n° 0602 - Sonami

Urzoa Jaranillo!
rendidos a su nienioria
DE LA CAMARA DE DIPUTADOS DEL CONSEJO GENERAL DE LA
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SOCIEDAD NACIONAL DE
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livý í de laS l ielhnel 1,1 br el Hl o)
MINERIA
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j, ttkaiia y ( o 1uiabo. r i'í Iiltrít,'z, 'or ' Sal ran
de ior í;u*aa'illo fó, ad1más Mi_lo íánelez, IsauIto Torres, l'erna,í
lisltO) lh' Estalíl. ()It/sil' di( diversas \'.rs e 0t ()svahto Veraara v del Prose
híií,«s y uiea eld ('onse,Jo dl hb()'l/d, Cajar slefilíglüz, B l
(rdilo r Mi eh líí,
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l'Sotlalieiií nw, iiÍ' 'oi'resjoiidio vi,rio m'tíial' íiíi;í de Ionl ()sar Urzúa Jaramillo.
p " 1 oe. lo lailo, 1 l'l ar' '1 r iie 1 o- 1,'l Sffitl. lT1,Z'í;a. dijo el se iñ I Videla. re
(Pasa a la Pág. 637) (Pasa a la Pág. 640)
SIMBOLO DE A4USENCLA...!
En la sesión que celebri el Consejo de la Sociedad Nacional de Minería
para rendir homenaje a la memoria de don Oscar Urzúa Jaramillo, había en
el ambiente un dejo de innegable tristeza.
A la hora establecida, todos los sillones fueron ocupándose poco a poco.
Uno solo, el primero de la extrema derecha de la fila delantera, quedó vacío.
Era el que habitualmente ocupaba don Oscar. Durante años y años el recor
dado consejero, tomó siempre la misma colocación. En aquellas sesiones en
que la concurrencia era crecida, y en que solía haber necesidad de instalar
asientos suplementarios, siempre la banca de don Oscar estaba disponible
cuando él no había llegado a la reunión.
Desde ese mismo sitio, durante mucho tiempo, intervino en los debates y
desde allí escuchó, también, con respetuosa atenci-n, las ideas y las opiniones
ajenas, aún aquellas que no estaban de acuerdo con su personal manera de
apreciar determinado problema.
Ahora, su butaca preferida estaba sola.
Y, cuando los senadores Videla y Torres y los señores Fuenzalida y Ro
dríguez Merino se pusieron de pie para rendir homenaje al ilustre desapare
cido, en ese sillón vacío, como la cuenca de un faro sin luz, había áigo así co
co un tintineo de ausencia.