“Hay, lo sabemos por experiencia, un tiempo vivido y un tiempo medido. El tiempo como medida no cambia, es el común a tod@s; el experimentado como p<strong>la</strong>cer o como dolor, como vida… ese sí cambia, es cambio”. (Hugo Mujica) Hace poco tiempo, cerrábamos un año y estrenábamos otro… ba<strong>la</strong>nces, ajustes, revisiones, fiesta, pérdidas… gratitud, dolores, cambios, transformaciones… <strong>de</strong>sastres naturales, crisis económica, alimentaria, <strong>de</strong> valores, <strong>de</strong> paradigmas… <strong>la</strong> vida toda atravesada por <strong>la</strong> contradicción, los contrastes, <strong>la</strong> posibilidad y el límite… Y en medio <strong>de</strong> todo ello, junto a otros y otras, nosotras… Peregrinas, buscadoras, <strong>de</strong> corazón misionero… L<strong>la</strong>madas a seguir siendo voz profética y, paradójicamente portadoras <strong>de</strong> ternura. L<strong>la</strong>madas a renovar nuestro espíritu <strong>de</strong> riesgo y disponibilidad, en este año que celebramos los 125 años <strong>de</strong> nuestra llegada a tierras Africanas… <strong>la</strong> querida Guinea! ¡cuántos años! y ¡cuánta vida!... Y es el tiempo experimentado -no el medido- el que “nos cambia, es cambio”, es el que nos hace avanzar, nos enseña y plenifica, más allá <strong>de</strong> eda<strong>de</strong>s, tareas, lugares, logros o fracasos. El tiempo medido, el que pasa… no regresa, en cambio el tiempo vivido a corazón abierto y experimentado, ése, nos enseña y nos mantiene en el camino, atentas a lo que suce<strong>de</strong>, alertas a los suspiros <strong>de</strong> Dios, siempre presente en <strong>la</strong> historia, aún <strong>de</strong> formas a veces poco comprensibles para nosotras. Ese, es el tiempo, que se narra en este nuevo boletín. 1