LA CASA DE MISIÁ JEROMITA POR Alejandra Correas Vázquez
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<strong>LA</strong> <strong>CASA</strong> <strong>DE</strong> <strong>MISIÁ</strong> <strong>JEROMITA</strong><br />
(Del Cofre de la Abuela)<br />
1 – UNA DAMA FRANCESA<br />
.....................<br />
Era muy particular la casa de Misiá Jeromita. Ella había enseñado a todas sus chinas y chinitillas<br />
(nacidas en una pampa cordobesa boscosa junto a peones gauchos entre arreos y cuadreras) a<br />
conocer los distintos objetos de su casa por su nombre en francés.... según ella lo<br />
pronunciaba... luego de haber perdido en tres generaciones el uso correcto de este idioma.<br />
De igual modo, las chinitas sirvientas esmerábanse al máximo para satisfacer los deseos de su<br />
distinguida patrona, usando para ello difíciles apelativos que llegarían a transmutarse en un<br />
idioma desconocido.<br />
Misiá Jeromita era una dama elegante de origen francés, quien lucía su estilo parisino dentro<br />
del círculo social formado en el pueblo estanciero de Santa Rosa (Departamento Río Primero,<br />
prov. de Córdoba, Argentina).<br />
Y los santarrosinos que eran ricos ganaderos criollos, estaban orgullosos de poseer en sus<br />
alejados lares a tal dama de alcurnia. Ellos considerábanla como a un bien propio. Aunque<br />
poco comprendiesen (como hidalgos campesinos sencillos que eran) sus esmerados cuidados<br />
en la forma, sus sutilezas armónicas, su charme y su "savoir faire". Todo ese conjunto<br />
estilístico completamente extraño para aquella pampa criolla llena de gauchos y vacunos, y<br />
aislada dentro de su geografía provincial hacia finales del siglo XIX.<br />
Jeromita con su ascendencia francesa y su belleza (muy reelaborada por ella misma)<br />
conviviendo entre terratenientes de origen hispanocolonial --pero muy alejados en distancia<br />
de la ciudad universitaria de Córdoba-- organizaba para ellos frecuentes "saraos" en su lujosa<br />
casa de Santa Rosa.<br />
Su imagen coqueta y cautivante ocupó el interés de las viejas familias estancieras que vivían<br />
dentro de aquel entorno de ganaderos solitarios en sus predios, quienes mirábanla (o<br />
admirábanla) siempre sorprendidos. Tal como si ella fuese una auténtica presencia consular<br />
gala, ubicada en la mismísima Santa Rosa.
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