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La Voz del Refugio nº 2 - Padre Rubinos

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Hoy mi ventana da a una prisión, y a través de ella<br />

veo cosas que no me gustan. Quiero creer que es<br />

un sueño, pero no lo es.<br />

Es una dura y cruel realidad.<br />

Hay un patio rectangular, en uno de sus lados<br />

largos, hay una marquesina en la cual se protegen<br />

cuando llueve o cuando hace un calor insoportable.<br />

Todo en hormigón y acero; a un lado <strong>del</strong> patio hay<br />

una garita, ahora está vacía, antes siempre había<br />

un carcelero en ella, vigilando, acechando a los<br />

internos, cuando veía algo fuera de lo normal, salía<br />

y se dirigía al grupo sospechoso para disuadirles<br />

de lo que tramaban.<br />

Ahora no es preciso que haya nadie vigilando, con<br />

dos pequeñas cámaras de televisión colocadas<br />

estratégicamente, puede controlarse todo cuanto<br />

acontece en el.<br />

Hay unas cuarenta o cincuenta personas, hay otros<br />

patios y en cada uno de ellos aproximadamente<br />

hay la misma cantidad de gente.<br />

En este patio al que da mi ventana, son casi todos<br />

son jóvenes de entre 18 y30 años. Unos juegan al<br />

ajedrez, parchís, etc... Y otros los mas, pasean y<br />

charlan. Allí en un rincón solitario hay un joven de<br />

unos veinticinco años, tiene una carta en la mano y<br />

se le ve muy triste. Decidido acercarme a él y tratar<br />

de enterarme de lo que le sucede. Si se decir las<br />

palabras apropiadas y captar su atención, seguro<br />

que hablará conmigo y sabre cual es la cosa que lo<br />

tiene tan preocupado.<br />

- Buenos días – le saludo para captar su atención.<br />

- Buenos días – me contesta mirándome<br />

lánguidamente.<br />

-¿puedo quedarme un rato aquí? Estoy cansado<br />

de andar, quiero descansar un poco y aquí parece<br />

que se esta bien. – El, con voz cansada y triste, me<br />

Desde mi ventana…<br />

Ventana a la prisión<br />

10<br />

contesta:<br />

- Bueno, ¿si es tu gusto?- me mira como<br />

haciéndome un reconocimiento exterior y continua<br />

leyendo su carta. En un momento determinado, y<br />

después de sopesar lo que tenia en la mano, dobla<br />

la hoja de papel, la introduce en el sobre y la<br />

guarda en el bolsillo de su camisa.<br />

Seguimos allí los dos, en silencio, esperando el<br />

uno, que sea el otro el que rompa el silencio. Esto<br />

no sucede, así es que decido romperlo yo y le<br />

pregunto:<br />

- ¿tienes para mucho tiempo?- me mira con<br />

desconfianza y me dice:<br />

-¿no serás uno de esos que gusta de sacar sus<br />

cosas a los demás para luego ir contándolas por<br />

ahí?-<br />

Tardo unos segundos en responder, los justos<br />

para encontrar las palabras apropiadas para no<br />

seguir alimentando su desconfianza.<br />

- ¡No! En absoluto, simplemente te he estado<br />

observando unos minutos y me he tomado la<br />

libertad de pensar que quizás necesitases<br />

compañía, si te molesto no tienes más que decirlo<br />

y me marcho.<br />

- No, no te marches, perdona estoy un poco<br />

ofuscado por lo que me ha sucedido. Estaba<br />

pensando en ello cuando tú has llegado.<br />

Nos volvimos a quedar en silencio. Ya está, pensé<br />

el ambiente es idóneo, pronto comenzara a<br />

contestarme lo que le sucede. Veo que tiene<br />

necesidad de contárselo a alguien. Así sucedió,<br />

pasaron unos minutos, en silencio, los que tarda en<br />

consumirse un cigarrillo. De pronto, tirando la punta<br />

<strong>del</strong> cigarrillo consumido, comenzó a contarme lo<br />

que le embargaba.

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