LOS GRANdES PREMiOS dE MAROñAS - Museo del Turf
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En su Nº 2 <strong>del</strong> bimestre Marzo Abril de 1955, la revista Argentina Hipódromo realizaba<br />
un raconto de la historia de la prueba más importante <strong>del</strong> <strong>Turf</strong> Uruguayo.<br />
EL GRAN PREMIO “JOSE PEDRO RAMIREZ”<br />
SU HISTORIA (1898-1955)<br />
La influencia y actuación <strong>del</strong> Sangre Pura de Carrera argentino en el exterior ha<br />
dejado su vigorosa huella en el Uruguay. En realidad, hablar <strong>del</strong> caballo argentino<br />
en la Banda Oriental, es lo mismo que hablar de toda la gente de haras y pistas en<br />
el Río de la Plata. Desde su más remoto origen, hasta la actualidad y es por eso que<br />
hemos dicho que el Plata es río de orilla. En turf y en amistad, cuya raíz, desde la<br />
colonia misma, continúa, felizmente, indivisa.<br />
Tracemos, entonces, la historia por las cumbres pues es esta la única forma de<br />
lograr conclusiones auténticas. Y si hay en Maroñas un Gran Premio Internacional,<br />
nacido en 1889 (desde 1914 lleva el esclarecido nombre de José Pedro Ramírez), a<br />
él concretemos el examen <strong>del</strong> tópico en revisión. Porque si desde la cuna fue “internacional”<br />
en su mejor sentido, aún más exacto es decir que constituye, con sus 67<br />
lides, una inconmovible confrontación entre los caballos uruguayos y los nuestros.<br />
Que es como nombrarlos de un mismo pelo. E idéntica marca. Eso sin contar que,<br />
muchas veces, el Ramírez fue revancha <strong>del</strong> Internacional porteño. Y, a su vez, éste<br />
funcionó como desquite de aquél. Resumiendo: siempre hemos vivido en familia.<br />
Mejor: como hermanos.<br />
INTERCAMBIO FECUNDO<br />
Allá, en el tercer cuarto <strong>del</strong> siglo viejo, aún en vías de formación el puro argentino,<br />
llevó su simiente al Uruguay. “El éxito de los mestizos argentinos poco tardó en<br />
trasponer las fronteras de su país.<br />
Desde 1870 era común que en los planteles de las principales estancias uruguayas figurase<br />
alguno de estos mestizos. La obra de renovación que produjeron en la Argentina<br />
las primeras corrientes de animales de pura sangre, dio la medida <strong>del</strong> poderío y<br />
rendimiento que podría lograrse, también, en el Uruguay, una vez que se orientara<br />
la crianza de la raza caballar dentro de las sabias disposiciones que la inteligencia y<br />
técnica inglesas habían dictado después de experiencias seculares”<br />
(cita <strong>del</strong> Libro <strong>del</strong> Cincuentenario <strong>del</strong> Jockey Club de Montevideo, 1888-1938).<br />
VERDAD ESCUETA. DESNUDA. TESTIMONIO INTACHABLE<br />
El ímpetu de progreso fue doble. Cabañeros y propietarios orientales, adquirieron<br />
sus caballos en Buenos Aires. Velozmente se pusieron a la par. Hasta el extremo —y<br />
ello nos honra— que los fundadores <strong>del</strong> elevage uruguayo, antes de extinguirse el<br />
siglo, trajeron sus propios productos a subastar a nuestra tierra. Un nombre grande:<br />
Pedro Piñeyrúa, padre <strong>del</strong> turf uruguayo y fundador de la cabaña “Progreso”. Otros:<br />
Luis y Gilberto Lerena. Y, desde luego, el primer establecimiento propulsor: el ha-<br />
ras “Las Acacias”. A él llevaron Adolfo Artagaveytia y Jorge Pacheco, junto con el<br />
inglés The Barón (Favonius y The Duckling, por The Drake) a Beausoleil, uno de los<br />
primeros puros nacionales. Había sido criado por Santiago Luro, en su cabaña “La<br />
Quinua”, próxima a Dolores, y era hijo de Fédor y Bayadére, por Henry. ¡Las bases<br />
mismas <strong>del</strong> S. P. C. argentino!<br />
PARTÍCULA, por Stiletto y Párvula, que batió a<br />
Calepino y Cacique en la Internacional de 1904<br />
EL HARAS REYLES<br />
Nos salta al teclado el recuerdo de dos magnos criadores uruguayos, cuya acción fecunda<br />
trascendió a la Argentina. Carlos Reyles, que trajo a nuestro ring (1903) hijos<br />
de Exmoor y Napoleón, calificados, respectivamente, por Yerba Amarga e Imperio. Y<br />
que años después liquidó definitivamente su empresa en el Uruguay, para radicarla<br />
en el país.<br />
Fue nada menos, que el importador de Le Samaritain, por Le Sancy y Clementina. Le<br />
Samaritain, “el grande” cuyo hijo Roi Herode (en Roxelane), importado de Francia a<br />
Inglaterra, reverdeció, a través de The Tetrarch (Roi Herode y Vahren) “el maravilloso<br />
manchado”, la prácticamente extinguida rama de Hero. Dispersado, en 1920, el<br />
haras Reyles, el viejo tordillo, cubierto de gloria (su hijo Grey Fox, que luego sirvió<br />
en Francia, había sido único vencedor <strong>del</strong> prodigioso Botafogo) fue comprado por el<br />
haras Ayacucho, donde murió a poco de arribar.<br />
La otra figura consular es Guillermo Young. El teórico y el realizador. El maestro en<br />
la crianza y en el estudio <strong>del</strong> “pedigree”. Liquidado su haras “Hampton”, por sucesión,<br />
tuvo el espaldarazo. Los planteles fueron adquiridos, casi totalmente, por los<br />
haras Chapadmalal y Nacional (después Los Cardos).<br />
Con ello se saldaba la deuda de los “primeros mestizos”. Sin contar el fervor de<br />
Francisco E. Anaya, que compró a Mouchette, la misma que ganó tres de nuestras<br />
Copas de Oro, incorporándola luego a su haras <strong>del</strong> Paso de la Arena. Retornó, muy<br />
poco después, para Chapadmalal, la inagotable hija de Pietermaritzburg, así como<br />
para El Pelado lo hicieron Royal Princess, Rebelión II y otras madres calificadísimas,<br />
importadas por el esforzado (¡y romántico...!) criador uruguayo.