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En Día de Muertos las calles<br />
ya se llenan de fandango<br />
y La Muerte trotacalles<br />
busca con quien echar tango.<br />
En los panteones y ofrendas<br />
probó calabaza en tacha<br />
y escuchando unas leyendas<br />
se puso reteborracha.<br />
La del ilustre dentario<br />
vacaciona estos dos días,<br />
pues el resto del anuario<br />
toma lecciones sombrías.<br />
Cuando vuelve al inframundo<br />
aprende literatura,<br />
pues aunque esté en el trasmundo<br />
le interesa la cultura.<br />
Sus maestros son famosos,<br />
ya están en los obituarios,<br />
en vida fueron colosos,<br />
de ellos les nombraré varios.<br />
Don Paz dirige la escuela<br />
del Laberinto Asolado,<br />
se pone a jugar rayuela<br />
cuando está muy estresado.<br />
Por Diego Isaac González Gómez<br />
El señor Carlitos Fuentes<br />
a La Calaca le enseña<br />
a escribir textos decentes<br />
y una historia panameña.<br />
Cuando Rulfo toma asiento<br />
ella sigue entre las ramas,<br />
pa' quitarse lo friolentos<br />
critican El llano en llamas.<br />
La Muerte ya está buscando<br />
otras materias afines<br />
y se va versificando<br />
con don Jaimito Sabines.<br />
El treinta y uno de octubre<br />
en la escuela hubo taquiza,<br />
¿este evento quién lo cubre?<br />
pues don José Gorostiza.<br />
Se deforma el entrecejo<br />
de La Catrina al recordar,<br />
que después de este festejo<br />
tendrá que volver a estudiar.<br />
Se pasea entre las viviendas<br />
La Catrina hecha una hilacha,<br />
entre ciudades y haciendas<br />
bailando La Cucaracha.
Por Cecilia Guadalupe Ramón Franco<br />
Andaba Inés Arredondo<br />
escribiendo sin parar;<br />
garabateaba en tablillas<br />
ficción y ensayo a la par.<br />
Muchos eran sus pesares,<br />
en lo físico y espiritual,<br />
aunque en sus años más mozos<br />
bien que supo disfrutar.<br />
Grande entre los escritores,<br />
fue una mujer sin igual;<br />
como pocos, expresaba<br />
lo que nadie se atrevía a contar.<br />
Generación Medio Siglo<br />
llamados los de su edad,<br />
eran sus buenos amigos,<br />
Melo, Batis y otros más.<br />
Imponente, criticaba<br />
la vanguardia cultural,<br />
lo mismo amigos que extraños,<br />
y a nadie le venía mal.<br />
Así, la Dama de Blanco<br />
de su genio colosal<br />
supo y quiso postularla<br />
para la posteridad.<br />
La Parca fue muy astuta,<br />
bien que le supo llegar:<br />
al grupo Contemporáneos,<br />
ella la invitó a alcanzar.<br />
Pues que Inés los admiraba,<br />
no dudó nada aquel día<br />
en que la altiva Pelona<br />
le coqueteó muy bravía.<br />
Arredondo suspiraba,<br />
más que verlos, ya quería<br />
discutir con ellos libros<br />
y estar en su compañía.<br />
Una y dos veces dudó;<br />
aunque a la Flaca quería,<br />
no iba a dejar un mal cuento,<br />
la perfección se imponía.<br />
“Huesuda, dame unos días,<br />
no te pido mucho más”,<br />
dijo la sinaloense,<br />
convencida de tratar.<br />
Completó Río Subterráneo,<br />
Los Espejos, La Señal;<br />
hoy el Fondo los reedita,<br />
Cuentos Completos están.<br />
Y antes de que más dolieran<br />
sus angustias, su pesar,<br />
vino la Tilica y, pronta,<br />
la llevó ya a descansar.<br />
Aun más allá de la muerte,<br />
la favoreces, Catrina,<br />
pues otros textos de Inés,<br />
Ensayos, tienen salida;<br />
el FCE se engalana<br />
con tal selección de valía,<br />
que hoy nos da más motivos<br />
p'admirarla de por vida.<br />
Aquí, Inés, te leemos;<br />
descansa en Eldorado real,<br />
tal vez allá nos veremos<br />
para a la Muerte abrazar.
Por Grecia Montserrat Castro Miranda<br />
La nación anda de luto<br />
ya sin una de sus partes<br />
Carlos Fuentes, resoluto<br />
cerró los ojos un martes.<br />
Embajador en la tierra<br />
que baña el Sena elegante<br />
tejiendo historias cual sierra<br />
de talante alucinante.<br />
Algunos ya dan por muerto<br />
tan fabuloso linaje.<br />
No saben que en cualquier puerto<br />
la palabra encauza el viaje.<br />
Sólo fue un cambio de piel<br />
La muerte, paciente espera<br />
los versos que no son hiel<br />
ya llegan, enredadera.
Su condición casi eterna,<br />
que mil milenios abarca,<br />
le causó una pena interna<br />
a la desdichada parca:<br />
“¡Mucho tiempo ha trascurrido<br />
y yo siempre en mi labor…<br />
Hoy encuentro ya aburrido<br />
ser un ente aterrador!”<br />
Escuchó su triste queja,<br />
un cadáver del panteón,<br />
y le dijo “Muerte vieja,<br />
te tengo la solución:<br />
¡una eternidad no es nada!<br />
es muy sencilla la cura...<br />
de tu hastío serás librada<br />
si acudes a la lectura”.<br />
Siguió la parca el consejo<br />
y se convirtió en lectora,<br />
todo libro, nuevo o viejo,<br />
desde entonces ella adora.<br />
Por Guadalupe Flores García<br />
Sobre todo impresionada,<br />
ha quedado hasta los dientes,<br />
por la obra publicada<br />
del escritor Carlos Fuentes.<br />
Mucho lo admira la flaca<br />
y su amor por él es tanto,<br />
que hace poco fue a su casa...<br />
¡y lo llevó al camposanto!<br />
Mientras México le llora,<br />
la calaca es alegría,<br />
ya no importan tiempo ni hora<br />
junto a esa gran compañía.
Estaba Jaime García<br />
revisando La Gaceta,<br />
para echar a la cubeta<br />
aquello que no servía;<br />
sin embargo, no sabía<br />
que una flaca lo observaba,<br />
pues aunque siempre mandaba<br />
a la editorial un texto,<br />
le contestaban muy presto<br />
que calidad le faltaba.<br />
No pudiéndolo sufrir<br />
se apersonó al editor,<br />
diciendo con desamor<br />
que venía a discutir.<br />
García se quiso ir<br />
pues siempre estaba atareado,<br />
sin pensar que aquel enfado<br />
se lo cobraría esa flaca:<br />
Por Nidya Areli Díaz Garcés<br />
¡Era la misma calaca<br />
a quien había desairado!<br />
Muy rauda cerróle el paso<br />
con su mueca irreverente,<br />
pero el sabio indiferente<br />
alcanzó a estirar el brazo<br />
para agarrar un librazo<br />
que leyó con avidez.<br />
Tomólo por altivez<br />
la de la esbelta figura,<br />
y a la fría sepultura<br />
lo despachó de una vez.
Llegó doña calavera<br />
de la mano de Chabela<br />
sacudiendo la cadera<br />
y alumbrando con su vela.<br />
Venían buscando a la gente<br />
que ya reclama la tierra<br />
sin tener siquiera en mente<br />
que causarían una guerra.<br />
Al primero que se echaron<br />
fue por desconocer<br />
que en el Fondo se editaron<br />
los Breviarios del saber.<br />
-¡Poniatowska!, ¡Poniatowska!<br />
Gritaba la calavera<br />
no hay nadie que desconozca<br />
que ya te aclama la tierra.<br />
Se la topó la catrina<br />
vagando en eje central,<br />
la despachó en una esquina<br />
y ya la lleva a enterrar.<br />
Pero el viaje va muy lleno<br />
porque se lleva a otros más,<br />
Papasquiaro va sereno,<br />
“Jeta de santo” y no más.<br />
Por Ricardo Ramírez Hernández<br />
Chumacero en la carroza<br />
no sabe a dónde mirar,<br />
él sencillamente goza<br />
de que ya va a descansar.<br />
La catrina va leyendo<br />
“Obras” del señor Arreola;<br />
de pronto se le ve riendo,<br />
de pronto ya llora sola.<br />
“Mujer que sabe latín”<br />
también consulta la muerte;<br />
Castellanos va al festín<br />
en esa carroza inerte.<br />
Azuela lleva en la mano<br />
por supuesto “los de abajo”<br />
él le va pidiendo en vano<br />
que no lo lleve al carajo.<br />
Sor Juana ya va rezando,<br />
y luego empieza a soñar<br />
que ya la están esperando<br />
en un extraño lugar.<br />
“El arco y la lira” suenan<br />
y entonces despierta Paz,<br />
se da cuenta que ya llegan<br />
los que lo van a enterrar.<br />
Se detiene la carroza:<br />
“La región más transparente”,<br />
la parca le da una rosa<br />
al recién partido Fuentes.<br />
Y va pelando los dientes<br />
al igual que Gorostiza<br />
en esta “Muerte sin fin”<br />
en donde el mundo agoniza.<br />
La muerte sigue perdida<br />
entre estantes y libreros,<br />
arrebatando la vida<br />
de páginas y recuerdos.<br />
En el Fondo de Cultura<br />
sigue el viaje acompletando,<br />
pues tiene una sepultura<br />
que ya casi está llenando.
Se acerca el dos de noviembre<br />
está marcado en mi agenda<br />
recordaré a mis muertitos<br />
con una foto en la ofrenda.<br />
También iré al cementerio<br />
les llevaré muchas flores;<br />
gladiolas y margaritas<br />
despedirán sus olores.<br />
Por María Eva Sánchez Huerta<br />
Será toda una pachanga<br />
cantaré una canción a Juan García Ponce<br />
a quien cargó la calaca<br />
alrededor de las once.<br />
También a los integrantes<br />
del Fondo de Cultura Económica<br />
a quien sorprendió la muerte<br />
en una muestra gastronómica.<br />
Fernando del Paso dejó<br />
una sombra de la historia<br />
aunque nunca comprendió<br />
la reforma migratoria.<br />
La cripta de Bernard Williams<br />
no tiene el sentido del pasado<br />
y en su epitafio está escrito:<br />
“Aquí yace un hombre casado”.<br />
La huesuda les peló los dientes<br />
y nos dejó sin cultura<br />
ahora estamos contentos<br />
rodeando su sepultura.<br />
Ya se nos elevaron<br />
todos nuestros escritores,<br />
se nos marcharon muy pronto<br />
y todo por habladores.<br />
Ya la junta directiva<br />
toda se nos petateó,<br />
a secretarios y presidentes<br />
La Tilica los olfateó.