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El arco iris - Boletín Salesiano

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BOLETIN SALESIANO 88<br />

IGLESIA<br />

Este texto es parte del que fuera presentado por Amerindia<br />

en una reunión de teólogos convocada por el Consejo Episcopal<br />

Latinoamericano (CELAM) en octubre de 2006, en<br />

preparación a la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano.<br />

Amerindia es una red de católicos latinoamericanos,<br />

con espíritu ecuménico, abierta al diálogo y la cooperación<br />

interreligiosa. Quiere reafirmar la opción preferencial por los<br />

pobres inspirada en el Evangelio y asumida como prioridad<br />

irrenunciable por la Iglesia continental en Medellín, Puebla y<br />

Santo Domingo, como criterio fundamental para responder,<br />

desde la fe, a los desafíos de la globalización neoliberal.<br />

<strong>El</strong> encuentro con Jesucristo vivo<br />

La misión evangelizadora sólo es posible a partir del encuentro<br />

personal y comunitario con Jesucristo. En Jesús de<br />

Nazaret, el Evangelio del Padre se hace comunicación del<br />

Reino de Dios en el Espíritu: “<strong>El</strong> Espíritu del Señor está sobre<br />

mi porque me ungió y envió a evangelizar a los pobres, a<br />

anunciar a los cautivos la liberación, a los ciegos la recuperación<br />

de la vista, a poner en libertad a los oprimidos y proclamar<br />

el año de la gracia del Señor” (Lc 4,18-19).<br />

Las señales presentes en su misión son éstas: “los ciegos ven,<br />

los cojos andan, los leprosos son curados, los sordos oyen,<br />

los muertos resucitan, y la Buena Nueva es anunciada a los<br />

pobres” (Mt 11,5). De ahí que cada comunidad cristiana<br />

necesite hacer memoria de los hechos de la vida de Jesús,<br />

una y otra vez, desde su propio contexto vital: anuncio del<br />

Reino, denuncia de la falsa religión, testimonio de un Dios<br />

Padre que quiere misericordia y no sacrificios, relaciones<br />

diferentes con los pobres, las mujeres, los enfermos, los<br />

pecadores, así como el enfrentamiento con las autoridades<br />

políticas y religiosas, la incomprensión de la gente y de sus<br />

propios discípulos que lo llevaron a la persecución, el abandono,<br />

la muerte en cruz y la resurrección.<br />

A partir de la historia concreta de Jesús podemos descifrar el<br />

sentido de la nuestra y descubrir cómo en ella se prolonga,<br />

a través de nuevas figuras históricas, el mismo conflicto que<br />

él enfrentó entre las fuerzas de la vida y las de la muerte.<br />

Hacia la V<br />

Conferencia<br />

I Por Red “Amerindia”<br />

<strong>El</strong> discipulado<br />

La acción evangelizadora de Jesús se gesta, pues, a partir de<br />

un nuevo modo de vivir, de con-vivir y de des-vivirse por los<br />

demás, y está polarizado entre la comunión profunda con el<br />

Padre y la total entrega a los demás. No se trata de un mensaje<br />

abstracto o de una experiencia religiosa atemporal. De<br />

ahí la importancia del “ven y verás” (Jn 1,39) así como de la<br />

elección de los discípulos para estar con él antes de enviarlos<br />

a predicar con el poder de expulsar demonios (cfr. Mc<br />

3,14).<br />

Así nace el discipulado como seguimiento del Maestro y la<br />

asunción de su causa en un tiempo y un espacio concretos,<br />

distintos del suyo. <strong>El</strong> discípulo es alguien en permanente<br />

conversión a partir del encuentro personal con Jesús de<br />

Nazaret y se configura como tal a través del seguimiento<br />

de su modo de vida, de su relación con el Padre y con los<br />

demás, de su forma de actuar.<br />

<strong>El</strong> acceso a esta memoria es posible gracias al testimonio, la<br />

celebración y la Palabra guardados cuidadosamente por la<br />

Tradición en el seno de la comunidad eclesial. Es la Iglesia<br />

entera como comunidad la que evangeliza y se evangeliza<br />

por la acción de sus miembros en el Espíritu. Un itinerario de<br />

iniciación cristiana, a ejemplo del catecumenado en la Iglesia<br />

antigua, tiene en este proceso una importancia no<br />

pequeña pero su enseñanza debe estar enraizada en el testimonio<br />

de un nuevo modo de vivir, de luchar, de construir<br />

nuevas relaciones, de luchar por la justicia, de esperar en el<br />

Dios del Reino, al estilo de Jesús. Por otra parte, no se puede<br />

olvidar que en el proceso de evangelización el mensajero y<br />

sus actitudes son parte indisociable del mensaje y que él es<br />

testigo de una Iglesia evangelizada y evangelizadora, dispuesta<br />

a la purificación y a la renovación continua.<br />

<strong>El</strong> itinerario del discípulo pasa así por el testimonio -“martyria”-,<br />

el anuncio -“kerigma”-, la vida de fe en comunión -<br />

“koinonía”-, la catequesis -“didaskalia”-, la formación teológico-pastoral<br />

-”krisis”-, la celebración de los misterios cristianos<br />

-“leitourgía”-, y el servicio -“diafonía”-. La historia<br />

reciente nos ha confirmado una vez más que el anuncio del

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