaba en todas partes enviara al Espíritu Santo frente a su cara, que hiciera el mismo prodigio que había hecho con Lázaro y lo resucitara. Más tardó en decirlo que en aparecer una mariposa negra que revoloteó frente a él y se posó sobre una roca. 89
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YO TAMBIÉN ME LLAMO VINCENT 2 Alej
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en la banca de enfrente, me miraba
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deberían crecer, deberían quedars
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con su navaja. ¡Dios mío, qué vi
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maletas y regresan por el mismo cam
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ció acostarse con él una vez más
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nex llenos de mocos. La mujer lleg
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pejo antiguo que su mamá había re
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no, don Eusebio, un viejo escritor
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de que, como en cualquier parte de
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cos que sobrevivirán serán quiene
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que el viejo no tuvo conciencia del
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¡‗onde podés creer!, basta mira
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que le sucedió a Vincent Van Gogh
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(me lo habían advertido), él se e
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endulzado con panela. * —Yo tambi
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lo acunó en sus palmas como si fue
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jo. Que yo exija leer el borrador d
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