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COMERCIO, TR/1BA]O Y CONTACTO FRONTERIZO EN

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Bunn XIX (1989-1990): 177-221 (ISSN 0325-1.217)<br />

<strong>COMERCIO</strong>, <strong>TR</strong>/<strong>1BA</strong>]O Y <strong>CONTACTO</strong> <strong>FRONTERIZO</strong> <strong>EN</strong><br />

CHILE, CUYO Y BU<strong>EN</strong>OS AIRES, 1750-1800*<br />

Leonardo Leon Solis<br />

Las invasiones araucanas que convulsionaron las fronteras de Buenos<br />

Aires, Cuyo y Chile durante el siglo XVIII constituyeron la dimension vio<br />

lenta del problema indigena que afecto a los dominios hispanos en el Cono<br />

Sur de América. Pero si bien este evento acaparo la atencion de los funcio<br />

narios coloniales y capturé la imaginacion popular por sus secuelas de des<br />

truccion y muerte, otro fenémeno de mas larga duracién y de menos perfil<br />

publico contribuyé a la formacion de lazos de dependencia entre ambas<br />

sociedades que eventualmente reemplazarian la violencia maloquera. Nos<br />

referimos a la intensificacién registrada durante la segunda mitad del siglo<br />

XVIII del comercio y las relaciones fronterizas entre los hispano-cniollos y<br />

las tribus libres de Araucania, Patagonia y las Pampas.<br />

La coexistencia de la violencia maloquera y de los intercambios pacifi<br />

cos es aparentemente contradictoiia. Sin embargo, si se tiene en cuenta que<br />

el comercio y otras expresiones no-violentas de contacto asumieron principal<br />

mente un carécter local —circunscrit0s a la “frontera cercana”— mientras las<br />

malocas obedecian a un plan premeditadamente selectivo y siempre dirigido<br />

contra "fronteras lejanas”, fuera del ambito del contacto cotidiano, la con<br />

tradiccién desaparece. En este sentido es interesante la observacién hecha por<br />

un oficial espanol de la época respecto de algunos caciques araucanos que<br />

aparecian como promotores de la paz en sus respectivos distritos y eran al<br />

mismo tiempo los principales responsables de la violencia maloquera en las<br />

jurisdicciones transandinas. Describiendo las acciones del poderoso Cacique<br />

Gobemador Llanista ]uan Antivilu, del asentamiento de Maquegua, quien<br />

inicié el proceso de paz entre espafnoles e indios después de la guerra pro<br />

tagonizada por el lonko Curinamcu en 1766, el observador citado sexialaba:<br />

“Nadie ignora las irnbasiones continuas y hostilidades execrables que se co<br />

metian en las Pampas y Camino que va desde Mendoza a Buenos Aires,<br />

asaltando las carretas de los Pasageros, y matando a quantos encuentrau si<br />

no ban bien prebenidos y armados. .. y si se pregunta por los autores de<br />

estas hostilidades tan estupendas se responde ser los Yndios Puelches 0 Guilli<br />

ches es que estos van siempre auxiliados de los Llanos y es forma comun ser<br />

Institute of Latin American Studies, University of London.<br />

'177


el Cacique Cobernador de Maquegua (Antivilu) su principal auxiliante”2.<br />

Historicamente, la violencia maloquera y la paz del comercio fueron facetas<br />

complementarias: lo que el com —guerrero— no adquiria a través del robo y<br />

el saqueo, el Cacique Cobernador lo obtenia por medio del intercambio p<br />

C1f1CO.<br />

Durantc el siglo XVIII, las fronteras de Concepcion y Valdivia gozaro;1 l<br />

del trafico pacifico con las tribus Pehuenches, Llanistas, Huilliches y Cos<br />

tinas asentadas a la Araucania historica, mientras las fronteras de Cuyo y<br />

Buenos Aires sufrieron el accionar arrasador de las invasiones protagonizadas<br />

por los Aucas, Serranos, Pehuenches y Huilliches. Con la expansion realiza<br />

da por las tribus araucanas hacia las Pampas y Patagonia y la infiltracién<br />

llevada a cabo por los maloqueros entre aborigenes asentados en las fronteras<br />

meridionalesde Cuyo y Buenos Aires, la evaluacién del intercambio pacifico<br />

en Chile debe Vservista a la luz de los efectos devastadores que tenian las<br />

invasiones en Cuyo y Buenos Aires. Ignorar que ambas dimensiones del pro<br />

blema araucano fueron fenémenos contemporaneos y complementarios es ig<br />

norar la esencia misma del problema que se pretende estudiara<br />

En otros trabajos hemos descrito los diversos ciclos maloqueros que afec<br />

taron las fronteras del territorio indigena, establecido la identidad de los prin<br />

cipales gmpos étnicos que protagonizaban las invasiones y estudiado su im<br />

pacto sobre las localidades hispano-criollas 4. En este trabajo nos interesa<br />

reconstruir los intercambios pacificos entre ambas sociedades, centrando la<br />

atencion en el comercio, las relaciones de trabajo y los contactos inter-étnicos.<br />

I. EL <strong>COMERCIO</strong> <strong>FRONTERIZO</strong><br />

a) Contexto histérico<br />

Desde los primeros dias de la conquista europea, los habitantes de la<br />

Araucania y sus vecinos de mas al norte establecieron un activo {16.500 lc<br />

mercial con los espafioles y acudieron a las ferias que se levantaban perio<br />

camente en fuertes y villorrios para intercambiar sus productos naturales por ma<br />

nufacturas y chucherias 5. Histéricamente, el comercio no fue una actividad<br />

na a las sociedades prehispanicas; por el contrario, el intercambio de productos<br />

operé en la sociedad tribal como un poderoso mecanismo de redistribucién d<br />

los excedentes econémicos y a la vez facilité la articulacién de diversos nichos<br />

ecolégicos. A través del comercio, los nativos tenian acceso a productos que<br />

escaseaban en sus propios ambitos o que eran manufacturados por grupos<br />

especializados. En la medida en que las relaciones sociales estaban sujetas a<br />

continues conflictos, el comercio fue realizado por hermanos rituales, parien<br />

tes sanguineos o aliados politicos. Los comerciantes podian cruzar las tierras<br />

de diversos linajes amparados por la proteccion que les brindaba el papel<br />

de conchavadores.<br />

Paralelo al comercio realizado por los conchavadores, existié también el<br />

intercambio reciproco de favores entre los miembros de un mismo linaje,<br />

entre vecinos territoriales o entre potenciales aliados militares. A diferencia<br />

178


del comercio regular, estos intercambios obedecian a afanes extra-economicos,<br />

destinados a afianzar alianzas militares 0 cimentar lazos de dependencia en<br />

tre individuos 0 linajes. Su importancia como sistema informal de redistribu<br />

cion de riquezas y bienes no puede ser menospreciada, pero su verdadera<br />

esencia queda solamente en evidencia cuando se la examina en el mundo de<br />

la politica tribal.<br />

Durante el siglo XVIII ambas expresiones de intercambio estuvieron<br />

presentes en los contactos fronterizos que se desarrollaron entre los hispano<br />

criollos y los aborigenes del Cono Sur. A través de un sistema u otro, los<br />

habitantes de Araucania, Patagonia y las Pampas tuvieron acceso a los bie<br />

nes europeos que les ayudaban a subsistir materialmente 0 que les permitian<br />

afianzar sus posiciones politicas. “Los araucanos —escribio recientemente<br />

Sergio Villalobos— se sintieron atraidos por las baratijas de los conquistado<br />

res, el hierro y el vino, quedaron cogidos en una red de la que jamas se<br />

desprenderian y que con el correr del tiempo se transformaria en un comer<br />

cio indispensable. Por su parte, los dominadores de la region fronteriza, que<br />

carecian muchas veces de bienes fundamentales, como los alimentos v los<br />

géneros, podian obtenerlos de los aborigenes y de ese modo las necesidades<br />

de ambas partes movieron a un contacto muy 1itil”6. El comercio fronterizo,<br />

continoa el autor, fue espontaneo y circunstancial en su primera fase, pero<br />

muy pronto echo raices. Luego se establecio el “conchav0” o trueque de<br />

bienes. “Al llegar el siglo XVIII el tréfico fronterizo habia dejado de ser<br />

una actividad esporédica. Se encontraba perfectamente establecido, -tenia<br />

sus modalidades precisas y por su volumen no era nada despreciable”. Por<br />

supuesto, los bienes “rescatados” por intermedio del comercio se sumaban al<br />

botin capturado en las malocas y los asaltos que los araucanos llevaban a<br />

cabo contra las localidades fronterizas.<br />

b) Los centres regionales del flujo comercial<br />

En Chile el surgimiento de relaciones comerciales estables dependio fun<br />

damentalmente de la consolidacion de las fronteras militares y de la pacifi<br />

cacion de los épicos guerreros araucanos. Al amparo de ambos procesos flo<br />

recieron los villorrios y los poblados de la Isla de la Laja, los partidos de<br />

Bere y Puchacay en Concepcion y las aldehuelas construidas en las cercanias<br />

de los fuertes. Este proceso arbitrario de ocupacion territorial fue afianzado<br />

con la funda_cion de las villas de Santa Barbara, Nacimiento y San Rafael,<br />

las que se sumaron a los precarios asentamientos de las guarniciones de San<br />

ta Iuana, Purén. Tucapel, Colcura y la antigua plaza de Arauco 7. Demogra<br />

{icamente la presencia de los hispano-criollos también aumento, como lo de<br />

muestran las cifras relativas a la villa de Los Angeles. En 1746, al momento<br />

de su fundacion, los Angeles contaba con 35 vecinos, los que aumentaron a<br />

1.747 en 1755, y luego a 3.000 en 1780.<br />

El crecimiento de los villorrios fronterizos en la region del Biobio fue<br />

acompaiiado por un proceso de ocupacion paulatina de las tierras vacas si<br />

tuadas en la ribera norte del rio, abandonadas en las décadas previas por<br />

las tribus araucanas. Alli el nomero de haciendas crecio arbitrariamente, sin<br />

179


que cxisticra una Icgislacién apropiada que cstructurara Ia formacién anér<br />

quica dc la propicdad territorial. Como manifcstaba en 1779 el Corregidor<br />

de Puchacay “cn esta provincia 110 ay estancias quantiosas, como consta de la<br />

lista, y por ser tantos los duefnos de cada pedazo de tierra y de un0s en 0t1·0s,<br />

no aclaran las cosas de sus mayores, que t0d0 se vuelve disgustos y Pleitos<br />

y el que agarra primero procura quedarse con todo. Por cuias causas pa<br />

decen mucho atraso las fincas y poblaciones de campafna cuias razones y<br />

la mucha desidia de los moradores, hase que haia mucha pobreza. . .”9. Re<br />

firiéndose a la misma situacién de anarquia, miseria y empobrecimiento de<br />

los habitantes de la camparia fronteriza, el gobemador de Chile Francisco<br />

Xavier de Morales escribio en 1772 respecto de los partidos de Talcamavida<br />

y Gualqui, que las haciendas se hallaban “casi despobladas por el poco des<br />

velo con que se han atendido y menos auxilio de sus vecin0s”‘°. Dedicados<br />

principalmente a labores econémicas de autosubsistencia, los criollos vivian<br />

casi al margen de la economia oficial, en un mundo de relaciones sociales<br />

que dificultaba la recoleccién de diezmos, impuestos y tributos. En mas de<br />

un senddo, el universo economico de las haciendas era semi-autarquico, res<br />

tringido a la localidad, marginalizado, con sus propias estructuras informa<br />

les de autoridad y poder, similar al que existia entre los aborigenes al sur<br />

del rio Biobio. “Aqui acostumbran generalmente el conchabo —escribia un<br />

testigo— que llaman porque no hay plata, que es cambiar cosa por otra, y<br />

aun los cosecheros formales de vino hacen lo mismo en las ventas que hacen<br />

en la ciudad de la Concepcion. .. viven dispersos por las campaiias, los mas<br />

'”"<br />

en ranchos de paja y algunas casas de tejas.<br />

CUADRO I<br />

ESTADO DE LA PROVINCIA DE RERE (1779)<br />

Curatos Esparioles Indios Mesdzos Vino Trigo Ganados<br />

(Arrobas) (Hanegas)<br />

Bere<br />

San Cristobal 250<br />

Yumbe]<br />

Tucapel<br />

Santa Barbara 99<br />

San Carlos 113<br />

Los Angeles 3.000<br />

Santa F e<br />

Nacimiento 436<br />

Santa ]uana 268<br />

Talcamévida 494<br />

Arauco<br />

Colcura<br />

4.107<br />

2.507<br />

583<br />

932<br />

279<br />

192<br />

124<br />

148<br />

218<br />

116<br />

114 10.000 9.484<br />

102 7.000 2.118<br />

25 2.000 7.600<br />

135<br />

17<br />

22 344 519<br />

152<br />

918<br />

6.000<br />

295<br />

320<br />

420<br />

318<br />

384<br />

30.758<br />

5.067<br />

16.599<br />

2.097<br />

1.589<br />

37.683<br />

372<br />

1.435<br />

2.926<br />

969<br />

Fuente: "Estado Cral. qe. manifiesta el estado de la Provincia de Here, comunicado por<br />

su Corregidor Don Miguel Montero y Lavin, San Luis de G0nzaga_ 9 de marzo<br />

da 1779", British Library, Additional Manuscripts.<br />

180


El panorama global de la sociedad fronteriza del sur de Chile tenia sus<br />

matices, y la prosperidad de cada villa o region dependia del tipo de empla<br />

zamiento, de los patrones de produccion y de su relativa cercania a las fron<br />

teras militares. En 1780, Here y Los Angeles eran los villorrios mas importantes<br />

situados sobre la frontera del Biobio. Como se desprende del Cuadro I, Here<br />

concentraba la produccion mas alta de vino, trigo y ganado, mientras que Los<br />

Angeles controlaba el stock ganadero y caballar mas importante del area.<br />

Sin embargo, ni Here ni Los Angeles eran los principales centros del co<br />

mercio indigena. Esa funcion la desempenaban Santa Barbara -99 habitantes<br />

europeos—, San Carlos de Purén, Nacimiento y, por sobre todo, la Plaza de<br />

Arauco. En la medida en que solamente un estado de relativa tranquilidad<br />

permitia el desenvolvimiento normal de las actividades agropecuarias, era obvio<br />

que los centros de produccion no podian ser al mismo tiempo los principales<br />

focos dc- intercambios con los araucanos. La produccion del vino, que sola<br />

mente podia alcanzar niveles de rentabilidad mientras se mantuviera el flujo<br />

do trabajadores indigenas migrantes, era la primera en sufrir cada vez que<br />

se iniciaban nuevas hostilidades, pues los garianes y los peones temian por<br />

sus vidas. Asi lo reconocieron las autoridades de la época cuando justificaban<br />

la ausencia de cifras respecto de las cosechas recogidas durante 1779 en algunos<br />

distritos del partido de Rere: “estas se hallan internadas de el otro lado del<br />

Viovio, por lo qe. los continuos asaltos de el enemigo, no les permiten mas<br />

lavoreo que el de sus huertecitas para mantenerse con el demas fomento que<br />

se les subministra de este lado” *2. En consecuencia, por razones de indole<br />

economica, el comercio fronterizo con los aborigenes estaba restringido tacita—<br />

mente a los fuertes y villorrios situados sobre la frontera, lo que otorgaba a<br />

las guarniciones el papel de verdaderos centros de importacién y exportaci6n‘<br />

c) Los fuertes como centros de comercio<br />

Dc los fuertes fronterizos, la Plaza de Arauco fue por mas de dos siglos<br />

el centro mas importante de intercambio con los indios libres. Los soldados<br />

alli apostados, observo un corregidor en 1755, tenian dos formas de ingresos:<br />

sus salarios, pagados con fondos provenientes del Beal Situado financiado por<br />

el tesoro real, y los ingresos adicionales que generaban mientras realizaban<br />

intercambios y trueques con los aborigenes. Los productos importados desde<br />

la Araucania, continuaba el corregidor, atraian a los comerciantes hispano—crio<br />

llos “a cuyo recojo, y compra de ponchos, bienen vivanderos con Arina, char<br />

que, graza, sevo, aji, sal, alguna came, asucar, Aguardiente, Vino y Generos<br />

do Castilla, como tambien de los que llaman de la Tierra”"‘. Confinnando el<br />

caracter de enclave comercial desempeiiado por la plaza militar mas antigua<br />

de la frontera araucana, otro testigo de la época apuntaba: “Conchavan tam<br />

bien los Indios ponchos por vino, anil, curolies, cintas, y otras especies que<br />

compran en la Concepci6n‘5. Sin duda, la presencia permanente de un con<br />

tingente de soldados que conocian a los comerciantes hispano-criollos v que<br />

al mismo tiempo mantenian contactos con los conchavadores aborigenes con<br />

tribuyo al desarrollo de la Plaza de Arauco como centro del Hujo de productos<br />

que circulaban entre ambas sociedades. No menos estimulante era el alto nu<br />

181


mero de mestizos asentados 0 que buscaban refugio en la plaza y sus inme<br />

diaciones, quienes tambien actuaban como mediadores con los naturales.<br />

Otro centro comercial de importancia, especialmente a partir de la segun—<br />

da mitad del siglo XVIII, fue la plaza militar de Nacimiento, situada en los<br />

territorios fronterizos con la etnia Llanista. Para tener acceso a los productos<br />

adquiridos por los soldados en sus transacciones con los indigenas, sefralaba<br />

en su Informe el corregidor en 1755, “concurren muchos comerciantes con<br />

Plata, y los demas generos que les hacen falta. .. las negosiasiones que estos<br />

Vesinos tienen son con los Yndios que llaman de los Llanos, y con los Peguen<br />

ches que unos otros salen en tropillas por el Verano. De los primeros saldran<br />

un aio con otro tresiento; traen ponchos, y cossa de barro muy rica que cambian<br />

por granos y ganados. .. y de los Peguenches saldran doscientos, con mas de<br />

Quatrocientas fanegas de sal y muchas cossa de Madera que cambian por tri<br />

go, Cevada y otros granos y principalmente Yeguas” *6. En este trafico regular<br />

que tomaba lugar a lo largo de la frontera militar del rio Biobio no solo par<br />

ticipaban los soldados de las plazas, sino también los oficiales, quienes se de<br />

dicaban, segun un corregidor, “con poco honor, ninguna experiencia ni celo,<br />

y una imponderable aplicacion al interés a la codicia y a las compras y Ventas<br />

con los Yndios”<br />

Un tercer punto donde florecio el comercio hispano-indigena fue en la<br />

plaza y presidio espaiiol de Valdivia. Fundada a mediados del siglo XVII<br />

como un medio para asegurar el dominio imperial en los mares australes e im<br />

pedir los peligrosos contactos que pudieran desarrollar los navegantes europeos<br />

con los habitantes de la Araucania, desde los primeros dias sus pobladores<br />

dependieron de los productos que pudieran suministrarles los naturales ls. Los<br />

indios de la region, segun un cronista del siglo XVIII, “venian todos los dias<br />

en sus canoas por el rio a comerciar y vender cameros, gallinas, puercos,<br />

papas, maiz, y las demas legumbres y frutos de la tierra”‘°. Aislados de los<br />

asentamientos hispanos de Concepcion o Santiago y dependientes de los en<br />

vios de provisiones que anualmente recibian provenientes del Peru, la fuente<br />

alternativa de recursos que ofrecian los aborigenes fue crucial en mas de<br />

una oportunidad para la supervivencia misma de la colonia. Con todo, el sis<br />

tema de intercambio establecido en los aiios formativos no vario sustancialmente<br />

con el paso del tiempo. Como observaba el gobernador de la plaza en 1766,<br />

los habitantes de la ciudad continuaban trocando con los indigenas "sus pon<br />

chos o mantas, y truecan por aiiil, Pano, chaquiras y otros abalorios: y aquellos<br />

(traen) manzanas, peras, maiz, poca zebada y menos trigo y algunos otros<br />

granos. .. como tambien algun ganado bacuno y obejas con harta escasez”<br />

d) La expansion del comercio hacia las Pampas y Patagonia y la<br />

integracién paulatina de la eczmomia fronteriza<br />

La intensificacién del comercio fronterizo que se registro en Chile durante<br />

la década de 1760 produjo una transformacién radical del sistema de intercam<br />

bios que habia prevalecido entre ambas sociedades en las décadas previas. El<br />

flujo casual de antario se regularizaba hasta transformarse en una actividad<br />

periédica, regular, provocando un ajuste estructural del sistema econémico tri<br />

182


al, cl cual se adecuaba a las demandas y exigencias del mercado fronterizo.<br />

Si bien la escala del ajuste y la magnitud de las nuevas relaciones de depen<br />

dencia que creaba el comercio con los europeos eran todavia un fenomeno<br />

marginal, su impacto en la economia indigena no dejaba de ser significativo.<br />

Describiendo este proceso, el Prefecto de Misiones escribio en su informe en<br />

1789 que en la misién de Arique, Valdivia, si bien la cosecha levantada por<br />

los naturales no era muy abundante, los indios de la misién vendian “la mitad<br />

y la tercera parte a los Espanoles de la Plaza a trueque de algunos generos<br />

que ellos necesitan, como son paiiete, bayeta, aiil, charqui, etc., y con este<br />

cebo se animan algunos a sembrar mas de los ordinario. . 2*. Una situacién<br />

similar se registraba en la mision del Cristo Crucificado de Niebla, donde los<br />

naturales se especializaban en la produccion de frutillas 0 fresas “con el unico<br />

(fin) del comercio que tienen con los espanoles de la plaza de Valdivia y de<br />

los castillos del puerto, a quienes las venden ya por la plata, ya a trueque de<br />

charqui, harina, sementeras, aji, y de otras cosas que necesitan, . En la plaza<br />

de Arauco, agregaba Ascasubi, los indigenas “se dedican al cultivo de frutilla<br />

res de fresas, a la pesca y mariscado, de todo lo cual, como también de los pon<br />

chos que labran los indios, venden mucha parte en el fuerte, y a los esparioles<br />

conchavadores a trueque de ganados, vino, aguardiente, frenos, espuelas, ha<br />

22<br />

chas y de otras cosas que carecen en sus tierras”<br />

El desarrollo y el crecimiento del trafico comercial produjeron también<br />

una expansion de los circuitos tradicionales de contacto, los que crecieron del<br />

ambito limitado de las fronteras de Concepcién o Valdivia hacia el resto de<br />

las localiclades coloniales situadas en la periferia del territorio indigena. En<br />

-este proceso se produjo la incorporacion mas activa y directa en los intercam<br />

bios de las etnias asentadas en las Pampas centrales y Patagonia. Sobre este<br />

proceso Ia evidencia es abundante y se remonta a comienzos del siglo XVIII.<br />

Los indios Pampas, observaba un viajero a comienzos de la centuria, “emplean<br />

todo lo que se pueden robar, particularmente las mercaderias extrangeras.<br />

Casi dos décadas mas tarde, un testigo de los malones protagonizados por los<br />

naturales contra las estancias del sur manifestaba con respecto al comercio:<br />

“Algunos Indios de estas partes estan en paz con los Esparioles y negocian con<br />

ellos para conseguir generos; en cambio, ellos entregan pieles.<br />

Las huellas del comercio que tenia lugar en las fronteras bonaerenses 0<br />

mendocinas se extendian hacia las desoladas tierras del sur pampino y el<br />

norte patagénico. A1 respecto, el navegante britanico ]ames Cook apuntaba<br />

que durante su estada en un villorrio fueguino habia observado "algunas<br />

piezas de vidrio y puntas de onix sin labrar, ademas de anillos, géneros y<br />

lonas, y otros 3.1'[iCl1lOS europeos; ellos deben viajar en alguna estacion hacia<br />

el norte, porque hace muchos anos que no llega a estas costas un buque<br />

europeo. . 25. El Comodoro Byron, que visito la misma zona en la década<br />

previa, afirmaba que la presencia de productos europeos entre los fueguinos<br />

permitia conjeturar "que durante una parte del aio tendran estos salvajes<br />

alguna comunicacién con los indios que habitan las fronteras de los estable<br />

cimientos Espafnoles; por cuya via pueden haber adquirido las manillas y<br />

collares que servian de adomo a sus mujeres”2°. Como bien observaba Byron,<br />

es probable que el comercio hispano-indigena en ambos lados de los Andes<br />

” 23<br />

183


hava generado una intensa red de conchavadores indigenas que se internaban<br />

hacia el interior con su pesada carga de abalorios y manufacturas para cam<br />

biarlos por productos especializados.<br />

Desde mediados del siglo XVIII, los aborigenes de las Pampas v Pata<br />

gonia se mostraron aun mas decididos a participar directa y periodicamente<br />

en los intercambios que sus vecinos de la frontera de Chile mantenian con<br />

los hispan0—criollos. Los indios Pampas —escribi6 un testigo anonimo en 1780<br />

dan sus pieles, armas y caballos por los generos espafroles, particularmente<br />

los licores fuertes, de que usan con entusiasmo hasta quedar ebrios.<br />

Antonio de Viedma, uno de los oficiales encargados de la supervision de los<br />

establecimientos coloniales instalados en el rio Negro, describio en térmi<br />

nos similares los intercambios que mantenian los habitantes bonaerenses con<br />

los Pampas del sur: "Son frequentes las ocasiones en que los Yndios se en<br />

tregan seguros a practicar sus ferias en esta capital [Buenos Aires] en que<br />

al passo que nos abastecen de ciertas cosas utiles, como son Pieles, Riendas,<br />

lazos, Plumeros, sal, etc., que venden a dinero contado a cambio de aguar<br />

diente, yerba mate y ropas, dejan su ignorancia aficionados al buen trato,<br />

corresponden con noticias utiles. . 2**. Como se desprende de los manus<br />

critos atribuidos a Tadeus Haenke, en 1793 la gama y la variedad de los pro<br />

ductos intercambiados no habian variado, si bien Haenke agrego a su lista<br />

"mantas 0 vestidos de pieles y xerga, ponchos de lana”, los cuales eran segu<br />

ramente extraidos por los Pampas desde los rehues de la Araucania o de los<br />

linajes recientemente asentados en Limay y Neuquén 29. A cambio de estos<br />

productos, agregaba Haen]


v i1 tud<br />

prevm<br />

pirado<br />

dc los<br />

gentes<br />

mente<br />

de devolver I0 que accidentalmente se cae, 0 llega a sus manos sin<br />

donacién; acaso la comunicacién con nuestros c0l0n0s les habria ins<br />

esta buena c0stumbre”3‘. Sin embargo, la candidez y la honestidad<br />

aborigenes e incluso su sentido comnin palidecieron frente a las ur<br />

necesidades que les imponia el yugo de dependencia que voluntaria<br />

formaron con los europeos. ]0sé de la Peria, comandzmte de Ia cor<br />

bcta San Pio enviada al mar austral en busca de piratas europeos, manifes<br />

taba quo los habitantes de la Bahia del Buen Suceso habian acudido a co<br />

merciar con los espanoles y "en muy breve quedaron desarmados a cuenta<br />

dc cuchillos (que era su mejor ansia) ropas viejas, anjes y otras frioleras.<br />

El mismo do la Pena agregaba que los indigenas mostraban interés por ad<br />

quirir “abalorios 0 quentas de vidrio, que algunos tenian aunque pocas y<br />

viejas sin duda de las que Cook habia repartido en su primer viaje del aiio<br />

de 1768.<br />

Un detallado testimonio de la expansion que experimento el comercio<br />

hispano hacia las Pampas en las ultimas décadas del siglo XVIII fue dejado<br />

por el virrey Nicolas Arredondo en 1795. Refiriéndose a la magnitud y la<br />

variedad de los intercambios, el Virrey afirmaba que el comercio se emrtendia<br />

geograficamente hasta abarcar a los Pampas asentados en la sierra de la<br />

Ventana, encabezados en esa época por los caciques Lorenzo, Toro, Guaiquilef<br />

y Ouintuin. Estos caciques, observaba el Virrey, “y sus respectivas parcialida<br />

des que se consideran hoy muy numerosas, ...acostumbran venir frecuente<br />

mente a esta capital en cortas porciones. .. traen y venden sus pieles adoba<br />

das, algunas gergas, ponchos, pellones, riendas, lazos y otras manufacturas,<br />

Ilevandose en cambio abalorios, aguardientes y aquellas otras cosas que son<br />

del particular gusto de esta casta de gentes, a quienes ya no desagrada tanto<br />

el comunicar con nosotros amistosamente"°3. Al igual que en Chile, el tra<br />

{ico fronterizo se regularizaba hasta constituir un hecho casi cotidiano. Al<br />

mismo tiempo. los productos intercambiados eran cada vez mas especializa<br />

dos y orientados a satisfacer las necesidades de un mercado mas amplio que<br />

el que constituian hasta alli las guardias de los fortines y los puestos fron<br />

terizos.<br />

Una de las formas especializadas de intercambio fue el comercio de sal<br />

quo realizaban los Pehuenches en las fronteras de Mendoza y Concepcion.<br />

La posicion geografica ocupada por este grupo en los valles subandinos y<br />

el control quc eiercian sobre los pasos cordilleranos los dejaban en una ubi<br />

cacion privilegiada cuando se trataba de explotar las salinas situadas en las<br />

pampas centrales. En una descripcion del comercio de sal en los poblados<br />

y villorrios de Chile central, el cronista Gomez de Vidaurre aseveraba a fines<br />

del siglo XVIII que los Pehuenches sacaban provecho de este producto "co<br />

merciando con ella entre los espa1'ioles”°‘. La importacion de sal alcanzo tal<br />

dimension en Chile, que en 1764 dos testigos afirmaban que era necesario<br />

brindar apoyo militar a los Pehuenches en las guerras que sostenian contra<br />

los Huilliches, argumentando que "si se llegan a apoderar de el (los yaci<br />

mientosa do sal en las pam.pas) los enemigos Huilliches como lo desean con<br />

ansia, podran poner en gran cuidado esta frontera y carecer de la sal que<br />

abastece mucha parte de este reino. . 35. Los propios indigenas eran cons<br />

”°2<br />

185


cientes del valor que tenia la transaccion de sal tanto para los naturales como<br />

para los hispano-criollos. E1 cacique Gobemador ]uan Antivilu, a quien se<br />

acusaba de apoyar a los Huilliches en este particular incidente, escribié al<br />

gobernador de Chile urgiéndole que ordenara a los Pehuenches del cacique<br />

Peillipil que “no estorve el ingreso a las salinas y que el conseguiria que los<br />

Huilliches no pongan impedimento a dho. ingreso que es conveniente para<br />

el bien comun de Espaioles e Yndi0s”36. No obstante, las meras amenazas 0 el<br />

constante forcejear de los Huilliches y los Llanistas no hicieron desistir a los<br />

Pehuenches del monopolio que mantenian sobre las salinas y su introduccion<br />

a Chile central. Durante el parlamento realizado en 1771 con las autoridades<br />

del reino, los caciques Pehuenches demandaron "que los espafnoles no se in<br />

ternen en sus tierras a sacar sal para el comercio que a ellos les es pertene<br />

37<br />

ciente para sus conchavos y alimentos”<br />

La importacion de sal desde los yacimientos pampinos fue una de las<br />

manifestaciones del rico flujo comercial que emergio entre los hispano-criollos<br />

y los Pehuenches, una vez que los ultimos se transformaron en sus mas leales<br />

aliados en la guerra contra los indios libres. Situados en una posicion geo<br />

grafica que intermediaba fisicamente entre el mundo de los europeos de<br />

Cuyo y Chile central y las tribus pampinas del interior y los Huilliches del sur,<br />

los Pehuenches sacaron ventaja penetrando ambos mercados y diversificando<br />

la gama de productos que podian intercambiar en las fronteras. “La tribu<br />

dc los Pehuenches —apuntaba Gomez de Vidaurre— sale todos los aiios de<br />

sus montaias y hace en diversas partes de la provincia de Maule una especie<br />

de feria que dura uno o dos meses y traen a ella sal blanquissima, lanas, ca<br />

ballos, pieles, platos de leria de todas grandezas, yesos y otras muchas ba<br />

gatelas; todas las cuales cambian por trigo, cebada, frenos, espuelas y cuchi—<br />

llos; de estos mismos vienen no pocos por las haciendas de Chillén e Itata<br />

haciendo el mismo trafico” 38. Una variedad similar fue descrita por el capitén<br />

]uan de Ojcda durante su visita a las plazas y guarniciones situadas en la<br />

frontera del rio Biobio: “El comercio activo de los Pehuenches con los es<br />

pafnoles consiste en sal, Ponchos, Plumajes, vateas Canastas y otras drogas de<br />

poco precio; y el pacivo en trigo, Lana, Pellejo, Afnir, Abalorio y alguna mer<br />

cnderia””. En cuanto a las rutas y los circuitos empleados por las caravanas<br />

comerciales de los Pehuenches, el capitan Thomas de O’Higgins anotaba<br />

en su Diario, después de una visita al area, que los conchavadores indigenas<br />

cruzaban los Andes a través de los pasos del Maule y El Descabezado, por<br />

donde se internaban en busca de mercados hasta las localidades de Talca "<br />

Los Pehuenches fueron los que mejor se adaptaron a las exigencias y<br />

demandas del mercado fronterizo hispano-criollo, ajustando su produccion<br />

a las necesidades de los europeos y articulando sus propios ciclos de activi<br />

dades econémicas de acuerdo con las fluctuaciones de sus respectivos mer<br />

cados. Estas transformaciones, sin embargo, alteraron sus patrones econémicos<br />

tradicionales —las expediciones en busca del pehuén a lo largo de las mon<br />

tafias hasta los picos de Villarrica, las visitas periédicas a las estancias de<br />

Mendoza y sus propias empresas de caza y malén en los territorios del Neu<br />

quén y el Limay— forzandoles a actuar crecientemente como meros interme<br />

diarios entre los dos universos. A través del trueque de manufacturas euro<br />

186


peas, los Pehuenches “rescataban” gruesas cantidades de ponchos y otros uten<br />

silios de los pampinos del interior para luego venderlos en los mercados<br />

de Chile. Con el afianzamiento de la alianza forjada con los hispan0—criollos<br />

de Cuyo y de Chile, los Pehuenches se transformaron en el arquetipo de los<br />

conchavadores aborigenes.<br />

Otra manifestacién de la articulacion de la economia indigena a las ne<br />

cesidades de los mercados hispano-criollos fue la produccién de mantas y<br />

ponchos, actividad que comenzo a echar raices en las primeras décadas del<br />

siglo XVIII. Al respecto, un observador de la época indicaba en la alborada<br />

del siglo que los esparioles se internaban hacia el territorio indigena con vino<br />

y alcohol para “permutarlos por algunos tejidos que llaman ponchos.<br />

A mediados del siglo, joaquin Villarreal senalaba que los aborigenes “res<br />

cataban" grandes cantidades de ganado mayor y menor desde los mercados<br />

hispanos para subsistir y “para la fabrica de ponchos, que es el unico genero<br />

que nos venden"‘2. Pocos arios antes, los frailes reunidos en el Sinodo con<br />

vocado por el Obispo de Concepcion hicieron una observacién similar: “A<br />

estos se transfieren las armas y Cavallos, principalmente a los Pehuenches,<br />

en cambio de las mas selectas mantas que permutan. . . *3. Las observaciones<br />

hechas por los frailes y por el Obispo son significativas en por lo menos dos<br />

sentidos. En primer lugar, describen una situacién en que los aborigenes<br />

mostraban interés por adquirir de los hispano-criollos caballos y animales<br />

que podian capturar en las pampas 0 en las haciendas transandinas. En la<br />

frontera de Concepcién, el conchavador indigena reemplazaba lentamente al<br />

maloquero. En segundo lugar, segun se desprende de ambos testimonios, los<br />

indigenas realizaban un intercambio altamente especializado en el que se<br />

revertian los términos del intercambio fronterizo: en este caso eran los es<br />

pafnoles los que entregaban materias primas y los aborigenes los que pro<br />

ducian manufacturas para el mercado. Sobre la cantidad de ponchos que<br />

producian los naturales para satisfacer las necesidades del mercado colonial<br />

local y la calidad de sus productos, el cronista Gomez de Vidaurre aseveraba<br />

a fines de la centuria que se “sacaban de ellos algunas cabezas de ganados,<br />

alguna lana, ponchos, hasta sesenta mil, algunos caballos, plumas de avestruz,<br />

cestos curiosamente labrados y algunas bagatelas. La mayor parte de este<br />

“<br />

comercio esta prohibido”<br />

Debido al carécter `fragmentario de la evidencia, no es posible evaluar<br />

con precision el impacto que tenia en la sociedad indigena la exportacién<br />

dc tan grandes cantidades de ponchos ni la venta de productos especialmente<br />

manufacturados, tales como los tiestos de greda y los utensilios de cuero y<br />

madera labrada. Pero en la medida en que la mayoria de estos productos<br />

eran tratados como mercancias, se puede pensar que el modo de produccién<br />

aborigen sufria una reestructuracion sustancial tanto en lo que se refiere a<br />

la organizacién de la fuerza de trabajo como en la orientacion de la pro<br />

duccién hacia mercados lejanos. Si las cifras son correctas, a fines de] siglo<br />

XVIII el territorio indigena habria estado plagado de pequenos obrajes, en<br />

los cuales las tejedoras eran incorporadas al proceso productivo no ya de un<br />

modo casual, sino de modo regular e intensivo. Asimismo, los encargados de<br />

dirigir los talleres textiles no eran meros conchavadores interesados en realizar<br />

187


intercambios esporédicos con los hispano-criollos, sino genuinos empresarios<br />

que se preocupaban del abastecimiento de lana y tinturas, que satisfacian las<br />

necesidades de subsistencia inmediata de las tejedoras y que se preocupaban<br />

de asegurar un mercado estable para sus productos. En otras palabras, el<br />

conchavo de mantas en las fronteras era también un poderoso agente de<br />

cambio de las relaciones sociales sobre las que descatnsaba la sociedad tribal.<br />

La consolidacién y la expansion geogréfica del comercio fronterizo y la<br />

tendencia hacia la especializacion productiva que comenzaba a emerger en<br />

tre los aborigenes fueron un proceso paralelo al surgimiento de una amplia red<br />

de contactos “in situ” entre productores y comerciantes. Los conchavadores<br />

hispano-criollos, escribio Gomez de Vidaurre, “ent:ran en las tierras de los<br />

araucanos con estas sus mercancias por caminos ocultos y les despachan por<br />

las casas de aquellos, fiandoles todo lo que estos les piden, porque estan se<br />

guros que han de ser pagados puntual y enteramente al tiempo convenido.<br />

No se ha dado ejemplo que uno de estos indios haya faltado a la fe en estos<br />

contratos”‘5. El ulmen-empresario habia aprendido las reglas del juego.<br />

En la sociedad hispano-criolla, la introduccion regular de grandes can<br />

tidades de mantas y otros productos aborigenes contribuyo a instituir un<br />

rapido fenomeno de homogeneizacion exterior entre los habitantes mas po<br />

bres de la ciudad y el campo y los propios nativos. Mas que ningun otro<br />

producto, los ponchos se convirtieron en el simbolo visible de la coexistencia<br />

pacifica que imperaba en la frontera de Concepcion y Valdivia con los arau<br />

canos. También constituian uno de los escasos instrumentos de penetracién<br />

del mundo indigena en el universo establecido por los europeos, dando una<br />

nota colorida y pintoresca a las abulicas calles coloniales. Mas importante<br />

aun, la produccion de mantas y ponchos reflejaba una sintesis hasta alli no<br />

imaginada: los tejedores obtenian sus materias primas en gran parte de los<br />

blancos —lanas y tinturas-, aplicaban su trabajo, técnicas y diseiios ancestra<br />

les y luego los vendian en las fronteras. Asi se creaban estrechos lazos de<br />

dependencia economica que ya no seria posible disolver.<br />

e) El comercio ilegal<br />

A cambio de los productos naturales y manufacturados que vendian o<br />

trocaban en los fuertes y villorrios fronterizos, los indigenas retornaban a sus<br />

tierras con diversos productos europeos. De los testimonios citados se pueden<br />

enumerar provisiones y granos para la subsistencia cotidiana, tintas para<br />

tefiir los ponchos y mantas, animales para el transporte 0 la comida, géne<br />

ros de saya y algodon para el vestido, plata para fabricar los ornamentos, y<br />

diferentes tipos de abalorios, prendas de adomo y chucherias. Estos produc<br />

tos constituian el comercio legal.<br />

A pesar de las sanciones impuestas por las autoridades, con el incesante<br />

trafico que tomaba lugar entre ambas sociedades, dos productos proh1b1dos<br />

encontraban también su camino hacia los rehues: el alcohol y los instrumentos<br />

y las armas de hierro. El afan de lucro y el deseo de obtener acceso directo<br />

a los productos de los naturales empujaban a los conchavadores hispano-cr10<br />

llo.: a correr riesgos y quebrar la legalidad ‘°. Con todo, los mas eficientes en<br />

188


explotar el trafico clandestino eran los comandantes de los fuertes fronterizos,<br />

quieneca aprovechaban sus posiciones de mando para manipular en beneficio<br />

propio el comercio prohibido. "Debo yo advertir —escribi6 uno de los frailes<br />

misioneros quc asistio al Sinodo del Obispo Felipe Azua en 1744- en este<br />

particular quo ansi los mismos jefes, con sombra del reyno, despachan vino<br />

a la tierra”". Los demas miembros del Sinodo coincidieron en critjcar las<br />

ventas del alcohol y denunciaron su introduccién como una de las causas més<br />

obvias: dc las continuas guerras internas y tensiones que sacudian a los abo<br />

rigenes. “No puede ser caridad que por permitir el conchavo de tres ponchos<br />

el particular se exponga a peligro de una ruina universal todo el reino, con<br />

perdida de tantas haciendas, sangre y almas, y aun con el peligro de quedar<br />

”‘°<br />

del todo desterrada la fé Catélica.<br />

La introduccién de bebidas alcohélicas en el territorio indigena creaba<br />

desorden y anarquia, alteraba los patrones celebratorios tradicionles y era<br />

causa de nuevas guerras entre los naturales. Como agente de disolucién, el<br />

vino creaba un estado de dependencia que eventualmente producia la domi<br />

nacion de los bravios guerreros. Por estas razones, en mas de una oportunidad<br />

las denuncias del trafico de vino realizadas por los misioneros fueron respal<br />

dadas por los Caciques Cobernadores. De acuerdo con el misionero de Tu<br />

capel, “casi todos los Caciques piden y claman no entre vino a sus tierras”<br />

El Cacique Gobernador de la region cercana a la mision también habria de<br />

mandado que cesara la introduccién de alcohol a sus tierras, advirtiendo a<br />

los conchavadores "( que) no cansen tanto las mulas en acarrear vino, pues<br />

de lo contrario los Caciques no podrian ser responsables de las resultas<br />

desgracias y revoluci6n que podria originarse por el vino en la tierra”<br />

Segun el misionero Antonio Sors, los efectos que producia el alcohol entre<br />

los indios eran aun mas graves pues por obtener vino los indigenas era ca<br />

paces de entregar “no solo los hijos, sino que también todas sus mujeres"<br />

particularmente aguardiente y vino- se habia propagado entre los natura<br />

les. Durante su estada en el Rio de la Plata, el viajero francés Louis de Bou<br />

gainville observo esta situacion entre los nativos que conchavaban en Buenos<br />

Aires y dejo una pintoresca descripcion que vale la pena reproducir: “A veces<br />

vienen los indios con sus mujeres a comprar brandy a los espafnoles; no cesan<br />

de beberlo hasta que estén completamente embriagados y ya no pueden in<br />

gerir. Para obtener sus licores fuertes, venden sus armas, pieles y caballos.<br />

Una vez que han vendido todo lo que poseen, capturan algunos caballos de<br />

las habitaciones vecinas y huyen de regreso a sus tierras”<br />

Otra manifestacién del comercio ilegal fue el trafico de armas y herra<br />

mientas de hierro que tenia lugar a lo largo de las fronteras. La introduccién<br />

de estos productos precedié historicamente al comercio fronterizo institucio<br />

na] que florecié durante el siglo XVIII, en la medida en que los araucanos<br />

mostraron desde los primeros arios de la conquista su interés por engrosar su<br />

arsenal militar con los caballos y las armas de fuego e instrumentos de hierro<br />

de los europeos. A fines del siglo XVI, un oficial del ejército fronterizo de<br />

Concepcién escribia: “Se estima que tienen [los indios] en su poder diez mil<br />

caballos y mas con muchas lanzas que han armado de hojas de dagas, pufiales y<br />

52<br />

*9<br />

5°<br />

189


espadas que de los nuestros han habido, parte por estratagema y lance de<br />

guerra y parte volu11tarias” 5**. Otro cronista apuntaba en el mismo sentido;<br />

"Con las guerras que tienen con los espaiioles estan muy diestros y tienen<br />

muchas armas que les han tomado y muchos esparioles se pasan a ellos cada<br />

dia” 54.<br />

Con la consolidacion del comercio fronterizo registrada durante el siglo<br />

XVIII, el ingreso de armas y productos de hierro hacia el territorio indigena<br />

también echo raices. Como en el caso del vino y el aguardiente, el principal<br />

incentivo de los traficantes clandestinos era su interés por tener acceso ex<br />

clusivo a las mantas y los ponchos. "Por este comercio tan deseado —0bservaba<br />

Sors—-, se han armado de los mejores sables, espadas, machetes y hachas, que<br />

continuamente, sin reparar la prohibicion gravissima que tienen, ni los da<br />

fios que resultan, les llevan los malos Espa1i0les” 55. Asi, por intermedio del<br />

comercio ilegal, el arsenal indigena se fue enriqueciendo para beueficio de<br />

los maloqueros que emprendian el camino de los Andes en busca del botin<br />

de las haciendas bonaerenses 0 mendocinas. En un inventario realizado en<br />

1780 de los bienes y propiedades capturados en el curso de una maloca con<br />

tra los asentamientos de los caciques Guentenan, Troco y Ancan en las cer<br />

canias de Mamuelmapu, el autor del Diario de la expedicion incluia los si<br />

guientes articulos: “cuat1·0 cotas de mallas de acero, 58 lomillos y 31 lanzas;<br />

once de las que en otras ocasiones les habian tomado a los nuestros y las 20<br />

suyas; dos llaves de fusil del rey, una plancha de otra, varias menudencias<br />

como algunos frenos chapeados, espuelas de plata, tembladeras y otros chis<br />

mes de este us0”5°. Probablemente, un catélogo de las armas y los aperos<br />

de los Blandengues de Buenos Aires 0 de los milicianos de Cuyo no habria<br />

sido muy diferente.<br />

Si la adaptacion del caballo al ejército indigena habia tenido serias con<br />

secuencias para los europeos. la incorporacion de las armas de fuego y de<br />

hierro podia ser fatal. No obstante, el trafico ilegal de estos productos nunca<br />

alcanzé la magnitud que podia hacer posible la transformacion cualitativa de<br />

la guerra. Como observo el navegante britanico George Anson en 1749, “l0s<br />

indios de los alrededores de Buenos Aires se han convertido en excelentes<br />

jinetes y son extremadamente habiles en el manejo de las armas cortantes,<br />

aunque ignoran el uso de las armas de fuego. Los espaiioles tienen cuidado<br />

de mantenerlas fuera de sus manos”57. Por otra parte, el caracter ilegal del<br />

comercio complotaba también contra la calidad de los productos que se im<br />

portaban hacia el territorio indigena. Al respecto, el cronista jesuita Miguel<br />

de Olivares manifestaba a fines del siglo XVIII que “a1&n las armas cortas<br />

de los espanoles no pueden compararse con las del enemigo, pues las espadas<br />

que tienen son adquiridas con el clandestino comercio ved‘ad0 con severa<br />

prohibicién, y por eso son pocas y de ningun modo bastante para armar aun<br />

la décima parte de sus soldados, y esas pocas de inferior calidad, como que<br />

ellos no tienen delito en comprar ni discemimiento en el buen 0 mal temple<br />

del acer0”5°.<br />

f) Los conchavadores: agentes del comercio fronterizo<br />

190<br />

Unos de los principales protagonistas en el desarrollo del comercio fron


terizo legal e ilegal que echo raices a través de las fronteras indigenas en<br />

el siglo XVIII fueron los conchavadores. Estos sujetos constituian una extensa<br />

red de hispano-criollos, mestizos e indigenas cuya principal tarea consistia<br />

en actuar como intermediarios entre ambos mundos 59. Unidos entre si por<br />

lazos de parentesco ceremonial 0 politico, el ambito geografico que cubrian<br />

se extendia mas alla de las localidades puramente fronterizas, traspasando<br />

las barreras administrativas 0 étnicas que separaban a los aborigenes de los<br />

europeos e integrando de ese modo zonas que carecian de contacto directo.<br />

Entre los hispano-criollos, los conchavadores eran mejor conocidos por lo<br />

pintoresco de sus personalidades 0 por sus cualidades de vagabundos y aven<br />

tureros. N0 menos valiosa era su reputacion de expertos en los asuntos in<br />

digenas, conocedores de la Tierra y de las costumbres y practicas de los na<br />

turales. El capitan de infanteria Ignacio Pimuer, Lengua (traductor) Ge<br />

neral de la jurisdiccion de Valdivia y autor de un Informe sobre la ubicacion<br />

exacta de la mitologica Ciudad de los Césares, es un caso ilustrativo. "Havien<br />

do desde mis primeros aios tirado el poco comercio que ofrecen los Yndios<br />

comarcanos —escribi6 Pimuer en 1774- y de las ]urisdicciones de esta Plaza<br />

me fui internando y haciendo capaz de los Caminos y Territorios de los Yn<br />

dios y Especialmente de sus afectos. .. con este motibo tenia con ellos Com<br />

bersaciones Publicas y Secretas, confiando en mi sus mas reconditos secretos<br />

y contandome sus antiguos movimientos y hechos Ymmemoriales.<br />

Los conchavadores fueron también los promotores del comercio que flo<br />

recia al margen de los fuertes y villas 0 que tenia lugar en el interior del<br />

territorio indigena. Durante su visita a la Araucania, el capitan Thomas O'Hig<br />

gins encontro un vecino de Santa Barbara entre los naturales de Pitrufquen<br />

que “transitaba con la mayor seguridad entre los naturales, porque les visi<br />

ta, les obsequia con algunos cortos agasajos y frioleras que trae a sus<br />

mujeres. . .”°‘. Luis de la Cruz, otro de los viajeros que tuvo la oportunidad<br />

de penetrar hacia los territorios mas vedados de los indigenas, escribio a<br />

principios del siglo XIX que durante su expedicion de Concepcion a Buenos<br />

Aires se encontro con un conchavador hispano-criollo. A1 preguntarle sobre<br />

su destino, escribia de la Cruz, “me contesto que se llamaba Vicente Saez,<br />

viviente en el cerro de los Guanacos, y que venia de las salinas Grandes de<br />

los Pehuenches. .. que habia ido a dichas salinas con el Peguenche Llancan<br />

quit, le pregunté éPara donde iba`P y me dijo que para Los Anjeles, con cinco<br />

cargas de sal que habia venido a sacar"62. Pocos afios antes, ]0sé Santiago de<br />

Cerro y Zamudio manifestaba que durante su primera travesia desde Chillan<br />

a Buenos Aires se habia encontrado con “vari0s espanoles comerciantes con<br />

los indios, individuos del partido y villa de Cu.ric6"°3. Ya en 1770 el capitan<br />

mendocino ]uan Antonio Hernandez daba cuenta de la penetracion paulatina<br />

de los conchavadores hacia el corazon del territorio indigena. Durante su<br />

estada en los toldos del cacique Flamenco, anoto en su Diario, “se hallaban<br />

seis CSPHI-10165... y entre ellos Diego Ortubia, haciendo trato con yerba, ta<br />

baco y aguardiente”°‘. En Chile, a principios de la década del 90, el ingreso<br />

de los conchavadores hispano-criollos hacia las tierras de los Pehuenches se<br />

habia convertido en un hecho regular, especialmente en lo relacionado con<br />

la introduccion de yeso y sal de las pampas. “Los espaiioles —observaba el<br />

”6°<br />

191


viajero Luis Née en 1793- tienen licencia de ir a buscarla cambiando con<br />

trigo, vino, aguardiente y otros géneros que llevan a los referidos Peguen<br />

ches” 65.<br />

No obstante, a pesar de la mayor regularidad que adquirian los inter<br />

cambios, la magnitud del comercio fronterizo continuaba restringida por las<br />

dificultades que imponia el transporte de los productos en recuas muleras.<br />

Asimismo, la continuacion de las guerras intestinas y el surgimiento de nuevos<br />

lonkoa rebeldes, limitaban los movimientos de los conchavadores y los ex<br />

cluian de las diferentes zonas en conflicto. Otro problema que enfrentaban<br />

los conchavadores era el de ser confundidos con criminales, cuatreros, malo<br />

queros y “mal entretenid0s” que esporédicamente irrumpian en las tierras<br />

indigenas dejando tras de si un rastro de desolacién y muerte en los rehues.<br />

Sobre las acciones depredatorias de estos sujetos, el cronista Olivares afirma<br />

ba que los cuatreros “vaciaban” las haciendas ubicadas entre Colchagua y<br />

Chillan, robandoles los caballos, “y por sendas escusadas 0 caminando de<br />

noche, los transportan en tres 0 cuatro dias en distancia de 100 leguas, lle<br />

vandolos muchas veces a tierras de indios para trocarlos por ponchos, que<br />

es comercio aqui muy usado: estos ponchos vuelven a permutarlos por ca<br />

ballos y a la vuelta de la permuta repiten los hurtos. . .”°°. El mismo hecho<br />

llamé la atencién del misionero Sors, quien aseveraba que algunos hispano<br />

criollos de Chile central “roban a los indios y venden a los espaiioles, hurtan<br />

a estos y venden a aquellos, de suerte que este es el modus vivendi de algu<br />

nos malos espaiioles. . . y no ha faltado quien, no satisfecho de vivir enredado·<br />

con cuantas chinas (indias) apetecia su desenfrenado apetito, que cogia tam<br />

°7<br />

bién a la usanza dos y tres mujeres”<br />

En las pampas, la presencia de sujetos blancos entre los indigenas era<br />

mas peligrosa para la Corona, especialmente en la época en que recrudecian.<br />

los malones contra las estancias del Virreinato. Sin embargo, no habia medios<br />

que permitieran impedir el paso de los criminales a las tierras libres del<br />

sur, buscando refugio en las filas de los belicosos Aucas, Serranos y<br />

otras etnias pampinas. El piloto Basilio Villarino, en el curso de su explora<br />

cién del rio Negro, apuntaba que en los toldos de los indigenas vivia un<br />

cristiano "que es el unico confidente y baqueano que tjenen los indios para<br />

sus entradas y robos [en Buenos Aires] que tiene los mejores caballos, que<br />

los indics le quieren en estremo y no hacen nada sin él y que hacia aiios<br />

que estaba entro ellos”6°. Otro testimonio lo proporciona una carta del Ca<br />

bildo de Cordoba al Intendente, el Marqués de Sobremonte, en la cual los<br />

miembros de la entidad denunciaban a los espafnoles "que por sus delitos<br />

huyendo de la justicia se pasan a sus tierras [de los indios] a los que dando<br />

acojida por voluntarios, son despues los maiores contrarios por practicos de<br />

nuestros terrenos, y asi sus acometimientos y asaltos los ejecutan con este<br />

c0nocimiento"°°. Incluso los pobladores de las localidades fronterizas pare<br />

cian estar dispuestos a dar apoyo al temido enemigo maloquero. Asi lo de<br />

nuncio al final de su administracién el virrey ]uan ]osé Vértiz en su Memoria<br />

dc Gobierno. En ella, Vértiz critico “el descuido de los habitantes de la<br />

camparia, que rehusando venir a poblacién subsistian muchos de ellos en<br />

unos muy infelices y despreciables ranchos, expuestos a ser muertas 0 cauti<br />

192


vas sus familias de estos enemigos, por desfrutar la libertad de conciencia,<br />

mantenersc en el ocio, viviendo del hurto, sin c0nciencia... y muchos de<br />

ellos con continuo trato con los Infieles, por donde sabian nuestros movimien<br />

”7°<br />

tos cuando se dirigian a buscarlos en sus tierras.<br />

En consecucncia, ya sea por temor de las represalias que justa 0 injusta—<br />

mente pudiesen desatar contra sus caravanas tanto las autoridades coloniales<br />

como los aborigenes, los conchavadores limitaban sus acciones al ambito<br />

controlado por caciques amigos 0 donde podian contar con alguna forma de<br />

auxilio del ejército fronterizo.<br />

F inalmente, los conchavadores hispano-criollos se veian también enfren<br />

tados al problema que les presentaba el surgimiento de un grupo especializa<br />

do dc indigenas cuya principal actividad era también el comercio fronterizo.<br />

Efectivamente, con la consolidacion de las rutas del trafico comercial y la<br />

estabilizacion de los mercados hispano-criollos, los ulmenes descubrieron ra<br />

pidamente los jugosos beneficios que podian sacar si negociaban directamen<br />

te con sus clientes de pueblos y ferias. En la conceptualizacion introducida.<br />

p01 Marshall Sahlins, los conchavadores practicaban la “recipr0cidad negati<br />

va” que involucraba a sujetos no vinculados directamente por lazos sangui<br />

neos y cuyas transacciones_ en consecuencia, no reflejaban las limitacioncs<br />

impuestas por los intercambios reciprocos que surgian en el seno de la so<br />

ciedad tribal. Los conchavadores eran por excelencia los agentes del comer<br />

ci0 con extrarios y, por lo mismo, poderosos gestores de la paz inter-tribal y<br />

con los europeos.<br />

Los conchavadores aborigenes, al igual que sus homologos espaiioles, re<br />

corrian las reducciones y rehues intercambiando los productos alli manufac<br />

turados por las chucherias, abalorios y baratijas que previamente habian tro<br />

cad0 en las fronteras. El viajero Luis de la Cruz estampo en su Diario dos<br />

valiosas referencias al respecto. La primera se vincula con la informacion<br />

que recibio del cacique Pehuenche Curelau relativa a las actividades del<br />

cacique Cuerahueque, quien habria salido en los dias previos al arribo de<br />

de la Cruz a su asentamiento “con el comercio para los Llanos, y oyo decir<br />

que Millalén salia luego para Mendoza con el propio objet0"". La segunda<br />

referencia tiene relacion con una observacion casual hecha por los naturales<br />

al serialar que el cacique Millatur, “tiene parientes y amigos en las Pampas.<br />

Ha estado muchas veces en Buenos Aires"72. En Chile, el comandante del<br />

fuerte de Santa Barbara manifestaba en 1774 que la guarnicion se mantenia<br />

al tanto de los sucesos que tenian lugar en el territorio indigena por las no<br />

ticias que le entregaban “l0s Yndios que pasan a C0nchav0s” 73. El mismo<br />

comandante informaba poco tiempo después de la peticion hecha por Leviant,<br />

el Cacique Cobemador mas poderoso de los Pehuenches de la region occi<br />

dental, para que se autorizara el ingreso a “Chillan de doce mosetones suios<br />

a c0nchabo”". Entre 10s Llanistas, el linaje del Cacique Gobemador ]uan<br />

Antivilu parecia controlar gran parte del trafico comercial que tenia lugar<br />

a través de Nacimiento. Con motivo de la suspension del permiso para con<br />

chavar en las fronteras a raiz de las hostilidades iniciadas por el lonko Cu<br />

riiiamcu, Antivilu envio a su hermano Antemilla y al cacique Lavimanque<br />

para que solicitaran a las autoridades fronterizas que se les concediera per<br />

193


miso para introducir a la Araucania "ciento y treinta Cavezas de Ganado Ba<br />

cuno (que se le tienen embargadas y depocitadas) en virtud de la licencia<br />

que se le tenia concedida por el Superior Govierno, para internarlas en sus<br />

tierras . . 75.<br />

El surgimiento de los conchavadores indigenasn y la continua expansion<br />

de los conchavadores hispano-criollos sobre los "espacios econ6micos” que<br />

controlaban los aborigenes, produjeron tension y en mas de una ocasion re<br />

sultaron en muertes. Para eliminar envidias 0 celos infundados, los conchava<br />

dores hispano-criollos buscaron estrechar sus lazos con los Caciques Gober<br />

nadores mas poderosos, a quienes agasajaban con profusién; indirectamente,<br />

los cristianos fortalecian con estas acciones las posiciones de mando de aqué<br />

llos en el seno de la sociedad indigena. El Cacique Gobemador en posesién<br />

do los codiciados productos europeos estaba en condiciones de “redistribuir"<br />

los beneficios de su riqueza material y “cosechar” los efectos politicos de su<br />

accion. El mero intercambio de productos materiales creaba nuevas situacio<br />

nes sociales. En otros casos, los Caciques Cobemadores se transformaban<br />

en activos conchavadores, lo que los empujaba mas hacia las posiciones pa<br />

cifistas que promovian los ulmenes y otros sujetos que se enriquecian con el<br />

comercio fronterizo.<br />

A pesar del comercio y de los intercambios que prosperaban entre ambas<br />

sociedades, el fantasma de la guerra araucana no desaparecio completamente.<br />

Por el contrario, la constante importacion de armas y caballos estimulaba la<br />

maloca y perpetuaba los ciclos de violencia que sacudian a la sociedad tribal.<br />

Poi esta razon, los conchavadores hispano-criollos jugaban un importante pa<br />

pe] como espias de la Corona. ]unto con los capitanes de amigos, los comer<br />

ciantes mantenian informadas a las autoridades militares fronterizas sobre<br />

los eventos que tenian lugar entre los indios y aseguraban de ese modo la<br />

proteccion armada que requerian sus operaciones entre los indios libres. Para<br />

los comandantes de los fuertes fronterizos, la entrada casi dia1·ia de hispano<br />

criollos hacia las tierras aborigenes constituia un importante recurso téctico<br />

que permitia prevenir las acciones depredatorias de los maloqueros. Por esa<br />

razon, cada vez que los naturales denunciaban los abusos de los conchava—<br />

dores blancos, las autoridades salian en su defensa. Asi ocurrié durante el<br />

parlamento celebrado en 1772 con la Nacién Chiqujllana. En el acta de la<br />

reunion se especificaba que a los caciques asistentes les ordeno el gobernador de<br />

Chile “que siempre que con lizencia mia entrasen algunos Espanoles a trans<br />

portar Sal de otra parte de la Cordillera a la de este Reyno, les hiziesen buen<br />

acogimiento pues a ellos se les permitia viniesen a nuestras tierras al Co<br />

mercio de especias licitas sin que experimenten la menor vexacion"<br />

El comercio que florecié entre hispano-criollos e indigenas durante el<br />

siglo XVIII fue un proceso complejo que no solo consistia en un trueque<br />

desigual de manufacturas europeas por productos naturales, sino también en<br />

un flujo de bienes temminados que se intercambiaban por semillas, bebidas y<br />

productos para la subsistencia. De este modo, los aborigenes proveian a la<br />

sociedad colonial fronteriza con ponchos, trastos de madera y materias pri<br />

mas que escaseaban al norte del rio Biobio.<br />

194


Si bien los intcrcambios cstuvieron limitados en los primaeros decenios<br />

de la centuria a las fronteras de Concepcion y Valdivia en Chile, lentamente<br />

se fueron abriendo los territorios del oriente hasta alcanzar los mercados<br />

de Mendoza y Buenos Aires. Esta accion de penetracion fue llevada a cabo<br />

por los conchavadores "blancos” y sus congéneres indigenas, quienes orga<br />

nizaban caravanas que se internaban en busca del excedente economico de<br />

los indios del interior. Desde mediados del siglo XVIII el intercambio comer<br />

cial comenzaba a reemplazar paulatinamente los conflictos militares por re<br />

laciones economicas pacificas. Asimismo, en ambas sociedades se perfilaban<br />

gmpos sociales cuyos intereses ya no eran la guerra sino el intercambio re<br />

gular y ordenado. Paralelas a este comercio, se desarrollaban formas de in<br />

tercambio ilegal, entre las que figuraba la introduccion de aguardiente, vino<br />

e instrumentos de hierro. En ambos casos, el interés de los conchavadores<br />

blancos era tener acceso a los ponchos y las mantas indigenas que mas tarde<br />

vendian en las fronteras.<br />

Las relaciones economicas creaban lazos de dependencia y al mismo<br />

tiempo articulaban las economia tribal con la economia colonial. Como sefna<br />

16 recientemente M. A. Palermo, el comercio fronterizo no solo creo nuevos<br />

hébitos de consumo y militares sino que tuvo efectos mas profundos: “la<br />

progresiva aparicién de una nueva economia basada en gran parte en el co<br />

mercio de animales a cambio de manufacturas y materias primas importadas,<br />

definitivamente incorporadas en la vida cotidiana. Este comercio no se res<br />

tringia dentro de un mundo indigena supuestamente cerrado, sino que<br />

integraba a éste en los mercados regionales y se realizaba aprovechando las<br />

contradicciones de intereses entre distintos sectores de la Colonia. . 77. En<br />

la periferia del imperio hispénico se producia asi un estado de homogenei<br />

zacién que sorprendia a los testigos de la época. A1 final de la centuria, las<br />

regiones fronterizas donde el comercio era mas fuerte ofrecian un espectacu<br />

lo pintoresco en que los habitantes compartian vestuarios, dietas, estilos de<br />

vida y conductas sociales similares.<br />

II. LAS RELACIONES DE <strong>TR</strong>ABAIO<br />

a) Peones indigenas en las luzcwndas frmrtcrizas de Concepckin<br />

Otra instancia de la coexistencia fronteriza fue el surgimiento de rela<br />

ciones de trabajo entre hispano-criollos e indigenas desde mediados del siglo<br />

XVIII en la frontera del Biobio, hecho originado por la migracion estacional<br />

de peones aborigenes que se sumaban a las labores agricolas de las hacien<br />

das. Este movimiento de los naturales fue estimulado por la escasez cronica<br />

de mano de obra rural que sufrian las haciendas meridionales, situacion que<br />

se agravaba con los aios por el patron de poblamiento disperso y por la<br />

tendencia entre los peones a convertirse en pequefnos propietarios. “La mas<br />

de esta gente vibe dispersa por las campafnas —escribi6 el Corregidor de la<br />

Provincia de Colchagua en 1779- y mucha parte entre cordilleras, serranias<br />

y montaias, en donde por lo comun se aposentan vagabundos y ociosos, que<br />

solo sc mantienen del pillaje y latrocinio en los Ganados y haciendas, de<br />

195


dondc nace un lamento continuado de estas gentes muy dificil de remediar<br />

se, . 7°. Una situacion similar imperaba mas al sur. En la provincia de<br />

Bere, sefialaba el Corregidor del lugar, los hispano-criollos “tienen sus po "79<br />

blaciones separadas y sus cultivos los hasen con peones alquilados.<br />

Econémicamente, existia un tercer factor que estimulaba la migracion<br />

estacional de los naturales, causado por la necesidad en que se hallaban los<br />

productores de vino de reclutar un gran ejército de peones para integrarlos<br />

a las labores intensivas de la cosecha. Un caso tipico de esta situacion lo<br />

constituia la hacienda de Antonio Venegas, situada en la Provincia de Pu<br />

chacay. Esta hacienda, manifestaba el Corregidor, “tiene tres vinas con po<br />

blaciones de teja. Las tres virias se componen de setenta mil p1antas... ·tiene<br />

dos Mayordomos que cuidan las dichas poblaciones, no hace siembra alguna,<br />

y el cultivo de las vinas lo hase con peones espanoles e indios” °°. Una situa<br />

cion si.milar se registraba en la estancia vecina de Dionisio Roguan, de 400<br />

cuadras y con 1.400 vides: “sus faenas las hace con peones que alquila es<br />

pafnoles e indios.<br />

La aguda situacion que provocaba la escasez de mano de obra movié en<br />

diversas ocasiones a los hacendados lugareiios a presentar peticiones des<br />

tinadas a fomentar el movimiento estacional de los peones indigenas. En<br />

1754, el Cabildo de Concepcion elevo una de estas peticiones abogando con<br />

tra el proyecto de fundacion de pueblos indigenas que se proponia desde<br />

la capital del reino. Segun los hacendados, los rumores que circulaban al<br />

respecto en la frontera solamente causaban intranquilidad y podian provocar<br />

temores infundados entre los indios, “por sentirlos aquellos [los indios], se<br />

iban a retirar y quedar ellos sin peones. . B'. Al parecer, el tréfico de tra<br />

bajadores estacionales no era nuevo en la frontera de Concepcién. Ya en 1646<br />

se establecia en un tratado de paz que "si algunos caciques o indios, de<br />

cualquier calidad, solos 0 con sus familias, quisieran venir a vivir entre nues<br />

tros indios amigos, les hayan de dar paso franco, sin ponerles ninguna difi<br />

cultad”°2.<br />

El problema que presentaba la subita fuga de los peones indigenas re<br />

sidia mas en el sistema de integracién de los naturales a la economiahispano<br />

criolla que en las posibles tensiones que crcaba el roce fronterizo. Allegados<br />

a las haciendas como trabajadores temporales, los indigenas no echaban re<br />

sidencia en las nuevas tierras ni podian los hacendados estimular su perma<br />

nencia recurriendo a los mecanismos tradicionales que ofrecia el sistema de<br />

inquilinato 0 medieria. Sobre el sistema de pagos que prevalecia en la fron<br />

tera. no hemos encontrado datos que pernutan sefralar si se realizaban en<br />

productos o en moneda dura. Sors senalaba al respecto: “Como son tan inte<br />

resados que no mueven ni pié si no se les paga, usan mucho las pagas. Por<br />

paga no se entiende otra cosa que un buey, una vaca, un carnero, un freno,<br />

y asi de este tenor porque ellos no usan moneda acufiada de ninguna espe<br />

cie. . .”°3. El misionero de la Isla de la Mocha manifestaba, por su parte,<br />

que se les pagaba con vino “a los dichos Indios cuando se a1quila"°‘. Tenien<br />

.do en cuenta la escasez de circulante que afectaba a la economia colonial<br />

de Chile, es muy improbable que se pagara a los naturales en moneda, pero<br />

es posible que se les cancelaran sus servicios con objetos de plata. Objeti<br />

196


vamente, el acceso a objetos de plata, que mas tarde se conchavaban en la<br />

Araucania, actuaba como un poderoso estimulo para la migracion estacional.<br />

A pesar de las dificultades que existian para transformar a los indigenas<br />

en peones permanentes, los duefnos de las haciendas utilizaron diversos medios<br />

para estimular la migracion y la residencia de los naturales en sus tierras.<br />

Uno de estos mecanismos fue autorizar el ingreso de los indigenas a las hacien<br />

das sin imponer restricciones morales ni culturales a los recién venidos. "Los<br />

duen-:1:: cle las haciendas a quienes sirven [los indios migrantes], los dejan en<br />

sus ritos gentilicios, sin consignarlos a los curas para su instruccion por no<br />

desagradarlos. . . Muchos Pehuenches, del todo Infieles, trasladados a esta<br />

banda del Biobio viven entre Espaiioles, e Indios reducidos, con pluralidad<br />

de mujeres y demés vicios de su gentilidad, con grave esca.ndalo y aun con<br />

tagio de los nuestros. . B5. En un ambiente impregnado por valores morales<br />

catélicos rigidos en el que se justificaban antiguas atrocidades y futuros pla<br />

nes de conquista en nombre de altos principios civilizadores y religiosos, la<br />

situacion de anarquia que imperaba en las haciendas no podia ser mas con<br />

tradictoria. Sin embargo, algunos aspectos del “libertinaje” tenian una expli<br />

cacion econémica, como ocurria en el caso de la poljgamia. Segun Gomez de<br />

Vidaurre, “cuantas mas mujeres tienen son, en realidad, mas ricos porque<br />

estas trabajan continuamente por el marido y asi el tiene mas que vender”<br />

En la misma vena, el misionero Sors apuntaba: “No tienen O11'O comercio<br />

que el de los ponchos y mantas, que hacen muchos, porque cada mujer ha<br />

de dar a su marido cada mes un poncho o manta”°’. En el seno de las ha<br />

ciendas se reproducia el estilo de vida tribal y se autorizaba la instalacion<br />

de obrajes temporales cuya produccion de ponchos y mantas se hacia circu<br />

lar entre los peones. Incluso los frailes aceptaban esta situacion irregular ar<br />

gumentando que ese era el unico modo de estimular el trénsito de los natu<br />

rales hacia el norte "para suplir las faltas de peones que tiene el obispado<br />

para sus haciendas” °°. Como bien sabian los recolectores de tributos, diezmos<br />

y primicias, las tierras vacias significaban en ultima instancia arcas vacias.<br />

Ouo mecanismo de arraigo empleado por los hacendados fue el de<br />

otorgar tierras a los migrantes y tributarios reproduciendo en sus formas mas<br />

elementales el patron de ocupacion territorial del inquilinaje. Eventualmen<br />

te, la poblacion indigena asentada en tierras de cristianos llego a constituir<br />

un 10 por ciento de la poblacion rural penquista. Las labores de las es<br />

tancias, manifestaba el Corregidor de Bere en 1779, eran realizadas “por<br />

Yndios y Mestizos ]orna1ei-os y agregados. . **9. En Cauquenes, el corregidor<br />

observaba en 1780 que “el lavoreo de todas las faenas de la Provincia se prac<br />

tican a jornal en las que se ocupan voluntariamente peones Yndios, espaiioles<br />

y de castas por el tiempo que les conviene"°°. En Puchacay, como se des<br />

prende del Cuadro II, la cantidad de indios tributarios reclutados para el<br />

trabajo de las haciendas se dividia en dos grupos: los indios migrantes libres<br />

y los que pagaban tributos a la Corona. Un tercer tipo lo constituian los<br />

naturales del pueblo de Quinel, de 2.000 cuadras, que permanecia indepen<br />

diente bajo la jurisdiccion del cacique Pallinau. “No tiene Basallos -informaba<br />

el Corregidor- y oy esta por quenta del Rey, donde se mantienen caballos<br />

de estas fronteras en las dichas tierras." En Chillan, los naturales vivian<br />

197


dondc nace un lamento continuado de estas gentes muy dificil de remediar<br />

se. . 7**. Una situacion similar imperaba mas al sur. En la provincia de<br />

Bere, senalaba el Corregidor del lugar, los hispano-criollos “tienen sus po<br />

blaciones separadas y sus cultivos los hasen con peones alquilados.<br />

Economicamente, existia un tercer factor que estimulaba la migracion<br />

estacional de los naturales, causado por la necesidad en que se hallaban los<br />

productores de vino de reclutar un gran ejército de peones para integrarlos<br />

a las labores intensivas de la cosecha. Un caso tipico de esta situacion lo<br />

constituia la hacienda de Antonio Venegas, isituada en la Provincia de Pu<br />

chacay. Esta hacienda, manifestaba el Corregidor, “tiene tres viias con po<br />

blaciones de teja. Las tres viiias se componen de setenta mil plantas. .. tiene<br />

dos Mayordomos que cuidan las dichas poblaciones, no hace siembra alguna,<br />

y el cultivo de las vifias lo hase con peones espanoles e indios”°°. Una situa<br />

cion similar se registraba en la estancia vecina de Dionisio Roguan, de 400<br />

cuadras y con 1.400 vides: “sus faenas las hace con peones que alquila es<br />

paiioles e indios.<br />

La aguda situacion que provocaba la escasez de mano de obra movi6 en<br />

diversas ocasiones a los hacendados lugareiios a presentar peticiones des<br />

tinadas a fomentar el movimiento estacional de los peones indigenas. En<br />

1754, el Cabildo de Concepcion elevo una de estas peticiones abogando con<br />

tra el proyecto de fundacion de pueblos indigenas que se proponia desde<br />

la capital del reino. Segun los hacendados, los rumores que circulaban al<br />

respecto en la frontera solamente causaban intranquilidad y podian provocar<br />

temores infundados entre los indios, “por sentirlos aquellos [los indios], se<br />

iban a retirar y quedar ellos sin peones. . 8*. Al parecer, el trafico de tra<br />

bajadores estacionales no era nuevo en la frontera de Concepcion. Ya en 1646<br />

se establecia en un tratado de paz que “si algunos caciques 0 indios, de<br />

cualquier calidad, solos o con sus families, quisieran venir a vivir entre nues—<br />

tros indios amigos, les hayan de dar paso franco, sin ponerles ninguua difi<br />

cultad”°2.<br />

El problema que presentaba la subita fuga de los peones indigenas re<br />

sidia mas en el sistema de integracion de los naturales a la economiarhispano<br />

criolla que en las posibles tensiones que crcaba el roce fronterizo. Allegados<br />

a las haciendas como trabajadores temporales, los indigenas no echaban re<br />

sidencia en las nuevas tierras ni podian los hacendados estimular su perma<br />

nencia recurriendo a los mecanismos tradicionales que ofrecia el sistema de<br />

inquilinato 0 medieria. Sobre el sistema de pagos que prevalecia en la fron<br />

tera. no hemos encontrado datos que permitan seialar si se realizaban en<br />

productos 0 en moneda dura. Sors senalaba al respecto: “Como son tan inte<br />

resados que no mueven ni pié si no se les paga, usan mucho las pagas. Por<br />

paga no se entiende otra cosa que un buey, una vaca, un carnero, un freno,<br />

y asi de este tenor porque ellos no usan moneda acufiada de ninguna espe<br />

cie. . .”°°. El misionero de la Isla de la Mocha manifestaba, por su parte,<br />

que se les pagaba con viuo "a los dichos Indios cuando se a1quila"“. Tenien<br />

.do en cuenta la escasez de circulante que afectaba a la economia colonial<br />

de Chile, es muy improbable que se pagara a los naturales en moneda, pero<br />

es posible que se les cancelaran sus servicios con objetos de plata. Objetn<br />

196<br />

"7°


vamente, el acceso a objetos de plata, que mas tarde se conchavaban en la<br />

Araucania, actuaba como un poderoso estimulo para la migracién estacional.<br />

A pesar de las dificultades que existian para transformar a los indigenas<br />

en peones permanentes, los dueiios de las haciendas utilizaron diversos medios<br />

para estimular la migracion y la residencia de los naturales en sus tierras.<br />

Uno de estos mecanismos fue autorizar el ingreso de los indigenas a las hacien<br />

das sin imponer restricciones morales ni culturales a los recién venidos. “L0s<br />

duefiosz cle las hacicndas a quienes sirven [los indios migrantes], los dejan en<br />

sus ritos gentilicios, sin consignarlos a los curas para su instruccion por no<br />

desagradarlos. .. Muchos Pehuenches, del todo Infieles, trasladados a esta<br />

banda del Biobio viven entre Espaiioles, e Indios reducidos, con pluralidad<br />

de mujeres y demés vicios de su gentilidad, con grave escandalo y aun con<br />

tagio de los nuestros. . B5. En un ambiente impregnado por valores morales<br />

catélicos rigidos en el que se justificaban antiguas atrocidades y futuros pla<br />

nes de conquista en nombre de altos principios civilizadores y religiosos, la<br />

situacion de anarquia que imperaba en las haciendas no podia ser mas con<br />

tradictoria. Sin embargo, algunos aspectos del “libertinaje" tenian una expli<br />

cacion economica, como ocurria en el caso de la poligamia. Seguin Gomez de<br />

Vidaurre, "cuantas mas mujeres tienen son, en realidad, mas ricos porque<br />

estas trabajan continuamente por el marido y asi el tiene mas que vender”<br />

En la misma vena, el misionero Sors apuntaba: “No tienen otro comercio<br />

que el de los ponchos y mantas, que hacen muchos, porque cada mujer ha<br />

de dar a su marido cada mes un poncho o manta”°". En el seno de las ha<br />

ciendas se reproducia el estilo de vida tribal y se autorizaba la instalacion<br />

de obrajes temporales cuya produccion de ponchos y mantas se hacia circu<br />

la1 entre los peones. Incluso los frailes aceptaban esta situacion irregular ar<br />

gumentando que ese era el ninico modo de estimular el transito de los natu<br />

rales hacia el uorte “para suplir las faltas de peones que tiene el obispado<br />

para sus haciendas” °°. Como bien sabian los recolectores de tributos, diezmos<br />

y primicias, las tierras vacias significaban en ultima instancia arcas vacias.<br />

Otro mecanismo de arraigo empleado por los hacendados fue el de<br />

otorgar tierras a los migrantes y tributarios reproduciendo en sus formas mas<br />

elementales el patron de ocupacién territorial del inquilinaje. Eventualmen<br />

te, la poblacion indigena asentada en tierras de cristianos llego a constituir<br />

un 10 por ciento de la poblacion rural penquista. Las labores de las es<br />

tancias, manifestaba el Corregidor de Rere en 1779, eran realizadas “por<br />

Yndios y Mestizos jornaleros y agregados. . °°. En Cauquenes, el corregidor<br />

observaba en 1780 que "el lavoreo de todas las faenas de la Provincia se prac<br />

tican a jornal en las que se ocupan voluntariamente peones Yndios, esparioles<br />

y de castas por el tiempo que les conviene” 9°. En Puchacay, como se des<br />

prende del Cuadro II, la cantidad de indios tributarios reclutados para el<br />

trabajo de las haciendas se dividia en dos grupos: los indios migrantes libres<br />

y los que pagaban tributos a la Corona. Un tercer tipo lo constituian los<br />

naturales del pueblo de Quinel, de 2.000 cuadras, que permanecia indepen<br />

diente bajo la jurisdiccion del cacique Pallinau. "No tiene Basallos —informaba<br />

el C0n·egid0r— y oy esta por quenta del Rey, donde se mantienen caballos<br />

de estas fronteras en las dichas tierras." En Chillén, los naturales vivian<br />

86<br />

197


dispcrsos a través dc las campifnas y sc mantcnian, de acucrdo con cl C0<br />

1-regidor, "ganand0 jornalcs cn las facnas dc agricultura y dc la sicmbra, de<br />

sus cscasas chaca1·il1as”9‘. E1 fiscal de la Real Audicncia dc Chile, ]0sé Per<br />

fecto de Salas, dcscribié cn 1737 cl vagabundaje cntrc 10s indios somctidos dc<br />

Chile central manifestando que huian de las misiones fugéndose hacia la<br />

Araucania 0 "esparciendose a los partidos, donde los he visto vagantes, par<br />

77 92<br />

tziculannente en 10s de Maule, Chillén y Colchagua.<br />

CUADRO H<br />

PEONES INDIG<strong>EN</strong>AS<br />

Hacienda Ndmero<br />

A. Benegas<br />

D. Roguan 400<br />

Copiulemo 900<br />

Santa Rosa<br />

San Telmc 200<br />

Lloylaco 400<br />

Curapalique 800<br />

Lincuxa 600<br />

Bulluguin<br />

Panquegua 400<br />

San ]uan 400<br />

Manco<br />

de Cuadras<br />

Queyme 800<br />

Lincura 1.000<br />

Cuenucheu 1.000<br />

San Agustin 1.000<br />

Chancal 2.200<br />

P0z0 Ondc 600<br />

Yotague 700<br />

Talca<br />

Tubunquen 1.600<br />

200<br />

<strong>EN</strong> LAS HACI<strong>EN</strong>DAS DE PUCHACAY<br />

Vidcs Pecncs Peoncs Indios<br />

70.000<br />

14.000<br />

20.000<br />

14.000<br />

10.000<br />

40.000<br />

12.000<br />

12.000<br />

7.000<br />

20.000<br />

40.000<br />

10.000<br />

4.000<br />

5.000 10<br />

3.000 18<br />

30.000 2<br />

30.000 6<br />

2.000 5<br />

Blancos<br />

Fuente: "Quademo tercero del Expediente formado en el Tribunal de Visita de Rml<br />

hazienda del Reyne de Chile sebre adquirir varias noticias territeriales de todas<br />

sus Previncias. Centiene las respectibas a la Previncia de Puchacay cemunicadas<br />

per su Cerregider Den Gregerie Albarez Rubio, 1779"<br />

4 1<br />

13<br />

indie con 3 hijos<br />

indie con 4 hijos<br />

indie; 1 india y 3 hijos<br />

indios casados con varios hijcs<br />

indios<br />

indie con 6 hijcs<br />

indios<br />

indios<br />

'gueni obejero y otros indios mis<br />

alquilado por aio"<br />

indios y un bijo<br />

indios tributaries y 10 hijos<br />

indios tributaries y 12 hijes<br />

indios tributaries y 6 bijes<br />

indios tributaries y 4 hijes<br />

indios tributaries y 2 hijes<br />

indios tributaries y 5 hijes<br />

indies tributaries y 4 hijes<br />

indios tributaries y 2 hijes<br />

EI] COI1S€Cu€nCla, ya sea COmO jernaleres eStaCi0I1&l€s enganchades para<br />

AHS l3.bOI'E‘S d6 cesecha O COIDO 1'€S1d€llt€S, les Il3.tlll'3.l€S I`DlgI'3.I`ltCS SC IHCOYPO<br />

198


aban lentamentc a la economia colonial, participando en la vida de las ha<br />

ciendas como peones libres con el mismo estatus de los garianes rurales. La<br />

encomienda y el servicio personal, que habian sido la causa principal de<br />

la guerra de Arauco en el pasado, desaparecian aplastadas por el peso de<br />

las urgentes necesidades de fuerza de trabajo de las economias regionales.<br />

Los araucanos transformados en trabajadores migrantes engrosaban el ejér<br />

cito de peones rurales que recorrian las haciendas de Chile central; pero, a<br />

difcrencia de ellos, una vez que cumplian su ciclo laboral, retomaban a sus<br />

propias tierras en la Araucania como hombres libres. Mientras la invasion<br />

transandina genero al cona maloquero y depredador, el trabajo en las ha<br />

ciendas penquistas produjo al indigena migrante y peon. De un modo u otro,<br />

el guerrero araucano se adecuaba a las nuevas circunstancias.<br />

III. EL DESARROLLO DE LOS <strong>CONTACTO</strong>S INTERETNICOS<br />

a) Los primeros colonos blancos en tierras de indios<br />

en las fronteras de Chile<br />

El movim.iento estacional de peones indigenas que se integraban a las<br />

labores agropecuarias de las haciendas hispano-criollas situadas en las cer<br />

canias de Concepcion, tuvo su paralelo en el desplazamiento gradual de<br />

cristianos hacia las tierras vacas de los indigenas ubicadas en la ribera sur<br />

del rio Biobio. Estos sujetos representaban la primera oleada de colonos que<br />

se desplazaban sobre los limites acordados entre los araucanos y la Corona<br />

durante el siglo XVII y que habian constituido la frontera oficial entre ambas<br />

sociedades.<br />

Los principales puntos de penetracion fueron los fuertes y las guamicio<br />

nes militares, especialmente los situados en las fronteras con las emias Pehuen·<br />

ches y Costinos. Historicamente, estas fronteras fueron las primeras en con<br />

solidarse, a mediados del siglo XVIII, y eran las que ofrecian mayores incen<br />

tivos a los blancos para asentarse debido a los intensos lazos de cooperacion<br />

militar establecidos entre los conas de estas etnias y las fuerzas militares<br />

imperiales. Sobre el caracter que asiunié este proceso entre los Costinos, el<br />

capitan ]uan Ojeda observaba en 1793 que el fuerte de San Pedro, entre<br />

Colcura y Arauco, servia para "amparar la retirada de los Espaiioles que se<br />

an estendido aun mas alla de estas fortalezas quando en las alteraciones les<br />

es forzoso abandonar las residencias, y aseguran a su abrigo las Haziendas.<br />

Una funcion parecida jugaba la plaza de Arauco, centro de confluencia del<br />

trafico comercial que realizaban los Costinos. Hacia el oriente, en la union<br />

de los rios Biobio y Vergara, al frente del fuerte de Nacimiento, seiialaba en<br />

otra parte de su informe Ojeda, “entre las pocesiones de los Yndios ocupan<br />

los Espanoles un pafio de tierra muy util e interesante”. En Valdivia se re<br />

gistraba un fenomeno similar, especialmente en los distritos controlados por<br />

las misiones de Mariquina, Caguhue, Arique y Quinchilca, donde “muchas<br />

familias espariolas y mestizas” fueron ocupando tierras que en el pasado ha<br />

bian pcrtenecido a los aborigenes, "unas por haber heredado tierras de los<br />

indios, por via de parentesco, otras por haberselas comprado 0 arrendado,<br />

199


y otras que han adquirido por titulo de compra y venta de las semente<br />

ras . . 9**.<br />

En el virreinato las autoridades propiciaron oficialmente la ocupacion<br />

de los territorios indigenas a través de la fundacion de colonias estatales en<br />

la costa patagonica. Paralelmente, las Pampas acogieron colonos “informa<br />

les". Al dar cuenta de los acontecimientos y de las experiencias de los primeros<br />

colonos “oficiales” en Patagonia, el comandante del fuerte de Nuestra Seiiora<br />

de] Carmen escribio en su Diario: "Vinieron cuatro indios del Colorado, a<br />

las que despues se arruinaron, que el hijo de Quiliner le habia dicho estan<br />

entre ellos venia una china ladina llamada ]uana Maria Lopez y me dijo<br />

que en las tierras de Chulilaquini, habian hecho unos cristianos dos casas,<br />

las que despues se arruinaron , que el hijo de Quiliner le habia dicho estan<br />

poblando los Cristianos un sitio que llaman ]aunaguin, el que esta distante<br />

tres dia; de camino de la Tierra de las Manzanas y que aquella gente les<br />

”99<br />

da a las chinas mucha yerba y otras cosas.<br />

,gCom0 reaccionaban los indigenas frente a los blancos que ocupaban<br />

las tierras vacas? Una vez que ya estaban establecidos, los araucanos res<br />

petaban a sus vecinos, si bien siempre existia la amenaza de que una nueva<br />

ola de hostilidades pudiera destruir en un dia lo construido. Asi ocurrio en<br />

1766 cuando los guerreros del lonko Curifiamcu desafiaron a los representan<br />

tes de la Corona y a los Caciques Gobernadores y desataron la ultima guerra<br />

hispano-indigena en Chile 96. Un testigo de las columnas que retomaban a<br />

los fuertes después de la derrota de Angol escribia: "Ha sido lastimoso ver<br />

venir al Sargento Maior, padres de la Compafnia, capitanes y Thenientes de<br />

Amigos, soldados, reservistas, mugeres y nifnos que estaban en la tierra, al<br />

gunos desnudos, otros heridos, los mas a pie, y descalzos, traspasados de<br />

hambre, hinchados los pies de las fatigas del camino. . 97. Sin embargo,<br />

los estallidos de violencia en la frontera de Concepcion eran cada vez mas<br />

escasos. En general, Pehuenches y Costinos estimulaban la migracion de<br />

"blancos” a sus tierras dando amparo a los fugitivos y proteccion a los cris<br />

tianos amigos. Como ejemplo, se puede citar la intervencion hecha en 1774<br />

pon el Cacique Cobernador Leviant ante el comandante del fuerte de Santa<br />

Barbara, para que se liberara de la prisién al miliciano Vicente Acufia. No<br />

ticias de la detencién de Acuria fueron entregadas a Leviant por otros dos<br />

milicianos.<br />

La red de lazos entre los hispano-criollos y los indigenas era compleja y<br />

consistia en un intercambio reciproco de favores y apoyo. El mismo Leviant<br />

en otra ocasion prometia una guerra a muerte contra sus enemigos Llanistas<br />

alegandc que contaba con el apoyo militar de “todos los espafioles de la Laxa<br />

para alla". Esta situacién de mutua dependencia no pasaba desapercibida a<br />

las autoridades coloniales. Refiriéndose a los cristianos que habitaban entre<br />

los Pampas, el comandante del fuerte de Melincué. en la frontera bonaerense,<br />

manifestaba: "Estos esparioles, que con ofertas de esta saez tratan de la amis<br />

tad de algun indio, es regularmente porque tienen que conseguir algun favor<br />

con nuestros superiores, y sus emperios se dirigen para amparar facciosos,<br />

foragidos y bandidos, o solicitar algunas incumbencias para, en uso de sus<br />

200


facultades, cometcr delitos enormissimos. Cansado estoy de experimentar igua<br />

les casos en nuestras fronteras; alli, con la misma experiencia, tanto juicio<br />

se les hace a los Yndios de sus empefios, como si no los hicieran, porque<br />

aprecian a estos amigos mientras les dan con que embriagarse, y nada mas”<br />

El proceso de colonizacion esponténea de las tierras indigenas era to<br />

davia un evento marginal, incipiente y reducido fisicamente al ambito in<br />

mediato de las fronteras. La garantia para su supervivencia la constituian los<br />

iuertes y guarniciones militares, legados del conflictivo pasado bélico v que<br />

a fines del siglo XVIII comenzaban a desemperiar en Chile el papel de<br />

verdaderas puntas de lanza del nuevo sistema de contactos.<br />

b) Los cautivos de la guerra del mulén<br />

La temprana coexistencia pacifica que se desarrollo en las fronteras de<br />

Valdivia y Concepcion en la segunda mitad del siglo XVIII contrastaba con<br />

la creciente violencia que sacudia a las localidades y villorrios de las pro<br />

vincias de Cuyo y Buenos Aires. Alli, las olas maloqueras se repetian ince<br />

santemente, aterrorizando a los habitantes de las campirias. En el caso de<br />

los hombres prisioneros, éstos eran muertos poco después de concluido el<br />

malén, esclavizados en los toldos pampinos 0 vendidos a las caravanas que<br />

se dirigian de retomo a la Araucania con el jugoso botin de ganados y per<br />

trechos. Las mujeres eran toma_das como esposas de segunda clase, integradas<br />

a la economia doméstica y constantemente humilladas por las demas mujeres<br />

de los caciques. Con todo, la suerte que tenian los prisioneros cristianos no<br />

diferia sustancialmente del tratamiento que se aplicaba a los enemigos cap<br />

turados en el desarrollo de las sangrientas guerras interétnicas, en las cuales<br />

se liquidaba a los conas y se transformaba a las mujeres en miembros obliga<br />

dos de los linajes vencedores. “Estos indios —escribi6 el misionero Sors<br />

siempre suelen tener sus malocas 0 guerras unos con otros, y en ellas suelen<br />

cautivar algunos indiecillos -0 chinitas, los cuales acostumbran a vender a los<br />

Espafioles, que por necesidad de servicio los com.pran”<br />

La ausencia de diarios 0 testimonios provenientes de cautivos durante el<br />

siglo XVIII impide proveer una vision detallada del destino que corrian los<br />

cristianos en manos de sus opresores, pero existen testimonios indirectos que<br />

permiten reconstruir la transformacién del cautivo en un instrumento de<br />

cambio, en otra mercancia mas, que participaba en las transacciones comer<br />

ciales bispano-indigenas. Uno de los casos mas notorios fue la experiencia<br />

sufrida por un grupo de marineros britanicos naufragos pertenecientes a la<br />

expedicién maritima de Lord George Anson. Después de naufragar eu la<br />

costa magallanica y luego abandonados por sus compafieros, en territorio<br />

bonaerense, cuatro de los marinos sobrevivientes fueron capturados por los<br />

naturales. "Estos indios —escribia el autor del Diario en que narraron sus<br />

peripecias— los vendieron como esclavos a otros indios, con los cuales per<br />

manecieron hasta que el cacique firmo la paz con los Esparioles, de cuya<br />

Nacion el Cacique penso eran los marinos. F ue donde el gobemador de<br />

Buenos Ayres y estuvo de acuerdo con el precio que le dieron” ‘°°. 011*0 CaS0<br />

notable fue el de una niiia pequefna que fue cautiva por los aborigenes de<br />

°°<br />

°°<br />

201


io Negro. Las primeras noticias de su cautiverio fueron remitidas por el<br />

comandante del fuerte al virrey Nicolas Arredondo: “Los Indios Aucases, que<br />

transitan este establecimiento me han manifestado hallarse en su poder una<br />

nina de edad de 4 a 5 anos hija de cristianos y que dandoles aguardiente,<br />

bayeta, yerba, hojas de laton amarillo 0 bacias de afeitar, u otros generos,<br />

la entregaran y no hallandose en estos almacenes ninguno de los expresados,<br />

si V.E. lo hubiere a bien el que se haga este rescate, se ha de servir mandar<br />

vengan estos generos a la provincia. . ‘°‘. Por razones sentimentales, los<br />

oficiales encargados del asunto intentaron resolverlo con rapidez. No obstante,<br />

pareciera que el Virrey 0 sus asesores se mostrarou reacios a invertir dineros<br />

del Tesoro para cubrir el costo de los productos solicitados por los indigenas.<br />

Expresand.0 la opinion de sus contemporaneos, un miembro de la ]unta Su<br />

perior de la Ciudad recordo al Virrey que el Fondo de Cautivos hahia sido<br />

establecido para ayudar en estas circunstancias y “que los fieles contribuye<br />

ron con este objeto y la Humanidad y la Religion exigen que no se difiera<br />

el asuuto. . *02. Al mismo tiempo, los miembros de la ]unta se apresuraron<br />

a recalcar el caracter especial que tenia la transaccion, recomendando que<br />

se instruyera al comandante del fuerte de rio Negro "que cuide no se intro<br />

” ‘°°<br />

duzca un Ramo de Comercio del mismo cautiberio.<br />

La practica del intercambio de cautivos por bienes manufacturados no<br />

era excepcional. Segiin un testimonio citado por Susan M. Socolow, en 1781<br />

una cautiva declaro que “mucl1as de las cautivas que habian hecho [los in<br />

dios] las llevaban a cambiar por ropa y aguardiente a los establecimientos<br />

nuestros de la costa patagonica y que también llevaban ganado”<br />

El problema de los cautivos cristianos que sufrian en manos de las etnias<br />

pampinas aumento en magnitud a medida que las malocas y las invasiones<br />

contra las localidades fronterizas se hicieron mas periodicas, atrevidas y<br />

brutales. A fines de la década de 1780, época en que se registro el climax<br />

de las depredaciones maloqueras, las noticias relativas a los cautivos se hi<br />

cieron mas regulares. Otro factor que ayudé a conocer mas directamente<br />

el destino que sufrian estas personas fue la lenta penetracion que realizaban<br />

las columnas hispano-criollas sobre territorios hasta entonces inexplorados por<br />

los europeos. A1 respecto, en 1781 el comandante de una de las columnas<br />

expedicionarias dirigidas a reconocer el rio Negro manifestaba que unas es<br />

clavas cristianas que visitaron su campamento le habian senalado que el<br />

cacique "Penchulaf tenia muchos mas esclavos que estos Indios y que este<br />

Cacique esta acompanado con su gente dos dias de camiuo delante de sus<br />

toldos en un paraje inmediato a las Salinas, donde vienen por sal desde B.<br />

”‘°‘<br />

Avres con carretas y tropas.<br />

El botin humano que recogian los maloqueros en las fronteras crecia<br />

cada ano. En 1779, un testigo escribio un memorial con detalles sobre los<br />

prisioneros en manos de las etnias Pampas y Pehuenches que vale la pena<br />

reproducir. "El cacique Lepian tiene una nina y un negrito, de los que lle<br />

varon del Saladillo, y tropa del canonigo; y un soldado del dicho, llamado<br />

Penegante, tiene otra nasa chica; y otro llamado Lemudes, tiene otro negro.<br />

Villaguili, hermano de Curruguilli, tiene una nina del Saladillo. Antiguanqui,<br />

202


caciquc, tiene otra nina. Mariiianco, cacique, tiene una seriora mayor. Ante<br />

maique, cacique, tiene un nino. Currupulqui, sobrino de Quedequeu, cacique,<br />

esta casado con una seiora. Puillalef, hijo de Colomilla, cacique, tiene una<br />

nifna chica. Ayllalapbi, hijo de Cheuquemilla, tiene un mulato grande. lla<br />

mado ]osé. Cariguan, soldado de Carimanque, tiene una senora grande mu<br />

chos afios ha. Gumiante, soldado de Canipayu, tiene un mozo; Ruiquilante,<br />

hermano de Canpipayu, tiene una hija de Bengolea del rio Cuarto, que por<br />

que le mataron un hermano se la dieron en pago. Yucanante, hermano de<br />

(janipayu, tiene un mozo grande desde hace mucho tiempo. Cuaiquemilla,<br />

yerno de Raiiianeo, tiene un mozo grande, llamado ]uan, de la jurisdiccién<br />

dc Buenos Aires, al que dicen lo hallaron perdido”<br />

Lo mas probable es que un porcentaje menor de cautivos permaneciera<br />

en los toldos de las Pampas mientras la mayoria continuaba su destierro<br />

obligado hacia los rehues araucanos. Asi se desprende de una declaracion<br />

hecha por Simon de Bejar, quien fue hecho prisionero por los Huilliches a<br />

fines de 1766. A1 describir los preparativos que éstos realizaban para unirse<br />

a las fuerzas rebeldes del lonko Cuririamcu, Bejar apuntaba “Por la manana<br />

llegaron como doscientos Guilliches, y con ellos dos Espafioles de Buenos<br />

Ayres, que no save su nombre de ellos pero save que estos fueron apresados<br />

por dichos Yndios en Buenos Aires en edad mediana, y que se han criado<br />

con los Cuilliches y el uno de ellos esta casado con la hija de Nincolaguel,<br />

hermano del dicho Govemador de dichos Guiliches. . .”‘°°. Mas adelante,<br />

el mismo Bejar describia el arribo, al asentamiento “de1 Padre del Amo del<br />

declarante llamado Rupaynamco”, de huelquenes (mensajeros) enviados por<br />

]ua11 Antivilu al Cacique Gobernador de los Huilliches “a decirle que como<br />

no le havia dado parte de la vuelta de su Maloca que tenia noticias havian<br />

apricionado algunos Espaiioles que los asegurasen con cuidado.,Item, declara<br />

que en el dicho paraje havian diez cauiivas de Buenos Ayres, y entre ellas<br />

una de edad crecida que tenia con ella dos niios al parecer y que no le<br />

permitié al declarante hablar con ella”. Otro caso ilustrativo de las peripe<br />

cias que sufrian los prisioneros fue el de ]osé Antonio Guebara, cautivo en<br />

tre los naturales de Guadava, que fue entregado al Maestre de Campo Am<br />

brosia O’Higgins en los dias previos al Parlamento de Lonquilmo como una<br />

muestra de buena fe. O’Higgins escribié al gobemador de Chile seiialando<br />

que Guebara era un c1·istiano espairiol “natura1 de Montebideo de la guarni<br />

cion de la nueva poblacion Nuestra Sexiora del Carmen en la costa de Pa<br />

tagonia quien dice fue hecho prisionero por los Yndios Cerranos un afno ha<br />

y de su poder de estos paso a los Huilliches padeciendo indecibles trabajos<br />

de Parcialidad en Parcialidad a tierras de Peguenches Amigos cayendo ulti<br />

mamente a los Llanos. . ‘°7.<br />

La liberacién de los prisioneros no era un hecho facil en la medida<br />

en que los caciques o ulmenes se beneficiaban de ellos como fuerza de trabajo,<br />

los ostentaban como simbolos de estatus, los utilizaban como valiosos instru<br />

mentos de uegociacién politica o simplemente porque se habian asimilado<br />

al modo de vida indigena. Sin embargo, las autoridades coloniales no podian<br />

ignorar el problema, a pesar de las dificultades que encontraban cada vcz<br />

que intentabau “rescata.rlos”. “Estoy tomando disposiciones para el canje dc<br />

‘°5<br />

203


los oficiales y demas prisioneros —escribi6 en 1785 el virrey Marqués de Lo<br />

reto al Secretario del Consejo de Indias—, procuraré extenderme a otros caup<br />

tivos que tengan de antiguo, y esta obra es la mas trabajosa por la imperti<br />

nencia dc esta gente, y su anciedad que no reconoce térm.ino"‘°°. En sus<br />

tareas destinadas a liberar cautivos, los oficiales espafioles contaron con la<br />

ayuda que les proporcionaban misioneros y seglares que residian en algunos<br />

rehues. En Raurileuvu. asentamiento vecino a Valdivia, los misioneros reali<br />

zaban esta labor con entusiasmo, “negociando la redencion de va.rias personas<br />

espaiiolas del territorio de Buenos Aires que se hallaban cautivas en las<br />

” W9<br />

nac1ones vecmas.<br />

En otras ocasiones, los cautivos eran liberados por medio de expediciones<br />

militares en las que se recurria al apoyo de guerreros aliados para que ayu<br />

daran en acciones represivas contra sus vecinos. Asi ocurrio con motivo de<br />

la expedicion organizada por ]osé Francisco de Amigorena en 1792 contra<br />

unos asentamientos Pehuenches del interior. “Se trato y quedo concertado<br />

escribio Amigorena mas tarde— con todos los caciques en cuyas conservas<br />

caminaba que havian de entregarme todos los cautivos Christianos que se<br />

rescatasen en la accion que en breve havia de suceder, obligandome yo igual<br />

mente a darles todos los Pehuenches que apresasen mis soldados” “°. Pero<br />

la maloca no produjo los cautivos que se esperaban: “No se hallo cautivo<br />

Christiano alguno, solo si una nina de edad de 10 anos la que dixo que su<br />

madre era Christiana del partido de Luxan, ha donde se decia havia hecho<br />

fuza".<br />

No obstante, no todo era horror en la vida de los cautivos. También se<br />

daban casos de solidaridad o de amores pintorescos. En 1774, el comandante<br />

de Santa Barbara, en la frontera Pehuenche, se referia a uno de estos casos<br />

cuando describia a uno de los maloqueros que recientemente habian asolado<br />

las haciendas fronterizas de La Laxa. “Este [indio] se llama Cayupil, y es el<br />

que tuvo cautiva a la hija del miliciano Bemardo Montoya, que vive en Du<br />

queco. .. y haviendose dicha hija huido no hace mucho tiempo se volvio a<br />

juntar con este indio: la volvieron a traer, y ahora vive con su marido en Ia<br />

misma cassa y es factible que a ella y el indio les dure el amor, y con este<br />

obstaculo tiene el atrebimiento de venir con tanto descaro” "‘. Asimismo,<br />

la presencia de las cautivas en los asentamientos indigenas contribuyo en<br />

cierta medida al mestizaje y posibilité en algunas ocasiones las comunicacio<br />

nes entre ambos mundos. En 1781, cuando las etnias Aucas de las pampas<br />

decidieron iniciar negociaciones con las autoridades rioplatenses para firmar<br />

un tratado de paz similar a los que se habian suscrito en Chile, los caciques<br />

enviaron sus propuestas con un cautivo cristiano. El Virrey acepté las con<br />

diciones y envié al cautivo de retorno a los rehues. “El cautivo Pedro Za<br />

mora llevara un tanto de todos estos articulo —se observaba en un documen<br />

to-, para que sea leido por algun cautibo, o cautjba que haia en sus toldos,<br />

a los Caziques que le diputaron para solicitar la paz"<br />

Logisticamente, los cautivos cristianos que lograban escaparse de sus opre<br />

sores constituian un importante recurso militar en la guerra que se mantenia<br />

contra los maloqueros del sur. Teniendo en cuenta la casi absoluta ignoran<br />

cia que existia entre los hispano-criollos de Buenos Aires con respecto al te<br />

204<br />

**2


itorio indigena pampino, la informacion que entregaban los cautivos fugados<br />

era de gran valor. No obsatnte, el rigor del terreno, la falta de agua y ali<br />

mentos y las inmensas serranias que debian cruzar, hacian la fuga casi i.rn<br />

posible. Dc todos modos, de cuando en cuando, resucitaban en los puestos<br />

fronterizos cautivos que retornaban con las ultimas noticias de los planes de<br />

destruccion y muerte que los maloqueros pensaban desatar contra las villas.<br />

De hecho, la fuga era posible precisamente porque los naturales que poseian<br />

a estos cristianos en cautiverio habian desplazado sus toldos a las cercanias<br />

de las estancias para llevar a cabo un malon. En 1777, una viuda cristiana de<br />

apellido Ferreria logro escapar del séquito del cacique Pinalefi, del paraje<br />

de Vicuncba, y alerto al comandante del fuerte del Sauce en Buenos Aires<br />

sobre los planes de los enemigos. El asalto, efectzivamente, tom6 lugar dias<br />

mas tarde; pero la furia de los maloqueros estuvo dirigida contra una columna<br />

de carretas y no contra la localidad de El Salaclillo como se anunciaba. El<br />

saldo de hispano-criollos muertos durante este ataque ascendio a 48*<br />

La permanencia de los cautivos cristianos en los toldos a fines del siglo<br />

XVIII dejaba en evidencia, junto con los malones, el escaso control que<br />

podian ejercer las autoridades coloniales sobre los abodgenes del Cono Sur.<br />

Los maloqueros no solo estaban en condiciones de asaltar las estancias, sem<br />

brar el terror entre sus habitantes, obstruir el desarrollo normal de las acti<br />

vidades economicas, alterar los patrones de poblamiento espontaneo y huir<br />

con un botin ganadero de consideracion, sino que también podian impune<br />

mente transformar a sus prisioneros en esclavos, en bienes de cambio 0 sim<br />

plemente en objetos de sus mas crueles y depravados caprichos. De todas las<br />

instancias en que cobraban forma las relaciones entre los hispano-criollos y<br />

los indiqenas durante la centuria, esta era quiza la mas dramatica y la que<br />

demandaba, por razones morales y politicas, una urgente solucién.<br />

IV. LOS PROBLEMAS ES<strong>TR</strong>UCTURALES DE LA<br />

CONVIV<strong>EN</strong>CIA FRONTERIZA<br />

En la medida en que los habitantes de Araucania, Patagonia y las Pam<br />

pas contzinuaban viviendo libres en sus tierras y los maloqueros seguian pro<br />

tagonizando sus feroces asaltos contra las fronteras de Cuyo y Buenos Aires,<br />

las relaciones fronterizas estaban basadas sobre cimientos muy débiles, siem<br />

pre expuestas a las contingencias de nuevas guerras o de renovados planes<br />

de conquista. Lo que no se puede ignorar es que eran relaciones establecidas<br />

entre empedernidos enemigos dispuestos a la conquista o a la rebelion. Es<br />

cierto que los enfrentamientos en las fronteras de Valdivia y Concepcion se<br />

hicieron mas raros a través del siglo XVIII, pero la desconfianza y los pre<br />

juicios de antafio no desaparecieron. Un hecho que ayudo a mantener el es<br />

tado de ansiedad militar fueron las noticias que llegaban a Chile de los atro<br />

pellos cometidos por los maloqueros en las estancias transandinas. En sintesis,<br />

las relaciones pacificas hispano-indigenas estaban aquejadas por un problema<br />

estructural representado por la presencia de la violencia maloquera y las<br />

guerras intemas provocadas por las aspiraciones de los caciques que compe<br />

tian por el liderazgo politico tribal.<br />

205


La contradictoria base sobre la cual se habian desarrollado las relaciones<br />

tronterizas daba lugar a las denuncias de aquellos miembros de la sociedad<br />

colonial que, por un interés u otro, de tiempo en tiempo levantaban su dedo<br />

acusador contra los iutercambios que se mantenian con los araucanos. A me<br />

diados del siglo XVIII, los mas efectivos enemigos del comercio fueron los<br />

frailes congregados en el Sinodo del Obispo Azua de Concepcion. Segun<br />

los clérigos reunidos, el comercio fronterizo no debia ser abolido ni sus<br />

penderse pero se debia ejercer mayor vigilancia y control sobre los conchava<br />

dores que se intemaban a las tierras indigenas con armas y productos que<br />

eventualmente fortalecian a los enemigos de la fe y de la Corona. Los con<br />

chavadores, denunciaban los frailes, introducian armas, caballos, espadas, fre<br />

nos, espuelas, estribos de bronce, monturas, beneficiando "unos barbaros<br />

tan propensos a las sediciones y hostilizaciones, aun recientes, que han eje<br />

cutado los Indios Pampas en la cantidad de varias familias de Espaiioles, que<br />

gimen en su barbarie, en detrimento de su misma pacificacion. . .”**‘*. La<br />

venta de caballos, agregaban, era doblemente peligrosa porque no solo con<br />

tribuia al reforzamiento de las caballerias de los maloqueros sino también<br />

porque actuaba como un serio drenaje de los recursos con que podia contar<br />

el reino para su defensa. No menos peligrosas eran las ventas de vino y<br />

aguardiente, “pues fuera de las pendencias y muertes entre si (de que siem<br />

pre echan la culpa a los Espafioles que trajesen vino) . . . es muy factible<br />

que en una borrachera, privados del juicio, teniendo antes siempre odio interior<br />

maten un espanol y corran segun sus ritos con sus huesos la flecha y se alce<br />

la tierra. . .”. ]unto con fomentar el desorden, continuaban los prelados, el<br />

trafico comercial también estimulaba “el execrable vicio de la poligamia al<br />

venderle el poncho, las Ovejas, Vacas, caballos Y Yeguas. Con estos generos<br />

compran entre si los Indios cuantas mujeres quieren y pueden. Estas _tejen<br />

ponchos, y el enemigo comfm (el Demonio) la red para pescar y llevarse<br />

todas las almas. Callo el dario que con el dicho comercio desfraudan los<br />

Espanoles a la Iglesia de sus Derechos de primicias, Diezmos, empobrecien<br />

do el Reino, enriqueciendo el Indio, haciendole con la abundancia de bienes<br />

temporales mas soberbio para no sugetarse ni a Dios ni ley.<br />

La realizacién del comercio con los indigenas abria las puertas a la<br />

corrupcion entre los oficiales coloniales. A mediados de siglo, el letrado ]osé<br />

Perfecto de Salas denunciaba las fabulas que propagaban los miembros del<br />

ejército respecto del poder militar de los araucanos con el fin de mantener<br />

sus prebendas y privilegios. “Y parte la malignidad de los que se interesan<br />

en mantener esta patrana —escribi6 Salas-, porque conocen que descubierto<br />

el velo al engafno, cesarian por consiguiente imnumerables utilidades de ofi<br />

cios, empleos, sueldos, entretenimientos y ocupaciones; y lo que no es menos,<br />

cesaria el grueso comercio que se hace con ellos de ponchos. vacas, caballos,<br />

vinos, armas, fierros y otras innumerables especies, las cuales tienen mas<br />

cuenta sus introductores mientras se ciiie mas la Frontera, y se estrechan<br />

los pasos del célebre rio Biobio que les sirve de barrera” **5. Pocos aios mas<br />

tarde, el Maestre de Campo del ejército fronterizo en Chile, la mas alta<br />

autoridad militar del reino, fue sujeto a un juicio bajo la acusacion de haber<br />

fomentado "la voz vaga de haberse levantado los indios sin tener fundamen<br />

206


to; que con motivo del alzamiento asusto a los comerciantes particulares y<br />

Iogro introducir mas vacas, vino, frenos, espuelas y sables en continuacion<br />

del publico comercio de ponchos que ha tenido por varios de sus aqentes;<br />

que vendia licencias para pasar vacas a Valdivia; que vendia y compraba<br />

ani], abalorios y p3.f1OS”115. El asunto de la guerra se transformo para mu<br />

chos en un negocio redondo.<br />

En el contexto creado por los nuevos principios centralizadores y fisca<br />

lizadores que comenzaban a constituir la médula de la politica borbonica<br />

en las colonias, los desordenes y las inconsistencias denunciados por los cri<br />

ticos del comercio fronterizo encontraron eco en las esferas mas altas de la<br />

administracion local. Antonio de Guill y Gonzaga, el gobernador de Chile<br />

que presidio el oltimo intento de conquista de la Araucania, argumentaba<br />

en mayo de 1767 en favor de la suspension completa de los intercambios<br />

con los naturales. “Mueveme sefior a este pensamiento que tengo bien pre<br />

meditado y releccionado —escribia en una carta al Secretario del Consejo de<br />

Indias ]ulian de Arriaga— el ver que ha tantos anos que se mantiene esta gente<br />

indomita sin obediencia ni fuero, y que cada dia va tomando aumento en<br />

iudividuos y maiores fuerzas en armas y caballos que adquieren de los nues<br />

tros por medio de sus conchavos. . **7. Incluso en situaciones aparentemen<br />

te inofensivas como eran las relaciones establecidas con los trabajadores mi<br />

grantes, los administradores coloniales vieron el peligro de un enemigo so<br />

Iapado que solamente esperaba la primera oportunidad para atacar y dar<br />

muerte. En algunas oportunidades tenian razon. Asi ocurrio con la identifi<br />

cacion hecha por Simon Bejar de una banda de maloqueros Llanistas y Hui<br />

lliches que se preparaban para asaltar las haciendas de La Laja, al oeste de<br />

Concepcion. Entre los maloqueros venia un grupo de Llanistas “que se<br />

hacian distinguibles por su traje aunque todos venian con las caras tefnidas,<br />

y entre ellos conocio el declarante a un Indio Mareguano llamado Francisco<br />

que solia venir a travajar a la Ysla de La Laja. . “° .En otras circunstancias,<br />

lo que merecia la critica de los oficiales espaioles era la constante transfe<br />

rencia de habilidades y tecnologia que eventualmente favorecian a los gue<br />

rreros. "En el paraxe de Rucalgue —senalaba un informante indigena en<br />

1767- estan quatro herreros Yndios travajando porcion de Lanzas de las ba<br />

rretas- Azadones, Hachas y Hoces que quitaron de los Pueblos y Misioncs,<br />

y al mesmo tiempo armandose a gran prisa de coletos y casonetes.<br />

El intercambio fronterizo también daba lugar a atropellos y abusos con<br />

tra los indigenas. En un ambiente plagado de delincuentes y fugitivos, no<br />

sorprendia a nadie que los bandidos maulinos incursionaran al sur del Bio<br />

bio en busca del botin indigena. Tratando de poner fin a las acciones de<br />

predatorias realizadas por los "maloqueros blancos” entre los Pehuenches, el<br />

gobemador Guill y Gonzaga ordeno al Corregidor de Chillan en 1767 que<br />

"sin delacion se proceda a la justificacion de los sujetos que ent1·aron a robar<br />

ganados a los Peguenches y los que resulten culpados, y complices los re<br />

mita Us. con sus causas y buenas custodias a esta R1. cércel para hacer de<br />

ellos un castigo ejemplar. .. y por lo que hace al transito de los Yndios Pe<br />

guenches amigos a nuestras tierras con las especies que suelen traer, disimu<br />

lara US. su entrada pero no permitira que lo hagan los Espafioles a sus tie<br />

207


La contradictoria base sobre la cual se habian desarrollado las relaciones<br />

fronterizas daba lugar a las denuncias de aquellos miembros de la sociedad<br />

colonial que, por un interés u otro, de tiempo en tiempo levantaban su dedo<br />

acusador contra los intercambios que se mantenian con los araucanos. A me<br />

diados del siglo XVIII, los mas efectivos enemigos del comercio fueron los<br />

frailes congregados en el Sinodo del Obispo Azua de Concepcion. Segun<br />

los clérigos reunidos, el comercio fronterizo no debia ser abolido ni sus<br />

penderse pero se debia ejercer mayor vigilancia y control sobre los conchava<br />

dores que se intemaban a las tierras indigenas con armas y productos que<br />

eventualmente fortalecian a los enemigos de la fe y de la Corona. Los con<br />

chavadores, denunciaban los frailes, introducian armas, caballos, espadas, fre<br />

nos, espuelas, estribos de bronce, monturas, beneficiando "unos barbaros<br />

tan propensos a las sediciones y hostilizaciones, aun recientes, que han eje<br />

cutado los Indios Pampas en la cantidad de varias familias de Esparioles, que<br />

gimen en su barbarie, en detrimento de su misma pacificacién. . ."“‘, La<br />

venta de caballos, agregaban, era doblemente peligrosa porque no solo con<br />

tribuia al reforzamiento de las caballerias de los maloqueros sino también<br />

porque actuaba como un serio drenaje de los recursos con que podia contar<br />

el reino para su defensa. No menos peligrosas eran las ventas de vino y<br />

aguardiente, “pues fuera de las pendencias y muertes entre si (de que siem<br />

pre echan la culpa a los Espanoles que trajesen vino) . . . es muy factible<br />

que en una borrachera, privados del juicio, teniendo antes siempre odio interior<br />

maten un espanol y corran segun sus ritos con sus huesos la flecha y se alce<br />

la tierra. . ]unto con fomentar el desorden, continuaban los prelados, el<br />

trafico comercial también estimulaba “el execrable vicio de la poligamia al<br />

venderle el poncho, las Ovejas, Vacas, caballos y yeguas. Con estos generos<br />

compran entre si los Indios cuantas mujeres quieren y pueden. Estas 'tejen<br />

ponchos, y el enemigo comun (el Demonio) la red para pescar y llevarse<br />

todas las almas. Callo el daiio que con el dicho comercio desfraudan los<br />

Espafnoles a la Iglesia de sus Derechos de primicias, Diezmos, empobrecien<br />

do el Reino, enriqueciendo el Indio, haciendole con la abundancia de bienes<br />

temporales mas soberbio para no sugetarse ni a Dios ni ley.<br />

La realizacion del comercio con los indigenas abria las puertas a la<br />

corrupcion entre los oficiales coloniales. A mediados de siglo, el letrado josé<br />

Perfecto de Salas denunciaba las fébulas que propagaban los miembros del<br />

ejército respecto del poder militar de los araucanos con el fin de mantener<br />

sus prebendas y privilegios. “Y parte la malignidad de los que se interesan<br />

en mantener esta patrafia —escribi6 Salas-, porque conocen que descubierto<br />

el velo al engafno, cesarian por consiguiente imnumerables utilidades de ofi<br />

cios, empleos, sueldos, entretenimientos y ocupaciones; y lo que no es menos,<br />

cesaria el grueso comercio que se hace con ellos de ponchos. vacas, caballos,<br />

vinos, armas, fierros y otras innumerables especies, las cuales tienen mas<br />

cuenta sus introductores mientras se cifne mas la Frontera, y se estrechan<br />

los pasos del célebre rio Biobio que les sirve de barrera""5. Pocos aios mas<br />

tarde, el Maestre de Campo del ejército fronterizo en Chile, la mas a.lta<br />

autoridad militar del reino, fue sujeto a un juicio bajo la acusacién de haber<br />

fomentado "la voz vaga de haberse levantado los indios sin tener fundamen<br />

206


to; que con motivo del alzamiento asusto a los comerciantes particulares y<br />

logré introducir mas vacas, vino, frenos, espuelas y sables en continuacién<br />

del publico comercio de ponchos que ha tcnido por varios de sus aqentes;<br />

que vendia licencias para pasar vacas a Valdivia; que vendia y compraba<br />

ani], abalorios y paf10s”**5. El asunto de la guerra se transformo para mu<br />

chos en un negocio redondo.<br />

En el contexto creado por los nuevos principios centralizadores y fisca<br />

lizadores que comenzaban a constituir la médula de la politica borbonica<br />

en las colonias, los desordenes y las inconsistencias denunciados por los cri<br />

ticos del comercio fronterizo encontraron eco en las esferas mas altas de la<br />

administracion local. Antonio de Guill y Gonzaga, el gobemador de Chile<br />

que presidié el ultimo intento de conquista de la Araucania, argumentaba<br />

en mayo de 1767 en favor de la suspension completa de los intercambios<br />

con los naturales. “Mueveme serior a este pensamiento que tengo bien pre<br />

meditado y releccionado —escribia en una carta al Secretario del Consejo de<br />

Indias Iulian de Arriaga— el ver que ha tantos afnos que se mantiene esta gente<br />

indémita sin obediencia ni fuero, y que cada dia va tomando aumento en<br />

iudividuos y ma.iores fuerzas en armas y caballos que adquieren de los nues<br />

tros por medio de sus conchavos. . **7. Incluso en situaciones aparentemen—<br />

te inofensivas como eran las relaciones establecidas con los trabajadores mi<br />

grantes, los administradores coloniales vieron el peligro de un enemigo so<br />

lapado que solamente esperaba la primera oportunidad para atacar y dar<br />

muerte. En algunas oportunidades tenian razon. Asi ocurrié con la identifi<br />

caci6n hecha por Simén Bejar de una banda de maloqueros Llanistas y Hui<br />

lliches que se preparaban para asaltar las haciendas de La Laja, al oeste de<br />

Concepcién. Entre los maloqueros venia un grupo de Llanistas "que se<br />

hacian distinguibles por su traje aunque todos venian con las caras teiidas,<br />

y entre ellos conocio el declarante a un Indio Mareguano llamado Francisco<br />

que solia venir a travajar a la Ysla de La Laja. . ." **° .En ot1·as circunstancias,<br />

lo que merecia la critica de los oficiales espafioles era la constante transfe<br />

rencia de habilidades y tecnologia que eventualmente favorecian a los gue<br />

rreros. “En el paraxe de Rucalgue —sefialaba un informante indigena en<br />

1767- estan quatro herreros Yndios travajando porcion de Lanzas de las ba<br />

rretas, Azadones, Hachas y Hoces que quitaron de los Pueblos y Misioncs,<br />

y al mesmo tiempo armandose a gran prisa de coletos y casonetes.<br />

El intercambio fronterizo también daba lugar a atropellos y abusos con<br />

tra los indigenas. En un ambiente plagado de delincuentes y fugitivos, no<br />

sorprendia a nadie que los bandidos maulinos incursionaran al sur del Bio<br />

bio en busca del botin indigena. Tratando de poner fin a las acciones de<br />

predatorias realizadas por los “maloqueros blancos” entre los Pehuenches, el<br />

gobemador Guill y Gonzaga orden6 al Corregidor de Chillan en 1767 que<br />

"sin delacién se proceda a la justificacion de los sujetos que entraron a robar<br />

ganados a los Peguenches y los que resulten culpados, y complices los re<br />

mita Us. con sus causas y buenas custodias a esta R1. carcel para hacer de<br />

ellos un castigo ejemplar. .. y por lo que hace al transito de los Yndios Pe<br />

guenches amigos a nuestras tierras con las especies que suelen traer, disimu<br />

lara US. su entrada pero no permitira que lo hagan los Espafnoles a sus tie<br />

”**°<br />

207


as"'2°. Las esporadicas medidas represivas que tomaban las autoridades<br />

coloniales no lograban eliminar el flujo ilegal de productos ni ponian fin a<br />

las acciones de los cuatreros en las reducciones de indios amigos. Tan pron<br />

to como desaparecia la tension que obligaba a los representantes del Rey a<br />

introducir la legislacion especial, el mundo de las fronteras retomaba a su<br />

antiguo ritmo de anarquia y abusos. En 1772 los Chiquillanes aprovecharon<br />

la oportunidad que les brindo la celebracion de un parlamento con el gober<br />

nador de Chile en Santiago para presentar sus denuncias contra "un fulano<br />

Vahamondes, y Cornelio Castro [que] havian entrado a sus reducciones, y<br />

robadoles algunas yeguas y potrillos, los que pedian que se les devolviesen ha<br />

ziendoles la justicia que les hera devida. Que tambien miraban se les entre<br />

gase un Yndio e Yndiecillas para conducirlos a sus Parientes. . .”‘2‘. El go<br />

bemado1 Francisco de Morales accedio a las demandas de los Chiquillanes,<br />

prometiendo el encarcelamiento de los cuatreros y el retomo de sus propie<br />

dades. Sin embargo, inspirado por la mentalidad centralizadora y autoritaria<br />

que caracterizaba a los nuevos representantes imperiales, Morales previno a<br />

los naturales que cada vez "que sorprendiesen algunos Espafioles cometiendo<br />

semejantes insultos, devian asegurarlos y presentarlos a la ]usticia mas inme<br />

diata para su escarmiento, sin qe. los Yndios lo pudiesen dar por si propios”.<br />

Teniendo en cuenta el interés que los gobernadores designados por Carlos HI<br />

tenian en reducir las posibilidades de conflicto con los araucanos, para asi<br />

poder desplazar las fuerzas militares al eventual frente que pudieran abrir en<br />

el Cono Sur sus enemigos de Europa, el sucesor de Morales prosiguio su po<br />

litica de represion contra los cuatreros maulinos. En un testimonio escrito en<br />

1777, el gobemador Agustin de jauregui abogaba por el castigo severo “a los<br />

que de los nuestros se introducen en sus tierras no solo a darles mal exemplo,<br />

sino a expoliarlos y hacerles mil agravios y vexaciones. Asimismo es indispen<br />

sable serrar la puerta al comercio ilicito de vinos, armas, fierro y acero, y hasta<br />

"22<br />

en el licito y permitido ponerle alguna cuota.<br />

La violencia que cometian los cuatreros contra los indigenas era sola<br />

mente el reverso de la que los maloqueros cometian contra los pacificos ha<br />

bitantes de las estancias trasandinas. En ambas instancias, lo que quedaba en<br />

evidencia era el caracter meramente nominal que asumia la autoridad impe<br />

rial al sur del Rio de la Plata y en la Araucania. En la periferia de sus domi<br />

nios, el poder de la monarquia espanola palidecia y nada se podia hacer para<br />

contrarrestar el bandolerismo y la apatia que sobrecogia el espiritu de la po<br />

blacion rural. Los decretos y bandos que publicaban las autoridades colonia<br />

les eran incapaces de detener las acciones que emprendian los blancos trans<br />

fugas. que buscaban asilo entre los naturales para convertirse en sus mas fieles<br />

aliados y que figuran una y otra vez en la historia de la Araucania. A1 abrigo<br />

de los contactos fronterizos, su numero aumento durante la segunda mitad del<br />

siglo XVIII. Al respecto, el comandante del fuerte de Santa Barbara hizo “ave<br />

niguaciones" en 1767 sobre la cantidad de espanoles que se encontraban asi<br />

lados en la parcialidad del cacique Llanista Colgueman. De acuerdo con sus<br />

informaciones, residian entre los naturales “un mestizo llamado ]uan Sanchez,<br />

y por mal nombre Toro Negro, y el otro Bemardo Baldebenito, y que uno y<br />

otro se havian hido el dia seis para Maquegua con otro mestizo que criaron<br />

208


los Comes de Purén llamado ]uan. . *23. La declaracion hecha por el infor<br />

mante fue aun mas explicita con respecto al papel que jugaba Sanchez entre<br />

los rebeldes Llanistas. Entre ellos, el mestizo habia vivido por afios “y expresa<br />

este declarante que dicho Sanchez es el motor, y principal animador de las<br />

juntas como asi mismo el que govierna su campo, dispone los Puestos, v cen<br />

tinelas abanzadas. a que se agrega que el citado Sanchez sale a presenciar todas<br />

las juntas que celebran los Yndios de los Llanos, y que en el dia se les estava<br />

esperando de vuelta de Maquegua adonde passo de mensaje con el fin de ani<br />

mar a Antivilu, y a toda su Reduccion para que bajasen de auxilio al sitio<br />

de la Plaza de Pu1·en... el citado soldado Sanchez es primo del Casique An<br />

tibil de Maquegua. . .”‘2‘ .En 1789, el Prefecto de las Misiones también se<br />

expresaba criticamente contra los refugiados blancos, a quienes acusaba de<br />

haber conspirado para evitar la fundacion de una mision en el paraje de Gua<br />

nahue. Las palabras mas acidas del Prefecto estuvieron dirigidas a denunciar<br />

"ia malignidad de algunos perversos espaioles y peores cristianos antecristos<br />

de los misioneros, de quienes se sirvio el comun enemigo [el Demonio] para<br />

sugerir a los indios que se opusiesen al establecimiento de la mision” *25. No es<br />

dificil adivinar las razones que movian a los refugiados blancos a oponerse a<br />

los paanes “civilizadores” que propiciaban las autoridades hispano—criollas. La<br />

persistencia de la vida independiente de los aborigenes, la irregularidad que<br />

existia en los contactos fronterizos y la anarquia que imperaba en la region<br />

eran para la mayoria de los asilados los unicos medios que aseguraban su<br />

propia libertad.<br />

El universo humano que florecio en las fronteras fue pintoresco y violento;<br />

alli se confundian mestizos, gauchos, Capitanes de Amigos, pobladores, peones,<br />

colonizadores, yanaconas, indios de servicio, conchavadores, soldados de linea,<br />

maloqueros y "mal ent1·etenidos”, en un mundo propio e independiente que<br />

no reconocia ni las reglas del ancestral Admapu ni los dictados de la legisla<br />

cion imperial. La sociedad europea y la sociedad tribal se unian en una danza<br />

de solidaridad de marginados embriagados en el goce de una libertad irres<br />

tricta; la frontera, la idea misma de una separacion entre ambos mundos, no<br />

existia para aquellos que deambulaban entre los dos estilos de vida. El soldado<br />

miserable, el gaucho de la bola perdida y diestro en el uso del lazo y el cuchillo,<br />

el Cacique Gobernador aficionado a los sombreros de tela, a las medias de ter<br />

ciopelo y a los implementos de plata, el com que se emborrachaba con aguar<br />

diente y que tenia por esposas a las cautivas de Buenos Aires, el cuatrero que<br />

practicaba la poligamia entre los indigenas, eran los nuevos tipos fronterizos.<br />

V. LAS RELACIONES FRONTERIZAS COMO INS<strong>TR</strong>UM<strong>EN</strong>TO<br />

DE CONQUISTA Y DISOLUCION<br />

Desde mediados del siglo XVIII, las relaciones entre los hispano-criollos<br />

y los habitantes de la Araucania y las pampas constituian un rico y matizado<br />

cuadro de intercambios en el que se mezclaban los aspectos pacificos del<br />

comercio de manufacturas y animales, las relaciones de trabajo y la coloniza<br />

cion incipiente con la violencia del malon, el cautiverio esclavista y los atro<br />

pellos y abusos que se podian esperar en un mundo de desorden y anarquia.<br />

209“


Al abrigo de esta coexistencia, los aspectos violentos parecian perder te1‘1‘€¤0<br />

ante el avance disolvente de un nuevo estilo de vida marcado por nuevos<br />

habitos de consumo y de relaciones politicas.<br />

Para los araucanos y sus vecinos pampinos, estos cambios no transcurrie<br />

ron sin dejar una huella indeleble de dependencia; después de casi 200 aiios<br />

de interaccion con los cristianos, los nativos habian adoptado prendas de vestir<br />

europeas, transplantado algunos de sus granos y semillas, adoptado animales<br />

d crianza —tales como el ganado vacuno, el caballar y el ovejuno— e imi<br />

taclo en parte sus estilos de vida. A través de los rehues comenzaba a desa<br />

rrollarse una economia que se orientaba hacia los mercados coloniales, trans<br />

formando sustancialmente el modo de produccion tribal: los naturales ahora<br />

producian tanto para el uso diario como para el intercambio. El antiguo com<br />

maloquero ya no robaba solo para mantener a su grupo familiar inmediato<br />

sino también para trocar el botin de sus correrias. La maloca misma va no<br />

era un evento desorganizado ni anarquico, sino una empresa cuidadosamente<br />

planeada y habilmente dirigida contra los “pagos mas pingiies” del Virreinato<br />

de] Bio de la Plata, que evitaba la confrontacién militar y que centraba su<br />

atencién en el transporte de las tropillas con destino a la Araucania.<br />

Las guerras intemas entre los linajes, a diferencia de las tradicionales<br />

disputas étnicas, estaban ahora inspiradas por el deseo de controlar recursos<br />

naturales que podian ser trocados en los mercados coloniales, como la sal<br />

(disputada entre Pehuenches y Huilliches); o si no, las acciones estaban<br />

orientadas a ejercer dominio sobre las estratégicas rutas del flujo comercial.<br />

Lentamente, las tradicionales relaciones sociales tribales era reemplazadas<br />

por un nuevo sistema de intercambio determinado por los afanes de lucro<br />

econémico y politico generado por el traspaso de las manufacturas europeas.<br />

En sintesis, gran parte de los sucesos que tenian lugar en el territorio indigena<br />

tenian su origen en las relaciones fronterizas.<br />

Los cambios que la convivencia fronteriza introducia en la sociedad in<br />

digena no pasaron desapercibidos a los testigos de la época. A1 respecto, el<br />

viajero briténico ]ohn Narborough observaba a principios de siglo que los<br />

aborigenes de Chile “sin dudas estan cogidos por el comercio, a través del<br />

cual se proveen de cuchillos y tijeras, peinetas, etc., las que escasean entre<br />

ellos, como también de armas que les son sagazmente vendidas a pesar de<br />

que estan prohibidas" *26. A1 reflexionar sobre el grado de asimilacion que<br />

se notaba entre los naturales debido al impacto del comercio de conchavos,<br />

el capitén Thomas O’Higgins manifestaba respecto de los indios de Pitruf<br />

quen: "Ya en esta reduccion se distinguen los indios de la parte del sur,<br />

porque imitan a los espaioles de la frontera en las monturas de sus caballos.<br />

Traen los principales frenos chapeados y espuelas de plata que compran a<br />

los espaioles y tambien estriberas de alquimia que conchavan a cambio de<br />

ganados y principalmente de caballos, que en grandes porciones traen de las<br />

pampas de la otra banda de la eordillera que hay en abundancia”<br />

Si bien su incorporacion al proceso de coexistencia pacifica fue mas tar<br />

dic, incluso en las pampas se registraban los efectos que tenia el intercambio<br />

comercial con los hispano-criollos. En 1788, el capitan Francisco Esquivel A1<br />

dao describia un botin que su columna capturé en las tolderias de los ca<br />

210<br />

‘2’


ciques Llanquetur, Trecalel y Leguapan y que dejaba en evidencia la pene<br />

tracién de los productos europeos: “Hallandose juntos todos los indios asi<br />

de la parte de Pichintur como de Currelipy (que eran los cabezas principa<br />

les) se vistieron de cotas y coletos, encillaron los mejores caballos, que havian<br />

quitado con aquellos chapeados que lograron por despojos; el qe. tenia es<br />

puela de plata se la ponia y a este modo se hizo manifiesto a todos, quanto<br />

de una y otra parte se havia sacado del poder de los enemigos. .. 12 cha<br />

peados, seis pares de espuelas de plata, cinco cotas de malla entre ellos de<br />

gran estimacion, 8 coletos buenos, mantas e hilos no tenian numero, algunos<br />

ccrtes de pafios. algunas chupas de varios colores, etc.”‘2°. Se podria argu<br />

mentar que el botin descrito era excepcional, por cuanto pertenecia a los<br />

guerreros de uno de los mas importantes caciques Pehuenches del siglo XVIII,<br />

cuyas campafias militares se extendieron por las fronteras del Virreinato y<br />

Chile. Sin embargo, el mismo capitan Esquivel dejo un segundo testimonio<br />

que es confirmacion de las riquezas europeas que mantenian en sus toldos los<br />

maloqueros de las pampas. Este segundo botin fue capturado cuatro afios<br />

mas tarde y pertenecia al linaje del cacique Huilliche Calfiqueo: “Hemos<br />

visto que los indios han sacado quatro tembladeras de plata, unas quantas<br />

varas de pafio de segunda, y de bayeta de Castilla, una chupa de tersiopelo<br />

Carmesi con galon y alamares de oro bien que el corte es estrafno, y segun<br />

lo que tenemos averiguado es de alguna casulla 0 ropa del Obispo de Penco.<br />

Una chupa encamada de paiio con franja, y un sombrero con galon de plata<br />

y un chapeado todo nuevo: Dicen que es de los que regalo el sobrino del<br />

Excmo. Senor Virrey de Buenos Ayres, quando vino a las inmediaciones de<br />

las Salinas de Buenos Ayres" *29. Los cambios fueron profundos. Como obser<br />

vaba el coronel Pedro A. Garcia después de su expedicion a la sierra de la<br />

Ventana en 1822, las relaciones de comercio con los serranos dejaron huellas<br />

desde 1790, cuando “se trato de establecer paz y permitir a los caciques ve<br />

nir a la capital, y sus indios a las guardias. El trato docilizo a algunos y<br />

acomodo a todos, hasta establecer sus articulos de comercio con peleteria,<br />

plumas y otras pequeiieces de su rnistica industria; tomando en cambio di<br />

ferentes utiles, algunas ropas, tabaco y yerba, especialmente bebidas; for<br />

mando de algunos de esos articulos una absoluta necesidad, especialmente<br />

‘°°<br />

el tabaco y la yerba del Paraguay"<br />

La incorporacion paulatina de productos europeos en la vida cotidiana<br />

de los naturales, llevé a los agentes de la Corona a pensar que el comercio<br />

mismo podia ser utilizado como un poderoso instrumento de pacificncion y<br />

sometimiento. Estas ideas se hicieron populares en Chile a partir de los ulti<br />

mos aiios del siglo XVII: "Habiendo paz con los gentiles —se observaba en<br />

un Acuerdo del Consejo de Indias en 1693- no se les deve prohibir el co<br />

mercio antes si solicitarlo porque deste trato y comunicacion puede resultar<br />

la reduccion de a1guno"'°‘. A mediados del siglo XVIII, cuando los frutos<br />

del intercambio pacifico echaban raices en las fronteras de Concepcion y<br />

Valdivia, ]oaquin Villarreal argumentaba: “E1 tercer medio [para conquis<br />

tarles] seria negarles todo comercio, sin el qual no pueden subsistir mucho<br />

tiempo. . . que aunque al presente tienen ganados en abundancia, quitado el<br />

comercio no tendran nada; porque todo sera robarse los unos a los 0tr0s”<br />

‘32<br />

211


A} parecer. la manipulacion del comercio fue puesta en practica cxitosamcnte<br />

pocos anos mas tarde por el gobernador de Chile Amat y junient, quien ante el<br />

peligro de uuevas hostilidades en la frontera de Concepcion “les estrecho el cor<br />

don que su destreza les ha forjado insensiblemente de antemano. empezarori<br />

luego a sentir todos los efectos de la falta de comercio, comunicacion v sub<br />

*33<br />

sistencia, tratando al punto de dar satisfacciones.<br />

La renovacion de la guerra de Arauco que produjo el malon de Cuririam<br />

cu en 1766 fue la ocasion en que mas claramente quedaron manifiestas las<br />

multiples ramificaciones que tenia la coexistencia fronteriza. Desde ese mo<br />

mento y hasta 1774, el trajinar fronterizo alcanzo niveles casi febriles con la<br />

continua celebracion de parlamentos, el nombramiento de numerosos Capita<br />

nes de Amigos, el constante intercambio de cartas-y mensajes y las perma<br />

nentes protestas de lealtad de los principales Caciques Gobernadores, todos<br />

destinados a restaurar la paz y permitir la reiniciacion de las transacciones co<br />

merciales. La interrupcion absoluta del comercio y la prohibicion dicta<br />

da contra los conchavadores que se internaban en las tierras indigenas, ade<br />

més de la suspension de las licencias que se otorgaban a los peones indigenas<br />

migrantes, demostraron —por otra parte- que los representantes de Carlos<br />

III apreciaban el impacto que tenian las relaciones fronterizas y que las va<br />

loraban como instrumento de presion adicional. El Obispo de Concepcion,<br />

Ange] Espiieira, sintentizo magistralmente esta nueva vision de los inter<br />

cambios hispano-indigenas en un discurso que pronuncio durante el parla<br />

mento celebrado con los caciques Llanistas Penchulevi, Canieleuvu v An<br />

tivilu. En esa ocasion, y con la franqueza que lo caracterizaba, el Obispo<br />

manifesto a los naturales: “Hasta cuando desconfiais de nosotros, y tendreis<br />

verdadero amor a los espaioles, por quienes teneis vacas, caballos, ovejas, ui<br />

go, Legumbres, Frutas y otras comodidades que no teniais antes que llegaran<br />

los dichos Espajoles a estas tierras de que aun carecen los de mui adentro<br />

que viven como zorras. .. que estavan muy engariados, que si no savian<br />

que en Esparia, Lima, Santiago y demas partes del mundo pasaban bien sin<br />

ellos ni los havian menester para cosa alguna.<br />

Los araucanos no necesitaban que se les recordaran los beneficios que<br />

les habia reportado el contacto con los hispano-criollos ni tampoco reflexio<br />

nar sobre la nueva situacion de dependencia en que se hallaban respecto de<br />

sus antiguos enemigos. Teniendo en cuenta mas ade 200 afios de convivencia,<br />

el cacique Canieleuvu respondio al Obispo: "Que él en su tierra siempre havia<br />

dado buen pasaje al espaiiol dandole continuamente a los conchavista un<br />

hijo suio para que los acompafiase hasta salir de su tierra, y que écomo ha ”‘°5<br />

vian de vivir los espafioles sin ellos ni ellos sin los los espa1i0les?<br />

212<br />

”‘3‘


Este trabajo fomia parte de la tesis doctoral "The Policy towards Araucanian Indians<br />

during the XVIII and XIX centuries in Argentina and Chile" (Universidad de Londres),<br />

que preparo bajo la supervision del Profesor ]ohn Lynch. La investigacion en Sevilla y<br />

Madrid fuc financiada con fondos del Central Research Fund, de la Universidad de<br />

Londres; la investigacion en Londres fue llevada a cabo durante mi desempeno como<br />

Research Assistant del Institute of Latin American Studies de la misma Universidad.<br />

2 "Relacion Anonima. 1985.<br />

3 La bibliografia mas reciente ha intentado entender el problema araucano en su<br />

dimension global. Véanse Leon Solis 1981, Villalobos et al. 1983: 34, Bengoa 1985, Man<br />

drini 1985: 205 y ss., Palermo 1986: 157 y ss.<br />

Leon Solis 1987 a (version revisada; 1987 b); el estudio sobre la identidad de<br />

los maloqueros, en Leon Solis 1989. En un tercer trabajo (1982) he analizado la actitud<br />

adoptada por las autoridades coloniales hacia los conflictos intemos. Ver ademas Casa<br />

nova 1987, donde se presenta una documentada version del vinculo que existio entre<br />

las relaciones fronterizas y el desarrollo de los conflictos con los araucanos.<br />

5 Silva G. 1984: 97.<br />

Sergio Villalobos, "Tres siglos de vida fronteriza", en Villalobos et al. 1983: 34;<br />

en otxo trabajo, Villalobos inserta el periodo de nuestro estudio en una fase mayor que<br />

se extiende desde 1683 hasta 1861 y que denomina “El gran desarrol.lo de las relaciones<br />

fronterizas" (ver "Guerra y Paz en la Araucania”, en Villalobos et al. 1989: 7 y ss,).<br />

]orgc Pinto —"Frontera, misiones y misioneros en Chile y Araucania (1600-1900)". en<br />

Pinto et al. 1988- presenta un interesante examen de la Araucania como “espacio fron<br />

terizc". Ambos trabajos forman parte de una nueva vision del problema indigena en<br />

`el sur de Chile en que se enfatizan los aspectos pacificos del choque cultural liispano<br />

indigena,<br />

Lorenzo S. 1983.<br />

Carmagnani 1973: 178. Casanueva 1988: 243 indica un crecimiento demografico<br />

del Obispado de Concepcion, de 11.419 habitantes en 1719 a 115.707 en 1793.<br />

"Quaderno Tercero. .. 1779”: f. 25.<br />

“Francisco ]avier de Morales. .. 1772”: f. 33.<br />

“Quademo Tercero... 1779": f. 24 v.<br />

"Extracto General que manifiesta el estado de la Provincia de Rere_ comunicado<br />

por su Corregidor Don Miguel Montero y Lavin, San Luis de Gonzaga, 9 de marzo de<br />

1779", en “Quaderno Tercero. .. 1779": f. 63.<br />

Camiagnani 1973: 181. Véase Casanova 1987: 33-44 para un estudio del papel<br />

quc jugaron los intereses economicos en el origen de las rebeliones araucanas.<br />

“Informe de los Corregidores. .. 1775”.<br />

15 Ibid.<br />

16 Ibid.<br />

17 Ibid. /<br />

Leon Solis (en prensa).<br />

19 Olivares 1874: 347.<br />

211 Berroeta 1766.<br />

.21 Ascasubi 1846, 1: 355.<br />

22 Ibid: 368 y 330 respectivamente.<br />

23<br />

Monsieur Duret 1720:167; Rao] Mandrini (1986) presenta nuevos datos sobre<br />

la transformacion de la economia indigena a raiz del contacto con los europeos. Ver<br />

también Palermo 1988: 43 y ss., donde se estudia este proceso de integracion de las<br />

etnias pampinas. Ambos trabajos presentan, ademas, una vision global de la integracion<br />

araucano-pampeana al nuevo universo creado por la ‘conquista europea en el Cono Sur.<br />

213


33<br />

37<br />

38<br />

Campbell 1747: 94.<br />

'An Acc0unt...” 1773, 2: 57.<br />

Viaie. .. 1769: 50.<br />

Anénimoz f. 220.<br />

"Info1·mc dc Antonio Vicdma. 1786": f. 220.<br />

“Papclcs. .. 1793”: f. 426 v.<br />

ra 1969: 199.<br />

'Dcscripcién dc la Costa. .. 1793”: 82.<br />

Dc la Pcfna 1938: 218.<br />

'Extract0... 1795”: f. 196 v.<br />

Gomez dc Vida1u·re 1889: 301.<br />

'Carta de Francisco dc Sanchez. .. 1764"<br />

'Carta dc] Cacique Gobemador. .. 1765”<br />

"Acta. .. 1771”.<br />

Gomez de Vidaurre 1889: 315.<br />

39<br />

Ojeda 1793: f. 17. Véase también Horacio Zapater, "La expansion araucana en<br />

los siglos XVIII y XIX" en Villalobos ct al. 1983: 94.<br />

40 O'Higgins 1796-1797: 69.<br />

41 “ Informc dc ]0sé Sandago Concha. .. 1717”: f. 32.<br />

42 " Informe del R.P. Ioaquin Vil1a.rea.l. .. 1752”<br />

*3 Oviedo Cava 1982: 312. Citado en adelante "Sinodo. ..<br />

44 Gomez de Vidaurre 1889: 314. Subrayando la magnitud que habia adquirido cl<br />

comercio de ponchos, el cronista seialabaz "N0 es este solo el comercio de los chilenos.<br />

Con los ponchos pasan la cordillera y los introducen en las Provincias de Cuyo, Tucumén<br />

y Buenos Ai.res”.<br />

45 Ibid: 314.<br />

46 L. M. Méndez, “La organizacién de los parlamentos de indios en el siglo XVIH",<br />

er: Villalobos et al. 1983: 150.<br />

'Sinodo. ..", op. cit. (véase nota 43): 314.<br />

Ibid.<br />

52<br />

Ibid.<br />

Ibid: 315.<br />

Sors 1921.<br />

Bougainville 1772: 141.<br />

Tribaldos de Toledo 1864.<br />

Portocarrero 1959: 103.<br />

Sors 1921: 183. Expresiones similares en Gomez de Vidaurre 1889: 314.<br />

56 'Diario de la expedicién que de orden del Emo, Sr. Virrey ambo de hacar E<br />

tra los indios barbaros Peguenches, F. Amigorena, 10 de abril de 1780, Mendoza",<br />

en De Angelis 1910, 5: 591. Desde muy temprano, los indig<br />

on ser mlly M<br />

biles en lo relativo a la captura y el mantenimiento de las annas y los caballos europeos. "<br />

Refiriéndose a esta habilidad, el cronista Gonzalez de Néiera escribié en 1614:<br />

mera prenda que fingen nos dan de la f·idel.idad‘de su paz es uaernos sus caballos<br />

trando se deshacen dellos. .. Pero los caballos que iraen. .. son las achacosas yegu<br />

y defectuosos rocines. .." (Gonzalez de Najera 1889: 129).<br />

57 A v0yage... 1749: 69.<br />

55 Olivares 1864: 89.<br />

214<br />

59 Zapater, op. cit. (nota 39): 94.<br />

5° "Relacibn ]urada. .. I774".


61 O'Higgins 1796-7: 40.<br />

62 De la Cruz 1919, 1: 138-9.<br />

66 Cerro y Zamudio, 1910, 5: 22.<br />

64 Heméndez 1910, 4: 557.<br />

66 Née 1793: f. 19 v.<br />

66 Olivares 1864: 81.<br />

67 Sors 1921: 363.<br />

66 Villa.ri.no, "Continuacién. ..".<br />

66 "Inforrne del Cabildo de Cordoba. .. 1785”.<br />

76 "Memoria. ..” 1945: 149.<br />

71 De la Cruz 1910, 1: 148.<br />

72 Ibid.<br />

76 "Joseph Felix de Arostegui. .." 1774 a.<br />

"loseph Felix de Arostegui. .." 1774 b.<br />

76 "Acta de la reunion. .. 1767".<br />

76 "Acta del Parlamento. .. I772".<br />

77 Palermo 1988: 45.<br />

76 "Informe del Corregidor. .. 1779": f. 35 v.; sobre el proceso general véase Ca<br />

sanueva 1988: 243 y ss. Pinto ("Frontera, misiones. ..”, op. cit.: 33, ver 110tZ. 6) se "<br />

reliere a los jornaleros ocasionales" y a los esfuerzos del gobemador O'Higg·ins para<br />

estimular su migracién hacia las haciendas fronterims. Cita una "lnstruccién y noticia<br />

en que al presente se halla el Reino de Chile que de orden del Rey dio el Conde de<br />

Pobalciones a don Manuel de Amat, su sucesor, 1775"_ Biblioteca Nacional de Chile,<br />

Manuscritoa Medina, v. 188: ff. 1-79, que no hemos tenido oportunidad de consultar.<br />

63.<br />

"Quaderno Tercero. .. 1779": f. 15 v.<br />

66 Ibid.: f, 5.<br />

61 Medina 1952: 409.<br />

Articulo 3v del Tratado de Paz de 1646 publicado por Aguirre 1865-:86.<br />

66 Sors 1921: 342.<br />

"Sinodo...", op. cit.: 316.<br />

66 Ibid.: 319-320.<br />

66 Gomez de Vidau.rre 1889: 310.<br />

67 Sors 1921: 342.<br />

66 "Si.nodo...", op. cit.: 326.<br />

"Extracto general que manifiesta. ..", op. cit. (en "Quaderno Tercero. .. 1779”):<br />

"Descripcién de Cauquenes. .. 1780": f. 98.<br />

61 "Contiene. .. 1780”: f. 102 v.<br />

62 "Informe del Doctor. .. 1749”: f. 244.<br />

66 Ojeda 1793: f. 34.<br />

6* Ascasubi 1846: 326.<br />

66 "Continuacién. .. 10 de octubre".<br />

66 Leon Solis 1988.<br />

"Carta de Pablo de la Cruz y Contreras. .. 1767".<br />

66 De la Cruz 1910, 1: 253.<br />

66 Sors 1921: 265.<br />

166 Campbell 1747: 97.<br />

161<br />

"Carta del comandante del fuerte.,. 1790". Susan M_ Socolow (1987: 114)<br />

215


hace referencia a este incidente y coincide en senalar que los cautivos fueron usados<br />

"c0m0 un medio de intercambio 0 una mercancia comprable, vendible 0 txocable".<br />

102 “Carta de Antonio de Pinedo. .. 1790”.<br />

103 “Acuerdo de la ]unta...” 1790-1822: f. 1318 v.<br />

10*1 "Continuacion. .. 6 de abril de 1781".<br />

105 De las Casas 1910, IV: 587,<br />

106 "Declaracién Iurada de Simon de Bejar. .. 1767”.<br />

107 “Ca.rta del Maestre de Campo. .. 1784”.<br />

103 "Carta del marqués de Loreto. .. I785".<br />

109 Ascasubi 1846: 311.<br />

110 "Ext·racto... 1792": f. 100.<br />

111 "]oseph Felix de Arostegui. ..” 1774 c.<br />

112 “Articul0s. .. 1781".<br />

113 "Carta de Bentura Echevarriau. 1770": ff. 128-129.<br />

11*1 “Sinod0. ..”, op. cit.: 312.<br />

115<br />

]0sé Perfecto de Salas, "Informe, 5 de Marzo de 1750", citado por Donoso<br />

1963: 119.<br />

116 "Pi-oceso de Salvador Cabrito, 10 de Diciembre 1763”, Biblioteca Nacional,<br />

Biblioteca Medina, f. 190; ft. 11-82, citado por Casanova 1987: 80.<br />

117<br />

“Carta del gobemador. .. 10 de mayo de 1767".<br />

113 "Declaracion ]urada de Simon de Bejar. .. 1767".<br />

119 “Declaraci6n jurada del iridio Iuan Millalebu. .. 1767".<br />

123 "Carta del gobemador. .. 30 de enero de 1767”.<br />

121 “Audiencia. .. 1772”.<br />

122 “Testim0nio. .. 1776-1777".<br />

123 “Carta de Laureano Bueno. .. 1767".<br />

124 Ibid.<br />

125 Ascasubi 1846: 372.<br />

125 Narborough 1694: 93.<br />

127 O'Higgins 1796-97: 41.<br />

123 Esquibel Aldao 1788: f. 93_ Informacion adicional en "Carta del comandante<br />

de la frontera. .. 1789".<br />

129 "Carta de Francisco Esquibel Aldao. .. 1792”.<br />

130 Garcia 1910, 4: 10.<br />

131 "Acuerdo del Consejo. .. 1695".<br />

132 "Informe del P. Ioaquin Villarreal. .. 1750”.<br />

133 “Informe del Cabildo de Santiago. .. 1760”.<br />

13* "Discurso. . . 1767".<br />

. 135 Ibid.<br />

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tacto cultural a través de la frontera argentina”, en Anuario IEHS, 2, Tandil.<br />

Sors_ Antonio 1921. "Historia del Reyno de Chile, situado en la América meridi0nal_ 1780”,<br />

en Hevirta Chilena de Historia y Geografia, aio XI, v. 37 (42).<br />

Tribaldos de Toledo, Luis 1864. "Vista general de las continuadas guerras, con<br />

quista del gran reino provincia de Chile", en Coleccién de Hirtoriadores de Chite,<br />

IV, Santiago.<br />

Viaie del Comandante Byron alrededor del mundo, hecho riltimamente de orden del Al<br />

mtrantazgo de lnglaterra, traduccion del inglés por el seéor Casimiro Ortega, 1769.<br />

Madrid.<br />

Villalobos, Sergio et al. 1983. Relaciones fronterizas en la Araucania, Santiago.<br />

Nillalobos, Sergio et al. 1989. Araucania. Temas de historia fronteriza, Temuoo.<br />

218


DOCUM<strong>EN</strong>TOS<br />

Archive General de Indias (Sevilla)<br />

Reterencias: BA : Audiencia de Buenos Aires<br />

CH : Audiencia de Chile<br />

"Acta del Parlamento celebrado con los Pehuenches por el Comisario de Naciones Migud<br />

Gomez, 10 de abril de 1771_ CH_ leg. 267.<br />

"Acta del Parlamento celebrado con los principales caciques de la Nacion Chiquillana,<br />

Sar trago, 23 de febrero de 1772”, CH, leg. 257.<br />

"Acta de la reunion celebrada entre el Obispo de Concepcién Angel Espiieira y el<br />

Maestre de Campo Salvador Cabrito, 22 de mayo de 1767", CH, leg. 257,<br />

'Acuerdo del Consejo de Indias, 30 de noviembre de 1695", CH, leg. 66.<br />

Articulos que han de observar las Naciones de Indios para que el Sr. Virrey les conceda<br />

la paz, que por repetidas veces y con tanta instancia solicitan particularmente al<br />

presente por medio del cautivo Pedro Zamora, y las dos chinas que con el vinieron,<br />

Buenos Aires, 2 de marzo de 1781", BA, leg. 61.<br />

"Audiencia de los Caciques Chiquillanes con el gobernador de Chile Francisco Xavier<br />

dc Morales, Santiago, 23 de marzo de 1772", CH, leg, 257.<br />

Berroeta, Phelix. "Estado de la Provincia de Valdivia, 23 de agosto de 1760”, CH, leg.<br />

245.<br />

"Carta de Antonio de Pinedo a Pedro Moyano, Buenos Aires, 14 de ]unio de 1790",<br />

BA, leg. 474.<br />

"Carta de Francisco de Sanchez y ]uan de San Antonio al gobernador de Chile Guill y<br />

Gonzaga, 31 de diciembre de 1764", CH, leg. 240.<br />

'Carta de Francisco Esquibel Aldao a ]osé Francisco de Amigorena, Rio Neuquen, 14<br />

de junio de 1792", CH_ leg. 198.<br />

"Carta de Laureano Bueno al Maestre de Campo Salvador Cabrito, 12 de febrero do<br />

1767”_ CH, leg. 257.<br />

"Carta del Cacique Gobemador ]uan Antivilu al gobemador de Chile Guill y Gonzaga,<br />

21 de enero de 1765", CH, leg, 240.<br />

"Carta del comandante del fuerte del Carmen, al virrey Nicolas de Arredondo, 4 de<br />

mayo de 1790", BA, leg. 474.<br />

"Carta del gobernador de Chile Antonio de Guill y Gonzaga al Corregidor de Chillan,<br />

30 de enero de 1767", CH, leg. 257.<br />

“Carta del gobemador de Chile Antonio Guill y Gonzaga a Iulian de Arriaga, 10 do<br />

mayo de 1767", CH, leg. 257.<br />

"Carta del Maestre de Campo Ambrosio O'Higgins a.l gobemador de Chile Ambrosio<br />

Benavides, 12 de enero de 1784", CH, leg. 189.<br />

"Carta del-marqués de Loreto a ]oseph de Galvez, 18 de febrero de 1785", BA, leg. 70.<br />

"Ca.rta de Pablo de la Cruz y Contreras, Comandante del fuerte de Nacimiento, al go<br />

bemador de Chile Guill y Gonzaga, 5 de enero de 1767", CH, leg. 257.<br />

"Continuacién del Diario de los acaecirnientos desde el 10 de octubre", BA, leg. 327.<br />

"Continuacién del Diario de los acontecimientos y operaciones . .. 6 de abril de 1781”,<br />

BA, leg. 327.<br />

“Decla.raci6n ]u.rada del indio ]ua.n Millalebu ante la ]1mta de Guerra de Concepcién,<br />

26 de febrero de 1767”_ CH_ Leg. 257.<br />

"Decla.raci6n ]urada de Simén de Bejar, dando cuenta de su cautiverio mitre los Huillicbes,<br />

Nacimiento, 7 de febrero de 1767", CH, leg. 257.<br />

"Discurso pronunciado por el Obispo Angel Espiieira dumnte el parlamento celebrado<br />

con los Caciques Gobemadores Penchulevi, Caneiulemu y Antivilu, Nacimiento, 27<br />

de febrero de 1767", CH, leg. 267.<br />

"Infomm del Cabildo de Cordoba al Marques de Sobremonte, 22 de septiembre de 1785`°,<br />

BA, leg. 50.<br />

219


"Informe del Cabildo de Santiago al Rey sobre la gestion del gobemador Amat y Iunient,<br />

30 de abril de 1760”, CH, leg. 186.<br />

“Informe del P. Ioaquin Villarreal. .. 22 de diciembre de 1750”, CH, leg. 316.<br />

"Informe del R. P. Ioaquin Villareal sobre la defensa de las fronteras de Chile fornento<br />

de la poblacién y opulencia de aquel Reyno y Reduccion de los Yndioslllebeldes<br />

que lo hostilizan, Madrid, 22 de febrero de 1752”, CH, leg. 316.<br />

"Joseph Felix de Arostegui a Balthazar de Sematnat, 29 de septiembre de 1774" (1774 a),<br />

CH, leg. 189.<br />

“]oseph Felix de Arostegui a Balthazar de Sematnat, 5 de octubre de 1774" (1774 b),<br />

CH, leg. 189.<br />

“]oseph Felix de Arostegui a Balthazar de Semamat, 20 de octubre de 1774" (1774 c),<br />

CH, leg. 189.<br />

"Relacién ]urada que hace el capitén graduado de Infanteria don Ignacio Pimuer, Lengua<br />

General de la Plaza de Valdivia de las noticias adquiridas de una ciudad que de los<br />

espafnoles hai entre los Indios, incognita hasta estos tiempos, en que declara su<br />

origen_ su situacion, fortalezas_ armas, ediiicios, caudales y orden de su Goviemo,<br />

3 de enero de 1774”, CH, leg. 174.<br />

"Testimonio de los autos originales forrnados sobre la ereccién o establecimiento de un<br />

colegio para la educacién y enserianza civil y Christiana de los jovenes naturales, en<br />

el de San Pablo, que fue de los regulares expulsos, 1776-1777", CH, leg. 191.<br />

Villarino, Basilio. “Continuaci6n del Diario de los acaecimientos y operaciones del esta<br />

blecimiento del Rio Negro desde el dia 6 de abril hasta el ultimo de la fecha”_ BA,<br />

leg. 327.<br />

British Library<br />

ADD MSS : Additional Manuscripts<br />

Anénimo. “Buenos Ayres. Noticias Histéricas y Geograficas del Virreinato", ADD MSS<br />

17.607.<br />

"Carta de Bentura Echevarria, comandante del fuerte del Sauce, a don Antonio Arriaga,<br />

30 de octubre de 1770", ADD MSS 13.980.<br />

"Contiene las respectivas a la Provincia de Chillan, comunicadas por su Corregidor Don<br />

Alejo Astiga, Chillan, 28 de Iunio de 1780", ADD MSS.<br />

"Descripcién de Cauquenes hecha por el Corregidor Miguel de Ayarza, Cauquenes, 31<br />

de enero de 1780”, ADD MSS.<br />

Esquibel Aldao, Francisco 1788. "Belacién Diaria de la Expedicion que ordeno el Sr.<br />

Marques de Sobremonte, Gov. Intendente de la prov. de Cordova. Se hizo de la<br />

ciudad de Mendoza (donde dho, Sr. se hallaba) en auxilio de los Yndios Pehuenches<br />

nuestros Amigos contra las Naciones Barbaras del Sur que Confederadas hostilizavan<br />

dha. prova. y las inmediatas por la parte del Sur, fue de Capitan Comandante Don<br />

Francisco Esquibel Aldao, 26 de Febrero hasta el 8 de Marzo de 1788”, ADD MSS<br />

17.606.<br />

"Extracto de la relacion de la Expedicién que de orden del Seiior Comandante de Armas<br />

y Fronteras del Distrito de Mendoza Don ]osé Francisco de Amigorena se hizo<br />

de esta ciudad en auxilio de los Indios Amigos Pehuenches contra las Naciones ene<br />

migas Huilliches, Ranquelches y demas confederados Barbaros que ostilizan las fron<br />

teras de este Virreynato_ 5 de mayo de 1792”, ADD MSS 17.606.<br />

“Francicso ]avier de Morales a Iulian de Arriaga, 25 de ]unio de 1772", ADD MSS,<br />

Eg 1815.<br />

"Informe de Antonio de Viedma al virrey Marqués de Loreto, 1786", ADD MSS 17.607.<br />

"Informe del Corregidor de la Provincia de Colchagua Don Antonio de Ugarte, 7 de<br />

abril de 1779", ADD MSS 17.598.<br />

Née, Luis 1793. "Viaje de Talcahuano a Santiago_ 1793", ADD MSS 17.597.<br />

Ojeda, ]uan de 1793. “Visita a las Plazas de la frontera de Chile actuada por el capitan<br />

220


don ]uan de Ojeda por orden del muy Ilustre Seiior Capitan General del Reyno,<br />

1793”, ADD MSS 17.595.<br />

"Papeles atribuidos a T. P. Haencke (1793)", ADD MSS 15.792.<br />

"Quaderno Tercero del Expediente formado en el Tribunal de Visita de Real Hazienda<br />

del Reyno de Chile sobre adquirir varias noticias territoriales de todas sus provincias.<br />

Contiene las Respecdbas a la Provincia de Puchacay comunimdas por su Corregidor<br />

Don Gregorio Albarez Rubio, 1779", ADD MSS.<br />

Varios<br />

"Acuerdo de la ]unta Superior de Buenos Aires", en "Ofizios de la ]1mta Superior remi<br />

tidos a SM sobre puntos de Real Hazienda (1790-1802)", Real Academia de la His<br />

toria (Madrid), Coleccién Mata Linares, LXXXV.<br />

“Descripci6n dc la Costa Patagénica (g1793?)", Museo Naval (Madrid), t. 100, Doc.<br />

119 4.<br />

"Extracto de la Relacién del Gobierno del Exmo. Virrey Don Nicolas Arredondo, 1795”,<br />

Museo Naval (Madrid)_ t. 99.<br />

"I.nforme de ]osé Santiago Concha, 15 de diciembre de 1717", Archivo Nacional de<br />

Chile, Fondo Antiguo, vol 51.<br />

"lnfomne del Doctor ]osé Perfecto de Salas, Fiscal de la Real Audiencia de Santiago,<br />

23 de noviembre de 1749", Real Academia de la Histonh (Madrid), Coleccion Mata<br />

Linares, 992 (1658).<br />

“1nforme de los Corregidores_ aiio 1755", Biblioteca de Palacio Real (Madrid), vol. 2424.<br />

221

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