El cerebro supremo de Marte - La Biblioteca del Cuadrado de Binomio
El cerebro supremo de Marte - La Biblioteca del Cuadrado de Binomio
El cerebro supremo de Marte - La Biblioteca del Cuadrado de Binomio
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Toonol no sostiene tan enormes flotas <strong>de</strong> naves mercantes y buques <strong>de</strong> guerra como, por<br />
ejemplo, las ciuda<strong>de</strong>s gemelas <strong>de</strong> Helium o la gran capital <strong>de</strong> Ptarth.<br />
Mientras observaba la ciudad esperando la vuelta <strong>de</strong> Bal Zak con el vigilante, noté un aspecto<br />
curioso <strong>de</strong>l alumbrado público <strong>de</strong> Toonol, que más tar<strong>de</strong> vi en todas las ciuda<strong>de</strong>s barsoomianas<br />
que visité, y era que la luz parecía circunscrita exclusivamente al área que había <strong>de</strong> iluminar; no<br />
existía luz difusa que se <strong>de</strong>sbordara por arriba o por los lados <strong>de</strong> la zona alumbrada. Más tar<strong>de</strong><br />
me dijeron que esto se conseguía por medio <strong>de</strong> lámparas construidas según las enseñanzas <strong>de</strong><br />
muchos siglos <strong>de</strong> experimentación con las ondas luminosas, que los sabios barsoomianos habían<br />
conseguido dominar y aislar como hacemos los terrestres con la materia. <strong>La</strong>s ondas <strong>de</strong> luz<br />
emergen <strong>de</strong> la lámpara, recorren un circuito <strong>de</strong>terminado y vuelven a su manantial. No hay<br />
<strong>de</strong>rroche <strong>de</strong> luz ni sombras <strong>de</strong>nsas, por extraño que parezca, cuando las luces estén bien<br />
instaladas, porque las ondas, al ro<strong>de</strong>ar los objetos para volver a la lámpara, iluminan todos sus<br />
lados.<br />
<strong>El</strong> efecto <strong>de</strong> este alumbrado, contemplado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las alturas, era <strong>de</strong> lo más notable. <strong>La</strong> noche<br />
estaba obscura, pues a aquella hora no había lunas, y la sensación era la misma que la que se<br />
experimentaría contemplando un escenario teatral brillantemente iluminado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un patio <strong>de</strong><br />
butacas sumido en absoluta oscuridad. Aún estaba entusiasmado con el espectáculo, cuando oí<br />
los pasos <strong>de</strong> Bal Zak, que se acercaba, e indudablemente había conseguido lo que quería, pues<br />
venía conversando con otro hombre.<br />
Cinco minutos <strong>de</strong>spués nos <strong>de</strong>slizábamos silenciosamente <strong>de</strong> nuestro escondite y <strong>de</strong>scendíamos<br />
hasta el piso <strong>de</strong> abajo, don<strong>de</strong> estaba el <strong>de</strong>pósito <strong>de</strong> voladores individuales. En Barsoom el robo es<br />
prácticamente <strong>de</strong>sconocido, excepto cuando le guían propósitos ajenos a la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> lucro, por<br />
cuya razón encontramos abiertas todas las puertas <strong>de</strong>l <strong>de</strong>pósito. En un momento Gor Hajus y Dar<br />
Tarus eligieron cuatro aparatos y cada uno <strong>de</strong> nosotros se ajustó el suyo. Consistían en un<br />
cinturón ancho, parecido a los salvavidas que llevan los trasatlánticos terrestres, cargado con el<br />
octavo rayo barsoomiano, o sea, el rayo propulsor, a una tensión suficiente para neutralizar la<br />
gravedad, y mantener a una persona en equilibrio entre esta fuerza y la ejercida por el octavo<br />
rayo. En la parte posterior <strong>de</strong>l cinturón hay un pequeño motor <strong>de</strong> radio, cuyas palancas <strong>de</strong> mando<br />
se encuentran <strong>de</strong>lante, al alcance <strong>de</strong> la mano. Unidos al anillo superior <strong>de</strong>l cinturón, y<br />
proyectándose una a cada lado, hay dos alas fuertes y ligeras provistas <strong>de</strong> manivelas, que sirven<br />
para alterar rápidamente su posición.<br />
Gor Hajus nos explicó brevemente el funcionamiento <strong>de</strong>l aparato; pero me pareció que me<br />
esperaba un largo período <strong>de</strong> molestias antes <strong>de</strong> dominar por completo el arte <strong>de</strong> volar con uno<br />
<strong>de</strong> aquellos mecanismos. Me enseñó el modo <strong>de</strong> inclinar las alas hacia abajo al andar con el fin<br />
<strong>de</strong> no per<strong>de</strong>r pie a cada paso, y así me condujo hasta el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> la plataforma.<br />
—Des<strong>de</strong> aquí vamos a levantar el vuelo y protegiéndonos con la sombra <strong>de</strong> los altos edificios<br />
trataremos <strong>de</strong> llegar a la casa <strong>de</strong> mi amigo sin que nos <strong>de</strong>scubran. En el caso <strong>de</strong> que la policía<br />
aérea nos persiga, <strong>de</strong>bemos separamos para reunirnos más tar<strong>de</strong> en la parte oeste <strong>de</strong> las murallas<br />
<strong>de</strong> la ciudad, en un sitio don<strong>de</strong> hay una laguna y una torre abandonada. Esta torre será nuestro<br />
punto <strong>de</strong> cita si surge alguna contingencia. ¡Seguidme!<br />
Y poniendo en marcha su motor se elevó graciosamente por el aire. Hovan Du se lanzó tras él, y<br />
luego me tocó el turno. Subí unos seis metros, floté sobre la ciudad, que hormigueaba a<br />
centenares <strong>de</strong> ellos por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> mí, y luego, repentinamente, dí la vuelta <strong>de</strong> campana y me<br />
quedé boca abajo. Había cometido alguna torpeza, estaba seguro <strong>de</strong> ello. Era la sensación más<br />
pavorosa, la <strong>de</strong> flotar con la cabeza abajo y los pies arriba contemplando impotente las calles <strong>de</strong><br />
la gran ciudad, no más blandas que las <strong>de</strong> Los Ángeles o París. <strong>El</strong> motor continuaba marchando y<br />
al manipular las palancas <strong>de</strong> las alas empecé a <strong>de</strong>scribir unas preciosas espirales, girando como<br />
una peonza y rizando el rizo <strong>de</strong> la manera más inverosímil; y entonces Dar Tarus acudió en mi<br />
socorro. Primero me dijo que me quedara quieto y luego me or<strong>de</strong>nó diversas maniobras con las<br />
palancas hasta que recobré la posición normal. Después <strong>de</strong> este inci<strong>de</strong>nte me las compuse<br />
bastante bien, y al poco tiempo volaba con seguridad <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> Gor Hajus y Hovan Du.<br />
No <strong>de</strong>scribiré las horas <strong>de</strong> vuelo que siguieron. Gor Hajus nos hizo subir a una altura