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ESCRIBEN<br />
ANA LÍA REY<br />
NICOLÁS P. FERRARO<br />
SERGIO FONTANA<br />
MA. PAULA LUCIANI<br />
MARCOS SCHIAVI<br />
ERNESTO GUTIERREZ<br />
OSVALDO CAVASSO<br />
FEDERICO LORENZ<br />
REVISTA CENTRO DE ESTUDIOS E INVESTIGACIONES ARTURO JAURETCHE<br />
Año 02 - Número <strong>03</strong><br />
IVONNE BARRAGÁN<br />
DAMIÁN O. SANTOS<br />
CYNTHIA RIVERO<br />
FORJANDO<br />
ISSN 2313-9021
Forjando<br />
AÑO 02 - NÚMERO <strong>03</strong><br />
ABRIL DE 2013<br />
Dirección:<br />
Mauro Amorosino<br />
Secretarios de Redacción:<br />
Juan Manuel Romero<br />
Lucía Paolucci<br />
Diseño Gráfico:<br />
Nicolás Henrichsen<br />
Ilustraciones:<br />
Diana Park<br />
Banco de la Provincia de Buenos Aires<br />
Presidente: Lic. Gustavo Marangoni<br />
Vicepresidente: Dr. José Pampuro<br />
Director Secretario: Lic. Daniel Tillard<br />
Director: Sra. Marta Helguero<br />
Director: Dr. Rafael Perelmiter<br />
Director: Lic. Carlos Fernández<br />
Director: Dr. Diego Rodrigo<br />
Director: Cdor. Omar Galdurralde<br />
Director: Dr. Javier Mouriño<br />
Forjando es una publicación del Banco de la Provincia de Buenos Aires.<br />
San Martin 137 /C1004AAG / Ciudad de Buenos Aires / Argentina.<br />
Si nos quiere contactar, escríbanos a:<br />
centrodeestudiosjauretche@bpba.com.ar<br />
Las notas publicadas no representan necesariamente el criterio del Editor.<br />
RNPI Exp. 5<strong>03</strong>8860<br />
ISSN 2313-9021<br />
PROHIBIDA LA REPRODUCCIÓN PARCIAL O TOTAL POR CUALQUIER<br />
MEDIO SIN PERMISO DEL CENTRO.
Nº<strong>03</strong><br />
El movimiento obrero<br />
en la Provincia de<br />
Buenos Aires.
ÍNDICE<br />
FORJANDO<br />
48<br />
36<br />
58<br />
26<br />
96<br />
128
70<br />
14<br />
10<br />
Editorial<br />
Gustavo Marangoni<br />
Imágenes de la huelga de inquilinos en Buenos Aires (1907).<br />
Mujeres y niños en defensa de sus hogares y sus derechos.<br />
Ana Lía Rey<br />
La invención de una tradición.<br />
Prescindencia política y práctica sindical en un período de transición.<br />
Nicolás PabloFerraro<br />
84<br />
Cipriano Reyes. Sindicalismo y peronismo, un vínculo conflictivo.<br />
Sergio Fontana<br />
Del movimiento obrero a la gestión estatal:<br />
José María Freire en el área de Trabajo del primer peronismo.<br />
María Paula Luciani<br />
Trabajadoras migrantes textiles.<br />
Marcos Schiavi<br />
Rucci, el sindicalista de Perón.<br />
Ernesto Gutierrez<br />
Bancarios “bajo bandera”. Trabajadores bancarios movilizados<br />
militarmente en la provincia de Buenos Aires. (1958/59).<br />
Osvaldo Cavasso<br />
Martín Mastinu: el “tosco” de la zona norte. La formación de un dirigente sindical clasista.<br />
Federico Lorenz<br />
106<br />
El Astillero Río Santiago, el proceso de organización sindical de base, la acción colectiva<br />
y la violencia. Una proyección hacia la región industrial de La Plata, Berisso y Ensenada.<br />
118<br />
Ivonne Barragán<br />
Saúl Ubaldini (1936-2006): una historia de resistencia y lucha del sindicalismo peronista<br />
Damián Oscar Santos<br />
Recuerdos en disputa sobre la industria siderúrgica nacional.<br />
Cynthia Rivero
EDITORIAL FORJANDO 10<br />
EDITORIAL<br />
por Gustavo Marangoni<br />
Desde su aparición, a finales del siglo XIX, el movimiento obrero se convirtió<br />
en un actor protagónico de la vida política argentina.<br />
El notable desarrollo económico que tuvo lugar en esos años, y en particular<br />
la llegada masiva de inmigrantes europeos, transformaron definitivamente<br />
la fisonomía del país. Los grandes centros urbanos comenzaron a verse<br />
nutridos de vastos sectores populares que comenzaron a organizarse<br />
mediante mutuales y sociedades de socorros mutuos.<br />
La primera federación obrera argentina vería la luz hacia 1890. Los<br />
trabajadores unieron fuerzas para mejorar sus salarios y condicionales<br />
laborales, pero buscaban también obtener mayor participación en la<br />
esfera política. Esas primeras etapas organizativas del movimiento obrero<br />
estuvieron marcadas por la relación -muchas veces conflictiva- entre<br />
diferentes corrientes ideológicas. En el fin-de-siglo el anarquismo poseía<br />
una notable presencia e influencia con un amplio abanico de iniciativas<br />
educativas y culturas que se inscribían dentro de una tradición que le<br />
era propia. Pero pronto, mientras la experiencia anarquista en los años en<br />
torno del primer centenario comenzaba a perder fuerza, otras corrientes<br />
le disputaron el liderazgo de las federaciones obreras: los socialistas<br />
–vinculados al partido creado en 1895- , los sindicalistas revolucionarios y los<br />
comunistas que, promediando la década de 1920, vivirían un fuerte impulso<br />
gracias a sus dirigentes y a una ideología que se mostraba como atractiva y<br />
a la vanguardia de las luchas obreras en el mundo.<br />
El desarrollo de la industria sustitutiva y las migraciones internas tuvieron<br />
profundos efectos en las características del movimiento obrero argentino,<br />
cuyos núcleos se encontraban distribuidos en los principales ciudades pero<br />
que, rápidamente, hallaron en el Gran Buenos Aires a su principal centro rector.<br />
Fue sin dudas la aparición del peronismo lo que ubicó definitivamente a las<br />
organizaciones obreras en el corazón del teatro político. Desde entonces su<br />
suerte se encontraría enlazada con la de aquel movimiento del que llegó a<br />
convertirse en “columna vertebral”.<br />
Es por estas razones que diversos intelectuales y científicos sociales han
11<br />
FORJANDO<br />
EDITORIAL<br />
pretendido encontrar en el estudio del movimiento obrero algunas de las<br />
principales claves de la historia argentina. Las primeras historias escritas al<br />
respecto fueron, como es sabido, obra de militantes políticos y gremiales.<br />
Los clásicos del género son la Historia del movimiento anarquista en la<br />
Argentina, del anarquista Diego Abad de Santillán, la Historia del movimiento<br />
sindical, del comunista Rubén Iscaro, El movimiento sindical argentino,<br />
presentado en varios volúmenes por el sindicalista Sebastián Marotta, y<br />
la Historia del socialismo argentino y Gremialismo proletario argentino del<br />
socialista Jacinto Odonne.<br />
Estas trabajos relatan de forma heroica la historia de los trabajadores<br />
privilegiando en su mirada el rol de cada una de las corrientes ideológicas<br />
con las cuales los autores se identificaban. Fueron escritas por militantes, en<br />
su gran mayoría antes de 1955, y tienen por lo tanto una mirada sesgada del<br />
rol de cada corriente y organización, eclipsando o pasando por alto episodios<br />
significativos, conflictos internos y algunas problemáticas generales. Sin<br />
embargo, ofrecieron también un amplio manejo de fuentes y de datos<br />
puntales que fueron de gran utilidad para quienes se interesaron más tarde<br />
en la historia de los trabajadores y, a su modo, influyeron profundamente la<br />
manera en la que la historiografía profesional abordó luego estas cuestiones.<br />
La riqueza de la experiencia histórica de los trabajadores argentinos<br />
ha permitido así a los historiadores abordarla desde una variedad de<br />
perspectivas y en relación con un amplio conjunto de temas. Entre<br />
ellos se destacan la inmigración europea y las migraciones internas, la<br />
transformación de los espacios urbanos y la creación de barrios obreros,<br />
las cuestiones intrínsecas a la organización y la lucha gremial, la historia<br />
de las izquierdas y de las distintas corrientes vinculadas con el movimiento<br />
obrero, su participación e influencia en el sistema político, los cambios en la<br />
legislación laboral, y por supuesto, sus alzas y bajas, dependiendo las etapas<br />
históricas del país, de su relación con el peronismo.<br />
Este número de la <strong>revista</strong> Forjando pretende recoger esas alternativas, y sirve<br />
así como muestra de las posibilidades que aún tiene la historia del movimiento<br />
obrero y del mundo de los trabajadores. Los artículos que aquí presentamos<br />
recuperan algunos momentos y problemas de esa historia, abarcando un amplio<br />
período de tiempo y abordando sus objetos desde distintas aproximaciones<br />
teóricas y metodológicas. Hemos incluido, además, una sección breve con<br />
perfiles biográficos de algunas figuras importantes del movimiento obrero<br />
argentino. Esperamos que estos aportes sean de su agrado.<br />
LOS CONTENIDOS DE ESTE NúMERO<br />
En la apertura de esta edición, la historiadora Ana Lía Rey propone un<br />
análisis de las imágenes de la célebre huelga de inquilinos que tuvo lugar<br />
en Buenos Aires en 1907. Las fotografías publicadas en la <strong>revista</strong> Caras y
EDITORIAL FORJANDO 12<br />
Caretas, un magazine ilustrado de enorme popularidad, permiten a la<br />
autora una reflexión sobre el rol de las mujeres y los niños en el conflicto.<br />
El artículo invita al lector a percibir el atractivo y la potencialidad del uso<br />
de fuentes visuales como punto de partida para la reflexión, así como<br />
también de la importancia de atender a esos otros actores, postergados en<br />
aproximaciones más tradicionales.<br />
Nicolás Ferraro, por su parte, desarrolla algunos aspectos característicos de<br />
las tradiciones políticas del movimiento obrero durante la década de 1930. Se<br />
concentra para eso en la importancia otorgada a la “prescindencia política”,<br />
una concepción según la cual las organizaciones no debían sostener vínculos<br />
orgánicos con los partidos políticos ni responder a intereses o dirigentes<br />
que no fueran los surgidos en su mismo núcleo. La tradición se afianzó en<br />
los años de crecimiento de la corriente sindicalista, mientras continuaban<br />
ejerciendo influencia concepciones alternativas, como las que defendían<br />
los dirigentes socialistas y comunistas. La tradición de prescindencia se<br />
enfrentó luego a los desafíos que le planteó el peronismo.<br />
En ese mismo contexto histórico se inscribe la figura de Cipriano Reyes,<br />
reseñada aquí por Sergio Fontana. El obrero de los frigoríficos Armour se<br />
destacó pronto como un importante dirigente de la industria de la carne,<br />
y en conjunto con otros representantes de trabajadores como Ángel<br />
Borlenghi, Luis Gay y José Domenech, participó del apoyo a las gestiones<br />
que desde el gobierno comenzaba a realizar el coronel Perón y del armado<br />
del Partido Laborista que llevaría a éste al gobierno. Más tarde, su relación<br />
con el peronismo se volvió ríspida.<br />
María Paula Luciani trabaja en su artículo sobre algunos aspectos poco<br />
estudiados de la vinculación entre los dirigentes obreros y el peronismo<br />
en el gobierno. Lo hace a través de la trayectoria de José María Freire, un<br />
dirigente de las industrias del vidrio de Avellaneda, que fue designado por<br />
Perón para ocupar su antiguo cargo al frente de la Secretaría de Trabajo<br />
y Previsión. La historiadora ilumina así la complejidad de los procesos de<br />
organización estatal en tiempos de transformación.<br />
Otro de los grandes temas asociados a la historia de los trabajadores en la<br />
Argentina es el de las migraciones. Marcos Schiavi recupera la historia de dos<br />
inmigrantes italianas llegadas al país en la década de 1950, e instaladas en<br />
los barrios obreros de la localidad de Quilmes. El historiador realiza así una<br />
contribución a la historia de aquella inmigración “silenciosa” de europeos en<br />
los años del primer peronismo.<br />
Ernesto Gutiérrez se encarga en este número de proponer una mirada sobre<br />
la trayectoria política de José Ignacio Rucci, desde los años de la resistencia<br />
peronista durante la Revolución Libertadora hasta su violenta muerte en<br />
medio de los conflictos de los años setenta. Las polémicas sobre su muerte
13<br />
FORJANDO<br />
EDITORIAL<br />
y la disputa ideológica han desviado en muchos casos la atención de otros<br />
aspectos relevantes de su rica biografía, convirtiendo a Rucci en una figura<br />
más discutida que conocida. El artículo de Gutierrez es un valioso aporte<br />
para la reconstrucción de su historia.<br />
Desde los años de la Revolución Libertadora se impuso un duro régimen<br />
sobre los trabajadores y sus organizaciones. Los gobiernos posteriores<br />
alternaron también entre el acercamiento y la represión, como revela el<br />
caso del Plan Conintes, implementado durante la presidencia del radical<br />
Arturo Frondizi. Osvaldo Cavasso estudia en su artículo la experiencia de<br />
los trabajadores bancarios de la Provincia de Buenos Aires en aquel período.<br />
Su artículo recupera a aquellos hombres y mujeres al proponer también una<br />
imagen del despliegue y la acción de las fuerzas represivas en la Provincia.<br />
Ivonne Barragán trabaja en su artículo sobre la experiencia de los<br />
trabajadores del Astillero Río Santiago, en la región de La Plata, Berisso y<br />
Ensenada, entre 1974 y 1976. La historiadora analiza la organización de los<br />
trabajadores y el comienzo de los conflictos que los convirtieron en uno de<br />
los blancos de la última dictadura militar.<br />
El historiador Federico Lorenz propone aquí otra aproximación sobre la<br />
historia de la clase trabajadora en los años setenta. En esos años, en el<br />
contexto de una intensa radicalización política, surgió una nueva camada<br />
de dirigentes sindicales dotados de una gran legitimidad entre las bases. El<br />
artículo de Lorenz trabaja esta dimensión a través de la historia de Martín<br />
Mastinu, militante en las industrias navales de zona norte, desaparecido por<br />
la dictadura.<br />
Otra figura central, curiosamente poco estudiada, es la de Saúl Ubaldini.<br />
Damián Santos reconstruye aquí su recorrido como dirigente, desde las<br />
huelgas de los años de la resistencia peronista, hasta su protagonismo en la<br />
década de 1980. Su artículo vincula la biografía del dirigente de la industria<br />
cervecera, con algunos aspectos generales de la historia del movimiento<br />
obrero desde los años setenta.
IMÁGENES DE LA HUELGA<br />
DE INQUILINOS EN<br />
BUENOS AIRES (1907)<br />
MUJERES Y NIÑOS EN DEFENSA DE SUS<br />
HOGARES Y SUS DERECHOS.<br />
por Ana Lía Rey<br />
Ana Lía Rey es Profesora de Enseñanza media y superior en Historia y realizó una<br />
especialización en Historia Argentina en la Universidad de Buenos Aires. Se desempeña<br />
como Profesora Adjunta de la materia Historia de los Medios en la Facultad de Ciencias<br />
Sociales, y coordinadora del Archivo Palabras e Imágenes de Mujeres del Instituto<br />
Interdisciplinario de Estudios de Género. Trabaja temas relacionados a publicaciones<br />
anarquistas y socialistas a principios del siglo XX y ha publicado numerosos artículos<br />
en <strong>revista</strong>s nacionales e internacionales y participado de reuniones académicas en<br />
Argentina y en el exterior.<br />
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15<br />
FORJANDO<br />
Hacia fines del siglo XIX Argentina se integró al mercado mundial como un<br />
país agroexportador, esta expansión exigió cambios estructurales importantes,<br />
como desarrollo de vías férreas, la construcción de obras públicas<br />
para mejorar la salubridad de los centro urbanos, el ingreso de maquinarias<br />
agrícolas y la construcción de un puerto moderno desde donde operar<br />
con los principales países de Europa y a donde pudieran llegar los nuevos<br />
barcos de gran calado. Este proceso de expansión fue posible gracias a la<br />
mano de obra de miles de inmigrantes provenientes de países europeos que<br />
entraron a la argentina desde fines del siglo XIX y hasta la Primera Guerra
Mundial. El siguiente cuadro es elocuente y refleja muy bien el proceso que<br />
estamos describiendo<br />
Fuente: Dirección General de Estadísticas de la Nación. Extracto estadístico de la<br />
República Argentina correspondiente al año 1915, Buenos Aires, 1916.<br />
Los miles de italianos, españoles, franceses, vascos, suizos, sirio-libaneses<br />
que entraron al país modificaron el perfil poblacional de Buenos Aires y de<br />
algunas ciudades del interior vinculadas al desarrollo agrícola y que crecieron<br />
exponencialmente como Rosario. Buenos Aires, era el paso obligado, la<br />
entrada a América tanto para aquellos que llegaron atraídos por la creciente<br />
necesidad de mano de obra y pensaron radicarse en el país por tiempos<br />
prolongados como para los que solo cubrieron las demandas estacionales<br />
de la mano de obra agrícola.<br />
Aunque eran muchos los extranjeros varones que venían solos a estas tierras,<br />
una gran cantidad de ellos arribaba con sus familias, estableciéndose<br />
en las ciudades y generando un significativo crecimiento urbano.<br />
Este rápido crecimiento urbano y las condiciones de vida que resultaban las<br />
más de las veces insatisfactorias para estos nuevos trabajadores, devinieron<br />
en un progresivo incremento de los conflictos laborales y sociales de todo<br />
orden en las principales ciudades argentinas.<br />
Este artículo se propone, a través de la selección de un pequeño grupo de<br />
imágenes publicadas en la <strong>revista</strong> Caras y Caretas, acercarse a uno de estos<br />
conflictos, quizá uno de los más importantes del período, la huelga de inquilinos<br />
de 1907, y en especial indagar sobre la presencia de mujeres y niños al<br />
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frente de aquella protesta. Al proponernos una mirada de género, las imágenes<br />
se convierten en documentos indispensables para trabajar el rol de las<br />
mujeres y los niños en el conflicto, la representación femenina en el espacio<br />
público de principios de siglo y las acciones llevadas adelante a la hora de<br />
negociar con las autoridades así como las estrategias de acción durante la<br />
huelga. No significa que la prensa escrita silenció su participación sino que<br />
las imágenes que hoy podemos ver le dan un nuevo significado, abriendo la<br />
posibilidad de hacer visible, a través de las acciones cotidianas, las formas<br />
de vida de los sectores populares, la defensa de los espacios privados a<br />
través de la participación pública y la incorporación de los niños, muchos de<br />
ellos trabajadores infantiles, que se sumaban al reclamo.<br />
LOS CONVENTILLOS PORTEÑOS<br />
El flujo inmigratorio generó una gran demanda de espacio habitacional en<br />
una ciudad que no tenía la suficiente infraestructura para recibir a los recién<br />
llegados, en consecuencia la vivienda fue uno de los principales problemas<br />
de los sectores populares, y emulando a otras grandes ciudades del mundo,<br />
como Chicago y Nueva York, en Buenos Aires, Rosario y Bahía Blanca también<br />
aparecieron las casas de inquilinato.<br />
Las malas condiciones de vida en esas complejas viviendas comúnmente<br />
conocidas como conventillos, convivían con otras formas de adaptarse a<br />
la realidad del país que los recibía. Muchos inmigrantes varones vivieron en<br />
los sótanos de las fondas donde trabajaban, en las precarias habitaciones<br />
de los lugares donde eran empleados, en pobres pensiones en tanto que<br />
las mujeres solteras adoptaban como vivienda los hogares donde servían<br />
como mucamas o cocineras.<br />
Los conventillos se conformaron en las viejas casas de la oligarquía porteña,<br />
ubicadas en la zona sur de la ciudad, que fueron abandonadas como unidades<br />
habitacionales tras la epidemia de fiebre amarilla de 1870.<br />
Aquellas viejas mansiones se convirtieron en un lucrativo negocio y los propietarios<br />
que las habían conservado notaron que, ante la demanda de unidades<br />
habitacionales, la posibilidad de transformarlas en casas de alquiler,<br />
era una alternativa más para sus intereses económicos. El patio central de<br />
las viejas casonas del patriciado porteño, cambió, entonces, su vieja fisonomía.<br />
Las grandes habitaciones pasaron a ser dos o tres unidades de vivienda<br />
donde las familias dormían hacinadas, había muy pocos baños para tanta<br />
gente y las cocinas construidas por los propietarios se ubicaban al lado de<br />
las habitaciones donde se instalaban los braseros para cocinar. La ropa se<br />
lavaba como se podía y se colgaba en espacios mínimos, y en general en<br />
los conventillos se compartía la soga, la pileta de lavar, la ducha y la letrina.
Imagen 1: Huelga de Conventillos. Colección Caras y Caretas, Buenos Aires, 1907. AGN<br />
La imagen 1 es elocuente, un nutrido grupo de niños posa para una foto<br />
que pretende tenerlos como centro, sin embargo es la propia fisonomía del<br />
patio del conventillo la que gana la mirada del observador. Las salientes del<br />
primer piso son las cocinas y estaban ubicadas prácticamente en la puerta<br />
de las habitaciones, en los días de lluvia –como el de la foto– las mujeres<br />
cocinaban dentro de las habitaciones con grandes riesgos de incendio o<br />
intoxicación. Las ventanas y puertas de diferentes épocas delatan los arreglos<br />
improvisados y el aprovechamiento del espacio con construcciones<br />
extremadamente precarias. Muchas veces éstas estaban autorizadas por el<br />
propietario para que algún cuentapropista instalara su lugar de trabajo. El<br />
patio central y la puerta abierta nos permiten ver la vereda en un día lluvioso,<br />
lo que nos lleva a pensar tanto en el espacio público de la calle como en<br />
el espacio semiprivado del patio y en el espacio doméstico de las habitaciones,<br />
los tres están integrados en la fotografía y también en el desarrollo de<br />
la protesta que se abrió en 1907.<br />
Los patios eran el corazón de los conventillos, allí los inquilinos se reunían<br />
para debatir, también para hacer fiestas y bailes, allí entraba la asistencia<br />
pública y las damas de la Sociedad de Beneficencia que buscaban mujeres<br />
para que la institución premiara por su comportamiento virtuoso en medio<br />
de situaciones de pobreza. Allí se pasaban de mano en mano la prensa<br />
partidaria, las <strong>revista</strong>s populares como Caras y Caretas y el diario para encontrar<br />
trabajo. Muchas actividades de los conventillos estaban reguladas<br />
por ordenanzas municipales pero la ley interna más importante era la que<br />
establecía el propietario y que el casero hacia cumplir a raja tabla, comenzando<br />
por el alquiler. El casero era el representante del propietario para<br />
firmar contratos, cobrar el alquiler, llamar a la fuerza pública si era necesario<br />
y generalmente vivía en el propio conventillo, pero en la mejor habitación.<br />
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19<br />
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En definitiva las fotos conservadas de los conventillos nos hacen pensar<br />
mucho sobre las condiciones de vida de los trabajadores inmigrantes a principios<br />
de siglo y los costos que conllevaba aquella consigna de la época:<br />
“Hacer la América”. En estos conventillos, los habitantes se instalaban con<br />
la esperanza de estar pocos meses pero a veces las estadías, y con ellas los<br />
padecimientos, se prolongaban por años. Como afirma Juan Suriano “en<br />
1881 existían 1821 casas habitadas por 65260 personas que representaban el<br />
21,6% de la población porteña. En 1892 la cifra se elevó a 2.192 y sus pobladores<br />
a la cantidad de 120.847, algo así como el 21,8% de los habitantes de<br />
la ciudad. En 1904 el número de inquilinatos trepó a 2462 y sus moradores<br />
a 138.188 pero bajó el porcentaje de inquilinos con respecto a la población<br />
total de la ciudad de Buenos Aires”. Desde fines del siglo XIX había una sobrepoblación<br />
en estas casas de alquiler que se constituyeron en un negocio<br />
para unos y en una necesidad para otros.<br />
Los inquilinos estaban en situación de extrema vulnerabilidad, pero, sin embargo,<br />
no lograron consolidar movimientos de protesta y asociaciones que<br />
propusieran la mejora en sus condiciones de vida, durante muchos años.<br />
Los breves y fracasados intentos de unirse comenzaron con la conformación<br />
de ligas en 1894. Hacia principios del siglo XX la Federación Obrera<br />
Regional Argentina (FORA) inició una campaña de agitación para bajar los<br />
alquileres, cabe mencionar que esa Federación nucleaba a agrupaciones<br />
de trabajadores y sociedades de resistencia mayoritariamente anarquistas<br />
cuyos integrantes eran en su mayoría inmigrantes. No obstante, poco se difundía<br />
de lo que ocurría puertas adentro del conventillo y los inquilinos eran<br />
el eslabón más débil porque el planteamiento de un conflicto los dejaba en<br />
la calle sin posibilidades de defensa.<br />
Los conventillos más poblados se encontraban ubicados en La Boca, San<br />
Telmo y Barracas y tenían nombres que los identificaban: San Juan Evangelista,<br />
Santa Lucía, Balvanera Sur, Concepción, El Socorro, La Cueva negra,<br />
y uno de los más combativos, 14 Provincias, ubicado en la calle Piedras entre<br />
Cochabamba y San Juan. Estos conventillos, como vimos, albergaban a<br />
gran cantidad de personas –hombres, mujeres y niños– que encontraron en<br />
las zonas más cercanas al centro de la ciudad lugares de fácil acceso a sus<br />
trabajos y con costos más bajos para trasladarse. Los medios de transporte<br />
que posteriormente facilitarían el desplazamiento de muchas familias hacia<br />
los barrios aún eran proyectos incipientes.<br />
Hasta que los barrios comenzaron a construir su identidad y a lograr una<br />
densidad humana significativa, miles de familias vivieron en esas desastrosas<br />
condiciones habitacionales, con pocos baños y casi sin agua. Se estima<br />
que en algunos conventillos podían vivir hasta más de 350 personas. ¿Quiénes<br />
vivían en esas habitaciones pequeñas y sin el suficiente aire para una
vida medianamente sana? Hombres recién llegados que compartían la habitación<br />
con otros para bajar costos, familias con muchos hijos y a veces con<br />
los adultos mayores que también habían llegado a estas tierras corridos por<br />
el hambre, básicamente inmigrantes de diferentes procedencias y costumbres.<br />
Los habitantes desarrollaban las más variadas actividades: panaderos,<br />
zapateros, albañiles, jornaleros, costureras, lavadoras, planchadoras, sastres,<br />
carpinteros. Provenían de diferentes países, profesaban múltiples creencias,<br />
aunque predominaba la católica, y adherían a distintas ideologías. El estudio<br />
de los censos de la época nos permite reconstruir esa diversidad.<br />
La prensa se hacía eco con cierta regularidad de estas desastrosas condiciones<br />
de salubridad e higiene y solicitaba la intervención de la Municipalidad<br />
para que reglamentara las condiciones habitacionales en defensa de la seguridad<br />
pública y la moral. Por ejemplo, la preocupación que expresaba el diario<br />
La Prensa era la de poner un límite a la población como una forma de frenar<br />
los focos de infección que allí se producían pero también poner un límite a los<br />
posibles excesos que tanta aglomeración de gente podía provocar.<br />
LAS MUJERES Y LOS NIÑOS AL FRENTE<br />
A pesar de las condiciones de vida descriptas y de las situaciones de tensión<br />
y enfrentamiento, por lo menos con las autoridades más cercanas –los<br />
propietarios y los caseros–, no hay muchos indicios sobre conflictos y formas<br />
de organización de los inquilinos en los años que rodean al cambio de<br />
siglo. Sin embargo, en 1906 la FORA realizó una campaña de agitación para<br />
bajar los alquileres y aconsejó a los trabajadores adheridos que se organizaran<br />
en los conventillos donde vivían, la campaña tuvo éxito y se formó la<br />
Liga de Lucha Contra los Altos Alquileres e Impuestos.<br />
Sin lugar a dudas el alquiler era un porcentaje muy alto del ingreso de los<br />
trabajadores, mantener una habitación se llevaba el 25% del sueldo de un<br />
obrero con un salario medio. El aumento del alquiler no reconocía crisis, ni<br />
períodos de desocupación, y, además, si el propietario aumentaba no había<br />
posibilidades de negociar una rebaja porque la demanda era alta y las habitaciones<br />
se ocupaban rápidamente.<br />
Al comenzar el año 1907 se produjo un fuerte aumento en los impuestos<br />
municipales y territoriales que los propietarios trasladaron inmediatamente<br />
a los precios de los alquileres. Al poco tiempo, en agosto del mismo año, los<br />
inquilinos se negaron a pagar los alquileres en el conventillo de la calle Uspallata<br />
y en Los Cuatro Diques, ubicado en la calle Ituzaingó al 200, mientras<br />
que otras casas también adhirieron a la protesta. El pliego de condiciones<br />
de los huelguistas reclamaba la rebaja de un 30% en el valor de los alquileres<br />
y también incluía demandas para mejorar la calidad de las viviendas. La<br />
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FORJANDO<br />
prensa se hizo eco del conflicto y por eso hoy podemos seguir los acontecimientos<br />
en los principales diarios de la época, tanto comerciales (La Nación<br />
y La Prensa) como partidarios (La Protesta y La Vanguardia), y también<br />
confesionales (La Voz de la Iglesia). Como ya adelantamos, nosotros prestamos<br />
especial atención a la cobertura que realiza la <strong>revista</strong> Caras y Caretas<br />
porque frente a los informes y detallados artículos de la mayoría de los medios<br />
gráficos, la <strong>revista</strong> tiene el plus de realizar una cobertura fotográfica a<br />
lo largo del conflicto, por lo que la huelga está presente en varios números<br />
de la publicación.<br />
El movimiento de fuerza se organizó a través de un comité de propaganda y<br />
agitación que buscó rápidamente adhesiones de otras viviendas colectivas<br />
y de las organizaciones de trabajadores, y entró en contacto con comités<br />
de otros barrios. En octubre los conventillos adheridos eran cerca de 500 ,<br />
ubicados no solo en las zonas cercanas al centro de Buenos Aires sino también<br />
en Avellaneda, Lomas de Zamora, La Plata, Mar del Plata, Bahía Blanca.<br />
Se sumaron también conventillos de Rosario, al poco tiempo había más de<br />
2000 viviendas en huelga a lo largo del país.<br />
Imagen 2: Marcha de las Escobas, Conventillo de La Boca, Colección Caras y<br />
Caretas, 1907. AGN<br />
Una de las primeras manifestaciones públicas de la protesta fue la Marcha<br />
de las Escobas realizada en las calles de La Boca y organizada por un conventillo<br />
de la zona. La imagen 2 muestra una nutrida manifestación integrada<br />
mayoritariamente por niños y niñas que hacían batir las escobas que<br />
usaban en sus casas para, entre otras cosas, “barrer a los caseros” de los<br />
conventillos. Esta estrategia de utilizar un elemento representativo del ama<br />
de casa, como es la escoba, es la forma que encontraron las mujeres para<br />
hacer oír sus reclamos. Los niños marcharon por las calles de La Boca acom-
pañados por sus madres haciendo oír sus voces y sumando adhesiones a<br />
su paso. Al acercarse a la casa de la calle Uspallata una de las comisiones<br />
se desprendió para invitar a los jóvenes a unirse a la protesta, donde fueron<br />
recibidos con gritos de algarabía como: “¡Los caseros a Bibiloni!”, “¡Abajo los<br />
alquileres!” y ¡Viva el hombre libre en el conventillo libre!<br />
Tal como se advierte en las imágenes 3 y 4, fueron las escobas de las mujeres<br />
del Comité de Huelga de otro conventillo, ubicado en la calle San Juan,<br />
las que bloquearon la puerta de entrada formando un cordón de resistencia<br />
para oponerse a la entrada de las fuerzas policiales enviadas por el Coronel<br />
Falcón y así evitar el desalojo.<br />
Imagen 3: Huelga de inquilinos, Colección Caras y Caretas, Buenos Aires, 1907. AGN<br />
Imagen 4: Huelga de inquilinos, Colección Caras y Caretas, Buenos Aires, 1907. AGN<br />
FORJANDO 22
23<br />
FORJANDO<br />
PARA<br />
SEGUIR<br />
LEYENDO<br />
Cuestión social, género<br />
y cultura popular en<br />
Argentina a comienzos<br />
de siglo XX<br />
Ansolabehere,<br />
Pablo; Literatura<br />
y anarquismo en<br />
Argentina (1879-1919),<br />
Argentina, Beatriz<br />
Viterbo Editora, 2011<br />
Armus, Diego; La<br />
ciudad impura. Salud,<br />
tuberculosis y cultura<br />
en Buenos Aires, 1870-<br />
1950, Buenos Aires,<br />
Edhasa, 2007<br />
Falcón, Ricardo; La<br />
Barcelona Argentina.<br />
Migrantes obreros y<br />
militantes en Rosario,<br />
Rosario, Laborde<br />
Editor, 2005<br />
Nari, Marcela, Politicas<br />
de maternidad y<br />
maternalismo político,<br />
Buenos Aires, Editorial<br />
Biblos, 2004<br />
La llegada de las fuerzas policiales al conventillo de la calle San Juan generó<br />
una fuerte respuesta de las mujeres que no solo impidieron la entrada, sino<br />
que se establecieron en lugares claves, como los techos, para que por allí no<br />
pasaran los efectivos policiales. La gestualidad negociadora de la imagen 4<br />
es otro elemento más para pensar a estas mujeres de comienzos de siglo.<br />
Para ellas la participación en la huelga era algo más que defender la casa y<br />
cuidar de los suyos, poniéndose al frente de la familia cuando sus maridos<br />
estaban trabajando, sino que también era defender sus propios trabajos, ya<br />
que muchas de ellas usaban la habitación del inquilinato para realizar tareas<br />
de costuras o de planchado, generalmente para algún taller cercano que<br />
utilizaba el trabajo domiciliario para su producción.<br />
Imagen 5: Desalojo durante la huelga de inquilinos, Colección Caras y Caretas,<br />
Buenos Aires, 1907. AGN<br />
El conflicto de los inquilinos estuvo promovido por los socialistas y principalmente<br />
por los anarquistas que desde la FORA (Federación Obrera Regional<br />
Argentina) apoyaron el pliego y amenazaron con extender la huelga<br />
sumando a sectores trabajadores que podían paralizar áreas importantes<br />
de la economía. Los socialistas, por su parte, apoyaron la huelga pero no<br />
creían en esas medidas para solucionar los problemas habitacionales, ya<br />
que buscaban la construcción de viviendas obreras a partir de instituciones<br />
propias como la Cooperativa El Hogar Obrero. El Estado Nacional, que por<br />
entonces no tenía ingerencia en la resolución de conflictos obreros y dejaba<br />
que se resolvieran entre las partes, tuvo la misma actitud en esta oportunidad<br />
. Por ese motivo no hubo una resolución uniforme del conflicto. Algunas<br />
familias -como los Anchorena- que tenían una casa de alquiler en la calle<br />
Defensa arreglaron con los huelguistas y, para que no aparezca su nombre<br />
asociado al conflicto en la prensa, bajaron los alquileres incluso un porcentaje<br />
mayor al que exigían los inquilinos. Por su parte, otros propietarios no
quisieron resignar ni un peso de la renta y solicitaron los desalojos que se<br />
hacían con la fuerzas policiales en el patio del conventillo y los inquilinos<br />
debieron mudar sus trastos a habitaciones vecinas.<br />
Los desalojos cerraron el ciclo de la huelga y, más allá de la fuerte impronta<br />
que el enfrentamiento dejó en la historia de las luchas sociales, los costos de<br />
los alquileres siguieron representando altos porcentajes de los ingresos de<br />
los trabajadores. No obstante ello, la huelga muestra a través de sus imágenes<br />
que a principios del siglo XX entre los sectores populares no había una<br />
separación tajante entre los ámbitos domésticos pertenecientes al mundo<br />
femenino y el espacio público del trabajo masculino. Las mujeres de los<br />
conventillos mostraron que la sociabilidad del patio les permitió transitar<br />
entre los dos espacios para defender a sus familias y sus lugares de trabajo.<br />
FORJANDO 24
25<br />
FORJANDO<br />
Bibliografía<br />
Barrancos, Dora; Anarquismo, educación y costumbres en la Argentina de<br />
principios de siglo, Buenos Aires, Contrapunto, 1990<br />
Barrancos, Dora; Mujeres en la sociedad argentina. Una historia de cinco<br />
siglos, Buenos Aires, Sudamericana, 2007<br />
Falcón, Ricardo; “Izquierda, régimen político, cuestión étnica y cuestión<br />
social en Argentina (1890-1912) en Anuario, Nº12, Rosario, 1986/87<br />
Lobato, Mirta; “Memoria, historia e imagen fotográfica: los desafíos del relato<br />
visual” en Anuario, N°5, Facultad de Ciencias Humanas, UNLPam., 2008.<br />
Lobato, Mirta y Suriano, Juan; La protesta social en la Argentina, Buenos<br />
Aires, FCE, 20<strong>03</strong><br />
Suriano, Juan; La huelga de inquilinos de 1907, Buenos Aires, CEAL, 1983<br />
Yujnovsky, Inés; “Vida cotidiana y participación política: «la marcha de las<br />
escobas» en la huelga de inquilinos, Buenos Aires, 1907” en Feminismo/s. N.<br />
3 (jun. 2004). pp 117-134<br />
Yujnovsky, Oscar; “Del conventillo a la villa miseria” en José Luis Romero y<br />
Luis Alberto Romero; Buenos Aires, historia de cuatro siglos, Buenos Aires,<br />
Editorial Abril, 1983
LA INVENCIóN DE<br />
UNA TRADICIóN<br />
PRESCINDENCIA POLíTICA Y PRÁCTICA<br />
SINDICAL EN UN PERíODO DE TRANSICIÓN.<br />
por Nicolás Pablo Ferraro<br />
Nicolás Pablo Ferraro es Profesor de Historia, graduado en la Facultad de Filosofía y<br />
Letras de la Universidad de Buenos Aires, donde se desempeña como docente de la<br />
materia Historia Social General. Su formación se orientó hacia la historia del movimiento<br />
obrero argentino entre 1930 y 1976. Participó en materias y seminarios dedicados a<br />
esta temática, y como investigador en diversas jornadas.<br />
En este ensayo nos proponemos analizar la influencia que la tradición de<br />
prescindencia política tuvo en la práctica de las organizaciones obreras<br />
argentinas, poniendo particular énfasis en la constitución de éstas como<br />
“grupo de presión” entre 1930 y 1946, un período que la historiografía califica<br />
convencionalmente como transicional en la formación del movimiento<br />
obrero argentino. Nuestro objetivo es presentar algunas premisas básicas<br />
para una investigación mayor que pueda profundizar en el estudio de un<br />
factor ideológico que arraigó en el desenvolvimiento del movimiento obrero<br />
FORJANDO 26
27<br />
FORJANDO<br />
argentino con tal fortaleza, que logró trascender las definiciones políticas<br />
coyunturales y delimitó las estrategias y los alineamientos de las distintas<br />
corrientes hegemónicas en el seno de la clase obrera en el largo plazo.<br />
Creemos que la prescindencia política es un elemento que surge en el<br />
período formativo del movimiento obrero argentino en las primeras décadas<br />
del siglo XX y se convierte en su marca constitutiva a partir del proceso<br />
dual por el cual las organizaciones obreras se consolidan, institucionalizan<br />
y crecen sobre la base de un cambio de concepción y estrategia del estado<br />
nacional hacia las relaciones entre capital y trabajo que redefine su vínculo<br />
con los sindicatos.<br />
LOS ORíGENES Y LAS DEFINICIONES<br />
Por razones de espacio, no desarrollaremos en extenso el problema de los<br />
orígenes, pero sí daremos cuenta de los antecedentes que nos permiten<br />
llegar a la definición de las principales categorías de la cuestión de fondo.<br />
Sabemos que la prescindencia surgió como principio básico de la llamada<br />
corriente sindicalista, que hizo su aparición en la Argentina durante la primera<br />
década del siglo XX y consiguió arrebatar la hegemonía del movimiento
obrero a la corriente anarquista en 1915, manteniendo el liderazgo hasta<br />
mediados de la década del ’30. La prescindencia se relacionaba con el<br />
programa político original de la citada corriente, que concebía al sindicato<br />
como la unidad de organización social fundamental, con independencia de<br />
las formas institucionales de la democracia liberal burguesa. Implicaba una<br />
resistencia a establecer vínculos orgánicos con los partidos políticos y sus<br />
mecanismos de lucha, pero no suponía la negativa a coordinar acciones<br />
con estas organizaciones, ni a incidir en la lucha política. El movimiento<br />
obrero debía posicionarse y actuar como un sujeto constituido de manera<br />
autónoma. Reivindicando la acción directa como única forma de acción<br />
revolucionaria y considerando al parlamentarismo proclive a la colaboración<br />
de clases, esta tendencia centraba la lucha en el terreno económico. Sin<br />
embargo, la tendencia a centrarse en la lucha por las reivindicaciones<br />
inmediatas produjo un progresivo alejamiento de la práctica sindicalista<br />
de los fines revolucionarios que postulaba su ideología original, para<br />
desembocar en un reformismo que no se basaba en posiciones doctrinarias<br />
sino en consideraciones pragmáticas. Con el ascenso del radicalismo al<br />
poder, se introducen los gérmenes de una nueva concepción y estrategia<br />
estatal de las relaciones entre capital y trabajo basadas en el arbitraje, la<br />
conciliación y la institucionalización. La dirigencia sindicalista no tardó en<br />
integrarse al nuevo planteo, y a pesar de las fuertes contradicciones, límites<br />
y retrocesos de la política obrera del radicalismo, supieron afianzar sus<br />
organizaciones, obtener triunfos coyunturales y concesiones sectoriales.<br />
La inclinación a buscar apoyo en el poder político para concretar las<br />
reivindicaciones económicas no dejó de acentuarse una vez desalojado del<br />
gobierno el radicalismo en 1930, pero fue acompañada de una creciente<br />
burocratización de las organizaciones.<br />
La década del ’30 exhibe una tendencia general en el movimiento obrero a<br />
buscar la intervención del estado en las relaciones entre capital y trabajo, el<br />
establecimiento de mecanismos de regulación de éstas, la formación de<br />
alianzas con partidos políticos y la apelación a la lucha parlamentaria para<br />
alcanzar reivindicaciones inmediatas. Esta orientación fue común a todas las<br />
corrientes político – ideológicas y favoreció el desarrollo de una conciencia y<br />
una práctica reformistas. Es entonces cuando podemos ubicar los inicios de<br />
un cambio en la percepción que los dirigentes obreros tenían del rol de la<br />
clase obrera organizada en la sociedad que nos permite introducir la segunda<br />
categoría clave de este trabajo: el “grupo de presión”. Entendemos la estrategia<br />
de “grupo de presión” como la consecuencia positiva de la tradición de<br />
prescindencia en la práctica política del movimiento obrero, que explica tanto<br />
sus potencialidades como sus límites. Sin poder liberarse del corsé de bronce<br />
de la prescindencia, la corriente socialista impulsó un debate sobre el lugar del<br />
movimiento obrero en la política nacional que sentó las bases de una práctica<br />
sindical de podríamos afirmar que perdura hasta nuestros días.<br />
FORJANDO 28
29<br />
FORJANDO<br />
Pero no nos adelantemos y retomemos nuestro relato. Hacia mediados de<br />
la década del ’30, la alianza socialista en ascenso presionaba por una mayor<br />
definición y acción de la central obrera en la política nacional, mientras la<br />
conducción sindicalista resistía reafirmando sistemáticamente sus principios<br />
de prescindencia y criticando la actitud condicionante de sus adversarios.<br />
La manifestación institucional más relevante de estas diferencias estuvo<br />
dada por la discusión de los proyectos de estatuto de la Confederación<br />
General del Trabajo (en adelante, CGT) en 1934. Mientras la mayoría sostenía<br />
la vigencia de la negativa a inmiscuirse en las discusiones partidarias y a<br />
permitir que éstas divergencias penetraran en la central, la minoría proponía<br />
la intervención en la política nacional colocando prácticamente al mismo<br />
nivel las demandas de los trabajadores y la defensa de las libertades<br />
individuales, al mismo tiempo que se abría la puerta a la acción conjunta<br />
con los partidos políticos para la propuesta de leyes sociales favorables.<br />
En 1935, la corriente socialista, bloqueados los canales institucionales<br />
para ascender a la conducción de un movimiento obrero cuya mayoría<br />
ostentaba ya incuestionablemente, procedió a dar un golpe interno que<br />
cerraría definitivamente el ciclo sindicalista. Hasta fines de la década, la<br />
CGT – Independencia representó a los ascendentes socialistas y la CGT–<br />
Catamarca designó a los restos de un sindicalismo en vías de extinción.<br />
Pero lo que deseamos destacar es que esta discusión impuesta por<br />
los socialistas, en principio planteada en términos excluyentes, terminó<br />
favoreciendo una inesperada síntesis alternativa que trasladó el antagonismo<br />
al mismo seno del socialismo. Y es que en la segunda mitad de la década del<br />
‘30, los socialistas utilizaron las mismas prácticas de sus antiguos adversarios<br />
para retener su hegemonía en el movimiento obrero, evitando que el<br />
crecimiento de los sindicatos de industria bajo conducción comunista se<br />
reflejara en un desplazamiento de los sindicatos tradicionales de transporte<br />
y servicios cuya preponderancia los socialistas habían heredado. Bajo una<br />
filiación socialista y un discurso politizado en función de la coyuntura de lucha<br />
fascismo / antifascismo, la facción socialista al frente de la CGT continuaba<br />
la apelación a principios de prescindencia y lucha económica a la hora de<br />
resolver pugnas internas. La presión de los dirigentes sindicales socialistas<br />
opositores se expresó en un permanente reclamo sobre la conducción de la<br />
central para que abandonara su tradicional prescindencia y acompañara la<br />
coordinación de actividades conjuntas con partidos políticos democráticos<br />
para enfrentar lo que comenzaba a ser definido como una amenaza<br />
fascista que se cernía sobre la frágil democracia argentina. Los comunistas<br />
coincidieron en esta demanda, estableciendo alianzas inestables con los<br />
socialistas en función de los giros estratégicos que la política internacional<br />
de la Unión Soviética.<br />
El debate entorno a la modalidad de intervención de la CGT en la política
nacional alcanzó un nuevo pico en 1942, cuando una nueva alianza entre<br />
socialistas y comunistas redobla la presión a favor de la adopción de una<br />
posición activa con respecto a la coyuntura internacional, subordinando<br />
a la Central a la línea marcada por los partidos obreros mencionados,<br />
partícipes de las sucesivas campañas favorables a la preservación de los<br />
valores y las instituciones de la democracia liberal de la mayor parte del<br />
arco político local. Nuevamente, la resistencia de la conducción precipita<br />
la ruptura en 1943. El debate por la prescindencia había invadido al mismo<br />
socialismo, reavivando la siempre postergada definición interna de esta<br />
corriente sobre la relación entre el partido y su brazo sindical. Si bien las dos<br />
nuevas escisiones resultantes de la CGT (Nº 1 y Nº 2) fueron encabezadas<br />
por conspicuos dirigentes socialistas, los fundamentos del accionar de cada<br />
una de ellas reproducían los términos de la discusión que tenía atrapada<br />
al movimiento obrero argentino desde mediados de los ’30. Poco tiempo<br />
pasaría para que la dirigencia sindical enfrentara una nueva prueba de fuego.<br />
El golpe de estado de 1943 impuso una dictadura militar que no demoró en<br />
dar pruebas de su concepción del rol social de los sindicatos; la represión a<br />
la CGT Nº 2 socialista - comunista corrió paralelamente a una reivindicación<br />
de la organización apolítica de los trabajadores y una práctica sindical<br />
avocada a las necesidades inmediatas. Sin embargo, esta revitalización de<br />
la prescindencia no escapó a las adaptaciones que afectan a toda tradición<br />
ante las transformaciones estructurales y los cambios de coyuntura. La<br />
CGT Nº 1, de plena afinidad con los principios enunciados por el gobierno<br />
militar, se lanzó a la convulsionada arena política entendiendo su principio<br />
de prescindencia no como limitación sino como posibilidad; una guía para<br />
intervenir como sujeto político sin subordinaciones. La prescindencia se<br />
coloca en la base de la constitución del movimiento obrero como “grupo<br />
de presión” autónomo. En el marco de la agudización del enfrentamiento<br />
entre la dictadura militar y el frente democrático de partidos tradicionales y<br />
de izquierda, la dirigencia sindical apuntó a la consolidación del movimiento<br />
obrero como un actor equiparable al gobierno y a los partidos tradicionales.<br />
En las críticas jornadas de octubre, la discusión en el seno de la CGT colocó<br />
una vez más sobre la superficie la cuestión de su modalidad de intervención<br />
en una situación de política nacional, con la particularidad de que el hecho<br />
acontecido (la detención de Juan Domingo Perón, referente del gobierno<br />
que había promovido una política de reformas sociales y acercamiento<br />
a los sindicatos), auguraba la reversión de una tendencia en la estrategia<br />
gubernamental que había reportado beneficios inéditos a las organizaciones<br />
obreras. La dirigencia volvió a debatirse entre el mantenimiento de una<br />
cautelosa neutralidad y el impulso de medidas de fuerza que significaban un<br />
alineamiento político hasta el momento sutilmente evitado. La decisión final<br />
de la central a favor de la declaración de una huelga general no escapó a los<br />
ajustados resultados anteriores pero trajo como novedad la preservación de<br />
FORJANDO 30
31<br />
FORJANDO<br />
la unidad. Contribuyó a esto tanto la conciencia de los dirigentes del estado<br />
de movilización de las bases y el costo que para su legitimidad podía tener<br />
una decisión contraria, como el hallazgo de una fórmula de compromiso<br />
que privilegió en la enunciación del gesto el programa reivindicativo básico<br />
de la CGT, sin referencias partidarias ni personalistas. Pero aunque en sus<br />
formas la dirigencia sindical no lograba romper con la lógica prescindente,<br />
su acción se dirigía inequívocamente al beneficio de una alternativa política<br />
embrionaria. Lo que siguió al 17 de octubre fue el primer intento histórico<br />
de la dirigencia sindical de superar la lógica de “grupo de presión” para<br />
constituirse como alternativa política autónoma sobre la base de su<br />
propio programa. Pero tuvo que lidiar con carencias de origen que como<br />
consecuencia de la construcción de la ideología peronista devinieron en una<br />
ley de hierro de la dinámica sindical argentina.<br />
La exitosa movilización popular impactó en la conciencia de la dirigencia<br />
sindical revelándole la capacidad latente de sus bases. El movimiento<br />
obrero había demostrado una acción espontaneísta que permitía abrigar<br />
expectativas sobre su potencialidad institucional en caso de encontrar<br />
los mecanismos para conducirla. El Partido Laborista fue el instrumento<br />
político con que la dirigencia sindical buscó articular los segmentos de la<br />
naciente alianza peronista para así hegemonizar el proceso de conformación<br />
de un nuevo bloque de dominación social. Pero la aparente politización<br />
de los sindicatos no contenía el signo de una dirección clasista, sino de<br />
una continuidad del patrón corporativo de acción. El programa político<br />
del laborismo buscó complementar el reformismo social arraigado en la<br />
conducción obrera, con las apelaciones partidarias tradicionales al respeto<br />
de las instituciones de la democracia liberal. La aceptación del juego de<br />
alianzas de Perón con los resabios del sistema de partidos y con las fuerzas<br />
armadas arrojaron las primeras señales de alarma para la estrategia del<br />
laborismo. El nuevo partido no era sino un sucedáneo de la CGT en el marco<br />
más restringido de una alianza política en formación, atrapada por la misma<br />
lógica de intervención social. La misma habilidad que había permitido a la<br />
CGT mantener su autonomía en medio de la efervescencia del ’45, coronando<br />
esta prudencia con la victoria, debía asegurarle ahora al laborismo el control<br />
de los componentes del frente político. El “grupo de presión” actúa desde<br />
su fundamento sin fusionarse con elementos que puedan contaminar<br />
esa base. Esta lógica, inseparable del principio de prescindencia política,<br />
impone una barrera infranqueable a las posibilidades de incorporación de<br />
elementos ideológicos que expandan las alternativas de articulación social<br />
y construcción política que son condición de la hegemonía. La dirigencia<br />
laborista, descansando sobre una base social que había demostrado<br />
apenas unos meses atrás su potencia mayoritaria, utilizó el partido político<br />
como el nuevo ropaje superficial de una minoría activa antes que como la<br />
herramienta de edificación hegemónica de una clase. El aislamiento de los
laboristas redundó en su fracaso y facilitó la integración subordinada del<br />
movimiento obrero al nuevo bloque de dominación peronista.<br />
Efectivamente, tras un primer momento de represión y disciplinamiento, la<br />
acción política de Perón bajo la dictadura militar de 1943 – 1945 fue capaz<br />
de enlazar con los sindicatos en aquellos principios y prácticas preexistentes<br />
afines con su modelo de reorganización de la sociedad. Un aspecto de<br />
esta coincidencia estaba presente en las tendencias a la búsqueda de la<br />
intervención del estado como mediador en las relaciones entre capital y<br />
trabajo tanto para la resolución de conflictos como para la regulación de<br />
condiciones y a elevar el rango de la reivindicaciones económicas inmediatas<br />
dentro del programa sindical; se trató de la consolidación de una estrategia<br />
que priorizaba la lucha económica y el afianzamiento organizativo. Pero<br />
existió otro aspecto, para nosotros central, y es el que unió este proceso<br />
de formación de una conciencia reformista con una tradición ideológica<br />
determinante en la práctica sindical como era la prescindencia. Compartido<br />
con Perón, su interpretación no estuvo exenta de diferencias una vez que<br />
éste alcanzó el poder. La visión del lugar de los sindicatos en la sociedad<br />
que fomentaba el líder desalentaba la intervención política del movimiento<br />
obrero como parte de un esquema de división de funciones en el que<br />
una rígida separación entre política y economía asignaba el primero a la<br />
conducción política y el segundo a las asociaciones profesionales. Subyacía<br />
a la doctrina que el movimiento obrero debía ocupar un lugar subordinado<br />
y funcional a la política de conciliación en aras de la comunidad nacional.<br />
La prescindencia no se lee en clave de legitimación del accionar autónomo<br />
de un “grupo de presión”, sino de justificación de una integración a los<br />
mecanismos reguladores del estado arbitral en la sociedad civil. De esta<br />
manera, el peronismo logra incorporar la prescindencia a su proceso de<br />
construcción ideológica como componente central de su concepción del<br />
movimiento obrero. Suprimido el laborismo durante 1946, la trayectoria<br />
del movimiento obrero bajo el primer peronismo siguió la marcha de esta<br />
querella de interpretaciones sobre el alcance de un principio ideológico de<br />
sorprendente vigencia.<br />
PROYECCIONES DEL ANÁLISIS<br />
Creemos que estudiar el accionar político del movimiento obrero argentino<br />
posteriormente al derrocamiento del gobierno peronista a través de las<br />
posibilidades y los límites contenidos en el arraigo del principio de prescindencia<br />
política desde su período formativo y en el surgimiento de la estrategia de<br />
“grupo de presión” autonómica en su período de transición, es una línea de<br />
interpretación que vale la pena explorar. Existen antecedentes estimulantes<br />
en la obra de Juan Carlos Torre, pero aun espera ver la luz una investigación<br />
que relacione sistemáticamente las intervenciones del movimiento obrero en<br />
FORJANDO 32
33<br />
FORJANDO<br />
PARA<br />
SEGUIR<br />
LEYENDO<br />
Doyon, L. (2006).<br />
Perón y los<br />
trabajadores.<br />
Los orígenes del<br />
sindicalismo peronista,<br />
1943 – 1955. Buenos<br />
Aires, Siglo XXI Editora<br />
Iberoamericana.<br />
James, D., Resistencia<br />
e Integración. El<br />
peronismo y la clase<br />
trabajadora argentina<br />
(1946 – 1976), Buenos<br />
Aires, Siglo XXI, 2006.<br />
Torre, J. C.,<br />
“Interpretando (una<br />
vez más) los orígenes<br />
del peronismo” en<br />
Desarrollo Económico,<br />
Vol. 28, N° 112, 1989.<br />
el convulso período 1955 – 1976, siempre inserto en un análisis de largo plazo<br />
que valore la incidencia de la prescindencia política en los debates internos,<br />
las estrategias y las prácticas del movimiento obrero. A manera de esbozo de<br />
un modelo de interpretación para el período aludido, quisiéramos cerrar este<br />
trabajo con algunas consideraciones teóricas y conceptuales.<br />
La concepción tradicional de prescindencia política asocia la mayor<br />
influencia de esta postura con una tendencia a la burocratización de las<br />
organizaciones sindicales. Su principio rector sería la aceptación de la<br />
escisión entre lucha política y lucha económica, reduciendo su accionar a<br />
esta última y realizando una identificación plena de táctica con estrategia;<br />
esto quiere decir que las prácticas de lucha particulares de la esfera sindical<br />
dejan de ser un instrumento constitutivo de la política para convertirse en<br />
un fin en sí mismo. El sindicato ocuparía una posición autónoma dentro<br />
de un modelo dual, con una tendencia a la corporativización que entra en<br />
equivalencia con la asociación empresarial. En el juego de espejos de los<br />
“factores de poder”, el movimiento obrero organizado deviene un alter<br />
ego incómodo de las corporaciones burguesas. ¿Se puede considerar la<br />
prescindencia política en otros términos? Es posible si la comprendemos<br />
como la estrategia que la clase obrera se da en un momento en el que sus<br />
formas organizativas se encuentran en avanzado estado de integración al<br />
régimen social, sin por eso convertirse en un complemento subordinado del<br />
bloque de dominación. La base social del sindicato y sus reivindicaciones<br />
inherentes no les permiten a sus dirigentes transformarse en el reflejo de la<br />
corporación empresarial, pero las condiciones de apertura favorecidas por<br />
la forma estatal sugieren un replanteo del horizonte de la lucha de clases.<br />
El reformismo obrero puede ser una estrategia de apoyo interesado de la<br />
clase obrera al desarrollo capitalista, que busca consolidar y expandir el<br />
fundamento objetivo de su acción política; en otras palabras, desarrollo<br />
económico sin estabilización política. El sindicato y la lucha económica no<br />
pueden por sí solos romper con el sistema. Sin desarrollar un instrumento<br />
político propio, su impulso autonómico solo puede desembocar en la<br />
acción reformista y la integración a la sociedad capitalista planificada. La<br />
consolidación de los mecanismos de reproducción de las organizaciones<br />
y la defensa de las conquistas llevan a la dirigencia sindical a optar por<br />
constituir un poder dual antes que por avanzar en una dualidad de poderes.<br />
¿De qué estamos hablando cuando hacemos esta última afirmación? A las<br />
alternativas abiertas a la clase obrera para constituirse como poder en una<br />
situación de debilidad estructural del estado y la burguesía. Esta debilidad<br />
se traduce en un desborde sistemático de la sociedad política por una<br />
sociedad civil efervescente, convirtiéndose el aparato de dominación en una<br />
arena de disputa en la que distintas clases, fracciones de clase y alianzas de<br />
clase confrontan directamente, inhibiéndose la consolidación de un bloque
de dominación. En la medida en que esta dinámica política y social se ve<br />
acompañada por una acumulación sostenida de experiencia por parte de<br />
la clase obrera, representada tanto por la formación de su conciencia como<br />
por el fortalecimiento de sus formas organizativas, se abre una oportunidad<br />
de constitución de un poder obrero autónomo. Pero esta posibilidad no está<br />
relacionada necesariamente con la construcción de una alternativa política<br />
de ruptura con el sistema. El poder dual es una alternativa contenida de<br />
desenvolvimiento del antagonismo, donde el poder obrero se eleva al nivel<br />
de una estructura para-estatal, competitiva con otras formaciones, entre<br />
las que se destacan las corporaciones empresariales y las fuerzas armadas.<br />
No estamos ante la conformación de un contrapoder, sino de una división<br />
del poder existente, posible por la incapacidad de articulación de las<br />
clases dominantes. El horizonte de las organizaciones obreras no supera<br />
la coparticipación del poder y un reformismo político basado en la lucha<br />
económica. El poder obrero renuncia a ser el germen de una alternativa<br />
política de clase, manteniéndose como un grupo de presión, pudiendo<br />
ser el co-gobierno la expresión de una relación de fuerzas favorable a los<br />
trabajadores y la subordinación corporativa la expresión de un equilibrio<br />
negativo. De todos modos, tanto cuando hablamos de poder dual como<br />
de dualidad de poderes no puede eludirse el carácter siempre transitorio<br />
de ambas situaciones. La permanencia del equilibrio entre las clases<br />
antagónicas solo puede ser síntoma de “empate catastrófico”, de germen<br />
de la crisis orgánica de la sociedad. La resolución de la contradicción latente<br />
en términos de ruptura o continuidad está ligada a las condiciones del<br />
equilibrio, que son siempre las del enfrentamiento.<br />
FORJANDO 34
35<br />
FORJANDO<br />
Bibliografía<br />
Del Campo, H., Sindicalismo y Peronismo. Los comienzos de un vínculo<br />
perdurable, Buenos Aires, Siglo XXI, 2005.<br />
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Presente, 1969.<br />
Horowitz, J., Los sindicatos, el estado y el surgimiento de Perón, 1930 – 1946,<br />
Buenos Aires, EDUNTREF, 2004.<br />
Iñigo Carrera, N., La estrategia de la clase obrera. 1936, Buenos Aires,<br />
Ediciones Madres de Plaza de Mayo, 2004.<br />
Matsushita, H., Movimiento obrero argentino. 1930 – 1945, Buenos Aires,<br />
Hyspamérica, 1986.<br />
Murmis, M. y Portantiero, J., Estudios sobre los orígenes del peronismo,<br />
Buenos Aires, Siglo XXI, 2004.<br />
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Buenos Aires, Sudamericana, 1990.<br />
Tronti, M., Obreros y capital, Madrid, Akal, 2000.<br />
Zabaleta Mercado, R, El poder dual en América Latina, México, Siglo XXI,<br />
1974.
CIPRIANO REYES<br />
SINDICALISMO Y PERONISMO,<br />
UN VíNCULO CONFLICTIVO.<br />
por Sergio Fontana<br />
Profesor de Historia por la Universidad de Buenos Aires (UBA)<br />
Docente de la UBA y de la Universidad Nacional de Avellaneda.<br />
Docente en escuelas medias públicas.<br />
Miembro del Centro de Estudios Históricos, Políticos y Sociales “Felipe Varela.”<br />
FORJANDO 36
37<br />
FORJANDO<br />
Cipriano Reyes fue actor central del naciente movimiento peronista, formó<br />
parte de los primeros gremios que apoyaron la acción que desarrollaba<br />
Juan Perón desde la Secretaría de Trabajo y Previsión (STyP) uno de los<br />
promotores de la movilización popular del 17 de octubre de 1945. Más tarde<br />
y a modo de autobiografía Reyes escribió un libro, que él mismo tituló<br />
“Yo hice el 17 de octubre”, donde se relatan los hechos ocurridos aquel<br />
emblemático día para el peronismo.<br />
Reyes, de familia circense, formado sindicalmente por un vecino anarquista,<br />
fue obrero del vidrio, de la carne y portuario, de simpatías ácratas primero<br />
y luego destacado dirigente del “sindicalismo revolucionario”. Trotamundos,<br />
poeta, diputado nacional en 1946, anticapitalista y profundamente<br />
antioligárquico, peronista primero y más tarde opositor al gobierno de
Perón; por ello, puede ser considerado un actor privilegiado de los primeros<br />
momentos de dicho movimiento. Es esta encrucijada la que nos proponemos<br />
analizar. Así, entendemos que cobran significado las biografías de los<br />
personajes históricos, en la coyuntura que les tocó vivir y protagonizar, más<br />
aún cuando dicha coyuntura implica un cambio revolucionario. De la misma<br />
manera lo comprendió Cipriano Reyes en su “Yo hice el 17 de octubre”:<br />
“tengo necesidad de seguir historiando este proceso<br />
político, económico y social que nos llevó al 17 de<br />
octubre, impulsados por una Nueva Conciencia Popular<br />
en Marcha; por todo ese hambre y sed de justicia que<br />
sentían los subestimados y sumergidos del país: por los<br />
que deseábamos producir el cambio en profundidad, de<br />
las estructuras económico sociales, con una revolución<br />
nacional y popular que nos colocara en el camino de un<br />
mundo mejor” 1<br />
Luego de aquel 17 de octubre, los sindicatos van a conformar junto a<br />
Cipriano Reyes y otros dirigentes sindicales como el telefónico Luis<br />
Gay, el Partido Laborista (PL). Éste, junto a un sector de la UCR (Junta<br />
Renovadora) y el Partido Independiente, van a impulsar y llevar al triunfo<br />
la candidatura presidencial de Juan Domingo Perón en las elecciones de<br />
1946. Las desavenencias internas comenzaron en 1947, producto de la<br />
intención de Perón de intentar homogeneizar la construcción política y la<br />
consecuente disolución del PL y la fundación en su lugar del Partido Único<br />
de la Revolución Nacional (PURN), rápidamente renombrado como Partido<br />
Peronista. A esta situación, Cipriano Reyes se va a oponer férreamente.<br />
Guiado por el mismo objetivo, Perón decide remover de la conducción de<br />
la Confederación General del Trabajo (CGT) a Luis Gay quien había ganado<br />
en las elecciones frente a la lista promovida por Perón. Aún hoy se discute<br />
sobre las razones que motivaron la remoción del cargo al Secretario General<br />
de la CGT, sin embargo hay algunos autores que sostienen que fue una<br />
reunión que Gay mantuvo con sindicalistas norteamericanos de la AFL- CIO,<br />
central obrera fuertemente penetrada por la central de inteligencia EEUU<br />
(CIA), lo que determinó la decisión de Perón.<br />
En este contexto, se inicia el derrotero de Cipriano Reyes hacia la oposición<br />
política, camino que lo llevará a la cárcel en 1948 de la que saldrá recién en<br />
1955, luego del golpe de estado que obliga a Perón a renunciar a su segundo<br />
mandato constitucional. Es importante destacar que, en 1957 reorganiza al<br />
PL y mantiene una posición contraria a la dictadura de Rojas y Aramburu,<br />
en la que alzará nuevamente las banderas planteadas en la constitución<br />
peronista de 1949. Si bien siguió al frente del PL hasta el día de su muerte<br />
el 1 de agosto del 2001, nunca más pudo volver a ganar ninguna elección.<br />
FORJANDO 38<br />
1. Reyes, Cipriano; Yo hice el<br />
17 de octubre, Bs As, Centro<br />
Editor de América Latina<br />
(CEAL), 1984, pág. 93
39<br />
FORJANDO<br />
CIPRIANO REYES, DEL ANARQUISMO AL SINDICALISMO<br />
REVOLUCIONARIO<br />
Cipriano Reyes, que había nacido en 1906, tuvo su primer trabajo como<br />
contorsionista en el circo de su familia pero, en 1918 el padre del fututo líder<br />
sindical se ve obligado a cerrar su pequeño circo y trasladarse con la familia<br />
a Mercedes, provincia de Buenos Aires. Allí, el padre de Cipriano Reyes<br />
comienza a trabajar de comisionista y viaja frecuentemente a la Capital<br />
Federal hasta que decide probar suerte en la gran urbe y se instalan en una<br />
casa de la calle Loria 2267. Al mes, Cipriano, junto a dos de sus hermanos,<br />
comienza a trabajar en la fábrica de vidrio “La Asunción”.<br />
Instalado en Buenos Aires, comienza con su militancia sindical de la mano<br />
de Juan, un obrero anarquista que lo invita a las reuniones sindicales. Previa<br />
autorización paterna, Cipriano Reyes empieza a concurrir al sindicato con su<br />
amigo ácrata, ambos desarrollan y entablan una relación muy fraterna y de<br />
formación ideológica, política y sindical. En este contexto, Reyes será testigo<br />
de los hechos ocurridos en 1919, ya que su amigo Juan, sufriría la represión<br />
en aquella “Semana Trágica”, desatada ante la huelga de los trabajadores<br />
de los talleres metalúrgicos Vasena. Como reflejo de la relación que habían<br />
construido, Juan se refugió en la casa de los Reyes ante la persecución que<br />
por aquellos días se sucedía.<br />
Para 1919 hacía ya tres años que gobernaba Hipólito Yrigoyen que, si bien<br />
su gobierno mantendría el modelo agroexportador, intentaría implementar<br />
una política de “nacionalismo agrario” que se expresaría en la creación de<br />
Y.P.F., la posición neutralista durante la primera guerra mundial y el apoyo<br />
al pueblo dominicano y nicaragüense frente a las agresiones imperialistas<br />
norteamericanas. Al mismo tiempo, desarrolló una política laboral favorable<br />
a los trabajadores a través del auspicio de los primeros convenios colectivos<br />
de trabajo y el otorgamiento de las primeras jubilaciones a algunos gremios.<br />
Sin embargo, esta política desata el accionar de la oposición oligárquica pro<br />
inglesa que impulsa, a través de la Liga Patriótica y el poder terrateniente,<br />
los sucesos de la “Semana Trágica”, “La Patagonia Rebelde” y la represión<br />
en los quebrachales chaqueños. La inacción del gobierno en el primer caso,<br />
indulgencia en el segundo y la complicidad con la empresa “La Forestal”<br />
en el tercero, marcará a Cipriano Reyes y lo llevarán a elaborar una mirada<br />
sumamente crítica sobre el gobierno radical.<br />
Cuando su padre, de espíritu trabajador y andariego, decide mudar a la<br />
familia a Zárate, Cipriano se despide de Juan, de quien no tendrá más<br />
noticias, aunque sí un emotivo recuerdo.<br />
Es 1921 y hace un año gobierna Marcelo Torcuato de Alvear, un radical
“galerita”. El radicalismo alvearista representa al interior del radicalismo<br />
la corriente pro oligárquica, por eso los radicales de “boina blanca”– los<br />
seguidores de Yrigoyen- lo denominaron como “galerita”.<br />
Instalados en el interior de la Provincia de de Buenos Aires, la industria<br />
frigorífica de Zárate, dominada por capitales ingleses, será el lugar de<br />
laboreo del padre y el hijo. Cipriano se desempeñará como tripero en el<br />
frigorífico Anglo South American Argentina (Anglo). En sus memorias<br />
describe el lugar como una prisión de trabajadores, sucio y con policía<br />
uniformada que tomaba el tiempo a los trabajadores cuando iban al baño.<br />
Muchos de aquellos obreros de ese “gran monopolio industrial extranjero”,<br />
como llama Cipriano a los frigoríficos de Zarate, Campana y las Palmas,<br />
vivían en villas miserias que las empresas daban a sus trabajadores como<br />
“comodidad”:<br />
“Todo eso me pareció infame y vejatorio para la dignidad<br />
humana. Sentí una profunda repulsión. Al ver que mis<br />
compañeros aceptaban con resignaciónel maltrato pensé<br />
que yo también debería acostumbrarme, tomándolo<br />
como una cosa natural de ese sistema de explotación<br />
colonialista. No llegué a acostumbrarme aunque sí a<br />
soportarlo”. 2<br />
Ante esta situación, deciden, con algunos de sus compañeros, organizar<br />
el sindicato, pero lo deben hacer de forma semiclandestina ya que los<br />
dueños del frigorífico contaban con informantes secretos que denunciaban<br />
y conseguían que el gobierno de Alvear reprimiera cualquier atisbo de<br />
organización obrera. En esta época, Cipriano adscribe a la tendencia del<br />
sindicalismo revolucionario.<br />
Como consecuencia de esta incipiente experiencia sindical es expulsado del<br />
frigorífico y se ve obligado a trabajar como pescador “ya que le colocaron<br />
una cruz roja en su ficha de trabajo”, que no le permitió conseguir trabajo<br />
en ninguno de los frigoríficos de la zona. Ante esta situación, pero también<br />
como producto de una discusión con su padre, Cipriano decide marchar<br />
de trotamundos para compartir el mundo con los “crotos”, como a él<br />
mismo gustaba llamarles en su autobiografía. Así, se despide de los suyos<br />
y parte a recorrer la zona maicera de la Provincia de Buenos Aires, donde<br />
convive y aprende de los célebres crotos, trabajadores condenados a la<br />
semidesocupación que vivían por los caminos y los rieles, a la espera de<br />
emplearse en alguna cosecha. Comparte con ellos el trabajo, la vida errante,<br />
y solo es contratado temporalmente por chacareros “gringos”, los que<br />
también son explotados por la oligarquía terrateniente y latifundista. Esta<br />
experiencia errante dura dos años, luego se traslada a Necochea donde en<br />
FORJANDO 40<br />
2. Cipriano Reyes, Yo hice el<br />
17 de octubre, Bs As, Centro<br />
Editor de América Latina<br />
(CEAL), 1984, pág. 47
41<br />
FORJANDO<br />
1930 se casa con su primera novia quien lo acompañará el resto de su vida.<br />
En esa situación lo encuentra el golpe de estado que en septiembre de 1930<br />
derroca a Yrigoyen. Es la época de la restauración oligárquica, del pacto<br />
Roca-Runciman -al que Jauretche y los hombres de F.O.R.J.A. rebautizaron<br />
como “estatuto legal del coloniaje”-, de la “policía brava” y la Sección Especial<br />
de la Policía, desde donde el hijo de Leopoldo Lugones implementará su<br />
terrorífica invención: la picana eléctrica. Es también, la época de expansión<br />
de las “villas miserias” provocadas por la crisis del modelo agroexportador<br />
que ya no puede ocupar a la mínima población que empleaba durante<br />
el auge del país primario exportador. Ese país, denominado por sus<br />
beneficiarios como “granero del mundo”, producía subempleo, deuda<br />
externa y un modelo atado a los vaivenes de las economías imperialistas.<br />
Instalado en Necochea se desempeña como secretario general del Sindicato<br />
de Trabajadores Portuarios. Desde allí organizó una huelga “en defensa<br />
del salario y del trabajo”, que tras diecisiete días de conflicto y en donde<br />
Cipriano Reyes junto a otros dirigentes son detenidos por la Prefectura, la<br />
patronal acepta el pliego reivindicatorio. Así, se consigue el reconocimiento<br />
del sindicato y el pago de horas extras, entre otras demandas.<br />
Junto a la actividad sindical, escribió en los diarios locales El Necochea, Ecos<br />
Diarios y El Popular, del cual llegó a ser subdirector. Más tarde, renunció a<br />
sus tareas en el puerto y en el sindicato para fundar el Almagro Foot-ball<br />
Club. Desde allí impulsó el teatro vocacional y, mientras, participó también<br />
del Ateneo Necochense, desde donde difundió las letras, las ciencias y las<br />
artes. Por esa época obtuvo un premio por sus poemas. Pensó en seguir<br />
el camino de la poesía, pero hacia 1940, luego de la muerte de su pequeña<br />
hija, decide buscar nuevos rumbos y se va a vivir a la casa de uno de sus<br />
hermanos en Buenos Aires.<br />
Finalmente se radicará en Berisso, desde donde presenciará el golpe de<br />
estado de 1943 llevado a cabo por el G.O.U. del cual participaba el entonces<br />
coronel Juan Domingo Perón. El movimiento obrero de la tendencia<br />
sindicalista revolucionaria, como así también la Fuerza de Orientación<br />
Radical de la Joven Argentina (F.O.R.J.A.), apoyaron al gobierno surgido<br />
del golpe del 43 básicamente por dos motivos. Si bien reconocían que<br />
se trataba de un nuevo un golpe de estado, éste venía a terminar con el<br />
gobierno ilegitimo e ilegal de la década infame. Pero además, al interior<br />
del gobierno del G.O.U., existían diversas tendencias, algunas liberales, otras<br />
de simpatías fascistas y la de Perón y Mercante que plantean una tercera<br />
línea nacionalista y popular, fuertemente influenciada por la gente de<br />
F.O.R.J.A. Así, es este sector del gobierno el que despertara las simpatías<br />
del movimiento obrero.
En Berisso trabajará en el frigorífico Armour y se desempeñará en el<br />
sindicato como opositor a la conducción, por entonces dirigida por el<br />
comunista José Peter. El pensamiento anticolonial de Cipriano Reyes<br />
lo lleva a enfrentar la alianza que el Partido Comunista mantenía con el<br />
imperialismo. Alianza que, termino sellándose en la Unión Democrática y<br />
que a nivel gremial se expresaba en la negativa de levantarse contra los<br />
patrones ingleses y norteamericanos por ser aliados de la URSS en el marco<br />
de la segunda guerra mundial.<br />
EL SINDICALISMO PERONISTA<br />
Para entender la actitud del movimiento obrero que apoyó al peronismo es<br />
central dilucidar las características de la tendencia sindicalista revolucionaria<br />
al cual adscribió Cipriano Reyes. Para ello, es necesario indaga sobre un<br />
trabajo histórico de Hugo del Campo titulado “Sindicalismo y Peronismo.<br />
Los comienzos de un vinculo perdurable”.<br />
Allí, del Campo estudia las diversas tradiciones del movimiento obrero argentino<br />
y encuentra que a principios del siglo XX va tomando fuerza la corriente<br />
denominada “sindicalista revolucionaria” o simplemente “sindicalista”. Esta<br />
corriente, según del Campo, venían actuando en política desde 1910 y desde<br />
aproximadamente 1920 se habían convertido en la tendencia mayoritaria del<br />
sindicalismo argentino, desplazando a socialistas y anarquistas.<br />
El “sindicalismo revolucionario” plantea el socialismo como meta, la<br />
acción directa como metodología (esto significa que se descarta la acción<br />
parlamentaria o “política” y de ese modo, se apuesta a la huelga general<br />
revolucionaria como método) y el sindicato como modelo y base de la<br />
sociedad futura. Si el primer objetivo –el socialismo- lo comparten las tres<br />
tendencias, solo el segundo y tercero es proclamado por los anarquistas y<br />
los sindicalistas revolucionarios.<br />
Entonces, es importante preguntarse, qué es lo que diferencia al sindicalismo<br />
revolucionario del anarquismo. El sindicalismo revolucionario acepta ir<br />
consiguiendo mejoras parciales (jubilaciones, vacaciones, etc.) del Estado<br />
controlado por los capitalistas, sin por ello dejar de tener como estrategia el<br />
reemplazo de ese Estado por uno controlado por los obreros mientras que<br />
para los libertarios esta posibilidad no existe. Es esta discrepancia la que<br />
permitirá a los sindicalistas revolucionarios negociar una serie de mejoras<br />
sociales primero con el yrigoyenismo y luego con el peronismo. Hacia 1930<br />
dicha corriente supo ser mayoritaria dentro del conjunto del movimiento<br />
obrero, a tal punto que influyó a muchos dirigentes socialistas y anarquistas<br />
que se vieron motivados a reformular algunas ideas con respecto al Estado<br />
y la relación que éste mantenía con el movimiento obrero.<br />
FORJANDO 42<br />
PARA<br />
SEGUIR<br />
LEYENDO<br />
Doyon Louis, Perón<br />
y los trabajadores.<br />
Los orígenes del<br />
sindicalismo peronista<br />
1943-1955. Bs .As. ,<br />
Siglo xxi, 2006<br />
Cullen Rafael, Clase<br />
obrera, Lucha armada,<br />
Peronismos. vol. 1:<br />
Génesis desarrollo y<br />
crisis del peronismo<br />
original. Bs. As., De la<br />
Campana, 2008<br />
Abos Álvaro, La<br />
columna Vertebral.<br />
Sindicatos y<br />
Peronismo , Bs. As.,<br />
Hyspamerica, 1986
43<br />
FORJANDO<br />
3. Luego de 1946 se le da el<br />
rango de Ministerio.<br />
Hugo del Campo concluye que fueron estos “sindicalistas revolucionarios”,<br />
los que apoyaron a Perón. Esta concepción ideológica “sindicalista”<br />
que marca una tensión entre la autonomía política y al mismo tiempo<br />
un acercamiento con el estado capitalista, se va a mantener, al menos,<br />
durante todo el primer peronismo. Esta situación se encuentra ilustrada<br />
en los Estatutos de la CGT de 1950 donde los trabajadores, al tiempo que<br />
reivindican la política nacionalista del peronismo, siguen planteando como<br />
objetivo la “socialización de los medios de producción”. Y de este modo,<br />
entendemos que esta tensión es uno de los elementos para comprender,<br />
desde el frente sindical, la ruptura entre Reyes y Perón.<br />
CIPRIANO REYES. DEL PERONISMO A LA OPOSICIóN<br />
En Berisso experimentó en carne propia la explotación que los empresarios<br />
de la carne realizan sobre sus trabajadores. Las condiciones laborales eran<br />
humillantes, por ejemplo los caldereros debían trabajar ocho o nueve horas<br />
sufriendo las consecuencias de las bajas temperaturas, sin ropa adecuada<br />
y con solo 15 minutos para comer en un rincón y sucios ya que, si se<br />
higienizaban, no tenían tiempo para comer.<br />
A esta situación de descarnada explotación, había que sumarle la negativa<br />
de la patronal a permitir la organización gremial, a pesar de los decretos<br />
favorables del gobierno instalado en 1943. Los que como Cipriano Reyes<br />
organizan sindicalmente a sus compañeros eran perseguidos y echados de<br />
su trabajo.<br />
Ante este panorama Cipriano Reyes y los suyos no dudaron en apoyar la<br />
obra desarrollada por Perón desde la Secretaría de Trabajo y Previsión que<br />
al momento de asumir su conducción se trataba del marginal Departamento<br />
Nacional del Trabajo pero que, al hacerse cargo Perón lo transformó en<br />
Secretaría. 3 Desde la Secretaría desarrolló una tarea que incluyó la extensión<br />
del régimen de jubilaciones, existente desde el gobierno de Yrigoyen pero<br />
sólo para unos pocos gremios, convocó a acuerdos paritarios, decretó el<br />
aguinaldo, el congelamiento de arrendamientos y alquileres, estableció<br />
precios máximos, creó el Estatuto del Peón, otorgó aumentos salariales<br />
y tuvo predisposición a darle la razón a los obreros en los conflictos con<br />
las empresas, actitud que solo había desarrollado Yrigoyen, quien por esa<br />
política fue acusado, como Perón, de demagogo y sátiro.<br />
Los obreros de Berisso dirigidos por Reyes apoyaron activamente la obra<br />
del peronismo. De este modo, cuando Perón fue destituido de su cargo y<br />
encarcelado fueron de los primeros en organizar el 17 de octubre ante la<br />
actitud vacilante de otros sindicatos, también peronistas, pero que preferían<br />
confiar en las negociaciones con la Marina y con el sector liberal del Ejército.
Sin embargo Perón, una vez en el poder, decidió cuestionar a estos hombres<br />
y apoyarse en algunos de los que habían vacilado en realizar la movilización<br />
del 17 de octubre. Pero ¿Por qué? Para dar respuesta a este interrogante es<br />
necesario primero caracterizar al peronismo.<br />
QUé ES EL PERONISMO<br />
Junto a Arturo Jauretche, Fermín Chávez, Rodolfo Puiggrós y Norberto<br />
Galasso, entre otros autores inscriptos en el revisionismo histórico, se<br />
puede caracterizar al peronismo como un movimiento nacional en un país<br />
semicolonial. En función de realizar el proceso de liberación, es que se<br />
articulará un “frente policlasista” entre empresarios mercado internistas y<br />
obreros. Es así que, el rol natural del conductor será mantener con firmeza<br />
esa alianza entre sectores y clases que, si bien presentan algunos intereses en<br />
común, no dejan de tener contradicciones más o menos profundas entre ellos<br />
Respecto al proceso de Liberación Nacional que encarna el peronismo<br />
se puede analizar concretamente a partir de lo siguiente: antes de 1945,<br />
Inglaterra dominaba los ferrocarriles, los fletes, los seguros, la telefonía, el<br />
crédito bancario y el comercio exterior de la Argentina. Lograba así, tal como<br />
lo planteo Raúl Scalabrini Ortiz, convertir a nuestro país en una semicolonia.<br />
A partir de 1945, el peronismo nacionaliza los ferrocarriles, los depósitos<br />
bancarios, el comercio exterior a través del IAPI; crea una flota mercante,<br />
expropia la compañía inglesa y crea ENTEL, crea también Aerolíneas<br />
Argentinas, el Estado se apropia de los seguros y toma el control del Banco<br />
Central estableciendo una política de cambios selectivos y fijando las tasas<br />
de interés4 . Se inicia así, lo que muchos llamaron la segunda independencia.<br />
Dicha realidad semicolonial es fundamental para entender la Argentina pre<br />
1945 y post 1955 ya que nos habla de una “cuestión nacional”. Esta realidad<br />
colonial, y la cuestión nacional que implica, nos ubica en el denominado<br />
tercer mundo. Así lo entendió Perón al lanzar al mundo la tercera posición,<br />
antecesora de la conferencia de Bandung, y al bregar por la constitución del<br />
ABC (Argentina-Brasil-Chile).<br />
Ese tercer mundo, compuesto por las colonias y semicolonias, dirigidas por<br />
los países centrales, quienes les imponen un modelo agroexportador que<br />
imposibilita un desarrollo industrial volcado al mercado interno y de este<br />
modo se afecta a los trabajadores, tanto del campo como de la ciudad,<br />
ya que dicho modelo “mercado externista” que se sustenta en los bajos<br />
costos, sostenidos por una mano de obra barata6 . Pero, también afecta a<br />
la pequeña y mediana empresa local que no se puede desarrollar ya que<br />
el mercado interno es muy pequeño y además está monopolizado, ya<br />
sea políticamente en las colonias o económicamente en las semicolonias,<br />
por el capitalismo extranjero. De ahí la diferencia fundamental entre el<br />
FORJANDO 44
45<br />
FORJANDO<br />
nacionalismo de las colonias con el nacionalismo de los imperios. Entonces,<br />
el peronismo es un movimiento nacional, que realiza una tarea de liberación<br />
respecto a los imperialismos y así lo entendió Cipriano Reyes, junto a los<br />
sindicatos enrolados en el “sindicalismo revolucionario”<br />
PERONISMO Y SINDICALISMO, UNA CONCLUSIóN PROVISORIA<br />
A partir de la caracterización del peronismo intentaremos responder la<br />
pregunta pendiente. Para ello, tenemos que tener cuenta que el peronismo<br />
es un movimiento de liberación nacional en un país semicolonial. Desde<br />
allí, una de sus principales banderas en la independencia económica. Esta<br />
idea, ya desarrollada más arriba, se relaciona con las otras dos banderas<br />
fundamentales del peronismo: la soberanía política y justicia social.<br />
La soberanía política implica, reasumir el control de la política y la economía<br />
del país, antes en manos del imperialismo. Así, el peronismo va a rechazar la<br />
injerencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) al tiempo que va a establecer<br />
relaciones diplomáticas con la Unión Soviética, suspendidas desde 1916.<br />
Respecto a la justicia social implica una redistribución del ingreso más<br />
favorable para los obreros y también el empoderamiento político del<br />
movimiento obrero. En esta línea, durante el peronismo, los obreros tuvieron<br />
representantes en el parlamento y Cipriano Reyes fue uno de ellos; ministros<br />
obreros en el poder ejecutivo y agregados culturales obreros en el servicio<br />
diplomático. A nivel social se crean las universidades obreras y se potencia<br />
la educación primara, media y superior de manera exponencial.<br />
Sin embargo el peronismo es, como también mencionamos más arriba, un<br />
movimiento policlasista en donde conviven sectores que tiene intereses<br />
no solo disímiles sino contradictorios. El rol de Perón, en tanto conductor<br />
del movimiento, es representarlos a todos: obreros y empresarios, sectores<br />
de las Fuerzas Armadas y la Iglesia. Por lo tanto, el peronismo no era un<br />
movimiento exclusivamente obrero, aunque es cierto que era el sector<br />
cuantitativamente y cualitativamente más importante.<br />
Entonces, una explicación posible del distanciamiento de Perón fue que<br />
éste, tal vez, necesitó contar con dirigentes sindicales que le respondieran<br />
de forma más incondicional, a fin de poder conducir el frente policlasista sin<br />
tantos inconvenientes. Para Reyes, las trabas más importantes estaban dadas,<br />
nada menos, en el enfrentamiento contra el imperialismo y la oligarquía.<br />
Por el lado sindical las presiones que ejercían para codirigir al peronismo se<br />
entendían por su rol protagónico durante el 17 de octubre como así también<br />
por la autonomía que pretendían frente al Estado.
Reyes, Cipriano; Yo hice el 17 de octubre, Buenos Aires, Centro Editor de<br />
América Latina (CEAL), 1984<br />
Galasso, Norberto; El golpe militar de 1930, Cuadernos para la Otra Historia,<br />
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Doyon, Louis; Perón y los trabajadores. Los orígenes del sindicalismo peronista<br />
1943-1955. Buenos Aires , Siglo XXI, 2006<br />
Cullen, Rafael; Clase obrera, Lucha armada, Peronismos. vol. 1: Génesis desarrollo<br />
y crisis del peronismo original. Buenos Aires, De la Campana, 2008<br />
Abos, Álvaro; La columna Vertebral. Sindicatos y Peronismo , Buenos Aires,<br />
Hyspamérica, 1986<br />
FORJANDO 46<br />
Bibliografía
47<br />
FORJANDO
DEL MOVIMIENTO OBRERO<br />
A LA GESTIóN ESTATAL:<br />
JOSÉ MARíA FREIRE EN EL ÁREA DE<br />
TRABAJO DEL PRIMER PERONISMO.<br />
por María Paula Luciani<br />
Es egresada de la carrera de Historia de la FFyL (UBA) y becaria doctoral del CONICET.<br />
Integra el Núcleo de Historia Social y Cultural del mundo del trabajo del IDAES/UNSAM,<br />
institución en que realiza sus estudios de postgrado. Investiga temas relacionados con<br />
la conformación de las agencias estatales del trabajo durante el primer peronismo.<br />
FORJANDO 48
49<br />
FORJANDO<br />
INTRODUCCIóN<br />
Si hay un tema sobre el que se han escrito ríos de tinta es sobre los orígenes<br />
y naturaleza del peronismo. Surgido en la Argentina de los años ‘40 y<br />
reconocido como el fenómeno político más importante de nuestro siglo XX,<br />
sigue concitando la atención de periodistas, políticos y distintos estudiosos<br />
de lo social. La historiografía sobre el tema estuvo marcada por grandes<br />
interrogantes que orientaron la reflexión e investigación: ¿Cuáles fueron<br />
sus bases sociales? ¿En qué aspectos puede hablarse de continuidades<br />
respecto del período anterior y en cuáles es más atinado resaltar las<br />
rupturas? ¿Cuál fue su impacto en la cultura política del país? El ingente<br />
conocimiento sobre distintas dimensiones del peronismo se ha forjado al<br />
calor de debates políticos y sociales coyunturales de mayor envergadura. Y<br />
pese a que hoy contamos con una vasta producción que ha contribuido a<br />
comprender mejor el movimiento político más importante de la Argentina<br />
contemporánea, el objeto sigue sin agotarse.
Varias generaciones han debatido sobre los orígenes del peronismo en el<br />
afán de identificar y caracterizar a sus bases populares de apoyo. Hace ya<br />
varios años que se demostró la participación del sindicalismo organizado<br />
en la construcción del liderazgo de Juan Domingo Perón. Desde entonces,<br />
el peronismo pasó a analizarse en relación con un protagonismo activo<br />
del movimiento obrero organizado y a entenderse en función de las<br />
transformaciones sociales que habían acompañado el desarrollo industrial<br />
de las décadas anteriores, del crecimiento del sector asalariado y de su<br />
puja por colocar a los problemas del trabajo dentro de la agenda estatal. El<br />
problema de la falta de legitimidad política que pesaba sobre los gobiernos<br />
de la llamada “Década Infame” -ligada al retorno del fraude electoraltambién<br />
jugó su parte en el escenario en que emergería Perón. De este<br />
modo, quedaron definitivamente superadas las primeras interpretaciones<br />
que habían intentado explicar el peronismo como un movimiento de<br />
manipulación perpetrado sobre una masa pasiva de obreros “nuevos”,<br />
inexpertos y faltos de conciencia de clase, producto de las migraciones<br />
internas de los años ‘30.<br />
Como figura preponderante del gobierno militar que tomó el poder en<br />
1943, Perón se estableció en el Departamento Nacional de Trabajo (DNT),<br />
impulsando luego su transformación en Secretaría de Trabajo y Previsión<br />
(STyP), en noviembre de 1943. Desde allí, a fuerza de decretos y con<br />
capacidades de intervención fortalecidas, el Estado irrumpió como nunca<br />
antes en la vida interna de las fábricas. Mientras que esto llevó a algunos<br />
líderes sindicales a profundizar sus vínculos con Perón, el mundo empresarial<br />
comenzó pronto a dar muestras de inquietud. Pese a que Perón agitaba el<br />
fantasma de la revolución social, esperando que este temor bastara para<br />
convencer a las “fuerzas vivas” de apoyar un futuro proyecto político, las<br />
resoluciones y decretos de la nueva repartición eran vistas por el sector<br />
empresario como las responsables últimas de la activación de las masas.<br />
El año 1945, con el fin de la Segunda Guerra Mundial, brindó un contexto<br />
complejo en que los partidos políticos buscaron acorralar al gobierno militar<br />
pidiendo la reapertura del juego democrático. Las principales corporaciones<br />
empresariales se unieron a ellos y el debate entre distintas fracciones de<br />
las Fuerzas Armadas no se hizo esperar. En octubre, el gobierno militar de<br />
Edelmiro Farrell le soltaba la mano a Perón y, cuando todo parecía indicar<br />
que su carrera estaba terminada, numerosos sindicatos articularon la<br />
movilización que confluyó en la jornada histórica del 17 de octubre. Estos<br />
avatares del juego político hicieron que Perón terminara reclinándose sobre<br />
el flanco sindical, invistiendo al peronismo de una tónica que lo distinguió de<br />
otros movimientos “populistas”.<br />
Desde ese momento, el peronismo dio a los sindicatos reconocidos<br />
legalmente un lugar clave dentro del movimiento, aunque subordinado al<br />
FORJANDO 50
51<br />
FORJANDO<br />
liderazgo de Perón. Estos lograron desplegar sus reclamos y consignas,<br />
clamando lealtad política, pero logrando condicionar de manera efectiva<br />
muchas de las decisiones económicas del peronismo en el poder. Ahora<br />
bien, además del peso de estas organizaciones y de la Confederación<br />
General del Trabajo, hubo un terreno más en que se pudo apreciar la<br />
irrupción de los trabajadores en las altas esferas de la negociación política.<br />
Con las elecciones de 1946, que dieron el triunfo a la fórmula Perón-Quijano,<br />
hombres provenientes del mundo sindical comenzaron a recorrer los<br />
pasillos del Poder Ejecutivo y del Legislativo. El Estado acusaba cambios<br />
en su rostro, permitiendo que personas forjadas en las lides sindicales y/o<br />
en la experiencia fabril, participaran, debatieran y gestionaran. En el primer<br />
gabinete de Perón esto se reflejó en la incorporación de tres personajes<br />
que provenían del ámbito sindical en áreas fundamentales: Ángel Borlenghi,<br />
principal referente de los Empleados de Comercio, fue seleccionado como<br />
Ministro del Interior; Juan Atilio Bramuglia, abogado especializado en<br />
derecho del trabajo, ex militante socialista y cercano a la Unión Ferroviaria,<br />
recibió la cartera de Relaciones Exteriores y, finalmente, a José María Freire,<br />
oriundo del gremio del vidrio, se lo ubicó nada menos que en la STyP.<br />
Aquí reconstruiremos parte de la trayectoria de este último, de quien se<br />
sabe muy poco pese a haber sido el hombre al que Perón confió el nicho<br />
estatal donde había forjado buena parte de su capital político y relacional<br />
inicial. Su itinerario dibuja una senda que lo lleva desde el trabajo infantil en<br />
las fábricas del vidrio del Gran Buenos Aires y la lucha gremial por ocupar<br />
un lugar de relevancia en la administración estatal. La historia de Freire se<br />
nos figura como una tarima desde la cual asomarse al impacto que tuvo<br />
para algunas personas concretas la irrupción del peronismo, así como a<br />
los cambios en los nichos de reclutamiento político y administrativo que<br />
comenzaron a observarse en una etapa de transformación estatal en que se<br />
estrechó la relación con parte del movimiento obrero.<br />
EL OBRERO VIDRIERO DE AVELLANEDA<br />
José María Freire nació en Barracas en 1901 y trabajó como obrero del<br />
vidrio en la zona sur del Gran Buenos Aires durante casi cuatro décadas.<br />
Más precisamente en las Cristalerías Papini de Avellaneda, zona cuyo<br />
crecimiento y urbanización se dio al compás del desarrollo industrial. Hacia<br />
1909, la necesidad económica de complementar los ingresos familiares<br />
llevó al niño Freire hasta la fábrica, de la mano de sus hermanos y su padre,<br />
también artesanos de la rama. Si bien la industria argentina requirió poca<br />
mano de obra infantil si lo comparamos con el proceso de industrialización<br />
europeo, la combinación de bajos salarios y familia populosa era uno de<br />
los principales factores explicativos del trabajo de menores. En el caso del<br />
vidrio, era frecuente encontrar a niños “sopladores” en las fábricas, aún en
la década del ‘20, expuestos al esfuerzo pulmonar constante y a las altas<br />
temperaturas de los hornos. En Avellaneda, algunos autores han señalado la<br />
connivencia entre el poder político local y los empresarios industriales en la<br />
falsificación de libretas de trabajo para menores, mediante las cuales se los<br />
hacía pasar como mayores de 14 años. Freire fue uno de estos niños obreros<br />
y provenía de una familia numerosa y humilde de inmigrantes españoles.<br />
La industria del vidrio se desarrolló de manera paulatina a partir de la segunda<br />
mitad del siglo XIX, conforme lograba captar la demanda del mercado<br />
interno. En sus comienzos, el acicate principal para la producción estuvo<br />
dado por la necesidad de algunas industrias de obtener distintos tipos de<br />
envases. El proceso productivo dentro de las fábricas de vidrio constaba<br />
de tres etapas: la de composición de la materia prima, la de fabricación<br />
del producto, y la de control de calidad y posterior embalaje. El centro de<br />
gravedad de este proceso se encontraba en la segunda de estas instancias.<br />
Allí, el “saber hacer” de los oficiales artesanos vertebraba el trabajo dentro<br />
de las “plazas”. Éstas eran conjuntos de trabajadores que acompañaban<br />
a un oficial calificado en la fabricación de un solo tipo de producto. Así,<br />
estaba la “plaza” que fabricaba botellas, la que fabricaba copas, etc. Dentro<br />
de estos grupos de labor, se desplegaba una lógica jerárquica entre oficiales<br />
y aprendices, que no se correspondía con lo que sucedía en las otras partes<br />
del proceso de producción, donde el trabajo calificado no gravitaba. Hasta<br />
entrados los ‘20, muchos de los mejores artesanos eran extranjeros. Eran<br />
frecuentes los casos como el de Freire: primera generación de argentinos<br />
que aprendían el oficio en la misma fábrica en la que trabajaban sus padres<br />
inmigrantes, y que llegaban, con el tiempo, a adquirir la habilidad suficiente<br />
para dirigir una “plaza”.<br />
El peso de los trabajadores calificados era central en la producción vidriera,<br />
sobre todo porque los oficiales percibían un salario que variaba en función<br />
del volumen de mercadería producida. Esto a menudo generaba conflictos<br />
de intereses con el resto de los trabajadores que percibían jornales diarios.<br />
De hecho, las principales huelgas de los vidrieros a menudo se iniciaron con<br />
reclamos del sector calificado, que usaba su alto margen de negociación<br />
para pedir mejoras en las condiciones de trabajo antes que salariales.<br />
Es probable que estas diferencias entre trabajadores de la misma actividad<br />
hayan sido las responsables de la dilación en la constitución de un sindicato<br />
único, además de las tensiones relacionadas con cuestiones políticoideológicas<br />
que enfrentaron a anarquistas y socialistas desde los albores<br />
de la organización de los trabajadores en el país. A partir de fines de la<br />
década del ‘30, la progresiva introducción de maquinaria en las principales<br />
empresas ayudó a homogeneizar un poco más las condiciones de trabajo<br />
para obreros calificados y no calificados, recortando la autonomía con<br />
FORJANDO 52
53<br />
FORJANDO<br />
que se manejaban los primeros. Durante los peores momentos de la crisis<br />
económica mundial de este período, la organización de los obreros vidrieros<br />
acusó una gran fragmentación, que solo comenzó a revertirse en el decenio<br />
siguiente. Los vidrieros de Avellaneda gravitaron especialmente en la lucha<br />
por lograr una conducción centralizada. Entre ellos estaba Freire, que pese a<br />
su pasado socialista, fue uno de los que se acercó tempranamente al coronel<br />
Perón. Según su nieto Alberto Freire, la identificación de su abuelo con el<br />
socialismo se había desplegado en el ámbito gremial, sin tener contacto con<br />
las estructuras partidarias.<br />
En junio de 1944 tuvo lugar una asamblea general de trabajadores del vidrio<br />
cuyo resultado fue la creación del Sindicato Obrero de la Industria del Vidrio<br />
(S.O.I.V.). Se logró unir a sindicatos de Córdoba, Rosario, Gran Buenos Aires<br />
y Capital Federal. El primer Consejo Directivo de la entidad incluyó a Freire<br />
como Secretario de Prensa y Propaganda. Durante ese mismo mes, la STyP<br />
reconoció oficialmente al gremio y propició la firma del primer convenio<br />
colectivo. Probablemente, esto significó un acceso más fluido a los círculos<br />
gobernantes para Freire. De hecho, fue uno de los pocos gremialistas que<br />
ocuparon cargos en la STyP antes de la asunción de Perón a la presidencia.<br />
Desde abril de 1946, Freire fue Director General de Asistencia Social de los<br />
Obreros y Empleados del Vidrio. El S.O.I.V., pequeño y de reciente formación,<br />
pasó velozmente a contar con una repartición de asistencia social propia<br />
dentro de la estructura de la Secretaría, privilegio con el que solo contaba<br />
un gremio tan relevante como el de los ferroviarios.<br />
UN “MINISTRO OBRERO” EN EL ESTADO<br />
Con la asunción de Perón en junio de 1946, le fue confiado a Freire el<br />
manejo de la STyP. Este “ministro obrero” no contaba con formación técnica<br />
ni profesional especializada. Sin embargo, allí se mantuvo hasta 1953. Fue<br />
uno de los funcionarios de mayor permanencia en el gabinete peronista y<br />
acompañó la elevación del rango de Secretaría a Ministerio, impulsada en<br />
1949 gracias a la Reforma Constitucional .<br />
Su figura quedó en un cono de sombra porque al mismo tiempo que recibía<br />
una agencia preciada para la urdimbre del peronismo, no estaba solo allí. La<br />
mismísima Eva Perón estaba ocupando un despacho adyacente a la STyP<br />
desde antes de las elecciones de febrero de 1946. Allí, durante meses, había<br />
sido instruida por Domingo Mercante -mano derecha de Perón, a cargo de<br />
la institución desde la crisis de octubre del año anterior- en el conocimiento<br />
de los sindicatos. Lo que le interesaba a Eva no era el manejo cotidiano de la<br />
Secretaría, sino conocer quiénes acudían a ella y qué necesitaban.<br />
En este sentido, es complejo determinar las razones de fondo que hicieron
que Freire se alzara finalmente con el puesto. Hay versiones que sostienen<br />
que Perón originalmente se lo había ofrecido al sindicalista Sebastián<br />
Marotta, que lo rechazó, y terminó así en manos del obrero del vidrio.<br />
Manuel Torres, gremialista vidriero, en cambio, llegó a declarar que Perón les<br />
había prometido que el primer Ministro de Trabajo saldría de esa rama. Por<br />
su parte, en el recuerdo de los dirigentes actuales del S.O.I.V. (hoy Sindicato<br />
Obrero de la Industria del Vidrio y Afines S.O.I.V.A.) y de la familia Freire, éste<br />
aparece rodeado por el halo de su excelente relación con Eva, quien le dio<br />
el espaldarazo definitivo.<br />
Aunque no debe desestimarse la influencia que pudo haber tenido Eva,<br />
dado que iban a compartir el espacio de trabajo, es dable pensar que<br />
Perón buscara estratégicamente imprimir una nueva identidad al área de<br />
Trabajo y Previsión no otorgándosela ni a un representante de la patronal<br />
ni a un especialista con formación profesional. Abrir la posibilidad de que<br />
un obrero alcanzara lugares de enorme responsabilidad en la organización<br />
estatal, proyectaba la imagen de un gobierno próximo a los trabajadores.<br />
Paralelamente, hubiera sido riesgoso dejar al frente de esa dependencia a<br />
un líder sindical de primera línea, que contaría con toda una serie de resortes<br />
legales y administrativos pasibles de ser utilizados para congraciarse con<br />
el movimiento obrero. No es casual que ni Bramuglia ni Borlenghi fueran<br />
destinados a este sector. Ambos provenían de gremios más fuertes que el<br />
del vidrio. Bramuglia, además, contaba con un gran conocimiento jurídico<br />
sobre temas laborales, que le podría haber otorgado demasiada autonomía<br />
en el manejo de esta institución. Incluso podría haber llegado a opacar a la<br />
propia Eva, con quien mantenía una relación ríspida.<br />
Así que si algo parece claro es que Freire no era “número puesto” y que<br />
un entrecruzamiento de distintos factores lo colocó en ese lugar. Al asumir<br />
como Secretario, la Primera Dama pasó a ocupar el despacho principal<br />
del edificio de la STyP y a recibir delegaciones de trabajadores de forma<br />
periódica. Sus actividades concitaban gran atención de la prensa. Pero<br />
a pesar de todo, Freire era una pieza fundamental en lo rutinario de la<br />
gestión: iba en persona a actos en sindicatos y celebraciones por la firma<br />
de convenios colectivos, visitaba fábricas, difundía e impulsaba numerosas<br />
iniciativas culturales, encaraba campañas radiales de distinta índole,<br />
participaba en eventos por el aniversario de la creación de la STyP, hacía<br />
giras por el interior del país, donde trataba personalmente con grupos de<br />
trabajadores, etc. De este modo, ayudaba a dar carnadura a la relación entre<br />
el Estado y el movimiento obrero, en su aspecto menos glamoroso.<br />
Al provenir de un sindicato de reciente constitución y con la fuerte presencia<br />
de Eva en la STyP, no fue sencillo para Freire forjar una imagen propia<br />
como funcionario y, de hecho, son pocas las vías que permiten conocerlo y<br />
FORJANDO 54<br />
PARA<br />
SEGUIR<br />
LEYENDO<br />
Campione Daniel,<br />
Orígenes estatales<br />
del peronismo,<br />
Buenos Aires, Miño<br />
y Dávila, 2007.<br />
Torre Juan Carlos,<br />
La vieja guardia<br />
sindical y Perón:<br />
sobre los orígenes<br />
del peronismo,<br />
Buenos Aires,<br />
Sudamericana-<br />
ITDT, 1990.
55<br />
FORJANDO<br />
1. En: Freire ,José María:<br />
“En el acto de la firma del<br />
estatuto para personal de<br />
empresas aeronáuticas<br />
(30/09/1947)”, en Id.<br />
Granos de arena en la<br />
doctrina peronista, Bs.<br />
As., Talleres Gráficos del<br />
Ministerio de Trabajo y<br />
Previsión, 1949, p. 222<br />
verlo en acción. Han sobrevivido algunas obras editadas entre 1946 y 1951<br />
que compendian sus discursos públicos, quizás aspirando a darle mayor<br />
difusión a sus tareas funcionariales y para dar testimonio de su aporte leal<br />
al peronismo. Mediante su análisis, puede observarse que Freire apelaba<br />
recurrentemente a la reivindicación y reafirmación de su identidad obrera.<br />
En numerosas ocasiones, aprovechó el contacto con el auditorio para narrar<br />
anécdotas sobre sus años en la fábrica de vidrio, la insalubridad del proceso<br />
de trabajo y la dureza de la jornada laboral. Con esta retórica, buscaba la<br />
identificación de los trabajadores: él no era un funcionario burgués. Él era<br />
uno de ellos. En este sentido, podía considerarse exponente y heredero<br />
de una experiencia colectiva. El secretario/ministro buscaba mostrarse<br />
como un obrero “como cualquiera”, pero aún cuando esto no fuera una<br />
impostura, lo cierto es que había llegado a ocupar un puesto relevante<br />
en el Estado y, al menos en principio, esto lo distinguía del resto. También<br />
solía invocar su pasado de gremialista criterioso: “He pensado siempre, que<br />
cuando el Excelentísimo Señor Presidente de la Nación me confirió el cargo<br />
de Secretario de Trabajo y Previsión, no lo hizo tomando en cuenta mis<br />
condiciones, que son modestas, sino que eligió a un obrero que durante<br />
toda su actuación gremial, no solo planteaba el conflicto, sino que al<br />
mismo tiempo traía la solución de manera tranquila y pacífica.” 1A falta de<br />
formación académica o de carrera administrativa, Freire se legitimaba en<br />
el cargo no solo a partir de su conocimiento del mundo del trabajo y sus<br />
problemas, sino de la mesura y el criterio que había sabido desplegar en<br />
las negociaciones. Aunque ahora estuviera negociando en representación<br />
del Estado, esa experiencia práctica era capitalizable en un área que había<br />
crecido vertiginosamente en cuanto a estructura y recursos desde los viejos<br />
días del DNT, lidiando cada día con novedosos asuntos que requerían un<br />
aprendizaje sobre la marcha.<br />
A MODO DE CIERRE<br />
El ascenso de Freire desde la fábrica a la STyP debe ser entendido en dos<br />
planos: por un lado, significaba que si había sido posible para él, otros podían<br />
llegar a aprovechar esta nueva gama de oportunidades. Más allá de la<br />
existencia de móviles políticos, por primera vez el Estado estaba incluyendo<br />
en sus filas a personas que provenían del trabajo manual. Por otro lado, la<br />
clave de la posición alcanzada por Freire reside en que, individualmente<br />
considerado, tenía la combinación precisa entre experiencia práctica en el<br />
mundo sindical y perfil bajo. Llegó donde llegó porque estuvo presente en<br />
los momentos fundantes del peronismo, pero sin descollar. Así, Freire llevaba<br />
con la frente alta el rótulo de obrero porque su nombramiento era síntoma<br />
de un proceso mayor de dignificación del trabajo en múltiples aspectos.<br />
Asimismo, el caso de Freire revela un aspecto interesante y poco abordado:
el de la inclusión de obreros en cargos de relevancia. No solo el movimiento<br />
obrero acusó el impacto de lo que representó aceptar o no la identificación<br />
con el peronismo, sino que esa relación se reflejó en ciertos aspectos de<br />
la transformación del Estado. Mientras el fenómeno puede ser entendido<br />
como una dimensión más de la llamada “democratización del bienestar”,<br />
mirar la cuestión desde el interior del Estado nos lleva a pensar en el tipo<br />
de especialización que se buscaba en un organismo como la STyP, que se<br />
presentaba como esencialmente proactivo. En su conducción se estaba<br />
privilegiando la experiencia práctica, el “saber hacer”, frente a la formación<br />
profesional. En el caso particular de Freire, los años en la fábrica y en el<br />
S.O.I.V. fueron su capital para encabezar la dependencia que debía ser la<br />
continuadora de la “mística social” iniciada por Perón. Un personaje que<br />
había luchado por la organización de su rama era absorbido por el Estado<br />
para ayudar a ordenar las relaciones laborales en función de una agenda<br />
política que requería de nuevas herramientas de intervención estatal. Esto<br />
nos conduce a problemas tales como el de preguntarnos si la pauta política<br />
desdibujó por completo los requerimientos técnicos a la hora de seleccionar<br />
personal o si la preponderancia del conocimiento “en carne propia” del<br />
mundo del trabajo implicaba una puja o una complementariedad con los<br />
saberes profesionales. Todos estos temas continúan abriendo aristas desde<br />
las cuales seguir pensando el peronismo.<br />
FORJANDO 56
57<br />
FORJANDO<br />
Bibliografía<br />
Angélico Héctor y Forni Pablo, “Pulmones y vidrio. Organización del trabajo<br />
y conflicto laboral en 1929”, Ciclos, Año III, vol. III, Nº 5, 2º semestre 1993.<br />
Campione Daniel, Orígenes estatales del peronismo, Buenos Aires, Miño y<br />
Dávila, 2007.<br />
Del Campo, Hugo, Sindicalismo y Peronismo: los comienzos de un vínculo<br />
perdurable, Buenos Aires, Siglo XXI, 2005.<br />
Freire José María, Granos de arena en la doctrina peronista, Buenos Aires,<br />
Talleres Gráficos del Ministerio de Trabajo y Previsión, 1949.<br />
--------- , Nuevos vientos en la política social argentina, Buenos Aires, MTyP-<br />
Secretaría General de Publicaciones y Biblioteca, 1950<br />
---------- , La razón de ser de la cultura, Buenos Aires, Ministerio de Trabajo<br />
y Previsión, 1950.<br />
---------- , Acción constructiva del peronismo. Contribución espiritual del<br />
movimiento peronista, Buenos Aires, Ministerio de Trabajo y Previsión, 1951.<br />
Rein Raanan, “Los hombres detrás del hombre: la segunda línea de<br />
liderazgo peronista”, Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política<br />
y Humanidades, Año 10, nº 1, 2008.<br />
Torre Juan Carlos, La vieja guardia sindical y Perón: sobre los orígenes del<br />
peronismo, Buenos Aires, Sudamericana-ITDT, 1990.<br />
Zanatta Loris, Eva Perón. Una biografía política, Buenos Aires, Sudamericana,<br />
2011.
TRABAJADORAS<br />
MIGRANTES TExTILES<br />
por Marcos Schiavi<br />
Marcos Schiavi (1979) es Doctor en Historia (Universidad de Buenos Aires –<br />
Universitè Paris 8). Es docente e investigador UBA. Es autor del libro La resistencia<br />
antes de la Resistencia. La huelga metalúrgica y las luchas obreras de 1954 y de<br />
diversos artículos publicados en libros y <strong>revista</strong>s científicas<br />
FORJANDO 58
59<br />
FORJANDO<br />
INTRODUCCIóN<br />
Concepción llegó a la Argentina en noviembre de 1950. Migró desde Italia,<br />
desde Sicilia, de un pueblo llamado San Biagio Platani, en la provincia de<br />
Agrigento, que por entonces tenía cerca de dos mil quinientos habitantes y<br />
que hoy tiene apenas la mitad. Cuando llegó tenía veinte años. Sus padres<br />
ya estaban asentados en Quilmes, provincia de Buenos Aires, desde hacia<br />
algo más de un año. Por entonces, la zona donde vivían sus padres estaba<br />
parcialmente descampada. Recién comenzaba a urbanizarse. Viajó sola,<br />
durante dieciocho días y estaba embarazada de ocho meses al llegar al<br />
puerto de Buenos Aires. Por un mal entendido, cuando arribó el barco, no<br />
había nadie esperándola. No tenía dinero, no sabía la dirección de la casa<br />
de sus padres, ni hablar el idioma. Dos semanas después nació su primera<br />
hija y un mes después entró a trabajar a La Bernalesa, una de las empresas<br />
textiles más grandes del país.
Antonietta llegó tres años después, también desde el sur de Italia. Vino<br />
de un pueblo llamado Muro Lucano en Potenza junto con su madre y<br />
sus hermanas. Tenía dieciocho años y a los pocos días comenzó también<br />
a trabajar en La Bernalesa. Ambas vivían a menos de quince cuadras de<br />
la fábrica, en un barrio en construcción, en gran medida de migrantes<br />
europeos recientes, muchos de ellos trabajadores textiles. Ambas son<br />
exponentes de una migración silenciosa, y muy poco considerada en los<br />
estudios del movimiento obrero en Argentina: la migración europea durante<br />
el primer peronismo.<br />
Generalmente, cuando se piensa el mundo del trabajo durante el peronismo<br />
se considera como un factor clave la gran migración interna de las décadas<br />
de 1930 y 1940; el camino que muchos argentinos realizaron desde el<br />
campo a las ciudadas más importantes del litoral del país. No cabe duda<br />
que la misma modificó sustancialmente las grandes urbes argentinas, sobre<br />
todo y especialmente, la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores. También<br />
que, a partir de la misma, la composición de la clase trabajadora urbana se<br />
modificó. Cuánto influyó esto en el surgimiento del peronismo es un debate<br />
de larga data en el cual este texto no se propone profundizar. Lo que aquí<br />
se intenta es realizar un primer aporte a la visualización del impacto de otra<br />
migración, de la migración europea de pos guerra.<br />
De esa migración fueron protagonistas fundamentales los italianos y su<br />
destino principal el conurbano bonaerense. Este texto reconstruye la<br />
historia de dos mujeres italianas llegadas a comienzos de la década de 1950<br />
y asentadas en Quilmes en base a sendas ent<strong>revista</strong>s y fuentes primarias.<br />
Su objetivo principal es dar voz a los que hasta ahora no fueron escuchados:<br />
voz a las mujeres, a las migrantes, a las trabajadoras.<br />
MIGRACIóN Y TRABAJO TExTIL<br />
A comienzos de 1945 la Unión Industrial Argentina mostraba cierta<br />
preocupación por la escasez de mano de obra. En un artículo publicado<br />
en marzo de ese año denunciaba el estancamiento de la población y<br />
planteaba la necesidad de imponer un cambio en la política inmigratoria<br />
restrictiva seguida por el país en los últimos años. Debía ser modificado,<br />
continuaba el texto, el régimen impuesto desde la aprobación del decreto<br />
del 14 de septiembre de 1941 en base al cual se había instituido el Consejo de<br />
Inmigración, organismo que gozaba de amplias facultades para autorizar la<br />
admisión o el rechazo al país de toda persona. La propuesta era volver a un<br />
criterio de fomento de la inmigración.<br />
El gobierno militar ya había comenzado a transformar ciertas políticas<br />
migratorias. Al crearse en octubre de 1943 la Secretaría de Trabajo y<br />
FORJANDO 60
61<br />
FORJANDO<br />
Previsión (STyP) se incluyó a la Dirección de Inmigración bajo su órbita.<br />
La luego nombrada Dirección General de Migraciones dependió de la STyP<br />
hasta febrero de 1949 cuando se creó la Dirección Nacional de Migraciones<br />
dependiente de la Secretaría Técnica de la Presidencia. Según Miguel<br />
Galante, los militares consideraban a la población migrante como un<br />
potencial recurso para el desarrollo económico-social del país y, en función<br />
de ello, impulsaban su fomento. El gobierno peronista profundizaría esta<br />
línea. En ese sentido hubo tres decisiones claves que constituyeron los<br />
«pilares» de la promoción migratoria, dos de ellas realizadas en diciembre<br />
de 1946: la institución de la Delegación Argentina de Inmigración en Europa<br />
y la Comisión de Recepción y Encauzamiento de Inmigrantes. La tercera,<br />
fue la firma de convenios bilaterales con Italia y España.<br />
El flujo migratorio fue en aumento entre 1948 y 1949 y disminuyó a partir<br />
de 1950 aunque los volúmenes continuaron siendo altos por unos años<br />
más. En 1944 llegaron de Europa solo 4.200 migrantes; en 1947, 38.300; en<br />
1948, 116.100; en 1949, 148.300; en 1950, 133.100; en 1951, 1<strong>03</strong>.900; y en 1952,<br />
74.300. El porcentaje de italianos y españoles sobre el total es abrumador.<br />
Entre 1946 y 1957 sobre 891.300 europeos llegados a la Argentina, 494.900<br />
fueron italianos y 231.400 españoles. Sin duda, fueron importantes para<br />
ambas migraciones los factores económicos, de expulsión de posguerra, y<br />
la envergadura de sus comunidades en Argentina y sus redes. Lo gran parte<br />
de esta inmigración se radicó en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores.<br />
Para 1947 la Capital Federal tenia casi tres millones de habitantes y el Gran<br />
Buenos Aires superaba el millón setecientos mil. Allí se encontraba la mayor<br />
parte del potencial industrial argentino: en 1948, el 60% de establecimientos<br />
y el 72% de los obreros. Dentro de esta zona los partidos más importantes<br />
eran: Avellaneda, San Martín, Lanús, Lomas de Zamora, Morón, Vicente<br />
López y Quilmes.<br />
Dentro del pujante desarrollo industrial argentino pos crisis de 1930, la textil<br />
era una de las ramas más importantes, sobre todo en personal ocupado. A<br />
comienzos del gobierno peronista había 117.110 trabajadores textiles, de los<br />
cuales más de un 20% eran extranjeros. Nueve años después ese número<br />
había aumentado a 145.228. Esta, a su vez, era la industria que más mujeres<br />
ocupaba. Tanto la rama del tabaco como la de confecciones tenían un<br />
mayor porcentaje de mujeres trabajando, pero textiles era la que más mano<br />
de obra femenina utilizaba.<br />
En 1954 en Quilmes había algo más de treinta mil obreros industriales. Era<br />
el cuarto partido del GBA en importancia. De estos, un importante número<br />
era textil. Quilmes era por entonces una zona con gran implantación de<br />
la industria textil. Rhodiaseta SA – subsidiaria del grupo francés Rhône-<br />
Poulenc- había inaugurado en 1935 una planta para la producción de hilado
de rayón al acetato. Dos años mas tarde, se había instalado Ducilo SA,<br />
que producía el mismo material pero con distinto tipo de procedimiento.<br />
También estaban asentadas en la zona las hilanderías y tejedurías de algodón<br />
Compañía Fabril Financiera y La Bernalesa. Según los datos aportados en<br />
el 6° Congreso Nacional Obrero Textil, Quilmes era, a finales del gobierno<br />
peronista, junto con San Martín, la seccional con más cotizaciones realizadas<br />
a la Asociación Obrera Textil.<br />
INSERCIóN LABORAL<br />
Considerando los puntos anteriores sobre implantación geográfica y<br />
mercado de trabajo, no resulta sorprendente que tanto Antonietta como<br />
Concepción, dos migrantes agrícolas, hayan ingresado a trabajar en la<br />
fuertemente sindicalizada industria textil. Más aún, teniendo en cuenta el<br />
nivel de capacitación que la misma necesitaba; Antonietta explica así, los<br />
motivos de su ingreso a la fábrica:<br />
Yo llegué acá y tenía que comer, tenía que trabajar para poder vivir,<br />
porque allá trabajábamos en el campo y teníamos cosecha, y uno con la<br />
cosecha vivía, pero acá no, teníamos que comprar todo.<br />
A partir de la migración, su familia sufre la perdida de los medios de<br />
producción y se debe proletarizar. Cómo influye en la conciencia del<br />
trabajador su origen rural ha sido pensado largamente en la historiografía<br />
argentina sobre todo en función de la migración interna y el peronismo. En<br />
este caso, la extrañeza es doble: por un lado, el viaje del campo a la ciudad y<br />
por otro, el paso de un idioma a otro, de una nación a otra, en una sociedad<br />
que ya no era todo lo cosmopolita que había sido medio siglo atrás. Por su<br />
parte, Concepción describe así su llegada, el impacto de la industria y el<br />
problema del idioma:<br />
Asombrada, todo te asombraba, aparte que lo que me pasó a mí, le pasó<br />
a muchos, y yo nunca había salido de mi pueblo, no sabía nada de nada,<br />
lo que se dice nada, así. Era como que me hubiera criado en una selva<br />
sola, así. La mayoría éramos así ignorantes. […] Entendía lo que podía…<br />
y… me da ganas de llorar… no entendía nada, cuando vos llegás te están<br />
diciendo algo extraño, […] cuando hacía eso de barrer que no paraba<br />
nunca, no podía más a veces, y yo era medio tarada, no entendía nada,<br />
me dicen pavota. No sabía qué quería decir.<br />
El paso del campo a la ciudad y todos sus problemas de adaptación; la<br />
majestuosidad de una fábrica que ocupaba algo así como doce hectáreas;<br />
los ritmos de trabajo, la cadencia ajena a uno: esa era la situación con la que<br />
se encontraron estas jóvenes mujeres recién llegadas. Cual era, si la había,<br />
la política de integración activa que el Estado llevaba a cabo es un punto a<br />
investigar. Otro es cual era el papel de los enormes sindicatos peronistas en<br />
esta integración.<br />
FORJANDO 62
63<br />
FORJANDO<br />
Ambas tuvieron su primer trabajo en La Bernalesa. Era el establecimiento<br />
industrial que más personal tomaba en la zona. La mayoría de los recién<br />
llegados terminaban trabajando allí. Obviamente no era donde mejor se<br />
cobraba y había una alta rotación de personal. El marido de Concepción,<br />
Salvador, ingresó también apenas llegado y en unos meses cambió de<br />
trabajo al ingresar a la Cervecería y Maltería Quilmes, que era el mejor destino<br />
posible para un migrante reciente, incluso mejor que la metalurgia donde<br />
los sueldos eran más altos que los textiles. En palabras de Concepción la<br />
fábrica:<br />
Era como te diría, como un basurero, la cosa más baja que había, la gente<br />
que llegó acá lo primero que entraba era a La Bernalesa, así como entraban<br />
salía la gente, entraban y salían continuamente porque conseguían<br />
trabajos mejores. Así que siempre había trabajo, por lo general…<br />
La poca estabilidad de la mano de obra era un problema para los industriales<br />
textiles puesto que no podían conformar grupos de trabajo permanentes.<br />
Se daba lo que los industriales llamaba golondrineo. Los bajos jornales y<br />
las condiciones de trabajo de esta industria comparados con los de otras<br />
actividades era uno de los motivos principales del éxodo de personal.<br />
Esta era la situación a comienzos de la década de 1950 cuando estas dos<br />
mujeres italianas ingresaron a La Bernalesa. Una alta rotación, malos salarios,<br />
poca calificación y, sobre todo, problemas de integración.<br />
EL TRABAJO EN LA FÁBRICA<br />
Ambas tuvieron su primer trabajo en la fábrica como barrenderas.<br />
Concepción no llegó a ser efectiva, y un año y medio después de ingresar<br />
renunció. De las dos, Antonietta fue la que más perduró, estuvo en ella<br />
hasta su cierre definitivo en la década de 1980. Luego de una primera etapa<br />
barriendo, fue designada como ayudante de maquinista, y después, cuando<br />
faltaba alguna maquinista como suplente. En seguido, le asignaron un<br />
puesto en una máquina efectiva.<br />
La Bernalesa era hilandería y tejeduría. El algodón se trabajaba<br />
completamente hasta llegar a productos textiles listos para el consumidor.<br />
Cuenta Antonietta que entraba el algodón sucio del Chaco, en camiones,<br />
que luego se cardaba, pasaba al mechero y después a la sección donde<br />
trabajaron ambas mujeres: la sección continuas. La máquina que manejaba<br />
en un primer momento tenía cuatrocientos doce husos:<br />
Esa máquina se paraba nada más para sacar la mugre, cuando estaba<br />
llena, o cuando se rompía algo, si no, no se paraba nunca. […] No podía<br />
parar la máquina, es verdad eso. Y sí, y comíamos dos mordiscones,<br />
y volvíamos a trabajar, y así. Así que no podíamos parar, y con toda la<br />
pelusa, con toda la cara sucia, y muchas veces no se podía comer.
A diferencia de otras secciones, en continuas el trabajo no podía cesar, eso<br />
y que el ritmo de trabajo le era ajeno al trabajador eran sus características<br />
principales. También las malas condiciones ambientales y la pelusa en el aire.<br />
Sin duda, gran parte de los problemas diarios de un trabajador pasan por<br />
las condiciones de trabajo. En las fábricas textiles las reivindicaciones en<br />
este sentido eran permanentes. En las hilanderías de algodón, la pelusa<br />
era omnipresente. Concepción cuenta como: “te llevabas un sándwich y lo<br />
comías con la pelusa de la cosa, del algodón”. Las cañerías que colocaban<br />
en los techos y desprendían humedad, “como una agüita finita”, mientras las<br />
obreras trabajaban, las empapaban lentamente provocando, seguramente,<br />
la artrosis que hoy tiene Antonietta. Además estaba el calor, hasta 45º en el<br />
verano. La maquinaria estaba siempre caliente: “cuando era invierno estaba<br />
lindo, pero en verano era jodido”.<br />
Pelusa fue el nombre que se le dio al periódico de la fábrica La Bernalesa<br />
editado por sus propios trabajadores. En las dos páginas de su número uno<br />
aparecen temas generales como el congreso textil, la conferencia nacional<br />
obrera por la paz, la solidaridad con los azucareros en lucha y temas más<br />
específicos de la rama y de la propia planta. La problemática del trabajo a<br />
destajo y la discriminación salarial femenina que sufría más de la mitad del<br />
personal de la planta eran algunos de esos temas.<br />
Uno de los mayores problemas femeninos, junto con el ritmo de trabajo, era<br />
la diferencia de salario. Las mujeres cobraban cerca de un 20% menos que<br />
los hombres realizando el mismo trabajo. En toda la década peronista, y<br />
pese a ser una bandera del sindicato no se logró imponer en los convenios<br />
colectivos igual salario por igual trabajo. Es necesario en este sentido tener<br />
en cuenta el problema de representación. Pese a su volumen dentro de los<br />
planteles fabriles, las mujeres casi no tenían representación en el sindicato.<br />
Algunas estaban en comisiones internas, pero eran rotunda minoría.<br />
A las condiciones de trabajo, se sumaban las presiones patronales por<br />
aumentar la intensidad del trabajo. Las reivindicaciones de los empresarios<br />
industriales argentinos en pos de aumentar la productividad comenzaron a<br />
hacerse mas fuertes a comienzos de la década de 1950. Ese incremento del<br />
ritmo de trabajo fue una de las transformaciones que más resaltó Antonietta<br />
en su relato:<br />
“primero teníamos una máquina, que fue cuando entré yo, después una<br />
máquina y media, después me dieron tres máquinas, y pusieron una que<br />
limpiaba. Después la sacaron, así que la limpieza la teníamos que hacer<br />
todo nosotros.”<br />
Además, cada vez le daban más velocidad a la máquina ya que el ritmo le<br />
FORJANDO 64
65<br />
FORJANDO<br />
PARA<br />
SEGUIR<br />
LEYENDO<br />
Belini, C. (2009). La industria<br />
peronista: 1946-<br />
1955, políticas públicas<br />
y cambio estructural.<br />
Buenos Aires, Edhasa.<br />
DOYON, L. M. (2006).<br />
Perón y los trabajadores:<br />
Los orígenes del<br />
sindicalismo peronista,<br />
1943-1955. Buenos<br />
Aires, Siglo XXI. Editora<br />
Iberoamericana.<br />
LOBATO, M. Z. (2007).<br />
Historia de las trabajadoras<br />
en la Argentina<br />
(1869-1960).<br />
Buenos Aires, Edhasa.<br />
MURMIS, M., & POR-<br />
TANTIERO, J. C. (2011).<br />
Estudios sobre los orígenes<br />
del peronismo.<br />
Buenos Aires,<br />
Siglo XXI Editores.<br />
TORRE, J. C. (2012).<br />
Ensayos sobre movimiento<br />
obrero y peronismo.<br />
Buenos Aires,<br />
Siglo XXI Editores.<br />
era ajeno al operador en continuas. Ergo, más máquinas, a mayor velocidad,<br />
con menor personal. La Bernalesa, a fines del gobierno peronista tenía más<br />
de cuatro mil obreros, veinte años después apenas llegaban a los mil.<br />
TENSIONES MIGRANTES<br />
Hay un punto que se tiende a visualizar poco cuando se analiza la década<br />
peronista y los años posteriores: las tensiones al interior de la clase<br />
trabajadora, entre extranjeros y argentinos. Con esto no se quiere generar<br />
una dicotomía, construyendo dos bandos que en la realidad no existían<br />
pero si resaltar que las relaciones no eran idílicas ni la clase completamente<br />
homogénea.<br />
Los recién llegados, sobre todo los italianos, tendían a ser reacios a acatar<br />
las decisiones sindicales sobre medidas de fuerza. Usualmente eran los que<br />
concurrían a la fábrica y trabajan cuando los sindicatos decidían otra cosa.<br />
Así lo cuenta Concepción:<br />
“…los demás te decían que no trabajaras, y no trabajabas, pero…los<br />
extranjeros, que veníamos así, pobrecitos, tratábamos de trabajar igual,<br />
porque si no perdías el premio, porque tenías el premio a la asistencia,<br />
incluso si llegabas cinco minutos tarde te sacaban el premio. Y eso era<br />
por asistencia, por no faltar nunca, y si estabas medio enferma ibas<br />
igual… Por lo general la gente extranjera no paraba, alguna sí, pero por lo<br />
general no. Te decían que eras un boludo, que era no sé cómo te decían,<br />
no sé cómo, no sé mirá, cosas que traté de borrar.”<br />
Los incentivos salariales por producción existentes en textiles jugaban aquí<br />
un papel importante. Sin embargo, la cuestión va más allá. Por lo menos<br />
en este período los migrantes europeos recientes parecían estar fuera del<br />
movimiento sindical. No se habían creado aún vínculos que los integraran.<br />
A mediados de mayo de 1951 se realizó una asamblea de la sección<br />
tejedores de la empresa Teubal de Versalles. En esta asamblea de casi cien<br />
trabajadores se designó a una comisión para gestionar ante la empresa<br />
la suspensión de ciertas medidas que propiciaban un aumento del ritmo<br />
de trabajo; pero también para hablar sobre la situación con varios obreros<br />
italianos que en principio la habían apoyado. A partir de esto no queremos<br />
desprender afirmaciones generales. Si, en cambio, llamar la atención<br />
sobre el punto, sobre las tensiones existentes al interior de la clase con los<br />
extranjeros.<br />
Por ejemplo, en uno de los proyectos de convenio colectivo presentados<br />
por la Unión Obrera Metalúrgica se había buscado imponer un porcentaje<br />
límite de obreros extranjeros en las plantas. En 1952, en un carta dirigida<br />
al presidente Juan Domingo Perón, en el marco de los proyectos para el<br />
Segundo Plan Quinquenal, la comisión interna de la fábrica metalúrgica
“Industrias Martinelli SA” llamaba la atención sobre este punto. Esta comisión<br />
interna proponía que se promulgase una ley que determinara una cantidad<br />
determinada de obreros extranjeros dentro de cada fábrica.<br />
Es cierto que la coyuntura 1950-1952 fue la de mayor crisis económica y<br />
en la que el pleno empleo peronista tuvo mayores grietas; sin embargo<br />
resulta bastante complicado pensar que estas limitaciones se vinculaban<br />
con el aumento de la desocupación. Más parece tener que ver con lo que<br />
implicaba un mayor plantel extranjero en relación a la fortaleza sindical. Sea<br />
como fuera, es un punto interesante a seguir investigando.<br />
Lo que el relato de nuestras ent<strong>revista</strong>s muestra es que más allá de la<br />
cuestión sindical había tensiones que se relacionaban con su origen italiano<br />
y sus hábitos; y que superaron la coyuntura peronista. Es llamativo como el<br />
Mundial de Fútbol de Argentina 1978 fue recordado por ambas. La victoria<br />
del equipo italiano sobre el argentino expuso indirectamente esas tensiones<br />
existentes en el barrio y la fábrica. Cuenta Antonietta:<br />
Todos me cargaban. Ché, vos vas por Italia, ¿no?, y claro que iba por Italia.<br />
Pero no lo podía decir. Les decía: sí, yo quiero que gane Argentina, saben<br />
qué pasa, yo tengo mis hijos en Argentina, yo sé que mis hijos sufren,<br />
quiero que gane la Argentina, cómo me voy a poner en contra, y yo estoy<br />
viviendo acá. Les dije, pero, de acá, pensaba ojalá que pierda. Ello decían:<br />
qué van a ganar los italianos que comen verdura, que comen pasta, no,<br />
qué van a ganar… pero yo me llevé bien con todos, porque si yo hacía la<br />
contra, uhh, cómo te cargan después.<br />
Se observa en el relato cierto menosprecio. Veremos como una y otra vez<br />
las dos mujeres resaltan los prejuicios con que sus compañeros de trabajo<br />
las trataban por ser italianas, pero sobre todo por su vínculo con el trabajo<br />
y la acumulación familiar:<br />
Había cada una ahí, venía alguna trastornada, cada santafecina, ¡ay!,<br />
alguna tucumanas, ¡que brutas!, que empezaban a decir “claro, los tanos<br />
vienen acá, y a los dos o tres años ya tiene la casa… […] comen pan y<br />
cebolla, pan y tomate… y vos te tenías que callar, porque si no qué tenías<br />
que hacer, y vos si te peleabas ya te rajaban a la miércoles, y muchos<br />
pasaron así, y yo me callaba la boca, y pensaba qué desgraciada… […]<br />
tenían mucha envidia, muchos celos, cómo estos pueden hacer las<br />
cosas y nosotros no. Es que es una cultura, porque vinimos con esa idea<br />
nosotros, entonces hacíamos todo el sacrificio.<br />
En ambas ent<strong>revista</strong>s, la primera reacción al ser consultadas sobre los<br />
conflictos con los compañeros fue negarlos. Las dos dijeron que se llevaban<br />
muy bien, que no había problemas. Con el correr de la ent<strong>revista</strong> fueron<br />
apareciendo estas afirmaciones en donde se notaban emocionadas y<br />
llegaban hasta las lagrimas incluso. El recuerdo de esta discriminación, del<br />
menosprecio de lo que ellas consideraban sus fortalezas, aún hoy sesenta<br />
años después se siente:<br />
FORJANDO 66
67<br />
FORJANDO<br />
A veces hasta se agarraban a piñas, que nosotros no comíamos, que<br />
comíamos pan y cebolla, que comíamos pan y tomate, por eso nos<br />
hacíamos la casa… Y con desprecio te decían “tano muerto de hambre”.<br />
[…] Sí, tanos muertos de hambre nos llamaban, y yo a veces les<br />
contestaba. Mirá, yo quise que vinieran a mi casa, y van a ver un plato, y<br />
te sale más caro un plato de fideos al uso nuestro, como lo hacemos, con<br />
un pedazo de carne… hoy para hacer un plato de fideos, bah, siempre,<br />
para que el plato quede como la gente, poner un queso como hay que<br />
ponerle, un tuco que hay que ponerle carne también, una buena salsa,<br />
te sale más caro que el asado. Te sale más caro. Porque algunos dicen,<br />
“si, el asado”. Pero nosotros estamos acostumbrados, mis nietos están<br />
acostumbrados que les hago pasta casera, plato de fideos, con mucho<br />
queso rallado y les gusta.<br />
Hubo en las ent<strong>revista</strong>s una reivindicación de los que las mujeres<br />
denominaron “una cultura del trabajo” frente a un otro mayoritario. Una<br />
mirada que cuando las ent<strong>revista</strong>s se deslizaron a temas de actualidad<br />
también se observa.<br />
A MODO DE CIERRE<br />
La migración italiana de posguerra tuvo un impacto enorme en el conurbano<br />
bonaerense, y particularmente en sus fábricas. Una parte importante del<br />
casi medio millón de italianos que arribaron a la Argentina entre 1946 y<br />
1957 fueron obreros industriales. Cuánto influyó la tensión entre italianos y<br />
argentinos al interior del mundo de trabajo y de la clase trabajadora es difícil<br />
de mensurar a partir de dos ent<strong>revista</strong>s y ciertos datos aislados. Sin duda<br />
se debería recortar un periodo amplio, realizar nuevas ent<strong>revista</strong>s y estudiar<br />
con más detenimientos fuentes escritas. Lo que no podemos no considerar<br />
es que había allí una conflicto, micro enfrentamientos ligados a la actitud de<br />
grupos particulares en el lugar de trabajo y a sus hábitos.<br />
Ambas mujeres siguen hablando como si hubieran llegado hace apenas<br />
unos años de Italia. Ambas tienen ochenta años, sesenta en Argentina, pero<br />
a la hora de expresar sus emociones y enojos utilizan su dialecto, ni siquiera<br />
el idioma italiano que mal conocen. Fueron parte de una migración en gran<br />
medida agraria que se proletarizó con el viaje.<br />
Siguen viviendo en el mismo barrio, un barrio que ya no se mueve al ritmo<br />
de las fábricas, desde hace ya mucho. Lo que era Crefin, una enorme<br />
industria metalúrgica, hoy es un supermercado. Lo que era Fabril Financiera<br />
es utilizada en parte como una escuela. La Bernalesa, cerrada hace treinta<br />
años, se mantiene como un montón de escombros de lo que fue una fábrica<br />
enorme. En estos años se mantuvo abandonada, dominando el barrio de<br />
casas bajas que construyeron una inmensa mayoría de migrantes en los
cincuenta y sesenta. El barrio no es lo que era. Cuenta Antonietta:<br />
yo por un tiempo pasaba por allá y me ponía a llorar, digo, no puedo<br />
creer, […] y te lo juro que yo pasaba por ahí con el colectivo, a veces, que<br />
iba a caminar, me salía la lágrima, digo, cómo pudo haber quedado esta<br />
empresa así, con todo lo que había.<br />
FORJANDO 68
69<br />
FORJANDO<br />
Bibliografía<br />
Belini, C. (2009). La industria peronista: 1946-1955, políticas públicas y<br />
cambio estructural. Buenos Aires, Edhasa.<br />
De Ipola, I. E. (1989). Ruptura y continuidad. Claves parciales para un<br />
balance de las interpretaciones del peronismo. Desarrollo Económico, 29,<br />
115.<br />
Di Tella, T. S. (20<strong>03</strong>). Perón y los sindicatos: El inicio de una relación<br />
conflictiva. Buenos Aires, Ariel.<br />
Dorfman, A. (1970). Historia de la industria argentina. Buenos Aires, Solar/<br />
Hachette.<br />
Doyon, L. M. (2006). Perón y los trabajadores: Los orígenes del sindicalismo<br />
peronista, 1943-1955. Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editora Iberoamericana.<br />
Galante, M. A. (2005) “La construcción de políticas migratorias en tiempos<br />
de transición y consolidación del primer peronismo: del nacionalismo<br />
racista a la planificación económico – social y la promoción de la<br />
inmigración.” en Ciclos en la historia, la economía y la sociedad, Vol. XV, Nº<br />
30.<br />
Germani, G. (1962). Política y sociedad en una época de transición: De la<br />
sociedad tradicional a la sociedad de masas. Buenos Aires, Editorial Paidos.<br />
Lobato, M. Z. (2007). Historia de las trabajadoras en la Argentina (1869-<br />
1960). Buenos Aires, Edhasa.<br />
Murmis, M., & Portantiero, J. C. (1972). Estudios sobre los orígenes del<br />
peronismo. Buenos Aires, Siglo Vientiuno Editores.<br />
Torre, J. C. (1990). La vieja guardia sindical y Perón: Sobre los orígenes del<br />
peronismo. Buenos Aires, Sudamericana.
RUCCI, EL SINDICALISTA<br />
DE PERóN<br />
por Ernesto Gutiérrez<br />
Recibido de Profesor de Historia, ejerce como docente en escuelas secundarias de<br />
Barracas, en Capital, y de Castelar y Moreno, en provincia de Buenos Aires; mientras<br />
también ofrece clases en un profesorado de Laferrere y coordina ad honorem una sede<br />
del programa FINES2 de Secundario para Adultos en la ciudad de Moreno. Forma parte<br />
del Centro de Estudios Históricos “Felipe Varela” y de la Corriente Política “Enrique<br />
Santos Discépolo”, participa en la agrupación JP-Uturuncos de la localidad de Virrey<br />
del Pino, partido de Matanza. Inicialmente, ha publicado de forma colectiva trabajos<br />
sobre la historiografía profesional reciente y en los últimos años se ha dedicado a<br />
reflexiones sobre la práctica educativa de gestión social.<br />
FORJANDO 70
71<br />
FORJANDO<br />
Se ha querido identificar a José Ignacio Rucci como parte de una burocracia<br />
sindical quietista, traidora y conservadora. Sin embargo, el recorrido por su<br />
vida gremial y política, que en los complejos años setenta lo encumbrará<br />
en la CGT, revelará un militante tan comprometido con los valores y los<br />
momentos fundamentales del peronismo como con la lealtad a su líder; y<br />
que pagará su activismo con la muerte. Ingobernable para los militares golpistas,<br />
odiado por el sindicalismo de izquierda y “clasista”, molesto para los<br />
sindicalistas “participacionistas” y para los políticos neoperonistas, Rucci fue<br />
abrigado como un hijo por Perón y para la mayoría del activismo sindical<br />
aún hoy es considerado el mejor y el más leal de todos nosotros. Su origen<br />
humilde, la participación activa en la Resistencia gremial a la dictadura antiperonista<br />
de 1955-58, su vertiginoso y hábil crecimiento como dirigente
en el interior del sindicato metalúrgico (UOM) y su papel de unidad y de<br />
lealtad a Perón en una CGT completamente fragmentada, quizás expliquen<br />
la dimensión de militante y líder sindical que legó Rucci para su posteridad.<br />
A pocos meses de la dictadura antiperonista del 55, un joven escritor que<br />
había celebrado la caída del notable líder popular y que pasaba su tiempo<br />
leyendo en un bar de la ciudad de La Plata, escucha un diálogo misterioso<br />
sobre el paradero de unos fusilados. A partir de esta azarosa escucha<br />
nace Operación Masacre, de Rodolfo Walsh, obra que acabará siendo el<br />
registro de la ruptura entre una porción importantes de las clases medias<br />
y su pequeña criatura política llamado Revolución Libertadora. No solo se<br />
verán definitivamente defraudados de aquella gesta que sólo unos meses<br />
antes habían celebrado como desnazificadora, sino que además a muchos<br />
de estos letrados hijos del 55 se les revelará tormentosa la brecha entre los<br />
intelectuales y el pueblo. Y comenzarán ese camino de nacionalización cultural<br />
que los integrará vitalmente al peronismo.<br />
Sin embargo, la escisión cultural en la Argentina volverá a aparecer tras<br />
los efectos de largo plazo que nos ha deparado el genocidio de la última<br />
dictadura y la economía de mercado y de fragmentación social del neoliberalismo.<br />
Mucho se ha rememorado sobre el llamado peronismo de izquierda,<br />
a través de memorias, ensayos, películas, festivales, etc., y de aquel<br />
setentismo primaveral se ha guardado bastante poco sobre lo que doctrinariamente<br />
en vida de Juan Perón se denominó “la columna vertebral del<br />
movimiento”: el sindicalismo. Quizás porque la dictadura apuntó sus garras<br />
desaparecedoras sobre los cuerpos del trabajo y en particular sobre los delegados<br />
gremiales, y entonces no quedó más que el vencido silencio. Quizás<br />
porque la brecha entre los letrados intelectuales de la Revolución y los manuales<br />
hombres del sindicalismo no ha dejado de amplificarse en un modelo<br />
económico de desocupación. Y esta distancia se revela en el personaje<br />
histórico que nos toca biografiar: José Ignacio Rucci. Las decenas de placas<br />
conmemorativas que primerean en la sede de la Confederación General del<br />
Trabajo se presentan como un notable contraste de la indiferencia de los<br />
investigadores –salvo mañosos panfletos de petit cojuncture política y una<br />
solitaria pero noble, rigurosa y señera biografía de Luis Fernando Beraza- y<br />
de la descalificación casi instintiva de una parte sustancial del peronismo de<br />
izquierda y de toda la intelectualidad progresista.<br />
El desafío de nuestro artículo pasa por dilucidar por qué la mayoría del gremialismo<br />
argentino pondera a Rucci como principal mártir y héroe, y bajo el<br />
recorrido de su vida y obra se nos han revelado grandes mitos movilizadores<br />
del peronismo, de su doctrina y de su historia viva. Quizás esto explique<br />
la razón sindicalista, hegemonizada desde el 45 por la identidad peronista,<br />
de conservar con sabia paciencia la memoria de un incómodo para los otros<br />
y de el mejor de todos nosotros para los propios.<br />
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De la épica del ascenso social a la lealtad con Perón, pasando por su participación<br />
en la Resistencia, su organicidad sindical y su mirada estratégica de<br />
conjunto, en aquel “José” se verá condensado una valerosa porción de los<br />
valores sociales, culturales y políticos que el peronismo aún sostiene en su<br />
práctica y en su doctrina.<br />
LA éPICA DEL ASCENSO SOCIAL: DE ALCORTA A LA GRAN CIUDAD,<br />
1912-55.<br />
Hijo de un peón rural y de una ama de casa, “José” nace en la ciudad santafesina<br />
de Alcorta durante el año 1912, precisamente el mismo en el que<br />
los arrendatarios agrícolas se alzan heroicamente contra los grandes terratenientes<br />
y dejan una huella grande en la historia de las luchas nacionales.<br />
Abandonará la escuela por necesidades económicas y a los veinte años recalará<br />
en Rosario, donde trabajará de chocolatinero de cine, de “limpiatripas<br />
de frigorífico” –como contara él mismo- y finalmente en la verdulería del tío.<br />
Y en una de esas, un amigo lo invita a viajar a Buenos Aires en un camión de<br />
reparto del periódico El Mundo, que iba tan camino a la gran ciudad como los<br />
centenares de miles de compatriotas que desde el ´30 habían comenzado<br />
a emigrar desde todos los rincones del país, dando lugar a una nueva clase<br />
trabajadora urbana, síntesis del criollaje federal y de los inmigrantes gringos.<br />
Al llegar a la Capital, trabaja de lavacopas, mozo y cajero en una confitería<br />
de Floresta y en otra sucursal ubicada en el barrio de Belgrano. Mientras alterna<br />
sus fines de semana futboleros con San Lorenzo, y tras varios trabajos<br />
ocasionales, en 1944 ingresa como operario en la Hispano Argentina, una<br />
fábrica de automotores, donde conocerá a Hilario Salvo, quien luego será<br />
secretario general de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), y a una delegada<br />
gremial de nombre Nélida Blanca Baglio, que terminará siendo su mujer y la<br />
madre de sus dos hijos: Aníbal Enrique y Claudia Mónica.<br />
El 17 de octubre lo encontrará como uno más del “subsuelo de la patria<br />
sublevado” y comenzará su militancia gremial dos años después, al ingresar<br />
a la fábrica de electromecánicos Alejandro Ubertini, desde donde llegará a<br />
ser convocado por el sindicato a formar parte de la comisión paritaria. Pero<br />
tras la crisis económica de 1952 y su cambio de trabajo a la fábrica CATITA<br />
(Compañía Argentina de Talleres Industriales y Anexos), emergerá un verdadero<br />
dirigente sindical. Ejercerá como delegado electo sin licencia gremial<br />
y miembro de la Comisión Interna, y será reiteradamente valorado entre<br />
los compañeros por su valentía frente a la patronal -por ejemplo, durante<br />
una protesta por mejores condiciones laborales, llegará a encerrar en una<br />
habitación al Jefe de Personal- y por una notable oratoria en las asambleas.<br />
“José” será contemporáneo de la fundación de la UOM, llevada adelante en
abril de 1943 por un grupo de dirigentes de la “izquierda nacional” y como<br />
alternativa al gremio existente bajo conducción comunista. Asimismo, será<br />
testigo y parte del acelerado crecimiento de afiliados en la UOM: en 1943<br />
con tres mil, tres años después con cien mil y en 1957, tras el derrocamiento<br />
de Perón, con 180 mil.<br />
El pasaje de aquel hijo de peón rural a dirigente de la organización sindical<br />
más numerosa del país peronista refleja la incorporación de las masas urbanas<br />
y rurales a la vida política nacional, y de un modo que las convierte en<br />
protagonistas activas. Porque la fenomenal plebeyización de la élite política<br />
que produce el peronismo, en perjuicio del tutelaje de los “doctores”, está<br />
reflejado en todo el itinerario de Rucci. Décadas después como líder de la<br />
CGT, este rasgo será motivo de un encontronazo con un periodista, quien<br />
despectivamente lo calificará como “José Campera”, debido al cambio de<br />
vestimenta que había insuflado en la dirigencia sindical al abandonar las<br />
corbatas por las camperas. Y “José”, con una reparadora y justiciera ironía<br />
contestará: “son lujos de secretario general”. Venganza de clase, podría entenderse;<br />
justicia de clase, quizás dijera aquella abanderada de los humildes.<br />
GLORIA DE LA RESISTENCIA: DEL CONGRESO NORMALIzADOR A LA<br />
TOMA DEL LISANDRO DE LA TORRE, 1955-65<br />
El golpe cívico-militar de 1955 encontró a Rucci con 31 años y desde CATITA<br />
con una importante influencia en la UOM Capital. Su responsabilidad gremial<br />
lo llevará a profundizar la resistencia en el ámbito sindical: en oposición<br />
al decreto que prohibía discutir todo convenio colectivo y salteando la intervención<br />
militar del sindicato, los delegados peronistas declaran una huelga<br />
por tiempo indeterminado para el 16 de noviembre de 1956. El investigador<br />
Daniel James dirá que son estos los años en los que el “revanchismo gorila<br />
y oligárquico” generará una mayor identificación entre Perón y las experiencias<br />
concretas y cotidianas de los trabajadores, y la resistencia artesanal y<br />
clandestina los dotará de un particular “orgullo de clase”. Por esos días, la<br />
conducción nacional del sindicato metalúrgico ya pasaba de hecho por un<br />
joven rubio de ojos claros, delegado de la fábrica Philips y cuyos compañeros<br />
apodaban “el Lobo”. Se trataba de Augusto Timoteo Vandor.<br />
Será en el Congreso Normalizador de la CGT de 1957 donde se destacará<br />
Rucci. Como conclusión de la intervención del marino Patrón Laplacette, la<br />
dictadura de Aramburu apostaba a elegir (o ubicar) una conducción dócil<br />
en la central sindical a través de alianzas con sectores gremiales del radicalismo,<br />
el socialismo e independientes. Elegido congresal de la UOM, Rucci<br />
dará forma ad hoc a una comisión interna del Congreso que se encargará<br />
de unificar la posición de los peronistas y de bloquear el desarrollo fluido<br />
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del encuentro, arbitrariamente establecido por el gobierno. Se logrará crear<br />
una comisión verificadora de credenciales revisando la cotización de cada<br />
gremio y ese “gran dirigente, un poco duro de boca”, como Andrés Framini<br />
(dirigente textil que días antes había sido elegido líder de una unificada<br />
pero clandestina “CGT Auténtica”) lo calificara décadas después, lanzará<br />
este grito de resistencia al plenario: “la Union Obrera Metalúrgica lanza su<br />
´yo acuso´ al señor interventor Patrón Laplacette y a todos los ´lacayos´<br />
que se prestan a estas cosas”. Finalmente, se logrará un acuerdo entre peronistas,<br />
frondicistas, comunistas y algunos independientes, y la posición<br />
“amarilla” (y lacaya) llevada adelante por los llamados “32 gremios libres y<br />
democráticos” será derrotada por un nuevo agrupamiento gremial: “las 62<br />
organizaciones peronistas”, que pasará a ser la rama gremial del movimiento<br />
peronista y la rama política del peronismo en el interior del movimiento<br />
obrero organizado.<br />
Semanas después, “las 62” se reunirán en la ciudad de La Falda (Córdoba),<br />
donde emitirán un programa político de profundo sentido nacional y socializante<br />
-por ejemplo, se exigirá una reforma agraria a través de la expropiación<br />
del latifundio- y el 10 de diciembre cerrarán el exitoso año de Resistencia<br />
con un acto en el Luna Park, al que concurrirán más de diez mil personas.<br />
Mientras llegaba a escribir un artículo en el emblemático periódico Palabra<br />
Argentina de Alejandro Olmos, aquel José nacido en Alcorta resultaba ser<br />
un activo protagonista de estas jornadas en las se soñaba con la “huelga<br />
general revolucionaria”.<br />
A partir del acuerdo con Perón, durante los primeros días del gobierno de<br />
Arturo Frondizi se aprueba la Ley 14.455 de Asociaciones Profesionales, que<br />
restablecía el régimen peronista de sindicato único por sector y resultaba<br />
ser una subterránea plataforma para recuperar el poder sindical a pesar de<br />
la proscripción del peronismo. Con alta participación electoral, en la UOM<br />
logra triunfar la Lista Azul, encabezada por Avelino “El Gallego” Fernández<br />
-quien luego cede el secretariado general a Vandor- y apoyada activamente<br />
por Rucci. Este sector sindical mantendrá una conducta de confrontación<br />
con el gobierno desarrollista debido a la promoción de la inversión extranjera<br />
y en particular en 1958, frente al intento privatizador del Frigorífico Lisandro<br />
de la Torre, ubicado en el barrio de Mataderos. La intensidad del<br />
conflicto llevará a “las 62” a declarar una huelga general, por la que sufrirán<br />
inmediata cárcel más de doscientos dirigentes, entre ellos Vandor, el dirigente<br />
del Vestido José Alonso y el mismo Rucci, quien el 19 de enero será<br />
encerrado en un barco ubicado en Dársena Norte, para luego ser trasladado<br />
al penal de Santa Rosa (La Pampa) y ser liberado recién a principios de<br />
1960. Sin embargo, a partir del plan CONINTES volverá a ser detenido y<br />
pasará dos meses en la cárcel de Caseros.
ORGANICIDAD SINDICAL: DE LA RENUNCIA AL SINDICATO<br />
A LA INTERVENCIóN EN SAN NICOLÁS, 1965-70<br />
Salido de la secuencia de encarcelamiento, José se encuentra con que la<br />
fábrica CATITA, de donde surgía su licencia gremial desde 1957, había cerrado<br />
sus puertas y por cuestiones estatutuarias, no pudo cobrar la indemnización.<br />
Y luego de haber sido elegido en dos ocasiones sucesivas (1960<br />
y 1964) como Secretario de Prensa de UOM Capital, renuncia al sindicato<br />
por diferencias con Vandor y, fundamentalmente, con Avelino Fernández,<br />
Secretario General de Capital. A partir de un episodio en el cual este último<br />
acusa a su Adjunto José de Cursi de desvío de fondos, Vandor resuelve<br />
que éste sea apartado junto a Rucci, quien finalmente decide renunciar al<br />
gremio. Fernández declarará más adelante sobre Rucci: “Yo lo expulsé de la<br />
seccional Capital Federal por corrupto, y le dije a Vandor que no lo quería<br />
ni de portero”.<br />
Viviendo en una pequeña casa de Villa Martelli (Vicente López), comprada a<br />
partir de un préstamo, y ya con sus dos hijos, el historiador Luis Beraza reconstruye<br />
la respuesta casera y familiar de Rucci frente a la preocupación de<br />
su mujer sobre qué iban a hacer en adelante: “Coca, vamos a vender la casa<br />
que estamos pagando, con la plata cancelamos la deuda que tenemos, y con<br />
lo que nos sobra compramos un taxi. Mientras tanto, nos vamos a vivir a la<br />
casa de la tía de la calle Los Patos, en Parque Patricios”. Sin embargo, en pleno<br />
crecimiento de la estructura del sindicato, recibirá un llamado de Vandor.<br />
Le propone ser interventor de la Seccional de Comodoro Rivadavia, oferta<br />
que acepta pero que inesperadamente más adelante se verá reemplazada<br />
por otra, que resultará un trampolín para llegar a la cumbre del poder sindical:<br />
la intervención de la seccional de San Nicolás, en agosto de 1965.<br />
Primero había sido un conflicto interno de la UOM entre un secretariado<br />
local que estaba alineado con la conducción nacional y un adjunto más bien<br />
crítico y distante. Paralelamente, en la empresa estatal y siderúrgica SOMI-<br />
SA un grupo de dirigentes de izquierda estaba buscando fundar un gremio<br />
de fábrica o empresa, que iba a resultar un problema para conservar la homogeneidad<br />
orgánica del sindicato. Tras un primer grupo de interventores<br />
que envía la conducción nacional de Vandor, luego decide sumarle a Rucci,<br />
quien da un giro en la estrategia interventora y pone como primer objetivo<br />
ganar la Comisión Interna de SOMISA a través del armado de una lista<br />
diversa pero propia. Demostrando ya no sólo el compromiso orgánico con<br />
el sindicato en su conjunto sino también una fina capacidad política para<br />
superar adversidades, por ajustado margen se logra derrotar a la opción<br />
de izquierda y aquel “petiso” de nombre “José” será adoptado y recordado<br />
por los nicoleños, en un testimonio que recupera Beraza: “tenía una gran<br />
capacidad para exponer su pensamiento en las asambleas y no arrugar. Re-<br />
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FORJANDO<br />
PARA<br />
SEGUIR<br />
LEYENDO<br />
Beraza, Luis<br />
Fernando; José<br />
Ignacio Rucci,<br />
Buenos Aires,<br />
Vergara, 2007.<br />
Senén Gonzaléz ,<br />
Santiago y Bosoer,<br />
Fabián; El Hombre<br />
de Hierro. Vandor.<br />
Rucci. Miguel.<br />
Brunelli, Buenos<br />
Aires, Corregidor,<br />
1993.<br />
Cernadas Lamadrid<br />
Jorge C. y Halac<br />
Ricardo, Rucci y<br />
el sindicalismo,<br />
Buenos Aires, Perfil,<br />
1986.<br />
cuerdo una vez el caso de un delegado que había sido echado por Rucci y<br />
que terminó aplaudiéndolo en una asamblea.”<br />
En lo sucesivo, en SOMISA se lograrán las demandas gremiales acumuladas,<br />
entre ellas la confección de un nomenclador de actividades y los regímenes<br />
especiales para tareas riesgosas, y particularmente en un contexto nacional<br />
adverso donde aquellas primeras expectativas de Vandor con el gobierno<br />
de Onganía ya habían trocado por el enfrentamiento directo. Sin embargo,<br />
aquel clima aldeano de victoria observará con sorpresa dos acontecimientos<br />
impactantes del año 1969. Primero el Cordobazo, que le pega el tiro de<br />
gracia al onganiato y a su sector sindical afín: los “participacionistas”. Y el<br />
asesinato de Vandor el 30 de junio, perpetrado por un grupo comando perteneciente<br />
a un sector marginal del peronismo.<br />
Mientras tanto, Rucci se apresta a ganar soberana y autónomamente la Seccional<br />
de San Nicolás y entonces se hace imperioso conseguir un trabajo<br />
del sector en la zona: ingresa a la fábrica de llantas Protto Hnos.; y rápidamente<br />
organiza elecciones gremiales internas, donde su propia y única lista<br />
sale victoriosa. Entre sus miembros y como Secretario de Organización, se<br />
presentaba un joven Naldo Brunelli, que en décadas recientes ha tenido un<br />
papel protagónico. Y además, la lista de Rucci recibiría el apoyo de quien<br />
hasta la muerte de Vandor había sido un ignoto tesorero del sindicato, el<br />
mismo con quien había compartido cautiverio en aquel barco de la Dársena<br />
Norte y acaso quien se convertirá en nuevo Secretario General al derrotar a<br />
Fernández en los cuestionados comicios posvandoristas. Nos referimos al<br />
hombre de Villa Lugano: Lorenzo “El Loro” Miguel.<br />
LO ESTRATéGICO O LA MIRADA DE CONJUNTO:<br />
EL SECRETARIO GENERAL DE LA CGT, ENTRE CLASISTAS<br />
Y PARTICIPACIONISTAS, 1970-72<br />
Todavía algunos sostienen que Rucci fue elegido secretario general de la<br />
CGT por órdenes de Perón. Sin embargo, será precisamente su capacidad<br />
de construir poder interno y sus habilidades políticas, las que llevarán a<br />
“José” a la cima del sindicalismo nacional. Conquistada la Comisión Interna<br />
en Protto Hnos., obtiene el Secretariado General de la Seccional, logra ser<br />
delegado metalúrgico en “las 62” y acuerda con Lorenzo sus aspiraciones a<br />
la titularidad de la CGT y a que ésta vuelva a su rol combativo y establezca<br />
como agenda central la vuelta de Perón.<br />
El Congreso Normalizador de la CGT “Augusto T. Vandor” se inicia el 1° de<br />
julio de 1970 y el espacio de “las 62”, conducido por la UOM, propondrá<br />
como candidato a Rucci, quien deberá superar al grupo de “los 8” –expulsa-
dos de las 62 por orden de Perón, y con candidato propio-, a los “participacionistas”<br />
o Nueva Corriente de Opinión –donde se encontraban desde José<br />
Alonso, del Vestido, hasta Rogelio Coria de la construcción, que estaban<br />
envalentonados en emponderar a un dirigente del sector- y a los “no alineados”<br />
o independientes. De parte de Perón y a través de su delegado Jorge<br />
“El Colorado” Paladino, se recibirá sólo la siguiente indicación: “la mitad de<br />
los cargos y la Secretaría General o nada”.<br />
Tras arduas negociaciones de más de ochenta horas, “las 62” logran encabezar<br />
la lista única con Rucci como Secretario General y de los pretendidos<br />
diez cargos, obtienen ocho, y los restantes lo reparten entre “los 8” y los independientes,<br />
para dejarles una pequeña porción a los “participacionistas”,<br />
quienes ya derrotados recién a último momento deciden sumarse a la lista<br />
única. Si bien “las 62” consigue ser la cabeza de la CGT, carecerá de mayoría<br />
propia en el Comité Central Confederal y deberá lidiar con numerosas internas<br />
e intereses encontrados.<br />
Al poco tiempo y en circunstancias muy similares a las de Vandor, cae asesinado<br />
el dirigente sindical Alonso, con quien el nuevo titular de la CGT había<br />
mantenido reiteradas diferencias pero que por esos días habían comenzado<br />
a converger en la unidad. Dirá Rucci: “viste, la única vez que estaba en la justa,<br />
lo amasijaron”. En setiembre, sorprende con un documento que interpela<br />
a la Iglesia, las Fuerzas Armadas, los Estudiantes y los Obreros, y que recupera<br />
los ejes de un programa nacional, socializante y revolucionario como<br />
aquel de La Falda de 1957 que había ayudado a elaborar y que en términos<br />
de contenido estaba en sintonía con aquellos de Huerta Grande (1962) y de<br />
la CGT de los Argentinos. Será también el puntapié inicial para establecer<br />
diálogos institucionales con numerosas organizaciones de la sociedad civil,<br />
entre ellas la Iglesia.<br />
La conducción de Rucci en la CGT pondrá como eje central la vuelta de<br />
Perón, estrategia a la que deberá adaptarse todo el conjunto de tácticas<br />
circunstanciales, y que encontrará adversarios de diverso calibre e intensidad<br />
en los políticos neoperonistas, en los militares, en los sindicalistas “participacionistas”<br />
y tanto en el gremialismo “confrontacionista” como en el<br />
sindicalismo “clasista” de empresa.<br />
Aquellos que apuestan a “un peronismo sin Perón” y priorizan construcciones<br />
y alianzas políticas locales serán conocidos como “neoperonistas”,<br />
quienes –según Rucci- parece que “quieran trenzar con el Gobierno: nosotros<br />
no. Yo a los políticos no les doy ni la mano”. Durante el desarrollo de<br />
un acto en Tucumán, ciudad que visitaba para resolver un conflicto de la<br />
CGT Regional surgido a partir de la alianza de su secretario general con el<br />
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gobernador provincial, Rucci se apropia del micrófono y según consigna la<br />
crónica, recurre a “sus artimañas de orados de barricada”, pide un minuto<br />
de silencio “por los mártires y la compañera Evita”, entona la Marcha Peronista<br />
y “de allí en más el cónclave fue suyo”. Un activista presente declarará:<br />
“Cuando José se pone la camiseta peronista, mata”.<br />
En los tiempos de la dictadura del general Levingston y precisamente sobre<br />
los militares será tajante: “no tengo un solo militar amigo; ni siquiera un<br />
conscripto”.<br />
Sobre los “participacionistas”, quienes nunca perderán algún enlace negociador<br />
en los palacios de gobierno, Rucci tendrá duras declaraciones en un<br />
acto organizado en Salta: “hemos actuado hasta ahora como los agiotistas,<br />
que colocan la mercadería al mejor postor. El movimiento obrero es la niña<br />
bonita: todos la quieren sacar a bailar, incluso el gobierno con cargos graciosos.<br />
Fue la ocasión en la que los presentes corearon el siguiente cántico:<br />
“Vandor está en el cielo, Rucci en la pomada / y dentro de tres meses, Perón<br />
en la Rosada”. El dirigente Juan José Taccone, de Luz y Fuerza y considerado<br />
de aquella corriente, años después casi que realizará una confesión, al<br />
ponderar el acierto que significó la elección de Rucci como titular de la CGT:<br />
“le dio autenticidad al proyectar en la cúspide de la dirigencia gremial su<br />
imagen de base. Rucci supo conducir con habilidad a la CGT en medio de<br />
grandes contradicciones que se fueron presentando a medida que avanzaba<br />
el proceso político argentino en sus dos principales polos de atracción:<br />
peronismo en Puerta de Hierro y Lanusse, en Casa Rosada”.<br />
Durante una primera etapa del sucesivo gobierno de Alejandro Lanusse, el<br />
líder exiliado avalará una línea negociadora como forma de cerrarle el paso<br />
al sector más duro de las Fuerzas Armadas. En las sucesivas citas oficiales<br />
con Lanusse, el secretario de la CGT le exigirá la puesta en práctica de la ley<br />
de convenios colectivos -para una negociación libre sin topes ni arbitrariedades-<br />
y la liberación de los presos políticos y sindicales, entre ellos la del<br />
gráfico Raimundo Óngaro y la del cordobés Agustín Tosco, ambos públicos<br />
detractores de Rucci.<br />
Durante estos meses de la dictadura del liberal Lanusse, la CGT sufrirá reiteradas<br />
veces la suspensión de su personería legal y la retención de sus<br />
fondos, y será el mismo presidente de facto quien promoverá a un sector<br />
del peronismo encabezado por el inefable Guillermo Patricio Kelly a la difamación<br />
del titular de la central sindical, por ejemplo, acusándolo de ser<br />
propietario de estancias en Santa Fe y Punta del Este. Paradójicamente,<br />
buena parte de esta campaña injuriosa será retomada argumentativamente<br />
por sectores de la izquierda peronista y en la historia más reciente por el<br />
progresismo autóctono.
La cultura letrada ha reservado un singular espacio a la confrontación de<br />
modelos sindicales en torno a las figuras de Rucci y de aquel dirigente cordobés<br />
de Luz y Fuerza, Agustín Tosco. Alcanzará su momento más álgido<br />
en la publicación de dos solicitadas que el titular de la CGT le dedica a fines<br />
de 1972, una de ellas titulada “Las verdades escondidas tras el velo intelectualizado<br />
de dudoso dirigente gremial. A Ud. Señor Tosco me refiero”, y en<br />
el debate televisivo que los dos dirigentes protagonizan por el viejo Canal 11<br />
en el programa “Las dos campanas”. Dejando de lado las disputas ideológicas<br />
(incluso, Rucci se reconocerá “admirador de la revolución cubana” y ya<br />
que “apoyaría toda revolución destinada a la liberación del pueblo”), allí se<br />
presenta por un lado la práctica gremial de Tosco y de la izquierda gremial<br />
en general, que considera que el mandato de los trabajadores se expresa<br />
“en las bases mismas” y a nivel local ; y por otro lado, la posición de Rucci y<br />
de la mayoría del sindicalismo, quienes ponderan una movimiento sindical<br />
vertebrado en cuerpos orgánicos, con una CGT centralizada en el secretariado<br />
general, el Consejo Directivo y el Comité Confederal, y descentralizada<br />
con 75 delegaciones regionales.<br />
LEALTAD A PERóN: EL HOMBRE DE PERóN EN LA CGT, VUELTA, PACTO<br />
SOCIAL Y TRAGEDIA, 1972-73<br />
Pero una vez abierto el camino de apertura electoral, Perón dará un volantazo<br />
e implementará una línea más intransigente del peronismo: elecciones<br />
limpias o nada. Héctor Cámpora será designado su delegado personal, y<br />
abrigará al referente de los sectores juveniles, Rodolfo Galimberti, y al más<br />
leal de los sindicalistas, Rucci, en perjuicio de Lorenzo. Y esta táctica más<br />
dura ofrecerá como resultado la vuelta del líder a su patria el 17 de noviembre<br />
de 1972, día lluvioso en el que aquel alcortense de nombre José sonreirá<br />
felicísimo y cediendo un paraguas a su jefe y padre político dejará grabada<br />
en la memoria colectiva su lealtad política.<br />
Si bien públicamente parecía pasar a un papel secundario tras la designación<br />
de la fórmula Cámpora-Solano Lima, el sindicalismo peronista conservará<br />
un 25% de lugar en las listas electorales del 11 de marzo de 1973 y<br />
a los tres días del triunfo, Cámpora será recibido en la CGT, donde Rucci<br />
proclamará “el apoyo incondicional de los obreros al presidente electo”. Y<br />
fundamentalmente, Perón le encomendará a Rucci una doble tarea. Primero,<br />
homogeneizar la conducción de la CGT y de “las 62” bajo su lealtad,<br />
destronando “participacionistas” y evitando el crecimiento del clasismo y la<br />
izquierda sindical. En esta dirección, en febrero de 1973 se creará la Juventud<br />
Sindical Peronista y el propio Cámpora llegará a exigirle al gremialista<br />
cordobés Atilio López, del peronismo no ortodoxo, que abandone sus alianzas<br />
con sectores del clasismo y de la izquierda sindical.<br />
Y segundo, le pedirá terminar de pulir el Pacto Social con la Confederación<br />
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General Económica (CGE), que el 8 de junio se sellará con la firma del Acta<br />
de Compromiso Nacional, a menos de un mes de asumido el gobierno de<br />
Cámpora. Rucci declarará: “yo sé que con esto estoy firmando mi sentencia<br />
de muerte, pero, como la Patria está por encima de los intereses personales,<br />
lo firmo igual.”<br />
La segunda vuelta de Perón del 20 de junio terminará en una batalla a los<br />
tiros entre los sectores internos del peronismo. Aquel emblemático “Ezeiza”,<br />
donde un oscuro organizador (el Gral. Osinde) había buscado apoyo de<br />
seguridad en los barrabravas de la Juventud Sindical Peronista, significará<br />
efectivamente la sentencia fatal de Rucci para los sectores guerrilleros y<br />
de izquierda del peronismo, ya que públicamente terminará justificando el<br />
uso de armas en el acto. Sin embargo, no sólo el titular de la CGT siguió los<br />
acontecimientos desde la alejada sede de Azopardo sino que además buena<br />
parte de los grupos de seguridad ofertados por la JSP respondían más<br />
directamente a la UOM y al gremio SMATA que al propio Rucci e incluso un<br />
testimonio recabado por su único biógrafo desprejuiciado señala una fuerte<br />
discusión la misma noche de Ezeiza con Lorenzo Miguel, a quien le reprochará<br />
haber llevado armas largas al acto. Quizás la casi exclusiva acusación<br />
contra el jefe de la CGT se explique en el fluido vínculo que existía entre Lorenzo<br />
y la jerarquía de Montoneros y en la relación de lealtad inconmovible<br />
de Rucci con Perón.<br />
Desde sectores montoneros, se iniciará un trabajo de inteligencia para asesinarlo<br />
y se sucederán reiteradas críticas a Rucci desde la publicación partidaria<br />
El Descamisado. Vale mencionar que a principios de año, en una visita<br />
a de campaña a Chivilcoy, elRucci había titular de la CGT había perdido a su<br />
secretario personal e íntimo amigo, Osvaldo Bianculli, en un confuso enfrentamiento<br />
con militantes de la Juventud Peronista que se habían acercado<br />
a increparlo. Incluso la izquierda peronista lo insultará a cánticos frente a<br />
Perón durante el desfile militante realizado el 31 de agosto frente al balcón<br />
de la CGT y que había sido organizado como “gesto” de negociación y consenso<br />
entre la rama sindical –Lorenzo- y juvenil –Montoneros-.<br />
Al día siguiente del triunfo abrumador de la fórmula Perón-Perón, Rucci recibirá<br />
en la CGT un llamado de Perón, quien le solicitará la renuncia de todo<br />
el Consejo Directivo de la central y le manifestará: “yo no puedo empezar<br />
una gestión con dirigentes desprestigiados. A usted lo voy a reivindicar pero<br />
a los otros no”. Coherentemente leal al líder, Rucci responderá que “mi renuncia<br />
ya la tiene, voy por las otras”. Sin embargo, en la reunión de la tarde<br />
con la cúpula de la central, su reclamo será dilatado.<br />
Y al día siguiente, el martes 25 de septiembre de 1973, la tragedia lo esperará<br />
al salir de su casa de paso, ubicada a metros del cruce de las avenidas
Nazca y Avellaneda, en el barrio de Flores. Sin entrar en detalles y luego<br />
de haberse expuesto hasta hoy una diversidad de especulaciones -además<br />
de una publicitada pero sesgada investigación reeditada recientemente-, se<br />
puede afirmar que su asesinato estuvo a cargo de la regional Capital de las<br />
Fuerzas Armadas Revolucionarias, grupo guerrillero que poco antes se había<br />
fusionado a Montoneros, pero que a pesar del aparente conocimiento de<br />
esta conducción sobre el plan de asesinato, tenían aquellas FAR un modo<br />
de accionar relativamente autónomo.<br />
Aquel hombre llegado de Alcorta, había pasado sus últimos años durmiendo<br />
habitualmente en el último piso de Azopardo. Incluso había llegado a recibir<br />
gente en pijamas. Desde mayo de 1973 vivía con su familia en un pasillo<br />
al fondo de Flores, en una casa prestada por un amigo y colaborador como<br />
forma de evitar los viajes diarios a Ramos Mejía, donde estaba terminando<br />
de pagar un hogar propio. Quizás por esos pasos en falso que tan frecuentemente<br />
nos depara la historia, aquel sueño justicialista de la casa propia no<br />
pudo ser disfrutado en vida por quien quizás fue uno de los más generosos<br />
y entregados feligreses del peronismo.<br />
FORJANDO 82
83<br />
FORJANDO<br />
Bibliografía<br />
Beraza, Luis Fernando; José Ignacio Rucci, Buenos Aires, Vergara, 2007.<br />
Calello, Osvaldo y Parcero, Daniel; De Vandor a Ubaldini, Buenos Aires,<br />
CEAL, 1984, dos volúmenes.<br />
Cernadas Lamadrid, Jorge C. y Halac, Ricardo; Rucci y el sindicalismo, Buenos<br />
Aires, Perfil, 1986.<br />
James, Daniel; Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora<br />
argentina, 1946-1976, Buenos Aires, Sudamericana, 1990.<br />
Reato, Ceferino; Operación Traviata. ¿Quién mató a Rucci?, Buenos Aires,<br />
Sudamericana, 2012.<br />
Senén Gonzaléz; Santiago y Bosoer, Fabián; El Hombre de Hierro. Vandor.<br />
Rucci. Miguel. Brunelli, Buenos Aires, Corregidor, 1993.<br />
Senén Gonzalez, Santiago; “José Ignacio Rucci ´el soldado de Perón´”, en<br />
Todo es Historia, Buenos Aires, N° 314, setiembre 1993, pp. 8-22.<br />
Torre, Juan Carlos; El gigante invertebrado. Los sindicatos en el gobierno<br />
(1973-76), Buenos Aires, Siglo XXI, 2004.<br />
Verbitsky, Horacio; Ezeiza, Buenos Aires, Contrapunto, 1988.<br />
VV.AA.: Debate Rucci-Tosco, en Programa “Las Dos Campanas” (Canal 11), 13<br />
de febrero de 1973, desgrabación.
BANCARIOS<br />
“BAJO BANDERA”<br />
TRABAJADORES BANCARIOS<br />
MOVILIZADOS MILITARMENTE EN LA<br />
PROVINCIA DE BUENOS AIRES. (1958/59)<br />
por Osvaldo Cavasso<br />
Empleado en el Club Atlético Banco Provincia de Buenos Aires y Docente de la Facultad<br />
de Filosofía y Letras - Universidad de Buenos Aires.<br />
Investigador del movimiento obrero y de las relaciones entre el capital y el trabajo en la<br />
Argentina desde 1930 hasta 1976.<br />
Publicaciones: Nosotros también somos bancarios, IX Encuentro Nacional y III Congreso<br />
Internacional de Historia Oral de la República Argentina. Jornadas. Los usos de la<br />
Memoria y la Historia Oral, Bariloche, 2009.<br />
Trabajadores bajo bandera. De la huelga bancaria de 1959 al Plan CONINTES (1959-<br />
1960), En coautoría con Nicolás Ferraro. Buenos Aires, El Río Suena, 2011.<br />
Actualmente investiga a otros gremios “Bajo Bandera” como los ferroviarios y los del<br />
transporte colectivo de pasajeros.<br />
FORJANDO 84
85<br />
FORJANDO<br />
Este trabajo invita a profundizar el estudio de la movilización militar de los<br />
trabajadores a través de un caso emblemático: el conflicto que involucró<br />
al sector bancario durante la huelga de 1958/59 bajo el imperio del plan<br />
CONINTES en el ámbito de la provincia de Buenos Aires.<br />
Bancarios “Bajo Bandera” no solo es un esfuerzo por recuperar para<br />
nuestra memoria colectiva los testimonios orales de trabajadores bancarios<br />
apremiados militarmente sino que, además y gracias a los recursos aportados<br />
por el archivo de la Comisión Provincial por la Memoria, pretende dar cuenta<br />
de cómo se desarrolló el accionar represivo de las fuerzas de seguridad en la<br />
provincia de Buenos Aires para disciplinar a los bancarios en lucha.
CONINTES<br />
El Plan de Conmoción Interior del Estado (CONINTES) ha sido<br />
convencionalmente asociado a la intensa represión desplegada por el<br />
gobierno radical de Frondizi. Sin embargo, esta lectura impresionista impide<br />
concebir al fenómeno como un proceso represivo de largo plazo que refleja<br />
la tendencia a la militarización de las clases dominantes y que tiene sus<br />
orígenes, paradójicamente, en la reacción del gobierno peronista ante<br />
distintas situaciones conflictivas. Nosotros optamos por definir como Plan<br />
CONINTES al conjunto de la legislación que en el marco de la democracia<br />
liberal organiza el estado de excepción bajo control centralizado de las<br />
fuerzas armadas. No se trata de un paréntesis en la trayectoria institucional<br />
de la política liberal, sino de un instrumento de restablecimiento del<br />
orden y disciplinamiento con arreglo a objetivos particulares del bloque<br />
de dominación, contemplado por la misma democracia liberal. Tampoco<br />
creemos que se pueda hablar de una concesión producida por el<br />
condicionamiento permanente de un observante poder militar. Tanto el<br />
proyecto peronista como el proyecto desarrollista consideraban a las<br />
fuerzas armadas como pilares fundamentales de la reconstrucción nacional,<br />
y si el primero las involucraba como parte de la clase dirigente por su mismo<br />
origen castrense, el segundo llegó al poder en las condiciones de una<br />
democracia pretoriana, donde la tutela militar era un elemento ineludible<br />
a tener en cuenta. En todo caso, lo que durante el peronismo clásico se<br />
mantuvo como una herramienta de última instancia para la solución de<br />
conflictos que excedían los límites establecidos por un gobierno de amplia<br />
legitimidad para la clase obrera, bajo una democracia pretoriana que solo<br />
podía dar origen a gobiernos de legitimidad viciada o nula, la apelación a<br />
la coacción sistemática y coordinada se convirtió en un recurso estructural.<br />
Vale concluir que el radicalismo intransigente cristalizó la extensión de la<br />
situación de estado de excepción permanente en democracia cuyas bases<br />
había sentado el primer gobierno peronista.<br />
A continuación estos son los rasgos básicos del CONINTES:<br />
1. Declaración del estado de sitio total o parcial. Esto significa la<br />
necesaria institución del estado de excepción como condición<br />
para la aplicación de medidas extraordinarias.<br />
2. Intervención directa de las fuerzas armadas en la organización de<br />
la actividad represiva, subordinando a las fuerzas de seguridad y<br />
coparticipando del poder político. Esto suponía la reconfiguración<br />
del territorio nacional en zonas de distinto nivel de autoridad<br />
según el estado de la situación.<br />
3. Movilización militar de los trabajadores de los sectores estratégicos<br />
de la economía y la administración, con el consecuente<br />
FORJANDO 86
87<br />
FORJANDO<br />
sometimiento de los mismos a la justicia militar. Esto garantizaba<br />
un funcionamiento mínimo de la actividad y permitía llevar las<br />
sanciones más allá del límite impuesto por la justicia civil.<br />
4. Intervención de sindicatos y centrales obreras. Depuraciones de<br />
dirigentes obreros, detenciones y cesantías masivas y elaboración<br />
de listas negras.<br />
El gobierno de Frondizi es el primero que confiere un carácter sistemático,<br />
centralizado y de magnitud nacional a la militarización de los conflictos<br />
obreros. La intervención ocasional y parcial de las fuerzas armadas que<br />
puede apreciarse en los primeros gobiernos peronistas para reprimir<br />
conflictos que suponían un desborde de los límites doctrinarios establecidos<br />
por la conducción, deviene patrón constante de disciplinamiento por parte<br />
de un estado aliado al capital en una coyuntura política de exclusión de<br />
mayorías y frente a las tareas pendientes del desarrollo capitalista intensivo.<br />
En palabras del historiador norteamericano Robert Potash (1980),<br />
CONINTES resultó ser un estado de emergencia que asignaba el control<br />
directo de la represión del terrorismo, subordinando el poder de policía a<br />
las fuerzas armadas mientras otorgaba a los tribunales militares jurisdicción<br />
plena sobre civiles acusados de participar o promover actos subversivos.<br />
En nuestra consideración la clave está en la indefinición semántica del<br />
llamado “acto subversivo” que para nosotros no resulta ser inocente ya<br />
que por subversivo CONINTES terminó alcanzando a todo tipo de acción<br />
política y gremial tendiente a defender los derechos de los trabajadores<br />
frente al avance de las patronales.<br />
MOVILIzACION MILITAR DE LOS TRABAJADORES BANCARIOS<br />
Las huelgas bancarias de 1958/59 fueron estudiadas ya, en forma exhaustiva,<br />
por Omar Acha (2008) y Néstor Miguel Fiorenza (2011), luego de una<br />
breve síntesis del conflicto nos adentraremos en el tema que nos convoca y<br />
que, para nosotros, no ha merecido suficiente atención.<br />
En abril de 1959 la Asociación Bancaria llama a una huelga general habida<br />
cuenta que el Ministerio de Trabajo se negaba a otorgar un aumento de<br />
emergencia al gremio bancario y del seguro. Los directores de la banca<br />
oficial también se resistían a participar de las negociaciones paritarias en las<br />
que se discutían mejores condiciones laborales.<br />
La abrupta caída de los salarios reales (alrededor de un 26%), con una<br />
inflación cercana al 110%, provocó la reacción del sindicato que solicitó<br />
una inmediata recomposición salarial de emergencia en cumplimiento de
los acuerdos firmados para el levantamiento de la huelga de 1958 con el<br />
gobierno militar.<br />
Frondizi emitió el Decreto Nº 5.537 de estabilidad y disciplina del personal<br />
bancario, mejor conocido como “Decreto Blejer”, que modificaba el<br />
Decreto Nº 20.268 reglamentario de la Ley Nº 12.637. Con un fuerte<br />
contenido disciplinador, la norma consideraba inasistencias injustificadas<br />
la participación activa en huelgas declaradas ilegales por el Estado. Por<br />
ello se podía despedir al personal sin necesidad de sumario interno, con la<br />
sola intimación a presentarse a trabajar en un plazo de 24 horas. Se indicó<br />
también que se convocaría a personal militar para realizar las tareas, para lo<br />
cual el Ministerio de Defensa ordenó a todo el personal en situación de retiro<br />
que actualizara sus domicilios en un plazo no mayor de 72 horas.<br />
Desatado el conflicto gremial las fuerzas armadas movilizan militarmente<br />
a los trabajadores bancarios del siguiente modo, luego de tomar lista a<br />
los trabajadores reclutados, la autoridad militar de cada fuerza ponía a<br />
disposición de la autoridad laboral al trabajador bancario ya encuadrado,<br />
disciplinado y militarizado, es decir “Bajo Bandera”. Cumplida su misión la<br />
autoridad militar se retiraba del lugar. Lo breve y contundente del siguiente<br />
relato nos indica que existía, cuanto menos, una mínima coordinación<br />
entre las FF.AA, y las autoridades laborales, tal como lo apunta el siguiente<br />
testimonio: “De la Escuela Lemos hasta el Banco era el teniente quien<br />
nos pasaba lista en el hall y se desentendía, en el Banco teníamos otra<br />
autoridad militar, pero en la oficina yo seguía con mis jefes habituales<br />
del Banco.” En forma meticulosa los trabajadores “Bajo Bandera” eran<br />
ordenados, cuantificados y asignados por la autoridad militar: “Habíamos<br />
como doscientos porque estábamos las tres armas, estaba ejército, marina<br />
y aeronáutica, que éramos todos los que laburábamos en el Provincia,<br />
los que eran del Supervielle lo mismo, quizás menos, pero las tres armas,<br />
porque había muchos bancarios que eran militares, soldados, yo no era solo,<br />
cada cual a su banquito, me voy a imaginar como estábamos formados,<br />
estábamos formados por escuadras, ponele 50 marina, 50 aeronáutica y 50<br />
ejército, total 150 tipos que estábamos repartidos en cada una de las oficinas<br />
que nos mandaban.” No escapaba al conocimiento de los trabajadores<br />
bancarios la meticulosa organización y el nivel de información de quienes los<br />
estaban movilizando: “Ellos ya sabían que hacíamos y nos dijeron, vos, vos y<br />
vos al camioncito, y de la Escuela Lemos fui a parar al Banco. Nos formaban<br />
antes de entrar en el hall central del banco, saludábamos a la bandera, el<br />
capitán nos formaba, pasaba lista y nos íbamos a dormir a casa”. Escena<br />
que se repetía en el Banco Provincia de casa central: “Todos los bancarios<br />
en casa central que estaban cumpliendo servicio militar en cada arma,<br />
dependemos de Defensa Nacional, hay un capitán a cargo, un sargento, un<br />
cabo, y nosotros los soldados, entonces nos reúnen en la entrada de la calle<br />
FORJANDO 88
89<br />
FORJANDO<br />
San Martín, todos formados, y nos dicen que nos van a destinar a oficinas,<br />
dentro del Banco, y que cuando termine la jornada de labor tenemos que ir<br />
a dormir al Regimiento Patricios.”<br />
Las estrategias de las entidades bancarias para quebrar el movimiento<br />
huelguístico fueron varias.<br />
Por un lado, demoró la baja del personal en condiciones de jubilarse de<br />
la institución y, por el otro, aceleró el ingreso de nuevos empleados cuyos<br />
legajos <strong>revista</strong>ban en calidad de jóvenes aspirantes en los archivos de dicha<br />
oficina: “Mi ilusión era entrar al Banco, por eso durante la huelga, cuando el<br />
banco necesitó gente, nos comenzó a tomar. Yo entré al Banco sin dar el<br />
examen correspondiente. El examen lo di seis meses después.”<br />
No obstante estas medidas resultaron a todas luces insuficientes para<br />
detener el paro nacional bancario que se hacía cada vez más fuerte en las<br />
provincias de Córdoba y Santa Fe, pero sobre todo en el conurbano norte y<br />
sur de la provincia de Buenos Aires y en las localidades del interior provincial.<br />
CONINTES EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES<br />
En diciembre del año 2000 el archivo de la Dirección de Inteligencia de<br />
la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA, disuelta en 1998) fue<br />
puesto bajo la gestión y custodia de la Comisión Provincial por la Memoria<br />
(CPM), a partir de 20<strong>03</strong> el archivo fue abierto al público.<br />
Estudiando las fuentes suministradas, gracias a la desclasificación<br />
de documentos policiales secretos y reservados, podemos extraer<br />
antecedentes de suma importancia que nos permitirán explicar el plan<br />
represivo denominado CONINTES en el ámbito de la provincia de Buenos<br />
Aires contra los trabajadores bancarios en huelga.<br />
Las fuerzas armadas centralizaron su actividad de inteligencia interior<br />
y espionaje en la ciudad de La Plata, creando el Comando Central de<br />
Inteligencia. Dividieron la provincia de Buenos Aires en distintas zonas<br />
operativas de acuerdo a la densidad de población de trabajadores bancarios<br />
teniendo en cuenta la existencia de potenciales aliados pertenecientes a<br />
otros gremios. Para el área Capital y Conurbano Norte, los detenidos eran<br />
confinados en las unidades militares de “La Tablada” (Partido de La Matanza),<br />
“Escuela de Mecánica de la Armada” (ESMA, Capital Federal), “Regimiento<br />
Patricios” (Capital Federal) y la “Escuela del Cuerpo Profesional General<br />
Lemos” (Campo de Mayo) en tanto que el área Conurbano Sur era zona de<br />
influencia del Batallón de Comunicaciones con asiento en la localidad de<br />
City Bell y su zona de influencia respectiva eran las localidades de Lanús,
Berazategui, Quilmes y Lomas de Zamora, el interior de la provincia fue<br />
delimitado claramente en dos zonas operacionales de gran importancia<br />
Oeste y Norte, su centro de operaciones fue el Regimiento número 6 de<br />
infantería de Mercedes y Sur en las ciudades de Mar del Plata y Bahía<br />
Blanca. Las unidades regionales dependientes de la Policía de la provincia<br />
de Buenos Aires tenían por objeto cubrir las zonas densamente menos<br />
pobladas de trabajadores bancarios.<br />
Movilizar militarmente a los trabajadores bancarios en la provincia de<br />
Buenos Aires exigía un gran trabajo de inteligencia previo, los documentos<br />
policiales abundan en datos personales, domicilios particulares e historias<br />
únicas de militancia políticas y gremiales, creemos firmemente que la fuente<br />
de suministro de datos tan sensibles provenía de las mismas patronales<br />
públicas y privadas en conflicto con sus trabajadores. Tomemos por caso<br />
la denuncia realizada por el subgerente de un importante banco nacional<br />
de la ciudad de Bahía Blanca contra un trabajador de esa sucursal por el<br />
hecho de “Atentar contra la libertad de trabajo” contra el tesorero de la<br />
entidad, motivo suficiente como para que el empleado en cuestión haya<br />
sido detenido y procesado por la autoridad policial y militar. La denuncia,<br />
como es de rigor, es acompañada por los datos personales del denunciado<br />
aportados por la jerarquía del banco.<br />
Como se puede observar el leitmotiv del gobierno de Arturo Frondizi era<br />
frente a la medida de fuerza la defensa de la “libertad de trabajo”, obviamente<br />
los huelguistas al ofender la norma, a todas luces inconstitucional, se<br />
colocaban en abierta contradicción contra dicho principio. Los trabajadores<br />
en huelga eran “invitados” a reintegrarse a sus tareas habituales invocando<br />
el estado de conmoción interna, CONINTES. Quienes se resistían a dicho<br />
convite eran detenidos por atentar y conspirar contra la Seguridad Nacional<br />
del Estado. El sujeto movilizado bajo jurisdicción militar sería juzgado por<br />
tribunales de guerra o consejos de guerra especiales. Esto está claro en<br />
la siguiente apreciación que realiza un trabajador bancario movilizado<br />
en ese entonces cuando se le interroga sobre la posibilidad de ejecutar a<br />
un compañero de trabajo: “No, no es matar a una persona es matar a un<br />
enemigo, a una persona que produjera un ataque a los ferroviarios o a las<br />
fuerzas que estaban ahí, la función era proteger a los que estaban, estaban<br />
trabajando, los otros no estaban trabajando y yo no me iba a dejar matar por<br />
cualquier conflicto, mi vida es mi vida, era el plan Conintes, era un plan como<br />
en caso de guerra y en caso de guerra no hay tu tía, o es uno o es otro, esa<br />
era la elección, sino ¿Para qué ponen un centinela?”<br />
Por el testimonio de un trabajador bancario podemos suponer que su<br />
vida civil entraba en un estado de interrupción forzada, había sufrido una<br />
suspensión: “El estar bajo bandera significa que en caso de guerra si vos sos<br />
FORJANDO 90
91<br />
FORJANDO<br />
desertor, te pegan cuatro tiros y anda a cantarle a Gardel, esa es la ley de la<br />
guerra, acá en Estados Unidos, en Gran Bretaña, en todos lados.”<br />
De la documentación hallada en la (CPM) es de destacar la notoria y diligente<br />
actividad del Regimiento número 6 de Infantería de Mercedes a cargo del<br />
teniente coronel Juan. A. Pallerino quien ordena la detención de bancarios<br />
en huelga de varias localidades vecinas tales como Chivilcoy, Junín, Bragado<br />
y Pergamino. Este regimiento en particular no solo alojaba detenidos, sino<br />
que además realizaba una serie de tareas de inteligencia e infiltración que<br />
constaba de seguimientos personales entre la masa de los trabajadores<br />
no únicamente bancarios, también de la construcción y ferroviarios en<br />
localidades tan variadas como Gral. Pinto, Arenales, Viamonte, Gral. Villegas<br />
y otras. Los informes de inteligencia abundan en detalles personales tales<br />
como nombres y apellidos, domicilios particulares, actividades gremiales<br />
y políticas que, obviamente en este artículo decidimos omitir, la Unidad<br />
Regional VII de la localidad de Azul produce el siguiente informe al Director<br />
de la Central de Inteligencia con sede en La Plata: “ Informo al señor director<br />
que en esta jurisdicción continúa la huelga del gremio bancario, a raíz de<br />
este conflicto y de las características que ha tomado, sus dirigentes tratan<br />
de darle impulso manteniendo el mayor número posible de huelguistas, (…)<br />
el Secretario General de la asociación Bancaria de Azul se mantiene activo,<br />
visitando a sus compañeros separadamente, (…) Por el seguimiento de su<br />
itinerario nos enteramos que ayer estuvieron en la ciudad de Tandil, donde<br />
hicieron una reunión de bancarios en huelga, de Tandil, en el día de hoy,<br />
partieron por tren con destino a Tres Arroyos.”<br />
Con estos datos las fuerzas de seguridad elaboraban un perfil del bancario<br />
bonaerense utilizando categorías propias de la jerga de las fuerzas de<br />
seguridad, tales como, Personal que ofrecen mayor peligrosidad; Personal<br />
que ofrece peligrosidad en segundo plano y Personal que ofrece dudas.<br />
Desde Balcarce la Unidad Regional VI con sede en Mar del Plata informa a su<br />
superioridad que: “Entre los componentes de la delegación de la asociación<br />
Bancaria de Balcarce, no se encuentran hombres de actuación política, ni<br />
catalogados como terroristas, agitadores, saboteadores o perturbadores,<br />
como así tampoco cuentan en su haber actuación gremial saliente.”<br />
Esta información una vez colectada era derivada al Comando Central de<br />
Inteligencia ubicado en la ciudad de La Plata para su posterior evaluación.<br />
De ahora en más esta pesquisa pasará a engrosar los archivos de las fuerzas<br />
de seguridad en su conjunto y recurrentemente será utilizada tanto por<br />
dictaduras militares como gobiernos democráticos hasta el año 1998.<br />
CONCLUSIONES
Para concluir queremos destacar que la movilización militar de los trabajadores<br />
bancarios en la provincia de Buenos Ares, puso en funcionamiento una serie<br />
de acciones y puesta en escena de modos y formas que tuvieron como<br />
objeto quebrar el espíritu de lucha de los trabajadores bancarios.<br />
Los trabajadores que cumplían el servicio militar obligatorio fueron<br />
reclutados y con sus atuendos militares, armados en muchas ocasiones, y<br />
formados en escuadra saludaban el pabellón nacional en la puerta misma<br />
de la institución bancaria, los hacían sentir parte de la defensa nacional, se<br />
suponía que por sobre la patria no existía ningún interés mezquino y mucho<br />
menos gremial, el país vivía momentos difíciles y los trabajadores en general<br />
tenían un rol importante que cumplir: “Volviendo al tres de infantería aparece<br />
una huelga bancaria, y como sabían en el Ejército que yo era bancario juntan<br />
a todos los bancarios, le dan una pistola 45 dos cargadores y sable bayoneta,<br />
lo visten de gala y lo ponen en un micro, y lo reparten en cada banco, Banco<br />
Italia, Banco Francés, Banco Provincia, a mí me dejan en Banco Provincia,<br />
y en Banco Provincia están las tres fuerzas, ejercito, marina y aeronáutica.”<br />
Estar “Bajo Bandera” para un trabajador movilizado suponía un servicio<br />
impostergable para la Nación y por sobre ella no había otro tipo de<br />
consideraciones. El conjunto de decretos y leyes que crearon CONINTES<br />
hizo del derecho a huelga un delito. La movilización del personal bancario<br />
no era otra cosa que la militarización de los trabajadores. Estos quedaban<br />
sometidos al Código de Justicia Militar. Por esta razón la no obediencia a una<br />
orden sería sancionada o penalizada por analogía según la reglamentación<br />
militar. Los trabajadores que no estaban cumpliendo el servicio militar<br />
obligatorio y tozudamente desobedecían la orden de retornar a sus<br />
habituales labores eran espiados, perseguidos y encarcelados en unidades<br />
militares donde los rapaban, los uniformaban y los sometían a lo que era<br />
considerado una mínima instrucción militar: “En la Escuela de Mecánica de<br />
la Armada, nos preguntaron si quieren ir a trabajar o a Campo de Mayo,<br />
la mayoría nos pusimos del mismo lado, después en Campo de Mayo,<br />
estuvimos en el C7 de Caballería, nos pelaron, a los que tenían bigotes se<br />
los cortaron, nos trataban como extremistas, a los soldados les decían que<br />
éramos comunistas, nos hacían orden cerrado, después nos mandaron a<br />
hacer letrinas, a cavar la tierra y el día que llegaba la visita, nos apuntaban<br />
con las ametralladoras.”<br />
Por otra parte los documentos fotográficos son muy elocuentes, podemos<br />
ver a los bancarios detenidos recibiendo comida de sus familiares más<br />
cercanos, vestidos de fajina, compartiendo el obligado encierro en el<br />
batallón de comunicaciones de City Bell o en la Escuela de Mecánica de la<br />
Armada, confraternizando entre ellos, posando si se quiere para la foto, en<br />
FORJANDO 92<br />
PARA<br />
SEGUIR<br />
LEYENDO<br />
Salas, Ernesto.<br />
La Resistencia<br />
Peronista. La toma<br />
del Frigorífico<br />
Lisandro de la Torre.<br />
Buenos Aires,<br />
Retórica Ediciones /<br />
Altamira, 2006.<br />
Cgibuenosairesbpba<br />
Cincuentenario de<br />
la huelga bancaria<br />
de 1959. Huelgas<br />
Bancarias 1958-1959.<br />
Archivo de la <strong>revista</strong><br />
Bancarios del<br />
Provincia. Años 1958<br />
y 1959. (Colección<br />
disponible en el<br />
Museo Banco<br />
Provincia)
93<br />
FORJANDO<br />
clara actitud de desafío ante la autoridad militar, como manifestando “Aquí<br />
estamos y no nos van a doblegar”.<br />
Sin embargo fueron vencidos tras 69 días de lucha encarnizada, se produjeron<br />
más de 5 mil cesantías, sufrieron traslados masivos a zonas remotas del país y<br />
de la provincia de Buenos Aires y los que tuvieron la suerte de retornar a sus<br />
trabajos lo hicieron bajo condiciones humillantes, con sus renuncias sin fecha<br />
a disposición de las patronales bancarias de la época.<br />
Un profundo agradecimiento a F.M a S.T y a M.G. quienes ofrecieron su<br />
testimonio en forma desinteresada.
Schneider, Alejandro; Los compañeros. Trabajadores, izquierda y peronismo<br />
(1955 – 1973), Buenos Aires, Imago Mundi, 2006.<br />
James, Daniel; Resistencia e Integración. El peronismo y la clase trabajadora<br />
argentina (1946 – 1976), Buenos Aires, Siglo XXI, 2006.<br />
Fiorenza, Néstor; Miguel La lucha de los trabajadores de cuello duro durante<br />
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FORJANDO 94<br />
Bibliografía
95<br />
FORJANDO
MARTíN MASTINU:<br />
EL “TOSCO” DE<br />
LA zONA NORTE<br />
LA FORMACIÓN DE UN<br />
DIRIGENTE SINDICAL CLASISTA<br />
por Federico Lorenz<br />
Doctor en Ciencias Sociales (UNGS - IDES) y licenciado en Historia (UNLu), Investigador<br />
adjunto del CONICET y profesor de Historia en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Se<br />
especializa en temas de historia reciente argentina, en particular la guerra de Malvinas<br />
y la violencia política, y las relaciones entre historia, memoria y educación. Trabajó<br />
entre 1998 y 2010 en distintos proyectos de formación docente en el ámbito nacional y<br />
provincial. Es autor de Algo parecido a la felicidad. Una historia de la lucha de la clase<br />
trabajadora durante la década del setenta (1973-1978) (2013), Unas islas demasiado<br />
famosas (2013), Las guerras por Malvinas (2006, reedición 2012), Combates por la<br />
memoria. Huellas de la dictadura en la Historia (2007), Fantasmas de Malvinas, Un libro<br />
de viajes (2008) y Malvinas. Una guerra Argentina (2009). Es coautor de Educación<br />
y memoria: la escuela elabora el pasado (2004), Historia, memoria y fuentes orales<br />
(2006) y Cruces. Idas y vueltas de Malvinas (2007). En 2012 publicó Montoneros o la<br />
ballena blanca, su primera novela.<br />
FORJANDO 96
97<br />
FORJANDO<br />
los pobrecitos han muerto solamente/<br />
el tiempo se trepó a sus hombros para andar/ ellos<br />
cargaron vientos/ furias/ historias/ abiertos eran<br />
a la aventura del amor más grande/ sin olvidar el propio amor<br />
ni el amor propio/ orgullo o dignidad/ según/<br />
no fueron dioses sino hombres mujeres que<br />
necesitaban comer pan/ orinar/ vivir/<br />
hacer hijos en medio de la noche física y de la otra noche/<br />
no fueron perfectos ni mucho menos/ la mayoría ignoraba<br />
las leyes del materialismo dialéctico/ no habían leído<br />
el capital/ tartamudeaban en economía/<br />
pero la luz que caía de sus frentes<br />
sudadas/ rojas/ arrugadas/ pensando<br />
cómo batir al enemigo/ ayudar<br />
Juan Gelman, Ya caminando
EL INMIGRANTE ITALIANO<br />
El golpe del 24 de marzo de 1976 se ensañó con la clase obrera, pero diezmó<br />
en especial a una camada de dirigentes sindicales de base formados en las<br />
luchas desde finales de la década del sesenta, con un pico organizativo y<br />
de movilización en las jornadas del Rodrigazo (junio de 1975). Ellos fueron<br />
los protagonistas de un proceso de renovación y resignificación de la<br />
experiencia obrera y de sus formas organizativas y reivindicaciones. Dicha<br />
renovación -que fue una radicalización- produjo un violento enfrentamiento<br />
al interior de las fuerzas sindicales, ya que muchas de sus conducciones,<br />
definidas en la época como la “burocracia sindical”, vieron amenazado<br />
su liderazgo. Esta confrontación interna sólo fue interrumpida cuando el<br />
terrorismo de Estado avanzó sobre el conjunto de los trabajadores en un<br />
proceso de arrasamiento de su experiencia, que el economista Eduardo<br />
Basualdo califica como “revancha oligárquica”.<br />
Martín Mastinu, un trabajador naval, fue uno de estos dirigentes formados<br />
al calor de las luchas obreras de los años setenta. Había nacido en 1950 en<br />
Tresnuraghes, Cerdeña (Italia), y llegó de niño a la Argentina con sus padres,<br />
que se instalaron en la zona de Talar de Pacheco (Provincia de Buenos<br />
Aires), donde ya vivían varios de sus paisanos. Hacia 1970, Martín entró a<br />
trabajar a los astilleros Astarsa (Astilleros Argentinos Río de La Plata S.A.),<br />
los más grandes de la zona Norte. Allí rápidamente se ganó el respeto de<br />
sus compañeros. En un ambiente hostil con los jóvenes, él era considerado<br />
un buen trabajador, respetuoso de las jerarquías, y además inicialmente se<br />
inclinó por los delegados ortodoxos del Sindicato de Obreros de la Industria<br />
Naval (SOIN). Sin embargo, al poco tiempo de entrar al astillero comenzó un<br />
proceso de radicalización en el que fue decisiva la presencia de militantes de<br />
extracción marxista y peronista revolucionaria con los que Mastinu se vinculó.<br />
A principios de la década del setenta las figuras carismáticas como Mastinu,<br />
o con una formación y experiencia políticas ya consolidadas, como sus<br />
compañeros Juan Sosa (Chango) o Aldo Ramírez (La Fabiana), potenciaron y<br />
tendieron a dar cohesión a esfuerzos dispersos de militantes de base de larga<br />
presencia en los barrios y las fábricas, reuniéndolos en agrupaciones. Desde<br />
el punto de vista de las definiciones políticas, su composición reproducía<br />
el peso de distintos grupos políticos presentes en el área de influencia de<br />
los astilleros. Martín Mastinu era peronista y terminaría encuadrándose en<br />
Montoneros, al igual que Sosa, que originariamente militaba en un grupo<br />
marxista llamado Los Obreros. Otros trabajadores militaban en el Partido<br />
Socialista de los Trabajadores (PST), que se oponía a la lucha armada.<br />
Aldo Ramírez estaba vinculado al Movimiento Nueva Argentina de Dardo<br />
Cabo. Estos militantes y otros simpatizantes conformaron inicialmente una<br />
FORJANDO 98
99<br />
FORJANDO<br />
1. Morelli, Carlos ent<strong>revista</strong> con<br />
el autor, 2004.<br />
agrupación que con el nombre de “Frente Único Clasista” y luego “Lista<br />
Marrón” (común a las organizaciones clasistas de la época), disputaron el<br />
liderazgo del sindicato. Desde el punto de vista político, la base que los unía<br />
era fundamentalmente la oposición a la conducción del SOIN y la voluntad<br />
de construir una agrupación fuerte y combativa en el astillero, que luego<br />
pudiera disputar la conducción al gremio. En ese marco, la figura de Mastinu<br />
era clave: se trataba de un obrero respetado que hablaba con “los viejos” (lo<br />
respetaban por ser buen trabajador y paisano). Y era, fundamentalmente,<br />
un hombre de acción.<br />
En mayo de 1973, tras una intensa campaña de agitación en la que<br />
consiguieron instalar a sus primeros delegados, la “Lista Marrón”<br />
protagonizó un hecho político decisivo: un accidente de trabajo, en el<br />
cual un trabajador de Astarsa se quemó mientras soldaba en el casco de<br />
un barco en construcción, desencadenó la toma de la fábrica, que fue la<br />
primera en producirse durante el gobierno de Héctor Cámpora. Reclamaron<br />
el despido del cuerpo de seguridad e higiene, el control obrero de la<br />
producción, y la reincorporación de todos los trabajadores despedidos por<br />
motivos políticos. El contexto de la primavera camporista los ayudó: todas<br />
sus demandas fueron satisfechas, y su victoria los colocó en el ojo de la<br />
tormenta: se transformaron en un referente para las luchas de la zona, no<br />
solo sindical sino político. Más aún cuando decidieron encuadrarse dentro<br />
de la flamante Juventud Trabajadora Peronista, el frente sindical de los<br />
Montoneros. Como consecuencia de la toma, el Tano Mastinu se transformó<br />
en un líder no solo de “los navales”, sino de la zona norte.<br />
LIDERAzGO EN LA ACCIóN<br />
La historia de Mastinu muestra el modo en que la actividad política y<br />
sindical incidió de manera decisiva en la vida de muchos trabajadores. El<br />
Tano dirigente era alguien que había surgido entre ellos. También le decían<br />
el Tordillo: un trabajador calentón, hincha de River y peronista, “gritón” y<br />
“ligero de manos”, y no mucho más. Pero luego encontró su lugar en la<br />
política. Para Carlos Morelli, que era su ayudante (Mastinu era soldador<br />
calderero), y además su compañero de militancia que lo vio crecer como<br />
dirigente, estas fueron las claves de su ascenso: “El Tano era como un tipo<br />
que yo no puedo saber en que momento aparece descollando. Pero era un<br />
tipo que aparece teniendo las ideas sobre la marcha. Era un tipo que era<br />
como natural su forma de conducirse. Entonces ahí nomás decía ‘vamos<br />
a hacer esto’. El no era tanto de hablar de política. Él era claro que era<br />
peronista. ‘Esto está claro, a mí no me confundas. No rompamos los huevos,<br />
yo soy peronista.’Y él encaraba más para el lado de encarar para lo que tenía<br />
que ver con el trabajo, que bajar línea política. El Tano cuando iba a una<br />
asamblea se concretaba a hablar de la cosa”. 1
En la agrupación de trabajadores navales descollaron dos tipos de líderes.<br />
Aquellos con una importante formación y actividad política, que se<br />
proletarizaron o entraron a trabajar para conformar un núcleo de activistas<br />
sindicales, es decir: que llegaron al mundo obrero desde otra experiencia<br />
política. Otros, como el Tano, que crecieron en su actividad política a partir<br />
de distintos espacios de sociabilidad, en el que se mezclaban la convicción<br />
en la necesidad de sostener ciertas reivindicaciones y luchar por ellas,<br />
y el compromiso afectivo con quienes las impulsaban. Esta forma de<br />
construcción político-sindical conformó una realidad compleja, donde ni<br />
las categorías políticas ni morales o afectivas fueron suficientes, ya que los<br />
diferentes espacios se retroalimentaban de forma permanente. De allí que<br />
las figuras de líderes como el Tano Mastinu, que concentraban todas ellas,<br />
fueron piezas centrales de una construcción política sindical en la que la<br />
clase obrera construyó redes de militancia caracterizadas por un vínculo<br />
afectivo construido a partir de distintos espacios de sociabilidad y prácticas<br />
comunes, que la política atravesó de forma particularmente intensa en<br />
un momento especial de las vidas de millares de jóvenes: “No existía ni<br />
el sindicato, ni nadie. Éramos los compañeros” 2 . Y eran jóvenes. En 1973,<br />
el Tano tenía 23 años. Pero también como una marca de clase, para ese<br />
momento muchos de ellos ya estaban casados, y tenían hijos. Y como era<br />
un “grupo de amigos” que tanto participaba en política, como se reunía<br />
a hacer la losa para la casa de alguno de ellos un domingo, las fronteras<br />
se diluyeron allí también, lo que agravó dramáticamente el impacto de la<br />
represión cuando ésta comenzó a cercarlos.<br />
Esta construcción de legitimidad basada en el hacer común era un elemento<br />
que con posterioridad al año 1973 atrajo a muchos otros trabajadores, y<br />
muestra un ingrediente clave en la pertenencia al grupo: una identidad<br />
conformada a partir de la práctica común y sustentada, muchas veces, en<br />
valores éticos antes que políticos. Martín Mastinu era reconocido por sus<br />
cualidades como trabajador y era reconocido por los trabajadores como<br />
como uno más de ellos. Mastinu era un primus inter pares, que ganó espacios<br />
entre sus compañeros por sus características personales. Cercano al pulso<br />
de la fábrica, era una figura reconocida y respetada aún por los obreros que<br />
no eran parte del grupo de jóvenes trabajadores de la “Lista Marrón”.<br />
Un militante de los grupos de apoyo externos en tiempos de la constitución<br />
de la agrupación y la toma, explica el potencial político que tuvo esa<br />
combinación de elementos de liderazgo:<br />
Participé, más que como actor como testigo privilegiado,<br />
de la lucha de los obreros de los astilleros del Tigre, su<br />
influencia en el conjunto de la comunidad y la influencia<br />
FORJANDO 100<br />
2. Morelli, Carlos ent<strong>revista</strong><br />
con el autor, 2004.
101<br />
FORJANDO<br />
3. Slepoy, Carlos;<br />
comunicación personal,<br />
20 de febrero de 2010.<br />
que ejercieron en la teorización y puesta en práctica del<br />
control de la producción y la salud laboral (...) Pero sobre<br />
todo esa experiencia de un movimiento obrero conciente<br />
de sus derechos y que iba descubriendo la posibilidad de<br />
gobernar sus propias empresas y por extensión el país,<br />
en correspondencia con decenas de otras similares en<br />
otras empresa y lugares, materializaba a nuestros ojos la<br />
posibilidad de construcción del socialismo en nuestro país.<br />
Todo proceso social necesita de líderes. El de los astilleros<br />
fue, sin duda, el “Tano” Mastinu, aguerrido, carismático,<br />
confiado y confiable, querido por sus compañeros. Él y el<br />
“Chango” fueron, en mis recuerdos, quienes sintetizaban las<br />
ansias liberadoras de sus compañeros. 3<br />
COMPROMISO POLíTICO<br />
Estas visiones, sin embargo, no deben conducir solamente a idealizaciones<br />
o a miradas romantizadas. Mastinu, como miles, comprometió su vida en un<br />
proyecto político que fue derrotado. Este compromiso lo llevó a involucrarse<br />
orgánicamente en las prácticas militares de Montoneros, lo que generó<br />
importantes contradicciones a su principal base de legitimidad, que era la<br />
práctica sindical. Por ende, Mastinu era una figura pública, conocida en los<br />
astilleros, respetada por su presencia. Esto ocurría en una época en la cual<br />
la violencia estaba naturalizada, en sus distintos grados. Desde quemarse<br />
el antebrazo con cigarrillos para poder denunciar chispas en un espacio<br />
de trabajo y “ganar” horas insalubres, hasta las prácticas de “apriete” y<br />
“autodefensa”. Sobrevivientes recuerdan reuniones con los encargados de<br />
personal de los astilleros, o con representantes de la burocracia sindical,<br />
en las que antes de sentarse a hablar, como al descuido, ambas partes<br />
se quejaban de la “molestia” en la cintura y como quien no quiere la cosa<br />
dejaban un revólver en la mesa antes de empezar a hablar. Se trataba de un<br />
permanente ejercicio de acción y reacción en el que la fuerza, y no solo la<br />
capacidad de movilización, hacían su parte.<br />
Esta violencia, que era un aspecto de la dinámica de las luchas políticas, dejó<br />
de ser retórica y se agudizó, lo que inclinó, a muchos, Mastinu entre ellos,<br />
a participar más activamente en los aspectos militares de la lucha política<br />
y “descuidar” sus tareas sindicales. Se trataba de una tremenda discusión<br />
al interior de los grupos revolucionarios, un dilema que no era solamente<br />
ideológico o retórico, sino que costaba vidas. El contexto parecía darle la<br />
razón a los “fierreros”, entre los que estaba Mastinu. La creciente presión<br />
de la Triple A, así como la necesaria clandestinidad que involucraban las<br />
prácticas político-militares de la organización guerrillera Montoneros, fueron
aislando de sus bases a delegados como el Tano. A partir de la segunda<br />
mitad de 1974, los militantes sindicales estuvieron cada vez más absorbidos<br />
por otros tipos de tareas políticas, o político-militares, además de tener que<br />
incorporar a su cotidianeidad una gran cantidad de estrategias de seguridad,<br />
que los alejaron del mundo del trabajo. Pese a esto, la legitimidad del Tano<br />
era tan grande que a pesar de que su sindicato estuviera intervenido, a<br />
principios de 1975, fue elegido delegado paritario. Además, fue uno de los<br />
líderes que participó en las grandes movilizaciones producidas en la zona<br />
norte, durante los días del Rodrigazo.<br />
El 5 de noviembre de 1975, el Tano Mastinu, Aldo Ramírez y otro militante,<br />
Jorge Velarde, fueron secuestrados por una patota que los siguió desde la<br />
salida de Astarsa. El secuestro sucedió en un período especialmente álgido<br />
en la zona. Días antes Mastinu había encabezado una gran movilización a<br />
la sede del SOIN en reclamo de la normalización del sindicato intervenido<br />
y el compromiso de una fecha para llamar a elecciones. El 26 de octubre,<br />
Montoneros, mató a cinco policías de la Unidad Regional de Tigre, en las<br />
cercanías de la Catedral de San Isidro, que hacían la custodia de la Quinta<br />
Presidencial de Olivos. Mastinu, Ramírez y Velarde fueron liberados tras un<br />
día de desaparición. ¿Por qué, en una época en la que lo común hubiera<br />
sido que aparecieran muertos? Porque sus compañeros organizaron una<br />
importante movilización, en la que miles de trabajadores y sus familias se<br />
manifestaron en el centro de Tigre, mientras todos los astilleros pararon.<br />
Es muy probable que la masividad de esa acción, así como también el<br />
temor a la represalia de Montoneros, hayan producido el inusual hecho de<br />
su reaparición. Pero las señales eran claras. Que esa vez los secuestrados<br />
hubieran sido dos militantes reconocidos como Mastinu y Ramírez era una<br />
señal del aumento del peligro.<br />
Las consecuencias del secuestro de Mastinu fueron muy graves. Solo pudo<br />
volver a la fábrica intermitentemente. La Agrupación estaba descabezada.<br />
En el verano de 1976, fueron secuestrados y asesinados tres militantes<br />
navales, junto con la esposa de uno de ellos, perteneciente al gremio<br />
docente. Una patota acribilló al sacerdote que había oficiado la misa<br />
de los difuntos. Al poco tiempo, los responsables de la agrupación de<br />
navales hicieron una reunión en la que informaron a los trabajadores más<br />
comprometidos que un golpe era inminente, y que tenían dos opciones:<br />
incorporarse orgánicamente a Montoneros y clandestinizarse, o arriesgarse<br />
al asesinato. Pero esto plantaba un dilema, que debe ser tenido en cuenta<br />
para estudiar la experiencia de los trabajadores y militantes. Debían dejar<br />
el hogar, esposas e hijos, proyectos familiares que iniciaron en paralelo a<br />
su militancia en la agrupación. Todos elementos que no solo generaban<br />
condicionantes sino que eran constitutivos de la experiencia obrera, en la<br />
que el abandono de la juventud y la adquisición de la independencia pasaba<br />
FORJANDO 102<br />
PARA<br />
SEGUIR<br />
LEYENDO<br />
Basualdo, Victoria,<br />
Complicidad patronalmilitar<br />
en la última<br />
dictadura militar. Los<br />
casos de Acindar, Astarsa,<br />
Dálmine Siderca, Ford,<br />
Ledesma y Mercedes<br />
Benz, Buenos Aires,<br />
FETIA, marzo de 1996.<br />
Löbbe, Héctor, La<br />
guerrilla fabril. Clase<br />
Obrera e izquierda en la<br />
Coordinadora de Zona<br />
Norte del Gran Buenos<br />
Aires, Buenos Aires,<br />
Razón y Revolución,<br />
2006.<br />
Lorenz, Federico, Algo<br />
parecido a la felicidad.<br />
Una historia de la lucha<br />
de la clase trabajadora<br />
durante la década del<br />
setenta (1973-1978),<br />
Buenos Aires,<br />
Edhasa, 2013.
1<strong>03</strong><br />
FORJANDO<br />
4. Jorge Velarde,<br />
en Díaz, Rubén; Esos<br />
claroscuros del alma. Los<br />
obreros navales en la<br />
década del ’70. La Plata,<br />
El Sueñero, 1999, p. 91.<br />
por el matrimonio y la casa propia, sinónimo de la independencia económica<br />
de los padres. También marca los límites del acompañamiento al proyecto<br />
político revolucionario: no se trataba solamente de que la represión y los<br />
asesinatos de los escuadrones de la muerte los habían alejado de sus bases<br />
y ahuyentaban a los simpatizantes, sino que la propia práctica política se<br />
alejaba, por la dinámica de los acontecimientos, del interés, la comprensión<br />
y las posibilidades de los trabajadores. Una cosa era acompañar la toma<br />
por aumentos salariales, por la muerte de un compañero y por mejores<br />
condiciones de trabajo; y algo muy diferente, y no solo por la peligrosidad,<br />
era participar de la construcción de un ejército popular para instaurar el<br />
socialismo en la Argentina.<br />
Desde 1974, en vísperas del golpe del 24 de marzo de 1976, la agrupación<br />
ya había sufrido el asesinato de cinco militantes, y el secuestro y liberación<br />
de cinco, además de enfrentar un escenario crecientemente violento que<br />
los había ido confinando a ámbitos cada vez más reducidos. La fábrica ya<br />
no les pertenecía, en la calle eran marcados, secuestrados y asesinados, y<br />
sus viviendas, familias y entornos eran conocidos. En Tigre, estaban, como<br />
recuerda uno de ellos, “en una pecera”.<br />
LA DESAPARICIóN<br />
El secuestro de noviembre había afectado profundamente al Tano. Lo vieron<br />
en febrero, el día del velatorio de sus compañeros Titi, Hueso y Rosa, pero<br />
llegó a escondidas, y se fue rápido. Otras veces, se dejaba ver por el bar El<br />
Refugio, pero inmediatamente lo reconocían: era un sitio muy frecuentado<br />
por los obreros navales, y Mastinu una figura conocida y querida: “Se le<br />
veía el agobio, pero estaba, para que los de Astarsa, viejos y jóvenes, lo<br />
vieran”. 4 Delegado como pudo y hasta su fin, sin embargo, la tortura y las<br />
tensiones propias de la insegura clandestinidad en la que vivía, según sus<br />
compañeros, lo había “quebrado”.<br />
La forma en que Martín Mastinu fue perseguido, capturado y desaparecido<br />
también muestra una compleja red de relaciones que la represión<br />
aprovechó para potenciar su accionar. Desde su secuestro en noviembre de<br />
1975, Mastinu vivía oculto en las islas del Delta. Su cuñado, Mario Marras, le<br />
llevaba regularmente en lancha alimentos y noticias, y a veces alcanzaba a<br />
algunos de sus familiares para que lo visitaran. El 22 de mayo de 1976, una<br />
patrulla de la Prefectura llegó a buscarlo al arroyo Paicarabí. Allí se estaba<br />
escondiendo en la casa de un tío, Juan Masala, y estaba de visita su familia.<br />
Hombres de la Prefectura llegaron en dos lanchas de la compañía Interisleña<br />
vestidos de fajina y de civil. Al verlos acercarse el Tano huyó hacia el monte,<br />
y estos empezaron a los tiros. Asesinaron a Mario Marras, que murió con su<br />
hija en brazos. Mastinu consiguió esconderse en el monte, pero dos meses
después, el 7 de julio de 1976, lo secuestraron. Pocos días antes se había<br />
encontrado con su hermana en Pacheco, con ayuda del padre que lo había<br />
casado. Quería pedirle disculpas por ser el causante de la muerte de Mario.<br />
Quedaron en un nuevo y último encuentro, en casa de un primo que también<br />
vivía en la zona Norte. Pero un grupo de tareas obligó a Santina, la hermana<br />
de Martín, a llevarlos hacia él. Un ex obrero de Astarsa, al que Mastinu había<br />
ayudado por problemas laborales en varias ocasiones, era integrante del<br />
grupo. Su ex compañero y apresador ahora era integrante de la Prefectura. 5<br />
La represión no ahorró esfuerzos para atrapar a un símbolo como el Tano:<br />
secuestraron y torturaron a Rosa Zatorre, su mujer, en dos oportunidades.<br />
Ella desaprobaba la militancia de Mastinu. La primera vez estuvo<br />
desaparecida durante veinte días. La segunda la secuestraron en el Hospital<br />
de Niños, donde estaba cuidando a su hijo. Entre ambos episodios, uno de<br />
sus secuestradores la visitaba en la casa. Rosa llegó a escuchar la voz de<br />
su esposo durante el cautiverio, pues la torturaron delante de él. Santina,<br />
hermana del Tano y esposa de Mario Marras, también fue secuestrada dos<br />
veces. Los ruidos le permitieron reconocer el destacamento de Prefectura<br />
de Tigre como el lugar de su cautiverio.<br />
Cuentan sus compañeros que a Mastinu le decían “el Tosco de la Zona<br />
Norte”. Toda una definición.<br />
FORJANDO 104<br />
5. Carlo Figari, El Tano.<br />
Desaparecidos italiani in<br />
Argentina, Cagliari, AM&D<br />
Edizioni, 2000, página<br />
87 y ss.
105<br />
FORJANDO<br />
Bibliografía<br />
Basualdo, Victoria, Complicidad patronal-militar en la última dictadura<br />
militar. Los casos de Acindar, Astarsa, Dálmine Siderca, Ford, Ledesma y<br />
Mercedes Benz, Buenos Aires, FETIA, marzo de 1996.<br />
Díaz, Rubén, Esos claroscuros del alma. Los obreros navales en la década del<br />
’70. La Plata, El Sueñero, 1999<br />
Figari, Carlo, El Tano. Desaparecidos italiani in Argentina, Cagliari, AM&D<br />
Edizioni, 2000.<br />
Löbbe, Héctor, La guerrilla fabril. Clase Obrera e izquierda en la Coordinadora<br />
de Zona Norte del Gran Buenos Aires, Buenos Aires, Razón y Revolución,<br />
2006.<br />
Lorenz, Federico, Algo parecido a la felicidad. Una historia de la lucha de la<br />
clase trabajadora durante la década del setenta (1973-1978), Buenos Aires,<br />
Edhasa, 2013.
EL ASTILLERO RíO<br />
SANTIAGO, EL PROCESO<br />
DE ORGANIzACIóN<br />
SINDICAL DE BASE, LA<br />
ACCIóN COLECTIVA<br />
Y LA VIOLENCIA<br />
UNA PROYECCIÓN HACIA LA REGIÓN<br />
INDUSTRIAL DE LA PLATA, BERISSO<br />
Y ENSENADA.<br />
por Ivonne Barragán<br />
Licenciada en Historia por la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP).<br />
Becaria doctoral por la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA), proyecto de investigación<br />
¨Organización y prácticas de lucha obrera y sus vinculaciones con las políticas<br />
laborales en el Astillero Río Santiago (1964-1984)¨ con sede en el Instituto de Investigaciones<br />
Gino Germani (IIGG) de la Facultad de Ciencias Sociales (FCS-UBA) donde<br />
integra el proyecto de investigación UBACyT ¨Lógicas militantes, lógicas militares y<br />
formas del recuerdo, Lo político y la política en las décadas de 1960 y 1970¨ (2011-2014).<br />
Investigadora del Programa Estudios del trabajo, movimiento sindical y organización<br />
industrial y docente del equipo de capacitación y formación docente y sindical sobre<br />
historia del movimiento obrero en Argentina perteneciente al Área de Economía y Tecnología<br />
de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).<br />
FORJANDO 106
107<br />
FORJANDO<br />
1. Lema de la empresa<br />
hasta la década del<br />
ochenta.<br />
“Voluntad nacional construyendo para el mar” 1<br />
Este breve artículo propone abordar dos procesos sociales complejos en su<br />
interrelación en el trienio 1974-1976. La profundización de la organización y<br />
movilización de base de los trabajadores en la región de La Plata, Berisso y<br />
Ensenada a partir de la mirada posicionada en una fábrica de enorme relevancia<br />
como fue el Astillero Río Santiago y, de forma análoga, el despliegue<br />
de un proceso de prácticas disciplinadoras, coercitivas y represivas que<br />
apuntaron a la generación de las condiciones de posibilidad que constituyeron<br />
al Astillero Río Santiago en la fábrica con mayor número de desaparecidos<br />
del país.<br />
La dinámica de la acción y protesta obrera en la región de La Plata, Berisso<br />
y Ensenada constituye parte fundamental de la historia del movimiento<br />
obrero organizado en nuestro país a lo largo de todo el siglo XX. La reconstrucción<br />
de la trayectoria de organización de los trabajadores de una fábrica<br />
específica en esta región nos permitirá indagar sobre la naturaleza de la<br />
conflictividad de clase y sobre las modalidades de resolución por parte del<br />
Estado y de los llamados poderes económicos al desafío planteado por el
trabajo en el período de profundización de la conflictividad social y de la<br />
disputa entre capital-trabajo iniciado en el año 1969 y profundizado en el<br />
trienio 1973-1976. De este modo, desde la perspectiva de caso, abordaremos<br />
la historia de los trabajadores del Astillero Río Santiago (ARS), de la localidad<br />
de Ensenada, que durante el proceso de industrialización por sustitución<br />
de importaciones llegó a constituirse como el astillero más importante<br />
de América Latina.<br />
De este modo, proponemos reconocer brevemente el proceso de organización<br />
y movilización de los trabajadores del Astillero Río Santiago (ARS) de<br />
manera de iluminar el tramado de relaciones existentes entre los distintos<br />
colectivos obreros en la región y la constitución de nuevas formas de participación<br />
y lucha. Los años comprendidos entre 1973 y 1976 constituyen un<br />
recorte temporal específico y relevante a fin de pensar lo que proyectó la<br />
violencia política y sindical en el lugar de trabajo, de lo que fue productora<br />
y los elementos que irradió hacia una región de industrialización temprana,<br />
donde coexistían industrias dinámicas y vegetativas, y, donde sus trabajadores<br />
presentaban una larga trayectoria de organización sindical y participación<br />
política.<br />
EL ASTILLERO<br />
El ARS tuvo sus orígenes en 1933 en los talleres navales de la Base Naval de<br />
Río Santiago, ubicados al margen del río del mismo nombre, comenzó a funcionar<br />
como astillero en 1953 y junto con la Fábrica Naval de Explosivos de<br />
Azul (FANAZUL) integraron Astilleros y Fábricas Navales del Estado (AFNE).<br />
Su directorio se conformó por militares pertenecientes a la fuerza naval y tuvo<br />
como fundamento la necesidad de abastecimiento para las Fuerzas Armadas<br />
con producción nacional. En el año 1969 la empresa modificó su forma<br />
societaria y se constituyó como Sociedad Anónima del Estado con mayoría<br />
accionaria en poder del Ministerio de Defensa, finalmente, en 1976 el paquete<br />
accionario pasó al Comando en Jefe de la Armada.<br />
El astillero producía y reparaba unidades navales, civiles y militares, durante<br />
la última fase del proceso de industrialización sustitutiva (1964-1974) consolidó<br />
una diversificada producción de bienes de capital e insumos para<br />
industrias dinámicas como fueron grandes motores eléctricos, tanques de<br />
envase; elementos y maquinarias para la actividad ferroviaria; compuertas<br />
para diques; equipos de bombeo para la industria petrolera; fundición de<br />
aceros, hierros y metales; maquinaria para las industria del azúcar y del papel<br />
y la construcción de turbinas hidráulicas para centrales hidroeléctricas.<br />
La relación laboral en esta fábrica se caracterizó, en términos generales, por<br />
FORJANDO 108
109<br />
FORJANDO<br />
ingresos salariales comparativamente altos en relación con otras fábricas de<br />
la región; la existencia de posibilidades de movilidad, ascenso y promoción<br />
laboral; la formación técnica y estabilidad. El conjunto de condiciones beneficiosas<br />
en que se inscribía la fuerza de trabajo fueron institucionalizadas<br />
paulatinamente por la organización sindical mediante la negociación de tres<br />
convenios colectivos a partir del año 1971.<br />
El colectivo obrero del astillero se inscribía en el segmento calificado del<br />
mercado de trabajo y comprendía la necesidades productivas específicas<br />
de la reama: obreros fuertes, con destreza física, capacitación técnica, pericia<br />
para el manejo de las herramientas, abdicación frente a las condiciones<br />
adversas emergentes del proceso de trabajo –calor, gases tóxicos- y, por<br />
ende, casi excluyentemente varones. Hacia el promedio de la década del sesenta<br />
el astillero empleaba aproximadamente cinco mil operarios de planta<br />
permanente y tres mil empleados de empresas contratistas destinados a<br />
distintas áreas productivas. La actividad requería mano de obra especializada:<br />
torneros, caldereros, soldadores, mecánicos, carpinteros, electricistas,<br />
etc., oficios considerados de largo plazo en su formación y que su dominio<br />
se lograba en la materialidad del proceso de trabajo. El obrero se formaba<br />
en el taller como aprendiz bajo la guía de oficiales o a partir de su ingreso a<br />
la Escuela de Aprendices de fábrica que comenzó a funcionar el 30 de junio<br />
de 1953. El lugar central del trabajo de oficio en el proceso productivo parecía<br />
habilitar al trabajador calificado un importante margen de autonomía<br />
en el desempeño de la tarea productiva así como, el colectivo formado en el<br />
astillero, irradiaba sobre la región en su conjunto un sendero de aprendizaje<br />
tecnológico y subjetividad obrera.<br />
Los trabajadores del astillero, agremiados en la Asociación Trabajadores del<br />
Estado (ATE), se organizaron en un amplio arco de agrupaciones políticas.<br />
La representación gremial seccional se encontró en manos del llamado peronismo<br />
ortodoxo. Paralelamente, en la representación de base, avanzaron<br />
corrientes vinculadas a la izquierda tanto peronista como marxista. El crecimiento<br />
de sectores opositores a la burocracia sindical se desarrolló entre<br />
los años 1973 y 1975 donde los trabajadores del ARS profundizaron su proceso<br />
de organización de base y se generaron condiciones para que ciertos<br />
ordenamientos y relaciones de fuerza en el interior de la planta fueran<br />
cuestionados, hasta su interrupción con el golpe de Estado de 1976. En la<br />
estructura organizacional al interior de la fábrica los delegados por sección<br />
desarrollaron importantes funciones en la discusión de los convenios colectivos<br />
y de las condiciones de producción y trabajo. Las pre-paritarias,<br />
organizadas por sector de trabajo, se presentaron como un ámbito que permitió<br />
la participación y militancia de los nuevos representantes. Al interior<br />
de la fábrica activaban sindicalmente un amplio número de trabajadores<br />
en diferentes agrupaciones de base que funcionaron como receptoras y
marco de diversas orientaciones políticas, algunas hegemónicas en la dirección<br />
y otras subordinadas, que de todos modos incidían parcialmente<br />
en la dinámica interna de la fábrica. Entre las más renombradas podemos<br />
identificar la lista Azul y Blanca, vinculada a la derecha peronista; la lista Gris,<br />
que era un desprendimiento de la primera a partir de planteos pluralistas;<br />
la lista Celeste, perteneciente a la agrupación sindical Juventud Trabajadora<br />
Peronista (JTP) y la lista Marrón que respondía al Partido Socialista de los<br />
Trabajadores (PST), entre otras.<br />
ORGANIzACIóN SINDICAL DE BASE Y LA CONSTRUCCIóN DE UNA DI-<br />
NÁMICA REGIONAL. RECOMPOSICIóN HEGEMóNICA REPRESIVA<br />
El llamado Pacto Social fue firmado el 8 de junio de 1973 por la conducción<br />
de la central obrera Confederación General del Trabajo (CGT) y la central<br />
empresaria Confederación General Económica (CGE) tendiente a clausurar<br />
los aumentos de precios en los artículos de consumo masivo y las discusiones<br />
salariales por el término de dos años. Las direcciones de la mayoría<br />
de los sindicatos suscribieron al Pacto encontrándose rápidamente condicionados<br />
a la hora de vehiculizar los reclamos de las bases obreras en demanda<br />
de mejoras del ingreso y de las condiciones de trabajo. Durante el<br />
transcurso de 1974 los conflictos sindicales se recrudecieron en torno a las<br />
condiciones de trabajo, la equiparación de estatutos y convenios, la reclasificación<br />
de tareas y los premios a la producción, entre otras reivindicaciones<br />
que se encontraban directamente vinculadas al cuestionamiento de las<br />
conducciones sindicales y significaron un permanente recurso a la acción<br />
directa a fin de eludir los límites impuestos por el Pacto Social.<br />
De este modo, el recorte temporal propuesto en este artículo estuvo definido,<br />
en términos generales, económicamente por la vigencia del Pacto Social<br />
y socialmente por una intensificación del proceso de lucha de clases. En<br />
términos de especificidad del caso por una estrategia empresarial de incremento<br />
de la productividad obrera y la racionalización productiva paralelo a<br />
un crecimiento cualitativo y cuantitativo de la organización de base.<br />
En este marco los trabajadores del Astillero desarrollaron lo que podría denominarse<br />
un ciclo ampliado de conflicto que abarcó desde el mes de noviembre<br />
de 1974 hasta el mes de febrero de 1976. Durante el proceso de creciente<br />
organización sindical, que tuvo como marco la profundización de la<br />
lógica de violencia, los delegados por sección electos a partir del año 1973,<br />
que pertenecían a las líneas combativas, fueron agredidos por militantes de<br />
la agrupación sindical Azul y Blanca y, posteriormente, suspendidos por las<br />
autoridades del Astillero. La resolución a los golpes de las asambleas fueron<br />
tornándose cada vez más frecuentes, las amenazas a delegados de las co-<br />
FORJANDO 110
111<br />
FORJANDO<br />
2. El Peso Ley 18.188 fue<br />
la moneda vigente en la<br />
Argentina en el período<br />
1969-1983, popularmente<br />
conocido como peso ley.<br />
Cada peso ley equivalía en la<br />
denominación anterior a 100<br />
Pesos Moneda Nacional. Así,<br />
por ejemplo, los de 100, 500<br />
y 1.000 pesos m/n fueron<br />
convertidos a 1, 5 y 10 Pesos<br />
Ley respectivamente.<br />
Nota del editor: la autora<br />
menciona pesos moneda<br />
nacional aunque el sistema<br />
monetario usado entre 1969<br />
y 1983 era Pesos Ley 18.188<br />
rrientes combativas y el “apriete” por patotas marcaron crecientemente la<br />
dinámica de la acción gremial.<br />
Este ciclo, donde se desplegaron diferentes formas de protesta, movilización<br />
y lucha, tuvo como eje principal de la acción colectiva la defensa del<br />
nivel salarial de manera simultánea a un conjunto de acciones más desarticuladas<br />
por las condiciones de trabajo. Se sucedieron una serie de acciones<br />
que en el mes de noviembre de 1974 se iniciaron con un reclamo por cien mil<br />
pesos moneda nacional (m/n) 2 para todos los trabajadores sin distinción de<br />
los módulos de clasificación, a comienzos de 1975 los trabajadores la solicitud<br />
de un aumento masivo de emergencia y, nuevamente, mediados de año<br />
la cuestión del ingreso retornó al centro de la escena. En junio se solicitó un<br />
incremento que llevara el sueldo mínimo –peón- a los seiscientos quince mil<br />
pesos m/n más un plus de cinco mil pesos m/n por año de servicio.<br />
Algunas de las acciones de resistencia contra el deterioro del poder adquisitivo<br />
del salario se canalizaron mediante la conformación de nuevas<br />
formas de organización colectiva como fueron las coordinadoras interfabriles<br />
que nuclearon a delegados y comisiones internas regionales; donde<br />
sectores obreros del ARS confluyeron con la vanguardia del proceso en el<br />
territorio industrial regional. Estas coordinadoras plantearon una alternativa<br />
a las conducciones nacionales de los sindicatos, alcanzaron gran poder de<br />
organización y convocatoria. La constitución de la Coordinadora de Gremios,<br />
Comisiones Internas y Delegados en Lucha de La Plata, Berisso y<br />
Ensenada tuvo su inicio en una serie de luchas entre las que se destacó la<br />
llamada “huelga grande” llevada adelante durante 1974 por los trabajadores<br />
de otra importante fábrica de la zona, Propulsora Siderúrgica. Se sumaron<br />
prontamente trabajadores de la obra de ampliación de Petroquímica General<br />
Mosconi (agremiados en la UOCRA), la comisión interna del Hospital<br />
de Gonnet, delegados y agrupaciones combativas del Frigorífico Swift de<br />
Berisso, trabajadores metalúrgicos de SIAP y Kaiser Aluminio y obreros de<br />
la maderera de Corchoflex, entre otros.<br />
Ya en el mes de julio de 1975 el conjunto de medidas económicas implementadas<br />
por el Ministro de Economía Celestino Rodrigo generaron una serie de<br />
acciones de resistencia en todo el país. Los trabajadores del ARS vivenciaron<br />
dos procesos paralelos. Por un lado, el pronunciamiento de las divisiones<br />
internas y el enfrentamiento entre las distintas agrupaciones políticas al interior<br />
de la fábrica, por otra parte, la participación de un sector importante<br />
de los trabajadores en acciones colectivas de carácter regional. A partir de<br />
una asamblea con posiciones encontradas, pese a la oposición por parte de<br />
la burocracia, un sector importante de trabajadores del Astillero se movilizó<br />
a la sede de la CGT, en la Ciudad de La Plata en defensa de las Convenciones<br />
Colectivas de Trabajo suspendidas por el Gobierno Nacional y en defensa
de la Ley 14.250 de Convenciones Colectivas de Trabajo. En el camino se<br />
realizó una asamblea en la plaza Belgrano de la Ciudad de Ensenada, allí<br />
se sumaron operarios de Propulsora Siderúrgica. Llegando a La Plata se incorporaron<br />
trabajadores metalúrgicos de SIAP, Indeco, OFA, Batisti y Káiser<br />
Aluminio, entre otros. Llegaron las columnas de trabajadores de la obra de<br />
Petroquímica General Mosconi, de la Hilandería Olmos, Esniafa, Corchoflet,<br />
empleados públicos, docentes y no docentes de la Universidad Nacional de<br />
La Plata. De la ciudad de Berisso movilizaron los trabajadores del Frigorífico<br />
Switf, alcanzando la columna un número cercano a los 10.000 trabajadores.<br />
Una vez frente al edificio de la UOCRA, sede de la CGT regional, se constituyó<br />
una comisión de representantes que serían recibidos por la dirigencia<br />
sindical, seguidamente se aprestaron en el lugar distintas fuerzas de seguridad<br />
que comenzaron a arrojar gases lacrimógenos, dando inicio, de este<br />
modo, a una serie de enfrentamientos que se extendieron hasta entrada la<br />
noche. Desde el edificio de la UOCRA realizaron disparos contra la multitud,<br />
resultando en cuantiosos heridos y detenidos por la policía provincial,<br />
conociéndose, esta jornada, como El Rodrigazo de La Plata, Berisso y Ensenada.<br />
Apenas superados los hechos del Rodrigazo la dinámica de la acción<br />
colectiva se fue complejizando crecientemente en torno a las disputas por<br />
las condiciones de trabajo y por la defensa de los representantes sindicales<br />
víctimas del accionar represivo parapolicial. En el Astillero en la madrugada<br />
del 22 de agosto de 1975 estalló una bomba en la fragata Santísima Trinidad,<br />
aparcada para su construcción en el Astillero. Reivindicada por la organización<br />
Montoneros esta acción, sin víctimas fatales, generó una compleja<br />
trama de acciones y reacciones que profundizaron el clima represivo en la<br />
fábrica. La dirección instaló un infante de marina cada tres operarios trabajando,<br />
se incrementaron las intervenciones, las formas de seguimiento y se<br />
desarticulo fuertemente la organización sindical de base.<br />
En este marco, el enfrentamiento entre los distintos grupos sindicales se<br />
desarrolló de manera cada vez más virulenta, durante 1975, se concretó una<br />
clara concentración del poder por parte de los sectores ortodoxos del sindicalismo<br />
peronista. Un claro ejemplo, en íntima relación con el proceso de la<br />
Seccional de Ensenada y en el interior del Astillero, fue el proceso ocurrido<br />
en la Asociación Trabajadores del Estado a nivel regional. La Mesa Directiva<br />
de la CGT y las “62 Organizaciones” expulsaron al Secretario General<br />
de ATE La Plata. La agrupación gremial 26 de Julio denunció tal expulsión<br />
como parte de una maniobra de eliminación de cuadros sindicales combativos<br />
que tenía como objetivo último la intervención por parte del Consejo<br />
Nacional de ATE de la estructura local y la aplicación de la Ley de Prescindibilidad<br />
para continuar con el depuramiento de representantes de base.<br />
A partir de estos acontecimientos la nueva conducción gremial procedió a<br />
la remoción de delegados y comisiones internas de distintos sectores que<br />
FORJANDO 112<br />
PARA<br />
SEGUIR<br />
LEYENDO<br />
Basualdo Victoria (Coord.),<br />
La clase trabajadora<br />
argentina en el Siglo XX:<br />
Experiencia de lucha y<br />
organización, Buenos<br />
Aires, Cara o Ceca, 2011.<br />
Dicósimo Daniel<br />
y Simonassi Silvia<br />
(Comp.), Trabajadores<br />
y empresarios en la<br />
Argentina del siglo XX:<br />
indagaciones desde la<br />
historia social, Prohistoria<br />
ediciones, Rosario, 2011.<br />
Figari Claudia, Lenguita<br />
Paula y Cató Juan Montes<br />
(Comp.), El Movimiento<br />
obrero en disputa. La<br />
organización colectiva de<br />
los trabajadores, su lucha y<br />
resistencia en la Argentina<br />
del siglo XX, Ediciones<br />
Ciccus, Buenos Aires,<br />
2010.<br />
Lorenz Federico, Algo<br />
parecido a la felicidad. Una<br />
historia de la lucha de la<br />
clase trabajadora durante<br />
la década del setenta<br />
(1973-1978), Edhasa,<br />
Buenos Aires, 2013.<br />
AAVV: Dossier “Hacia un<br />
debate sobre el concepto<br />
de “burocracia sindical”,<br />
Revista Nuevo Topo N°<br />
17, 2010, disponible en<br />
formato digital en: http://<br />
nuevotopo.wordpress.<br />
com/
113<br />
FORJANDO<br />
3. El 13 de enero de 1976<br />
fueron asesinados los<br />
miembros de la comisión<br />
interna de Propulsora<br />
Siderúrgica Salvador “El<br />
Pampa” Delaturi y Juan<br />
Carlos Scaffide. Una solicitada<br />
de la Coordinadora<br />
interfabril denunció la ola<br />
de violencia creciente en<br />
la región: “Como ocurrió<br />
en Villa Constitución y<br />
Sierra Grande, como<br />
está ocurriendo en<br />
Córdoba y en todo el<br />
país, la ola de violencia<br />
desatada contra la clase<br />
trabajadora se acentúa en<br />
nuestra zona. Comenzó<br />
con las amenazas a los<br />
delegados De Charras y<br />
Marotte del Astillero Río<br />
Santiago; del compañero<br />
de la Comisión Directiva<br />
de AEMOPA Tamarit y<br />
los atentados contra la<br />
vivienda del delegado<br />
de Propulsora, Arturo<br />
Garín. Hoy es el macabro<br />
asesinato de los compañeros<br />
Salvador Delaturi y<br />
Juan Carlos Scaffide de<br />
Propulsora Siderúrgica<br />
S. A.; y ante esto la única<br />
respuesta oficial de la<br />
conducción de la CGT es<br />
el silencio” DIPBA, Mesa<br />
B, Carpeta 39, Legajo<br />
35 “Coordinadora de<br />
Gremios-Comisiones<br />
Internas y Delegados en<br />
lucha La Plata, Berisso y<br />
Ensenada”, Folio 10.<br />
eran considerados “elementos de izquierda infiltrados”. Mediante Resolución<br />
el Consejo Directivo de la Provincia de Buenos Aires de la ATE disolvió<br />
los cuerpos de delegados del Ministerio de Asuntos Agrarios, el Ministerio<br />
de Bienestar Social (Sede Central, Personal Administrativo), Hospital Alejandro<br />
Korn, Hospital Melchor Romero, Ministerio de Economía, Instituto de la<br />
Vivienda e Instituto de Previsión Social de la Provincia de Buenos Aires. De<br />
modo que los sectores gremiales combativos del sindicalismo regional debieron<br />
enfrentar muchas veces la expulsión de la estructura sindical formal,<br />
la embestida de las facciones más violentos del sindicalismo burocrático, las<br />
fuerzas paramilitares y, de manera creciente, la represión de las fuerzas de<br />
seguridad del Estado.<br />
Los trabajadores del Astillero iniciaron un nuevo conflicto el 29 de octubre<br />
de 1975 solicitando un sueldo básico para el peón de 1.200.000 pesos m/n.<br />
En el transcurso de una primera instancia del conflicto seis operarios de<br />
la lista Azul y Blanca fueron secuestrados. Los trabajadores se movilizaron<br />
masivamente en su defensa. Su aparición con vida coincidió con un extendido<br />
rumor de complicidad entre la patronal y la burocracia sindical en el secuestro<br />
a fin de condicionar las negociaciones y resultó en la intensificación<br />
de las medidas de fuerza en función del reclamo original. Durante la segunda<br />
instancia del conflicto, en noviembre de 1975, fueron secuestrados tres<br />
delegados, esta vez de las líneas combativas, Ángel de Charras de la sección<br />
de montaje, Silvio Marotte de la sección maniobras y Alcides Méndez Paz,<br />
técnico. El 13 de noviembre de 1975 fue asesinado en la ciudad de La Plata<br />
Mario Luis Noriega, trabajador del astillero. En este marco la patronal del<br />
astillero modificó radicalmente el orden de cosas y dio un golpe certero a<br />
la acción colectiva de los trabajadores a partir de la implementación de un<br />
lock out. Esta acción de la patronal constituyó una de las maniobras de mayor<br />
violencia simbólica y material hacia la fuerza de trabajo y tuvo efectos<br />
sobre su expresión colectiva al provocar un quiebre en la solidaridad.<br />
En los primeros días de 1976 un delegado integrante de la agrupación Celeste,<br />
Mario Peláez, fue secuestrado. Los trabajadores en asamblea resolvieron<br />
la presencia en la fábrica sin trabajar hasta la aparición con vida del<br />
representante sindical de base. Paralelamente participaron de asambleas y<br />
distintas formas de protesta por el secuestro y asesinato de delegados de<br />
la comisión interna de Propulsora Siderúrgica. 3 El 19 de febrero de 1976 fue<br />
asesinado el técnico del astillero Alcides Méndez Paz. El cierre de este ciclo<br />
de conflicto fue con el inicio de iniciaron un paro progresivo de dos horas<br />
por día por aumento salarial el 18 de marzo de 1976. Al día siguiente fueron<br />
asesinados tres operarios, Fortunato Agustín Andreucci, Jorge Pedro Gutzo<br />
y José Luis Lucero, delegados e integrantes de la agrupación Celeste. Finalmente,<br />
al cuarto día de implementada la medida de fuerza la continuidad<br />
de la misma se vio alterada nuevamente por el cierre de la planta implemen-
tado por el Directorio de AFNE y el Ministerio de Defensa en espera de la<br />
consumación del golpe de Estado.<br />
Durante el desarrollo de lo que denominamos como un ciclo ampliado de<br />
conflicto los secuestros y asesinatos de militantes y trabajadores constituyeron<br />
una constante que se entrecruzó con la dinámica de la acción colectiva.<br />
De este modo, en el Astillero, la organización del trabajo, la relación<br />
con la patronal, las relaciones políticas al interior de la fracción de clase<br />
allí empleada y con la conducción sindical regional y estuvieron marcadas<br />
por dinámica crecientemente violenta. Las características distintivas del<br />
empleador configuraron una modalidad de relación laboral que situó a la<br />
violencia como un componente estructurante. La implementación reiterada<br />
del lock out ante los conflictos salariales a partir de 1975 y la ubicación de<br />
infantes de marina en el proceso de trabajo fueron algunas de las acciones<br />
patronales tendiente a lograr la expulsión de la acción obrera del ámbito de<br />
la fábrica hasta su clausura definitiva de la misma por la dictadura militar.<br />
IDEAS FINALES<br />
La recomposición de los procesos de profundización de la organización sindical<br />
de base y la conflictividad regional nos permitió identificar algunas de<br />
las acciones patronales instrumentadas en el período. De este modo, la dirección<br />
del Astillero profundizó la acción coercitiva mediante el despliegue<br />
de distintas modalidades de violencia material y simbólica a fin de lograr<br />
la recomposición hegemónica y disciplinar en la fábrica. Las prácticas de<br />
control y vigilancia militar implementadas en la materialidad del proceso de<br />
trabajo tuvieron como objeto desarticular la organización sindical de base.<br />
Asimismo, la violencia impuesta por la dirección del Astillero asistió a la imposición<br />
de un modelo más reaccionario en la representación sindical sobre<br />
otro emergente y subversivo.<br />
El secuestro, la desaparición y asesinato de trabajadores a partir de 1974 y<br />
su profundización durante 1975 se constituyó en un factor decisivo para la<br />
erradicación de las condiciones de posibilidad del desarrollo expresiones de<br />
oposición al avance, en este caso dual, patronal-militar por parte de trabajadores<br />
con una compleja tradición de militancia sindical y política y modificó<br />
de cuajo el escenario de la acción colectiva de carácter regional e interfabril.<br />
El ciclo de conflicto ampliado que protagonizaron los trabajadores del Astillero,<br />
la participación de los sectores más movilizados en las nuevas instancias<br />
organizativas y el conjunto de contradicciones desplegadas al interior<br />
de este colectivo obrero nos permitieron abordar las formas en que la violencia<br />
represiva se expandió territorialmente sobre el movimiento obrero<br />
organizado en la región industrial de La Plata, Berisso y Ensenada en los<br />
FORJANDO 114
115<br />
FORJANDO<br />
4. Ver alegatos en representación<br />
de la querella en<br />
el Juicio a Miguel Osvaldo<br />
Etchecolatz, 22 de Junio de<br />
2007, Disponible en: URL:<br />
http://ceprodh.org.ar/<br />
download_file.php?f=IMG/<br />
pdf/Alegato_WV_myriam_<br />
bregman.pdf<br />
Las estimaciones indican<br />
que el saldo de las acciones<br />
represivas previas al Terrorismo<br />
de Estado y una vez<br />
consumado en el astillero<br />
hay cuarenta y cuatro trabajadores<br />
y representantes<br />
sindicales que permanecen<br />
desaparecidos y otros once<br />
fueron asesinados.<br />
años previos al terrorismo de Estado y cimentó condiciones de quiebre e<br />
indefensión que -sumadas a la singularidad de constituir el Astillero Río Santiago<br />
una empresa estratégica -baluarte- de la fuerza militar naval - constituyeron<br />
a esta empresa en la fábrica con mayor cantidad de trabajadores y<br />
representantes sindicales de base detenidos-desaparecidos del país. 4
Caffaso, María Elena; Astillero Río Santiago, Provincia de Buenos Aires,<br />
AFNE, 2004.<br />
Colom Yolanda y Salomone Alicia, “Las Coordinadoras interfabriles de<br />
Capital Federal y Gran Buenos Aires”, en Razón y Revolución N° 4, 1997.<br />
José Montes, Astillero Río Santiago. Su historia y lucha relatada por sus<br />
trabajadores, Buenos Aires: La verdad obrera, 1999<br />
Rodríguez Florencia, Slatman Melisa y Lascano Natalia, “Las Coordinadoras<br />
Interfabriles de Capital y Gran Buenos Aires (1975-1976): Un estado del arte”<br />
en Revista Theomai. Estudios sobre Sociedad y Desarrollo, Buenos Aires,<br />
2008.<br />
Russo Cintia, Trayectoria de una empresa del estado: Astilleros Río Santiago,<br />
XXI Jornadas de Historia Económica Asociación Argentina de Historia<br />
Económica Universidad Nacional de Tres de Febrero, septiembre de 2008.<br />
Schneider Alejandro, Los compañeros. Trabajadores, Izquierda y<br />
peronismo 1955-1973, Buenos Aires: Imago Mundi, 2005.<br />
Síntesis de la Economía Real Nº 51, Centro de Estudios para la Producción,<br />
SEPYME, Ministerio de Economía, Marzo 2006..Disponible en:<br />
http://www.cep.gov.ar/descargas_new/sintesis_economia_real/2006/<br />
p51_sintesis.pdf<br />
Werner Ruth y Aguirre Facundo, Insurgencia obrera en la Argentina, 1969-<br />
1976. Clasismo, coordinadoras interfabriles y estrategias de la izquierda.<br />
Buenos Aires: IPS, 2007.<br />
Informe CONADEP Nunca Más. Anexos, EUDEBA, Buenos Aires, 2006,<br />
Tomos I y II.<br />
FUENTES Y ARCHIVOS<br />
Archivo de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de<br />
Buenos Aires (DIPBA). Este es un extenso y pormenorizado registro del<br />
seguimiento realizado sobre hombres y mujeres a lo largo de medio siglo<br />
en la Provincia de Buenos Aires. La DIPBA fue creada en agosto de 1956 y<br />
funcionó hasta que, en el contexto de una reforma de la Policía de la Provincia<br />
de Buenos Aires en el año 1998, fue disuelta y cerrado su archivo. En el año<br />
2000 mediante la Ley 12.642 el Archivo fue desclasificado y se encuentra<br />
bajo custodia y gestión de la Comisión por la Memoria de la Provincia de<br />
Buenos Aires (CPM). En octubre de 20<strong>03</strong> se abrió su consulta al público, los<br />
documentos del archivo han sido y son aportes para las causas judiciales<br />
contra los responsables de delitos de lesa humanidad, la averiguación de<br />
datos referentes a las personas y la investigación histórica y periodística.<br />
http://www.comisionporlamemoria.org/archivo/<br />
Fondo Documental Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTySS),<br />
Dirección Nacional de Relaciones de Trabajo (DNRT), fondo Convenios<br />
Colectivos de Trabajo por actividad (CCTa). Convenio Colectivo de<br />
Trabajo entre Astilleros y Fábricas Navales del Estado S. A. y la Asociación<br />
FORJANDO 116<br />
Bibliografía
117<br />
FORJANDO<br />
Trabajadores del Estado N° 178/1971; N° 24/1973 y N° 91/1975. Disponibles<br />
en el Archivo Intermedio perteneciente al Archivo General de la Nación<br />
(AGN), Ministerio del Interior.<br />
http://www.mininterior.gov.ar/archivo/areas/intermedio
SAúL UBALDINI (1936-2006):<br />
UNA HISTORIA DE RESISTENCIA Y LUCHA<br />
DEL SINDICALISMO PERONISTA<br />
por Damián Oscar Santos<br />
Profesor de Historia, egresado de la Universidad de Buenos Aires. Se desempeña como<br />
docente, y es autor de trabajos sobre historia argentina y contemporánea. Columnista<br />
radial en temas de historia.<br />
FORJANDO 118
119<br />
FORJANDO<br />
El 16 de enero de 1959 fue ocupado el frigorífico Lisandro de la Torre<br />
por parte de sus siete mil trabajadores. La toma pretendía impedir la<br />
privatización de la empresa planteada por el gobierno de Arturo Frondizi.<br />
A la madrugada siguiente, un tanque Sherman de 35 toneladas fue<br />
lanzado contra los portones del edificio. El camino quedó así allanado<br />
para el ingreso de las tropas. Los trabajadores fueron desplazados, pero<br />
la resistencia se extendió a todo el barrio. Con el apoyo de los vecinos,<br />
Mataderos se transformó en un campo de batalla con barricadas, incendio<br />
de automóviles y colectivos. Un paro general en los tres días siguientes fue<br />
lanzado por las 62 Organizaciones Peronistas. Dirigentes y trabajadores<br />
fueron encarcelados. La lucha del Lisandro de la Torre se constituyó en uno<br />
de los acontecimientos paradigmáticos de la resistencia obrera del período<br />
posperonista. Entre los miles de trabajadores del frigorífico se encontraba<br />
un joven de 25 años llamado Saúl Ubaldini.<br />
Nació el 29 de diciembre de 1936, y se crió en el barrio de Mataderos.<br />
En su escuela, en cuarto grado, fue reconocido como el mejor alumno
y condecorado por Eva Perón en el Teatro Colón. Obtuvo también como<br />
premio un viaje a Mar del Plata, que le permitió conocer por primera vez esa<br />
ciudad junto a su madre. Terminados sus estudios en la escuela industrial,<br />
ingresó en 1956 al frigorífico Lisandro de la Torre, en el cual trabajaba<br />
su padre. A partir de 1957 fue convocado al servicio militar por más de<br />
dos años. Al finalizar, retornó al frigorífico y fue elegido como delegado<br />
en las paritarias. Entre 1964 y 1969, período de crisis de la industria de la<br />
carne, trabajó en diferentes establecimientos de la carne. En 1970 cruzó<br />
el Riachuelo y cambió de gremio al ingresar a la Compañía Argentina de<br />
Levaduras SA, en Lanús. Desde allí accedió a la Federación de Trabajadores<br />
Cerveceros en la que ocupó el cargo de Acción Social en 1974. Más tarde<br />
sería el Secretario Gremial y del Interior. A partir de 1975 fue representante<br />
de los cerveceros en las 62 Organizaciones Peronistas.<br />
1976-1983: REPRESIóN OBRERA Y CONFRONTACIóN AL GOBIERNO<br />
MILITAR<br />
El movimiento obrero organizado fue uno de los sectores principalmente<br />
afectados por el plan sistemático de represión instalado en el país a partir<br />
de 1976. En ese marcoUbaldini fue encarcelado como otros trabajadores<br />
y dirigentes sindicales, que incluso en muchos casos fueron asesinados o<br />
desaparecidos. Numerosos sindicatos y la propia Confederación General<br />
del Trabajo (CGT) fueron intervenidos, el derecho a huelga fue prohibido,<br />
las negociaciones colectivas suspendidas, y una nueva legislación pretendía<br />
interferir en el control sindical de las obras sociales. A pesar de todo ello,<br />
hacia fines de ese año surgieron conflictos laborales en el sector automotriz<br />
y eléctrico. Los reclamos se basaban en aumentos salariales ante la caída<br />
del poder adquisitivo generada por la inflación. Los militares despidieron<br />
a los huelguistas y delegados, y muchos trabajadores fueron perseguidos.<br />
Las políticas laborales implementadas por el gobierno militar provocaron la<br />
pauperización de las condiciones de trabajo y la anulación de los derechos<br />
de los trabajadores. Anuladas las convenciones colectivas de trabajo y sin<br />
derecho a la protesta, los aumentos de sueldo fueron establecidos por el<br />
gobierno. Este cambio produjo un marcado retroceso en el salario real.<br />
Por otra parte, el gobierno autorizó a las empresas a determinar aumentos<br />
salariales más allá de los fijados de forma oficial. La diferenciación en los<br />
sueldos planteada a partir de esta norma promocionó la fragmentación de<br />
los trabajadores. La represión, el control de los salarios, y la atomización del<br />
movimiento obrero fueron condiciones necesarias para la reducción de la<br />
participación de los asalariados en el ingreso nacional. Mientras que en 1975<br />
fue del 44%, en 1982 se redujo al 22%.<br />
La actitud de la dirigencia sindical frente al gobierno militar no fue<br />
FORJANDO 120
121<br />
FORJANDO<br />
homogénea. Un grupo de dirigentes se mostraba proclive al diálogo con<br />
el gobierno, mientras que otro sector sindical profundizaba su oposición al<br />
nuevo régimen.<br />
A pesar del contexto de represión, el gobierno convocó en 1976 a dirigentes<br />
sindicales para conformar la delegación que debía asistir a la asamblea<br />
anual de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de ese año. Este<br />
organismo convocó a delegaciones de varios países que fueron integradas<br />
por representantes del ámbito estatal, empresarial y gremial. El primer<br />
sector sindical, de tendencia “dialoguista”, proporcionó los hombres de la<br />
delegación. Por su parte, el sector “confrontacionista” definió la formación de<br />
la Comisión Nacional de las 25 organizaciones, conocida como la Comisión<br />
de los 25, que propuso desconocer las intervenciones a los gremios.<br />
Ubaldini formaba parte de este grupo como delegado de los cerveceros.<br />
Al año siguiente, los representantes sindicales no fueron convocados para<br />
dicha reunión. Corrientes sindicales internacionales denunciaron en aquel<br />
momento la represión de los militares al sindicalismo y trabajadores. Luego,<br />
con la intención de reducir la crítica internacional, dirigentes sindicales<br />
fueron nuevamente convocados para concurrir a la reunión de la OIT de<br />
1978. En aquel año el Gobierno estableció vías de diálogo con el sector<br />
“participacionista”, que conformaron hacia fines de ese año la Comisión<br />
Nacional del Trabajo (CNT). Mientras tanto, el sector “confrontacionista”<br />
fundó ese mismo año el Movimiento Sindical Peronista (MSP) que organizó<br />
la primera huelga general de 24 horas al régimen militar en abril de 1979. Una<br />
semana antes, los organizadores fueron citados al Ministerio de Trabajo y<br />
a la salida del encuentro fueron encarcelados. Esto ocasionó que la huelga<br />
finalmente se llevara a cabo. Si bien su alcance fue parcial, el impacto se<br />
registró en el ámbito político ya que significó el retorno de la protesta social<br />
al espacio público en un contexto represivo.<br />
A fines de 1979 fue sancionada la Ley nº 22.105 que disolvió la central sindical<br />
argentina, la Confederación General del Trabajo (CGT). Los sindicatos no<br />
fueron eliminados, pero la norma pretendió excluir la actividad política<br />
interna, así como limitar sus recursos económicos al inhibir la gestión gremial<br />
de las obras sociales. La amenaza que significó la nueva legislación aceleró<br />
un proceso de reunificación de ambos grupos sindicales que convergieron,<br />
en septiembre de 1979, en la Conducción Unificada de los Trabajadores<br />
Argentinos (CUTA). Pero la falta de acuerdos sobre las tácticas para<br />
enfrentar los postulados de la ley provocó su pronta ruptura en abril de 1980.<br />
A pesar de la ilegalización, en noviembre de 1980 el grupo “confrontacionista”<br />
reconstituyó la Confederación General del Trabajo, conocida como CGT-Brasil<br />
en referencia a la calle en que se encontraba su sede. Saúl Ubaldini fue elegido<br />
secretario general y en julio de 1981 la central declaró la segunda huelga
general contra el gobierno militar. En esta ocasión se alcanzó un importante<br />
nivel de acatamiento. El 7 de noviembre de aquel año fue convocada<br />
la primera manifestación abierta contra el gobierno. Los organizadores<br />
aprovecharon la tradicional marcha a la Iglesia de San Cayetano en el barrio<br />
porteño de Liniers para eludir el marco represivo. Bajo el lema “Pan, Paz y<br />
Trabajo” se reconfiguró el acto religioso en un acto político.<br />
En el año 1981, en respuesta a las consecuencias del plan económico de<br />
Martínez de Hoz aparecieron voces críticas hacia el gobierno militar, al<br />
tiempo que las disidencias internas en las Fuerzas Armadas sobre el rumbo<br />
a seguir se convertían en confrontaciones directas. Fue en ese marco que la<br />
CGT-Brasil convocó a un paro general y movilización a Plaza de Mayo para<br />
el 30 de marzo de 1982. 30.000 personas se plegaron a la manifestación<br />
que tuvo como corolario la represión y detención de muchas de ellas.<br />
En este particular contexto, es posible entender la recuperación militar de<br />
las Islas Malvinas como una “fuga hacia adelante” del gobierno militar. A<br />
partir de un reclamo ampliamente compartido por la sociedad argentina, la<br />
Junta Militar pretendía amalgamar a todos los sectores detrás de una causa<br />
que desplazara a un segundo plano a las críticas y las disputas existentes<br />
hasta entonces. El nuevo escenario planteado a partir del 2 de abril colocó<br />
entonces en una situación incómoda a las escasas voces críticas de aquel<br />
momento. La CGT fue uno de los tantos sectores que apoyaron al gobierno<br />
al destacar el carácter reivindicatorio y patriótico de la iniciativa militar. Saúl<br />
Ubaldini integró la delegación que pocos días después del comienzo del<br />
conflicto viajó a las Islas.<br />
La derrota de Malvinas significó la finalización del tiempo político del<br />
gobierno militar. La transición hacia la democracia, iniciada a partir<br />
del anuncio de las elecciones de octubre de 1983, se desarrolló con<br />
los sindicalistas como protagonistas de la recomposición del Partido<br />
Justicialista. Diversos análisis coinciden en asignar un peso trascendental a<br />
la decisión de Lorenzo Miguel que consistió en presentar a ítalo Argentino<br />
Luder como el candidato justicialista a presidente.<br />
1983-1989: LUCHA SINDICAL Y OPOSICIóN POLíTICA AL GOBIERNO<br />
RADICAL<br />
El comienzo del período democrático reconfiguró el rol del sindicalismo.<br />
La primera derrota electoral peronista en elecciones libres provocó el<br />
surgimiento de críticas internas y la fragmentación del partido. Esto impidió<br />
su presentación como principal actor político de oposición al gobierno. Ese<br />
rol fue asumido entonces por el sindicalismo peronista siempre intransigente<br />
con las políticas del gobierno de Raúl Alfonsín. El enfrentamiento entre el<br />
FORJANDO 122
123<br />
FORJANDO<br />
movimiento obrero organizado y el gobierno nacional se nutrió tanto de<br />
reclamos del mundo del trabajo como así también de disputas propias del<br />
campo político. Entre 1984 y 1988 la CGT organizó trece paros generales.<br />
La ofensiva sindical se propuso recuperar la participación salarial que<br />
el movimiento obrero supo alcanzar en tiempos previos a 1976, cuando<br />
los trabajadores obtenían el 44% del ingreso nacional total. Aquella<br />
reivindicación histórica era realimentada en el nuevo período democrático<br />
por niveles crecientes de inflación que impactaban negativamente en<br />
el poder adquisitivo de los trabajadores. En cuanto a la disputa política, el<br />
enfrentamiento se desató rápidamente ante el intento oficial de reestructurar<br />
las organizaciones internas de los sindicatos con el objetivo de democratizar<br />
los procesos de selección de representantes. El proyecto, propuesto por el<br />
Ministro de Trabajo Antonio Mucci y enviado al Congreso en diciembre de<br />
1983, estableció el voto secreto, directo y obligatorio de los trabajadores, la<br />
participación de las minorías en la dirección de los gremios, la limitación de la<br />
reelección y la fiscalización de los comicios por el Estado. La iniciativa oficial<br />
fue asumida por el campo sindical como una amenaza a los pilares del poder<br />
de los dirigentes. Fue en ese contexto en el cual se produce la unificación de<br />
la CGT-Brasil de Ubaldini y la CGT-Azopardo, entidad formada por el sector<br />
“dialoguista” durante el gobierno militar y liderada por Jorge Triaca. Para esta<br />
nueva central unificada se estableció una conducción conjunta de cuatro<br />
secretarios generales: Ubaldini, Triaca, Borda y Baldasini. El proyecto de ley<br />
fue detenido en una cerrada votación en la Cámara de Senadores en marzo<br />
de 1984, luego de su aprobación en Diputados.<br />
En mayo de 1985, el gobierno nacional anunció un programa de<br />
estabilización económica conocido como Plan Austral. Con el principal<br />
objetivo de controlar la inflación fueron congelados los precios, salarios,<br />
y tarifas de servicios públicos. La nueva política económica recibió la<br />
oposición del sindicalismo. En agosto la CGT organizó un paro general en<br />
contra del Plan Austral y presentó un “plan alternativo” de 26 puntos que<br />
incluía aumentos salariales, moratoria de los pagos de la deuda externa,<br />
créditos para los industriales, incentivos a los productores agrícolas, entre<br />
otros aspectos. A pesar de las críticas sindicales, el nuevo rumbo económico<br />
obtuvo resultados positivos, pero solo por unos pocos meses. Desde fines<br />
de aquel año y principios de 1986 se registraron índices de aumento de<br />
precios. Renacieron las pujas corporativas entre empresarios y sindicalistas<br />
que realimentaron la inflación y determinaron el fracaso del plan.<br />
En 1986 los sindicatos encararon una fuerte embestida en demanda de<br />
aumentos salariales al mismo tiempo que lanzaron una ofensiva política<br />
contra el gobierno. Cuatro paros generales fueron declarados a lo largo de<br />
ese año. Las acciones del sindicalismo en el escenario público convivían por<br />
entonces con un proceso de normalización de las propias organizaciones,
luego de las intervenciones militares. Si bien muchos sindicatos habían<br />
regularizado su situación, no había llegado aún el turno de la propia central<br />
sindical. La ausencia de definiciones oficiales en este sentido permitió que<br />
el control de la CGT se llevara a cabo a partir de la competencia de los<br />
referentes gremiales. De este proceso de selección surgió Saúl Ubaldini<br />
como secretario general de la normalizada central de los trabajadores en<br />
1986. Son diversas las interpretaciones que pretenden explicar este ascenso.<br />
Algunas de ellas conjeturan que su presencia activa en la última dictadura<br />
militar, y su protagonismo en la definición de la estrategia sindical frente<br />
al gobierno radical otorgaron al dirigente cervecero un reconocimiento<br />
suficiente entre sus pares. En cuanto a las pujas internas, su procedencia<br />
de un gremio con escaso peso propio permitió que su figura actuara como<br />
punto de equilibrio entre las distintas corrientes dentro del sindicalismo.<br />
En 1987 uno de los principales dirigentes del sindicato de Luz y Fuerza<br />
fue convocado para ocupar el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. El<br />
gobierno nacional pretendía así cerrar uno de los tantos frentes de conflicto<br />
abierto por aquel entonces: levantamientos militares, reaparición de la<br />
inflación, deuda externa, presión empresarial. A través de la negociación, los<br />
dirigentes lograron su inserción en el gobierno para propiciar la restitución de<br />
las leyes sindicales que regulaban la actividad de las propias organizaciones.<br />
Esta legislación fue suspendida durante el gobierno militar, y el retraso en<br />
su reinstalación en democracia se debió a la resistencia radical por asignar<br />
a los sindicalistas las importantes atribuciones que dichas leyes aseguraban.<br />
Los representantes sindicales se alejaron del gobierno luego de la derrota<br />
radical en las elecciones parlamentarias de ese año. De todos modos,<br />
quedaron preparadas y acordadas las leyes de negociación colectiva, de<br />
asociaciones sindicales, y de obras sociales, que fueron aprobadas por el<br />
Congreso entre 1987 y 1988.<br />
El triunfo justicialista en las elecciones parlamentarias de 1987 ubicó al<br />
peronismo como alternativa real de gobierno. Previamente a esa victoria en<br />
las urnas, se había iniciado dentro del partido un proceso de transformación<br />
a partir de disputas internas. A partir de 1985 surgió una línea interna, La<br />
Renovación, y como alternativa a la conducción partidaria señalada como<br />
responsable de la derrota electoral de 1983. Entre los responsables, aparecían<br />
figuras del sindicalismo como Lorenzo Miguel y Herminio Iglesias. La nueva<br />
línea interna, que tenía como principales referentes a Carlos Grosso, Antonio<br />
Cafiero y Carlos Menem, logró organizar, a partir de los cargos públicos<br />
obtenidos desde 1983, una nueva estructura de financiamiento partidaria<br />
que hizo posible prescindir de la tradicional caja sindical. El ascenso de<br />
la Renovación significó el descenso del peso político del sector sindical<br />
con respecto al trascendente rol histórico que tuvo el movimiento obrero<br />
organizado dentro del partido.<br />
FORJANDO 124<br />
PARA<br />
SEGUIR<br />
LEYENDO<br />
Levitsky, Steven La<br />
transformación del<br />
justicialismo. Del<br />
partido sindical al<br />
partido clientelista,<br />
1983-1999, Buenos<br />
Aires, Siglo XXI Editora<br />
Iberoamericana,<br />
2005.<br />
Falcón, Ricardo La<br />
resistencia obrera a<br />
la dictadura militar,<br />
en Hugo Quiroga y<br />
César Tcach (comps.),<br />
A veinte años del<br />
Golpe. Con memoria<br />
democrática, Buenos<br />
Aires, Homo Sapiens,<br />
1996.<br />
Senén González<br />
Santiago y Bosoer,<br />
Fabián; La trama<br />
gremial: 1983-1989,<br />
Buenos Aires, Corregidor,<br />
1992.
125<br />
FORJANDO<br />
En el primer semestre de 1989 se registró la primera oleada hiperinflacionaria.<br />
En mayo, el índice de precios al consumidor aumentó un 78,5%; en junio<br />
un115%; y en julio un197%. La ausencia de crédito externo, y las crecientes<br />
presiones desde los ámbitos empresarial, sindical, y castrense profundizaron<br />
la crisis de un gobierno debilitado por la falta de respaldo de la sociedad en<br />
las elecciones de 1987. Saqueos a los comercios fue una de las reacciones<br />
ante el descontrolado aumento de los precios. Frente a esta situación los<br />
tiempos políticos se aceleraron. El candidato electo Carlos Menem asumió<br />
en julio de ese año, seis meses antes de lo pautado.<br />
DéCADA DEL ´90: ENFRENTAMIENTO AL MODELO NEOLIBERAL<br />
Y POSTERGACIóN EN EL MUNDO SINDICAL<br />
A comienzos de la última década del siglo XX una serie de fórmulas<br />
económicas promovidas por el gobierno estadounidense y las instituciones<br />
internacionales de crédito, conocidas como el Consenso de Washington,<br />
fueron adoptadas por los países latinoamericanos. Según esta nueva<br />
perspectiva, la inserción en el mundo globalizado requería de la apertura<br />
de las economías nacionales y la drástica reducción de la intervención del<br />
Estado. En el caso argentino, el neoliberalismo se expresó a través de una<br />
profunda reforma estatal que incluyó un amplio proceso de privatizaciones<br />
de las empresas públicas.<br />
El modelo neoliberal y la identidad peronista del gobierno provocaron<br />
una nueva reestructuración del sindicalismo. La reforma del Estado, la<br />
apertura económica, y las privatizaciones promovieron el aumento de la<br />
tasa de desocupación, y el congelamiento de los haberes de los empleados<br />
estatales y jubilados. Las distintas posiciones de los referentes gremiales<br />
frente a la nueva política derivaron en la fragmentación sindical y en el<br />
surgimiento de nuevas agrupaciones de trabajadores. Luego de un plenario<br />
en octubre de 1989, del cual Ubaldini se retiró denunciando irregularidades<br />
en la elección de representantes, la CGT se dividió. La facción que apoyaba<br />
al gobierno conocida como CGT-San Martín contó desde entonces con el<br />
reconocimiento oficial. Frente a las reformas neoliberales, este grupo de<br />
sindicalistas asumió un silencio similar a la complicidad. Lejos de oponerse<br />
al nuevo rumbo, muchos de estos sindicatos se participaron de las<br />
reformas del Estado como integrantes de las Administradoras de fondos<br />
de jubilación y pensión (AFJP). En varias empresas públicas privatizadas<br />
las organizaciones gremiales se postularon en las licitaciones por las<br />
franquicias de explotación de los servicios. En lugar de ser representantes<br />
de sus afiliados, los sindicatos se convirtieron en prestadores de servicios.<br />
El sector desplazado en aquel plenario fue conocido como CGT-Azopardo,<br />
de Saúl Ubaldini. Fue esta facción sindical la que organizó, en marzo de<br />
1990, la primera protesta masiva en contra del proceso de privatizaciones
y de reducción. El enfrentamiento de Ubaldini con la política menemista se<br />
expresó también en la arena electoral. En las elecciones a gobernador de<br />
la Provincia de Buenos Aires en 1991, Ubaldini se presentó como candidato<br />
a gobernador, acompañado por Hugo Moyano y Héctor Recalde como<br />
candidatos a diputados nacionales. El líder sindical fue derrotado en las<br />
urnas por Eduardo Duhalde. A pesar de haber apoyado enfáticamente su<br />
candidatura, la asunción de Carlos Menem al poder significó para Ubaldini<br />
el final de su figura de ineludible referente sindical.<br />
En 1991 se formó la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), agrupación<br />
sin identidad peronista y apartada de la CGT. Su orientación era de<br />
confrontación con el modelo socioeconómico. A partir de 1994, la Corriente<br />
Clasista y Combativa (CCC) agrupó a dirigentes sindicales de izquierda. En<br />
ese mismo año, surgió desde la CGT un grupo disidente que, sin abandonar<br />
la Central ni el ideario peronista, se alejó del sindicalismo oficial. Sus<br />
principales referentes fueron Juan Manuel Palacios de la Unión Tranviaria<br />
Automotor, Hugo Moyano de la Federación de Choferes de Camiones, y<br />
Saúl Ubaldini. Conformaron el Movimiento de Trabajadores Argentinos<br />
(MTA). Las coincidencias en las críticas al rumbo económico permitieron<br />
la coordinación de estas agrupaciones en jornadas de protesta y<br />
movilizaciones. De todos modos, estos sectores sindicalistas opositores no<br />
lograron impedir el avance del modelo neoliberal, y el sistemático retroceso<br />
de los derechos de los trabajadores, ni la reforma laboral promovida por el<br />
gobierno. La nueva legislación introdujo los contratos de trabajo precario,<br />
desarticulados de los sistemas de salud, sin aportes provisionales ni<br />
indemnización por despido.<br />
Su paso como legislador entre 1997 y 2005 fue el motivo por el cual,<br />
en noviembre de 2006, sus restos fueron velados en el Salón de los<br />
Pasos Perdidos del Congreso de la Nación. Sin embargo, los tramos más<br />
trascendentes de su vida política transcurrieron en el mundo del sindicalismo.<br />
Si bien su figura ha quedado identificada en la memoria colectiva por su<br />
lucha en la década del ´80, su acción política tuvo también otros capítulos.<br />
En lugar de dialogar con el poder represivo, Ubaldini organizó las principales<br />
movilizaciones en oposición al gobierno militar. A diferencia de aquellos que<br />
optaron por la sumisión gremial y el beneficio personal, eligió denunciar<br />
al modelo neoliberal en los ´90. El ostracismo sindical fue el precio que<br />
debió pagar por negarse a subir al carro del vencedor. Pero es posible<br />
entender este último acto como una línea de conducta que recorrió toda su<br />
trayectoria. Saúl Ubaldini se distinguió por su empeño en eludir los lugares<br />
privilegiados que el poder económico siempre dispone para quien claudique<br />
en la defensa de los trabajadores.<br />
FORJANDO 126
127<br />
FORJANDO<br />
Bibliografía<br />
Basualdo, Victoria, La clase trabajadora durante la útima dictadura militar<br />
argentina 1976-1983, en Memoria en las aulas: dossier n* 13, Comisión<br />
Provincial por la Memoria.<br />
Calello, Osvaldo y Daniel Parcero, De Vandor a Ubaldini/1, Buenos Aires,<br />
Centro Editor de América Latina, 1984.<br />
- ----------------------------------, De Vandor a Ubaldini/2, Buenos Aires, Centro<br />
Editor de América Latina, 1984.<br />
Muñoz, Margarita, Saúl Ubaldini: una lucha con causa, Buenos Aires, Edición<br />
del autor, 1997.<br />
Palomino, Héctor, Los cambios en el mundo del trabajo y los dilemas<br />
sindicales, en Juan Nombre del autor del capítulo, , “Nombre del capítulo”,<br />
en: Juan Suriano (comp.), Nueva Historia Argentina: Dictadura y Democracia<br />
(1976-2001), Tomo X Buenos Aires, Sudamericana, 2005.<br />
Romero, Luis Alberto, Breve Historia contemporánea de la Argentina,<br />
Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica de Argentina, 2007.
RECUERDOS EN DISPUTA<br />
SOBRE LA INDUSTRIA<br />
SIDERúRGICA NACIONAL<br />
por Cynthia Rivero<br />
Antropóloga. Docente e investigadora UBA-INTI.<br />
Forma parte del Grupo de Antropología del Trabajo (GAT).<br />
Correo electrónico personal: cynrive@gmail.com<br />
http://grupoantropologiadeltrabajo.blogspot.com.ar/<br />
FORJANDO 128
129<br />
FORJANDO<br />
1. El Gral. Manuel Nicolás<br />
Savio publicó en 1930<br />
su obra “Movilización<br />
industrial” donde exponía el<br />
contenido de las clases dictadas<br />
en el Colegio Militar,<br />
orientado a estructurar una<br />
base de producción que<br />
atendiera las necesidades<br />
de defensa nacional.<br />
Los debates respecto de la nacionalización o no de empresas consideradas<br />
como ‘estratégicas’ desde ciertas perspectivas, nos invitan a repensar la historia<br />
que ha recorrido nuestro país en el intento por impulsar el desarrollo<br />
de una industria nacional, dentro del conocido plan de sustitución de importaciones.<br />
En la década del ’40 dicho objetivo estaba a cargo de la Dirección<br />
General de Fabricaciones Militares (DGFM), organismo estatal creado para<br />
impulsar las industrias químicas y metalúrgicas bajo la conducción del Gral.<br />
Manuel Nicolás Savio, quien tuvo un rol fundamental como impulsor de la<br />
llamada “movilización industrial” 1 .<br />
En efecto, las tareas atribuidas a la DGFM superaban ampliamente la producción<br />
de armamentos y municiones, ya que se ocupaba también de realizar<br />
estudios, investigaciones y estadísticas orientadas al conocimiento de<br />
las posibilidades industriales del país. La política industrial debía estimular
la producción de acero local de modo gradual, mediante la explotación de<br />
yacimientos nacionales para sustituir la importación de ciertos minerales<br />
como hierro, zinc o azufre. Así pues, el Estado confiaba en las Fuerzas Armadas<br />
gran parte de las responsabilidades en lo que hacía al desarrollo de<br />
una infraestructura industrial (química pesada, siderurgia) y a las actividades<br />
de tecnología avanzada (construcciones mecánicas).<br />
Durante el gobierno del Gral. Perón la participación del Estado en la actividad<br />
económica tuvo un doble papel, por un lado como regulador de las<br />
principales variables (nacionalización de depósitos bancarios, control del<br />
comercio exterior, control de precios y salarios, etc.) y por otro lado como<br />
productor de bienes y servicios. En este contexto el proyecto de Ley para la<br />
creación del Plan Siderúrgico Nacional que posibilitó la creación de SOMISA<br />
(Sociedad Mixta de Siderurgia Argentina) enfrentó numerosas críticas y falta<br />
de apoyo económico de algunos sectores que se oponían a desarrollar la<br />
industria de base en el país, ya que la concebían en oposición y detrimento<br />
de la producción agropecuaria. No obstante el 13 de junio de 1947 el Congreso<br />
Nacional sancionó la Ley 12.987 a través de la que aprobó el Plan Siderúrgico<br />
Argentino y la constitución de SOMISA, nombrando al Gral. Savio<br />
como Presidente de la misma.<br />
Dicho Plan tenía como finalidad producir acero en el país. Suministrar a la<br />
industria nacional acero de alta calidad y fomentar la instalación de otras<br />
plantas que permitiesen asegurar la evolución y posterior consolidación de<br />
la industria siderúrgica argentina. El Gral. Savio fue el heredero y continuador<br />
de las tesis esgrimidas y materializadas por las fracciones del Ejército<br />
que representó el Gral. Enrique Mosconi –a través de YPF– para transformar<br />
una economía nacional agro-pastoril exportadora en otra que tuviera a las<br />
industrias de base como motor del crecimiento. Sin embargo no pudo ver<br />
realizada su obra ya que falleció repentinamente en 1948.<br />
Durante la siguiente década el Gral. Pedro Castiñeiras junto con otros miembros<br />
de la DGFM asumieron la conducción de tal proyecto y llevaron a cabo<br />
las negociaciones para lograr el financiamiento para las obras de construcción<br />
de la planta. La inauguración oficial de la misma fue realizada el 25 de<br />
julio de 1960. Para tener una idea de las dimensiones de la planta podemos<br />
decir que en ese momento ocupaba una superficie de 343 hectáreas: tenía<br />
58 kilómetros de vías férreas para locomotoras y vagones internos, 21 kilómetros<br />
de caminos pavimentados, central termoeléctrica propia y una red<br />
eléctrica de 100 kilómetros, estación de bombeo para captar el agua del Río<br />
Paraná y una red de 29 kilómetros de distribución de agua, puerto propio<br />
con un muelle principal de 680 metros de longitud al que podían atracar<br />
buques de ultramar, playa de almacenamiento de minerales transportados<br />
con dos puentes grúas que permitían la descarga de 10.000 toneladas de<br />
FORJANDO 130
131<br />
FORJANDO<br />
2. Julia Soul “Las<br />
relaciones de clase y<br />
la construcción de una<br />
comunidad de fábrica<br />
en la ex – SOMISA”. Tesis<br />
de doctorado. Facultad<br />
de Humanidades y Arte.<br />
Universidad Nacional de<br />
Rosario. Año 2010. Mimeo.<br />
carbón, seis talleres de mantenimiento, laboratorios químicos y metalúrgicos,<br />
almacenes generales, parques de combustibles, edificios de administración,<br />
primeros auxilios, bomberos, etc.. Estas dimensiones nos permiten<br />
imaginar el carácter gigantesco de la obra encarada durante los años que<br />
transcurrieron entre la sanción de la Ley 12.987 en 1947 y la inauguración de<br />
la Planta en 1960.<br />
La construcción y puesta en funcionamiento de SOMISA fundó un nuevo<br />
colectivo de trabajo hasta entonces inexistente en San Nicolás, amparada<br />
en sus valores más tradicionales de explotación agrícola. Dicho colectivo<br />
estuvo fuertemente identificado con la empresa, que le dio forma y modeló<br />
su carácter bajo las consignas de industrialización estratégica, desarrollo<br />
nacional, soberanía e independencia económica. Quiénes y cómo eran los<br />
somiseros: en su gran mayoría campesinos de diferentes provincias que<br />
llegaron a San Nicolás para la construcción de la fábrica deviniendo proletarios.<br />
Así también numerosos técnicos y/o profesionales que pusieron a<br />
prueba sus saberes aprendidos en las escuelas o universidades, enfrentándose<br />
a la inmensidad de la Planta así como a la peligrosidad y dificultad<br />
del proceso de trabajo siderúrgico. Todo era novedad, tanto para los que<br />
llegaban desde sus provincias, como para quienes vivían en San Nicolás y<br />
percibían las dimensiones del cambio en la región a partir del movimiento<br />
de camiones, materiales, personas, etc.<br />
Al mismo tiempo que se construía la fábrica también se edificaban las viviendas<br />
que formarían el Barrio SOMISA, reservadas para el personal profesional<br />
y técnico, sobre todo con cargos jerárquicos. En dicho predio se<br />
construyeron una serie de instituciones educativas, recreativas, sanitarias,<br />
religiosas, etc., para el establecimiento definitivo de las familias. Muchos<br />
trabajadores recuerdan que también funcionaba allí la cooperativa de alimentos<br />
COPESA (Cooperativa del Personal de SOMISA), que utilizaba un<br />
sistema de cuenta corriente y pago en cuotas, que luego se descontaban<br />
del recibo de sueldo. Esto les facilitaba mucho el consumo diario de mercaderías<br />
de todo tipo, desde alimentos hasta indumentaria. Asimismo para el<br />
traslado de los habitantes del Barrio, la empresa había dispuesto la compra<br />
de ómnibus que tenían un recorrido fijo, hacia y desde San Nicolás, con una<br />
frecuencia de una hora. Sin embargo según la investigación desarrollada por<br />
Julia Soul 2 la política de SOMISA respecto del otorgamiento de viviendas no<br />
alcanzaría más del 20 % del total de los somiseros lo que generaría graves<br />
problemas de viviendas para quienes trabajaban en la Planta, y no accedían<br />
al Barrio SOMISA.<br />
Para los trabajadores ent<strong>revista</strong>dos, la fábrica aparece en la reconstrucción<br />
de la memoria como la que organizó, impulsó y ordenó sus vidas y la de<br />
sus familias durante décadas. Como hemos mencionado la empresa no cir-
cunscribía su actividad al espacio productivo sino que se extendía hacia el<br />
ámbito de reproducción creando un universo social y económico vinculado<br />
a su crecimiento, ya que representaba la principal fuente de empleo directo<br />
o indirecto. De este modo en la reconstrucción que hacen de sí mismos<br />
quienes trabajaron durante la gestión estatal de la Planta se reconocen<br />
como un colectivo de trabajadores que tenían diferencias según las tareas<br />
que desempeñaban y los puestos que ocupaban, pero recuperan aquellos<br />
sentidos, valores y experiencias comunes que fundan, aún hoy, una memoria<br />
en disputa.<br />
Esa memoria esta compuesta por diferentes elementos como un rompecabezas<br />
incompleto por definición, cuyos fragmentos se componen en la<br />
certeza de que las figuras creadas son siempre contingentes pero también<br />
necesarias. Esas contingencias se han definido en coyunturas políticas e<br />
históricas específicas que requirieron de la articulación de un grupo social,<br />
en este caso el colectivo de trabajadores de la ex SOMISA. Sin ellos, sin sus<br />
recuerdos y olvidos, sería imposible intentar pensar cuáles son los variados<br />
fragmentos que componen esa memoria y porqué se definen de un modo u<br />
otro según el contexto histórico. De tal modo ese carácter “contingente” se<br />
trasforma en “necesario” cuando aparece una voluntad común de rastrear<br />
y recomponer aquellos fragmentos que forman parte de las memorias de<br />
los trabajadores de la ex SOMISA, y que han permanecido ocultos o difusos<br />
bajo el discurso de legitimación de los procesos privatizadores.<br />
Las políticas de flexibilización y racionalización laboral implementadas durante<br />
los años ’80 y ’90 provocaron rupturas en las trayectorias laborales<br />
de tales colectivos de trabajadores, cuyas memorias se encuentran atravesadas<br />
por la experiencia de la privatización de la fábrica. En tan solo dos<br />
años, entre 1990 y 1992, las sucesivas intervenciones designadas por el ex<br />
presidente Carlos Menem llevaron a cabo distintos planes de “racionalización<br />
de personal” que implicaron la pérdida concreta del trabajo para unos<br />
6.500 trabajadores. A través de suspensiones, retiros voluntarios o despidos<br />
quedaron afuera de la fábrica miles de personas para quienes su vida entera<br />
estaba atravesada por el trabajo en la siderúrgica. Ellos desarrollaban una<br />
actividad que requirió muchas horas invertidas en la Planta para adquirir y<br />
desplegar un saber y una práctica muy específica que difícilmente pudiera<br />
traspasarse a otra labor. Por ello las consecuencias económicas y sociales<br />
de los procesos privatizadores fueron devastadores en las localidades cercanas<br />
como Ramallo y San Nicolás.<br />
Así como sucedió con otras empresas estatales, SOMISA fue desacreditada<br />
por los principales funcionarios de gobierno y por gran parte de la prensa<br />
nacional que promovía una concepción del Estado como un mal administrador<br />
de bienes. Fundamentalmente calificado como ‘ineficiente’ debido a<br />
FORJANDO 132
133<br />
FORJANDO<br />
3. Frederic, Sabina.<br />
Buenos vecinos, malos<br />
políticos. Moralidad y<br />
política en el Gran Buenos<br />
Aires. Bs. As., Prometeo.<br />
2004.<br />
la ausencia de una lógica mercantil orientada al lucro, debía ceder el manejo<br />
de las empresas públicas a capitales privados. En este contexto el mercado<br />
aparecía como la única instancia factible de organización de la sociedad,<br />
e incluso de la política. En tal sentido, Sabina Frederic 3 afirma que “cualquier<br />
resistencia, disidencia o manifestación de oposición a la centralidad<br />
del mercado era interpretada por el gobierno como una vuelta a un pasado<br />
de sufrimiento”.<br />
Contrariamente a la retórica privatista, para los trabajadores de la ex SO-<br />
MISA la vuelta al pasado no significaba de ningún modo “sufrimiento” sino<br />
más bien “plenitud”. Es decir, si el pasado se ancla en las décadas del ’60<br />
y ‘70, ellos señalan aquel momento en términos de estabilidad laboral, ascenso<br />
social, posibilidad de planificar el futuro, etc. mientras que el presente<br />
de los años ’90 y 2000 aparece bajo el signo de la incertidumbre y la inestabilidad.<br />
El acontecimiento de ruptura entre estas dos temporalidades fue<br />
impuesto por el proceso de privatización que culminó en noviembre de 1992<br />
cuando SOMISA fue transferida por un valor irrisorio al Grupo Techint, quienes<br />
la fusionaron con su empresa Propulsora Siderúrgica y la transformaron<br />
en Siderar, hoy Ternium-Siderar.<br />
El proceso de privatización es significado como un tiempo crítico en la memoria,<br />
de largas agonías vinculadas a las estrategias de despidos, donde se<br />
jugaron negociaciones y tensiones entre dirigentes gremiales, interventores<br />
y funcionarios políticos, así como la permanente contradicción entre las declaraciones<br />
públicas y las acciones políticas efectivamente ejecutadas, que<br />
desgastaron el colectivo de trabajadores. Por ello la privatización significó<br />
un acontecimiento traumático y un punto de referencia ineludible en tanto<br />
provocó no solo la pérdida del trabajo, sino también la desorganización de<br />
las familias, así como los sentidos, valores y experiencias que los identificaban.<br />
Ellos lo recuerdan como un período cargado de presiones, aprietes y<br />
continuos rumores que sembraban la desconfianza entre quienes habían<br />
trabajado juntos durante muchos años. Frecuentemente se instalaban dentro<br />
y fuera de la fábrica todo tipo de sentencias inverosímiles respecto a los<br />
posibles despidos e indemnizaciones, que acentuaban la incertidumbre y<br />
hacían imposible la vida cotidiana dentro del espacio de trabajo. Los murmullos<br />
acerca de “a quien le tocará hoy” “dicen que ya no van a pagar los<br />
retiros” “me cambiaron de lugar” “nos sacaron las herramientas”, etc. tornaron<br />
agobiante la vida cotidiana y obligaron a muchos trabajadores a tomar<br />
los famosos retiros voluntarios.<br />
Las condiciones fraudulentas y engañosas que caracterizaron la venta de la<br />
principal fábrica nacional de producción de acero y el abandono de lo que<br />
fuera el proyecto industrial impulsado por el Gral. Savio es muy recordado<br />
por quienes vivieron la privatización de SOMISA. Asimismo los retiros vo-
luntarios resultaron una política estratégica en la desarticulación de posibles<br />
acciones comunes, tanto durante el proceso de privatización, como posteriormente<br />
cuando tuvieron que decidir en qué invertir el dinero. Muchos<br />
pensaron que era más conveniente aceptar el dinero y buscar un nuevo camino<br />
fuera de SOMISA. Pero los resultados que obtuvieron de esta elección<br />
no los favorecieron, en tanto fracasaron la mayoría de los emprendimientos<br />
que impulsaron de manera individual. De este modo la política de retiros<br />
voluntarios no sólo silenció las voces de protesta, sino que tergiversó el sentido<br />
de las responsabilidades. La responsabilidad ya no era del empleador<br />
que despedía, sino de los trabajadores que no supieron invertir el dinero,<br />
omitiendo incluso las condiciones en las que debieron tomar esa decisión.<br />
En este contexto, aparece un nuevo énfasis en las responsabilidades y obligaciones<br />
de los individuos respecto del deber de tomar iniciativas para asegurar<br />
su bienestar. El discurso y las acciones que impulsaron ciertos sectores<br />
del gobierno nacional y local durante los años ‘90 para afrontar los altos<br />
índices de desempleo, fue exaltar las virtudes de conceptualizar el trabajo<br />
bajo el signo del emprendedorismo. Estos principios atravesaron tanto las<br />
escasas implementaciones de políticas públicas orientadas a la capacitación<br />
y reinserción de la fuerza de trabajo, como a los ámbitos más nucleares<br />
de la familia o los círculos de amigos. La nueva filosofía de gobierno fue la<br />
promoción de diversos emprendimientos productivos a cargo de los trabajadores<br />
que cobraron el dinero de los retiros voluntarios. La fórmula del<br />
éxito consistía en convertir a los trabajadores en emprendedores vía tercerización,<br />
dado que la nueva empresa los contrataría en muchos casos para<br />
hacer el mismo trabajo que antes realizaban como empleados de la misma.<br />
En este marco los responsables por el fracaso de los emprendimientos –colectivos<br />
o individuales- fueron los mismos trabajadores expulsados durante<br />
el proceso de privatización. Este resultado fue atribuido por algunos sectores<br />
del gobierno nacional y local, a la ausencia de una actitud empresarial,<br />
visión de negocios y/o capacidad de los individuos. Así, resulta sintomático<br />
de esta época, los modos en que se instala progresivamente y en diferentes<br />
ámbitos un vocabulario que emerge, en este caso, de los discursos<br />
legitimadores de las privatizaciones. Dentro de esta lógica que subvierte<br />
valores y transfiere responsabilidades, el trabajador debe convertirse en un<br />
emprendedor para advertir que la pérdida del trabajo es una oportunidad<br />
para desarrollar, desde su saber y capacidad individual, nuevas formas de<br />
autosustentarse y por supuesto ello debe hacerlo de manera rápida y exitosa.<br />
Pareciera entonces que la condición de posibilidad para permanecer<br />
en el mundo del trabajo y por lo tanto huir de la categoría de desempleado,<br />
fuera cumpliendo con esa difusa normativa moral que depende casi exclusivamente<br />
de la capacidad de los individuos para emprender la propia vida.<br />
Ante tal escenario las memorias discurren como construcciones en disputa,<br />
FORJANDO 134<br />
PARA<br />
SEGUIR<br />
LEYENDO<br />
Rivero, Cynthia, 2008, Entre<br />
la “comunidad del acero” y<br />
la “comunidad de María”: un<br />
análisis antropológico sobre<br />
los avatares sociopolíticos<br />
de San Nicolás, Buenos<br />
Aires, Antropofagia.<br />
Rivero, Cynthia, Nuria<br />
Giniger, Constanza Zelaschi<br />
“Políticas empresariales,<br />
itinerarios y estrategias de<br />
los sujetos en una empresa<br />
siderúrgica transnacional”<br />
En “Itinerarios y trayectorias<br />
laborales” Comp. Testa<br />
Julio, Figari Claudia y Martín<br />
Spinosa. Ed. Ciccus, Buenos<br />
Aires. 2011.<br />
Rouquié, Alain, 1986, Poder<br />
militar y sociedad política en<br />
la Argentina, Buenos Aires,<br />
Hyspamérica. 1986<br />
Palermo, Hernán y Soul,<br />
Julia, “Petróleo, acero y<br />
nación. Una aproximación<br />
antropológica a los<br />
procesos sociopolíticos<br />
de los colectivos de<br />
trabajo de YPF y Somisa”,<br />
en: Alejandro Schneider<br />
(comp.), Trabajadores.<br />
Las experiencias de la<br />
clase obrera en Argentina<br />
(1954-2005), Argentina,<br />
Herramienta. 2009.<br />
PALERMO, Hernán. M.<br />
Cadenas de oro negro en el<br />
esplendor y ocaso de YPF,<br />
Antropofagia. Buenos Aires.<br />
2012.
135<br />
FORJANDO<br />
son recursos a los que apelar en la recuperación y resignificación de ciertos<br />
valores, sentidos y experiencias de los colectivos de trabajo quienes reconocen<br />
experiencias similares cuando reivindican la producción, la generación<br />
de valor, una identidad común en torno a la fábrica y la interpretación de<br />
sí mismos como productores y no como emprendedores. Por el contrario<br />
la figura del emprendedor corresponde al período post privatización y se<br />
vuelve significativa como vestigio de una memoria interrumpida, donde es<br />
más dificultoso construir una trama, es decir una narrativa a través de la cual<br />
definir una identidad anudada a un colectivo de trabajo más amplio.<br />
Por todo ello podríamos reflexionar de qué manera los acontecimientos que<br />
han sucedido en el pasado tienen una profunda y estrecha relación con el<br />
presente e incluso constituyen su condición de posibilidad. Es posible que<br />
los nuevos vocabularios que exaltan las virtudes de la gestión privada de<br />
la siderurgia, más allá de lo económico, estén vinculados a ciertos grupos<br />
poderosos que pretenden construir una memoria que desconoce la historia<br />
de SOMISA y la trayectoria de sus trabajadores. Por lo tanto, los discursos<br />
sobre nacionalizaciones o privatizaciones de ciertas empresas que han sido<br />
estatales pueden ser una buena excusa para dar la batalla política e ideológica<br />
con aquellos que aspiran a construir una memoria aséptica que desconoce<br />
el pasado de quienes han forjado y continúan <strong>forjando</strong> con su trabajo<br />
los cimientos de lo que hoy se conoce como Ternium - Siderar.
Aspiazu, Daniel y Basualdo, Eduardo. (1993). La siderurgia argentina en el<br />
contexto de ajuste, las privatizaciones y el MERCOSUR. Bs. As., Instituto de<br />
Estudios sobre Estado y Participación, ATE, Cuaderno 33.<br />
Belini, Claudio y Rougier, Marcelo (2008); El estado empresario en la industria<br />
argentina, Buenos Aires, Manantial.<br />
Rivero, Cynthia. (2008). Entre la Comunidad del acero y la Comunidad de<br />
María: un análisis antropológico sobre los avatares sociopolíticos de San<br />
Nicolás. Buenos Aires, Argentina. Editorial Antropofagia.<br />
Rofman, Alejandro. (1994). “Privatización/reestructuración. El caso SOMISA.<br />
Evaluación crítica de las políticas públicas aplicadas”. En: Aportes para el<br />
Estado y la Administración Gubernamental. Buenos Aires, 1, 2, octubre 1994.<br />
Schvarzer, Jorge. (1996) “La industria que supimos conseguir”. Una historia<br />
político-social de la industria argentina. Buenos Aires, Planeta.<br />
Soul, Julia. (2009) “‘Acá lo que cambió todo fue la privatización...’ Aproximación<br />
antropológica a las prácticas obreras en los espacios laborales en procesos<br />
de privatización y reconversión productiva”. En: Revista Theomai, Estudios<br />
sobre Sociedad y Desarrollo, nro 21. Buenos Aires. http://<strong>revista</strong>-theomai.unq.<br />
edu.ar/NUMERO%2021/contenido_21.htm<br />
FORJANDO 136<br />
Bibliografía
137<br />
FORJANDO
Impreso en abril de 2013 en Adagraf Impresores S.A.<br />
Salmún Feijóo 1<strong>03</strong>5 - Capital Federal - C1274AGO