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Alejandro Dumas - El Vizconde De Bragelonne - adrastea80.byetho...

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<strong>El</strong> superintendente no hizo más que fijar en<br />

él por un momento su mirada altiva.<br />

E inclinándose después, dijo :<br />

––Sí, Majestad, una donación, ya lo veo.<br />

––Es menester, hijo mío ––dijo Ana de Austria––,<br />

contestarle al instante.<br />

¿Y cómo, señora?<br />

––Haciendo una visita al cardenal.<br />

–– ¡Pero si apenas hace una hora que salí<br />

del cuarto de Su Eminencia! –– repuso el rey.<br />

––Entonces; escribidle:<br />

––Escribir ––dijo el rey con repugnancia.<br />

––Creo ––añadió Ana de Austria––, que un<br />

hombre que acaba de hacer semejante regalo,<br />

bien tiene derecho a esperar que se le den<br />

las gracias con alguna presteza.<br />

Y, dirigiéndose al superintendente:<br />

–– ¿No opináis así, señor Fouquet? ––dijo.<br />

––Sí,.señora, el regalo bien vale la pena,––<br />

observó el superintendente, con nobleza que<br />

no escapó al rey..<br />

––Aceptad, pues, y dad las gracias ––<br />

insistió Ana de Austria.

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