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Los sentidos del sufrimiento.pdf

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Belén Altuna Lizaso<br />

lista en defensa <strong>del</strong> Dios cristiano. A él le debemos también una división<br />

tripartita <strong>del</strong> mal, convertida en canónica. Explica Leibniz que<br />

éste es “el mejor de los mundos posibles” puesto que fue creado por<br />

el Gran Arquitecto que es Dios, al que sería imposible diseñar, dada<br />

su omnipotencia y absoluta bondad, nada realmente imperfecto. Así<br />

que los siguientes tres tipos de males son –en el conjunto <strong>del</strong> orden<br />

divino que no alcanzamos a comprender dado nuestro carácter finito<br />

y limitado–, en realidad, un bien:<br />

1) El mal metafísico: es decir, la muerte, la finitud y la imperfección<br />

de todo lo humano. Leibniz la justifica aduciendo<br />

que de no existir supondría la divinización de la criatura; esto<br />

es, en ese caso Dios habría creado dioses, no humanos.<br />

2) El mal moral: es decir, el pecado, la maldad. Dios lo permitiría<br />

en función <strong>del</strong> libre albedrío, pues sin libertad no habría<br />

seres racionales. Este mal, originado por el ejercicio de la<br />

libertad, sería un mal menor en comparación con el bien de<br />

crear seres racionales y libres.<br />

3) El mal físico: es decir, el dolor, el <strong>sufrimiento</strong>. Para justificarlo,<br />

Leibniz repite las razones que la tradición cristiana había<br />

alegado regularmente y que seguirá alegando después:<br />

a) “Puede decirse <strong>del</strong> mal físico, que Dios lo quiere muchas<br />

veces como una pena debida por la culpa.”<br />

b) “Con frecuencia también, como un medio propio para un<br />

fin, esto es, para impedir mayores males o para atraer<br />

mayores bienes.”<br />

c) “La pena sirve además para producir la enmienda y como<br />

ejemplo. Y el mal sirve a menudo para gustar mejor el<br />

bien y para una mayor perfección <strong>del</strong> que sufre” (Teodicea,<br />

&23).<br />

En otros párrafos, Leibniz insiste en el <strong>sufrimiento</strong> como castigo<br />

por un pecado o una falta cometida: “absolutamente hablando,<br />

puede sostenerse que Dios ha permitido el mal físico como consecuencia<br />

de haber permitido el moral, que es su fuente” (Teod.,<br />

&378); “el mal físico deriva generalmente <strong>del</strong> moral, aunque no<br />

siempre en los mismos sujetos” (Teod., Causa Dei, &32). Aquí se<br />

hace referencia a la idea repetida a menudo en la tradición cristiana<br />

de que las faltas colectivas pueden expiarse mediante el <strong>sufrimiento</strong><br />

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