Revista " Este de Madrid" (1991-2011) - Archivo de la Ciudad de ...

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Firmas
Mejorando las propuestas de la Patronal
Afinales de octubre, las patronales más distinguidas de los
empresarios españoles lanzaron un batería de propuestas,
algunas para salir de la crisis en general y otras estrictamente
laborales que, a todas luces, resultan insuficientes para iniciar
la recuperación y crear el empleo que España necesita. Después
de leerlas detenidamente, veo que son blandengues, poco
audaces. Si de verdad se quiere salir del hoyo, abaratar costes y dinamizar
la economía, las medidas deben ser rotundas, drásticas, de
las de Santiago y cierra España. Veamos.
La flor y nata del empresariado patrio
defiende que paguemos por utilizar
los servicios públicos “congestionados”.
Como lo leí deprisa y llega el
frío, en un primer momento pensé
que se referían a que cada vecino que
padezca congestión de nariz y vaya a
curarse el trancazo al ambulatorio,
eche unos euros al cepillo sanitario,
pero luego vi que no, que lo de la
congestión era algo más amplio: se
referían a los servicios públicos que
usamos mogollón de gente. Siguiendo
con el ejemplo de la sanidad, ellos
dicen que para reducir el apelotonamiento, lo mejor es que paguemos
dos veces el servicio: una cuando nos retienen parte del
sueldo en la nómina y, otra, en el momento de ir al médico a que
nos recoloque la rótula, pongo por caso. Yo creo que con eso no
hacemos nada, sinceramente. Si lo que se pretende es financiar el
servicio de una jodida vez, lo más práctico es que ingresemos
nuestra nómina directamente en la Seguridad Social. Ella se cobra
y, si sobra algo, que nos lo devuelva. Algunos se indignarán con
esto que digo, pero que se indignen; a ver si ahora va a quebrar el
sistema por culpa de cuatro perroflautas insolidarios.
Reivindican también que el gobierno les baje el Impuesto de
Sociedades y las cotizaciones sociales. ¿Lo ven ustedes? Otra propuesta
cobardica, tímida, y con timidez no se llega a ninguna parte.
Bajar los impuestos es sinónimo de reducirlos, cuando lo que hay
que hacer es eliminarlos directamente (los suyos) hasta que la
cifra de beneficios les permita ir tan sobrados de pasta como antaño.
Lo inteligente es que cada agente social (¿a que suena bien?)
se dedique a lo suyo: el currante a trabajar y a pagar el IRPF y el
patrón a crear riqueza, siempre pensando en el bienestar de España.
Mientras esto no se entienda, estaremos perdidos.
Sostienen además, que sean 12 en lugar de 20 los días de indemnización
por despido porque (dice Rosell, el presi de la
CEOE) que “cuanto más facilidades haya a la salida del mercado
de trabajo, más posibilidades habrá de que los empresarios se
atrevan a contratar” (textual). Quiere expresar con otras palabras
el humanista catalán, que cuanto más barato salga desprenderse
del producto de usar y despedir llamado trabajador, más cantidad
de él podrá adquirir en el mercado. El razonamiento es impecable,
pero escaso en sus pretensiones. Lo suyo es que sea el empleado
quien indemnice al empresario con esos 12 días de trabajo sin retribuir,
después de firmar el finiquito.
De este modo se incrementaría la
productividad de la mano de obra con
coste cero, facilitando la futura contratación
de nuevos trabajadores-producto,
una vez que los despedidos finalizaran
el período de 12 días de
curro gratuito. Y si en vez de 12 pudieran
ser más, mejor. No se si queda
claro.
Se les ocurren muchas más cosas
porque es gente con un talento emprendedor
divino de la muerte, pero
para no aburrirles a ustedes acabo
con el asunto que plantean sobre los
puentes. Proponen los susodichos jerifaltes, que los días festivos
entre semana se trasladen al lunes, para reducir el cachondeo que
supone parar las máquinas un viernes, solo porque el jueves anterior
haya sido el 1 de mayo, un suponer. Dejémonos ya de medias
tintas, señores míos, mi propuesta es que todos los festivos del
año se trasladen a domingo, incluso el Viernes Santo, qué demonio.
Y, si las procesiones con el paso del Cristo yacente se tienen que
aplazar al domingo, cuando ya ha resucitado, no niego que la estampa
produciría cierta confusión en la feligresía y en el turista,
pero qué le vamos a hacer: antes es la obligación que la devoción.
En esta materia, tampoco entiendo cómo no se les ha pasado por
la cabeza dos cosas: que todos los años sean bisiestos para ganar
un día de curro, y que cuando el cambio horario suponga añadir
una hora, que los relojes se atrasen en martes dentro de la jornada
laboral.
En fin, que pasen ustedes un buen día de
Navidad (que cae en domingo), una feliz salida
de año (en sábado) y una mejor entrada
en 2012 (en domingo). Así da gusto, ¿a
que sí?
ENRIQUE CHICOTE SERNA