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tologia, que la persuade esplicada por la naturaleza y armonizada
con aquellas por un trabajo que bien merece la
importancia que Dionisio Halicarnaseo dio á la base, que
desentrañando las fábulas proporcionó en ellas á la historia.
Siguiendo el sentir de los célebres orientalistas que sobre las
grandes investigaciones de Flavio Josefo, dan por despejado
el origen de las naciones, pudiéramos derivar el nombre
Ilerda de las raices hebreas II y herda, é interpretarlo Castillo
pavoroso; pues este es el sentido que cabe darles con
Samuel Bochart, Tomás Hyde, Cristiano Wornio, Nadal
Alejandrino etc., y determinar su procedencia de los noachidas,
que trajeran este idioma de los campos del Senahar, de
donde los han visto partir á la repoblación de este pais, San
Gerónimo y San Isidoro de Sevdla, por autoridad del citado
Josefo. Sin tomar en cuenta á la familia de Noé para la repoblación
del mundo , y sí la partición de este entre los dioses
y la pobl. de la Pania por Pan, prefecto de Baco, Libero
Pater, Veriseo Dionisio etc., (Tubal enviado de Noé), considerado
por algunos como el Sol, prefecto de la naturaleza
universal para los planetas que le son confiados; es preciso
suponer igualmente oriental el origen de los pobladores de
Ilerda, siendo estos los primitivos españoles; porque es
preciso colocar el ibón del género humano en Oriente, allá
donde mas directamente y pronto ejerciera su misión aquel
prefecto; no en heladas regiones, como abandonadas por
esle, donde lo quiso colocar el profundo Bailly , tal vez contra
su propia convicción, jugando en ello solo los recursos
de su erudición por autorizar un objeto que se propusiera
como necesario. Todo ha debido seguir el curso mismo de
la luz; como su propagación es de Oriente á Occidente ha
debido serlo la de todas las producciones: la luz física,
la luz moral, la población del mundo, todo se presenta
necesariamente como inundaciones orientales. Las raices
del nombre Ilerda, aunque prescindamos de los muchos
apadrinadores del hebreo, aviniéndonos con la doctrina de
los que contradicen las etimologías de este idioma , estableceremos
lo mismo que son orientales; pues no podemos
menos de orillar su origen céltico conjeturado por el francés
Bñlet, según las tendencias propias de su nación por la
misma causa que hemos asomado al hablar de Bailly, y siendo
desconocida la época en que hubieron de formar el nombre
de esta pobl. sin que pueda rastrearse mas que por las
memorias que dejó en todo el occidente el Hércules ibero,
en perfecta armonía con las del Túbal histórico , con las del
Hércules físico , conduciendo de E. á O. la pobl. del mundo:
es el mismo héroe considerado ó esplicado de diferentes modos.
La frecuente repetición de la raiz il, en la nomenclatura
geográfica , desde luego persuade que es voz apelativa , ó
tal vez adjetiva : buscándose después su significación por su
aplicación, lo que es bastante común en estas interpretaciones,
Morales , Mendoza y otros citados por Mayans, ere
yeron que significaba pueblo. Pero el mismo Mayans dice
mejor espresar elevación ó altura : querer determinar mas su
significación , como han hecho también los que la interpretan
Torre, Castillo, Monte, Torbellino, etc. es dejarse llevar
de determinadas aplicaciones, no de las generales con que se
observa. Eu conformidad con la espresion topográfica de este
nombre, se colige de varios autores antiguos que han hablado
de esta c. lo elevado de su situación desde su origen. La
comodidad que ofrecen las alturas para otear desde ellas las
colinas menores y los valles donde estuviesen pastando los
ganados; la defensa natural que las mismas ofrecen , tan
necesaria en los tiempos primitivos; su mayor salubridad,
debieron conducir á los fundadores de Lérida á su altura mas
bien que Eneas , lo que estima posible Ortiz Valdés , en su
gratulación en la feliz restauración de Lérida ; lo mismo que
Oenotrio enseno a su pueblo á edificar ciudades en las alturas
como se espresa Dionisio Halicarnaseo. Las grandes proporciones
de su situación hermosa debieron crear pronto una
población considerable. Derramada por el feraz territorio
que señorea para su cultivo, formó una estensa y poderosa
república, que con el tiempo y las vicisitudes que enemigos
comunes trajeran al país , ora tramontando los Pirineos las
tribus nómades que se descolgaran de los montes rífeos ora
los famosos ligures arrojados del suelo itálico por los umbros
echando ellos á su vez de las orillas del Sícoris (el Segre) á
sus antiguos habitantes, á buscar nuevos establecimientos
e Sicilia, cuya irrupción confirman Dionisio Halicarnaseo, 1
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Apollodoro, citado por Isaac Hosio in Mellatn, quien cita
igualmente á Tzetzes intérprete de Licophron, el geógrafo
Seílax, Estevan de Bizancio, Festo Abierno etc. De haber
ocurrido este acontecimiento tal como lo presenta el citado
Dionisio, es preciso que afectase en gran manera á los hab.
de Lérida como establecidos á orillas del mencionado r. Otros
por el contrario, quieren que el rey Sicoro (personificación
del Segre por su ant. nombre Sicoris), viendo demasiado
aglomerada la pobl., envió colonias a Italia , Siria , Grecia
etc-: hay quien como Ortiz Valdés hace á Iltrda fundación
de troyanos , supone á Troya colonia de sicoros; pudiendo
ser estos ilerdenses ó ilergetes. Pero ni es preciso seguir estrictamente
la espresion de Dionisio , y suponer que los primitivos
ilerdenses fueron reemplazados por los invasores li
gures ó ligios ; ni dejarnos llevar de nuestro amor patrio , y
ereer con el famoso fabulador de la historia dé España que
Troya, Roma etc. fueron de origen español, solo porque
nos interese hacer nuestra su gloria. Si los ligures echaron á
los sicanos de su pais, no emigrarían estos hacia la misma parte
de donde procedía la agresión para dar lugar con este motivo
á que mas tarde respetables escritores hayan dicho que
los sícores ó sicanos dominaron en el Lacio, y ser la lengua sícana
de las mas ant. de Italia. Si emigraron, pudieron hacerlo
en parte mas bien que en su totalidad ; pues las emigraciones
generales que la antigüedad presenta, tenían por lo común una
razón política que no podia existir en este caso. Si emigraron,
no es probable que se retirasen nada menos que á Sicilia por
el choque de un pueblo advenidizo á manera de turbión; en
aquel conflicto, difícilmente podían hacer los sicoros otra
cosa que cederles sus posesiones mas fértiles, amagadas, y
retirarse á las fragosidades del origen de su r. y de sus afluentes,
para volver á disputarles pronto su posesión con la bravura
que en su distinto modo de vivir adquirieran. La colonización
de los sicoros entre tanto, parece también demasiado
autorizada para contradicha ; pero es mas probable que fuese
voluntaria que obligada , mas propia de la prosperidad
de este pueblo que de la desgracia ; sin que nos hermanemos
por esto con las floridas relaciones de Juan de Vitervo. Siendo
un pueblo considerable Ilerda, como debió serlo pronto,
elevado por la fertilidad y ventajas del pais , aunque algu na
catástrofe en la antigüedad momentáneamente lo abatiera ; á
favor de estas ventajas naturales y aun de las mismas vicisitudes
llevó su preponderancia sobre otros muchos pueblos
menores, formando una gran confederación, política de la
que fué denominante, y que como estas vicisitudes se repitieron
y estremaron, basta que perdió su libertadla España
primitiva, fue dilatándose encabezada siempre por la importante
Ilerda. El nombre gentilicio de esla c, eslendido á los
diferentes pueblos de su confederación ofrece alguna variedad
en los ant. escritores: en Plinio se lee correctamente
ilerdenses, en Esteban de Rizancioilerdiles y en Ptolomeo
ilergetes, tal vez por error de copia. Esta confederación,
según las memorias que de su estension nos dejaron los geógrafos
mayores, confinaba por E. con los lacetanos ; por N.
con los cerretanos angustanos ; por O. con los rascones y
edetanos, y por S. con la parte de la Lacetania de que se
ha formado una región distinta, llamándola Auselana, como
otra que habia enclavada éntrelos cerretanos y castellanos,
por que un yerro de los copiantes dio en Livio el nombre de
ausetanos á los lacetanos mas próximos al Ebro (V. Acete);
y con los meselanos que son los de las montañas de Prades.
El r. Segre la separaba de los lacetanos y se dilataba hacia
Huesca, contada por Ptolomeo, entre los pueblos ilergetes y
seguia el confín de la Vasconia hacia el Ebro que la separaba
de la Edetania, hasta la boca del mencionado Segre. No la
conoció así aun Estrabon; pues según este geógrafo lá Lacetania,
desde la raiz del Pirineo, venia estendiéndose en largas
llanuras hasta los confines de Lérida y de Aytona. Esta región
fué absorvida mas tarde por sus dos limítrofes la Vascona
y Ja ílerdense , como resulta en Ptolomeo. No cabe por esto
determinarse su confrontación con la Lacetania llevando el
pais Ilergele hasta las Cinco Villas de Aragón como hacen algunos.
Pero es aun mas grande error geográfico, contar entre
los pueblos limítrofes de los ilergetes á los indigetes, a
los ausetanos, áloscosetanos y aun á los celtiberos e tlercaones
; pues si algún punto de contacto tuvieron con estos
dos pueblos , debió ser muy pequeño, por Zaragoza con el
primero y por la boca del Segre, á la parte opuesta del Ebro