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Versión PDF - La Paz - Universidad Católica Boliviana

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INCLUSIÓN Institucionales<br />

Becas y descuentos<br />

MI pADRE, ÚLTIMA TARDE<br />

Salvador Romero Ballivián<br />

<strong>La</strong> casualidad, si tal diosa<br />

existe, quiso que aterrizase<br />

en <strong>La</strong> <strong>Paz</strong> apenas<br />

unas horas antes que se desplomase<br />

y muriese en mis brazos.<br />

Murió como vivió: en paz, con<br />

tranquilidad, sin cuentas pendientes,<br />

en medio de una conversación<br />

familiar, sentado en su<br />

sillón, en su propia casa.<br />

Mi padre se paseó por las altas<br />

cumbres del poder: Secretario<br />

Privado del Vicepresidente Luís<br />

A. Siles, Ministro de la Presidencia<br />

de Lydia Gueiler, Embajador<br />

ante la UNESCo, Fundador y<br />

Vicerrector de la <strong>Universidad</strong><br />

<strong>Católica</strong> <strong>Boliviana</strong> “San Pablo”,<br />

Decano de la Facultad de Ciencias<br />

Sociales de la <strong>Universidad</strong><br />

Mayor de San Andrés, Director<br />

de FLACSo – Bolivia, miembro<br />

de la Academia de Ciencias<br />

y de la de Historia. Ejerció cada<br />

responsabilidad con escrúpulo,<br />

dedicación y sentido del interés<br />

general, y descendió de ellas con<br />

la serenidad que le daba no haber<br />

solicitado esas funciones ni esos<br />

honores. Se los ofrecieron sentado<br />

delante de su escritorio y no<br />

en el cabildeo de pasillos. Seguro<br />

por ese motivo, independientemente<br />

de los cargos, se lo podía<br />

ver cada día recorrer a pie las tres<br />

cuadras desde la casa hasta la esquina<br />

de la avenida para tomar<br />

un minibús, el transporte más<br />

barato de la ciudad de <strong>La</strong> <strong>Paz</strong>,<br />

que se convertía en un incómodo<br />

salón de lectura y en un delicioso<br />

observatorio de microsociología<br />

urbana, cuyas conclusiones libraba<br />

en sus artículos quincenales<br />

de periódico o en los almuerzos<br />

familiares en la terraza del jardín.<br />

Por supuesto, jamás le faltaba la<br />

ironía y a la pregunta de por qué<br />

no aprendió a manejar, respondía<br />

que en su juventud pensó que<br />

ejercería labores que incluirían<br />

un auto con chófer.<br />

Esos títulos nunca lo alejaron<br />

de su verdadera y más profunda<br />

vocación: la cátedra y, por extensión,<br />

la enseñanza en todas sus<br />

dimensiones. Profesor en el alma,<br />

durante casi medio siglo le encantó<br />

pararse en un aula delante<br />

de alumnos. Se exigía al máximo:<br />

leía y releía a los fundadores de<br />

la sociología, frecuentaba a los<br />

clásicos del siglo XX, con una admiración<br />

especial por su maestro<br />

Touraine, y siempre curioseaba<br />

las novedades, con igual soltura<br />

en francés o inglés que en español.<br />

También exigía a sus estudiantes<br />

y solía ser estricto en las<br />

calificaciones.<br />

Pero esquivaba confinarse en<br />

una disciplina: lector insaciable,<br />

aprovechaba los insomnios que<br />

–sospecho- él mismo se infligía<br />

pretextando alguna falsa preocupación,<br />

para así leer, sentado en el<br />

más cómodo sillón de la biblioteca,<br />

en horarios inverosímiles, novelas,<br />

ensayos, historia, filosofía,<br />

antropología y un etcétera que<br />

cubría la gama de las ciencias humanas<br />

y sociales. Libros elegantes,<br />

nuevos, de segunda mano, de<br />

librerías de viejo y uno que otro<br />

pirata: bibliófilo voraz, los disfrutaba<br />

todos. Igual de imborrable<br />

será recordarlo, con aire concentrado,<br />

bolígrafo en mano, escribiendo<br />

en papel borrador, con<br />

una letra incomprensible y decenas<br />

de anotaciones en los márgenes,<br />

o recogiendo los lentes sobre<br />

el cabello para releer y empezar la<br />

minuciosa corrección, con el diccionario<br />

a mano, señal de respeto<br />

por la riqueza y los matices de la<br />

lengua del permanente aprendiz<br />

que fue hasta el final.<br />

A fuerza, su cultura se extendía<br />

hasta contornos enciclopédicos<br />

pero no la acumulaba con espíritu<br />

avaro, menos con mentalidad<br />

pedante. Al contrario, le encantaba<br />

compartir conocimientos y<br />

análisis, datos y reflexiones y, en<br />

última instancia, su tiempo. Lo<br />

mismo se sentaba con cualquier<br />

estudiante en la cafetería universitaria<br />

y en tono ameno podía terminar<br />

dando una clase particular<br />

de un par de horas que explicaba<br />

con pasión a sus amigos los detalles<br />

más exquisitos de sus aficiones.<br />

Armó una colección de relojes<br />

decimonónicos franceses, de<br />

caprichoso funcionamiento, que<br />

con paciencia aprendió a dominar<br />

al punto que podía recuperar<br />

en los mercados de pulgas aquellos<br />

dados por inservibles. Justificaba<br />

las compras diciendo que<br />

para arreglar el primero invirtió<br />

tanto esfuerzo que quedarse con<br />

apenas uno, era desperdiciar el saber<br />

que adquirió. A veces, culpaba<br />

a este desborde pedagógico de<br />

cualquier ocasión de sufrir robos<br />

de ideas: por más que escribió en<br />

permanencia, producía muchísimas<br />

más ideas de las que lograba<br />

Dr. Salvador Romero Pittari,<br />

<strong>La</strong> <strong>Paz</strong>, 1939 - 2012<br />

plasmar en artículos o libros.<br />

Le encantaba el arte de la conversación.<br />

Eso alcanzaba la afición<br />

por el debate. Jamás rehuía<br />

uno. Movilizaba talento, energía,<br />

inteligencia y lógica, y a veces un<br />

toque de terquedad, para demostrar<br />

la verdad de sus puntos de<br />

vista. Podía debatir en cualquier<br />

mesa con amigos y con colegas,<br />

o ingresar en las polémicas nacionales<br />

a través de sus artículos.<br />

Si algo despreciaba, era que los<br />

argumentos descalificasen a las<br />

personas en lugar de refutar las<br />

ideas: para ser tal, la victoria requería<br />

ceñirse a las reglas del juego<br />

limpio.<br />

Asumía las implicaciones del<br />

debate: diálogo, tolerancia, pluralismo,<br />

construcción de un espacio<br />

público incluyente. Por eso<br />

fue un demócrata a carta cabal,<br />

refractario a los autoritarismos y<br />

totalitarismos de cualquier signo.<br />

Si se le pedía situarse en el escenario<br />

político, se colocaba en el<br />

centro izquierda con facilidad y a<br />

la vez sin dogmatismos o pensamientos<br />

estereotipados, escéptico<br />

ante cualquier gran utopía pues<br />

las vías moderadas y progresivas<br />

eran las suyas. Los escenarios polarizados<br />

lo encontraban a contrapié.<br />

En los setenta, mientras en la<br />

derecha lo sospechaban de “rojo”<br />

por su oposición a los gobiernos<br />

militares, en la universidad, los<br />

marxistas presionaban para retirarlo<br />

por enseñar a autores tan<br />

reaccionarios como Durkheim<br />

y Weber, y centrar sus primeras<br />

DOMINGO 28 DE OCTUBRE DE 2012 13<br />

EL 45% DE LOS ESTUDIANTES TIENE BECA O DESCUENTO<br />

<strong>La</strong> U.C.B., cuenta con un programa integral de becas y descuentos para facilitar<br />

estudios universitarios.<br />

<strong>La</strong> <strong>Universidad</strong> <strong>Católica</strong> <strong>Boliviana</strong><br />

“San Pablo”, cuando fue<br />

fundada hace 46 años, quería<br />

favorecer a sectores de bajos recursos<br />

o con limitaciones para<br />

proseguir estudios superiores,<br />

instituyó un programa de becas<br />

para estudiantes de las zonas mineras<br />

para que accedan a una profesión<br />

con excelencia académica<br />

universitaria y así permitirles una<br />

vida futura con mejores posibilidades<br />

de realización personal y<br />

profesional.<br />

Actualmente, la <strong>Universidad</strong><br />

<strong>Católica</strong> <strong>Boliviana</strong> “San Pablo”<br />

tiene un programa integral de<br />

becas y descuentos para facili-<br />

tar estudios universitarios a estudiantes<br />

que tengan un nivel<br />

de excelencia académica en sus<br />

estudios y carezcan de recursos<br />

económicos suficientes para culminar<br />

sus estudios profesionales.<br />

<strong>La</strong> U.C.B. otorga becas a bachilleres,<br />

religiosos y religiosas,<br />

trabajadores de la <strong>Universidad</strong> y<br />

sus hijos, estudiantes con escasos<br />

recursos, estudiantes con excelencia<br />

académica, estudiantes que<br />

participen en actividades culturales<br />

y deportistas, Becas del Rectorado<br />

Nacional y a estudiantes<br />

patrocinados por el obispo de la<br />

Diócesis en la que funciona la regional<br />

correspondiente.<br />

Para acceder a una beca de la<br />

U.C.B se requiere ser estudiante<br />

regular de alguno de los programas<br />

de la <strong>Universidad</strong> con una<br />

antigüedad mínima de un semestre,<br />

excepto la beca a bachilleres<br />

que se otorga desde el inicio de<br />

la carrera y cubre el 100 % de la<br />

carrera profesional.<br />

El total de becas y descuentos<br />

otorgados en la Unidad Académica<br />

Regional <strong>La</strong> <strong>Paz</strong> en la gestión<br />

2011 alcanza a un valor total<br />

de 10.271.648,60 bolivianos y se<br />

otorgaron 547 becas y 3.832 descuentos.<br />

investigaciones en el movimiento<br />

campesino, una clase social condenada<br />

por la Historia.<br />

Se acercaba a los 74 años, pero<br />

sin duda esa fecha le representaba<br />

menos que los 45 años de matrimonio<br />

que venía de cumplir, en<br />

los cuales cultivó una estrechísima<br />

complicidad con mi madre,<br />

basada en un respeto e igualdad,<br />

sobre los cuales nunca le escuché<br />

teorizar, pontificar o erigir<br />

en modelo, pero que funcionaba<br />

cada día. Sin complejos, la acompañó<br />

las dos veces que ella fue<br />

nombrada embajadora y a él le<br />

tocaba desempeñar con ánimo<br />

y humor el papel de “embajador<br />

consorte”.<br />

Tal vez por eso, si en su última<br />

tarde, a la hora del té que<br />

disfrutaba tomar en la cocina, le<br />

hubiese preguntado si le quedaba<br />

alguna frustración en la vida, es<br />

probable que hubiese confesado<br />

que sí, una: pese a las múltiples<br />

candidaturas que presentó y los<br />

denodados esfuerzos que hizo<br />

por ingresar, jamás fue aceptado<br />

como miembro del exclusivísimo<br />

“Club Tish” fundado por sus nietos…

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