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Labuerda - Revista El Gurrión

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Correos<br />

electrónicos recibidos<br />

(Una muestra o ejemplo del valor de los<br />

índices de la revista)<br />

1.- Sres.<br />

Estoy interesado en este artículo. No sé si se<br />

puede conseguir digitalizado.<br />

“Porquet, F.J. - 1996 - Prensa. Fernando<br />

Badía Aguilar, “alma” de la Orquesta Jazz<br />

Columbia durante 43 años. <strong>El</strong> <strong>Gurrión</strong>, 62:<br />

12”<br />

Badía Aguilar Fernando (P), Barcelona (T),<br />

Buil María Pilar (P), cartero (O), Escuela de<br />

Música de Barbastro (T), Estadilla (T), Jazz<br />

Columbia (GM), Larripa José Miguel (P),<br />

música (O), músico (O), orquesta (O), Peirón<br />

Fidel (P), Perna Gerardo (P), prensa (O),<br />

Vidal Sebastián (P)<br />

Gracias. Josep Ramon Vidal (12.06.2011)<br />

2.- Buenas noches, Josep Ramón:<br />

He escaneado el artículo que me pides y te lo<br />

mando en el archivo adjunto. Ya me dirás si<br />

te llega bien. Un saludo<br />

Mariano Coronas (12.06.2011)<br />

3.- Buenas noches, Mariano:<br />

Me ha llegado perfectamente. Muchas<br />

gracias.<br />

Os lo he solicitado porque menciona a<br />

Sebastián Vidal Encuentra, mi padre.<br />

<strong>El</strong> motivo principal es que estamos preparando<br />

una exposición de los músicos de Camporrells<br />

para la fiesta mayor -30 de julio- y allí también<br />

pondremos alguna otra formación, como es el<br />

caso de la Jazz Columbia de los años 30.<br />

Un saludo cordial.<br />

Josep Ramon Vidal Cosialls – Secretari de<br />

l´Associació “<strong>El</strong>s Totxets” de Camporrells<br />

(13.06.2011)<br />

– 42 –<br />

Agosto de 2011 • <strong>Labuerda</strong><br />

A través de una vieja carta<br />

de 1945, dos octogenarios se<br />

asoman emocionados a su lejana<br />

juventud<br />

“En la casa donde vivía en Madrid, en Dr. Esquerdo,<br />

41, una de las ventanas daba frente –a lo lejos-<br />

(entonces no había edificación urbana) con el muro de<br />

La Almudena, y como entonces por la noche no había<br />

luces, se veía perfectamente por lo faros encendidos<br />

cuando pasaba un coche por la carretera que va<br />

paralela al muro.<br />

Es el caso que, al acabar la guerra, la nuestra, todas las<br />

noches hasta casi un año antes de acabar la europea,<br />

iba un automóvil con los faros encendidos, se paraba,<br />

y a continuación se oían disparos de ametralladora<br />

o algo parecido y yo, ladinamente, sabía a cuántos<br />

habían asesinado contando los “tiros de gracia”. Y<br />

eso, noche tras noche; no tenían día de descanso. En<br />

<strong>El</strong> País leí, no hace mucho, que hay relación de los<br />

nombres y apellidos de 3772 personas asesinadas<br />

en ese muro (incluyendo las llamadas “trece rosas”,<br />

jovencitas de 18 o 20 años)”.<br />

<strong>El</strong> párrafo anterior corresponde a la carta que un amigo<br />

mío de juventud, <strong>El</strong>iseo Conde, me escribió en el mes<br />

de febrero de 2009, cuando él acababa de cumplir<br />

88 años y poco antes de cumplir yo los 86 (el 28 de<br />

mayo). Nos conocimos en 1944, durante el servicio<br />

militar que cumplíamos en el Museo del Ejército. Allí<br />

coincidimos un grupo de jóvenes que yo calificaría de<br />

románticos, muchachos sensibles y aficionados a la<br />

lectura de libros que nos dieran alguna luz en aquella<br />

época sombría y triste de la posguerra española.<br />

<strong>El</strong>iseo fue trasladado a Santa Cruz de Tenerife y, sin<br />

duda, sufrió un cierto desgarro al separarle de un grupo<br />

afín a sus ideas y sentimientos. He conservado la carta<br />

que me escribió desde allí, fechada en septiembre de<br />

1945: el texto es una verdadera reflexión filosófica, y<br />

termina con una frase enmarcada entre dos signos de<br />

admiración… “¡Como sabrás, ha sido suprimido el<br />

saludo fascista!” La frase está tachada con un grueso<br />

trazo azul, pero puede leerse; sin duda, el censor era una<br />

buena persona y no quiso perjudicar a los dos pobres<br />

soldados, pues en caso contrario, él y yo hubiéramos<br />

ingresado en el calabozo.<br />

Julián Olivera Martín

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