Tres personajes en la poesía y en
Tres personajes en la poesía y en
Tres personajes en la poesía y en
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
65<br />
Carm<strong>en</strong> Conde<br />
Yo, <strong>en</strong>cerrada <strong>en</strong> una salita primorosam<strong>en</strong>te estucada, no soy feliz. ¿Cómo<br />
serlo si mis sueños no pued<strong>en</strong> salir de este círculo odioso que me trazó <strong>la</strong><br />
fatalidad…? [...]. El reloj seña<strong>la</strong> <strong>la</strong> hora de <strong>la</strong> partida, y me apresuro, nos apresuramos<br />
al marchar. Y otra vez el taconeo por <strong>la</strong>s calles inundadas de sol,<br />
<strong>en</strong>tre el dev<strong>en</strong>ir de g<strong>en</strong>tes despreocupadas que sólo hac<strong>en</strong> vida. La tristeza<br />
me oprime como nunca. Ésa que pasa, que se aleja, que ríe y pasea feliz, ¿vale<br />
tanto como yo? ¿no puedo soportar airosam<strong>en</strong>te <strong>la</strong> comparación…? Entonces…<br />
¿por qué es feliz? [...] Y luego, a <strong>la</strong>s dos de <strong>la</strong> tarde, cuando el sol cae con<br />
mayor fuerza ¡otra vez a <strong>la</strong> oficina! La g<strong>en</strong>te mira y remira asombrada; con<br />
esa curiosidad burlona y antipática de los pueblos más cerriles… ¿adónde irá<br />
esta muchacha…? Parec<strong>en</strong> preguntarse, y al <strong>en</strong>terarse de quién soy, <strong>en</strong> lugar<br />
de p<strong>en</strong>sar que he sacrificado muchas esperanzas, me miran con desdeñoso<br />
despego… “¡Bah! Una pobretona que trabaja…!” Y no sab<strong>en</strong>, no llegan a compr<strong>en</strong>der<br />
que a esta pobretona que trabaja le sobra hasta el corazón…! 30<br />
A Carm<strong>en</strong> le creaba <strong>en</strong>orme desazón <strong>la</strong> mirada desdeñosa, despreciativa, de <strong>la</strong> g<strong>en</strong>te<br />
que <strong>la</strong> veía pasar a diario camino de <strong>la</strong> oficina. Le obsesionaba que p<strong>en</strong>saran de el<strong>la</strong>, con<br />
mezquindad e ignorancia, que era una pobretona digna de compasión que no t<strong>en</strong>ía más<br />
remedio que trabajar para aliviar <strong>la</strong>s miserias familiares.<br />
La jov<strong>en</strong> estaba atravesando una etapa tortuosa. Padecía un litigio constante <strong>en</strong>tre<br />
s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos <strong>en</strong>contrados. Fr<strong>en</strong>te a ello, Carm<strong>en</strong> sabía muy bi<strong>en</strong> que su medio de promoción<br />
social no estaba <strong>en</strong> aquel<strong>la</strong> oficina de auxiliares de calco, sino <strong>en</strong> los escritos que<br />
diariam<strong>en</strong>te pergeñaba a escondidas robándole horas a <strong>la</strong> noche o aprovechando el descuido<br />
de sus jefes.<br />
16. Lecturas e influ<strong>en</strong>cias:<br />
Rubén Darío y Bécquer<br />
Aquel año de 1923 había dado para mucho. T<strong>en</strong>ía acabados numerosos re<strong>la</strong>tos, pequeñas<br />
reflexiones sobre <strong>la</strong> vida, el sueño, <strong>la</strong>s ilusiones que procuraba mant<strong>en</strong>er y que<br />
def<strong>en</strong>día con vehem<strong>en</strong>cia. Seguía ley<strong>en</strong>do a Insúa, a Pérez Lugín y, muy especialm<strong>en</strong>te, a<br />
Pa<strong>la</strong>cio Valdés. S<strong>en</strong>tía también admiración por Pedro Mata, otro de los autores de éxito<br />
del mom<strong>en</strong>to cuyo naturalismo ga<strong>la</strong>nte y erótico <strong>la</strong> cautivó <strong>en</strong> dos de sus nove<strong>la</strong>s: Corazones<br />
sin rumbo y El misterio de los ojos c<strong>la</strong>ros. Contaba asimismo, <strong>en</strong>tre sus libros de cabecera,<br />
con <strong>la</strong> obra de dos poetas que habían empezado a ejercer una poderosa influ<strong>en</strong>cia<br />
sobre el<strong>la</strong>. El primero era el Rubén Darío de Prosas profanas y Cantos de vida y esperanza;<br />
el otro, Gustavo Adolfo Bécquer. Gracias a su vecina Joaquina, ocho años mayor que el<strong>la</strong>,<br />
Carm<strong>en</strong> t<strong>en</strong>ía a su disposición un volum<strong>en</strong> de sus Obras Completas, el de <strong>la</strong>s Rimas, del<br />
que se servía para alumbrar algún texto romántico, como <strong>la</strong> prosa titu<strong>la</strong>da «Amarga evi-<br />
30 De nuevo recurrimos a esas “Breves notas autobiográficas” (1923-1925) que Carm<strong>en</strong> guardó <strong>en</strong> un<br />
sobre y que se hal<strong>la</strong> <strong>en</strong> los archivos del Patronato Carm<strong>en</strong> Conde-Antonio Oliver de Cartag<strong>en</strong>a. El fragm<strong>en</strong>to<br />
<strong>en</strong> cuestión pert<strong>en</strong>ece a un escrito que el<strong>la</strong> tituló «La Oficina» y lleva <strong>la</strong> fecha del 22 de mayo de<br />
1925. Ver nota 221.