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Dorsal NE-EstGeol-65(1), 5-47.2009.pdf

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La dorsal <strong>NE</strong> de Tenerife: hacia un modelo del origen y evolución de los rifts de islas oceánicas 23<br />

siderablermente de las correspondientes al macizo<br />

de Anaga, que se caracterizan en esta zona por un<br />

predominio de coladas subhorizontales, lo que<br />

sugiere la acumulación contra una formación más<br />

antigua. Tanto las edades obtenidas como la polaridad<br />

geomagnética de las secuencias volcánicas<br />

que afloran en la parte inferior de la Mesa de Tejina,<br />

en el borde del macizo de Anaga, indican la<br />

existencia de dos unidades separadas en el tiempo<br />

(fig. 10). Estas formaciones volcánicas están, asimismo,<br />

limitadas por una fuerte discordancia erosiva<br />

con diques truncados, ya mencionada por<br />

Carracedo (1975, 1979). Ancochea et al. (1990)<br />

dataron un perfil en la Mesa de Tejina, obteniendo<br />

edades en las lavas basálticas horizontales de la<br />

parte media y alta de la secuencia de 3,59 y 3,28<br />

Ma, y de 6,12 y 6,5 Ma en la parte inferior, por<br />

debajo de la discordancia y en lavas de composición<br />

fonolítica. Posteriormente, Thirlwall et al.<br />

(2000) dataron con 40 Ar/ 39 Ar la parte inferior de<br />

esa misma secuencia, obteniendo una edad de<br />

8,05 ± 0,14 Ma para una benmoreita, que estos<br />

autores correlacionan con las edades de 6,12 y<br />

6,5 Ma de Ancochea et al. (1990). Finalmente,<br />

Guillou et al. (2004), realizaron un perfil en la<br />

misma secuencia, obteniendo edades de 4,20, 4,04<br />

y 4,01, pero sólo en las lavas por encima de la discordancia,<br />

considerando las inferiores muy alteradas<br />

y no aptas para su datación.<br />

Parece, pues, evidente la existencia en esta<br />

secuencia de dos unidades, una inferior miocena y<br />

una superior pliocena, separadas por una clara discordancia<br />

erosiva de al menos 2 Ma (posiblemente<br />

hasta 4 Ma). Estas características sugieren que la<br />

unidad inferior puede ser, en realidad, el extremo<br />

del Rift <strong>NE</strong>, sobre el que se apoyaría el macizo de<br />

Anaga (véase fig. 1). Esta prolongación miocena<br />

del rift correspondería a la fase 1 de su actividad<br />

(figs. 6, 7 y 10), en la que el escudo mioceno central<br />

de Tenerife se habría prolongado hacia el <strong>NE</strong> conformando<br />

el rift inicial (véase corte de la fig. 1), de<br />

actividad recurrente. En este contexto, se explicaría<br />

el amplio y profundo Valle de Tegueste, que se<br />

habría excavado en el contacto del rift con las lavas<br />

horizontales de Anaga (ver fig. 10).<br />

El Rift <strong>NE</strong> parece haber tenido otra fase de actividad<br />

en el Plioceno, como indica la edad de<br />

2,7 Ma obtenida en el frente de la galería Los Dornajos.<br />

Aunque no hay más edades que permitan<br />

reconstruir la historia volcánica del Rift <strong>NE</strong> en el<br />

Mioceno y Plioceno, su comportamiento en la última<br />

fase de actividad, en el Pleistoceno, parece<br />

sugerir que la actividad eruptiva se produjo en pulsos<br />

relativamente cortos (1,0-1,5 Ma) separados por<br />

periodos mucho más extensos de menor actividad e<br />

intensa erosión. En ese caso, las edades obtenidas<br />

corresponderían a distinas fases eruptivas, como se<br />

indica tentativamente en la figura 7. El núcleo antiguo<br />

del rift (Mioceno-Plioceno) es el que se ha relacionado<br />

con la formación basáltica alterada y con<br />

una densa malla de diques que se corta en el fondo<br />

de las galerías en ambos flancos del rift (fig. 3),<br />

aunque en este trabajo sólo ha podido datarse el<br />

correspondiente al Plioceno (véase fig. 5).<br />

La última fase (pleistocena) del Rift <strong>NE</strong><br />

En este último periodo de actividad eruptiva del<br />

Rift <strong>NE</strong>, que es el único que ha sido estudiado en<br />

detalle en este trabajo, la sucesión de episodios<br />

constructivos y colapsos laterales, que a su vez<br />

vuelven a rellenarse con un volcanismo anidado en<br />

las cuencas de deslizamiento, permite la separación<br />

de diferentes fases que, en conjunto, delimitan con<br />

gran precisión el desarrollo del rift en el último<br />

millón de años.<br />

Fase de desarrollo inicial<br />

En esta fase se levantó un edificio volcánico que<br />

pudo alcanzar 2.000 m de altitud —la altura actual<br />

de Izaña, coherente con la inclinación de las coladas—<br />

sobre un relieve anterior de una altura no<br />

inferior a 800-1.000 m. De este aparato volcánico,<br />

centrado en la zona entre los actuales Gaitero y<br />

Mña. de Joco, sólo aflora actualmente una parte del<br />

flanco <strong>NE</strong>, en forma de dos triángulos situados a<br />

ambos lados del Valle de Güímar (fig. 11). El resto<br />

del edificio ha sido desmantelado por sucesivos<br />

colapsos laterales o aparece recubierto por erupciones<br />

posteriores.<br />

La polaridad de las lavas y diques de esta formación<br />

(Unidades A 1 y B de la Pared de Güímar) y las<br />

edades descritas evidencian que este edificio volcánico<br />

se formó en el Matuyama superior, en el<br />

periodo que comprende la base del Jaramillo hasta<br />

unos 830 ka, época en que debió alcanzar una configuración<br />

inestable y colapsó. La fase crítica de<br />

construcción se desarrolló entre 1.100 ka y unos<br />

900 ka, como puede apreciarse en la secuencia de<br />

la Pared de Güímar, en que la tasa de crecimiento<br />

pudo alcanzar hasta 10 m/ka, correlativa con una<br />

intensa fase de intrusión y la progresiva inestabili-<br />

Estudios Geol., <strong>65</strong>(1), 5-47, enero-junio 2009. ISSN: 0367-0449. doi:10.3989/egeol.39755.056

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