Sermón para la Cuaresma - Facultad de Teología SEUT

da que no se alcanzan dichas aspiraciones, o en la medida que el alcanzarlas
supone un esfuerzo no sobrehumano, sino antihumano o deshumanizador.
Pero lo cierto es que nuestro mundo moderno está constantemente proponiendo
nuevos retos a los individuos y grupos sociales que lo componen, y
un ejemplo es la misma España: primero fue la democracia, después la entrada
en la OTAN, seguida de la entrada al Mercado Común, luego la EXPO y
las OLIMPIADAS, a la que siguió el PLAN DE CONVERGENCIA para el 97
a fin de estar con la cabeza de Europa, y así prepararse para la entrada del
EURO, a lo que seguirá la eliminación de SUBVENCIONES EUROPEAS, por
lo que habrá que seguir mejorando la competitividad y productividad, y ....
¿Y después qué?
Sin embargo, todo este apasionante mundo cambiante, lleno de nuevos retos
y nuevas esperanzas de futuro, esconde un tremendo drama subterráneo que
quizás se queda más a nivel de lo personal, y que es llevado a la superficie en
el arte (cinematografía sobre todo): la desilusión y el desengaño producido
por el hecho de que ninguna de las metas alcanzadas conlleva una auténtica
felicidad. La infelicidad producida por el hecho de que tales retos y esperanzas,
finalmente, no son más que los señuelos de intereses absolutamente indiferentes
al interés humano, a su felicidad y salvación.
APLICACION A LA RELIGION
De modo similar a este mundo moderno de constante reto, la iglesia ofrece
una esperanza constante. Pero el texto de Marcos nos advierte, precisamente,
hasta qué punto la esperanza puede ser también engañosa y pura alienación,
especialmente cuando más verde está:
Las hojas representan el movimiento religioso, muy dinámico de Israel.
Pero contrastan con la falta de higos: la realidad misma es pura ilusión.
La maldición de Jesús representa hasta qué punto rechaza y castiga tales
alienaciones y apariencias, y ello a pesar de ciertos márgenes razonables para
tal apariencia: "pues no era tiempo de higos". De ahí su juicio sobre la higuera
y sobre el Templo de Jerusalén.
Más aún, el texto insiste en ello precisamente a partir de la íntima conexión
entre palabra (maldición) y acontecimiento (cumplimiento).
Sin embargo, podríamos preguntarnos si Jesús, al decir lo que dice en los
vv.22b-24, Y AL NO AJUSTARSE A CIERTAS REGLAS DE RACIONALI-
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