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feb. 1968 - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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PRIMERAS HISTORIAS<br />

y bebió a modo aquello rumoroso, gustoso, hasta<br />

el fondo; iviéndose que ya era diestro, cebado en<br />

aquello! ¿Cuándo habla sido enseñado, es posible?<br />

Pues el caballo todavía querla más cerveza. El señor<br />

Priscilo se avergonzaba, conque dio las gracias<br />

y se fue. Mi patrón escupió por el colmillo,<br />

me miró: -«/rivalini, que e/ tiempo se va poniendo<br />

ma/o. No /axa ((3) /as armas/». Asentí. Sonrel<br />

de que tuviese para todo mañas y patrañas. Incluso<br />

asl, medio me disgustaba.<br />

Sobre todo, cuando los de fuera volvieron a<br />

venir, yo hablé, lo que especulaban: que alguna<br />

otra razón debla de haber en los cuartos de la<br />

casa. El señor Priscilo, aquella vez, llegó con un<br />

saldado. ¡Sólo díjo que quería revisar los compartimentos,<br />

en nombre de la justicia! El señor Giovanio,<br />

en pie de paz, encendió otro puro, él siempre<br />

estaba cuerdo. Abrió la casa para que entrase el<br />

señor Priscilo, el soldado; yo también. ¿Los cuartos?<br />

Se fue derecho a uno, que estaba duro de<br />

de atrancado. El de lo pasmoso: que all! dentro,<br />

enorme, sólo tenia lo singular -iesto es, algo como<br />

para no existir!- un caballanco grande, disecado.<br />

Tan perfecto, la cara cuadrada, que ni uno<br />

de juguete, de niño; reclaro, blanquito, limpio,<br />

crinado y ancón, alto como uno de iglesia -caballo<br />

de San Jorge-. ¿Cómo podra haber traido<br />

aquello o mandado venir, y entrado y acondicionado<br />

allf? El señor Priscilo se aleló sobre toda<br />

admiración. Palpó todavia el caballo, mucho, no<br />

hallando en él hueso ni contentamiento. El señor<br />

Gio1fanío, en quedando solo conmigo, mascó el<br />

puro: -/rivalini, pecado (4) que a ninguno de /os<br />

dos nos guste /a cerveza, ¿hem?». Yo asentr. Me<br />

dieron ganas de contarle lo que por detrás estaba<br />

pasando.<br />

El señor Priscllo, y los de fuera, estarran ahora<br />

purgados de curiosidad. Pero yo no le encontraba<br />

sentido a esto: ¿y los otros cuartos de la casa, el<br />

(3) Corrupción de la palabra italiana que significa<br />

dejes.<br />

(4) Lástima, en italiano.<br />

(5) En italiano, se escribe ecco y significa he aqul.<br />

(6) En italiano, fea, brutta.<br />

m Plural aportuguesado de la palabra italiana cativo,<br />

malo. Aunque esta palabra tiene en portugués la misma<br />

acepción, es más usual la de infeliz.<br />

(8) Corrupción de Giuseppe, José en italiano.<br />

detrás de las puertas? Debran haberse entregado<br />

a buscar por entero, en ella, de una vez. Claro que<br />

yo no iba a recordarles ese rumbo. No soy maestro<br />

de enmiendas. El señor Giovanio conversaba<br />

más conmigo, contrariado: -/rivalini, eco (5), /a<br />

vida es bruta (6), /os hombres son cativos (7) ...».<br />

Yo no querra preguntar, a propósito <strong>del</strong> caballo<br />

blanco, frioleras, debia de haber sido el suyo, en<br />

la guerra, de suma estimación. -Pero /rivalini,<br />

nos gusta demasiado /a vida...» Queria que yo comiese<br />

con él, pero le sudaba la nariz, el humor<br />

de aquel moco, sorbiendo, mal sonado, y alfa a<br />

puro por todas partes. Cosa terrible servir a aquel<br />

hombre, en el no contar sus lástimas. Salf entonces,<br />

fui al señor Priscilo, hablé... que yo no queria<br />

saber nada de nada de aquellos, los de fuera,<br />

de murmuraciones, ni jugar con el cuchillo de dos<br />

filos. Si volvran a venir, yo me iba a ellos, disparataba,<br />

escaramuzaba -alto ahr-, esto es el Brasil,<br />

ellos también eran extranjeros. Soy de los que<br />

sacan cuchillo y arma. El señor Priscilo lo sabia.<br />

Que no le cogiese de sorpresa.<br />

Siendo que fue de repente. El señor Giovanio<br />

abrió de par en par la casa. Me llamó: en la sala<br />

en medio <strong>del</strong> suelo, yacia un cuerpo de hombre,<br />

bajo sábana. -Josepe (8), mi hermano...» me dijo<br />

embarazado. Quiso cura, quiso campana de Iglesia<br />

para badajear los tres redobles, para el tristemente.<br />

Nadie habra sabido nunca <strong>del</strong> tal hermano,<br />

el que se hallaba escondido, fugado de la comunicación<br />

con las perosas. Aquel entierro fue muy<br />

valorado. El señor Giovanio podrra haberse alabado<br />

ante todos. Sólo que, antes, el señor Priscilo<br />

llegó, me figuro que los de fuera le habran prometido<br />

dinero; exigió que se levantase la sábana<br />

para examinar. Pero, ya, se vio sólo el horror, para<br />

todos nosotros, con caridad en los ojos: el muerto<br />

no tenia cara, a decir verdad -sólo un agujerazo,<br />

enorme, cicatrizado antiguo, espantoso, sin nariz,<br />

sin rostro- la gente vera albos huesos, el<br />

comienzo <strong>del</strong> gaznate, salivillas, cuello. -Que<br />

esto es /a guerra...»- explicó el sellor Giovanio,<br />

boca de bobo, que se olvidó de cerrar, toda dulzuras.<br />

Ahora yo queda emprender camino, Ir tirando,<br />

que allí no me servia más, en la chacra extravagante<br />

y desdichada, con lo oscuro de los árboles<br />

tan alrededor. El sellor Giovanio estaba en la parte<br />

de fuera, conforme a su costumbre de tantos años.<br />

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