Juegos para ahorrar - Banco Solidario

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Silvia Espinosa
gente•solidaria
Es asesora de la agencia
Latacunga desde que se inauguró
hace 3 años. En la actualidad
tiene 417 clientes, muchos de la
zona rural. La mayoría pide crédito
para comprar vacas –mi cartera es
90% vacas lecheras, dice–. También
para lechones y en general para la
crianza de cerdos que en la provincia
de Cotopaxi es muy extendida ya que
se vende su carne para preparar el
apetecido plato Chugchucara que
está compuesto por pedazos de
cerdo frito, empanadas, cuero reventado,
mote, canguil, tomate con
cebolla y llapingacho o tortilla de
papa.
En su vehículo último modelo, Silvia
nos lleva a gran velocidad mientras
comenta que los clientes son cautelosos
al principio. Ella les pregunta: qué
negocio tiene, y responden: sólo tengo
una vaquita… Pues para el Solidario
eso sí es negocio, les contesta. Luego
resulta que tienen una vaquita, un
chanchito y una carpintería.
Ella también es muy solvente como
empresaria: comparte el 50% de una
volqueta con su padre, quien administra
maquinaria pesada para constructoras,
y está ahorrando para poner un
local de 'autolujos', pues el tuning es su
hobby predilecto
Tiene 33 años y estuvo casada. Aún
no quiere formar una familia, por
ahora sólo tiene interés en su trabajo.
“Todo le dejo a Dios” dice con mucha
fe. Le encanta lo que hace, sus clientes
la aprecian así como sus compañeros
y directivos.
¿Qué es lo que más quisiera?
Tiempo, dice Silvia. Luego sonríe con
picardía: Y un novio.
Es gerente propietaria
del Comercial
Bodegrano, hace
recorridos para 42
personas en su bus y
tiene un criadero de
cerdos.
Sus hijas son Evelyn, Erika y Samia,
que están haciendo deberes mientras su
mamá da la entrevista. Tienen su casa en
Angla, una población cercana.
El orden de la tienda es impecable.
Los granos en un rincón: lentejas, maíz,
arveja, arroz de cebada, avena, canguil,
morocho, morochillo, fideos chicos y
grandes. Los colores terrosos de las harinas
de maíz y de trigo hacen juego con
el balanceado para el ganado. Las libras
una a una salen a la venta y va bajando
el nivel del costal.
Edelina nos ofrece un paquete de
galletas Amor y otro
de Coco. No gracias
doña Edelina, mejor
véndanos pinol y canguil
que son más
nutritivos. No nos
vende, nos obliga a
recibirlos de regalo.
–¿Tiene Lava?
Entra preguntando
una señora.
–Deme dos libras
de azúcar, dice otra.
–5 libras de bolas
por favor.
–¿Qué son las
bolas? El balanceado.
A eso de las 5 de la
tarde, la esquina
donde está la tienda
cobra vida en el pueblo
de San Pablo,
pues la gente pasa
comprando antes de
irse a recoger en sus
hogares.
Me va muy bien
con la señorita
Wendy, mi asesora.
Quiero que siempre
sean así para que me
sigan ayudando.
–¿Qué es lo que
más sale? Los granos.
–¿Hay competencia?
Esta es la tienda
más grande, pero sí
hay otras.
–¿Vienen sus proveedores o usted va
donde ellos? Tengo una camioneta
para traer la mercadería. Mi esposo
maneja el bus y la camioneta. Contratamos
un chofer para ayudarnos. Y
tengo refrigeradora nueva para los
embutidos. Alquilé la bodega del frente
para abrir espacio.
–¿Su sueño? Aumentar la tienda.
–¿Qué hace con la basura? Separo lo
orgánico para los puercos que crío con
mi mamá, y lo demás se va en el carro
del basurero. De Ibarra vienen a retirar
el papel una vez por semana.
Una amiga le pasa diciendo: ¿Ha estado
con visitas no?
Luego otra le guiña un ojo: ¿Está
modelando?
Edelina Cacuango
Comercial Bodegrano
San Pablo, Imbabura