Descargar - Acción Legionaria
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Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
DERROTA MUNDIAL<br />
Salvador Borrego E.<br />
2
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
DERROTA MUNDIAL<br />
· ORÍGENES OCULTOS DELA II GUERRA MUNDIAL<br />
· DESARROLLO DE LA GUERRA<br />
· CONSECUENCIAS ACTUALES DE LA GUERRA<br />
DÉCIMA EDICIÓN<br />
MÉXICO<br />
1961<br />
3
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Derechos Reservados ©<br />
por el autor. Registro Número 18438<br />
de 15 de mayo de 1954.<br />
1a Edición: Diciembre de 1953 —2,000 Ejemplares<br />
2a ” Marzo de 1955 —5,000 Ejemplares<br />
3a ” Diciembre de 1956 —4,000 Ejemplares<br />
4a ” Octubre de 1957 —5,000 Ejemplares<br />
5a ” Enero de 1959 —4,000 Ejemplares<br />
6a ” Julio de 1959 —4,000 Ejemplares<br />
7a ” Abril de 1960 —5,000 Ejemplares<br />
8a ” Noviembre de 1960 —5,000 Ejemplares<br />
9a ” Marzo de 1961 —5,000 Ejemplares<br />
10a ” Septiembre de 1961 —5,000 Ejemplares<br />
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Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
EL CONTENIDO DEL LIBRO ES EL SIGUIENTE:<br />
Prólogo a la Segunda Edición<br />
Capítulo I.- Aurora Roja<br />
69 Años de Lucha Incansable<br />
Los Dos Elementos que formaron el Bolchevismo<br />
Alemania, Meta Inmediata del Marxismo<br />
Paréntesis de Guerra<br />
Factor Secreto en la Derrota Alemana<br />
Capítulo II.- Hitler Hacia el Oriente<br />
Cambio de Rumbo para Alemania<br />
El Primer Partido Anticomunista<br />
Bautizo de Fuego del Nacionalsocialismo<br />
Djugashvile, El Hombre de Acero<br />
Hitler y Stalin Cara a Cara<br />
El Comunismo es Derrotado en España<br />
Capítulo III.- Occidente se Interpone<br />
Lo que podía esperarse de Berlín y de Moscú<br />
Pueblos lanzados a los brazos de sus enemigos<br />
Inglaterra Valladar contra la Marcha hacia Moscú<br />
El Trono del Oro empuja a Occidente<br />
Profundas raíces en el alma colectiva<br />
Zanjando las viejas rencillas con Francia<br />
El Talón de Aquiles del Nacionalsocialismo<br />
Despeje del Flanco Derecho<br />
A cuatro horas del derrumbe interior<br />
Cerrojo en el camino a Moscú<br />
Engañar es más eficaz que dinamitar<br />
Capítulo IV.- La Guerra que Hitler no quería<br />
Si la guerra no empezaba en Occidente, Rusia<br />
lucharía sola<br />
Hablando el mismo lenguaje de las armas<br />
Ni con su silencio pudo ayudar Italia<br />
5
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
En las orillas del abismo<br />
Otra vez Hitler tiende la mano<br />
La Mampara del Idealismo<br />
La debilidad de la franqueza<br />
La terrible grandeza de la guerra<br />
La desigual guerra en el mar<br />
Noruega, primera línea de la lucha terrestre<br />
Francia, empujada a sangriento abismo<br />
Las panzer dejan escapar a los ingleses<br />
El derrumbe de Francia<br />
Capítulo V.- De nuevo hacia el Oriente<br />
Otros dos ofrecimientos de paz a Inglaterra<br />
Terrorismo en vez de solo lucha entre soldados<br />
Francia también rehusa la reconciliación<br />
Complicidad de Occidente con la expansión del<br />
Marxismo<br />
Carne de cañón para frenar el golpe contra la URSS<br />
Alarma de la reina de los mares<br />
4.000 sepulturas en Meleme<br />
Un esfuerzo más para hacer la paz con Inglaterra<br />
Capítulo VI.- La guerra que Hitler sí quería<br />
El plan estratégico de Hitler contra Rusia<br />
La más grande lucha en la historia de las armas<br />
El primer "Cannas" de Rusia en 1941<br />
Segunda embestida de Von Bock<br />
Hitler ordena virar hacia el Sur<br />
Orgía de sangre en Leningrado (Frente Norte)<br />
La dureza del soldado ruso<br />
La que parecía ser la última batalla<br />
Moscú trepida bajo el cañoneo<br />
De los albores de la victoria a las orillas del desastre<br />
Capítulo VII.- Salvando al Bolchevismo<br />
Brazos israelitas en auxilio de la URSS<br />
La coalisión más grande de la historia<br />
6
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
No existió el eje Roma-Berlin-Tokio<br />
Guerra a muerte entre nazis y judíos<br />
Diluvio de fuego sobre Alemania<br />
Los 6 frentes contra Alemania en 1942<br />
La batalla del Atlántico; 7 millones de toneladas de<br />
barcos<br />
A pique en 1942<br />
Un lastre y no un aliado<br />
Occidente al servicio de la URSS<br />
De Kertsch a Sebastopol y de Sebastopol a<br />
Leningrado<br />
De Crimea a las montañas del Cáucaso<br />
700 kilómetros de avance hasta Kalatsch<br />
El 6to. Ejército alemán se abre paso hacia su tumba<br />
Capítulo VIII.- Oscilación de la victoria<br />
La herencia del 6to. Ejército<br />
Pequeño margen de la derrota al triunfo<br />
Sangre a raudales en el frente Oriental<br />
16 millones de bajas en la URSS hasta 19=13<br />
Matanza de prisioneros<br />
El frente aéreo contra Alemania (1942/1943)<br />
Desastre alemán en la batalla del Atlántico<br />
Armas secretas contra superioridad numérica<br />
Sabotaje, guerrillas y golpe de Estado<br />
Los amigos de Roosevelt<br />
Italia cae al primer soplo de la guerra<br />
Caída y rescate de Mussolini<br />
Cinco meses ante Cassino<br />
Capítulo IX.- Las más altas cumbres del esfuerzo<br />
humano<br />
La cualidad más preciosa del hombre<br />
Forjando las armas de venganza<br />
Abren las puertas del mundo al Bolchevismo<br />
La invasión aliada de Europa Occidental<br />
Los recursos de Hitler contra la invasión<br />
Transformación de la Flota Submarina<br />
7
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Supremo esfuerzo de soviéticos y alemanes<br />
Más fuerte que nunca, la Luftwaffe agoniza<br />
Los dos últimos golpes en el Oeste<br />
El Bolchevismo irrumpe en Alemania<br />
Un ejército no vencido por ningún otro<br />
Capítulo X.- El fin de Hitler<br />
Dos peligros que conocía de nombre<br />
Hasta la última gota de sangre<br />
Hitler en su última batalla<br />
Incondicionalmente hasta la muerte<br />
Occidente dinarnita el Valladar Antibolchevique<br />
Desmantelamiento de Alemania<br />
Trato "Humanitario" a los prisioneros<br />
¿Resurrección en masa de Judíos?<br />
Capítulo XI.- Derrota mundial<br />
Se Consumó la Victoria, pero ¿Victoria de quién?<br />
Se Recontruyó a la URRS corno Potencia<br />
Mane jan el juego de los Partidos Politicos<br />
La Extraña Muerte de José David Stalin<br />
Desde Georgia hasta Cuba y Nicaragua<br />
Eisenhower hizo Comunista a Cuba<br />
Síntesis Panorámica<br />
La Transmutación del Marxismo<br />
Bibliografía<br />
8
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Prólogo a la Segunda Edición<br />
La obra de Salvador Borrego E., que hoy alcanza su segunda<br />
edición, es una de las más importantes que se hayan<br />
publicado en América. Causa satisfacción que un mexicano de<br />
la nueva generación, haya sido capaz de juzgar con tanto<br />
acierto los sucesos que conocemos bajo el nombre de la<br />
Segunda Guerra Mundial.<br />
Colocados nosotros del lado de los enemigos del poderío alemán,<br />
es natural que todas nuestras ideas se encuentren<br />
teñidas con el color de la propaganda aliada. Las guerras<br />
modernas se desarrollan tanto en el frente de combate como<br />
en las páginas de la imprenta. La propaganda es una arma<br />
poderosa, a veces decisiva para engañar la opinión mundial.<br />
Ya desde la primera guerra europea, se vio la audacia para<br />
mentir, que pusieron en práctica agencias y diarios que<br />
disfrutaban de reputación aparentemente intachable. La<br />
mentira, sin embargo, logró su objeto. Poblaciones enteras de<br />
naciones que debieron ser neutrales, se vieron arrastradas a<br />
participar en el conflicto, movidas por sentimientos fundados<br />
en informaciones que después se supo, habían sido<br />
deliberadamente fabricadas por el bando que controlaba las<br />
comunicaciones mundiales.<br />
Y menos mal que necesidades geográficas o políticas nos hayan<br />
llevado a participar en conflictos que son ajenos a<br />
nuestro destino histórico; lo peor es que nos dejemos<br />
convencer por el engaño. Enhorabuena que hayamos tenido<br />
que afiliarnos con el bando que estaba más cerca de<br />
nosotros; lo malo es que haya sido tan numerosa, entre<br />
nosotros, la casta de los entusiastas de la mentira.<br />
Desventurado es el espectáculo que todavía siguen dando algunos<br />
«intelectuales» nuestros, cuando hablan de la defensa<br />
de la democracia, al mismo tiempo que no pueden borrar de<br />
sus frentes la marca infamante de haber servido dictaduras<br />
vernáculas que hacen gala de burlar sistemáticamente el<br />
sufragio. Olvidemos a estos seudo-revolucionarios, que no<br />
son otra cosa que logreros de una Revolución que han<br />
contribuido a deshonrar, y procuremos despejar el ánimo de<br />
9
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
aquellos que de buena fe se mantienen engañados.<br />
«Durante seis años, dice Borrego, el mundo creyó luchar por<br />
la bandera de libertad y democracia que los países aliados<br />
enarbolaron a nombre de Polonia. Pero al consumarse la<br />
victoria, países enteros, incluyendo Polonia misma, perdieron<br />
su soberanía bajo el conjuro inexplicable de una victoria cuyo<br />
desastre muy pocos alcanzaron a prever».<br />
La primera edición del libro de Borrego se publicó hace dos<br />
años escasos y en tan corto tiempo, el curso de los sucesos<br />
ha confirmado sus predicciones, ha multiplicado los males que<br />
tan valientemente descubriera.<br />
Ya no es sólo Polonia; media docena de naciones europeas<br />
que fueron otros tantos florones de la cultura cristiana<br />
occidental, se encuentran aplastadas por la bota soviética, se<br />
hallan en estado de «desintegración definitiva». Y el monstruo<br />
anticristiano sigue avanzando. Detrás de la sonrisa de<br />
Mendes-France, siempre victorioso, dicen sus secuaces; detrás<br />
de esa enigmática sonrisa, seis millones de católicos del<br />
Vietnam, fruto precioso de un siglo de labor misionera<br />
francesa, han caído dentro de la órbita de esclavitud y de<br />
tortura que los marxistas dedican a las poblaciones cristianas.<br />
E1 caso contemporáneo tiene antecedentes en las invasiones<br />
asiáticas de un Gengis-Kan, que esclavizaba naciones; tiene<br />
antecedentes en las conquistas de Solimán, que degollaba<br />
cristianos dentro de los templos mismos que habían levantado<br />
para su fe. El conflicto de la hora es otro de los momentos<br />
angustiosos y cruciales de la lucha perenne que tiene que<br />
librar el cristianismo para subsistir.<br />
En el libro de Borrego, penetrante y analítico, al mismo<br />
tiempo que iluminado y profético, se revelan los pormenores<br />
de la conjura tremenda.<br />
La difusión del libro de Borrego es del más alto interés patriótico<br />
en todos los pueblos de habla española. Herederos,<br />
nosotros, de la epopeya de la Reconquista que salvó el<br />
cristianismo de la invasión de los moros, y de la Contra-<br />
Reforma encabezada por Felipe II, que salvó el catolicismo de<br />
la peligrosa conjuración de luteranos y calvinistas, nadie está<br />
10
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
más obligado que nosotros a desenmascarar a los hipócritas y<br />
a contener el avance de los perversos. La lucha ha de<br />
costamos penalidades sin cuento. Ningún pueblo puede escapar<br />
en el día, a las exigencias de la historia, que son de<br />
acción y de sacrificio.<br />
La comodidad es anhelo de siempre, jamás realizado. La<br />
lucha entre los hombres ha de seguir indefinida y<br />
periódicamente implacable, hasta en tanto se acerque el fin<br />
de los tiempos, según advierte la profecía.<br />
JOSÉ VASCONCELOS<br />
(Febrero de 1955)<br />
11
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Introducción<br />
Es una neutra remembranza volver la mirada a los días extraordinarios<br />
de la segunda guerra mundial únicamente con el<br />
prolijo escrúpulo de citar fechas y relatar sucesos. Es un lujo<br />
de ociosidad volver la mirada al pasado sin el empeño de<br />
obtener luces para el presente. Pero conociendo mejor el<br />
origen de lo que ocurrió y de lo que ahora ocurre, más podrá<br />
preverse lo que está por ocurrir. Sin esta función específica<br />
toda aportación a la historia -—y aun la Historia misma— se<br />
reducirían a simple curiosidad o pasatiempo.<br />
Es un hecho que aún no silenciado del todo el fuego que durante<br />
seis años mantuvo vivo ese siniestro organismo de<br />
muerte que fue la segunda guerra mundial, el mundo se halló<br />
súbitamente en el umbral de otra guerra más destructora e<br />
incierta. Durante seis años la humanidad se creyó luchando<br />
por la paz definitiva, mas los acordes de su victoria fueron<br />
ensombrecidos por la amenaza de un cataclismo todavía<br />
mayor.<br />
Durante seis años el mundo creyó luchar por la bandera de<br />
libertad y democracia que los países aliados enarbolaron a<br />
nombre de Polonia. Pero al consumarse la «victoria», países<br />
enteros —incluyendo Polonia misma— perdieron su soberanía<br />
bajo el conjuro inexplicable de una VICTORIA cuyo desastre<br />
muy pocos alcanzaron a prever.<br />
Un asombroso y súbito resultado, después de seis años de<br />
aparente lucha por la libertad y la democracia y la paz<br />
definitiva, sorprendió al mundo: ya no era la libertad de los<br />
polacos —libertad perdida totalmente, pese a la<br />
«VICTORIA»— la que se hallaba en riesgo, sino la libertad del<br />
mundo entero; ya no era simplemente la conquista de<br />
mercados entre las grandes potencias la que se balanceaba<br />
en juego, sino el destino del pueblo norteamericano, y en<br />
cierta forma el de América; el- destino de Alemania y la Gran<br />
Bretaña, y así el de Europa entera también.<br />
En los orígenes del conflicto armado que empezó la<br />
madrugada del primero de septiembre de 1 939 palpitaron ya<br />
los gérmenes de lo que ahora ocurre y de lo que está por<br />
12
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
venir. En lo acontecido entonces se filtran ya las sombras de<br />
lo que el futuro nos reserva.<br />
En el reverbero de la segunda guerra mundial hay<br />
relámpagos que alumbran los decenios y quizás los siglos por<br />
llegar.<br />
Mucho se ha hablado de la guerra. Un mar de datos casi inagotables<br />
abruman y abrumarán por mucho tiempo a los<br />
historiadores. La mayor parte de estos datos son jeroglíficos;<br />
incluso los hechos y las cifras, pese a lo concluyente de su<br />
calidad concreta, son frecuentemente apenas símbolos o<br />
frontispicio de realidades más profundas. Querer entender<br />
esta guerra y el monstruoso engaño que el mundo sufrió con<br />
ella, viendo simplemente ese mar de datos, es lo mismo que<br />
contemplar, clasificar o relatar apariencias de inscripciones<br />
cuneiformes y suponer que ya con esto se CONOCIÓ la<br />
civilización sumeria. Entre los símbolos y su significación<br />
media un abismo. Y en el caso concreto de la guerra pasada<br />
este abismo se ha hecho más oscuro porque los adelantos<br />
que la técnica ha puesto al servicio de la difusión del<br />
pensamiento —radiogramas, cablegramas, libros, películas,<br />
folletos, etc.— tienen su anverso positivo de orientación y su<br />
reverso negativo de confusión, según el sentido en que se les<br />
utilice. En la guerra y después de ella se les ha utilizado para<br />
confundir.<br />
Un diluvio de crónicas con dosificada intención; de libros aparentemente<br />
históricos, de radiodifusiones y de películas bajo<br />
la influencia intangible de los mismos ocultos inspiradores,<br />
oscurecen situaciones, infiltran deformaciones. Nada tiene así<br />
de extraño que aun los espíritus más serenos, objetivos e<br />
imparciales —para no hablar de masas carentes de opinión<br />
propia— lleguen a conclusiones erróneas. Por eso muchas<br />
conciencias firmes han hecho insensiblemente suya la forma<br />
ajena y capciosa de plantear el problema internacional de la<br />
segunda guerra. Una vez dado ese primer paso en falso, los<br />
siguientes son erróneos también, y por eso es tan frecuente<br />
que hombres de profunda comprensión y sólido criterio<br />
13
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
confiesen ahora su desconcierto ante los sucesos<br />
internacionales.<br />
Un nuevo examen de lo que ocurrió, y por qué ocurrió, puede<br />
aclarar los sucesos presentes y ayudar a prever los futuros.<br />
El monstruoso engaño que el mundo padeció al inmolar<br />
millones de vidas y al consumir en fuego esfuerzos inconmensurables,<br />
para luego quedar en situación incomparablemente<br />
peor que la anterior, no es obra del azar. Si el<br />
resultado sólo fuera desorden quizá nada habría de sospechoso.<br />
Pero en la bancarrota que el mundo occidental<br />
afronta ahora se oculta un admirable tejido de acontecimientos.<br />
Dentro del aparente desorden hay un<br />
eslabonamiento ad-mirable de hechos que obedecen a un<br />
mismo impulso y que marchan hacia una misma meta.<br />
Detrás de todo esto hay una inteligencia y una fuerza. La<br />
situación actual no es el resultado fortuito del desorden, sino<br />
la notable culminación de una serie de actos que se enlazan<br />
siguiendo una secuencia y un camino. Occidente se halla de<br />
pronto en el momento más comprometido de su historia, pero<br />
su desgracia no ha descendido de accidentales sucesos. Ha<br />
sido labrada minuciosamente y escrupulosamente.<br />
Examinando los orígenes y el desarrollo de la segunda guerra<br />
surgen luces que explican el presente. Tal es el objeto de este<br />
libro.<br />
Muchos de los que vieron desaparecer las falanges<br />
macedónicas; de los que presenciaron la caída de Alejandro,<br />
el asesinato del César, la capitulación de Napoleón, crían<br />
asistir a acontecimientos comunes y corrientes, pero estaban<br />
presenciando los fulgores que encienden cada zig-zag de la<br />
historia.<br />
Lo que ahora tenemos a la vista es algo más que fulgor de un<br />
simple cambio; es el incendio inconmensurable de una cultura<br />
que casi sin saber por qué presiente las pisadas del peligro<br />
mortal.<br />
14
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
CAPITULO I<br />
Aurora Roja (1848-1919)<br />
69 Años de Lucha Incansable.<br />
Los dos Elementos que Formaron el Bolchevismo.<br />
Alemania, Meta Inmediata del Marxismo.<br />
Paréntesis de Guerra.<br />
Factor Secreto en la Derrota Alemana.<br />
69 AÑOS DE LUCHA INCANSABLE<br />
En la segunda mitad del siglo pasado los umbríos bosques y<br />
las extremosas estepas de Rusia guardaban ya tan celosamente<br />
como ahora la enigmática mística del alma rusa. Fuera<br />
de sus fronteras sólo unas cuantas mentes, moduladas para<br />
escuchar el paso de los siglos por llegar, lograban entrever<br />
algo.<br />
Entre esas pocas mentes que sobre el hombro de una época<br />
vislumbraban destellos del futuro político, Nietzsche preveía<br />
en 1886:<br />
«Es en Francia donde la voluntad está más enferma. La fuerza<br />
de voluntad está más acentuada en Alemania y en Inglaterra<br />
y en España y Córcega por las duras cabezas de sus<br />
habitantes, pero está más desarrollada en Rusia, donde la<br />
fuerza del querer por largo tiempo acumulada espera la<br />
ocasión de descargarse, no se sabe si en afirmaciones o en'<br />
negaciones. Yo desearía que la amenaza rusa creciera para<br />
que Europa se pusiera en defensa y se uniera en una<br />
voluntad duradera y terrible para fijarse una meta de<br />
milenios. Pasó el tiempo de la política menuda: el próximo<br />
siglo nos promete la lucha por el dominio del mundo»[1].<br />
En ese entonces Rusia se debatía en sangrienta turbulencia,<br />
que una extraña mezcla de nihilistas y revolucionarios<br />
marxistas trataban de encauzar mediante un secreto Comité<br />
Ejecutivo. La espina dorsal de ese audaz movimiento la<br />
formaban esforzados e inteligentes israelitas, miembros de<br />
comunidades que a través de muchas generaciones habían<br />
15
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
soportado severos sufrimientos en el duro ambiente de Rusia.<br />
Desde los primeros años de nuestra Era ya se habían<br />
instalado emigrantes judíos en los territorios que siglos más<br />
tarde formarían parte de la Rusia meridional. Dolorosas<br />
vicisitudes vivieron desde entonces, pero jamás perdieron su<br />
cohesión racial. En 1648 los cosacos se lanzaron furiosamente<br />
contra ellos y después de sangrientos choques prohibieron<br />
que en Ucrania radicaran comunidades israelitas. En general<br />
la población era hostil a huéspedes tan reacios a la fusión de<br />
sangre y de costumbres.<br />
Pero las tierras rusas, prometedoras de esplendoroso futuro<br />
gracias a sus inexplotadas riquezas y enorme extensión,<br />
seguían atrayendo incesantemente a comunidades judías<br />
emigradas de la Europa occidental. La emperatriz Elisabetha<br />
Petrovna se alarmó ante ese fenómeno y en 1743 se negó a<br />
admitir más inmigrantes. Sin embargo, cincuenta años más<br />
tarde la anexión de territorios polacos convirtió a millares de<br />
judíos en súbditos de Rusia.<br />
En esa forma las comunidades israelitas aumentaron<br />
considerable-mente, no sin sufrir hostilidades y persecuciones,<br />
tal como les había ocurrido a sus ancestros en todos<br />
los tiempos y en todos los pueblos. El zar Alejandro I (que<br />
gobernó de 1801 a 1825) trató con benevolencia a la<br />
población judía y sufrió un completo fracaso al pretender que<br />
se asimilara a la población rusa.<br />
El siguiente zar, Nicolás I (1825-1855) se impacientó ante la<br />
renuencia de las comunidades israelitas a fusionarse con la<br />
población rusa y redujo sus derechos cívicos, además de que<br />
les hizo extensivo el servicio militar obligatorio que ya regía<br />
en el Imperio. Esto causó trastornos y descontento entre los<br />
judíos, pero una vez más lograron conservar sus vínculos<br />
raciales y sus milenarias costumbres.<br />
Al subir al trono Alejandro II (1855) la situación de los israelitas<br />
volvió a mejorar y no tardaron en prosperar en el<br />
comercio, la literatura y el periodismo; varios diarios judíos se<br />
publicaron en San Petersburgo y Odesa. Precisamente en ese<br />
entonces —girando alrededor de la doctrina comunista<br />
16
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
delineada en 1848 por los israelitas Marx y Engels—, se<br />
vigorizó en Rusia la agitación revolucionaria. En 1880 los<br />
israelitas Leo Deutsch, P. Axelrod y Vera Zasulich, y el ruso<br />
Plejanov, formaron la primera organización comunista rusa. Y<br />
un año después varios conspiradores, encabezados por el<br />
judío Vera Fignez, asesinaron al zar Alejandro II. El hijo de<br />
éste, Alejandro III, tuvo la creencia de que las concesiones<br />
hechas por su padre habían sido pagadas con ingratitud y<br />
sangre; en consecuencia, expulsó a los judíos de San<br />
Petersburgo, de Moscú y de otras ciudades, y les redujo más<br />
aún sus derechos cívicos. Los crecientes desórdenes y<br />
atentados los atribuyó a la influencia de ideas extrañas al<br />
pueblo ruso y ordenó enfatizar el nacio-nalismo y reprimir las<br />
actividades políticas de los intelectuales hebreos.<br />
La inteligente población israelita se mantuvo estrechamente<br />
unida en esos años de peligro. Sufrida, inflexible en sus<br />
creencias, celosa de la pureza de su sangre, ya estaba<br />
ancestralmente acostumbrados a sobre-ponerse a las<br />
hostilidades que su peculiar idiosincrasia provocaba al entrar<br />
en conflicto con las ajenas. Ya antes había demostrado con<br />
arte magistral que a la larga sabía aprovechar en beneficio de<br />
su causa las reacciones desfavorables con que tropezaba en<br />
su camino. Es esta habilidad una de sus creaciones más<br />
originales y con ella ha demostrado que ningún pueblo está<br />
verdaderamente vencido mientras su espíritu se mantenga<br />
indómito.<br />
Lo mismo que le había ocurrido en otros países, esa raza vio<br />
cómo miles de sus hijos —emigrados a las tierras rusas,<br />
prometedoras de esplen-doroso futuro debido a sus<br />
inexplotadas riquezas y enorme estén-sión— chocaban con el<br />
brusco carácter del pueblo ruso y eran luego objeto de<br />
hostilidades y persecuciones. El régimen de Alejandro III fue<br />
duro con sus huéspedes. Y éstos se protegieron mimetizándose<br />
con las nacio-nalidades de los más variados países<br />
de donde procedían, aunque en el fondo seguían siendo una<br />
misma raza, una sola religión y un mismo espíritu.<br />
El mismo año en que fue asesinado el zar Alejandro II (1881),<br />
el ministro zarista Pobodonosteff calculó en seis millones el<br />
17
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
número de judíos residentes en Rusia y proyectó una acción<br />
enérgica para convertirlos forzosamente al cristianismo y<br />
expulsar por lo menos a dos millones de ellos. Aunque su plan<br />
no llegó a practicarse, hubo muchos detenidos y numerosos<br />
exiliados. A estos últimos los auxiliaban sus hermanos de raza<br />
radicados en Nueva York, tales como Jacobo Schiff, Félix<br />
Adler, Emma Lazarus, Joseph Seligman, Henry Rice y otros<br />
muchos, según refiere el rabino Stephen Wise en su libro<br />
«Años de Lucha» (Algunos de ellos eran prominentes banqueros).<br />
La población judía de Rusia era ya tan importante que el israelita<br />
James Parkes afirma:<br />
«En lo cultural y en lo religioso, puede decirse que el país de<br />
Israel se había transportado a Europa oriental. Los judíos<br />
representaban la décima parte de la población. La gran<br />
mayoría de los gentiles eran campesinos que habitaban<br />
aldeas donde no había judíos, salvo tal vez un hotelero y un<br />
comerciante. Los judíos habitaban en pueblos y ciuda des. En<br />
los primeros constituían a veces el 95% de la población y en<br />
las segundas más del 50%[2].<br />
La situación se hizo todavía más tirante para los israelitas y<br />
sus compañeros rusos revolucionarios cuando Alejandro Ilitch<br />
Ulianov, hijo de la judía Blank, falló en su intento de asesinar<br />
al zar Alejandro III. Ulianov fue detenido y luego ahorcado<br />
junto con cuatro de sus cómplices. Pero su hermano Vladimir<br />
guardó para sí el odio que alentaba contra el régimen y<br />
sorteó esa época de peligro portándose como estudiante<br />
disciplinado y pacífico. (Más tarde se convertía en jefe<br />
revolucionario, bajo el nombre de Lenin, en el reivindicador<br />
de las minorías israelitas y en el creador de un nuevo<br />
régimen).<br />
Por el momento, él y toda la población hebrea pasaron en<br />
Rusia años sombríos y difíciles, mas acrecentaron sus fuerzas<br />
en el infortunio y vigorizaron sus creencias ante la hostilidad.<br />
Por supuesto, no olvidaron su meta revolucionaria, que el<br />
18
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
rabino Caleb había esbozado así en la tumba de Simeón Ben<br />
Jhudá, en Praga:<br />
«Conviene que, en la medida de lo posible, nos ocupemos del<br />
proletariado y lo sometamos a aquellos que manejan el<br />
dinero. Con este medio levantaremos a las masas... Las<br />
empujaremos a las agitaciones, a las revoluciones, y cada<br />
una de estas catástrofes significará un gran paso para<br />
nuestras finalidades»<br />
A la muerte de Alejandro III, en 1894, subió al trono Nicolás<br />
II. De tendencias moderadas y escuchando las quejas de los<br />
israelitas, ordenó suavizar el trato que se les daba. Ya para<br />
entonces el antisemitismo había cundido tanto en la masa del<br />
pueblo que no era fácil extirparlo del todo. De origen ruso es<br />
la palabra «progrom», nombre que se dio a los cruentos<br />
movimientos populares contra los judíos. De todas maneras,<br />
los israelitas disfrutaron de más garantías y libertades.<br />
Por ese entonces corrosivas fórmulas ideológicas —no nacidas<br />
en Rusia— volvieron a propagarse con renovado impulso para<br />
agitar a las masas rusas. Una vez más iba a manifestarse en<br />
la historia el gigantesco poder de una idea cuando se la utiliza<br />
en el terreno propicio y del modo adecuado. Esa idea era una<br />
mezcla de nihilismo y de marxismo que inquietaba aún más a<br />
las ya descontentas masas proletarias.<br />
Hablando de esa época, el historiador judío Simón Dubnow dice<br />
que «el mismo año en que se fundó en Basilea la<br />
Organización Sionista, formóse en Wilno una asociación<br />
socialista secreta denominada Bund (1897). Desarrolló el<br />
Bund una propaganda revolucionaria entre las masas judías<br />
en su lengua, el yidisch, lo cual constituyó, en un principio, el<br />
único síntoma nacional de ese partido... Además del Bund<br />
nacieron partidos mixtos de sionistas y socialistas, los Polae<br />
Sión y los Sionistas Socialistas. Estos partidos libraron una<br />
lucha abierta contra el gobierno ruso, particularmente en la<br />
revolución de 1905. Los revolucionarios israelitas participaron<br />
asimismo en los partidos socialistas rusos, en las<br />
19
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
manifestaciones estudiantiles, en las huelgas obreras y en los<br />
actos terroristas contra los gobernantes»[3]<br />
La renovada agitación degeneró en graves disturbios obreros<br />
en 1899. El Partido Social Revolucionario tenía una sección<br />
terrorista a cargo del sagaz judío Gershuni, cuyos agentes<br />
mataron al ministro ruso Sipyagin, al gobernador<br />
Bogdanovich, al premier Plehve, al gran duque Sergey y al<br />
general Dubrassov. El zar Nicolás II pensó que había dado un<br />
paso en falso al suavizar el trato para los israelitas y<br />
restableció algunas de las limitaciones que años antes les<br />
levantara. Numerosos propaladores del marxismo, entre ellos<br />
el judío León Davidovich Bronstein (posteriormente conocido<br />
como León Trotsky) fueron deportados a Siberia. (Trotsky<br />
estaba casado con una hija del financiero judío Giovotovsky).<br />
Las turbulencias parecieron amainar. Incluso surgió una<br />
escisión entre los mismos agitadores; no en cuanto a su<br />
meta, sino en cuanto a la mayor o menor impetuosidad para<br />
alcanzarla. No era que unos hebreos se lanzaran contra otros,<br />
sino que diferían de opinión respecto a la táctica de lucha. Así<br />
surgieron los bolcheviques (los del programa máximo) y los<br />
mencheviques (los del programa mínimo). Vladimir Ilitch<br />
(Lenin) se hizo líder de los primeros.<br />
Aunque la severa represión oficial alcanzó a muchos<br />
agitadores ju-díos que se movían entre los trabajadores, dejó<br />
intacta la estructura secreta que gestaba la revolución.<br />
Creyendo haber sido ya suficientemente severo, o buscando<br />
una transacción con ellos, en 1904 el régimen suavizó su política<br />
hacia los israelitas. Pero éstos inmediatamente reforzaron<br />
su actividad revolucionaria y en 1905 organizaron motines<br />
más grandes que los anteriores. Entonces el zar Nicolás II se<br />
alarmó e hizo nuevas concesiones al conglomerado judío,<br />
cuya fuerza política era ya un hecho innegable.<br />
Con esto el marxismo cobró mayor brío. Inútilmente los zares<br />
habían querido evitar la agitación reprimiendo a los que<br />
directamente alentaban el descontento popular nacido de la<br />
miseria, pero sin anular a los ocultos conspiradores, que eran<br />
20
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
los que dirigían todo el movimiento para subvertir el orden.<br />
Además, poco hacía el régimen por aliviar la miseria misma y<br />
por destruir la forma capciosa y oropelesca en que explotaban<br />
esta circunstancia los agitadores marxistas. Ante la sutil<br />
técnica de la conspiración marxista los zares fueron incapaces<br />
de una acción coordinada y firme para liquidarla.<br />
Frecuentemente titubearon y en ocasiones llegaron a<br />
concebir el absurdo de que los brotes de desorden podrían<br />
conjurarse mediante concesiones. Pero resulta que hacer<br />
concesiones a un adversario que busca la victoria total es sólo<br />
facilitarle su camino.<br />
Lenin y algunos de sus colaboradores emigraron para ponerse<br />
a salvo de las redadas de revolucionarios que de tiempo en<br />
tiempo hacía el régimen zarista. Por eso en 1908 los israelitas<br />
Appelbaum Zinovief, Rosenfeld Kamenef (cuñado de Trotsky)<br />
y Lenin se reunieron en París a planear una nueva etapa de<br />
agitación «No es un azar que hayan ingresado a las huestes<br />
revolucionarias rusas tantos israelitas —dice Pierre Charles en<br />
«La Vida de Lenin»—. Por lo pronto, si se hace abstracción de<br />
las masas rusas, poco propicias para el reclutamiento de<br />
políticos, hay que reconocer que el porcentaje de judíos en<br />
Rusia no era tan exiguo como se decía. Y además, ¿no era<br />
fatal que su febril actividad, contrastando con la población<br />
rusa, debía exagerar enormemente su papel en la revolución?<br />
Y su espíritu hereditariamente aguzado por el Talmud ¿no<br />
debía sentirse cómodo en las controversias de las escuelas<br />
socialistas? En fin, los sufrimientos que les endurecieron bajo<br />
el régimen zarista los acercaban a su sueño de palingenesia<br />
social». (Resurgimiento y hegemonía del pueblo judío).<br />
Uno de los métodos con que los revolucionarios hebreos<br />
trataron de ponerse a cubierto de la represión oficial, fue tan<br />
sencillo como eficaz. En grupos más o menos numerosos se<br />
trasladaban a Estados Unidos, se nacionalizaban<br />
norteamericanos, regresaban a Rusia y hacían valer su nueva<br />
ciudadanía como hijos de una nación poderosa. En esto eran<br />
ayudados por la numerosa colonia israelita radicada en<br />
Norteamérica, que en aquel entonces casi llegaba a tres<br />
millones y que influía ya en los círculos financieros y políticos.<br />
21
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
«En San Petersburgo —dice Henry Ford en El Judío Internacional—llegó<br />
a haber 30,000 judíos de los cuales sólo 1,500<br />
se ostentaban como tales». Las autoridades rusas no tardaron<br />
en tratar de frustrar ese inusitado procedimiento de<br />
protección y esto dio origen a que numerosos órganos de la<br />
prensa americana protestaran contra la falta de respeto a las<br />
ciudadanías recién concedidas por los Estados Unidos. Con<br />
esa ejemplar hermandad que los israelitas practican desde<br />
uno al otro confín del mundo, «el 15 de febrero de 1911,<br />
estando Taft en el poder —agrega Henry Ford— los judíos<br />
Jacobo Schiff, Jacobo Furt, Luis Marshall, Adolfo Kraus y<br />
Enrique Goldfogle le pidieron que como represalia contra<br />
Rusia fuera denunciado el Tratado de Comercio».<br />
Aunque en un principio Taft se rehusó, israelitas de todo el<br />
país enviaron cartas a senadores y diputados, gestionaron<br />
apoyo de gran parte de la prensa, pusieron en movimiento el<br />
Comité Judío Americano, a la Orden B'irit y a otras muchas,<br />
filiales o afines. El influyente político Wilson, que después<br />
llegó a ser Presidente de EE.UU., presionó resueltamente en<br />
favor de los judíos y durante un discurso en el Carnegie Hall<br />
afirmó:<br />
«El gobierno ruso, naturalmente, no espera que la cosa llegue<br />
al terreno de la acción, y en consecuencia, sigue actuando a<br />
su placer en esta materia, en la confianza de que nuestro<br />
gobierno no incluye seriamente a nuestros compañeros de<br />
ciudadanía judíos entre aquellos por cuyos derechos aboga:<br />
no se trata de que expresemos nuestra simpatía por nuestros<br />
compañeros de ciudadanía judíos, sino de que hagamos<br />
evidente nuestra identificación con ellos. Esta no es la causa<br />
de ellos; es la causa de Norteamérica».<br />
Finalmente, el Tratado de Comercio suscrito ochenta años<br />
atrás fue denunciado el 13 de diciembre de 1911. Por primera<br />
vez un zar —en ese entonces Nicolás II— sintió que los<br />
descendientes de aquellos israelitas que 50 años antes<br />
rehuían temerosos la violencia rusa, ya no estaban tan solos.<br />
Aunque la inmensa mayoría eran nacidos en las estepas, y<br />
aunque eran hijos y nietos de otros también nacidos allí, ni el<br />
22
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
medio ambiente ni la convivencia de siglos los hacían claudicar<br />
de sus metas políticas ni de sus costumbres. Tal parecía<br />
que conservando sin mezcla su sangre conservaban igualmente<br />
sin mezcla su espíritu.<br />
Cierto que el Imperio Ruso era aún poderoso y que la lejana<br />
represalia de la denuncia del Tratado de Comercio americano<br />
no bastaba para revocar las limitaciones impuestas a los<br />
israelitas, mas sin embargo, constituía un incómodo incidente<br />
que en grado imponderable influyó para que se suavizara el<br />
trato oficial a los judíos. Y aunque ese mismo año de 1911 se<br />
estableció que los judíos no podían ser electos consejales, en<br />
la práctica se les trató con mayor consideración.<br />
Entre tanto, el llamado Comité Ejecutivo seguía ocultamente<br />
atizando el descontento y propiciando la rebelión. Las series<br />
de huelgas sangrientas que se iniciaron en 1905 adquirieron<br />
incontenible impulso en 1910 al estallar doscientos paros<br />
obreros. Tres años más tarde las huelgas se contaban por<br />
millares.<br />
El descontento de las masas iba siendo crecientemente<br />
aprovechado como instrumento revolucionario marxista.<br />
En ese entonces el Imperio Ruso se hallaba ya tan minado<br />
que malamente podía afrontar una guerra internacional. Por<br />
eso fue tan insensato y hasta inexplicable que se lanzara a<br />
una aventura de esa índole en 1914, para apoyar a Servia en<br />
contra de Austria-Hungría. El zar dio contraorden a fin de que<br />
no se realizara la movilización general y evitar el choque con<br />
Alemania, pero el Ministro de la Guerra, Sujofinov, y todo el<br />
Estado Mayor presionaron al zar y se consumó la<br />
movilización. Alemania apoyó entonces a su aliada Austria-<br />
Hungría y entró en guerra con Rusia. No obstante que la<br />
patria rusa libraba entonces una lucha internacional, el<br />
movimiento revolucionario no cesó su propaganda para<br />
debilitar las instituciones. Además, aprovechó la anormalidad<br />
de la situación y proclamó que los obreros no tenían patria<br />
que defender, según la tesis marxista (comunista) de que la<br />
idea de patria debe extirparse de las nuevas generaciones.<br />
El gobierno ruso consideró que los judíos influían poderosa-<br />
23
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
mente en esta oposición al régimen y ordenó nuevas medidas<br />
de coerción. Muchos que por nacimiento o naturalización<br />
ostentaban las más diversas nacionalidades, e incluso la rusa,<br />
se habían mezclado en el campo y en las fábricas y hacían<br />
cundir la agitación.<br />
Poco después de iniciada la contienda, el diario ruso «Ruscoic-<br />
Snamia» abogaba por las más severas represalias contra los<br />
israelitas, a quienes se les achacaban los desórdenes<br />
internos, y hasta llegó a alentar los «progroms». No obstante<br />
que el ambiente oficial era propicio a estos extre-mismos, el<br />
régimen no quiso complicar más la situación, prohibió el<br />
diario y mantuvo a raya el antisemitismo, aunque sin poder<br />
suprimirlo del todo.<br />
En Suiza se encontraba entonces desterrado, junto con otros<br />
jefes judíos del movimiento marxista, Vladimir Ilitch (Lenin) y<br />
desde allí dirigía la agitación en la retaguardia del ejército<br />
ruso que combatía contra Alemania. Sesenta y siete años<br />
después de que dos hebreos —Marx y Engels— habían dado a<br />
la publicidad por primera vez el manifiesto comunista, otros<br />
miembros de la misma raza luchaban denodadamente por<br />
materializarlo en realidad política.<br />
Junto con los judíos Apfelbaum y Rosenfeld (conocidos bajo<br />
los nombres rusos de Zinovief y Kamenef), Lenin alentaba<br />
desde el destierro a los revolucionarios para que<br />
contribuyeran a la derrota de Rusia en la guerra que sostenía<br />
contra Alemania y Austria. En su periódico «Social<br />
Demócrata» del 27 de julio de 1915 daba la siguiente<br />
consigna: «Los revolucionarios rusos deben contribuir<br />
prácticamente a la derrota de Rusia». Proclamaba que esto<br />
abriría el Camino a la revolución.<br />
Fierre Charles, biógrafo de Lenin, afirma que en ese entonces<br />
«Lenin se entregó en cuerpo y alma a su odio por todo patriotismo...<br />
Toda defensa de la Patria —decía— es chaucinismo».<br />
Tanto fue así que los alemanes le permitieron pasar por Berlín<br />
para que se internara subrepticiamente en Rusia y aun le<br />
ayudaron económicamente ya que su labor debilitaba al<br />
24
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
ejército ruso. Así fue como Lenin pudo llegar a San<br />
Petersburgo, donde un núcleo de 30,000 israelitas,<br />
acaudillados por Trostsky, habían organizado el cuartel<br />
general del movimiento marxista revolucionario. Y desde ahí<br />
hizo circular esta proclama:<br />
«Es necesario, sin demora, educar al pueblo y al ejército en el<br />
sentido derrotista. ¡Soldados, fraternizad en las trincheras con<br />
vuestros camaradas llamados 'enemigos'!»<br />
Poco después Lenin celebraba secretos acuerdos con los jefes<br />
revolucionarios. Charles[4] refiere que asistían «Kamenef,<br />
hombre pequeño, de ojos vivaces bajo el lente; Zinovief, que<br />
se había cortado completamente el cabello ondulado de su<br />
gruesa cabeza; Ouritsky, delgado y nervioso, que más tarde<br />
aterrorizaría a Petrogrado durante algunas semanas; los tres<br />
eran de raza judía».<br />
No tardaron en reunírseles Stalin y Trotsky. La siembra<br />
marxista iniciada décadas atrás, halló en 1917 el clima más<br />
propicio para fructificar. La ya minada retaguardia del ejército<br />
ruso se debilitó aún más y el desconcierto cundió hasta las<br />
líneas avanzadas del frente de guerra; la propaganda<br />
derrotista hallaba ciertamente coyunturas en la miseria y en<br />
las bajas causadas por la contienda. La promesa de que al<br />
triunfar la revolución se repartirían tierras a todos los<br />
proletarios fue tan halagadora «que las tropas querían dejar<br />
de pelear para llegar al reparto». Coordinadamente las<br />
doctrinas bolcheviques agitaban a los militares hablándoles de<br />
los «derechos del soldado», según los cuales «los oficiales<br />
deberían ser nombrados por selección, de entre los soldados,<br />
y éstos podían discutir las órdenes de aquéllos». Desde ese<br />
momento quedó rota la disciplina, dice el Tte. Corl. Carlos R.<br />
Berzunza en su «Resumen Histórico de Rusia». Y así comenzó<br />
la última etapa del fin de la Casa Imperial Rusa. Tatiana<br />
Botkin[5] dice que acerca de la realeza y particularmente de<br />
la Emperatriz, circulaban versiones que indignaban al pueblo<br />
y alentaban al derrotismo.<br />
25
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
«Frecuentemente se encontraba uno con personas que se<br />
habían formado un concepto completamente falso sobre la<br />
familia real. Entre nosotros sólo se propagaba lo malo y nadie<br />
sabía lo bueno que en realidad existió... No podía creer que<br />
los mismos soldados, soldados rusos, en el momento de una<br />
guerra de tal magnitud, se amotinaran y mataran a su<br />
comandante y ofendieran a la familia real... Así era,<br />
desgraciadamente. En las calles de Petrogrado sucedía algo<br />
increíble. Los soldados, borrachos, sin correas, con los<br />
capotes desabrochados, unos con rifles, otros desarmados,<br />
corrían como poseídos saqueando todas las tiendas».<br />
El descrédito de la casa de los Romanof; la consigna leninista<br />
de que la derrota en el frente de guerra abriría el camino al<br />
triunfo de la revolución; las crecientes bajas y la miseria; la<br />
promesa de que un nuevo régimen daría tierras al<br />
proletariado; el relajamiento de la disciplina; las doctrinas de<br />
igualdad y supresión de las jerarquías, etc., convergieron por<br />
fin en el estallido de la revolución. La mecha que encendiera<br />
el polvorín podía haber sido cualquier cosa. Como en el<br />
conocido fenómeno físico de la sobrefusión, cuando la mente<br />
de un pueblo llega a su tensión máxima basta el más<br />
insignificante incidente para producir el estallido.<br />
Tatiana Botkin refiere así el principio del fin del imperio:<br />
«En Kronstadt —precisamente en las cercanías del cuartel<br />
general que los caudillos israelitas del marxismo habían<br />
formado secreta-mente en San Petersburgo— empezó la<br />
bestial matanza de oficiales. Una vez muertos, los cubrían con<br />
heno, los rociaban con petróleo y les prendían fuego. Metían<br />
en los ataúdes personas aún con vida junto a cadáveres,<br />
fusilaban a los padres a la vista de sus propios hijos, etc. En<br />
el frente, los soldados fraternizaban con los alemanes y<br />
retroce-dían, a pesar de los enormes contingentes reunidos<br />
antes de la revolu-ción... el sepelio de las víctimas de la<br />
revolución en Retrogrado, fue una mascarada. Los<br />
revolucionarios recogieron cuerpos de descono-cidos, muertos<br />
de frío o por accidente, incluso unos chinos que habían<br />
fallecido de tifo, los colocaron en los ataúdes forrados de rojo,<br />
26
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
los trasladaron al 'Campo de Marte' y erigieron un gran<br />
túmulo».<br />
Esto alentaba la agitación y servía de bandera a los<br />
revolucionarios.<br />
Por otra parte, en ningún momento los iniciadores del<br />
marxismo en Rusia carecieron de solidaridad y aliento de sus<br />
hermanos de raza ni en el extranjero. El 14 de febrero de<br />
1916 se celebró en Nueva York un Congreso de las<br />
Organizaciones Revolucionarias Rusas, alentadas e inspiradas<br />
por inteligentes israelitas. El magnate judío-americano Jacobo<br />
Schjff era uno de los que costeaban los gastos de estos<br />
trabajos políticos; ayudaba particularmente a León Trotsky,<br />
también israelita. Otros banqueros judíos, tales como Kuhn<br />
Loeb, Félix Warburg. Otto Kahn, Mortimer Schiff y Olef<br />
Asxhberg, daban también su ayuda económica desde Nueva<br />
York.<br />
Pese a todo lo que en apariencia hubiera de inexplicable en<br />
esas relaciones entre los marxistas revolucionarios de Rusia y<br />
los magnates israelitas de América, en el fondo regía la<br />
profunda solidaridad de la raza y el anhelo común de la<br />
reivindicación hebrea. Unos la buscaban con el instrumento<br />
que su compatriota Marx les había heredado en el Manifiesto<br />
Comunista de 1848 y otros la procuraban con el instrumento<br />
del oro y las finanzas. Dos distintos medios, pero un mismo<br />
fin. Y si el destino del mundo iba a jugarse en dos barajas de<br />
política internacional —el super capitalismo y el marxismo—,<br />
tener ases en ambas era asegurar el triunfo de la causa<br />
común, cualquiera que fuese el resultado de la gran lucha.<br />
Los pacientes esfuerzos de los caudillos marxistas y de<br />
quienes los ayudaron desde el extranjero desembocaron el 7<br />
de noviembre de 1917 en el estallido de la revolución<br />
comunista.<br />
El zar fue detenido y entre las primeras rectificaciones<br />
políticas figuró la abolición de las restricciones jurídicas<br />
impuestas a los judíos. El camino a los puestos públicos<br />
quedó abierto para ellos. Toda tendencia política perjudicial al<br />
judaísmo fue declarada fuera de la ley por decreto de julio de<br />
27
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
1918. Entre las tropas del general Budieny ocurrieron actos<br />
violentos contra los judíos y fueron severamente reprimidos.<br />
A ese respecto el escritor judío Salomón Resnick dice en su<br />
libro «5 Ensayos Sobre Temas Judíos»:<br />
«Pronto sobrevino una vigorosa reacción contra tales<br />
desviaciones: 138 cosacos, entre ellos varios comandantes,<br />
fueron condenados a muerte y se impuso a todo soldado rojo<br />
la obligación de luchar contra el antisemitismo, esa herencia<br />
vergonzosa, criminal y sangrienta».<br />
La casa de los Romanof fue exterminada. Tatiana Botkin<br />
refiere así el final del Zar, de la Zarina, del Zarevich y de las<br />
princesas Olga, Tatiana, María y Anastasia:<br />
«En la prisión —casa de Ipatiev— de Ekaterimburgo, la familia<br />
real sufría mil vejaciones. La situación de todos empeoró al<br />
ser nombrado otro comisario, el judío Yurovsky. El trato de<br />
los guardias se convirtió en un verdadero martirio, que sus<br />
majestades soportaban con verdadera resignación cristiana.<br />
Por comida les daban las sobras de los guardias, quienes<br />
además escupían en los platos. Luego les servían la comida y<br />
se las arrebataban cuando empezaban a comer. En la noche<br />
del 3 de julio de 1918 fueron bárbaramente asesinados.<br />
»Cuando penetró Yurovsky con 12 soldados, de los cuales<br />
sólo dos eran rusos (los demás judíos y letones), Yurovsky se<br />
encaró con el emperador y le dijo: 'Usted se ha negado a<br />
aceptar la ayuda de sus familiares (en el extranjero) por lo<br />
que tengo que fusilarlo'. El emperador se persignó, abrazó a<br />
su hijo con toda serenidad y se arrodilló. La emperatriz hizo lo<br />
mismo. Sonaron unos disparos. Yurovsky disparó sobre el<br />
emperador; los soldados sobre los demás. Dieron vuelta a los<br />
cadáveres y los asaetearon con las bayonetas. Después de<br />
esta carnicería los cadáveres fueron despojados de cuanto<br />
llevaban, arrojados a un camino y de ahí conducidos a un<br />
bosque cercano, donde fueron incinerados en dos hogueras:<br />
una de fuego y la otra de ácidos»<br />
Inútilmente Nicolás II, lo mismo que su padre Alejandro III, y<br />
su abuelo Alejandro II, se habían empeñado en reprimir a<br />
quienes encabezaban o coordinaban el descontento de las<br />
28
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
masas, pero sin lograr nada decisivo para suprimir el<br />
descontento mismo. Mientras por un lado el malestar público<br />
crecía con la pobreza, por el otro las autoridades se<br />
esforzaban superficialmente en suprimir a quienes se valían<br />
de ese malestar como instrumento para una magna<br />
revolución.<br />
Sesenta y nueve años después que Marx y Engels habían<br />
creado su magistral fórmula de agitación, sus descendientes<br />
raciales lograban que un gran imperio se viniera abajo. Era<br />
ese el primero de sus fabulosos triunfos. (A la revolución<br />
bolchevique siguió una violenta contrarrevolución encabezada<br />
por los generales Antón Ivanovitch, Deniken, Kolchak,<br />
Wrangel y Yudenitch. Llegaron a arrebatarles a los rojos<br />
territorios con más de un millón de kilómetros cuadrados y se<br />
aproximaron amenazadoramente a Leningrado y Moscú.<br />
Deniken esperaba ayuda de los gobiernos inglés y francés,<br />
pero no la obtuvo. En contraste, los bolcheviques sí lograban<br />
ayuda de los israelitas del extranjero y vencieron a las<br />
fuerzas de Deniken).<br />
El judío Alejandro Kerensky (originalmente apellidado Adler),<br />
que se había infiltrado en el gobierno del zar para ayudar<br />
secretamente al triunfo de los comunistas, emigró después al<br />
Occidente para presentarse como «anticomunista». Bajo ese<br />
disfraz mantuvo contacto con los rusos exiliados,<br />
auténticamente enemigos del comunismo, y fue un factor<br />
decisivo para neutralizar sus esfuerzos.<br />
LOS DOS ELEMENTOS QUE FORMARON EL BOLCHEVISMO<br />
Es siempre costumbre que el triunfo tenga muchos autores,<br />
auténticos o no, y que en cambio todos rehuyan la paternidad<br />
de los fracasos; pero el triunfo de la revolución rusa es una<br />
de las excepciones de esa regla. Por lo menos hasta ahora<br />
sólo se ha atribuido fragmentaria y tenuemente a la<br />
comunidad israelita. Y esto no obstante la evidencia de que la<br />
base ideológica de la revolución rusa la crearon los judíos<br />
Marx y Engels; la pusieron en movimiento social Lenin,<br />
Zinoviev, Kamenev, Bronstein y otros israelitas; la solapó y<br />
29
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
ejecutó a medias el hebreo Kerensky; la ayudaron<br />
económicamente desde EE. UU. los magnates Kuhn Loeb,<br />
Félix Warburg, Otto Kahn, Mortimer Schiff y Olef Asxhberg, y<br />
la hicieron posible agitando a las masas proletarias un<br />
sinnúmero de comisarios israelitas, como judíos eran —<br />
simbólicamente— 10 de los 12 revolucionarios que ejecutaron<br />
a la familia real de los Romanof.<br />
Uno de los modernos profetas del semitismo, Teodor Herzl, ya<br />
había advertido antes del triunfo de la revolución rusa:<br />
«Somos una nación, un pueblo... Cuando los judíos nos<br />
hundamos, seremos revolucionarios, seremos los suboficiales<br />
de los partidos revolucionarios. Al elevarnos nosotros subirá<br />
también el inmarcesible poder del dinero judío» («Un Estado<br />
judío»).<br />
Son numerosísimas las huellas que los israelitas dejaron en la<br />
preparación y la consumación de la revolución rusa, pero por<br />
uno u otro motivo la difusión de estos hechos ha sido tan<br />
lenta y fragmentaria que generalmente suenan a<br />
inverosímiles o fantásticos cuando se les conoce en toda su<br />
magnitud.<br />
Ni la universalmente reconocida seriedad de Henry Ford libró<br />
a esas revelaciones de las dudas que lógicamente producen:<br />
«Una Rusia Soviética hubiese sido sencillamente imposible —<br />
dice Henry Ford en El Judío Internacional—, a no ser que un<br />
90% de los comisarios fueran judíos. Otro tanto hubiera<br />
ocurrido en Hungría, de no ser judío Bela-Khun («El Príncipe<br />
Rojo») y con él 18 de sus 24 comisarios... El Soviet no es una<br />
institución rusa, sino judía».<br />
Agrega que al triunfar la Revolución bolchevique, el nuevo<br />
régimen fue integrado preponderantemente con israelitas y<br />
cita el siguiente cuadro:<br />
30
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
«Cuando Rusia se hundió —afirma—, inmediatamente surgió<br />
el judío Kerensky. Como sus planes no fueron suficientemente<br />
radicales, le sucedió Trotsky. Actualmente, en Rusia (1920),<br />
en cada comisario hay un judío. De sus escondrijos irrumpen<br />
los judíos rusos como un ejército bien organizado... Todos los<br />
banqueros judíos en Rusia permanecieron sin ser molestados,<br />
mientras que a los banqueros no judíos se les fusiló... El<br />
bolchevismo es anticapitalista sólo contra la propiedad no<br />
judía. Si el bolchevismo hubiese sido realmente anticapitalista,<br />
hubiera matado de un solo tiro al capitalismo<br />
judío. Pero no fue así... Sólo a los judíos se les pueden remitir<br />
víveres y auxilios de otros países, en Rusia».<br />
El mismo autor hace una cita del Dr. Jorge A. Simons, sacerdote<br />
cristiano, que escribió:<br />
«Centenares de agitadores salidos de los barrios bajos del<br />
Este de Nueva York se encontraron en el séquito de Trotsky...<br />
A muchos nos sorprendió desde un principio el elemento<br />
marcadamente judío de aquél y se comprobó muy pronto que<br />
más de la mitad de todos esos agitadores del llamado<br />
movimiento sovietista eran judíos».<br />
Asimismo cita a William Huntington, agregado comercial americano<br />
en Retrogrado durante la revolución, quien declaró que<br />
31
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
«en Rusia todo mundo sabe que tres cuartas partes de los<br />
jefes bolcheviques eran judíos».<br />
Coincidiendo con todo lo anterior, el periódico ruso «Hacia<br />
Moscú», de septiembre de 1919, dijo: «No debe olvidarse que<br />
el pueblo judío, reprimido durante siglos por reyes y señores,<br />
representa genuinamente el proletariado, la internacional<br />
propiamente dicha, lo que no tiene patria».<br />
Y Cohan escribía en «El Comunista», de abril de 1919:<br />
«Puede decirse sin exageración que la gran revuelta social<br />
rusa fue realizada sólo por manos judías El símbolo del<br />
judaísmo, que durante siglos luchó contra el capitalismo, se<br />
ha convertido también en el símbolo del proletariado ruso,<br />
como resulta de la aceptación de la estrella roja de cinco<br />
puntas que como es sabido fue antiguamente el símbolo del<br />
sionismo y del judaísmo en general».<br />
Desde un punto de observación muy distante, el investigador<br />
Schubart se refiere a este mismo asunto en los siguientes<br />
términos[1]:<br />
«También la nacionalidad de los jefes bolcheviques, entre los<br />
cuales hay un gran contingente de judíos, lituanos y<br />
grusinios, indica el carácter extraño, no ruso, de este<br />
movimiento. El marxismo no tiene más que una peculiaridad<br />
que encuentra afinidad de sentir en el ruso: es el meollo<br />
mesiánico de la doctrina. Lo sintió el alma eslava con fino<br />
olfato, y lo tomó por punto de partida... El occidental siente<br />
latir más fuerte su corazón al pasar revista a sus bienes; en el<br />
ruso está vivo el sentimiento de que las posesiones nos<br />
poseen a nosotros, de que el poseer significa ser poseído, de<br />
que en medio de la riqueza se ahoga la libertad espiritual».<br />
Schubart no es el único en considerar que en la idiosincrasia<br />
rusa había propicias coyunturas para que el marxismo teórico<br />
y utópico ganara adeptos que luego se convirtieran en<br />
instrumento para los organizadores judíos. Oswaldo Spengler<br />
apuntó en «Decadencia de Occidente»:<br />
32
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
«El alma rusa, alma cuyo símbolo primario es la planicie<br />
infinita, aspira a deshacerse y perderse, sierva anónima, en el<br />
mundo de los hermanos... La vida interior del ruso, mística,<br />
siente como pecado el pensamiento del dinero».<br />
Otro filósofo, el Conde de Keyserling[2], coincide con los dos<br />
anteriores: «Los rusos son tan profundamente religiosos en el<br />
alma que incluso el materialismo, el ateísmo, la<br />
industrialización y el plan quinquenal les sirven de iconos».<br />
Igualmente, el sacerdote jesuíta norteamericano E. A. Walsh,<br />
que vivió en la URSS en 1923, opina en su libro «Imperio<br />
Total»:<br />
«El mujik ruso, cuando está impregnado de vodka, revela una<br />
sórdida grosería y una torpe animalidad sólo limitada por la<br />
capacidad física. Pero, terminada la orgía, llorará con su<br />
prójimo en fraterna comprensión, perdonará a los ladrones,<br />
cobijará a los asesinos con compasión y manifestará<br />
instantánea simpatía hacia todos sus compañeros de<br />
peregrinación en este valle de lágrimas, y al arar exclamará:<br />
'Dios, ten piedad'».<br />
Otto Skorzeny, que como oficial alemán conoció a los rusos<br />
durante cuatro años de lucha, da el testimonio de que:<br />
«el soldado que fue a la guerra por el materialismo dialéctico<br />
posee, en realidad, un idealismo religioso... Casi puede<br />
decirse que el ruso, en cuanto a alcanzar su objetivo ideal, es<br />
un enemigo de lo posible: necesita objetivos lejanos y<br />
fantásticos»[3].<br />
Son innumerables los investigadores que habiendo estudiado<br />
la psicología del ruso coinciden en que bajo su dureza<br />
acorazada por el sufrimiento de siglos y que bajo su crueldad<br />
propia de los caracteres primitivos, late un vigoroso<br />
sentimiento místico. Y es precisamente en este sentimiento,<br />
espontáneo y de distinta índole que el pensamiento lógico,<br />
donde el marxismo israelita se injertó; donde el marxismo<br />
33
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
encontró un punto de apoyo para erigirse en fuerza<br />
gigantesca.<br />
El empuje indiscutible del bolchevismo surgió de dos factores:<br />
la fórmula alucinante y utópica de Marx y el sencillo<br />
misticismo de las almas rusas. Y fueron judíos quienes<br />
combinaron ambos factores como se combinan la glicerina y<br />
el ácido nítrico para obtener la dinamita.<br />
El bolchevismo cundió luego con su propia dinámica y no<br />
requirió razones para subsistir; incluso pudo hacerlo pese a<br />
las realidades que lo contradecían. Tal es el mecanismo de los<br />
movimientos sociales que llegan a erigirse en creencias<br />
místicas o seudomísticas.<br />
Algo de esto señala Max Eastman al afirmar: «El comunismo<br />
es una doctrina que no puede ser científica, pues es<br />
exactamente lo contrario: religión»[4].<br />
Y algo muy semejante señala Gustavo Le Bon en «Ayer y<br />
Mañana»:<br />
«Las creencias de forma religiosa, como el socialismo, son<br />
inconmovibles porque los argumentos no hacen mella en una<br />
convicción mística... Todos los dogmas, los políticos sobre<br />
todo, se imponen generalmente por las esperanzas que hacen<br />
nacer y no por los razonamientos que invocan... La razón no<br />
ejerce influencia alguna sobre las fuerzas místicas».<br />
Así se explica que pese a su procedencia extranjera, pues el<br />
marxismo no era ruso ni sus propagadores tampoco, grandes<br />
masas del pueblo lo hicieron entusiastamente suyo, por lo<br />
menos en la etapa inicial. Lo captaron por una de sus fases,<br />
por la fase mística de la reivindicación del indigente, y para<br />
esta espontánea adhesión no necesitaban ni investigar<br />
orígenes ni razonar sobre las bases científicas del<br />
movimiento. Durante milenios el hombre ha anhelado barrer<br />
el abuso de los poderosos y disfrutar de justicia social. Al<br />
34
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
prometer la satisfacción de ese viejo anhelo, los creadores<br />
israelitas del comunismo lograron un formidable triunfo<br />
psicológico y político. Dentro de sus propias filas raciales la<br />
minoría judía de Rusia carecía de la fuerza del número, pero<br />
la conquistó entre las masas no semitas —e inclusive<br />
antisemitas— gracias a las promesas populares que el<br />
comunismo hacía. Y a fin de garantizar que esta poderosa<br />
arma política se mantuviera siempre dirigida por sus<br />
creadores, se le dio el dogma de la internacionalización, de tal<br />
manera que se cometía una herejía al querer servir al<br />
proletario sin la consigna emanada de Moscú, sede del<br />
marxismo-israelita.<br />
Todo movimiento social que se atreviera a violar ese dogma<br />
era objeto de la más violenta hostilidad, no porque sirviera<br />
mejor o peor los intereses del proletariado, sino porque se<br />
sustraía al control de los creadores del marxismo.<br />
Apenas afianzado el nuevo régimen en el Poder, una súbita<br />
lucha antirreligiosa comenzó a realizarse con extraordinaria<br />
eficacia. Como si fuera obra de factores no rusos, esa lucha<br />
era sistemática y carecía de la imprevisión y de la<br />
desorganización(,) propias del ambiente moscovita. En su<br />
implacable eficacia se advertía el sello de una mano extraña.<br />
«En la fachada del Ayuntamiento de Moscú, en vez de la<br />
imagen que se veneraba, se inscribió la frase de Lenin: La<br />
religión es el opio del pueblo»[5].<br />
Frecuentemente se ha visto que un movimiento religioso,<br />
nutriéndose de su propia fe, se lance contra otro movimiento<br />
religioso y trate de proscribirlo. Religión contra religión es un<br />
fenómeno muchas veces presenciado en la historia. Pero que<br />
en un medio eminentemente religioso nazca un movimiento<br />
inflexiblemente ateísta, dirigido contra todas las religiones, es<br />
un fenómeno nuevo. ¿De dónde un movimiento político, que<br />
oficialmente se apoya en masas religiosas, extrae la<br />
inspiración y las energías necesarias para constituirse<br />
fanáticamente en un movimiento antirreligioso?<br />
35
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Ha sido también más o menos frecuente que por<br />
conveniencias políticas un régimen hostilice a una religión y<br />
se apoye en otras. Pero en Rusia, por primera vez con<br />
inconfundible claridad y con extraordinario celo, todas las<br />
religiones empezaron a ser perseguidas en cuanto triunfó el<br />
bolchevismo.<br />
Lo que el cristianismo padeció en la época antirreligiosa del<br />
Imperio Romano tenía la explicación de que se trataba de una<br />
religión nueva sin muchos adeptos en la masa del pueblo. En<br />
cambio, en Rusia, los sentimientos religiosos eran ya<br />
populares cuando el Bolchevismo comenzó a imperar. 929<br />
años antes Rusia se había convertido al cristianismo. Que en<br />
un pueblo sin religión se combata una nueva religión, parece<br />
explicable; pero que en un pueblo religioso surja un régimen<br />
intransigentemente antirreligioso, es un fenómeno de<br />
orígenes extraños al pueblo mismo. Y tal fue lo que sucedió<br />
en Rusia.<br />
El teniente coronel Carlos R. Berzunza dice en su resumen<br />
histórico:<br />
«Numerosas iglesias fueron convertidas en teatros. La<br />
revolución inició luego la lucha contra todas las religiones, por<br />
todos los medios... Se prohibió la enseñanza religiosa a<br />
menores de 18 años. La iglesia protestó. De 900 conventos<br />
fueron arrasados 722».<br />
La resistencia de los fieles fue casi pulverizada y 29 obispos y<br />
sacerdotes pagaron con su vida la oposición al régimen y<br />
fueron las primeras víctimas de una serie de ejecuciones<br />
bolcheviques que más tarde recibieron el nombre de<br />
«purgas». Para el 7 de noviembre de 1923 la primera ola de<br />
«purgas» había aniquilado a 6,000 profesores, 9,000<br />
médicos, 54,000 oficiales, 260,000 soldados, 70,000 policías,<br />
12,000 propietarios, 355,000 intelectuales, 193,290 obreros y<br />
815,950 campesinos, en mayor o menor grado culpables de<br />
oposición. Esta furia aparentemente ciega tenía por objeto<br />
36
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
aniquilar a la clase pensante y a los núcleos que podían<br />
inspirar y organizar la resistencia al nuevo régimen.<br />
En cuanto a los orígenes antirreligiosos del bolchevismo son<br />
evidentes. Supuesto que no residían en las masas populares,<br />
ni tampoco en ninguna otra religión con predominio en Rusia,<br />
se hallaban exclusivamente entre los organizadores israelitas<br />
del movimiento revolucionario, quienes seguían la sentencia<br />
de Marx: «El judaísmo es la muerte del cristianismo»[6]<br />
Ciertamente la masonería también fue un factor en esa lucha<br />
antirreligiosa, pero en última instancia la masonería es sólo<br />
uno de los brazos del judaísmo. Este creó en Egipto las<br />
primeras células secretas en el siglo XV antes de nuestra era,<br />
cuando los judíos necesitaron protegerse y ayudarse<br />
eficazmente bajo el dominio de los faraones. Siglos después<br />
esa sociedad se hizo extensiva a los no judíos, con objeto de<br />
aprovecharlos para los fines políticos israelitas, y se le dio un<br />
aspecto de fraternidad y liberalismo. Persistió, sin embargo,<br />
el ambiente de misterio bajo el cual había nacido la<br />
masonería, y todavía un enorme número de masones ignora<br />
hoy su vinculación con el movimiento político judío, a pesar<br />
de que son de origen hebreo todos los nombres de sus<br />
grados, sus símbolos y sus palabras de paso, como Jehová,<br />
Zabulón, Nekam Nekar, Adonai, etc. Esto puede comprobarlo<br />
cualquier «iniciado» que conozca a la vez la historia judía[7].<br />
Por eso es que desde el grado tercero de la masonería se<br />
designa con símbolos judíos a Jesucristo, a la iglesia y a los<br />
cristianos, como la «ignorancia», el «fanatismo» y la<br />
«superstición», respectivamente, (Jubelás, Jubelós y<br />
Jubelum) y se plantea simbólicamente la lucha contra ellos.<br />
Ya en 1860 el español Vicente de la Fuente había escrito en<br />
«Historia de las Sociedades Secretas»:<br />
«Esa sociedad proscrita en todas partes, y que en todas<br />
partes se halla sin patria, que en tal concepto desprecia las<br />
ideas de nacionalidad y patria, sustituyéndolas con un frío y<br />
escéptico cosmopolitismo, ésa tiene la clave de la<br />
37
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
francmasonería. El calendario, los ritos, los mitos, las<br />
denominaciones de varios objetos suyos, todos son tomados<br />
precisamente de esa sociedad proscrita: el judaísmo.<br />
»La francmasonería en su principio es una institución peculiar<br />
de los judíos, hija del estado en que vivían, creada por ellos<br />
para reconocerse, apoyarse y entenderse sin ser sorprendidos<br />
en sus secretos, buscarse auxiliares poderosos en todos los<br />
países, atraer a sí a todos los descontentos políticos, proteger<br />
a todos los enemigos del cristianismo.<br />
»Es público que todos los periódicos más revolucionarios e<br />
impíos de Europa están comprados por los judíos, o reciben<br />
subvenciones de ellos y de sus poderosos banqueros, los<br />
cuales a la vez son francmasones».<br />
Este paralelismo del judaísmo político y de la masonería lo<br />
confiesa el propio israelita Trotsky en su biografía, al referirse<br />
a su encarcelamiento de 1898:<br />
«Hasta entonces —dice— no había tenido ocasión de<br />
consultar las obras fundamentales del marxismo. Los estudios<br />
sobre la masonería me dieron ocasión para contrastar y<br />
revisar mis ideas. No había descubierto nada nuevo». («Mi<br />
Vida». —León Trotsky).<br />
Todo lo anterior explica el carácter furiosamente antirreligioso<br />
de la época actual de la historia rusa. Una época<br />
categóricamente materialista y antirreligiosa, tal como la<br />
delineó Marx en su «Introducción a la Filosofía del Derecho,<br />
de Hegel», al afirmar que sólo existe la materia. Una época<br />
tal como la planeó Lenin al afirmar que «el socialismo, por<br />
medio de la ciencia, combate el humo de la religión».<br />
En 37 diversas dependencias de las primeras fases del Estado<br />
Soviético figuraron 459 dirigentes de origen judío y 43 rusos,<br />
cuyos nombres y cargos aparecen especificados en el libro<br />
«La Gran Conspiración Judía», de Traían Romanescu.<br />
ALEMANIA, META INMEDIATA DEL MARXISMO<br />
38
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
En la segunda mitad del siglo pasado, mientras que en Rusia<br />
se abrían paso las doctrinas revolucionarias marxistas, el<br />
Imperio Alemán resurgía en 1871 forjado en la victoria de<br />
Sedán, bajo Guillermo I. Este segundo Reich era la cúspide de<br />
fuerzas cuya inquietud brillaba precisamente entonces en<br />
diversas ramas del saber: Goethe en la literatura; Beethoven,<br />
Mozart y Wagner en la música; Kant y Schopenhauer en la<br />
filosofía; Von Moltke en la milicia; Kirchhoff y Bunsen en la<br />
física y la química, y Nipkow en la mecánica. Sin embargo, en<br />
el campo de la política el alemán no tenía nada nuevo bajo la<br />
férrea forma de su imperio, y esto hizo creer a los<br />
propulsores israelitas del marxismo que sería fácil asentar en<br />
Alemania la primera base de la «revolución mundial».<br />
En efecto, KarI Marx (judío originalmente llamado Kissel<br />
Mordekay) y su compatriota Frederik Engels, quisieron que el<br />
marxismo se materializara en régimen político primero en<br />
Alemania y después en Rusia. En su «Manifiesto Comunista»<br />
de 1848, ambos israelitas especificaron:<br />
«A Alemania sobre todo es hacia donde se concentra la<br />
atención de los comunistas, porque Alemania se encuentra en<br />
vísperas de una revolución burguesa y porque realizará esta<br />
revolución en condiciones más avanzadas de la civilización<br />
europea y con un proletariado infinitamente más<br />
desarrollado».<br />
Pero un año después de publicado el Manifiesto Comunista, el<br />
marxismo sufrió un golpe inesperado en Alemania. Su primer<br />
intento para apoderarse de las masas proletarias fracasó en<br />
junio de 1849. La disciplina y el nacionalismo inculcados por<br />
la milicia eran una barrera ante la revolución internacionalizada<br />
del marxismo. El general Helmuth von Moltke<br />
señalaba que esa «cólera moral» fascinaba a los demócratas<br />
y se extendía por toda Europa reclutando en sus filas<br />
«abogados, literatos y tenientes echados del servicio». En<br />
1864 Marx fundó la Primera Internacional para impulsar la<br />
agitación internacional, particularmente en Alemania y Rusia.<br />
39
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
El comunismo anhelaba el control de Alemania por sus<br />
capacidades industriales y guerreras y el de Rusia por sus<br />
vastos recursos naturales y humanos. Ya en 1,776 el judío<br />
alemán Adán Weishaupt había creado la secta masónica de<br />
los Iluminados de Baviera, que con el señuelo de dar el<br />
dominio político mundial a los germanos pretendió utilizarlos<br />
para extender todos los principios que más tarde aprovechó<br />
Marx en sus teorías. Pero esta secta fue prohibida y no<br />
alcanzó sus metas en Alemania, aunque sí fue uno de los<br />
movimientos precursores de la Revolución Francesa[8].<br />
Más tarde, Lenin insistía en el sueño de Weishaupt y de Marx<br />
y les decía a sus legionarios que la tarea inmediata era<br />
«unir el proletariado industrial de Alemania, Austria y<br />
Checoslo-vaquia con el proletariado de Rusia creando así una<br />
poderosa combinación industrial y agraria desde Vladibostock<br />
hasta el Rhin».<br />
Y varios intentos se realizaron con este objeto. «Lenin dijo un<br />
día[9] que si era preciso sacrificar la revolución rusa a la<br />
revolución alemana, que representaba muchas más<br />
probabilidades de buen éxito, no dudaría en hacerlo. Las<br />
riquezas agrícolas de Rusia y las riquezas industriales de<br />
Alemania formarían una potencia gigantesca».<br />
El propio Lenin dijo también al general Alí Fuad Bajá, primer<br />
embajador turco en la URSS:<br />
«Si Alemania acepta la doctrina bolchevique me trasladaré<br />
inmediatamente de Moscú a Berlín. Los alemanes son gente<br />
de principios y permanecen fieles a las ideas una vez que han<br />
aceptado su verdad. Proporcionarán un medio mucho más<br />
favorable para la propagación de la revolución mundial que<br />
los rusos, cuya conversión exigirá mucho tiempo»[10].<br />
Pero el arraigado patriotismo del alemán era un obstáculo<br />
para eso. Aun abrazando el marxismo, lo privaba de su sello<br />
internacionalista. John Plamenats refiere que Lasalle, judío<br />
40
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
fundador del Partido Socialista Alemán, no pudo llegar a<br />
proclamar abiertamente el comunismo. Sin embargo, la<br />
doctrina hacía progresos y Plamenats afirma que el «Partido<br />
Democrático Socialista Alemán adoptó un programa<br />
completamente marxista en espíritu. Entre tanto, la industria<br />
alemana se desarrollaba rápidamente, y en poco tiempo este<br />
partido se convirtió en el más grande del Estado. Lenin creía<br />
que con ayuda de los trabajadores alemanes, los rusos<br />
podrían evitar los peligros que de otro modo se derivarían de<br />
una Revolución prematura»[11].<br />
En vísperas de la primera guerra mundial el marxismo<br />
luchaba con igual denuedo en Rusia y en Alemania, si bien<br />
con distinta táctica. El más alto nivel cultural y económico del<br />
pueblo alemán impedía progresos tan rápidos como los<br />
logrados entre las masas analfabetas y paupérrimas de Rusia.<br />
En Alemania había mejor información sobre los orígenes de<br />
las diversas tendencias políticas y esto impedía que muchos<br />
cayeran en redes hábilmente tendidas. El periodista Marr, el<br />
historiador Treitschke, el pastor Stoecker, el filósofo Duehring<br />
y el profesor Rohling llamaron frecuentemente la atención<br />
sobre la secreta influencia del judaísmo y habían gestionado<br />
con Bismarck que se le refrenara. Pero de todas maneras el<br />
Partido Democrático Socialista Alemán, con inspiración<br />
marxista, iba ganando terreno en los sindicatos.<br />
Años más tarde —a principios de 1913—, un joven<br />
descendiente de aldeanos, de 20 años de edad, que de peón<br />
había ascendido a acuarelista, reflexionaba en Munich que:<br />
«...la nación no era —según los marxistas— otra cosa que<br />
una invención de los capitalistas; la patria, un instrumento de<br />
la burguesía, destinado a explotar a la clase obrera; la<br />
autoridad de la ley, un medio de subyugar al proletariado; la<br />
escuela, una institución para educar esclavos y también<br />
amos; la religión, un recurso para idiotizar a la masa<br />
predestinada a la explotación; la moral, signo de estúpida<br />
41
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
resignación, etc. Nada había, pues, que no fuese arrojado en<br />
el lodo más inmundo».<br />
Ese joven artesano, llamado Adolfo Hitler, era partidario del<br />
sindicalismo, pero no bajo la inspiración internacionalista de<br />
Marx, sino bajo el ideal nacionalista de Patria y de Raza:<br />
«Esta necesidad —la de los sindicatos y su lucha— tendrá que<br />
considerarse como justificada mientras entre los patrones<br />
existan hombres no sólo faltos de todo sentimiento para con<br />
los deberes, sino carentes de comprensión hasta para los más<br />
elementales derechos humanos... El sindicalismo, en sí, no es<br />
sinónimo de 'antagonismo social'; es el marxismo quien ha<br />
hecho de él un instrumento para la lucha de clases... La<br />
huelga es un recurso que puede o que ha de emplearse<br />
mientras no exista un Estado racial, encargado de velar por la<br />
protección y el bienestar de todos, en lugar de fomentar la<br />
lucha entre los dos grandes grupos —patrones y obreros— y<br />
cuya consecuencia, en forma de la disminución de la<br />
producción, perjudica siempre los intereses de la comunidad».<br />
Concebía entonces que en el futuro:<br />
«...dejarán de estrellarse los unos contra los otros —obreros<br />
y patrones— en la lucha de salarios y tarifas, que daña a<br />
ambos, y de común acuerdo arreglarán sus divergencias ante<br />
una instancia superior imbuida en la luminosa divisa del bien<br />
de la colectividad y del Estado... Es absurdo y falso afirmar —<br />
decía— que el movimiento sindicalista sea en sí contrario al<br />
interés patrio. Si la acción sindicalista tiende y logra el<br />
mejoramiento de las condiciones de vida de aquella clase y<br />
constituye una de las columnas fundamentales de la nación,<br />
obra no sólo como no enemiga de la patria o del Estado, sino<br />
nacionalmente en el más puro sentido de la palabra. Su razón<br />
de ser está, por tanto, totalmente fuera de duda».<br />
Con la impetuosidad propia de su edad, y además de su<br />
carácter, Hitler trataba de persuadir a sus compañeros de que<br />
la defensa del proletariado no era la meta del marxismo, ya<br />
que si el proletariado llegaba a satisfacer sus propias<br />
necesidades, desaparecería como instrumento de lucha de<br />
quienes acaudillaban el marxismo. Ahondando en esta<br />
42
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
hipótesis, llegó a un punto que habría de ser elemento básico<br />
en la génesis del nacionalsocialismo, sistema político que<br />
luego se divulgó con el apócope de «nazi». Por ese entonces<br />
—según posteriormente refirió— creía que los judíos nacidos<br />
en Alemania sólo se diferenciaban en la religión.<br />
«El que por eso se persiguiese a los judíos como creía yo,<br />
hacía que muchas veces mi desagrado frente a exclamaciones<br />
deprimentes para ellos subiese de punto... Tuve una lucha<br />
para rectificar mi criterio... Esta fue sin duda la más<br />
trascendental de las transformaciones que experimenté<br />
entonces; ella me costó una intensa lucha interior entre la<br />
razón y el sentimiento. Se trataba de un gran movimiento que<br />
tendía a establecer claramente el carácter racial del judaísmo:<br />
el sionismo... Tropecé con él inesperadamente donde menos<br />
lo hubiera podido suponer; judíos eran los dirigentes del<br />
Partido Social Demócrata. Con esta revelación debió terminar<br />
en mí un proceso de larga lucha interior. Examiné casi todos<br />
los nombres de los dirigentes del Partido Social Demócrata;<br />
en su gran mayoría pertenecían al pueblo elegido; lo mismo si<br />
se trataba de representantes en el Reichstag que de los<br />
secretarios de las asociaciones sindicalistas, que de los<br />
presidentes de las organizaciones del Partido, que de los<br />
agitadores populares... Austerlitz, David, Adler, Allenbogen,<br />
etc.<br />
»Un grave cargo más pesó sobre el judaísmo ante mis ojos<br />
cuando me di cuenta de sus manejos en la prensa, en el arte,<br />
en la literatura y el teatro. Comencé por estudiar<br />
detenidamente los nombres de todos los autores de inmundas<br />
producciones en el campo de la actividad artística en general.<br />
El resultado de ello fue una creciente animadversión de mi<br />
parte hacia los judíos. Era innegable el hecho de que las<br />
nueve décimas partes de la literatura sórdida, de la trivialidad<br />
en el arte y el disparate en el teatro, gravitaban en el debe de<br />
una raza que apenas si constituía una centésima parte de la<br />
población total del país.<br />
43
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
»Ahora veía bajo otro aspecto la tendencia liberal de esa<br />
prensa. El tono moderado de sus réplicas o su silencio de<br />
tumba ante los ataques que se le dirigían debieron<br />
reflejárseme como un juego a la par hábil y villano. Sus<br />
críticas glorificantes de teatro estaban siempre destinadas al<br />
autor judío y jamás una apreciación negativa recaía sobre<br />
otro que no fuese un alemán. El sentido de todo era tan<br />
visiblemente lesivo al germanismo, que su propósito no podía<br />
ser sino deliberado».<br />
PARÉNTESIS DE GUERRA<br />
Tal fue, en síntesis, el proceso del nacimiento del<br />
nacionalsocialismo: frente al carácter internacionalista del<br />
marxismo, un categórico nacionalismo apoyado en las ideas<br />
de patria y de raza; frente al exclusivismo autoritario de la<br />
doctrina de Marx, un exclusivismo nacional —igual o mayor<br />
que aquél—; frente al origen político-israelita de la doctrina,<br />
un antisemitismo político[12].<br />
Los gérmenes del nuevo movimiento se habían perfilado ya,<br />
pero tan sólo en la mente del oscuro acuarelista. El estallido<br />
de la guerra de 1914 lo sacó de sus disquisiciones. La víspera<br />
que el conflicto armado se generalizara con la declaración<br />
inglesa de guerra contra Alemania, Adolfo Hitler se enroló<br />
como voluntario en el 16o. regimiento bávaro de infantería, el<br />
3 de agosto de 1914.<br />
Luego combatió en el frente de Flandes y después en el<br />
Somme, donde fue ascendido a cabo y ganó la «Cruz de<br />
Hierro», que es el máximo orgullo del soldado alemán. El 7 de<br />
octubre de 1916 cayó herido y se le trasladó a un hospital<br />
cercano a Berlín. Según sus propias palabras, desde allí pudo<br />
darse cuenta de que el «frente férreo de los grises cascos de<br />
acero; frente inquebrantable, firme monumento de<br />
inmortalidad», no tenía igual solidez en la retaguardia, donde<br />
el creciente marxismo socavaba el espíritu de resistencia.<br />
Esa situación empezó a hacer crisis a principios de 1918 al<br />
44
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
estallar una huelga de municiones, que aunque prematura y<br />
fallida, causó un efecto desastroso en la moral.<br />
«¿Por qué el ejército seguía luchando si es que el pueblo<br />
mismo no quería la victoria? ¿A qué conducían entonces los<br />
enormes sacrificios y las privaciones? El soldado peleaba por<br />
la victoria y el país le oponía la huelga[13].<br />
»Las nuevas reservas arrojadas al frente —añade—<br />
fracasaron completamente. ¡Venían de la retaguardia!... El<br />
judío internacional Kurt Eisner comenzó a intrigar en Baviera<br />
contra Prusia. No obraba ni en lo más mínimo animado del<br />
propósito de servir intereses de Baviera, sino llanamente,<br />
como un ejecutor del judaísmo. Explotó los instintos y<br />
antipatías del pueblo bávaro para poder, por ese medio,<br />
desmoronar más fácilmente a Alemania».<br />
Y así comenzó a repetirse en Alemania aquella agitación<br />
marxista que un año antes minó a Rusia y la hizo capitular en<br />
la guerra internacional para sumirla en la revolución<br />
bolchevique. La base naval alemana de Kiel fue el escenario<br />
del primer levantamiento, tal o la base naval de Kronstadt<br />
había sido el del primer levantamiento formal de los<br />
soviéticos.<br />
«Así —dice la Enciclopedia Espasa— toda resistencia resultaba<br />
imposible, aunque de haberla podido prolongar unos días<br />
hubiera dado a Alemania la posibilidad de una paz mejor... En<br />
Baviera proclaman la república... Fórmanse consejos de<br />
obreros y soldados. Los soldados desarman a los oficiales y, si<br />
resisten, los matan... La bandera roja ondea en todos los<br />
arsenales alemanes... Alemania toma un aspecto bolchevique.<br />
El emperador abdica (día 9 de noviembre de 1918) quedando<br />
proclamada la república con un carácter francamente radical y<br />
pareciendo un remedo de la república rusa». Entre tanto, el<br />
cabo Hitler había vuelto al frente, había sido alcanzado por el<br />
gas británico «cruz amarilla» y casi ciego fue internado en el<br />
45
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
hospital Pasewalk, de Pomerania. «El 10 de noviembre —<br />
refiere en «Mi Lucha»— vino el pastor del hospital para<br />
dirigirnos algunas palabras... parecía temblar intensamente al<br />
comunicarnos que la Casa de los Hohenzollern había dejado<br />
de llevar la corona imperial... Pero cuando él siguió<br />
informándonos que nos habíamos visto obligados a dar<br />
término a la larga contienda, que nuestra patria, por haber<br />
perdido la guerra y estar ahora a la merced del vencedor,<br />
quedaba expuesta en el futuro a graves humillaciones,<br />
entonces no pude más. Mis ojos se nublaron y a tientas<br />
regresé a la sala de enfermos, donde me dejé caer sobre mi<br />
lecho, ocultando mi confundida cabeza entre las almohadas.<br />
»Desde el día en que me vi ante la tumba de mi madre, no<br />
había llorado jamás. Cuando en mi juventud el destino me<br />
golpeaba despiadadamente, mi espíritu se reconfortaba;<br />
cuando en los largos años de la guerra, la muerte arrebataba<br />
de mi lado a compañeros y camaradas queridos, habría<br />
parecido casi un pecado el sollozar. ¡Morían por Alemania! Y<br />
cuando finalmente, en los últimos días de la terrible<br />
contienda, el gas deslizándose imperceptiblemente,<br />
comenzara a corroer mis ojos, y yo, ante la horrible idea de<br />
perder para siempre la vista, estuviera a punto de<br />
desesperar, la voz de la conciencia clamó en mí: ¡Infeliz!<br />
¿Llorar mientras miles de camaradas sufren cien veces más<br />
que tú? Y mudó soporté el destino.<br />
»Pero ahora era diferente porque ¡todo sufrimiento material<br />
desaparecía ante la desgracia de la patria! Todo había sido,<br />
pues, inútil; en vano todos los sacrificios y todas las<br />
privaciones, inútiles los tormentos del hambre y de la sed,<br />
durante meses interminables; inútiles también todas aquellas<br />
horas en que entre las garras de la muerte, cumplíamos, a<br />
pesar de todo, nuestro deber; infructuoso, en fin, el sacrificio<br />
de dos millones de vidas. ¿Acaso habían muerto para eso los<br />
soldados de agosto y septiembre de 1914 y luego seguido su<br />
ejemplo en aquel otoño, los bravos regimientos de jóvenes<br />
voluntarios? ¿Acaso para eso cayeron en la tierra de Flandes<br />
aquellos muchachos de 17 años?... »Guillermo II había sido el<br />
primero que, como emperador alemán, tendiera la mano<br />
46
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
conciliadora a los dirigentes del marxismo, sin darse cuenta<br />
de que los villanos no saben del honor; mientras en su diestra<br />
tenían la mano del Emperador, con la izquierda buscaban el<br />
puñal...<br />
»¡Había decidido dedicarme a la política!» Como consecuencia<br />
del tratado de paz, se privó a Alemania de 70,580 kilómetros<br />
cuadrados de territorio metropolitano, con 6.475,000<br />
habitantes; además de 2.952,600 kilómetros cuadrados de<br />
colonias, y se le fijaron reparaciones por valor de 90,000<br />
millones de marcos oro. Lo que había sido el II Reich quedó<br />
reducido a 472,000 kilómetros cuadrados (poco menos que la<br />
cuarta parte de México), con 68 millones de habitantes.<br />
Aprovechando el malestar de la guerra perdida —tal como<br />
ocurrió en Rusia— el marxismo hizo un supremo esfuerzo en<br />
Alemania por restablecer el Estado soviético. Los motines y<br />
los paros se utilizaron pródigamente para atemorizar y<br />
dominar, pero los revolucionarios tropezaron con una<br />
oposición nacionalista más poderosa y consciente que la<br />
habida en Rusia.<br />
Los agitadores israelitas KarI Liebknecht y Rosa Luxemburgo<br />
lucharon frenéticamente estableciendo soviets en diversas<br />
poblaciones hasta que fueron muertos por un soldado. En<br />
Munich, el israelita Eisner proclamó en 1919 un régimen<br />
francamente soviético, pero después de cuatro semanas fue<br />
derrocado en sangrientas luchas callejeras. El ejército<br />
repudiaba al bolchevismo y como la gran masa del pueblo<br />
seguía queriendo y respetando al ejército, los marxistas<br />
tuvieron que limitar sus ambiciones. En Berlín fueron<br />
dominados después de que hubo más de mil muertos.<br />
Friedrich Ebert, que en plena guerra había votado por la<br />
continuación de la huelga en las fábricas de municiones, logró<br />
escalar la Presidencia de la Nueva República y establecer un<br />
régimen que aunque todavía muy distante del radicalismo<br />
soviético, le seguía los pasos a prudente distancia. Toda la<br />
maquinaria oficial adquirió cierto matiz anticristiano y<br />
benevolente tolerancia hacia el marxismo, actitudes que<br />
hasta entonces no había adoptado ningún gobierno alemán.<br />
47
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
En 1918 la nueva Constitución alemana fue «delineada por un<br />
jurisconsulto judío, Hugo Preuss», según dice el israelita<br />
Salomón Resnick, en «Cinco Ensayos Sobre Temas Judíos».<br />
FACTOR SECRETO EN LA DERROTA ALEMANA<br />
La revolución marxista soviética de 1917 y la revolución<br />
marxista alemana de 1918 tuvieron un mismo origen. Desde<br />
1848 era público que Marx y Engels buscaban la conquista del<br />
proletariado germano; luego Lenin, Trotsky y otros israelitas<br />
proclamaron como meta la unificación e internacionalización<br />
de las masas rusa y alemana. Al caer el Emperador Guillermo<br />
II, como cuando en Rusia cayó el zar, los israelitas<br />
aumentaron su influencia en Alemania:<br />
«Al terminar la guerra —dice Henry Ford— los gananciosos<br />
fueron los judíos... En Alemania (1918) controlaron:<br />
Rosenfeld el Ministerio de Gracia y Justicia; Hirsch,<br />
Gobernación; Simón, Hacienda; Futran, Dirección de<br />
Enseñanza; Kastenberg, Dirección del Negociado de Letras y<br />
Artes; Wurm, Secretario de Alimentación; Dr. Hirsch y Dr.<br />
Stadhagen, Ministerio de Fomento; Cohen, Presidente del<br />
Consejo de Obreros y Soldados, cuyos colaboradores judíos<br />
eran Stern, Herz, Loswemberg, Frankel, Israelowitz,<br />
Laubeheim, Seligschen, Katzenstein, Lauffenberg, Heimann,<br />
Schlesinger, Merz y Weyl. Nunca la influencia judía había sido<br />
mayor en Alemania, y se erigió mediante la ayuda del<br />
bolchevismo disfrazado de socialismo, del control de la<br />
prensa, de la industria y de la alimentación. »Los judíosalemanes<br />
Félix y Paul Warburg cooperaban en Estados<br />
Unidos, en el esfuerzo bélico contra Alemania. Su hermano<br />
Máximo Warburg alternaba, entre tanto, con el gobierno<br />
alemán. Los hermanos se encontraron en París, en 1919,<br />
como representantes de «sus» respectivos gobiernos y como<br />
delegados de la paz... —Mediante empréstitos, los judíos se<br />
infiltraron en las cortes, lo mismo en Rusia que en Alemania o<br />
48
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Inglaterra. Su táctica recomienda ir derecho al cuartel<br />
general.<br />
»Más coincidencias: Walter Rathenau, judío, era el único que<br />
poseía la comunicación telefónica directa con el Kaiser. En la<br />
Casa Blanca de Washington influían también varios judíos...<br />
»Al Estado Judío Internacional que vive secretamente entre<br />
los demás Estados, le llaman en Alemania 'Pan-Judea'. Sus<br />
principales medios de dominación son capitalismo y prensa.<br />
La primera sede de 'Pan-Judea' fue París; luego pasó a<br />
Londres, antes de la Guerra, y ahora parece que se trasladará<br />
a Nueva York (1920). Como Pan-Judea dispone de las fuentes<br />
de información del mundo entero, puede ir preparando la<br />
opinión pública mundial para sus fines más inmediatos...<br />
»El Berliner Tageblatt y la Munchener Neuste Nachrichten<br />
fueron durante la guerra órganos oficiosos del gobierno<br />
alemán, y sin embargo, defendían decididamente los<br />
intereses judíos. La 'Frankfurter Zeitung', de la que dependen<br />
muchos otros diarios, es genuinamente judía». Muy distante<br />
del fabricante norteamericano de automóviles que hacía estas<br />
observaciones, el general Ludendorff, estratega alemán, «no<br />
se explicaba la derrota de 1918 y presintió que allí actuaban<br />
fuerzas ocultas que no encajaban en los cálculos del Estado<br />
Mayor». Después de hacer estudios e investigaciones en este<br />
sentido, afirmó que las fuerzas responsables de la derrota de<br />
Alemania constituían el poderío secreto del mundo, formado<br />
por judíos y masones. Con base en diversos documentos<br />
aseguró que éstos habían estorbado la producción de guerra y<br />
fomentado la desmoralización en la retaguardia. En su<br />
testamento recomendaba a los alemanes un esfuerzo<br />
supremo, económico, militar y psicológico, a fin de sacudir la<br />
influencia del poderío secreto del mundo. («La Guerra<br />
Total»).<br />
Entre tanto, con el uniforme de cabo, Adolfo Hitler ya no<br />
pensaba en la arquitectura —que fue su ambición anterior a la<br />
guerra—, sino en la política. Le había impresionado<br />
sobremanera el triunfo total del marxismo en Rusia y los<br />
progresos arrolladores que hacía en Alemania. Lenin<br />
49
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
anunciaba que las dos primeras etapas del movimiento se<br />
habían cumplido ya, dentro de Rusia, y las siguientes se<br />
desarrollarían hacia el exterior mediante el apoyo de la<br />
dictadura erigida en la URSS. Polonia, inmediatamente, y<br />
Alemania después, eran los objetivos más cercanos. Hitler<br />
argumentaba que las derrotas militares no habían sido la<br />
causa de la capitulación, porque eran mucho menores a los<br />
triunfos alcanzados. Tampoco creía que la economía fuera la<br />
culpable de la rendición, pues el esfuerzo bélico de cuatro<br />
años se apoyó más en factores espirituales de heroísmo y<br />
organización que en bases económicas. Y concluía que todo<br />
se había comenzado a minar ya desde años atrás y que la<br />
capitulación de 1918 era sólo el primer efecto visible de esa<br />
lenta corrosión interior.<br />
Sin duda algo flotaba en el ambiente y era percibido por<br />
todos. Lo que Henry Ford denunciaba desde Norteamérica<br />
como hegemonía israelita, el general Ludendorff lo<br />
identificaba entre sus documentos de Estado Mayor como<br />
«poderío secreto del mundo», y un cabo desconocido lo<br />
refería así desde su punto de vista de hombre de la masa del<br />
pueblo:<br />
«¿No fue la prensa —decía— la que en constantes agresiones<br />
minaba los fundamentos de la autoridad estatal hasta el<br />
punto de que bastó un simple golpe para derrumbarlo todo?<br />
Finalmente, ¿no fue esa misma prensa la que desacreditó al<br />
ejército mediante una crítica sistemática, saboteando el<br />
servicio militar obligatorio e instigando a negar créditos para<br />
el ramo de guerra?...<br />
»Karl Marx fue, entre millones, realmente el único que con su<br />
visión de profeta descubriera en el fango de una humanidad<br />
paulatinamente envilecida, los elementos esenciales del<br />
veneno social, y supo reunirlos cual un genio de la magia<br />
negra, en una solución concentrada para poder destruir así<br />
con mayor celeridad, la vida independiente de las naciones<br />
soberanas del orbe. Y todo esto, al servicio de su propia<br />
raza...<br />
50
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
»Adquiriendo acciones entra el judío en la industria; gracias a<br />
la Bolsa crece su poder en el terreno económico... Tiene en la<br />
francmasonería, que cayó completamente en sus manos, un<br />
magnífico instrumento para cohonestar y lograr la realización<br />
de sus fines. Los círculos oficiales, del mismo modo que las<br />
esferas superiores de la burguesía política y económica, se<br />
dejan coger insensiblemente en el garlito judío por medio de<br />
los lazos masónicos... Junto a la francmasonería está la<br />
prensa como una segunda arma al servicio del judaísmo. Con<br />
rara perseverancia y suma habilidad sabe el judío apoderarse<br />
de la prensa, mediante cuya ayuda comienza paulatinamente<br />
a cercenar y a sofisticar, a manejar y a mover el conjunto de<br />
la vida pública... »Políticamente —añadía Hitler— el judío<br />
acaba por substituir la idea de la democracia por la de la<br />
dictadura del proletariado. El ejemplo más terrible en ese<br />
orden lo ofrece Rusia, donde el judío, con un salvajismo<br />
realmente fanático, hizo perecer de hambre o bajo torturas<br />
feroces a treinta millones de personas, con el solo fin de<br />
asegurar de este modo a una caterva de judíos, literatos y<br />
bandidos de Bolsa, la hegemonía sobre todo un pueblo».<br />
Y el hecho de que el triunfo marxista no fuera tan definitivo<br />
en Alemania, se lo explicaba así en 1920:<br />
«El pueblo alemán no estaba todavía maduro para ser<br />
arrastrado al sangriento fango bolchevique, como ocurrió con<br />
el pueblo ruso. En buena parte se debía esto a la<br />
homogeneidad racial existente en Alemania entre la clase<br />
intelectual y la clase obrera; además, a la sistemática<br />
penetración de las vastas capas del pueblo con elementos de<br />
cultura, fenómeno que encuentra paralelo sólo en los otros<br />
Estados occidentales de Europa y que en Rusia es totalmente<br />
desconocido. Allí, la clase intelectual estaba constituida, en su<br />
mayoría, por elementos de nacionalidad extraña al pueblo<br />
ruso o por lo menos de raza no eslava. Tan pronto como en<br />
Rusia fue posible movilizar la masa ignara y analfabeta en<br />
contra de la escasa capa intelectual que no guardaba contacto<br />
alguno con aquélla, estuvo echada la suerte de este país y<br />
ganada la revolución.<br />
51
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
»El analfabeto ruso quedó con ello convertido en el esclavo<br />
indefenso de sus dictadores judíos, los cuales eran lo<br />
suficientemente perspicaces para hacer que su férula llevase<br />
el sello de la dictadura del pueblo...<br />
»La bolchevización de Alemania, esto es, el exterminio de la<br />
clase pensante nacionalracista, logrando con ello la<br />
posibilidad de someter al yugo internacional de la finanza<br />
judía las fuentes de producción alemana, no es más que el<br />
preludio de la propagación de la tendencia judía de conquista<br />
mundial.<br />
»Cómo tantas veces en la historia, Alemania constituye<br />
también en este caso el punto central de una lucha<br />
gigantesca. Si nuestro pueblo y nuestro Estado sucumben<br />
bajo la presión de esos tiranos, ávidos de sangre y de dinero,<br />
el orbe entero será presa de sus tentáculos de pulpo; mas si<br />
Alemania alcanza a librarse de ese atenazamiento, podrá<br />
decirse que para todo el mundo quedó anulado uno de los<br />
mayores peligros».<br />
[1] «Europa y el Alma del Oriente». —Por Walter Schubart —<br />
Profesor de Sociología y Filosofía de la Universidad de Riga,<br />
Letonia.<br />
[2] «Vida Intima». —Conde de Keyserling.<br />
[3] «El Soldado Ruso». —Otto Skorzeny.<br />
[4] «La Rusia de Stalin». —Por Max Eastman, Profesor de<br />
Filosofía de la Universidad de Columbia.<br />
[5] «Resumen Histórico de Rusia». —Tte. Coronel Ing. Carlos<br />
R. Berzunza, y Cap. 1° Bruno Galindo. Escuela Superior de<br />
Guerra. —México.<br />
[6] «El Problema Judío». —Karl Marx. — Por cierto que Marx<br />
dio forma a la teoría del comunismo, pero los principios<br />
52
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
seudocientíficos de éste ya eran manejados por el judaísmo<br />
desde muchos años antes. Marx recibió ayuda de los<br />
banqueros judíos Rothschild.<br />
[7] Diccionario Enciclopédico Abreviado de la Masonería. —Por<br />
Lorenzo Frau Abrines, Maestro Masón, Grado 33.<br />
[8] «Revolución Mundial». — Nesta H. Webster.<br />
[9] «Hitler Contra Stalin». — Víctor Serge, marxista.<br />
[10] «Memorias». — Franz Von Papen.<br />
[11] «El Marxismo y sus Apóstoles». — John Plamenats.<br />
[12] Debe discernirse claramente que una cosa es la lucha<br />
política contra el movimiento político judío y otra muy distinta<br />
es la hostilidad injusta contra el pueblo judío en masa, sólo<br />
por ser judío.<br />
[13] «Mi Lucha». — Adolfo Hitler.<br />
[1] «Más Allá del Bien y del Mal». — Federico Nietzsche.<br />
53
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
[2] Contribución del Ghetto Europeo. — Por el Dr. James<br />
Parkes. Tribuna Israelita, marzo 1956.<br />
[3] «Manual de Historia Judía». — Simón Dubnow. — Editorial<br />
Judaica.<br />
[4] «Vida de Lenín». — Por Fierre Charles.<br />
[5] «Vida, Martirio y Sacrificio de los Zares». — Por Tatiana<br />
Botkin, hija del médico de la familia imperial.<br />
54
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
CAPITULO II<br />
Hitler Hacia el Oriente<br />
(1919-1936)<br />
Cambio de Rumbo para Alemania.<br />
El Primer Partido Anticomunista.<br />
Bautizo de Fuego del Nacionalsocialismo.<br />
Djugashvili, el Hombre de Acero.<br />
Hitler y Stalin Cara a Cara.<br />
CAMBIO DE RUMBO PARA ALEMANIA<br />
Apoyándose en la miseria y en la predisposición mística de las<br />
masas rusas, en 1919 el marxismo ya había logrado derrocar<br />
el imperio de los zares y apoyándose en los obreros alemanes<br />
socialdemócratas y en el malestar provocado por la guerra<br />
,ya había conseguido abatir la Casa Imperial de los<br />
Hohenzollern. Su plan de conquista —llamada por los propios<br />
marxistas revolución mundial— se había anotado dos triunfos<br />
importantes.<br />
El cabo Hitler comenzó entonces a proclamar en improvisados<br />
mitines que Alemania debería zanjar definitivamente sus<br />
querellas con Inglaterra y Francia (es decir, con el Mundo<br />
Occidental), y encaminar todo su esfuerzo a aniquilar al<br />
comunismo. Veía en esta dictadura el peligro peor y más<br />
auténtico contra Alemania y Europa entera.<br />
Así nació el pensamiento básico que determinó la doctrina política<br />
de Hitler, primero, y luego de Alemania toda. Hitler<br />
consideró al pueblo ruso un conglomerado de razas ignaras<br />
dominadas por la fuerza de un núcleo marxista-judío y<br />
convertidas en un instrumento para el dominio de otros<br />
pueblos. Y consideró que Alemania debería luchar contra la<br />
URSS en defensa propia. El crecimiento del Reich a costa del<br />
suelo soviético sería la compensación material de esa lucha.<br />
El mismo año de 1919 llegó a creer que tal política contaría<br />
con el apoyo de las naciones occidentales, también<br />
amenazadas por la «revolución mundial» que anunciaban<br />
55
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Lenin y los demás exegetas del marxismo. Desde entonces<br />
comenzaron, pues, a delimitarse los campos de la nueva<br />
contienda. Hitler y sus partidarios se declaraban categóricamente<br />
enemigos del movimiento político judío representado<br />
en el Oriente por el marxismo, y a la vez se<br />
declaraban enemigos de las masas soviéticas, a las que<br />
consideraban ya como instrumento de aquel movimiento,<br />
carentes de voluntad y destino propio. Es curioso observar<br />
que en 1886 Nietzsche había previsto en «Más Allá del Bien y<br />
del Mal»:<br />
«Alemania está indigesta de hebreos... Los hebreos son sin<br />
disputa la raza más tenaz y genuina que vive en Europa.<br />
Saben abrirse paso en las peores condiciones, quizá mejor<br />
que en las condiciones favorables... Un pensador que medite<br />
sobre el porvenir de Europa deberá contar con los hebreos y<br />
con los rusos como los factores más probables y seguros en la<br />
gran lucha»<br />
Y ambos factores, que iban a probar su eficacia en «la gran<br />
lucha», fueron precisamente los dos enemigos que desde<br />
1919 escogió Adolfo Hitler. Ya en 1912, siendo entonces<br />
acuarelista, consideraba que el problema del crecimiento de<br />
Alemania no debía resolverse restringiendo la natalidad, como<br />
lo proclamaba el médico israelita Magnus Hirschfeld; la<br />
colonización interior era sólo un calmante; y en cuanto a la<br />
colonización ultramarina, la juzgaba inconveniente porque<br />
daría lugar a choques con el Imperio Británico. Esto se<br />
hallaba en pugna con su idea básica de marchar contra la<br />
URSS y no contra Occidente.<br />
«En consecuencia —decía—, la única posibilidad hacia la<br />
realización de una sana política territorial reside para<br />
Alemania en la adquisición de nuevas tierras en el Continente<br />
mismo... Y si esa adquisición quería hacerse en Europa, no<br />
podía ser en resumen sino a costa de Rusia. Por cierto que<br />
56
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
para una política de esa tendencia, había en Europa un solo<br />
aliado posible: Inglaterra»[1].<br />
Posteriormente, al escribir la segunda parte de «Mi Lucha»,<br />
Hitler entró en más pormenores respecto a su idea de frustrar<br />
la absorción marxista de Rusia y de que el crecimiento de<br />
Alemania se hiciera a costa de las vastas extensiones<br />
territoriales soviéticas.<br />
«La pretensión —añadía— de restablecer las fronteras de<br />
1914 constituye una insensatez política de proporciones y<br />
consecuencias tales, que la revelan como un crimen.<br />
»No debe olvidarse jamás que el judío internacional, soberano<br />
absoluto de la Rusia de hoy, no ve en Alemania una aliado<br />
posible, sino un Estado predestinado a la misma suerte<br />
política. Alemania constituye para el bolchevismo el gran<br />
objetivo de su lucha. Se requiere todo el valor de una idea<br />
nueva, encarnando una misión, para arrancar una vez más a<br />
nuestro pueblo de la estrangulación de esta serpiente<br />
internacional...<br />
»Confieso francamente que ya en la época de la anteguerra,<br />
me habría parecido más conveniente que Alemania,<br />
renunciando a su insensata política colonial y, consiguientemente,<br />
al incremento de su flota mercante y de<br />
guerra, hubiese pactado con Inglaterra en contra de Rusia y<br />
pasado así de su trivial política cosmopolita, a una política<br />
europea resuelta, de tendencia territorial en el continente».<br />
EL PRIMER PARTIDO ANTICOMUNISTA<br />
El ejército alemán —reducido a cien mil hombres por el<br />
Tratado de Versalles—, veía con creciente inquietud cómo<br />
proliferaba el marxismo. Aunque los militares no podían<br />
actuar en política, algunos jefes se esforzaban cuando menos<br />
por mantenerse al tanto de los planes de las organizaciones<br />
57
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
izquierdistas. Era natural que para ellos, que como soldados<br />
se habían formado en el culto de la Patria, de la bandera y de<br />
la propia nacionalidad, resultaran particularmente repugnantes<br />
las doctrinas izquierdistas que consideraban la Patria<br />
como un mito y la internacionalización del proletariado como<br />
la muerte del ideal nacionalista. Tanto era así que muchos<br />
militares fueron como voluntarios en 1919 a combatir a los<br />
bolcheviques en Letonia y Lituania, hasta que las potencias<br />
aliadas hicieron presión sobre Alemania para que prohibiera<br />
esas actividades. Nadie se explicó entonces esa medida que<br />
favorecía al comunismo soviético.<br />
El cabo Adolfo Hitler fue comisionado en enero de 1919 para<br />
observar las actividades de algunos nacientes «consejos de<br />
soldados», similares a los soviets de Rusia. Con el mismo fin<br />
visitó la asamblea del naciente Partido Obrero Alemán. Fue<br />
ése un instante pleno de futuro.<br />
Propiamente el partido no existía más que en la mente de sus<br />
proyectistas Harrer y Antonio Drexler. Una escasa y<br />
heterogénea concurrencia escuchaba planes. Entre los<br />
oradores figuraban un profesor que abogaba por la<br />
desmembración de Alemania, de acuerdo con las ideas que<br />
había propalado el israelita Kurt Eisner, consistente en que<br />
Baviera debería desligarse de Prusia.<br />
Olvidando su papel de neutro observador, Hitler pidió la<br />
palabra. Fue tan violento su discurso que el profesor<br />
abandonó la sala. Terminada la sesión, Hitler averiguó más<br />
detalles acerca del naciente partido. No había nada:<br />
«Ni un volante de propaganda; se carecía de tarjetas de<br />
identificación para los miembros del partido; por último, hasta<br />
de un pobre sello. En realidad, sólo se contaba con fe y buena<br />
voluntad. Desde aquel momento —escribió Hitler—<br />
desapareció para mí todo motivo de hilaridad y tomé las<br />
cosas en serio».<br />
Aunque desde el 10 de noviembre de 1918, cuando decidió<br />
dedicarse a la política, Hitler alentaba la idea de formar un<br />
58
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
partido y decía que era más fácil forjar algo nuevo que<br />
rectificar lo existente, accedió a ingresar al Partido Obrero<br />
Alemán como miembro número siete. De acuerdo con sus seis<br />
compañeros procedió luego a redactar invitaciones en<br />
máquina, para buscar nuevos adeptos.<br />
«Recuerdo todavía cómo yo mismo en aquel primer tiempo,<br />
distribuí un día personalmente, en las respectivas casas,<br />
ochenta de esas invitaciones, y recuerdo también cómo<br />
esperamos aquella noche la presencia de las masas populares<br />
que debían venir. Pero las masas no llegaron y la sesión se<br />
efectuó con los siete miembros de costumbre».<br />
Mediante un aviso en el «Munchener Beobachter», más tarde<br />
logramos reunir 111 personas en el «Hofvrauhaus Keller», de<br />
Munich. Los partidarios aumentaban con exasperante lentitud.<br />
Entretanto, los organizadores se reunían en una cervecería a<br />
cambiar impresiones. Harrer era partidario de proceder con<br />
suma cautela y de que ciertos principios no fueran<br />
proclamados públicamente, sino difundidos en secreto, a fin<br />
de evitar inminentes represalias. Hitler se opuso rotundamente<br />
a esta política.<br />
«Todo hombre que está enterado de una cosa —decía—, que<br />
se da cuenta de un peligro latente, y que ve la posibilidad de<br />
remediarlo, tiene necesariamente la obligación de asumir en<br />
público una actitud franca en contra del mal, en lugar de<br />
concretarse a obrar silenciosamente».<br />
Su punto de vista se impuso al siguiente año, en 1920;<br />
Harrer renunció como presidente y lo substituyó Drexler, y<br />
Hitler asumió el cargo de secretario de propaganda. Organizó<br />
luego el primer mitin, si bien con grandes temores de que<br />
resultara un fracaso. Poco antes de la hora fijada «mi corazón<br />
saltaba de alegría, pues el enorme local se hallaba<br />
materialmente repleto de gente en un número mayor a 2,000<br />
personas».<br />
Entre los asistentes había numerosos comunistas que al<br />
principio siseaban a los oradores:<br />
59
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
«Media hora después —dice Hitler refiriéndose a su .propio<br />
discurso—, los aplausos comenzaron a imponerse a los gritos<br />
y exclamaciones airadas y, finalmente, cuando exponía los 22<br />
puntos de nuestro programa, me hallaba frente a una sala<br />
atestada de individuos unidos por una nueva convicción, por<br />
una nueva fe y por una nueva voluntad. Quedó encendido el<br />
fuego cuyas llamas forjarán un día la espada que devuelva la<br />
libertad al Sigfrido germánico y restaure la vida de la nación<br />
alemana».<br />
Sin embargo, aquellos pequeños éxitos no trascendían. Ni<br />
siquiera la prensa de la localidad se ocupaba de ellos, o bien<br />
lo hacía en forma desairada. «Daba mucho qué pensar —<br />
agregaba Hitler— el hecho de que frente al poderío de la<br />
prensa judía, no existiese ningún periódico nacionalista de<br />
importancia efectiva». En consecuencia, su siguiente meta fue<br />
hacerse de un periódico; en diciembre de ese año logró que el<br />
partido adquiriera el «Voelkischer Beobachter», e introdujo la<br />
reforma de que el diario procurara su propio financiamiento,<br />
en vez de pretender sostenerse con cuotas de los prosélitos.<br />
Hitíer mismo creó la bandera del movimiento nazi. El rojo<br />
significaba la idea social; el blanco, la idea nacionalista; y la<br />
swástica, «la misión de luchar por la victoria del hombre ario<br />
y por el triunfo de la idea del trabajo productivo, idea que es<br />
y será siempre antisemita».<br />
Asimismo creó las «tropas de orden» para repeler en los<br />
mítines las perturbaciones de los izquierdistas y esas tropas<br />
se convirtieron más tarde en «sección de asalto». Mediante<br />
estos progresos fue posible celebrar el 3 de febrero de 1921,<br />
en el Circo Krone, el más grande de los mitines nacionalistas,<br />
con 6,500 asistentes. En el verano de 1922 logró reunir en<br />
Munich 60,000 personas, aunque muchas de ellas no<br />
pertenecían al partido.<br />
Ese año organizó el primer desfile en Coburgo, donde los<br />
jefes israelitas, resentidos por los ataques, hicieron un<br />
llamado a los «camaradas del proletariado Internacional»<br />
para frustrar la marcha.<br />
60
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Rápidamente Hitler iba erigiéndose en el principal inspirador y<br />
director del partido y logró que éste proclamara todos sus<br />
principios políticos, que en síntesis eran los siguientes:<br />
1. No existe más que una doctrina política: la de nacionalidad<br />
y patria. Tenemos que asegurar la existencia y el incremento<br />
de nuestra raza y de nuestro pueblo, para que nuestro pueblo<br />
cumpla la misión que el Supremo Creador le tiene reservada.<br />
2. El Estado es el recipiente; el pueblo es el contenido. El<br />
Estado tiene su razón de ser sólo cuando abarca y protege el<br />
contenido. El Estado no es un fin en sí mismo.<br />
3. El parlamentarismo democrático no tiende a constituir una<br />
asamblea de sabios, sino a reclutar más bien una multitud de<br />
nulidades intelectuales, tanto más fáciles de manejar cuanto<br />
mayor sea la limitación mental de cada uno de ellos. Sólo así<br />
puede hacerse política partidista en el sentido malo de la<br />
expresión.<br />
En oposición a este parlamentarismo democrático está la<br />
genuina democracia germánica de la libre elección del<br />
Fuehrer, que se obliga a asumir toda la responsabilidad de<br />
sus actos. La democracia del mundo occidental de hoy es la<br />
precursora del marxismo, el cual sería inconcebible sin ella.<br />
Es la democracia la que en primer término proporciona a esta<br />
peste mundial el campo de nutrición de donde la epidemia se<br />
propaga después.<br />
En el parlamentarismo no hay ningún responsable. La idea de<br />
responsabilidad presupone la idea de la personalidad.<br />
4. El fuerte es más fuerte cuando está solo. Una ideología que<br />
irrumpe tiene que ser intolerante y no podrá reducirse a jugar<br />
el rol de un simple partido junto a otro. El Cristianismo no se<br />
redujo sólo a levantar su altar, sino que obligadamente tuvo<br />
que proceder a la destrucción de los altares paganos. El<br />
futuro de un movimiento depende del fanatismo, si se quiere<br />
de la intolerancia con que sus adeptos sostengan su causa y<br />
la impongan frente a otros movimientos de índole semejante.<br />
61
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
5. Pueblos de la misma sangre corresponden a una patria<br />
común. El derecho humano priva sobre el derecho político.<br />
Quien no está dispuesto a luchar por su existencia o no se<br />
siente capaz de ello es que ya está predestinado a<br />
desaparecer, y esto por la justicia eterna de la Providencia. El<br />
mundo no se ha hecho para los pueblos cobardes.<br />
6. Pueden coartarse las libertades siempre que el ciudadano<br />
reconozca en estas medidas un medio hacia la grandeza<br />
nacional.<br />
7. El obrero de Alemania debe ser incorporado al seno del<br />
pueblo alemán. La misión de nuestro movimiento en este<br />
orden consiste en arrancar al obrero alemán de la utopía del<br />
internacionalismo, libertarle de su miseria social y redimirle<br />
del triste medio cultural en que vive.<br />
El sistema nacionalsocialista (nazi) practica el socialismo<br />
como un instrumento de justicia social, pero no como un<br />
instrumento de influencia judía. Al privarlo de esta venenosa<br />
característica, automáticamente se convierte en enemigo del<br />
falso socialismo internacional.<br />
8. La exaltación de un grupo social no se logra por el<br />
descenso del nivel de los superiores, sino por el ascenso de<br />
los inferiores. El obrero atenta contra la patria al hacer<br />
demandas exageradas; del mismo modo, no atenta menos<br />
contra la comunidad el patrón que por medios inhumanos y<br />
de explotación egoísta abusa de las fuerzas nacionales de<br />
trabajo, llenándose de millones a costa del sudor del obrero.<br />
9. Nuestro movimiento está obligado a defender por todos los<br />
medios el respeto a la personalidad. La personalidad es<br />
irreemplazable. Las minorías hacen la historia del mundo,<br />
toda vez que ellas encarnan, en su minoría numérica, una<br />
mayoría de voluntad y de entereza.<br />
No es la masa quien inventa, ni es la mayoría la que organiza<br />
y piensa; siempre es el individuo, es la personalidad, la que<br />
por doquier se revela. Deberán colocarse cabezas por encima<br />
62
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
de las masas y hacer que éstas se subordinen a aquéllas. La<br />
ideología nacionalsocialista tiene que diferenciarse<br />
fundamentalmente de la del marxismo en el hecho de<br />
reconocer la significación de la personalidad.<br />
10. Establecer mejores condiciones para nuestro desarrollo.<br />
Anulación de los depravados incorregibles. En el teatro y en el<br />
film, mediante literatura obscena y prensa inmunda, se vacía<br />
en el pueblo día por día veneno a borbotones. Y sin embargo,<br />
se sorprenden los estratos burgueses de la «falta de moral»<br />
como si de esa prensa inmunda, de esos films disparatados y<br />
de otros factores semejantes, surgiese para el ciudadano el<br />
concepto de la grandeza patria. El problema de la<br />
nacionalización de un pueblo consiste, en primer término, en<br />
crear sanas condiciones sociales.<br />
11. Supresión de la influencia extranjera en la prensa.<br />
Aquello que denominamos «opinión pública» se basa sólo<br />
mínimamente en la experiencia personal del individuo y en<br />
sus conocimientos; y depende casi en su totalidad de la idea<br />
que el individuo se hace de las cosas a través de la llamada<br />
«información pública», persistente y tenaz.<br />
12. La misión educadora no consiste sólo en insuflar el<br />
conocimiento del saber humano. En primer término deben<br />
formarse hombres físicamente sanos. En segundo plano está<br />
el desarrollo de las facultades mentales, y en lugar<br />
preferente, la educación del carácter, y sobre todo, el<br />
fomento de la fuerza de voluntad y de decisión, habituando al<br />
alumno a asumir gustoso la responsabilidad de sus actos.<br />
Como corolario viene la instrucción científica. Las ciencias<br />
exactas están amenazadas de descender cada vez más a un<br />
plano de exclusivo materialismo; la orientación idealista<br />
deberá ser mantenida a manera de contrapeso.<br />
13. Así como la instrucción es obligatoria, la conservación del<br />
bienestar físico debe serlo también. El entrenamiento corporal<br />
tiene que inculcar en el individuo la convicción de su<br />
superioridad física. El ejercicio físico no es cuestión personal<br />
63
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
de cada uno. No existe la libertad de pecar a costa de la<br />
prole.<br />
Basta analizar el contenido de los programas de nuestros<br />
cines, variedades y teatros para llegar a la irrefutable<br />
conclusión de que no son precisamente alimento espiritual<br />
que conviene a la juventud. Nuestra vida de relación tiene<br />
que ser liberada del perfume estupefaciente, así como del<br />
pudor fingido, indigno del hombre.<br />
14. El Estado debe cuidar que sólo los individuos sanos<br />
tengan descendencia. Debe inculcar que existe un oprobio<br />
único: engendrar estando enfermo.<br />
No debe darse a cualquier degenerado la posibilidad de<br />
multiplicarse, lo cual supone imponer a su descendencia y a<br />
los contemporáneos de éstos indecibles penalidades[2].<br />
15. Los hombres no deberán preocuparse más de la selección<br />
de perros, caballos y gatos, que de levantar el nivel racial del<br />
hombre mismo.<br />
16. El matrimonio deberá hacerse posible a una más<br />
temprana edad y han de crearse los medios económicos<br />
necesarios para que una numerosa prole no se reciba como<br />
una desventura.<br />
17. El Partido permitirá al niño más pobre la pretensión de<br />
elevarse a las más altas funciones si tiene talento para ello.<br />
Nadie debe tener automáticamente derecho a un ascenso.<br />
Nadie debe poder decir: «ahora me toca a mí». Precedencia al<br />
talento. No hay otra regla.<br />
18. La mezcla de sangre extraña es nociva a la nacionalidad.<br />
Su primer resultado desfavorable se manifiesta en el<br />
superindividualismo de muchos[3].<br />
64
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
19. Los partidos políticos nada tienen que ver con las<br />
cuestiones religiosas mientras éstas no socaven la moral de la<br />
raza; del mismo modo, es impropio inmiscuir la religión en<br />
manejos de política partidista.<br />
Las doctrinas e instituciones religiosas de un pueblo debe<br />
respetarlas el Fuehrer político como inviolables: de lo<br />
contrario, debe renunciar a ser político y convertirse en<br />
reformador, si es que para ello tiene capacidad.<br />
20. Quien ama a su patria prueba ese amor sólo mediante el<br />
sacrificio que por ella está dispuesto a hacer. Un patriotismo<br />
que no aspira sino al beneficio personal, no es patriotismo.<br />
Los hurras nada prueban.<br />
Solamente puede uno sentirse orgulloso de su pueblo cuando<br />
ya no tenga que avergonzarse de ninguna de las clases<br />
sociales que lo forman. Pero cuando una mitad de él vive<br />
en,condiciones miserables e incluso se ha depravado, el<br />
cuadro es tan triste que no hay razón para sentir orgullo. Las<br />
fuerzas que crean o que sostienen un Estado son el espíritu y<br />
la voluntad de sacrificio del individuo en pro de la<br />
colectividad. Que estas virtudes nada tienen de común con la<br />
economía, fluye de la sencilla consideración de que el hombre<br />
jamás va hasta el sacrificio por esta última, es decir, que no<br />
se muere por negocio, pero sí por ideales.<br />
21. Luchar contra la orientación perniciosa en el arte y en la<br />
literatura.<br />
22. Es cuestión de principio que el hombre no vive pendiente<br />
únicamente del goce de bienes materiales. Es posible que el<br />
oro se haya convertido hoy en el soberano exclusivo de la<br />
vida, pero no cabe duda de que un día el hombre volverá a<br />
conciliarse ante dioses superiores. Y es posible también que<br />
muchas cosas del presente deban su existencia a la sed de<br />
dinero y de fortuna, mas es evidente que muy poco de todo<br />
esto representa valores cuya no existencia podría hacer más<br />
pobre a la humanidad.<br />
65
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Estos eran los principios básicos del movimiento «nazi» por lo<br />
que se refería a la política interior de Alemania. En cuanto a la<br />
política exterior, la idea fundamental era combatir el<br />
marxismo entronizado en Rusia y obtener territorios<br />
soviéticos para el crecimiento de Alemania. Por lo tanto, ésta<br />
ya no buscaría más su expansión en ultramar ni interferiría la<br />
política colonial de Inglaterra y Francia. En otras palabras,<br />
Hitler buscaba zanjar las viejas querellas con el Mundo<br />
Occidental y marchar hacia el Oriente.<br />
Mientras tanto, el marxismo crecía con aspiraciones de<br />
dominio universal y se vigorizaba mediante sus instrumentos<br />
de lucha de clases e internacionalización del proletariado.<br />
Consecuentemente, en todo el mundo iban surgiendo partidos<br />
comunistas con ramificaciones de la central de Moscú. En<br />
franca oposición con este sistema, el nacionalsocialismo<br />
alemán no era ni podía ser una doctrina de exportación. Al<br />
enfatizar categóricamente los valores de patria, nacionalidad<br />
y raza, se circunscribía a sus propias fronteras raciales. Si un<br />
estadista extranjero quería emular esa doctrina en otro país<br />
(como ocurrió en España) tendría automáticamente que<br />
buscar contenidos y formas propias, ya que la esencia del<br />
sistema «nazi» residía en la afirmación y acentuación de la<br />
patria y de la raza. Era ésta su mística y su fuerza dinámica.<br />
No internacionalización, sino nacionalización; no una lucha<br />
para imponer mundialmente un régimen, sino una lucha para<br />
impedir que el marxismo se impusiera mundialmente.<br />
En resumen, el nacionalsocialismo propugnaba cierto<br />
socialismo como instrumento de justicia para el pueblo, pero<br />
lo condenaba como instrumento internacional de influencia<br />
política. El movimiento de Hitler coincidía con la aparente<br />
finalidad del socialismo teórico en el milenario y justo anhelo<br />
de barrer el abuso de las minorías y llevar la justicia social a<br />
las masas del pueblo, pero proclamaba enfáticamente que<br />
esto debería hacerlo cada nación en forma soberana, según<br />
sus costumbres, sus tradiciones, su religión y su idiosincrasia,<br />
sin atender consignas internacionales emanadas de Moscú.<br />
66
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Por eso el movimiento de Hitler se llamó nacionalsocialismo,<br />
término que se condensó en el apócope de «nazi».<br />
Naturalmente, en esa forma el nacionalsocialismo desvirtuaba<br />
la característica internacional del bolchevismo y privaba de<br />
influencia mundial al núcleo israelita de la URSS. Los<br />
revolucionarios judíos sintieron que tal cosa era frustrarles su<br />
invención y furiosamente insistieron en la internacionalización<br />
del proletariado. Sin esa condición su movimiento político no<br />
alcanzaría las metas anheladas, ya que para los fines políticos<br />
hebreos nada significaba que las masas proletarias de cada<br />
nación lograran beneficios, si entretanto se sustraían a su<br />
control. De esa manera no podían ser aprovechadas para los<br />
objetos ulteriores de la llamada «revolución mundial».<br />
Así las cosas, el marxismo comenzó a extenderse por todo el<br />
mundo, ya que el dominio del orbe era la meta de su acción,<br />
en tanto que el nacionalsocialismo se circunscribió a una<br />
lucha dentro de Alemania. Su acción hacia el exterior sólo se<br />
orientaba en contra de Moscú, que era la sede del movimiento<br />
judío-marxista universal.<br />
Entretanto, el movimiento comunista internacional hizo un<br />
nuevo esfuerzo para estrechar los vínculos entre alemanes y<br />
soviéticos. El Ministro de Relaciones Exteriores de Alemania,<br />
Walter Rathenau, judío, concertó con los jefes israelitas de<br />
Moscú el llamado Tratado de Rapallo, que era un paso más en<br />
el sueño de los israelitas Marx, Engels y Lenin para integrar<br />
una poderosa organización marxista con las masas agrícolas<br />
de Rusia y los contingentes obreros y técnicos de la<br />
industrializada Alemania. Mediante el Tratado de Rapallo<br />
fueron enviados ochocientos peritos militares e industriales<br />
alemanes a vigorizar la maquinaria soviética, modernizando el<br />
Ejército Rojo y creando nuevas industrias. Poco después el<br />
israelita Rathenau fue muerto a tiros por nacionalistas<br />
alemanes y quedó así de manifiesto que el comunismo no<br />
podía dar todavía ningún paso firme en Alemania.<br />
Allí se veía cabalmente el peligro del marxismo y los<br />
influyentes generales Ludendorff y Hoffman se habían puesto<br />
67
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
desde 1923 en contacto con el mariscal Foch, de Francia, con<br />
miras a forjar una alianza occidental contra esa amenaza.<br />
Foch se mostraba bien dispuesto, pero surgieron muchos<br />
obstáculos diplomáticos, tanto en Inglaterra como en Francia,<br />
el general Hoffman murió en forma extraña y la alianza no<br />
llegó a formalizarse.<br />
En esa agitada situación Hitler trataba de sacar adelante su<br />
Partido, que afrontaba enormes dificultades. La derecha<br />
conservadora veía con desconfianza la inclinación del<br />
nacionalsocialismo por los desheredados, en tanto que los<br />
revolucionarios izquierdistas lo combatían furiosamente. En<br />
realidad el partido de Hitler era una nueva dirección que ni<br />
marchaba con las injusticias de los conservadores ni<br />
comulgaba con la tendencia internacional del marxismo<br />
israelita.<br />
Ante las dificultades de esa lucha nueva, Hitler argumentaba<br />
que no es tarea del teorizante allanarle el camino a una idea,<br />
sino procurar la exactitud de ésta. En la segunda etapa<br />
corresponde al ejecutor práctico vencer las dificultades.<br />
BAUTIZO DE FUEGO DEL NACIONALSOCIALISMO<br />
Hitler mismo se encargó de esa segunda etapa. Tras de darle<br />
a su partido —como teorizante— la estructura ideológica, lo<br />
lanzó a la calle y a los mitines y lo encabezó en la lucha para<br />
ganar prosélitos. Pronto tuvo que hacer frente a una escisión<br />
provocada por judíos que indirectamente suscitaron una<br />
pugna entre católicos y protestantes. Apenas superada esa<br />
crisis se encontró ante la dificultad de que:<br />
«era difícil —decía— refutar entre las masas obreras la<br />
doctrina de Marx, por la curiosa circunstancia de que los<br />
fundamentos mismos eran desconocidos para las masas, cuya<br />
adhesión al marxismo era más un movimiento utópico e<br />
irreflexivo que una convicción política. Entre cien mil obreros<br />
alemanes no hay, por término medio, cien que conozcan la<br />
obra de Marx, obra que desde un principio fue estudiada mil<br />
68
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
veces más por los intelectuales y ante todo por los judíos que<br />
por los verdaderos adeptos del marxismo situados en las<br />
vastas esferas inferiores del pueblo; ya que tampoco esta<br />
obra fue escrita para las masas, sino exclusivamente para los<br />
dirigentes intelectuales de la máquina judía de conquista<br />
mundial».<br />
Pero además de esas dificultades, el tropiezo más grave del<br />
Partido Obrero Alemán ocurrió el 9 de noviembre de 1923<br />
cuando Hitler —alegando que en su vocabulario no existían<br />
las frases «no es posible», «no debemos aventurarnos», «es<br />
todavía muy peligroso»— organizó en Munich un movimiento<br />
revolucionario a fin de asumir el poder. En pocas horas<br />
fracasó, hubo varios muertos y Hitler y sus principales<br />
colaboradores quedaron detenidos en la prisión de Landsberg.<br />
Allí permaneció un año y ocho días, tiempo que aprovechó<br />
para escribir «Mi Lucha».<br />
«Mis trece meses de prisión —escribió posteriormente Hitler—<br />
me habían parecido largos, con mayor razón porque creía que<br />
estaría allí seis años. Me sentía poseído de un frenesí de<br />
libertad. Pero sin mi época de cárcel, "Mein Kampf" no<br />
hubiera sido escrito. Aquello me dio la posibilidad de<br />
profundizar en conocimientos... También en la cárcel adquirí<br />
esta fe impávida, este optimismo, esta confianza en nuestro<br />
destino, que en adelante .nada podría quebrantar».<br />
El Partido Obrero Alemán permaneció disuelto todo ese<br />
tiempo y cuando Hitler recuperó la libertad inició la tarea de<br />
resucitarlo y reorganizarlo. Detrás de su visible fracaso, sin<br />
embargo, contribuyó imponderablemente a trastornar los<br />
planes del movimiento marxista alemán, que en ese entonces<br />
era el más poderoso de Europa Occidental y superior al soviet<br />
en diversos aspectos de organización. Muchos esperaban que<br />
en ese año el comunismo diera el golpe decisivo y que<br />
Alemania se convirtiera en otro estado bolchevique, como lo<br />
había previsto Lenin.<br />
69
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
[1] «Mi Lucha». — Adolfo Hitler.<br />
[2] Naturalmente no estamos de acuerdo con los errores<br />
doctrinarios de Hitler, como los que en la práctica se<br />
desprendían de este enunciado aparentemente justo. (N. del<br />
A.)<br />
[3] Otro grave error doctrinario del nazismo (N. del A.).<br />
Justicia social, pero con bandera, tradiciones y fronteras propias, sin un<br />
amo internacional, sin una consigna venida del extranjero. Es decir<br />
nacionalsocialismo. Al oponerse a la internacionalización marxista, Hitler<br />
se convierte automáticamente en el peor enemigo del marxismo. Aquí<br />
aparece en uno de los primeros actos públicos de su partido.<br />
70
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Pero los comunistas no sintieron que el camino estuviera libre<br />
y titubearon. El líder marxista Víctor Serge dice que en 1923<br />
la crisis inflacionista situó a Alemania al borde de la<br />
revolución, «pero la clase obrera estaba dividida y no actuó;<br />
los socialdemócratas retrocedieron ante la oportunidad de<br />
asaltar el poder». (Su libro «Hitler contra Stalin»).<br />
Era evidente que la desintegración moral de Alemania no se<br />
había obtenido en grado suficiente (en parte debido al<br />
nacionalismo alentado por Hitler) y los jefes del marxismo<br />
siguieron el consejo de Lenin: «La más juiciosa estrategia en<br />
la guerra es posponer las operaciones hasta que la<br />
desintegración moral del enemigo haga posible y fácil asestar<br />
el golpe mortal».<br />
El resultado fue que el comunismo alemán perdió entonces su<br />
mejor oportunidad y el nacionalsocialismo comenzó a resurgir<br />
con más bríos.<br />
En ese mismo año de 1923 las altas esferas políticas del<br />
Kremlin sufrieron una conmoción. El líder bolchevique judío<br />
Vladimir Ulianov (conocido mundialmente como Lenin)<br />
enfermó de parálisis y se suscitó una crisis en el poder. El<br />
judío Bronstein (Trotsky), creador del Ejército Rojo y<br />
precursor de la revolución, comenzó a perder influencia y<br />
acabó por ser lanzado al exilio; pero no se trataba de una<br />
persecución antisemita, como en el extranjero pudiera<br />
creerse, sino simplemente de una división interna.<br />
Muchos años antes Trotsky había militado temporalmente con<br />
los mencheviques, partidarios de los mismos principios<br />
marxistas que los bolcheviques, pero inclinados a frenar el<br />
movimiento para no exponerlo a una prueba prematura. Al<br />
enfermar Lenin, la solapada división volvió a recrudecerse;<br />
Trotsky y los suyos fueron desplazados y entonces se<br />
erigieron como amos de Rusia, Stalin y los judíos Kamenev,<br />
Radek y Zinoviev.<br />
DJUGASHVILI, EL HOMBRE DE ACERO<br />
71
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Cuando Adolfo Hitler, de 35 años de edad, quedaba libre en<br />
1924 e iniciaba la reorganización de su partido nacionalista,<br />
José Vissarionovich David Nijeradse Chizhdov Djugashvili, de<br />
45 años, llevaba meses de ser dictador absoluto de la URSS.<br />
Había adoptado el apelativo de Stalin, que en ruso significa<br />
«acero».<br />
Stalin —que había sido empeñosamente preparado en política<br />
marxista por el profesor judío Noah Jordania— acababa de<br />
dar a conocer su «plan de operaciones básico» en la más alta<br />
institución educacional del bolchevismo, la «Tverskaia», y ese<br />
plan consistía en utilizar como palanca la dictadura soviética<br />
para ir implantando el marxismo en todos los países. El<br />
proletariado de cada uno de éstos sería el punto de apoyo[1].<br />
Poco después ratificó este plan al publicar su libro «Problemas<br />
del Leninismo», en el que precisa así la tercera etapa del<br />
bolchevismo:<br />
«Consolidar la dictadura del proletariado en un país (Rusia),<br />
empleándolo como medio auxiliar para derribar el<br />
imperialismo en todos los demás. La revolución sobrepasa las<br />
fronteras de una sola nación, iniciándose la época de la<br />
revolución mundial. Fuerza principal activa de la revolución:<br />
dictadura del proletariado en un país y movimiento<br />
revolucionario del proletariado en todos los demás».<br />
Es decir, una vez más quedaba de manifiesto que el<br />
marxismo era una doctrina política con ambición mundial; su<br />
ámbito no era la URSS, sino el mundo entero. Y los primeros<br />
pasos comenzaron a darse desde luego.<br />
La provincia de Georgia —de donde era originario Stalin—<br />
había rechazado violentamente el bolchevismo en 1917 y<br />
ante el reconocimiento de todo el mundo se declaró<br />
independiente; su tradicional civilización cristiana chocaba<br />
profundamente con el marxismo. Sin embargo, su libertad<br />
duró poco porque Stalin no tardó en someterla por la fuerza y<br />
anexarla a la Unión de Repúblicas Soviéticas.<br />
Los pueblos libres de Azerbaiján y Armenia corrieron igual<br />
72
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
suerte. La anexión se extendió además a otros cinco estados:<br />
Kasakstán, Uzbakistán, Turkmenia, Tacjikia y Kirghisia. A este<br />
respecto el marxista Víctor Serge admite (en Hitler contra<br />
Stalin) que «las cinco repúblicas nacionales de Asia Central<br />
constituyen un vasto conjunto cuya unidad geográfica, étnica<br />
e histórica no es por nadie puesta en duda... Los kasaks, los<br />
turkmenos, los uzbeks, los tadjiks, los kirguises, tienen, a<br />
pesar de sus lenguas y orígenes diferentes, una cultura<br />
común, debida sobre todo a los mundos árabe y del Irán. Son<br />
musulmanes en su mayoría». Estos ocho pueblos anexados a<br />
la URSS se componían de 25 millones de habitantes de las<br />
más diversas razas, religiones y costumbres; súbitamente<br />
fueron privados de su independencia, de sus instituciones y<br />
de su viejo modo de vivir. La revolución mundial preconizada<br />
por el marxismo israelita no reconocía fronteras raciales, ni<br />
religiosas ni políticas.<br />
La expansión bolchevique barrió con tantas fronteras que<br />
todavía en 1935 se editaban en la URSS libros de primera<br />
enseñanza en 165 idiomas y dialectos diferentes, según<br />
reveló el emabajador norteamericano en Moscú William C.<br />
Bullit, en «La Amenaza Mundial» El terrorismo fue común<br />
denominador para la sarcástica dominación de pueblos a<br />
nombre de la «dictadura del proletariado». Pero el<br />
proletariado ciertamente nada tenía que ver con la extraña<br />
mezcla de gobernantes y comisarios rusos y judíos.<br />
Aunque durante muchos años fue entusiasta partidario de la<br />
URSS, Mr. Bullit dio luego un valioso testimonio del terror<br />
soviético y refirió:<br />
«Para colectivizar la agricultura, Stalin barrió con los<br />
pequeños propietarios. Si protestaban —y millones lo<br />
hicieron— se les fusilaba o se les condenaba a trabajos<br />
forzados en Siberia. La primera consecuencia de este ataque<br />
en el frente agrícola fue el hambre».<br />
Sobre el mismo punto el líder Víctor Serge hizo notar que si el<br />
ministro Molotov había manifestado en «Pravda» del 28 de<br />
enero de 1935 que 5.500,000 pequeños propietarios agrícolas<br />
sufrieron expropiación de tierras y fueron deportados a<br />
73
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Siberia, la cifra real debía de ser muy superior. Y como<br />
testigo presencial de los hechos añadía que en las granjas<br />
colectivas había hambre y descontento. La promesa de<br />
repartir tierras, que líderes bolcheviques utilizaron para atraer<br />
masas, se esfumó al implantarse la «dictadura del<br />
proletariado». Igual suerte corrió la promesa de tratar a los<br />
delincuentes como enfermos sociales «susceptibles de<br />
regeneración». Por el contrario, el castigo se extendió a los<br />
parientes de los reos políticos y a los vecinos[2] y en esta<br />
forma se creó automáticamente la más vasta red de<br />
espionaje y delatores que país ninguno había soñado tener. El<br />
que no denunciaba a un vecino sospechoso de conspirar o de<br />
ser un oposicionista, se hacía culpable de los mismos delitos.<br />
Arthur Koesoler refiere pormenorizadamente en «El Mito<br />
Soviético y la Realidad», cómo el Kremlin abandonó sus<br />
promesas iniciales y el 7 de abril de 1935 extendió la pena<br />
capital a los jóvenes de 12 años y estableció la deportación a<br />
Siberia de los parientes de quienes eludieran el servicio<br />
militar o escaparan al extranjero.<br />
Otro minucioso observador de la vida y las leyes del Kremlin,<br />
Pedro González Blanco, explica documentalmente en<br />
«Tigrocracia Staliniana» cómo se esfumó la promesa marxista<br />
de igualdad de clases:<br />
«Un policía —dice— ganaba dos o tres veces más que un<br />
obrero. El máximo jornal soviético, según "Pravda" del 26 de<br />
diciembre de 1935, era, para los obreros, de 145 rublos y<br />
mucho menos para los campesinos. El kilo de pan valía 5<br />
rublos; el de mantequilla, 20; el de carne de buey, 12; un par<br />
de zapatos, 70; un vestido ínfimo, 255. El obrero común no<br />
pasaba de ganar 100 rublos mensuales ni el adelantado 145.<br />
Altos jefes del partido, hasta 5,000 rublos mensuales».<br />
González Blanco cita a Walter Citrine, secretario general de<br />
«Trades Unions», que a su regreso de Rusia escribió en<br />
Londres:<br />
74
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
«No hay la menor duda de que reina un régimen de opresión.<br />
Los obreros no tienen libertad para poder hablar, como en<br />
Inglaterra. No pueden luchar contra el Estado, contra el<br />
Sindicato, contra el comité de fábrica o la célula comunista».<br />
La famosa «dictadura del proletariado» era sólo una fórmula<br />
propagandística para encubrir la dictadura extraña impuesta<br />
al proletariado ruso. Era evidente que el comunismo teórico<br />
había hablado de redención del proletariado para atraer a las<br />
masas, pero una vez controladas éstas, el comunismo<br />
práctico resultaba ser algo muy distinto. Era, en suma, un<br />
imperialismo dirigido y apuntalado por los jefes y los<br />
comisarios judíos de la URSS.<br />
Esta opresión material tenía también sus equivalentes en el<br />
campo espiritual. Todos los ancestrales sentimientos<br />
religiosos del pueblo fueron fanáticamente combatidos; se<br />
prohibió la enseñanza religiosa a menores de 18 años, en la<br />
seguridad de que a esa edad las nuevas generaciones ya<br />
habían sido suficientemente predispuestas en la escuela para<br />
no asimilar la religión de sus antecesores. Según refiere<br />
González Blanco, un Manual Antirreligioso para los obreros<br />
circuló profusamente en las fábricas; la obra Educación<br />
Antirreligiosa fue libro de texto en las escuelas; Quince años<br />
de Ateísmo Militante en la URSS fue diseminado en todos los<br />
sectores, y en 1925 se fundó la asociación «Sin Dios»,<br />
particularmente para niños y jóvenes. Además, un nuevo<br />
himno fue oficial en las escuelas:<br />
«La estrella de Belén<br />
ya se ha extinguido.<br />
Mas entre nosotros brilla eterna<br />
la estrella de cinco puntas[3].<br />
La cruz y los iconos, todas estas antiguallas<br />
las hemos arrojado a la basura,<br />
porque todos estos trebejos<br />
ensombrecen nuestra ruta.<br />
75
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Los Sin Dios abatieron<br />
toda esa credulidad putrefacta».<br />
Lo más grave de este sistema de vida era que no se trataba<br />
precisamente de un organismo nacional con fronteras<br />
claramente establecidas, sino de un movimiento marxista con<br />
aspiraciones universales enfáticamente expresadas en su<br />
fórmula de «revolución mundial», mil veces ratificadas por<br />
Lenin, Stalin y todos los exegetas del marxismo israelita.<br />
«Pravda» del 15 de noviembre de 1921 decía[4]: «En estos<br />
cuatro años transcurridos queda demostrado que no puede<br />
haber paz entre el reino de la burguesía y el reino del<br />
proletariado. No caben fronteras pacíficas entre un Estado<br />
Socialista y un Estado Burgués». Y posteriormente el órgano<br />
oficial bolchevique «Izvestia» auguraba aún más categórico:<br />
«No está lejano el tiempo en que los ejércitos de obreros y<br />
campesinos, definitivamente organizados, pasarán como un<br />
huracán de una punta a otra de la tierra».<br />
Precisamente en ese entonces hubo una crisis terrible en la<br />
URSS, por la escasez de víveres, y el régimen bolchevique fue<br />
apuntalado desde el exterior, pues en Estados Unidos los<br />
cómplices del comunismo invocaron razones humanitarias<br />
para enviarle ayuda.<br />
HITLER Y STALIN CARA A CARA<br />
Y no obstante esa evidente amenaza que ya entonces se<br />
cernía palpablemente sobre los pue-blos de Europa y<br />
América, numerosos estadistas occidentales y los<br />
monopolizadores judíos de importantes servicios informativos<br />
propiciaban una placentera inconsciencia en el Mundo<br />
Occidental. Ante esa amenaza, en Occidente surgía sólo una<br />
fuerza categóricamente resuelta a enfrentársele, y esa fuerza<br />
era el movimiento nacionalsocialista de Hitler.<br />
Mientras en Moscú se afianzaba el bolchevismo y Stalin<br />
trituraba con mano de hierro todo intento de oposición, en<br />
mayo de 1928 Hitler lograba 12 escaños parlamentarios en el<br />
76
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Reichstag; dos años más tarde obtenía 107 curules y<br />
arrastraba consigo seis millones trescientos mil electores, con<br />
lo cual su partido era ya el segundo de Alemania.<br />
El 30 de enero de 1933 Hitler era nombrado Canciller, aunque<br />
supeditado a la presidencia de Hindenburg. Sin embargo,<br />
desde ese momento se volvió oficial la lucha a muerte entre<br />
el nacionalsocialismo alemán y el marxismo judío. Hitler<br />
prohibió inmediatamente el partido comunista, el<br />
socialdemócrata y todos los demás que le eran afines o que<br />
representaban sólo tímidos primeros pasos hacia el<br />
bolchevismo. De acuerdo con su fórmula de que al terror rojo<br />
sólo podía combatírsele eficazmente mediante otro terror,<br />
relegó a campos de concentración a los dirigentes<br />
intelectuales del movimiento marxista en Alemania.<br />
Los principios del nacionalsocialismo concebidos por Hitler se<br />
convirtieron automáticamente en la política interior y exterior<br />
de Alemania. Respecto a la política exterior, la orientación era<br />
evidente y precisa:<br />
1. Alemania se declaraba enemiga de la doctrina marxista<br />
materializada en el bolchevismo soviético.<br />
2. Contra el marxismo presentaba la doctrina<br />
nacionalsocialista, contraria a la internacionalización del<br />
proletariado. En vez de internacionalización, sentimiento de<br />
patria y de nacionalidad.<br />
3. Alemania desistía del viejo intento de crecer a costa de<br />
Occidente. No quería entrar en conflicto con los imperios<br />
británico y francés buscandAdominios ultramarinos. Su<br />
crecimiento sería hacia el Oriente, a costa de la URSS.<br />
Nunca en la historia habían sido anunciados con tanta<br />
anticipación y tan crudamente los más trascendentales planes<br />
de un Estado. Hitler reveló en «Mi Lucha» esos tres puntos<br />
fundamentales desde 1923; luego los reiteró en 1926; los<br />
repitió en innumerables discursos y finalmente los elevó a<br />
77
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
política oficial en marzo de 1933, una vez que su<br />
nombramiento de Canciller fue ratificado por plebiscito[5].<br />
Stalin sabía desde ese momento a qué atenerse.<br />
Trotsky dijo en el destierro que el ascenso de Hitler al poder<br />
era motivo suficiente para que la URSS decretara una<br />
inmediata movilización militar. Y la movilización se inició,<br />
aunque calladamente.<br />
Al mismo tiempo el marxismo internacional se aprestó a<br />
agitar masas para utilizarlas en la defensa de la URSS y<br />
obtuvo significativos progresos en Francia, Bélgica y España.<br />
El Frente Popular conquistó en Francia una aplastante<br />
mayoría bajo la inspiración del hábil israelita y maestro<br />
masón León Blum. En España la desbordante progresión<br />
bolchevique recibió un discreto apoyo de los gobernantes de<br />
Inglaterra y Francia, aunque luego fue dominada por la<br />
reacción nacionalista encabezada por Franco, que a su vez<br />
recibió apoyo de Hitler y Mussolini.<br />
El marxismo internacional se alarmó y movilizó sus<br />
contingentes en todo el mundo, en un esfuerzo psicológico<br />
para hostilizar al nuevo régimen alemán. La lucha se<br />
circunscribía a discursos, propaganda y mutuas<br />
recriminaciones, pero ya era el presagio de la gran contienda<br />
para la cual estaban forjándose armas y voluntades.<br />
Dentro de Alemania misma, el internacionalizado movimiento<br />
obrero trató de presentar combate. El partido comunista<br />
alemán contaba con dos millones de miembros, además de la<br />
parcial adhesión de cuatro millones de socialdemócratas.<br />
Aunque severa, la represión no había logrado aniquilar todas<br />
las redes ocultas de los organizadores marxistas y éstos<br />
prepararon un golpe de Estado en 1935.<br />
Esa fue la más palpable evidencia de que los comunistas de<br />
un país son siempre un peligro latente para la Patria, porque<br />
en última instancia sus jefes son extranjeros. Naturalmente,<br />
las órdenes de éstos no se ajustan al interés de la<br />
78
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
nacionalidad de sus súbditos, sino a los fines internacionales<br />
que el marxismo persigue.<br />
Curt Riess refiere en «Gloria y Ocaso de los Generales<br />
Alemanes» que varios dirigentes comunistas creyeron<br />
haberse ganado al general Von Rundstedt, comandante de 16<br />
divisiones, y ofrecieron depositar en un Banco suizo<br />
1.250,000 francos para la rebelión. El 11 de julio (1935) el<br />
general Von Witzleben se presentó a nombre de Von<br />
Rundstedt a recoger el cheque; tomó fotografías y volvió a<br />
depositarlo.<br />
«Al siguiente día —añade Riess— se desató sobre Alemania<br />
una ola de detenciones y cayeron presos muchos antiguos<br />
dirigentes de federaciones obreras, así como varios políticos<br />
que habían combatido en las filas de la oposición al nazismo.<br />
En la misma noche los SS (tropas selectas alemanas) hicieron<br />
su aparición por las calles, por primera vez desde el 30 de<br />
junio de 1934. Inicióse una persecución que en los próximos<br />
días alcanzó el máximo de desenfreno. El día 15 —fecha<br />
fijada para la insurrección— pasó sin que Rundstedt se<br />
levantara en armas».<br />
Y es que Rundstedt, aunque indiferente hacia el movimiento<br />
nazi (nacionalsocialismo), había fingido estar de acuerdo con<br />
los conspiradores y mantuvo al tanto a Hitler de lo que<br />
tramaban. Este acontecimiento destrozó los planes de la<br />
Internacional Comunista para frustrar desde la retaguardia la<br />
marcha hitlerista hacia el Oriente, o sea hacia la URSS.<br />
Como contrapartida, Berlín acogía a los oposicionistas<br />
soviéticos que lograban cruzar la frontera y los alentaba en<br />
sus planes encaminados a provocar una revolución<br />
antibolchevique en Rusia. Desde 1933 el líder alemán<br />
Rosenberg se encargó de celebrar juntas con exiliados rusos,<br />
entre quienes figuraba el general Pavel Skoropadsky. La<br />
esposa de Rosenberg, una joven rusa llamada Vera Schuster,<br />
se hallaba al tanto de estas actividades y a principios de 1936<br />
desapareció misteriosamente. Según dice Curt Riess, las<br />
potencias occidentales descubrieron después que la joven era<br />
79
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
espía de la policía soviética y que llevó a Moscú pistas<br />
precisas de los conspiradores.<br />
La magistral espía soviética no fue el único factor del triunfo<br />
del contraespionaje stalinista. Churchill revela en sus<br />
Memorias que en el otoño de 1936 Alemania hizo un llamado<br />
al presidente Benes, de Checoslovaquia, para que se le uniera<br />
en la lucha antimarxista, y le insinuó que algo muy<br />
importante iba a ocurrir pronto en la URSS. «Mientras que<br />
Benes meditaba acerca de esta sugestión —dice Churchill— se<br />
dio cuenta de que estaban cruzándose comunicaciones al<br />
través de la embajada soviética en Praga entre importantes<br />
personajes rusos y el gobierno alemán. Esto formaba parte de<br />
la llamada conspiración militar y de los comunistas de la vieja<br />
guardia para derrocar a Stalin... Benes se apresuró a<br />
comunicar a Stalin todo lo que había podido saber... Vino<br />
después la implacable, pero tal vez no innecesaria purga<br />
militar y política en Rusia... No baja de cinco mil el número de<br />
funcionarios y oficiales con el grado de capitán para arriba<br />
que fueron liquidados».<br />
Para sorpresa de los espectadores del mundo occidental, la<br />
«purga» alcanzó a algunos líderes judíos, como Zinoviev y<br />
Kamenev. Por segunda vez —después del destierro de<br />
Trotsky— pudo creerse en el extranjero que se trataba de una<br />
persecución antisemita, pero los acontecimientos posteriores<br />
demostraron palmariamente que nada había más falso que<br />
esa suposición. El hecho de que entre los eliminados figuraran<br />
también funcionarios hebreos que por incapacidad o<br />
negligencia habían fracasado en su tarea, era una de las<br />
características fanáticas del régimen, mas nada se había<br />
modificado en su estructura fundamental. Caían Zinoviev y<br />
Kamenev, pero subían sus hermanos de raza Litvinov,<br />
Zdanov, Kalinin y Vishinsky. El diluvio de sangre —más de<br />
cinco mil ejecuciones según Churchill— acabó con los sueños<br />
de los conspiradores rusos, con muchos de los funcionarios<br />
incompetentes que no habían advertido el peligro y con el<br />
plan alemán para provocar la caída del marxismo soviético<br />
mediante un movimiento interior en Rusia.<br />
80
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
En esos juicios que costaron la vida a más de cinco mil<br />
militares rusos fungió como fiscal el israelita Andrés<br />
lanurevich Vishinsky, que posteriormente fue delegado ante la<br />
ONU. Y los fusilamientos estuvieron a cargo de la policía<br />
mandada por el israelita Heinrich Yago-da, que a su vez fue<br />
juzgado incompetente y ejecutado años más tarde por el jefe<br />
judío Nicolás Yezov.<br />
Después de esas gigantescas purgas los comisarios judíos<br />
afianzaron mejor el control del Ejército Rojo. Y como en todos<br />
los países donde una minoría activa y audaz tiene el Poder en<br />
la mano, las grandes masas fatalistas del pueblo ruso nada<br />
sabían ni podían hacer para modificar su destino.<br />
Terminó así en un empate el primer choque indirecto entre el<br />
marxismo israelita asentado en la URSS y el<br />
nacionalsocialismo que Hitler creó para combatir a aquél.<br />
[1] «A Puertas Cerradas». — Almirante Ellis M. Zachanas, del<br />
Servicio Secreto Norteamericano.[2] «La Rusia de Stalin». —<br />
Max Eastman, Profesor de Filosofía en la Universidad de<br />
Columbia.<br />
[3] Símbolo judío. (Cada punta representa un dominio: el<br />
político, el económico, el del proletariado, el de la prensa y el<br />
de Palestina. Una sexta punta simboliza el dominio absoluto<br />
mundial).<br />
[4] «Tigrocracía Stalíniana». — Pedro González Blanco.<br />
[5] En 1939, recién iniciada la guerra, Hitler dijo que su<br />
81
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
mayor error había sido la revelación de su política exterior en<br />
su libro "Mi Lucha", en 1923. ("Memorias" de Von<br />
Ribbentrop).<br />
Hitler poco después de tomar el poder. Lo acompañan Hess (a su<br />
izquierda) y el Gral. Brauchitsch. Forman valla las tropas S.S., de<br />
uniforme negro.<br />
82
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
CAPÍTULO III<br />
Occidente se interpone<br />
(1933 - 1939)<br />
Lo que Podía Esperarse de Berlín y de Moscú.<br />
Pueblos lanzados a los Brazos de sus Enemigos.<br />
Inglaterra, Valladar Contra la Marcha Hacia Moscú.<br />
El Trono del Oro Empuja a Occidente.<br />
Profundas Raíces en el Alma Colectiva.<br />
Zanjando las Viejas Rencillas con Francia.<br />
El Talón de Aquiles del Nacionalsocialismo.<br />
Despeje del Flanco Derecho.<br />
A Cuatro Horas del Derrumbe Interior.<br />
Cerrojo en el Camino a Moscú.<br />
Engañar es más Eficaz que Dinamitar.<br />
LO QUE PODÍA ESPERAR SE DE BERLÍN Y DE MOSCÚ<br />
Dos ideologías se hallaban frente a frente. De un lado el<br />
marxismo con públicas pretensiones de dominio universal. Del<br />
otro, el nacionalismo alemán, con específicas y públicas<br />
83
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
ambiciones de abatir al marxismo israelita y de crecer<br />
territorialmente a costa de la URSS. Francia, Inglaterra,<br />
Estados Unidos —todo el Occidente— representaban un tercer<br />
grupo de fuerzas. ¿Qué ofrecía el marxismo soviético a estos<br />
países occidentales? Sus intenciones eran bien claras y<br />
populares: anunciaba la «revolución mundial» para establecer<br />
el marxismo en todo el orbe. Es decir, la aniquilación de los<br />
sistemas políticos, ideológicos y religiosos que desde hace<br />
siglos imperan en Occidente[1].<br />
¿Y cuál era la actitud del nacionalsocialismo alemán frente a<br />
los países occidentales? Proponía «zonas de influencia» para<br />
cada potencia: Alemania no interferiría los intereses de<br />
Estados Unidos en América, ni los de Inglaterra y Francia en<br />
sus respectivos imperios coloniales. Pero aniquilaría al<br />
marxismo imperante en la URSS y crecería a costa de<br />
territorio soviético.<br />
Es decir, las instituciones políticas, ideológicas y religiosas de<br />
los países occidentales no solamente quedaban al margen de<br />
la lucha de Berlín contra Moscú, sino que indirectamente se<br />
fortalecían porque al desaparecer el bolchevismo<br />
automáticamente desaparecía el enemigo principal de esas<br />
instituciones.<br />
Todo evidenciaba, pues, que si entre el nacionalsocialismo de<br />
Hitler y el Mundo Occidental existían discrepancias<br />
ideológicas, a la vez había muchos puntos de contacto y hasta<br />
de mutua conveniencia. Y en cambio, entre el marxismo de<br />
Moscú y los pueblos occidentales sólo existían insalvables<br />
abismos de diferencias políticas, ideológicas y religiosas. La<br />
forma extraordinariamente sangrienta en que el bolchevismo<br />
conquistó y afirmó el poder en Rusia; lo inusitado de sus<br />
doctrinas que niegan los principios milenarios de nacionalidad<br />
y patria; su mortal encono contra la propiedad privada; su<br />
categórica posición ateísta; su implacable persecución<br />
religiosa y su declarada ambición de extender estos sistemas<br />
a todo el orbe mediante la «revolución mundial» profetizada<br />
por Marx, fueron factores más que suficientes para que los<br />
84
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
pueblos de Occidente vieran a la URSS con recelo y<br />
hostilidad.<br />
¿Cómo fue entonces posible que esos países occidentales no<br />
secundaran la acción contra el enemigo común bolchevique?<br />
En menor grado, ¿cómo fue posible que ni siquiera<br />
conservaran su neutralidad ante el ataque alemán a esa<br />
amenaza común? Y por último, ¿cómo fue posible que dichos<br />
países occidentales no reservaran sus fuerzas en expectante<br />
espera, a fin de determinar la suerte del mundo una vez que<br />
el choque Berlín-Moscú se hubiera decidido en un mutuo<br />
destrozamiento?<br />
Todas estas incógnitas se despejan en seguida al observar el<br />
desarrollo de los hechos y al ver cómo los países occidentales<br />
fueron empujados sucesivamente en favor de los intereses<br />
judío-marxistas. Este increíble proceso encierra ya los<br />
gérmenes de la terrible crisis que ahora conmueve a la<br />
Civilización Occidental. La abrumadora amenaza de hoy<br />
comenzó a forjarse en aquel entonces.<br />
PUEBLOS LANZADOS A LOS BRAZOS DE SUS ENEMIGOS<br />
A consecuencia del cataclismo económico que sufrió Estados<br />
Unidos en 1929 (el cual muchos peritos atribuyen a los<br />
financieros judíos) hubo miles de quiebras, quedaron cesantes<br />
once millones de trabajadores, fue devaluado el dólar y perdió<br />
fuerza el Partido Republicano, entonces en el poder. En esas<br />
circunstancias se presentó la candidatura de Franklin D.<br />
Roosevelt, del Partido Demócrata. Roosevelt se hallaba<br />
cordialmente relacionado con todas las esferas israelitas, pero<br />
como por algunos momentos sus partidarios temieron un<br />
fracaso, montaron una campaña de prensa en que se<br />
aparentaba que los banqueros de Wall Street eran enemigos<br />
de aquél. Por ese solo hecho millares de ciudadanos<br />
resentidos contra los autores del cataclismo económico se<br />
volvieron a favor de Roosevelt.<br />
85
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Roosevelt llegó al poder y llevó consigo a un grupo de<br />
colaboradores llamado el Trust de los Cerebros, encabezado<br />
por el banquero israelita J. Warburg. Uno de los primeros<br />
actos del nuevo Presidente fue entrevistarse con el ministro<br />
soviético de Relaciones, Maxim Litvinov (cuyo original apellido<br />
judío era Finkelstein) y luego reconocer al gobierno<br />
bolchevique de la URSS, cosa que Estados Unidos se había<br />
negado a hacer durante 16 años. Este reconocimiento ayudó<br />
incalculablemente al régimen soviético en momentos en que<br />
se afrontaba una grave oposición interna debido al hambre<br />
que sufría la población rusa.<br />
Al iniciarse las relaciones entre la Casa Blanca y el Kremlin,<br />
en septiembre de 1933, Hitler asumía el poder en Alemania,<br />
suprimía el Partido Comunista y elevaba sus principios<br />
antimarxistas a la categoría de política oficial de su país.<br />
William C. Bullit, primer embajador norteamericano en Moscú,<br />
revela que el reconocimiento de la URSS se hizo a condición<br />
de que ésta dejara de dirigir al Partido Comunista americano.<br />
Pero esa condición fue sólo un engaño para suavizar la<br />
repugnancia con que la opinión pública de Estados Unidos<br />
juzgaba cualquier entendimiento con los preconizadores<br />
soviéticos de la «revolución mundial» bolchevique.<br />
«No obstante —añade Bullit en La Amenaza Mundial—, en<br />
1935 se reunió en Moscú el VII Congreso Mundial de la<br />
Internacional Comunista y asistieron no sólo jefes<br />
prominentes de los comunistas norteamericanos, sino que se<br />
dieron determinadas direcciones al partido comunista<br />
estadounidense... Roosevelt llegó a la conclusión de que el<br />
interés de los Estados Unidos exigía ignorar temporalmente la<br />
violación del compromiso que Stalin contrajo con él».<br />
Así empezó a ser engañada la opinión pública<br />
norteamericana...<br />
Entretanto, era una evidencia innegable que Alemania y Rusia<br />
marchaban hacia la guerra. Las intenciones antibolcheviques<br />
de Hitler, proclamadas desde 1919 y reiteradas en «Mi<br />
Lucha», tuvieron una enésima e indudable confirmación en<br />
1934, cuando el señor Messersmith, embajador de Estados<br />
Unidos en Austria, comunicó a Washington que Alemania<br />
86
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
tenía los ojos fijos en la frontera oriental (hacia la URSS) y<br />
que abrigaba «la esperanza de conseguir la Ucrania para el<br />
excedente de población alemana». Este testimonio consta en<br />
el libro «Paz y Guerra» del Departamento de Estado<br />
Norteamericano.<br />
El pueblo estadounidense preveía ese conflicto europeo y<br />
deseaba vivamente mantenerse al margen; esta preocupación<br />
popular determinó que el Congreso americano prohibiera en<br />
agosto de 1935 la venta de armas a cualquier beligerante.<br />
Entonces el Presidente Roosevelt inició una intensa<br />
propaganda para derogar ese acuerdo y proclamó que<br />
Alemania era una amenaza inminente contra los Estados<br />
Unidos, Sus discursos fueron subiendo de tono y el 5 de<br />
octubre de 1937 llegó a decir que «la situación política del<br />
mundo era para causar grave preocupación» y que «el reino<br />
del terror y del desafuero internacional había llegado a tales<br />
extremos que amenazaba seriamente las bases mismas de la<br />
civilización. Advirtió que era insensato creer que América<br />
podría escapar de esta amenaza o que no se atacaría al<br />
hemisferio occidental»[2]<br />
¿Estaba Roosevelt refiriéndose a la URSS, que preconizaba la<br />
«revolución mundial» para establecer el comunismo en todo<br />
el mundo? ¿Estaba refiriéndose al marxismo judío empeñado<br />
en suprimir toda ideología o religión ajena a él? No,<br />
ciertamente; Roosevelt se refería sólo al nacionalsocialismo<br />
alemán que se erigía contra el marxismo.<br />
Ya entonces era un hecho palpable que todos los preparativos<br />
militares de Alemania se hallaban enfocados a una guerra<br />
contra la URSS y que no existía ningún síntoma de que<br />
estuviera creando una flota de invasión, ya no digamos para<br />
atacar a América, a 7,000 kilómetros de distancia, ni siquiera<br />
a la Gran Bretaña a escasos 40 kilómetros de la costa<br />
europea. Pero una artificial psicosis de guerra estaba siendo<br />
creada como requisito previo de la inconcebible tarea de<br />
interponer a Occidente entre Alemania y el marxismo, en<br />
provecho exclusivo de este último.<br />
87
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
No obstante todos los esfuerzos oficiales para crear y<br />
acrecentar esa psicosis, Mister Hull reconoce en «Paz y<br />
Guerra» que en 1937 «se desarrolló un considerable<br />
sentimiento público en los Estados Unidos que pedía una<br />
enmienda constitucional que hiciera necesaria la votación<br />
popular como requisito previo a toda declaración de guerra».<br />
Requisito tan auténticamente democrático en un asunto tan<br />
serio como una nueva guerra, parecía ser lógico en una<br />
democracia, pero «tanto el Presidente Roosevelt coma el<br />
Secretario de Estado —agrega Hull— expresaron en varias<br />
ocasiones su decidida oposición». Mediante resueltos<br />
esfuerzos del Presidente, la proposición fue rechazada por el<br />
estrecho margen de 209 votos contra 188. En ese mismo año<br />
de 1937 —dos años antes de la guerra— el embajador<br />
norteamericano William C. Bullit se enteraba de que<br />
«fueron cerradas diez mil iglesias en Rusia... Se afirma que la<br />
NKVD cuenta en estos momentos con 600,000 hombres.<br />
Hasta el Ejército Rojo —añade en «Amenaza Mundial»— está<br />
sujeto a su control. En los campos de concentración y<br />
cárceles de la NKVD el número de prisioneros no habrá sido<br />
nunca inferior, durante los pasados 15 años, a 10 millones,<br />
trabajando medio hambrientos».<br />
El sacerdote Walsh, que formando parte de una misión de<br />
ayuda social había estado dos años en la URSS, informó<br />
pormenorizadamente a Roosevelt de la forma en que eran<br />
perseguidas las religiones en Rusia. Sin embargo un velo de<br />
indulgente silencio oficial se tendía sobre estos hechos. Pero<br />
muy distinta había sido la actitud de Roosevelt cuando en<br />
julio de 1935 las autoridades alemanas habían capturado a<br />
varios israelitas conectados con el golpe de estado que von<br />
Rundstedt hizo fracasar. Y sobre todo, el disgusto de<br />
Roosevelt adquirió proporciones de ira cuando en noviembre<br />
de 1938 Alemania impuso una multa de 400 millones de<br />
dólares a la Comunidad Israelita, como represalia por el<br />
asesinato del diplomático alemán Ernest von Rath,<br />
consumado en París por el judío Herschel Grynszpan.<br />
Ciertamente que hubo también sinagogas dañadas y cristales<br />
rotos en los comercios judíos (tantos que el suceso es<br />
88
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
conocido como «la noche de cristal»), pero el gobierno<br />
alemán impidió que la indignación degenerara en ataques<br />
personales contra los hebreos.<br />
Roosevelt se apresuró entonces a decir (15 de noviembre de<br />
1938): «Apenas puedo creer que esas cosas ocurran en la<br />
civilización del siglo XX».<br />
Cosas mil veces peores que multar con 400 millones de<br />
dólares a una comunidad judía —poseedora entonces de<br />
3,200 millones de dólares en Alemania— estaban ocurriendo<br />
en la URSS; pero de eso no se hablaba. Para la camarilla de<br />
Roosevelt era un delito inconmensurable que Hitler enviara a<br />
campos de concentración a cientos de agitadores<br />
bolcheviques, pero le parecía natural e inobjetable que el<br />
Kremlin encarcelara a millones de anticomunistas. A raíz de la<br />
multa impuesta a la comunidad judía de Alemania, Roosevelt<br />
retiró a su embajador Hugh Wilson y alentó a Inglaterra a<br />
declarar combinadamente una guerra comercial contra el<br />
Reich.<br />
El primer paso para la ruptura y para la guerra armada se<br />
había dado ya.<br />
A continuación Roosevelt agregó que «las tempestades en el<br />
extranjero amenazaban directamente a tres instituciones<br />
indispensables para los americanos, la religión, la democracia<br />
y la buena fe internacional».<br />
Era extraordinario que Roosevelt —masón 33— presentara a<br />
Alemania como un peligro para la religión y que nada dijera<br />
respecto a la URSS. Berlín acababa de firmar el 20 de julio de<br />
1933 un Concordato con el Vaticano, que incluso concedía<br />
libertad completa a las escuelas confesionales, cosa que rige<br />
en muy contados países. Además, Hitler proclamaba<br />
enfáticamente que «las doctrinas e instituciones religiosas de<br />
un pueblo debe respetarlas el Fuehrer político como<br />
inviolables... Los partidos políticos nada tienen que ver con<br />
las cuestiones religiosas». Y en contraste con todo esto, en<br />
Rusia estaba prohibida la enseñanza religiosa para jóvenes<br />
que no hubieran cumplido los 18 años, período durante el<br />
cual el Estado les inculcaba un profundo sentimiento ateísta,<br />
89
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
concretado en la conocida frase leninista de que «la religión<br />
es el opio del pueblo».<br />
Era igualmente extraordinario que Roosevelt presentara a<br />
Alemania como una amenaza para la democracia y nada<br />
dijera de la URSS, en donde el sistema dictatorial era<br />
primitivo y sangriento, con el agravante de que no se trataba<br />
de una dictadura instaurada pacíficamente mediante<br />
plebiscito —corno la de Hitler—, sino mediante purgas<br />
sangrientas.<br />
Y también era extraordinario que Roosevelt se refiriera a<br />
Alemania como «amenaza a la buena fe internacional» —a<br />
pesar de que la política alemana se orientaba específicamente<br />
contra la URSS—, y que el propio Roosevelt enmudeciera ante<br />
la bien clara intención bolchevique de imponer su sistema de<br />
gobierno a todo el orbe. El primer paso en este sentido lo dio<br />
el marxismo al integrar la Tercera Internacional Comunista en<br />
todos los países de Occidente. Y estas células, avanzadas de<br />
la «revolución mundial», ostentaban públicamente los<br />
símbolos bolcheviques (bandera roja, hoz, martillo y canto de<br />
la Internacional) y recibían instrucciones del Kremlin.<br />
Pero todo esto era soslayado deliberadamente por Roosevelt,<br />
según refiere el diplomático Bullit, quien durante muchos<br />
años fue en Estados Unidos el adalid de los que pugnaban por<br />
el reconocimiento de la URSS. Sin embargo, más tarde se<br />
alarmó ante la política pro-soviética de Roosevelt.<br />
Si en estos tres puntos —religión, democracia y buena fe<br />
internacional— carecía de fundamento la acusación de<br />
Roosevelt contra Alemania, en cambio sí era un hecho que en<br />
la URSS no se combatía al movimiento político judío (del cual<br />
el marxismo ha sido uno de sus más poderosos tentáculos) y<br />
en Alemania sí se le exhibía y se le retaba.<br />
La eliminación de contados israelitas durante las «purgas»<br />
soviéticas, era sólo un fanático castigo de los timoratos o los<br />
incompetentes, pero no un ataque fundamental al<br />
movimiento político. Caía el hebreo Kerensky, pero surgía el<br />
judío Trotsky; caía Trotsky, pero cobraba más poder el<br />
90
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
hebreo Zinoviev; caía Zinoviev, pero se vigorizaban Litvinof,<br />
Kaganovich y todos sus colaboradores.<br />
En cambio, el nacionalsocialismo de Hitler sí era enemigo del<br />
movimiento político israelita. Por eso un discurso de Hitler<br />
condenando las ambiciones de esa conjura causaba más<br />
indignación y alarma entre los círculos israelitas, que la<br />
eliminación de unos cuantos judíos en Rusia, hecha por otros<br />
de su misma raza y en nombre de su propia causa.<br />
Según podrá ratificarse luego con innumerables pruebas,<br />
Roosevelt se hallaba ligado estrechamente a intereses judíos<br />
y era ésta la causa —oculta e inconfesable— de que<br />
protestara vehementemente cuando en Alemania rompían los<br />
cristales de los comercios judíos y de que a la vez guardara<br />
silencio acerca de las matanzas de cristianos que se<br />
realizaban en Rusia. En el primer caso se trataba de un<br />
incidente incruento, pero de honda significación antisionista, y<br />
en el segundo de un fanático afianzamiento del marxismo<br />
judío.<br />
Cuando los nazis multaban con 400 millones de dólares a la<br />
Comunidad Israelita por el asesinato de un diplomático,<br />
Roosevelt se indignaba y decía que apenas podía creerse que<br />
tales cosas ocurrieran en el siglo veinte, pero con benevolente<br />
silencio, pasaba de largo las matanzas que padecía el pueblo<br />
ruso bajo el régimen judío-marxista.<br />
El líder comunista español Víctor Serge huyó de Rusia<br />
indignado de esas carnicerías humanas y refirió que muchos<br />
de los acusados admitían ser culpables para salvar a sus<br />
familias.<br />
«Muchos más —dice en «Hitler contra Stalin»— se indignan y<br />
acusan: sus gritos son ahogados en las cárceles o se les fusila<br />
sin proceso alguno. El número de fusilados asciende<br />
probablemente a cien mil. Jamás ningún Estado ha destruido<br />
sus cuadros con semejante ensañamiento y de una manera<br />
tan completa. Gobierno y comités han sido renovados por lo<br />
menos dos veces en dos años. Tan sólo el Ejército perdió<br />
30,000 de los 80,000 oficiales».<br />
91
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Estos desmanes, peores que apedrear vitrinas, también<br />
ocurrían en el siglo veinte, pero a Roosevelt no le parecían<br />
increíbles ni condenables. Y es que en realidad nadie podía<br />
acusar en esa época a Stalin de atacar básicamente al<br />
movimiento israelita.<br />
El periodista norteamericano William L. White acompañó a<br />
Eric Johnston, Presidente de la Cámara de Comercio de<br />
Estados Unidos, a una gira por numerosas provincias<br />
soviéticas y dio el siguiente testimonio:<br />
«Una de las cosas admirables del régimen soviético es su<br />
actitud hacia cualquier forma de prejuicio de raza, que<br />
contiene con mano firme sin ocuparse de discutir con el<br />
pueblo ruso, en el cual el antisemitismo ha sido tradición de<br />
siglos... El Gobierno ha realizado un gran esfuerzo para<br />
reducir el antisemitismo, con el resultado de que en Rusia su<br />
importancia es similar a la que tiene en Estados Unidos,<br />
aunque las condiciones en este sentido no son tan excelentes<br />
como las que existen en Inglaterra»[3].<br />
Esa generosidad era explicable porque el judaísmo había<br />
participado como factor decisivo en la génesis del régimen<br />
bolchevique y seguía siendo su director intelectual.<br />
La participación del judaísmo en ese régimen determinó el<br />
estrecho entendimiento entre Roosevelt y la URSS y fue<br />
asimismo la causa de que los pueblos occidentales —contra<br />
sus propios intereses— fueran lanzados a aniquilar a<br />
Alemania para salvar al marxismo.<br />
Entre el pueblo norteamericano —amante de la libertad,<br />
creyente, respetuoso de la vida humana— y el régimen<br />
sanguinario y ateísta de Moscú, no existía ningún punto de<br />
contacto. Pero sí lo había entre el marxismo judío del Kremlin<br />
y los prominentes israelitas que rodeaban a Roosevelt. La<br />
lista es interminable, pero entre los más conocidos e<br />
influyentes, figuraron su inseparable consejero Bernard M.<br />
Baruch; el secretario del Tesoro, Henry Morgenthau; James P.<br />
Warburg, dueño del Banco Internacional Aceptance Bank Inc.,<br />
de Nueva York; Félix Frankfurter, Brandéis y Cardozo en el<br />
92
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Tribunal Supremo; Sol Bloom en la Comisión de Relaciones<br />
Extranjeras de la Cámara; Samuel Untermeyer en la<br />
presidencia de la Federación Mundial Económica Judía, Sam<br />
Rosenman, el rabino Stephen Wise y otros muchos.<br />
El escritor norteamericano Robert E. Sherwood colaboró<br />
íntimamente en la Casa Blanca y refiere[4] que el más<br />
cercano colaborador de Roosevelt era Harry Hopkins, educado<br />
políticamente por el israelita Dr. Steiner, y fue «la segunda<br />
personalidad individual que de hecho dominó en los Estados<br />
Unidos durante el más crítico período de la guerra... Hopkins<br />
no vacilaba en aprovechar su íntimo contacto con el<br />
Presidente para favorecer sus intereses propios o los de las<br />
instituciones con las que tenía personal relación... Hopkins fue<br />
el hombre que gozó de la máxima confianza de Franklin D.<br />
Roosevelt. Por espacio de varios años fue los ojos, los oídos,<br />
y las piernas del Presidente, el instrumento casi anónimo de<br />
la voluntad de Roosevelt».<br />
Su influencia llegó a ser tan decisiva en asuntos capitales que<br />
el general Marshall le confesó a Sherwood que su<br />
nombramiento de Secretario de Estado se lo debía<br />
«primordialmente a Harry Hopkins». Otro escritor<br />
norteamericano, John T. Flynn, revela lo siguiente en «El Mito<br />
de Roosevelt»<br />
«Roosevelt compró al pueblo norteamericano con el dinero<br />
del propio pueblo y ganó todas las elecciones. Tengo cuatro<br />
millones de hombres —decía Hopkins— pero por amor de Dios<br />
no me pidás que te diga en qué trabajan... Hopkins fue el<br />
instrumento principal de Roosevelt en esta grandiosa empresa<br />
de derroche y corrupción. Él organizó el sistema de las<br />
limosnas con dinero público, de tal manera hechas que los<br />
subsidios sólo les tocaban a los demócratas, a los fieles de<br />
Roosevelt que votaban por él... Hopkins se instaló en la Casa<br />
Blanca como favorito oficial y fue, después de Roosevelt, el<br />
hombre más poderoso de los Estados Unidos».<br />
Según Sherwood, Roosevelt pasaba temporadas en la casa de<br />
su consejero israelita Bernard M. Baruch, conocido como el<br />
93
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
«estadista número uno» y como consejero de presidentes<br />
desde la época de Woodrow Wilson. Baruch es jefe del<br />
Consejo Imperial de la Gran Masonería Universal. Después de<br />
la primera guerra mundial se le acusó a Baruch de haber<br />
influido ilegalmente para que el país entrara en la guerra,<br />
pero la investigación no prosperó.<br />
Sherwood fue también testigo de que otro israelita:<br />
«Sam Rosenman, se movía en el foro del Palacio a guisa de<br />
guardia pretoriano. Siempre hubo críticas para aquellas<br />
personalidades extraoficiales... Hopkins, Rosenman y yo<br />
trabajamos activamente en todos los principales discursos de<br />
Roosevelt».<br />
Rosenman, juez de la Suprema Corte del Estado de Nueva<br />
York, era el enlace entre la Casa Blanca y los jefes israelitas<br />
de Nueva York[5].<br />
Félix Frankfurter, judío nacido en Austria descendiente de<br />
rabinos, era también del grupo íntimo e influyente de<br />
Roosevelt. Desde muchos años antes se le identificó como<br />
decidido partidario del marxismo; dirigía la Harvard Law<br />
School, vivero de jóvenes pro-soviéticos a los que luego<br />
acomodaba pródigamente en las diversas dependencias de la<br />
administración. Además aconsejaba a la «American Civil<br />
Liberties Union», que era otro centro de izquierdistas<br />
disfrazados.<br />
El influyente juez Brandeis, también judío, mantenía<br />
constante contacto con Roosevelt y se afirma que fue el padre<br />
intelectual del «New Deal» (plan económico-político de<br />
Roosevelt para asegurar sus reelecciones mediante el dinero<br />
del pueblo). El rabino Stephen Wise también formaba parte<br />
de ese grupo, como que desde septiembre de 1914 había<br />
apoyado decididamente a Roosevelt en sus primeros pasos<br />
políticos.<br />
Ahora bien, según el árbol genealógico investigado por el Dr.<br />
H. Laughlin, del Instituto Carnegie, Franklin D. Roosevelt<br />
pertenecía a la séptima generación del israelita Claes<br />
Martensen van Rosenvelt, emigrado de España a Holanda en<br />
94
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
1620, como consecuencia de la expulsión de los judíos. Este<br />
informe fue publicado en 1933 en el «Daily Citizen», de<br />
Tucson, Arizona. Posteriormente el «Washington Star» dio<br />
una información parecida al morir la madre de Roosevelt,<br />
Sarah Delano. Y el israelita A. Slomovitz publicó en el «Detroit<br />
Jewish Chronicle» que los antepasados judíos de Roosevelt en<br />
el siglo XVI residían en España y se apellidaban Rosa<br />
Campo[6].<br />
Roosevelt contaba también con los jefes del movimiento<br />
obrero americano, tales como los líderes judíos Sidney<br />
Hulmán (CIO). John L. Lewis, Ben Gold, Abraham Flexner,<br />
David Dubinsky y otros muchos discípulos del también líder<br />
obrerista judío Samuel Gompers, fundador de la American<br />
Federation of Labor. El líder Hillman, israelita originario de<br />
Lituania y emigrado a los Estados Unidos en 1907, había<br />
organizado en 1922 una corporación industrial<br />
rusoamericana, en la que su lema era: «Tenemos la<br />
obligación moral de ayudar a Rusia a resurgir». Hulmán era<br />
aconsejado por el influyente rabino Stephen Wise, según este<br />
mismo lo afirma en su biografía «Años de Lucha». Entre los<br />
dirigentes de los obreros norteamericanos han figurado<br />
siempre muchísimos judíos. La lista ocuparía varias hojas,<br />
pero además de los antes nombrados pueden citarse a los<br />
muy conocidos Arthur J. Goldberg, Frank Rosenblum, Jacob<br />
Potofsky, Dan Tobin, Walter Reuther, Jacob Reuther y Albert<br />
Fitzgerald.<br />
Cuando el líder obrero norteamericano John P. Frey denunció<br />
ante la comisión parlamentaria de actividades antinorteamericanas<br />
la labor comunista de dichos líderes judíos,<br />
fue violentamente censurado por escritores y periódicos<br />
prosoviéticos. Y Roosevelt dijo al Senador Martín Dies:<br />
«¿Cómo se le ha ocurrido permitir esta campaña de<br />
difamación contra el CIO?... No es absolutamente el caso de<br />
dar tanta importancia al comunismo». Por algo el periódico<br />
judío «Jewish Life», de Nueva York, había dicho el primero de<br />
95
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
mayo de 1939 que «los aliados más fíeles del judaísmo son<br />
los partidos comunistas».<br />
Así las cosas, en el fondo resultaba muy explicable por qué<br />
Roosevelt pugnaba por alinear a Occidente en defensa de la<br />
URSS y por qué alentaba a la juventud norteamericana hacia<br />
el marxismo. En el congreso juvenil de Washington, en enero<br />
de 1940, dijo:<br />
«Hace ya más de veinte años, cuando la mayoría de ustedes<br />
eran unos niños muy pequeños, yo sentía la misma simpatía<br />
por el pueblo ruso. En los primeros días del comunismo<br />
entendí que muchos de los dirigentes de Rusia estaban<br />
proporcionando mejor educación, y mejor salud... Se dice que<br />
algunos de ustedes son comunistas. Este adjetivo, hoy, es<br />
muy impopular. Como norteamericanos, tienen ustedes, si<br />
quieren, perfecto derecho legal y constitucional a definirse<br />
como comunistas»[7].<br />
Marx, Engels, Lenin, Kamenev, Zinoviev, Trotsky y los demás<br />
adalides israelitas del bolchevismo soviético habían logrado<br />
un triunfo sui géneris en la Casa Blanca de Washington, y<br />
este triunfo había sido magistral obra de filigranas políticas en<br />
las hábiles manos de los israelitas Wise, Baruch, Rosenman y<br />
otras eminencias del llamado «poder secreto del mundo».<br />
El pueblo norteamericano veía con inquietud que se le quería<br />
mezclar peligrosamente en el conflicto europeo y que se le<br />
empujaba hacia el campo bolchevique. La política<br />
rooseveltiana del «New Deal» se identificaba cada vez más<br />
con Moscú. Sherwood refiere que los epítetos «comunista y<br />
bolchevique se lanzaban enérgicamente a la faz de la<br />
administración rooseveltiana, y sobre todo, a Hopkins. Martín<br />
Dies, presidente de la Comisión Investigadora de Actividades<br />
Antinorteamericanas, anunciaba en el Congreso que pediría<br />
presupuesto para investigar el manejo de fondos y que haría<br />
expulsar a Hopkins, a Harold Ickes y a otros comunistas...<br />
Cuando se nombró a Hopkins Secretario de Comercio, el<br />
“Chicago Tribune” dijo: Esta designación es la más<br />
96
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
incomprensible y la menos defendible de cuantas ha hecho el<br />
Presidente».<br />
Pero confiado en sus influencias y en las de quienes lo<br />
sostenían, Hopkins decía; «Habrá impuestos y más<br />
impuestos, gastos y más gastos y seremos elegidos una y<br />
otra vez»[8]. Y así fue. Los auténticos intereses del pueblo<br />
norteamericano habían pasado ya a un lugar secundario<br />
desde el cual no podían normar el destino del país. El Estado<br />
judío, dentro del Estado norteamericano, era en ese momento<br />
el que imponía el derrotero. Y lo más admirable —por su<br />
habilidad política— fue que con el dinero de los propios<br />
contribuyentes norteamericanos se compraran indirectamente<br />
los votos para las reelecciones de Roosevelt, que garantizaron<br />
la continuidad de la influencia, judía, contraria a los mismos<br />
contribuyentes. El instrumento de esta maniobra se llamó<br />
«New Deal» (Nuevo Trato).<br />
La comisión senatorial de investigaciones antiamericanas,<br />
presidida por Martín Dies, conmovió al pueblo con sus<br />
denuncias. Había descubierto que funcionaban 10 editoriales<br />
que hasta 1938 llevaban distribuidos 15 millones de<br />
ejemplares de propaganda pro-soviética y que existían nexos<br />
comunistas en numerosos periódicos, en las ligas de nudistas,<br />
en sociedades defensoras de negros y hasta en agrupaciones<br />
que tendían la mano a los cristianos. El padre Coughlin<br />
hablaba por radio para denunciar muchas de estas<br />
maniobras. El general Pershing, de la Legión de Antiguos<br />
Combatientes, lanzó asimismo una voz de alerta ante la<br />
infiltración bolchevique, pero en todas partes había células<br />
rojas que ahogaban estas denuncias, y el propio Roosevelt<br />
paralizó a la Comisión Dies.<br />
Por ese entonces progresaba en España la rebelión<br />
anticomunista, que fue también un reactivo que puso en<br />
evidencia las fuerzas mundiales pro-tectoras del marxismo.<br />
La Conferencia Central de Rabinos americanos se reunió el 30<br />
de mayo de 1937 en Colombo, Ohio, y declaró: «Esta conferencia<br />
expresa su vigorosa condenación de los insurgentes<br />
97
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
españoles» Al año siguiente el rabino Stephen Wise abogaba<br />
públicamente por los comunistas hispanos. El CIO de los<br />
líderes judíos Lewis Hillman, Gold, Dubinsky, etc., promovió<br />
la formación de la brigada «Abraham Lincoln», que llevó a<br />
3,200 hombres a pelear en el bando comunista español. En<br />
esta brigada pereció el hijo del rabino Levinger.<br />
Significativamente, en el comité Central del partido comunista<br />
español figuraban como delegados de Moscú los judíos<br />
Neuman y Margarita Nelken. Y la Asociación Hispano-Hebraica<br />
lanzó una proclama pidiendo que en cada país y en cada<br />
ciudad se creara «un Comité de ayuda al pueblo republicano<br />
español que lucha por la fraternidad universal». (Y una de las<br />
formas de esa lucha fue la de matar a siete mil sacerdotes y<br />
religiosos, incluso 12 obispos, según recuento final del que<br />
informó monseñor Antoniutti, Nuncio en España).<br />
También es significativo que las logias masónicas españolas<br />
fueran la espina dorsal del régimen comunista de Azaña.<br />
Durante todo el tiempo de la lucha armada estuvieron<br />
gestionando desesperadamente que Roosevelt y su camarilla<br />
judía intervinieran directa y decisivamente en la Península,<br />
pero el Poder Israelita de la Casa Blanca consideró que una<br />
acción de ese género ponía en peligro lo más por lo menos.<br />
John M. Cowles, masón de Washington, enviaba fondos a sus<br />
hermanos de España y les explicaba que la masa católica<br />
norteamericana era todavía un obstáculo muy grande para<br />
intervenir en España: «Si los católicos votan en masa por los<br />
demócratas, vencen, y si votan por los republicanos, vencen<br />
también. Al menos este es el caso general por lo que ambos<br />
partidos políticos hacen continuamente lo que pueden por<br />
conseguir el voto de los católicos». Esa fue la causa de la<br />
neutralidad de Washington durante la guerra de España[9].<br />
Por cierto que el marqués de Merry del Val dirigió una carta a<br />
Roosevelt preguntándole por qué no mostraba ninguna<br />
compasión hacia los millares de católicos asesinados en<br />
España por las brigadas internacionales bolcheviques. Poco<br />
antes Roosevelt se había mostrado muy impresionado y<br />
altamente indignado cuando los alemanes dañaron<br />
98
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
escaparates de judíos, y había retirado su Embajador en<br />
Berlín y declarado que apenas podía creer que tales sucesos<br />
ocurrieran en el siglo veinte. Del Val le decía que los vidrios<br />
rotos en los comercios judíos de Alemania eran cosas «bien<br />
pequeñas, por deplorables que sean, al lado de los sucesos de<br />
España», hacia los cuales Roosevelt no había mostrado la<br />
más ligera desaprobación. Estos también ocurrían en el siglo<br />
veinte.<br />
INGLATERRA, VALLADAR CONTRA LA MARCHA HACIA MOSCÚ<br />
Desde antes de la primera guerra mundial Adolfo Hitler<br />
pensaba que Alemania debería rehuír el conflicto con<br />
Inglaterra y Francia, desistiendo de su expansión en ultramar,<br />
a cambio de adquirir nuevos territorios en la Europa Oriental.<br />
Consideraba que si Inglaterra —después del aniquilamiento<br />
de España y los Países Bajos como potencias marítimas—<br />
concentró a principios del siglo XIX sus energías contra<br />
Francia, lo hizo exclusivamente porque Napoleón I puso en<br />
peligro la hegemonía británica. Y creía que si otra potencia<br />
europea volvía a interferir el dominio inglés en las colonias,<br />
sería igualmente combatida por la Gran Bretaña. Alemania no<br />
debería correr esa aventura.<br />
Años después, ya como jefe del naciente movimiento<br />
nacionalsocialista, Hitler repitió muchas veces esa idea en sus<br />
discursos, y en 1923 la proclamó así en «Mi Lucha» y acusó<br />
categóricamente a la prensa judía de que alentaba en<br />
Alemania el rearme naval y luego hacía de esto un motivo de<br />
agitación en Inglaterra, a efecto de sabotear la amistad<br />
germanobritánica. Agregó que Alemania no debería<br />
querellarse más con Inglaterra, sino «hacer frente con fuerzas<br />
concentradas» al movimiento judío-marxista y a las masas<br />
bolcheviques convertidas en ciego instrumento de éste.<br />
Más explícito al escribir en 1926 la segunda parte de «Mi<br />
Lucha», Hitler reiteraba así su determinación de no combatir<br />
contra el pueblo británico:<br />
99
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
«Por propia experiencia sabemos nosotros hasta la saciedad<br />
cuan difícil es llegar a reducir a Inglaterra. Aun prescindiendo<br />
de esto, yo como germano preferiré siempre, a pesar de todo,<br />
ver la India bajo la dominación inglesa que bajo otra<br />
cualquiera».<br />
A la luz de esas consideraciones, que eran asimismo proclamadas<br />
por el movimiento nazi, no tenía nada de extraño que<br />
Hitler tratara de ganarse la amistad de Inglaterra y Churchill<br />
aun antes de que llegara a la Cancillería del Reich. Así lo<br />
reconoce el propio Churchill en sus memorias:<br />
«El verano de 1932 —un año antes de que Hitler asumiera el<br />
Poder y siete años antes de la guerra— estuve en Munich. Fui<br />
visitado por Herr Hanfstaengl, enviado de Hitler. Trataba de<br />
hacerse simpático. Después de la comida tocó todos los aires<br />
musicales de mi predilección. Me dijo que debería conocer al<br />
Fuehrer. Hitler venía al hotel todas las tardes y tenía<br />
seguridad de que me vería con agrado. En el curso de la<br />
conversación se me ocurrió preguntar: ¿Por qué el jefe de<br />
ustedes se muestra tan violento con los judíos?... Más tarde,<br />
cuando se había vuelto omnipotente, habría yo de recibir<br />
varias invitaciones de Hitler. Pero ya entonces habían ocurrido<br />
muchas cosas y tuve que excusarme».<br />
Fueron entonces las primeras veces que Churchill dejó a<br />
Hitler con la mano tendida. Y no habrían de ser las últimas...<br />
La enemistad entre el judaismo y el movimiento<br />
nacionalsocialista de Hitler se levantaba como escollo<br />
insalvable de la amistad entre Alemania y el pueblo británico.<br />
Parecía absurdo e inverosímil, pero así era. Ya en 1920 Henry<br />
Ford había hablado en «El Judío Internacional» acerca de la<br />
increíble prepon-derancia que los israelitas lograron<br />
secretamente en Inglaterra desde media-dos del siglo pasado,<br />
cuando el judío Disraeli fue Primer Ministro y jefe político de<br />
los conservadores. Después han figurado prominentemente<br />
Lord Reading, en el Gabinete; Lord Rotschild, en las finanzas;<br />
Lord Northcliffe, o sea Isaac Harmsworth, en la prensa; Harry<br />
Pollit y Arthur Horner, en la organización de células<br />
comunistas; Norman Montagu, como director del Banco de<br />
100
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Inglaterra; Sidney Silverman en el Parlamento; Samuel Hoare<br />
(conocido corno visconde Templewood) en diversos<br />
ministerios, y otros muchos. Se considera que cien familias de<br />
la alta nobleza británica, en su mayor parte de origen judío,<br />
son las que dirigen la política del reino[10].<br />
No era conveniente para el pueblo británico —como ahora<br />
puede ver-se palpablemente que no lo fue— que entrara en<br />
dificultades con Alemania si ésta quería lanzarse contra la<br />
URSS, pero sobre los auténticos intereses del pueblo inglés<br />
privaban los intereses del judaísmo. En este punto los<br />
británicos se hallaban en idéntica situación que los norteamericanos.<br />
El judío se había infiltrado también hábilmente<br />
en la Gran Bretaña e hizo de las finanzas uno de los<br />
principales reductos, de tal manera que luego su influencia<br />
era decisiva. Incluso muchas prominentes familias inglesas<br />
han tenido la creencia de que son sucesoras de las doce<br />
tribus de Israel, y aunque no lo proclaman públicamente, sus<br />
actividades siguen el sendero común del mo-vimiento<br />
político-judío. Northcliffe, conocido como el «Napoleón de la<br />
Prensa», llegó a controlar los principales diarios británicos y a<br />
través de ellos a la opinión pública. Por muchos conductos la<br />
mano israelita ha veni-do influyendo en el Parlamento y en la<br />
política exterior inglesa. Ese sello, ajeno al pueblo inglés, es<br />
el que inspiró el mote de «la pérfida Albión».<br />
Hasta qué grado Churchill encontró apoyo en esas fuerzas<br />
invisibles, pero poderosas, para su política exterior que<br />
llevaba al Imperio Británico a interponerse en el camino entre<br />
Berlín y Moscú, o hasta qué grado Churchill fue ciego<br />
instrumento de esas fuerzas, es un punto histórico muy difícil<br />
de precisar, pero los acontecimientos demuestran la<br />
existencia de ese factor.<br />
Entre los reiterados esfuerzos de Hitler por fincar una firme<br />
amistad con Inglaterra figura el Acuerdo Naval Anglogermano,<br />
firmado el 18 de junio de 1935. Según ese<br />
convenio, Alemania se comprometía a no construir una flota<br />
de guerra que fuera mayor del 35% de la flota británica.<br />
101
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Hitler quería así que la Gran Bretaña continuara siendo la<br />
primera potencia marítima, en tanto que Alemania se<br />
convertía en una potencia terrestre para luchar contra la<br />
URSS. El historiador inglés F. H. Hinsley, de la Universidad de<br />
Cambridge, examinó después de la guerra los archivos<br />
alemanes y llegó a la siguiente conclusión:<br />
«En particular, (Hitler) no tenía la menor intención de<br />
disputar a Inglaterra la supremacía naval... Ninguna de las<br />
pruebas de que podemos disponer en la actualidad y que<br />
hacen referencia a las negociaciones navales anglogermanas<br />
contradicen eso»[11].<br />
Después del acuerdo naval anglogermano, Hitler quiso<br />
entrevistarse con el Premier inglés Mr. Baldwin, pero éste dio<br />
largas al asunto y no resolvió nada.<br />
«Cuando se lo comuniqué así a Hitler —dice Von Ribbentrop<br />
en sus 'Memorias'—, su desengaño fue todavía mayor que el<br />
mío. Permaneció callado bastante tiempo, después levantó la<br />
vista hacia mí. Finalmente me dijo que durante años había<br />
tratado de conseguir un entendimiento entre Inglaterra y<br />
Alemania, que había resuelto la cuestión de la Flota de un<br />
modo favorable para ellos y que estaba dispuesto a hacer<br />
cualquier cosa en común con aquel país, pero que por lo<br />
visto, Inglaterra no quería comprender su actitud».<br />
Sin embargo, en agosto de 1936 Hitler hizo otro intento de<br />
acercamiento con la Gran Bretaña y envió a Londres a Von<br />
Ribbentrop para que gestionara un pacto de amistad. Ambos<br />
confiaban en la buena voluntad del Rey Eduardo VIII, que no<br />
simpatizaba con el marxismo y que deseaba un acuerdo con<br />
Alemania. Pero precisamente en esos días tomaba fuerza una<br />
conjura política para hacerlo dimitir, apoyada en una<br />
campaña de prensa por su matrimonio con la señora<br />
Simpson. El rey abdicó en diciembre y el pacto de amistad<br />
anglogermano no pudo concertarse. Seis años después Hitler<br />
dijo en una conversación privada:<br />
«El golpe de gracia para el duque de Windsor creo que fue su<br />
discurso a los excombatientes, en el que dijo que la meta de<br />
102
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
su vida era la conciliación de Inglaterra y Alemania. Toda la<br />
campaña belicista fue montada por Churchill y pagada por los<br />
judíos con la colaboración de los Edén, Vansittart y compañía.<br />
Los judíos lograron su intentona de apoderarse de toda la<br />
prensa. Para agarrar a Rothermere le suprimieron los<br />
recursos de la publicidad. Una nación que no elimina a los<br />
judíos acaba, tarde o temprano, siendo devorada por ellos».<br />
El capitán Russell Grenfell, historiador inglés, considera<br />
nefasta para el mundo la obstinación con que Churchill se<br />
negó a recibir la amistad que Hitler le brindaba a Inglaterra. Y<br />
también juzga absurda la indignación con que Churchill se<br />
refería a la «tiranía nazi», al mismo tiempo que cortejaba a la<br />
tiranía bolchevique, mil veces peor. («Odio Incondicional».<br />
Cap. R. Grenfell).<br />
Una y otra vez era evidente que Alemania no quería conflicto<br />
con Inglaterra. En cambio lo quería y lo buscaba<br />
específicamente con la URSS. Von Ribbentrop tuvo la<br />
oportunidad de ser Ministro de Relaciones antes de ser<br />
Embajador de Alemania en Londres, pero le pidió a Hitler este<br />
último puesto a fin de hacer esfuerzos personales para<br />
estrechar la amistad con los británicos.<br />
Churchill así lo admite en sus Memorias y lo refiere con las<br />
siguientes palabras textuales:<br />
«Cierto día en 1937 —dos años antes de que se iniciara la<br />
guerra— tuve una entrevista con Von Ribbentrop, Embajador<br />
de Alemania en Inglaterra. La conversación duró más de una<br />
hora. Ribbentrop era sumamente cortés. La parte medular de<br />
su declaración fue que Alemania buscaba la amistad de<br />
Inglaterra. Dijo que pudo haber sido Ministro de Negocios<br />
Extranjeros en Alemania, pero que había pedido a Hitler que<br />
le permitiera venir a Londres a fin de presentar el caso<br />
completo a favor de una "entente" y hasta de una alianza<br />
anglo-germana. Alemania respaldaría al Imperio Británico en<br />
toda su grandeza y extensión. Posiblemente pediría la<br />
devolución de las colonias alemanas, pero eso evidentemente<br />
no era un punto cardinal. Lo que se requería era que la Gran<br />
Bretaña diera a Alemania manos libres en el oriente de<br />
103
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Europa... La Rusia Blanca y la Ucrania eran indispensables<br />
para la vida futura del Reich alemán, con más de 70 millones<br />
de almas. Nada menos se consideraría suficiente. Todo lo que<br />
se pedía de la Comunidad Británica de Naciones y del Imperio<br />
en general era una actitud de no intervención».<br />
Una vez más quedó así expuesta la más grave y fundamental<br />
decisión de Hitler y de Alemania: atacar a la URSS y<br />
arrebatarle la Rusia Blanca y Ucrania para que Alemania —<br />
miembro clave de la civilización occidental— creciera a costa<br />
del Oriente y no del Occidente.<br />
Churchill dejó una vez más a Hitler con la mano tendida. Su<br />
respuesta fue la siguiente, según lo dice en sus Memorias:<br />
«Le dije sin vacilar, que estaba seguro de que el Gobierno<br />
británico no convendría en dar a Alemania libertad de acción<br />
en la Europa Oriental. Era verdad que nos hallábamos en<br />
malos términos con la Rusia soviética y que aborrecíamos al<br />
bolchevismo tanto como Hitler mismo, pero podía estar<br />
seguro de, que aun cuando Francia quedaba salvaguardada,<br />
la Gran Bretaña nunca se desinteresaría de la suerte del<br />
Continente hasta un extremo que permitiera a Alemania<br />
ganar la dominación de la Europa Central y Oriental...<br />
»No estime usted a Inglaterra en menos de lo que vale. Tiene<br />
mucha habilidad. Si nos hunden ustedes en otra guerra, hará<br />
que el mundo entero se ponga contra Alemania, como la<br />
última vez. Al oír esto, el embajador se puso de pie muy<br />
acalorado y dijo: Inglaterra podrá ser muy hábil, pero en esta<br />
ocasión no colocará al mundo contra Alemania».<br />
En este punto Ribbentrop estaba equivocado.<br />
EL TRONO DEL ORO EMPUJA A OCCIDENTE<br />
Había otro factor también interesado en que «el mundo<br />
entero» se alineara en contra de Alemania. Ese factor era el<br />
Trono del Oro. Ahí el judaísmo se movía con ancestral<br />
destreza y mediante abstrusas teorías seudocientíficas<br />
disfrazaba su dominio sobre las fuentes económicas.<br />
La influencia de ese trono acababa de ser proscrita en Berlín.<br />
104
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Hitler había proclamado que la riqueza no es el oro, sino el<br />
trabajo, y con la realidad palpable de los hechos estaba<br />
demostrándolo así.<br />
Lentamente iba quedando al descubierto la ruin falacia de que<br />
el dinero debe privar sobre las fuerzas del espíritu. El hecho<br />
de que así ocurriera no era prueba concluyente de que así<br />
debería seguir ocurriendo. La economía nacionalsocialista de<br />
Hitler se aventuró resueltamente por un nuevo camino ante<br />
los ojos incrédulos del mundo. Había recibido una Alemania<br />
exhausta por la última guerra, y de la miseria resurgía como<br />
una potencia internacional.<br />
Con un territorio 19 veces mayor que Alemania y con<br />
recursos naturales y económicos infinitamente más grandes,<br />
Roosevelt no había dado empleo a sus once millones de<br />
cesantes. Pese a sus vastos recursos coloniales, los imperios<br />
británico y francés tampoco se libraban de ese crimen del<br />
trono del oro. En cambio, en la minúscula Alemania, no<br />
obstante la carencia de vastos campos agrícolas, de petróleo,<br />
de oro y de plata, la economía «nazi» había dado trabajo y<br />
pan a los 6.139,000 desocupados que le heredó el antiguo<br />
régimen.<br />
Si los sabihondos de la «ciencia económica» erigida en «tabú»<br />
alegaban que cierto terreno no podía abrirse al cultivo ni<br />
acomodarse ahí determinado número de cesantes, debido a<br />
que no había dinero, esto parecía ser una razón suficiente. La<br />
economía nazi, en cambio, se desentendía de que en el banco<br />
hubiera o no divisas o reservas de oro; emitía dinero papel,<br />
creaba una nueva fuente de trabajo, daba acomodo a los<br />
cesantes, aumentaba la producción y ese mismo aumento era<br />
la garantía del dinero emitido. En vez de que el oro<br />
apuntalara al billete de banco, era el trabajo el que lo<br />
sostenía. En otras palabras, la riqueza no era el dinero, sino<br />
el trabajo mismo, según la fórmula adoptada por Hitler.<br />
Si en un sitio había hombres aptos para trabajar y obras que<br />
realizar, la economía judaica se preguntaba si además existía<br />
dinero, y sin este tercer requisito la obra no se iniciaba y los<br />
cesantes permanecían como tales. La economía nazi, en<br />
105
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
cambio, no preguntaba por el dinero; el trabajo de los<br />
hombres y la producción de su obra realizada eran un valor<br />
en sí mismos. El dinero vendría luego sólo como símbolo de<br />
ese valor intrínseco y verdadero.<br />
Por eso Hitler proclamó: «No tenemos oro, pero el oro de<br />
Alemania es la capacidad de trabajo del pueblo alemán... La<br />
riqueza no es el dinero, sino el trabajo». Los embaucadores<br />
del trono del oro gritaban que ésta era una herejía contra la<br />
«ciencia económica», más Hitler refutaba que el crimen era<br />
tener cesantes a millones de hombres sanos y fuertes y no el<br />
violar ciertos principios de la seudo-ciencia económica<br />
disfrazada con relumbrantes ropajes de disquisiciones<br />
abstrusas.<br />
«La inflación —dijo Hitler— no la provoca el aumento de la<br />
circulación monetaria. Nace el día en que se exige al<br />
comprador, por el mismo suministro, una suma superior que<br />
la exigida la víspera. Allí es donde hay que intervenir. Incluso<br />
a Schacht tuve que empezar a explicarle esta verdad<br />
elemental: que la causa esencial de la estabilidad de nuestra<br />
moneda había que buscarla en los campos de concentración.<br />
La moneda permanece estable en cuanto los especuladores<br />
van a un campo de trabajo. Tuve igualmente que hacerle<br />
comprender a Schacht que los beneficios excesivos deben<br />
retirarse del ciclo económico.<br />
»Todas estas cosas son simples y naturales. Lo fundamental<br />
es no permitir que los judíos metan en ellas su nariz. La base<br />
de la política comercial judía reside en hacer que los negocios<br />
lleguen a ser incomprensibles para un cerebro normal. Se<br />
extasía uno ante la ciencia de los grandes economistas. ¡Al<br />
que no comprende nada se le califica de ignorante! En el<br />
fondo, la única razón de la existencia de tales argucias es que<br />
lo enredan todo... Sólo los profesores no han comprendido<br />
que el valor del dinero depende de las mercancías que el<br />
dinero tiene detrás.<br />
»Dar dinero es únicamente un problema de fabricación de<br />
papel. Toda la cuestión es saber si los trabajadores producen<br />
en la medida de la fabricación del papel. Si el trabajo no<br />
106
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
aumenta y por lo tanto la producción queda al mismo nivel, el<br />
aumento de dinero no les permitirá comprar más cosas que<br />
las que compraban antes con menos dinero. Evidentemente<br />
esta teoría no hubiera podido suministrar la materia de una<br />
disertación científica. Al economista distinguido le importa<br />
sobre todo exponer ideas envueltas en frases sibilinas...<br />
»Demostré a Zwiedineck que el patrón oro, la cobertura de la<br />
moneda, eran puras ficciones, y que me negaba en el futuro a<br />
considerarlas como venerables e intangibles; que a mis ojos<br />
el dinero no representaba nada más que la contrapartida de<br />
un trabajo y que no tenía por lo tanto valor más que en la<br />
medida que representase trabajo realmente efectuado.<br />
Precisé que allí donde el dinero no representaba trabajo, para<br />
mí carecía de valor.<br />
»Zwiedineck se quedó horrorizado al oírme. Me explicó que<br />
mis ideas conmovían las nociones más sólidamente<br />
establecidas de la ciencia económica y que su aplicación<br />
llevaría inevitablemente, al desastre. »Cuando, después de la<br />
toma del poder, tuve ocasión de traducir en hechos mis ideas,<br />
los economistas no sintieron el menor empacho, después de<br />
haber dado una vuelta completa, en explicar científicamente<br />
el valor de mi sistema»[12].<br />
«Toda vida económica es la expresión de una vida psíquica»,<br />
escribió Oswaldo Spengler en «Decadencia de Occidente». Y<br />
en efecto, el nacionalsocialismo modificó la economía de la<br />
nación en cuanto logró orientar hacia metas ideales la actitud<br />
psíquica del pueblo. La falsificación judía de la Economía<br />
Política, según la cual el trabajo es sólo una mercancía y el<br />
oro la base única de la moneda sana, quedó evidentemente al<br />
descubierto.<br />
Muchos incrédulos investigadores fueron a cerciorarse con sus<br />
propios ojos de lo que estaba ocurriendo en Alemania.<br />
«Radcliffe Collage» de Estados Unidos, envió a Berlín al<br />
economista antinazi Máxime Y. Sweezy. Entre sus<br />
conclusiones publicadas en el libro «La Economía<br />
Nacionalsocialista», figuran las siguientes:<br />
107
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
«El pensamiento occidental, cegado por los conceptos de una<br />
economía arcaica, creyó que la inflación, la falta de recursos,<br />
o una revolución, condenaban a Hitler al fracaso... Mediante<br />
obras públicas y subsidios para trabajos de construcción<br />
privada se logró la absorción de los cesantes. Se cuidó de que<br />
los trabajadores de determinada edad, especialmente<br />
aquellos que sostenían familias numerosas, tuvieran<br />
preferencia sobre los de menor edad y menores<br />
obligaciones... Se desplazó a los jóvenes desocupados hacia<br />
esferas de actividad de carácter más social que comercial,<br />
como los Cuerpos de Servicio de Trabajo, de Auxilios<br />
Agrícolas y de Trabajo Agrícola Anual.<br />
»En el otoño de 1936 ya no existía duda alguna sobre el éxito<br />
del primer plan cuatrienal. La desocupación había dejado de<br />
ser un problema e inclusive se necesitaban más obreros. El<br />
segundo plan cuatrienal quedó bajo la dirección del general<br />
Goering, cuya principal meta era independizar a Alemania de<br />
todos los víveres y materias primas importadas... Con<br />
proteínas de pescado se manufacturaron huevos en polvo; los<br />
autobuses fueron movidos por medio de gas; se usó vidrio<br />
para fabricar tubería y material aislante; se implantó la<br />
regeneración del hule y la purificación del aceite usado y el<br />
tratamiento de la superficie de metal contra el moho. Se<br />
almacenó aserrín para transformarlo en una harina de madera<br />
que también se usó como forraje; el pan se elaboró, en parte,<br />
de celulosa; las cubiertas de las salchichas se usaron de<br />
celofán; se transformaron las papas en almidones, azúcares y<br />
jarabes.<br />
»En Fallersleben se inició la construcción de no sólo la fábrica<br />
de automóviles más grande del mundo sino de la fábrica más<br />
grande del mundo de cualquier clase. El Volksauto (auto del<br />
pueblo) costaría mil ciento noventa marcos (más de dos mil<br />
pesos) en abonos de cinco semanarios. »En seis años los<br />
nazis terminaron 3,065 kilómetros de carreteras,<br />
parcialmente, 1,387 kilómetros más, e iniciaron la<br />
construcción de otros 2,499 kilómetros. »La estabilización de<br />
precios que resultó de la intervención oficial nazi debe<br />
conceptuarse como un éxito notable, único en la historia<br />
108
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
económica desde la revolución industrial... Esta experiencia<br />
permitió que prosiguiera la guerra sin que el problema de los<br />
precios preocupara a Alemania»[13].<br />
¿Cómo había sido lograda esa milagrosa transformación si<br />
Alemania carecía de oro en sus bancos, si carecía de oro en<br />
sus minas y de divisas extranjeras en sus reservas? ¿De qué<br />
misteriosas arcas había salido el dinero para emprender obras<br />
gigantescas que dieron trabajo a 6.136,000 cesantes<br />
existentes en enero de 1933? ¿Había logrado, acaso, la piedra<br />
filosofal buscada por los antiguos alquimistas para<br />
transformar el plomo en oro?<br />
La fórmula no era un secreto, pero sonaba inverosímilmente<br />
sencilla entre tanta falacia que la seudociencia económica<br />
judía había hecho circular por el mundo. Consistía,<br />
básicamente, en el principio de que «la riqueza no es el<br />
dinero, sino el trabajo». En consecuencia, si faltaba dinero, se<br />
hacía, y si los profetas del reino del oro gritaban que esto era<br />
una herejía, bastaba con aumentar la producción y con<br />
regular los salarios y los capitales para que no ocurriera<br />
ningún cataclismo económico.<br />
El investigador norteamericano Sweezy pudo ver cómo se<br />
daba ese paso audaz y escribió:<br />
«Los dividendos mayores del 6% debían ser invertidos en<br />
empréstitos públicos. Se considera que el aumento de billetes<br />
es malo, pero esto no tiene gran importancia cuando se<br />
regulan los salarios y los precios, cuando el Gobierno<br />
monopoliza el mercado de capitales y cuando la propaganda<br />
oficial entusiasma al pueblo».<br />
Sweezy relata también que la economía nazi ayudó a los<br />
hombres de negocios a eliminar a los logreros de la industria;<br />
se ampliaron las subvenciones para las empresas productoras<br />
de bienes esenciales; se implantó un espartano racionamiento<br />
y el comercio internacional se rigió a base de trueque.<br />
Mediante el Frente Alemán del Trabajo «la ilusión de las<br />
masas se desvió de los valores materiales a los valores<br />
109
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
espirituales de la nación»; se aseguró la cooperación entre el<br />
capital y el trabajo; se creó un departamento de «Fuerza por<br />
la Alegría»; se agregó otro de «Belleza y Trabajo»; se<br />
implantó el mejoramiento eugenéfico y estético de los centros<br />
de trabajo. Para reducir las diferencias de clase, cada joven<br />
alemán laboraba un año en el «Servicio de Trabajo» antes de<br />
entrar en el ejército; se trasladaron jóvenes de las ciudades a<br />
incrementar las labores agrícolas; se movilizó a los ancianos a<br />
talleres especiales; a los procesados se les hizo desempeñar<br />
trabajos duros; a los judíos se les aisló del resto de los<br />
trabajadores, «con objeto de que el contagio fuera mínimo»;<br />
y las ganancias de los negociantes se redujeron a límites<br />
razonables.<br />
El ex Primer Ministro francés Paul Reynaud dice en sus<br />
«Revelaciones» que «en 1923 se trabajaban en Alemania<br />
8,999 millones de horas y en Francia 8,184 millones. En 1937<br />
(bajo el sistema nazi que absorbió a todos los cesantes) se<br />
trabajaban en Alemania 16,201 millones de horas, y 6,179<br />
millones en Francia». Como resultado la producción industrial<br />
y agrícola de Alemania llegó a sextuplicarse en algunos ramos<br />
y así la realidad trabajo fue imponiéndose a la ficción oro. Un<br />
viejo anhelo de la filosofía idealista alemana iba triunfando<br />
aun en el duro terreno de la economía. En sus «Discursos a la<br />
Nación Alemana» Juan G. Fichte había dicho en 1809 que «al<br />
alumno debe persuadírsele de que es vergonzoso sacar los<br />
medios para su existencia de otra fuente que no sea su propio<br />
trabajo».<br />
Naturalmente que esto entraba en pugna con los intereses de<br />
una de las ramas judías que halla más cómodo amasar<br />
fortunas en hábiles especulaciones, monopolios o<br />
transacciones de Bolsa que forjar patrimonios mediante el<br />
trabajo constructivo. Esta implacable ambición que no se<br />
detiene ante nada ya había sido percibida años antes por el<br />
filósofo francés Gustavo Le Bon, quien escribió en «La<br />
Civilización de los Árabes»:<br />
«Los reyes del siglo en que luego entraremos, serán aquellos<br />
que mejor sepan apoderarse de las riquezas. Los judíos<br />
110
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
poseen esta aptitud hasta un extremo que nadie ha igualado<br />
todavía».<br />
Ciertamente Hitler repudiaba a esos reyes del oro y desde<br />
1923 había escrito que el capital debe hallarse sometido a la<br />
soberanía de la nación, en vez de ser una potencia<br />
internacional independiente. Es más, el capital debe actuar —<br />
decía— en favor de la soberanía de la nación, en lugar de<br />
convertirse en amo de ésta. Es intolerable que el capital<br />
pretenda regirse por leyes internacionales atendiendo<br />
únicamente a lograr su propio crecimiento. En la democracia<br />
la economía ha logrado imponerse al interés de la<br />
colectividad, y si para sus conveniencias utilitarias es más<br />
atractivo financiar a los especuladores que a los productores<br />
de víveres, puede hacerlo libremente. De igual manera puede<br />
ayudar más a los capitales extranjeros que a los propios, si<br />
en esa forma obtiene dividendos mayores. El bien de la patria<br />
y de la nacionalidad no cuentan para nada en la «ciencia<br />
económica» del Reino del Oro.<br />
Naturalmente, ese egoísmo practicado y propiciado por el<br />
judío fue barrido implacablemente en Alemania. Y una vez<br />
afianzada la economía nacionalsocialista, Hitler pudo anunciar<br />
el 10 de diciembre de 1940:<br />
«Estoy convencido de que el oro se ha vuelto un medio de<br />
opresión sobre los pueblos. No nos importa carecer de él. El<br />
oro no se come. Tenemos en cambio la fuerza productora del<br />
pueblo alemán... En los países capitalistas el pueblo existe<br />
para la economía y la economía para el capital. Entre<br />
nosotros ocurre al revés: el capital existe para la economía y<br />
la economía para el pueblo, Lo primero es el pueblo y todo lo<br />
demás son solamente medios para obtener el bien del pueblo.<br />
Nuestra industria de armamentos podría repartir dividendos<br />
del 75, 140 y 160 por ciento, pero no hemos de consentirlo.<br />
Creo que es suficiente un seis por ciento... Cada consejero —<br />
en los países capitalistas— asiste una vez al año a una junta;<br />
oye un informe, que a veces suscita discusiones. Y por ese<br />
trabajo recibe anualmente 60,000, 80,000 ó 100,000 marcos.<br />
111
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Esas prácticas inicuas las hemos borrado entre nosotros. A<br />
quienes con su genio y laboriosidad han hecho o descubierto<br />
algo que sirve grandemente a nuestro pueblo, les otorgamos<br />
—y lo merecen— la recompensa apropiada. ¡Pero no<br />
queremos zánganos!»<br />
Muchos zánganos de dentro y de fuera de Alemania se<br />
estremecieron de odio y de temor.<br />
Así se explica por qué el 7 de agosto de 1933 —seis años<br />
antes de que se iniciara la guerra— Samuel Untermeyer,<br />
presidente de la Federación Mundial Económica Judía, había<br />
dicho en Nueva York durante un discurso:<br />
«Agradezco su entusiasta recepción, aunque entiendo que no<br />
me corresponde a mí personalmente sino a la "Guerra santa"<br />
por la humanidad, que estamos llevando a cabo. Se trata de<br />
una guerra que debe pelearse sin descanso ni cuartel, hasta<br />
que se dispersen las nubes de intolerancia, odio racial y<br />
fanatismo que cubren lo que fuera Alemania y ahora es<br />
hitlerlandia. Nuestra campaña consiste, en uno de sus<br />
aspectos, en el boicot contra todas sus mercancías, buques y<br />
demás servicios alemanes... El primer Presidente Roosevelt,<br />
cuya visión y dotes de gobierno constituyen la maravilla del<br />
mundo civilizado, lo está invocando para la realización de su<br />
noble concepto sobre el reajuste entre el capital y el<br />
trabajo»[14].<br />
Es importante observar cómo seis años antes de que se<br />
encontrara el falso pretexto de Polonia para lanzar al<br />
Occidente contra Alemania, ya la Federación Mundial<br />
Económica Judía le había declarado la guerra de boicot. La<br />
lucha armada fue posteriormente una ampliación de la guerra<br />
económica.<br />
Carlos Roel añade en su obra citada:<br />
«La judería se alarmó, pues siendo el acaparamiento del oro y<br />
el dominio de la banca sus medios de dominación mundial,<br />
significaba un grave peligro para ello, el triunfo de un Estado<br />
que podía pasarse sin oro, y además, desvincular sus<br />
112
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
instituciones de crédito de la red internacional israelita, ya<br />
que muchos otros se apresurarían a imitarlo. ¿Cómo evitar<br />
ese peligro? No habría sino una forma: aniquilar a Alemania».<br />
Agrega que esos amos del crédito realizan fabulosas<br />
especulaciones a costa del pueblo; fundan monopolios y<br />
provocan crisis y carestías. Y como están en posibilidad de<br />
elevar o abaratar los valores de Bolsa a su arbitrio, sus<br />
perspectivas de lucro se vuelven prácticamente infinitas.<br />
También Henry Ford habla de esto y refiere cómo los<br />
americanos fueron testigos durante 15 meses de una de esas<br />
típicas maniobras: «El dinero —dice— se sustrajo a su<br />
objetivo legal y fue prestado a los especuladores al seis por<br />
ciento, quienes a su vez volvieron a prestarlo al 30%».<br />
Era, pues, tan bonancible la situación de los reyes del oro,<br />
que naturalmente se aprestaron con odio incontenible a<br />
combatir al régimen nazi. El ejemplo de éste desacreditaba la<br />
sutil telaraña de seudociencia económica tras la cual se<br />
hallaban apostados los magnates judíos al acecho de sus<br />
víctimas.<br />
El sistema alemán de comerciar internacionalmente a base de<br />
trueque y no de divisas era también alarmante para esos<br />
profesionales especuladores. En respuesta a las críticas contra<br />
el trueque, Hitler dijo el 30 de enero de 1939:<br />
«El sistema alemán de dar por un trabajo realizado<br />
noblemente un contrarrendimiento también noblemente<br />
realizado, constituye una práctica más decente que el pago<br />
por divisas que un año más tarde han sido desvalorizadas en<br />
un tanto por ciento cualquiera[15].<br />
»Hoy nos reímos de esa época en que nuestros economistas<br />
pensaban con toda seriedad que el valor de una moneda se<br />
encuentra determinado por las existencias en oro y divisas<br />
depositadas en las cajas de los bancos del Estado y, sobre<br />
todo, que el valor se encontraba garantizado por éstas. En<br />
lugar de ello hemos aprendido a conocer que el valor de una<br />
moneda reside en la energía de producción de un pueblo».<br />
La demostración de ese principio ponía automáticamente en<br />
113
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
evidencia el engaño que padecían otros pueblos. El judaísmo<br />
se sintió así herido en dos de sus más brillantes creaciones:<br />
en el Oriente, su Imperio marxista se hallaba en capilla; en el<br />
Occidente, su sistema económico supercapitalista de<br />
especulaciones gigantescas estaba siendo desacreditado ante<br />
los ojos de los pueblos occidentales que eran sus víctimas.<br />
Y de ahí nació la entonces tácita alianza entre el Oriente y el<br />
Occidente para aniquilar a la Alemania nazi. Ni los<br />
yugoeslavos, ni los belgas, ni los franceses, ni los ingleses, ni<br />
los americanos, tenían por qué lanzarse a esa lucha, mas<br />
para los intereses israelitas era indispensable empujarlos.<br />
¡Con los mismos pueblos que en cierto modo eran sus<br />
víctimas, el judaísmo político iba a afianzar su hegemonía<br />
mundial!<br />
Henry Ford escribió en 1920 que «existe un supercapitalismo<br />
que se apoya exclusivamente en la ilusión de que el oro es la<br />
máxima felicidad. Y existe también un supergobierno<br />
internacional cuyo poderío es mayor que el que tuvo el<br />
Imperio Romano».<br />
Pues bien, ese supergobierno iba a realizar la fabulosa tarea<br />
de lanzar a los pueblos occidentales a una guerra que era<br />
ajena a los intereses de esos pueblos e incluso perjudicial<br />
para ellos.<br />
PROFUNDAS RAICES EN EL ALMA COLECTIVA<br />
Las realizaciones del nacionalsocialismo eran la cúspide de<br />
una montaña de fuerzas psicológicas que asentaban sus<br />
cimientos en el alma colectiva del pueblo alemán.<br />
Aunque los gobiernos influyen en los pueblos y los encauzan,<br />
es el alma de la nación la que les infunde o no el toque de<br />
grandeza. Cuando ese espíritu falta, las instituciones son<br />
simples «gerencias» administrativas, más o menos toleradas<br />
o más o menos populares, pero carentes del fuego que arde<br />
en los movimientos históricos que graban épocas milenarias<br />
en el Destino de los pueblos.<br />
114
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
El movimiento nazi encontró cualidades populares—<br />
rezumadas a través de siglos y de generación en generación—<br />
que hicieron posibles sus centelleantes realizaciones. No era,<br />
por tanto, un movimiento de exportación. Muchos años antes<br />
había comenzado a abonarse el terreno mediante la típica<br />
disciplina alemana en la escuela y el cuartel. De ella nacieron<br />
o se acrecentaron en Alemania las cualidades de orden, de<br />
atención concentrada, de paciencia y de minuciosidad. Desde<br />
siglos antes el servicio militar había inculcado reverente culto<br />
por la Patria y la nacionalidad; las universidades habían<br />
abierto todas las puertas del conocimiento humano a una<br />
enorme masa de ciudadanos. Hitler se encontró así a un<br />
pueblo culto, pero que gracias a sus reservas vitales —y al<br />
ejercicio de la fuerza de voluntad desde la escuela hasta el<br />
cuartel— no había caído en la degeneración libresca del<br />
intelectualoide que repudia la acción, el esfuerzo, el sacrificio<br />
y la disciplina. Este último disfraza su pereza con sapiencia,<br />
pero en vez de una acción sostenida sólo realiza un estéril<br />
mariposeo de idea en idea.<br />
Por otra parte, la dictadura de Hitler en Alemania tenía un<br />
significado muy distinto a las dictaduras habidas en otros<br />
países, donde los dictadores imponen su dominio y el de su<br />
camarilla, pero no imponen métodos para realizar ideales. Es<br />
esta una fundamental diferencia.<br />
Cuando un pueblo ansía sustraerse al dominio de un grupo<br />
político, ese anhelo es una fuerza libertadora. Por eso<br />
Spengler dice que en esencia «la libertad tiene algo de<br />
negativo; desata, liberta, defiende; ser libre es siempre<br />
quedar libre de algo». Pero en Alemania nacionalsocialista el<br />
pueblo no deseaba sustraerse a su ideal de grandeza y a su<br />
aspiración de adquirir espacio para vivir. No deseaba<br />
libertarse de su ideal nacionalista; y supuesto que Hitler<br />
implantaba una dictadura para realizar esos ideales, el pueblo<br />
estaba con él. La dictadura la llevaba el pueblo en su propia<br />
alma y era la dictadura de sus ideales. Por eso Hitler —que<br />
fue símbolo viviente y bandera humana de esos anhelos —<br />
arrastró multitudes.<br />
115
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Esto constituía la característica específica, diacrítica, propia,<br />
de la dictadura nacionalsocialista. La dictadura es un<br />
instrumento, no una «cosa en sí»; puede ser buena o mala,<br />
querida u odiada, según el fin a que se oriente. 458 años<br />
antes de nuestra Era, cuando los romanos se hallaban<br />
aflictivamente sitiados por los ecuos, recurrieron a Lucio<br />
Quincio Cincinato y lo nombraron dictador. Cincinato organizó<br />
nuevos ejércitos, restableció la confianza y derrotó a los<br />
ecuos.<br />
Frecuentemente se ha visto en la historia que los pueblos en<br />
zozobra recurren a la voluntad de un hombre para encontrar<br />
su propio camino y cuando en esos momentos aflictivos<br />
hallan a ese hombre resuelto a asumir la responsabilidad de<br />
todos, la tensión disminuye y la esperanza resurge. La<br />
dictadura es una necesidad esporádica en la historia de la<br />
humanidad. Si en el caso de Alemania se la vilipendió tanto,<br />
fue por intereses partidistas, más no porque en realidad fuera<br />
un régimen contrario a la voluntad popular.<br />
La dictadura nazi irrumpió duramente en la vida de Alemania.<br />
Hitler mismo lo advirtió así: «El nacionalsocialismo no es<br />
ninguna doctrina de quietud; no es una doctrina de goce, sino<br />
de esfuerzo y de lucha». Y sin embargo halló adhesión<br />
entusiasta porque no era molicie lo que el pueblo deseaba.<br />
Así lo revelaban ya los pensadores alemanes después de 1918<br />
al quejarse de que «ahora vivimos el happy end de una<br />
existencia sin contenido, a través de cuyo aburrimiento la<br />
música de jazz y los bailes negros entonan la marcha fúnebre<br />
de una gran cultura. Hacemos el muerto como insectos<br />
humanos». (Spengler). Pero a partir de 1933 en que los nazis<br />
adquirieron el poder, la disciplina y el esfuerzo fueron<br />
materializando nuevas instituciones y poniendo en juego las<br />
inactivas energías de la nación. Se establecieron centros<br />
juveniles como el de Sonthofen, para crear jóvenes<br />
«rectangulares de cuerpo y alma». «Los hombres no deberán<br />
preocuparse más de la selección de perros, caballos y gatos,<br />
que de levantar el nivel racial del hombre mismo».<br />
116
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Ciertos observadores extranjeros se escandalizaban —quién<br />
sabe por qué— de que en las escuelas alemanas se les<br />
inculcara a los educandos: «muchachos; tienen que ser duros<br />
y resistentes... duros como el acero; ¡el Fuehrer lo quiere!»<br />
Desde los catorce hasta los 18 años los muchachos alemanes<br />
pertenecían a la Juventud de Hitler, dotada de secciones de<br />
aviación, de fusileros, etc., y se les impartían conocimientos<br />
de política que en otros países difícilmente logran incluso los<br />
adultos.<br />
Contra la internacionalización del obrero proclamada por el<br />
marxismo se instituyó el Frente de Trabajo y se alentó el<br />
sentimiento de la comunidad nacional. El trabajador no era ni<br />
un paria respecto a las demás clases ni un privilegiado<br />
aristócrata de overol. El frente del trabajo imponía al patrón<br />
«el deber de ser considerado y justo con el obrero». Para esto<br />
funcionaba el Tribunal de Honor Social, pero naturalmente su<br />
eficacia no se fincaba sólo en bellos reglamentos, sino en la<br />
espontánea disposición de patrones y obreros a cooperar al<br />
resurgimiento de la nación. La indemnización por despidos<br />
injustos ascendía a un año de salario. Pero más que las<br />
sanciones, lo que acercaba a las diversas clases y las fundía<br />
en un mismo bloque de trabajo era el ideal de una patria<br />
grande. Despertar estas fuerzas psicológicas tiene mucho más<br />
valor en la práctica que expedir leyes cuya evasión es<br />
siempre factible.<br />
En tres años se construyeron en las ciudades 701,552<br />
viviendas populares, con alquiler no mayor de la quinta parte<br />
de los ingresos del inquilino. Para evitar amontonamientos<br />
deprimentes las viviendas eran de una sola planta y tenían<br />
jardín. Además, el Frente del Trabajo terminó en dos años<br />
21,301 casas de colonos y 59,000 más se hallaban en<br />
construcción[16].<br />
El Frente cuidaba también de los obreros temporales como los<br />
de la construcción, que incluso tenían derecho a vacaciones.<br />
«El número de obreros con derecho a vacación en Alemania<br />
es más del doble del de los demás países. El promedio de<br />
117
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
vacaciones es también mayor... Una dependencia del FAT, la<br />
Fuerza por la Alegría, atiende a la inversión del ocio. Ningún<br />
otro Estado presenta una institución de recreo semejante.<br />
Más de 5 millones de personas que no habían salido o habían<br />
salido raramente de los muros de su ciudad, han podido<br />
conocer lo más hermoso de la patria alemana»[17].<br />
Las crecidas utilidades obtenidas por un sector no se<br />
interpretaban como síntoma de auge nacional, sino como una<br />
irregularidad económica que debía ser corregida en beneficio<br />
del bienestar colectivo, pues «la economía próspera debe<br />
apoyarse en un alto nivel de vida de la masa».<br />
En la obtención de trabajo era factor decisivo el número de<br />
miembros de la familia. Y el seguro social, establecido por<br />
Bismarck en 1880, alcanzó en 1937 el primer lugar del<br />
mundo. La beneficencia pública recurría a la colecta del Plato<br />
Único en la comida del domingo; lo economizado por cada<br />
ciudadano se destinaba a ayudar a la colectividad. En tres<br />
años las colectas ascendieron a 1,095 millones de marcos.<br />
Hitler no quería —dice el Dr. Rauecker— que esto fuera<br />
sustituido por impuestos, pues sostenía que «el sentimiento<br />
de responsabilidad social del individuo no debe debilitarse por<br />
medio del impuesto». En vez de una ayuda mecanizada y<br />
forzosa se apelaba a los sentimientos de camaradería y<br />
justicia. Carlos Roel cita —«Hitler y el Nazismo»— que el<br />
departamento de Fuerza por la Alegría, cuya tarea consistía<br />
en hermosear el medio ambiente de los obreros en las<br />
fábricas y hacerles su tarea menos fastidiosa, les decía:<br />
«No prometemos las utopías del marxismo. No; nosotros<br />
decimos al hombre que trabaja y crea, que la vida es dura y<br />
está llena de dificultades de las cuales no podemos librarlo,<br />
porque no hay poder en el mundo capaz de ello. Le decimos,<br />
empero, que lo esencial no es que desaparezcan los<br />
inevitables trabajos del hombre, sino que éste tenga la fuerza<br />
suficiente para afrontarlos. Y esa fuerza queremos dársela por<br />
medio de la alegría y la comunidad».<br />
118
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Todo este movimiento constructivo era naturalmente<br />
contrario a la demagógica agitación marxista que divide en<br />
vez de unir y que Oswaldo Spengler sintetiza así en «Años<br />
Decisivos»:<br />
«Para el comunismo no se entiende por pueblo a la nación<br />
toda, sino a la parte de la masa ciudadana que se rebela<br />
contra la Comunidad. El trabajador pasa a ser el obrero<br />
propiamente dicho, el sentido y el fin de la historia, de la<br />
política y de la preocupación pública. Se olvida que todos los<br />
hombres trabajan y que hay otros que rinden más: el<br />
inventor, el ingeniero, el organizador. Pero nadie se atreve ya<br />
a acentuar la categoría, la calidad de un rendimiento. Sólo el<br />
"trabajador" halla compasión, sólo él es auxiliado, protegido y<br />
asegurado. Más aún, es elevado a la categoría de santo e<br />
ídolo de la época. El mundo gira en torno suyo, todos los<br />
demás son haraganes; sólo él no... Los representantes del<br />
pueblo viven de esta leyenda, han acabado por persuadir de<br />
ello a los propios asalariados, quienes se sienten realmente<br />
maltratados y miserables, hasta perder todo criterio de su<br />
verdadero valor. El que ha provocado esto no es el<br />
trabajador, sino el vagabundo, como se le llama en la<br />
correspondencia entre Marx y Engels... Ninguno se atreve ya<br />
a declarar que quiere representar a otras partes de la nación<br />
que al obrero. A éste lo tratan como clase privilegiada, por<br />
cobardía o en espera de éxitos electorales».<br />
Pero volviendo al examen de lo que era el Estado Nazi cabe<br />
citar que en el ramo de la producción intelectual se<br />
publicaron... 25,439 libros tan sólo en 1938, según dice el<br />
investigador americano Máxime Y. Sweezy, en «La Economía<br />
Nacionalsocialista».<br />
Refiriéndose a las realizaciones de su régimen, Hitler pudo<br />
anunciar el 30 de enero de 1939:<br />
«Esquilmado por el resto del mundo durante 15 años,<br />
cargado de de-udas enormes, sin colonias, el pueblo alemán<br />
es alimentado y vestido y no tiene cesantes. Y la pregunta es:<br />
¿Cuál de las sedicentes grandes democracias estaría en<br />
condiciones de lograr una cosa tan difícil?»<br />
119
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Esta era una respuesta a la campaña que se había iniciado en<br />
Occidente contra Alemania, pero Hitler quiso enfatizar que se<br />
trataba de una simple réplica, y precisó: «No exportamos el<br />
nacionalsocialismo ni tenemos motivos para combatir a otros<br />
pueblos porque sean demócratas».<br />
Cada nación es libre de escoger su propio sistema de<br />
gobierno; al reconocer esa libertad para los demás, Alemania<br />
reclamaba igual derecho para sí.<br />
ZANJANDO LAS VIEJAS RENCILLAS CON FRANCIA<br />
Al finalizar la primera guerra mundial, Alemania fue mutilada<br />
y reducida a 472,000 kilómetros cuadrados (la cuarta parte<br />
de México), y perdió el dominio sobre 6 millones y medio de<br />
alemanes, los cuales en contra de su voluntad fueron<br />
anexados a otros países.<br />
Además, se la obligó a desmilitarizar el Sarre y la Renania.<br />
Que un país se vea forzado a prescindir de la soberanía<br />
nacional, aun dentro de sus propias fronteras, es un hecho<br />
humillante que no puede durar indefinidamente. Por eso en<br />
enero de 1935 se efectuó un plebiscito en el Sarre para saber<br />
si la población alemana quería seguir perteneciendo a<br />
Alemania o no. La respuesta fue afirmativa en un 90%<br />
(477,000 contra 48,000 votos) y en consecuencia se<br />
restableció la soberanía nacional alemana sobre aquella zona<br />
del país que había estado siendo administrada con<br />
intervención de Francia. Con tal motivo, Hitler anunció el 15<br />
de ese mes:<br />
«Compatriotas alemanes del Sarre: su decisión me da hoy la<br />
posibilidad de declarar que una vez efectuada su<br />
reincorporación al territorio del Reich, Alemania no hará ya<br />
ninguna reclamación territorial más a Francia. Esta es nuestra<br />
contribución histórica y de sacrificio en pro de la tan necesaria<br />
pacificación de Europa. Nosotros no luchamos hoy por una<br />
posición de poderío mundial; luchamos simplemente por la<br />
existencia de nuestra patria, por la unidad de nuestra nación<br />
y por el pan cotidiano para nuestros hijos. Si partiendo de<br />
este punto de vista tratamos de buscar aliados en Europa,<br />
120
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
sólo dos Estados deberán tomarse en cuenta: Inglaterra e<br />
Italia».<br />
Hitler refrendaba así su propósito de no buscar querella con<br />
Occidente. Desde el 2 de noviembre de 1933 el embajador<br />
alemán en Washington, Luther, había notificado al<br />
Departamento de Estado que Hitler prometía no pedir jamás<br />
la devolución de Alsacia y Lorena, provincias que en la guerra<br />
de 1914 le fueron quitadas al Reich y anexadas a Francia.<br />
Sin embargo, ese propósito de zanjar dificultades con Francia<br />
tuvo inmediatamente después una hostil respuesta por parte<br />
de los gobernantes franceses, quienes el 2 de mayo (1935)<br />
concertaron un tratado con la URSS para cercar a Alemania.<br />
Otro convenio semejante fue firmado el día 16 entre<br />
Checoslovaquia y Rusia. No obstante, Hitler continuó su<br />
política de acercamiento con Francia e Inglaterra.<br />
El 7 de marzo de 1936 Alemania dio otro paso más para<br />
recuperar su soberanía dentro de sus fronteras y militarizó su<br />
propio territorio de la Renania. El acuerdo adoptado en 1918<br />
para que Alemania no tuviera soldados en esa provincia suya,<br />
no podía ser sino una medida transitoria de emergencia, pero<br />
no una claudicación definitiva. ¿Podrían tolerar<br />
indefinidamente otros países la exigencia de no tener tropas<br />
en determinadas regiones de su propio suelo?<br />
Pero tal acontecimiento fue difundido en el mundo entero<br />
como principio de una espantosa amenaza sobre Occidente. El<br />
31 de marzo de 1936 Hitler anunció su plan de paz,<br />
significativamente dirigido al Mundo Occidental; pedía<br />
igualdad de derechos para todos los países europeos y<br />
prometía que Alemania respetaría las fronteras en el Oeste.<br />
Nada remotamente parecido ofrecía respecto a las fronteras<br />
de Oriente, concernientes a la URSS. En noviembre de ese<br />
mismo año hizo más patente su actitud antibolchevique y<br />
firmó el Pacto Antikomintern con el Japón, al cual Mussolini se<br />
adhirió un año más tarde. Francia e Inglaterra tenían así<br />
pruebas inequívocas de que Hitler no marchaba contra ellas,<br />
sino contra Moscú.<br />
121
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Una vez resuelto que el Sarre y la Renania (por ser provincias<br />
alemanas), quedaban sujetas al control soberano del Estado<br />
alemán, la atención de Hitler se volvió hacia su provincia<br />
natal de Austria, cuya unificación con Alemania era un viejo<br />
sueño de la población germana. En efecto, al finalizar la<br />
primera guerra mundial, la Asamblea Nacional Austríaca había<br />
decidido el 12 de noviembre de 1918 que Austria se<br />
incorporaría a la comunidad de Estados Alemanes. Pero este<br />
acuerdo fue inmediatamente contrarrestado por las potencias<br />
aliadas, las cuales prohibieron esa fusión, según el artículo 88<br />
del Tratado de Paz de Saint-Germain. Tal prohibición violaba<br />
el principio de la libre autodeterminación de los pueblos,<br />
proclamado por los propios aliados.<br />
La asamblea Nacional Austríaca protestó porque no se le<br />
permitía su unión con Alemania, pero su protesta fue desoída.<br />
Tres años después, en 1921, la Asamblea Nacional Austríaca<br />
organizó un referéndum en el que cada ciudadano contestaría<br />
a la siguiente pregunta: «¿Debería el Gobierno Federal<br />
solicitar el permiso del Consejo de la Liga de las Naciones<br />
para la unión de la República Austríaca con el Reich Alemán?»<br />
Inmediatamente Francia y Yugoslavia hicieron presión para<br />
que el plebiscito se suspendiera, de tal manera que sólo pudo<br />
realizarse en el Tirol y en Salzburgo, con 243,848 votos en<br />
favor de la unificación y 2,682 en contra.<br />
Lazos de sangre, de idioma, de religión, de costumbres, de<br />
confraternidad en las armas, hacían de Austria esencialmente<br />
una provincia alemana. El hecho mismo de que Hitler,<br />
austríaco, hubiera sido elevado en 1933 a la categoría de<br />
Fuehrer de Alemania, era la mejor demostración de que no se<br />
trataba de dos pueblos, sino de uno solo —el pueblo alemán—<br />
cuya total unificación reclamaba la incorporación de Austria.<br />
A principios de 1938 hizo crisis el deseo popular de que<br />
Austria se incorporara a la comunidad de Estados Alemanes.<br />
Entonces el Canciller austríaco Schuschnigg, aconsejado por<br />
el Ministro francés Puaux, lanzó sorpresivamente una<br />
convocatoria para realizar un plebiscito en el término de tres<br />
días. Como no había padrones recientes y una gran parte de<br />
122
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
la población creyó que se trataba de una maniobra<br />
fraudulenta, comenzaron a ocurrir desórdenes y<br />
manifestaciones.<br />
Hitler pidió que el plebiscito se pospusiera a fin de que se le<br />
preparara convenientemente, y al no conseguirlo ordenó que<br />
las tropas entraran en paz entraran en Austria. Esto ocurrió el<br />
12 de marzo (1938) y la población recibió con frenéticas<br />
muestras de simpatía a sus hermanos del Norte. Ese mismo<br />
día Hitler llegó a Viena. El antiguo ejército austríaco desfiló<br />
junto con sus compatriotas del 8o. ejército alemán al mando<br />
del general Von Bock.<br />
[1] «La Revolución Comunista, por consecuencia, no será una<br />
revolución puramente nacional. Se producirá al mismo tiempo<br />
en todos los países civilizados... Será una Revolución mundial<br />
y deberá tener, en consecuencia, un terreno mundial». —<br />
Principios de Comunismo. —Engels. — 1848.<br />
[2] Paz y Guerra. — Cordell Hull, Secretario de Estado<br />
Norteamericano.<br />
[3] Mi Informe Sobre los Rusos. — William L. White.<br />
[4] Roosevelt y Hopkins. — Robert E. Sherwood.<br />
[5] En Nueva York se encuentra el Kahal, gobierno judío, y el<br />
Templo Emanu-El, Sinagoga Catedral del país. En 1900 había<br />
500,000 hebreos en Nueva York, y en 1937 ascendían a<br />
2.035,000, sin contar los que se ocultan bajo otra<br />
nacionalidad postiza.<br />
[6] El historiador judío Emil Ludwíg admite (en su libro «Vida<br />
de Roosevelt») que Franklin D. Roosevelt era descendiente<br />
del israelita Claes Martensen, emigrado de Holanda a E.U. en<br />
1650.<br />
[7] En esa época la mano pro-soviética de Roosevelt logró<br />
asimismo un artificial florecimiento del marxismo en<br />
123
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Latinoamérica. Sin el apoyo de las esferas oficiales hubiera<br />
sido imposible ese brote comunista en el Continente, como el<br />
del cardenismo en México.<br />
[8] Roosevelt y Hopkins. — Por Robert E. Sherwood.<br />
[9] Lo que España debe a la Masonería. — Eduardo Comín,<br />
Prof. de la Escuela General de Policía de Madrid.<br />
[10] En 1291 los judíos fueron expulsados de Inglaterra, por<br />
considerárseles dañinos para la nación. En 1649 Menaseben<br />
Israel gestionó y obtuvo autorización para que regresaran, y<br />
desde entonces pudieron establecerse libremente en todas las<br />
ciudades británicas.<br />
[11] «Hitler no se Equivocó». — F. H. Hinsley, Profesor de<br />
Historia de la Universidad de Cambridge.<br />
[12] Conversaciones de Hitler Sobre la Guerra y la Paz. —<br />
Martín Bormann.<br />
[13] Durante cinco años de guerra el costo de la vida en<br />
Alemania subió un doce por ciento, y los salarios en un once<br />
por ciento.<br />
Alemania gastó en la guerra (sin incluir indemnizaciones a los<br />
aliados) 670,000 millones de marcos, aproximadamente dos<br />
billones y diez mil millones de pesos mexicanos. (El<br />
equivalente del presupuesto actual de México en 251 años).<br />
[14] Hitler y el Nazismo.—Carlos Roel.<br />
[15] Años más tarde Latinoamérica y otros países conocieron<br />
en carne propia tales especulaciones, pues habiendo vendido<br />
materias primas a equis precio, una desvalorización forzosa<br />
de sus divisas hizo que el beneficio de tales ventas<br />
disminuyera en casi un 50%.<br />
[16] Acerca de construcciones de casas, Hitler proyectaba:<br />
«No solamente hace falta que los jardines de la infancia estén<br />
124
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
próximos a las casas... Nada de basuras que bajar, nada de<br />
combustibles que subir. Hay que conseguir incluso que el<br />
timbre del despertador ponga en movimiento el aparato<br />
eléctrico que hacer hervir el agua del desayuno. Tengo un<br />
hombre, Robert Ley, a quien bastará que confíe esta misión.<br />
Una señal, y lo pone todo en marcha».<br />
[17] La política Social en la Nueva Alemania. Dr. Bruno<br />
Rauecker. (1937).<br />
125
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Hitler es recibido en Viena al consumarse la unión de Austria. El hecho<br />
de que Hitler, austriaco, hubiera sido elevado a la categoría de jefe de<br />
Alemania, era la mejor demostración de que se trataba de un solo<br />
pueblo.<br />
En 1912, siendo un muchacho de 23 años, Hitler<br />
«aspiraba a estar entre aquellos que tendrían la suerte de<br />
vivir y actuar allí donde debía cumplirse un día el más<br />
fervoroso de los anhelos de mi corazón: la anexión de mi<br />
126
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
querido terruño a la patria común: el Reich Alemán».<br />
Y 26 años más tarde, ya como Fuehrer, Hitler proclamaba en<br />
Viena el 15 de marzo de 1938:<br />
«Es esta la hora más feliz de mi vida, en la que puedo<br />
anunciar a la Historia, como Presidente y Canciller de la<br />
Nación Alemana y del Reich, la incorporación de mi país natal<br />
al Reich Alemán. Alemania, pueblo alemán, partido Nacional<br />
Socialista ¡salud y victoria!»<br />
El diplomático Von Papen, en muchos aspectos opositor a<br />
Hitler, refiere así aquellos momentos:<br />
«La fantástica ovación había llevado a estos jefes de partido,<br />
ya cur-tidos, a un estado de éxtasis. Era una experiencia<br />
extraordinaria, y la repetición incesante del grito triunfal:<br />
“¡Heil, Heil, Sieg Heil” sonaba en mis oídos como un toque de<br />
somatén. Cuando Hitler se volvió hacia mí para hablarme, su<br />
voz parecía ahogada por sollozos: ¡Qué tarea inmensa<br />
tenemos ante nosotros, Herr von Papen; nunca debemos<br />
separarnos hasta que nuestro trabajo esté terminado!».<br />
Aunque fotografías y noticieros de las más diversas fuentes<br />
captaron como testimonio viviente el júbilo con que la<br />
provincia austríaca se adhería a la comunidad alemana, y<br />
aunque los corresponsales extranjeros informaron de ese<br />
estado de ánimo, una corriente propagandística mundial no<br />
tardó en referirse a Austria como a un país inicuamente<br />
sojuzgado, aunque quedaba sin explicación el hecho de que<br />
los «sojuzgados» aclamaran gozosos en las calles a sus<br />
«sojuzgadores» y de que no hubiera ni un tiro, ni un acto de<br />
sabotaje, ni una protesta.<br />
El plebiscito efectuado el 10 de abril de ese mismo año de<br />
1938 arro-jó un resultado de 4.273,000 votos en favor de la<br />
fusión y 11,000 en contra.<br />
La incorporación de Austria a Alemania era mil veces menos<br />
objetable y discutible que la anexión de Georgia, Azerbaiján,<br />
Armenia, Kaskastán, Uzbakistán, Turkmenia, Tadjikia y<br />
Kirghisia a la URSS, ya que estas ocho provincias o países<br />
soberanos totalizaban 25 millones de habitantes que en su<br />
127
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
mayoría ni siquiera hablaban el ruso. Entre ellos y sus<br />
anexadores no había lazos de sangre, ni de religión, ni de<br />
costumbres. Su incorporación no fue en todos los casos<br />
pacífica e incruenta, sino realizada bajo el persuasivo recurso<br />
del terror y de las «purgas».<br />
No obstante, un discreto manto de silencio, apenas descorrido<br />
en esporádicos y comedidos relatos «objetivos», había<br />
solapado la expansión de la URSS, en contraste con la forma<br />
sensacionalista y capciosa con que se pretendía hacer del<br />
caso austríaco un motivo de agitación mundial contra<br />
Alemania.<br />
Y es que estaba ya erigiéndose el escenario para lanzar a<br />
Occidente a una guerra ajena y hasta perjudicial a sus<br />
intereses.<br />
EL TALÓN DE AQUILES DEL NACIONALSOCIALISMO<br />
El nacionalsocialismo había surgido como la llama de un<br />
movimiento ideológico opuesto al marxismo-israelita. Sus<br />
enemigos naturales eran Moscú y los círculos judíos de<br />
Occidente. Estos se hallaban empeñados tanto en ayudar a la<br />
URSS como en evitar que el nacionalsocialismo siguiera<br />
poniendo al descubierto los sistemas de explotación del Reino<br />
del Oro.<br />
Tales eran los enemigos exteriores de la Alemania de Hitler.<br />
Más en el interior había un punto débil, un talón de Aquiles, y<br />
paradójicamente este punto débil lo formaban los<br />
conservadores y la mayoría de los generales. Eruditos y<br />
eficientes en su profesión, muchos de los generales eran<br />
esencialmente apolíticos, quizá hasta la exageración. No<br />
concebían que los nuevos tiempos reclamaran de un país la<br />
más firme y absoluta unidad; unidad de pensamiento y de<br />
acción. Creían que la nueva doctrina debería limitarse a la<br />
calle y a los partidos, pero sin absorber a la tropa. Su criterio<br />
extraordinariamente especializado llegó a creer que el ámbito<br />
128
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
militar debería formar un mundo diferente y autónomo dentro<br />
de la nación[1].<br />
Y es curioso que en su afán de apolíticos a ultranza muchos<br />
generales cayeran en el error de hacer una política blanca,<br />
aséptica; una política carente de meta nacional. La campaña<br />
de vacío que trataron de formar para el ejército fue<br />
consecuentemente el primer punto débil del movimiento nazi.<br />
Así fue como en mayo de 1933 la presión de los generales<br />
evitó que el partido nazi absorbiera a los militares. Y así fue<br />
como el general Werner von Fritsch, comandante en jefe del<br />
ejército, daba a sus subalternos un ejemplo de desprecio<br />
hacia el nuevo movimiento político. Su sucesor, von<br />
Brauchitsch, mantenía lazos con los social-demócratas, que<br />
no eran sino la bifurcación más desleída y timorata de los<br />
izquierdistas, y llegó a participar en juntas antinazis<br />
tendientes a un golpe de Estado, cosa que dejó de hacer<br />
hasta que Hitler vigorizó su posición tras la unión pacífica de<br />
Austria[2].<br />
Y así fue también como el general Ludwig Beck, que hasta<br />
octubre de 1938 ocupó el cargo de jefe del Estado Mayor<br />
General, sustentaba la irrealizable tesis de que el ejército<br />
alemán no debería combatir contra nadie. Era este un general<br />
y un alemán muy extraño; de todo lo que significara guerra<br />
no quería ni oír hablar; gustaba más de París que de Berlín y<br />
su hija se educaba en Francia.<br />
Beck fue el primero de los grandes conspiradores que tuvo<br />
Alemania en la Segunda Guerra. Siendo todavía jefe del<br />
Estado Mayor General hizo un extenso memorándum en el<br />
que analizaba el estado del ejército alemán y su probable<br />
desarrollo; durante un viaje a París se llevó una copia y la<br />
entregó a unos amigos extranjeros, quienes a su vez llevaron<br />
el documento a Nueva York, según dice el historiador Curt<br />
Riess.<br />
129
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
El general Beck tenía amigos israelitas y condenaba el<br />
«antisemitismo» de los nazis. Posteriormente, ya en plena<br />
guerra, todavía sostenía correspondencia con el extranjero.<br />
En «Gloria y Ocaso de los Generales Alemanes», Riess dice<br />
que «empleaba en su correspondencia un lenguaje<br />
incomprensible para los secuaces de Hitler. Acaso al último se<br />
cansaron de leer sus cartas para pensar que el hombre estaba<br />
descentrado. Pero Beck no estaba descentrado, ni mucho<br />
menos... »Simplemente era un enemigo del régimen y seguía<br />
revelando secretos. Durante seis años trabajó hábilmente en<br />
su conspiración y no fue descubierto sino hasta 1944, a<br />
finales de la guerra, cuando participó decisivamente en la<br />
conjura para asesinar a Hitler.<br />
Los generales von Fritsch y von Brauchitsch no llegaron a<br />
esos extremos, pero en compañía de otros generales trataban<br />
de mantener al ejército fuera de la influencia de Hitler, a<br />
quien no consideraban de su clase y veían despectivamente<br />
como «el cabo». Sus incipientes actividades de conspiración<br />
cesaron por un tiempo al ver que la anexión de Austria se<br />
había realizado pacíficamente. Von Fritsch se decepcionó y le<br />
dijo al general Halder: «Es inútil. Este hombre es el sino de<br />
Alemania, y este sino debe seguir su camino hasta el fin».<br />
Por otra parte, los generales Von Hammerstein-Equord y<br />
Schleicher (ex Ministro de la Defensa) simpatizaban con los<br />
círculos izquierdistas y mantenían relaciones sospechosas con<br />
extranjeros. La Gestapo intentó capturar a Schleicher, pero<br />
éste opuso resistencia y fue muerto.<br />
[1] Años después, terminada la guerra, el general Von<br />
Manteuffel escribió contra ese error: «El estrecho ligamen de<br />
130
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
las acciones políticas y el despliegue del poder militar en el<br />
sistema bolchevique obliga, si es que se confía en poder<br />
oponer una resistencia a este poder, a echar por la borda el<br />
concepto anticuado de un ejército apolítico».<br />
[2] El proceso de Nurembeirg. — Broadcasting Corporation.<br />
Hitler llega a Viena el día de la anexión, 15 de marzo de 1938. «Es ésta<br />
la hora más feliz de mi vida, en la que puedo anunciar a la historia la<br />
incorporación de mi país natal al Reich alemán... »<br />
Pero el más extraordinario de los conspiradores, que logró<br />
conservar hasta fines de la guerra su estratégico puesto de<br />
131
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Jefe del Servicio Secreto Alemán, fue el Almirante Guillermo<br />
Canaris, hijo de la inglesa Auguste Amélie Popp y<br />
descendiente de griegos o de italianos por la rama paterna.<br />
Según el escritor antinazi Kurt Singer, en la primera guerra<br />
Canaris facilitó la captura de la espía alemana «Mata Hari»<br />
(Margarete Gertrude Zelle) mediante el discreto recurso de<br />
usar en un mensaje una clave que ya había sido descifrada<br />
por los franceses. Pero su traición pasó inadvertida y durante<br />
muchos años estuvo haciendo méritos hasta que durante el<br />
régimen de Hitler fue ascendido a Jefe del Servicio Secreto,<br />
donde disponía de quince mil subordinados.<br />
Una de las primeras actividades de Canaris fue trazar un plan<br />
para derrocar a Hitler, pero no pudo realizarlo debido a los<br />
triunfos que logró el Fuehrer en los primeros años de su<br />
Gobierno. Los principales colaboradores del Almirante, mayor<br />
Hans Oster, coronel Piekenbrok y teniente coronel<br />
Groscourth, eran también conspiradores. Para la Delegación<br />
del Servicio Secreto en Viena, Canaris seleccionó al coronel<br />
Marogna-Redwitz, igualmente enemigo de Hitler. Fue tan<br />
hábil Canaris para ganarse la confianza de sus superiores<br />
(contra los cuales conspiraba), para seleccionar colaboradores<br />
que no comprometieran su movimiento y para presentar en<br />
su favor pequeños triunfos y deslizar imperceptibles<br />
traiciones, que bien puede ser considerado como uno de los<br />
más finos conspiradores que conoce la Historia.<br />
En el lejano sector de las finanzas el Dr. Horace Greeley Hjalmar<br />
Schacht encabezaba un tercer grupo conspirador, bien<br />
encubierto. Fingiéndose amigo de Goering, primero, y luego<br />
de Hitler, actuó como Presidente del Reichsbank desde marzo<br />
de 1933 hasta enero de 1939; como Ministro de Economía<br />
desde julio de 1934 hasta noviembre de 1937, y como<br />
ministro sin cartera hasta enero de 1943. El caso de Schacht<br />
es extraordinario. En 1908 se hizo masón, siguiendo la<br />
tradición de su familia, pues su abuelo Christian Ulrich había<br />
figurado entre los grandes «maestres» de su época. A través<br />
de la masonería Schacht se vinculó con numerosos judíos<br />
132
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
banqueros internacionales, quienes lo ayudaron a prosperar<br />
en su carrera.<br />
En 1923 el israelita Montagu Norman, Gobernador del Banco<br />
de Inglaterra, prácticamente le dio el espaldarazo a Schacht,<br />
facilitándole un triunfo profesional que comenzó a hacerlo<br />
famoso en Alemania. Posteriormente Montagu Norman fue<br />
padrino de un nieto de Schacht, al que se puso por nombre<br />
Norman.<br />
En 1933 Schacht se vinculó en Nueva York con influyentes<br />
«hermanos» masones judíos, tales como David Sarnoff<br />
(emigrado de Rusia a EE. UU.), James Speyer, y el rabino<br />
Wise. Según el mismo Schacht dice en sus «Memorias»,<br />
consideró más efectivo trabajar contra el movimiento de<br />
Hitler estando dentro del Gabinete que fuera de él. Y en<br />
efecto, así fue. Inteligente y capaz en su profesión, siempre<br />
encontraba pretextos lógicos para retardar y sabotear los<br />
planes económicos de Hitler, muy particularmente todo lo que<br />
se refería al armamento del ejército.<br />
Este banquero, al que periodistas judíos bautizaron como «el<br />
mago de las finanzas», estuvo secretamente al servicio de la<br />
«Internacional Dorada» (el reino del oro montado por las<br />
finanzas judías), y dentro de Alemania conservó estrechos<br />
nexos con los banqueros israelitas von Mendelssohn,<br />
Wassermann, Warburg y otros menos conocidos. En 1938<br />
trabó contacto con los generales von Witzleben y Halder (jefe<br />
del Estado Mayor General), tratando de dar un golpe para<br />
derrocar a Hitler, pero la anexión pacífica de Austria frustró<br />
esa conspiración. Sin revelar entonces el motivo, Schacht se<br />
Schacht acompaña a Hilter, mientras conspira contra él<br />
Almirante Canris, también conspirador, formaba parte del<br />
gobierno de Hitler nada menos que como jefe del Servicio<br />
Secreto.<br />
Habilidad extraordinaria.<br />
General Ludwing Beck, conspirador. Conocía intimamente el<br />
Estado Mayor General y enviaba informes al extranjero. Fue<br />
133
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
descubierto hasta 1944 y trató de sui- cidarse. separó de su<br />
primera mujer, Luisa, porque ésta era sincera partidaria de<br />
Hitler[1].<br />
Por otra parte, alrededor de Franz von Papen (antecesor de<br />
Hitler en la Cancillería y reservado opositor de éste) se formó<br />
un cuarto grupo enemigo del Fuehrer, integrado por Bose,<br />
Ketteler, Kageneck, Tschirschky y von Haeften. Ketteler<br />
realizó preparativos para asesinar a Hitler, pero la Gestapo lo<br />
descubrió y lo ejecutó. Respecto a Tschirschky también tuvo<br />
sospechas la Policía, mas von Papen lo ayudó y logro huir al<br />
extranjero. El mismo von Papen refiere («Memorias») cómo<br />
se valió de Kageneck para enviar sus archivos secretos al<br />
Banco de Zurich, y cómo recurría al Almirante Canaris en<br />
demanda de protección para sus ayudantes a quienes ya la<br />
Policía les pisaba los talones.<br />
El ex jefe del Estado Mayor General, general Ludwig Beck; el<br />
jefe del Servicio Secreto, Almirante Guillermo Canaris, y el<br />
Ministro de Economía, Hjalmar Schacht, eran en 1937 y 1938<br />
jefes de los tres grupos más poderosos de conspiración.<br />
Detrás de ellos, como máximo coordinador y alentador,<br />
actuaba en las sombras el Dr. Goerdeler, quien desde 1933<br />
comenzó a recibir dinero del extranjero y «pudo tomar<br />
contacto con los estadistas más importantes del mundo, el<br />
presidente Roosevelt y Churchill», según investigaciones<br />
publicadas por el historiador antinazi Walter Goerlitz[2].<br />
Habiendo tantos conspiradores, y tan encumbradamente<br />
acomodados, el régimen de Hitler se salvó, por muy estrecho<br />
margen, de caer en 1938.<br />
DESPEJE DEL FLANCO DERECHO<br />
Para mediados de 1938 todo el servicio diplomático y la<br />
prensa oficial alemana se hallaban empeñados en reiterar que<br />
Alemania no tenía propósito ninguno de lesionar los intereses<br />
de los países occidentales. Después de veinte años Hitler<br />
134
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
conservaba la misma política expuesta durante sus primeras<br />
actuaciones públicas. Las viejas rencillas con Francia habían<br />
sido zanjadas, por parte de Alemania, con el restablecimiento<br />
de la soberanía alemana en los territorios del Sarre y la<br />
Renania y con la renunciación a las provincias de Alsacia y<br />
Lorena. Concluido ese ajuste en su frontera con Occidente,<br />
Hitler cambió su atención hacia la provincia austríaca del sur.<br />
Y una vez lograda su anexión inició resueltamente el viraje de<br />
todos sus dispositivos hacia el gran encuentro con la URSS.<br />
Fue entonces cuando Hitler trató de poner las bases para<br />
asegurar en el sureste el flanco derecho de su marcha hacia<br />
el Oriente. En el sureste se hallaba Checoslovaquia. Era un<br />
Estado pequeño pero relativamente muy poderoso desde el<br />
punto de vista militar. Checoslovaquia había sido inventada a<br />
raíz de la terminación de la guerra de 1918 y para formarla<br />
fue necesario obsequiarle una parte del territorio alemán y<br />
dos millones de habitantes alemanes. Hitler reclamaba la<br />
devolución de esos contingentes y este fue el principio de un<br />
nuevo incidente.<br />
El Presidente Benes, de Checoslovaquia, había recibido en<br />
1936 una invitación de Hitler para resolver amistosamente<br />
sus dificultades; es más, se le reveló el secreto de que<br />
Alemania esperaba grandes acontecimientos en Rusia (un<br />
golpe de Estado antibolchevique) y de que desearía un<br />
armonioso arreglo germano-checoslovaco, a fin de tener las<br />
manos libres para alentar la esperada rebelión antisoviética.<br />
Pero Benes se colocó entonces de parte de Stalin, rechazó la<br />
amistad de Alemania y se apresuró a poner sobre aviso a<br />
Moscú, según lo dice Churchill en sus Memorias.<br />
Con este acto Benes prestó un enorme servicio al<br />
bolchevismo y en gran parte frustró la ayuda alemana a los<br />
rusos anticomunistas. (Cuando años más tarde Benes creyó<br />
que recibiría una recompensa, sufrió la más terrible decepción<br />
y vio cómo la URSS absorbía íntegramente a Checoslovaquia<br />
y aplastaba todo vestigio de autonomía nacional. Su error le<br />
costó la vida).<br />
Era evidente que Alemania no podía atacar a la URSS<br />
mientras no conjurara la amenaza que Checoslovaquia ejercía<br />
135
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
contra el «bajo vientre» del sur de Alemania, que era una de<br />
sus regiones más vulnerables. De ahí la gran importancia de<br />
ese pequeño país; no se trataba de sojuzgar o no a una<br />
nación débil, sino de evitar que ésta fuera aprovechada como<br />
punto de apoyo para meterle zancadilla a una acción alemana<br />
contra Rusia.<br />
Checoslovaquia tenía una alianza con Stalin. También tenía<br />
otra con Inglaterra y Francia. A Hitler no le interesaba que<br />
debido al problema checo se hicieran más tensas sus<br />
relaciones con Moscú, pero sí quería evitar a todo trance una<br />
dificultad con Inglaterra y Francia. Precisamente por eso<br />
Hitler buscó por todos los medios posibles que el conflicto con<br />
Checoslovaquia se arreglara mediante la amistosa<br />
intervención de Inglaterra y Francia, mas no con la de Rusia,<br />
y por eso invitó a Chamberlain (Premier británico) y a<br />
Daladier (Premier francés), para discutir ese problema.<br />
Esto dio lugar a que se celebrara la conferencia de Munich, a<br />
la que asistieron Chamberlain, Daladier, Mussolini y Hitler,<br />
pero no Stalin. Hitler enfatizaba de este modo que «Alemania<br />
quiere aproximarse a todos los Estados, menos al imperio<br />
soviético», según lo había dicho en el Reichstag el 20 de<br />
febrero de 1938. Asimismo refrendaba lo escrito en «Mi<br />
Lucha»: «Paramos la eterna expedición alemana hacia el Sur<br />
y el Occidente de Europa, y dirigimos la mirada hacia el gran<br />
país del Oriente» (Rusia).<br />
Mientras Hitler y Chamberíain conferenciaban en Godesberg,<br />
el Presidente Benes anunció por inalámbrica la movilización<br />
general. «A pesar de esta desdichada provocación —dijo<br />
Hitler a Chamberlain[3]— cumpliré por supuesto mi promesa<br />
de no proceder contra Checoslovaquia durante las<br />
negociaciones... No es preciso que haya diferencias entre<br />
nosotros; nosotros no nos interpondremos en el camino de<br />
ustedes hacia la consecución de sus intereses extraeuropeos<br />
mientras ustedes puedan, sin perjuicio, dejarnos manos libres<br />
en el Continente, en la parte central y sudoriental de<br />
Europa».<br />
136
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
De esas negociaciones efectuadas a fines de septiembre de<br />
1938, surgió la fórmula para que Checoslovaquia devolviera a<br />
Alemania la región de los Sudetes y la población alemana que<br />
la habitaba. Además, se concertó un acuerdo<br />
germanobritánico que le aseguraba a Inglaterra su<br />
hegemonía en los mares. Chamberlain y Hitler declararon el<br />
30 de septiembre:<br />
«Consideramos el acuerdo suscrito en la tarde de ayer y el<br />
acuerdo naval germanoinglés como expresión simbólica del<br />
deseo de nuestros dos pueblos de no volver a hacerse jamás<br />
la guerra. Estamos decididos a tratar también otros<br />
problemas que afecten a nuestros dos pueblos, de acuerdo<br />
con el método de las consultas».<br />
El júbilo en Alemania, en Inglaterra y en Francia era<br />
indescriptible. Parecía que al fin se habían disipado los<br />
nubarrones de guerra y que si ésta llegaba a estallar, sería<br />
sólo entre alemanes y soviéticos. El mismo Churchill escribe<br />
que «entusiastas turbas fueron a dar la bienvenida a Mr.<br />
Chamberlain en el aeropuerto», y lo mismo ocurría con<br />
Daladier en París. Era aquélla la expresión auténtica de la<br />
opinión pública, pero las secretas fuerzas judías redoblaron<br />
sus esfuerzos para desorientar, envenenar y utilizar en su<br />
provecho a los pueblos occidentales.<br />
Churchill, que ya en varias ocasiones había rechazado todo<br />
acercamiento de Alemania a Inglaterra, se apresuró a decir<br />
en el Parlamento: «Hemos sufrido una derrota total y no<br />
mitigada». La posible caída del bastión checoslovaco que se<br />
interponía a la vera del camino entre Berlín y Moscú, era<br />
presentada así como una derrota para Londres y no para<br />
Moscú.<br />
Días más tarde Churchill recibió el poderoso apoyo de<br />
Roosevelt y del grupo judío que se movía detrás de éste; fue<br />
invitado a visitar los Estados Unidos y declaró a través de la<br />
radio:<br />
«¡Tenemos que rearmarnos!... No puede existir duda alguna<br />
de que tenemos que rearmarnos. La Gran Bretaña<br />
abandonará sus seculares costumbres e impondrá a sus<br />
137
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
habitantes el servicio militar obligatorio... ¿Es esto una<br />
llamada a la guerra? Declaro que esto representa la única<br />
garantía para la paz».<br />
El tiempo demostró, sin embargo, que esos preparativos no<br />
podían conducir hacia la paz, sino hacia la más desastrosa de<br />
las guerras en que se hubiese empeñado el Imperio Británico.<br />
En cuanto Alemania comenzó a resolver favorablemente el<br />
problema de Checoslovaquia, el 2 de septiembre de 1938 el<br />
Embajador soviético en Londres, o sea el judío Ivan Maisky,<br />
visitó a Churchill para gestionar que la base militar<br />
checoslovaca fuera mantenida como una posición de flanqueo<br />
contra Alemania. Angustiado, el ministro israelita de<br />
Relaciones Exteriores de Rusia, Litvinov, hizo otro llamado<br />
semejante. Churchill los atendió y redobló su campaña para<br />
desacreditar el acuerdo germanobritánico y frustrar así la<br />
amistad entre Inglaterra y Alemania. Bernard Baruch, el<br />
israelita consejero de Roosevelt y jefe del consejo imperial de<br />
la Masonería Universal, fue a Londres a vigorizar al grupo de<br />
Churchill.<br />
Entretanto, Checoslovaquia y sus 38 divisiones (21 de<br />
primera línea y 17 en proceso de movilización), y sus fábricas<br />
Skoda, que producían tanto armamento como la Gran<br />
Bretaña, constituían una fuerza poderosa frente a las 40<br />
divisiones que entonces tenía Alemania. La sorda lucha<br />
alrededor de aquella base militar continuó librándose tras la<br />
cortina diplomática. Simultáneamente poderosas agencias<br />
internacionales de propaganda presentaban el asunto de<br />
Checoslovaquia como un punto básico para los intereses<br />
británicos, en vez de confesar que se hallaba esencialmente<br />
ligado con la pugna Hitler-Stalin. En esta forma creaban una<br />
artificial agitación en el pueblo inglés.<br />
El historiador británico Russel Grenfell, de la Marina Real, da<br />
el testimonio de que se realizó entonces una desenfrenada<br />
propaganda antialemana en Inglaterra, para predisponer los<br />
138
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
ánimos del pueblo contra la amistad que seguía ofreciendo<br />
Alemania[4].<br />
Durante esos días ocurrió el asesinato del diplomático alemán<br />
von Rath, a manos del judío Grynszpan, y en represalia vino<br />
la llamada «noche de cristal» en que los alemanes<br />
apedrearon aparadores de los comercios israelitas. Estos<br />
acontecimientos dieron pie a una violenta declaración de<br />
Roosevelt y a sus gestiones para realizar juntamente con<br />
Inglaterra un boicot contra el comercio alemán. Todo lo que<br />
Hitler había logrado en el acuerdo germanobritánico de<br />
amistad quedó prácticamente anulado.<br />
A pesar de esto, poco después Hitler hizo otro llamado a la<br />
Gran Bretaña. «El pueblo alemán —dijo el 30 de enero de<br />
1939— no siente odio alguno contra Inglaterra ni contra<br />
Francia, sino que quiere su tranquilidad y su paz, y en cambio<br />
esos pueblos son incitados constantemente contra Alemania<br />
por los agitadores judíos o no judíos... Alemania no tiene<br />
reivindicaciones territoriales que presentar a Inglaterra y<br />
Francia... Si hay tensiones hoy en Europa, hay que atribuirlas<br />
en primer término a los manejos irresponsables de una<br />
prensa sin conciencia que apenas deja pasar un día sin<br />
sembrar la intranquilidad en el mundo... Creemos que si se<br />
logra poner coto a la hostigación de la prensa y de la<br />
propaganda internacional judía, se llegará rápidamente a la<br />
inteligencia entre los pueblos. Tan sólo estos elementos<br />
esperan medrar en una guerra... Nuestras relaciones con los<br />
Estados Unidos padecen bajo una campaña de difamación,<br />
que bajo el pretexto de que Alemania amenaza la<br />
independencia o la libertad norteamericana trata de azuzar a<br />
todo un Continente al servicio de manifiestos intereses<br />
políticos o financieros».<br />
A todo trance, y no obstante que corría el riesgo evidente de<br />
que Stalin se preparara mejor, Hitler dejaba diáfanamente<br />
claro que su objetivo ideológico y militar seguía siendo el de<br />
aniquilar al régimen bolchevique de la URSS. La historia no<br />
puede pasar por alto tantos hechos que lo evidencian así.<br />
139
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
El ex Primer Ministro francés Paul Reynaud dice en sus<br />
«Revelaciones» que «el 24 de noviembre de 1938 se redactó<br />
un documento en el que Hitler declaraba que entre Alemania<br />
y Francia no existían diferencias de importancia. Entonces<br />
Joaquín von Ribbentrop, vino a París y dejó la impresión,<br />
posteriormente expresada con una Nota especial a nuestros<br />
embajadores, de que la política alemana se dirigía contra el<br />
bolchevismo».<br />
Por todos los medios, lo mismo antes de asumir el poder que<br />
una vez en él, Hitler revelaba que su enemigo era el<br />
marxismo israelita. En ningún pueblo de Occidente el<br />
marxismo tenía arraigo popular; y sin embargo, en Francia,<br />
en Inglaterra y en Estados Unidos influyentes estadistas y<br />
poderosas agencias informativas de propaganda presentaban<br />
falsamente a Alemania como enemiga de Occidente y en<br />
cambio soslayaban que era enemiga declarada del<br />
comunismo.<br />
Cuando la situación de Checoslovaquia tuvo una segunda<br />
crisis en marzo de 1939, esa propaganda la aprovechó para<br />
alentar la zozobra en Occidente. Resulta que Checoslovaquia<br />
había sido inventada artificialmente en 1919, pero carecía de<br />
cohesión racial y psicológica. La artificial amalgama de<br />
pueblos diversos y la conmoción política determinada por un<br />
cambio de régimen, motivó que en marzo de 1939 las<br />
provincias de Eslovaquia y Ucrania Carpática se declararan<br />
autónomas. Ante esa emergencia el Dr. Hacha, Presidente de<br />
Checoslovaquia, y su Ministro de Relaciones Chavlkosky,<br />
acordaron poner el país bajo la custodia de Alemania. El 14<br />
de marzo hicieron la siguiente declaración:<br />
«El Presidente del Estado de Checoslovaquia declara que<br />
confiadamente encomienda los destinos del pueblo y el país<br />
checos al cuidado del caudillo del Reich alemán».<br />
Así se conjuraba la posibilidad de que dicha nación se<br />
convirtiera en un campo de batalla entre las grandes<br />
potencias, pues Rusia y el bloque aliado apoyaban el<br />
sometimiento de Eslovaquia y de la Ucrania Carpática, en<br />
tanto que Alemania propiciaba la libre determinación de esas<br />
140
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
provincias. La fórmula adoptada por el Presidente Hacha no<br />
era agradable, pero cuando menos de ese modo<br />
Checoslovaquia no iba a derramar la sangre de sus hijos —<br />
como después ocurrió en Polonia— sólo para servir de<br />
pretexto a las manipulaciones judías internacionales. En otras<br />
palabras, se negaba a sacar las castañas del fuego.<br />
Pero la nerviosidad y la confusión habían abonado ya el<br />
terreno y Churchill adquirió más influencia política y con él la<br />
falsa tesis de que para Occidente era imprescindible<br />
exterminar a Hitler, antes que dejarle manos libres para que<br />
se lanzara sobre la URSS.<br />
Ese inconfesable propósito de interponer a Occidente entre el<br />
Nacionalsocialismo alemán y el bolchevismo soviético, tenía<br />
además otra clara manifestación en las negociaciones que<br />
Francia e Inglaterra realizaban para celebrar una alianza<br />
activa con Stalin. Si estos esfuerzos no cristalizaron de<br />
momento fue porque Moscú pidió una inmediata sojuzgación<br />
de Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y Polonia —cosa que<br />
Occidente no podía entonces conceder públicamente— y<br />
porque no le satisfizo a Stalin el potencial bélico movilizado<br />
hasta esa fecha por los anglofranceses (Memorias de<br />
Churchill).<br />
A CUATRO HORAS DEL DERRUMBE INTERIOR<br />
Cuando a mediados de 1938 se aproximaba la crisis en<br />
Checoslovaquia, el ejército alemán aún requería por lo menos<br />
dos años de crecimiento y rearme a fin de quedar capacitado<br />
para la campaña de Rusia. En ese entonces sólo disponía de<br />
40 divisiones.<br />
La situación era precaria, pero Hitler la afrontaba con<br />
optimismo y confianza creyendo que Occidente entendería<br />
que Alemania no buscaba contienda con él. Pensaba que a la<br />
postre Inglaterra, Francia y Estados Unidos no interferirían los<br />
planes antibolcheviques del nacionalsocialismo. Algunos<br />
ministros le reforzaban esa confianza.<br />
141
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Pero numerosos generales, faltos del entusiasmo fanático del<br />
movimiento nazi, abrigaban graves temores. Así como se<br />
habían alarmado en vísperas de la anexión de Austria, se<br />
alarmaron en vísperas de la anulación de Checoslovaquia<br />
como base militar contra el desguarnecido sur de Alemania.<br />
Su inquietud los llevó al extremo de caer en la red de los<br />
conspiradores.<br />
Por distintos caminos esos generales y la quinta columna<br />
marxisto-judía fueron un frente común de resistencia a la<br />
política de Hitler. Los conspiradores natos (encabezados por<br />
el Dr. Goerdeler, el Almirante Canaris y el general Beck)<br />
hacían todo lo posible por sacar provecho al descontento de<br />
los generales de rancio abolengo.<br />
El jefe del Estado Mayor, general Beck —que tenía conexiones<br />
muy extrañas con círculos extranjeros de París y Nueva<br />
York— trató de enfrentar al ejército con Hitler, cosa que<br />
determinó que fuera sustituido por el general Franz Halder.<br />
Inmediatamente el Almirante Canaris (el más sutil de los<br />
conspiradores), trabó contacto con Halder y comenzó<br />
lentamente a minarle la moral con informes discretamente<br />
matizados de propaganda. El hecho de que esos informes<br />
partieran de Canaris, Jefe del Servicio Secreto y<br />
aparentemente amigo de Hitler, les daba pleno crédito a los<br />
ojos de Halder y de los demás generales.<br />
Halder no compartía las conexiones extranjeras que cultivaba<br />
su antecesor, general Beck, pero no tardó también en<br />
participar en la conjura. Churchill refiere en sus Memorias que<br />
entre los conspiradores figuraban los generales Stuelpnagel,<br />
Witzleben (comandante de la guarnición dé Berlín), Brockdorff<br />
(comandante de la guarnición de Postdam), y Von Heldorff,<br />
jefe de la policía de Berlín. Dice que<br />
«Brauchitsch (comandante del ejército) fue informado y dio<br />
su aprobación. La tercera división panzer, mandada por el<br />
general Hoeppner, estaba lista al sur de Berlín para dar el<br />
golpe a las 8 de la noche del 14 de septiembre, pero a las 4<br />
de la tarde de ese día se supo que el Primer Ministro<br />
británico, Neville Chamberlain, había accedido a discutir con<br />
142
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Hitler la amistosa resolución del problema checoslovaco.<br />
Entonces Halder dijo a Witzleben que si Hitler había tenido<br />
éxito en el ‘blof’, no procedería justificadamente como jefe del<br />
Estado Mayor al descubrir la verdadera situación. En tal virtud<br />
se pospuso el golpe».<br />
El general Halder comentó: «¿Qué nos queda por hacer? Todo<br />
sale bien»... Brauchitsch estuvo de acuerdo en que ya no<br />
procedía el golpe. Von Fritsch, antiguo comandante del<br />
ejército, dijo que ya no se podía hacer nada y que Hitler era<br />
el destino de Alemania en lo bueno y en lo malo. El general<br />
Jodl —uno de los pocos que seguían fielmente a Hitler— anotó<br />
entonces que era «muy triste que todo el pueblo apoyara al<br />
líder, con excepción de los generales destacados que seguían<br />
considerándolo un cabo». Refiriéndose al arreglo de<br />
Checoslovaquia, agregó: «Es de esperar que los incrédulos,<br />
los pusilánimes y los indecisos queden convertidos con esto».<br />
Por un escaso margen de cuatro horas el régimen hitlerista se<br />
había escapado del derrocamiento. Paradójicamente, los<br />
generales seguían siendo su Talón de Aquiles, el punto más<br />
vulnerable de la nación. Aunque de momento suspendieron<br />
sus actividades subversivas, siguieron siendo cultivados por<br />
los directores intelectuales del movimiento de resistencia.<br />
Por ejemplo, Beck continuó ampliando contactos, incluso con<br />
antiguos agitadores izquierdistas como Guillermo Leuschner.<br />
El Almirante Canaris retardaba y obstruía las órdenes<br />
superiores, e incluso llegó a proteger a varios israelitas<br />
incorporándolos subrepticiamente al Servicio Secreto[5]. El<br />
economista Schacht retardó nueve meses el plan del<br />
industrial Voegler para aumentar la producción de gasolina<br />
sintética, y lo hizo tan diestramente que Hitler creyó que se<br />
debía sólo a falta de visión. También obstruyó<br />
económicamente el crecimiento del ejército. Y el doctor<br />
Goerdeler prosiguió indirectamente explotando la<br />
animadversión que entre los generales aristócratas causaba el<br />
hecho de que Hitler fuera jefe de ellos.<br />
143
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
CERROJO EN EL CAMINO A MOSCÚ<br />
Alemania no tenía fronteras con la URSS. Su provincia más<br />
cercana al territorio soviético era Prusia Oriental, pero se<br />
hallaba artificialmente incomunicada del resto de Alemania<br />
mediante una faja de terreno adjudicada a Polonia en 1919.<br />
Hitler no podía realizar su proyectada marcha hacia Rusia<br />
mientras careciera por lo menos de una ruta terrestre que<br />
uniera el corazón de Alemania con su provincia de Prusia<br />
Oriental. Por lo tanto, pedía a Polonia que a través del<br />
territorio que había sido alemán, se le permitiera construir un<br />
ferrocarril y una carretera para comunicarse con Prusia.<br />
Alrededor de este punto giró, básicamente, todo el conflicto<br />
germanopolaco.<br />
Había otros motivos de fricción, pero Hitler nunca los colocó<br />
en primer término, pese a lo mucho que significaban para la<br />
soberanía de Alemania. Por ejemplo, en 1919 se le<br />
adjudicaron a Polonia territorios del Reich ocupados por<br />
2.100,000 alemanes y esta población siempre fue hostilizada<br />
por los polacos. Sin embargo, su reincorporación no fue<br />
exigida por Hitler.<br />
A raíz de la paz de 1918, Polonia obtuvo el puerto alemán de<br />
Dantzig, pese a que allí la población polaca representaba sólo<br />
el 3.5 por ciento. En Danziger Niederum el porcentaje era sólo<br />
de 1 %, y en Marimburgo, del 3%. El 10 de abril de 1923 el<br />
Presidente del Consejo de Ministros polaco, general Sikorski,<br />
anunció un programa para «la liquidación de los bienes<br />
alemanes y la desgermanización de las provincias<br />
occidentales». Todo esto, necesariamente, habría de provocar<br />
fricciones entre Alemania y Polonia.<br />
El mariscal polaco Pilsudski era partidario de llegar a una<br />
transacción con Alemania y las relaciones mejoraron mucho,<br />
pero murió antes de terminar esa obra. El poder pasó<br />
entonces a manos del grupo de Sikorski, enemigo de toda<br />
reconciliación. La antigua enemistad de Polonia hacia<br />
Alemania fue inmediatamente explotada por todos los<br />
intereses internacionales que le cerraban a Hitler el camino<br />
hacia la URSS. Como Checoslovaquia ya no era una amenaza<br />
144
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
de flanqueo en la marcha alemana hacia el Oriente, Polonia<br />
constituía el último cerrojo en la ya entonces existente<br />
Cortina de Hierro.<br />
El poderoso comercio israelita de Polonia alentó las<br />
diferencias germanopolacas y colaboró así con las<br />
comunidades judías que en Alemania y en otros países de<br />
Occidente también se oponían a Hitler. Desde mediados de<br />
1937 los comerciantes y obreros alemanes radicados en<br />
Polonia comenzaron a ser hostilizados mediante boicot y<br />
ceses. Las consiguientes protestas de Alemania eran<br />
presentadas por la prensa como agresivas provocaciones a la<br />
Soberanía de Polonia, y paso a paso las relaciones<br />
germanopolacas iban enturbiándose y amenazaban romperse.<br />
El 24 de octubre de 1938 Alemania le hizo a Polonia dos<br />
peticiones:<br />
1. Que Dantzig, ciudad poblada en su mayor parte por<br />
alemanes, volviera al Reich.<br />
2. Que a través del corredor polaco, antiguamente alemán, se<br />
le permitiera a Alemania construir un ferrocarril que la<br />
comunicara con su provincia de Prusia Oriental.<br />
A cambio, Alemania ofrecía lo siguiente:<br />
1. Reconocimiento de las fronteras comunes, olvidando los<br />
territorios que en 1919 habían sido mutilados a Alemania y<br />
anexados a Polonia.<br />
2. Acceso libre de Polonia al puerto alemán de Dantzig.<br />
Polonia repuso que las dificultades políticas interiores<br />
impedían aceptar esa proposición.<br />
El 5 de enero de 1939 Hitler comunicó al gobierno polaco que<br />
Alemania y Polonia tenían intereses comunes ante la amenaza<br />
comunista soviética, y que Alemania deseaba una Polonia<br />
fuerte y amiga («Libro Blanco Polaco»).<br />
En febrero de ese mismo año de 1939 se agravaron las<br />
relaciones ger-manopolacas al iniciarse manifestaciones<br />
antialemanas en Polonia. El 24 de marzo Polonia acordó la<br />
145
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
movilización de los jóvenes nacidos en 1911, 1912, 1913 y<br />
1914. La prensa azuzaba al pueblo haciendo coro a los cablegramas<br />
de agencias judías y pedía severas medidas contra la<br />
población ale-mana que desde 1919 se hallaba forzadamente<br />
formando parte de Polonia. Esa corriente de opinión recibió un<br />
poderoso apoyo moral el 31 de marzo al anunciar Inglaterra<br />
que «todos los auxilios que del Imperio Británico dependan»,<br />
serán puestos al servicio de Polonia para repeler a Alemania.<br />
Con anticipación, Roosevelt había alentado también a los<br />
jefes polacos para que se negaran a llegar a un acuerdo con<br />
Alemania. El origen secreto de esa política, al parecer<br />
inexplicable, fue confidencialmente revelado el 1 2 de enero<br />
de 1939 por el Embajador polaco en Washington, Conde Jerzy<br />
Potocki, quien informó a su Ministro de Relaciones:<br />
«El ambiente que actualmente reina en Estados Unidos se<br />
caracteriza por el creciente odio contra el fascismo, y muy<br />
especialmente concentrado en la persona del Canciller<br />
Hitler... La propaganda se halla sobre todo en manos de<br />
judíos, los cuales pertenecen en casi un ciento por ciento a la<br />
radio, cine y revistas. No obstante hacerse esta propaganda<br />
muy groseramente, poniendo a Alemania todo lo mal posible,<br />
tiene efectos muy profundos, ya que el público de aquí no<br />
tiene los menores conocimientos de la real situación<br />
europea... Un detalle muy interesante en esta campaña es<br />
que se efectúa principalmente contra el nacionalsocialismo y<br />
se elimina casi por completo a la Unión Soviética. Si se alude<br />
a ella se hace de modo amistoso, como si la URSS estuviera<br />
adherida a lo que las naciones democráticas persiguen.<br />
Gracias a esta hábil propaganda las simpatías del pueblo<br />
americano estaban con los rojos españoles... En esta acción<br />
—propagandística— participaron algunos intelectuales judíos,<br />
como Bernard M. Baruch; el Gobernador del Estado de Nueva<br />
York, Lehmann; el recién nombrado juez del Tribunal<br />
Supremo, Félix Frankfurter; el Secretario de Estado<br />
Morgenthau y otros íntimos amigos del presidente<br />
Roosevelt»[6].<br />
146
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Cuatro días después el mismo Embajador Potocki remitió otro<br />
informe confidencial sobre su entrevista con Bullit, Embajador<br />
norteamericano en París. Bullit le dio seguridades de que los<br />
Estados Unidos combatirían en contra de Alemania. Esto<br />
tendería a vigorizar la resistencia de Polonia a un<br />
entendimiento con Hitler.<br />
Por otra parte, Jules Lukasiewicz, Embajador polaco en París,<br />
el 29 de marzo de 1939 informó a su Ministerio de Relaciones<br />
que había conversado con Bullit y que le había manifestado<br />
que era «infantil, ingenuo y al mismo tiempo desleal proponer<br />
a un Estado que se encuentra en la situación de Polonia, que<br />
comprometa sus relaciones con un vecino fuerte, como<br />
Alemania, y lance sobre el mundo la catástrofe de una guerra<br />
sólo para poder atender las necesidades de la política interior<br />
inglesa».<br />
El 28 de abril de 1939 Hitler habló ante el Reichstag y expuso<br />
las dos peticiones que había hecho a Polonia y las dos ofertas<br />
que le brindaba a cambio. Esto constituye, dijo, «la más<br />
considerable deferencia en aras de la paz de Europa». Estaba<br />
dispuesto a olvidar los territorios perdidos y a reconocer las<br />
fronteras entonces existentes si se le permitía la comunicación<br />
con Prusia a través del Corredor Polaco. Además, a<br />
cambio de ese acceso a Prusia, cedería otro igual para Polonia<br />
hacia el puerto de Dantzig.<br />
En este mismo discurso (y pese a la desairada actitud que sus<br />
ofrecimientos de amistad habían hallado siempre en los<br />
estadistas británicos partidarios de Churchill) Hitler enfatizó<br />
bien que sus ambiciones se enfocaban hacia el Oriente.<br />
«Durante toda mi actuación política he mantenido siempre la<br />
idea del restablecimiento de la estrecha amistad y<br />
colaboración germanobritánica... Este deseo de una amistad y<br />
de una colaboración germanoinglesa no sólo está conforme<br />
con mis sentimientos, sino también con mi opinión sobre lo<br />
importante que es la existencia del Imperio británico en<br />
interés de toda la humanidad... »El pueblo anglosajón —<br />
agregó— ha llevado a cabo en el mundo una inmensa obra<br />
colonizadora. Yo admiro sinceramente esa labor. Desde un<br />
147
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
elevado punto de vista humano, el pensamiento de una<br />
destrucción de esa obra me pareció y me parece solamente<br />
un caso de erostratismo... Yo estimo que es imposible<br />
establecer una amistad duradera entre el pueblo alemán y el<br />
anglosajón si no se reconoce también del otro lado que no<br />
sólo hay intereses británicos sino también intereses<br />
alemanes. Cuando Alemania se hizo nacionalsocialista e inició<br />
así su resurgimiento, yo mismo he hecho la propuesta de una<br />
voluntaria imitación de los armamentos navales alemanes.<br />
Esa limitación presuponía la voluntad y el convencimiento de<br />
que entre Alemania e Inglaterra no debería ser ya jamás<br />
posible una guerra. Todavía hoy tengo esa voluntad y esa<br />
convicción».<br />
Hitler fue increíblemente pertinaz en sus recelos y en sus<br />
esperanzas. Y así como jamás creyó posible transigir con el<br />
marxismo israelita, tampoco nunca perdió la esperanza de<br />
que se evitaría la guerra entre Alemania y los países<br />
occidentales encabezados por Inglaterra, Francia y los<br />
Estados Unidos. Sus reiterados fracasos en este propósito<br />
nunca los creyó definitivos. Siempre confío en que si<br />
Alemania luchaba contra el bolchevismo, acabaría esto por<br />
tranquilizar al resto del mundo y que esa lucha se vería como<br />
un acontecimiento benéfico para la civilización Occidental,<br />
cuyas características de propiedad privada, religión, culto a la<br />
familia, sentido de nacionalidad, etc., tenían ciertamente<br />
muchos más puntos de contacto con Alemania que con el<br />
bolchevismo.<br />
El conciliador discurso de Hitler fue ridiculizado por casi toda<br />
la prensa de Inglaterra y el gobierno le dio una respuesta<br />
hostil cuando el 12 de mayo (ti 939) firmó un pacto con<br />
Turquía para completar el bloqueo de Alemania. Días más<br />
tarde los gobernantes franceses redoblaron sus esfuerzos a<br />
fin de concertar también una alianza antialemana con Stalin,<br />
pero éste continuaba cautelosamente esperando a que el<br />
conflicto armado se iniciara primero entre Alemania y el<br />
Occidente.<br />
148
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
La actitud de Hitler ante esos síntomas ominosos no varió, y<br />
aprovechaba todo acto público para insistir en que Alemania<br />
no demandaba nada que pudiera ser lesivo para los pueblos<br />
occidentales. En consecuencia —infería— no había ningún<br />
obstáculo para llegar a una firme amistad, como no fueran las<br />
secretas manipulaciones del judaismo. El 13 de marzo (1939)<br />
se efectuó una ceremonia oficial en el Cementerio de<br />
Stahnsdorf, ante las tumbas de 1,800 británicos muertos en<br />
Alemania durante la primera guerra mundial; el Almirante<br />
Erich Raeder, jefe de la Marina alemana, llevó una ofrenda «a<br />
la memoria de nuestros caballerosos adversarios —dijo— que<br />
cayeron cumpliendo su deber de soldados de su país».<br />
Pero todos esos esfuerzos de conciliación eran rápidamente<br />
saboteados. Precisamente en esos días se acentuó la<br />
propaganda para agitar a inconscientes grupos polacos que<br />
creían actuar en beneficio de su patria provocando<br />
desórdenes contra las minorías alemanas. La vieja amistad<br />
poíacogermana estaba siendo exhumada por intereses<br />
internacionales para ahondar el abismo entre Polonia y<br />
Alemania. Moscú era el único beneficiario.<br />
ENGAÑAR ES MÁS EFICAZ QUE DINAMITAR<br />
El general Ludendorf decía que la propaganda oportuna surte<br />
más efecto que cien toneladas de altos explosivos. En su<br />
cálculo se quedó corto. Y es que en su época la técnica del<br />
engaño no alcanzaba aún el auge que en los últimos 30 años<br />
hicieron posible los alquimistas israelitas de la propaganda.<br />
Es ésta una de las armas más eficaces del movimiento político<br />
judío, y como las masas no pueden identificarla, tampoco<br />
están en posibilidad de eludirla.<br />
Al enemistarse con el movimiento político judío, Hitler y<br />
Alemania se convirtieron en blanco de esa arma poderosa.<br />
Alrededor de Roosevelt se movía la camarilla de Hopkins,<br />
aleccionado por el judío Dr. Steiner, y de los israelitas Wise,<br />
Morgenthau, Frankfurter, Baruch, Unterrneyer, Rosenman,<br />
que querían salvar al marxismo soviético y aniquilar a<br />
149
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Alemania. La meta de esa camarilla era impopular, carecía de<br />
apoyo entre los pueblos occidentales. Entonces la eficaz<br />
maquinaria propagandística se puso en marcha. Funcionarios<br />
de la Casa Blanca ayudaron en esa tarea sobornando a<br />
periodistas, periódicos, revistas y escritores no hebreos.<br />
(Muchos de estos sobornos fueron posteriormente<br />
investigados por el Senado en 1953).<br />
Los israelitas de las altas esferas políticas eran una especie de<br />
palanca, y sus hermanos de raza que dirigían la propaganda<br />
suministraban el punto de apoyo —en la forma de una<br />
engañada opinión pública— para que esa palanca política<br />
moviera a los pueblos occidentales hacia el rumbo deseado.<br />
En esta forma una minoría relativamente insignificante de<br />
judíos engañó y movió una inmensa masa de contingentes no<br />
judíos, de la misma manera en que el débil brazo de un<br />
hombre puede levantar miles de kilos mediante el auxilio de<br />
palanca y un punto de apoyo.<br />
Como requisito previo para usar la fuerza de los países<br />
occidentales, el movimiento político judío los engañó y<br />
desorientó. Con razón Schopenhahuer dijo el siglo pasado que<br />
«el judío es el maestro de la mentira». Con esa maestría ha<br />
conseguido que sus propias víctimas le sirvan, naturalmente<br />
que sin saber a quién sirven, y hasta con la ilusoria creencia<br />
de que se sirven a sí mismas.<br />
Estos alquimistas del engaño concentraron su acción en<br />
cuatro puntos:<br />
1. Opacaron la evidencia de que Alemania marcharía contra la<br />
URSS. Así propiciaron que Occidente luchara, engañado, en<br />
beneficio del marxismo.<br />
2. Dieron la falsa impresión de que Alemania atacaría al<br />
Occidente y no al marxismo-israelita del Oriente.<br />
En esta forma agitaron a los pueblos inglés, francés y<br />
norteamericano.<br />
3. Crearon la idea de que la pugna entre nazis e israelitas era<br />
150
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
una rareza de Hitler, sin más fundamento que la aversión<br />
contra un conglomerado religioso.<br />
Así se ocultaba el hecho de que esa comunidad no era sólo<br />
una inocente secta religiosa, sino un núcleo político con<br />
influencia internacional.<br />
4. Presentaron a Alemania como un país antirreligioso.<br />
De esta manera se facilitó que el mundo cristiano se dejara<br />
arrastrar a una lucha en beneficio del bolchevismo ateo.<br />
Respecto a los dos primeros puntos, la investigación histórica<br />
encuentra miles de pruebas de que Hitler siempre orientó su<br />
lucha contra el marxismo. Jamás hizo demandas lesivas para<br />
los pueblos inglés, francés o norteamericano, y siempre trató<br />
de ganarse su amistad.<br />
Respecto al tercer punto, la pugna entre nazis e israelitas,<br />
Hitler anunció el 30 de enero de 1939 que estaba en la mejor<br />
disposición de que los países democráticos se llevaran a los<br />
judíos que vivían en Alemania, y que les dispensaran todas<br />
las prerrogativas y consideraciones que reclamaban para<br />
ellos. Hizo observar que algunos países disponían de 10<br />
habitantes por kilómetro cuadrado, y que Alemania, en<br />
cambio, necesitaba alimentar a 140 personas por kilómetro<br />
cuadrado.<br />
«Cierto es que Alemania —dijo— fue durante siglos lo<br />
suficientemente buena para acoger a esos elementos... Lo<br />
que ese pueblo posee lo ha adquirido en su mayor parte con<br />
las peores manipulaciones a costa del pueblo alemán, no tan<br />
astuto. »¡Qué agradecidos deberían estarnos por dejar en<br />
libertad a esos magníficos portadores de cultura y ponerlos a<br />
disposición del resto del mundo! Ese mundo, según sus<br />
propias declaraciones, no puede aducir una razón que<br />
disculpe la negativa a aceptar en sus países a esa gente<br />
valiosísima. »Los pueblos no quieren volver a morir en los<br />
campos de batalla para que esta raza internacional sin<br />
raigambres se beneficie con los negocios de la guerra, o para<br />
que satisfaga su ancestral deseo de venganza cuyo origen se<br />
151
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
remonta al Antiguo Testamento. Sobre la consigna judaica;<br />
proletarios de todos los países, únanse, ha de triunfar una<br />
visión más elevada, a saber: trabajadores de todas las<br />
naciones, reconozcan a su enemigo común».<br />
Y respecto al cuarto punto, el de que Alemania era enemiga<br />
de la religión, Hitler dijo en ese mismo discurso del 30 de<br />
enero de 1939:<br />
«Uno de los cargos que en las llamadas democracias se<br />
levanta contra Alemania es que somos un Estado enemigo de<br />
la religión. Primero, en Alemania no se ha perseguido hasta<br />
ahora ni se perseguirá tampoco a nadie a causa de sus<br />
convicciones religiosas. Segundo, desde el 30 de enero de<br />
1933 el Estado Nacionalsocialista ha puesto a disposición de<br />
ambas Iglesias las siguientes sumas producto de los<br />
impuestos públicos:<br />
[1] Esas aportaciones subieron luego a 700 millones de<br />
marcos anuales (casi 2,800 millones de pesos al año). Y<br />
siguieron entregándose hasta que terminó la guerra.<br />
152
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
»Por otra parte, las iglesias son las mayores propietarias de<br />
inmuebles después del Estado (cosa que en muy raros países<br />
existe). El valor de sus haciendas y propiedades rurales pasa<br />
de la suma de diez mil<br />
[1] Hitler llegó a recelar de Schacht, pero sus sospechas<br />
nunca se precisaron. Hablando con los miembros de su<br />
Cuartel General, el Fuehrer dijo el 20 de agosto de 1942:<br />
«Cuando se trataba de engañar a la gente, Schacht era<br />
incomparable. Pero jamás ha sido capaz de dar pruebas de<br />
entereza. En esa clase de asuntos los francmasones se<br />
engañan entre sí. Cuando disolví la francmasonería fue<br />
cuando Schacht comenzó a poner entorpecimientos».<br />
[2] «El Estado Mayor Alemán». — Walter Goerlitz.<br />
[3] Informe Secreto Desde Atrás de la Cortina de Adolfo<br />
Hitler. — Dr. Paul Schmidt, jefe de intérpretes de la<br />
Wilhelmstrasse.<br />
[4] Odio Incondicional. — Por Russell Grenfell.<br />
[5] El Almirante Canaris. — Karl H. Abshagen, antinazi.<br />
[6] Documentos Diplomáticos Confidenciales. — Ministerio de<br />
Relaciones Exteriores de Polonia (capturados por Alemania).<br />
»Por otra parte, las iglesias son las mayores propietarias de<br />
inmuebles después del Estado (cosa que en muy raros países<br />
existe). El valor de sus haciendas y propiedades rurales pasa<br />
de la suma de diez mil millones de marcos. Los ingresos de<br />
estas propiedades se pueden calcular en 300 millones de<br />
marcos anuales.<br />
«En consecuencia —dicho sea con suavidad— es una<br />
desvergüenza que especialmente ciertos políticos extranjeros<br />
153
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
se atrevan a hablar de hostilidad religiosa en el Tercer Reich.<br />
¿Cuáles son las cantidades que durante este mismo espacio<br />
de tiempo han entregado Francia, Inglaterra o los Estados<br />
Unidos a sus respectivas Iglesias, de los fondos públicos? El<br />
Estado Nacionalsocialista no ha cerrado ninguna iglesia, ni ha<br />
impedido ningún servicio religioso, ni ha ejercido la más<br />
mínima influencia sobre la forma en que éstos se realizan.<br />
»En el momento en que un sacerdote se coloque fuera de la<br />
ley, el Estado le obligará a rendir cuentas como a cualquier<br />
otro ciudadano alemán. Si ahora el extranjero defiende con<br />
tanto afán a ciertos sacerdotes —que estaban actuando en la<br />
esfera política— esto no puede obedecer más que a razones<br />
políticas, puesto que estos mismos estadistas demócratas<br />
callaron cuando en Rusia se sacrificaron cientos de miles de<br />
sacerdotes y callaron cuando en España decenas de miles de<br />
sacerdotes y monjas fueron asesinados de la manera más<br />
bestial o quemados vivos. Los extranjeros sólo se interesan<br />
por los enemigos interiores del Estado alemán, no por la<br />
religión»[1].<br />
Precisamente cuando Hitler afirmaba esto, en Rusia<br />
culminaba una etapa de exterminio de las instituciones<br />
religiosas. El autorizado diplomático norteamericano William<br />
C. Bullit había informado sobre el particular a Roosevelt.<br />
«En 1937 —dice Bullit en “La Amenaza Mundial”— fueron<br />
cerradas 10,000 iglesias en Rusia; a fines de 1 939 se había<br />
aniquilado definitivamente el espíritu de resistencia de la<br />
mayoría de los sacerdotes, y no quedaban con vida más que<br />
unos pocos o sea los adictos a Stalin».<br />
Por eso Hugo Wast pone en boca de los propagandistas<br />
israelitas las siguientes palabras:<br />
«Dominamos la mayoría de los grandes diarios[2] y de las<br />
agencias de publicidad, y gobernamos los nervios de la<br />
humanidad. Asesinen cristianos en México, en España, en<br />
Rusia; eso no tiene importancia, no lo trasmiten nuestras<br />
agencias ni lo publican nuestros diarios. Atropellen un judío<br />
154
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
en Alemania o en Polonia, y escucharán la grita del mundo;<br />
intolerancia, progrom, antisemitismo. Y el mundo, que no ha<br />
llorado el martirio de un millón de cristianos en Rusia, rasgará<br />
sus vestidos porque a un profesor israelita le han quitado en<br />
Berlín una cátedra».<br />
En efecto, el monopolio informativo judío tornó a repetir sus<br />
estudiados puntos de propaganda para engañar y azuzar a los<br />
pueblos occidentales. Y es un fenómeno infalible en la técnica<br />
publicitaria que una verdad expuesta esporádicamente se<br />
olvida y desacredita, en tanto que una mentira repetida sin<br />
cesar acaba en cierto tiempo por ser aceptada.<br />
«El lector se entera de lo que debe saber —decía Oswaldo<br />
Spengler respecto a los diarios europeos 21 años antes de la<br />
guerra— y una voluntad superior informa la imagen de su<br />
mundo... ¿Qué es la verdad? Para la masa, es la que a diario<br />
lee y oye. Ya puede un pobre tonto recluirse y reunir razones<br />
para establecer la verdad, seguirá siendo simplemente su<br />
verdad. La otra, la verdad pública del momento, la única que<br />
importa en el mundo efectivo de las acciones y de los éxitos,<br />
es hoy un producto de la prensa. Lo que ésta quiere es la<br />
verdad. Sus jefes producen, transforman, truecan verdades».<br />
Y eso fue lo que ocurrió con la opinión pública de las<br />
potencias occidentales. Mediante el siniestro engaño de que<br />
ellas estaban en peligro mortal, y no el marxismo judío,<br />
fueron arrojadas a la espalda de Alemania cuando ésta se<br />
preparaba para su lucha contra la URSS. [1]<br />
Desde enero de 1934 los obispos evangélicos tuvieron una<br />
entrevista con Hiíler e hicieron pública su adhesión al Tercer<br />
Reich, condenando «las maquinaciones contra el Estado».<br />
Y el 20 de agosto de 1935 la conferencia de obispos católicos<br />
alemanes reunida en Fulda, telegrafió a Hitler: «Los obispos<br />
reunidos en Fulda envían al Fuehrer del pueblo alemán el<br />
sentimiento de fidelidad y respeto que según la ley divina<br />
debemos al poder y dignidad más elevada del Estado».<br />
[2] En Inglaterra, Estados Unidos y otros países es frecuente<br />
155
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
que hasta el 40% de los ingresos de numerosos periódicos<br />
importantes provenga de anunciantes israelitas. Disgustarlos<br />
equivale a cerrar el periódico.<br />
CAPÍTULO IV<br />
La Guerra que Hitler no Quería<br />
(1939-1940)<br />
Si la Guerra no Empezaba en Occidente, Rusia Lucharía Sola.<br />
Hablando el Mismo Lenguaje de las Armas.<br />
Ni con Silencio Pudo Ayudar Italia.<br />
En las Orillas del Abismo<br />
Otra vez Hitler Tiende la Mano.<br />
La Mampara del Idealismo.<br />
Debilidad de la Franqueza.<br />
La Terrible Grandeza de la Guerra.<br />
Desigual Guerra en el Mar.<br />
Noruega, Primera Línea de la Lucha Terrestre.<br />
Francia es Empujada a Sangriento Abismo.<br />
Las Panzer Dejan Escapar a los Ingleses.<br />
El Derrumbe de Francia.<br />
SI LA GUERRA NO EMPEZABA EN OCCIDENTE, RUSIA<br />
LUCHARÍA SOLA<br />
A mediados de 1939 la crisis de Polonia se aproximaba a su<br />
climax y Stalin veía que ese último oí táculo para la embestida<br />
alemana contra Rusia estaba a punto de desaparecer.<br />
Su acertada evaluación de las circunstancias era s mejante a<br />
la que hacían los consejeros israelitas de Roosevelt: si ib<br />
guerra se iniciaba exclusivamente entre Alemania y la URSS,<br />
sería luego punto menos que imposible persuadir al mundo de<br />
que debería acudir en auxilio del marxismo. Rusia tendría<br />
entonces que luchar sola... y sola, ¡estaba perdida!... En<br />
cambio, si se lograba que el Occidente entrara en guerra<br />
156
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
contra Alemania antes de que ésta atacara a la URSS,<br />
entonces quedaría automáticamente garantizado que el Occidente<br />
combatiría en el mismo bando del bolchevismo. Y así<br />
fue. Una vez comprometidos en la lucha contra Alemania,<br />
ningún inglés, francés o norteamericano rechazaría el<br />
concurso armado de la URSS.<br />
En consecuencia, el Kremlin extremó su cautela a fin de<br />
retardar el ataque alemán y le ofreció a Hitler un pacto de no<br />
agresión. El 10 de marzo de 1939 Stalin pronunció un<br />
discurso en el que significativamente no lanzó ataque a<br />
Alemania, y por el contrario, dijo que no sacaría las castañas<br />
del fuego a las potencias occidentales, lanzándose a una<br />
aventura contra el Reich.<br />
Hitler tomó con desconfianza y hostilidad ese extraño cambio,<br />
pero las ofertas soviéticas se repitieron por diversos<br />
conductos y los diplomáticos alemanes creyeron que ésta era<br />
una gran oportunidad.<br />
Consultando archivos capturados después de la guerra, el<br />
historiador inglés F. H. Hinsley precisa que las negociaciones<br />
ruso-germanas empezaron a iniciativa rusa, el 17 de abril de<br />
1939. El 3 de mayo siguiente, el Ministro israelita de<br />
Relaciones Exteriores de Rusia, Maxim Litvinoff (originalmente<br />
llamado Maxim Moiseevich Vallakh Finkelstein), fue relevado<br />
de su puesto a fin de suavizar la desconfianza de Hitler.<br />
Ante la crisis de Polonia y la amenaza de guerra de la Gran<br />
Bretaña y Francia, Alemania aceptó el ofrecimiento soviético.<br />
El Ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Ribbentrop,<br />
llegó a Moscú el 23 de agosto de 1939 y en horas, con<br />
inusitada facilidad, se firmó el pacto, como que era lo que<br />
precisamente quería el Kremlin. Veinte horas después de su<br />
arribo a Moscú, Ribbentrop ya volaba de regreso a Berlín.<br />
Ante aquella suavidad de la URSS se ocultaba algo<br />
enormemente benéfico para el marxismo. Poco después pudo<br />
verse que Hitler no había alcanzado a comprender que el<br />
pacto no evitaría que las potencias occidentales le declararan<br />
157
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
la guerra, pues tal pacto era simplemente una trampa<br />
soviética tendida de acuerdo con la camarilla israelita de<br />
Occidente. Sin embargo, esto no era visible de momento y<br />
Hitler aceptó el tratado con la esperanza de ganar tiempo<br />
mientras despejaba la amenaza que se cernía desde<br />
Occidente.<br />
«No creemos equivocarnos —dice Hinsley— al afirmar que si<br />
sólo hubiera dependido de Hitler, las negociaciones hubieran<br />
terminado en un fracaso». Agrega que el Fuehrer confiaba en<br />
que ese paso alejaría el peligro de guerra con la Gran Bretaña<br />
y Francia.<br />
Ese tratado fue una sorpresa para el mundo, más no para<br />
Roosevelt y sus consejeros israelitas, que día a día estuvieron<br />
siendo informados de la cautelosa política de Stalin para<br />
lograr la secreta meta común de que Alemania se viera<br />
envuelta en una guerra con las naciones occidentales antes<br />
que con la URSS.<br />
El diplomático norteamericano William C. Bullit dice[1] que<br />
desde 1934 Roosevelt fue informado de que Stalin<br />
«deseaba concertar un convenio con el dictador nazi y que<br />
Hitler podía tener un pacto con Stalin cuando lo deseara. El<br />
Presidente Roosevelt fue informado con precisión, día tras<br />
día, y paso tras paso, de las negociaciones secretas que<br />
tuvieron Stalin y Hitler en la primavera de 1939... En verdad,<br />
nuestra información concerniente a las relaciones entre Hitler<br />
y Stalin era tan excelente, que habíamos notificado al<br />
Gobierno soviético que esperase un asalto a principios del<br />
verano de 1941 y habíamos comunicado a Stalin los puntos<br />
principales del plan estratégico de Hitler».<br />
En consecuencia —como este aviso era dado en 1939—,<br />
quedaban dos años de margen para empujar a los países<br />
occidentales hacia la guerra contra Alemania, no en provecho<br />
de ellos, sino en anticipada defensa del marxismo israelita<br />
que se encontraba ya en capilla. Tales informes recibidos por<br />
158
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Roosevelt y transmitidos a Stalin resultaron absolutamente<br />
exactos.<br />
El general Beck, ex jefe del Estado Mayor General alemán,<br />
conservaba nexos ocultos con sus amigos israelitas. Por su<br />
conducto salieron de Alemania valiosos secretos, vía París, y<br />
eran ya del dominio de Roosevelt y Stalin. Este último sabía<br />
con certeza, como lo confirma Bullit, que la ofensiva alemana<br />
contra la URSS sería en 1941. Para entonces el Kremlin<br />
esperaba contar ya con una masa abrumadora de tropas, y<br />
mientras tanto rehuía a todo trance que el Ejército Rojo se<br />
enzarzara prematuramente en la lucha con el Ejército<br />
Alemán. Tal fue el significado del pacto ruso-germano de no<br />
agresión firmado el 23 de agosto de 1939.<br />
En esos días Alemania se esforzaba en lograr la anuencia de<br />
Polonia para construir un ferrocarril y una carretera que<br />
unieran a Berlín con su provincia de Prusia Oriental. Era este<br />
el último obstáculo que se interponía para la proyectada<br />
ofensiva contra el bolchevismo. Después del conflicto<br />
germanopolaco figuraba ya la lucha armada con la URSS.<br />
El movimiento político judío decidió asirse firmemente del<br />
último obstáculo y convertirlo en un «casus belli» para<br />
desencadenar la guerra entre Alemania y los países<br />
occidentales. La comunidad israelita radicada en Polonia jugó<br />
en esa maniobra un papel decisivo. Su influencia había<br />
quedado asegurada en el artículo noveno de la Conferencia de<br />
Versalles de 1919, mediante el apoyo de estadistas judíos con<br />
influencia en Estados Unidos, el Imperio Británico y Francia.<br />
En ese artículo se especificó que de todas las prerrogativas<br />
concedidas a la Comunidad Judía se hacía «no una cuestión<br />
de libre albedrío de Polonia», sino «una exigencia de la<br />
Sociedad de las Naciones».<br />
Mediante propaganda, agitación e influencias secretas, la<br />
opinión pública polaca fue desorientada y se la alentó al<br />
desorden como la forma más segura de evitar todo arreglo<br />
pacífico entre Polonia y Alemania. El 3 de mayo hubo un<br />
desfile polaco durante el cual las «porras» gritaban: «¡A<br />
159
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Dantzig, a Berlín...!» Se hizo correr la versión de que las<br />
tropas alemanas estaban hambrientas y no resistirían. La<br />
población alemana anexada a Polonia en 1919, sufrió<br />
sangrienta hostilidad en 1939. Ya para el 21 de agosto de ese<br />
año el número de fugitivos que cruzaron la frontera<br />
germanopolaca, ascendía a 70,000. Según posteriormente<br />
pudo establecerse 12,857 cadáveres de alemanes fueron<br />
identificados como victimados por la persecución, en tanto<br />
que 45,000 alemanes más desaparecieron[2].Representantes<br />
de agencias informativas internacionales —como Mr.<br />
Oechsner, de la United Press—, fueron invitados por Alemania<br />
para que dieran fe de esos hechos.<br />
La provocación de esos acontecimientos dio los nefastos<br />
frutos que se esperaban de ellos: el conflicto germanopolaco<br />
perdió toda coyuntura de arreglo amistoso y se volvió un<br />
polvorín. El 15 de agosto del mismo año de 1939 el Gobierno<br />
francés notificó a Alemania que en caso de un choque armado<br />
germano-polaco, Francia daría todo su apoyo a Polonia. Cosa<br />
igual anunció Inglaterra una semana después. Hitler<br />
conferenció entonces con el embajador británico, Neville<br />
Henderson, para hacerle ver que Inglaterra estaba prefiriendo<br />
cualquier cosa antes que un acuerdo pacífico.<br />
«En su voluntad de aniquilar —le dijo— se había dirigido a<br />
Francia, a Turquía, a Moscú... Alemania nunca había<br />
emprendido nada en perjuicio de Inglaterra, a pesar de lo<br />
cual Inglaterra se había colocado contra Alemania».<br />
En seguida Hitler se dirigió al Premier británico Neville<br />
Chamberlain, en los siguientes términos:<br />
«...He empleado toda mi vida en luchar por una amistad<br />
germanoinglesa, pero la actitud de la diplomacia británica —<br />
por lo menos hasta ahora— me ha convencido de la falta de<br />
sentido de este intento. Si ello cambiara en el porvenir, nadie<br />
podría ser más feliz que yo».<br />
En respuesta, la prensa inglesa azuzaba a la opinión pública<br />
para forzarla a la movilización militar, que seguía siendo<br />
160
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
popularmente rechazada porque el pueblo juzgaba inútil una<br />
nueva guerra contra Alemania.<br />
El 25 de agosto Hitler volvió a tender amistosamente la mano<br />
a Inglaterra y hasta le propuso una alianza germanobritánica.<br />
[1] «Cómo los EE. UU. Ganaron la Guerra y por qué Están a<br />
Punto de Perder la Paz»<br />
[2] «Los Horrores Polacos». Ministerio de Relaciones<br />
Exteriores del Reich.<br />
(Al recuperar la soberanía en los territorios alemanes del Sarre y la<br />
Renania (1936), Hitler anunció que no tenía ya ninguna demanda que<br />
hacer a las potencias occidentales. Su atención se desvió a la unificación<br />
de Austria y a la neutralización de Checoslovaquia (1938) como bastión<br />
de la URSS. Por último, en 1939 se lanzó resueltamente hacia el Oriente<br />
161
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
para unir por tierra a su provincia de Prusia Oriental y preparar así la<br />
ofensiva contra el marxismo entronizado en Moscú.)<br />
Hablando con el embajador inglés le dijo que estaba<br />
dispuesto «a concluir acuerdos con Inglaterra, los cuales<br />
garantizaran por parte de Alemania en todo caso la existencia<br />
del Imperio británico y de ser necesario, la ayuda alemana<br />
dondequiera que esta ayuda sea precisa... Por último, el<br />
Fuehrer asegura de nuevo que no tiene interés en los<br />
problemas occidentales y que se halla fuera de toda<br />
consideración una rectificación de fronteras en el Oeste».<br />
Pero ese mismo día los gobernantes ingleses —es justo<br />
precisar que el pueblo era ajeno a esas maquinaciones—<br />
dieron otra despectiva respuesta al llamado de Hitler y<br />
firmaron con Polonia un pacto para prestarle ayuda militar si<br />
era atacada por Alemania, pese a que sabían perfectamente<br />
que esa ayuda era imposible. Polonia corría como caballo<br />
desbocado hacia el abismo y los estadistas occidentales le<br />
apretaban más las espuelas.<br />
El historiador británico capitán Liddell Hart afirma en su libro<br />
«Defensa de Europa» que la promesa de ayuda militar a<br />
Polonia fue inmoral porque era imposible cumplirla.<br />
«Si los polacos —dice— se hubieran dado cuenta de la<br />
imposibilidad militar de Inglaterra y Francia para salvarlos de<br />
la derrota, es probable que no hubieran presentado tan terca<br />
resistencia a las originalmente moderadas demandas de<br />
Hitler: Dantzig y el Corredor Polaco».<br />
Pero los polacos no podían darse cuenta de la forma criminal<br />
en que se les estaba usando como mecha de la guerra;<br />
previamente la propaganda informativa judía los había<br />
engañado y soliviantado.<br />
«He sido por mucho tiempo y muy de cerca, observador de la<br />
Historia contemporánea —agrega el historiador Hart— para<br />
que no me queden ilusiones acerca de las bases morales de<br />
162
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
nuestra política exterior. Cuando alguien me dice que de<br />
pronto reaccionamos ante la amenaza que el sistema nazi<br />
representaba para la civilización, lo único que me queda es<br />
sonreír tristemente».<br />
Así, pues, los gobernantes ingleses empujaron a Polonia al<br />
suicidio a sabiendas de que no podrían salvarla, Y los<br />
gobernantes franceses hicieron otro tanto. El 26 de agosto<br />
Francia le reiteró a Alemania que daría todo su apoyo militar<br />
a Polonia. Hitler le repuso que Alemania no tenía ningún<br />
motivo de fricción con Francia y que esa actitud germanófoba<br />
carecía de fundamento.<br />
Inesperadamente el día 28 Inglaterra le aconsejó a Alemania<br />
que entablara negociaciones con Polonia. Hitler repuso que<br />
las negociaciones habían sido interrumpidas en julio con la<br />
movilización polaca y que todas las propuestas alemanas para<br />
un arreglo habían sido desoídas. Sin embargo, Hitler agregó<br />
que Alemania estaba en la mejor disposición de aceptar la<br />
mediación británica:<br />
«El Gobierno del Reich quiere dar con ello al Gobierno de Su<br />
Majestad británica y al pueblo inglés una prueba de la<br />
sinceridad del propósito alemán de llegar a una amistad<br />
duradera con la Gran Bretaña. En estas condiciones está, por<br />
consiguiente, conforme el Gobierno del Reich en aceptar la<br />
propuesta mediación del Gobierno de Su Majestad para enviar<br />
a Berlín una personalidad polaca provista de plenos poderes.<br />
Espera que dicha personalidad llegue el miércoles 30 de<br />
agosto de 1939».<br />
Pero el miércoles 30 de agosto, a las 4.30 de la tarde, en vez<br />
del negociador pacífico llegó la noticia de que Polonia acababa<br />
de decretar la movilización general. Además, Inglaterra se<br />
retractó de su ofrecimiento de mediadora y comunicó que no<br />
podía recomendarle a Polonia el envío de un representante.<br />
Hitler entregó entonces al embajador británico, Henderson,<br />
las proposiciones que había preparado para ese negociador<br />
polaco que no llegó. Consistían, fundamentalmente, en la<br />
construcción de una carretera y un ferrocarril que unieran a<br />
163
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Prusia, a través del territorio alemán anexado a Polonia en la<br />
primera guerra mundial.<br />
A las 6.30 de la tarde del 31 de agosto el Embajador polaco<br />
se presentó en la Cancillería del Reich, pero sin poderes para<br />
negociar. A las 21 horas Alemania comunicó a Inglaterra que<br />
la mediación británica del día 28 había sido aceptada, que<br />
Alemania había estado esperando al plenipotenciario y que<br />
éste no había llegado. En consecuencia, consideraba que<br />
también en esta ocasión habían sido prácticamente<br />
rechazados sus propósitos de llegar a un arreglo pacífico.<br />
A las 23 horas de ese mismo día 31 de agosto la radio polaca<br />
anunciaba: «La respuesta ha sido las disposiciones militares<br />
tomadas por el Gobierno polaco».<br />
HABLANDO EL MISMON LENGUAJE DE LAS ARMAS<br />
En la azulosa claridad del amanecer del día siguiente, 44<br />
divisiones alemanas se desbordaron en una aurora de fuego<br />
sobre la frontera polaca. 36 divisiones polacas, enardecidas<br />
de orgullo y alentadas por el prometido apoyo militar de las<br />
potencias occidentales, les salieron al encuentro. Un millón<br />
doscientos mil hombres chocaron en la mortal aventura de la<br />
guerra[1].<br />
Hitler habló ese día:<br />
«Una cosa es, empero, imposible: exigir que se solucione por<br />
medio de la revisión pacífica una situación insostenible, y a la<br />
vez negarse tercamente a toda revisión pacífica... Me he<br />
decidido a hablar con Po-lonia el mismo lenguaje que Polonia<br />
emplea con nosotros hace meses. Yo he prometido<br />
solemnemente, y lo repito ahora, que nosotros no exigimos<br />
nada de esas potencias occidentales, ni lo exigiremos nunca.<br />
Yo he manifestado palmariamente que los límites entre<br />
Francia y Alemania constituyen un hecho definitivo. Yo he<br />
ofrecido siempre a Inglaterra una amistad sincera, y en caso<br />
necesario, hasta la más íntima colaboración. Pero el amor no<br />
puede ser una cosa unilateral.<br />
164
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
»Desde las 5.5 se le contesta a Polonia también con fuego. No<br />
pido de ningún alemán más de lo que yo estuve dispuesto a<br />
hacer en todo momento durante más de 4 años (en la<br />
primera guerra). Desde ahora es cuando mi vida pertenece<br />
verdaderamente en absoluto al pueblo. No quiero ser ahora<br />
más que el primer soldado del Reich. Por ello he vestido de<br />
nuevo aquel uniforme que fue para mí el más sagrado y el<br />
más querido. Sólo me lo quitaré después de la victoria, o<br />
bien, no viviré este final... Sólo hay una palabra que no he<br />
conocido nunca y es: capitulación».<br />
Testigo de aquel momento, José Pagés Llergo refiere:<br />
«Los civiles pálidos, temblorosos por la emoción, se<br />
enjugaban las lágrimas; los diplomáticos, asidos fuertemente<br />
del brazo del asiento, contemplaban estáticos, electrizados, la<br />
pequeña figura que allá en la distancia se erguía en éxtasis;<br />
los militares gritaban, casi aullaban. Afuera, medio millón de<br />
personas levantaban un murmullo sordo, aterrador, cuando<br />
Adolf Hitler hundía los puños sobre la mesa del Reichstag y<br />
rojo, descompuesto, el pelo tirado en desorden sobre la<br />
frente, gritaba con los ojos bañados en lágrimas:<br />
»¡En estos momentos no quiero ser más que el primer<br />
soldado del Reich!»<br />
»Sus brazos se elevaban lentos, teatrales, hacia el cielo. En<br />
aquella actitud de pedir silencio, el tigre que hace unos<br />
momentos había sido, se transforma, genial, fantástico, en un<br />
apóstol del germanismo que va predicando, con rara<br />
modulación de voz, su verdad, la verdad de su pueblo...<br />
»A mi lado una mujer solloza, conmovida. Los hombres<br />
apenas si respiran: con sus caras cetrinas, los ojos cansados,<br />
la frente bañada de sudor por el sacudimiento nervioso, yacen<br />
extenuados en sus asientos. En una fracción de segundos<br />
Hitler hace vibrar el auditorio hasta el agotamiento. Su voz no<br />
es fuerte, pero la modula en tal forma, que sabe hacerla<br />
gemir, sabe hacerla dulce, suplicante, fiera.<br />
»El grito de 'Heil' se va extendiendo tenue, impreciso, desde<br />
la plataforma del Reichstag hasta el anfiteatro, para<br />
165
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
convertirse en un grito ensordecedor, salvaje, que llena el<br />
edificio y trasciende hasta la calle».<br />
Entretanto, ese mismo día 1º de septiembre el Soviet<br />
Supremo votó una ley de servicio militar que implicaba una<br />
movilización total de la juventud rusa. Sus aprestos bélicos se<br />
aceleraron.<br />
Al día siguiente, dos de septiembre, Mussolini hizo una<br />
gestión ante Alemania, Polonia, Inglaterra y Francia, para<br />
concertar un armisticio germano-polaco y buscar un arreglo<br />
pacífico. Hitler aceptó y el primer ministro francés también,<br />
pero Inglaterra rechazó la proposición y luego logró que<br />
Francia hiciera lo propio. Un mensaje de la agencia francesa<br />
«Havas», referente a la aceptación de las pláticas, fue<br />
cablegráficamente anulado desde París.<br />
Goering, el segundo de Hitler, trató de volar a Inglaterra para<br />
insistir en un arreglo pacífico. Hitler aprobó el plan y el<br />
general Bodenschatz preparó un avión especial.<br />
Cablegráficamente se solicitó la anuencia de Londres para el<br />
viaje, pero el gobierno inglés contestó negándose a recibir a<br />
Goering.<br />
El 3 de septiembre Inglaterra envió un ultimátum a Alemania<br />
exigiéndole que para las once horas de ese día retirara sus<br />
tropas de Polonia o de lo contrario se considerara en guerra<br />
con el Imperio Británico. En Francia aún era muy viva la<br />
resistencia de la opinión pública a la guerra y el Gabinete tuvo<br />
momentos de indecisión; un ultimátum igual al inglés se<br />
envió hasta las 12.30.<br />
El embajador británico Neville Henderson se presentó en la<br />
Cancillería de Berlín a entregar el ultimátum con<br />
apercibimiento de guerra. El documento fue recibido por el<br />
Dr. Paul Schmidt, jefe de intérpitetes de la Wilhelmstrasse,<br />
quien en seguida se lo entregó a Hitler. Schmidt refiere así lo<br />
ocurrido[2]:<br />
«Hitler se quedó petrificado en su asiento, con la vista fija<br />
hacia adelante. No daba muestras de confusión, como se ha<br />
166
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
dicho, ni tampoco se encolerizó, como otros refirieron. Se<br />
quedó sentado, completamente silencioso, inmóvil. Tras de un<br />
intervalo, que a mí me pareció un siglo, se volvió hacia<br />
Ribbentrop, que había permanecido rígidamente en pie junto<br />
a la ventana. ¿Y bien? —preguntó Hitler con una mirada<br />
penetrante a su Ministro de Relaciones, como para indicar que<br />
Ribbentrop le había informado mal acerca de la actitud de<br />
Inglaterra—. Ribbentrop repuso tranquilamente: "Presumo<br />
que los franceses nos entregarán un ultimátum semejante<br />
dentro de una hora"».<br />
Minutos después Hitler dictó la siguiente respuesta al<br />
gobierno inglés:<br />
«El Gobierno del Reich y del pueblo alemán se niega a recibir,<br />
aceptar o cumplir las exigencias con carácter ultimativo del<br />
Gobierno británico».<br />
Una contestación semejante fue entregada más tarde al<br />
representante de Francia. A las 11 de la mañana del 3 de<br />
septiembre de 1939 Inglaterra declaró la guerra a Alemania y<br />
Francia hizo lo propio a las 5 de la tarde de ese día.<br />
Era esta la guerra que Hitler no quería...<br />
NI CON SU SILENCIO PUDO AYUDAR ITALIA<br />
Cuando el 3 de octubre de 1935 Mussolini inició la invasión de<br />
Etiopía y atrajo hacia sí un ruidoso boicot de la Liga de las<br />
Naciones, Hitler lo apoyó resueltamente. Y es que desde 1923<br />
Hitler admiraba a Mussolini como creador de la doctrina<br />
fascista, esencialmente opuesta al bolchevismo. Años más<br />
tarde nació el Eje Berlín-Roma corno una alianza contra la<br />
URSS.<br />
Y cuando en 1939 Alemania trataba de abrir el camino hacia<br />
Moscú y esto le ocasionó el conflicto con Polonia, Italia dio un<br />
cauteloso paso atrás y decidió ser neutral. Hitler le pidió que<br />
no revelara esa decisión sino hasta el último momento. Tenía<br />
la esperanza de que si Inglaterra y Francia ignoraban que el<br />
Eje Berlín-Roma no era tan firme como parecía, no<br />
intervendrían activamente en el conflicto.<br />
167
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Sin embargo, la neutralidad de Italia fue conocida por<br />
Inglaterra y Francia antes de que estallara la guerra<br />
germano-polaca. Y es que el Ministro de Relaciones, Galeazo<br />
Ciano, les había revelado este secreto. Ciano odiaba a<br />
Alemania, aunque no lo manifestaba categóricamente, y era<br />
marido de Edda Mussolini, hija de Mussolini y de una judía<br />
rusa. Pero esto no lo supo Alemania sino hasta cuatro años<br />
después, en 1943.<br />
La frágil alianza germano-italiana se revela en el propio Diario<br />
de Ciano, quien el 20 de marzo de 1939 escribió: «El rey se<br />
muestra cada vez más antigermano. Al referirse a los<br />
alemanes llegó a calificarlos de mendigos y canallas».<br />
El 26 de agosto de ese mismo año agregaba: «El Duce y yo le<br />
enviamos un mensaje a Hitler diciéndole que Italia no puede<br />
ir a la guerra si no cuenta con abastecimientos. Grandes<br />
demandas». En efecto, era tanto lo que pedía que se<br />
necesitarían 17,000 trenes para transportarlo.<br />
Y el 21 de agosto: «Le aconsejo al Duce que rompa el pacto y<br />
se lo arroje por la cara a Hitler».<br />
Las cosas no llegaron a tanto, pero la alianza de Italia no<br />
tenía más apoyo que la vacilante actitud del Duce.<br />
EN LAS ORILLAS DEL ABISMO<br />
Alemania no estaba preparada en 1939 para una guerra<br />
contra Francia y el Imperio Británico; en primer lugar porque<br />
Hitler no quería ni buscaba esa contienda. El 3 de septiembre,<br />
cuando en contra de todo lo esperado recibió las<br />
declaraciones de guerra de París y Londres, el ejército alemán<br />
constaba teóricamente de 98 divisiones, pero 21 de ellas no<br />
habían terminado aún su organización y tenían un alto<br />
porcentaje de personal mayor de 40 años, por lo cual no eran<br />
de primera línea. Cuarenta y cuatro de las mejores divisiones<br />
se hallaban empeñadas en Polonia (y 1 2 más adscritas como<br />
reserva para ese frente). Sólo quedaron 23 divisiones<br />
completas y 12 deficientes para el frente occidental, ante las<br />
fuerzas anglo-francesas, estimadas en 110 divisiones.<br />
168
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Por consiguiente, la situación militar de Alemania en ese<br />
momento era casi desesperada. Hitler exigió del ejército una<br />
«blitzkrieg —guerra relámpago—» para terminar cuando<br />
antes la campaña de Polonia y afrontar la amenaza de<br />
Inglaterra y Francia.<br />
El general Alfred Jodl, en esa época jefe del Estado Mayor del<br />
Alto Mando, declaró posteriormente que en esos días<br />
«Alemania no sufrió una derrota porque las 23 divisiones del<br />
oeste no fueron atacadas» por las 110 divisiones francesas<br />
dispuestas contra Alemania. Y es que los estadistas anglofranceses<br />
ya habían ido bastante lejos al declarar una<br />
guerra impopular y de inmediato no tenían listo su plan<br />
ofensivo, además de que los 3,000 fortines de la Línea<br />
Sigfrido fueron un factor psicológico paralizante para el<br />
ejército francés, que decidió esperar la llegada de refuerzos<br />
británicos.<br />
En el frente polaco, Hitler cifraba sus esperanzas en las seis<br />
nuevas divisiones blindadas del ejército alemán y en su<br />
aviación. Alemania contaba con 1,553 bombarderos y 1,090<br />
cazas, o sea un total de 2,643. En la campaña polaca utilizó<br />
1,500 incluyendo 500 cazas. En esta arma sí era muy<br />
considerable la superioridad sobre Polonia, la cual disponía de<br />
580 aviones de primera línea, incluyendo 250 cazas.<br />
Las fuerzas alemanas se desplegaron de la siguiente manera:<br />
por el norte, los ejércitos 3o y 4o, de von Kluge y von<br />
Küchler, ambos a las órdenes de von Bock. Y por el sur, los<br />
ejércitos 8o, 10o y 14, de los generales Blaskowitz, von<br />
Reichenau y List; los tres a las órdenes de von Rundstedt. De<br />
los cinco jefes de ejército sólo von Reichenau había sido<br />
simpatizador del movimiento nazi y a él se le encomendó el<br />
ejército más poderoso, con 17 divisiones[3].<br />
Los dos grupos de ejércitos, o sea el de von Bock por el norte<br />
y el de von Rundstedt por el sur, formaron gigantescas<br />
tenazas cuya meta era Varsovia. Dentro de esos dos<br />
tentáculos de fuego quedaba la masa del ejército polaco, que<br />
169
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
debería ser cercada y destruida. Varios generales, incluso el<br />
Jefe del Estado Mayor, General Franz Halder, no confiaban en<br />
ese plan, pero Hitler insistía en que obtendría éxito.<br />
En vez de desplegar las fuerzas frente a las del adversario,<br />
cosa que podía dar lugar a una guerra de trincheras más<br />
larga, el ejército alemán pasó por alto muchos puntos<br />
fortificados, a veces cruzando zonas que parecían<br />
intransitables, y se infiltró resueltamente hacia el corazón de<br />
Polonia. Por su parte, los polacos cometieron el error de<br />
quererlo «cubrir todo» desplegando sus fuerzas en un largo<br />
frente y esto aceleró su derrota. El ariete blindado de los<br />
tanques del 10 ejército de von Reichenau se clavó<br />
profundamente en el corazón de Polonia.<br />
Pese al margen de superioridad en tanques, y al margen más<br />
amplio de superioridad en el aire, Alemania realizó la<br />
campaña de Polonia en una comprometida situación militar.<br />
Claro que Polonia se hallaba en situación más desesperada<br />
aún, pero cegada por la propaganda, exacerbada en su<br />
orgullo y confiada en el apoyo total que Inglaterra y Francia le<br />
habían prometido, el pueblo no se daba cabal cuenta del<br />
abismo al que se le empujaba con los ojos vendados. Algunos<br />
exaltados polacos decían que en 1840 habían derrotado a los<br />
alemanes en Tannenberg y que volverían a derrotarlos en<br />
Berlín. Hasta el inteligente diplomático Lipski, embajador<br />
polaco en Alemania, fue cegado por la criminal propaganda<br />
que se hacía en su patria y dijo que a los primeros combates<br />
ocurrirían levantamientos en Alemania y que el ejército polaco<br />
saldría vencedor. Sin embargo, poco antes de las hostilidades<br />
algunos generales abrigaban la esperanza de que se pudiera<br />
evitar la guerra con el Reich y de que Polonia y Alemania se<br />
enfrentaran juntas a la URSS.<br />
[1] Nominalmente había asignadas al frente polaco 56<br />
divisiones alemanas, pero 12 eran todavía deficientes y no<br />
participaron en la lucha. En teoría el ejército polaco tenía 50<br />
170
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
divisiones, incluyendo reservas, pero sólo 36 se hallaban ya<br />
listas en el frente.<br />
[2] «Informes Secretos Desde Atrás de la Cortina de Adolfo<br />
Hitler». Dr. Paul Schmidt.<br />
[3] Cada división tenía 15,000 hombres. Aproximadamente<br />
dos o tres divisiones formaban un cuerpo de ejército. Diez o<br />
más divisiones formaban un ejército, o sea aproximadamente<br />
150,000 soldados. Y dos o tres ejércitos integraban un<br />
«grupo de ejércitos». A grandes rasgos, este era el modo de<br />
mover, abastecer y dirigir a masas tan enormes de<br />
combatientes.<br />
Eran frecuentes grupos de ejércitos formados por quinientos<br />
mil hombres.<br />
171
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
(Al recuperar la soberanía en los territorios alemanes del<br />
Sarre y la Renania (1936), Hitler anunció que no tenía ya<br />
ninguna demanda que hacer a las potencias occidentales. Su<br />
atención se desvió a la unificación de Austria y a la<br />
neutralización de Checoslovaquia (1938) como bastión de la<br />
URSS. Por último, en 1939 se lanzó resueltamente hacia el<br />
Oriente para unir por tierra a su provincia de Prusia Oriental y<br />
preparar así la ofensiva contra el marxismo entronizado en<br />
Moscú.)<br />
172
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Muchas unidades polacas combatieron con ardor y destreza, y<br />
en diversos sectores ocasionaron pérdidas extraordinariamente<br />
altas entre la oficialidad alemana que para<br />
alentar a la tropa «había entrado en acción con el mayor<br />
fervor», según declaración del general Guderian. Veteranos<br />
combatientes, como el teniente coronel Lindeman, dicen que<br />
«una de las impresiones más fuertes que uno recibe cuando<br />
se enfrenta al enemigo por primera vez es la de sentir miedo.<br />
La única diferencia entre un hombre valiente y uno cobarde<br />
es que el valiente es capaz de controlar su miedo... El frente<br />
de batalla es visto en colores más obscuros y más lleno de<br />
peligro que lo que verdaderamente es... No se ha encontrado<br />
nada que calme el ánimo en la batalla como estar cerca de<br />
alguien que no esté poseído del miedo o del pánico».<br />
Y como parte de la infantería alemana estaba aún<br />
deficientemente preparada, sus oficiales se lanzaban en<br />
primer término para infundir confianza. En los primeros días<br />
de lucha perecieron un hijo del general Adam, uno del coronel<br />
von Funk y otro del Secretario de Estado, barón von<br />
Weizsacker. Mientras, este último se dedicaba a crear una<br />
célula de conspiración en el Ministerio de Relaciones<br />
Exteriores, en connivencia con el general Beck y el doctor<br />
Goerdeler[1]. Por esos mismos días el Almirante Canaris, Jefe<br />
del Servicio Secreto Alemán, accedía subrepticiamente a<br />
servir al movimiento judío internacional, rescatando a un<br />
prominente rabino polaco para enviarlo a Estados Unidos.<br />
Sobre el particular había tenido pláticas privadas con el cónsul<br />
Geist, comisionado de Roosevelt[2].<br />
Además, el ministro sin cartera Hjalmar Schacht y el<br />
almirante Canaris, Jefe del Servicio Secreto, trataban de<br />
ganarse al general Brauchitsch (jefe del Ejército) para que<br />
desobedeciera a Hitler. Y el general von Hammerstein-<br />
Equord, marxista, tramaba la captura del Fuehrer. La<br />
situación interna de Alemania seguía pendiendo de un hilo.<br />
Entretanto, la propaganda inspirada por los judíos hizo del<br />
173
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
caso Polonia un motivo de agitación mundial. Recién iniciadas<br />
las operaciones, el 3 de septiembre se difundió que el<br />
Santuario Nacional de la Virgen de Polonia, en Czestochova,<br />
había sido destruido por los nazis. Alsiguiente día los<br />
alemanes llevaron a los periodistas extranjeros a Czestochova<br />
y éstos pudieron dar fe —entre ellos L. P. Lochner, de la<br />
Associated Press— que el Santuario se hallaba intacto. Así lo<br />
declaró también el Prior Norbert Motzlewsky. Sin embargo,<br />
los rumores alarmistas se difundían ampliamente en extensos<br />
mensajes, en tanto que las rectificaciones se ministraban en<br />
insignificantes boletines que sólo en mínima parte borraban la<br />
mala impresión causada por la versión original.<br />
El pueblo polaco sufría espantosamente los rigores de la<br />
guerra y no se daba cuenta de que estaba siendo manipulado<br />
como instrumento de secretas maniobras internacionales. Se<br />
le lanzó al sacrificio en la forma más despiadada y siniestra.<br />
Para mantener ese engaño, el 5 de septiembre el diario<br />
«Kujer Poznaski» anunció a los polacos que todas las fuerzas<br />
francesas de tierra, mar y aire habían entrado en acción. Esto<br />
no era cierto. El día 6, para que el ánimo no decayera, la<br />
radio de Varsovia anunció que la línea alemana Sigfrido había<br />
sido rota por los franceses. En realidad, ni siquiera se<br />
combatía allí.<br />
El 11 de septiembre la campaña germano-polaca estaba<br />
llegando a su punto culminante. Los ejércitos alemanes de<br />
von Küchler habían ya flanqueado a Varsovia por el norte, en<br />
tanto que el ejército de von Reichenau hacía lo propio por el<br />
sur. Los principales contingentes polacos se hallaban casi<br />
copados entre ambas tenazas y sin esperanzas de salvación.<br />
Ese día la propaganda internacional dijo al pueblo polaco que<br />
«el avance francés que había sido detenido momentáneamente<br />
por la contra-ofensiva alemana, se reinició el 10<br />
de septiembre», y así se le daban falsas esperanzas. En<br />
realidad no existía ni la ofensiva francesa ni la contra-ofensiva<br />
alemana en el frente occidental, pero con estas falsedades se<br />
exprimía a Polonia hasta el último centigramo de resistencia.<br />
El 17 de septiembre la campaña polaca estaba prácticamente<br />
decidida con más de medio millón de polacos prisioneros o<br />
174
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
dispersos. Hitler habló en Dantzig el día 19 y precisó que<br />
Alemania nada pedía ni a Inglaterra ni a Francia, y que la<br />
contienda en el Occidente no tenía razón de ser. El régimen<br />
de Daladier repuso que Francia «continuará la guerra hasta<br />
obtener la victoria definitiva», en tanto que el Premier inglés,<br />
Mr. Chamberlain, contestó despectivamente diciendo que «el<br />
ofrecimiento de paz de Hitler no cambia en nada la<br />
situación». Mientras fallaba este esfuerzo diplomático para<br />
hacer la paz en Occidente, el mando alemán pidió la<br />
capitulación de Varsovia a fin de ahorrarle inútiles sacrificios a<br />
la población civil, pero el comandante polaco se empeñó en<br />
convertir la plaza en parapeto y presentó combate. Ocho días<br />
después Hítler intervino en las operaciones militares y ordenó<br />
que Varsovia fuera capturada a sangre y fuego. El general<br />
Blaskowitz, comandante del 8o ejército, manifestó su<br />
inconformidad por la intervención de Hitler y de sus tropas<br />
selectas (las SS). Poco después se le relevó del mando. La<br />
oposición de los generales seguía siendo el punto más débil<br />
de Alemania.<br />
El día 26 la aviación alemana arrojó volantes sobre Varsovia<br />
pidiendo que se rindiera. Ante la negativa polaca, esa noche<br />
se inició el ataque directo, que culminó el día 28 con la<br />
capitulación. Al concertar ésta, Hitler «dejaba a salvo el honor<br />
militar de un adversario que había sucumbido luchando<br />
valerosamente». A los oficiales se les permitió conservar sus<br />
espadas y a la tropa se le dejó en libertad después de<br />
desarmarla.<br />
Toda la campaña polaca terminó en 27 días, después de un<br />
doble envolvimiento de los flancos enemigos. 13,981 soldados<br />
alemanes habían muerto; 30,322 habían caído heridos. «El<br />
ejército de Polonia que nominalmente estaba integrado por<br />
dos y medio millones de hombres había dejado de existir<br />
como fuerza organizada», escribió Churchill.<br />
Hitler entró en Varsovia. Un mexicano —José Pagés Llergo—<br />
fue testigo de aquel momento.<br />
«Las doctrinas sociales —le dijo Hitler— son como las plantas:<br />
nacen y se desarrollan en climas propicios. El nazismo, que<br />
175
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
ha sido la respuesta a los males que padecía Alemania,<br />
posiblemente no encuentre en la América de ustedes el abono<br />
conveniente para que germine... Veinticinco minutos —añade<br />
Pagés— he estado a su lado. Cuando se retira para pasar<br />
revista por el Bulevard Pilsudsky a cinco divisiones<br />
victoriosas, el grito de "Heil" se levanta ensordecedor,<br />
siniestro, cubre Varsovia y se propaga por toda la Rosa de los<br />
Vientos como la palabra de reto de un pueblo que ve en un<br />
hombre la materialización de su revancha».<br />
OTRA VEZ HITLER TIENDE LA MANO<br />
Un hecho de la más extraordinaria importancia había ocurrido<br />
en las postrimerías de la campaña germano-polaca. El 15 de<br />
septiembre, cuando ya el ejército polaco se encontraba<br />
copado entre los dos grupos de ejércitos de von Bock —en el<br />
norte— y von Rundstedt — en el sur—, y cuando Varsovia<br />
había sido flanqueada, la URSS invadió a Polonia por el<br />
oriente. El Ejército Rojo avanzó sin resistencia en la<br />
retaguardia de los polacos y ocupó la mitad del país.<br />
La invasión alemana se había originado en el desacuerdo<br />
germano-polaco sobre la vinculación de Prusia Oriental con el<br />
resto de Alemania, esencial para la proyectada campaña<br />
alemana contra la URSS. ¿Y cuáles eran los orígenes de la<br />
invasión soviética de Polonia? Precisamente en ese año de<br />
1939 Stalin publicó un libro, «Problemas del Leninismo»,<br />
reiterando la meta marxista de la dominación mundial. Decía<br />
que la victoria del régimen bolchevique en Rusia no era sino<br />
el preludio de otras victorias en todos los demás países de la<br />
tierra. Citaba las siguientes palabras de Lenin:<br />
[1] «Recuerdos de un soldado». — General Heinz Guderian.<br />
[2] «El Almirante Canaris». — Karl H. Abshagen.<br />
176
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
(Concentración de cien mil hombres en el Estadio de<br />
Nuremberg. Hitler insiste en que no quiere guerra con<br />
Occidente.)<br />
«Vivimos no sólo en un Estado, sino en un sistema de<br />
Estados, y es inconcebible la existencia de la República<br />
Soviética por un tiempo largo, junto a Estados imperialistas.<br />
A la postre, aquélla habrá de vencer a éstos, o éstos a<br />
aquélla».<br />
Inglaterra y Francia habían iniciado la guerra bajo la bandera<br />
de que estaban defendiendo a Polonia. Cuando Stalin atacó<br />
por la espalda a los polacos vencidos y les arrebató la mitad<br />
de su país, un sospechoso silencio se hizo en Occidente. Ese<br />
hecho lo refiere Churchill en sus Memorias con una suavidad<br />
de terciopelo:<br />
«El gobierno británico se encontró desde el principio con un<br />
dilema. Habíamos ido a la guerra con Alemania como<br />
177
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
resultado de la garantía que dimos a Polonia... Y Rusia se<br />
negaba a garantizar la integridad de Polonia».<br />
¿Podría creerse en la sinceridad de los estadistas occidentales<br />
cuando hablaban de defender principios de libertad si los<br />
polacos eran atacados por los alemanes, y callaban si los<br />
atacantes eran bolcheviques? ¿Podría creerse en esa<br />
sinceridad cuando se empeñaban en cerrarle a Hitler el paso<br />
hacia Moscú y en cambio no tomaban ninguna providencia<br />
contra la amenazante expansión del marxismo soviético hacia<br />
el mundo occidental?<br />
Con una inconsciencia sólo explicable por su odio personal<br />
contra Hitler —odio que se evidenció desde el verano de<br />
1932, cuando por primera vez se negó a hablar con él—,<br />
Churchill hasta se regocijó en cierto modo por la invasión<br />
soviética de Polonia y escribió: «Los rusos han movilizado<br />
fuerzas muy grandes y han demostrado capacidad para<br />
avanzar lejos y con prontitud». No procedía Churchill como<br />
estadista, porque la cualidad elemental del estadista es<br />
buscar el beneficio de su patria, y no podía ser benéfico que<br />
la URSS se desbordara sobre sus fronteras, ya que<br />
esencialmente la doctrina bolchevique era contraria al Imperio<br />
Británico. Mil veces menos dañoso para Inglaterra era el<br />
movimiento alemán hacia el Oriente, con sus metas<br />
claramente proclamadas: conquistar territorio soviético,<br />
cimentar la amistad con el Imperio Británico e incluso<br />
concertar una alianza con él.<br />
Es indiscutible la habilidad de Churchill como líder y como<br />
orador. Pero su ceguera o su mala fe como estadista es un<br />
hecho que la Historia no podrá soslayar. Es un hecho que está<br />
sufriendo en carne propia el mismo Imperio Británico, el cual<br />
al terminar la guerra comenzó a desgajarse como si fuera un<br />
vencido y no un vencedor. Al concluir la campaña polaca, y<br />
por fin ya en la frontera de la URSS, Hitler hizo otro llamado<br />
de amistad a Francia y a la Gran Bretaña, que un mes antes<br />
le habían declarado la guerra. En sus palabras no había el<br />
menor rastro de odio y sí un visible deseo de que el Occidente<br />
se reconciliara con Alemania, cuyo propósito no era otro que<br />
178
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
combatir el bolchevismo, o sea el auténtico enemigo de la<br />
Civilización Occidental. El 6 de octubre de 1939 Hitler dijo:<br />
«Ofrecí a los detentadores del poder en Varsovia dejar salir<br />
por lo menos a la población civil... Ofrecí después no<br />
bombardear un barrio entero de la ciudad, el de Praga,<br />
reservándolo para la población... No obtuve respuesta.<br />
Entonces ordené para el 25 de septiembre el comienzo del<br />
ataque...<br />
»La devolución del Sarre era la única exigencia que<br />
consideraba yo como una condición plena e ineludible para un<br />
acuerdo germano-francés. Una vez que Francia misma ha<br />
resuelto ese problema, desapareció toda exigencia alemana a<br />
Francia. Hoy no existen más exigencias de esta especie ni<br />
volverán a hacerse valer nunca... Francia lo sabe así. Es<br />
imposible que se levante un hombre de Estado francés y<br />
pueda manifestar que he planteado jamás una exigencia a<br />
Francia cuyo cumplimiento hubiese sido incompatible con su<br />
honor o sus intereses. En lugar de una exigencia tal, lo que<br />
he dirigido siempre a Francia ha sido el deseo de enterrar<br />
para siempre la vieja enemistad. He hecho todo lo posible<br />
para extirpar del pueblo alemán la idea de una enemistad<br />
hereditaria e ineludible, inculcándole en lugar de ella el<br />
respeto por los grandes hechos del pueblo francés y de su<br />
historia, y todo soldado alemán guarda el máximo respeto por<br />
las proezas del ejército francés.<br />
»No menores han sido mis esfuerzos para llegar a un acuerdo<br />
germano-inglés e incluso a una amistad germano-inglesa...<br />
Nunca ni en ningún lugar me he opuesto realmente a los<br />
intereses británicos. Si este esfuerzo mío ha fracasado, ha<br />
sido porque había en algunos hombres de Estado y<br />
periodistas británicos una enemistad personal contra mí.<br />
»Es también perfectamente claro para mí que cierto<br />
capitalismo y periodismo judaico-internacional no sienten en<br />
absoluto el compás de los pueblos cuyos intereses dicen<br />
representar, sino que, como Eróstratos de la sociedad<br />
humana, ven el máximo éxito de su vida en la provocación de<br />
un incendio.<br />
179
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
»¿Alemania ha hecho a Inglaterra alguna reclamación que<br />
amenace quizá al Imperio británico o ponga en duda su<br />
existencia? No; al contrario. Ni a Francia ni a Inglaterra les<br />
hizo Alemania reclamaciones semejantes... Esta guerra en el<br />
Oeste no arregla ningún problema ni mucho menos, a no ser<br />
el de las malparadas finanzas de algunos industriales de<br />
armamentos».<br />
Respecto a Polonia, Hitler estaba anuente en que resurgiera<br />
como país libre mediante la previa resolución del problema de<br />
las minorías alemanas, y mediante la comunicación de Prusia<br />
y la solución del problema judío.<br />
Refiriéndose a la guerra que Francia e Inglaterra habían<br />
declarado a Alemania, agregó:<br />
«El mantenimiento del actual estado en el oeste es<br />
inconcebible. Un día quizá Francia bombardee por primera vez<br />
Saarbruck y la deje demolida. La artillería alemana, por su<br />
parte, destruirá en represalia Mülhausen... Se instalarán<br />
después cañones de más alcance y la destrucción se irá<br />
haciendo mayor... Y el capital nacional europeo reventará en<br />
granadas y la energía de los pueblos se desangrará en los<br />
campos de batalla. Y un día, empero, volverá a haber una<br />
frontera entre Alemania y Francia, pero en vez de ciudades<br />
florecientes se extenderán por ella campos de ruinas y<br />
cementerios.<br />
»En la historia no ha habido jamás dos vencedores y muchas<br />
veces no ha habido más que vencidos. Ojalá que tomen la<br />
palabra los pueblos y los gobernantes que son del mismo<br />
parecer. Y que rechacen mi mano los que creen ver en la<br />
guerra la mejor solución».<br />
Su mano fue rechazada. No ciertamente por los pueblos, que<br />
querían la paz, sino por los estadistas occidentales; por<br />
Roosevelt, por Churchill y por Daladier. Incluso el Intelligence<br />
Service Británico organizó una minuciosa conjura para<br />
asesinar a Hitler en la Cervecería de Munich, durante la<br />
ceremonia del 8 de noviembre. Pero el acto duró menos de lo<br />
que se suponía porque Hitler sintió una indefinible premura y<br />
180
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
salió del edificio minutos antes de que estallara la bomba de<br />
tiempo colocada para matarlo.<br />
Churchill refiere en sus memorias que ciertamente Hitler se<br />
había visto sorprendido por la declaración de guerra de<br />
Francia y la Gran Bretaña, con quienes no quería pelea, pero<br />
que había supuesto que al terminar rápidamente la campaña<br />
de Polonia, su oferta de paz brindaría a Mr. Chamberlain y a<br />
Daladier la oportunidad de llegar a un arreglo decoroso.<br />
«Nunca se le ocurrió, ni por un momento —añade Churchill—,<br />
que Mr. Chamberlain y el resto de la comunidad de naciones<br />
que forman el Imperio Británico, tenían la resolución<br />
inquebrantable de darle muerte o perecer en la demanda».<br />
En verdad era difícil suponer que el odio contra una persona<br />
—en este caso Hitler— fuera más poderoso en Londres que la<br />
conveniencia del Imperio Británico, y que se prefiriera<br />
aniquilar a Alemania, aunque nada pedía de Inglaterra, que<br />
dejarle el camino libre para que se lanzara contra la URSS,<br />
cuya doctrina marxista era hostil a todo principio de libertad,<br />
hostil al Imperio Británico y declaradamente enemiga del<br />
mundo occidental[1].<br />
Churchill fue cegado por ese odio y automáticamente se<br />
convirtió en instrumento de otras fuerzas que desde la Casa<br />
Blanca de Washington trataban a todo trance de salvar a la<br />
URSS. Sobre este punto el escritor norteamericano Robert E.<br />
Sherwood dice en su libro «Roosevelt y Hopkins» que cuando<br />
la guerra empezó, Roosevelt evidenció una grave preocupación<br />
de que fuera a llegarse a una paz negociada.<br />
Transmitió esa inquietud al gobierno inglés e inició su<br />
«histórica correspondencia con Winston Churchill». Y es que si<br />
Alemania llegaba a una paz negociada contra Inglaterra y<br />
Francia, quedaba con las manos libres para realizar su<br />
anunciada ofensiva contra el marxismo.<br />
El pueblo americano no quería la guerra. El propio Sherwood<br />
dice[2] que ya fuera por la experiencia de 1918 o por<br />
simpatía a la ciencia alemana, el sondeo de Roper reveló en<br />
181
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
1939 que sólo un 2.5% de la población de Estados Unidos<br />
deseaba la intervención occidental contra Alemania, e incluso<br />
había un movimiento que proclamaba a Hitler como el adalid<br />
del antibolchevismo. Pero a pesar de que Estados Unidos era<br />
una democracia, Roosevelt no actuaba de conformidad con su<br />
pueblo, sino siguiendo los consejos prosoviéticos del grupo<br />
israelita que lo rodeaba: Wise, Baruch, Morgenthau,<br />
Frankfurter, Untermeyer, Rosenman, etc.<br />
Y los inconfesables propósitos de este grupo son parcialmente<br />
revelados por el mismo Sherwood, quien agrega que el<br />
consejero Hopkins «afirmó que la cuestión de Polonia no era,<br />
en sí, tan importante por sí misma como por representar un<br />
símbolo de nuestra posibilidad de entendernos con la Unión<br />
Soviética. Dijo que nosotros no teníamos ningún interés<br />
especial en Polonia, ni propugnábamos allí una clase concreta<br />
de Gobierno».<br />
Polonia era sólo un buen pretexto para defender al marxismo<br />
judío que desde 1917 reinaba en la URSS.<br />
Naturalmente que la defensa de Polonia no era lo que se<br />
buscaba, y los acontecimientos posteriores así lo evidenciaron<br />
claramente. No se permitía que Alemania construyera una<br />
ferrovía a través del Corredor Polaco, pero sí iba a permitirse<br />
que Rusia absorbiese al país entero. El embajador<br />
norteamericano en Polonia, Arthur Bliss Lañe, se dio cuenta<br />
de la inconcebible maniobra y renunció para escribir<br />
libremente «Yo vi traicionar a Polonia», donde refiere cómo<br />
Roosevelt, Churchill y Stalin se confabularon para subyugar al<br />
pueblo polaco. Dice que «El 90% de la población polaca se<br />
opone al comunismo, pero un Gobierno pelele hecho en<br />
Moscú fue trasplantado a Varsovia». Agrega Bliss Lañe que él<br />
se esforzó por que se garantizara el resurgimiento libre de<br />
Polonia, pero que «fue objeto de desaires que equivalían a<br />
insultos premeditados a Estados Unidos». Y sin embargo,<br />
Washington no lo apoyaba.<br />
Los polacos Jan Chiechanowski y Stanislaw Mikolajoyk<br />
también refieren pormenorizadamente que los estadistas<br />
occidentales sacrificaron a Polonia para favorecer los<br />
182
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
intereses de la URSS. ¿Era acaso que había relaciones<br />
espirituales o raciales entre el pueblo norteamericano y el<br />
bolchevismo soviético? Evidentemente no. Pero sí había<br />
relaciones espirituales y raciales entre los israelitas de la Casa<br />
Blanca y los que habían impuesto al pueblo ruso la doctrina<br />
del israelita Marx.<br />
Aunque la tradición le impedía jugar por tercera vez como<br />
candidato presidencial, Roosevelt lo hizo disfrazado de<br />
pacifista para engañar a los votantes. Y hablando de paz,<br />
porque al fin las palabras no son actos, pero actuando para<br />
precipitar a Occidente a la guerra, volvió a burlar al pueblo<br />
americano. Un testigo de ese doble juego, testigo valioso por<br />
su prominente ingerencia en el Gobierno Norteamericano,<br />
dice[3]:<br />
«Sus consejeros de la Casa Blanca lo convencieron (a<br />
Roosevelt) de que si decía la verdad perdería en las<br />
elecciones de 1940. El Presidente sabía que la guerra se<br />
acercaba —supuesto que él mismo la propiciaba-—, pero en<br />
su discurso de campaña política, dijo: "Ahora que hablo a<br />
ustedes, madres y padres, les diré algo más que los<br />
tranquilizará: he dicho esto antes, pero lo repetiré una y otra<br />
vez: los hijos de ustedes no serán enviados a ninguna guerra<br />
en el extranjero". La moralidad presidencial llegó así a su<br />
nivel mínimo, pero el señor Roosevelt ganó las elecciones (2a.<br />
reelección)»<br />
Además, cada día destinaba mayores cantidades del<br />
presupuesto para nutrir el «New Deal» y creó la WAP, que<br />
teóricamente serviría para ayudar a los cesantes, pero que en<br />
la práctica era un arma disfrazada a fin de asegurarse la<br />
reelección. Hopkins (el discípulo del judío Dr. Steiner)<br />
manejaba los fondos de esa institución, pese a que según<br />
confiesa Sherwood, compañero de aquél en la Casa Blanca,<br />
«no cabe atribuir a Hopkins las virtudes de un hombre sano<br />
en cuestiones de manejo de dinero...»<br />
183
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Pero seguro del «Poder Secreto del Mundo», Hopkins decía:<br />
«Habrá impuestos y más impuestos, gastos y más gastos, y<br />
seremos elegidos una vez y otra».<br />
LA MAMPARA DEL IDEALISMO<br />
Los móviles secretos de la guerra anglo-francesa contra<br />
Alemania se encubrieron bajo una mampara de «idealismo» y<br />
«libertad», que el monopolio informativo internacional erigió<br />
mediante costosa propaganda para cegar a los pueblos.<br />
Era perfectamente claro que el movimiento bolchevique se<br />
había impuesto la tarea de extender mundialmente su<br />
doctrina marxista. El primer paso lo había dado ya por medio<br />
de la Tercera Internacional, que reclutaba elementos radicales<br />
dispuestos a servir a la conspiración internacionalista de<br />
Marx. Los partidos comunistas se nutrían en todo el mundo<br />
de utopistas bien intencionados, de intelectuales librescos, de<br />
intelectualoides soñadores, de bohemios descentrados, de<br />
mujeres viriloides y de fracasados resentidos, y lentamente<br />
iban ganando terreno en las masas carentes de criterio<br />
propio.<br />
Geográficamente, Rusia es el corazón de la tierra firme. Es el<br />
sitio desde donde todos los Continentes quedan a la menor<br />
distancia posible: Asia y América por el Oriente; Europa por el<br />
Occidente, África y Oceanía por el Sur. El marxismo eligió<br />
bien su principal base de operaciones. También era<br />
perfectamente claro que el marxismo no confiaba únicamente<br />
en esa heterogénea penetración ideológica. Contaba<br />
particularmente con los enormes recursos naturales de Rusia<br />
que le permitían levantar una gigantesca fuerza armada de<br />
agresión. Ya en 1904 el geógrafo británico Sir Halfor<br />
Mackinder describió a Rusia como el corazón del mundo por<br />
ser el sitio desde el cual todos los Continentes quedan a la<br />
menor distancia posible, y advirtió que era «la mayor<br />
fortaleza natural del planeta». Hizo notar que su extensión y<br />
recursos eran tan vastos que organizados propiamente<br />
permitirían a su poseedor aventajar a todo el orbe. Rusia<br />
184
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
posee la sexta parte de la superficie terrestre, los más<br />
variados climas y todas las materias primas imaginables.<br />
«Quien rige sobre el Corazón dé la Tierra, domina la Isla del<br />
Mundo; quien rige sobre la Isla del Mundo domina el Mundo»,<br />
concluyó Mackinder. Por eso el marxismo escogió a Rusia<br />
como su principal base de operaciones.<br />
[1] Hitler decía a su Ministro Speer: «La forma en que<br />
Inglaterra se ha deslizado hacía la guerra, es algo singular. El<br />
hombre que llevó toda la intriga es Churchill, títere de la<br />
judería que mueve los hilos. Al lado suyo, el pretencioso<br />
Edén, bufón sediento de dinero, y el ministro judío de la<br />
Guerra, Hore Belisha»<br />
[2] Roosevelt y Hopkins. Robert E. Sherwood.<br />
[3] «Cómo los Estados Unidos Ganaron la Guerra y Por qué<br />
Están a Punto de Perder la Paz». — William C. Bullit.<br />
185
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Geográficamente, Rusia es el corazón de la tierra firme. Es el<br />
sitio desde donde todos los Continentes quedan a la menor<br />
distancia posible: Asia y América por el Oriente; Europa por el<br />
Occidente, África y Oceanía por el Sur. El marxismo eligió<br />
bien su principal base de operaciones.)<br />
Y a pesar de esa evidente amenaza, el acrecentamiento del<br />
bolchevismo fue soslayado en 1939 por las naciones<br />
occidentales. La URSS no tenía ningún Tratado con el<br />
Occidente; su Cortina de Hierro era ya tan palpable como<br />
Churchill la vio seis años después, y los métodos tiránicos que<br />
imperaban en Moscú eran mil veces más drásticos que la<br />
dictadura de Hitler en Berlín. Pero acerca de esto nada decían<br />
ni Roosevelt, ni Churchill, ni Daladier.<br />
Roosevelt se «abochornaba» de que en Alemania fueran<br />
apedreados algunos comercios de israelitas o de que ciertos<br />
personajes de esa comunidad fueran expulsados, tales como<br />
Thomas Mann, Sigmund Freud, Eric María Remarque y Stefan<br />
Zweig, pero su humanitarismo enmudecía si actos más<br />
crueles eran cometidos por el bolchevismo soviético.<br />
Ninguno de los estadistas occidentales ignoraba la índole del<br />
régimen bolchevique. Sus complacencias con él no podían<br />
186
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
explicarse como ignorancia y sí en cambio como una secreta<br />
complicidad. Los informes diplomáticos eran incluso más<br />
precisos que los relatos de los comunistas decepcionados que<br />
esporádicamente lograban escapar de la URSS.<br />
Se sabía perfectamente, como lo dijo el general comunista<br />
español Valentín González —«La Vida y la Muerte en la<br />
URSS»— que «el Estado es la NKVD; es un Estado policiaco,<br />
único en su género, como no ha existido otro jamás. En la<br />
Alemania nazi ejercía la Gestapo una vigilancia severa y se<br />
esforzaba en destruir toda oposición al régimen; era como la<br />
OVRA italiana, una institución represiva al servicio del poder<br />
totalitario. Pero en la URSS interviene la NKVD en la vida de<br />
todos los individuos sin excepción».<br />
Igualmente se sabía que la tiranía bolchevique impedía que<br />
un ciudadano viajara sin previa autorización, y que salvo muy<br />
contadas excepciones, a nadie se permitía salir de la URSS ni<br />
entrar en ella. En el país de la «sociedad sin clases» existían<br />
hasta seis clases de obreros; un tercio de los salarios era<br />
retenido por el Estado; se castigaba con prisión cualquier falta<br />
injustificada al trabajo; el 60% de la burocracia ganaba<br />
menos de 200 rublos mensuales; el kilo de frijol costaba 35<br />
rublos y un par de botas hasta 500, en el mercado libre. Los<br />
estadistas occidentales sabían asimismo que si los obreros de<br />
la URSS eran pobres siervos en las fábricas, los campesinos<br />
vivían en peores condiciones, pues el 50% de su producción<br />
era para el Estado, el 40% para la burocracia y sólo el 10%<br />
para ellos. Tampoco era un secreto que en los campos de<br />
trabajo forzado se consumían en condiciones infrahumanas<br />
18 millones de desafectos al régimen. Y que cuando en<br />
alguna región había síntomas de descontento o rebeldía, la<br />
«ingeniería social» bolchevique entraba en acción para<br />
desarraigar del lugar a miles y aun millones de habitantes,<br />
que eran dispersados y canjeados por los de otras regiones.<br />
El ex Embajador americano en Rusia William C. Bullit,<br />
enumeraba que Alemania había cometido 26 violaciones a<br />
pactos internacionales, y la Unión Soviética 28, y se mostraba<br />
sorprendido de cómo el mundo occidental parecía ignorar la<br />
187
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
gigantesca amenaza del bolchevismo. Ya entonces había<br />
ocurrido la «purga» de los famosos «procesos de Moscú»,<br />
durante la cual más de cinco mil personas fueron aniquiladas.<br />
La religión era sistemáticamente combatida por el régimen y<br />
en las escuelas se enseñaba a odiarla.<br />
No obstante todo esto, Roosevelt y sus propagandistas judíos<br />
ocultaban su complicidad con el marxismo —y<br />
consecuentemente su criminal traición a los pueblos<br />
occidentales— bajo la falsa actitud de luchar por la libertad,<br />
por la dignidad humana y por las creencias religiosas.<br />
Igualmente falsa era la actitud de los gobernantes británicos.<br />
Se proclamaron defensores de la libertad, pero mantenían<br />
bajo su dominio a 470 millones de habitantes de sus colonias;<br />
se decían idealistas, pero habían hecho una guerra a China<br />
para asegurar el comercio del opio, que anualmente<br />
enriquecía a veintenas de magnates ingleses y mataba a<br />
600,000 chinos; se ostentaban como abanderados de la<br />
integridad de Polonia, pero no tenían ninguna objeción si<br />
media Polonia era anexada a la URSS.<br />
Inglaterra siempre había sabido encontrar en los vericuetos<br />
de la hipocresía diplomática el camino de la propia<br />
conveniencia. Para esto había necesitado mantenerse<br />
impasible e indiferente ante los ideales, la sinceridad y la<br />
lealtad, como cuando quemó viva a Juana de Arco y como<br />
cuando asesinó a 27,000 boeres en el Transvaal. Pero en<br />
1939 no pudo conservar su frío cálculo utilitarista. Churchill<br />
se dejó cegar por el despecho y el odio hacia un vecino<br />
europeo que prosperaba, Alemania, y automáticamente se<br />
convirtió en dócil instrumento de intereses internacionales no<br />
británicos.<br />
En ese odio que Churchill sintetizó al decir que si tuviera que<br />
asociarse con el diablo lo haría, con tal de vencer a Hitler, el<br />
Imperio Británico dio un paso hacia la ruina. Se apartó de su<br />
antigua ruta, que oscura y tortuosa, había sido no obstante<br />
eficaz y fructífera para su propio beneficio, y se dejó empujar<br />
por intereses ocultos que habían penetrado profundamente en<br />
el egoísta, pero sano instinto vital del Imperio Británico.<br />
188
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Con un intervalo de 19 años comenzaba a cumplirse un<br />
augurio hecho por Henry Ford en 1920:<br />
«El judaísmo tolerará incluso a monarcas, mientras pueda<br />
sacar provecho de ellos. Probable es que el último de los<br />
tronos que se derrumbe sea el inglés, porque si de un lado el<br />
sentir inglés se da por muy honrado al servir de protector del<br />
judaísmo, participando así de las ventajas que de ello se<br />
derivan, representa, según criterio judío, una ventaja<br />
sumamente importante poder utilizar tal potencia mundial<br />
para sus objetivos particulares. Un clavo saca otro clavo, y<br />
esta sociedad limitada durará exactamente hasta que el judío<br />
decida lanzar a la Gran Bretaña a la ruina, lo cual puede<br />
hacerse en cualquier momento. Existen indicios de que el<br />
judaísmo se halla próximo a emprender esta tarea».<br />
La simbiosis británico-judía ha existido preponderantemente<br />
desde hace siglos. El rabino Aarón Weisz decía a su hijo<br />
Stephen: «En tanto Inglaterra viva, el judío está a salvo». Y<br />
el profeta israelita Teodoro Herlz afirmaba en 1904: «De Gran<br />
Bretaña llegará un gran bien para Sión y para el pueblo<br />
judío»[1].<br />
Al calor de las prestigiosas palabras de «libertad»,<br />
«democracia», «religión», el movimiento político judío<br />
infiltrado en la Casa Blanca tendió una mampara de<br />
idealismo, utilizó el odio de Churchill contra Hitler para lanzar<br />
a Inglaterra a la contienda, y con Inglaterra fue arrastrada<br />
Francia, mediante los firmes lazos masónicos.<br />
La guerra que los pueblos francés y británico no querían; la<br />
guerra que Hitler se esforzó tanto en conjurar, estaba<br />
firmemente apuntalada por el poder secreto del movimiento<br />
judío. La impopularidad de esa contienda fue barnizada de<br />
idealismo, pero no perseguía ninguna de las metas que<br />
proclamaba. Su finalidad era empujar a Occidente para que<br />
combatiera contra Alemania antes de que se iniciara la lucha<br />
germano-soviética, pues de lo contrario sería punto menos<br />
que imposible convencer a los occidentales de que acudieran<br />
en defensa del marxismo israelita.<br />
189
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Y así fue rechazada, una vez más, la mano de paz que Hitler<br />
tendió a Inglaterra y a Francia el 6 de octubre de 1939, un<br />
mes después de que le habían declarado la guerra[2].<br />
LA DEBILIDAD DE LA FRANQUEZA<br />
La Naturaleza da al tigre la fuerza de sus garras; al águila, la<br />
de sus alas; a la gacela, la defensa de su agilidad, pero no<br />
reúne todas estas ventajas en un mismo ser. Siempre a una<br />
fuerza corresponde una debilidad. El pueblo alemán es fuerte<br />
en su capacidad de trabajo, fuerte en su sentido del deber y<br />
del sacrificio; fuerte en su franqueza. No oculta su<br />
pensamiento ni su manera de ser, y a estas fuerzas<br />
corresponde una debilidad: carece por completo del arte de la<br />
diplomacia.<br />
En gran parte la diplomacia es engaño, ocultamiento, ficción,<br />
apariencia. La falta de tacto diplomático ha sido uno de los<br />
factores determinantes de que Alemania haya perdido dos<br />
guerras decisivas, a pesar de tener fuerzas tan formidables<br />
para ganarlas.<br />
En cierta forma la enorme franqueza y sinceridad del régimen<br />
nazi, que nada ocultaba, fue una de sus más grandes<br />
debilidades. Desde su nacimiento en 1920 esbozó su lucha<br />
contra el judaísmo político y contra la URSS. Con muchos<br />
años de anticipación sus planes fueron conocidos por sus dos<br />
enemigos.<br />
Es muy antigua la idea de que la diplomacia tiene mucho de<br />
feminidad y de que se basa en la habilidad de ocultar lo que<br />
se piensa y de hacerle creer a los contrarios lo que se desea<br />
que crean para volverlos menos peligrosos. La diplomacia<br />
inglesa, por ejemplo, hacía creer al mundo en 1920 que iba a<br />
civilizar y a ennoblecer al Irak, cuando en realidad sólo iba a<br />
extraer el petróleo de Mosul; en 1899 hacía creer que iba a<br />
redimir a los salvajes del Transvaal, pero en verdad fue a<br />
aniquilar a los boeres para arrebatarles las minas de oro;<br />
hacía creer a Grecia que debería luchar contra Turquía, por el<br />
190
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
cristianismo, y lo que en realidad buscaba era debilitar la<br />
influencia turca sobre la zona petrolera de Mosul[3].<br />
La enumeración de triunfos similares es interminable. Fue<br />
precisamente esa diplomacia de inspiración israelita la que le<br />
valió a Inglaterra el mote de la «Pérfida Albión», pues si el<br />
inglés tiene grandes facultades diplomáticas, el judío lo<br />
supera con un enorme margen. El judío es el mejor<br />
diplomático del mundo; es ésta su más grande fuerza. Con<br />
razón Schopenhauer lo llamó el «maestro de la mentira». Y<br />
en contraste, el alemán es el peor diplomático del mundo. Es<br />
ésta su más grande debilidad[4].<br />
«La diplomacia que no engaña no es diplomacia», y Alemania<br />
no logró engañar jamás a sus enemigos, cosa que les dio<br />
opción a prevenirse con mucho tiempo y a mover sus grandes<br />
fuerzas de apoyo.<br />
No solamente carece el alemán de habilidades diplomáticas,<br />
sino hasta de refinamiento de cortesía, y es que en gran dosis<br />
la cortesía es ocultamiento de las íntimas opiniones o<br />
exageraciones del afecto hacia el prójimo. Es decir, en la<br />
cortesía interviene el engaño, si bien es cierto que se trata de<br />
un engaño que el beneficiario se hace la ilusión de disfrutar<br />
como algo auténtico.<br />
Schubart señala que precisamente la virtud de los franceses<br />
que más les granjea la simpatía del extranjero es la cortesía,<br />
o sea ese mínimo de respeto que se debe al prójimo. «El<br />
alemán —añade— no admite ni siquiera este mínimo». Y<br />
analizando el odio a los alemanes agrega que ciertamente la<br />
propaganda ha jugado un papel importante, pero que<br />
«es también un hecho que ha encontrado terreno propicio. Al<br />
alemán no le preocupa que lo odien... Muchos llegan a mirar<br />
el odio anti-alemán con cierta satisfacción. Ven en él la<br />
confirmación indirecta de su propio valor. Otro grupo<br />
considera que lo malo del mundo odia en el alemán lo bueno<br />
del mundo. Un tercer grupo dice: no nos conocen; si nos<br />
conocieran, no nos odiarían... por su apego fanático a las<br />
191
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
cosas despoja de su natural belleza, alegría y plenitud de vida<br />
al mundo y lo transforma en una ergástula del deber...<br />
»Se ha culpado a los alemanes de ser brutales, pero en<br />
realidad no lo son más que cualquier otro pueblo en guerra.<br />
Por el contrario, su sentido de la disciplina los frena más<br />
eficazmente que a ningún otro... Ciertamente el alemán no<br />
coincide por completo con la imagen que de él se forman<br />
otros pueblos. Pero les ofrece para la misma los principios.<br />
Les suministra los elementos del odio que se le tiene. Lo que<br />
la envidia y el cálculo político añaden con exageración ha de<br />
cargarse no ya en la cuenta del odiado, sino de los que<br />
odian».<br />
Y fue en esos puntos impopulares del carácter alemán en<br />
donde la habilidad diplomática se apoyó para comenzar a<br />
mover pueblo tras pueblo contra Alemania, aun con perjuicio<br />
para los propios pueblos movilizados, como Polonia, Francia e<br />
Inglaterra.<br />
La falta de flexibilidad diplomática del alemán ha sido<br />
observada por muchos. El mariscal italiano Badoglio dice que<br />
el embajador von Mackensen mostraba una «expresión muy<br />
dura» aun sin proponérselo y que hasta en los momentos en<br />
que creía decir una frase amable su tono resultaba seco. Y<br />
Dimitri Merejkovsky refiere que Napoleón estuvo a punto de<br />
ser asesinado cerca de Viena por un joven alemán de 18 años<br />
llamado Friedrich Staps. Napoleón le prometió dejarlo libre si<br />
se retractaba de lo que había pretendido hacer, pero Staps<br />
respondió:<br />
«No quiero el perdón; lo que siento es no haber podido hacer<br />
lo que pensaba... Napoleón le ofreció perdonarlo, pero él le<br />
repuso que no por eso dejaría sus ideas. El joven fue<br />
ejecutado. Al llegar al lugar de la ejecución gritó: "¡Viva la<br />
libertad; viva Alemania!»[5]<br />
Esa posesión tan completa de sí mismo, con absoluta<br />
indiferencia del medio ambiente, frecuentemente le ha<br />
192
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
granjeado al alemán un odio irreflexivo. Guisa y Acevedo dice<br />
en «Hispanidad y Germanismo»:<br />
«El alemán sabe vencerse a sí mismo. Tiene, no cabe duda, el<br />
arte inimitable de hacer de su propio yo lo que él quiera.<br />
Domina su cuerpo y su espíritu y nunca sabemos de lo que es<br />
capaz... Su práctica de la vida y el uso que hace de las cosas<br />
son actos de brutos... Acabar con Alemania es acabar con la<br />
barbarie».<br />
Y ese odio llevó a Guisa y Acevedo al extremo de afirmar,<br />
contra sus propias convicciones religiosas:<br />
«Rusia, con sus bolcheviques, es la que defiende con más<br />
fervor y con mayores sacrificios nuestra civilización... Que<br />
Alemania cuente con los mejores químicos, los mejores<br />
físicos, los mejores marinos, etc., esto prueba que es más<br />
bárbara y por lo mismo más temible y digna de odio».<br />
Precisamente ese odio, carente de fundamentos racionales,<br />
pero poseedor de fuerzas destructivas, fue campo propicio<br />
para que la habilidad diplomática alineara a casi todo el<br />
mundo en contra de Alemania. Como contrapartida, Alemania<br />
carecía de habilidades diplomáticas para neutralizar esa<br />
maniobra. Sólo tenía su franqueza, anunciada una y mil veces<br />
en sus propósitos de luchar contra el marxismo judío y de<br />
afianzar su amistad con Occidente. Pero el melifluo engaño de<br />
un bando fue más eficaz para arrastrar pueblos al abismo que<br />
la áspera franqueza del otro para detenerlos en su insensata<br />
aventura. Así se consumó el absurdo de que los países<br />
occidentales —sin saberlo— lucharan en contra de sus propios<br />
ideales y hasta de su propia existencia.<br />
Días después del llamado de paz que Hitler hizo el 6 de<br />
octubre de 1939, quedó patente que Inglaterra y Francia no<br />
querían ninguna fórmula de arreglo. Churchill dice que el<br />
Gabinete inglés tenía «la resolución inquebrantable de darle<br />
muerte (a Hitler) o perecer en la demanda». Francia seguía<br />
sus pasos. Y Roosevelt, por su parte, vivía esos días bajo el<br />
193
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
temor de «que se llegase a una paz negociada», y a fin de<br />
evitarla inició su personal correspondencia con Churchill[6].<br />
LA TERRIBLE GRANDEZA DE LA GUERRA<br />
Todavía con la esperanza de encontrar posteriormente una<br />
transacción, Hitler inició los preparativos para librar la guerra<br />
que no quería con Occidente y la guerra que sí quería, contra<br />
el Oriente. Ya en la encrucijada, ante el mortal peligro de los<br />
dos frentes, Alemania afrontó la guerra con serenidad y con<br />
entereza.<br />
Como observó Schubart, ningún pueblo ha hablado tanto de<br />
la vivencia de la camaradería propia de la guerra como el<br />
alemán:<br />
«Solamente la guerra, con sus sombras de muerte, tiene el<br />
poder de romper la coraza del alma con que se cubre el<br />
alemán en el plano individual. La mónada sobrecargada de<br />
responsabilidad personal, que es el alemán, respira cuando la<br />
atomizadora vida burguesa desemboca en el estado unitivo<br />
de la guerra... Cuanto más herméticamente nos encerramos<br />
en la propia personalidad, tanto más violento es a veces el<br />
afán de librarnos de la cárcel de la persona. Aquí tenemos la<br />
fuente del entusiasmo alemán por la guerra, fuente que<br />
emana de las capas más profundas del alma».<br />
Mucho se ha hablado en contra de la guerra. Pero<br />
evidentemente no todo es negativo en ella. Es en la lucha<br />
donde se remueven las más profundas vetas de la<br />
personalidad de los pueblos; es en la lucha donde aflora lo<br />
mejor de sus valores y lo peor de sus defectos; es en el<br />
momento supremo del «ser o no ser» cuando se ve lo que en<br />
realidad contiene un pueblo y lo que guarda celosamente<br />
como tesoro no de todos los días.<br />
Más antiguo que el deseo de paz es el deseo de guerra. Paz<br />
es cesación de lucha; paz es el reverso de un estado<br />
exacerbado de actividad y combate por la existencia. La<br />
194
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
ausencia de lucha es la «paz», es decir, paz es falta de algo.<br />
Todo lo que vive, lucha.<br />
La guerra es una amplificación gigantesca del espíritu de los<br />
pueblos y de los hombres, en la que afloran vivencias ocultas.<br />
En ella no solamente hay el significado de un conflicto entre<br />
dos gobiernos o entre dos pueblos: hay también significados<br />
más profundos e invisibles; quizá por eso es una necesidad<br />
esporádica de los pueblos y de la humanidad misma. No<br />
simplemente por un capricho irreflexivo, sino por una<br />
necesidad potente y misteriosa, es por lo que grandes masas<br />
de hombres en la plenitud de su existencia salen al encuentro<br />
de la muerte.<br />
Paradójicamente, pese a sus cenizas de destrucción, la guerra<br />
es también creadora. No fueron los reposados y sabios<br />
senadores los que forjaron el Imperio Romano, sino la espada<br />
de César y el empuje de sus legiones; no fueron sólo los siete<br />
sabios de Grecia los que hicieron de Grecia el corazón de una<br />
época y de una civilización, sino el arrojo espartano de sus<br />
guerreros.<br />
Los pueblos crecen y se hacen grandes y maduros al golpe de<br />
sus luchas a través de la historia. Y esa lucha es dolorosa,<br />
pero inevitable y sagrada; es la que va forjando el futuro por<br />
más que pacifistas de etiqueta y sabios de salón se empeñen<br />
en hacer un mundo sin guerras. En la naturaleza todo es<br />
lucha y el hombre no puede sustraerse de la vida superior de<br />
la cual es apenas trasunto y brizna.<br />
En el campo de batalla se descorre toda cortina de<br />
diplomacia; dejan de ser válidas las apariencias, la palabrería<br />
insidiosa y el doblez político y sólo queda en pie la profunda y<br />
auténtica voluntad de la lucha, el peso de la convicción, el<br />
valor del sacrificio para morir por lo que se proclama.<br />
Ahí sólo rige la entereza de marchar hasta el final; ahí se<br />
esfuma lo que era apariencia vocinglera y se libera de ropajes<br />
engañosos lo que era auténtica realidad.<br />
Por más que los intelectuales se empeñen abstractamente en<br />
afirmar lo contrario, la fuerza de las armas en guerra es un<br />
195
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
hecho solemne e incontrastable; siniestro, pero grandioso.<br />
Que los países desarmados hablen de pacifismo vestidos de<br />
frac y que ensalcen el derecho internacional, como el máximo<br />
coordinador entre los pueblos, es tan explicable como que el<br />
gusano menosprecie la rapacidad del águila y como que el<br />
haragán adule a los que puedan arrojarle algunas migajas.<br />
Pero todo pueblo con sanos instintos no rehuye jamás el<br />
sacrificio de la lucha suprema para asegurar sus derechos que<br />
ninguna ley internacional le garantiza. Así ha ocurrido en toda<br />
la historia de la humanidad.<br />
Para los pueblos jóvenes y fuertes la guerra siempre ha sido<br />
siniestra, pero honrosa; sombría y trágica hasta el extremo<br />
de la miseria y de la muerte, pero gloriosa hasta el sacrificio o<br />
el brillar de la victoria. En ella el hombre se encara ante la<br />
muerte no por el camino desfalleciente de la enfermedad, ni<br />
por el apacible sendero de la vejez, sino por la puerta<br />
luminosa de un ideal que trasciende los límites personales del<br />
individuo y de una generación y vive en los individuos y en las<br />
generaciones que aún están por llegar.<br />
A pesar de los pacifistas sinceros o hipócritas —y de los<br />
representantes de una época debilitada y en proceso de<br />
desintegración— seguirá imperando el relámpago de la<br />
espada como signo que escriba en el firmamento de los siglos<br />
la historia profunda y arcana de las culturas.<br />
El Conde de Keyserling precisa en «La Vida Íntima»:<br />
«Desde el punto de vista de la vida terrestre, el derrotista no<br />
vale nunca nada —y la vida de los pueblos es sólo terrestre—.<br />
Quien no admite el principio de la conquista y de la supresión<br />
del derecho vigente, rehusa ipso facto admitir el progreso; de<br />
lo que se deduce desgraciadamente, que es para siempre<br />
imposible abolir la guerra, pues siempre habrá momentos en<br />
que sólo el empleo de la fuerza permitirá romper los<br />
estatismos caducos o contrarios al instinto vital de una nación<br />
dada».<br />
No es por casualidad, ni por caprichos del azar, por lo que<br />
tantos hombres han percibido esa dolorosa grandeza de la<br />
guerra.<br />
196
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
«Deben amar la paz como un medio de guerras nuevas, y la<br />
paz corta mejor que la larga. Que el trabajo de ustedes sea<br />
una lucha, ¡que su paz sea una victoria!... No su piedad, su<br />
bravura es la que salvó hasta el presente a los náufragos»,<br />
dice Nietzsche en Así Habló Zaratustra.<br />
Y añade en El Crepúsculo de los Dioses:<br />
«Los pueblos que han tenido algún valor no lo han ganado<br />
con instituciones liberales; el gran peligro los hizo dignos de<br />
respeto».<br />
El Dr. Gustavo Le Bon, en «La Civilización de los Árabes»,<br />
reconoce la grandeza de las fuerzas que en el choque de las<br />
guerras van fraguando la silueta de los pueblos:<br />
«Se ha de ser cazador o caza, vencedor o vencido. La<br />
humanidad ha entrado en una edad de hierro en la cual todo<br />
lo débil ha de perecer fatalmente... Los principios de derecho<br />
teórico, expuestos en los libros, no han servido jamás de guía<br />
a los pueblos; y la historia nos enseña que los únicos<br />
principios que han obtenido el respeto son aquellos que se<br />
hacen prevalecer con las armas en las manos».<br />
Contestando un folleto pacifista del Instituto de Derecho<br />
Internacional von Moltke dijo:<br />
«La paz perpetua es un sueño, y ni siquiera un sueño<br />
hermoso. La guerra forma parte del orden universal creado<br />
por Dios y en ella se desarrollan las más nobles virtudes del<br />
hombre: el valor, el espíritu de sacrificio, la lealtad y la<br />
ofrenda de la propia vida. Sin la guerra el mundo se hundiría<br />
en el fango del materialismo».<br />
Juan Fichte, en Discursos a la Nación Alemana, habló del<br />
poder aglutinante de la guerra:<br />
«Se llega a la unidad perfecta cuando cada miembro mira<br />
como suyo propio el destino de los demás. Cada cual sabrá<br />
que se debe enteramente al todo y que con él será feliz y<br />
sufrirá... Sólo reposan los que no se sienten bastante fuertes<br />
para luchar».<br />
Oswaldo Spengler, en Años Decisivos:<br />
197
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
«Muy pocos soportan una larga guerra sin que su alma se<br />
corrompa; nadie una larga paz... La lucha es el hecho<br />
primordial de la vida, es la vida misma, y ni siquiera el más<br />
lamentable pacifista consigue destruir, desterrar de su alma<br />
el placer que despierta. Por lo menos teóricamente quisieran<br />
combatir y aniquilar a los adversarios del pacifismo».<br />
Y Spengler mismo añade, en Decadencia de Occidente:<br />
«La guerra es la creadora de todas las cosas grandes. Todo lo<br />
importante y significativo en el torrente de la vida nació de la<br />
victoria y de la derrota... Los derechos del hombre, la libertad<br />
y la igualdad son literatura, pura abstracción y no hechos. El<br />
pensamiento puro, orientado hacia sí mismo, ha sido siempre<br />
enemigo de la vida, y por tanto, hostil a la historia,<br />
antiguerrero, sin raza. Antes muerto que esclavo, dice un<br />
viejo proverbio aldeano de Frisia. Lo contrario justamente es<br />
el lema de toda civilización postrera... La vida es dura, si ha<br />
de ser grande. Sólo admite elección entre victoria y derrota,<br />
no entre paz y guerra. Toda victoria hace víctimas. Sólo es<br />
literatura la que, lamentándose, acompaña los<br />
acontecimientos... La guerra es la política primordial de todo<br />
viviente, hasta el grado de que en el fondo lucha y vida son<br />
una misma cosa y el ser se extingue cuando se extingue la<br />
voluntad de la lucha. »La raza es algo cósmico, una dirección,<br />
la sensación de unos signos concordantes, la marcha por la<br />
historia con igual curso y los mismos pasos. Y de una idéntica<br />
pulsación nace el amor real... Contemplad una bandada de<br />
pájaros volando en el éter; ved cómo asciende siempre en la<br />
misma forma, cómo torna, cómo planea y baja, cómo va a<br />
perderse en la lejanía; y sentiréis la exactitud vegetativa, el<br />
tono objetivo, el carácter colectivo de ese movimiento<br />
complejo, que no necesita el puente de la intelección para<br />
unir el yo con el tú... Así se forja la unidad profunda de un<br />
regimiento cuando se precipita como una tromba contra el<br />
fuego enemigo; así la muchedumbre ante un caso que la<br />
conmueve, se convierte de súbito en un solo cuerpo que<br />
bruscamente, ciegamente, misteriosamente, piensa y obra.<br />
Quedan anulados aquí los límites del microcosmos... Un sino<br />
se cierne sobre todas las cabezas».<br />
198
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Y así el pueblo alemán en armas, ante la imposibilidad de<br />
eludir la guerra en Occidente y ante su necesidad ideológica<br />
de hacer la guerra al Oriente bolchevique, cruzó el umbral de<br />
la paz y se internó en la siniestra grandeza de la guerra. Con<br />
sereno entusiasmo su juventud lo sacrificó todo y se precipitó<br />
desde las frías tierras de Noruega hasta los candentes<br />
desiertos de África, y desde las floridas campiñas de Francia<br />
hasta las polvosas estepas de Rusia.<br />
LA DESIGUAL GUERRA EN EL MAR<br />
El choque entre Alemania y las potencias occidentales<br />
principió en el mar. Inglaterra y Francia, con Estados Unidos<br />
en la reserva, tenían las flotas más poderosas del mundo. La<br />
Gran Bretaña se enorgullecía de ser la Reina de los Mares.<br />
Alemania había sido privada de toda su marina de guerra en<br />
1918 y se le impuso la condición de que no volvería a forjar<br />
una flota de primera línea. Hitler mismo no era partidario de<br />
hacerlo; desde 1923 había anunciado que Alemania no tenía<br />
por qué competir con Inglaterra en los mares ni en las<br />
colonias: sus miras estaban puestas en la URSS. Y en<br />
consonancia con esa política había firmado el 18 de junio de<br />
1935 un Tratado con la Gran Bretaña comprometiéndose a<br />
que la flota alemana no llegaría a ser nunca mayor que el<br />
35% de la flota inglesa. El convenio fue denunciado casi en<br />
vísperas de la guerra, pero ya entonces la desventaja armada<br />
en el mar era irreparable.<br />
Al principiar el conflicto con Occidente, Alemania se hallaba<br />
prácticamente inerme ante las flotas combinadas de<br />
Inglaterra y Francia. La flota inglesa contaba con 272 barcos<br />
de primera línea y la francesa con 99, en tanto que la flota<br />
alemana se componía de 54 naves. En cuanto a submarinos,<br />
Inglaterra y Francia agrupaban un total de 135, contra 57 de<br />
los alemanes. Por eso estas dos potencias escogieron el mar<br />
como la primera línea de batalla y establecieron un bloqueo<br />
total contra Alemania para impedir que recibiera víveres y<br />
materias primas. Tenían la esperanza de vencerla por<br />
hambre.<br />
199
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Esa política no se hallaba ciertamente de acuerdo con los<br />
tratados internacionales de Ginebra respecto a la forma<br />
humanitaria de librar la guerra, pues en vez de orientarse la<br />
acción contra las fuerzas armadas se dirigía contra toda la<br />
población civil. Los estadistas occidentales evidenciaban así<br />
que su amor a los tratados, al derecho internacional, al<br />
humanitarismo, etc., no pasaba de ser el ropaje de idealismo<br />
con que se cubrían los inconfesables móviles de la guerra<br />
promovida por el movimiento político judío.<br />
Alemania contestó el bloqueo total que sufría en el mar con<br />
un bloqueo parcial de las rutas marítimas inglesas, y para<br />
esto utilizó submarinos, bombarderos y minas. Sus inventores<br />
acababan de producir ingeniosos modelos de minas e<br />
inmediatamente comenzaron a ser usadas. Entre ellas,<br />
figuraba una mina magnética, de 545 kilos, capaz de partir en<br />
dos un barco de regular calado. Al contrario de las antiguas<br />
minas flotadoras de superficie —claramente visibles para el<br />
enemigo, sujetas al azar de las corrientes marinas y<br />
pendientes de la contingencia de que el barco enemigo las<br />
embistiera o no—, la nueva mina magnética alemana era<br />
atraída por el casco de las embarcaciones desde una distancia<br />
de diez metros. Además, podía ser anclada y fijada en lugares<br />
previamente elegidos, bajo la superficie del agua, o<br />
depositada en el fondo del mar, en sitios no muy profundos, o<br />
sea de 25 a 35 metros. El poder destructivo de esta arma se<br />
había decuplicado. Naturalmente la siembra de minas era una<br />
labor peligrosísima para los submarinos porque tenían que<br />
realizarla en las entradas de los puertos británicos,<br />
generalmente bien patrulladas.<br />
Igualmente produjo Alemania una mina acústica, atraída por<br />
el ruido de los motores de los barcos. Y luego introdujo un<br />
«contador de barcos», que permitía a ciertas minas no<br />
estallar cuando se aproximaban las primeras embarcaciones,<br />
sino al acercarse la décima, decimoquinta o vigésima. Esto<br />
tenía por objeto burlar a las naves barreminas que iban a la<br />
vanguardia de los convoyes. Otro novedoso dispositivo hacía<br />
que la mina permaneciera «estéril» durante cierto tiempo y<br />
que adquiriera su poder explosivo en determinada fecha.<br />
200
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
En el Almirantazgo inglés hubo profunda alarma ante la<br />
efectividad de esas minas y llegó a temerse la paralización del<br />
tráfico mercantil. Fue altamente venturoso para Inglaterra<br />
que los alemanes comenzaran a usar esas armas en muy<br />
pequeña escala, por no esperar a producirlas en gran<br />
cantidad. Esa precipitación hizo que los ingleses descubrieran<br />
y adoptaran ciertas defensas antes de que la siembra de<br />
minas magnéticas y acústicas se generalizara en las aguas de<br />
26 puertos británicos. La impaciencia del mando alemán fue<br />
evidentemente un error táctico que restringió la capacidad<br />
destructiva de tales inventos. Inglaterra llegó a perder un<br />
total de 577 embarcaciones (296 mercantes y 281 de guerra)<br />
debido a la acción de más de cien mil minas, y es<br />
incuestionable que esa cantidad hubiera sido mucho mayor en<br />
caso de una súbita siembra de minas en grande escala.<br />
Por otra parte, en el Almirantazgo británico había la creencia<br />
de que sus nuevas armas defensivas neutralizarían<br />
totalmente los ataques submarinos. El detector «Asdic» era<br />
sensible a ondas ultrasonoras que atravesaban el agua y<br />
delataban la proximidad del sumergible. Además, existía la<br />
circunstancia de que el submarino en inmersión sólo<br />
desarrollaba 13 kilómetros por hora y no podía permanecer<br />
mucho tiempo así, pues sus acumuladores eléctricos se<br />
descargaban y necesitaba salir a la superficie para volverlos a<br />
cargar con motores diesel que consumían oxígeno.<br />
Pero muchas de estas debilidades del arma submarina habían<br />
sido contrarrestadas por el severo entrenamiento de las<br />
tripulaciones alemanas recién formadas por Doenitz. De<br />
noche navegaban en la superficie hasta aproximarse<br />
peligrosamente al enemigo y sólo recurrían a la inmersión<br />
profunda en casos de emergencia. El disparo de torpedos se<br />
hacía a no más de seiscientos metros de distancia.<br />
El tipo más usual de sumergible alemán en 1939 era el VII,<br />
de quinientas toneladas de desplazamiento, con 14 torpedos<br />
y capaz de navegar 6,200 millas y sumergirse en 20<br />
segundos. La nueva flota submarina alemana había<br />
comenzado a ser construida 4 años antes por el veterano<br />
submarinista Doenitz y apenas tenía 57 naves. Este dato lo<br />
201
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
confirma Churchill. Dice Doenitz que el resultado de la<br />
contienda hubiera sido muy diferente de haber tenido 300<br />
submarinos al empezar la guerra. Pero Hitler no contaba con<br />
una guerra contra la Gran Bretaña y fue hasta 1939, después<br />
de que fallaron sus frecuentes intentos de una amistad<br />
germano-británica, cuando ordenó producir más y mejores<br />
sumergibles, pero ya entonces se había perdido mucho<br />
tiempo.<br />
El vicealmirante Kurt Assmann refiere que todavía en la<br />
primavera de 1939 Hitler dijo al Alto Mando de la Marina que<br />
no cabía ni pensar en una guerra contra la Gran Bretaña.<br />
Igual cosa le dijo a Doenitz el 22 de julio cuando éste se<br />
quejaba de la escasez de submarinos.<br />
Cuando las hostilidades estallaron en septiembre con la<br />
guerra que Hitler no quería, la exigua flota de sumergibles fue<br />
lanzada a la lucha. Del total de 57, sólo 27 eran capaces de<br />
largos recorridos y de operar en acciones contra Inglaterra.<br />
Ahora bien, como por cada submarino en acción de guerra en<br />
el Atlántico había dos en «punto muerto» (ya sea de regreso<br />
a su base, reabasteciéndose o en camino hacia el campo de<br />
combate), solamente 9 sumergibles se hallaban diariamente<br />
en acción de guerra.<br />
Uno de los primeros triunfos de los submarinos alemanes<br />
ocurrió el 18 de septiembre de 1939, cuando el U-12 del<br />
capitán Schuhart maniobró durante dos horas para situarse<br />
favorablemente a través de la escolta enemiga y hundió al<br />
portaaviones «Courageous», de 22,000 toneladas, que era<br />
uno de los barcos capitanes de la Flota Británica. El U-12 fue<br />
perseguido durante seis horas y difícilmente logró escaparse a<br />
las cargas de profundidad descendiendo sesenta metros, no<br />
obstante que la resistencia teórica del submarino era para<br />
cincuenta metros.<br />
Otro golpe más espectacular ocurrió el 14 de octubre del<br />
mismo año en la fortificada base británica de Scapa FIow,<br />
corazón mismo de la Reina de los Mares. Un submarino<br />
alemán logró burlar las defensas y hundir al acorazado Royal<br />
Oak.<br />
202
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Gunther Prien, de 31 años de edad, cauteloso y audaz<br />
comandante del submarino U-47, había sido escogido por el<br />
Almirante Doenitz para realizar esa incursión, en la que el<br />
capitán Emsmann había muerto en la primera guerra mundial.<br />
Prien zarpó de Kiel el 8 de octubre. Varios mercantes<br />
enemigos fueron pasados por alto y la tripulación supuso<br />
entonces que se iba en busca de un «pez gordo».<br />
El 13 de octubre el submarino se hallaba a la vista de las<br />
montañas que rodean Scapa FIow. Prien se sumerge y posa la<br />
nave en el fondo del mar, a 30 metros de profundidad.<br />
Ordena a sus 38 tripulantes dormir o guardar absoluto reposo<br />
para economizar oxígeno y luego les anuncia: «Mañana<br />
entraremos en Scapa FIow». Un silencio de incertidumbre y<br />
esperanza sobrecoge a la tripulación. Al anochecer de ese día<br />
el submarino emerge de nuevo. Prien duda un instante: hay<br />
claridad en el cielo y la incursión resulta así más peligrosa,<br />
pero 24 horas de espera pueden debilitar la moral de sus<br />
hombres. Decide atacar.<br />
La entrada menos arriesgada es la del canal de Kirk Sound. El<br />
U-47, de 500 toneladas, navega en la superficie y todos<br />
saben que estará perdido en caso de ser descubierto. Entre<br />
dos barcos hundidos que bloquean el paso hay un cable<br />
contra submarinos. El costado de babor del U-47 rechina al<br />
rozar el cable; el motor de babor desacelera y el de estribor<br />
acelera; la nave pasa lentamente. Son segundos de profunda<br />
expectación.<br />
La luz de una bicicleta que camina cerca de la costa es visible<br />
para los tripulantes. El submarino se sumerge de nuevo y<br />
avanza hacia los muelles. Es la una de la madrugada.<br />
Al principio sólo se distinguen dos barcostanque. Prien siente<br />
que todo su esfuerzo ha sido inútitl, pero segundos después<br />
distingue la silueta de dos acorazados. Son la presa más<br />
valiosa que submarino alguno se atreva a buscar.<br />
El U-47 se sitúa en posición de tiro, Prien da la orden de<br />
«¡Fuego!» Salen disparados cuatro torpedos, pero sólo uno<br />
estalla. Una columna de agua se levanta entre el submarino y<br />
el acorazado. La escena es confusa y el éxito no parece<br />
203
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
logrado. En las entrañas del submarino la tripulación se<br />
mueve febrilmente cargando nuevos torpedos. Entretanto, en<br />
las defensas de la base naval las primeras explosiones han<br />
puesto a todos alerta. Churchill refiere que «los primeros<br />
disparos que fallaron, se atribuyeron a causas internas, pues<br />
todos se creían seguros en Scapa Flow contra ataques<br />
enemigos».<br />
Transcurrieron veinte minutos —que para los tripulantes del<br />
U-47 eran una eternidad—. Prien volvió a dar la orden de<br />
«¡Fuego!» Lo que ocurrió entonces lo anotó él mismo en su<br />
libro de bitácora:<br />
«De súbito —dice— ocurre algo que quienes lo vieron, jamás<br />
lo olvidarán. Frente a nosotros, una cortina de agua se eleva<br />
hacia el cielo. Parece que todo el mar se levanta de pronto.<br />
Suenan detonaciones en rápida sucesión como el cañoneo<br />
durante una batalla. Se confunden en un solo y ensordecedor<br />
estallido. Se elevan llamas azules, amarillas, rojas. Enormes<br />
piezas del mástil, del puente, de las chimeneas, vuelan por el<br />
aire. Debimos haber logrado un blanco directo en uno de los<br />
depósitos de municiones»<br />
En dos minutos el coloso «Royal Oak», de 33,500 toneladas,<br />
cuya construcción había importado un equivalente de 562<br />
millones de pesos, se hunde en su propia base con sus 786<br />
tripulantes. Los reflectores hurgan el cielo y el mar; los cazatorpederos<br />
y los destructores zarpan en busca del enemigo.<br />
Un destructor con reflectores encendidos enfila directamente<br />
hacia el U-47, que se siente ya descubierto y hace esfuerzos<br />
desesperados por escapar, pero súbitamente el perseguidor<br />
vira y se aleja. Ahora toda la base se halla alerta. Prien<br />
decide intentar la salida por otro sitio; en vez de pasar entre<br />
los dos barcos hundidos del canal de Kirk Sound lo hace entre<br />
uno de los barcos y la costa. El submarino libra por<br />
centímetros. Ya en alta mar, después de la increíble aventura<br />
de dos horas, Prien transmite su parte: «Un acorazado<br />
hundido; un acorazado torpedeado».<br />
La pequeña flota alemana ha infligido un golpe humillante a la<br />
Reina de los Mares y simbólicamente ha vengado a las<br />
204
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
prisioneras naves alemanas que en 1918 fueron hundidas en<br />
Scapa Flow por los ingleses. Churchill admite, con franqueza<br />
que lo honra: «El acto de Prien debe considerarse como una<br />
gran hazaña de armas»[7].<br />
Entretanto, otro episodio de la desigual guerra en el mar<br />
comienza a desarrollarse en el Atlántico del Sur. El acorazado<br />
alemán de bolsillo «Graf Spee», de 10,000 toneladas, burla el<br />
bloqueo franco-británico y sale a cazar barcos enemigos.<br />
Después de hundir a varios que navegaban aisladamente se<br />
encuentra a una flotilla de tres. Son los cruceros británicos<br />
«Exeter» (de 8,390 toneladas), «Ajax» (6,985) y «Achilles»<br />
(7,030), que totalizan 22,405 toneladas. Durante una hora y<br />
veinte minutos se bate contra ellos.<br />
[1] «Años de Lucha». — Rabino Stephen Wise. (Muestra del<br />
mimetismo de numerosos israelitas: Stephen, hijo de Aarón<br />
Weisz, cambió su apellido Weisz por el de Wise, al emigrar de<br />
Hungría a EE. UU. Así le dio apariencia norteamericana. Esto<br />
lo describe como «la adopción de una grafía más sencilla»).<br />
[2] El historiador inglés R. Grenfell dice que las sucesivas<br />
negativas de Churchill para examinar las propuestas de paz<br />
de Alemania coincidieron «con una estridente propaganda de<br />
que los ingleses eran los amantes de la paz y los alemanes<br />
los excitadores de la guerra». Añade que tal cosa no era muy<br />
exacta, pues de 1815 a 1907, Inglaterra había emprendido 10<br />
guerras, Rusia 7, Francia 5 y Alemania 3.<br />
[3] «Oro Líquido». — Essad Bey.<br />
[4] Hitler decía acerca de sus diplomáticos: «Entre ustedes el<br />
valor se mide por la altura de los tacones. Si uno de nuestros<br />
diplomáticos tuviera que alojarse en un hotel de tercera<br />
categoría o se viese en la precisión de coger un taxi ¡qué<br />
deshonor! Y sin embargo, a veces tiene interés conocer todos<br />
los ambientes... Nuestros propios diplomáticos ¿qué utilidad<br />
tuvieron para nosotros? ¿De qué nos enteraron?» Muchos<br />
205
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
coincidieron en que el Ministro de Relaciones Exteriores, von<br />
Ribbentrop, carecía de tacto y de amabilidad.<br />
[5] «Vida de Napoleón». — Dimitri Merejkovsky.<br />
[6] «Roosevelt y Hopkíns». — Robert E. Sherwood.<br />
[7] 12 años antes el ex capitán alemán Alfred Wehring,<br />
disfrazado de relojero, se radicó cerca de Scapa Flow bajo el<br />
nombre de Albert Vertel. Al estallar la guerra comunicó al<br />
Almirante Doenitz que las entradas orientales de Scapa Flow<br />
carecían de redes antisubmarinas y sólo tenían pontones<br />
espaciados. Estos datos fueron decisivos para Prien.<br />
206
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
(Gunther Prien, capitán del submarino «U-47», que penetró<br />
en la base británica de Scapa Flow y hundió al acorazado<br />
«Royal Oak». «Se elevan llamas azules, amarillas, rojas... »)<br />
El «Exeter», a 25 kilómetros, recibió más de cien impactos y<br />
5 de sus 6 cañones grandes quedaron inutilizados. Entretanto<br />
los otros dos cruceros se le habían acercado al «Graf Spee»<br />
hasta una distancia de 7 kilómetros y lo hostigaban desde<br />
diversos ángulos. El barco alemán volvió el fuego contra ellos,<br />
pero las granadas los atravesaban de un lado a otro sin<br />
tiempo de estallar. Ocurrió luego un mutuo alejamiento,<br />
aunque sin perderse de vista.<br />
Churchill refiere en sus Memorias que «el Exeter recibió un<br />
proyectil que lo dejó temporalmente fuera de control al<br />
volarle su torrecilla B. A las 7.25 de la mañana las dos<br />
torrecillas del Ajax también habían sido destruidas. Asimismo<br />
el Achules sufrió daños».<br />
Por su parte el «Graf Spee» tenía 36 muertos a bordo, 60<br />
heridos graves y averías que le impedían seguir navegando,<br />
máxime que era acosado desde tres diversas direcciones, y<br />
buscó refugio en Montevideo a fin de hacer reparaciones de<br />
urgencia. Para entonces ya los tres barcos ingleses habían<br />
pedido refuerzos y acudían a toda máquina el crucero<br />
«Cumberland», el acorazado «Renown», el acorazado «Ark<br />
Royal», el crucero «Neptune» y tres destructores. A<br />
continuación la fuerza «H» fue también movilizada y<br />
acudieron los cruceros «Shropshire», «Cornwall» y<br />
«Gloucester» y el portaaviones «Eagle».<br />
Aunque tales naves todavía no llegaban a las cercanías de<br />
Montevideo, los ingleses se valieron de un ardid de<br />
propaganda para hacer creer que ya habían llegado. Por su<br />
parte, Uruguay apremiaba al «Graf Spee» a que zarpara.<br />
Fuera lo esperaban teóricamente más de diez barcos de<br />
guerra: 200,000 toneladas contra 10,000. Hitler ordenó al<br />
comandante Langsdorff que hundiera la nave. El «Graf Spee»<br />
zarpó, caminó un poco por el Río de la Plata, puso a salvo en<br />
207
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
lanchas a sus 965 tripulantes y se voló a sí mismo con<br />
bombas de tiempo. Los marinos se refugiaron en Buenos<br />
Aires, donde el capitán escribió el 19 de septiembre una carta<br />
explicando que las granadas no le bastaban para ningún<br />
combate formal. Y agregaba:<br />
«He resuelto afrontar las consecuencias de mi decisión, pues<br />
un Capitán pundonoroso sabe que su destino está ligado<br />
indisolublemente al de su barco. Ya no podré tomar parte<br />
activa en la lucha actual de mi patria. Ahora sólo puedo<br />
probar por medio de mi muerte que los servicios de combate<br />
del Tercer Reich se encuentran siempre prestos a morir por el<br />
honor de la bandera. Asumo toda la responsabilidad de haber<br />
echado a pique el acorazado de bolsillo Almirante Graf Spee.<br />
Me complace pagar con mi propia vida cualquier desdoro en el<br />
honor de la bandera. Me enfrentaré con mi destino abrigando<br />
una fe firmísima en la causa y en el porvenir de la nación y de<br />
mi Fuehrer». Esa misma noche se dio un tiro.<br />
Era la antigua y solemnemente siniestra tradición de la<br />
marina de que el capitán y su barco forman un mismo ser.<br />
Ninguno sobrevive al otro.<br />
Entretanto, la pequeña flota submarina alemana seguía<br />
apegándose al reglamento de presas, según el cual deberían<br />
detener a los barcos enemigos de carga y hundirlos después<br />
de que sus tripulantes se hubieran puesto a salvo. Pero no<br />
obstante esto, la propaganda inglesa difundía que los<br />
mercantes eran hundidos sin previo aviso y que perecían<br />
mujeres y niños. (Al terminar la guerra, la Gran Bretaña<br />
reconoció todo lo contrario).<br />
El 26 de septiembre (1939) Churchill ordenó que todos los<br />
mercantes fueran artillados y que sus tripulantes presentaran<br />
resistencia a los submarinos, de tal manera que éstos ya no<br />
pudieran seguir practicando la guerra limitada que se les<br />
había ordenado.<br />
El 30 de octubre el submarino U-56, del capitán Zahn, se jugó<br />
peli-grosamente la existencia burlando la protección de diez<br />
208
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
destructores y lo-gró acercarse al acorazado británico<br />
«Nelson», en el que hizo blanco con tres torpedos, pero<br />
inexplicablemente ninguno estalló. (Posteriormente se supo<br />
que en ese acorazado viajaba Churchill). Toda la tripulación<br />
del sub-marino regresó a su base profundamente deprimida<br />
por el extraño fracaso.<br />
Durante los meses de invierno los sumergibles se vieron<br />
sujetos a duras pruebas: el hielo tapaba los escapes de los<br />
motores o afectaba las cualidades de sumergibilidad. En sus 4<br />
primeros meses de lucha hundieron barcos con un total de<br />
505,000 toneladas. El U-49 del capitán von Gossler, se vio en<br />
una ocasión tan duramente perseguido por los destructores<br />
ingleses que descendió a 148 metros de profundidad. Fue un<br />
experimento que nadie había hecho hasta entonces porque se<br />
calculaba que a esa profundidad la enorme presión del agua,<br />
equivalente a la de 15 atmósferas, haría trizas al submarino.<br />
Por su parte, la flota aglo-francesa fue estrechando el<br />
bloqueo. En marzo de 1940 otro submarino alemán penetró<br />
en un puerto inglés, el de Kirkwall, y hundió al barco<br />
«Corneta». El mercante «Altmark» burló el bloqueo y regresó<br />
a Kiel. La superioridad numérica anglo-francesa no lograba<br />
satisfactorios progresos ni siquiera en el mar y Churchill<br />
decidió arrojar por la borda todo principio de legalidad,<br />
aunque era precisamente la legalidad lo que decía defender.<br />
La noche del 30 de marzo (1940) Churchill anunció que<br />
Inglaterra no reconocía ya como neutrales «los actos que a<br />
pesar de que se apeguen al Derecho Internacional, puedan<br />
favorecer a Alemania».<br />
Entretanto, en el invierno de 1939-1940 la URSS ha atacado<br />
a Finlandia. Pero Inglaterra y Francia no mueven ni un dedo<br />
para defender a los finlandeses. Si Alemania ataca a Polonia,<br />
es eso un acto salvaje que debe precipitar a Occidente en una<br />
guerra, pero si la URSS ataca también a Polonia y luego a<br />
Finlandia, el judaísmo logra que Occidente se lave<br />
silenciosamente las manos.<br />
209
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
La flota inglesa y la flota francesa violan el Derecho<br />
Internacional e incursionan en las aguas de Noruega para<br />
impedir que lleguen materias primas a Alemania. El bloqueo<br />
anglo-francés ya no reconoce la neutralidad de ningún país<br />
débil. El 31 de marzo Londres anuncia que no se permitirá<br />
más el comercio entre México y Alemania, ni tampoco entre<br />
Noruega y Alemania. Un nuevo sesgo en la guerra está a<br />
punto de estremecer al mundo.<br />
NORUEGA, PRIMERA LINEA DE LA LUCHA TERRESTRE<br />
El 16 de diciembre de 1939 Inglaterra comenzó a preparar la<br />
invasión de Noruega. Es éste un hecho que ahora parece<br />
sorprendente, porque la propaganda hizo creer que Alemania<br />
se había lanzado cruel e innecesa-riamente contra ese país<br />
débil y neutral en un loco y suicida intento de do-minar al<br />
mundo. Pero la verdad fue otra. Churchill asienta en sus<br />
Memorias «la parte final de un memorándum que presenté<br />
fechado el 16 de diciembre de 1939, decía: Es necesario<br />
considerar el efecto de nuestra acción contra Noruega... No<br />
habrá infracción técnica del Derecho Internacional mientras<br />
que lo que vaya a hacerse no se encuentre acompañado de<br />
alguna forma de inhumanidad... Las naciones pequeñas no<br />
deben atarnos las manos».<br />
Y consecuentemente el 16 de febrero de 1940 Churchill<br />
ordenó que el barco alemán «Altmark» fuera abordado por<br />
fuerzas del «Cossack», a pesar de que navegaba en aguas<br />
neutrales noruegas.<br />
El historiador británico capitán Liddell Hart dice que el asalto<br />
inglés al «Altmark» en aguas noruegas hizo pensar a Hitler<br />
que si Churchill estaba dispuesto a violar la neutralidad de<br />
Noruega para atacar al «Altmark», estaría más deseoso de<br />
hacer lo mismo a fin de cortar los abastecimientos de hierro<br />
que tan vitales eran para Alemania, pues para 1940<br />
ascendían a once millones de toneladas.<br />
210
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
El mismo Churchill confirma que el 3 de abril de 1940 el<br />
Gabinete in-glés autorizó que la flota minara las aguas<br />
noruegas a partir del 8 de abril. Simultáneamente estaba<br />
siendo preparado el Plan Stratford para la ocupa-ción<br />
anglofrancesa de los puertos noruegos de Stavenger, Bergen<br />
y Trond-heim. Así se flanquearía a Alemania y se haría más<br />
efectivo el bloqueo de hambre[1].<br />
El Primer Ministro de Francia, Paul Reynaud, dice en sus<br />
«Revela-ciones» que cuando se planeaba la ocupación aliada<br />
de Noruega, el almi-rante francés Darían advirtió que se<br />
provocaría una reacción alemana. «Churchill llegó a París el 5<br />
de abril —añade Reynaud— y se aprobó la colocación de las<br />
minas, pero la maniobra fue aplazada para el 7 y esta demora<br />
permitió a Hitler tener conocimiento del asunto y preparar un<br />
golpe en contra».<br />
Es un hecho indiscutible, aceptado por Reynaud y Churchill,<br />
que Inglaterra y Francia preparaban la invasión de Noruega<br />
para estrechar el bloqueo de hambre contra el Reich. La<br />
invasión alemana simplemente se anticipó a conjurar los<br />
planes anglofranceses.<br />
Sin embargo, al iniciarse esa operación la noche del 9 de abril<br />
de 1940, el monopolio de la información internacional la<br />
aprovechó para dar la impresión de que Alemania devoraba<br />
cruelmente a un país débil y que las potencias aliadas se<br />
aprestaban a defenderlo. La historia cinematográfica del<br />
villano y del héroe se aplicó al caso de Noruega. Pero la<br />
verdad carecía de esos adornos heroicos; simplemente<br />
consistía en que las potencias occidentales trataban de<br />
estrechar el bloqueo contra Alemania, desde las bases<br />
noruegas, y Alemania se adelantaba a conjurar ese golpe. La<br />
víctima de esta lucha entre dos colosos era un país débil, pero<br />
ninguno de los dos bandos tenía interés específico en él, ni<br />
para atacarlo ni para defenderlo.<br />
211
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
[1] El comandante Quisling, ex ministro de Guerra de<br />
Noruega, se enteró de los planes aliados de invasión y dio<br />
aviso a Hitler. Explicaba entonces que en sus años de residir<br />
en Rusia había conocido el bolchevismo, que Alemania era el<br />
único baluarte contra esta amenaza mundial y que por eso le<br />
prestaba tal servicio. La propaganda aliada ha hecho del<br />
apellido Quisling un sinónimo de infamia y traición<br />
212
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
(Los alemanes capturaron Oslo, Trondheim y Narvik. Tres días después<br />
los anglofranceses desembarcaron en Nanisos y Andalsnes. Fuerzas<br />
alemanas del área de Oslo batieron en Dombas a las fuerzas aliadas<br />
desembarcadas en Andalsnes y el plan aliado se derrumbó.)<br />
El anticipado contragolpe alemán fue una desagradable<br />
sorpresa para Inglaterra y Francia porque debido a su<br />
dominio absoluto del mar se creían al margen de esa<br />
contingencia. El Almirante Erich Raeder, jefe de la Marina<br />
Alemana, afirmaba que frecuentemente las operaciones<br />
militares que violan todos los principios de la técnica de la<br />
guerra salen airosas a condición de que se ejecuten por<br />
sorpresa. Así lo confirmó una vez más la invasión de Noruega.<br />
La pequeña flota alemana operó con increíble audacia, burló<br />
la vigilancia aliada y conduciendo una fuerza de desembarco<br />
de sólo 8,850 hombres se acercó a los puertos noruegos de<br />
Kristiansand, Stavenger, Bergen, Trondheim y Narvik, casi<br />
bajo las narices de los barcos francobritánicos.<br />
Semanas antes de que se iniciara la acción en Noruega, el<br />
almirante Guillermo Canaris (jefe del Servicio Secreto Alemán<br />
y encubierto cons-pirador) inició un discreto sabotaje moral<br />
contra la operación, mediante un-merosos y alarmantes<br />
informes sobre los riesgos de las contramedidas alia-das. Esto<br />
hizo titubear a varios jefes militares, quienes incluso pidieron<br />
a Hitler que la operación se pospusiera. El general Alfred Jodl<br />
escribió en-tonces en su Diario que la voluntad de actuar se<br />
estaba debilitando y que el 26 de marzo Hitler intervino<br />
decisivamente para alentarla. Pero la intriga siguió adelante y<br />
el mayor Hans Oster, uno de los principales colaboradores de<br />
Canaris, pidió el 3 de abril al agregado militar holandés, Sas,<br />
que co-municara a los aliados el plan alemán de ataque. El<br />
investigador Abshagen dice que ese informe fue transmitido a<br />
funcionarios noruegos, pero que no lo creyeron. «Oster<br />
confiaba en que si no se alcanzaba a parar toda la em-<br />
213
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
presa... por lo menos se lograría, mediante una advertencia,<br />
apresurar el fracaso de la operación en una primera fase»[1].<br />
El Almirante Canaris había dicho a sus cómplices que la<br />
frustración de la victoria «debe ser nuestro objetivo y<br />
propósito esencial». Y todo este grupo de conspiradores<br />
trabajó con tal sutileza que no dejaba huellas a la Gestapo.<br />
Según el Vicealmirante Kurt Assmann[2], la invasión aliada<br />
de Noruega (iniciada 72 horas después que la alemana) se<br />
demoró debido a que a última hora el mando británico ordenó<br />
un aplazamiento a fin de averiguar hacia dónde se dirigía la<br />
flota alemana que había zarpado de sus bases en el Mar<br />
Báltico. Un incidente imprevisto jugó importante papel en esa<br />
demora: ocurrió que los barcos alemanes que deberían<br />
atracar en Trondheim llegaron a las cercanías con bastante<br />
anticipación y para hacer tiempo dieron media vuelta y<br />
enfilaron hacia el poniente, lo cual fue visto por un avión<br />
británico, cuyo reporte desorientó a los aliados. Cuando horas<br />
más tarde los ingleses tuvieron la certeza de que la operación<br />
se dirigía hacia Noruega, ya habían perdido la delantera.<br />
Coordinadamente con la operación naval, una compañía de<br />
paracai-distas fue enviada por aire a capturar los aeropuertos<br />
de Oslo y Stavenger, a los cuales llegaron más tarde<br />
transportes bimotores de tropas. En esta misión se utilizaron<br />
550 aviones. La ocupación previa de Dinamarca se realizó<br />
como punto de apoyo obligado para la campaña de Noruega.<br />
«El golpe más atrevido —dice Churchill en sus Memorias— fue<br />
el que se dio en Narvik. Diez destructores llevaron 200<br />
soldados cada uno, apoyados por el Scharnhorst y el<br />
Gneisenau —cruceros de batalla—; llegaron a Narvik el 9 de<br />
mayo muy temprano. La noche del 7 de abril la RAF denunció<br />
tales movimientos en el Skagerrak. En el Almirantazgo se<br />
creía imposible que aquella fuerza se dirigiera a Narvik».<br />
214
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Churchill juzgó impracticable esa audaz maniobra; tuvo<br />
tiempo para impedirla, pero el arrojo triunfó sobre la fuerza<br />
numérica. La pequeña floti-lla alemana se escurrió<br />
zigzagueando hasta los puertos noruegos sin hallar más<br />
obstáculos que el destructor inglés «Glowworm» que fue<br />
hundido. Días más tarde ocurrió otra batalla naval en la que<br />
fueron hundidos el portaaviones inglés «Glorious», dos<br />
destructores y dos naves pequeñas, cuando los nazis trataban<br />
de aligerar la presión naval sobre Narvik.<br />
Aunque en aquel momento parecía que Alemania desplegaba<br />
grandes contingentes que por su peso numérico estaban<br />
imponiéndose en Noruega, y aunque la propaganda así se<br />
empeñaba en hacerlo creer, la verdad es que se trataba de<br />
una extraordinaria lucha en que el arrojo y la sorpresa se<br />
imponían sobre enemigos muy superiores en número.<br />
El general Falkenhorts, comandante de las fuerzas alemanas,<br />
inicialmente sólo disponía de 8,850 hombres, que después<br />
fueron reforzados por 10,000 más. El teniente coronel James<br />
A. Bassett[3] confirma que en la operación de Noruega<br />
participaron «poco menos de 20,000 hombres», distribuidos<br />
en pequeños grupos a todo lo largo del accidentado territorio<br />
noruego, aún cubierto de nieve.<br />
Setenta y dos horas después de iniciada la invasión alemana<br />
de Noruega los ingleses y los franceses descargaron su golpe,<br />
al que Hitler se había adelantado. El general Auchinleck dirigió<br />
la invasión aliada conforme al madurado Plan Stratford. Los<br />
objetivos inmediatos eran Narvik, en el norte, y los puertos<br />
de Namsos y Andalsnes, en la cintura de Noruega.<br />
Los submarinos alemanes recibieron la misión de estorbar el<br />
desembarque de los aliados en Noruega. Varios de ellos<br />
lograron burlar los barcos de escolta y situarse<br />
apropiadamente para el tiro, pero luego comenzaron a ver<br />
con gran decepción que los torpedos pegaban en el blanco y<br />
no estallaban. El capitán Prien tuvo cerca de Narvik en<br />
posición de tiro a tres grandes transportes de tropas y a dos<br />
215
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
cruceros, pero la carga explosiva de los torpedos fallaba una<br />
y otra vez. En el mando de los submarinos se recibían más y<br />
más reportes en el mismo sentido. Nueve sumergibles vieron<br />
así invalidados sus penosos esfuerzos para acercarse al<br />
enemigo. Prien se quejaba amargamente diciendo que los<br />
habían mandado a combatir con fusiles de palo. Las fallas de<br />
los torpedos ascendían al 66%.<br />
En un principio los técnicos pensaron que el torpedo<br />
magnético que estaba en uso —y que corría a bastante<br />
profundidad sin dejar estela delatora en la superficie— no<br />
estallaba porque el magnetismo disminuía cerca del Círculo<br />
Polar Ártico. Se ordenó entonces usar únicamente torpedos<br />
de percusión, pero también fallaban. Más tarde, cuando ya<br />
muchas oportunidades se habían perdido, una investigación<br />
descubrió que los torpedos eran entregados por la fábrica con<br />
un desajuste que ya hacía tiempo se había ordenado<br />
enmendar, pero que inconcebiblemente estaba volviendo a<br />
ocurrir, ¿Negligencia o sabotaje?<br />
Los contingentes anglofranceses desembarcados en Namsos y<br />
Andalsnes formaban una tenaza que tenía por meta cerrarse<br />
en Trondheim y aniquilar a los 1,700 alemanes que horas<br />
antes la habían ocupado. Esto dio lugar a una de las dos<br />
batallas decisivas de la campaña de Noruega. La guarnición<br />
alemana de Trondheim se defendió desesperadamente, en<br />
tanto que otras fuerzas avanzaban desde el sur en su auxilio.<br />
Cerca del empalme ferroviario de Dombas se libró la batalla<br />
clave. Los anglo-franceses disponían en esa área de 14,000<br />
hombres, contra 5,000 ó 6,000 alemanes. Iban ahí a<br />
enfrentarse por primera vez en esta guerra. El entonces<br />
Primer Ministro de Francia, Paul Reynaud, confirma tales<br />
cantidades en sus «Revelaciones», con las siguientes<br />
palabras:<br />
«El 20 de abril los aliados tenían al norte de Namsos 8,000<br />
soldados británicos y franceses y 4 batallones de noruegos, y<br />
en el sur (Andalsnes) 5,000 ingleses y noruegos. Los<br />
216
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
alemanes sólo tenían 5,000 ó 6,000 hombres en esa región y<br />
hallábanse casi rodeados».<br />
Tropas británicas seleccionadas figuraban en esos<br />
contingentes cuya superioridad numérica sobre los alemanes<br />
era de más de dos a uno, y por momentos pareció que éstos<br />
serían arrojados de Noruega, El choque decisi-vo ocurrió al<br />
sur de Trondheim, cerca del empalme ferroviario de Dombas,<br />
donde los británicos fueron sorprendidos por la acometividad<br />
y rapidez de maniobra de las tropas alemanas y por la<br />
iniciativa de sus oficiales. Al cabo de una semana de lucha las<br />
fuerzas aliadas fueron destrozadas y sus restos se<br />
reembarcaron hacia Inglaterra. Churchill confiesa en sus<br />
Memorias:<br />
«En esta campaña de Noruega, nuestras mejores tropas, o<br />
sean las de la Guardia Escocesa y las de la Guardia Irlandesa,<br />
se quedaron atónitas ante el vigor, el espíritu de empresa y el<br />
entrenamiento que tenían los jóvenes que militaban por<br />
Hitler».<br />
En la otra de las dos batallas decisivas, la de Narvik, el<br />
resultado se tardó más, pero fue el mismo. La flota británica<br />
se recuperó de la sorpresa y se congregó frente al puerto.<br />
Cuatro destructores alemanes sucumbieron en desigual<br />
batalla tratando de impedir el desembarque de 20,000<br />
soldados aliados. A continuación la lucha se desarrolló en<br />
tierra. La guarnición alemana y los náufragos de los cuatro<br />
destructores ascendían a 6,000 hombres. La superioridad<br />
aliada era de más de 3 a 1.<br />
Churchill refiere: «En Narvik una fuerza alemana mixta e<br />
improvisada de escasos 6,000 hombres tuvo a raya durante<br />
seis semanas a unos 20,000 soldados aliados, y aunque se<br />
vio expulsada de la población, sobrevivió para ver marcharse<br />
a sus enemigos... Los alemanes cruzaron en siete días el<br />
camino de Narnsos a Mosjoen, que los ingleses y franceses<br />
habían declarado que era imposible. A pesar de que teníamos<br />
el dominio absoluto del mar, nos tomó la delantera el<br />
217
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
enemigo que avanzaba por tierra a través de distancias muy<br />
largas y en medio de todos los obstáculos».<br />
Todavía sin ocultar su disgusto por el anticipado contragolpe<br />
alemán, Churchill añade:<br />
«La rapidez con que Hitler llevó a cabo la conquista noruega<br />
fue una notable hazaña de guerra y política y un ejemplo<br />
imperecedero de la minuciosidad, de la maldad y de la<br />
brutalidad alemanas».<br />
3,692 soldados alemanes dieron la vida en ese ejemplo de<br />
eficacia militar y 1,604 cayeron heridos. La marina perdió 3<br />
cruceros, 10 destructo-res, 6 submarinos y 16 naves<br />
auxiliares. Allí se evidenció la fuerza incalcu-lable del espíritu<br />
de sacrificio sobre las fuerzas materiales de la superiori-dad<br />
numérica. La campaña duró un mes. Tuvo tan relevantes<br />
características de arrojo que constituye un ejemplo histórico<br />
de cómo un poderoso espíritu de lucha logra superar<br />
obstáculos que el cálculo frío juzgaría insalvables.<br />
FRANCIA, EMPUJADA AL SANGRIENTO ABISMO<br />
El pueblo francés padecía graves problemas internos que lo<br />
incapacitaban para una contienda internacional. La disipación,<br />
el materialismo y el vicio habían debilitado profundamente<br />
sus fuerzas psicológicas y hasta sus recursos físicos, tanto así<br />
que en el segundo semestre de 1938 hubo 40,000<br />
nacimientos menos que el total de defunciones. Pero los<br />
gobernantes servían intereses masónicos cada día más<br />
apremiantes y empujaban al pueblo a una guerra en la que el<br />
pueblo nada tenía que ganar.<br />
Esos gobernantes, hechura de la masonería, eran a la vez<br />
políticamente presionados por la Alianza Israelita Universal<br />
(con sede en París), la cual tiene en Francia un poder<br />
decisivo, pues además de su brazo masónico influye en la<br />
Bolsa de Valores, en casi toda la prensa y en la mayoría de<br />
las organizaciones obreras. Judíos han sido los dirigentes y<br />
políticos León Blum, Maurice Thorez, Jacques Duelos, Jules<br />
218
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Moch, Edgar Faure, Mendes-France, René Mayer, Maurice<br />
Schuman y otros muchos.<br />
Un oscuro político llamado Paul Reynaud, que en México se<br />
había enriquecido como dueño de «Las Fábricas Universales»,<br />
se fingió derechista para lograr cierto apoyo popular: con la<br />
ayuda secreta de la masonería escaló después el puesto de<br />
Primer Ministro de Francia y una vez seguro reveló sus<br />
tendencias izquierdistas. A continuación trató de agitar al<br />
pueblo francés para que asumiera la ofensiva contra<br />
Alemania.<br />
Casi siete meses después de declarada la guerra, Reynaud<br />
hizo el 26 de marzo de 1940 una belicosa excitativa durante<br />
la cual afirmó: «Uno de los deberes más grandes de Francia<br />
es hacer la guerra». Al día siguiente presentó su Gabinete a la<br />
nación como un «Gobierno de guerra puramente y que tiene<br />
una sola meta: vencer al enemigo».<br />
Sus arrestos bélicos tenían los siguientes fundamentos<br />
militares: Francia se hallaba poderosamente acorazada por su<br />
Línea Maginot y disponía ya de 110 divisiones; la Gran<br />
Bretaña le había enviado un Cuerpo Expedicionario de 12<br />
divisiones y estaba por enviar algunas más. El flanco<br />
izquierdo de la Maginot lo resguardaban las fortificaciones<br />
belgas, las defensas acuáticas holandesas y 33 divisiones de<br />
Bélgica y Holanda. Inglaterra y Francia confiaban en esos dos<br />
países porque la Casa Real de Holanda tenía parentesco con<br />
la Casa Real Británica y porque el Rey Leopoldo de Bélgica ya<br />
había accedido incluso a que los ejércitos anglo-franceses<br />
atravesaran territorio belga para atacar a Alemania, según lo<br />
admite el propio Reynaud en sus «Revelaciones». En<br />
consecuencia, los aliados disponían de un total de 155<br />
divisiones (2.325,000 combatientes).<br />
En cambio, Alemania sólo había podido movilizar 130<br />
divisiones (1.950,000 hombres) y la amenaza bolchevique le<br />
impedía utilizarlas todas en el frente occidental<br />
correspondiente a Francia. Por esta circunstancia Reynaud se<br />
219
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
sentía seguro: sus peritos militares calculaban que un ataque<br />
frontal alemán sobre la Línea Maginot sería imposible porque<br />
necesitaría sacrificar un millón de hombres para perforarla. Y<br />
si Alemania atacaba por el flanco, automáticamente<br />
aumentaría el número de sus enemigos al enzarzarse también<br />
en una lucha con Holanda y Bélgica.<br />
Fue éste, precisamente, el peligroso riesgo que Hitler se<br />
resolvió a correr, y es que no quedaba ninguna otra<br />
alternativa. Su esperanza era poder repetir la guerra<br />
relámpago que realizó en Polonia, aunque en este caso iba a<br />
enfrentarse con un enemigo tres veces más poderoso y con<br />
defensas incomparablemente mejores. Los franceses se<br />
daban cuenta de esta ventaja y el agregado militar en<br />
Varsovia informó a su Gobierno —según dice Reynaud— que<br />
en Polonia los alemanes habían gozado de un frente muy<br />
extenso, pero que en Francia la situación sería distinta.<br />
Encajonado en los angostos sectores de penetración posible,<br />
el ejército alemán podía ser aniquilado por las reservas<br />
estratégicas anglo-francesas.<br />
Por dos distintos conductos Reynaud y Churchill conocieron<br />
los lineamientos generales del plan militar de Hitler. Aunque<br />
Mussolini era aliado de Alemania, el 26 de diciembre de 1939<br />
ordenó a su Ministro Galeazzo Ciano que revelara dicho plan a<br />
los representantes diplomáticos aliados, cosa que Ciano hizo<br />
el 2 de enero, según lo anotó en su «Diario Secreto». Por otra<br />
parte, el mayor alemán Helmut Reimberger, comisionado<br />
para llevar a un cuartel el plan operativo de la ofensiva,<br />
desvió la ruta de su avión, aterrizó en Bélgica y los<br />
documentos le fueron «capturados». Parece que esta<br />
maniobra la preparó el Almirante Canaris, el cual era<br />
conspirador y hábilmente había logrado encumbrarse corno<br />
Jefe del Servicio Secreto Alemán.<br />
Aunque ante el mundo no lo parecía, la situación interna del<br />
frente de Hitler era gravísima. Disponía de menor número de<br />
tropas que sus enemigos; se hallaba enfrascado en una<br />
guerra que no había querido contra el Occidente; persistía la<br />
220
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
mortal amenaza del Oriente; su plan estratégico lo conocían<br />
ya en París y en Londres, y por último, la mayoría de sus<br />
generales no lo apoyaba. Eran profesionales eficientes, pero<br />
carecían de la llama del ideal nacionalsocialista que había<br />
galvanizado la voluntad de las juventudes; además, su origen<br />
aristocrático los distanciaba de Hitler, a quien en el fondo<br />
seguían viendo como el simple cabo que fue en la primera<br />
guerra mundial.<br />
Brauchitsch, el comandante en jefe del ejército, no creía<br />
posible una victoria en Francia. Otros muchos de sus<br />
compañeros compartían sus dudas. El general Blumentritt,<br />
que entonces fungía como jefe del Estado Mayo de Rundstedt,<br />
reveló posteriormente al historiador Liddell Hart: «Hitler era<br />
el único que creía posible una victoria decisiva». Entre los<br />
generales jóvenes sólo Manstein y Guderian consideraban<br />
realizable una campaña relámpago. El general Von<br />
Stüelpnagel formuló un estudio según el cual era necesario<br />
esperar 3 años para lanzar la ofensiva sobre Francia.<br />
De izquierda a derecha: Hitler y los generales Von Reichenau,<br />
Jold, Rundstedt, Von Brauchitsch (jefe del ejército) y Halder<br />
(jefe del Estado Mayor General). Estos dos últimos juzgaban<br />
imposible la campaña en Francia y estuvieron a punto de<br />
derrocar a Hitler.<br />
[1] «El Almirante Canaris». — Karl H. Abshagen.<br />
[2] «La invasión de Noruega». — Por Kurt Assmann.<br />
[3] La Invasión de Noruega. Tte. Cor. James A. Bassett,<br />
Instructor de la Escuela de Comando y Estado Mayor de<br />
Leavenworth, EE. UU.<br />
221
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
(De izquierda a derecha: Hitler y los generales Von Reichenau, Jold,<br />
Rundstedt, Von Brauchitsch (jefe del ejército) y Halder (jefe del Estado<br />
Mayor General). Estos dos últimos juzgaban imposible la campaña en<br />
Francia y estuvieron a punto de derrocar a Hitler.)<br />
Aunque desorganizada, la oposición de los generales creaba<br />
una atmósfera de escepticismo e inseguridad en los altos<br />
escalones del ejército. El general Ritter von Leeb, comandante<br />
de un grupo de ejércitos, instaba el 31 de octubre (1939) al<br />
general Brauchitsch a que hiciera prevalecer su opinión contra<br />
los planes de Hitler. Schacht, exministro de finanzas, se valía<br />
del general Von Thomas y del Almirante Canaris para influir<br />
negativamente sobre el general Halder, jefe del Estado Mayor<br />
General. Durante algunos días Halder pensó en hacer un<br />
llamamiento al ejército para derrocar a Hitler, y su compañero<br />
el general Von Stüelpnagel hizo algunos sondeos y luego le<br />
dijo que el llamado no daría resultado porque la tropa y los<br />
jefes jóvenes apoyaban al Fuehrer[1]. Por su parte, el coronel<br />
general von Hammerstein-Equord simpatizaba con el<br />
comunismo y llegó a trazar un plan para capturar a Hitler[2].<br />
(2)<br />
222
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Por esos mismos días (fines de 1939) el Almirante Canaris y<br />
sus principales colaboradores en el Servicio Secreto Alemán,<br />
tales como Oster, Dohnanyi y Gisevius, tejían discretos hilos<br />
de enlace entre los oposicionistas y enemigos de Hitler,<br />
particularmente entre los generales Beck, Halder y Witzleben;<br />
el ex ministro Schacht; los diplomáticos Weizsacker y von<br />
Papen; el conde de Helldorf, jefe de la policía berlinesa, y el<br />
general Nebe, de las SS (tropas selectas). Al mismo tiempo<br />
Canaris protegía a diversos jefes del movimiento israelita<br />
para que no fueran aislados por la Gestapo, y sólo en<br />
apariencia secundaba las órdenes de Hitler «simulando el<br />
despliegue de una gran actividad, pero en el fondo no se<br />
hacía nada para cumplirlas».<br />
«Cada plan del Estado Mayor —dice el historiador antinazi<br />
Goerlitz—, era acompañado por otro plan contrario, del<br />
mismo Estado Mayor, destinado a oponerse a las<br />
consecuencias del primero y sabotear la conducción de guerra<br />
de Hitler».<br />
El general Alfred Jodl, jefe del Estado Mayor del Alto Mando y<br />
uno de los pocos leales íntegramente a Hitler, escribía en su<br />
Diario que «era muy triste» que todo el pueblo apoyara al<br />
Fuehrer, menos los generales destacados que seguían<br />
«considerándolo un cabo y no el mayor estadista habido en<br />
Alemania desde la época de Bismarck».<br />
El Primer Ministro inglés, Sir Neville Chamberlain, recibía<br />
amplia información confidencial sobre la oposición de los<br />
generales contra Hitler. Según Goerlitz, en Inglaterra se<br />
juzgaba ya inminente un golpe de Estado en Alemania.<br />
Churchill confirma parte de esto en sus memorias.<br />
El 23 de noviembre (de 1939) Hitler tuvo una acalorada<br />
conferencia con los generales y ante la oposición de ellos para<br />
atacar a través de Holanda y Bélgica, les echó en cara su<br />
«falta de coraje». ¿Cómo iba a ganarse una guerra sin<br />
atacar?<br />
Y ¿cómo iba a ganarse si el enemigo llegaba a convertir el<br />
reducido territorio alemán en campo de batalla? Según los<br />
223
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
fríos cálculos numéricos y sin tomar en cuenta las fuerzas<br />
psicológicas, la ofensiva en Francia auguraba limitadas<br />
probabilidades de triunfo, pero aún había menos esperanzas<br />
en el hecho de cruzarse de brazos. Ya muchas veces había<br />
ofrecido una paz negociada y Occidente la rechazaba. Ese día<br />
Hitler habló también del peligro que representaba la URSS.<br />
«Las guerras —dijo—- siempre han terminado con la<br />
destrucción del enemigo. Todo aquel que crea lo contrarío, es<br />
un irresponsable... El tiempo trabaja en favor de nuestros<br />
adversarios». Y enfatizando más su decisión de combatir,<br />
Hitler agregó: «Me mantendré o caeré en la lucha. Nunca<br />
sobreviviré a la derrota de mi pueblo...»<br />
El general Westphal refiere que después de esa junta Hitler<br />
exclamó: «¿Qué clase de generales son estos a los que hay<br />
que empujar a la guerra, en lugar de ser ellos los que lleven<br />
la iniciativa?»[3]<br />
Liddell Hart ha logrado establecer que a raíz de esa<br />
conferencia entre Hitler y sus generales, el general von<br />
Brauchitsch, comandante del ejército, y el general Franz<br />
Halder, jefe del Estado Mayor General, «hablaron de la<br />
necesidad de ordenar a las tropas de Occidente que<br />
marcharan sobre Berlín para derrocar a Hitler», pero el<br />
general Fromm, comandante de las fuerzas domésticas, hizo<br />
notar que las tropas tenían fe en el Fuehrer y que<br />
probablemente el golpe fracasaría.<br />
Este titubeo del general Fromm fue uno de esos<br />
insignificantes acontecimientos que producen gigantescos<br />
efectos porque bastó para congelar la académica conspiración<br />
de los generales Brauchitsch y Halder. Los esfuerzos de<br />
Canaris y Schacht para alentar a los conspiradores fallaron<br />
una vez más. Un año antes Schacht había incluso saboteado<br />
económicamente el crecimiento del ejército y luego había<br />
pedido a banqueros israelitas británicos que Inglaterra<br />
aumentara su presión contra Alemania, a fin de acosar a<br />
Hitler desde fuera y desde dentro. En esos días Alemania se<br />
salvó milagrosamente de un desplome interior, la situación<br />
224
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
del Fuehrer volvió a consolidarse y se acataron sus órdenes<br />
para lanzar la ofensiva en el oeste.<br />
Hitler había intentado lanzar su ofensiva el 9 de octubre de<br />
1939, pero el mal tiempo lo impidió. Pensaba entonces que el<br />
grupo de ejércitos de von Bock llevara el centro de gravedad<br />
del ataque y que buscara el envolvimiento de los aliados<br />
avanzando por la costa. El grupo de ejércitos de von<br />
Rundstedt, más al sur, realizaría la cobertura de tal<br />
operación. Pero después decidió modificar este plan porque<br />
ya era del conocimiento de los anglofranceses.<br />
«Soldados del Frente Occidental: ¡Su hora ha llegado!...»<br />
Cien divisiones alemanas (millón y medio de combatientes) se<br />
lanzaron contra los ejércitos aliados de Francia, Inglaterra,<br />
Holanda y Bélgica, con un total de 155 divisiones (2.325,000<br />
soldados).<br />
[1] «El Estado Mayor Alemán visto por Halder». — Peter Bor.<br />
[2] «El Estado Mayor Alemán». — Walter Goerlitz, antinazi. Y<br />
«Ejército en Cadenas», por Siegfried Westphal, antinazi.<br />
[3] Respecto de la aristocracia, de la que ciertos generales<br />
eran escrupulosos representativos, Hitler decía que no debía<br />
convertirse en una «sociedad cerrada». «¿Qué papel puede<br />
jugar un país dirigido por esa clase de gentes que lo pesa y lo<br />
analiza todo? No es posible forjar historia con gentes así. Me<br />
hacen falta seres rudos, valientes, dispuestos a ir hasta el fin<br />
de sus ideas, pase lo que pase. La tenacidad es simplemente<br />
cuestión de carácter. Cuando a esta cualidad se añade la<br />
superioridad intelectual el fruto es maravilloso».<br />
225
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
(«Soldados del Frente Occidental: ¡Su hora ha llegado!...» Cien<br />
divisiones alemanas (millón y medio de combatientes) se lanzaron<br />
contra los ejércitos aliados de Francia, Inglaterra, Holanda y Bélgica, con<br />
un total de 155 divisiones (2.325,000 soldados).<br />
En ese cambio aceptó las sugestiones del general von<br />
Manstein, del Estado Mayor de von Rundstedt, para que el<br />
grupo de ejércitos de este último se encargara del<br />
envolvimiento penetrando con una masa de tanques por las<br />
Ardenas, hacia Sedán. El grupo de ejércitos de von Bock<br />
trataría de engañar al enemigo haciéndole creer que era el<br />
encargado de envolverlo.<br />
Para hablar de este plan, von Manstein se entrevistó con<br />
Hitler y dice sobre el particular:<br />
«Tampoco es imposible que se le ocurriera espontáneamente<br />
a Hitler la misma idea, puesto que a veces nos desconcertaba<br />
con su certero instinto de las posibilidades tácticas... Eché de<br />
ver al momento la extraordinaria presteza con que se<br />
226
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
compenetraba en los puntos de vista que el grupo de ejércitos<br />
trataba de imponer desde hacía meses, así como que en todo<br />
se mostraba de acuerdo con nosotros».<br />
Adoptado el nuevo plan de ataque, la madrugada del 10 de<br />
mayo de 1940, cien divisiones alemanas escucharon la<br />
proclama de Hitler, en la que todavía se traslucía que su<br />
intención no había sido la de combatir contra Occidente:<br />
«El pueblo alemán no fomenta ningún odio ni ninguna<br />
enemistad para con los pueblos británico o francés. El pueblo<br />
alemán, sin embargo, está hoy en día frente al problema de si<br />
desea vivir o sucumbir.... ¡Soldados del frente occidental: su<br />
hora ha llegado!... Cumplan ahora con su deber. El pueblo<br />
alemán siempre está con ustedes con sus mejores deseos».<br />
Minutos después la batalla más grande de la historia<br />
iluminaba el firmamento y los bosques de las Ardenas.<br />
«Entre la oscuridad —dice Churchill— salían de pronto<br />
innumerables grupos de ardorosas tropas de asalto... Mucho<br />
antes de que apuntara el día, 240 kilómetros del frente se<br />
hallaban en llamas».<br />
El golpe principal se había descargado en los bosques de las<br />
Ardenas, precisamente donde los Estados Mayores inglés y<br />
francés juzgaban impracticable la operación, como también lo<br />
creían en gran parte el jefe del ejército alemán, general<br />
Brauchitsch, y el jefe del Estado Mayor General, Franz Halder.<br />
El sistema fortificado de Eben Emael, en Bélgica, era la<br />
primera gran muralla. Su fuego no dejaba ángulos muertos a<br />
su alrededor y según todos los cálculos el avance procedente<br />
de la frontera alemana era imposible. Pero el teniente Witzig,<br />
con 78 ingenieros paracaidistas, descendió a las cuatro de la<br />
mañana en el corazón mismo de las fortificaciones. Algunos<br />
planeadores bajaron silenciosamente en los prados y un<br />
pelotón aterrizó en el exterior para llamar la atención.<br />
Mientras tanto, los hombres de Witzig se acercaban a las<br />
aspilleras de las casamatas y atacaban a los artilleros con<br />
lanzallamas, bombas de mano y paquetes de trilita. Los<br />
grandes cañones estaban siendo vencidos como monstruos<br />
prehistóricos por osadas hormigas. El coronel Ricardo Munaiz<br />
227
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
(«Operaciones Aerotransportadas») califica este ataque de<br />
«espectacular e increíble».<br />
«En cuestión de minutos —dice H. R. Kurz en “La Captura del<br />
Fuerte Eben Emael”— las dotaciones de las armas antiaéreas<br />
habían sido vencidas y eliminadas. Los Stukas bombardeaban<br />
entre tanto, la zona circundante de la fortificación con<br />
bombas de 500 kilos. Inmediatamente después los alemanes<br />
reforzaron las tropas de asalto con paracaidistas que<br />
descendieron sobre la fortaleza. Con ese contingente los<br />
atacantes ascendían aproximadamente a 300 hombres para el<br />
amanecer (la guarnición belga constaba de 1,185<br />
defensores). Para el 11 de mayo prácticamente todas las<br />
armas de defensa exterior estaban fuera de combate... Los<br />
alemanes habían construido en Hildesheim un modelo exacto<br />
de Eben Emael para ensayar el ataque. En su asalto<br />
verdadero hasta pasaron por alto las cúpulas simuladas».<br />
Después de treinta y dos horas y media de lucha, Eben Emael<br />
cayó a las 12.30 del 11 de mayo. A la vez otra operación de<br />
paracaidistas y tropas aerotransportadas se realizaba para<br />
capturar posiciones en el Canal Alberto y facilitar el paso de<br />
las tropas. Suprimidos los peores obstáculos fronterizos para<br />
el despliegue de las fuerzas alemanas, divisiones blindadas y<br />
de infantería comenzaron a precipitarse hacia las masas<br />
estratégicas del enemigo.<br />
El grupo de ejércitos de von Bock, con los ejércitos 18o., 6o.<br />
y 4o. integrados por 28 divisiones (420,000 hombres), se<br />
clavó profundamente en el norte de Bélgica. Hacia el sur, el<br />
grupo de ejércitos de von Rundstedt, con los ejércitos 12o.,<br />
16o., 9o. y 2o. integrado por 44 divisiones (660,000<br />
hombres), formaba el otro extremo de las tenazas que<br />
premiosamente trataban de cercar al enemigo.<br />
En el extremo norte del frente, o sea en Holanda, siete<br />
divisiones se empeñaban en otra operación de audacia.<br />
Cuatro mil paracaidistas descendieron cerca de la capital<br />
holandesa, seguidos de una división aerotransportada de<br />
12,000 hombres y simultáneamente una solitaria división<br />
228
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
blindada se lanzó en su apoyo y penetró 144 kilómetros por<br />
un sector poco defendido.<br />
«Las fuerzas alemanas se enfrentaban a una abrumadora<br />
superioridad numérica —dice Liddell Hart en su libro “La<br />
Defensa de Europa“—, pero la estocada tan profundamente<br />
asestada al corazón de Holanda ocultó la debilidad de los<br />
invasores y creó una confusión paralizante... Este golpe triple<br />
(el de Eben Emael, el del Canal Alberto y el de Holanda) fue<br />
una idea personal de Hitler y su realización había sido puesta<br />
en duda por la mayoría de sus generales».<br />
En efecto, el general Student, comandante de los 4,500<br />
paracaidistas de que disponía Alemania, dice que la idea de<br />
tales operaciones fue de Hitler y que él solo se encargó de<br />
trazar el plan en detalle, contra la opinión de los generales<br />
von Reichenau y von Paulus, que juzgaban irrealizable la<br />
maniobra. Ciertamente la primera oleada de paracaidistas y<br />
transportes aéreos sufrió muy grandes bajas. Hubo unidades<br />
que perdieron el 42% de sus oficiales y el 28% de sus tropas,<br />
pero en conjunto la audaz operación forzó la capitulación de<br />
Holanda a los cinco días de lucha.<br />
Entre tanto en el extremo sur del frente, el general Ritter von<br />
Leeb desplegaba 17 divisiones del Mosela a Suiza y trataba de<br />
acosar y fijar en sus posiciones a los contingentes franceses<br />
de las principales fortificaciones de la Línea Maginot.<br />
Pero propiamente dicho, la batalla se libraba en la parte<br />
central del frente, en la tenaza de von Rundstedt. Era ahí<br />
donde al mando del general von Kleist se habían concentrado<br />
las diez divisiones blindadas del ejército alemán. Dice<br />
Blumentritt que estas 10 divisiones se hallaban densamente<br />
agrupadas, pero que en despliegue podían formar una<br />
columna de 1,100 kilómetros (de México a Torreón). Fue una<br />
hazaña del Estado Mayor situar y coordinar para el ataque a<br />
la enorme masa de 660,000 combatientes del grupo de<br />
ejércitos de von Rundstedt, en la estrecha frontera con<br />
Bélgica y Luxemburgo.<br />
229
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
El grupo de ejércitos de von Bock y el de von Rundstedt formaron dos<br />
tentáculos que envolvieron a los ejércitos inglés y belga, y parte del<br />
francés. Los ingleses se reembarcaron por Dunkerque. Cayeron<br />
prisioneros 330,000 franceses y belgas. Fue ésta la batalla de Flandes.<br />
230
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
destruidos en sus aeródromos, con lo cual la Luftwaffe<br />
conquistó el dominio del aire. Esto le costó a la aviación<br />
alemana mil aparatos, según el coronel Paquier, del ejército<br />
francés («Conceptos Alemanes Sobre la Superioridad<br />
Aérea»).<br />
Entretanto, las 23 divisiones del ejército belga recibieron el<br />
primer impacto. Inmediatamente acudieron en su auxilio los<br />
ejércitos franceses lo., 7o. y 9o. y el Ejército Expedicionario<br />
Inglés.<br />
«Cuando llegó la noticia de que sobre toda la extensión del<br />
frente el enemigo avanzaba —dijo después Hitler— me<br />
hubiera puesto a llorar de alegría: ¡habían caído en la trampa!<br />
Estaba bien calculado lanzar el ataque sobre Lieja. Había que<br />
hacerles creer que seguíamos fieles al viejo Plan Schlieffen».<br />
En efecto, al precipitarse tres ejércitos franceses y el ejército<br />
inglés hacia el Norte, en dirección a la tenaza de von Bock,<br />
hacían posible que la tenaza de von Rundstedt penetrara<br />
hacia el Sur y los envolviera por el flanco y la retaguardia.<br />
Contrariamente a lo que el público sabía en aquellos días, los<br />
tanques franceses eran superiores en número. Sin embargo,<br />
dice el general von Bechtolsheim, combatían en forma<br />
estática y desperdiciaban así su ventaja inicial. La infantería<br />
alemana y sus secciones especializadas de lucha antitanque<br />
se encargaron de neutralizar buena parte del blindaje francés,<br />
en tanto que los tanques alemanes se infiltraban penetrando<br />
arriesgadamente en territorio enemigo. Por su parte, el arma<br />
antitanque francesa operó desde larga distancia y fracasó; le<br />
faltaban la suficiente disciplina y espíritu de sacrificio para<br />
aguardar serenamente a que los tanques alemanes se<br />
aproximaran.<br />
A los siete días de combate, en vísperas ya de cristalizar un<br />
gran triunfo, estuvo a punto de ocurrir un grave trastorno en<br />
la ofensiva alemana. El general von Kleist se presentó en la<br />
vanguardia de los tanques y sin saludar siquiera al general<br />
Guderian le echó una dura reprimenda por su impetuoso<br />
avance y le ordenó detenerse para esperar a que llegara la<br />
infantería. Von Kleist trataba así de imponer las ideas del<br />
231
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
general Halder, jefe del Estado Mayor General, quien incluso<br />
era partidario de dispersar las fuerzas acorazadas entre las<br />
divisiones de infantería.<br />
Guderian alegó que eso era derrochar la movilidad de las<br />
divisiones blindadas, protestó ante von Rundstedt y pidió ser<br />
relevado si no se continuaba el plan que ya estaba en práctica<br />
y que Hitler mismo había aprobado. Von Rundstedt lo apoyó y<br />
el avance pudo continuar. Tres días después el batallón<br />
Spitta, de la 2a. división blindada, alcanzó la costa francesa<br />
de Noyelles, después de avances diarios hasta de 45<br />
kilómetros. El envolvimiento de todas las fuerzas belgas,<br />
francesas y británicas que operaban en Bélgica se había<br />
consumado...<br />
El general francés Touchon refirió así lo ocurrido en los<br />
primeros días de lucha:<br />
«La súbita revelación surgió como una horrible sorpresa. Los<br />
hom-bres quedaron atontados, bombardeados por Stukas<br />
cuyas bombas zumbantes eran más aterradoras que<br />
destructivas. Nuestros artilleros quedaron atontados cuando<br />
vieron los tanques alemanes avanzar sobre los cañones que<br />
aún estaban disparando a un objetivo calculado a varios<br />
kilómetros de distancia. Los oficiales quedaron atontados<br />
cuando las Panzer súbitamente aparecieron en sus puestos de<br />
mando como primera indicación de que el frente había sido<br />
perforado».<br />
Los audaces golpes iniciales estaban así abriendo las puertas<br />
de la «blitzkrieg» al ejército alemán y las del desastre a los<br />
ejércitos francés, belga y británico. Nuevamente las<br />
imponderables fuerzas del espíritu alteraban los previsibles y<br />
lógicos resultados que auguraban las cifras de los cálculos.<br />
Nuevamente Moltke tenía razón: «En la guerra todo es<br />
incierto; cierto es sólo la voluntad y el espíritu que el<br />
estratego lleva en su propio pecho».<br />
A los cinco días de lucha —dice Churchill en sus Memorias—<br />
Rey-naud le habló por teléfono. Sus arrestos bélicos se<br />
habían esfumado: «He-mos sido derrotados; hemos sido<br />
derrotados —le dijo—; hemos perdi-do la batalla. El frente<br />
232
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
está roto cerca de Sedán y por allí se precipitan grandes<br />
masas con tanques y carros blindados...» Reynaud pedía más<br />
ayuda a Churchill y éste a Roosevelt, como el principal<br />
alentador moral y proveedor material que era de la guerra<br />
anglo-francesa contra Alemania.<br />
Entretanto, la tenaza de von Rundstedt, con Guderian en la<br />
vanguardia, atravesaba todo el norte de Francia envolviendo<br />
a los ejércitos belga, francés y británico. La síntesis que<br />
Clausewitz había hecho de la táctica de Napoleón estaba<br />
dando sus más brillantes resultados: «marchar y combatir,<br />
combatir y marchar». Un gigantesco Cannas se iba forjando<br />
implacablemente. En la clásica batalla de Cannas (216 antes<br />
de nuestra era) Aníbal envolvió con 50,000 cartagineses a<br />
72,000 romanos y los aniquiló. En la nueva y gigantesca<br />
lucha de envolvimiento, conocida como la batalla de Flandes,<br />
945,000 ingleses, franceses y belgas estaban siendo<br />
cercados.<br />
El general Jodl anotó en su Diario que el 20 de mayo, al llegar<br />
la noticia de que las tropas anglo-francesas habían sido<br />
envueltas en Flandes, Hitler dijo fuera de sí de alegría, que<br />
pronto podría hacer las paces con los ingleses. Creía que<br />
después de aquel descalabro aceptarían la amistad que hacía<br />
tiempo les brindaba.<br />
El 22 de mayo la tenaza de von Rundstedt llegó hasta el<br />
puerto de Boulogne, y el 23 a Calais. Las divisiones blindadas<br />
de Guderian estaban a punto de cerrar la trampa de Flandes.<br />
A las tropas aliadas no les quedaba más escapatoria que el<br />
mar, por el puerto de Dunkerque, y fue allí donde ocurrió uno<br />
de los más espectaculares hechos de la guerra. Churchill<br />
proclamó como un triunfo que el ejército inglés, aunque<br />
perdiendo el equipo, hubiera salvado la vida. Lo que no se<br />
supo entonces fue que Hitler había hecho posible esa<br />
salvación en un nuevo intento para llegar a un acuerdo con<br />
Inglaterra.<br />
El historiador militar británico Liddell Hart dice que el 23 de<br />
mayo las divisiones blindadas alemanas llegaron hasta el<br />
Canal Aa, en Gravelines, a 16 kilómetros de Dunkerque; el<br />
233
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Cuerpo del general Reinhardt avanzó hasta el Canal Aire St.<br />
Omer-Gravelines, donde sólo había un batallón de los aliados.<br />
Las blindadas establecieron cabezas de puente sobre el Canal,<br />
el día 23, después de lo cual no quedaba obstáculo ninguno.<br />
Pero cuando la trampa iba a cerrarse en Dunkerque mediante<br />
un factible golpe de las panzer, llegó la orden terminante de<br />
«hacer alto». «Esta orden expedida por el Alto Mando<br />
enemigo —dice Hart— preservó al ejército británico cuando<br />
no había nada que lo salvara».<br />
Von Kleist, el comandante de las fuerzas panzer, refiere que<br />
al recibir la orden le pareció que no tenía sentido. Guderian,<br />
comandante de un Cuerpo de Ejército Blindado, agrega que<br />
protestó contra la «maldita orden», pero que ésta fue<br />
repetida. Asimismo especifica que la orden fue recibida por él<br />
a las seis de la mañana del 21 de mayo y «quedarnos sin<br />
habla», pero no hubo más remedio que acatarla. «¡Lo hice<br />
con gran dolor de mi corazón!», refiere en sus memorias.<br />
Después de la 10a. división blindada llegó la 2a., el<br />
«Leibstandarte Adolfo Hitler», y luego otra más, todas las<br />
cuales fueron quedando ociosas y estacionadas, casi frente a<br />
Dunkerque. El general von Brauchitsch, comandante del<br />
ejército, le explicó a Guderian que la orden era de Hitler.<br />
Liddell Hart dice que el general von Thomas, que acompañaba<br />
a Guderian, divisó Dunkerque y varias veces pidió al Alto<br />
Mando permiso para avanzar, pero se lo negaron.<br />
«Los comandantes alemanes —añade Hart— tuvieron que<br />
sentarse y ver cómo los británicos se les escapaban delante<br />
de sus narices... El general Siewert, ayudante de Brauchitsch,<br />
asegura que Hitler personalmente ordenó el alto, pese a la<br />
oposición de Brauchitsch y Halder».<br />
Churchill atribuye a von Rundstedt la orden de ese extraño<br />
freno a las divisiones blindadas que podían impedir la<br />
escapatoria de los ingleses por Dunkerque, pero Liddell Hart<br />
dice que no hay evidencias históricas de tal afirmación. Por el<br />
contrario, el mismo von Rundstedt declaró que él deseaba<br />
proseguir el ataque, pero que Hitler dio órdenes específicas<br />
de cesar todo avance (orden que von Rundstedt simplemente<br />
234
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
transmitió) y sólo permitió que se utilizara la artillería como<br />
fuego de hostigamiento. Hart agrega que tampoco hay<br />
evidencia de que la defensa transitoria de Calais hubiera<br />
salvado a Dunkerque —como insinúa Churchill—, pues la<br />
división blindada alemana que atacó a Calais era sólo una de<br />
las siete que había en el área y que no tenían nada que<br />
hacer.<br />
El general Blumentritt, jefe del Estado Mayor de Rundstedt, le<br />
refirió a Liddell Hart que «La orden de Hitler tenía origen<br />
político... Al visitar el cuartel general de Rundstedt en<br />
Charleville, Hitler se encontraba de muy buen humor... Opinó<br />
que la guerra se terminaría en seis semanas. Después de<br />
haber deseado llegar a una paz razonable con Francia, el<br />
camino estaría libre para llegar a un acuerdo con la Gran<br />
Bretaña. Luego nos sorprendió —sigue diciendo el general<br />
Blumentritt—, al expresarse con admiración del Imperio<br />
Británico, de la necesidad de su existencia y de la civilización<br />
que la Gran Bretaña había introducido al mundo... Comparó el<br />
Imperio Británico con la Iglesia Católica diciendo que ambos<br />
eran elementos esenciales para la estabilidad del mundo. Dijo<br />
que todo lo que quería de Inglaterra era que reconociera la<br />
posición de Alemania en el Continente... y que hasta apoyaría<br />
a la Gran Bretaña si ésta se viera envuelta en dificultades...<br />
Concluyó que sus miras eran las de hacer la paz con Gran<br />
Bretaña sobre una base que ella considerara aceptable y<br />
compatible con su honor».<br />
Blumentritt dedujo que Hitler no quería enardecer más al<br />
pueblo británico. Dejando escapar a las tropas<br />
expedicionarias actuaba conforme a su viejo anhelo de lograr<br />
que Alemania y la Gran Bretaña llegaran a ser amigas. «Su<br />
indiferencia hacia la posibilidad de invadir Inglaterra —añade<br />
el mismo general alemán— comprobaba lo anterior» .<br />
Hitler fue partidario de audaces planes militares y esto le<br />
causó frecuentemente dificultades con su Estado Mayor<br />
General. Al ordenar el «alto» frente a Dunkerque parecía que<br />
de súbito se había vuelto torpemente cauteloso. La<br />
explicación de ese aparente absurdo es que no procedía<br />
235
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
entonces por razones militares, sino políticas, y una vez más<br />
creyó que evitando el enardecimiento de los ánimos en<br />
Inglaterra sería posible que se aceptara un nuevo<br />
ofrecimiento de paz que ya tenía en mente.<br />
Entre tanto, Churchill había ido a París el 22 de mayo a<br />
gestionar que la lucha prosiguiera, pese a la evacuación<br />
inglesa de Dunkerque, y para asegurar la escapatoria de su<br />
derrotado ejército utilizó a las tropas belgas y francesas en<br />
las líneas de retaguardia. Reynaud advirtió esa maniobra<br />
impropia de un aliado y se lo reconvino a Churchill el 24 de<br />
mayo, echándole en cara que por una parte había prometido<br />
desarrollar una acción conjunta y por la otra estaba retirando<br />
a las tropas inglesas hacia Dunkerque, en vez de participar en<br />
un contraataque de los franceses para romper el cerco<br />
alemán.<br />
Pero Churchill se mantuvo inflexible y la retirada de las<br />
maltrechas fuerzas británicas siguió adelante. El ejército<br />
belga, al igual que el francés, se vio también abandonado por<br />
los ingleses. Había hecho un esfuerzo tan grande que los<br />
soldados belgas se dormían sobre sus cañones en medio de la<br />
batalla, y el rey Leopoldo consideró injusto seguir llevando<br />
casi todo el peso de la lucha y el 26 de mayo comunicó a sus<br />
aliados que el límite de la resistencia belga estaba llegando a<br />
su fin. Sin embargo, no recibió ninguna ayuda. Al siguiente<br />
día advirtió a los anglo-franceses:<br />
«El ejército belga ha cumplido su misión. Sus unidades son<br />
incapaces de volver mañana al combate. La retirada hacia<br />
Yser no puede ser porque contribuiría a congestionar el<br />
espacio que ocupan las fuerzas aliadas, ya mortalmente<br />
cercadas entre Yser, Calais y Cassell».<br />
El día 28 el rey Leopoldo capituló junto con sus tropas.<br />
Entonces Reynaud y Churchill cometieron la ingratitud de<br />
acusarlo de traición, y el monopolio de la propaganda<br />
internacional hizo un coro gigantesco a esa calumnia.<br />
En la evacuación de Dunkerque se emplearon 850 barcos, de<br />
los cuales 700 eran ingleses. Churchill admitió que 230 fueron<br />
hundidos y 43 averiados.<br />
236
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
«En Dunkerque —dice en sus Memorias— se perdió todo el<br />
equipo del ejército inglés: 7,000 toneladas de municiones,<br />
90,000 rifles, 120,000 vehículos, 8,000 cañones y 400 armas<br />
antitanque».<br />
Prácticamente sólo la aviación alemana intervino en<br />
operaciones de acoso sobre las playas e impidió que las<br />
tropas británicas se llevaran su equipo bélico. Es tan evidente<br />
que Hitler no quiso violentar más al pueblo británico<br />
aniquilándole o capturándole a sus tropas expedicionarias,<br />
que el general inglés Desmond Young aporta el siguiente<br />
testimonio en su libro «Rommel».<br />
«Speidel era jefe de la sección primera del 9o. Cuerpo en<br />
Dunkerque y confirma que fue la orden de Hitler la que evitó<br />
que von Bock usara los dos cuerpos blindados de Guderian y<br />
de von Kleist contra los ingleses que se embarcaban. Si<br />
hubieran sido usados, ni un solo soldado inglés hubiera<br />
podido salir de las costas de Francia».<br />
Otro valioso testimonio al respecto es el del Teniente Coronel<br />
francés De Cossé Brissac, quien afirma:<br />
«Hitler, especialmente, cometió el grave error de detener<br />
súbitamente la acción de las fuerzas blindadas alemanas<br />
contra la cabeza de puente aliada, que se hallaba debilitada<br />
en extremo» .<br />
Por último, el capitán inglés Liddell Hart concluye:<br />
«La escapada del ejército británico en Francia ha sido<br />
frecuentemente llamada el milagro de Dunkerque... Aquellos<br />
que lograron escapar, muy a menudo se preguntan cómo es<br />
que pudieron arreglárselas para haberlo conseguido. La<br />
respuesta es que la intervención de Hitler fue lo que los salvó<br />
cuando no había nada que fuera posible que los salvara. Una<br />
orden repentina detuvo a las fuerzas blindadas exactamente<br />
cuando éstas se encontraban a la vista de Dunkerque».<br />
La salida de 338,226 soldados británicos terminó el 4 de junio<br />
(1940). Ese día un recuento parcial alemán hacía ascender los<br />
prisioneros franceses y belgas a 330,000 y el Alto Mando<br />
anunció: «La gran batalla de Flandes y del Artoís ha<br />
237
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
terminado. Será inscrita en la historia de la guerra como la<br />
más grande batalla de aniquilamiento hasta la fecha».<br />
Y mientras esa batalla tocaba a su fin, Francia echaba mano<br />
de todas sus reservas para improvisar un nuevo frente a lo<br />
largo del río Somme. Reynaud pidió ayuda a su aliado<br />
Churchill y éste repuso que cinco escuadrillas de caza (135<br />
aviones) «volando continuamente, era todo lo que podía<br />
hacer». La situación se había agravado para Francia con la<br />
pérdida de 370,000 de sus soldados, muertos o capturados<br />
en la batalla de Flandes, y con la retirada hacia Inglaterra de<br />
las doce divisiones británicas (180,000 hombres), y todos sus<br />
servicios hasta totalizar 338,000.<br />
La segunda gran batalla, la del Río Somme, se inició la<br />
madrugada del 5 de junio con la siguiente proclama de Hitler<br />
a sus tropas:<br />
«¡Soldados!, muchos de ustedes han sellado su lealtad con la<br />
vida. Otros han resultado heridos. Los corazones del pueblo,<br />
con profunda gratitud, están con ellos y con ustedes. Los<br />
gobernantes plutocráticos de Inglaterra y de Francia que han<br />
jurado por todos los medios impedir el florecimiento de un<br />
mundo mejor, desean la continuación de la guerra. Su deseo<br />
se realizará. ¡Soldados! En este día el frente occidental vuelve<br />
a marchar. Toda Alemania está de nuevo con ustedes. Por<br />
esto ordeno que durante ocho días ondeen en toda Alemania<br />
las banderas. Esto debe constituir un homenaje en honor de<br />
nuestros soldados. Ordeno además que durante tres días<br />
repiquen las campanas. Que su eco se una a las oraciones<br />
con las cuales el pueblo alemán deberá desde ahora<br />
acompañar a sus hijos, pues hoy por la mañana las divisiones<br />
alemanas y las escuadrillas aéreas han reanudado la batalla<br />
por la libertad y el futuro de nuestro pueblo».<br />
En ese mismo frente Hitler había combatido como cabo 24<br />
años antes y había caído herido. Ahora era el jefe absoluto de<br />
Alemania y quizá muchas veces recordó los combates de<br />
septiembre de 1916, que relató como «monstruosas batallas<br />
de material, cuya impresión difícilmente se puede describir;<br />
aquello era más infierno que guerra». La historia se repetía<br />
238
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
en junio de 1940 y la batalla era más monstruosa aún. Pero<br />
así como ardía con mayor fuerza, más pronto llegaba a su fin;<br />
era la «blitzkrieg», guerra relámpago, que Hitler había pedido<br />
a sus generales basándose en los estudios de von Moltke, de<br />
Schlieffen y de Ludendorff.<br />
En medio de un sofocante calor y espesas polvaredas, a 112<br />
kilómetros al Norte de París, dos millones de combatientes<br />
eran confusamente movidos por sus estados mayores que<br />
anhelosamente buscaban la victoria. El generalísimo francés<br />
Máxime Weygand sustituyó a Gamelin y el 7 de junio decía<br />
patéticamente a sus tropas: «El futuro de Francia depende de<br />
la tenacidad de ustedes... ¡Afiáncense con firmeza al suelo de<br />
Francia!»<br />
Pero mayor era aún la firmeza de los atacantes. El Alto Mando<br />
Alemán anunció poco después: «La línea Weygand fue rota en<br />
toda su extensión y profundidad». Era ésta la alborada de la<br />
victoria. División tras división se precipitó entonces por las<br />
brechas hacia el corazón de Francia.<br />
Reynaud (Primer Ministro de Francia) había telefoneado el 5<br />
de junio a Roosevelt para pedirle premiosamente más<br />
cañones y aeroplanos. Aunque Roosevelt carecía de<br />
facultades para hacer que Estados Unidos interviniera en una<br />
guerra ajena, ordenó que le fueran enviados. El consejo<br />
supremo del Rito Escocés acababa de reunirse en Washington<br />
(31 de mayo) y había acordado que el país debería intervenir<br />
cuanto antes en la guerra. Y el 10 de junio, en un esfuerzo<br />
desesperado por apuntalar el frente antigermano, Roosevelt<br />
exhortó a los franceses a desplegar «un valeroso esfuerzo» y<br />
prometió: «Pondremos a la disposición de los enemigos de la<br />
violencia las fuentes de ayuda material de esta nación y<br />
activaremos al mismo tiempo los recursos de estas fuentes».<br />
Ese mismo día Weygand volvió a exhortar a sus tropas<br />
«para que no solamente desplieguen más valor, sino la más<br />
obstinada resistencia, iniciativa y espíritu de lucha de que son<br />
capaces. El enemigo ha sufrido fuertes pérdidas; pronto habrá<br />
de terminar su esfuerzo. Hemos llegado al último cuarto de<br />
hora. ¡Sosténganse!»<br />
239
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
El día 13 Roosevelt volvió a intervenir y cablegrafió a<br />
Reynaud que:<br />
«mientras los gobiernos aliados continúen resistiendo, este<br />
gobierno redoblará sus esfuerzos para mandarles aeroplanos,<br />
artillería y municiones».<br />
Pero al día siguiente cayó París.<br />
(Rota la Línea Weygand, la infantería alemana se precipitó por las<br />
brechas... Entre tanto, el comandante francés decía a sus tropas:<br />
«Hemos llegado al último cuarto de hora. ¡Sosténganse!»)<br />
El desmoronamiento de Francia era ya incontenible. La batalla<br />
iniciada el día 5 en el río Somme degeneraba ya el día 15 en<br />
una general persecución. Tan sólo una división blindada<br />
alemana, la 7a. de Rommel, capturó 97,000 prisioneros,<br />
incluyendo un comandante de Cuerpo de Ejército y 4<br />
comandantes de división, y destruyó y capturó 456 tanques y<br />
4,400 vehículos.<br />
240
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Reynaud fue depuesto y sustituido por el Mariscal Petain,<br />
quien el día 20 anunció qué había solicitado el armisticio por<br />
conducto de España «porque la situación militar no respondía<br />
a nuestras esperanzas después del fracaso sufrido en las<br />
líneas sobre los ríos Somme y Aisne... Saquemos la lección de<br />
la batalla perdida —añadió—. Desde el comienzo de la guerra<br />
la tendencia a divertirse era mayor que la disposición para el<br />
sacrificio. Se quiso evitar cualquier esfuerzo. Hoy tenemos la<br />
desgracia. Estuve con ustedes en los días de gloria y<br />
permaneceré con ustedes también en estos días funestos».<br />
Petain estaba así coincidiendo con un augurio del filósofo<br />
Scnubart, quien años antes de la guerra había dicho que el<br />
pueblo francés se hallaba en peligro por su inclinación a los<br />
placeres temporales: «Quien no quiere más que gozar de la<br />
vida no triunfará de ella». Sin embargo, otro importante<br />
factor que debilitó también la resistencia fue que a los<br />
franceses se les empujó a una guerra no deseada. La<br />
enemistad entre Hitler y Stalin, y el forcejeo del primero por<br />
abrirse paso a través de Polonia, era un asunto lejano que en<br />
nada afectaba la integridad de Francia.<br />
Churchill y Roosevelt se esforzaban por convencer a Petain<br />
para que abandonara al pueblo a su suerte, se trasladara a<br />
África y continuara la lucha. Pero Petain no se dejó persuadir<br />
«Si no he podido ser su espada —dijo a los suyos—, seré su<br />
escudo», y se quedó con ellos a procurar que las condiciones<br />
del armisticio fueran lo más benignas posible. Consiguió<br />
muchísimo para su pueblo, pero este rasgo no se lo<br />
perdonaron jamás los estadistas de Occidente. Ciertamente la<br />
guerra no se había iniciado atendiendo a los intereses del<br />
pueblo francés, y quien se detuviera a reflexionar en ellos<br />
traicionaba automáticamente la secreta causa internacional.<br />
Posteriormente Petain iba a pagar con prisión perpetua su<br />
lealtad al pueblo francés y su temporal deslealtad a las miras<br />
internacionales de la guerra.<br />
La aventura bélica a la cual fue lanzada Francia a fin de evitar<br />
que Alemania se abriera paso a través de Polonia para su<br />
lucha contra la URSS, se epilogó en el armisticio firmado en el<br />
bosque de Compiegne, en el mismo carro de ferrocarril donde<br />
241
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
22 años antes Inglaterra, Francia y Estados Unidos habían<br />
dictado el armisticio a Alemania. Hitler estuvo presente en la<br />
ceremonia cuando fueron recibidos los representantes<br />
franceses encabezados por el general Huntziger.<br />
Contrastando con la ceremonia del armisticio de 1918, en la<br />
cual los representantes alemanes saludaron y no obtuvieron<br />
respuesta, ni ninguno de los presentes se puso de pie para<br />
recibirlos, Hitler sí se paró al entrar la delegación francesa.<br />
Hicieron lo mismo el general Keitel, jefe del Alto Mando<br />
Alemán, y el general Brauchitsch, comandante del ejército. A<br />
continuación se dio lectura a una declaración a nombre del<br />
Fuehrer, en que se hacía constar que Francia había<br />
presentado una resistencia heroica y que «por lo tanto,<br />
Alemania no tiene la intención de dar a las condiciones del<br />
armisticio o a las negociaciones sobre dicho armisticio rasgos<br />
de insultos frente a un adversario tan valiente». Se agregaba<br />
que el único propósito de Alemania era terminar el conflicto<br />
con la Gran Bretaña y restablecer la paz en Europa.<br />
Después de esos conceptos que abrían a Francia las puertas<br />
de la reconciliación, Alemania habló con hechos y por tanto en<br />
las condiciones del armisticio no pidió territorio francés, ni<br />
colonias francesas y ni siquiera la flota francesa. La condición<br />
más dura, pero ineludible, consistía en ocupar temporalmente<br />
la costa de Francia, mientras se resolvía la guerra con el<br />
Imperio Británico. No ocuparla habría equivalido a dejar las<br />
puertas abiertas para que los ingleses regresaran.<br />
Contrastando también con el armisticio de la primera guerra,<br />
se permitió a la delegación francesa que se comunicara<br />
telefónicamente con su gobierno. Veintidós años antes se<br />
había puesto a los representantes alemanes en la disyuntiva<br />
de contestar «sí» o «no» a las condiciones, sin opción de<br />
consultar.<br />
Con todas estas diferencias, en momentos en que los<br />
vencedores podían haber hecho gala de altanería y venganza,<br />
Hitler estaba demostrando una vez más que no abrigaba<br />
ningún sentimiento de enemistad hacia los países<br />
occidentales. Las negociaciones del armisticio, que estuvieron<br />
242
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
muy lejos de ser una democrática «rendición incondicional»,<br />
terminaron el 22 de junio y las hostilidades cesaron a la 1.35<br />
del día 24. La ceremonia final se desarrolló de la siguiente<br />
manera:<br />
«En todas las caras se refleja la seriedad y la grandeza de<br />
esta hora. Los delegados franceses con dificultad logran<br />
disimular su intensa emoción. Han venido como soldados a<br />
Compiegne para recibir las condiciones del armisticio. Ahora<br />
deben declarar si Francia depone o no las armas. En el salón<br />
donde se llevan a cabo las negociaciones no se oye el menor<br />
ruido. Todos miran hacia Huntziger, quien preside la<br />
delegación francesa, y que ahora, frente al coronel general<br />
Keitel, declara: 'al poner la firma la delegación francesa, por<br />
orden del gobierno francés, al pacto del Armisticio, los<br />
plenipotenciarios franceses consideran necesario hacer la<br />
siguiente declaración: Bajo el imperativo del destino forjado<br />
por las armas, que obliga a Francia a abandonar la lucha en la<br />
cual se encontraba inmiscuida al lado de su aliada, Francia ve<br />
que le han sido impuestas rigurosas demandas en condiciones<br />
tales que aumentan considerablemente el peso de éstas.<br />
Francia tiene el derecho a esperar que en las futuras<br />
negociaciones Alemania se dejará guiar de un espíritu que<br />
haga posible a los dos grandes pueblos vecinos el vivir y<br />
trabajar en paz. El presidente de la delegación alemana,<br />
como soldado, comprenderá muy bien la amarga hora y el<br />
doloroso destino que a Francia le esperan'.»<br />
El coronel general Keitel (jefe del Alto Mando Alemán)<br />
contestó:<br />
«Confirmo la declaración recibida aquí respecto a la<br />
disposición de firmar el armisticio por orden del gobierno<br />
francés. A las declaraciones que el señor general ha<br />
agregado, solamente puedo dar la contestación de que<br />
también es honroso para un vencedor el honrar al vencido en<br />
la forma que le corresponde».<br />
A continuación Keitel rogó a todos los delegados que se<br />
pusieran de pie en honor de los caídos, mientras decía:<br />
243
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
«Todos los miembros de las delegaciones francesa y alemana<br />
que se han puesto de pie, cumplen en este momento con el<br />
deber que el valiente soldado alemán y el francés han<br />
merecido. A todos los que han derramado su sangre y que<br />
han sufrido por la patria, les rendimos honores al ponernos de<br />
pie».<br />
El Dr. Paul Schmidt, Jefe de Intérpretes de la Wihelmstrasse,<br />
reveló posteriormente:<br />
"Después de la firma del armisticio, sólo Keitel, Huntziger y<br />
yo permanecimos en el histórico carro. Keitel dijo entonces al<br />
general francés Huntziger: 'No quiero dejar, como soldado, de<br />
expresarle a usted mi simpatía por el triste momento que<br />
como francés, ha experimentado usted. Su pena puede<br />
aliviarse ante el convencimiento de que los soldados<br />
franceses lucharon valerosamente, según yo deseo<br />
expresamente manifestarle'. El alemán y el francés estaban<br />
de píe, silenciosos; ambos tenían los ojos llenos de lágrimas.<br />
'Usted, general —añadió Keitel—, ha representado los<br />
intereses de su patria con gran dignidad en estas difíciles<br />
negociaciones', y le dio a Huntziger un apretón de manos».<br />
Era aquella una paz entre soldados...<br />
Muy ajeno estaba Keitel de imaginar que cuando cinco años<br />
más tarde la suerte lo colocara en el lugar del vencido, no<br />
habría para él ningún rasgo de caballerosidad. La<br />
«democrática» rendición incondicional, la horca y la<br />
dispersión de sus cenizas era el fin que le esperaba<br />
Tras la rendición, a Francia se le permitió conservar su flota y<br />
sus instituciones gubernamentales. Sus archivos, su historia,<br />
sus métodos escolares, sus relaciones diplomáticas, no fueron<br />
interferidos. Paradójicamente, en la desventura de su<br />
capitulación tuvo más que sentir de sus aliados que de sus<br />
vencedores. Por ejemplo, a medida que la batalla de Francia<br />
iba siendo ganada por los alemanes, la propaganda<br />
internacional fue forzando más sus métodos para desfigurar<br />
la verdad. Al iniciarse la ofensiva alemana el 10 de mayo, esa<br />
propaganda dijo que los nazis arrojaban paracaidistas<br />
disfrazados de sacerdotes y monjes y que sus éxitos se<br />
244
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
debían al increíble número de traidores y quintacolumnistas.<br />
Numerosas publicaciones militares francesas y el historiador<br />
británico Hart, niegan enfáticamente esos embustes.<br />
Cuando tales infundios fueron ya insostenibles y el avance<br />
alemán proseguía, la propaganda dijo que los nazis utilizaban<br />
8,000 tanques y que superaban numéricamente a los<br />
franceses. La revista francesa «Illustration» y el teniente<br />
coronel De Cossé Brissac («La Campaña de Francia»), niegan<br />
rotundamente esa afirmación. Coincidiendo con los<br />
anteriores, la «Revue Historique de L'Armée», dice que el<br />
tanque francés «Somua» era más poderoso que el Panzer III<br />
de los alemanes, pero que éstos tuvieron «mejores planes de<br />
fuego, de maniobra y de transmisiones, y sus tripulantes iban<br />
imbuidos de mejor espíritu de lucha».<br />
Después de prolijas investigaciones históricas el capitán inglés<br />
Liddell Hart confirma todo lo anterior y añade en su libro «La<br />
Defensa de Europa»:<br />
«No es cierto que Hitler obtuvo la victoria porque contaba con<br />
fuerzas abrumadoramente superiores. De hecho, Alemania no<br />
movilizó tantos hombres como sus oponentes... Lo que<br />
decidió la contienda fueron las rápidas embestidas de sólo 10<br />
divisiones blindadas escogidas —el 8% del Ejército— antes de<br />
entrar en acción el grueso de las fuerzas.<br />
»Tampoco tenía el ejército alemán mucho mayor número de<br />
tanques que los aliados, como la gente creía en aquella<br />
época... Alemania empleó sólo 2,800 tanques en la fase inicial<br />
y decisiva de la invasión. Ahora bien, los empleó de la manera<br />
más provechosa posible».<br />
La división blindada (panzer) era una afinada amalgama de<br />
todas las armas. Su gran potencia de fuego, su extraordinaria<br />
movilidad, su cuidadosa coordinación mediante centenares de<br />
radiotransmisiones y el espíritu combativo de sus integrantes<br />
la hacían terriblemente eficaz para perforar defensas y<br />
penetrar hasta la retaguardia enemiga. Cada división blindada<br />
(participaron 10 en la ofensiva contra Francia) constaba de un<br />
regimiento acorazado de 220 tanques, un regimiento de<br />
fusileros motorizados, un batallón de motociclistas, un<br />
245
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
regimiento de artillería motorizada, un batallón acorazado de<br />
reconocimiento, un batallón antitanque, un batallón de<br />
ingenieros, un batallón de transmisiones, un batallón<br />
motorizado de artillería antiaérea y una escuadrilla de<br />
reconocimiento aéreo. Las panzer, en combinación con los<br />
aviones de vuelo picado, formaban la espina dorsal de la<br />
«blitzkrieg».<br />
Contra los 2,800 tanques alemanes lanzados en la campaña<br />
de Francia, el ejército francés enfrentaba 2,361 tanques<br />
modernos y 600 antiguos y disponía de 584 más en la<br />
reserva, según recopilaciones hechas por el teniente coronel<br />
Gonzalo D. de la Lastra, del ejército español. Este dato lo<br />
comprueban indirectamente las autorizadas publicaciones<br />
francesas «La Revista de Defensa Nacional» y la «Revue<br />
Historique de L'Armée», las cuales revelaron que según los<br />
archivos oficiales franceses no existía superioridad de tanques<br />
alemanes. Las dos revistas afirman que los efectivos eran<br />
más o menos iguales por parte de los alemanes y los<br />
franceses. Añadiendo los tanques ingleses y belgas, las<br />
fuerzas blindadas aliadas eran numéricamente superiores.<br />
Las cantidades de aviones también fueron escandalosamente<br />
exageradas. La Luftwaffe apenas igualaba en número a las<br />
aviaciones combinadas de Inglaterra, Francia, Holanda y<br />
Bélgica (alrededor de 3,000 aparatos de cada bando), si bien<br />
las superaba en algunos aspectos de calidad, organización y<br />
espíritu de combate.<br />
Por último, cuando Francia se desplomó y se hizo patente que<br />
100 divisiones alemanas habían derrotado y eliminado como<br />
fuerza combatien-te a 155 divisiones aliadas, la propaganda<br />
realizó un supremo esfuerzo para oscurecer y empequeñecer<br />
este triunfo a fin de no desmoralizar a otros pueblos que a su<br />
turno deberían ser lanzados también a la contienda. En esa<br />
tarea para deformar la verdad, la propaganda no se detuvo<br />
en arrojar lodo sobre Francia atribuyéndole toda la<br />
responsabilidad del desastre. Y así fue como el 18 de junio<br />
Churchiíl culpó de la derrota a los franceses y dijo —porque a<br />
posteriori es muy fácil prescribir remedios ya imposibles—<br />
246
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
que debían haber ordenado una retirada al ser roto el frente<br />
de Sedán.<br />
El Alto Comisionado de Propaganda de Francia, Jean Prevost,<br />
refutó el 25 de ese mes:<br />
«Pedimos a nuestros amigos de América que traten de<br />
comprender bien toda la tristeza inmensa de Francia...<br />
Quisiéramos que nuestros amigos ingleses respetasen nuestro<br />
dolor e hiciesen su propio examen de conciencia... Los<br />
gobiernos de Daladier y de Reynaud no cejaron en su empeño<br />
de demostrar al gobierno de la Gran Bretaña la dificultad que<br />
teníamos en mantener sobre las armas hombres de 48 años<br />
de edad, mientras que Inglaterra no llamaba siquiera a sus<br />
jóvenes de 26 años».<br />
Churchill guardó silencio ante esa fundada réplica. En cambio,<br />
ordenó que la flota británica del Mediterráneo se acercara<br />
sigilosamente a la base de Mers-el-Kevir, en África, y<br />
cañoneara por sorpresa a la flota francesa, que había sido<br />
respetada por Hitler. Los marinos franceses no tuvieron<br />
siquiera oportunidad de defenderse, anclados como se<br />
hallaban, y mil de ellos perecieron. Churchill pudo entonces<br />
vanagloriarse de esta hazaña de guerra.<br />
Ahí se tenía a la Inglaterra, escribió, «descargando implacable<br />
un tremendo golpe contra sus más queridos amigos de ayer y<br />
asegurándose así el indiscutible dominio de los mares. Se hizo<br />
patente para todos que el Gabinete de Guerra de la Gran<br />
Bretaña nada temía, ni se detenía ante nada».<br />
En el juego de la política internacional —manejada por el<br />
movimiento político judío— el pueblo francés era ya un limón<br />
a medio exprimir. Sus antiguos aliados le volvieron la espalda<br />
con desdén. De cada cuatro franceses movilizados para la<br />
guerra, uno había caído en la batalla o había sido capturado.<br />
Esta proporción parecía insignificante a los antiguos aliados<br />
de Francia, por lo cual no cesaban de recriminarla.<br />
Al sangriento precio de 70,000 muertos y 318,000 heridos, el<br />
Ejército Francés había ocasionado al Ejército Alemán 156,465<br />
bajas (27,047 muertos, 18,384 desaparecidos y 111,034<br />
heridos). Pero esto no se le tomaba en cuenta a Francia<br />
247
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
porque había desoído la consigna internacional y pactado el<br />
armisticio.<br />
No tardarían en buscarse conductos ocultos para aprovechar<br />
los recursos franceses que habían quedado en pie. La defensa<br />
del marxismo demandaba esfuerzos incesantes en todos los<br />
confines de Europa.<br />
248
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Resumen:<br />
El 1 de septiembre de 1939, las fuerzas armadas alemanas<br />
invaden Polonia; los gobiernos Ingles y Francés habían<br />
pactado una alianza con Polonia, por lo que, el 3 de<br />
septiembre le declararon la guerra a la Alemania Nazi.<br />
Así comenzaría la segunda guerra mundial, la más violenta,<br />
exterminadora y destructiva de cuantas guerras ha conocido<br />
la historia.<br />
Duro 6 años y arrastró en su torbellino ha muchos de los<br />
países del mundo.<br />
- Las bajas totalizaron aproximadamente cincuenta millones<br />
de muertos y cincuenta y cinco millones de heridos y<br />
mutilados.<br />
- Los gastos militares directos de los beligerantes se expresan<br />
en la cifra realmente astronómica de un billón ciento<br />
diecisiete mil millones de dólares.<br />
- La segunda guerra fue engendrada por el sistema capitalista<br />
y fue resultado de un drástico endurecimiento de los<br />
antagonismos imperialistas.<br />
- Alemania, Japón e Italia habían llegado tarde al reparto del<br />
mundo del siglo XIX...<br />
- Y les toco realmente muy poco territorio para conquistar y<br />
colonizar.<br />
- Alemania solamente alcanzo su unidad nacional en 1870, lo<br />
mismo que Italia.<br />
- Japón, también por esas fechas salió de su aislamiento de<br />
Estado feudal e inicio su proceso de modernización en todos<br />
los sentidos.<br />
- El imperio alemán perdió sus colonias, la guerra y su<br />
249
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
condición de imperio al ser uno de los principales perdedores<br />
de la primera guerra mundial.<br />
- Japón e Italia fueron de los ganadores en esa contienda,<br />
pero en el posterior reparto del mundo por las principales<br />
potencias no fueron favorecidos como esperaban y se<br />
sintieron defraudados.<br />
- Todos los vencedores tenían su propio programa de violenta<br />
redistribución del mundo.<br />
- Se enfrentaron inicialmente a este bloque o eje Berlín,<br />
Tokio, Roma parte de la coalición vencedora en la primera<br />
guerra mundial, El imperio Ingles y La republica Francesa.<br />
Posteriormente entro en el conflicto al ser agredida por<br />
Alemania la Unión Soviética (URSS), un país formado por los<br />
restos del imperio Ruso, uno de los perdedores de la primera<br />
guerra mundial, y poco después se unió Estados Unidos al ser<br />
agredidos por el Imperio Nipón.<br />
De hecho desde 1931 existía un estado de guerra entre el<br />
Imperio Japonés y China, por lo que ya había una guerra de<br />
regular intensidad en el Pacifico, antes de 1939.<br />
Además en 1936 el Imperio Italiano agredió y conquisto a<br />
Etiopía, un país independiente del África Oriental.<br />
-Causas y Antecedentes:.<br />
Primera Guerra Mundial<br />
Una de las principales cusas de la Segunda Guerra Mundial<br />
(1939-1945) fue la Primera guerra mundial (1914-1918) y<br />
sus resultados: se podría afirmar que la Primera Guerra<br />
Mundial fue la guerra de los “Imperios”.<br />
Básicamente los imperios Austro-Húngaro, Alemán y<br />
Turco,llamados"Imperios Centrales", contra el Imperio Ruso,<br />
Británico, Italiano y Japonés, Francia y Estados Unidos, dos<br />
republicas Imperialistas.<br />
250
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
El resultado Final de esa primera gran conflagración del siglo<br />
XX fue la desaparición como unidades políticas de los<br />
imperios Alemán, Austro-Húngaro, Otomano y Ruso y la<br />
aparición en escena de numerosas naciones estado formadas<br />
con parte de los restos de estos Imperios: Finlandia, Lituania,<br />
Estonia, Latvia, Polonia, Checoslovaquia, Yugoslavia, Croacia,<br />
Bosnia, Servia, Monte negro y Macedonia<br />
Japón<br />
Japón en 1931 ocupo de manera violenta a Manchuria la más<br />
rica, extensa y norteña de las provincias chinas creando allí<br />
un “estado títere” denominado Manchukuo, cuyo emperador,<br />
impuesto por los japoneses fue Henry Pu Yi, el ultimo<br />
emperador de china de la dinastía Manchu, (por ser originaria<br />
de Manchuria), depuesto hacia ya algunos años por los chinos<br />
republicanos...<br />
Posteriormente en 1937 militares japoneses insubordinados<br />
del llamado ejercito japonés de Kwangtung provocaron un<br />
violento incidente del cual culparon a una unidad cercana del<br />
ejercito chino,lo cual fue el pretexto para una guerra abierta y<br />
más o menos formal pero no declarada del Imperio Japonés<br />
contra la Republica China misma que se caracterizo por las<br />
rápidas y sangrientas victorias de las fuerzas armadas<br />
japonesas sobre los chinos.<br />
Muchas de las principales ciudades chinas como Beijing,<br />
Shangai y Nanking fueron tomadas y ocupadas por los<br />
japoneses.<br />
Japón se convirtió en un país imperialista agresivo, no<br />
obstante hacia fines de los treintas Japón tenía solamente el<br />
décimo lugar como país industrializado, aunque contaba con<br />
un gran y moderno ejercito, fuerza aérea y armada, además<br />
de una marina mercante numerosa y bien equipada.<br />
Las ambiciones imperiales de los militares japoneses eren<br />
extraordinarias y desproporcionadas con la capacidad real del<br />
país para hacer una “guerra moderna” pues Japón no era<br />
autosuficiente en materia alimentaría y la mayor parte de las<br />
251
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
necesarias materias primas para su industria eran<br />
importadas, dependiendo para ello del comercio exterior y del<br />
transporte marítimo adecuado.<br />
Esto era más que evidente en lo que se refiere a petróleo,<br />
mineral de hierro y chatarra para su industria siderurgica,<br />
algodón y lana para su industria textil, cobre, cromo,<br />
manganeso y níquel para la producción de metales<br />
industriales, etc.: Japón tenia que exportar/ importar o morir<br />
en los treintas, por lo que cualquier medida de bloqueo o<br />
boicot por parte de los imperios occidentales era de gran<br />
impacto negativo y desde luego, considerada como un<br />
deliverado acto hostil.<br />
Y eso mismo ocurrió ya a finales de los treintas y principios de<br />
los cuarentas cuando el Imperio Británico, Estados Unidos y<br />
Francia iniciaron una especie de “Guerra Fría”, bloqueando su<br />
comercio exterior con Japón, debido a las agresiones contra<br />
los intereses de esas potencias en China y contra China en si<br />
cuando la guerra no declarada que se inicio en 1937 era ya<br />
un proceso en desarrollo.<br />
Japón por lo tanto, ocupo puertos y terminales ferroviarias<br />
chinas que permitían el abastecimiento de material bélico de<br />
los chinos por parte de los ingleses, franceses y<br />
norteamericanos...<br />
No obstante esas efectivas acciones bélicas China continuo<br />
recibiendo cierto auxilio en material bélico por parte de la<br />
URRS, mismo que recibían los chinos por largas y peligrosas<br />
rutas terrestres, por lo que estos suministros nunca fueron<br />
muchos y mucho menos, suficientes.<br />
Estados Unidos por su parte, ya en un estado de Guerra fría<br />
contra Japón desde 1940 traslado la mayor parte de su flota<br />
de guerra del Pacifico de su base principal que era en San<br />
Diego, California a la base naval de Pearl Harbor en Hawai, y<br />
reforzó considerablemente su guarnición militar en su<br />
posesión de las islas Filipinas.<br />
El Imperio Británico hizo lo mismo y pese a estar ya en plena<br />
guerra contra Alemania,ya desde 1940 reforzó su gran base<br />
252
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
naval de Singapur y también su guarnición en la posición<br />
británica de Malasia, desde entonces importante productor y<br />
exportador de hule y de estaño.<br />
Tanto Estados Unidos como el Imperio Británico vendieron<br />
una buena cantidad de aviones de combate al Imperio<br />
Holandés en Indonesia, que entonces era una colonia<br />
holandesa, cuyo principal producto que Japón necesitaba para<br />
sus afanes bélicos era petróleo y hule...<br />
Para la economía de guerra de Japón ya en 1940 o 1941 era<br />
necesario importar/ exportar o perecer pues su aviación y<br />
blindados no tendría gasolina, ni hule para los neumáticos, ni<br />
acero para todo tipo de material bélico, de continuar el<br />
bloqueo por parte de Estados Unidos e Inglaterra.<br />
Por lo mismo Japón decidió atacar a ambas potencias con la<br />
intención de ocupar Indonesia, Malasia, Birmania para poder<br />
seguir contando con el petróleo y Hule necesarios para<br />
continuar su guerra en China...<br />
Italia<br />
El cobeligerante reino de Italia salió de la primera guerra<br />
mundial profundamente frustrado por los pocos beneficios<br />
territoriales a expensas del fenecido imperio Austro- Húngaro<br />
que recibió después de la primera guerra mundial.<br />
Además, reinaba una profunda crisis económica y política, con<br />
graves problemas de desempleo y endeudamiento, todo lo<br />
cual estimulo el surgimiento de una nueva ideología que<br />
retomaba elementos del anterior proceso de unificación como<br />
el orgullo nacionalista,y la herencia del Imperio Romano unido<br />
al sentimiento de superioridad cultural y racial, la fuerza<br />
militar y la existencia de un líder capas de integrar los<br />
intereses te los diferentes sectores sociales, donde el líder o<br />
“duce” los encausaría hacia metas propiamente nacionales<br />
como seria la defensa de la patria y la constitución de un<br />
nuevo Imperio.<br />
La nueva ideología, “futurista”, fue el fascismo tomado del<br />
nombre de una organización creada por Benito Mussolini, Los<br />
253
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
"fascios di combatimiento", tomando como modelo los<br />
cuerpos militares de la antigua Roma organizados bajo el<br />
símbolo de las fasces-haces o conjuntos de varas que<br />
portaban los ministros romanos.<br />
Despues del éxito “De la Marcha sobre Roma”, que que<br />
realisada en 1922 para demostrar su poder, por Mussolini y<br />
muchos "fascios di combatimiento", uniformados y armados,<br />
desde el norte industrial de Italia, el Rey Vittorio Emmanuel<br />
III otorgo el poder a Mussuolini para que formara un nuevo<br />
gobierno capaz de frenar la violencia y anarquía desatada por<br />
los elementos socialistas y/ o comunistas que “tomaban”<br />
fabricas ayuntamientos y demás edificios públicos por toda<br />
Italia.<br />
Mussolini domino gradualmente todos los mecanismos del<br />
gobierno, hasta llegar a detentar poderes casi absolutos a<br />
pesar de que el monarca seguía siendo jefe de estado.<br />
El Duce acumulo los títulos de Jefe de Gobierno, Primer<br />
Ministro, Secretario de Estado y caudillo del partido fascista,<br />
pudiendo además legislar personalmente por decreto.<br />
El reino de Italia se transformo en un Estado Fascista: el<br />
poder supremo estaba en manos del Gran Consejo Fascista,<br />
al que pertenecían los altos cargos del partido y cuyo<br />
presidente era el Primer Ministro-El Duce-y este organismo<br />
elegía a los candidatos a la cámara de diputados y tenia la<br />
prerrogativa de ser consultado sobre cualquier asunto<br />
considerado importante.<br />
El gobierno fascista inicialmente se vio favorecido por el<br />
cambio positivo en la economía mundial lo que permitió la<br />
consolidación de la política económica y social del régimen en<br />
cuestiones tales como el aumento del nivel de ingresos la<br />
reducción del desempleo el crecimiento cualitativo y<br />
cuantitativo importante en la industria, el comercio y la<br />
agricultura, en buena medida promovida por el régimen y se<br />
alcanzó un sano equilibrio en las finanzas del estado.<br />
Con el logro del orden interno y las importantes mejoras en la<br />
economía, Mussolini justificaba ante la ciudadanía las medidas<br />
254
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
dictatoriales.<br />
Un triunfo diplomático e ideológico de Mussolini fue la<br />
solución al llamado “Problema Romano” que consistía en<br />
reanudar las relaciones entre el gobierno de Italia y el<br />
Vaticano, interrumpidas desde la época de la unificación.<br />
De esa manera obtuvo Mussolini el apoyo ideológico de la<br />
Iglesia Católica que ayudo a consolidar su régimen.<br />
El tratado de Letrán fue el concordato que reconoció la<br />
soberanía del Papa con dominio exclusivo sobre la ciudad del<br />
vaticano y se declaraba al catolicismo como la religión oficial<br />
del Estado Italiano.<br />
Se permitía además que la educación religiosa continuara en<br />
las escuelas publicas primarias e incluso en las secundarias,<br />
aunque se establecía que la iglesia no tendría ingerencia<br />
alguna en aquellos asuntos cuyo manejo se reservaba el<br />
estado.<br />
La política exterior del régimen fascista<br />
En la política exterior de Mussolini anterior a la alianza con<br />
Alemania en 1936 hay dos etapas.<br />
La primera, entre 1922 y 1930 fue un intento para conseguir<br />
para Italia la hegemonía en la región balcánica y<br />
mediterránea.<br />
- En 1923 ocupó la isla de Corfú, situada al noroeste de<br />
Grecia.<br />
- Un hecho que provocó la protesta inútil de la Sociedad de<br />
Naciones.<br />
- En 1924 firmo un tratado de amistad con Yugoslavia por el<br />
que renunciaba Italia a sus aspiraciones sobre la costa<br />
Dálmata a cambio de la zona y puerto de Fiume.<br />
- También ese año ocupo la totalidad de Somalia basándose<br />
en un tratado de 1889.<br />
- Por ultimo, intervino en los asuntos internos de Albania y el<br />
1927 convirtió a este reino prácticamente en un protectorado<br />
italiano.<br />
255
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
La conciliación con el Vaticano significo para Mussolini contar<br />
prácticamente con la bendición Papal para sus acciones y el<br />
perfilarse como el principal defensor de la lucha europea<br />
contra el comunismo.<br />
Tan buena era su relación con el Imperio Británico y Francia<br />
que en 1935 en la Conferencia de Stressa, condeno junto con<br />
estos países el expansionismo Alemán.<br />
- Incluso movilizó tropas hacía la frontera con Austria,<br />
amenazando con intervenir cuando en 1934 este país sufrió<br />
un primer intento de anexión por parte de la Alemania<br />
Hitleriana.<br />
La segunda fase de la política exterior fascista entre 1935 y<br />
1936, estuvo marcada por la pretensión de Mussolini de<br />
reconstruir al antiguo Imperio Romano cuando se trataba de<br />
desviar la opinión publica para olvidar o relegar los problemas<br />
económicos derivados de la Gran Depresión.<br />
- Los hechos imperiales se concretaron con la conquista de<br />
Libia y Etiopía.<br />
Sobre Libia, los tratados Internacionales reconocían el<br />
derecho Italiano, pero la ocupación nunca se logro<br />
plenamente.<br />
- En 1925 se llego a un acuerdo fronterizo y, en 1935, Italia<br />
ocupo Libia de manera efectiva y total.<br />
Respecto a Etiopía, fue atacada sin previa declaración de<br />
guerra en el otoño de 1935.<br />
- Pese a la resistencia Etiope en mayo de 1936 los ejércitos<br />
Italianos ocuparon Addis Abeba la capital, y proclamaron al<br />
rey de Italia Vittorio Emmanuel III como emperador de<br />
Etiopía...<br />
- Este hecho imperialista fue el primer caso de agresión, de<br />
una nación sobre otra realizado después de los tratados de<br />
Paz, a pesar de todos los intentos por evitar nuevas<br />
violaciones al derecho internacional.<br />
256
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
La protesta de los Países Miembros de la Sociedad de<br />
Naciones- Dirigida por Francia y Gran Bretaña- fue unánime<br />
pero el organismo fracaso en su intento por castigar al reino<br />
de Italia y sólo consiguió la aprobación de un boicot, de echo<br />
poco efectivo internacional, de echo poco efectivo, que<br />
impedía vender a este país armas y carburantes, además de<br />
prohibir el concederle créditos.<br />
El fascismo se anoto así sus primeros triunfos en su carrera<br />
imperialista para posteriormente dar comienzo a una nueva<br />
aventura bélica, junto con la Alemania de Hitler cuyos<br />
resultados serian sumamente cruentos además de implicar<br />
finalmente la desaparición del régimen fascista y la muerte<br />
violenta de Mussolini.<br />
Alemania<br />
El ex-imperio Alemán fue el segundo perdedor de la primera<br />
guerra mundial, perdió el Imperio y el ser Imperio además de<br />
que fue obligada a pagar costosísimas y extensas<br />
reparaciones de guerra que Alemania no estaba en<br />
condiciones de pagar, incluían además del pago en especie la<br />
entrega a los aliados de su flota mercante, los ferrocarriles y<br />
parte de su producción de carbón y hierro.<br />
Las exigencias eran exorbitantes sobre todo por las<br />
circunstancias de Alemania que devastada por la guerra veía<br />
reducidas sus zonas industriales y disminuida su población<br />
como resultado de la cesión de territorios a que fue obligada<br />
por los acuerdos internacionales de paz.<br />
Alemania desde luego que se resistió a cumplir lo imposible, y<br />
posteriormente se negociaron arreglos que disminuyeron los<br />
pagos y dieron más tiempo para hacer los mismos.<br />
Puede esperarse un profundo descontento popular por los<br />
resultados de la primera guerra mundial siendo este mucho<br />
mayor en los excombatientes que no solo deseaban vengarse<br />
de los extranjeros, sino además se sentían traicionados por<br />
los partidos políticos alemanas- socialdemócrata, demócrata y<br />
257
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
centro católico- que integraron el nuevo gobierno republicano<br />
al terminar la guerra y a quienes toco aceptar el humillante<br />
Tratado de Versalles.<br />
Obligados por su propio gobierno ha abandonar las fuerzas<br />
armadas para dar cumplimiento al acuerdo de paz<br />
muchísimos soldados alemanes se habían quedado sin<br />
ocupación y constituían lo que se llamo el sector social de los<br />
desclasados por no pertenecer a una clase social definida, sin<br />
encontrar el modo de ganarse la vida fuera de las actividades<br />
propiamente militares.<br />
El pueblo Alemán tenia un profundo orgullo nacionalista<br />
fundamentado no solo por las victorias obtenidas durante el<br />
siglo XIX por el poderoso ejercito prusiano, sino también en<br />
mucha de la filosofía y la literatura alemana que en esa época<br />
se distinguieron por la fuerza de su nacionalismo basado en la<br />
pretensión de la supuesta superioridad racial del pueblo<br />
germano sobre todos los demás pueblos.<br />
El nacional socialismo (o nazismo) fue un movimiento político<br />
ultanacionalista iniciado en 1920 con la creación del partido<br />
Nacional Socialista Alemán del Trabajo—Nationalsozialistche<br />
Deutsche Arbeiter- Patrtei, NSDAP-, También conocido como<br />
partido Nazi, tenia muchos puntos en común con el fascismo<br />
Italiano pero sus raíces ideológicas eran típicamente<br />
Alemanas así como los acontecimientos que le dieron origen.<br />
Formado en la región Baviera sobretodo por excombatientes<br />
entre los cuales destaco Adolfo Hitler, nacido en una pequeña<br />
localidad austriaca próxima a la frontera con Alemania: en la<br />
zona de encuentro de los dos estados Alemanes cuya unión<br />
era el sueño de las jóvenes generaciones.<br />
Después de la guerra Hitler se traslado a Munich, Alemania<br />
ingresando en el Partido Obrero Nacional (DAP) alemán,<br />
donde destaco por su capacidad de orador político y por<br />
algunos actos de espionaje exitosos. Al elaborar el DAP un<br />
programa de 25 puntos en cuya redacción intervino Hitler, fue<br />
nombrado jefe de propaganda del partido. Dicho programa<br />
anticipaba muchos de los objetivos fundamentales del<br />
Nazismo:<br />
258
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
v Lucha contra el Tratado de Versalles<br />
v Constitución de la Gran Alemania, desde luego incluyendo a<br />
Austria<br />
v Expansión Imperial para obtener el necesario espacio vital<br />
v Antisemitismo-ningún judío podía ser miembro de la nación<br />
alemana<br />
v Xenofobia étnica- se pedía a todos los no arios abandonar<br />
Alemania<br />
v Limitación de la libertad de prensa y de arte<br />
v Rearme y constitución de fuerzas armadas del tamaño y la<br />
calidad adecuadas<br />
En 1920, el DAP se transformo en el NSDAP tras unírsele<br />
otros tres partidos políticos pequeños siendo Hitler el jefe del<br />
nuevo partido desde Agosto de 1921.<br />
Pronto se estableció una nueva táctica para efectuar la lucha<br />
callejera contra los partidos democráticos y se formaron las<br />
“tropas de asalto” (SA) llamadas también “camisas pardas”<br />
por el uniforme de corte militar que portaban además, el<br />
Partido Nazi adquirió un periódico diario como su portavoz, y<br />
comenzó a utilizar como símbolo la bandera con la cruz<br />
gamada o suástica.<br />
En 1923 ya con unos cincuenta mil afiliados por lo que Hitler<br />
considero que el partido era lo suficientemente fuerte como<br />
para intentar un “Golpe de Estado” contra el débil gobierno de<br />
la republica de Weimar. El movimiento rebelde fracaso, y<br />
Hitler fue encarcelado.<br />
Durante su breve estancia en prisión, Hitler escribió un libro<br />
en el que definía su doctrina al que titulo Mein Kampf (Mi<br />
Lucha) en el afirma su creencia en la superioridad de los<br />
arios, la raza alemana, cuya fuerza debía apoyarse en la<br />
debilidad de las razas inferiores- la judía y la eslava-, que de<br />
una manera u otra habían usurpado los territorios<br />
259
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
correspondientes al lebensraum- espacio vital- de los<br />
alemanes. Alemania debería dominar y colonizar todos los<br />
paises situados en la cuenca del rió Danubio y además<br />
proponía colonizar Rusia y los países de la Europa Nororiental<br />
absorbiendo o de plano eliminando físicamente a la población<br />
de esas regiones según la conveniencia de los intereses<br />
germanos consideraba indispensable destruir por completo<br />
cualquier grupo o persona que pudiera ser obstáculo para el<br />
logro de esos propósitos. Se refería en especial a los<br />
comunistas y a los judíos, atribuyendo a estos últimos mucha<br />
de la responsabilidad en las desgracias ocurridas<br />
recientemente al pueblo alemán.<br />
Al comenzar la década de los treintas los problemas de<br />
Alemania se agravaron por la crisis económica originada en<br />
EUA. ya que fue afectada más rápidamente y en forma más<br />
grave que otras naciones europeas.<br />
La producción industrial alemana disminuyo notablemente y<br />
solo sobrevivieron algunos de los grandes consorcios que a su<br />
vez absorbieron algunas de las pequeñas y medianas<br />
empresas en quiebra, lo cual trajo como consecuencia un<br />
gran aumento de la desocupación incluso en los sectores<br />
comercial y agrícola.<br />
El gobierno de la republica de Weimar, conformado por tres<br />
facciones ideológicas distintas fue bastante incapaz de<br />
resolver la crisis económica lo que aumento<br />
considerablemente el descontento popular, situación que fue<br />
aprovechada por los nazis para atraerse la simpatía de los<br />
obreros al prometerles un verdadero socialismo que acabara<br />
con el desempleo y consiguiera el bienestar para la clase<br />
trabajadora.<br />
Fue desde entonces cuando el gobierno por el partido nazi<br />
empezó a ser considerado como una posibilidad de solución<br />
para los problemas económicos y sociales que agobiaban a<br />
Alemania.<br />
Apoyado en la ignorancia de las mazas y en el odio y temor<br />
de las clases capitalistas sentían por el socialismo, el partido<br />
260
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
nazi fue consiguiendo el apoyo de estas al igual que el de la<br />
clase media.<br />
Su objetivo era muy claro: Reprimir el Movimiento obrero<br />
Luchar en contra del gobierno republicano que había<br />
provocado el descontento de esos grupos sociales al no haber<br />
podido acabar con los desordenes en el país las calles fueron<br />
sangrientos campos de batalla entre los comunistas y los<br />
camisas pardas, que resultaron beneficiados ante la opinión<br />
publica como los unicos capces de enfrentarse con éxito al<br />
terror rojo.<br />
El miedo al comunismo llevo al partido nazi al poder de tal<br />
manera que el presidente Von Hindenburg para que formara<br />
un gabinete de coalición presidido por Hitler lo que sucedió el<br />
3 de enero de 1933: así el líder del partido nazi obtuvo el<br />
cargo de canciller lo que fue el primer paso para lograr el<br />
control total de Alemania.<br />
Una vez en el gobierno, Hitler tomo una serie de medidas<br />
destinadas a controlar el poder político: creo la GESTAPO<br />
como policía secreta destinada a identificar y reprimir a los<br />
enemigos del nacional socialismo, estableció campos de<br />
concentración para reeducar por medio del trabajo forzado a<br />
las personas contaminadas por ideas marxistas , obtuvo el<br />
control absoluto de los medios de comunicación , y elimino<br />
físicamente a los enemigos del nazismo . Creo también los SS<br />
una especie de ejercito del partido Nazi con entrenamiento,<br />
equipo y uniforme militar.<br />
Al morir en agosto de 1933 el presidente Hindenburg, Hitler<br />
sin dejar la chancillería se proclamo presidente del Reich,<br />
llamándose así mismo reichs-führer , o sea concentrando en<br />
su persona las dos jefaturas, la del estado y la de gobierno<br />
del estado. Esta acción fue respaldada por un plebiscito que<br />
aprobó el auto-nombramiento con 88% de los votas<br />
ciudadanos.<br />
Ya con plenos poderes otorgados por el parlamento a Hitler,<br />
Alemania fue encaminada hacia el estado totalitario de<br />
partido único que se imponía en forma absoluta sobre los<br />
261
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
indeviduos y en el que no existía más que una forma de<br />
actuar y de pesar más que la del Führer.<br />
Política exterior<br />
La política exterior de Hitler estaba dirigida al cumplimiento<br />
de sus tres principales objetivos:<br />
1. Rearmar a Alemania<br />
2. Reunir a todas las personas de habla alemana en una sola<br />
nación<br />
3. Conquistar el espacio vital necesario para alcanzar el<br />
proyecto de la gran Alemania<br />
En 1933-1934 los movimientos iniciales del movimiento de<br />
Hitler fueron cautelososo: Firmo un tratado comercial con<br />
Gran Bretaña, un concordato con el Vaticano y con Polonia un<br />
pacto de no agresión por 10 años , También suspendió de<br />
Manera unilateral el pago de las reparaciones de Guerra y las<br />
declaro saldadas pero la acción más seria fue el primer<br />
intento para lograr el anschluss, la unificación de Alemania y<br />
Austria. En julio de 1934 un pequeño grupo Nazi pretendió<br />
dar un golpe de estado a la sede del gobierno en Viena<br />
aparentando actuar por su cuenta pero en el intento los<br />
rebeldes asesinaron a Engelbert Dollfus, el canciller austriaco.<br />
Hitler fingió no estar enterado de los planes subversivos de<br />
los nazis contra el gobierno austriaco y reprobó el golpe de<br />
estado sin poder realizar la anexión de Austria. Tal hecho<br />
provoco la movilización de tropas Italianas en la frontera con<br />
Austria para evitar una posible agresión Alemana, ya que en<br />
esa época Mussolini se oponía a la política del anschluss, ya<br />
que el mismo estaba interesado en la anexión de Austria a<br />
Italia.<br />
El año de 1935 se inicio con un hecho favorable para<br />
Alemania: se logro reincorporar a Alemania el territorio del<br />
Sarre. De acuerdo al Tratado de Versalles, las minas de<br />
carbón de la zona pasaban a ser propiedad exclusiva de<br />
Francia durante un periodo de 15 años, en compensación por<br />
la destrucción de las minas francesas durante la primera<br />
guerra mundial. También se disponía que a final de dicho<br />
periodo se celebrara un plebiscito para determinar el futuro<br />
262
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
político del territorio, cuando el plebiscito se realizo, más del<br />
90% del electorado voto a favor de la reincorporación a<br />
Alemania en esta segunda fase Alemania acelero su rearme<br />
se acucio la creación de una poderosa Luftwaffe (Fuerza<br />
aérea)- que el tratado de Versalles prohibía expresamente-,<br />
así como el reestablecimiento del servicio militar obligatorio y<br />
la adopción del plan cuatrienal, por medio del cual Alemania<br />
debería de estar preparada para hacer la guerra en cuatro<br />
años además de estas acciones, Hitler repudio formalmente el<br />
Tratado de Versalles.<br />
Todo esto alarmo al resto de las potencias europeas por lo<br />
que en abril de 1935 se reunieron en Stressa, Italia, los<br />
representantes de Francia y Gran Bretaña creando el Frente<br />
Común de Stressa que concluyo un acuerdo para garantizar la<br />
integridad del Territorio Austriaco, en Mayo de 1935 Francia<br />
firmo un pacto con la Unión Soviética y este país con<br />
Checoslovaquia buscando prestarse ayuda mutua en caso de<br />
agresión externa.<br />
También en 1935 Hitler estableció un acuerdo naval con Gran<br />
Bretaña por el que Alemania podria aumentar su flota, pero<br />
solo hasta un tercio de la Británica.<br />
En 1936 se dio un gran cambio en las relaciones entre Italia y<br />
Alemania. Hitler que admiraba a Mussolini y deseaba<br />
establecer una alianza con su gobierno apoyo la invasión<br />
Italiana a Etiopía y rompió el boicot internacional contra<br />
Italia.<br />
La guerra civil que estallo en España en 1936 permitió un<br />
gran acercamiento de los dos dictadores que juntos<br />
decidieron apoyar a Francisco Franco contra las fuerzas<br />
democráticas de la Replublica Española.<br />
Con la alianza entre Hitler y Mussolini nació el Eje Berlín-<br />
Roma que se concreto en con el “pacto de acero” firmado por<br />
Italia y Alemania en Mayo de 1939, en el cual se<br />
comprometían a ayudarse mutuamente en caso de guerra y a<br />
colaborar para conseguir el “espacio vital” que buscaban<br />
ambas naciones.<br />
263
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
El 13 de marzo de 1938 se aprueba una Ley sobre la<br />
integración de Austria en el Reich alemán. El Anschluss<br />
consumaba así la aspiración de una Gran Alemania.<br />
Resuelta la cuestión de Austria el objetivo más inmediato de<br />
Hitler era ahora el territorio checoslovaco de los Sudetes.<br />
Tras el colapso del Imperio Austro-Húngaro en 1918 se formó<br />
un nuevo estado en el centro de europa: la República de<br />
Checoslovaquia. En ella convivían checos, eslovacos, polacos,<br />
húngaros, rutenos y algo más de tres millones de alemanes<br />
en los Sudetes.<br />
El SdP (Partido de los Sudetes Alemanes), financiado por<br />
Hitler y dependiente de Berlín comienza a reivindicar la<br />
autonomía de los Sudetes. Esta postura se va radicalizando<br />
hasta pedir abiertamente la unión con Alemania.<br />
El 28 de Marzo, en Berlín, a puerta cerrada, Henlein, líder del<br />
SdP negocia con Hitler, Hess y Ribbentrop durante tres horas.<br />
Hitler expone a Henlein el programa: el SdP debe plantear<br />
exigencias inadmisibles para el gobierno checo. El verdadero<br />
objetivo de Hitler está decidido desde el 5 de noviembre de<br />
1937: acabar con Checoslovaquia e integrar a su pueblo en el<br />
Reich Aleman.<br />
El 21 de abril de 1938, seis semanas después de que Göring<br />
diera su palabra de honor a Mastny, Hitler discutía con Keitel<br />
el "Plan Grün", nombre cifrado para una operación de efecto<br />
rápido contra Checoslovaquia.<br />
El 12 de junio Hess proclama en una gran concentración<br />
celebrada en Stettin que: "Checoslovaquia, que debe su<br />
existencia a la trampa del Tratado de Versalles, se ha<br />
convertido en un foco peligroso para la paz en Europa".<br />
La opinión pública francesa es cada vez más afín a los<br />
intereses alemanes. "No se pueden sacrificar 10 millones de<br />
seres humanos en una guerra para luego prohibir a 3 millones<br />
de alemanes que se unan a su país", afirmó Bonnet, ministro<br />
francés de asuntos Exteriores.<br />
En los Sudetes estalla un alzamiento. El Gobierno de Praga<br />
proclama el estado de excepción y envía tropas. El primer<br />
ministro francés, Daladier, insta a Chamberlain a que se<br />
ponga de acuerdo con Hitler.<br />
264
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Incitada por Berlín, Polonia pedía el 21 de septiembre un<br />
referéndum en la parte de Checoslovaquia habitada por la<br />
importante minoría polaca. Las tropas polacas se<br />
concentraron en la frontera. Hungría a su vez envió tropas a<br />
la frontera con Checoslovaquia. En toda Europa se palpaba<br />
una enorme inquietud.<br />
El 22 de septiembre Hitler se reúne con Chamberlain y<br />
presenta un ultimátum: "Los checos deben abandonar todos<br />
los territorios pertenecientes a otras minorías antes del 28 de<br />
septiembre". Chamberlain logró que Hitler aplazase el día X<br />
hasta el 1 de octubre. Hitler le prometió además: "Es mi<br />
última reivindicación territorial en Europa".<br />
El 29 de septiembre acuden a una Conferencia en Munich los<br />
representantes británico, francés, italiano y alemán. Al<br />
representante checo no se le dejó participar en la discusión.<br />
Tras la reunión, Francia, Gran Bretaña e Italia accedían a<br />
todas las pretensiones alemanas y se lo comunicaban al<br />
representante checo que luchaba por contener las lágrimas.<br />
"Hemos salvado la paz de nuestra época", gritó Chamberlain<br />
a la jubilosa muchedumbre que lo recibió en Londres a su<br />
regreso de Munich. "Hemos sufrido una derrota total" afirmó<br />
Churchill en el Parlamento Británico entre abucheos.<br />
El 1 de octubre de 1.938 las tropas alemanas entraron en<br />
Karlsbad y Pilsen; ocupando los más importantes polos<br />
industriales checoslovacos. Polonia ocupó la parte checa y<br />
Hungría recibía 12.000 Kilometros cuadrados de Eslovaquia.<br />
El resto de la República Checo-Eslovaca (como empezó a<br />
llamarse) recibió un gobierno pro-germano y de tendencia<br />
fascista bajo la presidencia de Hacha.<br />
El 15 de marzo de 1939, Hacha firma en el despacho de Hitler<br />
la sentencia de muerte de su agonizante país. El comunicado<br />
alemán al respecto reza: "El Führer ha dado a conocer su<br />
decisión de tomar bajo la protección del Reich Alemán al<br />
pueblo checo, garantizándole, de acuerdo con sus<br />
peculiaridades, un adecuado desarrollo de vida autónoma".<br />
El 16 de marzo de 1939 Hitler anunciaba en Praga la<br />
formación del "Protectorado de Bohemia y Moravia".<br />
265
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Eslovaquia escapaba del Protectorado y pasaba a convertirse<br />
en Estado satélite estrechamente ligado al Reich. Francia y<br />
Gran Bretaña se limitaron a enviar notas de protesta.<br />
.:Desarrollo:.<br />
Guerra Relámpago contra Polonia<br />
El 1 de septiembre de 1939, las tropas alemanas invaden<br />
Polonia. El 3 de septiembre, Gran Bretaña y Francia, que no<br />
habían reaccionado a raíz de la anexión de Austria y que, en<br />
la Conferencia de Munich, el 30 de septiembre de 1938,<br />
habían consentido un primer desmembramiento de<br />
Checoslovaquia, declaran la guerra a Alemania.<br />
En Italia, Mussolini, de acuerdo con Hitler, declara el estado<br />
de no-beligerancia; Estados Unidos proclama su neutralidad;<br />
la Unión Soviética y Japón firman un pacto de no-agresión; la<br />
Commonwealth se alinea al lado de Gran Bretaña.<br />
En tres semanas, Polonia es puesta fuera de combate por la<br />
infantería y los ejércitos blindados alemanes en combinación<br />
con el uso masivo de la artillería y aviación. Es la guerra<br />
relámpago o blitzkrieg.<br />
Por otra parte, el 17 de septiembre, la Unión Soviética ocupa<br />
la porción oriental de Polonia, que le ha sido reservada a<br />
título de zona de influencia por el Pacto germano-soviético.<br />
Stalin alegó que ocupaba dicha zona para "defender a los<br />
bielorrusos" y que no constituía acto de guerra porque el<br />
Estado polaco había "virtualmente dejado de existir".<br />
La rendición de Polonia se producirá el 27 de septiembre de<br />
1939. El 28 de septiembre, una ligera modificación fronteriza<br />
completa los acuerdos secretos para el reparto de Polonia<br />
entre Hitler y Stalin: Alemania cede Lituania a la URSS y ésta<br />
acepta que la frontera germano-soviética retroceda<br />
ligeramente hacia el Este.<br />
La Guerra de Invierno Ruso-Finlandesa<br />
266
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
En noviembre de 1.939, la URSS declara la guerra a<br />
Finlandia. Es la llamada Guerra de Invierno. A costa de unas<br />
tremendas pérdidas de hombres y material, la URSS consigue<br />
que Finlandia firme la paz en marzo de 1940 y ceda el<br />
territorio de Carelia. Los japoneses avanzan en China.<br />
Durante el invierno 1939-1940, mientras las tropas francobritánicas<br />
permanecen inactivas, Hitler traslada la guerra a<br />
los países escandinavos.<br />
Ocupación de Dinamarca y Noruega<br />
Para asegurar a la industria alemana el suministro de mineral<br />
de hierro de Escandinavia, Hitler ordena ocupar Dinamarca e<br />
invadir las costas de Noruega. Los contingentes francobritánicos<br />
desembarcados en Narvik no consiguen<br />
mantenerse en su puesto. La Kriegsmarine (Marina de<br />
Guerra) alemana dispone ahora de valiosos puertos para la<br />
salida o abastecimiento de sus navíos, incluidos los temidos<br />
U-Boote (submarinos) que operaban en el Atlántico contra<br />
intereses y abastecimientos británicos.<br />
Ofensiva en el Oeste<br />
El 10 de mayo de 1940 empieza un violento ataque alemán<br />
desde la frontera holandesa hasta Alsacia. A partir del 15 de<br />
mayo, la resistencia holandesa es aplastada. En Bélgica, los<br />
blindados aliados resisten difícilmente a los tanques<br />
alemanes, mucho más numerosos.<br />
En el extremo Norte de la defensiva Línea Maginot, en el<br />
sector comprendido entre Namur y Sedán, a través de las<br />
Ardenas, las divisiones acorazadas alemanas irrumpen,<br />
cruzan el Mosa y abren una brecha de 100 km de ancho en el<br />
frente francés; remontando hacia el norte, hacia el Canal de<br />
la Mancha, atacan por la retaguardia, en Bélgica, a las tropas<br />
aliadas, que, por Dunkerque, son evacuadas a Inglaterra, a<br />
pesar de los incesantes bombardeos de la aviación. El 4 de<br />
junio la operación estaba terminada.<br />
En el norte de Francia, Weygand, que ha sustituido a Gamelin<br />
267
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
como comandante en jefe, es impotente para detener la<br />
embestida de las tropas motorizadas alemanas, la aviación<br />
ametralla las carreteras repletas de civiles y militares, que<br />
huyen ante el enemigo.<br />
El 10 de junio, Italia declara la guerra a Francia el 14 de<br />
junio, los alemanes entran en París cuyo gobierno se ha<br />
trasladado a Tours, y luego a Burdeos; a continuación<br />
franquean el Loira, ocupan todo el oeste y este de Francia y<br />
avanzan hacia el sudoeste.<br />
El 17 de junio, el mariscal Pétain, nombrado jefe del Gobierno<br />
francés, instalado en Vichy, anuncia la apertura de<br />
negociaciones con vistas a un armisticio que será concluido en<br />
Rethondes el 22 de junio. Desde Londres, el 18 de junio, el<br />
general De Gaulle pide a todos los franceses que se unan a él<br />
para continuar la lucha al lado de Gran Bretaña.<br />
La Batalla de Inglaterra<br />
Dueño de Noruega, Holanda, Bélgica y Francia, Hitler prepara<br />
la invasión de Inglaterra: su aviación se empeña en la<br />
conquista del dominio del aire con vistas a un desembarco de<br />
tropas. A partir del 8 de agosto, una enconada batalla aérea<br />
se entabla sobre el cielo inglés: cada día, varios centenares<br />
de aviones bombardean la costa inglesa y la desembocadura<br />
del Támesis y, a partir del 24 de agosto, Londres y las<br />
principales ciudades industriales.<br />
Más de dos millones de inmuebles fueron destruidos o<br />
dañados. Pero la aviación de caza inglesa, aunque inferior en<br />
número, causa pérdidas enormes a los bombarderos<br />
alemanes: más de 2.000 son destruidos. A principios de<br />
octubre, perdida la "Batalla de Inglaterra", Hitler pospone su<br />
proyecto de invasión indefinidamente.<br />
Intervención en los Balcanes, el Mediterráneo y África<br />
Italia lanza desde sus bases en Albania un ataque contra<br />
268
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Grecia. Los griegos no solo repelen la invasión sino que<br />
contraatacan e incluso se internan profundamente en<br />
territorio albanés. El ataque italiano a Grecia es el pretexto<br />
que necesita Gran Bretaña para mandar un cuerpo<br />
expedicionario a Grecia y comenzar a operar en el<br />
Mediterraneo. La aventura italiana se salda con un completo<br />
fracaso.<br />
Hitler se ve abocado a socorrer a su aliado y reconducir la<br />
situación en los Balcanes y el Mediterraneo oriental. El 2 de<br />
marzo de 1941, sus tropas entran en Bulgaria; del 6 a 13 de<br />
abril se apoderan de las ciudades de Yugoslavia, se lanzan<br />
luego contra Grecia, que sólo puede resistir algunos días, y<br />
ocupan la isla de Creta.<br />
Italia ataca desde sus posesiones en Eritrea a la Somalia<br />
Británica. Aunque en un primer momento el ataque italiano se<br />
salda de forma favorable a Mussolini, los ingleses se<br />
reorganizan y comienzan un contraataque. Los británicos son<br />
menos numerosos pero están mejor equipados, comandados<br />
y mantienen alta la moral. En poco tiempo han destruido o<br />
capturado a la mayor parte del ejército italiano de África.<br />
Hitler debe de nuevo enmendar la plana a su aliado y manda<br />
a Libia el Deutcsche Afrika Korps (D.A.K.), Cuerpo de Ejército<br />
África Alemán, al mando del General Rommel, para intervenir<br />
al lado de los italianos; en junio de 1941 Rommel ha dado un<br />
vuelco a la situación y se halla en las fronteras de Egipto, y<br />
sus aviones bombardean Malta, Alejandría y Suez. El objetivo<br />
es El Cairo y el canal de Suez.<br />
Los navíos británicos deben contornear Africa por el cabo de<br />
Buena Esperanza. Pero la resistencia del 8º Ejército Británico<br />
(apoyado por el contingente de la Francia Libre, llegado de<br />
Chad con Leclerc y Larminat) impedirá finalmente que el<br />
Afrika Korps se apodere de Egipto y del canal y le obligará a<br />
retroceder hasta Tunicia.<br />
Guerra en el Este<br />
Al mismo tiempo, Hitler emprende la invasión de la URSS. A<br />
pesar del pacto de no-agresión, el 22 de Junio de 1941, un<br />
269
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
ejército numeroso y poderosamente equipado franquea las<br />
fronteras de la URSS, avanza hasta Leningrado, que es<br />
sitiado, llega a las puertas de Moscú, ocupa Kiev, Jarkov y la<br />
cuenca del Donets. Pero el ejército ruso (con recursos<br />
humanos casi inagotables) no es aniquilado, y el invierno, de<br />
un rigor excepcional, paraliza las operaciones alemanas.<br />
Se reemprenden las operaciones a comienzos del verano de<br />
1942; están jalonadas por la conquista de la región de los<br />
pozos de petróleo, en las proximidades del Cáucaso. Sin<br />
embargo, las tropas alemanas no consiguen adueñarse de<br />
Stalingrado antes del invierno.<br />
La ciudad será objeto de una lucha encarnizada, que<br />
terminará el 2 de febrero de 1943 con la capitulación del VI<br />
ejército alemán al mando de Von Paulus. A partir de este<br />
momento, lentamente, el ejército ruso, superior en hombres,<br />
pasa a la ofensiva arrollando al ejército alemán. Los<br />
alemanes, aunque mejor dirigidos, se ven superados por un<br />
enimigo que los supera en una proporción de cinco a uno.<br />
En la primavera de 1944 ha liberado casi todo el territorio de<br />
la URSS; luego penetra en Finlandia, que ha tomado las<br />
armas de nuevo, en Polonia y en Rumania<br />
El Pacífico en llamas<br />
Mientras se desarrollan estas operaciones en Europa, Japón<br />
prosigue la conquista de China, y, con el acuerdo del gobierno<br />
de Vichy, envía tropas a Indochina.<br />
Previendo la oposición de Estados Unidos a su política de<br />
dominación de Asia, bombardea y echa a pique, por sorpresa,<br />
a más de la mitad de la flota norteamericana anclada en la<br />
rada de Pearl Harbor, en las islas Hawai (7 de diciembre de<br />
1941), y ocupa en pocas semanas Hong Kong, Singapur,<br />
Siam, Birmania, las islas Filipinas, una parte de las Indias<br />
Neerlandesas y amenaza a Australia.<br />
En marzo de 1942, su avance es bloqueado por una batalla<br />
aeronaval en el mar del Coral, donde sufre importantes<br />
pérdidas. Puesto que Estados Unidos, después de Pearl<br />
Harbor, ha declarado inmediatamente la guerra a Japón, sus<br />
270
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
aliados Alemania e Italia declaran asimismo la guerra a<br />
Wstados Unidos.<br />
Intervención Estadounidense<br />
Desde entonces, los norteamericanos ponen al servicio de la<br />
guerra contra las potencias del Eje su enorme potencial<br />
industrial y económico, así como un ejército numeroso y<br />
poderosamente equipado. Suministran material a sus aliados<br />
y en especial a la URSS.<br />
Sus bombarderos gigantes, con bases en Gran Bretaña,<br />
emprenden la destrucción sistemática de fábricas, vías férreas<br />
y centros vitales del enemigo en Alemania, Francia e Italia.<br />
Una dura batalla se entabla contra los submarinos alemanes,<br />
que surcan el Atlántico y los mares de Europa, y desde el<br />
otoño de 1942 los aliados ganan esta batalla de las<br />
comunicaciones.<br />
El 8 de noviembre de 1942, importantes contingentes<br />
desembarcan en África del Norte; con la ayuda de las tropas<br />
francesas que, por orden de Vichy, habían tratado primero de<br />
resistir, expulsan a los alemanes de Túnez, cuya liberación<br />
tiene lugar en mayo de 1943 .<br />
En julio desembarcan en Sicilia y, de allí, pasan a la Italia<br />
meridional. Mussolini es detenido, y el mariscal Badoglio firma<br />
la capitulación italiana el 3 de septiembre. Sin embargo, los<br />
alemanes son todavía dueños de Roma y de toda la Italia<br />
central y septentrional, donde Mussolini, liberado, proclama la<br />
república y sigue la lucha.<br />
Durante todo este período se han organizado movimientos de<br />
resistencia en los países ocupados, con unidades de combate<br />
que intervienen contra los grupos enemigos aislados y<br />
aseguran el servicio de información para los aliados.<br />
El desembarco de Normandía<br />
El 6 de junio de 1944, bajo la dirección del general<br />
271
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
norteamericano Eisenhower, jefe de los ejércitos aliados, se<br />
efectúa un desembarco en las playas de Normandía. Se abre<br />
así el reiteradamente pedido por Stalin "segundo frente" en<br />
Europa.<br />
La acción de los grupos de Resistencia en el interior de<br />
Francia retrasa considerablemente la llegada de los refuerzos<br />
alemanes; se establece una sólida cabeza de puente y los<br />
ejércitos aliados emprenden la liberación de Normandía y del<br />
oeste de Francia.<br />
El 15 de agosto de 1944 tiene lugar un segundo desembarco<br />
en las costas de Provenza, bajo el mando del general De<br />
Lattre de Tassigny; las tropas norteamericanas y francesas<br />
empujan a los alemanes hacia el norte.<br />
El 25 de agosto, París es liberado; el 1 de octubre, los aliados<br />
han alcanzado la frontera alemana de Bélgica y Holanda; en<br />
Alsacia, al sur, las tropas francesas han penetrado por la<br />
fisura de Belfort y, el 21 de noviembre, se apoderan de<br />
Mulhouse; al norte, entran en Estrasburgo el 23 de<br />
noviembre.<br />
Durante este tiempo, Hitler, que, el 20 de julio de 1.944 se ha<br />
salvado de un atentado contra su persona, emplea contra<br />
Inglaterra una nueva arma: las bombas volantes V1 y V2. La<br />
eficacia real de estas armas en relación con su coste fue<br />
mínima. Para estas fechas, la otrora triunfante y orgullosa<br />
Luftwaffe alemana ha sido prácticamente borrada de los cielos<br />
europeos.<br />
El asalto al Reich<br />
Las tropas alemanas siguen por todas partes batiéndose con<br />
fanático encarnizamiento; en diciembre de 1944 lanzan una<br />
última ofensiva en un intento de recuperar la iniciativa en el<br />
Oeste. Es la ofensiva de las Ardenas. El avance alemán es<br />
reprimido con gran dificultad por los norteamericanos, hasta<br />
ser definitivamente detenido en febrero de 1945 gracias en<br />
gran parte a su aplastante superioridad aérea.<br />
272
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
Entonces los ejércitos aliados franquean el Rhin y se dirigen al<br />
encuentro del ejército soviético. Desde el Este, el rodillo<br />
soviético aplasta toda resistencia alemana. Se combate ya en<br />
el propio territorio del Reich. Hitler da orden de resistir<br />
fanáticamente hasta el último cartucho. Se movilizan para la<br />
lucha a niños y ancianos.<br />
El 30 de abril de 1945, Hitler se suicida en su búnker en<br />
Berlín, invadido por las tropas rusas. El 7 de mayo en Reims,<br />
y al día siguiente en Berlín, generales alemanes firman la<br />
capitulación sin condiciones de todos los ejércitos del Reich<br />
Alemán.<br />
Fin de la guerra en el Pacífico<br />
La guerra aún continuaba en el Pacífico. El 6 de agosto, un<br />
bombardero estadounidense arroja sobre Hiroshima la<br />
primera bomba atómica de la Historia, que destruye por<br />
completo la ciudad y se lleva la vida de 250.000 seres<br />
humanos. El 9 de agosto, se arroja una segunda bomba<br />
atómica sobre Nagasaki. El 14 de agosto de 1.945, el<br />
gobierno japonés se rinde incondicionalmente.<br />
Hongo nuclear Hiroshima Bomba “Little Boy”<br />
.:Holocausto:.<br />
El Holocausto fue la persecución y el asesinato sistemático<br />
burocráticamente organizado de aproximadamente seis<br />
millones de judíos por el gobierno nazi y sus colaboradores.<br />
“Holocausto” es una palabra de origen griega, que significa<br />
“sacrificio por fuego.” Los nazis, que tomaron el poder en<br />
Alemania en enero de 1933, creían que los alemanes eran<br />
una “raza superior” y que los judíos, considerados<br />
“inferiores”, no merecían vivir. Durante el Holocausto, los<br />
nazis también tuvieron en su mira a otros grupos por razón<br />
de su percibida “inferioridad racial”: los romas (gitanos), los<br />
discapacitados, y algunos grupos eslavos (polacos, rusos, y<br />
otros). Otros grupos fueron perseguidos por razones políticas,<br />
273
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
religiosas o de orientación sexual: comunistas, socialistas,<br />
testigos de Jehová y homosexuales.<br />
En 1933, la población judía de Europa pasaba de nueve<br />
millones. La mayoría de los judíos europeos vivían en países<br />
que Alemania ocuparía o dominaría durante la Segunda<br />
Guerra Mundial. Para 1945, dos de cada tres judíos europeos<br />
habían sido ejecutados como parte de la llamada “Solución<br />
Final” de los nazis – el asesinato de los judíos de Europa.<br />
Aunque los judíos fueron las victimas principales del racismo<br />
nazi, entre sus otras victimas se cuentan decenas de miles de<br />
romas (gitanos). Más de doscientos mil incapacitados (física o<br />
mentalmente) fueron asesinados en el Programa de<br />
Eutanasia. Con la expansión de la tiranía nazi sobre Europa,<br />
millones de otras personas fueron perseguidas y ejecutadas.<br />
Más de tres millones de prisioneros de guerra soviéticos<br />
fueron asesinados o murieron de hambre, enfermedad,<br />
descuido, o maltrato. Los alemanes mataron a los<br />
intelectuales polacos y deportaron a millones de ciudadanos<br />
polacos y soviéticos a los campos de trabajos forzados de<br />
Alemania o de la Polonia ocupada. Desde el inicio del gobierno<br />
nazi, los homosexuales y otros cuyos comportamientos eran<br />
juzgados socialmente inaceptables también fueron<br />
perseguidos, entre ellos miles de disidentes políticos (como<br />
comunistas, socialistas, y sindicalistas) y religiosos (como<br />
testigos de Jehová), fueron el blanco de la persecución nazi.<br />
Muchos murieron como resultado de su encarcelación y<br />
maltrato.<br />
Aun antes de que la guerra estallara en 1939, los nazis<br />
crearon campos de concentración para encarcelar judíos,<br />
romas, otras victimas de su odio étnico y racial, y oponentes<br />
políticos del nazismo. Durante la guerra, los nazis y sus<br />
colaboradores crearon ghettos, campos de detención<br />
temporaria, y campos de trabajos forzados. Después de la<br />
invasión nazi de la Unión Soviética en junio de 1941,<br />
Einsatzgruppen (equipos móviles de matanza) cometieron<br />
asesinatos masivos de los judíos, romas y oficiales del estado<br />
soviético y del partido comunista ruso. Más de un millón de<br />
hombres, mujeres y niños judíos fueron asesinados por estos<br />
equipos. Entre 1942 y 1944, los nazis deportaron millones de<br />
judíos de los territorios ocupados a los campos de exterminio,<br />
274
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
donde fueron ejecutados en instalaciones diseñadas<br />
especialmente para tales fines.<br />
En los últimos meses de la guerra, los prisioneros de los<br />
campos fueron llevados por tropas de las SS en marchas<br />
forzadas, o “marchas de la muerte”, en las que muchos de<br />
ellos murieron, en un fútil intento de prevenir la liberación de<br />
gran cantidad de prisioneros por los Aliados. A medida que las<br />
fuerzas aliadas avanzaban a través de Europa en una serie de<br />
ofensivas contra Alemania, empezaron a encontrar y liberar<br />
prisioneros de campos de concentración, muchos de los<br />
cuales habían sobrevivido las marchas de la muerte. La<br />
Segunda Guerra Mundial terminó en Europa con la rendición<br />
incondicional de las fuerzas armadas alemanas en el oeste el<br />
7 de mayo, y en el este el 9 de mayo de 1945.<br />
.:Consecuencias:.<br />
Con la capitulación japonesa, el mundo inició una nueva etapa<br />
a la que llegaba con un espectacular cambio de panorama<br />
respecto a la situación de 1939. En 1945, el mundo tenía<br />
abiertas graves heridas, la posición de cada uno de los<br />
principales componentes de la comunidad internacional era<br />
distinta y ésta pretendía organizarse de acuerdo con reglas<br />
nuevas.<br />
La cifra de muertos como consecuencia de la Segunda Guerra<br />
Mundial no puede determinarse de forma absolutamente<br />
precisa pero es muy posible que llegase a alcanzar los 60<br />
millones de personas, al menos cuatro veces más que el<br />
número de muertos producidos durante el conflicto de 1914-<br />
1918. Como es lógico, este balance debe ponerse en relación<br />
con la potencia destructiva de las armas y el carácter de<br />
guerra total que tuvo desde el mismo momento de su<br />
iniciación o en un momento inmediatamente posterior.<br />
Si se examinan esas cifras contabilizándolas por naciones, el<br />
resultado puede parecer algo sorprendente porque alguno de<br />
los vencedores cuenta entre quienes más padecieron en el<br />
conflicto. La cifra de ciudadanos de la URSS muertos como<br />
consecuencia de la guerra se eleva a 20 millones de personas<br />
275
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
(y quizá incluso un 25% más) de los que tan sólo un tercio<br />
serían militares. Porcentualmente, esa cifra supondría al<br />
menos el 10% del total de los habitantes de la URSS, pero en<br />
el caso de Polonia los seis millones de muertos representan<br />
todavía una cifra muy superior, el 15%. En esos porcentajes<br />
se incluye la población judía de ambos países. El tercer lugar<br />
en el grado de sufrimiento producido por la guerra<br />
corresponde a Yugoslavia, cuyo número de muertos (de un<br />
millón y medio a dos) derivó de la existencia de una guerra<br />
civil en la que el componente étnico jugó un papel primordial.<br />
Estos tres países pueden ser considerados entre aquellos que<br />
resultaron vencedores en la guerra. Los demás que se<br />
alinearon en ese mismo bando tuvieron un número mucho<br />
más reducido de muertos. Francia, ocupada en su totalidad<br />
por los alemanes, experimentó 600.000 muertos, mientras<br />
que Gran Bretaña sufrió 500.000 pérdidas. La gran diferencia<br />
respecto a los padecimientos de la Primera Guerra Mundial de<br />
estos dos países radica en el número de muertos civiles. Gran<br />
Bretaña, que no los tuvo en 1914-1918, ahora, en cambio,<br />
padeció unos 60.000 como consecuencia de los bombardeos.<br />
Del conjunto de los aliados, los Estados Unidos resultaron ser<br />
los mejores parados, con 300.000 muertos, todos ellos<br />
militares.<br />
De los países vencidos en la contienda, el mayor número de<br />
muertos le correspondió a Alemania, con algo menos de cinco<br />
millones. El peso del Ejército en este número de bajas se<br />
aprecia en el hecho de que existió durante mucho tiempo un<br />
mayor número de mujeres que hombres en Alemania (todavía<br />
en 1960 existían 126 mujeres por cada 100 hombres). Dos<br />
millones de japoneses murieron como consecuencia de la<br />
guerra, una cifra inferior también en términos porcentuales.<br />
La población civil japonesa tan sólo padeció la guerra en los<br />
meses finales de la misma.<br />
Las muertes producidas por la guerra constituyen tan sólo<br />
una parte de sus consecuencias. Como resultado de la misma<br />
hubo, principalmente en Europa, 30 millones de desplazados,<br />
un tercio de los cuales fueron alemanes que sufrieron de<br />
forma directa las consecuencias de la doctrina que les había<br />
llevado a lanzarse a una nueva expansión hacia el Este.<br />
Quienes habían expulsado a la población autóctona (por<br />
276
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
ejemplo, en los Sudetes checos) se vieron, a su vez,<br />
obligados a emigrar ahora. También una cifra elevada de<br />
japoneses pasó por idéntica experiencia. Ambos países<br />
descubrieron en la posguerra que podían lograr un lugar<br />
mucho más confortable en el mundo de la posguerra<br />
renunciando a la expansión territorial e intentando un<br />
desarrollo económico que resultaría espectacular en ambos<br />
casos.<br />
Sin embargo, por el momento la situación en que se<br />
encontraron esos dos países no tenía nada de reconfortante<br />
porque la destrucción padecida fue muy superior a la que<br />
sufrieron los beligerantes durante la Primera Guerra Mundial.<br />
En Alemania, el nivel de producción industrial se<br />
retrotrajo a las cifras de 1860, mientras que en el Ruhr, la<br />
zona más castigada, quedó limitada al 12% de las cifras de la<br />
etapa prebélica. Japón sólo se vio afectado de manera<br />
decisiva por la guerra en su fase final pero la producción se<br />
redujo en un tercio. La Flota mercante quedó reducida a una<br />
dieciseisava parte del tonelaje de 1941. Un 40% de la<br />
superficie urbana quedó destruida, como consecuencia de los<br />
bombardeos norteamericanos, especialmente destructivos<br />
cuando las bombas se empleaban ante una frágil arquitectura<br />
como la existente en el archipiélago.<br />
Pero las consecuencias de la guerra no fueron crueles<br />
solamente para los vencidos, sino también para los<br />
vencedores y ello en los más diversos terrenos. Francia,<br />
primero derrotada y luego vencedora, pudo considerar<br />
arruinadas aquellas instituciones que durante muchos años no<br />
sólo ella sino la totalidad del mundo había podido considerar<br />
como la ejemplificación señera de la libertad política. Al<br />
concluir la guerra, había muerto la Tercera República, cuyas<br />
instituciones necesitaban transfigurarse por completo para<br />
adaptarse a la realidad de un mundo nuevo. Gran Bretaña<br />
había sido quien, con su decisión durante el verano de 1940,<br />
consiguió detener el avance nazi en el momento mismo en<br />
que todo el mundo la consideraba derrotada. Nunca, sin<br />
embargo, recuperaría ni tan siquiera la sombra de su poder<br />
de otros tiempos. En los instantes finales de la guerra estaba<br />
en la ruina: su deuda equivalía al triple de la renta nacional<br />
anual y por vez primera en mucho tiempo carecía de partidas<br />
277
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
invisibles con las que compensar una balanza comercial<br />
deficitaria porque las había liquidado en los años precedentes.<br />
Poco tiempo pasaría hasta que se hiciera patente de forma<br />
abrumadora la necesidad de considerar inevitable la<br />
liquidación del Imperio.<br />
Frente a la decadencia de estas dos potencias europeas, dos<br />
gigantes estaban destinados a dominar el mundo de la<br />
posguerra. Los Estados Unidos no representaban más que un<br />
7% de la superficie del globo, pero producían tanto como el<br />
resto en conjunto. Incluso en aquellos sectores en los que con<br />
el paso del tiempo se demostraría su debilidad relativa (como<br />
el petrolífero) el porcentaje de su producción se acercaba a<br />
un tercio de la mundial. De este modo, el mundo posterior a<br />
1945 tenía que ser el de la hegemonía norteamericana.<br />
También fue el mundo de la hegemonía soviética, aunque<br />
ésta en realidad fue mucho más aparente que real. En efecto,<br />
por grandes que fueran los temores a su expansión, lo cierto<br />
es que la URSS había padecido mucho más que el resto de los<br />
vencedores. Por otro lado, en esta guerra, la Unión Soviética<br />
perdió el monopolio de su condición de única potencia<br />
revolucionaria del mundo: aunque eso de momento pudo<br />
parecer no tan grave. Con el transcurso del tiempo, China (y,<br />
en menor grado, Yugoslavia) se convertirían en rivales, más<br />
que en colaboradores. La URSS, cuyo protagonismo en la<br />
guerra fue decisivo, salió de ella con una convicción en su<br />
capacidad de liderazgo e incluso con el convencimiento de<br />
que podría llegar a superar a su adversario capitalista. Sólo<br />
con el transcurso del tiempo acabaría descubriendo que podía<br />
competir en el terreno militar, pero que era incapaz de<br />
hacerlo en otros campos a la larga mucho más decisivos,<br />
como el económico y el tecnológico.<br />
Por último, hay que tratar de los cambios territoriales que<br />
tuvieron lugar en el mundo como resultado de la guerra. Este<br />
conflicto, en efecto, supuso escasas modificaciones de las<br />
fronteras, en comparación con los de otros tiempos, aunque<br />
tuviera una repercusión mucho más duradera en la<br />
configuración global del mundo.<br />
La última de las reuniones de los grandes líderes mundiales<br />
aliados tuvo lugar en Potsdam, durante la segunda quincena<br />
278
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
de julio de 1945, cuando estaba reciente la derrota de<br />
Alemania pero todavía se pensaba que la japonesa podía<br />
resultar remota. Estuvo presente Truman, sustituyendo a su<br />
predecesor Roosevelt, y, a la mitad de la conferencia, debió<br />
retirarse Churchill a quien, por decisión del elector británico,<br />
le era negado el poder de moldear el futuro, después de<br />
haber tenido tan decisivo protagonismo durante toda la<br />
contienda. Ya se ha mencionado la relevancia de esta reunión<br />
en lo que respecta a la intervención soviética contra Japón y<br />
al descubrimiento de la bomba atómica por los norteamericanos,<br />
que Stalin conocía ya. Pero Potsdam supuso<br />
también una solución a la cuestión decisiva para la posguerra,<br />
la de Alemania, que, sujeta a un tratado de paz posterior,<br />
quedó contenida en una fórmula definitiva. En efecto, se<br />
acordó hacer retroceder su frontera oriental hasta la línea<br />
marcada por los ríos Oder y Neisse y se toleró en la práctica<br />
que los soviéticos empezaran a aplicar, por su cuenta y<br />
riesgo, un plan de reparaciones sobre la parte que le había<br />
correspondido.<br />
Lo primero supuso una emigración masiva hacia Occidente de<br />
millones de alemanes y ello, a su vez, trajo como<br />
consecuencia que se abandonara cualquier veleidad de<br />
convertir a Alemania en un país exclusivamente rural. El<br />
mantenimiento de la industria resultaba imprescindible para<br />
la subsistencia de la población, por mucho que la solución<br />
citada pudiese resultar tentadora. Por otro lado, los soviéticos<br />
se apoderaron de las fábricas de su zona de ocupación en el<br />
Este de Alemania y, en muchos casos, las trasladaron a su<br />
propio país. La ausencia de sintonía entre las potencias<br />
democráticas y los soviéticos hizo imposible un acuerdo<br />
definitivo en éste y otros muchos puntos, por lo que los<br />
acuerdos sólo pudieron ser parciales, provisionales o<br />
incompletos. Se previó la existencia de una conferencia de<br />
ministros de Asuntos Exteriores, que se reunió en Moscú en<br />
1945 y en Nueva York en 1946. En la capital francesa se<br />
suscribieron los tratados de paz relativos al Este de Europa e<br />
Italia, mientras que hubo que esperar hasta 1951 para que en<br />
San Francisco se firmaran los relativos al Japón, momento en<br />
que ya no estuvieron presentes los nuevos países comunistas.<br />
Los cambios territoriales en la Europa Oriental resultaron<br />
relativamente modestos, aunque ratificaron e incrementaron<br />
279
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
las ventajas que la Unión Soviética había logrado por los<br />
acuerdos con Hitler de 1939. Basta decir que la URSS obtuvo<br />
el Norte de la Prusia Oriental (que le proporcionaba una salida<br />
al Báltico), la Carelia finlandesa, la zona de Petsamo (que le<br />
aportaba una frontera con Noruega) y una base temporal<br />
(Porkkala) en territorio finés. Además, los soviéticos se<br />
anexaron Rutenia, el extremo oriental de Checoslovaquia. En<br />
cuanto a Italia, perdió sus colonias, que se independizaron<br />
(Libia, Somalia) o fueron incorporadas a otros países: Eritrea,<br />
a Abisinia; las islas del Dodecaneso, a Grecia.<br />
En el resto del mundo, los cambios fueron también, en<br />
apariencia, pequeños. En el Medio Oriente, por ejemplo,<br />
Líbano y Siria lograron su independencia, mientras que la<br />
llegada de oleadas de inmigrantes judíos askenazis,<br />
procedentes de Europa del Este, tuvo como consecuencia que<br />
el Estado de Israel tuviera una condición mucho más<br />
beligerante que antes respecto a la población palestina. Lo<br />
decisivo, de todos los modos, fue el impulso inicial dado a la<br />
descolonización, movimiento un tanto contradictorio por el<br />
momento, pues a las promesas de japoneses y norteamericanos<br />
de independencia para las colonias se sumó, en<br />
esta circunstancia, la victoria de las potencias colonizadoras.<br />
De ahí que, por ejemplo, Filipinas consiguiera la independencia<br />
y que, por el contrario, los norteamericanos, después<br />
de haber apoyado la de Indochina, acabaran por apoyar el<br />
mantenimiento de la presencia francesa en aquellas tierras.<br />
Japón volvió a sus fronteras de mediados del siglo XIX,<br />
cediendo Formosa, Corea, Manchuria y las islas del Pacífico.<br />
Pero, mucho más importantes que estas nuevas fronteras<br />
territoriales, fueron las consecuencias de la división ideológica<br />
del mundo en dos partes enfrentadas.<br />
280
Salvador Borrego Derrota Mundial<br />
.:Bibliografía:.<br />
Gran Crónica de la Segunda Guerra Mundial, Tomo 1, De<br />
Munich a Pearl Harbor, Selecciones de Reader’s Digest, 1965<br />
Gran Crónica de la Segunda Guerra Mundial, Tomo 2, De<br />
Pearl Harbor a Stalingrado, Selecciones de Reader’s Digest,<br />
1965<br />
Gran Crónica de la Segunda Guerra Mundial, Tomo 3, De<br />
Stalingrado a Hiroshima, Selecciones de Reader’s Digest,<br />
1965<br />
Asi Fue la segunda guerra mundial, editoriales Anesa, Noguer,<br />
Rosoli<br />
Historia Universal, Gloria M. Delgado, Pearson, 2001<br />
http://sgm.zonadictos.net/<br />
http://www.ushmm.org/museum/exhibit/focus/sp_wlc/<br />
http://www.exordio.com/1939-1945/frameset.html<br />
281