Junio Bruto, Marco Antonio, Tulio Ciceron... - La RomaPedia
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Especial: Idus de Marzo<br />
LA ROMAPEDIA TEMPUS<br />
Por el bien de Roma<br />
Muere el último de los<br />
dictadores de nuestra querida<br />
República, a manos de unos<br />
patriotas preocupados por el<br />
devenir de Roma. No es una<br />
acción loable, pues el suelo de<br />
nuestra Curia ha quedado<br />
mancillado con la sangre de un<br />
sacrosanto hombre al que dioses<br />
y leyes protegían. Pero no es el<br />
momento de iniciar disputas<br />
internas, ni de venganzas que<br />
llevarían a Roma al colapso.<br />
Debemos cerrar filas tras el<br />
terrible capítulo y pensar en el<br />
bien de la República, pues como<br />
senadores es nuestra obligación<br />
cuidar de Roma. Julio César que<br />
tanto ha hecho por Roma ahora<br />
está muerto, e iniciar una guerra<br />
interna no le devolverá la vida y<br />
solo hará que nuestros enemigos<br />
nos vean como un pueblo<br />
desunido y aproveche para<br />
atacarnos.<br />
¡Oh, dioses, cuán difícil es<br />
decidir entre el bien y lo<br />
correcto! Pues ninguno de<br />
nosotros, padres conscriptos, es<br />
capaz de ver la complejidad de<br />
los problemas que aquejan a esta<br />
nuestra República sin la ayuda<br />
de la visión de nuestros pares.<br />
Julio César, que los dioses lo<br />
acojan entre ellos, no siempre se<br />
guió como de un magistrado de<br />
Roma se espera, ni quiso<br />
escuchar los consejos y<br />
recomendaciones que, desde<br />
www.laromapedia.com<br />
nuestros bancos del Senado, le<br />
hacíamos llegar, buscando el<br />
bien de la República. Y él,<br />
persona de inteligencia brillante,<br />
quiso buscar el bien de Roma<br />
por sí mismo, buscando entre sus<br />
ideas las mejores soluciones para<br />
los problemas con los que él, y<br />
solo él, entendían que eran<br />
necesario acabar. Pero no se dejó<br />
llevar por los sentimientos<br />
personales, ni impuso una tiranía<br />
a la manera oriental. Su<br />
clemencia es legendaria y<br />
muchos de los que hoy<br />
ocupamos el Senado le estamos<br />
agradecidos de cómo manejó la<br />
paz.<br />
Muere un gran ciudadano, un<br />
buen senador y un brillante<br />
comandante. Muere a manos de<br />
otros grandes ciudadanos y<br />
buenos senadores, que<br />
<strong>Marco</strong> <strong>Tulio</strong> Cicerón<br />
entendieron su deber acabar con<br />
la vida de un dictador del que<br />
temían quisiera convertirse en<br />
rey. ¿Y no es el deber patriótico<br />
lo que buscamos en los<br />
miembros de nuestro sagrado<br />
Senado? Actuaron movidos por<br />
lo que entendieron su<br />
obligación, no por la sed de<br />
venganza o poder, como prueba<br />
que nadie más resultó dañado.<br />
Una operación desagradable,<br />
pero que entendieron necesaria.<br />
Claman muchos, ahora,<br />
venganza por la muerte de Julio<br />
César, y sus corazones lloran por<br />
la pérdida de tan querida<br />
persona, y yo les pido que sean<br />
clementes, pues el propio Julio<br />
César lo había sido.<br />
No es momento para iniciar<br />
guerras, ni revanchas o<br />
venganzas. Es el momento de<br />
unirnos en el dolor por tan<br />
temible pérdida, para devolver a<br />
la República las leyes ordinarias.<br />
Roma ya ha sufrido muchos<br />
tiranos, dictadores y guerras, el<br />
Pueblo no aguantará un nuevo<br />
enfrentamiento. Y mantener la<br />
paz está en nuestras manos, pues<br />
somos los garantes de la<br />
legalidad de la República.<br />
Enterrar los conflictos internos,<br />
llorar la pérdida de tan valeroso<br />
comandante y mostrarse fuerte y<br />
unidos frente a nuestros<br />
enemigos debe ser los pasos a<br />
seguir ahora.<br />
Pag. VI