Núm. 25 - Marzo-Abril 1957 - Fábrica Nacional de Moneda y Timbre

J A I M E L L U I S Y N A V A S - B R U S I
de los estratos; es decir, sus dudas proceden de una mala base de planteamiento
del problema.
Otro objetor, Julio Casares U), ohserva que el bcreber se caracteriza por In
estabilidad de las consonantes, y e1 ibero por la inestabilidad (grafismos de los
grupos da-!u y 1,-a-ga, expresados con un solo símbolo). En realidad, es probable
que los grafismos tuvieran un sentido más amplio (2), jT en dos mil años de evolución,
incliiso existiendo esta inestabilidad, podrían haber variado las tendencias
lingüísticas; finalmente, esta dudosa objeción sería aplicable al posible origen de
un elemento lingiiístico, no a todo el idioma, sino a la determinación del origen
de las palabras que acusaren esta característica.
Frente a esas objeciones, de dudoso valor, hay argumentos mucho más
sólidos en pro de la tesis positiva. Schuchardt ha fijado interesantes paralelismos
entre el vascuence y las lenguas camitas orientales. Algunas han sido criticadas,
al parecer con fundamento, pero otras han resistido las censuras. También
hay considerables diferencias, algunas explicables por la separación de espacio
y tiempo (tan importante como la separación del latín, griego y alemán en indogermano).
Otras parecen debidas a la intervención de elementos distintos en
vascuence y en camita. Pero es interesante el paralelismo en los elementos de la
declinación, pues ante las influencias extranjeras la estructura lingiiística suele
resistir, por tender a encuadrar los neologismos dentro del viejo sistema general
gramatical. Así las declinaciones son importantes para estudiar el papel del camitismo
en el origen del iberovasco.
Asimismo, hay características camiticas que coinciden con el vascuence y
la epigrafia monetaria, cual es la espresión del género, número y caso por medio
de sufijos. Se explicaria si, como sostiene Batista y Roca (3, los protocamitas
tuvieran una lengua aglutinante, pues el vascuence está en un grado intermedio
entre éstas y las de flexión; de ahí su sistema de sufijos. Hay algunas coincidencias
entre las lenguas semíticas y la moneda (el término Ban), que, dada su estructura
filológica (44 no parecen explicables si no es por un común origen protocamita.
Pero, y ello coincide con nuestros criterios, el mayor número de coincidencias con
los términos camitas parece existir con el bereber, y se explicaria por la cercanía,
por tardarse más en efectuar la separación.
La fonética también ofrece eslabones. Asi, el P. Ibáñez dice que un (donema
extraño al primigenio berebcr parece ser el sonido p, que encontramos tan sólo en
vocablos de lenguaje infantil o en términos extranjeros, especialmente derivados
del español o del francés)) (51, lo cual ya hemos visto que coincide con la toponimia
numismática ibérica. Otro tanto sucede con la f y la u, y con la estructura general
fonética, sobre lo que no nos extendemos ateniéndonos a lo ya indicado.
En el vocabulario también parece existir un sustrato camita. Es el caso
(1) En el prólogo de la Ob. cit del P. IBACEZ, phg. XIII.
(2) LLUIS: Acotaciones ..., p4g. 57 y sig.
(3) BansiA Y ROCA: Ob. cit., phg. 285.
(4) Vdase CARO BAROJA: Ob. cit., phg. 68..
(5) IBLREZ: Ob. cit., p4g. 31.