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Juan Pablo Espino Villela - ceronconstruction.com

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<strong>Juan</strong> <strong>Pablo</strong> <strong>Espino</strong> <strong>Villela</strong><br />

BICHO TECOLOTE<br />

El estadio estaba lleno, a reventar. Centenares de fanáticos habían abarrotado los<br />

graderíos de sol y sombra. En los alrededores, los que no pudieron entrar por falta de<br />

pisto o porque no<br />

cupieron, arriesgaban sus vidas encaramados en los árboles de aceituno que hay en el<br />

Colegio Amigos, estirando el pescuezo buscando la mejor ubicación, pues en aquella<br />

calurosa tarde de<br />

abril se iba a definir de una vez por todas el ascenso a la liga mayor entre Zacapa y<br />

Chiquimula.<br />

Para evitar los brotes de violencia que eran <strong>com</strong>unes cuando se enfrentaban estos dos<br />

equipos, las autoridades deportivas habían colocado a los fanáticos del Deportivo Zacapa<br />

en el oriente y a<br />

los seguidores del equipo local en el poniente, es decir en la sombra, actitud que no les<br />

gustó a los zacapanecos.<br />

También la policía había hecho acto de presencia, pues conocida era la rivalidad existente<br />

entre las dos oncenas y, para evitar males mayores, los agentes llegaron a<strong>com</strong>pañados de<br />

macanas,<br />

perros amaestrados y las infaltables bombas lacrimógenas que, en más de una ocasión, le<br />

habían sacado las lágrimas y los mocos a más de algún fanático revoltoso.<br />

La Voz de la Perla de Oriente iba a transmitir aquel encuentro, por lo que los "técnicos"<br />

Güicho Díaz y Ramiro "Terelén", colocaban bocinas, tendían cables y hacían pruebas<br />

llamando a la cabina<br />

central, donde los operadores, Rolando Bollat y Armando Sagastume Díaz, iban a hacer<br />

todo lo posible por trasladar la señal a todos los oyentes a lo largo y ancho de Zacapa y<br />

Chiquimula.<br />

Tonito Monzón y Rudy Sigfrido Lobos, iban pues, a narrar con toda la emoción<br />

característica, las emociones de aquel encuentro por todos esperado.<br />

En su casa, recostado en una hamaca de pita, Bicho "Tecolote", pegado al viejo radio de<br />

baterías que había <strong>com</strong>prado donde don Carlitos Valdés, no se perdía detalle de lo que<br />

estaba pasando<br />

en el estadio.<br />

Nervioso y con el corazón palpitándole más de lo debido, se trasladaba mentalmente al<br />

lugar de las acciones, motivado por la in<strong>com</strong>parable voz de Tonito Monzón que al narrar,<br />

hacía que todos<br />

los que escuchaban el partido se imaginaran, <strong>com</strong>o en una película, todo lo que en el<br />

estadio estaba sucediendo.<br />

Para amenizar el encuentro, el gobernador departamental había mandado a la banda de<br />

música que para animar a los jugadores, se arrancó con una alegre marcha militar.


De uno de los vestidores, con la mascota del equipo por delante, salieron trotando y<br />

saludando alegremente los integrantes del Sacachispas. El público se levantó de sus<br />

asientos, seguido por el<br />

tronar de cientos de cohetillos y los vítores de la multitud frenética a punto de enloquecer<br />

de la emoción.<br />

La rechifla de los fanáticos zacapanecos no se hizo esperar y un botellazo se fue a estrellar<br />

cerquita de la cabina de transmisión de la Perla de Oriente, pero de inmediato la policía<br />

controló la<br />

situación.<br />

"¡Afición deportiva! ¡Mucha atención afición deportiva! ¡Atención oyentes de La Voz de la<br />

Perla de Oriente! ¡En estos precisos momentos hace su ingreso el Sacachispas, orgullo de<br />

los<br />

chiquimultecos y gloria del deporte nacional!".<br />

La voz de Tonito Monzón retumbó en el mercado, en la barbería "Marbil", en la glorieta<br />

del parque, en los corredores del almacén Nuevo Cantón, en la pilita colorada, en Sasmó,<br />

en Shusho, la<br />

Democracia, en el salón Tony, en el barrio La Estación, en El Molino, en cada casa y en<br />

cada callejón donde hubiera un radio encendido.<br />

Bicho, por su parte, se levantaba; se sentaba, caminaba de allá para acá; se <strong>com</strong>ía las uñas<br />

y pegaba saltos cuando los zacapanecos ametrallaban la portería que defendía Checha<br />

"Palomita". En<br />

fin, estaba medio loco de emoción, maldiciendo a veces el error <strong>com</strong>etido por algún<br />

jugador del Sacachispas y gritando a todo pulmón sin despegarse el radio de la oreja.<br />

De pronto, reventó el relajo; un jugador zacapaneco le dio un codazo a "Manía"<br />

Hernández y Tito "Músico" cobró la afrenta.<br />

En el acto se produjo un zafarrancho de todos los diablos y tantos los fanáticos del<br />

Sacachispas <strong>com</strong>o del Deportivo Zacapa, invadieron la cancha, dándose de golpes con lo<br />

que tenían a mano.<br />

En un santiamén salieron a relucir cuchillos, pistolas, manoplas, garrotes, patadas,<br />

trompadas, jalones de pelo y mordidas, de manera pues que aquello se había convertido<br />

de repente en una<br />

batalla campal.<br />

La policía tuvo que pedir refuerzos para desarmar aquella trifulca que hasta el momento<br />

había dejado <strong>com</strong>o saldo dos heridos de bala, tres quebrados, ocho mujeres desmayadas,<br />

cuatro policía<br />

con la cabeza reventada, un niño de brazos metido en un bote de basura y un ischoco<br />

mocoso viéndole el calzón a una vieja chamorrera que había caído patas arriba.<br />

La policía, al no poder controlar el relajo y ante la imposibilidad de pararlo, <strong>com</strong>enzó a<br />

repartir cachimbazos y a tirar bombas lacrimógenas a diestra y siniestra. Fue tanta la mala<br />

suerte de Tonito<br />

Monzón y de Rudy Lobos, que una de ellas cayó cerquita de cabina de transmisión,<br />

sacándolos escupidos a buscar un trapo mojado para ponérselo en la cara. Mientras tanto,<br />

don Julio Barrientos<br />

y los muchachos de la banda de música, estaban a punto de sacarle los mocos a un bolo


que no les quería devolver una trompeta.<br />

Tanto en los graderíos del estadio, <strong>com</strong>o en la gramilla de la cancha, había de todo:<br />

sombreros, zapatos, caites, chirajos de camisa, botellas, cédulas de vecindad, palos y<br />

piedras a más no poder.<br />

La policía <strong>com</strong>enzó a detener a los relajeros y las patrullas iban y venían por las calles de la<br />

ciudad con sirena abierta. A todo esto, Bicho "Tecolote" escuchaba la radio; y <strong>com</strong>o dicen<br />

algunos que<br />

no hay molineco que no sea curioso, sin pensarlo dos veces se montó en su bicicleta y<br />

<strong>com</strong>enzó a pedalear por la calle principal del barrio con la velocidad que le daban las<br />

canillas.<br />

La intención de Bicho era llegar al estadio y enterarse por cuenta propia del relajo que los<br />

locutores de "La Perla" describían con tanta nitidez.<br />

Jadeante y sudoroso cruzó <strong>com</strong>o un rayo por el hospital viejo y llegó al estadio en el<br />

preciso momento en que una bomba lacrimógena caía junto a él. Se bajo a prisa de la<br />

bicicleta, la tomó en sus<br />

manos y la aventó de regreso lo más fuerte que pudo. Un policía lo vio y abalanzándose<br />

sobre él, colérico y furioso <strong>com</strong>o un tigre, le gritó a otro <strong>com</strong>pañero:<br />

"¡Este es otro de los relajeros, vos! ¡Dale sin amagar a este hijueputa!".<br />

Una lluvia de garrotazos cayó sobre la humanidad de Bicho, que retorciéndose de dolor,<br />

les gritaba: "¡Déjenme por favor señores! ¡Déjenme por favor señores policías; por favor<br />

no me pijeyen que<br />

yo acabo de llegar!<br />

A los cuarenta y cinco días salió del hospital; vendió el radio con el dolor de su corazón y<br />

juró por todos los santos del cielo que jamás volvería al estadio

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