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The New York Times Company Vs. L. B. Sullivan - Catedras

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y medidas de los hombres públicos, de cada descripción, que no ha sido confinada a los<br />

estrictos límites del common law. Sobre esta base se ha erguido la libertad de la prensa;<br />

sobre esta base aun descansa...” (4 Elliot’s Debates, supra, p. 570). El derecho a la libre<br />

discusión pública de la administración de los funcionarios públicos era, por lo tanto, en<br />

la visión de Madison, un principio fundamental de la forma estadounidense de<br />

gobierno15.<br />

Aunque el Acta de Sedición nunca fue testeada en esta Corte16, el ataque sobre su<br />

validez ha alcanzado su día en la corte de la historia. Las multas pagadas por violar el<br />

Acta fueron devueltas por un Acta del Congreso con el fundamento de que era<br />

inconstitucional (ver, por ejemplo, Acta del 4 de Julio de 1840, c. 45, 6 Stat. 802<br />

acompañada por H.R.Rep. nº 86, 26th Cong., 1st Sess. 1840). Calhoun, en su reporte al<br />

Senado del 4 de febrero de 1836, asumió que su invalidez era un asunto “del cual ahora<br />

nadie duda” (Report with Senate bill No. 122, 24 th Cong., 1 st. Sess., p. 3). Jefferson,<br />

como presidente, perdonó a aquellos que habían sido encontrados responsables y<br />

sentenciados bajo el Acta y remitió sus multas, estableciendo: “Relevo a toda persona<br />

bajo castigo o persecusión bajo el Acta de Sedición, porque consideré, y ahora<br />

considero, que esa ley es nula, tan absoluta y palpablemente nula como si el Congreso<br />

nos hubiera ordenado arrodillarnos y rezar ante una imagen dorada” (Letter to Mrs.<br />

Adams, 22 de julio de 1804, 4 Jefferson’s Works (Washington ed.), ps. 555-556). La<br />

invalidez del Acta ha sido también sostenida por los jueces de esta Corte (ver Holmes,<br />

J., disintiendo y acompañado por Brandeis, J., en Abrams vs. United States, 250 US<br />

616, 630, 40 S.Ct. 17, 63 L.Ed. 1173; Jackson, J., disintiendo en Beauharnais vs.<br />

Illinois, 343 US 250, 288-289, 72 S.Ct. 725, 96 L.Ed. 919; Douglas, <strong>The</strong> Right of the<br />

People (1958), p. 47. Ver también Cooley, Constitutional Limitations, 8ª ed.,<br />

Carrington, 1927, ps. 899-900; Chafee, Free Speech in the United States, 1942, ps. 27-<br />

28). Estas posiciones reflejan un amplio consenso de que el Acta, en razón de las<br />

restricciones que imponía sobre la crítica al gobierno y a los funcionarios públicos, era<br />

inconsistente con la Enmienda I.<br />

No hay fuerza en el argumento de <strong>Sullivan</strong> de que las limitaciones constitucionales<br />

implícitas en la historia del Acta de Sedición se aplican solamente al Congreso y no a<br />

los Estados. Es cierto que la Enmienda I estuvo originalmente dirigida sólo a la acción<br />

del gobierno federal y que Jefferson, en tanto que rechazó el poder del Congreso de<br />

“controlar la libertad de la prensa”, reconoció tal poder a los Estados (ver la carta de<br />

1804 a Abigail Adams citada en Dennis vs. United States, 341 US 494, 522, n. 4, 71<br />

S.Ct. 857, 95 L.Ed. 1137, opinión concurrente). Pero esta distinción fue eliminada con<br />

la adopción de la Enmienda XIV y la aplicación a los Estados de las restricciones de la<br />

Enmienda I (ver, por ejemplo, Gitlow vs. <strong>New</strong> <strong>York</strong>, 268 US 652, 666, 45 S.Ct. 625, 69<br />

L.Ed. 1138; Schneider vs. State, 308 US 147, 160, 60 S.Ct. 146, 84 L.Ed. 155; Bridges<br />

vs. California, 314 US 252, 62 S.Ct. 190, 86 L.Ed.192; Edwards vs. South Carolina, 372<br />

US 229, 235, 83 S.Ct. 680, 9 L.Ed.2d 697).<br />

Lo que un Estado no puede constitucionalmente regular por medio de una ley criminal<br />

está igualmente más allá del alcance de su ley civil de difamación17. El miedo a una<br />

indemnización por daños y perjuicios otorgada bajo una regla tal como la invocada aquí<br />

por los tribunales de Alabama podría ser marcadamente más inhibitoria que el miedo a<br />

una persecución bajo una ley penal (ver City of Chicago vs. Tribune Co., 307 Ill. 595,<br />

607, 139 N.E. 86, 90, 1923). Alabama, por ejemplo, tiene una ley penal de difamación<br />

que somete a persecución “a toda persona que hable, escriba o imprima sobre y referido

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