17.05.2013 Views

Cuentos para leer en el ascensor - SINEDIT

Cuentos para leer en el ascensor - SINEDIT

Cuentos para leer en el ascensor - SINEDIT

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>Cu<strong>en</strong>tos</strong> <strong>para</strong> <strong>leer</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> asc<strong>en</strong>sor<br />

Aster Navas<br />

Publicado: 2011<br />

Categoría(s):<br />

Etiqueta(s): microrr<strong>el</strong>atos r<strong>el</strong>atos<br />

1


Olvídese de la tundra o d<strong>el</strong> desierto d<strong>el</strong> Gobi; <strong>el</strong> asc<strong>en</strong>sor es <strong>el</strong> lugar<br />

más inhóspito d<strong>el</strong> mundo.<br />

Pi<strong>en</strong>se, sin ir más lejos, <strong>en</strong> la angustia que le g<strong>en</strong>era la simple posibilidad<br />

de quedarse <strong>en</strong>cerrado <strong>en</strong> él; <strong>en</strong> la forzada y estrecha conviv<strong>en</strong>cia<br />

que le obliga a mant<strong>en</strong>er no sólo con los vecinos sino con completos desconocidos,<br />

<strong>en</strong> esas antológicas conversaciones sobre <strong>el</strong> tiempo, <strong>en</strong> la implacable<br />

severidad de sus espejos que subrayan cada arruga y ac<strong>en</strong>túan<br />

ese color c<strong>en</strong>ici<strong>en</strong>to que nos imprim<strong>en</strong> los años.<br />

Ojalá estas humildes historias le ayud<strong>en</strong> a pasar lo mejor posible ese<br />

mal trago.<br />

Aster Navas<br />

• Crédito de la imag<strong>en</strong> de portada: http://www.freepik.es/fotogratis/asc<strong>en</strong>sor-simbolo_149846.htm<br />

• Logotipo: Dibujos.net. http://fiestas.dibujos.net/navidad/<br />

muneco-de-nieve.html<br />

2


Más que palabras<br />

PURA CORTESÍA<br />

Si pasáis por allí no dudéis <strong>en</strong> acercaros –les dijimos. Ellos nos respondieron<br />

lo propio. Pura cortesía: dos besos al aire y cada mochu<strong>el</strong>o a su olivo.<br />

Ya sabéis donde t<strong>en</strong>éis vuestra casa –insistí. Nadie imaginaba que dos semanas<br />

después sonara <strong>el</strong> timbre y aparecieran <strong>en</strong> la puerta aún con cierto<br />

bronceado d<strong>el</strong> crucero.<br />

Pero pasad, no os quedéis ahí –improvisé mi<strong>en</strong>tras avanzaban por <strong>el</strong> pasillo<br />

mirando todo como si lo reconocieran. Esa misma tarde <strong>el</strong>la estiró, con<br />

d<strong>el</strong>icadeza irrebatible, las cortinas de nuestra habitación y él dejó unos<br />

pantalones sobre la cama.<br />

Si pasáis por aquí no dudéis <strong>en</strong> acercaros –nos dijeron, de corazón, mi<strong>en</strong>tras<br />

nos acompañaban hasta la puerta.<br />

Ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una casa muy luminosa –le dije a mi marido ya <strong>en</strong> <strong>el</strong> asc<strong>en</strong>sor.<br />

En fin.<br />

3


5<br />

In medio, virtus.<br />

A las palabras convi<strong>en</strong>e pillarles <strong>el</strong> punto, créanme. Yo, sin ir más lejos,<br />

era un niño brillante pero me conformé con <strong>el</strong> sufici<strong>en</strong>te: ya es sufici<strong>en</strong>te,<br />

cariño –me decía mi madre, rogándome que no fuera más allá, que tonterías<br />

las justas. Con los estudios actué <strong>en</strong> consecu<strong>en</strong>cia: no quería ponerme<br />

pesado, impertin<strong>en</strong>te, sobresali<strong>en</strong>te.<br />

Bilbao, Mario: Sufici<strong>en</strong>te. Ni lo muevas -p<strong>en</strong>saba.<br />

He oído sufici<strong>en</strong>te –me ha cortado mi mujer cuando he empezado a contarle<br />

lo nuestro. Hasta ese instante no había re<strong>para</strong>do <strong>en</strong> su vertiginoso diptongo,<br />

<strong>en</strong> esa t tan desabrida. A aqu<strong>el</strong> sufici<strong>en</strong>te de mi mujer le faltaba<br />

además <strong>el</strong> conv<strong>en</strong>cimi<strong>en</strong>to de mamá, la tinta roja d<strong>el</strong> profe. Por eso he insistido<br />

y le he dado más detalles.<br />

Es más que sufici<strong>en</strong>te me ha dicho apartando por fin la vista -España directo-<br />

d<strong>el</strong> t<strong>el</strong>evisor de plasma. Por la v<strong>en</strong>tana <strong>en</strong>traba una luz tímida, difusa,<br />

mortecina. Insu… -eso es- fici<strong>en</strong>te.<br />

En fin.<br />

4


ETC<br />

Etcétera es uno de los mayores avances de la humanidad, un inv<strong>en</strong>to<br />

com<strong>para</strong>ble a la rueda. Si no fuera por etcétera nuestras listas serían interminables.<br />

Si no fuera por ese cajón, por esa discreta alfombra bajo la que<br />

deslizar nuestros inv<strong>en</strong>tarios, estábamos aviados.<br />

Eso creía también Bovedilla hasta que Robledo, <strong>el</strong> Jefe de Personal, dijo<br />

–soltó- aqu<strong>el</strong> etcétera. Quiero agradecer a B<strong>en</strong>ítez, a Salgado, a P<strong>el</strong>áez, etcétera,<br />

la dedicación y empeño que han derrochado <strong>en</strong> este proyecto.<br />

Fue <strong>en</strong> ese instante cuando realm<strong>en</strong>te Bovedilla compr<strong>en</strong>dió <strong>el</strong> verdadero<br />

significado de aqu<strong>el</strong>la palabra: <strong>el</strong> doble s<strong>en</strong>tido de su t, la sombra d<strong>el</strong><br />

despido a los pies de su r.<br />

En fin, que la vida de Bovedilla, como la mía –como la suya, amable lector-<br />

está también servidita de dudas, inquietudes, cábalas, sinsabores, tribulaciones,<br />

etcétera.<br />

5


BULTO<br />

Hay palabras con perdón- cabronas. Palabras que parec<strong>en</strong> ermita y<br />

son catedral. Posiblem<strong>en</strong>te la peor de todas sea bulto. No abultas nada -me<br />

solían decir de pequeño recriminándome con una sonrisa mi falta de estatura<br />

y peso. De niños decidíamos, <strong>el</strong>egíamos a bulto, hacíamos bulto. La<br />

vida nos <strong>en</strong>señó a escurrir <strong>el</strong> bulto.<br />

Crecimos y <strong>en</strong> los aeropuertos nos preguntaban rec<strong>el</strong>osos por <strong>el</strong> número<br />

de bultos expuestos allí sobre la cinta de facturación. Compr<strong>en</strong>dimos con<br />

la edad que <strong>el</strong> bulto es incierto, imprevisible. A saber lo que se esconde<br />

bajo esa manta o d<strong>en</strong>tro de esa -los vieron de noche trasladando un sospechoso<br />

bulto- alfombra.<br />

Por eso asusta, acojona tanto, cuando d<strong>en</strong>tro de ti <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tras o <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran<br />

un bulto. Le hemos detectado un bulto. Un pequeño bulto -te dic<strong>en</strong> int<strong>en</strong>tando<br />

restarle importancia. Nos asalta <strong>en</strong>tonces toda la niebla que <strong>en</strong>cierra<br />

esa palabra, todo su escepticismo. Hasta ese preciso mom<strong>en</strong>to no tomamos<br />

conci<strong>en</strong>cia de su significado; no re<strong>para</strong>mos <strong>en</strong> la oscuridad de su<br />

u, <strong>en</strong> la frialdad de su t.<br />

6


SÍSTOLE- DIÁSTOLE<br />

Hace unos meses asistí a una boda civil.<br />

¿Y aún conoci<strong>en</strong>do los artículos 564 y 647 d<strong>el</strong> Código Civil, persiste usted<br />

<strong>en</strong> contraer matrimonio con Doña Yolanda… ? le preguntó <strong>el</strong> oficiante,<br />

alcalde de la localidad, al novio.<br />

Él, ligeram<strong>en</strong>te descolocado, dijo que sí, que persistía.<br />

No supe cómo interpretar aqu<strong>el</strong>la pregunta; t<strong>en</strong>ía, sí, un fondo disuasorio.<br />

Algo así como caballero, ¿sabe usted dónde carajo- se mete? ¿Por<br />

qué coño es usted tan testarudo? T<strong>en</strong>ía un matiz de allá p<strong>en</strong>itas o de sarna<br />

con gusto no pica; vamos algo similar a no v<strong>en</strong>ga usted dici<strong>en</strong>do que<br />

no le habíamos avisado, que usted sólo pasaba por aquí y que no sabía<br />

<strong>en</strong> qué consistía; que si llega a saberlo hubiera desistido, o, incluso,<br />

resistido.<br />

Sí, la novia también persistió.<br />

¡Que se bes<strong>en</strong>! ¡Que se bes<strong>en</strong>! insistimos los invitados a los postres.<br />

7


DEL NORTE<br />

De niña se la mandó buscar <strong>en</strong> un diccionario Don Serafín, su maestro<br />

de primaria; hoy la ha asaltado desde la etiqueta de un paquete de gulas.<br />

Es posible que la mujer no la haya pronunciado jamás. Sucedáneo no es<br />

una palabra que uno vaya dici<strong>en</strong>do a las primeras de cambio. Dice uno<br />

sucedáneo <strong>en</strong> <strong>el</strong> asc<strong>en</strong>sor, <strong>en</strong> la carnicería y levanta ampollas, sospechas,<br />

rec<strong>el</strong>o.<br />

Hoy, tontam<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> este supermercado donde lleva haci<strong>en</strong>do la compra<br />

quince años, compr<strong>en</strong>de la crudeza de su significado. Hasta su marido -<br />

<strong>el</strong>la se hubiera casado con Rafa<strong>el</strong>- es un sucedáneo.<br />

El pekinés que saca a pasear por <strong>el</strong> parque -ahora cae <strong>en</strong> la cu<strong>en</strong>ta- es<br />

también un sucedáneo. Pequeño, pero sucedáneo, al fin y al cabo. Ella<br />

quería un niño. Y, puestos a pedir, también una niña.<br />

De hecho, la casa, <strong>el</strong> coche, esa misma ciudad <strong>en</strong> que se si<strong>en</strong>te de rep<strong>en</strong>te<br />

atrapada, son –cómo coño no se ha dado cu<strong>en</strong>ta antes… - también sucedáneos.<br />

Este lunes lluvioso es un mal sucedáneo de viernes.<br />

Ella, bi<strong>en</strong> mirado, también lo es. Un sucedáneo, ya sab<strong>en</strong>.<br />

La mujer habrá tropezado con sucedáneo <strong>en</strong> un par de ocasiones pero ha<br />

sido con las gulas <strong>en</strong> la mano cuando se le ha v<strong>en</strong>ido <strong>en</strong>cima toda la sinceridad<br />

de su s, toda la franqueza de su d. Vamos, cuando la palabra de<br />

marras le ha hecho daneo , digo daño.<br />

La mujer permanece aún un mom<strong>en</strong>to más con <strong>el</strong> producto <strong>en</strong> la mano y<br />

finalm<strong>en</strong>te lo deja <strong>en</strong> <strong>el</strong> carro. Se acerca a la caja y saca un billetero de polipi<strong>el</strong><br />

muy apar<strong>en</strong>te.<br />

En fin.<br />

8


TANGO<br />

No sé, Paula, tesoro, por qué eres tan c<strong>el</strong>osa. No; no sé cómo te<br />

has hecho esa p<strong>el</strong>i tan rara; <strong>en</strong> qué te basas <strong>para</strong> tirar por la v<strong>en</strong>tana toda<br />

una vida juntos; que <strong>para</strong> Abril, date cu<strong>en</strong>ta, hará veinte años que nos<br />

dimos <strong>el</strong> sí <strong>en</strong> La Almud<strong>en</strong>a.<br />

¿Qué te hace creer que estoy <strong>en</strong>amorado de esa chica que nos<br />

cuida a la abu<strong>el</strong>a por las tardes? Agradecido, sí, porque la muchacha es<br />

cariñosa, se desvive y pone a la abu<strong>el</strong>a a hacer pis sin arrugar <strong>el</strong> morro.<br />

¿Y paci<strong>en</strong>cia? Ni <strong>el</strong> santo Job: que tu madre –reconóc<strong>el</strong>o- cu<strong>en</strong>ta siempre<br />

las mismas batallas y la pivita arg<strong>en</strong>tina le escucha siempre con esa<br />

sonrisa…<br />

No sé por qué p<strong>en</strong>sás eso, boluda; si vos sós -lo sabés- la mujer<br />

de mi vida.<br />

En fin.<br />

9


SIÉNTESE<br />

Matías llevaba un par de años temi<strong>en</strong>do aqu<strong>el</strong> mom<strong>en</strong>to. Tarde o temprano<br />

ocurriría pero nada de malo había <strong>en</strong> int<strong>en</strong>tar postergarlo: Pilates,<br />

crema anti edad, vaqueros, litros de Grecian 2000.<br />

Qui<strong>en</strong> busca <strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro perece <strong>en</strong> él –solía p<strong>en</strong>sar Matías y evitaba tomar<br />

los transportes públicos atestados, las horas punta de los<br />

consultorios.<br />

Fue a bocajarro, <strong>en</strong> un autobús interurbano al que se subió precipitadam<strong>en</strong>te.<br />

Siéntese –le dijo cortésm<strong>en</strong>te una veinteañera cediéndole su<br />

asi<strong>en</strong>to.<br />

T<strong>en</strong>ía una sonrisa dulce, d<strong>el</strong>icada: <strong>para</strong> que te fíes de nadie…<br />

En fin.<br />

10


FRÁGIL<br />

Podía haber escogido cualquier otra expresión: deberíamos darnos un<br />

tiempo, somos demasiado difer<strong>en</strong>tes, ci<strong>el</strong>o, dejémoslo, quizás lo más s<strong>en</strong>sato es<br />

que cada uno siga su camino.<br />

Y <strong>el</strong> caso es que <strong>el</strong> verbo se escucha: han roto, rompieron <strong>el</strong> verano pasado.<br />

Quiero que rompamos –me dijo una mañana con un tetrabrik de leche desnatada<br />

<strong>en</strong> la mano.<br />

¿El qué? –estuve ridículam<strong>en</strong>te a punto de preguntarle pero me contuve.<br />

Quiero romper –repitió <strong>en</strong>tonces y oí hacerse añicos <strong>el</strong> d<strong>el</strong>icado cristal de<br />

su m, intuí la rabia que tanto tiempo llevaban incubando sus erres.<br />

No; estoy razonablem<strong>en</strong>te bi<strong>en</strong>, pero… no sé, me noto <strong>el</strong> alma torpe, como<br />

escayolada.<br />

11


Crónica de Agua<br />

Hay un exc<strong>el</strong><strong>en</strong>te ejercicio narrativo que consiste <strong>en</strong> observar la realidad<br />

más cotidiana desde un prisma inesperado. Colocar al narrador de nuestra<br />

historia <strong>en</strong> <strong>el</strong> equipo contrario, olvidarse d<strong>el</strong> poli y meternos <strong>en</strong> la<br />

pi<strong>el</strong> d<strong>el</strong> asesino; que hable la mascota (<strong>el</strong> canario, <strong>el</strong> pez, <strong>el</strong> pequinés) y<br />

nos cu<strong>en</strong>te qué hay de verdad –ya es un secreto a voces- <strong>en</strong> lo de que su<br />

dueña ti<strong>en</strong>e un amante.<br />

Ponerse <strong>en</strong> , ver la p<strong>en</strong>ínsula desde Marruecos, la Tierra desde Marte<br />

resulta tan suger<strong>en</strong>te como saludable. A este estilo respond<strong>en</strong> los micros<br />

de Crónica de Agua. Con este pari<strong>en</strong>te pobre de Gurb daremos un<br />

repaso al planeta y a sus habitantes.<br />

12


LOS NOMBRES<br />

Son curiosos los seres humanos. Posiblem<strong>en</strong>te lo más curioso sean sus<br />

nombres. Hay tipos que se llaman Juan, Pedro, Argimiro…<br />

Les he preguntado la razón d<strong>el</strong> ap<strong>el</strong>ativo, <strong>el</strong> significado de la palabra<br />

pero no han sabido responderme. Alguno –Habilio- argum<strong>en</strong>taba que<br />

también su padre o su abu<strong>el</strong>o se llamaba así; otro lo atribuía al arbitrario<br />

gusto de sus prog<strong>en</strong>itores; aquél a su musicalidad… El caso es que sus<br />

nombres no los defin<strong>en</strong>.<br />

De hecho <strong>en</strong> un mismo lugar puedes <strong>en</strong>contrar tres Migu<strong>el</strong>es o dos Vanesas<br />

y esto conduce a no pocos errores y mal<strong>en</strong>t<strong>en</strong>didos. En vano he int<strong>en</strong>tado<br />

<strong>en</strong>contrar alguna similitud <strong>en</strong>tre qui<strong>en</strong>es respond<strong>en</strong> al mismo<br />

apodo. Hay Migu<strong>el</strong>es y Joses altos y bi<strong>en</strong> parecidos y los hay achaparrados<br />

y patizambos. Lo más insólito es que cuando son rigurosam<strong>en</strong>te iguales<br />

o gem<strong>el</strong>os recib<strong>en</strong> nombres muy difer<strong>en</strong>tes.<br />

Su<strong>el</strong><strong>en</strong>, cuando media <strong>en</strong>tre <strong>el</strong>los cierta afectividad, apocoparlos y así<br />

Jose María se queda <strong>en</strong> Chema o Gaud<strong>en</strong>cio <strong>en</strong> Ch<strong>en</strong>cho. Sólo cuando la<br />

r<strong>el</strong>ación es muy especial o íntima se olvidan d<strong>el</strong> nombre habitual y respond<strong>en</strong><br />

a cariño, ci<strong>el</strong>o, corazón o ratita. He int<strong>en</strong>tado dirigirme a <strong>el</strong>los <strong>en</strong><br />

semejantes términos y no he recibido sino incompr<strong>en</strong>sión y algún que<br />

otro soplamocos.<br />

A ese nombre inicial su<strong>el</strong>e acompañarlo una retahíla de adjetivos que<br />

<strong>el</strong>los conoc<strong>en</strong> con <strong>el</strong> nombre de ap<strong>el</strong>lidos. Con estos últimos no he t<strong>en</strong>ido<br />

mejor suerte. Conozco Herreros que trabajan <strong>para</strong>dójicam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> oficinas<br />

y tipos que presum<strong>en</strong> de Grande, que son más bi<strong>en</strong> poquita cosa. Con<br />

decir que hay un Zapatero que es presid<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> gobierno…<br />

XJM345678, reportando desde Tierra.<br />

13


LOS OJOS<br />

El resto de los habitantes de Agua (Tierra) cierran los dos a la vez; bi<strong>en</strong><br />

cuando parpadean, bi<strong>en</strong> cuando duerm<strong>en</strong>. Sólo B<strong>en</strong>ito, <strong>el</strong> vecino d<strong>el</strong> tercero,<br />

cierra uno y manti<strong>en</strong>e <strong>el</strong> otro abierto.<br />

Me desconcierta B<strong>en</strong>ito, <strong>el</strong> vecino d<strong>el</strong> tercero: me mira de arriba abajo,<br />

se demora <strong>en</strong> mis pechos o <strong>en</strong> mis caderas y cierra un ojo -normalm<strong>en</strong>te<br />

<strong>el</strong> izquierdo- frunci<strong>en</strong>do a la vez los labios. Que no me <strong>en</strong>tere yo que ese<br />

culito pasa hambre -me dice viéndome subir apostado <strong>en</strong> <strong>el</strong> r<strong>el</strong>lano.<br />

Salvo B<strong>en</strong>ito, <strong>el</strong> vecino d<strong>el</strong> tercero, <strong>el</strong> resto de los habitantes de Agua<br />

(Tierra) se sirv<strong>en</strong> de otro orificio -boca- <strong>para</strong> sus libaciones. Acaso B<strong>en</strong>ito<br />

-eso es- sea como yo, un ser <strong>en</strong> tránsito que aún no controla ni conoce su<br />

cuerpo.<br />

En fin.<br />

XJM, reportando desde Tierra (digo Agua).<br />

14


Ejercicios de heterografía<br />

VESO<br />

Dícese d<strong>el</strong> beso inadecuado. Bi<strong>en</strong> por la persona a la que va dirigido;<br />

bi<strong>en</strong> por <strong>el</strong> mom<strong>en</strong>to o <strong>el</strong> espacio <strong>en</strong> que vesamos; bi<strong>en</strong> por la pasión o la<br />

neutralidad que ponemos <strong>en</strong> <strong>el</strong>los.<br />

Los peores vesos, curiosam<strong>en</strong>te, son aqu<strong>el</strong>los que no alcanzaron las mejillas,<br />

los labios, <strong>el</strong> cu<strong>el</strong>lo… Aqu<strong>el</strong>los que quisimos -lam<strong>en</strong>tamos tanto no<br />

haberlo hecho… - dar; aqu<strong>el</strong>los que esperábamos recibir.<br />

Vesos. Dichosos, malditos vesos.<br />

15


<strong>Cu<strong>en</strong>tos</strong> <strong>para</strong> <strong>leer</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> asc<strong>en</strong>sor<br />

CÓRNER<br />

Cuando pitó <strong>el</strong> primer fuera de juego brotaron los improperios. Casero<br />

le llamaron. Comprao. Yo me mantuve <strong>en</strong> sil<strong>en</strong>cio. Bermúdez nuestro media<br />

punta estaba <strong>en</strong> una posición correcta pero aqu<strong>el</strong> único error, incluso<br />

despiste, –p<strong>en</strong>sé- no era sufici<strong>en</strong>te <strong>para</strong> dudar de la imparcialidad d<strong>el</strong> colegiado.<br />

Maricón –le gritaron cuando s<strong>en</strong>tó <strong>en</strong> <strong>el</strong> banquillo a P<strong>el</strong>áez. Era nuestro<br />

jugador qui<strong>en</strong> había sido agredido <strong>en</strong> aqu<strong>el</strong> lance pero aqu<strong>el</strong> despropósito<br />

no ponía <strong>en</strong> <strong>en</strong>tredicho la virilidad d<strong>el</strong> árbitro. No t<strong>en</strong>ía yo constancia<br />

de su opción sexual. Me contuve, pues.<br />

Cabrón –vocearon al unísono mis compañeros de grada cuando señaló <strong>el</strong><br />

inexist<strong>en</strong>te p<strong>en</strong>alti. Cállate, Fermín, me dije. ¿Qué pruebas ti<strong>en</strong>es tú de<br />

que a este señor le es infi<strong>el</strong> o no su señora?.<br />

Cuando empezó a c<strong>el</strong>ebrar ost<strong>en</strong>tóream<strong>en</strong>te los goles d<strong>el</strong> equipo contrario<br />

y a abrazar a su <strong>en</strong>tr<strong>en</strong>ador, los aficionados le m<strong>en</strong>taron a la madre<br />

Chitón, Fermín –p<strong>en</strong>sé- ¿qué sabrás tú de las condiciones <strong>en</strong> que fue <strong>en</strong>g<strong>en</strong>drado<br />

este caballero?<br />

Medité unos minutos sobre cuál sería <strong>el</strong> ap<strong>el</strong>ativo más acertado <strong>para</strong> aqu<strong>el</strong><br />

comportami<strong>en</strong>to, <strong>para</strong> afear aqu<strong>el</strong>la conducta. No había que <strong>en</strong>trar <strong>en</strong><br />

la descalificación personal ni dejarse cegar por la acritud.<br />

Bobo –balbuceé finalm<strong>en</strong>te cuando ya se perdía por <strong>el</strong> tún<strong>el</strong> de vestuarios.<br />

Eso sí, con un odio…<br />

16


NÚMEROS<br />

Sobre la mesa <strong>en</strong> que escribo estas líneas hay tres libros y dos cuadernos.<br />

Desde la v<strong>en</strong>tana a la que se asoma <strong>el</strong> escritorio se puede ver una<br />

plaza <strong>en</strong> la que juegan… 17, no, 18 niños a los que custodian nueve<br />

adultos.<br />

D<strong>el</strong> autobús que se ha det<strong>en</strong>ido <strong>en</strong> la <strong>para</strong>da desci<strong>en</strong>d<strong>en</strong> 9 hombres,<br />

cuatro mujeres y nuestro protagonista.<br />

Silvia, mi mujer, se ríe cuando le digo que estoy escribi<strong>en</strong>do, combinando<br />

letras. Lo tuyo, cariño –me ha dicho ya, con ésta, 19 veces- son los<br />

números.<br />

No sé <strong>en</strong> qué se basa.<br />

17


SILOGISMOS<br />

Le debía mucho a Don Félix, <strong>el</strong> profesor de filosofía que le <strong>en</strong>señó los<br />

silogismos. Cursaba por <strong>en</strong>tonces Bachillerato y quería apr<strong>en</strong>der a nadar.<br />

Todos los hombres, chaval, flotan. Tú, Julián, eres un hombre. Tú, flotas<br />

–p<strong>en</strong>saba Julián asomándose temerosam<strong>en</strong>te al lago.<br />

Aqu<strong>el</strong>la forma de razonar le había guiado desde <strong>en</strong>tonces por la vida y<br />

le había consolado: Todos los hombres se equivocan, Julián; tú eres un<br />

hombre; tú –de vez <strong>en</strong> cuando, qué coño… - te equivocas.<br />

Hasta su hijo había utilizado con él aqu<strong>el</strong>la argum<strong>en</strong>tación cuando Julián<br />

pres<strong>en</strong>tó <strong>el</strong> primer episodio de Alzheimer: Tu casa, papá, ti<strong>en</strong>e jardín;<br />

esta casa no lo ti<strong>en</strong>e; ésta –no te pongas cabezón, cojones- no es tu<br />

casa.<br />

Algo grave le había hecho Julián a la Parca <strong>para</strong> que lo tuviera olvidado,<br />

arrumbado, <strong>en</strong> aqu<strong>el</strong>la resid<strong>en</strong>cia. Todos los hombres son mortales,<br />

Julián; tú Julián –eres un hombre; tú, Julián –no te apures- eres mortal<br />

–solía p<strong>en</strong>sar cuando un chispazo de lucidez le <strong>en</strong>c<strong>en</strong>día los ojos.<br />

18


TIC TAC<br />

Cu<strong>en</strong>ta la ley<strong>en</strong>da que <strong>el</strong> Rey mandó construir una cárc<strong>el</strong> <strong>en</strong> la capital<br />

donde recluir a los mayores criminales de su reino y que puso al fr<strong>en</strong>te<br />

d<strong>el</strong> p<strong>en</strong>al a uno de sus lugart<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes.<br />

El monarca, anciano ya, se acercó un bu<strong>en</strong> día a la fortaleza.<br />

Éste degolló a los siete miembros de una familia; <strong>el</strong> de más allá estranguló a<br />

treinta y cuatro niños –se regodeó su g<strong>en</strong>eral <strong>en</strong> los detalles y <strong>en</strong> <strong>el</strong> número<br />

de víctimas de los cond<strong>en</strong>ados.<br />

El oficial acompañó hasta la puerta a su señor y leyó la desilusión <strong>en</strong> sus<br />

ojos.<br />

Os falta, amigo mío, <strong>en</strong>cerrar al homicida más desalmado –dijo<br />

inesperadam<strong>en</strong>te.<br />

Decidme, majestad, dónde está e iré personalm<strong>en</strong>te a pr<strong>en</strong>derlo –respondió <strong>el</strong><br />

soldado.<br />

En mi bolsillo –le contestó <strong>en</strong>tonces <strong>el</strong> Rey, mostrándole su d<strong>el</strong>icado r<strong>el</strong>oj<br />

de plata.<br />

19


INAPRECIABLE<br />

Una mancha. Todo empezó con una pequeña mancha de humedad <strong>en</strong><br />

nuestro dormitorio.<br />

Compré una lata de pintura y la <strong>el</strong>iminé de un brochazo. No acerté con<br />

la tonalidad; aqu<strong>el</strong> parche, aqu<strong>el</strong> remi<strong>en</strong>do saltaba a la vista y decidí <strong>en</strong>tonces<br />

cubrir toda la pared.<br />

El resto de la habitación lucía un blanco muy difer<strong>en</strong>te al que yo había<br />

utilizado y no tuve más remedio que pintar todo <strong>el</strong> cuarto.<br />

Una salpicadura, unas gotas reb<strong>el</strong>des, arruinaron la puerta d<strong>el</strong> armario.<br />

El carpintero nos dijo que ya no se trabajaba esa madera y recom<strong>en</strong>dó<br />

sustituir aqu<strong>el</strong> mueble por uno de av<strong>el</strong>lano. La cama no se llevaba nada<br />

bi<strong>en</strong> con aqu<strong>el</strong> adv<strong>en</strong>edizo y tuvimos que cambiarla. La alcoba, amueblada<br />

ahora <strong>en</strong> estilo prov<strong>en</strong>zal, parecía no formar parte de la casa y hubo<br />

que deshacerse de todos los <strong>en</strong>seres y redecorar toda la vivi<strong>en</strong>da que<br />

acabó tomando <strong>el</strong> aire de una casa rural <strong>en</strong> medio de los Alpes.<br />

Bastaba asomarse por sus v<strong>en</strong>tanas de aluminio, a la ciudad, <strong>para</strong> s<strong>en</strong>tirse<br />

incómodo y desubicado. La v<strong>en</strong>dimos y nos mudamos a este apartam<strong>en</strong>to,<br />

funcional, moderno, minimalista.<br />

Ha sido <strong>el</strong>la -¿la ves, ci<strong>el</strong>o?- qui<strong>en</strong> la ha <strong>en</strong>contrado; una diminuta, casi<br />

inapreciable, mancha <strong>en</strong> la pared d<strong>el</strong> pasillo.<br />

T<strong>en</strong>go –t<strong>en</strong>emos- miedo.<br />

20


2: 45<br />

El hombre compr<strong>en</strong>de al escuchar la radio que <strong>en</strong> cuestión de minutos,<br />

nada de lo ocurrido esa madrugada <strong>en</strong> aqu<strong>el</strong>la habitación será verdad. Si<br />

algui<strong>en</strong> lo vió <strong>en</strong>trar -veamos <strong>el</strong> lado bu<strong>en</strong>o- nunca lo recordará; ni él<br />

mismo t<strong>en</strong>drá la certeza de haber estado allí ni de haber apretado <strong>el</strong> gatillo.<br />

Ni siquiera <strong>el</strong> cadáver desmadejado que hay a los pies de la mesa resulta,<br />

ahora que se fija bi<strong>en</strong>, muy convinc<strong>en</strong>te. A pesar de los cuatro impactos<br />

de bala juraría que aqu<strong>el</strong> tipo no está muerto. Bu<strong>en</strong>o, sí, todavía<br />

sí; pero sólo hasta las tres. Si quiere cobrar ese <strong>en</strong>cargo t<strong>en</strong>drá que esperar<br />

hasta esa hora <strong>para</strong> ajustar su r<strong>el</strong>oj y volver a hacer su trabajo.<br />

Porque a las tres serán las dos.<br />

Manda p<strong>el</strong>otas<br />

21


CABALGATA<br />

(El grupo que está <strong>en</strong> torno a la mesa lo forman un matrimonio octog<strong>en</strong>ario<br />

y dos hijos cuar<strong>en</strong>tones que escrib<strong>en</strong> aplicadam<strong>en</strong>te sobre folios<br />

cuadriculados).<br />

PADRE . (Indeciso; no <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra las palabras)<br />

Mamá y yo p<strong>en</strong>samos que tal vez sea <strong>el</strong> mom<strong>en</strong>to de que lo sepáis.<br />

(Vu<strong>el</strong>ve la vista hacia la anciana que está s<strong>en</strong>tada a su derecha).<br />

MADRE. (Mira a los hijos con una mezcla de ternura y determinación)<br />

Lo hemos ido dejando hasta ahora por miedo a haceros daño: se os ve<br />

tan… ilusionados.<br />

(Los HIJOS manti<strong>en</strong><strong>en</strong> un sil<strong>en</strong>cio expectante mirándose alternativam<strong>en</strong>te<br />

<strong>en</strong>tre <strong>el</strong>los y a sus prog<strong>en</strong>itores)<br />

PADRE . Ya sabéis: los… Reyes (Baja ligeram<strong>en</strong>te la voz, como si fuera a<br />

desv<strong>el</strong>ar un secreto)<br />

HIJO 1. ¿Qué Reyes… ?<br />

MADRE. Los Reyes Magos a los que estáis escribi<strong>en</strong>do las cartas.<br />

HIJO 2. ¿Qué pasa con <strong>el</strong>los?<br />

MADRE. Los Reyes Magos somos… nosotros.<br />

PADRE. Mamá y yo.<br />

(Los HIJOS se miran <strong>en</strong>tre sí descolocados: tal vez -sí- haya que ir p<strong>en</strong>sando<br />

<strong>en</strong> <strong>en</strong>viarlos a una resid<strong>en</strong>cia).<br />

22


INVENTARIO<br />

A punto estaba de apoyar sus labios a unos milímetros d<strong>el</strong> ombligo de<br />

la mujer cuando <strong>el</strong> hombre se detuvo, recapituló y calculó <strong>el</strong> camino que<br />

había recorrido hasta esa dulce sima:<br />

1. Los años que la pret<strong>en</strong>dió; porque fue un lustro lo que tardó <strong>el</strong>la<br />

<strong>en</strong> acceder a sus requiebros.<br />

2. Las infinitas tardes de sesión continua hasta que con cierta naturalidad<br />

consiguió deslizar su brazo por sus imperturbables hombros<br />

3. La torpeza con que su mano alcanzó tras dec<strong>en</strong>as de cafés la mano,<br />

siempre huidiza, de <strong>el</strong>la.<br />

4. El primer beso, ansioso, apasionado de él; neutro, r<strong>en</strong>u<strong>en</strong>te, de<br />

<strong>el</strong>la.<br />

5. Las charlas interminables sobre las r<strong>el</strong>aciones prematrimoniales,<br />

su importancia; las horas invertidas <strong>en</strong> desmitificar la virginidad y<br />

def<strong>en</strong>der <strong>el</strong> deseo.<br />

6. Los ramos de flores, los regalos de San Val<strong>en</strong>tín que <strong>el</strong>la aceptaba<br />

con tanta indifer<strong>en</strong>cia.<br />

7. Los 165 kilómetros que habían recorrido hasta aqu<strong>el</strong> hot<strong>el</strong> que por<br />

fin la había conv<strong>en</strong>cido.<br />

8. La culpabilidad con que se había puesto <strong>el</strong> preservativo.<br />

Sí, fue <strong>en</strong> ese preciso instante cuando -inasequible a los suspiros sofocados<br />

de <strong>el</strong>la, a su pi<strong>el</strong> trémula, a su desconcierto, a la obsc<strong>en</strong>idad que<br />

<strong>para</strong> ret<strong>en</strong>erlo le acababa de susurrar al oído- <strong>el</strong> hombre se levantó, se<br />

acercó al galán, se vistió parsimoniosam<strong>en</strong>te y desapareció por la puerta.<br />

En fin.<br />

23


MISERICORDIA<br />

La mujer se acercó un poco más y leyó <strong>el</strong> m<strong>en</strong>saje -Es triste pedir pero<br />

mas triste es rovar- que <strong>el</strong> m<strong>en</strong>digo mostraba a sus pies <strong>en</strong> un cartón. La<br />

mujer se agachó, se llevó la mano al bolsillo y con un gesto de determinación<br />

<strong>en</strong> los labios <strong>en</strong>m<strong>en</strong>dó la falta ortográfica con un rotulador verde.<br />

¿Eso es… todo? –preguntó, desconcertado, <strong>el</strong> m<strong>en</strong>digo.<br />

Les das la mano y te cog<strong>en</strong> <strong>el</strong> brazo… –farfulló la mujer y añadió al<br />

cart<strong>el</strong> la tilde que faltaba.<br />

24


PANDA<br />

De eso sí que me acuerdo: a aqu<strong>el</strong> tipo le gustaban mucho las cafeterías<br />

tranquilas. Nos s<strong>en</strong>tábamos <strong>en</strong> alguna mesa y él <strong>en</strong>volvía mi mano bajo<br />

la suya. La movía <strong>en</strong>tonces sobre <strong>el</strong> v<strong>el</strong>ador mirándome emb<strong>el</strong>esado a<br />

los ojos.<br />

Cada dos por tres presionaba –era un gesto medido y preciso- d<strong>el</strong>icada e<br />

insist<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te con <strong>el</strong> dedo índice o <strong>el</strong> corazón sobre mi puño cerrado.<br />

Me abandonó <strong>en</strong> cuanto supo que había pillado un virus que se estaba<br />

mer<strong>en</strong>dando mis neuronas.<br />

Me parece recordar que era -sí- informático.<br />

En fin.<br />

25


TRAIDORES<br />

Si no anda uno listo, <strong>el</strong> cuerpo le -o lo traiciona. Está dici<strong>en</strong>do uno A<br />

cortésm<strong>en</strong>te y los ojos dic<strong>en</strong> B. Lo mismo pasa con las manos: te descuidas<br />

un segundo y se van al pan.<br />

Mi marido fue a Pasapalabra y le -o lo- traicionaron los nervios. Cuando<br />

veíamos juntos <strong>el</strong> programa, sus nervios le demostraban una inquebrantable<br />

lealtad pero fue llegar a la t<strong>el</strong>e y amotinarse.<br />

Anduvo un tiempo cabizbajo, rumiando aqu<strong>el</strong>la pública infid<strong>el</strong>idad. Tardes<br />

<strong>en</strong>teras me tuvo repasando aqu<strong>el</strong> rosco nefasto.<br />

Lo olvidó mucho después, cuando lo -o le- traicioné con un veinteañero.<br />

Hace -si no me traiciona la memoria- casi dos años que no le -o lo- veo.<br />

26


UNA Y MIL VECES (Escoge <strong>el</strong> final)<br />

Me ha ocurrido –lo sabes- desde siempre. Vu<strong>el</strong>vo una y mil veces sobre<br />

mis pasos <strong>para</strong> comprobar que he cerrado <strong>el</strong> coche. Abro una y otra<br />

vez la puerta de casa <strong>para</strong> cerciorarme de que dejo las luces apagadas;<br />

me echo la mano al bolsillo casi compulsivam<strong>en</strong>te <strong>para</strong> asegurarme de<br />

que ahí sigu<strong>en</strong> la cartera, las llaves…<br />

Compr<strong>en</strong>de <strong>en</strong>tonces que te abandone <strong>en</strong> mitad de la noche, <strong>en</strong> medio<br />

de un –son, amor, tan reales- beso, de una caricia; que te deje, tesoro.<br />

desconcertada, abrazando <strong>el</strong> aire y cruce la ciudad hasta aquí <strong>para</strong> que<br />

una lápida me confirme una y mil veces.<br />

1. que estoy muerto.<br />

2. que estás muerta.<br />

27


30-15<br />

Esta niña ti<strong>en</strong>e manos de pianista –le dijo una vecina a mamá cuando<br />

ap<strong>en</strong>as t<strong>en</strong>ía siete años. Aqu<strong>el</strong>la frase me costó –mi madre era una persona<br />

muy influ<strong>en</strong>ciable- varios años de solfeo e instrum<strong>en</strong>to que acabaron<br />

por confirmar que la presunta pianista no iba más allá de mis nudillos.<br />

Muchacha, tú lo que ti<strong>en</strong>es es pie de atleta –me dijo <strong>el</strong> médico al que<br />

acudí alertada por un insufrible picor <strong>en</strong>tre los dedos. Aqu<strong>el</strong> prometedor<br />

-acaso <strong>el</strong> señor me mandaba por ese camino- diagnóstico me animó a inscribirme<br />

<strong>en</strong> un polideportivo y <strong>en</strong> una media maratón. El flato y la lipotimia<br />

que me sobrevinieron <strong>en</strong> <strong>el</strong> tercer kilómetro me demostraron que de<br />

atleta sólo t<strong>en</strong>go un pie; concretam<strong>en</strong>te <strong>el</strong> izquierdo. Cabeza de chorlito<br />

–me espeta, al recordarlo, mi marido que <strong>para</strong> esas cosas ti<strong>en</strong>e memoria<br />

de <strong>el</strong>efante.<br />

Años después un traumatólogo con vista de lince me aseguró que t<strong>en</strong>ía<br />

codo de t<strong>en</strong>ista. Durante meses he int<strong>en</strong>tado emular a Kournikova<br />

con muy poco éxito. No empuño, según mi <strong>en</strong>tr<strong>en</strong>ador, como debo la raqueta.<br />

Ti<strong>en</strong>es manos de pianista –me dice mirándome desilusionado los<br />

dedos.<br />

Lo peor, con difer<strong>en</strong>cia, es que t<strong>en</strong>go –no se lo van a creer- pi<strong>el</strong> de naranja.<br />

Eso dice, al m<strong>en</strong>os, mi cuñada, que ti<strong>en</strong>e patas de gallo.<br />

En fin.<br />

28


DALTONISMO<br />

Te quiero; ¿por qué me odias?<br />

Te odio; ¿por qué me quieres?<br />

R. de Castro<br />

La vida es complicada. No sé, por ejemplo, si leo porque voy al trabajo <strong>en</strong><br />

tr<strong>en</strong> o si voy al trabajo <strong>en</strong> tr<strong>en</strong> <strong>para</strong> poder <strong>leer</strong>. Ya sab<strong>en</strong>, no distingo –debe<br />

de ser una especie de daltonismo- muy bi<strong>en</strong> <strong>en</strong>tre causa y consecu<strong>en</strong>cia.<br />

No estoy muy segura de si ayer me dormí porque estaba cansada o estaba<br />

cansada, porque me dormí. Igual –no quiero que se vu<strong>el</strong>van locos- no<br />

hay tanta difer<strong>en</strong>cia. Tampoco t<strong>en</strong>go muy claro si me casé con él porque<br />

lo amaba o como lo amaba, me casé con él. Ni si él me <strong>en</strong>gañó porque no me<br />

quería o no me quería, porque me <strong>en</strong>gañó o si me quería por qué coño me <strong>en</strong>gañó.<br />

Si se lo cu<strong>en</strong>to es porque no lo <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>do; como no lo <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>do se lo cu<strong>en</strong>to.<br />

Sí; la vida es complicada.<br />

29


FRASE PERDIDA<br />

Me perdí <strong>en</strong> un cruce de palabras<br />

Fito y Fitipaldis, Antes de que cu<strong>en</strong>te diez.<br />

Le dejé muy clarito que no p<strong>en</strong>saba llevárm<strong>el</strong>a a morir a casa -le escuché decir<br />

a quemarropa a una mujer por <strong>el</strong> móvil.<br />

Me está costando extraerme esa bala -digo… esa frase- perdida. Parece,<br />

además, de mucho calibre y temo que me explote d<strong>en</strong>tro mi<strong>en</strong>tras int<strong>en</strong>to<br />

desactivarla o alojarla, al m<strong>en</strong>os, <strong>en</strong> <strong>el</strong> hueco m<strong>en</strong>os vulnerable de mi<br />

cuerpo; o de mi alma.<br />

Cuidado -mucho cuidado- ahí afuera, amigos.<br />

30


POR FIN<br />

Lo más insólito de ese viaje no fue la ciudad anegada, ni <strong>el</strong> David, ni<br />

aqu<strong>el</strong>la torre <strong>en</strong> equilibrio inestable. Lo más sorpr<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te fue aqu<strong>el</strong>la<br />

mujer que conocí <strong>en</strong> <strong>el</strong> Trastevere y que tampoco t<strong>en</strong>ía ombligo.<br />

31


PARALELISMOS<br />

Guillermo Turi<strong>el</strong>, Contatore, autor de obras como Antes de nada, después<br />

de todo, El precio de la luz y La noche ilesa murió asesinado.<br />

El crim<strong>en</strong> fue obra de Claudio Tur<strong>el</strong>, Maracaibo, autor de d<strong>el</strong>itos contra la<br />

salud pública, robos con viol<strong>en</strong>cia e intimidación y allanami<strong>en</strong>to de morada.<br />

En fin.<br />

32


TRAJES DE CEREMONIA<br />

Dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te y caballero. El cli<strong>en</strong>te se ve por fin bi<strong>en</strong> d<strong>en</strong>tro d<strong>el</strong> traje<br />

gris mar<strong>en</strong>go: sobrio y <strong>el</strong>egante.<br />

Entre los asist<strong>en</strong>tes estarán <strong>el</strong> señor juez, <strong>el</strong> señor comisario y, probablem<strong>en</strong>te <strong>el</strong><br />

padre párroco. Sin contar con la multitud de curiosos que no querrán perderse<br />

detalle –le había dicho al empleado de la sastrería <strong>para</strong> que compr<strong>en</strong>diese<br />

la importancia de acertar con <strong>el</strong> atu<strong>en</strong>do.<br />

¿Qué le parece ésta? –le dice ahora <strong>el</strong> muchacho t<strong>en</strong>diéndole una corbata<br />

demasiado seria.<br />

Apagada–responde categórico <strong>el</strong> comprador, que se inclina por una estampada.<br />

¿Hablamos, señor, de una boda, comunión, bautizo, jubilación, toma de posesión…<br />

? –pregunta <strong>el</strong> dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te.<br />

Suicidio, amigo mío; suicidio –le responde ajustándose <strong>el</strong> nudo a la<br />

garganta.<br />

33


A CIEGAS<br />

Lo primero que he visto d<strong>el</strong> hombre con <strong>el</strong> que me he citado por Internet<br />

es <strong>el</strong> diario.<br />

Me reconocerás porque llevaré <strong>el</strong> diario –me había dicho. Me ha gustado, lo<br />

confieso, esa otra forma de llamar al periódico. Yo también –le dije , emocionada<br />

por aqu<strong>el</strong> primer acuerdo.<br />

Estamos ya s<strong>en</strong>tados uno fr<strong>en</strong>te al otro. Él ha puesto junto a su cortado<br />

La Razón; yo, junto a mí m<strong>en</strong>ta poleo, El País.<br />

En fin.<br />

34


COMPLEMENTARIOS<br />

(Hombre y mujer s<strong>en</strong>tados <strong>en</strong> un sofá. Por <strong>el</strong> tono diríase que abordan<br />

un episodio de crisis de pareja: somos tan difer<strong>en</strong>tes, cariño… ).<br />

ELLA. No sé, ci<strong>el</strong>o, cómo no lo ves: estamos hechos <strong>el</strong> uno <strong>para</strong> <strong>el</strong> otro.<br />

Para compartir la vida (se pone p<strong>el</strong>ín pedante) no debemos buscar a algui<strong>en</strong><br />

idéntico, sino simétrico, una media naranja…<br />

ÉL. —<br />

ELLA. Tú eres -reconóc<strong>el</strong>o, cosita- terco y yo flexible.<br />

ÉL. —<br />

ELLA. Tu calma fr<strong>en</strong>a mi impulsividad; date cu<strong>en</strong>ta, corazón.<br />

ÉL. —<br />

ELLA. (desesperada) Tú… eres podólogo; yo, logopeda.<br />

ÉL. —<br />

35


NO FROST<br />

Ya sé, ya sé que no es así exactam<strong>en</strong>te. Que, bi<strong>en</strong> mirado, no es más<br />

que una nevera pero si te lo <strong>para</strong>s a p<strong>en</strong>sar ese <strong>el</strong>ectrodoméstico da vértigo.<br />

Lo abres sin ningún tipo de precaución un miércoles y te <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tras<br />

<strong>en</strong> uno de sus estantes con <strong>el</strong> lunes. Vale, de acuerdo, sí: con <strong>el</strong> guisado<br />

que no conseguiste terminar <strong>el</strong> lunes, pero lunes a fin de cu<strong>en</strong>tas; metido,<br />

recluído <strong>en</strong> un tupper, pero lunes.<br />

Decides obviar <strong>el</strong> cal<strong>en</strong>dario y c<strong>en</strong>arte ese retal d<strong>el</strong> lunes y lo metes <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> microondas con la int<strong>en</strong>ción de que <strong>el</strong> calor lo ablande y lo vu<strong>el</strong>va<br />

miércoles o, al m<strong>en</strong>os mediodía de martes.<br />

Lo peor es que <strong>el</strong> viernes tropiezas con <strong>el</strong> miércoles; bu<strong>en</strong>o, con <strong>el</strong> trozo<br />

de bonito con tomate que te pareció excesivo <strong>el</strong> miércoles porque ese<br />

trozo de pez –basta mirarlo, fíjate- es miércoles; maquillado con albal,<br />

pero miércoles. Lo masticas l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te <strong>para</strong> que se vu<strong>el</strong>va viernes o al<br />

m<strong>en</strong>os jueves a media tarde pero esta vez esos minutos de miércoles se te<br />

quedan <strong>en</strong> <strong>el</strong> estómago que no quiere, que está harto de que le des gato,<br />

digo miércoles, por liebre, digo por viernes. Int<strong>en</strong>tas mant<strong>en</strong>er, ret<strong>en</strong>er<br />

ese trozo de miércoles que te c<strong>en</strong>aste <strong>el</strong> viernes pero acabas soltándolo<br />

a<strong>para</strong>tosam<strong>en</strong>te la madrugada d<strong>el</strong> sábado.<br />

El fuego, la rueda estuvieron bi<strong>en</strong> pero con <strong>el</strong> frigorífico fuimos ya demasiado<br />

lejos.<br />

36


LLÁMAME<br />

¿Contratamos un servicio “Abrígate”? –le pregunta la empleada de la<br />

ag<strong>en</strong>cia de viajes alargándole los bonos d<strong>el</strong> vu<strong>el</strong>o y d<strong>el</strong> hot<strong>el</strong>.<br />

¿”Abrígate”? –pregunta extrañado <strong>el</strong> viajero.<br />

Hay personas que llegan a destino y no ti<strong>en</strong><strong>en</strong> algui<strong>en</strong> querido a qui<strong>en</strong><br />

llamar. La vida y la muerte nos van dejando tan solos… . Por un poco<br />

más usted t<strong>en</strong>drá un número al que t<strong>el</strong>efonear: una madre (“Abrígate, tesoro”),<br />

una hija (“Abrígate, papá”), una esposa (“Abrígate, cariño”) –le<br />

explica paci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te la jov<strong>en</strong>.<br />

Póngame, por favor, un “Abrígate, tigre” –se decide finalm<strong>en</strong>te <strong>el</strong><br />

hombre. Algo parecido al<br />

deseo le <strong>en</strong>turbia los ojos.<br />

37


NO HAY COLOR<br />

Pues a mí <strong>el</strong> Negro me cae de puta madre -dijo <strong>en</strong>tonces <strong>el</strong> Rojo.<br />

38


INCONTINENCIA<br />

Hasta <strong>en</strong>tonces fui un escritor mediocre. Fue a los ses<strong>en</strong>ta y dos cuando<br />

com<strong>en</strong>zó mi brillante carrera literaria. Me despertaba de madrugada<br />

<strong>para</strong> desaguar y, de vu<strong>el</strong>ta a la cama, me asaltaban las musas que me<br />

mant<strong>en</strong>ían tecleando hasta <strong>el</strong> amanecer.<br />

Crítica y público esperan impaci<strong>en</strong>tes una nueva nov<strong>el</strong>a. Incautos: no<br />

sab<strong>en</strong> que me acabo de operar de la próstata.<br />

39


TARDE DE TERRAZA<br />

El resto d<strong>el</strong> año es un lugar inhóspito. El balcón de ese décimo piso está<br />

ori<strong>en</strong>tado al Norte y sólo <strong>en</strong> pl<strong>en</strong>o verano los habitantes de la casa se<br />

acodan <strong>en</strong> su barandilla. No; <strong>el</strong> resto d<strong>el</strong> año ap<strong>en</strong>as apartan la cortina<br />

<strong>para</strong> decidir qué abrigo ponerse o regresar a la cama y arrebujarse <strong>en</strong><br />

medio de una torm<strong>en</strong>ta de granizo.<br />

Es avanzado Julio o a primeros de Agosto, con un cigarrillo <strong>en</strong>tre los dedos<br />

o recostados <strong>en</strong> una tumbona cuando descubr<strong>en</strong> <strong>el</strong> lugar donde viv<strong>en</strong><br />

desde una perspectiva asombrosa. La ciudad que contemplan no les<br />

parece la misma por la que caminan a diario. V<strong>en</strong> edificios desconocidos;<br />

jurarían que aqu<strong>el</strong>las colinas que quiebran <strong>en</strong> ese punto <strong>el</strong> horizonte<br />

nunca estuvieron allí; que esa calle que hierve bajo sus pies -m<strong>en</strong>uda tontería-<br />

no es tampoco la que corresponde a su domicilio.<br />

Tampoco <strong>el</strong> mar. Porque <strong>el</strong>los hasta esta aciaga tarde <strong>en</strong> que se les ha<br />

ocurrido asomarse a la terraza, vivían –así lo creían <strong>el</strong>los al m<strong>en</strong>os- <strong>en</strong><br />

Segovia.<br />

40


UN CHICO PROMETEDOR<br />

Carlitos aún creía <strong>en</strong> los Reyes pero -estaba claro- no confiaba <strong>en</strong> <strong>el</strong>los.<br />

Si no, no hubiera hecho lo que hizo; si Carlitos hubiera confiado <strong>en</strong> los<br />

Reyes no hubiera secuestrado al Niño Jesús.<br />

En <strong>el</strong> b<strong>el</strong>én, San José t<strong>en</strong>ía las manos levantadas al ci<strong>el</strong>o como pidi<strong>en</strong>do<br />

una explicación y la Virg<strong>en</strong> miraba, desolada y meditabunda, <strong>el</strong> pesebre<br />

vacío.<br />

Volveréis a ver al Niño si M<strong>el</strong>chor me trae la Wii -rezaba <strong>el</strong> m<strong>en</strong>saje de<br />

atrop<strong>el</strong>lada caligrafía que <strong>en</strong>contraron bajo la mula.<br />

El Nacimi<strong>en</strong>to cada vez estaba más alborotado. Los pastores y la lavandera<br />

se acercaron al portal <strong>para</strong> interesarse por lo ocurrido; convocaron<br />

una conc<strong>en</strong>tración sil<strong>en</strong>ciosa junto al río y regresaron mansam<strong>en</strong>te a sus<br />

sitios. El c<strong>en</strong>turión romano peinó con un par de legionarios musgo y cartón<br />

piedra sin ningún resultado. M<strong>el</strong>chor buscó inútilm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> sus alforjas<br />

<strong>el</strong> trasto que pedía aqu<strong>el</strong> mocoso.<br />

Despedíos d<strong>el</strong> Crío si llamáis a la policía -terminaba la nota.<br />

Dejaron la Wii junto a los zapatos.<br />

No durmieron <strong>en</strong> toda la noche: no t<strong>en</strong>ían muy claro que Carlitos cumpliera<br />

su promesa.<br />

En fin.<br />

41


VETE A DORMIR<br />

Algunas noches me la tropiezo <strong>en</strong> la vida real. Ella sube por alguna escalera<br />

mecánica y yo bajo; yo <strong>en</strong>tro al cine d<strong>el</strong> que <strong>el</strong>la sale; <strong>el</strong>la camina<br />

por una acera y yo por la opuesta; <strong>el</strong>la abandona <strong>el</strong> bar de copas al que<br />

llego; se monta <strong>en</strong> <strong>el</strong> autobús d<strong>el</strong> que yo me apeo.<br />

Mi metro esta madrugada iba <strong>en</strong> un s<strong>en</strong>tido; <strong>el</strong> suyo <strong>en</strong> <strong>el</strong> contrario. Se<br />

han det<strong>en</strong>ido <strong>en</strong> <strong>para</strong>l<strong>el</strong>o. ¿Por qué, ci<strong>el</strong>o, no estás ya dormido y <strong>en</strong> la cama?<br />

–me ha reprochado como siempre con la mirada.<br />

Sí, no hay duda: era <strong>el</strong>la, la mujer de mis sueños.<br />

42


navas.aster@gmail.com<br />

43


D<strong>el</strong> mismo autor<br />

199 (2013)<br />

La única patria que ti<strong>en</strong>e <strong>el</strong> hombre es la infancia. (Rainer Maria<br />

Rilke).<br />

Con este r<strong>el</strong>ato regresamos a <strong>el</strong>la.<br />

Calma chicha (2013)<br />

Un marinero <strong>en</strong> tierra. Desconsolado, obsesionado...<br />

Obra ganadora d<strong>el</strong> I Concurso de R<strong>el</strong>atos d<strong>el</strong> mar de Ediciones d<strong>el</strong><br />

Vi<strong>en</strong>to.<br />

Cortometraje (2013)<br />

Un r<strong>el</strong>ato de p<strong>el</strong>ícula.<br />

El hombre de mi vida (2013)<br />

Descubrí la suerte a los siete años. En una bolsa de pipas Facundo:<br />

la suerte era aqu<strong>el</strong>la bola amarilla escondida <strong>en</strong>tre los frutos secos.<br />

No. Nada d<strong>el</strong> otro jueves si no fuera porque d<strong>en</strong>tro de esa esfera<br />

se agazapaba la fortuna o la fatalidad: si al quebrarla su interior<br />

era rojo, <strong>el</strong> confitero te regalaba otro paquete con otra cu<strong>en</strong>ta dorada<br />

<strong>en</strong> su interior.<br />

Recuerdo que aqu<strong>el</strong> hallazgo me marcó profundam<strong>en</strong>te. Tanto como<br />

la primera vez que capturé un saltamontes o la tarde que sorpr<strong>en</strong>dí<br />

la cópula de mi perro, Chispas, con la perra can<strong>el</strong>a d<strong>el</strong><br />

carpintero.<br />

De cómo Doña Elvira conoció varón (2013)<br />

Un viaje fascinante.<br />

La mujer que escribió un diccionario (2013)<br />

Un r<strong>el</strong>ato sobre María Moliner, autora d<strong>el</strong> "Diccionario de uso d<strong>el</strong><br />

español".<br />

Obra ganadora d<strong>el</strong> XI Certam<strong>en</strong> de r<strong>el</strong>atos breves DIA 8 de marzo,<br />

de Navalmoral de la Mata.<br />

Efectos personales (2013)<br />

Eran unos calzoncillos. De pata. Con eso creo que queda todo dicho.<br />

Sí. A decir verdad todo empezó con aqu<strong>el</strong>los calzoncillos. Un día<br />

44


abrí <strong>el</strong> segundo cajón de la cómoda y allí estaban los calzoncillos<br />

perdidos <strong>en</strong>tre mi ropa interior, descolocados <strong>en</strong>tre bragas y<br />

sost<strong>en</strong>es.<br />

El escondite (2013)<br />

El tiempo y otras sorpresas.<br />

Obra ganadora d<strong>el</strong> certam<strong>en</strong> de r<strong>el</strong>atos "Cuando yo era jov<strong>en</strong>"<br />

2004 (Leioa- BIZKAIA).<br />

La cara oculta de la luna (2013)<br />

At<strong>en</strong>tos al des<strong>en</strong>lace...<br />

Obra finalista <strong>en</strong> <strong>el</strong> XIV Certam<strong>en</strong> de r<strong>el</strong>atos Lope García de Salazar<br />

(Muskiz- BIZKAIA)<br />

El león ing<strong>en</strong>ioso (2013)<br />

Fábula que hará sonreír y p<strong>en</strong>sar al lector.<br />

45


www.feedbooks.com<br />

Food for the mind<br />

46

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!