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LOS JUEGOS DEL HAMBRE - Blog de ESPOL

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Suzanne Collins<br />

través <strong>de</strong> los árboles. El arco, las flechas, tengo que cogerlos. Todavía no he<br />

oído los cañones, así que quizá Glimmer esté en una especie <strong>de</strong> coma, con el<br />

corazón luchando contra el veneno <strong>de</strong> las avispas. Sin embargo, en cuanto se<br />

pare y el cañonazo certifique su muerte, un aero<strong>de</strong>slizador bajará para llevarse<br />

su cadáver, y con él el único arco y las únicas flechas que he visto hasta ahora<br />

en los juegos. ¡Me niego a <strong>de</strong>jarlos escapar <strong>de</strong> nuevo!<br />

Llego hasta Glimmer justo cuando suena el cañonazo. No hay<br />

rástrevíspulas a la vista y esta chica, la que una vez estuvo tan bella con su<br />

vestido dorado en la noche <strong>de</strong> las entrevistas, ha quedado irreconocible. Han<br />

borrado sus facciones, tiene las extremida<strong>de</strong>s el triple <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong> lo normal<br />

y los bultos <strong>de</strong> los aguijones han empezado a estallar, supurando líquido ver<strong>de</strong><br />

pútrido sobre ella. Tengo que romperle varios <strong>de</strong>dos (lo que antes eran sus<br />

<strong>de</strong>dos) con una piedra para soltar el arco. El carcaj <strong>de</strong> flechas está atrapado<br />

<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> ella, así que intento darle la vuelta al cuerpo tirando <strong>de</strong> un brazo,<br />

pero la carne se <strong>de</strong>sintegra al tocarla y me caigo <strong>de</strong> culo.<br />

¿Es esto real? ¿O han empezado las alucinaciones? Aprieto los ojos con<br />

fuerza, intento respirar por la boca y me or<strong>de</strong>no no vomitar. El <strong>de</strong>sayuno <strong>de</strong>be<br />

quedarse <strong>de</strong>ntro, quizá no sea capaz <strong>de</strong> cazar hasta <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> varios días.<br />

Suena un segundo cañonazo, supongo que la chica <strong>de</strong>l Distrito 4 acaba <strong>de</strong><br />

morir. Me doy cuenta <strong>de</strong> que los pájaros se callan y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>jan escapar una<br />

sola nota, lo que significa que el aero<strong>de</strong>slizador está a punto <strong>de</strong> aparecer.<br />

Desconcertada, creo que viene a por Glimmer, aunque no tiene sentido <strong>de</strong>l<br />

todo, porque yo sigo aquí, todavía luchando por las flechas. Me pongo <strong>de</strong><br />

rodillas y los árboles empiezan a girar sobre mí. Veo el aero<strong>de</strong>slizador en el<br />

cielo, así que me lanzo sobre el cadáver <strong>de</strong> Glimmer como si <strong>de</strong>seara<br />

protegerlo, pero veo que se llevan por los aires a la chica <strong>de</strong>l Distrito 4.<br />

--¡Hazlo ya! --me grito.<br />

Aprieto la mandíbula, meto las manos <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> Glimmer, agarro lo que<br />

<strong>de</strong>berían ser sus costillas y consigo ponerla boca abajo. Estoy hiperventilando,<br />

no puedo evitarlo, es todo una pesadilla y estoy perdiendo el sentido <strong>de</strong> la<br />

realidad. Tiro <strong>de</strong>l carcaj plateado, pero está enganchado en algo, enganchado<br />

en su omóplato, en algo; por fin se suelta. Justo cuando tengo el carcaj en mis<br />

manos oigo pasos, varios pies que se acercan a través <strong>de</strong> la maleza, y me doy<br />

cuenta <strong>de</strong> que han vuelto los profesionales. Vuelven para matarme, para<br />

recuperar sus armas o para ambas cosas.<br />

Sin embargo, es <strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong> para correr. Cojo una <strong>de</strong> las finas<br />

flechas <strong>de</strong>l carcaj e intento colocarla en la cuerda <strong>de</strong>l arco, pero, en vez <strong>de</strong> una<br />

cuerda, veo tres, y el hedor <strong>de</strong> las picaduras es tan asqueroso que no consigo<br />

hacerlo. No puedo hacerlo.<br />

Los juegos <strong>de</strong>l hambre. LIBRO 1 Página 118

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