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. 6 Antonio Blanch ¿De qué experiencia hablamos? Comencemos por fijar lo que entendemos por experiencia,concepto muy polivalente y enigmático. Alguien lo ha definido como un conocimiento vitalmente acogido. Y,como tal, sería aquel acto de conciencia por el cual la persona humana se capta en relación consigo misma y con una realidad exterior a ella, que se le impone inmediatamente y le hace reaccionar con una cierta plenitud momentánea. Es, pues, una acción interior, que implica una toma de conciencia de algo (intencionalidad) y que repercute en el sujeto de forma vital y concreta, actuando no sólo la inteligencia y la imaginación, sino también la sensibilidad (sentimientos, afectos, emociones, voliciones, etcétera) y otras zonas inconscientes.1 Naturalmente que se dan varios grados de intensidad en estas experiencias, y es lógico que, para nuestro estudio comparativo, no contemplemos ahora más que aquéllas cuya intensidad sea notable, por no decir extraordinaria. Cuanto más fuerte sea ella, mejor podrá reconocerse y describirse en sus principales elementos. Por tanto, nos vamos a referir en adelante a experiencias de gran entidad psíquica y personal. 1Sobre el concepto antropológico de "experiencia", o de "vivencia", nos ha servido de orientación la doctrina desarollada por Wilhelm Dilthey en muchas de sus obras. Véase la presentación que de ellas hizo J.ORTEGA Y GASSETen su estudio GuillermoDilthey y la ideadela vida,en ObrasCompletas,tomo VI,p 165-214.Tambiénhemos seguido las reflexionesde Ernst CASSIRER en su cono.cido estudio Filosofíade lasformas simbólicas,Fondo de Cultura Económica, México 1971 (2 vols.) y las de A. DE WAELENS en Philosophiedes expériencesnaturelles(1961)y F. GREGOIRE,Note sur les termes «intuition» et «expérience,'en Revue Philosophiquede Louvain 44 (1961) 401-415. Puede hallarse un buen resumen del estado de la cuestión sobre este concepto en J. FERRATER MORA, Diccionario de filosofía, Alianza, Madrid 1981, p. 1094-1101.
Lo estéticoy lo religioso:cotejodeexperienciasy expresiones Retengamos como primer elemento descriptivo la importancia de la reactivación subjetiva, ya que se trata de un acontecimiento en el que uno mismo se siente íntegramente como sujeto,activo y pasivo al mismo tiempo. O dicho de otra manera, el ser humano se siente vivir de manera singular. Lo cual explica que vivencia se use también equivalentemente como experiencia, aunque técnicamente se reserve el término experiencia (Erfahrung)para referirsea un suceso anímico más continuado e integral, mientras se usa el término vivencia (Erlebnis)para indicar un hecho de la vida interior más puntual y fugaz, en el que la inmediatez sujeto-objeto es tan estrecha que apenas si se atiende a la realidad externa como algo distinto y separado. y esta distinción (sujeto-objeto)es importante, porque, en efecto, en el seno de toda experiencia propiamente dicha, junto a la acción subjetiva inmanente, tiene especial interés la presencia de ese algo distinto al yo que lo actúa desde fuera y que, por consiguiente, es percibido como un objeto de conciencia, que trasciende a la misma conciencia. En toda experiencia, pues, tendremos dos elementos esenciales, o polos dinámicos, que la constituyen, uno más subjetivo y más objetivo el otro. No se trata, nótese bien, de dos realidades separables, sino de dos aspectos complementarios y compenetrados: el objeto consiste solamente en su aparecer a la concienciay el sujeto se vivencia a sí mismo gracias a este aparecer y sólo mientras él dura. Los psicólogos y otros analistas de esta clasede fenómenos anímicos suelen describir su estructura funcional en tres niveles, que podríamos resumir de la siguiente manera. En el primer nivel fácticoo empírico se percibe el impacto (el dato) proveniente de un agente que actúa sobre mí. Ante este dato el sujeto reacciona, favorable o desfavorablemente, comen- 7
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