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Capítulo II
trabajo como una actividad, o empleo de energía que produce servicios y productos de
valor para otras personas.
Y por último, otra definición que bien podría englobar las anteriormente
mencionadas es la de Peiró (1989: 163) que definió el trabajo como “aquel conjunto de
actividades humanas, retribuidas o no, de carácter productivo o creativo, que
mediante el uso de técnica, instrumentos, materias o informaciones disponibles,
permite obtener, prestar o producir ciertos bienes, productos o servicios”. En dicha
actividad la persona aporta energías, habilidades, conocimientos y otros diversos
recursos y obtiene algún tipo de compensación material psicológica y/o social.
Efectos positivos:
Papel fundamental en la vida personal y en la estructuración social.
Constituye la principal fuente de ingresos económicos.
Se convierte en un medio para generar recursos imprescindibles, supervivencia
y bienestar.
Permite la satisfacción de necesidades psicosociales como la
autodeterminación o el prestigio, contactos sociales, el desarrollo personal,…
El trabajo se encuentra estrechamente relacionado con otras facetas de la vida
como la familia, la formación, el ocio y el tiempo libre, la participación social, la ética,
la religión,…
son:
Los diferentes puntos de ver el trabajo en los distintos momentos de la historia
En épocas pre civilizadas: el trabajo no existía como tal, cazar y cultivar el
campo eran las funciones que se realizaban pero de forma natural.
Grecia y Roma: se tenía una baja opinión del trabajo, que se consideraba
degradante en la medida que tenía un carácter de imposición sobre el
individuo, quien debía trabajar para subsistir.
La tradición judeo-cristiana: el trabajo es producto del pecado original y
vehículo de expiación, en este contexto, se empieza a ver el trabajo como algo
positivo.
El islamismo: el trabajo es una obligación social que hay que cumplir para ser
aceptado por Alá.
El budismo: visto como una actividad que contribuye a crear el carácter
personal en la medida que las personas son capaces de comprometerse en
tareas difíciles y vender la tentación de dedicarse a otras actividades más
placenteras o que exigen menos sacrificio.
El señor feudal: visto como algo sucio, poco elegante, propio de vasallos y
desde luego muy alejado de su estilo de vida. Se trata de su medio de
subsistencia.
Desde el renacimiento: valorado en sí mismo, en la medida en que la persona
disfruta y se realiza a través del mismo.
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