Autobiografía Charles Darwin - Fieras, alimañas y sabandijas
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Librodot <strong>Autobiografía</strong> <strong>Charles</strong> <strong>Darwin</strong><br />
que el pistilo corto de una forma y los estambres cortos de la otra tendían a atrofiarse. Por lo<br />
tanto, sometí las plantas a experimentación desde este punto de vista; pero tan pronto como<br />
las flores con pistilos cortos fertilizaron con polen de los estambres cortos quedó frustrada la<br />
teoría de la atrofia, pues descubrí que se producían más semillas que en cualquier otra de las<br />
cuatro uniones posibles. Después de algún experimento adicional, resultó evidente que las dos<br />
formas, aunque ambas eran hermafroditas perfectas, sostenían entre sí prácticamente la misma<br />
relación que los dos sexos de un animal corriente. Con el Lythrum tenemos el caso todavía<br />
más maravilloso de tres formas que guardan entre sí una relación similar. Posteriormente descubrí<br />
que los vástagos de la unión de dos plantas pertenecientes a la misma forma presentaban<br />
una estrecha y curiosa analogía con los híbridos de la unión de dos especies distintas.<br />
En otoño de 1864 terminé un largo artículo sobre Climbing Plants 22 y lo envié a la Linnean<br />
Society. Me costó cuatro meses escribir este artículo; pero estaba tan enfermizo cuando recibí<br />
las pruebas de imprenta que me vi forzado a dejarlo muy mal redactado, y en muchos pasajes<br />
oscuros. El artículo pasó casi inadvertido, pero cuando en 1875 lo corregí y lo publiqué como<br />
un libro aparte, se vendió bien. La lectura de un breve artículo de Asa Gray, publicado en<br />
1858, me llevó a dedicarme a este tema. Él me envió semillas, y al cultivar algunas plantas<br />
quedé tan fascinado y perplejo por los movimientos de los zarcillos y los tallos, movimientos<br />
que son realmente muy simples aunque a primera vista parezcan muy complejos, que me procuré<br />
otras varias clases de plantas trepadoras y estudié todo el tema. Me atraía éste tanto más<br />
cuanto que no había quedado en absoluto satisfecho con la explicación que nos dio Henslow<br />
en sus clases a propósito de las plantas trepadoras: que tenían una tendencia natural a crecer<br />
en espiral. Esta explicación resultó completamente errónea. Algunas de las adaptaciones exhibidas<br />
por las plantas trepadoras son tan extraordinarias como las que aseguran en las orquídeas<br />
de fertilización cruzada.<br />
Inicié, como ya he dicho, Variation of Animals and Plants under Domestication a comienzos<br />
de 1860, pero no se publicó hasta comienzos de 1868. Era un libro extenso y me costó<br />
cuatro años y dos meses de dura tarea. Recoge todas mis observaciones y un inmenso número<br />
de datos tomados de diferentes fuentes, en relación con nuestros productos domésticos. En el<br />
segundo volumen se examinan, en la medida que lo permite nuestro presente estado de conocimientos,<br />
las causas y leyes de variación, la herencia, etc. Hasta el final de la obra expongo<br />
mi vilipendiada hipótesis de la pangenesis. Una teoría no verificada tiene escaso o ningún valor;<br />
pero si en lo sucesivo pudiera inducir a alguien a hacer observaciones mediante las cuales<br />
pudiera establecerse alguna hipótesis por el estilo, habré hecho un buen servicio, ya que de esta<br />
forma podrán conectarse un número asombroso de datos aislados, y se harán inteligibles.<br />
En 1875 se publicó una segunda edición ampliamente corregida, que me costó bastante trabajo.<br />
Mi Descent of Man 23 se publicó en febrero de 1871. En el año 1837 ó 1838, tan pronto como<br />
llegué a la conclusión de que las especies eran productos mutables, no pude evitar el convencimiento<br />
de que el hombre debía estar sometido a la misma ley. En consecuencia con eso, recogí<br />
notas sobre el tema para satisfacción propia y, durante mucho tiempo, sin intención alguna<br />
de publicarlas. Aun cuando en El origen de las especies no se examina la derivación de especie<br />
alguna en particular, pensé que, con objeto de que ninguna persona honrada me acusara<br />
de ocultar mis puntos de vista, convenía añadir que por medio de obra «se aclararía el origen<br />
del hombre y su historia». Habría sido inútil, y perjudicial para el éxito del libro, haber alardeado<br />
de mi convicción con respecto a este origen, sin facilitar ninguna prueba.<br />
Pero cuando supe que muchos naturalistas habían aceptado plenamente la doctrina de la<br />
evolución de las especies, me pareció aconsejable dar forma a las notas que poseía y publicar<br />
un tratado sobre el origen del hombre específicamente. Yo estaba contentísimo de hacerlo, ya<br />
que ello me proporcionaba la oportunidad de discutir plenamente la selección sexual —un<br />
22 Plantas trepadoras.<br />
23 Origen del hombre.<br />
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