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CARLOS SANTACRUZ
El Hombre y la Máquina No. 31 • Julio-Diciembre de 2008
En el carnaval, uno se embriaga del movimiento, de
la riqueza de expresión y la autenticidad de un pueblo, de
toda esa libre expresión que hay, y uno debe de transmitirla
en el color, en la obra. Me embriago con todas estas manifestaciones.
Para mí es el contagio de sentir lo que sienten
los demás y esa es la verdadera obra humana, la razón para
llevar uno la energía al taller para representarlo en la obra.
Mi obra es un matrimonio dentro de la cordillera andina:
la sierra y la cultura del pacífico, el mar pacífico.
El mar ha sido otra vivencia. El mar Pacifico lo hechiza
a uno, lo embriaga, porque al ver esa naturaleza tan insólita,
al ver esos crepúsculos en el pacifico parece que el sol se
estuviera despedazando lleno de colores, como si se estuviera
cayendo y se enfriara en el paisaje del mar. Hay una
armonía entre el cielo del crepúsculo y el mar que lo hace
quedar extasiado, mirando esa magia del color dentro de
la naturaleza. He sido afortunado porque la naturaleza me
ha enriquecido a mí y a mi pintura.
Ilusión con Girasoles
70 cm x 50 cm
Acrílico sobre lienzo
2004
Paisaje de vereda
57 cm x 95 cm
Acrílico sobre lienzo
2003
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