Jovenes_y_Derechos_en_la_Accion_Colectiva

JÓVENES Y DERECHOS
EN LA ACCIÓN COLECTIVA
Voces y experiencias
de organizaciones juveniles
en Bogotá
Coordinación General
Personería de Bogotá, D.C
Universidad Distrital Francisco José de Caldas
IPAZUD, Instituto para la Pedagogía, la Paz y el Conflicto Urbano
Convenio de cooperación interinstitucional 004 del 14 de septiembre de 2005
Seguimiento al Acuerdo 125/Julio 9/2004
Editores
Juan Carlos Amador
Ricardo García Duarte
Quena M. Leonel Loaiza

Jóvenes y derechos en la acción colectiva : voces y experiencias de organizaciones
juveniles en Bogotá / Germán Muñoz González ... [et al.]. -- Editores Juan Carlos Amador,
Ricardo García Duarte, Quena M. Leonel Loaiza. -- Bogotá : Universidad Distrital Francisco
José de Caldas, Personería de Bogotá, 2011.
304 p. ; 24 cm.
Incluye bibliografías.
ISBN 978-958-8088-46-4
1. Derechos humanos - Bogotá (Colombia) 2. Organizaciones juveniles - Bogotá (Colombia)
3. Participación juvenil - Bogotá (Colombia) 4. Juventud y sociedad - Bogotá (Colombia)
5. Trabajo social con jóvenes - Bogotá (Colombia) I. Muñoz González, Germán
II. Amador, Juan Carlos, ed. III. García Duarte, Ricardo, ed. IV. Leonel Loaiza, Quena M., ed.
305.235 cd 21 ed.
A1300159
CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango
PERSONERÍA DE BOGOTÁ
UNIVERSIDAD DISTRITAL
FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS
FRANCISCO ROJAS BIRRY
Personero de Bogotá, DC.
MARCO R. MARIÑO FAJARDO
Personero Auxiliar
YAMILE GUERRA SUAREZ
Secretaria General
MIRTHA PATRICIA BEJARANO RAMÓN
Personera Delegada
Derechos Humanos
TULIA FABIOLA NIÑO MARTÍNEZ
Coordinadora Proyecto Cátedra Personería
de Bogotá Acuerdo 125/2004
Coordinación General
Personería de Bogotá, D.C.
Universidad Distrital Francisco José de Caldas.
IPAZUD, Instituto para la Pedagogía, la Paz
y el Conflicto Urbano.
Convenio de cooperación interinstitucional
004 del 14 de septiembre de 2005.
Seguimiento al acuerdo 125/Julio 9/2004
INSTITUTO PARA LA PEDAGOGÍA
LA PAZ Y EL CONFLICTO URBANO
INOCENCIO BAHAMÓN CALDERON
Rector
MARÍA ELVIRA RODRÍGUEZ LUNA
Vicerrectora Académica
EDWARD PINILLA RIVERA
Vice rector Administrativo
RICARDO GARCÍA DUARTE
Director IPAZUD
Edición: IPAZUD.
Juan Carlos Amador Baquiro
Editor e investigador
Ricardo García Duarte
Editor e investigador
Quena Melisa Leonel Loaiza
Editora e investigadora
Andrés F. Castiblanco Roldán
Investigador
Carlos Arturo Reina Rodríguez
Investigador
Germán Muñoz González
Investigador
Jairo Hernando Gómez Esteban
Investigador
Luisa Fernanda CortÉs Navarro
Investigadora
Ruby Varón Galvis
Investigadora
Diseño gráfico y diagramación: ROCÍO PAOLA NEME NEIVA.
Fotografía: Camilo Andrés Rodríguez, http://www.flickr.com/photos/kamiloara/
Impresión: Subdirección Imprenta Distrital – DDDI
ISBN: 978-958-8088-46-4
Primera edición 2011
Bogotá, 2011

Agradecimientos
Este libro alcanzó su mejor desarrollo gracias a
la contribución de diversas personas, Instituciones
Educativas y organizaciones.
Las organizaciones comprometidas en el presente
proyecto y editores expresan su reconocimiento a
las siguientes organizaciones juveniles: Corporación
Experimental Juvenil, Organización Minga Urbana en
Techotiba, Corporación Ciudad Emphiria, Sistema Local
de Juventud de Kennedy, Movimiento Rock por
los Derechos Humanos en Ciudad Bolívar, Organización
Círculos de Paz-es, Colectivo Surgente, Asociación
Hijos del Sur, Urban Art y Corporación Azzul.
Así mismo agradecen a El Observatorio de Derechos
Humanos de la Institución Educativa Distrital Eduardo
Umaña Mendoza.
Finalmente manifiestan su reconocimiento a Camilo
Andrés Rodríguez director de la Agencia Cultural Juvenil
Bajo Control, por sus aportes narrativos de imagen
plasmados en las fotografías que componen la cubierta
y los comienzos de capítulos internos del libro.

Tabla de contenido
Presentación...........................................................................................................................................................................................9
Introducción........................................................................................................................................................................................15
Parte I
Jóvenes, derechos y ciudadanías:
Debates contemporáneos
Prácticas políticas de jóvenes “desde abajo y a la izquierda”
Germán Muñoz González ...............................................................................................................................................31
Organizaciones y movimientos en la construcción
simbólica del actor colectivo
Ricardo García Duarte .......................................................................................................................................................73
Discursos sobre la juventud o las tribulaciones para
ser lo que uno es
Jairo Hernando Gómez Esteban...............................................................................................................................101
Parte II
Acción colectiva juvenil, redes y rock:
Análisis de narrativas y experiencias
Jóvenes, Redes y Derechos: acción colectiva
en el sistema local de juventud de kennedy –sljk-
Juan Carlos Amador Baquiro......................................................................................................................................131
Movimiento rock por los Derechos Humanos en Ciudad Bolívar
Luisa Fernanda Cortés Navarro y Carlos Arturo Reina .............................................................................179

Parte III
Derechos, territorio y jóvenes:
apuestas organizativas locales
Juventud y Derechos:
un panorama desde las organizaciones juveniles de Usme
Quena Melisa Leonel Loaiza ......................................................................................................................................213
Las organizaciones juveniles y la escuela en la intimidad
de la acción colectiva en Usme
Andrés F. Castiblanco Roldán......................................................................................................................................229
¿lLa acción colectiva posibilita la creación de una cultura
de los Derechos Humanos? Percepciones de
las organizaciones juveniles
Ruby Varón Galvis .............................................................................................................................................................251
Parte IV
Los jóvenes tienen la palabra:
voces de jóvenes con agencia
Apuntes sobre la limpieza social
Rodolfo Celis Serrano.......................................................................................................................................................273
Círculos de paz-es en Usme hacia una transformación
generacional desde lo propio
Karen Díaz Restrepo......................................................................................................................................................... 283
Acción colectiva ambiental de jóvenes del sur de Bogotá…
Jhon Fredy González Daza, Sandra Rodríguez, Edgar Suárez (Tito)............................................... 289
8

Presentación
El Concejo de Bogotá institucionalizó por medio del Acuerdo número 125
del 9 de julio de 2004 la Cátedra en Derechos Humanos, Deberes y
Garantías y Pedagogía de la Reconciliación como medida capaz de favorecer
planes, programas y acciones conducentes a promover una cultura
de derechos humanos a través de las instituciones del Distrito Capital y otros
actores de la sociedad civil. Al introducir un mandato referido no solo a la implementación
de una asignatura académica en los contextos educativos, sino a la
generación de iniciativas para la construcción de nuevos sentidos sobre la vida,
la sociedad y los derechos, el tema se ha convertido en núcleo estratégico de la
política pública y de las agendas sociales en Bogotá.
Para velar por la implementación de la Cátedra el Concejo igualmente dispuso la
creación de una Coordinación Interinstitucional con el fin de articular, fortalecer,
monitorear, racionalizar propósitos y resultados en la gestión de la educación
en derechos humanos, la cual quedó en cabeza de la Secretaría de Educación
y conformada por representantes de un conjunto de instituciones del Distrito
Capital, entre ellas, la Personería de Bogotá y la Universidad Distrital Francisco
José de Caldas. Con el Convenio de Cooperación Interinstitucional 004 del 14
de septiembre de 2005, estas dos últimas dieron curso a varias actividades en el
tema, entre ellas el seguimiento a la Cátedra en el contexto de diversos espacios
geográficos, sectores, instituciones y actores sociales en la ciudad.
El interés de ambas instituciones por comprender los procesos de apropiación
del tema así como el complejo conjunto de condiciones y variables en las que
tiene lugar la cultura de derechos humanos, hizo necesario emprender estudios
investigativos coordinados por la Universidad Distrital Francisco José de Caldas.
De este modo, desde el año 2006 se ha realizado el seguimiento al desarrollo
Presentación
9

de la Cátedra como un proceso investigativo permanente, cuyos resultados han
fortalecido la investigación, análisis y reflexión de implementación de la misma,
que muestran un balance de experiencias de investigación formulados desde
distintas ópticas y perspectivas (Betancourt, 2008; Gómez, et al, 2009; Serna, et
al, 2010). Basados en los hallazgos de estos estudios y, atendiendo a unas circunstancias
de orden social y político particulares en el Distrito Capital, el objeto
de investigación en este oportunidad (2011) se centró en analizar los procesos
de agenciamiento de los derechos humanos a través de iniciativas de actores
sociales, a menudo marginados y estigmatizados: los jóvenes.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
10
Con la promulgación de la Constitución Política de 1991, la cual incorporó dentro
de sus mandatos la obligación por parte del Estado de una formación más
activa en materia de democracia y ciudadanía, diferentes instituciones públicas
y privadas han acogido con ánimo el desarrollo de propuestas pedagógicas
alusivas al ejercicio de los derechos, la participación y la ciudadanía. Pese a
una cultura política caracterizada por fenómenos de desigualdad y exclusión
crecientes, originada en parte por la degradación del conflicto social y armado
y por la incorporación de modelos de desarrollo distantes de la garantía de
derechos, las iniciativas de la sociedad civil han tenido gran despliegue. Los esfuerzos
adelantados en torno a la búsqueda de la paz, la defensa y promoción
de los derechos humanos, la tramitación pacífica de los conflictos y el ejercicio
de ciudadanías activas, además de haberse convertido en objetos centrales de
movilización social en varias comunidades y grupos poblacionales en el país,
también han empezado a ser parte de una conquista permanente de organizaciones
de jóvenes en la ciudad.
Los estudios realizados anteriormente por la Personería de Bogotá y la Universidad
Distrital Francisco José de Caldas han evidenciado varias realidades sobre la
compleja trama jóvenes, derechos y ciudad. La primera está relacionada con la
existencia de una cultura política que ha sido subordinada a los procedimientos
del gobierno escolar y a la ciudadanización de los sujetos en la escuela (Gómez,
et al, 2009) 1 . Este escenario muestra cómo el predominio de dimensiones
1 En el 2009 se procedió a indagar las experiencias de la localidad de Chapinero, asumido como
proyecto piloto y marco referencial para seguimientos y aplicaciones posteriores en las restantes localidades
y el contexto donde se desarrollan estos procesos. Metodológicamente el trabajo se apoyó en una
revisión documental que acudió a fuentes de diverso orden, entre ellas, proyectos educativos instituciones,
proyectos locales, contratos, convenios y folletos. También acudió a la observación participante, la implementación
de entrevistas semiestructuradas y algo que el equipo de investigadores denominó croquis de

instrumentales de la democracia y una versión de la ciudadanía que se reduce
a una particular obediencia de los individuos hacia la fuerza o la asistencia del
Estado, termina por desactivar otras formas de acción política y subvalorar alternativas
con grandes potencialidades en torno a la conquista de los derechos y la
reinvención de lo público en la ciudad.
En segundo lugar, también ha sido recurrente, a partir del análisis de las retóricas
de formación en derechos humanos, el divorcio entre los discursos de la política
pública y las prácticas que adelantan las instituciones (Serna, et al, 2010) 2 . Si
bien se puede señalar que, con motivo de un mayor posicionamiento del tema
de los derechos humanos en la ciudad, las actividades institucionales se han
multiplicado –talleres, capacitaciones, asesorías, acompañamientos a comunidades-,
las confusiones de varios de los responsables y encargados de esta labor
en relación con los enfoques y perspectivas pedagógicas de la ciudadanía, han
terminado por subordinar la potencia de los derechos -en clave de garantía y
restitución-, a un simple asunto de asistencia, subsidios y ejecución de presupuestos
en las localidades.
En tercer lugar, aunque no ha sido objeto de investigación explícito en los anteriores
estudios, ha surgido de manera frecuente en los trabajos de campo y en
las categorías emergentes de los informes, una realidad que sitúa a los jóvenes
frente a expresiones y escenarios de violencia, en donde no siempre son los victimarios,
tal como se les suele enunciar desde diversos sectores de la sociedad.
Particularmente, durante la última década la sociedad colombiana ha sido testigo
del surgimiento de nuevas tipologías de violencia hacia los jóvenes, producto
de su utilidad estratégica para favorecer los intereses de bandas criminales y
sujeto. Dentro de las recomendaciones se destacan dos asuntos que colocan la Educación en DDHH como
horizonte de sentido para la transformación propositiva de las realidades adversas, frecuentes en muchos
barrios de esta localidad. En primer lugar, se recomendó hacer todos los esfuerzos institucionales necesarios
para lograr el tránsito de un sistema educativo precario con una cultura política débil a un escenario posible
que forme en, con y para los DDHH. Y en segundo lugar, se recomendó que la política pública no sólo
sea formulada desde el derecho como marco de y para la acción, sino que también tenga incidencia en
contextos sociales caracterizados por el ejercicio de la violencia y la discriminación.
2 En el año 2010 el objeto de estudio que articuló el trabajo de investigación se centró en interrogar
las dimensiones educables y enseñables de las propuestas institucionales que declaran trabajar interna y/o
externamente la formación en derechos humanos con poblaciones y grupos específicos de Bogotá. En consecuencia,
las retóricas, el sujeto de la formación y los entornos institucionales se convirtieron en los ejes
transversales para acercarse a la complejidad de las realidades socio-culturales que configuran los escenarios
de atención y socialización en la ciudad y, de este modo, comprender las posibles articulaciones, tensiones
y/o divorcios en torno a la formación, los objetivos misionales y la producción de subjetividades particulares
que emergen de estos universos de sentido.
Presentación
11

mafias dedicadas al narcotráfico, la trata de personas, y la difusión del miedo
con propósitos de control social en sus diversas expresiones. Evidentemente se
trata de los efectos de un clima de tragedia humanitaria que no cesa, pese a los
procesos de desmovilización registrados en los últimos ocho años, así como de
un esquema de exclusión social en el que los jóvenes frecuentemente son sus
mayores receptores.
Estas consideraciones han convocado a la Personería de Bogotá y al Instituto
para la Pedagogía, la Paz y el Conflicto Urbano de la Universidad Distrital – IPA-
ZUD- a emprender una reflexión sobre el papel que juegan los jóvenes en la
promoción y búsqueda de alternativas relacionadas con la resolución pacífica de
los conflictos y una cultura de paz y de respeto por los derechos humanos en sus
entornos locales y barriales. En efecto, se trata de contextos en los que enfrentan
día a día las manifestaciones más absurdas y descarnadas de estas múltiples
violencias. Muchos interrogantes pueden plantearse al respecto ¿Qué motivaciones
circulan por las iniciativas de los jóvenes que se organizan para promover la
cultura de los derechos humanos?, ¿Qué dificultades enfrentan para desarrollar
sus acciones en el interior de sus comunidades?, ¿Qué papel consideran que
juega la institucionalidad frente al trabajo de sus organizaciones?, ¿Qué impacto
consideran que tiene para sus comunidades dicho trabajo?
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
12
Estas y otras inquietudes son abordadas en este trabajo por un equipo de investigadores,
quienes aceptaron con generosidad y actitud de aprendizaje la tarea
de analizar la realidad social de estos grupos, organizaciones y comunidades, a
partir de la voz y experiencias de sus protagonistas. Como se podrá observar, la
relación jóvenes - derechos, además de ser una vinculación difícil y paradójica,
se convierte en uno de los mayores desafíos para la construcción de la dignidad,
la deconstrucción de la cultura hegemónica y la conquista de una nueva esfera
de lo público, de cara a la materialización del Estado Social de Derecho en la
ciudad y el país.
En tal sentido, invitamos a las instituciones oficiales y demás actores de la sociedad
civil, en particular a aquellas que pertenecen al Distrito Capital, ha asumir
sin prevención alguna los resultados –parciales e inacabados- de este trabajo, el
cual muestra el carácter marginal y excluyente con el que se ha naturalizado a los
jóvenes, así éstos sean objeto de políticas, planes y proyectos. Sin embargo, lo
más importante es invitarles a observar con atención los esfuerzos que grupos,
organizaciones y distintas expresiones de la acción colectiva juvenil han logrado

cristalizar en diversos lugares de Bogotá, mediante prácticas creativas que articulan
política, cultura, estética y derechos. Más que un asunto subsidiario, para
estos jóvenes los derechos son una conquista permanente. Por esta razón, el
reconocimiento es para ellos, a quienes agradecemos su participación en este
proyecto.
Presentación
13

INTRODUCción
Jóvenes construyendo los derechos
El campo de los estudios de juventud en América Latina y Colombia es
prolífico y ofrece diversas aristas acerca de la realidad de unos sujetos,
quienes han sido enunciados por instituciones y sectores de la sociedad,
en el transcurso del tiempo, como parte de una etapa de la vida, un
periodo en transición, una fase del ciclo vital, e incluso como individuos naturalmente
peligrosos y desadaptados. Sin embargo, este mismo campo de investigación
ha mostrado que es posible explorar otros marcos explicativos acerca de
lo que algunos autores, como Germán Muñoz (2011), han llamado condición
juvenil. Se trata de una manera distinta de explorar la realidad de estos sujetos,
más allá de su acepción psico-biológica, en particular, a través de sus interacciones
con la sociedad, la cultura y los lenguajes, así como sus formas de agenciamiento
colectivo.
De ésta manera el presente trabajo, como producto de un interés interinstitucional
entre la Personería de Bogotá y la Universidad Distrital Francisco José de
Caldas –IPAZUD-, pretende analizar las prácticas de organizaciones juveniles en
Bogotá en la construcción de sus derechos. Por tal motivo, no se trata de un
ejercicio en el que se dé cuenta de la eficacia de las instituciones en el otorgamiento
de los derechos o del cuestionamiento a los funcionarios que administran
los recursos para apoyar programas para jóvenes en la ciudad. Si a través
de este trabajo se contribuye a hacer visible la labor de estos grupos de jóvenes
en Bogotá, quienes no dejan de analizar cómo los ha tratado la sociedad y el
Estado, será posible establecer nuevas formas de interacción entre instituciones
y comunidad y nuevas percepciones sociales en torno a las prácticas, discursos
y estéticas de estos sujetos. Para orientar este apartado de presentación, se par-
INTRODUCCIÓN
15

tirá de un análisis de la situación de los jóvenes en Bogotá, se revisará algunos
elementos de la política distrital de juventud, se presentará los aspectos teóricos,
metodológicos y contextuales de la investigación, y se hará alusión a las partes y
capítulos contenidos en este libro.
Los jóvenes en Bogotá
Eventos como el reclutamiento forzado de jóvenes para bandas criminales y
grupos armados, acciones de “limpieza social”, las ejecuciones extrajudiciales –
llamadas eufemísticamente falsos positivos-, el crecimiento de la violencia escolar,
la discriminación a culturas juveniles, el confinamiento de los jóvenes en las
periferias de las ciudades y la falta de oportunidades educativas y laborales, son
entre otras, las principales expresiones de una realidad que, en lugar de convertirse
en objeto de reflexión social con miras a la generación de alternativas hacia
esta población, es estratégicamente situada en el terreno de su peligrosidad
naturalizada. El posicionamiento de una cultura hegemónica que, además de
favorecer a ciertos sectores –legales e ilegales-, quienes se empeñan en colocar
a estos sujetos como señuelo, ha provocado una suerte de estigmatizaciones
que normalizan su presunto carácter agresivo y desafiante como auténticos obstáculos
para el desarrollo social y la convivencia pacífica en la ciudad.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
16
Después de 1991 la creación del fallido viceministerio de la juventud, la promulgación
de la ley de juventud y un amplio conjunto de políticas públicas
traducidas en planes, programas y proyectos han intentado dar respuesta a estas
complejas problemáticas. Sin embargo, a la par, paradójicamente se trata de la
misma época en la que oportunidades de educación, trabajo y salud han sido
objeto de un ajuste estructural sin precedentes. Ajuste que se ha reflejado en
la desregulación laboral, la configuración de servicios en lugar de derechos, la
desnacionalización del Estado, la incorporación del capital transnacional a través
de proyectos mineros, financieros y agroindustriales, y una oferta de servicios
asistenciales que no aporta alternativas reales para fomentar la educación –profesional
y/o tecnológica- de los jóvenes, el emprendimiento de proyectos económicos
alternativos y la garantía de derechos como horizonte de sentido para
la convivencia social y la construcción de la democracia radical.
Varios trabajos académicos, entre ellos el de Libardo Sarmiento (2004), han
mostrado la importancia de diseñar políticas públicas de juventud capaces de
enfrentar estas violencias a través de un marco real de oportunidades, las cuales

deberían ser entendidas como obligaciones del Estado y la sociedad. Hasta el
momento estas políticas, bajo un estilo pendular y en ocasiones contradictorio,
se han construido bajo lógicas que van desde la asistencia y los subsidios hasta
el endurecimiento de las penas a aquellos que delinquen o que se encuentran
en conflicto con la ley. Aunque el tema se ha vuelto una de las grandes prioridades
en las agendas de política social en varias ciudades del país, al parecer, para
muchos sectores la respuesta está en la incorporación de medidas punitivas, la
capacitación en salud sexual y reproductiva y la implementación de algún tipo
de preparación para los oficios. Este último aspecto coincide plenamente con la
actual reforma a la educación superior, la cual, en lugar de democratizar el acceso
a la universidad, convoca a la sociedad a la legitimación de un modelo de
universidad que se difumina en el capital privado, en los ejes estratégicos de la
transnacionalización de la economía y en medidas de ingreso excluyentes para
los jóvenes menos favorecidos del país.
Basados en datos ofrecidos por la Secretaría Distrital de Integración Social (SDIS,
2010), la Veeduría Distrital (2006) y el DANE (2007), se puede afirmar que la situación
de los jóvenes en Bogotá es de extrema gravedad dadas sus condiciones
sociodemográficas y un repertorio complejo de problemáticas que involucran
necesidades insatisfechas y vulneración de derechos. En Bogotá hay un poco
más de 1.600.000 jóvenes, los cuales corresponden al 23.8% de la población
total de la ciudad. Las localidades en donde mayoritariamente se concentra población
juvenil son Usme y Ciudad Bolívar (23 años), seguidas por Sumapaz
(24 años), Bosa (25 años) y San Cristóbal (26 años). Según la Veeduría Distrital
(2006), el mayor número de homicidios, muertes violentas, suicidios, lesiones
personales y accidentes de tránsito se dan en jóvenes de 20 a 29 años
De otra parte la tasa más alta de desempleo, según el DANE, tiene que ver con
los jóvenes. El 30.4% de los desempleados de Bogotá corresponde a las edades
de 15 a 19 años, mientras que el 21% representa el rango de 20 a 24 años.
Del 95% de los sujetos que ingresa a la educación básica y media, tan sólo el
36% logra ser admitido en programas de educación superior, asunto que no necesariamente
supone que la mayoría de este porcentaje ingrese a la universidad
pública o que culmine con éxito su proceso de formación técnico, tecnológico
o profesional. Algo más, Bogotá es la ciudad que registra el mayor número de
embarazos adolescentes del país (160 embarazos por cada 1000 habitantes),
tema neurálgico a la hora de pedir explicaciones en torno a la eficacia de las políticas
nacionales y distritales sobre educación sexual y salud sexual/ reproductiva.
INTRODUCCIÓN
17

En relación con la participación, el diagnóstico de la SDIS revela, apoyada en estudios
de la Universidad de los Andes (2003) y de la Alcaldía Mayor de Bogotá
(2005), algunos datos llamativos. Al parecer, sólo el 17.9% de los jóvenes ha
participado en las elecciones de los consejos locales de juventud, el 1.9% ha hecho
parte de las actividades de organizaciones políticas, y el 31% se ha vinculado
voluntariamente a las agendas de las organizaciones barriales y/o de acción comunal.
Finalmente, existen formas veladas y directas de discriminación y exclusión
de jóvenes pertenecientes a grupos étnicos, discapacitados, LGBT y mujeres, las
cuales van desde rechazos espontáneos originados en sus propias comunidades
hasta auténticas estrategias de eliminación sistemática por parte de bandas criminales
y grupos armados.
Políticas de juventud en Bogotá
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
18
Sin ánimo de hacer un recorrido por el amplio marco de disposiciones y normativas
al respecto durante las dos últimas décadas, baste aludir a algunas
expresiones de la política pública de juventud en Bogotá, promovida por una
voluntad política que hay que reconocer, pero que no deja de contener vacíos
y restricciones en sus procesos de implementación. Durante el periodo 2001-
2003 se creó el proyecto políticas públicas y modelos de intervención para
la juventud. Aunque este proceso contempló consultas a jóvenes, trabajos
académicos y debates públicos sobre el tema, conducentes a la producción de
un documento de lineamientos para la política pública, el enfoque, como su
nombre lo indica, se basó en un modelo de intervención en el que difícilmente
se logró reconocer la capacidad de agencia y de transformación de estos sujetos
en sus propias comunidades de actuación.
Con la administración de Luis Eduardo Garzón (2004-2007) y su plan de desarrollo
Bogotá sin indiferencia, el tema de la juventud adquirió mayor protagonismo,
de tal suerte que logró convertirse en política pública y tema estratégico de
la agenda social de la ciudad. Además de las consabidas preocupaciones por la
educación sexual y la prevención del consumo de sustancias psico-activas, fue
evidente la valoración a la gestión colectiva de iniciativas de los jóvenes profesionales
y no profesionales. Con el decreto 115 de 2005 se dio inicio al programa
jóvenes sin indiferencia, el cual quedó bajo la responsabilidad directa de la Alcaldía.
Y con el Acuerdo 159 de 2005 del Concejo de Bogotá fueron establecidos
los lineamientos de la política pública de juventud para Bogotá. Pese a lo curioso
que resulta la distinción entre profesionales y no profesionales, se trata de un

paso muy importante para la ciudad en materia de política social y de inclusión
a una población históricamente marginada y estigmatizada.
En la actual administración (2008-2012) y su plan Bogotá positiva para vivir
mejor, la juventud también ha sido motivo de preocupación, asunto reflejado
con alguna rigurosidad en el proyecto de la SDIS denominado jóvenes visibles
y con derechos. Aparte de dar continuidad a la perspectiva de derechos como
aspecto constitutivo de la política y del proyecto, quienes han orientado el conocido
enfoque diferencial, a menudo introducido en los proyectos sociales
de América Latina, han insistido en hacer una lectura integral de los jóvenes,
atendiendo a dimensiones como la edad, el género, las relaciones intergeneracionales,
las relaciones territoriales, la etnia, la clase social y la construcción de
identidad. Basados en estos elementos, la SDIS y su subdirección de juventud
ha declarado objetivo central del proyecto la promoción, protección y restitución
de derechos como contribución al mejoramiento de la calidad de vida y el valor
de su protagonismo en el desarrollo social de Bogotá.
Si bien es cierto, la SDIS ha promovido formas de operacionalización del proyecto
mediante sus componentes estratégicos (protección a la vida; condiciones
propicias para el desarrollo humano integral; ejercicio de la ciudadanía para la
democracia participativa; reorganización del estado hacia respuestas integrales
en los territorios), las exigencias en la materia son amplias y requieren no sólo de
algunos recursos sino también del reconocimiento de lo que los jóvenes están
adelantando por su propia cuenta. En tal sentido, cualquier esfuerzo por vincular
instituciones y organizaciones juveniles para avanzar en la política pública, requiere,
al menos, de tres condiciones claves: claridad contextual y conceptual en
el diseño de la política; reconocimiento de las investigaciones de sectores académicos
e independientes de la sociedad civil; y comprensión de las iniciativas
así como de los usos y apropiaciones que, de la política y lo político, producen
los jóvenes en la ciudad.
Pese al adverso conjunto de realidades descrito en el inicio de esta introducción
y al panorama del sucinto balance de la política pública en Bogotá, vale reconocer
otras expresiones de la actual escena social y política que sitúa a los jóvenes
en otros planos de existencia individual y colectiva. Se trata de experiencias y
procesos organizativos en los que estos sujetos son protagonistas. Las iniciativas
de muchos de ellos, quienes se han asociado alrededor de la conquista
de los derechos humanos u otros objetivos son crecientes y alentadoras. Por
INTRODUCCIÓN
19

esta razón, este estudio tiene como propósito hacer visible estas experiencias
con propósitos pedagógicos: aprender, apropiar y reapropiar aquello que otros
han construido y les ha servido para el cumplimiento de objetivos colectivos y
comunitarios.
Aspectos teóricos, metodológicos y contextuales
de la investigación
Sin el ánimo de demeritar las investigaciones que se han ocupado de identificar
las graves problemáticas de los jóvenes en diversos contextos de la ciudad y de
denunciar cómo se les ha vulnerado sus derechos a partir de la omisión de la
sociedad y el Estado, o de la acción transgresora de sectores interesados en incorporarlos
en sus prácticas delictivas, mafiosas y violentas es necesario analizar
otras dimensiones de sus modos de existencia. Al parecer formas de organización
y de agenciamiento como opción para superar aquello que la sociedad y
el Estado no han logrado resolver, se convierten en un desafío investigativo de
gran valor no sólo para legitimar las hipótesis de la academia sino para visibilizar
lo que, con gran esfuerzo, están conquistando mediante prácticas creativas que,
frecuentemente articulan política, derechos y cultura.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
20
En consecuencia, se procedió con la identificación y el análisis de algunas experiencias
de organizaciones de jóvenes en Bogotá. Como se aprecia en el cuadro
anexo a esta presentación, el número es significativamente alto, a riesgo de dejar
por fuera muchas de ellas que, dada la escasez de fuentes en torno a sus actividades,
no son reconocidas en los escenarios académicos e institucionales. Sin
embargo, tocando puertas en algunos casos y, conociendo iniciativas con alguna
antelación en otros, se fue delimitando la unidad de análisis de la investigación
para adentrarnos en una constelación de objetivos, prácticas y estrategias que
configuran nuevas formas de agenciar los derechos e ingeniosas maneras de
instituir rituales, experiencias y conquistas en las comunidades.
Desde acciones para defender el territorio, pasando por estrategias para fomentar
la lectura en los niños y niñas de la comunidad, hasta apuestas que emplean
el rock y el hip hop como referentes para trabajar por los derechos, hacen de
este trabajo una gran motivación. Más allá de visibilizar estas expresiones o ratificar
la importancia de apoyar con recursos estas iniciativas, se trata de un ejercicio
que contribuye a pensar de otro modo las organizaciones juveniles en Bogotá.
Particularmente el conocimiento de esta polifonía de experiencias sugiere que

la toma de decisiones en materia de política pública requiere de su concurso,
sus saberes y el acumulado construido por estos colectivos, por muy jóvenes e
inexpertos que parezcan.
En términos conceptuales, estas formas de agencia y congregación alrededor de
propósitos que articulan política, cultura y vida cotidiana fueron situadas en la
órbita de lo que algunos investigadores han llamado acción colectiva. Más que
una preferencia intelectual, el equipo de trabajo observa tres aportes significativos
de este marco explicativo que resultaron útiles para el ejercicio. El primero es
que la acción colectiva remite a nuevas expresiones de los movimientos sociales,
asociadas a las adscripciones identitarias, los componentes emocionales y la
vinculación entre proyectos políticos con proyectos personales (Delgado, 2009;
Melucci, 1999). El segundo refiere a una composición del movimiento o de la
organización basada en las diferencias, las singularidades y el disenso como
mecanismos para la construcción de lo común, asunto que replantea la lógica
de unificación esencial de las colectividades en sus acepciones convencionales
(Flórez, 2010; Lazzarato, 2006). Y el tercero, en relación con la acción colectiva
juvenil (Aguilera, 2010), establece que para los jóvenes son varios los aspectos
que orientan sus prácticas políticas contemporáneas: propósitos políticos que se
convierten en proyectos de vida; un marcado interés por la defensa del territorio;
y el uso de la comunicación (textual, mutimedial, digital) como medios estratégicos
para actuar en red y expandir sus proyectos colectivos.
Las localidades de Kennedy, Ciudad Bolívar, Usme, Tunjuelito, Rafael Uribe Uribe
y Santafé fueron los lugares en los que se vivió esta intensa experiencia. Se
trata de lugares con historias de violencia de largo aliento y con precariedades
que muchos imaginan pero que pocos conocen a profundidad. Sin embargo,
también son el epicentro de sueños, proyectos de vida y de disfrute para estos
jóvenes, quienes no sólo habitan estos territorios debido a una extraña fatalidad
sino que se han convertido en algo que apropian y defienden como parte fundamental
de sus vidas. El análisis de las formas de organización, los propósitos
que los congregan y los modos particulares de operacionalizar sus estrategias,
constituyen lo más valiosos del ejercicio investigativo.
Dada la diversidad de iniciativas, la investigación no unificó metodologías ni formas
de interpretación estrictamente deductivas. Aunque se fue produciendo un
cruce entre categorías previas y emergentes a lo largo del ejercicio, se le dio especial
relevancia a las narrativas de sus protagonistas de múltiples formas: como
INTRODUCCIÓN
21

núcleo de las triangulaciones entre actores, teorías e interpretación del investigador
(Cortés y Reina, 2011; Amador, 2011; Castiblanco, 2011); como dimensión
ilustrativa de la realidad (Leonel, 2011; Varón, 2011); y como voz propia, la cual
no necesariamente opera como medio para demostrar alguna interpretación o
hipótesis (Cuarta parte del texto). Con entradas diferentes, matices particulares
y tonos especiales, a partir de cada experiencia, los investigadores introdujeron
estrategias para poner en diálogo sus propios referentes –políticos, teóricos y
contextuales- con las condiciones de la realidad social respectiva. De esta manera,
el texto fue divido en cuatro partes.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
22
La primera parte titulada Jóvenes, derechos y ciudadanías: debates contemporáneos,
se compone de tres capítulos. Aborda algunos referentes, discusiones
y conceptos que pueden ser útiles al lector para comprender el campo de los
estudios de juventud en la actualidad, los rasgos más significativos de los movimientos
sociales en sus modos de funcionamiento y los abordajes conceptuales
que sobre esta categoría han sido desarrollados por distintas disciplinas y campos
a lo largo del tiempo. Con el profesor Germán Muñoz y su alusión a Prácticas
políticas de jóvenes “desde abajo y a la izquierda”, la profundización en
discusiones sobre los derechos, la agencia política y la ciudadanía proporciona
un marco analítico amplio que da cabida a pensar la condición juvenil frente a
los desafíos del tiempo presente. Es un texto que, a la vez que contextualiza la
relación jóvenes, derechos y política, anima a seguir las experiencias expuestas
en las otras partes del documento.
Luego el profesor Ricardo García, basado en su trayectoria académica en el
campo de la política y la investigación social, se introduce en los movimientos
sociales y el lugar de los jóvenes en los marcos de acción colectiva a través del
trabajo titulado Organizaciones y movimientos en la construcción simbólica del
actor colectivo, perspectiva que explora la base de las actuales luchas políticas
en el mundo y su inscripción en la emergencia de una sociedad civil globalizada,
cada vez más autónoma y democrática. Finalmente el investigador Jairo Gómez,
situado en una mirada crítica sobre los discursos de juventud, a través de un
texto titulado Discursos sobre la juventud o las tribulaciones para ser lo que
uno es presenta una serie de reflexiones y análisis sobre las diversas maneras
de enunciar a la juventud en medio de diferencias y disputas constantes entre
los discursos evolutivo, de las políticas, de las ciencias sociales y de los estudios
culturales. Sus consideraciones sobre las teorías sociales y los hechos sociales,
a propósito del concepto de circularidad que subyace de esta diversidad de dis-

cursos, deja importantes cuestionamientos a los investigadores que abordan el
campo de la juventud y la política.
La segunda parte presentada como jóvenes, redes y rock expone dos resultados
de investigación de organizaciones en las localidades de Kennedy y Ciudad
Bolívar, respectivamente. Mientras que Juan Carlos Amador analiza mediante las
narrativas de sus protagonistas la experiencia del Sistema Local de Juventud de
Kennedy –SLJK- como una forma de comprender la relación entre acción colectiva,
derechos y red, en tanto estrategia para potenciar la emancipación social,
Luisa Fernanda Cortes y Carlos Reina plantean el papel del rock (y sus subgéneros)
como medio para favorecer la promoción y defensa de los derechos a
través de la experiencia Movimiento rock por los derechos humanos en Ciudad
Bolívar, cuya base es la fuerza de su manifestación identitaria para construir
colectivamente la convivencia, la autogestión y la democratización de la cultura.
La tercera parte titulada Derechos, territorio y jóvenes propone otra entrada descriptiva
y analítica a la compleja relación jóvenes, derechos y acción colectiva. En
primer lugar, Quena Melisa Leonel presenta un panorama de las expresiones
organizativas de la localidad de Usme a través del texto Juventud y derechos: un
panorama desde las organizaciones juveniles de Usme, en el que registra una
especie de taxonomía de las formas de acción colectiva de la juventud usmeña,
expresión utilizada por la autora, y una importante tendencia referida a la defensa
del territorio. En segundo lugar, el profesor Andrés Castiblanco destaca en su
análisis el trabajo que, alrededor de la estética, la lectura y el ejercicio crítico de la
realidad, adelantan organizaciones como Hijos del sur, Colectivo Revista Surgente,
Círculos de paz-es y el IED Eduardo Umaña Mendoza de Usme. Finalmente
Ruby Varón, mediante la cartografía social, ingresa en las formas de acción colectiva
de jóvenes de la localidad de Santafé (Corporación Urban Art) y Rafael Uribe
Uribe (Corporación Azzul), quienes trabajan en torno a la estética, la música y la
danza así como en la defensa de los derechos de la comunidad LGBT.
La cuarta parte formulada como Los jóvenes tienen la palabra: voces de jóvenes
con agencia, tiene como propósito presentar las percepciones sociales y las
experiencias de algunas organizaciones a partir de la voz de sus protagonistas.
En particular, el texto de Rodolfo Celis, editor de la revista Surgente de Usme,
reflexiona sobre la limpieza social y los efectos que este tenebroso suceso ha
tenido en la comunidad. Por su parte, Karen Díaz de Círculos de paz-es presenta
los principales aspectos del programa semilleros de paz, enfatizando en sus
INTRODUCCIÓN
23

proyectos de promoción de lectura y constructores de paz. Finalmente, gracias a
un ejercicio de entrevista realizado por el profesor Germán Muñoz, se accedió a
algunas reflexiones y consideraciones de John Fredy González, Sandra Rodríguez
y Edgar Suárez (Tito), jóvenes involucrados con la Corporación experimental
juvenil, quienes muestran el conjunto de acciones y desafíos en torno a la defensa
del territorio, la educación ambiental, la seguridad alimentaria y la apuesta
por otras estéticas en los jóvenes de la ciudad. Las narrativas, en este caso, no
pasaron por filtros ni interpretaciones. Ahora el lector es quien tiene la palabra…
Organizaciones juveniles en Bogotá
(anexo a la presentación)
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
24
CENTRALIDAD LOCALIDAD ORGANIZACIONES JUVENILES
NORTE
OCCIDENTE
Suba
Usaquén
Barrios Unidos
Teusaquillo
Engativá
Organización Dmente Urbana
Organización Nencoa
Corp. Para la integración comunitaria la Cometa
Matiz Colectivo
Alabanza Urbana Records
Periódico Riel
Huellas
Red Relajo
Colectivo Mundo Juvenil
Venenos de la corona
Red Ambidiestra
Natural Kate y actitud ambiental
Génesis Crew
La cuadra
Demente Violeta
Red juventud Ubuntu
Colectivo de investigación social
Fund. Juan Manuel Bermúdez
Mercado Orgánico Consciente y Solidario
Jóvenes por el derecho a decidir
LGTB
Colectivo contravía
HJ Corporation
Teatroque
Las voces del cuerpo
GUAPA

CENTRALIDAD LOCALIDAD ORGANIZACIONES JUVENILES
OCCIDENTE
Fontibón
Gutural Art Psicoparche
Red Fontibón al parche
Organización colombiana de estudiantes
Metal Hyntyba
Brigada antifascista de occidente
Consejo local de juventud de Fontibón
Sexto sentido
Break dance old style
Kennedy
Organización hombres del mañana
Centro del cultura Bareke
Colectivo juvenil Bakatá
Alboroja
Bajo Control
Corporación juvenil Thimos
Chapinero
Perspikante
Artes urbanas
Grupo LGTBI
Mujeres al borde
Civis-richter
Santa fe
Urband Art
Corporación Hatuey
Comunireporteros
Chocoarte
En la casa producciones
Asoconsuelo
La tribu
CENTRO
Candelaria
Somos opción
Red somos
Centro Pam
Arte sin pausa
Araneus
Open Mind
Sociedad S.A. Clan
Clj: Consejo locales de juventud
Casablanca galería cultural
Teatro de los sueños
Mártires
Taller de orfebrería
Mesa local de juventud de los mártires
Tolerancia Urbana
Casa de las adivinanzas
Con las uñas producciones
INTRODUCCIÓN
25

Jóvenes y derechos en la acción colectiva
26
CENTRALIDAD LOCALIDAD ORGANIZACIONES JUVENILES
CENTRO Mártires
Biblioteca comunitaria José Antonio Galán
Capoeria G.U.E.T.O.
Misioneros Humanitarios
Fund. Procrear
Puente Aranda
Creando mundos audiovisuales
FBX
Consejo local de juventud
Fund. Periferia
Antonio Nariño
Casa de derechos Stansensgirl
Contravía
Rokademia
Mesa de protección a la vida
Atahualpa
Digeratic
Sonica
Lepanto
Red juvenil ambiental
SUR ORIENTE
San Cristóbal
Natural
Artificie
Siglo XXI (Parnaso)
Loma Sur
Fund. Creciendo Unidos
Signo Vital
Jóvenes por la No Violencia
SUR
Rafael Uribe
Uribe
Tunjuelito
Bosa
Contra Vía
Digeratic
Gestall
Flor de Lotto
Epsilon
Genecca
LEDS
Amoqpacha
Caminatas de concientización ecológicas
Araxá
Jóvenes Plan B
Dignité
Hip-hop artesanos
Pantágoras
Club Juvenil Pascana
Colectivo juvenil acuarela
Geica

CENTRALIDAD LOCALIDAD ORGANIZACIONES JUVENILES
Bosa
Distrito Creativo
Jóvenes por la acción
SUR
Ciudad Bolívar
Tolerar y convivir
Movimiento Rock por los derechos humanos
Jóvenes conviviendo
Sueños films Colombia
Centro de estudios ambientales y políticos
ETC
Barra del Nacional
Casa Mayaelo
Centro cultural Casa Theo
Fund. Clonarte
Cidiepsir
Fund. Nueva generación S. XXI
Guerreros Prodigiosos
Sin palabras oposición 19
Artesanos de vida
Usme
Hijos del sur
Colectivo Surgente
Círculos de Paz-es
Jóvenes al Derecho
OLDHU
Adictos al arte
Cirwepa
Fundacrecer
Legado Palenque
Sumapaz
Jóvenes pedaleando hacia el futuro
Consejo Local de Juventud
La Nueva Granada
Bloque
Tabla construida a partir de la información del trabajo realizado en las Agendas locales de juventud y el trabajo
adelantado por la Unión Temporal Jóvenes Transformando Ciudad. Subdirección para la juventud. (2010), Agendas
locales de Juventud. Bogotá, Secretaría de Integración Social. Subdirección para la juventud. (2009), Jóvenes transformando
ciudad. Bogotá, Secretaría de Integración Social. Recuperado de: http://jovenestransformandociudad.
blogspot.com.
INTRODUCCIÓN
27

Jóvenes y derechos en la acción colectiva
28
Parte I
Jóvenes, derechos y
ciudadanías:
Debates contemporáneos

Jóvenes, acción colectiva y derechos.
29

Jóvenes y derechos en la acción colectiva
30

PRÁCTICAS POLÍTICAS
DE JÓVENES
“DESDE ABAJO Y A LA IZQUIERDA”
Germán Muñoz González
Docente e investigador del Doctorado Interinstitucional en Educación,
Maestría en Comunicación-Educación y
Especialización en infancia, Cultura y Desarrollo,
Universidad Distrital Francisco José de Caldas
gmunozg2000@yahoo.es
1. Jóvenes con agencia
Cuando pensamos en los jóvenes como sujetos con agencia, que
se toman los espacios para habitarlos, que hacen de su cuerpo
un territorio soberano, que construyen mundos posibles en ámbitos
virtuales con lenguajes propios, nos parece necesario someter
a revisión los enfoques de políticas que hemos concebido para ellos, casi
siempre desde posiciones estado-céntricas que no parten de sus mundos de
vida ni de las condiciones sociales que les afectan hoy.
La agencia se entiende aquí en el sentido de ‘poder actuar diferentemente’,
tomando decisiones contingentes, fijando el mejor curso posible de acción,
pero determinados por ‘narrativas psíquicas y emocionales que no manejamos
conscientemente en su totalidad’, con frecuencia rutinarias y/o sin
pleno conocimiento objetivo.
La agencia es entonces “una vía culturalmente inteligible de comprender
nuestras acciones; cada uno tiene la experiencia existencial de tomar y asumir
decisiones. Actuamos, aún si esas decisiones y actos estuvieran deter-
31

minados por fuerzas sociales, en particular por el lenguaje, el cual está por
encima de cada uno de nosotros como sujetos individuales” (Barker, 2000).
Un elemento esencial al definir la ‘agencia’ es la capacidad de re-pensar y
re-escribir a través de las prácticas materiales en las que estamos implicados,
tanto individual como socialmente. En dichas acciones se producen nuevos
sujetos políticos, se “promueve la posibilidad de políticas de la identidad y
el cambio social. La identidad política se fundamenta sobre la base que los
seres humanos pueden actuar propositiva y creativamente” (Barker, 2000).
A las tradicionales políticas de juventud –sectoriales y asistencialistas- se han
agregado tres nuevos enfoques: a) Actores Estratégicos del Desarrollo; b)
Políticas Afirmativas; c) Expansión de la ciudadanía juvenil en el marco del
Estado Social y Democrático de Derecho. El mayor énfasis en uno u otro
depende del régimen político-social y del estilo de desarrollo hegemónico;
del grado de evolución de las políticas públicas; de la capacidad de financiamiento
por parte del Estado; de la fuerza social y política de los grupos que
respaldan el tema de la juventud; y de los niveles promedios de calidad de
vida de los jóvenes.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
32
El enfoque de los derechos es una perspectiva constitucional y de garantías,
que tiene el objetivo expreso de lograr el reconocimiento, la democracia
radical y plural, y el ejercicio pleno de la ciudadanía de los jóvenes.
En este enfoque de derechos, las condiciones materiales y el cambio en
las relaciones sociales son la base para el ejercicio pleno de la ciudadanía
civil, política, económica, social y cultural que en conjunto conforman el sine
qua non de la dignidad humana. En consecuencia, la democracia radical es
condición básica para el ejercicio pleno de la ciudadanía de los jóvenes. A su
vez, la concepción moderna de ciudadanías plurales involucra la noción de
derechos, más allá del reconocimiento formal de la participación política y los
derechos civiles, que incluye el ejercicio y práctica de estos, el gozar de cierto
estándar mínimo de calidad de vida, de bienestar y de seguridad económica
contenidos en los derechos económicos, sociales y culturales -DESC-.
En general, los DESC son de naturaleza progresiva dependiendo, por una
parte, de la correlación de las fuerzas políticas y sociales para hacerlos efectivos,
y de otra, de la capacidad económica, institucional y financiera de una

sociedad para garantizarlos. Los DESC implican una prestación por parte del
Estado y, por lo tanto, una erogación económica que por lo general depende
de una política. Su razón de ser está en el hecho de que su mínima satisfacción
es una condición indispensable para el ejercicio de los derechos civiles y
políticos, con lo cual adquieren el carácter de fundamentales. Sus diferentes
categorías constituyen un todo indisoluble, que encuentra su base en el reconocimiento
de la dignidad de la persona humana. Característica de estos
derechos es que para estar vigentes requieren protección permanente “sin
que jamás pueda justificarse la violación de unos en aras de la realización
de otros”. 3
Alcances del enfoque de derechos
El eje central de la política social dentro de un Estado Social y Democrático
de Derecho, está constituida por la protección y garantía universal de los
derechos económicos, sociales y culturales (DESC), por parte del Estado y la
Sociedad civil y privada. En consecuencia, el ordenamiento social que define
toda Constitución política descansa sobre tres pilares básicos, integrales e
interdependientes: derechos, deberes y garantías; plena democracia y participación
ciudadana; y autonomía territorial.
Estos tres elementos son ingredientes básicos al momento de definir una
política pública nacional de juventud. Sobre estos fundamentos, la universalidad
de los derechos y la construcción de lo público evita que las políticas
públicas de juventud caigan en el corporativismo y en los programas de
carácter discriminatorio y asistencialista. Además, tiene la ventaja de tener un
respaldo en el ordenamiento constitucional y jurídico y, por tanto, contar con
mecanismos de exigibilidad.
Limitaciones del enfoque de derechos
Los críticos de este enfoque señalan los escasos resultados obtenidos en
América Latina por las políticas basadas en derechos universales, en particular
los DESC, en materia de combatir la pobreza y de lograr integración social
en las últimas décadas. Entre las causas, se presentan la falta de recursos,
PRÁCTICAS POLÍTICAS DE JÓVENES “DESDE ABAJO Y A LA IZQUIERDA”
3 CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia T-570 MP Jaime Sanín
33

el enfoque sectorial, la falta de voluntad política, el crecimiento desbordado
de la burocracia estatal y el desconocimiento de las leyes del mercado y la
iniciativa privada.
Esto supondría, según los críticos, cambiar el enfoque predominante en el
último medio siglo, caracterizado por políticas sectoriales desplegadas con
pretensiones de universalidad. Según la CEPAL, en reemplazo de la perspectiva
universalista de los derechos, se deben combinar estrategias de logros
mínimos universales, focalización y descentralización, en colaboración con
los procesos de reforma del Estado y de modernización de la gestión pública.
En las políticas de juventud, en consecuencia, no es necesario detenerse
demasiado en la determinación de qué hacer (los DESC, por ejemplo), más
bien, concentrar los esfuerzos en cómo hacerlo, confiando en que ello ayude
a visualizar mejores prácticas para desplegar acciones más eficaces, eficientes
y pertinentes, mediante una gestión más transparente y participativa en
la construcción del desarrollo humano. O, entender que la agencia juvenil,
expresada en acciones colectivas por propia iniciativa, tiene la potencialidad
política necesaria para construir proyectos de país.
2. ¿Cuáles derechos?
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
34
Pensar en ‘ciudadanía juvenil’ ha adquirido en América Latina una importancia
creciente debido a las excepcionales condiciones de discriminación
y exclusión en que viven la mayoría de jóvenes, y a la construcción de múltiples
modelos que los conciben prospectivamente como ‘sujetos de derecho’,
distinguidos en particular por su capacidad de creación colectiva en el
ámbito socio-cultural.
Los estudios anglosajones sobre la ciudadanía se pueden dividir en tres
periodos de debate. El primero, la tradicional ciudadanía individual del liberalismo,
desarrollado por pensadores liberales en los años que precedieron
a la Primera Guerra Mundial. El segundo, dominado por la aportación de
Marshall, se centra en la formulación del modelo social-democrático de
Estado de Bienestar en los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial
(la posguerra). Los autores de la “tercera ola” (a partir de finales de los
ochenta) tratan de reformular el planteamiento de Marshall (incontestado
durante tres décadas), como consecuencia de los cambios en el modelo

de Estado introducidos por las políticas de Tatcher, Major y Reagan (Ress,
A.M., 1996).
El enfoque de los derechos sociales como derechos de ciudadanía tiende a
evolucionar hacia los derechos sociales como “expectativas legítimas”. Si la
ciudadanía es uno de los temas estrella de los debates actuales en ciencias
sociales, Marshall es sin duda uno de los autores de referencia. El modelo
de ciudadanía integrada y universal planteado en Ciudadanía y Clase Social
(1950) sirvió durante las décadas de los setenta y ochenta del siglo pasado
para dar un nuevo impulso a la sociología de la ciudadanía en general y, a su
dimensión social en particular. Además, y a pesar de los cambios que han
tenido lugar en el contexto social durante las últimas décadas (multiculturalismo,
globalización, derechos humanos, feminismo, medio ambiente, culturas
juveniles…), esta obra ha continuado siendo una referencia insalvable
para las nuevas perspectivas de análisis sobre el rol de la ciudadanía en la
sociedad contemporánea.
La preocupación por la ciudadanía se remonta pues, a discusiones académicas
de teoría social y política, y más tarde al análisis del momento histórico
que se vivía, la posguerra europea. Se genera en las democracias occidentales,
puestas en entredicho a raíz de la catástrofe bélica y en la exigencia de
una completa reconstrucción de las sociedades afectadas. En la década de
los ochenta, una nueva y compleja crisis, esta vez de la economía capitalista,
obliga a incorporar al debate político el tema. Lo asume la ‘nueva derecha’
británica, proponiendo ajustes que en la práctica permitieran formular políticas
adecuadas para las circunstancias. Está claro que el desarrollo de las
sociedades democráticas occidentales está montado sobre la base optimista
del Estado de bienestar; y que esté a su vez implica un énfasis en el reconocimiento
extensivo de los derechos sociales (educación, salud y trabajo) de
los ciudadanos, garantizados universalmente por el mismo Estado.
La re-estructuración económica ha afectado más que a nadie a los jóvenes
en cuanto fuerza de trabajo o desertores tempranos de la escuela. En los
ochenta y noventa se produjeron múltiples programas y medidas que supuestamente
les beneficiaban (legislación, capacitaciones, nuevos derechos,
acceso al trabajo…). En paralelo, pudimos constatar que no contamos con
una lectura calificada y sustancial desde las ciencias sociales, capaz de dar
respuestas válidas a sus problemáticas concretas (ni en lo económico, ni
PRÁCTICAS POLÍTICAS DE JÓVENES “DESDE ABAJO Y A LA IZQUIERDA”
35

en lo demográfico, ni en lo educativo). Y aunque la familia ha tomado la
responsabilidad en el alargado periodo de transición, la indeterminación y la
dependencia han conducido a la sin-salida para muchos, a serios conflictos
o abandono del hogar con riesgo de caer en vagancia y pérdida completa de
las titularidades y responsabilidades de la ciudadanía. Por otro lado, la pérdida
del control de los adultos sobre los jóvenes se ha traducido en ‘pánico
moral’, en particular relacionado con jóvenes de la calle, madres adolescentes,
drogadictos, pandilleros y delincuentes…; incluso, se ha hablado de la
aparición de una nueva sub-clase social.
El ejercicio efectivo por parte de los jóvenes de formas complejas de ciudadanía,
con sus titularidades y responsabilidades, continúa siendo objeto de
discusión. En diferentes sociedades se mantiene la duda en relación con
temas que preocupan a los adultos: la responsabilidad criminal, el derecho a
relaciones sexuales consensuadas, el derecho al voto y a la propiedad privada,
el acceso a beneficios y servicios sociales, el retiro voluntario de la escuela.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
36
Dos posiciones se contraponen: la primera, considera la ciudadanía como
una especie de cédula que dispensa el Estado y coincide con la mayoría
de edad, de carácter formal y sin contrapartida. Se piensa que “adultez” y
“ciudadanía” son sinónimos. Probablemente algunos elementos formales se
corresponden, pero muchos otros son componentes difusos, por ejemplo,
temas como competencia, madurez e independencia, ligados al primer trabajo,
matrimonio o cohabitación, paternidad, vivienda propia… Todo lo cual
requiere reconocimiento y legitimidad social, condiciones para el ejercicio
pleno y vital, empoderamiento para afirmarla y demostrarla. La segunda recoge
las complejidades de la cotidianidad personal, el compromiso social
para la interacción tanto en el hogar, como en la educación o en los grupos
de pares, donde los jóvenes se involucran activamente en la negociación
social de sus identidades emergentes.
Un caso que merece particular atención es la construcción de sentidos que
realizan en forma activa en las culturas juveniles, donde participan y desde
donde enfrentan las rígidas y fracturadas estructuras sociales, asumiendo
riesgos personales en medio de la diversidad y mutación permanente en la
que se mueven. Constatan allí que la mayoría de políticas que se les ofrecen
y los discursos sobre ciudadanía que les nombran, no pasan de ser retórica
vacía, obsoleta e inflexible, que no remedian las exclusiones y enormes difi-

cultades en las que viven, tan solo crean espejismos y falsas imágenes para
las representaciones mediáticas.
Una de las formas de promoción a la ciudadanía ha consistido en ofrecer
cierto ‘bienestar social’, el cual implica el reconocimiento para todos los
ciudadanos de iguales derechos y oportunidades. Para lograrlos, constatamos
históricamente amplias luchas políticas y sociales, en la medida que
el Estado no siempre garantiza y protege esos derechos. Se suele asociar
ciudadanía a definiciones de igualdad y justicia social, o a nociones vagas de
nacionalidad, comunidad y pertenencia. Por todo esto, aún no resulta claro el
estatus llamado ciudadanía (legal, política, económica, social, cultural, etc.),
el cual puede ser extendido, dado, restringido o retenido, negociado y renegociado…
(Giddens, 1998).
Si la ciudadanía es ‘un estatus asignado a todos aquellos que son miembros
plenos de una comunidad, todos los que posean dicho estatus son iguales
con respecto a derechos y deberes’ (Marshall, 1998). Ser ciudadano sería
pertenecer a una clase de características y cualidades que han sido establecidas
desde el propio Estado; la principal es la de ‘protección’. Desde esta
perspectiva la ciudadanía ha supuesto la conquista y ejercicio de derechos
de tipo civil (S-XVIII), político (S-XIX), social, ambiental y cultural (S-XX). Los
derechos civiles, que engloban a todos los habitantes dentro del territorio
del Estado-nación, son los derechos necesarios para la libertad individual,
tales como la libertad de expresión, de pensamiento y de culto, derecho a
la propiedad privada y a la realización de contratos y el derecho a la justicia.
Los derechos políticos se relacionan con el derecho al voto y la participación
en el ejercicio del poder político, con algunas restricciones (edad, entre
otras). Los derechos sociales, aparecen en la fase del Estado de bienestar, y
otorgan a todos los miembros del Estado nacional un conjunto de beneficios
(acceso a la educación, salud, vivienda…) hasta el derecho a compartir con
la comunidad la herencia social. Los ambientales y culturales se encuentran
en construcción y se refieren al cuidado del entorno y las prácticas de subjetividad
(Reguillo, 2003).
La evolución del concepto en la división tripartita relacionada con el tema de
los derechos (civiles, políticos y sociales) y los nuevos aires que corren en
el último cuarto del siglo XX -marcados por el declive de la industrialización,
la recesión económica, altos niveles de desempleo, mayor disparidad en
PRÁCTICAS POLÍTICAS DE JÓVENES “DESDE ABAJO Y A LA IZQUIERDA”
37

los niveles de ingreso y crisis del estado de bienestar-, mueven el renovado
interés en replantear la tesis de la ciudadanía social.
Marshall evoca una ciudadanía ‘nacional’ (inglesa) en momentos en que
declina la autonomía del Estado-nación y crece la importancia de la globalización
y la trans-nacionalización en todos los ámbitos, y en consecuencia se
problematizan las nociones de inclusión social y membresía. Las nociones
‘local’ y ‘global’ desafían nuevas comprensiones de identidad, afiliación y ciudadanía,
por parte de los mismos ciudadanos que intervienen mediante formas
colectivas no clasistas (feminismo, movimientos de paz, ecologismo…)
en las que se debaten los discursos predominantes. Se incorpora así el problema
de la ‘diferencia’: diversas comunidades a las que pertenecemos,
complejos juegos sociales entre identidad e identificación, múltiples formas
de participación…, en oposición al modelo típico de las sociedades capitalistas
y la validez explicativa de las clases sociales. Los inmensos cambios ocurridos
en la organización de la producción económica (post-industrialización,
post-fordismo), van de la mano con cambios cualitativos en ámbitos de la
subjetividad y la cultura (post-modernismo), conducentes al reconocimiento
de dichas ‘diferencias’ identitarias (desde los ángulos de la política y la
filosofía), así como la pluralidad de identidades culturales, y el énfasis en la
flexibilidad y auto-conciencia acerca de estilos de vida personalizados.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
38
Diversas nociones de ciudadanía continúan atravesando la definición y reformas
de la política social. Se convierten así en un lente útil de análisis. La
revisión de dos de ellas nos permitirá acercarnos a la comprensión del aporte
que plantean y su conexión con el tema central de este texto: a) ciudadanía
“activa”; b) ciudadanía “emancipada”
a) La ‘ciudadanía activa’, marca el acento en la responsabilidad personal y
la participación, así como en el cuidado del vecindario (localidad y comunidad).
El tema de los jóvenes se considera aquí de particular importancia. Si
se intenta una definición aproximada -en medio de fuertes debates- la más
simple y estrecha alude a la pertenencia legal a una comunidad política,
económica o geográfica, cuya consecuencia inmediata es la reciprocidad en
derechos y deberes entre individuo y comunidad.
Esta noción y la creciente importancia que se asigna a la participación y compromiso
con la comunidad son manifestaciones de las nuevas agendas políti-

cas que incluyen problemáticamente la relación con el mercado en la provisión
de bienestar social. En los llamados proyectos de la tercera vía, la ciudadanía se
concibe dentro de un rol activo que conlleva obligaciones de inclusión social,
reciprocidad, participación y democracia (Hall, Williamson, and Coffey, 2000).
En consecuencia, el intento de definir ciudadanía en términos que superen
el estatus legal implica incorporar otros factores (más allá de la titularidad de
los derechos y deberes): sentido de pertenencia, independencia, igualdad,
responsabilidad, participación, identidad colectiva… Entonces emergen procesos
de agencia y el reconocimiento de múltiples ciudadanías, en términos
de estatus, experiencias, comprensiones y construcción de identidades sociales.
No se trataría de relaciones políticas con el Estado en asuntos de derechos
y responsabilidades conferidas por éste; sino de una mediación que
permite explorar y articular experiencias e identidades sociales diferenciales,
atravesadas por factores tales como edad, raza, género y clase social, lugares
específicos donde la ciudadanía se negocia, reproduce y articula.
Se hace evidente la búsqueda en todos los ámbitos de respuestas a los desafíos
que plantea la globalización a las democracias. Y la vaga idea compartida
que la promoción de la ciudadanía ‘activa’ entre las nuevas generaciones es
tarea prioritaria, aludiendo a dos asuntos: a) la necesidad de complementar
el discurso de los derechos con el de las responsabilidades y obligaciones,
particularmente la participación cívica en la vida de la comunidad; b) la mayor
presencia de los ciudadanos, interviniendo con su propia voz, en asuntos
que los afectan directamente.
Obviamente, no resulta fácil conciliar el empoderamiento de los ciudadanos
con los obstáculos estructurales que lo condicionan en sociedades inequitativas,
donde la ciudadanía plena y el cumplimiento de los derechos sociales
básicos es una utopía. Construir un nuevo tipo de ciudadanía, en los nuevos
contextos, cuando el modelo social-demócrata hace agua, va a exigir nuevas
fórmulas de actuación. Varias razones lo justifican, me detendré en tres.
Ante todo, el funcionamiento de la ciudadanía social. Se llegó a creer que
era posible hacer compatibles las desigualdades sociales y económicas que
sustentan el sistema capitalista y la promesa formal de igualdad política de
la democracia, gracias a la ciudadanía social extendida a todos, sustentada en
estados de bienestar y amparada en una base jurídica y moral. Sus grandes
PRÁCTICAS POLÍTICAS DE JÓVENES “DESDE ABAJO Y A LA IZQUIERDA”
39

impulsores (Marshall entre ellos 4 ) no vieron las disfunciones que plantean
las dinámicas del desarrollo social en su proceso de continuo movimiento.
Ni percibieron el desdibujamiento de los deberes, individuales o colectivos,
en el paradigma clásico de la ciudadanía social.
Por razones histórica y políticamente muy explicables esta concepción
ha estado fuertemente sesgada hacia los derechos. Esto ha
llevado a institucionalizar una concepción del ciudadano social principalmente
como un reclamador de derechos (rights-claimer). Esto
está suficientemente claro en la seminal formulación de ciudadanía
de Marshall y en mucho del subsiguiente debate y discusión en política
social y en la sociología de la ciudadanía (Roche, 1992:31).
Las generaciones posteriores a la Segunda Guerra Mundial (los jóvenes)
naturalizaron la visión pasiva de la ciudadanía, descargando en el Estado las
responsabilidades y mitificando los derechos sociales. En esta forma corren
el riesgo de erosionar las bases morales que sustentan el Estado de bienestar
y de despolitizar la ciudadanía social al convertirse en clientes a los que
se satisfacen las demandas, ya no sujetos de derechos civiles y políticos, ni
miembros plenos de una comunidad.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
40
Las críticas que formulan neoliberales y neoconservadores a dicha ciudadanía
institucionalizada coinciden en un tema, la contraposición del ciudadano al
Estado, la cual se concreta en: a) el conflicto entre derechos civiles, políticos y
sociales; b) la prevalencia de sectores organizados (sindicatos, por ejemplo)
en la defensa de derechos sociales; c) la figura de receptores pasivos de
servicios que el Estado otorga paternalmente. Por otra parte los problemas
sociales que atiende el Estado tienden a convertirse en problemas personales
que deberían ser atendidos por los individuos. La consecuencia será proponer
un papel activo de estos, a partir de un discurso centrado en sus deberes
4 Marshall defiende esta doble perspectiva de la ciudadanía y enfatiza la necesidad de no reducir
el análisis del progreso de la ciudadanía a una cuestión de ideales, creencias o valores. De acuerdo
con Marshall, los criterios para medir el progreso de la ciudadanía tienen un contenido objetivo: un
mayor grado de igualdad, la ampliación de los contenidos del status y el incremento del número de
personas a las que se les reconoce/otorga el estatus de ciudadano

y obligaciones, particularmente en la esfera privada (bienestar individual y
familiar). Supuestamente, el mercado será el garante de libertad y bienestar.
Se trata de una transformación de fondo: el discurso sobre ciudadanía ha
dado un giro, igualmente en sus temas centrales y sus perspectivas; los ejes
serán en adelante el balance entre derechos y deberes, la aportación directa
de los ciudadanos, convertidos en actores en los diversos espacios de la vida
social, y los contextos particulares para el funcionamiento de la ciudadanía.
Se podría pensar entonces en dos modelos de ciudadano: “según el ciudadano
es conceptualizado meramente como un sujeto de una autoridad absoluta
o como un agente político activo” (Turner, 1994). El eje activo-pasivo
debe hacer referencia a la lógica predominante de funcionamiento de la
ciudadanía: junto a las acciones individuales hay que incluir la movilización
de los grupos y organizaciones sociales; el conjunto de prácticas de ciudadanía
que se desarrollan en la esfera pública; los diseños institucionales que
pretenden establecer una determinada relación entre pertenencias sociales,
derechos y participación; el papel que juega el Estado, etc.
En segundo lugar, preocupa la calidad de la vida democrática. El sistema y
sus instituciones políticas aparecen limitados e incapaces de satisfacer demandas
y necesidades sociales, muchas veces comprometidos con intereses
privados de las empresas trasnacionales y del capitalismo globalizado. Se
llega a pensar que está reducido a un conjunto de mecanismos y reglas formales.
Y esta situación produce desinterés, inconformidad, cinismo, desconfianza,
distanciamiento, impotencia, frustración, rechazo, insatisfacción, cada
vez más generalizadas y, en su conjunto, ‘desafección política’. Sin caer en
discursos catastrofistas y sabiendo que, a pesar del escepticismo, el sistema
político democrático tiene una gran capacidad de adaptación a los cambios,
la actitud de los ciudadanos fluctúa ambivalentemente entre la apatía y la
participación. Probablemente la evolución de las crisis producirá ‘ciudadanos
críticos’ (Norris, 1999), claros defensores de la democracia, que no se resignan
a los bajos rendimientos institucionales y, en consecuencia, quieren
reformar los canales existentes: estos serían los ‘ciudadanos activos’, capaces
de enfrentar las anquilosadas y rituales democracias actuales.
Por último, se entiende que en medio de las situaciones, cada vez más
inciertas e inestables, surge un nuevo tipo de actor político. Desde los años
PRÁCTICAS POLÍTICAS DE JÓVENES “DESDE ABAJO Y A LA IZQUIERDA”
41

setenta se hablaba de la revolución silenciosa de los valores, creencias y
comportamientos de los públicos occidentales. Y en los años ochenta la
llamada ‘sociedad del riesgo’ abre la puerta a nuevas oportunidades para la
acción y a posiciones más activas de nuevos actores sociales, tanto colectivos
(movimientos sociales, grupos de ciudadanos expertos, etc.,) como individuales
(Beck, Giddens, Lash, 1995). Dos nuevos conceptos se configuran en
la modernidad reflexiva: la individualización y la subpolítica.
La individualización o ‘nuevo individualismo’ tiene que ver con la pérdida
de importancia de la tradición y las costumbres, con estar constantemente
tomando decisiones sobre la biografía, sobre la vida cotidiana, en la medida
que no hay secuencias establecidas. Es:
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
42
...el proceso de desvinculación y, en segundo lugar, el proceso de
revinculación a nuevas formas de vida de la sociedad industrial en
sustitución de las antiguas, en las que los individuos deben producir,
representar y combinar por sí mismos sus propias biografías [...]
Expresándolo llanamente ‘individualización’ significa la desintegración
de las certezas de la sociedad industrial y de la compulsión de
encontrar y buscar nuevas certezas para uno mismo y para quienes
carecen de ellas. Pero también significa interdependencias, incluso
interdependencias globales. La individualización y la globalización
son, de hecho, dos caras del mismo proceso de modernización
reflexiva [...] Repitámoslo una vez más: la individualización no está
basada en la libre elección de los individuos. Por utilizar una expresión
de Sartre, la gente está condenada a la individualización (Beck,
Giddens y Lash 1997: 28-30).
En el caso de los jóvenes, sus trayectorias vitales cada vez son más difíciles
de predecir, en la medida que los caminos y los ritmos que se pueden seguir
en cada momento son múltiples y, por tanto, las posibilidades son mayores.
No es que ahora los jóvenes sean mucho más libres a la hora de elegir cómo
quieren organizar su vida, sino que se ven obligados de manera reiterada a
decidir entre las opciones socialmente posibles en cada momento, sin que
las formas tradicionales de vida proporcionen un modelo único y predecible
de comportamiento. Los jóvenes construyen así sus vidas de una manera

más activa, sin que ello implique necesariamente un individualismo egoísta
ni excluya la aparición de nuevas formas de solidaridad social basadas en
mecanismos de confianza. 5
En cuanto a la ‘subpolítica’, entendida como el abandono de las formas tradicionales
de hacer política y la aparición de ‘nuevas dimensiones’ o espacios
más cercanos a los intereses del ciudadano reflexivo y crítico, presagia el
renacimiento no-institucional de lo político en estos nuevos actores interesados
en configurar la sociedad desde abajo, siendo activos en el espacio
público, conforme a sus intereses coyunturales, con lealtades cambiantes y
perspectivas flexibles, coherentes con las sociedades complejas y móviles en
que les corresponde vivir (Eder, 2000).
Todo lo anterior lleva a pensar en un modelo más activo de ciudadanía,
donde el ciudadano tenga ‘agencia’ e influencia política. Ello choca en la
‘sociedad de control’, sobretodo después del 11S, con las restricciones a
la libertad de comunicación. Está sucediendo y afecta a los jóvenes que
experimentan en la creación de redes igualitarias de ciudadanía horizontal y
relacional, mediadas por Internet, acosadas por las cruzadas anti-terroristas
y las multinacionales de los medios (Tambiani, 2000). Algo parecido ocurre
con los movimientos globalofóbicos, mal interpretados como reaccionarios
y subversivos, en vez de ser vistos como colectivos democráticamente participativos
en la esfera pública. Resulta paradójico que los jóvenes cada vez
están más presionados para que asuman sus responsabilidades personales
y colectivas pero, al mismo tiempo, carecen de los recursos necesarios para
poder ejercer de manera efectiva la ciudadanía. Ello puede explicar en parte
los sentimientos de rechazo y alejamiento de la política institucional, la aparente
apatía y las formas de acción colectiva que rompen con los canales
políticos tradicionales: voluntariado y solidaridad social, trabajo en causas
que se ubican en el terreno de la vida cultural (Alexander, 1997).
5 Uno de los efectos de la desigualdad social entre los jóvenes, en nuestra sociedad de la globalización,
es precisamente la mayor o menor amplitud de posibilidades de elección que tienen a
la hora de construir sus biografías. Mientras los jóvenes provenientes de las clases medias y altas
tienen una mayor libertad de autorrealización, las oportunidades vitales de los grupos juveniles provenientes
de los estratos sociales más bajos siguen estando fuertemente determinadas por las bases
materiales de la vida social
PRÁCTICAS POLÍTICAS DE JÓVENES “DESDE ABAJO Y A LA IZQUIERDA”
43

¿Podemos hablar entonces de jóvenes como ciudadanos activos, cuando
apenas son pre-ciudadanos o cuasi-ciudadanos? El peligro que ronda es el
de la exclusión social, por cuanto no pueden acceder o hacer exigibles los
derechos que, sin embargo, la legislación les reconoce. La marginación real
de muchos jóvenes les lleva a la confusión e indeterminación: se les trata
como si estuvieran en un eterno proceso de formación. Esto les puede llevar
(ha estado sucediendo en España, en Francia, en Chile, en el norte de África
recientemente) bien sea a levantar su voz, su capacidad de influir para que
cambien las prácticas establecidas, siempre y cuando estén convencidos de
la eficacia de la misma; o en caso contrario a optar por la salida, es decir, a
refugiarse en su esfera privada de intereses y relaciones, abandonando los
espacios de implicación colectiva (Hirschman, 1977).
La noción de ciudadanía activa de los jóvenes, en su ambivalencia, desafía
los principios de la sociedad adulta, como el concepto de ‘buen ciudadano’
que ésta maneja, a la vez que individualiza los problemas sociales y traspasa
la responsabilidad colectiva del Estado al individuo, y se convierte en un medio
importante de control social, incluso un elemento más de exclusión para
aquellos sectores juveniles que menos competencias tienen.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
44
La realidad juvenil es plural, diferenciada y particular, está mediada por otras
identidades sociales (mujer, blanca, católica, gay, colombiana, techno…).
Cada una de estas variables exige cierta transición a las identidades correspondientes
y, a través de ellas, a la experiencia diferencial de la ciudadanía
en sus dimensiones normativas y materiales, en particular cuando centramos
la atención en políticas relacionadas con jóvenes.
En consecuencia, implementar políticas de juventud universales y válidas
para todos y legislar sobre la ‘ciudadanía activa’ parece contradictorio. Curiosamente
en el campo de la educación se considera parte fundamental
de la formación de niños y jóvenes, asociada a las clases de ‘educación
cívica’, educación en ‘valores’ o en ‘moral’ y ‘competencias prácticas para la
convivencia y la vida en comunidad’. Incluso hace parte del currículum de
formación la ‘educación para la democracia y la ciudadanía’ en las escuelas,
buscando contrarrestar preocupantes niveles de apatía, ignorancia y cinismo
relacionados con la vida pública y la política, así como la falta de compromiso
de los jóvenes con su comunidad. Sus contenidos habituales son:
responsabilidad social y moral, trabajo comunitario y literatura política. No es

claro su impacto en el ámbito extra-escolar donde debería ser trasversal. Sin
embargo, dirigida en términos ideológicos a jóvenes predominantemente
marginales, la ciudadanía activa tiende a convertirse en acción caritativa o de
voluntariado local, resultado de la capacitación recibida.
Dado que existen diferentes interpretaciones de la ciudadanía, lógicamente
encontramos en la práctica diferentes agendas curriculares y diferentes resultados.
En particular, se destacan dos modelos: los que la definen como
parte de un sistema de control social, y los que la perciben como un espacio
de reconocimiento diferencial de derechos e inclusión social. Los énfasis
han estado en competencias y habilidades para participar fluidamente en
la economía, así como en enfáticas reafirmaciones acerca de la conciencia
patriótica y la responsabilidad social con la comunidad. Excepcionalmente
aparecen innovadoras y democráticas propuestas de ciudadanía que incorporan
a la reflexión posiciones acerca de identidades de clase, etnia, género
y generación, en las cuales se parte de la cotidianidad de todos los jóvenes,
que desean participar plenamente en igualdad de condiciones sociales.
Otro espacio de formación ciudadana es el ‘voluntariado juvenil’ y/o el servicio
social juvenil: toda una variedad de actividades y contextos organizacionales
e institucionales, donde se ejercitan el empoderamiento, la participación
y la creación de espacios para negociar y experimentar las identidades y el
self, donde se marca un énfasis particular en actividades participativas y comunitarias,
desarrollo de auto confianza y habilidades personales. Coincide
en gran medida con la formulación de ‘ciudadanía activa’. Siendo un espacio
de creciente interés en la lucha por ingresar a la vida ciudadana, es una categoría
que debe ser vista con especial cuidado, debido a su precario estatuto
teórico en la política social, la ambigüedad de sus resultados, y el hecho
que no reconoce las desigualdades sociales y económicas en la estructura
de oportunidades (aunque algunos espacios promueven específicamente la
vinculación de los excluidos de la educación y el mercado laboral).
Si entendemos la ciudadanía como una forma de identidad, (Dahlgren,
1995) como una de nuestras múltiples personalidades en donde se conforman
una diversidad de valores y modos de vida, podría ser una de las
pocas cosas que tendríamos en común: derechos y deberes reconocidos
inter-subjetivamente tanto en lo social, lo civil y lo político permitirían avanzar
a la democracia y proveer las condiciones para proyectos de identidad
PRÁCTICAS POLÍTICAS DE JÓVENES “DESDE ABAJO Y A LA IZQUIERDA”
45

particulares. En esa forma, la formación conduciría a la “hegemonía de los
valores democráticos” desarrollados en la ‘esfera pública’, o tal vez mejor,
a múltiples públicos y esferas públicas en las que se reduzca la inequidad
social (Fraser, 1995).
Y como horizonte utópico a “una sociedad donde cada uno, más allá de su
sexo, raza, posición económica, u orientación sexual, pueda estar en una
efectiva situación de igualdad y participación, donde no predomine una base
discriminatoria y donde la auto-determinación exista en todos los campos”
(Mouffe, 1992, s.p). Una ‘revolución democrática’ propondría luchar contra
inequidades y exclusiones de generación, género, clase, raza, nación, etc.,
(todas del mismo rango) objetivos por igual de prácticas contra-hegemónicas.
Los principios que la tradición democrática considera buenos incluyen la
justicia, la diversidad, la libertad y la solidaridad. Los conceptos de justicia y
diversidad sugieren la necesidad para el pluralismo cultural y su representación
de una completa gama de opiniones públicas, prácticas culturales y
condiciones geográficas y sociales. Libertad y solidaridad sugieren formas de
colaboración y cooperación que sean genuinas y no forzadas, es decir, que
impliquen liberalidad, acompañamiento y formas de camaradería más que
de control.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
46
b) En la tradición latinoamericana, siguiendo la línea de la ciudadanía social,
encontramos la propuesta del chileno Eduardo Bustelo (1998), quien concibe
un paradigma de “ciudadanía emancipada” cuya premisa esencial es la
conquista social de la esfera pública por encima del interés individual, por
los mismos actores sociales, no por el poder hegemónico con la intención
de “construir una sociedad mejor de la que tenemos. La realidad no es una
trampa sobre la que nada podríamos hacer además de contemplarla y quedarnos
perplejos. [...] la historia sería lo que nos pasa y no lo que queremos”.
Lo esencial en una democracia serían “los derechos sociales porque es allí
donde ingresa el tema de la igualdad al concepto de ciudadanía” (Bustelo,
1998:263).
Su antecedente inmediato es el modelo de ‘ciudadanía asistida’, en el cual
los derechos sociales no son más que una “titularidad” de los individuos. La
‘ciudadanía emancipada’ proclama que los derechos radican en la simple
razón de pertenencia a la comunidad, aunque “la igualdad de status no sig-

nifica necesariamente igualdad de poder. Por lo tanto los derechos sociales
fueron concebidos como habilitaciones para la lucha y esencialmente, su
concreción es una conquista”. La consecuencia de esta afirmación para la
efectiva posibilidad del ejercicio ciudadano está en la importancia que adquiere
la actividad política como escenario donde juegan las fuerzas sociales,
la agencia concreta de los individuos y grupos.
El modelo de “ciudadanía asistida”, es coherente con algunos replanteamientos
teóricos de la economía y el desarrollo –Williamson fue su cabeza visible-
con los que se construyen las tesis neoliberales a partir del Consenso de
Washington (1989). Apuesta por un Estado de derechos sociales formales,
no exigibles en la práctica, no garantizados ni salvaguardados por las leyes,
en donde el tema de la equidad está ausente (Bustelo, 1998:243).
Según ese modelo el Estado y sus instituciones deben adelgazar y ocuparse
de tres asuntos concretos: velar por el cumplimiento de la ley y el mantenimiento
del orden; supervisar la moneda mediante control a la inflación y a
las distorsiones del mercado; y garantizar la defensa nacional.
Considera que el mercado regulará las relaciones sociales, gracias a la competencia,
al libre juego de la oferta y la demanda que produce equilibrio y
logros permanentes en la sumatoria de los intereses individuales. Esta racionalización
de la vida social renuncia a imponer límites intencionales a la economía,
acepta la globalización sin protección ni condiciones ventajosas para
nadie; implica la privatización de los servicios públicos, la eliminación práctica
de las “redes de contención social” al concebir las políticas públicas como
simples planes coyunturales de contingencia o de espíritu asistencialista, con
lo cual se contradice el espíritu de no intervención estatal.
La priorización del mercado y de los intereses privados tienen alguna explicación
en el gran desencanto que produjo el modelo ‘estatista’ de desarrollo
que se evaluó como un fracaso por un conjunto de indicadores: ineficiencia
de la burocracia estatal, corrupción política y administrativa, graves errores en
materia macroeconómica, insuficiente infraestructura de servicios sociales,
impracticabilidad de los derechos (puramente formales), creciente carga tributaria
sin retribuciones palpables en términos de bienestar… y, de manera
muy evidente, escasísima participación de las comunidades objeto de políticas
sociales: lo público había quedado reducido a lo estatal.
PRÁCTICAS POLÍTICAS DE JÓVENES “DESDE ABAJO Y A LA IZQUIERDA”
47

Sin embargo, la apuesta por el mercado como factor esencial del desarrollo
económico y el natural equilibrio social que éste produciría, tampoco
ha satisfecho las expectativas de equidad, desarrollo y bienestar; sus frutos
han sido: aumento del desempleo a niveles dramáticos; quiebra masiva de
pequeñas, medianas y grandes empresas causada por las desventajas tecnológicas
para la competitividad; aumento de la inequidad socioeconómica;
disminución del poder adquisitivo debido al aumento de la onerosa carga
tributaria con miras a resolver el aumento exponencial de la demanda de
servicios públicos asistidos o subsidiados, o para solventar el déficit generado
por errores económicos anteriores; y el estancamiento del crecimiento
económico y del PIB, con los consecuentes impactos sociales de semejante
caos económico.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
48
Dentro de este modelo, aún vigente en nuestras sociedades, a los jóvenes
se les puede calificar de ‘pre-ciudadanos’, es decir, consumidores pasivos
con mínimas oportunidades para asumir plenamente su capacidad decisoria
y propositiva. En una democracia formal, los jóvenes son ‘menores de edad’,
sujetos ‘ineptos’, sin derechos políticos; sin embargo, en paralelo ponen
en riesgo a la sociedad y merecen castigo por la violencia que ejercen. En
consecuencia, aparecen varios dilemas: a) si los ciudadanos son clientelas
electorales, los menores no lo son y, por lo tanto, son objeto de discursos,
programas y proyectos (políticas), pero no son interlocutores, aunque sí potenciales
fuerzas de cambio; b) el Estado tutela arbitrariamente a los menores
en los ámbitos que quiere, y así restringe sus derechos y sus procesos de
incorporación a la sociedad; c) las dimensiones jurídica (menores) y política
(agentes) están en contradicción, lo cual afecta las políticas y tutelaje que
los cobijan, su definición a partir de la edad, las construcciones de ciudadanía
que ellos mismos realizan. En el espacio político aparecen, entonces,
‘nuevos referentes’ de corte individualista que llenan el vacío (narcotráfico,
pandillas, iglesias…) (Reguillo, 2003).
Las inmensas limitaciones de este modelo mueven entonces a la búsqueda
de un ‘neoestructuralismo práctico’ que “se perfila como una propuesta mucho
más realista para rescatar un mayor nivel de actividad estatal consistente
con la dinámica del mercado, regulación del coeficiente de apertura de las
economías y mayor énfasis en las fuerzas endógenas del desarrollo, exigencias
de esfera pública y de la necesidad de enfrentar de una manera más

concreta y comprometida el tema de la redistribución del ingreso y la riqueza
” (Bustelo, 1998:260).
¿Cuáles serían entonces los escenarios para pensar en la reconfiguración de
lo público y la expansión de una “ciudadanía emancipada”? Podemos hablar
de múltiples escenarios (voto, elecciones, partidos, parlamento y medios de
comunicación), de actuación política en todos los ámbitos de la vida social
(decisiones macroeconómicas, de inversión y endeudamiento, acceso a la
información, análisis, discusión y toma de decisiones en la comunidad…),
de democracia participativa o de alta intensidad… como conditio sine qua
non de la ciudadanía. En esta forma se superan los grupos cerrados, la visión
parroquial, los humanismos confesionales, las micro-gerencias locales para
beneficio de clientelas.
Se afirma que “la política social para garantizar los derechos sociales que
implican una común pertenencia a la sociedad sobre la base del avance de
la igualdad, implica poder y por lo tanto, la necesidad de construirlo democráticamente
como instrumento para la lucha y la conquista. Por esta simple
razón, la política social es ‘política’ y no simplemente la administración de los
sectores sociales” (Bustelo, 1998: 265).
En las circunstancias específicas de la sociedad colombiana, la construcción
de un modelo de ‘ciudadanía emancipada’ es particularmente complejo, si
tenemos en cuenta la escasa legitimidad de los políticos profesionales y de
muchas de las instituciones del Estado, y la larga historia de persistente y
agudo conflicto armado, atravesado por permanente violación de los más
elementales derechos, alimentado por terribles formas de violencia que se
nutren de corrupción, narcotráfico y ‘miedo ambiente’, en medio de los cuales
organizaciones y movimientos sociales legítimos son estigmatizados y
convertidos en objeto de persecución política y/o (para) militar. En consecuencia,
toda forma de expresión y resistencia juvenil que se salga del modelo
de ‘seguridad’ anti-terrorista, es decir, de los grupos armados reconocidos
por el gobierno, son blanco de intimidación y ‘limpieza social’ (exterminio).
Prosperan entonces el individualismo y la desconfianza, el deterioro de la
comunicación y del tejido social, la pérdida de la solidaridad comunitaria, la
dificultad para convivir, el abandono de los espacios colectivos.
PRÁCTICAS POLÍTICAS DE JÓVENES “DESDE ABAJO Y A LA IZQUIERDA”
49

La experiencia cotidiana de más del 70% de los colombianos, entre ellos
más de la mitad menores de 26 años, es la desigualdad histórica, la violencia
cruel y las injusticias consecuentes. Una vez más, si queremos mantener
vivos los derechos y pensar en ciudadanías construidas desde la singularidad
de sus historias, hacen falta modelos que tomen como punto de partida esa
experiencia, para superar el reconocimiento de los derechos reducidos a
titularidades y apostar por el radical reclamo de ‘vida feliz’.
La pregunta que nos podemos formular en el contexto de países del tercer
mundo, donde el Estado de bienestar no tiene vigencia es: ¿Quiénes son
ciudadanos hoy?, ¿Cuál es la relación de los jóvenes con la ciudadanía en un
panorama de desprotección social por parte del Estado y de gran inestabilidad?
Más concretamente, en Colombia, en un Estado controlado por los ‘señores
de la guerra’ podemos preguntar: ¿Existen condiciones para el ejercicio
de la ciudadanía? Si hasta ahora han sido excluidos de las ciudadanías civil
y política; y en el plano de lo social solo son consumidores que se pliegan
al poder, ¿Se trata de continuar ‘tutelándolos’, de diseñar políticas adultocéntricas
y estado-céntricas que posterguen indefinidamente su capacidad
de actuar en ‘causas propias’?
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
50
Ser ciudadano consistiría en tener acceso a un conjunto de garantías sociales,
a una plataforma mínima de seguridad que equilibre los desniveles
sociales desde una ‘política social de Estado’; constatamos que hoy en día
solamente existen ‘políticas compensatorias’ dirigidas a manejar los más graves
problemas. Por su lado, los jóvenes no parecen interesados en actuar
como un colectivo que hace interlocución con el Estado: a veces son vistos
como ‘estudiantes’, otras veces ‘campesinos’ o ‘desempleados’… Asumirlos
como sujetos de derecho, con ciudadanía plena, con capacidad de participación
en lo público implicaría abrir espacios de deliberación que los visibilicen;
o establecer mecanismos respetuosos de consulta (contando con su
diversidad) para una representación delegada que evite la imposición vertical
desde arriba (Reguillo, 2003).
Si hacemos una lectura crítica de la ciudadanía social y sus variantes históricas
podemos afirmar que para los jóvenes de Colombia (tal vez de América
Latina entera) la ciudadanía es un mito, no una situación de hecho, principalmente
debido al empobrecimiento estructural de las sociedades (desventajas
acumuladas, desigualdades y exclusión); las violencias contemporáneas

(clima de guerra, inseguridad y sospecha, que convierten a los jóvenes en
el ‘enemigo interno’); el vaciamiento de la política y en consecuencia, la
pérdida de densidad de lo público, que produce desconfianza en los jóvenes
como actores políticos; las migraciones forzadas y aceleradas, mayoritariamente
juveniles. Por lo cual cabe seguir preguntando: ciudadanos, ¿De
dónde?, ¿Para qué?.
La ‘ciudadanía emancipatoria’ exige cambios de la sociedad, con la legítima
aspiración de transformar las formas de vida, estructuras institucionales
y organización económica, avanzando hacia la construcción de sociedades
más libres y justas que den pleno reconocimiento a todos los sujetos y grupos
que de ella forman parte. La ‘ciudadanía cultural’ aparece incorporando
desde el análisis cultural nuevos componentes trans-territoriales: las nuevas
identidades, las migraciones, las exclusiones (ya no las desigualdades), la
situación de víctimas; el cuerpo, las mediaciones y la ciudad… E implicaría
derechos culturales, según los cuales las personas, grupos o pueblos son
portadores de identidades étnicas, políticas, éticas y estéticas que les dan
una particularidad y que conllevan tensiones. En su origen están los trabajos
de Renato Rosaldo (1989), centrados en la multiculturalidad y las minorías
chicanas en USA, donde la diversidad es la bandera.
Estos derechos de tercera generación tienen conexión directa con el ejercicio
de la sexualidad y el empoderamiento del cuerpo, vehículo de identidad y
comunicación con otros cuerpos sociales. Algo parecido sucede con el género
y las desigualdades que conlleva ser mujer joven. Y, con las representaciones
y estereotipos que circulan en los medios. El acceso desigual a las TIC,
los medios masivos y las industrias culturales produce nuevas exclusiones y
bloquea la conectividad en el mundo globalizado en el que viven los jóvenes.
Este punto es muy sensible en la medida que reclaman aperturas a la
interculturalidad.
La búsqueda de alternativas de vida en otras naciones también se ha constituido
en una realidad importante para los jóvenes. Ello plantea nuevos problemas
relacionados con la pérdida de la ciudadanía nacional y la imposibilidad
de conseguir la ciudadanía en el lugar de destino, permaneciendo
como ‘indocumentados’ marginales, reputados de extranjeros peligrosos. El
conjunto de circunstancias expuestas hacen cada vez más riesgosa e inestable
su condición de ciudadanía.
PRÁCTICAS POLÍTICAS DE JÓVENES “DESDE ABAJO Y A LA IZQUIERDA”
51

También la organización y participación de los jóvenes adquieren otra forma
a la luz de sus expresiones cotidianas (música, autogestión, lenguajes…),
estrategias con las cuales negocian o resisten el orden estructural. En consecuencia,
la ciudadanía
… deja de ser un principio socio-político y se convierte en formas de
acción, puestas en escena (artísticas, corporizadas). Hacer política
desde la cultura, con otros lenguajes, cambia la política. Las prácticas
de ciudadanía de los jóvenes tienen que ver con hacer cosas
(performatividad), involucrarse en causas, expresarse libremente,
juntarse en redes más que en organizaciones, experimentar el
cuerpo como territorio autónomo” (Reguillo, 2003).
Esto implica hacer otra lectura de sus expresiones culturales en el espacio
público, empoderarlos en sus propios espacios, acercarse a la comprensión
de sus lógicas de vida cotidiana, trascendiendo la concepción de sujetos
apáticos o a los que solo interesa el partidismo electoral.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
52
Siendo la ciudadanía moderna (civil, política, social) insuficiente, hace falta
una concepción abierta, una ciudadanía “policéntrica” (Reguillo, 2003) que
permita movilizar su agencia (capacidad de transformar la realidad mediante
recursos materiales y simbólicos) en la complejidad de las sociedades contemporáneas.
Es decir, superar la visión de receptores de derechos definidos
a priori y desde arriba, al mismo tiempo que se les niegan las oportunidades
al espacio público por miedo a su apariencia, pobreza, edad, raza, expulsándoles
de la vida colectiva. En contraposición, la ciudadanía cultural se define
desde el género, la etnia, la religión, las opciones sexuales, las identidades,
las formas de expresión, los juegos mediáticos. La ciudadanía juvenil no
se puede pensar desde la organización tradicional ni desde la participación
electoral o la democracia formal. Ni desde la condición de víctimas o victimarios.
Estas situaciones nos llevan a mirar atentamente las prácticas culturales
ciudadanas juveniles, los usos y alcances de esta categoría llenada de otros
contenidos: en las maras y pandillas, que satisfacen necesidades mínimas
y otorgan una ‘para-ciudadanía’; en espacios que gestionan la esperanza,
como las iglesias; en el ciberespacio, donde coexisten alternativas de relación;
en la defensa del territorio y del medio ambiente.

Interrogar esas prácticas culturales intentando leer en ellas los alcances ciudadanos
y la forma como los/las jóvenes las llenan de contenido, implica
un nuevo llamado a ubicarnos en el contexto de los nuevos órdenes
sociales mundiales (sociedad de control, sociedad informacional, sociedad
del riesgo) y en contextos multidimensionales en los cuales se construyen
las subjetividades juveniles contemporáneas. En consecuencia, es necesario
hacer una actualización del tema, abordando las nuevas configuraciones de
agencia cultural, diferentes a las de ‘resistencia’ subcultural, e incluso a las
de la ‘rebelión’ del consumidor (Fiske, 1989). Sin duda, los jóvenes poseen
una fuerza activa en la creación de sus propias culturas. Pero también el consumo
podría ser pensado en sentido activo: este último tópico servirá para
ampliar lo ya planteado.
Retomando la caracterización de la agencia humana y, en particular, los interrogantes
acerca de la superación de nociones de identidad a la luz de
argumentos anti-esencialistas y la incorporación de subjetividades en construcción
en la esfera de lo público, esta debe ser entendida como la capacidad
socialmente construida de actuar y no debe ser confundida con un tema
de auto-creación trascendental. El universo siempre está ‘en construcción’.
Podemos hacer la diferencia creando nuevos y mejores futuros. No estamos
constituidos por un núcleo innato de actitudes, creencias y capacidades.
Somos una red de actitudes, creencias, etc., que actúa. El cambio social y
cultural no se hace a partir de inflexibles ‘leyes de la historia’, sino de compromisos
éticos y prácticas concretas.
Hace falta, pues, replantear el asunto de la creatividad juvenil en la contemporaneidad,
desde una comprensión de la estética como la dimensión de la
autocreación fundada en las prácticas culturales y usos de los medios (Marin
y Muñoz, 2002). Los teóricos del CCCS pusieron la piedra fundacional,
aunque admiten en textos recientes que la gran mayoría de los jóvenes de
clases proletarias a los que aluden en sus textos no pertenecieron a ‘subculturas’
tan coherentes como ellos pensaron. Aquellas que destacan en sus
discursos teóricos son espectaculares. En Common Culture (1990) Willis
muestra que los jóvenes son creativos en su producción cultural (música,
moda, fanzines): todo el tiempo están tratando de expresar algo acerca de
su actual o potencial significación cultural; revelan elementos de su capacidad
de agencia cotidiana a través de consumos y prácticas mediáticas.
En consecuencia, estos no son pasivos e indiscriminados, sino acciones de
PRÁCTICAS POLÍTICAS DE JÓVENES “DESDE ABAJO Y A LA IZQUIERDA”
53

creatividad simbólica. Las industrias culturales no tienen entero control sobre
los jóvenes: ellos se apropian, reinterpretan y subvierten los significados de
los textos. No se trata ni de borregos ni de víctimas.
Vivir en medio de la ‘sociedad del riesgo’ (Beck, 1992) en medio de desafíos
diarios, les lleva a buscar algún asidero en valores simbólicos relacionados
con los productos que consumen, percibidos a través de los medios
y reelaborados (bricolage) en sus propias prácticas. Incluso la práctica de
‘robar textos’ de los ‘fans’ subvierte los significados de la cultura dominante,
produce comunidades de sentido e identidades a partir de los originales. En
consecuencia, construyen sobre medidas, con su grupo, subjetividades que
les permiten adquirir un sentido de individualidad en un mundo caracterizado
por la inestabilidad, el flujo y el cambio.
Aunque el mercado y las empresas transnacionales buscan ‘glocalisar’ a los
jóvenes en tanto consumidores de marcas, reciclando sus estilos, actitudes
e imágenes, convirtiéndoles en audiencias que actúan conforme al ‘piensa
global, actúa local’, no se trata de simple homogenización, es más bien un
agregado o red de flujos compuestos de medios, tecnología, ideología y grupos
diversos que se mueven en diferentes direcciones, sin un centro o una
periferia claramente definidos (Appadurai, 1996).
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
54
Es lo que ha sucedido en lugares tan disímiles como Colombia, que ha
condenado a los rockeros desde sus primeras manifestaciones en los
años sesenta, por ser satánicos, drogadictos y rebeldes, por sus expresiones
contraculturales y de protesta, especialmente en los sectores populares
y rurales, donde los diversos grupos armados les persiguen abierta y
violentamente. Las culturas juveniles contemporáneas no se forman aisladamente
sino a través de complejos procesos de conexión, interfases
e interrelaciones mundiales. Sus formas culturales son el producto de la
interacción: es el caso de culturas conformadas alrededor de la música
raï en Algeria, los bosozoko (punk) japoneses, el jungle de los rappers
británicos, el bhangra de los hindúes… donde se fusionan elementos del
folclor local, con múltiples fuentes y estilos (reggae, raga, hip-hop, hardcore,
house). En ellas se siente el impacto de la dispersión por efecto
de los viajes, se crean redes de identificación trasnacional, comunidades
imaginarias, encontradas, contingentes, sincréticas, híbridas, impuras. Estas
‘identidades diaspóricas’ y de lucha política, típicas de las culturas ne-

gras y aborígenes, de sus conexiones trasatlánticas, están en permanente
diálogo intercultural (Gilroy, 1997).
Ponemos en discusión este replanteamiento de la agencia cultural en medio
de la ‘crisis de identidad’, que reconfigura todas las variables a través de las
representaciones mediáticas. En concreto, el cuerpo generizado sufre una
inmensa transformación por efecto de figuras como Madona, Marylin Manson,
Bon Jovi, David Bowie… e incluso los drag-queen y las mujeres rappers,
quienes hacen posible la disyunción entre sexo anatómico e identidad de
género, negocian múltiples identidades y fronteras sociales, desafían la misoginia,
los estereotipos raciales y la explotación sexual, adoptando una forma
diferente de feminidad ‘performativa’ y resistencia sexual para dejar de ser
puros objetos.
Algunos utopistas como Leary llaman la atención acerca de la sorprendente
creatividad que los nuevos medios potencian en los jóvenes (Leary, 1994).
Otros consideran que en este tema se les ha mitificado y la realidad es
mucho más prosaica; sin embargo, no cabe duda que el internet, la digitalización
y específicamente la telefonía celular, están cambiando radicalmente
las relaciones info-comunicacionales de los jóvenes con el entorno, gracias
al potencial de la comunicación electrónica, su capacidad de crear espacios
para nuevas, múltiples, experimentales formas de identidad.
Simultáneamente aparecen otras formas de redes comunitarias: los hackers,
foros no oficiales de fans, plataformas de consumidores activistas, sitios de
acumulación, apropiación y rearticulación del contenido mediático, consumo
y producción conjugados. Se constata mayor dominio de la tecnología por
parte de hombres jóvenes; usos participativos de internet para la construcción
colectiva de las propias subculturas, nuevas y más fluidas formas de
exploración identitaria, conexiones ‘translocales’, movimientos anti-globalización.
Las percepciones del mundo, las experiencias de espacio y tiempo en
la vida de los jóvenes, se han alterado profundamente mediante los nuevos
medios y las tecnologías de comunicación.
En este contexto parece útil tomar en consideración la noción de ‘circuitos de
cultura’ que alude a cómo las formas mediáticas circulan y generan sentidos,
dentro de la vida cultural (Jonhson, 1997). Un texto se mueve al menos a
través de tres estadios: producción, textualidad y recepción. En cada uno
PRÁCTICAS POLÍTICAS DE JÓVENES “DESDE ABAJO Y A LA IZQUIERDA”
55

de ellos existen características específicas, pero los tres están conectados
mediante procesos de interdependencia e interacción. En los Estudios Culturales,
se acredita a las audiencias y consumidores un papel activo en la creación
simbólica de sentidos; se supera la noción de ‘masas’ manipuladas y el
puro análisis del texto; ello conlleva en muchos casos la insuficiente mirada
a los temas de producción y control, cayendo en cierto ‘populismo cultural’
que enfatiza algunos aspectos desde la perspectiva del pueblo en desmedro
del abordaje económico, histórico y político.
Se llega así a finales de los noventa a un marcado dualismo entre la economía
política, que acentúa las dimensiones de la producción/control, y la
teoría cultural que lo hace con la dimensión de la recepción/creatividad.
El análisis de Du Gay (1997) muestra que existen cinco procesos interconectados
en el circuito cultural: producción, formación de identidad, representación,
consumo y regulación. Se pone particular atención en las relaciones
entre comercio y cultura, entre producción y consumo, típicas de
nuestra cotidianidad. Está claro que se requiere una aproximación desde
múltiples perspectivas para comprender las relaciones entre cultura juvenil
y medios, en co-dependencia del mercado juvenil y el circuito cultural.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
56
Por otro lado, la conexión entre desarrollo económico e ideología política
es importante y ha afectado la formulación de política de juventud, entendida
como una etapa diferente de la vida. Los desarrollos tecnológicos
segmentan los grupos de consumidores, requieren especialización de los
‘intermediarios culturales’ (publicistas, diseñadores, mercadólogos), de los
‘cazadores’ de plusvalías y valoraciones que connotan ‘estilos juveniles’.
Los consumidores, por su lado, se apropian los textos, los convierten en
sitios de auto-representación, los construyen en diálogo con los objetos al
inscribir en ellos sus propias significaciones, valores e identidades. Tal vez
la relectura desde la ‘sociedad del mercado’ aparezca como una simplificación
reductora del espectro, pero permite ubicarnos en la perspectiva
contemporánea.
Las políticas se siguen diseñando para los ‘jóvenes que deberían ser’ y no
para los que son. Se los construye como ‘extraños’ (en el sentido de Bauman
y Sennet); el higienismo moral los define al interior de un orden homogéneo
y seguro. Sus cuerpos y su sexualidad son codificados y controlados en la
ciudad. Desde la perspectiva de la ciudadanía cultural queda claro que no

podemos seguir ‘tutelando’ a los jóvenes: hay que reconocer su agencia;
aunque sus culturas fragmentadas les hace vulnerables y los enfrenta internamente.
Quisiera replicar la consigna de Touraine (1999), “ya no creemos en el progreso”,
tomando distancia del proyecto civilizatorio de la modernidad, de la
sacrosanta base trinitaria que lo sostiene: la reivindicación de la sociedad
industrial, las formas “democráticas” de lo político y la formación del individuo,
montada sobre la racionalización económica, el Estado-nación y el
individualismo moral. Cuando este modelo cae al incumplir sus promesas,
conduciendo así al desencantamiento de la utopía, la vida humana cobra
conciencia del ‘riesgo’ en el que se mueve, de su condición sumamente
vulnerable, no-sostenible, de la deslegitimación de sus instituciones que devienen
meros ‘cascarones’ vacíos; de los saberes tradicionales, sus delimitaciones
y fronteras; de sus categorías incapaces de leer las nuevas realidades,
convertidas en muertos vivientes o ‘zombis’.
La consecuencia ha sido la pérdida de la confianza y la esperanza en el
futuro. Los jóvenes se han convertido, sin buscarlo, en sujetos capaces de
deconstruir el orden social existente mediante sus dinámicas sub y/o contraculturales,
su sensibilidad polimorfa y polisémica, sus identidades discontinuas
y precarias, sus proyectos vitales agenciados desde múltiples dimensiones
(corporal, política, estética, ambiental, religiosa, recreativa, jurídica) que
relativizan los consensos culturales en las relaciones cotidianas mediatizadas
por la música, la moda, las redes sociales, los espacios de interacción, la
afectación corporal, las simbolizaciones… En consecuencia, pueden anticiparse
moralmente y evidenciar cambios de época a través de sus dinámicas
colectivas.
Estos cambios que agencian los y las jóvenes se pueden entender desde sus
mundos de vida como ‘política vital’ derivada “de procesos de realización del
yo en circunstancias postradicionales, donde las influencias universalizadas
se introducen profundamente en el proyecto reflejo del yo y a su vez, estos
procesos de realización del yo influyen en estrategias globales” (Giddens,
1995: 271).
La ‘política de la vida’ que ellos y ellas anticipan se alimenta de preguntas
como:
PRÁCTICAS POLÍTICAS DE JÓVENES “DESDE ABAJO Y A LA IZQUIERDA”
57

¿Quién queremos ser?, ¿Cómo queremos vivir? Su ideario se apoya
en asuntos como: a) el auto-cuidado en respuesta a la sociedad
del trabajo en condiciones de precariedad y riesgo y asumiendo
un futuro pluridimensional; b) el descubrimiento de sí mismo o auto-referenciación
biográfica, buscando la síntesis de la dicotomía
interior-exterior para así gestionar conflictos y cambios, en el plano
de la micropolítica; c) la superación de la confianza (como garantía
de ‘seguridad externa’) por la fiabilidad, que enuncia la seguridad
sobre algo, pero tomando postura en tanto sujeto que decide luego
de tener acceso a un abanico de opciones. En estas condiciones el
riesgo asumido implica la integración del peligro (externo) con la
vulnerabilidad (interna), la interacción sobre la base de acuerdos
establecidos, la validez subjetiva e intersubjetiva de procesos contingentes,
que no se concretan siempre en tiempos y espacios planificados
(muchas veces inesperados), las manifestaciones temporales
de fe (problematizadas por las circunstancias contingentes),
la praxis nomádica y mutante (Muñoz, 2006).
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
58
Y entonces, actúan sobre aquello donde tienen gobierno: la propia vida cotidiana.
Y lo hacen mediante la resistencia frente a todas las formas de dominación
presentes en ella; y la subversión frente a prácticas autoritarias
que pretendan suprimir la diferencia y desconocer la singularidad del otro/a;
en contextos encarnados, donde se reconozca la experiencia de sus vidas y
cobre valor su capacidad comunicativa.
No olvidemos que el sentido de sus mundos de vida no se agota en la singularidad
concreta sino que remite a un sistema interrelacional donde ésta
tiene lugar y en la cual se da una ‘pre-comprensión’ del mundo, articulada
lingüísticamente. El mundo de la vida lo experimentamos lingüísticamente
interpretado, lo cual implica intersubjetividad que ha constituido el sentido
del mundo. Por consiguiente, éste se nos da poseyendo de antemano una
‘interpretación pública’.
La perspectiva más adecuada para comprender a los y las jóvenes es la de
‘agencia’. Desde el punto de vista teórico los debates sobre el tema tienen su
origen en el seno de los estudios culturales, en relación con dos asuntos centrales,
íntimamente conectados: la subjetividad y la identidad. Sus exploracio-

nes desde el comienzo, pero en particular en los años noventa, se centran
en grandes objetos-problema: políticas de género, etnia, culturas populares
(obreras) y juveniles. En todos los casos, las preguntas que están a la base
tienen que ver con los procesos de constitución de sujetos como ‘personas’
en relación. Las dos categorías se entienden al interior de esta escuela como
producciones específicas culturalmente contingentes, representaciones socialmente
construidas, reconocidas y compartidas, narrativas de sí cargadas
emocionalmente, que no fijan esencias (de género, raza, nacionalidad o generación)
sino que relatan cualidades, discursos que cambian en función de
tiempo, espacio y usos, proyectos construidos por la persona en términos de
su propia biografía (Giddens, 1991).
La categoría base sin duda es la identidad, y esta tiene estrecha relación con
igualdad y diferencia, con lo personal y lo social, con aquello que tenemos
en común y aquello que nos separa de los demás. Es una categoría fracturada,
lo cual se evidencia mejor en el sujeto postmoderno, diferente del sujeto
de la ilustración (individuo racional) y del sujeto sociológico (en relación
significativa con los demás) (Hall, 1992). El sujeto postmoderno se entiende
como descentrado, fragmentado, compuesto de múltiples y contradictorias
identidades en tiempos diferentes “que no están unificadas alrededor de un
‘self’ coherente… Si sentimos que tenemos una identidad unificada es solo
porque construimos una historia reconfortante, una ‘narrativa del self’ acerca
de nosotros mismos” (Hall, 1992). Han sido antecedentes fundamentales
las contribuciones teóricas acerca del sujeto, elaboradas por el marxismo, el
psicoanálisis, el feminismo, la semio-linguística y el trabajo de Foucault.
Como efecto del trabajo deconstructivo de las nociones esencialistas de
sujeto e identidad, entendidas como productos de prácticas discursivas y
disciplinarias, surgen algunos interrogantes: ¿Son las personas capaces de
generar transformaciones en el orden social? ¿Son acaso solo productos y no
productores? La respuesta implica un acercamiento a la noción de ‘agencia’.
Para Hall (1993) ningún sentido de self, de identidad, de comunidades identitarias
(nacionales, étnicas, sexuales, de clase, etc.) y las políticas que se
derivan de los anteriores, son ficciones que marcan un cierre arbitrario del
sentido, temporal o parcial. Sostiene que “la política, sin la arbitraria interposición
del poder en el lenguaje, el corte de la ideología, el posicionamiento,
el cruce de líneas, la ruptura…, es imposible”. En consecuencia, la agencia
PRÁCTICAS POLÍTICAS DE JÓVENES “DESDE ABAJO Y A LA IZQUIERDA”
59

humana, construida socialmente como un conjunto de capacidades para actuar,
diferencialmente distribuidas, sigue siendo posible. Las políticas elaboradas
desde allí, gracias a reformulaciones lingüísticas y coaliciones temporales
y estratégicas, permitirían compartir al menos algunos valores.
3. Formas de acción colectiva
El protagonismo lo asumen los movimientos que se han desarrollado a partir
de la proliferación de nuevos antagonismos sociales centrados menos en el
espacio laboral (del proletariado) que en los espacios de consumo, bienestar
y habitat. En la búsqueda de los derechos sociales aparece un nuevo
eje político en torno a ‘luchas por lo urbano, lo ecológico, lo anti-autoritario,
lo anti-institucional, lo feminista, lo anti-racista, lo étnico, lo regional o… las
minorías sexuales’.
Trabajos de investigación recientes proponen algunos ejes que construyen
conceptualmente la relación Jóvenes-Política. Son ellos:
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
60
> > En el contexto de un mundo fragmentado y polarizado, en el
que los jóvenes son vistos con miedo y aprehensión y éstos,
a su vez, lo perciben sin orden ni sentido, no podemos seguir
hablando de su apatía sino de su a-politicidad, es decir, de su
desafecto por la democracia concreta que han conocido. (Florence
Saintout. “Jóvenes: el futuro llegó hace rato”)
> > Una primera apuesta de comprensión sería la categoría Integración/desintegración
social: en particular los sectores populares
viven en la exterioridad de la democracia política y ni siquiera
piensan en ciudadanía. (Liliana Mayer. “Hijos de la democracia.
¿Cómo piensan y viven los jóvenes -en Buenos Aires-?”)
> > Otra apuesta consistiría en pensar la política “salvaje”, construida
por fuera de los marcos conocidos. (Luis Tapia. “Política
salvaje”)
> > La temporalidad se convierte en un factor crítico: la perspectiva
de futuro se puede entender como un objeto que ellos

mismos definen (desde su experiencia) y que no es igual para
todos: es el “tiempo social”, hecho de diversidades y multiplicidades,
en el cual caben la resistencia y la creación. (José M.
Valenzuela. “El futuro ya fue”)
> > Si muchos mundos son posibles (“multiplicidad”) y conviven
en el conflicto, la consecuencia es una política del “acontecimiento”
(algo que puede ser creado en el orden de lo posible),
de los movimientos y las singularidades. (Mauricio Lazzarato.
“Políticas del acontecimiento”)
Ante todo, los jóvenes aparecen como informantes privilegiados para hablar
del “futuro que llegó hace rato”, es decir, de aquello que en nuestras sociedades
está cambiando y que ellos pueden ver como ningún otro, porque su
socialización, su entrada a la vida pública, se está haciendo bajo las reglas
de un mundo muy distinto al que vivieron las generaciones anteriores, que
hoy se pierden entre la nostalgia de lo que ya pasó y la desesperación de no
tener los mapas de lo que está sucediendo. Los jóvenes tienen que construir
los mapas para el mundo al que se enfrentan sin las verdades de las generaciones
de los adultos. No se trata de rebeldía por la edad -la negación de los
saberes de sus mayores-, sino que esos saberes no sirven para dar respuesta
a las crisis, a lo glocal, a la incertidumbre, a la precariedad y vulnerabilidad
social, a las políticas neoliberales.
No existe un único modo de ser joven, no podemos hablar de juventud
en singular. De acuerdo con el lugar que se ocupe en el espacio social, de
acuerdo con el género, con los capitales materiales y simbólicos por los cuales
se esté atravesado, se es joven de distinta manera. Aunque más allá de
las diferencias todos están atravesados por una época, lo cual permite hablar
de ellos en singular.
Más allá de la juvenilización de la sociedad entera, la gran marca que define
la generación actual de jóvenes tiene que ver con una época de gran incertidumbre,
de crisis estructural y de una profunda vulnerabilidad y precariedad,
en dos sentidos: polaridad y fragmentación. En este tiempo han aprendido a
ser elásticos, a inventar respuestas: las familias pueden tener infinitas formas;
la política se redefine en una banda musical, cantando y bailando en una
plaza; la escuela ha dejado de ser un trampolín de ascenso social; el traba-
PRÁCTICAS POLÍTICAS DE JÓVENES “DESDE ABAJO Y A LA IZQUIERDA”
61

jo tiene básicamente un valor instrumental… Con creatividad o con ironía
esconden la angustia de los caminos sin salida, del paso caótico a la vida
adulta, de la libertad para inventarse otra vida en medio grandes limitaciones
y complicaciones.
En los sectores populares, la mayoría de los jóvenes se sienten perdidos
frente a las demandas de sus derechos frente al Estado: no perciben la condición
de ser sujetos de derechos. En el mundo del trabajo han naturalizado
las condiciones de precarización e incluso de explotación: es normal, no se
puede hacer nada ni reclamar a nadie. Han asumido, en relación con la política,
que nadie los representa, que es imposible hacer algo a través del sistema
de partidos para transformar la situación y, en consecuencia, se retiran.
La des-ciudadanización es un saber adquirido: no existen condiciones de
igualdad, aceptan que no poseen los mismos derechos ni saben cómo pelear
por ellos (tampoco saben cómo fue en el pasado). Ven el futuro como
volátil, azaroso, impredecible; produce temor y angustia, aunque mezclado
con esperanza (“no todo está dicho”). ¿Cuáles son, entonces, sus aspiraciones
y expectativas? No es que sean apáticos, ven el futuro como táctica
(“acción que determina la ausencia de un lugar propio… y permite la movilidad…
tomar al vuelo las posibilidades que ofrece el instante”, M. de Certeau),
como ingenio para participar de algún modo de lo que vendrá.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
62
Las instituciones familia, escuela, trabajo, están siendo redefinidas y la política
con ellas. En el caso de la familia, mejor, de las múltiples formas de vida
familiar, tienden a ser formaciones más democráticas, espacios menos restrictivos
y más plurales, con mayor autonomía para sus miembros (aunque
no de la misma forma en todos los sectores sociales). Aún así, pervive una
idea de familia como refugio, como lugar de los afectos.
La escuela, por su parte, ya no garantiza la movilidad social ascendente, ni
los saberes que legitima son los únicos verdaderos. La matriz logocéntrica ha
sido desplazada por las escrituras de las TIC y con ella la adquisición de competencias
como la argumentación. Una escuela que se articula a la lógica de
la reproducción del capital forma consumidores; en consecuencia, ni convoca
ni seduce, ni desarrolla capacidades para el ejercicio de la ciudadanía. Por
el contrario, tiende a polarizar y fragmentar separando a los estudiantes por
clases sociales, formándolos en medio de la desigualdad y la diferenciación,

en contra de sus expectativas. Porque siguen pensando la educación como
un derecho universal.
La cultura del trabajo, anclada sobre la idea del sacrificio para un mejor
mañana, ya no opera. Aunque no ha desaparecido totalmente, el sentido
del trabajo es básicamente instrumental: resolver las necesidades de la vida
cotidiana, sin ser una prioridad. Tener un trabajo puede ser muy problemático
por la inestabilidad, la precariedad y la angustia que genera vivir a la
intemperie. En este campo como en ningún otro sienten el proceso de desciudadanización:
ausencia de derechos básicos, regulación de las relaciones
por el mercado (en ausencia del Estado) como algo natural.
El “no” más rotundo ante un orden válido para otras generaciones se erige
contra la política entendida como sistema de partidos y representaciones.
Los jóvenes se declaran apolíticos y cuestionan todo un modo de concebir
la política: repudian a los políticos y sus prácticas, más aún a todo el sistema.
Esta condena colectiva habla de otras concepciones y de la fundación de
nuevos modos y nuevas reglas de participación en el espacio público. Las
subjetividades juveniles emergen en el momento que dicen que no quieren
que nadie los represente, que no quieren resignar el nombre propio, la identidad
o el género en causas colectivas donde sienten que se diluyen; prefieren
posturas más éticas que morales, más plurales que verticales. Conciben
la política anclada en el presente –no en el futuro-, piensan más en causas
con principio y fin –no en proyectos de largo plazo-. Los jóvenes quieren
actuar al margen de los sistemas partidarios tradicionales sin medir la posibilidad
de quedar por fuera de los espacios de intervención social (más allá
de los micro-espacios cotidianos). Pero nunca son indiferentes a la política.
La incertidumbre y el riesgo (la imposibilidad de definir el futuro y el presente)
es una de marcas de época contemporánea que comparten los jóvenes.
Los de sectores populares asocian la incertidumbre a vulnerabilidad y precariedad:
no están seguros de nada, su destino los ha llevado al límite, tienen
miedo, sus derechos simplemente no existen. En medio de la adversidad no
creen que sea posible intervenir la realidad, su cuerpo soporta todo. Unos
cuantos siguen haciendo resistencia… sin mucha esperanza.
En sociedades latinoamericanas la exclusión o la segregación a los jóvenes
es fuerte, por miedo al otro, desconfianza en la interacción, separación jerar-
PRÁCTICAS POLÍTICAS DE JÓVENES “DESDE ABAJO Y A LA IZQUIERDA”
63

quizada (en la entrada a bares nocturnos p.e.)… La escuela practica la discriminación
(hay escuelas para unos y escuelas para otros), principalmente
en relación con el nivel socio-económico. La diferencia y la desigualdad se
convierten en temas de violencia simbólica; especialmente entre jóvenes de
sectores populares la percepción que se tiene es la de territorio de desigualdad
jerarquizada, con fronteras que separan y distinguen.
En el mundo laboral se reproducen también las desigualdades sociales: no
todos los trabajos son para todos de manera homogénea. Aunque las fronteras
son porosas y se desplazan, en el espacio del trabajo se reproducen las
polarizaciones y las exclusiones: las marcas se llevan en el cuerpo, no solo
en los títulos académicos. Es la misma sensación que tienen de la política
y/o de la justicia (lo legal/ilegal): un territorio que no es para ellos, un lugar
donde no tienen nada que hacer, del que son expulsados o en el cual no se
trata de la misma manera –como ciudadanos- a todos.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
64
Es particularmente interesante notar que algunos jóvenes hablan de otros
jóvenes desde el profundo temor, o desde la legitimación y el deseo de su
segregación. En un trabajo reciente de R. Reguillo (Mitologías urbanas: la
construcción social del miedo), se propone la mirada de los propios jóvenes
sobre otros jóvenes como sujetos del malestar y del miedo en la vida cotidiana,
donde unos son extraños a los otros y, donde los puntos de encuentro
son cada vez menos legítimos porque solo se atreven a mirarse de lejos. En
un mundo fragmentado, separado, cada día cuesta más encontrar espacios
comunes.
Al disminuir la cohesión social, aumenta la incertidumbre y el sentimiento de
inseguridad, así como también las percepciones del “otro-diferente” como
alguien peligroso. El encuentro apenas se puede dar con semejantes, lo cual
refleja la segmentación social. Allí ganan terreno la autopolítica y la subpolítica,
como nuevas formas de acción. La práctica política tradicional (asimilada
a simple burocracia) se ve imposibilitada, aunque sigue conviviendo con las
lógicas emergentes.
Según Beck (1997) las nuevas formas de hacer política son sumamente
“antipolíticas”, en particular en los jóvenes. Al negar la política institucionalizada
(partidos, sindicatos, federaciones) se entregan “frívolamente a la publicidad…
[la cual] actúa voluntaria o involuntariamente de modo altamente

político […] manteniéndose al margen simplemente de manera decisiva,
silenciosa y numerosa”.
Las reglas morales colectivas (el imperativo trascendental) se sustituyen de
manera creciente por otras éticas, avaladas por el propio yo y, también de
manera cada vez más intensa, solo reguladas por él (el anhelo de libertad y
la responsabilidad individual p.e., que pueden ser constructores o destructores
de los sujetos).
Cuando los individuos perciben el vacío social, o el debilitamiento de lo
social, la única fuerza motivadora es la propia, lo cual puede generar graves
problemas por cuanto el esfuerzo perdura mientras persiste esa energía.
Según Giddens (1995) la política de vida es una política de decisiones (estilo),
que actúa en el contexto actual de reflexividad institucional. La política de
vida es parte del programa político de la modernidad y sucede a la política
emancipatoria. Esta última trataba de liberar a los individuos de la religión y
de la tradición, objetivo que se lograba a través del entendimiento racional.
La política de vida es una política de realización del yo, donde la reflexividad
enlaza al yo y al cuerpo en sistemas de ámbito universal. Aquí el poder es
más generador que jerárquico. Le interesa remoralizar las decisiones sobre el
estilo de vida. El individuo debe producir su propia conducta, una conducta
que es social, pero que se promueve individualmente: en este sentido solo
favorece a quienes pueden producirse a sí mismos; a los demás los inmoviliza,
en la medida que pierden el sentimiento de lo colectivo.
Sostiene Bauman que el individuo ha sido liberado, para usar sus recursos
“a placer” sin depender de otro. La libertad se privatizó y se convirtió en totalmente
individual. Dicha privatización implica también lo público y la vida
política. La sociedad ya no salva, cada uno debe negociar sus transacciones
(piensan los jóvenes). Entonces, ¿cómo se puede ejercer la ciudadanía
(estando ésta atravesada por relaciones sociales)? La esfera pública resulta
invadida por la afirmación de identidades privadas.
Turner (1992) construye una tipología de la ciudadanía: por un lado, la dimensión
pasiva/activa que pretende captar si la ciudadanía crece “desde
arriba o desde abajo”, y, por el otro, la dimensión público/privado, que expresa
si ésta se vincula al ámbito privado del individuo o a la arena pública
PRÁCTICAS POLÍTICAS DE JÓVENES “DESDE ABAJO Y A LA IZQUIERDA”
65

de la acción política. La utilidad del eje activo/pasivo reside en que evita la
reducción a las acciones individuales y de suma de individuos como si se
tratara de diferenciar entre quienes realizan diferentes acciones en la vida
social, en tanto ciudadanos activos, y los que solo se limitan a reclamar sus
derechos de manera pasiva del Estado. Las dinámicas de participación –y de
no participación- trascienden, en consecuencia, las acciones individuales voluntaristas
de los jóvenes; se deben entender en relación con pertenencias
sociales, grupos movilizados (sus derechos y formas de participación) y el
papel del Estado.
Cuando se analizan las nuevas formas de hacer política, no se contemplan
únicamente los nuevos sujetos eventuales y los nuevos instrumentos, sino
también y, ante todo, las reglas de juego dentro de las cuales se desarrolla
la lucha política en un determinado momento histórico. La democracia participativa
–consensualmente elogiada- no se equipara con la mayor participación
en espacios democráticos, porque ésta no se produce mecánicamente
ni de igual manera en toda la sociedad, menos aún entre los jóvenes.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
66
Tal vez se debería aclarar, en términos de Bobbio, la tendencia a la “apatía”
de los jóvenes: surge de la propia dinámica de la democracia: las nuevas
generaciones no vivieron bajo regímenes autoritarios o dictatoriales; la democracia
no les despierta pasión ni entusiasmo en la medida que se trata
de un conjunto de reglas procesales o formales que ponen límites al juego
en el tiempo y el espacio, convirtiéndose así en una rutina. La democracia
es procedimiento, por lo tanto, su carácter dinámico no es fácilmente perceptible.
Los partidos políticos fueron exitosos… se podían encuadrar en
una lógica eficaz y potente que les otorgaba sentido, la modernidad. Cuando
ese entramado declina, sucede lo mismo con sus instituciones. La crisis de
la política partidaria expresa el declive de la modernidad y no del sistema
democrático en sí mismo.
La democracia está basada en la legalidad, en la eficacia simbólica de la ley,
en el hábito institucionalizado de observarla, en su legitimidad abstracta que
se hace costumbre y en esa forma deja de ser un ideal… que no genera
afectos.
En el mundo globalizado el tiempo y el espacio se redimensionan: los actores
políticos no operan solamente en el plano nacional y local sino en el

supranacional; los medios de comunicación permiten conocer y comparar
regímenes diversos de gobierno; las distancias sociales e intergeneracionales
aumentan… Y en el plano temporal, el pasado se vuelve obsoleto y el futuro
se desvanece, se hace incierto: solo queda lo inmediato, donde no se pueden
vislumbrar otras opciones de política.
La interiorización de la democracia tiene directa relación con el redimensionamiento
espacio-temporal. En el caso de los jóvenes Giddens propone la
existencia de una “conciencia práctica”, es decir, basada en lo que ellos creen
acerca de las condiciones sociales y de su propia acción, sin poder expresarlo
discursivamente: es un saber práctico, una gama de destrezas y habilidades
que usan en su vida diaria. Requiere una inteligencia pragmática organizada
recursivamente. La conciencia práctica sería un ordenador del lazo social,
en consecuencia, manifestar cierta exterioridad política (acción basada en la
experiencia y la trayectoria biográfica) implica cierta interioridad.
A mayor exterioridad respecto de la política (capacidad de autorreferencia y
autoorganización, propia de los sectores integrados) mayor consistencia en
la relación con la sociedad y más potencialidad crítica. En climas de alta efervescencia
social se generan grandes expectativas en los ciudadanos que la
democracia (la capacidad de respuesta gubernamental) por sí sola no es capaz
de gestionar, poniendo en peligro la legitimidad del sistema. Los problemas
de gobernabilidad democrática no se explican -al menos no exclusivamente-
por los méritos y errores de la dirigencia política, sino principalmente
por las transformaciones sociales propias del desarrollo de la modernidad.
Los jóvenes integrados -poseedores de recursos cognitivos, materiales y simbólicos
para entender la realidad- se alejan de la vida política y atenúan sus
críticas, convirtiendo en ironía el estatus de las instituciones; los jóvenes
desintegrados, sin dichos anclajes, critican duramente a las élites por su incapacidad
y falta de visión prospectiva e incrementan sus demandas a las instituciones
públicas. La diferencia de percepciones es dramática y significativa.
La democracia para los jóvenes integrados no corresponde a definiciones
formales: “es a lo que estamos acostumbrados”, “es hacer lo que yo quiero
respetando al otro y que el otro me respete a mí”, “es vivir con quien quiero
y como quiero sin ser discriminado”. Para los jóvenes desintegrados, más
apegados a fórmulas, se trata de libertad de expresión y capacidad de voto.
PRÁCTICAS POLÍTICAS DE JÓVENES “DESDE ABAJO Y A LA IZQUIERDA”
67

Lo importante es que ambos la reconocen con sus límites, y la consideran
una forma de acción colectiva. Esta puede conllevar la noción y el deseo
de emancipación de los ciudadanos a través del respeto y ejercicio de sus
derechos. En este contexto, tienen el sentimiento de poder intervenir en el
curso de los hechos.
Estamos asistiendo a un proceso de democratización, al paso de una democracia
política a una social. Si es cierto que la participación se relaciona con
la integración social y esta con la ciudadanía, la participación de unos pocos
puede ser la causa de la privatización de grandes mayorías. La democracia
política implica, en términos ideales, que los ciudadanos tengan recursos
suficientes para participar autónomamente en el proceso democrático. Las
aspiraciones democráticas no significan necesariamente igualdad de recursos,
aunque tienden a ello, o al menos deberían. El desafío está en que la
democracia produzca los ciudadanos que ella misma necesita.
La “política salvaje” sería el gobierno en flujo, sin instituciones, sin jerarquías;
se puede entender como prácticas del movimiento colectivo, en la dirección
de la vida, de resistencia a las formas de dominación.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
68
Implica pensar más allá del horizonte de sentido ético de la cultura, en términos
trans-culturales, en el marco de una mundialización sin modelo único y
en mutación. Es un tiempo de suspensión del orden social mediante dudas,
críticas, ironía, huida, sabotaje. Es una metapolítica nómada.
La política salvaje aparece cuando algunas formas de insatisfacción llevan al
abandono del horizonte cultural dominante y a la experimentación moral de
otras formas de interacción. Implica un paso al reconocimiento intersubjetivo
sin posiciones ni identidades sociales fijadas. Reconocimiento de la autonomía
colectiva plural (de la masa desordenada y libre), de la experiencia de lo
humano sin orden ni jerarquías, sin centro.
La política salvaje propone prácticas de desmercantilización: las reapropiaciones
de tierra (acceso libre a las condiciones para trabajar, habitar y gozar de
la vida) negando la normatividad jurídica capitalista y su orden moral. No son
violentas, pero no reconocen dueños ni jefes… son luchas por la ciudadanización.
Se constituye así en una dimensión de algunos movimientos sociales
(p.e. el movimiento obrero).

Las prácticas salvajes suelen propiciar el paso de un principio de organización
a otro, sin ser ellas mismas el adelanto de las nuevas formas, sino más
bien el momento disolvente y de fluidez sobre el cual a veces es posible la
instauración de varias formas alternativas de reorganización social y política.
Un movimiento social sin política salvaje no tiene mucha fuerza o capacidad
de democratización. La política salvaje es política fuera del Estado y fuera de
la sociedad civil: es disolvente de estructuras y formas de dominación, no
es fundadora ni organizadora de otras formas sustitutivas. Es el tiempo de la
desorganización recreativa y recreadora, es una forma de reforma sin proceso
de orden social y político. Es cuestión de sujetos desordenados, aunque
la acción colectiva implica cierto orden contingente.
Las políticas salvajes son acciones y hechos políticos de negación factual de
los monopolios capitalistas, son formas de restauración temporal del predominio
del valor de uso en las interacciones sociales y en las relaciones con
la naturaleza.
_______________________________________________________
Referencias bibliográficas
Alexander, J. C. (1997), “The paradoxes of Civil Society”, In International Sociology
12 (2), pp. 115-133
Appadurai, A. (1996), Modernity at large: cultural dimensions of globalization.
Minneapolis: University of Minnesota Press.
Arendt, H. (1970), Sobre la violencia. México, Cuadernos Joaquin Moritz.
Barker, Ch. (2000), Cultural Studies, theory and practice. London, Sage.
Bauman, Z. (1996), “Modernidad y ambivalencia”. En: Beriain, J. Las consecuencias
perversas de la modernidad. Modernidad, contingencia y riesgo. Barcelona:
Antrophos.
Beck, U., Giddens, A., and Lash, S. (1995), Reflexive modernization. Cambridge,
Polity Press.
Beck, U, (1998), La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad. Barcelona,
Paidós básica.
_________, (1996), “Teoría de la Sociedad del Riesgo”, En: Las Consecuencias
Perversas de la Modernidad, Beriain, J., (compilador). Madrid, Editorial Anthropos.
Bustelo, E. (1998), “Expansión de la ciudadanía y construcción democrática”.
En Todos entran. Propuesta para sociedades incluyentes. UNICEF, Colección
cuadernos de debate. Bogotá: Ed. Santillana, p. 243.
Dahlgren, P. (1995), Television and the public sphere. London and Newbury Park,
CA: Sage.
PRÁCTICAS POLÍTICAS DE JÓVENES “DESDE ABAJO Y A LA IZQUIERDA”
69

Jóvenes y derechos en la acción colectiva
70
Du Gay, P. (1997), Production of culture: cultures of production. London, Sage/
Open University.
Dwyer, P. (2004), Understanding Social Citizenship. Bristol, Policy Press.
Eder, K. (2000), “Social movement organizations and the democratic order:
reorganizaing the social basis of political citizenship in complex societies”,
en Crouch, C., Eder, K., and Tambiani, D., (eds.) Citizenship, markets and the state.
Oxford, Oxford University Press, 213-237.
Fiske J. (1989), Understanding popular culture. London, Unwin Hyman.
Foucault, M. (1982), “The subject and power”, in H.L. Dreyfus and P. Rabinov (eds)
Michel Foucault: beyond structuralism and hermeneutics. Brighton, Harvester
Wheatsheaf.
Fraser, N. (1997), “Redistribución y Reconocimiento”. En: Iustitia Interrupta –
Reflexiones críticas desde la posición “postsocialista”. Santa Fe de Bogotá. Siglo del
hombre Editores – Universidad de los Andes.
_________, (1997), Iustitia Interrupta. Reflexiones críticas desde la posición
postsocialista. Santa Fe de Bogotá, Siglo del Hombre Editores, Universidad de los
Andes.
_________, (1995), “Politics, culture and the public sphere: towards a
postmodern conception”. In L. Nicholson and S. Seidman (eds), Social
Postmodernism. Cambridge, Cambridge University Press
Giddens, A. (1982), Profiles and Critiques in Social Theory. Londres, Macmillan.
_________, (1990), Consecuencias de la Modernidad. Barcelona, Península.
_________, (1987), Las nuevas reglas del método sociológico. Buenos Aires,
Amorrortu,.
_________, (1995), Modernidad e Identidad del Yo. Barcelona, Península
_________, (1996), “Modernidad y Autoidentidad”. En Consecuencias Perversas de
la Modernidad (comp).Barcelona, Anthropos
_________, (1999), La tercera vía. Madrid, Taurus.
_________, (1997), Política y sociología en Max Weber. Madrid, Alianza editorial.
Gilroy, P. (1997), “Diaspora and the detours of identity. In Kathryn Woodwood (ed),
Identity and difference, London: Sage.
González, F. (2011, abril), [Entrevista con Jhon Fredy González, Administrador Público
y trabaja con la Corporación Experimental Juvenil, en la cuenca del río Tunjuelo en
el sur de Bogotá]
Hall, S., et alt. (1978), Policing the crisis. London, Palgrave Mcmillan.
Hall, S. (1993), “Minimal selves”. In A Gray and J. Mc Guigan (eds), Studying culture.
London, Edward Arnold.
_________, (1992), “The question of cultural identity”. In S. Hall, D. Held and T.
McGrew (eds) Modernity and its futures. Cambridge, Polity Press.
Hall, T., Williamson, H., and Coffey, A. (2000), Young people, citinzenship and the
third way: a role for the youth service. Journal of youth studies, 3 (4): 461-72.
Hirschman, A., O. (1977), Salida, voz y lealtad. Mexico, F.C.E.
_________, (1991), The rhetoric of reaction; perversity, futility, jeopardy.
Cambidge, Cambridge Mass.
Johnson, R. (1997), What is cultural studies?: a reader, London: Arnold.
Laclau, E., and Mouffe, C. (1985), Hegemony and socialist strategy: toward a
radical democratic politics. London, Verso.
Leary, T. (1994), Chaos and cyber culture. Berkeley, Ronin.

Marin, M., Muñoz, G. (2002), Secretos de Mutantes. Bogotá, DIUC, Siglo del Hombre
ed.
Marshall, T., H., (1964), Class, Citizenship and Social development. Nueva York,
Doubleday,
_________, (1981), The Right to Welfare and other Essays. Londres, Heineman.
_________, (1985), Social Policy. Londres, Quinta edición a cargo de Rees, A.M.
Unwin Hyman,
_________, (1998), “Ciudadanía y Clase social”. Madrid, Editorial Alianza, p. 149.
Mouffe, C. (1992) (Ed.), Dimensions of Radical Democracy: Pluralism, Citizenship,
Community. Londres, y Nueva York, Verso.
Muñoz, D., (2006), Aproximaciones conceptuales a las dinámicas colectivas y
políticas juveniles: desmodernización, anticipación moral y política de la
vida, (inédito) Medellín
Norris, P., (editora) (1999), Critical Citizens: Global Support for Democratic
Governance. Oxford, Inglaterra: Oxford University Press.
Reguillo, R. (2003), “Ciudadanías juveniles en América Latina, en Ultima
Década”, En Revista del Centro de Investigación y Difusión Poblacional, número
19, noviembre 2003, pp. 1-20, Viña del Mar, Chile.
_________, (2000), Estrategias del Desencanto - Emergencia de culturas
juveniles. NORMA, Enciclopedia Latinoamericana de Sociocultura y Comunicación,
Bogotá.
Rodríguez, S. (2011, abril), [Entrevista con Sandra Rodríguez, Politóloga y trabaja con la
Corporación Experimental Juvenil]
Rosaldo, R. (1989), Culture and truth: the remaking of social analysis. Boston,
Beacon Press.
Suárez, E. (2011, abril), [Entrevista a Edgar Suárez quién trabaja en comunicación:
con un proyecto que se llama Media cuadra y un programa de radio que se
llama Desde el techo. También hace parte de la organización Minga urbana en
Techotiba]
Touraine, A. (1997), ¿Podremos vivir juntos? El destino del hombre en la aldea
global. Buenos Aires, FCE.
Turner, B.S. (1986), Citizenship and Capitalism. Londres, Allen & Unwin.
_________, (1994), “Postmodern cultural/modern citizens”. In B. van Steenbergen
(ed.), The condition of citizenship. London, Sage
Turner, B.S., Isin, E.F. (2002) (Eds.): Handbook of Citizenship Studies. Londres, Sage.
Turner, B.S., Hamilton, P. (1994) (Eds.): Citizenship: critical concepts. Londres,
Routledge.
Willis, P. (1977), Learning to labour. Farnborough: Saxon House.
PRÁCTICAS POLÍTICAS DE JÓVENES “DESDE ABAJO Y A LA IZQUIERDA”
71

Jóvenes y derechos en la acción colectiva
72

ORGANIZACIONES Y MOVIMIENTOS
EN LA CONSTRUCCIÓN
SIMBÓLICA
DEL ACTOR COLECTIVO
Ricardo García Duarte
Socio-politólogo y analista internacional.
Catedrático.
Ex - rector universitario y Director del IPAZUD.
1. La rei-vindicación y el interés
Organizaciones, grupos y movimientos han surgido en el universo
social, de muy diversa naturaleza; un poco de manera desigual,
muchos de ellos en dimensiones pequeñas; otros no tanto. Ubicadas
en horizontes distintos, estas agrupaciones en su multiplicidad
parecieran, con todo, orientarse siempre en el sentido de sostener alguna
suerte de rei-vindicación; de exigir algo; como si las impulsara el aliento
del peticionario; no en el limitado concepto de aquel a quien le falta algo,
sino además el de aquel que quiere afirmarse como sujeto. No solo como el
que pide algún derecho; sino, sobre todo, como el que siente que el “pedir”,
que el “exigir”, es en sí mismo un derecho, el principal quizá.
Por eso no solo exige algo, un derecho por ejemplo, como si lo hiciera desde
un mundo exterior a ese derecho; sino como si el exigir, fuera al mismo
tiempo el vivir internamente en el derecho; existir en la posibilidad misma
de la rei-vindicación. Esta última resulta convertida en una posibilidad de
existencia social. Y por tanto, en un horizonte de identidad para quienes se
73

comprometen con ella; es decir, con la rei-vindicación. Por cierto, esta última,
pareciera estar en el interior mismo de las estructuras sociales. Según Erving
Goffmann:
“En el centro de la organización social se halla el concepto de reivindicación
(…); para hablar a fondo de esta cuestión hace falta un
conjunto de términos conexos. Existe el “bien”, el objeto o el estado
deseados de que se trate; la “reivindicación”; esto es el derecho
de poseer, controlar, utilizar o transferir el bien; el “reivindicador”;
o sea, la parte en cuyo nombre se plantea la reivindicación; el “impedimento”,
en el sentido del acto, la sustancia, los medios o la
agencia por la que se ponen en peligro la reivindicación; el “autor”
(o “contra-reivindicador”); es decir, la parte –cuando la hay- en cuyo
nombre se presenta la amenaza a la reivindicación; y, por último,
los “agentes”, que son los individuos que actúan en pro de y representan
al reivindicador y al contra-reivindicador en las cuestiones
en que intervienen las reivindicaciones”. (Goffmann, 1971)
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
74
Así sucede con quienes aspiran a unas mejores condiciones de trabajo o a
que sean apoyados por una oferta pública más completa de servicios; o por
quienes quieren techo o mejor educación. O también con aquellos que se
comprometen en la lucha contra cualquiera forma de discriminación, racial,
sexual o étnica; o con quienes se resuelven a defender el medio ambiente.
O, en fin, con quienes convierten en su bandera la defensa de los derechos
humanos, en un ámbito particular o a escala general.
En esta suma de órdenes particulares (en materia de reivindicaciones) hay
categorías de existencia social; es decir, grupos reales inscritos de distinto
modo en el mundo de las relaciones sociales; vale decir, los trabajadores o
los estudiantes por ejemplo. Pero también hay universos de peticiones o de
exigencias generales, tal como podrían ser una mejor educación o la igualdad
social, para citar solo alguna petición tomada al azar.
Entre las categorías de existencia social están los grupos y clases que surgen
por la vinculación de los individuos con las relaciones de producción; es decir,
por su vínculo con la propiedad sobre los factores de aquella, tales como

el trabajo, la tierra o el capital; o con los servicios que acompañan la reproducción
de estos factores de producción. Pero también existen las categorías
que surgen, digamos, del desenvolvimiento en el orden cultural; del anudamiento
de lazos que se relacionan con la formación de identidades y con la
afirmación del orden simbólico; es decir, las que tienen que ver, entre otros
campos, con el universo de lo sagrado o con el familiar o con la constitución
del género o con los universos etno-biológicos.
A su turno, el orden de las peticiones o exigencias incluye las más tradicionales,
vinculadas con la existencia material de las personas; es decir, con
la materialización de los derechos civiles, políticos y sociales. Pero también
incluye la afirmación de identidades de orden cultural, que se relacionan con
las posibilidades de una existencia más satisfactoria y rica en su variedad y
en la diferencia, opuesta a la discriminación de cualquier tipo.
A este propósito, no hay que olvidar que un autor como Ronald Inglehart
ha señalado en materia de reivindicaciones y de movimientos, cómo en la
sociedad contemporánea al lado de los valores tradicionales de la modernidad
han surgido algunos nuevos a los que califica de post-materiales, como
las identidades de género o de juventud, o como la preservación del medio
ambiente, los cuales no guardan una relación directa con alguna necesidad
material o corporativa. (Inglehart, 1991)
Entre las categorías de existencia social y las exigencias que se constituyen
en reclamos de las primeras; esto es, entre el posible sujeto y su aspiración,
se instala sin embargo el interés. El interés que es aquel nudo que une al
sujeto con su reclamo; al grupo con su aspiración. Ese mismo interés que
va a caracterizar al sujeto cuando quiere volverse verdadero sujeto; es decir,
cuando quiere convertirse en actor colectivo.
Ahora bien, se trata naturalmente de un interés, pensado en un doble sentido.
En el sentido corriente de algo, un recurso por ejemplo, que teniendo
existencia objetiva es identificado por el grupo como propio de su utilidad.
Es decir, algo que objetivamente podría confundirse con la materialidad que
reviste la reivindicación del grupo. Como cuando un colectivo de individuos
identifica un aumento de salario con su interés de grupo.
ORGANIZACIONES Y MOVIMIENTOS EN LA CONSTRUCCION SIMBOLICA DEL ACTOR COLECTIVO
75

Pero aquí no se trata sólo de ese tipo de interés; solo estrecho y objetivo. Se
trata así mismo del interés, en una dimensión más profunda, más social y
subjetiva al mismo tiempo. Se trata del interés en el sentido original del término;
es decir, como inter-esse. La posibilidad de ser entre; de lo que puede
resultar de ser entre varios; de ser con los otros. Dicho de otro modo: de lo
que puede resultar en la construcción entre el uno y los otros; los otros y el
uno. Una creación en la que el uno y los otros construyen de algún modo
algo; un producto social, al tiempo que se construyen ellos mismos.
Es este interés, en el sentido objetivo de utilidad; pero sobre todo en el sentido
intersubjetivo de construcción social, el que termina por enderezar un
horizonte de existencia social para cualquier grupo; para las organizaciones,
entre las múltiples que ofrecen el universo variado y desigual de lo social,
incluidas desde luego las organizaciones juveniles.
2. El déficit social
Grupos, organizaciones, movimientos. De mujeres, de etnias, de jóvenes. De
trabajadores, de estudiantes o de ecologistas.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
76
Intereses que los proyectan. Que les dan impulso. Y la reivindicación que los
caracteriza…. En la base de todos ellos, casi siempre un déficit. El faltante
social. La precariedad, relativa probablemente; pero precariedad al fin de
cuentas.
El desarrollo social; es decir, la marcha de un orden; la multiplicidad de las
relaciones que lo conforman; todo ello, su reproducción, implica crecimientos
desiguales.
Es una reproducción que supone desequilibrios; desigualdades; en suma,
injusticias que son explícitas o sutiles; que exhiben su crudeza ofensiva o que
se disimulan bajo otras relaciones aparentemente apoyadas en la igualdad.
Son desigualdades que, por lo demás, corresponden a los ejes estructurales
de una organización social; vale decir, los que se refieren a las bases del sistema
económico, del político o el cultural. Casos en los cuales se alude a las
grandes exclusiones que derivan de las formas predominantes de posesión
y distribución de la riqueza, o de los modos de control en el poder político, o

finalmente de las manera como se hace uso del control sobre la producción
simbólica en una determinada nación.
Ocurre que son desigualdades que así mismo nacen y se repiten en territorios
sociales, más o menos localizados, y conformados por un entramado
de relaciones que, en distintos niveles contraen y agencian los sujetos individuales
o las estructuras colectivas dentro de ciertos límites; límites que
se definen en la vida social, a partir por ejemplo del territorio físico, del
parentesco, de las auto-representaciones o del conjunto de creencias que
comparte un grupo humano. Una metáfora sociológica parecida, utiliza Goffmann,
cuando habla de “territorios del yo”, aunque en una perspectiva más
individualista. (Goffmann,1971)
En todo caso, son territorios que pueden estar delimitados por los linderos
de un barrio o de una población o de una institución; o por las definiciones
de género o de carácter bio-cultural como los jóvenes.
Son por supuesto territorios sociales en los que se superponen los límites
diversos en la definición del orden social. Por ejemplo: los límites sociales
de un barrio en una ciudad se pueden superponer con los que definen la
existencia de su juventud; al mismo tiempo, los de sus creencias religiosas;
incluso, los de la vinculación de sus habitantes con el medio ambiente.
Tanto los ejes estructurales del orden global y las instituciones en las que
ellos se organizan, como los territorios sociales de orden particular, son los
espacios en los que brotan no solo las relaciones de equilibrio y de igualdad;
sino, sobre todo, aquellas que consagran desequilibrios e injusticias.
Son los últimos, no solo territorios sociales; también suelen ser territorios
de desigualdad. En tales espacios, en tanto territorios de desigualdad, surge
el déficit; aquello que comienza a ser un faltante para los grupos humanos,
inscritos en condiciones de desigualdad o de carencias frente a lo que otros
tienen, o frente a lo que las condiciones del desarrollo social permiten visualizar
como posible; y que sin embargo les es negado.
ORGANIZACIONES Y MOVIMIENTOS EN LA CONSTRUCCION SIMBOLICA DEL ACTOR COLECTIVO
77

3. La desigualdad y la distribución asimétrica
Algo que atraviesa por igual tanto el orden estructural (con sus clases, grupos,
estamentos o instituciones), como los territorios particulares (con su
entramado de relaciones), es un mecanismo básico –medular- de distribución
de los recursos y de los valores; tanto materiales como simbólicos.
Todo orden universal; todo territorio particular, con el sinnúmero de flujos
recíprocos; es un sistema de producción y reproducción de bienes y
servicios; materiales, eso sí; pero también simbólicos, míticos, lingüísticos y
representacionales.
En tanto reproductor de bienes, todo sistema es, al mismo tiempo, un mecanismo
de repartición. Es un modo de asignación de tales bienes entre
los agentes que participan en su producción y consumo; los dos extremos
de esa cadena que recorre la acumulación del capital tanto material como
simbólico. (Parsons, citado por Alexander, 1995)
Así lo ha mostrado la economía, como sistema de distribución de bienes
estructuralmente escasos, dadas unas necesidades y una organización determinadas.
En igual sentido, lo ha destacado –he ahí su mérito- el funcionalismo
estructural, en lo que se refiere al orden de las relaciones sociales.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
78
Este último orden –el social- es entonces un orden sistémico de distribución.
De los bienes, entendido del modo más general, del modo más universal;
los que participan en la formación y en la acumulación del capital social;
un capital conformado por el ser y por el saber; por el hacer y por el decir.
Dicho de otro modo, un capital en el que participa la producción material,
pero también la producción simbólica, mítica y lingüística.
Una producción, que al devenir reproducción –repetición ampliada de su
ciclo de existencia- incluye reasignaciones desiguales de los bienes.
Es una distribución que, en su existir, va marcando expropiaciones o exclusiones;
porque al mismo tiempo constituye un proceso de acumulación de
capital simbólico, que es apropiación a expensas del otro; de ese otro que
es un agente social a quien se le escapa por fuerza la posibilidad de participar
satisfactoriamente en el proceso de acumulación social. Razón ésta

por la que, excluido o sometido, pierde sus posibilidades de mantenerse
efectivamente como agente social; solo realizable, esta última circunstancia,
a condición de que participe de manera subordinada en la reproducción del
capital que favorece su apropiación por otros; por los más fuertes.
4. Asimetrías y poder
Los mecanismos de asignación –de bienes, recursos, valores y símbolos- no
son apenas una técnica; no se limitan a constituir solo una función neutra.
Son ante todo un proceso de poder.
Están antecedidos por los lugares, por las posiciones que ocupan los actores
concretos en la organización estructural de la sociedad; esas posiciones que
resultan precisamente de las formas como se articulan ellos en medio de
tales relaciones.
En un sentido similar, ha dicho Ralph Dahrendorf que:
“Donde quiera que los hombres viven juntos y sientan las bases
de forma de organización social, hay puestos cuyos ocupantes tienen
poderes de mando en ciertas circunstancias y sobre ciertos
puestos; y hay otros puestos cuyos ocupantes están sometidos a
aquellos mandos”
Agrega además este autor que:
“(…) debemos buscar el origen del conflicto social en las relaciones
de dominio que prevalecen entre ciertas unidades de organización
social (…)” unidades que se caracterizan por ser “grupos imperativamente
coordinados”, según la expresión que Dahrendorf toma
de Max Weber. (Dahrendorf, citado por Etzioni, 1979)
ORGANIZACIONES Y MOVIMIENTOS EN LA CONSTRUCCION SIMBOLICA DEL ACTOR COLECTIVO
79

Hay clases sociales y grupos, o estamentos, para utilizar la terminología
de Weber. Y también individuos que hacen parte de esas categorías. Son
expresiones sociales de carácter activo; titulares de intereses y de representaciones
con las que exhiben su existencia. Cada grupo o cada clase social,
cada estamento; y, por qué no, cada individuo, encuentra las formas más
o menos institucionalizadas para legitimar sus intereses; para encauzar sus
acciones.
En realidad, no se trata de que estos grupos y clases antecedan en el tiempo
al proceso de asignación. Más bien, coexisten con él. Lo cierto es que los mecanismos
de asignación o de distribución no se dan en el aire. Se desarrollan
bajo la existencia concreta de tales grupos y clases.
La distribución de bienes, de valores y símbolos se da en función de ellos;
los que de ese modo condicionan la distribución. Y esta última los reproduce.
La asignación tiende a reproducir el lugar y la posición de esos grupos y
de esas clases; de los estamentos y de los individuos. Reproduce su fuerza
porque depende de la fuerza de todos y cada uno de ellos.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
80
Las relaciones que conforman un entramado no solo son interacciones sociales,
digamos, de orden puramente subjetivo. Son al mismo tiempo relaciones
de poder. Al respecto, afirma John Rex que el orden social es el
resultado consciente de la afirmación del poder por parte de un solo grupo,
mientras que este grupo es el mismo que ejerce el control sobre la asignación.
(Rex, citado por Alexander, 1995)
La constitución de una interacción entre sujetos, sean ellos de carácter colectivo
o individual, es una construcción de sentido; pero lo es también de
poder. Si hay una integración de sentido, no es menos cierto que hay también
una circulación de poderes. En el fondo, siempre se presenta un encuentro
entre éstos, en la construcción social; o para decirlo de otro modo,
en la constitución de la sociedad, según la expresión conocida de Anthony
Giddens. (Giddens, 1998). Y si hay un fluido recíproco de poderes, hay virtualmente
un conflicto. Si aparece la latencia de este último, hay siempre en
la constitución de lo social, la posibilidad de que se institucionalice un poder;
digamos, en un nivel nuevo. Y, por tanto, de que se consagre algún sometimiento,
si no una exclusión total.

De ahí que la propia construcción social sea al mismo tiempo la constitución
de grupos humanos, provistos de su propio poder o de su “no-poder”.
Claro, con distinto posicionamiento cada uno de ellos, según el universo
estructural en el que se encuentren; el de la producción de riqueza o el de
la producción de símbolos y saberes, o el de la coerción.
Desde luego, algunos pueden detentar de modo especial un poder en la
coerción por ejemplo, sin necesariamente detentarlo en el ámbito de lo
sagrado o en el control de la producción simbólica.
Solo que tal eventualidad, tampoco excluye el caso contrario, el de que unos
grupos o clases sociales concentren factores de poder en las distintas esferas
en las que se desenvuelve la vida social; como sería el caso de las élites que
concentran la riqueza, el gobierno y la producción simbólica dentro de una
formación social determinada.
El hecho de que entre los grupos y clases que hacen parte de una sociedad,
fluyan relaciones de poder, supone que sus interacciones sean al mismo
tiempo relaciones de fuerza. Lo cual incluye por supuesto la capacidad de
presión por medio de la violencia, pero también su capacidad de conjugar
recursos de toda índole frente al otro; sin excluir la capacidad de influencia
por la vía de las instituciones o por el camino de la presión o por el de la
atracción que ejerce el símbolo y el mito.
En tal sentido, las formas estructurales de una sociedad son también relaciones
de fuerza entre los actores que hacen parte de tales estructuras. Si estas
últimas son, de algún modo, las múltiples relaciones que se traban entre
ellos, son también en cierta medida estructuras de fuerza.
Y si la correlación de fuerzas atraviesa la conformación de las estructurales sociales,
entonces los mecanismos de asignación están atravesados por esa confrontación
de fuerzas; la misma que vincula a unos grupos sociales con otros.
Así, los equilibrios por más legitimados que aparezcan, disimulan apenas las
relaciones de fuerza –los vínculos de poder-, con las que se engarzan entre
sí las distintas categorías de existencia social; sean éstas las clases, o los
grupos, o los estamentos.
ORGANIZACIONES Y MOVIMIENTOS EN LA CONSTRUCCION SIMBOLICA DEL ACTOR COLECTIVO
81

Si la asignación o distribución es una función que, lejos de toda neutralidad,
reproduce unas determinadas condiciones de existencia social, es porque
a su turno está expresando una determinada correlación de fuerzas en la
sociedad. Que seguramente se mantiene en estado subyacente, bajo el armazón
de los mecanismos regularizados y legitimados. Pero que no por esa
razón excluye el hecho de que a menudo salten a la superficie las formas
más aberrantes de desequilibrios o de desigualdades.
En medio de una distribución de esa naturaleza, condicionada por la correlación
de fuerzas –implícita o explícita- imperante en la sociedad, es en donde
surgen los desequilibrios y los sometimientos que arrojan ese déficit social
del que surgen la desigualdad o la precariedad cultural; o cualquiera otro
tipo de faltante que termina por afectar a sectores diversos de la población.
5. De las necesidades y carencias a la conciencia social
Una asignación de bienes, materiales o simbólicos, que es sometida a la correlación
de fuerzas concretas, supone la creación de superávits de un lado y
de carencias del otro; estas últimas, situadas en cabeza de aquellos a cuyas
expensas se realiza la repartición de los bienes estructuralmente escasos.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
82
Ocurre, sin embargo, que la producción de ese orden que se reproduce a
sí mismo mediante la asignación, pero también gracias a la integración, crea
por ello mismo sus propias formas de legitimación. Se auto - legitima como
orden social; razón ésta por la que convierte en aceptables los procedimientos
con los que se capturan los beneficios; como si se tratara de imperiosas
necesidades naturales y nunca de usurpaciones particulares.
El orden social es no solo una producción de bienes susceptibles de distribución.
Es, así mismo, la producción de las representaciones con las cuales
aquel se justifica. Incluidas sus inequidades sociales y las servidumbres en
la esfera del poder.
Para el caso, Wilfredo Pareto hablaría de la creación de derivaciones, como
las formas racionalizadas con las que los agentes sociales presentan sus
comportamientos diversos y repetidos, no necesariamente racionales. Louis
Althusser diría que la sociedad, en tanto orden de dominación, construye

para esos mismos efectos los aparatos ideológicos, con los que los agentes
que detentan el poder de clase revestirían positivamente los mecanismos de
dominio social.
Marx –particularmente lúcido en este tema- hace una reflexión que apunta
más bien a desvelar lo que subyace a las apariencias sociales. A explorar a fin
de encontrar lo que hay detrás de las ideas prevalecientes; y que no pueden
aceptarse sencillamente como si fueran verdades inalterables; sustentadas
ellas en un supuesto espíritu propio. Encuentra que tales verdades inalterables
conforman una especie de ideología, pero no en el sentido contemporáneo
de organización consciente y racional de las doctrinas que adornan el
poder político. No: habla de ideología, más en el sentido de conciencia falsa.
Así, las ideologías serían formas de conciencia que surgen en la sociedad;
pero de un modo que falsean las realidades del propio orden social.
La producción de las ideas tiene que ver con la reproducción de un orden
histórico. Tienen que ver, en consecuencia, con la producción de una conciencia
entre los miembros de dicho orden, históricamente concreto.
La conciencia es el universo subjetivo en el que cada individuo procesa y
ordena una parte de la vida, a partir de sus experiencias. Es el universo de
su razón, en el que se encadenan la percepción, la ideación, el juicio y la
reflexión; todo ello en un contacto, aunque selectivo, permanente con el
mundo de la vida. Y este último, es básicamente un mundo intersubjetivo.
(Schutz y Husserl, citados por Ritzer, 1993).
La conciencia se forma, así, en la reciprocidad de los flujos que al vivirse
entre los sujetos, se convierte en el tamiz a través del cual se forma la idea
integrada de la “realidad”. De ese mundo viviente. Se trata de una conciencia
asumida como un proceso que confiere significado a los objetos.
En la formación de la conciencia intervienen de modo decisivo las relaciones
intersubjetivas; es decir, las conexiones que se establecen en el proceso
común de apropiarse racionalmente el mundo de la vida. En palabras de
Alfred Schütz:
Vivimos en el mundo “como hombres entre otros hombres, con
quienes nos vinculan influencias y labores comunes, comprendien-
ORGANIZACIONES Y MOVIMIENTOS EN LA CONSTRUCCION SIMBOLICA DEL ACTOR COLECTIVO
83

do a los demás y siendo comprendido por ellos” la intersubjetividad
existe en el “presente vivido”, en el que nos hablamos y nos escuchamos
unos a otros. Compartimos el mismo tiempo y espacio
con otros. “Esta simultaneidad es la esencia de la intersubjetividad;
significa que capto la subjetividad del alter ego al mismo tiempo que
vivo en mi propio flujo de conciencia (…) y esta captación en simultaneidad
del otro, así como su captación recíproca de mí hacen posible
nuestro ser conjunto en el mundo”. (Schütz, citado por Ritzer, 1993)
Aquella apropiación del mundo no es en consecuencia una apropiación individualmente
aislada, a partir de la cual se estableciere el vínculo con los
demás. Se trata, sin duda, de un proceso intersubjetivo. Es una relación entre
subjetividades, la que permite operar la apropiación del mundo. O, mejor,
de una “parte” del mundo. Solo que esa parte del mundo es apropiada por
la razón, no de un modo caótico; no en su fragmentación sin orden; sino al
contrario, bajo la elaboración simultánea de unas marcas de sentido.
Es decir: bajo el proceso de elaboración de un orden de sentido, cualquiera
sea éste; incluso si se tratare, como no sería de extrañar, de órdenes de sentido
muchas veces caprichosos o claramente “irracionales”.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
84
Así, la conciencia es el universo en el que se opera la apropiación subjetiva
(de hecho, intersubjetiva) del mundo de la vida; pero es también el de la
elaboración de esa suerte de exploradoras de sentido, con el que los sujetos
racionales ordenan e interpretan el mundo que ellos captan para transformar
en ideas y en imágenes. Es un ejercicio de interpretación que supone la existencia,
según Schütz de esquemas interpretativos. (Schütz, 1993).
La conciencia pasa a ser el universo subjetivo en el que se elaboran de
modo complejo tales referentes de orientación, para el procesamiento en la
apropiación del mundo.
Dicho en esa misma dirección, la conciencia es un universo complejo del
orden racional, pero dotada también de un carácter social, en el que se
producen de modo contradictorio, las apropiaciones de un mundo en el
que intervienen fuerzas disparejas, discursos desiguales y racionalidades de
poder variado.

La conciencia es entonces el espacio mental para la creación intersubjetiva
del sentido; pero por ello mismo es el espacio –el complejo universo subjetivo-
en el que se vive la disputa por los sentidos de orientación en el mundo,
en medio de la apropiación que se hace de éste.
En esa formación y reproducción cambiante de la conciencia intervienen el
poder del lenguaje y la comunicación; la codificación de los ritos y los mitos;
la emulación de comportamientos; y desde luego la elaboración consciente
de ideas que se pretenden potentes en la interpretación del mundo.
En la elaboración de esa conciencia, dadas las competencias por el poder
que discurren en la creación de sentido, va envuelta por fuerza una disputa
por la hegemonía en el pensamiento. Una hegemonía que suele circular a
través de las conexiones intersubjetivas.
En estos procesos de hegemonización del sentido, va envuelta la posibilidad
–a veces consciente, a veces puramente inercial y aparentemente inconsciente-
de legitimación de las formas establecidas en el orden social, con
toda su eventual secuela de desigualdades o desequilibrios.
Solo que esta no es la única forma en que se mueve la formación de la conciencia.
Es decir, en la que se mueve la hegemonización del pensamiento o
la simulación mistificada de lo real. Su formación compleja; las conexiones
intersubjetivas en las disputas por la creación del sentido; así mismo, la diversidad
de poderes en la comunicación y la variedad en los modelos de
comportamiento; y sobre todo la diversidad fecunda en las experiencias de
vida; son todos ellos factores que posibilitan las formas de conciencia contrahegemónica;
o simplemente distintas, o incluso apenas fragmentariamente
alternativas.
Por cierto, todas ellas denotativas de relaciones en la sociedad que plantean
la posibilidad de una apropiación distinta y colectiva del mundo de la vida.
O, incluso, de su transformación. Sobre todo si estas últimas situaciones
implican carencias sociales, en medio de las cuales se ve afectada una parte
de la población.
En otras palabras, a los fenómenos de mistificación o conciencia falseada
o simplemente a los de legitimación de los poderes establecidos –los mis-
ORGANIZACIONES Y MOVIMIENTOS EN LA CONSTRUCCION SIMBOLICA DEL ACTOR COLECTIVO
85

mos que conformarían una especie de hegemonía de conciencia-; a tales
fenómenos, se oponen los que podrían constituir una suerte de procesos de
conciencia de ruptura. Procesos estos últimos, en los que la apropiación del
mundo produce comportamientos de resistencia, cualquiera sea su intensidad;
o actitudes y discursos de reivindicación.
6. Experiencia, mundo y conciencia
En esa conciencia –alternativa o resistente o simplemente diferenciada- radican
las posibilidades de los movimientos sociales. Movimientos que de alguna
manera representan una respuesta o una propuesta; y que se plantean
frente a unos actores concretos. Señalan una exigencia social y al mismo
tiempo una contradicción frente a otros actores de la sociedad, sean estos
institucionales o no.
Las carencias o las necesidades nuevas se traducen dentro de la conciencia
en algo que se exige. En algo que se demanda de alguien. El movimiento social
supone la presentación de una exigencia; y al mismo tiempo una disputa
contra alguien, de quien se reclama lo que podría compensar la carencia o
constituir la propuesta.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
86
Está dicho: el nacimiento de un movimiento social se apoya en la existencia
de carencias o en el reconocimiento de nuevas posibilidades. Pero también
en el hecho de que en algún sujeto germine la conciencia de esas carencias
o de la afirmación de nuevos horizontes.
Una ruptura, así sea mínima, frente a la conciencia de mistificación del mundo
real, es indispensable para la reinterpretación de ese mundo. Se trata de
que esa misma mistificación aparezca desnuda bajo otra óptica, de modo
que sea cuestionada y retraducida en una reivindicación; y por lo tanto en la
apertura hacia un cambio de situación.
El mundo real de la vida y la conciencia, como creadora de sentido, se vinculan
íntimamente. Sin la apropiación de ese mundo real de la vida, no habría
propiamente conciencia. Sin ésta, como lugar subjetivo de la razón en el que
se crean los referentes de sentido, el mundo de la vida comenzaría a dejar
de ser real… y de la vida.

Ahora bien, esa imprescindible conexión entre el mundo y la conciencia, que
se crea a sí misma “re-creando” al mundo al interpretarlo; esa imprescindible
conexión, pasa por otra conexión interna, la de la conciencia y la experiencia,
tal como ya quedó sugerido un poco más atrás.
En la apropiación intersubjetiva del mundo, cabe en primer término la inmersión
del sujeto en la experiencia; que es un ejercicio vital. La conciencia se
apoya antes que nada en el mundo de las experiencias. Sumergido el sujeto
en las experiencias cotidianas o, en todo caso, permanentes de su existencia,
moldea en ellas la apropiación del mundo; y acoge, rediseñándolos, los
referentes de sentido; única manera de organizar esas mismas experiencias.
El hecho de detectar desigualdades o carencias o nuevos horizontes es el
resultado que brota de la asimilación de experiencias comunes, al hacer uso
al mismo tiempo de orientadores de sentido en el espacio de conciencias
alternativas.
La misma determinación del territorio social en el que se reproducen esas
percepciones, resulta ser un ejercicio de autodefinición del grupo social en el
sentido de las cosas que encuentra en el mundo real de la vida.
En este entronque interno en el que participan la conciencia como lugar intersubjetivo
de referentes de sentido; las experiencias; y el conjunto de relaciones
de donde brotan tales experiencias; en ese nudo interno en el que se
enlazan estas tres dimensiones, brotan las posibilidades de los movimientos
sociales. Estén ellos referidos a las identidades culturales o a las exigencias
materiales de existencia.
En todos ellos se levanta una rei-vindicación –particular o general-, que en
todo caso pretende señalar el curso de un cambio dentro de una situación
social; es decir, una transformación; de un modo tal que, o bien podría implicar
un cambio material en la existencia de un grupo; o bien un cambio en
los referentes culturales que sirven para visualizar el universo de lo social. O,
claro, pueden también implicar una derrota en el sentido de un retroceso
material o la que se puede vivir en las valoraciones, eventualmente autoritarias,
con las que culturalmente los individuos se relacionan con su contexto.
ORGANIZACIONES Y MOVIMIENTOS EN LA CONSTRUCCION SIMBOLICA DEL ACTOR COLECTIVO
87

La aparición de los movimientos supone además, una doble afirmación social.
De una parte, la producción de un conflicto, solo superable mediante la
conquista del bien que se pretende. De otra parte, un ejercicio de identidad
agenciado por el grupo humano que quiere movilizarse. En la generación
del conflicto y en la producción de la identidad se encierran las posibilidades
de una acción. De una acción colectiva; la misma que se traduce en una
conciencia diferenciada. La misma en que va a apoyarse un agente que es
expresión de una nueva subjetividad social.
7. La acción colectiva y los movimientos sociales
Todo movimiento encierra la posibilidad de una acción colectiva, puesto que
se trata siempre de una suma de individuos agrupados en torno de la misma
reivindicación.
Un movimiento social es un sujeto colectivo puesto en acción. El mismo se
convierte en tal; esto es, en sujeto, en la medida en que su existencia envuelve
la potencialidad de esa acción.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
88
Esta última sigue las pautas de existencia de la acción individual; aunque al
mismo tiempo no se trate exactamente de una acción de este tipo. Tampoco
está constituida por la simple suma aritmética de las acciones individuales.
Si se recuerda la conceptualización de Weber a este respecto, la acción –
núcleo central e inicial en la construcción social- es el hecho o el conjunto
de hechos que constituyen la conducta de un individuo frente a otro. Con
dicha conducta, el primer individuo busca tener un impacto en la del otro,
que de ese modo puede realizar una respuesta con respecto al primero, en
una construcción de la re-acción, con la mira de impactar también de alguna
manera en su conducta.
Esta acción, según Weber, es ante todo un proceso de orden relacional.
Implica una conducta que circula entre dos parte; entre al menos dos
sujetos. La acción es conducta que lleva al objetivo de provocar algo en
el otro. Es conducta que en sí misma encierra la posibilidad de su doble
condición, la de ser acción y reacción; algo que es al mismo tiempo el
principio de una relación. Desde ese punto de vista, la acción en la so-

ciedad es así mismo una conducta que es portadora sobre todo de un
sentido. (Weber, 1977)
La acción de un sujeto va cargada de un sentido, el cual va inscrito en los
objetivos que persigue el acto o en la propia significación simbólica que
ideológica o moral o valorativamente va marcada en el diseño del gesto o
del hecho que sirve de forma vehicular a la conducta. Bien sea porque se la
imprime deliberadamente el agente que actúa o porque de ese modo está
revestida en la circulación de significados dentro de la sociedad.
La acción es trasportadora de un sentido porque ella misma es una construcción
significativa. Las relaciones –hechas con las acciones de unos y otros
sujetos- son sobre todo construcciones de significados que circulan entre los
agentes sociales.
“La significación –lo afirma G.H. Mead- surge y reside dentro del
campo de la relación entre el gesto de un organismo humano dado
y la subsiguiente conducta de dicho organismo en cuanto es indicada
a otro organismo humano por ese gesto. Si el gesto indica
efectivamente a otro organismo la conducta subsiguiente(o resultante)
del organismo dado, entonces tiene significación. En otras
palabras, la relación entre un estímulo determinado, como gesto,
y las fases posteriores del acto social de las que es una de las primeras
fases(sino la inicial)constituye el campo dentro del cual se
origina y existe la significación” (Mead, 1993)
Por todo ello, las acciones, al mismo tiempo que son materializables en hechos
–en operaciones- identificables y efectivas en su existencia dentro del
mundo real, también son interpretables. Interpretables en el sentido de que
son susceptibles de ser descifradas en los códigos de significación, visibles
u ocultos; de las que ellas mismas –las acciones- son una expresión en el
desenvolvimiento del mundo diario y visible de los hechos.
Son hechos tangibles –materialmente efectivos-, pero son también la manifestación
de códigos de significación en la conexión entre los sujetos. Los
cuales, por cierto, difícilmente se entenderían si no compartieran el desarro-
ORGANIZACIONES Y MOVIMIENTOS EN LA CONSTRUCCION SIMBOLICA DEL ACTOR COLECTIVO
89

llo y la reproducción de los significados sociales. No podrían verse mutuamente
o escucharse o sentirse.
Lo dice Schütz: “El significado es una cierta manera de dirigir la mirada hacia
un aspecto de una vivencia que nos pertenece” (Schütz, 1993).
De esta manera, los sujetos, en la medida en que son actores, deben ser
también intérpretes. Tienen que intentar siempre la interpretación de las
acciones, a cuya influencia son sometidos por la fuerza de las circunstancias
en las que tienen que vivir.
El actor lo es entonces si al mismo tiempo es un intérprete social. Y lo es
con tanta necesidad y con tanta repetición que a veces no se percata de que
practica ese ejercicio de un modo incesante. En realidad, en ello se le va el
destino de su existencia social.
Tanto que un autor como George H. Mead, fundador del interaccionismo
simbólico, entiende que la propia construcción social es un ejercicio múltiple
de creación colectiva –intercambiada- de significados y de comprensión y
control de los mismos; algo que define la constitución de los sujetos, en un
proceso de simbolización y de reflexión que arranca desde la infancia. Para
este autor:
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
90
“La existencia del espíritu o de la inteligencia solo es posible en términos
de gestos como símbolos significantes (…); sólo en términos de
gestos que son símbolos significantes puede existir el pensamiento
–que es simplemente una conversación subjetivada o implícita del
individuo consigo mismo por medio de tales gestos” (Mead, 1993).
A su turno, lo que está de por medio en la acción, ya no individual sino colectiva,
es la presencia en la sociedad de un sujeto de múltiples cabezas; que,
sin embargo, pretende actuar como si fuera un sujeto individual; es decir,
bajo los dictados de una voluntad única, y en el sendero que ésta propone.
Puesto que hay la pretensión de una voluntad, si no única al menos unitaria,
es que hay la posibilidad de una ruta para el despliegue de una sola conduc-

ta, así sea plural el número de los individuos que conforman el grupo, ese
mismo grupo que quiere transformarse en actor colectivo.
Para que aparezca un movimiento social no basta –hay que decirlo- que
haya una carencia en la satisfacción de unas necesidades; no basta tampoco
un desequilibrio en las estructuras sociales y, por lo tanto, una especie
de división objetiva entre los distintos sectores que hacen parte de dichas
estructuras. Tampoco basta que se presenten intereses distintos con origen
cada uno de ellos en tales sectores del orden social. Las fracturas, los intereses
diversos o el déficit en las compensaciones, aunque son necesarios
no son suficientes.
No basta la existencia, digámoslo en aras de la comprensión, aunque sin la
exactitud debida, de esas condiciones objetivas: necesidades insatisfechas,
intereses y fracturas sociales.
Hace falta sobre todo un proceso de subjetivación. De subjetivación colectiva.
Dicho proceso implica la formación de una conciencia social de ruptura;
es decir, el surgimiento de formas de conciencia que traduzcan de algún
modo esas fracturas, esos intereses encontrados, esas carencias u horizontes
posibles.
Se trataría de un tránsito, que opera como proceso social; y que va desde
las condiciones más o menos objetivas hasta la fabricación subjetiva de una
conciencia, capaz de re-traducir esa “realidad” en un cuadro de representaciones.
En él se invierte o por lo menos se altera la visión convencional o
encubridora de ese mundo real en el que reposan intereses encontrados y
desigualdades que afectan a algún grupo humano.
En la subjetivación en la que están inscritos los grupos de individuos, opera
la remodelación de una conciencia. En ella se readecuan los referentes de
sentido con los que se apropian y reinterpretan los acontecimientos y sus
actores.
La readecuación en los referentes de sentido pasa, según quedó dicho, por
un proceso experiencial. Es una suerte de praxis social; en la que las experiencias
y su revisión mediante el juicio compartido, arroja como producto
un modo de acercarse al proceso social bajo la perspectiva de su cuestio-
ORGANIZACIONES Y MOVIMIENTOS EN LA CONSTRUCCION SIMBOLICA DEL ACTOR COLECTIVO
91

namiento desde un “nosotros”, los del movimiento, frente a otros posibles
responsables de la carencia o de su solución.
En este proceso de subjetivación intervienen dos formas de representación.
Una imaginaria; otra delegativa; ambas idealizadoras.
La imaginaria está constituida por el conjunto de expresiones con las que
se organiza el mundo real de la vida o el fragmento que interesa. Pone de
presente cómo se dibuja el paisaje social y sus protagonistas. El movimiento
y sus dirigentes construyen un cuadro expresivo, hecho de imágenes e ideas
sobre la sociedad y sobre el territorio social dentro del que plantean sus
reivindicaciones.
Dicho cuadro representacional –o mejor, dicha representación imaginariaestá
compuesto por materiales tales como las ideas racionalmente construidas;
las impresiones; incluso, por lo que se conoce como “ideas recibidas”;
o por imágenes; que circulan todas ellas en el “mercado” de las ideas y los
imaginarios; pero que son rediseñados en la perspectiva del interés y de las
necesidades del movimiento social.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
92
Se trata de una especie de “metáfora social”, útil para que el actor colectivo
ofrezca su mirada del mundo y de los problemas que lo aquejan. Con tal
operación (perteneciente a la construcción de lo imaginario), el movimiento
se construye a sí mismo como un actor y ofrece una especie de narrativa
de su propio proyecto. El fin debe ser provocar una identidad colectiva. La
cual le servirá para atraer, legitimarse y ser capaz de reinscribir su lucha en
un marco más amplio de comprensión dentro de la audiencia que ofrece el
conjunto de la sociedad.
La otra forma de representación –esto es la delegativa- se refiere al vínculo
vertical entre los individuos que conforman una categoría social; un
agrupamiento humano. Es decir, entre un conjunto social más amplio y el
movimiento en particular, que quiere actuar frente a un problema, en representación
de dicho conjunto.
Tiene que ver con la aspiración de todo grupo a convertirse en el delegado
de otros; esto es, a representar un agregado social más amplio que él mismo,
pero del que se siente su expresión consciente; su portavoz.

La vocación de representación delegada exige la identificación de intereses
y de problemas que creíblemente afecten al conjunto más amplio; de un
modo parecido a cómo afectan a los miembros del movimiento.
Esta representación es directa y tangible si el interés y la carencia afectan a
una categoría social perfectamente definible como una clase determinada. O
puede ser intangible e indirecta, como cuando el movimiento se hace vocero
de problemas, de carencias o conflictos que comprometen una necesidad
un poco más inasible, y de todas maneras, algo más intangible; la cual afecta
eventualmente a una población más heterogénea en su composición, o a la
sociedad en su conjunto; como cuando un grupo de personas se empeña
en defender el medio ambiente, haciendo conciencia sobre el efecto desastroso
que en el futuro pueda acarrear el cambio climático, por ejemplo.
La representación delegativa puede ser discursiva meramente; pero también
puede llegar a estar institucionalizada y ser procedimental; como cuando son
convocados ampliamente los individuos para que le concedan los mandatos
de representación a los dirigentes del movimiento.
Tanto las representaciones imaginarias de cada movimiento, es decir, su narrativa,
como su ejercicio discursivo e institucionalizado de ganarse la delegación,
envuelven una operación (más o menos consciente) de idealización,
tal como Erving Goffmann lo plantea para los individuos cuando actúan en
sociedad. Así lo explica este autor:
“Cuando el individuo se presenta ante otros, su actuación tenderá
a incorporar y ejemplificar los valores oficialmente acreditados de
la sociedad; tanto o más en realidad de lo que lo hace su conducta
general”. (Goffmann, 2004).
Hay en los movimientos un esfuerzo por idealizar; por mejorar con trazos
positivos la presentación de sí mismo frente al actor que confrontan y frente
a la “audiencia” que los escucha y lo ve.
Es un empeño que al legitimar una causa, busca galvanizar la adhesión de
las personas más cercanas; y ganar el apoyo así sea débil entre los individuos
ORGANIZACIONES Y MOVIMIENTOS EN LA CONSTRUCCION SIMBOLICA DEL ACTOR COLECTIVO
93

y sectores situados a mayor distancia, dentro de esa audiencia en la que se
quiere encontrar un eco favorable.
La representación, tanto imaginaria como delegativa, más la auto-idealización
del actor colectivo, son todos ellos ejercicios de simbolización que
éste último pone en marcha, justamente para determinarse como tal; esto
es, como sujeto capaz de tener impacto sobre otros y de transformar situaciones.
Es, a la vez, un proceso de construcción cultural de su identidad y un operativo
de orden estratégico, a fin de hacerse a una legitimación que facilite
sus conquistas y le confiera más potencia a su acción. Con ello, presiona el
acercamiento de su reivindicación, que si está huérfana de una simbolización
generalizable y eficaz, pierde color, aceptación y fuerza. Los pierde el
actor en la conquista no solo de los bienes públicos y tangibles, sino en las
transformaciones culturales, las mismas que se expresan en nuevas percepciones,
en nuevas actitudes.
8. La asociación
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
94
En la conformación de las organizaciones o de los movimientos surge un
proceso relativamente unitario de interacciones. Alrededor de objetivos, de
metas y estrategias. De consignas, de razonamientos y discursos. Que unan;
que movilicen y ofrezcan indicadores de orientación y den respuestas frente
a los hechos sociales.
Este proceso de interacciones probablemente se desenvuelve bajo la perspectiva
ya señalada de un interés, en tanto inter-esse; es decir, como el
hecho de estar entre otros.
El movimiento o la organización adquiere su fisonomía de actor colectivo
como universo de relaciones internas, que se apoyan en el hecho de que
cada uno esté entre los otros; de modo de poder convertirse en ser frente
a los otros, al tiempo que estos últimos lo son frente a él. En realidad, es en
medio de ese proceso de interacción social, en el que surge la producción
del interés, de la reivindicación y de la identidad del actor colectivo.

Es un proceso que da respaldo a los fenómenos de asociación, por medio
del cual se agrupan de un modo más o menos consciente, más o menos
emocional, los miembros del movimiento. Es un proceso de interacción que
reside así mismo en la base de las asimetrías discursivas y coercitivas; y que
reposan en la formación de los liderazgos. Que circulan en los lazos que
unen a los asociados y a los adherentes, los cuales pueden ofrecer la tendencia
a la verticalidad en los vínculos o a la horizontalidad en las estructuras
internas.
Naturalmente, el acto de asociarse supone la existencia de interacciones no
solo al interior de una organización, sino en su exterior frente a los otros
actores contra los que promueve sus acciones. En esta dimensión exterior
también se despliegan interacciones.
De hecho, se trata del entrelazamiento de dos planos de interacciones, el
exterior y el interior. En ambos, que se condicionan mutuamente, tienen
lugar estrategias de fuerza, operaciones discursivas y rediseños simbolizantes.
Intercambios estratégicos de los que tienen que surgir obviamente los
cambios en la correlación de fuerzas, el impacto en el acto de legitimación y
la ampliación de la audiencia. Todo ello puesto en función, naturalmente, de
los avances en la reivindicación y en las mutaciones culturales.
9. Los Movimientos y la Sociedad Civil
Cuando se habla de los movimientos no es posible eludir el hecho de que
muchos de ellos han aparecido durante los últimos cincuenta años dotados
de contenidos nuevos y revestidos de características inéditas; naturalmente,
si se los compara con los que hicieron parte de las luchas que tuvieron lugar
en los siglos XVIII y XIX y durante la primera mitad del siglo XX.
Estos últimos; o bien nacían, según lo destaca Charles Tilly, de solidaridades
pre-modernas, puestas en peligro por el crecimiento capitalista o por la
construcción del Estado nacional; o bien, estaban inscritos en las fracturas
de clase provocadas por esa modernización económica, de cuyos desenvolvimientos
hacían parte los movimientos obreros y sus reivindicaciones de
justicia social, tales como la vivienda, los salarios, las jornadas de trabajo y la
educación.
ORGANIZACIONES Y MOVIMIENTOS EN LA CONSTRUCCION SIMBOLICA DEL ACTOR COLECTIVO
95

Al contrario, los movimientos que aparecieron desde los años sesenta, en
el siglo pasado; y que después no han hecho más que ampliarse, se han
referido a otro tipo de reivindicaciones; a otras lógicas sociales.
Bajo esta última perspectiva, surgieron el feminismo, los ecologistas, los diversos
grupos afirmativos del transgenerismo, o en todo caso, defensores
de distintos estatutos de género. Así mismo, aparecieron los agrupamientos
que afirmaban lo juvenil como una expresión de auto-comprensión social.
En particular, las feministas, el transgenerismo y los ecologistas, modificaron
de modo visible el contenido y la lógica de los movimientos sociales.
Más que ubicarse como agentes en la fracturas que surgen entre las clases
y sus intereses; o entre sectores definidos del sistema, como podrían ser
las eventuales tensiones entre el mundo económico y el político; más que
quedar inscritos fijamente en tales tensiones, parecían desplegarse en el
mundo de los patrones culturales; en el que se definen las identidades de
los sujetos.
Se trataba entonces de lo que algunos dieron en denominar movimientos
sociales nuevos, a los que se podrían sumar grupos que luchaban contra las
formas vigentes de discriminación racial, mediante la reivindicación consecuente
de los derechos civiles.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
96
Tales movimientos han planteado el levantamiento de un estatuto social
nuevo, al tiempo que creaban un discurso simbolizable en su defensa, y
generaban otras formas de identidad. Este trabajo colectivo, en función de
un estatuto social y de identidades inéditas del sujeto, no se ha traducido
necesariamente en una lucha alternativa por el poder político. No lo han
transformado obligatoriamente en una oposición de partido frente al gobierno;
y sí más bien en la operación creadora de identidades sociales. Lo
cual ha supuesto una alteración social y una alternancia, pero dentro de las
normas bajo las que se conducen prevalecientemente los individuos en una
sociedad.
La resistencia colectiva contra una desigualdad de género que afectaba a
las mujeres o contra la discriminación racial que lesionaba a los afrodescendientes,
parecía no solo corresponderse con la afirmación de unos derechos
ligados a la libertad moderna y a la igualdad jurídica; sino además responder

a un fenómeno de apropiación de nuevos recursos, por parte de las poblaciones
afectadas por la discriminación.
En otras palabras, la sociedad industrializada discriminaba pero al mismo
tiempo provocaba mecanismos de asignación más amplios; por lo que al
producirse una movilización de recursos, surgían tensiones solo susceptibles
de ser resueltas en el sentido de que la sociedad admitiera y consagrara los
nuevos espacios de justicia en beneficio de las poblaciones antes discriminadas.
En esta última perspectiva, cabía entonces el hecho de que las poblaciones
discriminadas identificaran sus intereses colectivos y supieran movilizarse
con eficacia estratégica en aras de unos estatutos normados y de nuevos
espacios de reconocimiento por parte de la sociedad y del Estado.
Pero los movimientos nuevos no sólo perseguían el objetivo de arrebatar de
manos del Estado el reconocimiento de sus derechos. Una dimensión diferente,
menos limitada, aparecía de modo manifiesto. Esto es: también les interesaba,
y no en cualquier grado, la formación de una nueva identidad; algo
por cierto más propio del orden cultural; además, vinculado con las mismas
relaciones sociales; aquellas en las que se desenvuelven las interacciones,
sin remitirse directamente a la lucha política por el poder.
Estos movimientos, por ejemplo los que replantean la constitución cultural
de los géneros, se orientarían más que a conseguir conquistas materiales
dentro del poder político, a hacer surgir formas culturales nuevas dentro
de la sociedad; es decir, a no agotarse en la sola conquista instrumental de
algunos recursos.
Claro está que, tales movimientos, al orientarse en el sentido de afirmar subjetividades
y otras formas de comportamiento cultural, tampoco excluirían
por otra parte el hecho de poner en escena su eficacia estratégica, ni menos
el de conseguir así mismo conquistas jurídicas y políticas.
Lo que ciertamente cabe destacar en ellos, algo en realidad nuevo dentro de
las conductas colectivas, es el hecho de provocar alteraciones en las propias
relaciones sociales; aquellas pertenecientes al universo societal. Las cuales,
si bien consiguen una organización estructural, son susceptibles al mismo
ORGANIZACIONES Y MOVIMIENTOS EN LA CONSTRUCCION SIMBOLICA DEL ACTOR COLECTIVO
97

tiempo de experimentar modificaciones a partir de los espacios ganados por
nuevos patrones culturales y normativos, construidos por las identidades de
los sujetos que van surgiendo a través de los movimientos. Con sus prácticas
alternativas y con sus discursos.
Es de este modo como razona, en el examen de los nuevos movimientos, el
sociólogo francés Alain Touraine, quien por muchos años dirigiera el centro
de estudio sobre los movimientos en la Escuela de Altos Estudios para las
Ciencias Sociales, en Paris.
En los nuevos movimientos cobra expresión una acción colectiva que, compuesta
de interacciones, es capaz de alterar el sentido de las relaciones existentes,
y de proponer otras normas que puedan tomar curso dentro de tales
relaciones; a pesar de que estas mismas hayan conseguido una articulación
estructural.
Aunque con esta acción colectiva se consiga la afirmación de identidades en
los sujetos; en realidad, su ejercicio se da en un campo mucho más amplio.
Según Touraine, los movimientos nuevos están constituidos por “interacciones
orientadas normativamente entre adversarios, con interpretaciones
que están en conflicto y con modelos societales opuestos, pero dentro de
un modelo cultural compartido”. (Touraine, citado por Cohen y Arato, 2000).
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
98
En otras palabras, Touraine piensa con razón que la acción no se agota solo
en la afirmación de identidades por parte de algunos sujetos colectivos.
Por el contrario, en Touraine existe la idea según la cual esa orientación cultural
“no puede ser separada del conflicto social”. En realidad se trata de una
confrontación entre sujetos que apoyan modelos de sociedad distintos, los
que sin embargo comparten un mismo campo cultural. No se trata solo de
la definición de una identidad. Es sobre todo una lucha entre sujetos alrededor
de normas nuevas y de la posible alteración en las relaciones sociales.
(Cohen y Arato, 2000).
La propia formación de identidades comporta un conflicto y una lucha de
poderes. Según la argumentación del sociólogo francés, “la creación de una
identidad supone un conflicto en la reinterpretación de las normas, en la
creación de nuevos significados (…)” supone además “el desafío de la

construcción social de los límites mismo entre los dominios de la acción
pública, la privada y la política”. (Touraine, citado por Cohen y Arato, 2000)
En la misma creación de identidades están implicadas unas relaciones de
poder. Pero son confrontaciones y tensiones de fuerza que de todos modos
se ponen de manifiesto en el curso mismo de aquellos procesos que modifican
normas y relaciones sociales; los que forjan identidades.
Es algo que se juega entonces dentro de una especie de terreno civil; no en
la lucha dentro del sistema político. Es decir, es un proceso que cobra vida,
con su ímpetu democratizador y modernizador, en el terreno de la Sociedad
Civil. La creación de identidades, la alteración de relaciones, las oposiciones
entre modelos que reinterpretan la dimensión cultural, y las confrontaciones
de poder que ellas –las oposiciones- implican; son todos procesos que se
desarrollarían principalmente en el campo de la Sociedad Civil.
No se trata de procesos que apenas tendrían una escenificación como si
fueran fenómenos externos en esta llamada Sociedad Civil (distinta al Estado
y al aparato económico institucionalizado). No: sería algo nuevo, conectado
con ella de un modo más íntimo y transformador. Sería prácticamente aquella
Sociedad en movimiento.
Por esta razón, el surgimiento de los nuevos movimientos que, abriendo
paso a nuevas subjetividades y a confrontaciones de poder con modelos
distintos de interpretación cultural, constituirían la posibilidad de un vigor renovado
en la autonomía y en la democratización de la propia Sociedad Civil.
_______________________________________________________
Referencias bibliográficas
Alexander, J. (1995), Las teorías sociológicas desde la Segunda Guerra Mundial.
Barcelona, Gedisa.
Cohen, J. y Arato, A. (2000), Sociedad civil y teória política. México, FCE.
Etzioni, A. y Eva. (1979), Los cambios sociales. México, FCE.
Goffman, E. (1971), Relaciones en Público. Madrid, Alianza Editorial.
Goffman, E. (2004), La presentación de la persona en la vida cotidiana. Buenos
Aires, Amorrortu.
ORGANIZACIONES Y MOVIMIENTOS EN LA CONSTRUCCION SIMBOLICA DEL ACTOR COLECTIVO
99

Giddens, A. (1998), La constitución de la sociedad. Buenos Aires, Amorrortu.
Inglehart, R. (1977), The silent revolution. Princeton University Press.
Mead, G.H. (1993), Espíritu, persona y sociedad. Barcelona, Paidos.
Ritzer, G. (1998), Teoría sociológica clásica. México, Mc Graw Hill.
Schütz, A. (1993), La construcción significativa del mundo social. Barcelona,
Paidos.
Weber, Max. (1997), Economía y Sociedad. México, FCE.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
100

DISCURSOS SOBRE LA JUVENTUD
O LAS TRIBULACIONES
PARA SER LO QUE UNO ES
Jairo Hernando Gómez Esteban
Docente e investigador de la Maestría en Investigación Social Interdisciplinaria,
Universidad Distrital Francisco José de Caldas
jairogo40@hotmail.com
Bien llegada, ¡oh, vida! Salgo a buscar por millonésima vez la
realidad de la experiencia y a forjar en la fragua de mi espíritu la
conciencia increada de mi raza.
James Joyce, Retrato del artista adolescente.
Cuando en algún momento de la vida sentimos que nuestra niñez
comienza a desvanecerse en una serie de pensamientos, imágenes,
deseos y desasosiegos que antes no teníamos ni sentíamos,
cuando aquella parte más íntima y recóndita de nuestro yo anhela,
sin éxito y con asombro, identificar estados de ánimo, emociones y sentimientos
nuevos revelados en acontecimientos incomprensibles -el deseo
sexual, la idea de la muerte, un significado oculto de las palabras-, inaccesibles
aún para nuestra inteligencia, cuando vemos por primera vez el rostro
adusto y desapacible de la soledad, en ese momento, irrepetible y trágico,
empezamos a ser jóvenes.
Son tantos los discursos e imaginarios circulantes sobre la juventud -su inicio,
su significado, su duración, sus formas de expresión, sus narrativas- que no
sólo se habla y se asume que existen múltiples juventudes (lo que equivale
101

a múltiples maneras de ser joven) sino que el término juventud se ha convertido
en un significante complejo, variado y móvil, que implica diversas
formas de estar y ser en el mundo, con sus propias epistemes y sus propios
marcos de referencia (Margulis y Urresti, 1998). Ser joven hoy no sólo es un
signo -distintivo básicamente por la edad y los consumos- sino ante todo un
sujeto de discurso con capacidad de interacción y negociación con las instituciones
y estructuras sociales y, por lo tanto, un agente social con capacidad
transformadora, propositiva y crítica de la sociedad. Se hace necesario entonces,
presentar los discursos dominantes sobre juventud para ir decantando
las diversas posiciones que adoptan los y las jóvenes en el espacio social
bien sea como agentes beligerantes y opositores, o bien, como agentes
aquiescentes y apologistas del establecimiento.
1. El discurso evolutivo
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
102
Se puede afirmar, sin temor a exagerar, que la inmensa mayoría de los llamados
juvenólogos o investigadores de lo joven y la juventud, han considerado
el discurso evolutivo desde una perspectiva lineal, adultomorfista, periodizante
y acumulativa del desarrollo humano 6 . Y no les han faltado razones. Tanto
la psicología del desarrollo como la biología, tradicionalmente han entendido
el desarrollo humano como un proceso lineal, unívoco, continuo y ascendente
cuyos niveles progresivos van de una incompletud presocial, presexual y
prelógica a una integralidad biopsicosocial, los cuales tienden siempre a una
mayor abstracción, formalización y, en consecuencia, a una mayor independencia
del contexto. En efecto, las teorías evolutivas tradicionales (Freud,
Piaget, Erickson) han visto en el proceso de diferenciación de lo simple a lo
complejo y de lo concreto a lo abstracto, la forma de explicación del “cambio”
evolutivo.
6 Es común y compartido el rechazo de la mayoría de investigadores de la juventud a seguir
considerando la adolescencia y la juventud como una etapa del desarrollo con unas características
psicobiológicas y sociales predeterminadas, tal y como lo proponen las teorías evolutivas tradicionales,
las cuales, casi indefectiblemente, asumen que la adolescencia “adolece” de todos los procesos
y estructuras que alcanzan los adultos y, en consecuencia, el o la joven, siempre está en una etapa
de preparación, de espera, de transición, inconcluso y preformado, casi siempre patológico y desviado
de lo instituido. Sobre este cuestionamiento a la perspectiva evolutiva tradicional pueden verse
Reguillo (2000); Margulis (2000); Muñoz y Marín (2002); Serrano (2004).

De esta forma, se asume que existen unas formas incipientes de comportamiento
caracterizadas por la indiferenciación sensorial y perceptual del
neonato y que, progresivamente, por la acción de la conjugación de factores
biológicos y sociales, el sujeto alcanza una completa independencia de
los determinantes contextuales y genéticos. Este proceso sería escalonado
y estaría determinado por unos cortes que marcarían las etapas de dicha
trayectoria evolutiva. La juventud (y sus tradicionales subdivisiones: pubertad,
adolescencia y juventud tardía) sería un estadio o periodo más en esa
escalera ascendente con la que se quiere representar el desarrollo por parte
de las teorías evolutivas clásicas.
No obstante, las nuevas perspectivas del desarrollo consideran que se debe
diferenciar entre cambio y desarrollo (Puche, 2004). Dicho en otros términos,
lo que ahora se plantea es que resulta poco probable que Desarrollo
y Cambio compartan las mismas operaciones, los mismos procesos y los
mismos mecanismos. En efecto, mientras el desarrollo da cuenta de una
evolución en un período amplio de tiempo, ocupándose de transformaciones
permanentes que se pueden observar en el nivel macro; el cambio se
define en un nivel micro, y da cuenta de modificaciones en los procesos de
funcionamiento, y, en ese sentido, se juega en un lapso muy breve de tiempo.
En el caso específico del desarrollo cognitivo por ejemplo, Miller & Coyle
(1999, citados por Puche, 2004) defienden la idea que “el cambio cognitivo
es un espacio heterogéneo de avances y retrocesos, en el cual lo nuevo,
coexiste con lo antiguo y donde se usan estrategias débiles y poderosas
al mismo tiempo”. Pensar en una evolución siempre con reorganizaciones
sucesivas, en lugar de pensar dicha evolución a partir de una etapa finalista
permanente, que guía toda la evolución y a la que se debe llegar, marca una
nueva racionalidad en la manera de pensar el desarrollo humano, y de donde
se desprende en parte, el valor del concepto de transición. Una transición
se define como el cambio de un modo estable a otro modo estable en un
sistema en vías de desarrollo, durante un período de tiempo restringido. La
transición es un fenómeno del comportamiento que se captura por medio
de un proceso de marcas o huellas digitales. Estas marcas en los y las jóvenes
se expresan en los acontecimientos y experiencias que se han adherido
a su subjetividad y constituyen los puntos de partida para nuevos devenires,
otras metamorfosis o renovadas apuestas. Aquí se revela en toda su magnitud
el problema de la variabilidad.
DISCURSOS SOBRE LA JUVENTUD O LAS TRIBULACIONES PARA SER LO QUE UNO ES
103

Desde la variabilidad se promete poder abordar procesos no lineales
en el desarrollo. La teoría de la catástrofe (o del caos) tan a la
moda hoy en día, ha contribuido a volver a dar importancia a estos
procesos en la medida en que ofrece herramientas (las derivadas
de la dinámica No-lineal) para un nuevo tipo de análisis a partir de
modelos complejos de aprendizaje y desarrollo. Pero, ¿Qué es la
variabilidad? La concepción más tradicional, entiende la variabilidad
como el fenómeno en el que niños de la misma edad usan diferentes
patrones para resolver un problema, y/o cuando un mismo
niño muestra diferentes estrategias en el desarrollo de una situación
de resolución de problema (SRP). Para otros autores, más
próximos al Cambio Cognitivo, la variabilidad no indica la existencia
de diferentes caminos del pensamiento o conocimiento como
aspectos propios del sujeto, sino la existencia de un conocimiento
representado en diferentes formatos (Puche, 2004: s.p).
Las nuevas tecnologías, la massmediatización de la subjetividad y la cultura
del entretenimiento son los principales responsables de la aparición de estos
formatos.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
104
En efecto, estas alfabetizaciones posmodernas están promoviendo una reestructuración
de la percepción mediante la formación de formatos cognitivos
que posibilitan no sólo adoptar diversos puntos de vista con respecto a la
realidad, sino razonar mediante algoritmos que se asimilan más a procedimientos
abductivos que deductivos o inductivos. No sin razón McLaren
(1992) considera que los medios y las nuevas tecnologías provocan nuevas
formas de conocimiento a la manera de una pedagogía perpetua que siempre
está renovando no sólo contenidos y problemas sino exigiéndole al sujeto
nuevos formatos cognitivos que se ajusten a esos cambios constantes.
En este sentido, el sociólogo italiano Luciano Gallino (1990) ha propuesto el
modelo MMMM (modelos mentales mediados por los media) para explicar
cómo se han empezado a desarrollar una serie de esquemas interpretativos
como resultado de los modelos mentales que las tecnologías y las culturas
mediáticas difunden sin tregua, semejantes a los frames o formatos propuestos
por Erwin Goffman en su momento. Estos modelos no sólo son coherentes
con las lógicas de las narrativas hipertextuales e hipermediales, sino

que son fundamentalmente esquemas de interpretación situada en cuyo
“guión” están inscritas las fases o acciones para que el sujeto pueda avanzar
en las tareas que se le proponen.
El pensamiento promovido por lo mediático se inscribe entonces en una
cultura de la velocidad, la simultaneidad y la paradoja. Sus modos de subjetivación
se producen a través de una yuxtaposición entre la frivolización
de la vida y la búsqueda de información certera, entre la exacerbación de lo
superficial y la proliferación de significantes, entre los formatos tecnológicos
y la imaginación surrealista de sus usuarios. De esta forma, la variabilidad es
la evidencia máxima de la actividad de un organismo que se construye bajo
la influencia de múltiples fuentes de información. Frente al panorama de
la variabilidad, la psicología cognitiva y evolutiva, hoy en día, parece abrirse
hacia fenómenos y datos que muestran ese acceso al conocimiento como
un proceso más difuso. Más que una secuencialidad y un orden, el acceso
y el paso de un conocimiento a otro parece marcado por procesos cercanos
a lo que se conoce como la variabilidad. Para algunos autores la gran crisis
alcanzada por las teorías contemporáneas de la Psicología del desarrollo, se
sitúa en las dificultades de poder dar cuenta del fenómeno de la variabilidad.
Estas nuevas miradas del proceso evolutivo, aunado a los planteamientos sobre
las culturas infantiles y juveniles 7 , permiten reformular la perspectiva evolutiva
de las investigaciones sobre jóvenes. En efecto, Caputo (1995) propone
considerar los niños y jóvenes como poseedores de un entendimiento propio
sobre la vida y de otros saberes relacionados con situaciones particulares que
hacen parte de su entorno. De esta forma, retoma el concepto de agencia
cultural de A. Giddens para señalar las características que comparten estas dos
culturas: a) La infancia y la juventud deben ser estudiadas en sí mismas, por
su propio valor y no como apéndices de la cultura adulta: “los niños deben ser
vistos como activamente involucrados en la construcción de sus propias vidas,
7 A pesar de que estos conceptos no son equiparables, se han hecho hallazgos en la investigación
sobre culturas infantiles, que arrojan nuevas luces en los estudios sobre culturas juveniles. Virginia
Caputo (1995) lo usa para significar que los niños y las niñas están inmersos “en la producción
de mundos sociales propios”, hecho que comprobó en investigaciones realizadas en varias escuelas
de Toronto (1988) y Halifax (1991). Basó su investigación en las canciones que los niños y niñas
creaban autónomamente y que formaban una tradición de canto que se conservaba a través del
tiempo, pasando de un niño a otro. A raíz de esto, indagó en el concepto de agencia para entender
las culturas infantiles (Citado en: Muñoz y Marín, 2002)
DISCURSOS SOBRE LA JUVENTUD O LAS TRIBULACIONES PARA SER LO QUE UNO ES
105

las de aquellos que les rodean y de las sociedades en las que viven” 8 ; b) Entender
al niño y al jóven como agentes activos plantea, como dice Caputo, un
viraje hacia una noción “más dinámica y relacional de cultura entendida como
multiplicidad de prácticas significantes”. De esta forma, “abre así la posibilidad
de resaltar aquellos espacios o nichos de diferencia que albergan voces alternativas
que han sido marginalizadas, voces de géneros, razas, clases y edades
que ocupan posiciones subordinadas de poder en las sociedades contemporáneas.
Lo interesante de esta posición, en nuestro parecer, es que visibiliza las
prácticas de creación cultural, los agentes infantiles o juveniles de tales construcciones
y, sobre todo, que invita a pensar las complejas relaciones de poder
establecidas entre ellos y los adultos.” (Muñoz y Marín; 2002); c) Dado que
las nociones de infancia y juventud son construcciones culturales e históricas,
no se pueden asumir como categorías universales. Esto implica distanciarse no
sólo de las perspectivas con pretensión universalistas, sino atender al desafío
de investigar esas subjetividades en formación en contextos situados e independientes
de los marcos de referencia del mundo adulto.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
106
Es probable que esta perspectiva cultural del desarrollo tenga sus fuentes
principales en Bruner (1987), quien señaló cómo las teorías evolutivas
no sólo funcionan como descripciones estadiales del desarrollo humano,
sino que, por su carácter de representaciones culturales aceptadas, dotan
de una realidad social y práctica esos procesos que tratan de explicar. De
esta forma, la cultura -con sus cánones, sus prácticas e imaginarios- en que
están inmersos los individuos, proporciona muchas maneras de desarrollo
y, en consecuencia, de entender el futuro y el tiempo, factores nucleares
en el universo simbólico juvenil. Es por esta razón que Bruner termina
concluyendo que la preocupación principal de las teorías del desarrollo
futuras “será cómo crear en los jóvenes una valoración del hecho de que
muchos mundos son posibles, que el significado y sentido de la realidad
son creados y no descubiertos, que la negociación es el arte de construir
nuevos significados con los cuales los individuos pueden regular las relaciones
entre sí”. Todo parece pensar y demostrar que Bruner, que escribió
esto hace veinticinco años, tenía razón, y lo que podría llamarse como el
8 James y Proust, citados por Virginia Caputo, “Anthropology’s Silent Others. A Consideration of
some Conceptual and Methodological Issues for the Study of Youth and Children Cultures”, en Youth
Cultures: Across Cultural Perspective

acontecimiento juvenil contemporáneo, ha superado incluso sus propias
expectativas.
En conclusión, la perspectiva evolutiva sobre los jóvenes no pude seguir
desconociendo tanto los importantes hallazgos de la psicología cognitiva y
del desarrollo contemporáneo, en tanto le posibilita entender no sólo las redescripciones
representacionales y cognitivas de los jóvenes, imprescindibles
para comprender los nuevos modos de subjetivación y agenciamiento que
la sociedad globalizada exige, sino sobre todo, cómo las mismas teorías del
desarrollo producen unas realidades sociales que configuran 9 y prescriben
unas formas de ser joven y de representación de lo joven, que no pueden
sustraerse de los cánones e imaginarios dominantes de la cultura en que se
desenvuelven y se “desarrollan”.
2. El discurso de las políticas sociales
A pesar de que el año de 1985 fue declarado el año internacional de la
juventud, sólo es hasta la década de los noventa cuando se comienza a implementar
de verdad políticas públicas de juventud. A pesar de que algunos
autores consideren que, en el fondo siempre ha habido políticas de juventud
(Daza; 1998 citado por Escobar; 2004), lo importante es cómo y en qué
momento se empieza a estructurar el sector juvenil y qué tan amplia es la
concepción de política social que allí subyace. Ahora bien, para los intereses
de este trabajo, resulta crucial determinar el papel que han jugado las
políticas de juventud en la configuración de las representaciones simbólicas
de los y las jóvenes expresadas a través de sus narrativas, es decir, de cómo
dichas políticas han posibilitado nuevos procesos de subjetivación política de
los y las jóvenes a través de las posibilidades de participación, organización
y reconocimiento que en sus postulados se exponen. De esta forma, las políticas
públicas, al igual que los discursos evolutivos, configuran y prescriben
unos regímenes de subjetivación y unas formas de conducta que regulan,
bien sea a través de la coacción externa, o bien mediante complejos pro-
9 El concepto de configuración es tomado de la sociología de Norbert Elías para señalar cómo
las instituciones sociales regulan y controlan los estados emocionales y la personalidad de los individuos.
Básicamente, “expresa la idea de que los seres humanos siempre dependen unos de otros y
cumplen, unos para otros, unas funciones” (Weiler, 1998)
DISCURSOS SOBRE LA JUVENTUD O LAS TRIBULACIONES PARA SER LO QUE UNO ES
107

cesos de autocontrol, las relaciones de los y las jóvenes con el Estado y las
instituciones sociales.
Entender las políticas públicas como lineamientos configurativos y prescriptivos
de unos regímenes de subjetivación política, implica reconocer que
sus demandas provocan y producen unos estándares determinados de lo
que significa no sólo ser y vivir como joven, sino también, y quizás principalmente,
unas relaciones de interdependencia con el estado, unos cánones
morales con sus respectivos repertorios emocionales y sus necesarias conductas
esperadas (Bolívar, 2006; Spier, 1998) La ventaja de entender de
esta manera las políticas públicas es que, desde esa lectura, nos dotamos
de herramientas de análisis e interpretación de las narrativas políticas de los
llamados jóvenes incorporados, “sanos” o convencionales, sino también de
aquellos y aquellas jóvenes que, siendo críticos, escépticos e impugnadores
del Estado y las instituciones políticas, aceptan y juegan a las directrices que
las políticas públicas establecen cuando se abren convocatoria para proyectos
culturales, de convivencia ciudadana o educativos.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
108
Ahora bien, la gran mayoría de trabajos sobre políticas de juventud (Escobar,
et al, 2004) nos muestra que dichas políticas se han desarrollado tradicionalmente
de manera sectorizada 10 . Pero no sólo estas políticas se implementan
de manera sectorizada sino también de los problemas que son más visibles
en los y las jóvenes y que se consideran que demandan una intervención
inmediata tales como el consumo de sustancias psicoactivas, la prostitución
en jóvenes y niños, las deficiencias escolares, la precaria situación laboral y
las carencias en los programas recreodeportivos. Estos trabajos abordan las
políticas públicas de manera marginal, limitándose en la mayoría de los casos
a requerir su intervención. (Escobar, et al, 2004). Para los casos en que
las políticas no se han implementado de manera tan marginal, se han posibilitado
reflexiones no sólo sobre la situación concreta de los y las jóvenes, sino
también sobre las posibles formas de intervención a dichas problemáticas.
10 “ Es posible encontrar tres situaciones distintas según el sector juvenil: los países con un sector
juvenil mayoritario, en donde la política de juventud está articulada a un sector de juventud bien
definido, los países con un sector juvenil minoritario donde la política de juventud está vinculada
parcialmente a un sector juvenil especializado, pero también está dispersa entre distintos sectores
como educación, salud, etc., y finalmente países sin un sector especial de juventud en los cuales no
se identifica un centro, sino que la población de juventud está dispersa entre los distintos sectores”
(Bendit, 2004: 38 citado por Escobar, et al, 2004:145).

En esta dirección, se señalan fortalezas, debilidades y se introducen también
recomendaciones para la acción. En estos estudios las temáticas privilegiadas
han sido la violencia juvenil (Londoño, et al, 2001), las ventas callejeras
(Romero, F., et Al., 2002), el madresolterismo (Rengifo, 1999), la sexualidad
juvenil (Mejía, I., 2000), la explotación sexual de los menores (Cabrera,
1993), los y las jóvenes de la calle (Ruiz, J., 1998), la delincuencia juvenil
y la situación de derechos de los y las jóvenes (Fundación Cepecs, 2001).
No obstante, lo que podríamos llamar la función de la formación política de
las políticas, o mejor, la constitución de sujetos políticos a través de las políticas
públicas, no aparece muy claramente en estos programas. En efecto,
la participación política de los y las jóvenes en estos programas (veáse la
ley de Juventud) generalmente está sujeta a organizaciones o agrupaciones
que puedan representarlos, descartando de plano procesos de socialización
y nuevas formas de construcción de identidades colectivas y ámbitos de lo
político, a partir del despliegue de subjetividades que reclaman novedosas
formas de participación ciudadana -generalmente desde prácticas culturales
y tecnologías info-comunicacionales que no se han previsto y no pasan por
la organización y ejercicio de lo público.
De igual forma, la formulación de las políticas de juventud ha estado en gran
medida profundamente impregnada por una visión negativa y vulnerable de
los y las jóvenes, lo que ha conducido a considerarlos como individuos en
situación de riesgo, de dependencia y falta de autonomía, lo cual hace que
las políticas se formulen siempre en términos “profilácticos” y preventivos,
asumiendo de forma a priori que la juventud es un grupo delincuencial en
potencia. 11 Este desconocimiento y, hasta cierto punto descalificación, de las
11 “Sin embargo, un aspecto central en la política de juventud es que se pretende superar aquella
imagen que pone el énfasis en la noción de riesgo o problema y se da preponderancia a la mirada
del joven como potencialidad (Palacio, M., et Al., 2001:37), como se evidencia en el documento
Conpes de 1992. Adicionalmente, el-la joven es reconocido como un sujeto de derechos y deberes
(Documento Conpes de 1995), como un protagonista en la construcción de su proyecto de vida y
también como un referente de gran importancia en la concertación con el Estado y la sociedad civil
frente a la construcción de políticas públicas de juventud (Sarmiento, 2004). Este enfoque guarda
relación con lo que Bendit (2004) ha denominado como imagen de la juventud y recurso presente
en las políticas públicas de juventud de algunos países, de acuerdo con la cual “los jóvenes no son
sólo un recurso social a futuro, sino que representan un recurso actual en sí mismos, es decir como
jóvenes que son” (Bendit, 2004: 50). En este enfoque entran aspectos como el potencial de la
juventud para incidir y cambiar la sociedad, el papel de los y las jóvenes en el desarrollo del país,
DISCURSOS SOBRE LA JUVENTUD O LAS TRIBULACIONES PARA SER LO QUE UNO ES
109

nuevas formas de expresión y realización de lo joven, refleja en gran medida
la falta de comprensión y conceptualización de lo juvenil y de los modelos
de sociedad (sociedades del riesgo, del consumo, informatizadas, del conocimiento),
que como resultado del nuevo orden mundial y la trasformación
del capitalismo, les ha tocado vivir.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
110
Todo lo anterior, nos lleva indefectiblemente al problema de cómo abordar
el problema de la heterogeneidad y diversidad de la juventud desde el punto
de vista de las políticas públicas. En este sentido, se han hecho trabajos
que buscan resaltar las diferencias más visibles entre los y las jóvenes para
que se tengan en cuenta a la hora de formular políticas de juventud. En esta
línea pueden mencionarse las investigaciones que, en consonancia con el
reconocimiento que la Constitución de 1991, hiciera de la diversidad y la
multiculturalidad, consideran que debe haber un tratamiento especial a la
niñez y juventud con diversidad étnica y cultural (Sánchez, 2002). De igual
forma, es de relievar los trabajos que resaltan la necesidad de incorporar la
perspectiva de género (Turbay y Rico de Alonso, 1994) como condición para
el desarrollo de las mujeres jóvenes, las cuales presentan problemáticas adicionales
y diferentes de los varones, y en cuyos diagnósticos y formulaciones
esta perspectiva está invisibilizada. También están los trabajos que subrayan
la necesidad de que la política pública atienda a patrones culturales específicos
de comunidades étnicas y culturales desplazadas (principalmente afros e
indígenas) a través de programas y currículos especiales en las instituciones
educativas que han llegado a estudiar.
En síntesis, las políticas de juventud intentan satisfacer una perspectiva tradicional
y convencional de los y las jóvenes en la que, curiosamente se yuxtaponen
las diferentes ideas, significados e imaginarios de juventud que se
han desarrollado a lo largo de la historia (Feixa, 2006). Desde considerarla
un grupo etáreo con una connotación claramente biológica, pasando por
considerar a la juventud como el gran reservorio moral y social de un país,
como sujeto primario de la historia, como sujetos desadaptados, heterónomos
y vulnerables, como subculturas identitarias con sus propios espacios
de socialización y expresión (pero en ningún caso como identidades y suben
los ámbitos sociales y cultural, y como ciudadanos y agentes del cambio social y cultural (Bendit,
2004: 51)” (Escobar, et al 2004).

jetividades singulares). No obstante, aspectos tan determinantes y actuales
para la comprensión de lo joven, tales como la construcción de estilos de
vida distintivos como resultado de sus expresiones estéticas y los diversos
tipos de consumo, las diferencias económicas y la diversidad sexual, la utilización
de las nuevas tecnologías y el nomadismo laboral y de los oficios, y
sobre todo, las nuevas prácticas políticas realizadas principalmente a través
de diversas expresiones culturales (como la música, el teatro y la literatura)
y las tecnologías info-comunicacionales, son descalificados, acallados o in
visibilizados por estas políticas, que aún siguen considerando a la juventud
como un ”divino tesoro” o una enfermedad, sin darse cuenta que lo que está
ocurriendo es un cambio de época, y sí continuar creyendo que la juventud
es una época de cambios.
3. El discurso de las ciencias sociales
La mirada de la juventud desde las disciplinas sociales, generalmente se ha
caracterizado por querer encorsetar en su aparato conceptual y metodológico
las prácticas, los universos simbólicos, los procesos identitarios y los
procesos de subjetivación de los-as jóvenes, de tal forma que no quede una
conducta sin explicar, un conflicto sin comprender o un símbolo sin interpretar.
En su afán de aprehenderlo todo, de encapsularlo todo en conceptos y
procedimientos, a las ciencias sociales se les han escapado esos “lugares”
que adquieren sentido en tanto se les experimenta como territorios de expresión
de diversidad, resistencia y creatividad (De Certeau, 2000); y que
han sido tan bien aprovechados por los estudios culturales y las investigaciones
de margen ubicadas en los intersticios, en los bordes y los límites, tanto
de las disciplinas científicas como de los saberes no científicos (estéticos,
folklóricos, ancestrales) y los de sentido común.
No obstante, las ciencias sociales, desde sus aparatos conceptuales y metodológicos,
han contribuido a identificar continuidades y visibilizar discontinuidades,
a hacer inteligibles los procesos de formación, cohesión y disolución
de grupos gregarios y líderes carismáticos, a comprender las formas de territorialidad
y vínculos que se establecen entre los y las jóvenes, a reconocer
patrones y pautas de conducta y comunicación, por lo cual, nos obliga a
explicitar este discurso de manera desagregada, es decir, resaltando el aporte
de cada disciplina.
DISCURSOS SOBRE LA JUVENTUD O LAS TRIBULACIONES PARA SER LO QUE UNO ES
111

Desde el punto de vista de la psicología social el énfasis –y sus aportes- se
ha puesto en un conjunto de conceptos que, para bien o para mal, aún siguen
conservando una relativa vigencia y aplicación en el discernimiento de
lo joven como fenómeno psicosocial. En efecto, es común observar en una
gran cantidad de investigaciones sobre jóvenes –independientemente del
punto de vista que adopten- emplear nociones y conceptos de la psicología
social que, aunque en la mayoría de casos no conservan sus acepciones
originales, han pasado a ser parte constitutiva de sus tesis y planteamientos.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
112
De esta forma, conceptos como el de rol -introducido por Ralph Linton en
su clásico Estudio del Hombre- definido en dos sentidos: uno específico,
por cuanto “todo individuo tiene una serie de funciones que se derivan de
pautas diversas en las que participa”, y uno general, “que representa la suma
total de aquellas funciones y determina lo que el individuo hace por su
sociedad y lo que espera de ella” (Linton, 1961:122); es un concepto que
sigue siendo perfectamente aplicable a los procesos de subjetivación y socialización
de los-as jóvenes. El mismo concepto de socialización –reformulado
desde la sociología fenomenológica por Berger y Luckmann (1989) - ya sea
entendido como la clásica interiorización de normas y valores, o, como el
despliegue del yo a través de la interacción simbólica, a los investigadores
de la juventud les queda muy difícil escamotear o soslayar esta categoría nuclear
de la psicología social. Y ni qué decir del socorrido concepto de grupo
por parte de los juvenólogos. Ya sea para designar grupos transitorios –como
las comunidades emocionales de Maffesoli-, o para colectivos organizados
como los grupos culturales o políticos, la noción de grupo es, hoy en día,
imprescindible para la comprensión de los fenómenos juveniles. Lo mismo
puede decirse para los conceptos de representaciones sociales e imaginarios
colectivos, tan de uso en la investigación universitaria. Finalmente, ya
vimos como gran parte de las políticas públicas de juventud retoman conceptos
de la vieja psicología social tales como conductas desviadas, comportamientos
desadaptados o personalidades desajustadas, pero que, ante
sus implicaciones jurídicas y legales, les devuelven una violenta actualidad y
vigencia.
Para el caso de la antropología, el clásico -y manoseado hasta la saciedadconcepto
de cultura introducido por Clifford Geertz (1996) ha servido de
base para que se impusieran conceptos tales como culturas juveniles, subculturas,
interculturalidad e intraculturalidad. De igual forma, “encontramos

importante conceptualizaciones (en antropología) sobre temas que nos interesan,
como la de ¨violencia de lo sagrado¨ (Durand, 2000) que, en nuestra
sociedad lleva a grupos rivales a enfrentarse por la defensa de unos colores;
o la de ¨desorden litúrgico¨, una ritualización que contempla el recurso sistemático
y constitutivo a la violencia, como medio de afirmación y declaración
de guerra” (Costa, Pérez y Tropea, 1996:19).
También es necesario destacar los aportes que sobre el cuerpo ha hecho la
antropología. Partiendo del presupuesto que, el cuerpo es una construcción
social y cultural –y, en consecuencia, una construcción simbólica y no una
realidad en sí misma-, la perspectiva antropológica asume que las representaciones
del cuerpo y los saberes acerca del cuerpo son tributarios no sólo
de una visión del mundo sino también de una concepción de la persona y
particularmente del individuo. En este sentido, Le Breton (1990) nos muestra
cómo en las sociedades tradicionales 12 el individuo es indiscernible de la
naturaleza y el cuerpo no es objeto de escisión entre el cosmos, la comunidad
y la naturaleza. Entre los canacos y las concepciones melanesias en
general, por ejemplo, el cuerpo:
(…) entrelaza su existencia con los árboles, los frutos, las plantas,
obedece a las pulsaciones de lo vegetal…La unidad de la carne y de
los músculos refiere a la pulpa o al carozo de las frutas…El cuerpo
aparece como otra forma vegetal, o el vegetal como una extensión
natural del cuerpo. No hay fronteras percibibles entre estos dos
terrenos. La división puede realizarse sólo por medio de nuestros
conceptos occidentales, a riesgo de establecer una confusión o una
reducción etnocéntrica de las diferencias” (Le Breton, 1990: 16-17).
Por el contrario, la representación del cuerpo en Occidente está profundamente
determinada por una visión del cuerpo como factor de individuación.
La separación del cosmos, de la naturaleza, de los otros – “la fobia del con-
12 En antropología “las sociedades tradicionales” son asociadas a sociedades comunitarias – en
el sentido de Tonnies- en donde su característica principal es la ausencia de la división del trabajo, la
alteridad está ubicada en la naturaleza y la indisociabilidad de los procesos sociales de los fenómenos
naturales. Levi-Strauss (1962); Therrien (1987, citado por Le Breton, 1990)
DISCURSOS SOBRE LA JUVENTUD O LAS TRIBULACIONES PARA SER LO QUE UNO ES
113

tacto” de la que hablara Canetti- y de sí mismo, ha configurado el cuerpo
del hombre y la mujer occidentales como un límite fronterizo ante los otros,
una posesión de identidad, un replegamiento del sujeto sobre sí mismo,
exaltando y exacerbando al máximo su dimensión anatomofisiológica, es
decir, del control del cuerpo por la biología y la medicina, produciéndose de
esta forma, una mayor atomización de la subjetividad y un individualismo
egocéntrico y narcisista como hecho estructurante de la sociedad.
Desde el punto de vista de la sociología hay tres conceptos que son imprescindibles
en la investigación actual sobre jóvenes. En primer lugar, el concepto
de individualismo. Con hondas raíces en la acepción pionera que le diera
Durkheim, esto es, como un conjunto de valores y principios centrados en
la defensa de la persona humana, la defensa de sus derechos y libertades,
y la libertad de ello derivada (Girola, 2005), el individualismo ha dado un
giro hacia los problemas de la subjetividad, la interioridad, el derecho a la
intimidad, y en general, hacia la esfera de lo privado. Ahora bien, entre las
principales teorías de fin de siglo sobre individualismo cabe destacar las de
Beck, Maffesoli y Lipovetsky.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
114
Enmarcada en su concepción sobre la sociedad del riesgo, la teoría de la
individualización y el individualismo de Ulrich Beck (2003) considera que, a
diferencia de la primera modernidad que exaltó el individualismo anómico,
inmerso en procesos de conocimiento lineales, una sociedad estable y un sujeto
racional y cognoscente, el individualismo (y el individuo) actual de la segunda
modernidad, está mediado por procesos de conocimiento no lineales,
inciertos, biografías de bricolaje (en el sentido de Levi-Strauss) con narrativas
discontinuas y fragmentarias, retirada de las instituciones clásicas, individuos
insertos en un ambiente de riesgo en donde la globalización y el cosmopolitismo
presuponen “un movimiento del locus estratégico, tanto extensiva
como intensivamente, respecto de la nación-Estado” (Bauman, 1999).
En una perspectiva diferente, Michel Maffesoli (1990) sostiene que lo característico
de la sociedad actual es un proceso de des-individuación. En efecto,
para este sociólogo francés, lo que está surgiendo ahora, en esta sociedad
de masas y nuevos consumos, es la agregación, la construcción de la identidad
a través de la integración y participación en las actividades, imaginarios
y representaciones sociales de grupos pequeños en los cuales se compartan
intereses transitoria o circunstancialmente. De ahí que Maffesoli hable de

neotribalismo, de tribus urbanas cuyos miembros construyen su identidad
en comunidades emocionales satisfactorias que cambian al ritmo de la aparición
de nuevas apetencias, otras subjetivaciones.
A pesar de que Lipovetsky (1986) comparte algunos de los planteamientos
de Maffesoli, lo que a él le interesa es el proceso de personalización. En
efecto, en “la era del vacío”, en una sociedad escéptica y apática a las innovaciones
y los cambios sociales, cuyos intereses estriban principalmente en
consumir “objetos e información, deportes y viajes, formación y relaciones,
música y cuidados médicos”, el individualismo pone el énfasis en la realización
personal, la permisividad, la búsqueda del placer, el despliegue de la
intimidad, la legitimación del hedonismo y la libertad de expresión.
Creemos que estas tres maneras diferentes de entender el individualismo se
aplican -unas veces de forma complementaria, otras, en forma independiente-
no sólo a las narrativas biográficas de cualquier grupo social, sino a las
nuevas socialidades 13 que están desarrollando los y las jóvenes actualmente
a través, tanto de las comunidades emocionales, transitorias y provisionales,
como de las redes virtuales que circulan en el ciberespacio. Sus implicaciones
son, pues, imprescindibles tanto a nivel interpretativo como procedimental,
para entender las narrativas políticas de cualquier población que se
quiera investigar. Y con mayor razón del grupo social que nos ocupa.
Un segundo concepto que la sociología aporta para la investigación del ámbito
de lo joven es el de anomia. De origen claramente durkheimiano, este
concepto se propuso para señalar la situación que se produce por la falta
de normas que reglamentan las relaciones entre los actores que participan
de la vida industrial y comercial. Durkheim lo introdujo para explicar los vertiginosos
cambios producidos por la sociedad industrial y el consecuente
debilitamiento de la conciencia colectiva. Ahora bien, en su disputa con los
utilitaristas y en la necesidad de proporcionar un marco normativo común
para garantizar la cohesión social y la integración de los individuos, Talcott
Parsons considera que la anomia “está directamente relacionada con el des-
13 El concepto de socialidad lo introduce Maffesoli (2000) para indicar “las explosiones lúdicas”
y “el sentido de la fiesta” propios del escapismo de los y las jóvenes actuales que ya no pueden
reconocerse en ningún marco institucional, ni un universo simbólico constreñido y lineal.
DISCURSOS SOBRE LA JUVENTUD O LAS TRIBULACIONES PARA SER LO QUE UNO ES
115

ajuste de la gente frente a las irregularidades en los ciclos económicos y, en
general, con variaciones abruptas en cuanto a características importantes de
su medio social” (Girola, 2005). De esta forma, Parsons amplia la noción
durkheimiana, aplicándola a situaciones sociales de cambio dinámico en
donde el sistema de interacciones se vea amenazado o el orden normativo
se halle quebrantado. Robert Merton retoma los aportes de Parsons y va
más allá. Interesado en las contradicciones entre los ideales culturales de la
sociedad norteamericana, que conllevan una extrema valoración del éxito
económico, y las posibilidades reales que la estructura social posee para
alcanzar dichos ideales, Merton concluye -luego de sofisticadas y amplias
investigaciones empíricas- que “ la conducta anómala puede considerarse
desde el punto de vista sociológico como un síntoma de disociación entre
las aspiraciones culturales prescritas y los caminos socialmente estructurales
para llegar a dichas aspiraciones” (Merton, 1964). Es así como se sientan
las bases para entender las razones sociológicas de lo que muchos (sobre
todo desde las políticas públicas), consideren a la mayoría de grupos juveniles
–principalmente, las llamadas culturas y tribus juveniles- como grupos
anómicos o desadaptados. 14
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
116
Las perspectivas contemporáneas de la anomia han puesto mayor énfasis en
el punto de vista de los sentimientos y percepciones de los individuos. Leo
Srole, por ejemplo (citado por Girola, 2005: 77) postuló unos “indicadores
de anomia” que permitieran medir qué tan anómicos se sentían los miembros
de una sociedad. Dicha escala consta de cinco ítems:
> > a. Percepción de que los líderes de la comunidad son indiferentes
a las necesidades de uno.
> > b. Percepción de que es poco lo que puede lograrse en una
sociedad que es imprevisible y carente de orden.
> > c. Percepción de que los objetivos de la vida se alejan en vez
de realizarse.
14 A pesar de que la explicación sociológica mertoniana sigue vigente casi para cualquier sociedad,
y éstas son concientes de ella, en nuestro país se sigue considerando a muchas culturas y
agrupaciones juveniles como desadaptados y delincuenciales, como es el caso de las barras bravas,
los punk y algunos movimientos estudiantiles de universidades públicas.

d. Una sensación de futilidad.
> > e. El convencimiento de que uno no puede contar con socios
o compañeros personales para tener apoyo psicológico.
Esta escala, que ha tenido un gran impacto en investigaciones en varios países,
puede resultar muy útil para entender las “líneas de fuga” y las rupturas
que muchos jóvenes actualmente realizan para superar ya sea las imposibilidades
estructurales de la sociedad, o bien, para resistirse a unas instituciones
que no responden a sus verdaderas necesidades y expectativas sociales y
políticas. Pero también es cierto que la escala no cuestiona los valores y
metas de la sociedad y, por lo tanto, de alguna manera, sigue identificando
anomia con desintegración social, descartando de plano el carácter provisional
y negociado de las normas y su papel como regulador situado de las
interacciones sociales.
Un tercer concepto clave que ha aportado la sociología para la comprensión
de lo joven en todas sus expresiones y particularmente de la expresión
política, es el concepto de nomadismo. Sea entendido como errancia,
trashumancia, tránsito, desplazamiento, movilidad, vagabundeo migración,
cambio, fuga, huída, o simplemente como viaje; el nomadismo, como el señor
Jourdain de El burgués gentilhombre de Molière, que hablaba en prosa
sin saberlo, todos lo practicamos a diario, deliberada o inadvertidamente. El
nomadismo juvenil se puede explicar como reacción a un mundo que se ha
vuelto extraño e inaprensible desde el punto de vista de sus tradiciones, sus
convenciones, sus racionalidades, sus partidos políticos y sus instituciones.
Los ideales políticos o espirituales de dos o tres generaciones anteriores,
sus luchas, sus intereses, han dado paso a la búsqueda de “otros” lugares,
que para algunos –principalmente marxistas y neomarxistas- se ha interpretado
como una regresión y entrega a la sociedad de consumo, intentando
recuperar algunos arcaísmos y mitos fundacionales que les permita expresar
sus nuevas socialidades, otras sensibilidades, originales proxémicas, diversas
sexualidades. (Maffesoli, 2000). A semejanza de esos éxodos propios de
las sociedades arcaicas o de ese experimentar nuevas sensibilidades y emociones
propias de los románticos, los y las jóvenes de hoy escapan hacia
otras prácticas y universos simbólicos que les permitan desarrollar la “razón
sensible”, a apoyarse en sus propias redes sociales y comunicativas, construyendo
sus propios valores alejados de las fuertes tradiciones y por fuera de
DISCURSOS SOBRE LA JUVENTUD O LAS TRIBULACIONES PARA SER LO QUE UNO ES
117

las grandes instituciones, produciendo nuevas formas de autodeterminación
y autorreferencialidad.
Finalmente, Costa, Pérez y Tropea (1996) consideran con particular interés el
aporte de la semiótica, principalmente en lo relacionado con la construcción
discursiva de la identidad, los procesos de circulación de sentido y las interpretaciones
de textos. En efecto, para estos autores, las disciplinas semióticas
y de la comunicación son imprescindibles para comprender los significados
que se movilizan en las formas de ataviarse, expresarse y actuar de las denominadas
tribus urbanas. Es un hecho que cada agrupación de jóvenes
(llámese tribu urbana, cultura juvenil o colectivo político o cultural) construye
unos códigos expresivos específicos que sean reconocibles por ellos y por
los otros, la semiótica y la comunicología son la vía regia para hacer inteligibles
y comprensibles social, política y culturalmente dichos discursos y
narrativas. Igualmente permiten investigar la manera peculiar que tienen para
atribuir sentido a sus acciones, valores y representaciones estéticas.
4. El discurso de los estudios culturales
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
118
Institucionalizados en 1964 con la creación del centro de Investigaciones de
Birmingham (CCCS), la originalidad de este enfoque reside en “problematizar
la cultura como el lugar central de una tensión entre los mecanismos de dominación
y resistencia” (Mattelart y Neveu, 2002). Provenientes del marxismo,
pero profundamente críticos de él, sus padres fundadores se orientaron
por el estudio de las luchas sociales desde el punto de vista cultural, la noción
de resistencia simbólica y la aplicación de las técnicas y procedimientos de la
crítica literaria a los problemas sociales. En efecto, los tres padres fundadores
que, como los tres mosqueteros, en realidad fueron cuatro, tenían en común
una experiencia mínima en educación de adultos, un estrecho contacto con
la New Left británica y una intensa proclividad por el análisis cultural que
superara la simpleza de la dicotomía superestructura/infraestructura tan en
boga en esos tiempos. Richard Hoggart, E. P. Thompson y Raymond Williams,
a los que pocos años más tarde se sumaría Stuart Hall, conformaron ese formidable
grupo que produjo uno de los movimientos intelectuales y científicos
más innovador e iconoclasta en la investigación cultural, y cuya herencia hoy
se mantiene más viva que nunca en programas académicos de pregrado y
posgrado de las principales universidades del mundo.

El propósito fundamental del grupo -que quedó consignado en el discurso
de posesión de Hoggart como director del Centre of Contemporary Cultural
Studies (CCCS) – era utilizar las herramientas y técnicas de la crítica literaria
para aplicarlas a problemas que, hasta ese momento, eran rechazados no
sólo por la comunidad académica institucionalizada, sino por los intelectuales
y analistas sociales con vocación marxista o contestataria. Entre esos problemas,
los que más se destacaban eran: el universo de las culturas y prácticas
populares en oposición a las culturas letradas –en la Inglaterra postvictoriana
era impensable hablar de cultura popular, casi un oxímoron-, los productos
culturales producidos por los medios de comunicación social, los estilos de
vida –principalmente de la clase obrera, pero también de grupos que nunca
habían sido investigados como los jóvenes, las mujeres o los inmigrantes-,
las sociabilidades familiares, y sobre todo, un tema que inaugura la investigación
de las prácticas culturales de los-as jóvenes: la música, particularmente
el pop y el rock, que en ese momento están en apogeo y se va a constituir
en el núcleo aglutinador de las culturas juveniles.
De esta forma, se puede decir que, a través de estas investigaciones pioneras,
y superando de lejos las tesis de Stanley Hall y Thrasher apoyadas en
la sociología desviacionista y la psicología patologizante 15 , es la primera vez
que se investiga a los y las jóvenes retomando su propia voz, observándolos
en su cotidianidad, en sus gustos y conflictos, en sus intereses y sus luchas,
en sus consumos y sus formas de organización. Por lo tanto, la pregunta
que surge es ¿Cuáles son las características de la juventud y cuáles son los
aportes teóricos y metodológicos concretos que los estudios culturales han
hecho a este campo de la investigación sociocultural?
Al revisar tanto los intereses como los trabajos propiamente dichos de este
grupo de investigadores y de algunos de sus discípulos y continuadores, es
indudable que la problemática (y el concepto) más trabajada en las inves-
15 Recordemos que, aunque fue Rousseau quien se “inventó” lo joven, fue Stanley Hall (1904)
quien inauguró el estudio científico de la juventud en su monumental Adolescencia. Profundamente
influenciado por las tesis darwinistas, Hall considera que la adolescencia está dominada por las
fuerzas del instinto y, por lo tanto, tiende a la desviación y la patología. Lo mismo ocurre con las
conclusiones de Thrasher en su clásico The Gang (1926), quien a pesar de esforzarse por superar
la perspectiva desviacionista en su investigación sobre las bandas juveniles de Chicago, su ansia de
cuantificación y legitimación lo llevan a explicar su trabajo en estos términos. (Feixa, 2006; Escobar
et al, 2004)
DISCURSOS SOBRE LA JUVENTUD O LAS TRIBULACIONES PARA SER LO QUE UNO ES
119

tigaciones con jóvenes es el de Estilo (Hebdige, 2004; Stuart Hall, 1976).
La necesidad de ser diferente, de identificarse con los rasgos materiales y
físicos de un grupo (principalmente en la indumentaria y los acicalamientos),
de compartir unos significados y códigos -preferiblemente ocultos o
prohibidos- de un nosotros que nos diferencien de los de ellos, el uso y el
hacer de ciertos consumos, y en fin, “la guerra de guerrillas semiótica” (Eco,
1972; citado por Hebdige, 2004), constituyen las características más distintivas
para entender el significado del estilo y la clave para hacer inteligibles
las subculturas juveniles.
¿Qué hace que un grupo de jóvenes se una en torno a unos significados
particulares?, o, para formularlo en los términos que se lo planteó Stuart
Hall (1976): “Qué significado específico tiene un estilo subcultural para los
miembros de esa subcultura?” La respuesta es simple -y casi obvia- pero permite
entender las formas de cohesión y al mismo tiempo de desplazamiento
de una subcultura a otra: los objetos simbólicos -el vestuario, el lenguaje, los
rituales, la música- reflejan y expresan los diversos aspectos de la vida del
grupo, a la vez que configura su unidad y sus prácticas sociales. Como ejemplo
de esto Hall (1976) cita a los skinheads: las botas, los tirantes, la cabeza
rapada, tienen significado en tanto comunican su visión del mundo: dureza,
masculinidad y pertenencia a la clase obrera.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
120
Una segunda problemática o ámbito específico de lo joven iniciado por los
estudios culturales, y profusamente estudiado por los investigadores contemporáneos,
es el de la Música. Dar una definición de la música – así sea
la más genérica: la organización estructurada de sonidos según principios
de melodía, armonía y ritmo- y sobre todo del sentido que la música tiene
para el ser humano puede resultar siempre incompleta y acaso inocua.
Desde el punto de vista de las tecnologías, insoslayable para entender los
consumos musicales de los y las jóvenes de hoy en día, la música es “una
forma de comunicación interhumana en la que el sonido (…), humanamente
organizado, es percibido como vehículo de patrones de cognición afectiva
(emocional) y/o gestual (corpórea)” (Tagg, 2000; citado por Yúdice, 2007).
Ahora bien, lo cierto es que la música, independientemente de la forma y
los medios que se utilicen para consumirla, produce una ingeniería de la
subjetividad y dictamina unas sensibilidades, proxémicas y sexualidades que,
en algunos grupos juveniles, tienen aún más fuerza que otros formas de
massmediatización.

El problema de la relación entre músicas y culturas juveniles estriba en que
gran parte del conjunto de representaciones, símbolos y valores proviene de
ámbitos que no pueden ser “localizados” en un lugar o territorio específico
y sí por su adscripción a un universo simbólico o a unas prácticas que configuran
una formas de hacer y unos estilos de expresión singulares (Reguillo,
2000). De esta forma, los marcadores identitarios se difuminan no sólo en
función de la bien aceitada maquinaria del mercado, sino también, por esas
extrañas sonoridades marginales – sobre todo las producidas por jóvenes
habitantes de las villamiserias, las favelas, las comunas- que se toman los
espacios públicos sin ninguna consideración por los ritmos dominantes, denunciando
sus miserias y gritando a voz en cuello sus utopías.
Pero probablemente sea el uso del walkman lo que más ha trastocado las
nuevas socialidades de los y las jóvenes. En efecto, a comienzos de la década
de los ochenta el walkman mostró una nueva forma de estar con los
otros: los audífonos permitían una experiencia privada que circulaba en pleno
espacio público. Mediatizada por una tecnología que desvincula los lazos
comunitarios, los y las jóvenes comenzaron a crear redes sin socialidad –lo
opuesto de una comunidad- es decir, “una forma de congregación enajenada
cuyos integrantes no se perciben o consideran como miembros” (Yúdice,
2007). El usuario del walkman (y ahora sus herederos como el MP3 y el
iPod) organiza y administra gran parte de su vida cotidiana mediante la selección
y reproducción de música para acompañar (y en muchos casos estimular)
actividades laborales, domésticas, deportes y ejercicio, buscar estados
de ánimo, activar la memoria (evocar u olvidar recuerdos), evitar o inducir
contacto con otros, suprimir ruidos molestos, y por supuesto, disfrutar los
sonidos que lo constituyen a uno como subjetividad anclada en un universo
simbólico particular.
No obstante, esta agudización de la individualización, se ve compensada con
nuevas formas de interactividad que la misma tecnología hace posible produciendo
lazos de afiliación y sociabilidad que antes no existían. Si se piensa,
por ejemplo, toda la música que circula en internet y lo que se canjea en
P2P más lo que se sube a YouTube, MySpace y sitios parecidos, sin contar los
perfiles, blogs y redes personales con otros usuarios, se pueden encontrar
las hibridaciones musicales y, por ende, culturales, más asombrosas que a
alguien se le hubiera podido ocurrir, como el tango y la salsa japonesa, judíos
que cantan reggae, fusión de samba con música uzbeca o salsa iraní. “Esta
DISCURSOS SOBRE LA JUVENTUD O LAS TRIBULACIONES PARA SER LO QUE UNO ES
121

hibridez muestra que la industria de la música no está determinando el 80%
de lo que se escucha en el mundo. Muestra además que una verdadera
world music se escapa de los cauces del marketing y de la nostalgia del folclore.
Y no es hasta que entramos en los mundos que los usuarios mismos
suben a estos sitios que nos damos cuenta de ello” (Yúdice, 2007: sp).
Un tercer ámbito de investigación inaugurado por los Estudios Culturales con
profundas repercusiones en el trabajo con jóvenes fue el del Consumo. El
interés por la dialéctica entre resistencias y dominaciones, explica en gran
medida la importancia que poco a poco cobró para los Cultural Studies la
reflexión sobre los medios de comunicación y, en consecuencia, por los hábitos
y prácticas de consumo. La segmentación social y cultural producida por
el mercado no podía pasar desapercibida a unos investigadores preocupados
por entender las diversas formas que adquiría la subjetividad en el inicio
de la plenitud del capitalismo.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
122
Es un hecho incontrovertible que entre los dispositivos más eficaces e implacables
que la sociedad de mercado dispone para reconocer o excluir a
sus ciudadanos, sean las prácticas de consumo que realizan en su vida cotidiana.
El impacto que ha tenido la lógica del mercado sobre los cuerpos y
los comportamientos ha tenido mucho que ver con el desdibujamiento de
la brecha entre lo público y lo privado y la invasión e intrusión avasallante de
los medios info-comunicacionales en la intimidad. La adquisición de bienes
materiales o culturales se ha convertido -en especial para los y las jóvenesno
sólo en un mecanismo de expresión y adscripción identitaria, sino en una
dimensión constitutiva de esas identidades. “La ropa, por ejemplo, cumple
un papel central para reconocer a los iguales y distanciarse de los otros, se le
transfiere una potencia simbólica capaz de establecer la diferencia, que una
mirada superficial podría leer como homogeneidad en los cuerpos juveniles”
(Reguillo, 2000: sp).
Pero, ¿Cuáles son las formas de respuesta que los y las jóvenes -siempre
concientes de su condición de consumidores- han movilizado frente a estos
dispositivos de control y exclusión con que la sociedad los envuelve? Aquí
hay varias posiciones y matices que son necesarios de precisar, sobre todo a
la hora de interpretar las prácticas de consumo desde una perspectiva política.
En primer lugar, la de Michel de Certeau (2000) para quien lo importante
no es el consumo en sí mismo, o los objetos o productos que se quieren

adquirir, sino lo que se hace con el consumo, es decir, el uso diferenciado y
singular que se hace de esos productos. Para De Certeau “el arte de hacer”
cosas diferentes con objetos conocidos, o de inventarse originales maneras
de emplear los productos impuestos por el orden canónico, subvirtiendo ese
orden y resignificando esas estéticas instituidas, es quizás, la característica
principal de las culturas juveniles y de los y las jóvenes en general. De esta
forma, el uso que se hace del consumo, principalmente de bienes culturales,
se ubica en un plano de resistencia y oposición al mercado dominante y a lo
políticamente correcto, a través de una poética de lo bizarro y una abigarrada
creatividad sustentada en el collage y el bricolaje.
En segundo lugar, está la posición de Humberto Giannini (1995, citado por
Echeverría, 2005), quien propone el concepto de reflexividad cotidiana para
indicar la vuelta que hacemos a nosotros mismos al regresar a nuestra casa
del mundo y nos encontramos con lo propio y reelaboramos lo traído, “para
así volver al mundo desde nosotros, desde esta elaboración interna, y no desde
un mero anclaje de una nueva información”. Esta reflexividad cotidiana se
apuntala aún más con nuestros vínculos y encuentros sociales a través de la
conversación, la cual nos permite salirnos de la mundanidad dominada por el
consumo y la enajenación para reencontrarnos con el otro y consigo mismo.
En tercer lugar, se encuentran los planteamientos de Rosana Reguillo (2000),
quien considera que si algo caracteriza a los grupos juveniles en condiciones
de exclusión y marginación, provocadas por las prácticas de consumo
canónicas, “es su capacidad para transformar el estigma en emblema, es
decir, hacer operar con signo contrario las calificaciones negativas que le
son imputadas”. Para esta investigadora mexicana, el uso transgresor y la
valoración positiva del consumo de drogas, por ejemplo, o la inversión de
valores dominantes resultan fundamentales para transformar el sentido que
convencionalmente se le asigna al consumo.
5. Para concluir
Las teorías sociales, comprendidas como parte de la comunicación humana,
no pueden sustraerse a su condición de profecías auto-cumplidoras. ¿Hubiera
existido la URSS sin las teorías de Marx y Engels?, ¿El neoliberalismo
económico rampante en el mundo sin las teorías de Friedman y Hayek?, ¿La
DISCURSOS SOBRE LA JUVENTUD O LAS TRIBULACIONES PARA SER LO QUE UNO ES
123

condición posmoderna de la sociedad sin las tesis de Lyotard? Aunque evidentemente
no se puede responder con un no categórico a estas preguntas,
ya que el uso social de las teorías depende de las relaciones de poder en su
conjunto, de las dinámicas internas de cada sociedad y de los regímenes de
control y coerción a los que los individuos están expuestos, sí es un hecho de
que existe una circularidad entre los avances del conocimiento y las prácticas
sociales. Esta circularidad se expresa en que, como las teorías del desarrollo
o las políticas públicas, las teorías producen nuevos hechos que antes no
existían o no eran reconocidos jurídica y socialmente: los y las jóvenes son el
ejemplo perfecto. Y al contrario: los nuevos acontecimientos sociales producidos
como resultado del caos generado por la competencia desigual de las
sociedades industriales en el siglo XIX, obliga a la creación de una categoría
-anomia- que permita regular dicho desequilibrio económico y establecer
regímenes equitativos de mercado y de consumo; es decir, un nuevo hecho
social produce una nueva categoría teórica que, a su vez, se devuelve al
“mundo real” para regular y controlar ese hecho social, volviéndolo canónico
y compartido por toda la comunidad.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
Ahora bien, esta circularidad entre las teorías sociales y la producción o creación
de hechos sociales, no sólo depende de unas condiciones específicas
de cada sociedad, de un caldo de cultivo que esté a punto, sino también de
aquellas agencias -políticas, mediáticas, institucionales, culturales- que cuentan
con las oportunidades de poder hacer uso de estas teorías para ponerlas
en práctica. Son estas agencias las que han promovido socialmente muchas
de los conceptos y categorías de lo joven aquí planteadas. Es fácil deducir,
por ejemplo, que muchos de las tesis configuracionales y prescriptivas de
las teorías del desarrollo o de las políticas públicas han sido asimiladas y
utilizadas con gran éxito por la publicidad, los medios y las tecnologías infocomunicacionales.
No obstante, los aportes de esas mismas teorías, nos
indican que ya existe un arsenal teórico y metodológico, necesariamente
inter y transdisciplinar, lo suficientemente sólido para abordar los mundos y
los modos de vida juveniles como condición para el impulso de un proyecto
político en donde la diferencia y la diversidad no se conviertan en mera retórica
de las políticas públicas de unos gobiernos más interesados en revivir
los lastres del pasado que en proyectarse a un futuro más humano y mejor.
124

_______________________________________________________
Referencias Bibliográficas
Bauman, Z. (1999), “Individualmente pero juntos”. Prefacio En Beck, U. y Beckgernsgeheim,
E. La individualización. El individualismo institucionalizado y sus
consecuencias sociales y políticas. Barcelona, Paidós.
Beck, U. y Beck-Gernsgeheim, E. (2003), La individualización. El individualismo
institucionalizado y sus consecuencias sociales y políticas. Barcelona, Paidós.
Berger, P. y Luckmann, T. (1989), La construcción social de la realidad. Buenos
Aires, Amorrortu.
Bolívar, I. (2006), Discursos emocionales y experiencias de la política. Bogotá,
Universidad de los Andes.
Bruner, J. (1987), Realidad mental y mundos posibles. Barcelona, Gedisa.
Cabrera, O. (1993), La “prostitución infantil” en el centro de Bogotá. Un
ensayo de investigación social urbana. Bogotá, Cámara de Comercio de
Bogotá.
Caputo, V. (1995), “Anthropology’s Silent Others”. A Consideration of some
Conceptual and Methodological Issues for the Study of Youth and Children
Cultures” en Youth Cultures: A cross Cultural Perspective.
Costa, Pérez y Tropea. (1996), Tribus Urbanas. Barcelona, Paidós.
De Certeau, M. (2000), La invención de lo cotidiano. 1 Artes de hacer. México,
Universidad Iberoamericana/Instituto Tecnológico de estudios superiores.
Durand, G. (2000), Lo imaginario. Barcelona, Ediciones de Bronce.
Girola, L. (2005), Anomia e individualismo. Barcelona, Anthopos.
Echeverría, G. (2005), “Jóvenes y nuevos ritos sociales: Construcciones dentro/
fuera de la ciudad del consumo”. En Zarzuri, R. y Ganter, R. (Comp.), Jóvenes:
la diferencia como consigna. Santiago de Chile: Centro de Estudios Socioculturales
CESC.
Escobar, M. R. et al. (2004), Estado del arte del conocimiento producido sobre
jóvenes en Colombia 1985-2003. Programa presidencial Colombia Joven.
Agencia de cooperación alemana GTZ- UNICEF Colombia. Informe Final de
investigación. Universidad Central. DIUC.
Geertz, C. (1996), La interpretación de las culturas. Barcelona, Gedisa.
Hall, S. (1976), “Subculture, Culture and Class”. En Hall, S. y otros (comps.),
Resistance Through Rituals, Hutchinson.
Hebdige, D. (2004), Subcultura. Buenos Aires: Paidós.
Feixa, C. (2006), “Generación XX. Teorías sobre la juventud en la era
contemporánea”. En Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y
Juventud, Vol.4, No 2. Manizales. Colombia.
Gallino, L. (1990), El problema MMMM (Modelos mediados por los media) en
AAVV. (S.C), Videoculturas de fin de siglo. Cátedra.
Le Breton. (1990), El surgimiento del cuerpo en la modernidad. Buenos Aires:
Nueva Visión.
Levi-Strauss, C. (2006), El pensamiento salvaje. México: Fondo de Cultura
Económica.
Linton, R. (1961), Estudio del hombre. México: Fondo de Cultura Económica.
Lipovetski, G. (1986), La era del vacío. Barcelona: Anagrama.
DISCURSOS SOBRE LA JUVENTUD O LAS TRIBULACIONES PARA SER LO QUE UNO ES
125

Jóvenes y derechos en la acción colectiva
126
Londoño Berrío, Hernando, et Al. (2001), “Política criminal y violencia juvenil”, En:
Balance de los estudios sobre violencia en Antioquia:Grupo Interdisciplinario de
Investigaciones Sobre Violencia, Instituto de Estudios Regionales. Medellín, INER,
pp 30-67.
Maffesoli, M. (2005), El nomadismo. Vagabundeos iniciáticos. México Fondo de
Cultura Económica.
___________. (2000), Nomadismo juvenil. Revista Nómadas No. 13. Bogotá.
___________. (1990), El tiempo de las tribus. Barcelona: Icaria.
Margulis, M. (2000), (Ed.), La juventud es más que una palabra. Buenos Aires:
Editorial Biblos.
Margulis M. y Urresti M, (1998), “La construcción social de la condición de
juventud”. En: Cubides H, et al. (Editores), Viviendo a toda. Bogotá, Universidad
Central. DIUC y Siglo del Hombre Editores.
Mattelart, A. y Neveu, E. (2002), Los Cultural Studies. Hacia una domesticación del
pensamiento salvaje. La Plata, Ediciones de Periodismo y Comunicación No. 20.
Merton, R. (1964), Teoría y estructuras sociales. México, Fondo de Cultura
Económica.
Muñoz, G. (2007), Anotaciones del Seminario doctoral sobre jóvenes y culturas
juveniles. Bogotá, Universidad Distrital.
Muñoz, G. y Marín, M. (2002), Secretos de mutantes. Bogotá, Universidad Central.
DIUC y Siglo del Hombre Editores.
Puche, R. (2004), Cambio, Desarrollo. Herramientas y variabilidad. Cali,
Universidad del Valle.
Reguillo, R. (2000a), Emergencia de culturas juveniles. Estrategias del
desencanto. Bogotá: Norma.
__________. (2000b), “El lugar desde los márgenes. Músicas e identidades
juveniles”. En Revista Nómadas No. 13. Bogotá, DIUC, Universidad Central.
Rengifo, H., M. (1999), La madre adolescente en Cali: una mirada crítica a los
programas y políticas de comprensión y solución del problema. Monografía
de sociología. Cali, Universidad del Valle.
Rico de Alonso, A. (1986), Madres solteras adolescentes. Bogotá, Pontificia
Universidad Javeriana, Plaza & Janés Editores.
Romero, F. A., et Al. (2002), Creciendo en el asfalto, niños, niñas y jóvenes
vendedores en las calles de Bogotá. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia,
Unibiblos.
Rubio, M, (1996), “Capital social, educación y delincuencia juvenil en Colombia”.
En: Documentos CEDE, Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico. Bogotá:
Universidad de los Andes.
Ruiz, A., Javier O. (1993), “La sexualidad del joven de la calle”. En: Segundo
Seminario Colombiano de Sexualidad en la Adolescencia. Riesgos, Logros,
Oportunidades. Bogotá.
Sánchez B., E. (2002), La aplicación práctica de la política de reconocimiento a
la diversidad étnica y cultural. Protección a niños, niñas y jóvenes indígenas.
Bogotá, Ministerio de Salud, Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.
Serrano A. J. F. (2004), Menos querer más de la vida. Concepciones de vida y
muerte en jóvenes urbanos. Bogotá, Siglo del Hombre editores, Universidad
Central. DIUC.
Spier, F, (1998), “La teoría del proceso de civilización de Norbert Elias

nuevamente en discusión. Una exploración de la emergente sociología de
los regímenes”. En: Weiler V. et al. Figuraciones en proceso. Santafé de Bogotá,
Fundación Social.
Turbay, C. y Rico de Alonso, A. (1994), “Género, identidad y posibilidades de
la juventud femenina en Colombia”. En: Construyendo identidades: niñas,
jóvenes y mujeres en Colombia. Reflexiones sobre socialización de roles de
género. Bogotá, Fundación para la Libertad Friedrich Naumann-Stiftung, Consejería
presidencial para la juventud.
Yúdice, G. (2007), Nuevas tecnologías, música y experiencia. Barcelona, Gedisa.
Weiler, V. (1998), “Presentación” En: Figuraciones en proceso. Santafé de Bogotá,
Fundación social.
DISCURSOS SOBRE LA JUVENTUD O LAS TRIBULACIONES PARA SER LO QUE UNO ES
127

Parte II
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
128
Acción colectiva
juvenil, redes y rock:
Análisis de narrativas
y experiencias

Jóvenes, acción colectiva y derechos.
129

Jóvenes y derechos en la acción colectiva
130

JÓVENES, REDES Y DERECHOS:
ACCIÓN COLECTIVA
EN EL SISTEMA LOCAL
DE JUVENTUD DE KENNEDY –SLJK-
Juan Carlos Amador Baquiro
Docente e investigador de la Maestría en Investigación Social
Interdisciplinaria y de la Maestría en Comunicación- Educación,
Universidad Distrital Francisco José de Caldas.
Jcarlosamador2000@yahoo.com
Introducción
Es sábado 16 de abril de 2011. La Corporación Ciudad Emphiria, ubicada
en la localidad de Kennedy de Bogotá, está repleta de jóvenes.
A pesar de una intensa temporada de lluvias en todo el país, producto
del fenómeno de la niña, extrañamente es una tarde calurosa. La
alta temperatura se apodera de cada rincón de esta casa que, tras unas tres
décadas de existencia en el furtivo barrio popular conocido como Kennedy
Central, imprime en la mente de vecinos y extraños imágenes de bullicio,
movimiento y rebeldía. Una fachada multicolor que no deja de causar curiosidad
a quien transita por la acera del frente así como dos jóvenes que
entrenan malabares en el antejardín del predio, dan cuenta de un principio
fundamental que enlaza la diversidad y la diferencia de una constelación de
grupos y organizaciones que se sienten parte de un proyecto llamado Sistema
Local de Juventud Kennedy –SLJK-: pensar y actuar en red.
Hay cerca de tres reuniones al tiempo. Un grupo está concentrado en las
pantallas de dos computadores, discutiendo acerca de los contenidos que
131

van a introducir en el blog del SLJK y algunos artilugios virtuales que parecen
divertidos para su público en la Web, el cual, de vez en cuando, merodea la
página principal de este experimento. Otro grupo precisa funciones frente a
un encuentro de jóvenes sobre derechos humanos que tendrá lugar en la
localidad la siguiente semana. El tercero revisa que los recursos y la logística
necesarios para la Feria de la Libre Expresión, la cual será inaugurada al día
siguiente, estén listos en su justa medida.
Sebastián, quien se despide de los demás, anuncia que hará presencia en
algunas estaciones de Transmilenio para repartir plegables sobre la feria,
aprovechando que los sábados en la tarde, según explica, deambulan muchos
jóvenes por Bogotá. Aunque algunos lo toman con calma y disfrutan
cada momento, otros como Omar y Raúl están tensos, tras la cantidad de
detalles aún pendientes por coordinar. Sin embargo, saben que no están
solos enfrentando el desafío, pues los muchachos, tal como ellos mismos les
llaman, están haciendo grandes esfuerzos para que los propósitos trazados
sean alcanzados.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
132
La Corporación Ciudad Emphiria no sólo es el nombre de una casa en
donde opera todo este caos creativo. Se trata de una de las doscientas organizaciones
de Kennedy que hacen parte de la red –SLJK-. La agenda de
Ciudad Emphiria es dinámica y siempre provocadora, al igual que la mayoría
de aquellas organizaciones que constituyen la red. Nació en el año 2002 con
motivo de la experiencia de algunos de sus integrantes en el Consejo Local
de Juventud. Basados en los aprendizajes que les dejó su paso por esta instancia,
no muy autónoma para algunos tras nueve años de pocos resultados
en Bogotá, su consolidación en otros contextos se produjo entre el 2005 y
2010. Durante este tiempo participaron en la caracterización de las organizaciones
juveniles de Bogotá con la Defensoría del Pueblo, y promovieron una
red llamada SEREZ-8, la cual movilizó procesos de formación y reflexión con
líderes estudiantiles. Su protagonismo en los festivales distrital y nacional de
juventud, evento representativo de la acción –política y cultural- juvenil, que
también hace parte de su trayectoria, ha estado motivado por una apuesta
democrática e incluyente, según lo anuncian en su sitio Web 16 .
16 La Corporación ha acompañado trabajos con jóvenes a través de programas como Hip Hop
Hace Mujer, el cual pretende exaltar el papel de la mujer en los cuatro elementos de esta cultura

Por su parte el Sistema Local de Juventud de Kennedy aglutina diversas organizaciones
de jóvenes de la localidad. Además de ser un espacio legítimo en
el que están presentes expresiones con distintos intereses, que van desde la
defensa del ambiente, pasando por la promoción de los derechos humanos,
hasta la difusión de la estética política urbana a través del llamado Stencil, se
constituye en un lugar donde pueden confluir proyectos comunes que no
necesariamente exigen de sus integrantes pensar igual o actuar de manera
uniforme. Política y cultura convergen en la mayoría de sus experiencias,
así como unos estilos de trabajo que implican apuestas éticas por asegurar
que todos tengan la información, que todos puedan participar y que todos
puedan ganar.
Su misión declara tres principios fundamentales que le dan sentido a su
razón de ser. Uno, que los jóvenes sean los actores estratégicos del cambio
en la vida social de la ciudad y el país. Dos, que sus iniciativas estén orientadas
hacia el ejercicio de los derechos. Y tres, que estas acciones propendan
por la construcción digna de sus proyectos de vida. Para tal efecto, buscan
consolidar un escenario articulador de acciones juveniles que pueda dialogar
con instituciones oficiales, Organizaciones No Gubernamentales de interés
juvenil y, hasta con empresas privadas. Lo importante de estas articulaciones
es que aporten al crecimiento intelectual, cultural, social, cívico y/o educativo
bajo el respeto a la libertad, la cual implica capacidad de discernir, interrogar,
conocer y actuar individual y colectivamente.
Compromiso, afectos y estéticas configuran la base de una concepción de
red que no se agota en reuniones formales o eventos conjuntos. Pensar en
red y establecer reglas de juego para la acción mediante intervenciones en el
espacio público, la organización de programas de/para jóvenes y la promoción
de debates con actores e instituciones que diseñan e implementan la
política pública, constituyen una esfera medular en el marco de los mundos
de vida de muchos de estos jóvenes, quienes, día a día, le dedican tiempo
y energía a este proyecto, en medio de sus compromisos académicos, familiares
y personales. Aunque la informalidad, las risas y los lenguajes locuaces
(Break Dance, Mc, Graffity, DJ); el Antiespecista, cuyo objetivo es promover el respeto por los animales
y el anti-taurismo; y el Festival Zona Cero, creado para difundir la cultura hip hop y promover la
conciencia social para estimular la creación artística en los niños y niñas. Disponible en http://www.
ciudademphiria.org/ Consulta realizada el 20 de mayo de 2011.
JÓVENES, REDES Y DERECHOS: ACCIÓN COLECTIVA EN EL SISTEMA LOCAL DE JUVENTUD DE KENNEDY
133

suelen estar presentes en sus actividades, las responsabilidades son asumidas
con mucha seriedad.
Esta forma de interpretar e interpelar la realidad social permite comprender
la emergencia de dos fenómenos importantes, poco visibles para aquellos
que acostumbran a identificar la política con la estructura de partidos políticos,
sindicatos o movimientos radicales. Se trata en primer lugar, de un conjunto
de expresiones que evidencia una forma de reinvención de la emancipación
social en torno a la conquista de derechos; y, en segundo lugar, de
una forma de trabajo que no sólo opera como estrategia o maniobra para
acceder a los recursos locales, esto es, una manera de pensar y actuar a la
que se le ha llamado aquí, provisionalmente, acción colectiva en red, comprendida
como un estilo de vida que indica formas de articulación política y
social bajo nuevas formas de despliegue en la práctica individual y colectiva
de estos jóvenes.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
134
Alrededor de esta experiencia, la cual podría estar extrañamente constituida
por varios acontecimientos al tiempo –prácticas, necesidades, deseos,
emociones-, coincide un interés investigativo procedente de dos entidades
que buscan comprender las posibles formas de articulación entre derechos
y prácticas políticas de jóvenes que cuenten con algún tipo de organización
en Bogotá. Mientras que la Personería de Bogotá tiene como propósito
hacer seguimiento al Acuerdo 125 de 2004 del Concejo de Bogotá, el
cual estableció la Cátedra de Derechos, Deberes y Garantías y Pedagogía
de la Reconciliación con el fin de contribuir a la formación de una cultura
de derechos humanos en Bogotá, la Universidad Distrital, a través del IPA-
ZUD -Instituto para la paz, la pedagogía y el conflicto urbano- pretende
establecer cómo, mediante la vía de la acción colectiva juvenil, es posible
conquistar derechos y fomentar otras opciones de existencia ético-política
en el mundo social 17 .
17 Como se anunció al inicio de este trabajo, el Acuerdo 125 de 2004 del Concejo de Bogotá, el
cual estableció la Cátedra de Derechos Humanos, Deberes, Garantías y Pedagogía de la Reconciliación
para el conjunto de instituciones públicas del Distrito Capital, busca viabilizar espacios, estrategias
y prácticas para fomentar una cultura de derechos humanos en la ciudad. En 2004, a través de
un convenio interinstitucional sucrito entre la Personería de Bogotá y la Universidad Distrital, se inicia
un proceso de acompañamiento y evaluación permanente a experiencias, sectores, instituciones y
actores sociales involucrados con los fines del Acuerdo.

Particularmente este capítulo se ocupa de dar cuenta, hasta donde sea posible,
de la riqueza y la capacidad de creación que reside en los jóvenes de
la localidad de Kennedy. Por esta razón es necesaria una advertencia. La
diversidad y pluralidad de organizaciones y expresiones políticas de los jóvenes
de Kennedy es incalculable, lo que hace difícil cualquier caracterización
o cartografía. Por lo tanto, se ha aprovechado la generosidad de los jóvenes
que lideran el Sistema de Juventud de la localidad (SLJK), quienes, dado el
sentido de su labor y los objetivos que persiguen, permitieron identificar nuevos
rasgos de algo que Boaventura de Sousa Santos (2005) ha denominado
la reinvención de la emancipación social, así como un proceso complejo,
caótico y creativo, asociado a lo que algunos investigadores han llamado acción
colectiva (Aguilera, 2010; Delgado, 2009, Florez, 2010; Melucci, 1999).
En lo que sigue del documento se presentarán tres consideraciones. La primera
expone los referentes metodológicos del estudio, los cuales se sitúan
en la perspectiva cualitativa de la investigación social y en el uso del análisis
narrativo como estrategia para dilucidar los posicionamientos de los protagonistas
del SLJK en torno a la conquista de derechos y la acción colectiva.
La segunda identifica algunas discusiones teóricas necesarias para apoyar la
lectura del fenómeno, alrededor de dos temáticas centrales: los jóvenes en
el contexto de la reinvención de la emancipación social contemporánea; y la
acción colectiva en red y sus vínculos con la conquista de los derechos. Y la
última, da cuenta de algunas revelaciones y hallazgos obtenidos a partir del
trabajo de campo, apelando especialmente a las narrativas y las memorias
de sus protagonistas, pero también a otros registros –textuales, visuales, digitales,
semióticos- en los que se deposita la experiencia de diversas maneras.
1. Referentes metodológicos del estudio
El acercamiento a un fenómeno social que involucra sujetos y grupos, tal
como se aprecia en el SLJK, requiere de, al menos, tres puntos de partida.
Uno, un enfoque de investigación que permita comprender el marco de la
experiencia y los límites de una forma de producción de conocimiento que
no se agota en la interpretación del investigador o en la comprobación de
una teoría. Dos, un método que permita recolectar los datos necesarios para
darle sentido a las exigencias que subyacen del problema de investigación,
de modo que contribuya a la producción de un análisis fructífero. Y tres, unas
JÓVENES, REDES Y DERECHOS: ACCIÓN COLECTIVA EN EL SISTEMA LOCAL DE JUVENTUD DE KENNEDY
135

estrategias de trabajo que, además de participativas, permitan la interacción
con los sujetos y las fuentes de información, alrededor de una apuesta dialógica
capaz de reconocer no sólo las dificultades o las debilidades de la
organización sino también las potencialidades y los mundos posibles que
se ponen en juego a través de cada entrevista, cada conversación grupal, o
en la comprensión de lo que deviene en la organización de las actividades
públicas de la red.
En relación con el enfoque, el cual se ubica en la investigación cualitativa, es
imprescindible precisar varios de sus aportes, aunque es necesario reconocer
también que esta manera de denominar la investigación social en los últimos
años, parece más una declaración de buenas intenciones que una apuesta
epistemológica y política de la realidad, tal como lo han señalado pensadores
de las ciencias sociales que, bien podría ir desde Dilthey hasta Habermas 18 . En
los actuales debates sobre la investigación cualitativa (Vasilachis, 2006) se ha
venido señalando que hacer este tipo de investigación no es un mero ejercicio
de interpretación de la realidad, empleando estrategias e instrumentos como
la entrevista o los diarios de campo, para efectuar las lecturas necesarias y proceder
a categorizaciones en la vía de obtener nuevos marcos explicativos. Al
parecer es necesario reconocer cuatro supuestos que indican la conveniencia
de una imbricación estratégica entre epistemología y metodología.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
136
Basados en Vasilachis (2009), Coffey y Atkinson (2003) y Morse (2003),
estos supuestos pueden sintetizarse así: resistencia a la naturalización del
mundo social; revaloración del concepto de mundo de la vida; tránsito de la
observación a la comprensión; e implementación de una doble hermenéutica.
El primer supuesto hace parte de un debate muy importante de las ciencias
sociales originado por la noción de realidad social que, tempranamente
distinguieron Dilthey y Mannheim, entre otros. Es importante recordar que
Dilthey, como precursor del historicismo, de manera ingeniosa propuso los
términos determinación situacional y asiento en la vida, intentando ofrecer
18 En la perspectiva de Dilthey (1958), la investigación social debe orientarse por el acontecer
humano, atendiendo al criterio de historicidad, esto es, comprender la situación social del pensamiento
a través de un método al que llamó histórico. Por su parte Habermas expresó, a propósito de
su obra Conocimiento e Interés (2007), que el conocimiento en ciencias sociales está influenciado,
además de sus obvias orientaciones intelectuales, por intereses. Estos últimos fueron clasificados por
Habermas en tres: técnico, práctico y emancipador. Desde luego, la hipótesis admite la dimensión
de la subjetividad y de la intersubjetividad en la investigación social.

una base explicativa acerca de la ubicación social de la realidad y del pensamiento.
Por su parte Mannheim acuñó el término relacionismo –en contraposición
al relativismo de Scheler 19 - para dar cuenta de los componentes que delimitan
el conocimiento social, esto es, un tipo de conocimiento que requiere
del análisis sistemático para comprender las bases de su diversidad social,
los intersticios de los grupos sociales que indican su variabilidad a pesar de
estar organizados por clases, así como la utopía, comprendida como una
fuerza dinámica capaz de transformar la propia realidad de la que subyace.
Atendiendo a estas provocaciones planteadas desde los inicios del siglo XX,
atravesadas por una suerte de contraposiciones, rupturas y ratificaciones a lo
largo del tiempo, se puede señalar que este primer supuesto es una importante
contribución a la investigación contemporánea de la realidad social: la
sociedad no es natural y es un producto de la acción humana.
En consecuencia interpretar la realidad social como un proceso de creación
constante de los sujetos, bajo órdenes sociales y matrices culturales en movimiento,
sugiere que la realidad debe ser entendida como una inmanencia
que está situada en medio de prácticas, normas, valores y significados. Este
conjunto de horizontes o vectores de la vida social, superan con creces las
causalidades, las generalizaciones y las predicciones, tal como lo plantearon
Dilthey y Mannheim como iniciadores de la hermenéutica. Comprender
quiénes son y qué hacen los jóvenes del SLJK, exige el abordaje de estos
horizontes, lo que significa transitar junto con ellos, por ese trasegar que
los constituye como sujetos y como red en la cotidianidad, asunto que no
soslaya la presencia de conflictos, valoraciones, deseos y emociones en su
acontecer por la vida.
El segundo supuesto también resulta inspirador. El mundo de la vida –lebenswelt-
tal como lo concibió Edmund Husserl, remite a la existencia de
19 Basados en la introducción del difundido trabajo La construcción social de la realidad (2005)
de los sociólogos Peter Berger y Thomas Luckman, se puede señalar que el relacionismo de Manheim
está relacionado con dos sucesos. En primer lugar, con el papel que jugó su obra, la cual fue
difundida en habla inglesa, para mostrar el valor de la sociología del conocimiento como aporte a la
sociología general. En segundo lugar, más allá de su negativa al relativismo histórico y social, su análisis
sobre la utopía y las ideologías, mostró la necesidad de introducir el mayor número de relaciones
y puntos de vista posibles para investigar correctamente el acontecer humano.
JÓVENES, REDES Y DERECHOS: ACCIÓN COLECTIVA EN EL SISTEMA LOCAL DE JUVENTUD DE KENNEDY
137

condiciones temporales, espaciales, éticas, políticas, estéticas y culturales en
las que tiene lugar la acción humana y sus respectivos posicionamientos 20 .
El mundo de la vida en el terreno de la fenomenología introduce la necesidad
de conocer los aspectos constitutivos de los fenómenos, más allá de la
representación y su intento por hacer presente lo ausente. Por consiguiente
este mundo constituye la circunstancia en la que se dan los procesos de
entendimiento, conducentes a otorgar los recursos necesarios para favorecer
las prácticas y las interacciones que tienen lugar a través de la intersubjetividad
y las estructuras de la vida. Según Vasilachis (2006), éste es un
escenario que ofrece a los actores patrones y opciones para transitar por las
experiencias, mediante un constante trasegar por horizontes que dan cabida
a la existencia con otros, en marcos sociales y culturales en plena ebullición.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
138
En relación con el tercero y último supuestos, aquellos que remiten al tránsito
de la observación a la comprensión, surgen, al menos, dos consideraciones.
En primer lugar, las ciencias sociales contemporáneas, promovidas por debates
que han traído a la palestra perspectivas tales como el cocimiento y el
interés (Habermas, 2007), la investigación de segundo orden (Ibañez, 1990),
la hermenéutica de la acción (Ricoeur, 2004), la interculturalidad crítica (Walsh,
2007) y la hermenéutica diatópica (Santos, 2005), por tan sólo nombrar
algunas, han mostrado que el interprete de la realidad no es sólo un traductor
o un avezado explorador que se atreve a formular explicaciones. El investigador
no puede dedicarse exclusivamente a producir significados acerca de lo
que observa sino más bien debe hacer explícitos los universos de significados
sobre los que cabalgan los sujetos que interpretan, en el marco de una disposición
permanente a participar en la empresa del mundo social.
En segundo lugar, es importante llamar la atención acerca de un suceso contemporáneo
relacionado con el tránsito de la observación a la comprensión
y, consigo, de esa doble hermenéutica que ha de producir el investigador
20 Husserl plantea un método que se funda en lo que denominó experiencia vivida, el cual
representa el fondo de cualquier forma de evidencia en el marco de la fenomenología. Su modo
de funcionamiento depende de la distinción clara y precisa de las diversas estructuras que la constituyen.
Es aquí donde cobra gran importancia el tema y el trasfondo como contenidos esenciales de
los horizontes. El tema –tematización- convoca el paso de lo objetivo a lo intersubjetivo, mientras
que los horizontes no necesariamente son coincidentes en todos los sujetos, pues éstos se sitúan
de acuerdo con las condiciones éticas, políticas, sociales, económicas, culturales que orbitan en las
relaciones sujeto-sujeto y sujeto-objeto, como tiempo vivido.

cualitativo en torno a la complejidad de la realidad social. Se trata de una
profusión evidente de diversos sistemas simbólicos sobre los que navegan
los sujetos y grupos de los inicios del siglo XXI. En particular es evidente que,
en la actualidad, la producción y el uso de sistemas simbólicos de orden textual,
estético, literario, gráfico, multimedial, digital da cuenta de un repertorio
comunicacional que se expande por diversos contextos, canales y dispositivos,
los cuales proporcionan posibilidades de existir, socializar, sensibilizarse
y hasta de producir saberes y formas de legitimación. Se requiere entonces
de criterios así como de estrategias e instrumentos para comprender el funcionamiento,
circulación y reapropiación de dichos sistemas simbólicos en
los que la acción humana es cada vez más mimetizada 21 .
En relación con el método que fue utilizado para este ejercicio, aparece el
análisis narrativo como estrategia y medio para acercarse a la realidad de
unos sujetos jóvenes que apropian el mundo social y ejercen formas vinculantes
en la cotidianidad a través de encuentros, disensos, rituales y proyectos
colectivos. La narrativa no sólo responde a un estilo o a una manera
de describir el mundo. En la perspectiva de Bruner (1991), por ejemplo, los
sujetos ante todo piensan narrativamente y aprehenden el mundo a partir
de diversos recursos socio-culturales y pragmáticos, que van desde la ordenación
de los hechos de la vida mediante estructuras secuenciales hasta el
uso de metáforas, sinécdoques e hipérboles para contar lo que les ocurre en
relación con los otros y con el mundo.
La introducción de la narrativa en la investigación de las ciencias sociales
hace parte de lo que Denzin (citado por Coffey y Atkinson, 2003) ha llamado
giro interpretativo. Al respecto ha sido evidente en las últimas dos décadas
que la narrativa, comprendida como el interés permanente de las personas
por organizar mediante alguna secuencia acontecimientos de su vida social
y/o íntima con el fin de otorgar sentido tanto al propio narrador como a un
público potencial, contiene importantes alternativas para producir la doble
hermenéutica planteada anteriormente. Esto teniendo en cuenta que, en la
21 El planteamiento procede de las consideraciones de Leonor Arfuch (2002), quien observa
cómo los medios visuales y digitales se han convertido en espacios para narrar la vida. A diferencia
de lo que ocurría con otros dispositivos como el diario o la novela, los artefactos pantallizados y sus
lógicas de sentido, provocan nuevas prácticas y subjetividades, tal vez, menos directas y más mimetizadas,
pero en toda cada caso, conducentes a la producción de biografías.
JÓVENES, REDES Y DERECHOS: ACCIÓN COLECTIVA EN EL SISTEMA LOCAL DE JUVENTUD DE KENNEDY
139

narrativa las personas se posicionan de ciertas maneras para contar historias,
coordinar sucesos alrededor de tiempos, espacios y personajes, así como
para dilucidar interpretaciones y reacciones a los hechos que emergen en
estructuras con diversos significados, formatos, contenidos y recursos.
Basados en la propuesta de Coffey y Atkinson (2003) sobre aquello que denominan
análisis narrativo, se puede plantear una sencilla clasificación como
alternativa para disponer de algunos criterios y procedimientos que permitan
comprender la realidad del SLJK. Dentro de esta especie de taxonomía, los
autores norteamericanos proponen dos tipos generales de análisis. El primero
obedece al criterio estructural de la narrativa, es decir, a una configuración
organizada alrededor de aquello que se cuenta, a través de preguntas. Si se
parte que, en una narrativa existen tres momentos –inicio, nudo y desenlace-,
entonces la introducción de algunas preguntas orientadoras puede contribuir
a un reconocimiento riguroso del contenido en su conjunto así: sobre
el resumen (¿De qué trata?), sobre la orientación (¿Qué? ¿Quién? ¿Cuándo?
¿Cómo?), sobre la complicación (¿Entonces qué sucedió?), sobre la evaluación
(¿Y entonces qué?), sobre el resultado (¿Finalmente qué pasó?), y sobre
la coda (Cómo termina la narrativa) (Coffey y Atkinson, 2003:69).
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
El segundo nivel está especialmente ligado a las funciones espacio-temporales
de las narrativas. Se trata del conjunto de acciones sociales implícitas en
los textos, lo que supone apartarse de la estructura lingüística de la narrativa
y acercarse más a los universos socio-culturales que configuran los contextos
en los que ésta tiene lugar. Generalmente las narrativas individuales están
situadas dentro de interacciones particulares y en el marco de discursos y
prácticas institucionales, culturales y/o sociales específicos. Para tal efecto
esta mirada a las narrativas, más contextual que estructural, puede apelar
a relatos de éxitos moralizantes, narrativas al estilo crónica, y etno-poéticas
(Coffey y Atkinson, 2003:75). Aunque esta delimitación puede resultar arbitraria,
es bastante útil en tanto responde a la necesidad de reconocer en los
contenidos de las narrativas, con fines de investigación, el entrecruzamiento
permanente de las funciones de identidad, de rememoración, de evaluación
moral, de interpelación, de acomodación en estructuras organizacionales, de
compromiso social, y de entretenimiento, que opera en la vida social 22 .
140
22 Algunas de estas funciones de las narrativas proceden de los trabajos de Cortazzi (1993),

En el tratamiento de los relatos de éxitos morales el investigador debe analizar
los múltiples recursos utilizados por el narrador para mostrar la magnitud
de sus éxitos y la superación de un conjunto de obstáculos que le
han permitido llegar a sus metas. Desde luego, es algo que tiende a ocurrir
bajo la presencia, casi obligada, de una moraleja que le facilita proceder a
la inclusión de cierres moralizantes. Por su parte la narrativa como crónica
es una estructura ordenada de sucesos en la que el protagonista se permite
hacer profundizaciones y matizaciones, atendiendo a valoraciones y juicios.
En algunas ocasiones la crónica puede estar intervenida por dimensiones
estructurales y arreglos sociales que se evidencian en la narrativa, pero que
escapan del control del protagonista. En suma la idea de crónica, es planteada
por Coffey y Atkinson (2003) como una tipología narrativa más compleja
en tanto exige transitar por textualidades e intertextualidades, así como por
narrativas colectivas y autobiográficas.
Finalmente la etno-poética alude a la función socio-cultural de la narrativa
como medio para construir y compartir valores culturales, significados y experiencias
personales. Parte de la identificación de expresiones y palabras que
adquieren fuerzas autónomas en la vida social y cultural a través de los usos
y apropiaciones efectuados en los contextos de la acción. El mayor reto para
el investigador es comprender la lógica en la que son empleadas metáforas,
hipérboles y analogías en la vida de un grupo social o de una institución, en
los momentos de producción y de ocio, o simplemente en torno de aquello
que autores como Lakoff y Johnson (1980) denominan metáforas en la vida
cotidiana. Dentro de esta tipología lo socio-cultural, lo lingüístico y lo literario
se funden alrededor de una estilística, cuya narración también da cuenta de
los acontecimientos y del devenir de los sujetos y los grupos que, en el día
a día, se ven enfrentados a problemas, deseos y conflictos.
En términos procedimentales se optó por un análisis narrativo de segundo
orden, es decir, contextual. Esto significa que, en la aproximación registrada
a las dinámicas y formas de asociación del SLJK, se procedió a analizar las
tramas de significación producidas por estos jóvenes en sus roles frente a
la organización, pero también en los universos de sentido que subyacen
de su vida personal. Aunque no se apeló a la autobiografía en su rigor
JÓVENES, REDES Y DERECHOS: ACCIÓN COLECTIVA EN EL SISTEMA LOCAL DE JUVENTUD DE KENNEDY
Presto (1978) y Toelken (1969), referenciadas en Coffey y Atkinson (2003).
141

metodológico, generosamente los jóvenes que participaron del ejercicio
accedieron a narrar su experiencia en tres niveles: desde lo que hacen
colectivamente, desde lo que desean, y desde lo que les afecta. A través
de esta distribución de puntos de vista sobre los posicionamientos de los
protagonistas, se consideraron también tipologías narrativas como el cuento
moral, la crónica y la etno-poética en sus posibilidades analíticas, de
tal suerte que permitiera algunas aproximaciones al desafío de la doble
hermenéutica.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
Los sujetos que participaron del estudio fueron Omar Ávila y Raúl Moreno.
El primero es un joven de 21 años quien dirige el componente de comunicación
del SLJK. Estudia filosofía en la Universidad Nacional de Colombia y,
desde muy temprano, en su época de colegio, se vinculó a organizaciones
juveniles de la localidad a través de la defensa del ambiente y del territorio.
Además de administrar el sitio Web de la red, tiene la tarea de coordinar
acciones para que toda la actividad del sistema llegue al mayor número de
jóvenes posible. Desde el principio se mostró interesado en participar de
esta indagación y sus aportes fueron extraordinarios. Por su parte Raúl es el
líder de toda la organización y uno de los más experimentados del grupo.
Además de narrar lo que hace y lo que piensa con gran naturalidad, tiene
una capacidad de escucha poco usual en las personas de su edad. Su habilidad
para dialogar con los demás y reconocer la importancia de sus aportes
ha contribuido a la obtención de gran legitimidad en el grupo promotor del
SLJK.
Finalmente conviene señalar en esta breve descripción metodológica, que
las narrativas no sólo estuvieron presentes en la voz de Omar y Raúl. La
necesidad de acceder a otros canales, soportes y contextos por donde fluyen
narrativas dotadas de sistemas simbólicos diversos, pero también complejamente
difusas, hizo que los espacios virtuales del SLJK, en particular
el blog y su sitio Web, también fueran motivo de análisis. La exploración
de estos escenarios permitió evidenciar posicionamientos de otros sujetos
que participan esporádicamente en el sistema y, a la vez, reconocer formas
de acción colectiva en red que introducen nuevas prácticas políticas, otras
formas de agregación y asociación, y nuevas expresiones de la emancipación
social.
142

2. Jóvenes, emancipación social y acción colectiva:
aproximaciones conceptuales
No hace falta remitirse a la historia de los jóvenes en América Latina y en
Colombia para afirmar que juventud y política constituyen un binomio central
en la configuración, siempre tensional y paradojal, de las fuerzas instituidas
e instituyentes de cualquier sociedad. De hecho luchas políticas recientes,
como las efectuadas en el Medio Oriente y en España durante el año 2011,
han contado en sus bases y en sus orientaciones democráticas (anti-plutocráticas
y anti-monárquicas) con caudales de jóvenes, quienes, además
de enfrentar los ejercicios de poder más deplorables, se han congregado
creativamente alrededor de proyectos comunes. Aunque seguramente no
han sido formados como cuadros de un partido, de una organización de
izquierda, o de alguna facción antiimperialista, sus posiciones son profundamente
revolucionarias y expresan formas distintas de ejercer la lucha política
contemporánea.
Pese a las restricciones, el uso de tecnologías de la información y la comunicación
para atraer públicos diversos con necesidades similares, la conformación
de agrupaciones que viven sucesos atravesados por emociones y
utopías, así como la capacidad para intervenir en la sociedad apelando a
diversos sistemas simbólicos en los que se funden política, ética, estética y
cultura, entre otras expresiones emergentes, dan cuenta de la existencia de
dos condiciones histórico-culturales que fueron anunciadas al inicio de este
texto: la reinvención de la emancipación social, y la acción colectiva en torno
a la conquista de los derechos.
Si bien las circunstancias de los jóvenes que conforman el SLJK son distintas
a las de los jóvenes españoles o a los del Medio Oriente, es importante reconocer
que aquello que subyace en cada práctica, en cada ritual, y en cada
narrativa de estos sujetos es la constitución de una política menor, una micropolítica
que no pretende emular las lógicas de la política en su adscripción
partidista u oficial 23 . Su mayor fortaleza no es la homogeneidad sino la dife-
23 Al respecto es importante remitirse a los planteamientos de Hardt y Negri (2004) sobre Multitud
y de Mauricio Lazzarato (2006) sobre la neomonadología. Como se observará más adelante,
sus argumentos se centran en el valor de lo común más que de la identidad o de la unidad para
enfrentar el escenario de las sociedades de control. La fortaleza de la multitud y de las nuevas mó-
JÓVENES, REDES Y DERECHOS: ACCIÓN COLECTIVA EN EL SISTEMA LOCAL DE JUVENTUD DE KENNEDY
143

encia y la oportunidad de querer hacer algo en el orden lo posible. El interés
por fomentar debates públicos alrededor de proyectos de ley que puedan
afectar a niños, niñas y jóvenes, por explorar posibilidades de articulación
entre organizaciones con intereses diferentes, por promover actividades que
recuperen la lúdica y el juego en una generación que ha crecido en medio
de la desesperanza, por la reflexión y la acción transformadora en diálogo
con la política pública, son entre otras, los indicadores de una apuesta en la
cual la política se vuelve cultura y, a su vez, la cultura se vuelve política (Álvarez,
Escobar y Dagnino, 2003).
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
En términos del objeto de estudio que ocupa este ejercicio de investigación,
esto es, el correspondiente a las formas de agenciamiento que son creadas
por un grupo de jóvenes que actúa en red a través de la puesta en escena
de saberes, prácticas y voluntades, es necesario explorar dos aproximaciones
cercanas a la teoría social contemporánea. En primer lugar, se abordará el
papel de los jóvenes en el contexto de la reinvención de la emancipación,
la cual, según Boaventura De Sousa Santos (2005), supone una práctica
investigativa capaz de trabajar alrededor de una sociología de las ausencias
y otra de las emergencias. Mientras que la primera aspira a develar aquello
que ha sido negado por la cultura hegemónica con el fin de identificar sus
potencialidades para proceder a la emanación de posibilidades, la segunda
aboga por la superación de las lógicas de no existencia –en el marco de los
sistemas dicotómicos de la cultura hegemónica- con el fin de ejercer alternativas
para crear futuros posibles.
En relación con la acción colectiva como un tiempo-lugar en el que confluyen
las prácticas políticas de nuevas expresiones sociales y culturales, a partir de
los planteamientos de Óscar Aguilera (2010), Juliana Flórez (2010) y Ricardo
Delgado (2009), se puede señalar que ésta es producto del agotamiento
de la matriz estado-céntrica que ha acompañado a la sociedad moderna
por cerca de dos siglos. Seguramente esta hipótesis es cercana a aproximaciones
anteriores, entre ellas, por ejemplo, a la teoría de la despolitización
(Tenzer, citado por Delgado, 2009), al planteamiento sobre la política en
tiempos de incertidumbre (Uribe, citada por Delgado, 2009) y al concepto
de nuevos movimientos sociales (Melucci, 1999). Estas formulaciones, por
144
nadas reside en la diferencia y la singularidad como insumos para la creación.

supuesto, nada homogéneas, además de introducir las dimensiones cultural
y relacional de la sociedad contemporánea en la acción colectiva, también
consideran que, dentro de esta nueva matriz socio-céntrica, los jóvenes tienen
un lugar protagónico.
2.1 Los jóvenes en el contexto de la reinvención
de la emancipación social
En el contexto de la constelación de expresiones que adquiere las luchas
contemporáneas, es claro que se están produciendo varios acontecimientos
que indican la presencia de nuevas agencias políticas, una incorporación progresiva
de la cultura y de la estética en estas prácticas, así como la eclosión
de sistemas de saber emergentes que no alcanzan a ser comprendidos por
el mundo occidental en su acepción moderno-colonial 24 . Esta asimetría es
producida por la presencia de un sistema dicotómico, propio de la cultura
hegemónica, en el que aquella figura opuesta al hombre, varón, blanco, burgués
e ilustrado no es tratada como diferente en sí misma para ser valorada
-lo que implicaría el ejercicio de la alteridad-, sino que es considerada como
inferior en sí misma, lo que conduce a su subalternización. Es de recordar
que cualquier proceso de subalternización termina por desactivar social y
políticamente a quienes ingresan en estos órdenes sociales de exclusión y
de desigualdad (Santos, 2003).
Además de las mujeres, los indígenas/mestizos/afrodescendientes, las personas
en condición de discapacidad, los niños y niñas, y los ancianos, los
jóvenes han sido subalternizados en virtud de una condición ontológica aparentemente
invadida por su inestabilidad e impulsividad naturalizadas. La
subalternización trae consigo el control social y la gubernamentalidad (Foucault,
2005) mediante la jerarquización introducida en los sistemas de conocimiento,
las instituciones del Estado y los dispositivos de los que se vale
el capitalismo en sus propósitos de concentración de capital y de expansión
24 Apoyados en Arturo Escobar (2005) y los planteamientos procedentes del grupo Modernidad/
Colonialidad, también conocido como Giro Decolonial, se puede señalar que son cuatro los elementos
centrales del análisis que efectúan al carácter colonial de las sociedades occidentalizadas que
pasaron por experiencias de subalternización y subordinación: colonialidad del poder (Dussel, 2005;
Grosfoguel, 2007; Mignolo, 2008), colonialidad del saber (Lander, 2005; Castro- Gómez, 2007),
colonialidad del ser (Maldonado-Torres, 2007) y colonialidad de la naturaleza (Walsh, 2007).
JÓVENES, REDES Y DERECHOS: ACCIÓN COLECTIVA EN EL SISTEMA LOCAL DE JUVENTUD DE KENNEDY
145

global 25 . Por esta razón la figura del joven ha quedado supeditada a la exclusión,
el desarraigo y la violencia en la mayoría de las regiones del mundo.
Un repaso por el informe de la CEPAL (2004) sobre la juventud en Iberoamérica
constata la existencia de seis paradojas/tensiones, las cuales resultan
de gran utilidad para comprender este fenómeno de subalternización del
que han sido objeto los jóvenes. Se trata de unas conquistas parciales en el
orden de la visibilización social y de la apropiación de formas de comunicación,
pero, a la vez, de la existencia de una precarización progresiva, asociada
a sus condiciones de existencia y las medidas que, sobre ajuste estructural,
fueron introducidas en la región desde finales de la década del ochenta. De
acuerdo con Martín Hopenhayn, et al, (2004), éstas son 26 :
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
146
> > Más acceso a la educación y menos acceso al empleo: los
jóvenes de hoy han adquirido mayor acceso a la educación y
mayores niveles de escolarización y de titulación que generaciones
anteriores. Sin embargo, paradójicamente, duplican y
triplican el índice de desempleo en relación con esas generaciones.
Aunque este es un tema que amerita un marco de
análisis más profundo, se puede señalar que esta situación
obedece a la precarización del empleo en el marco de las políticas
globales de ajuste estructural, traducidas en el modelo
neoliberal 27 , así como a una educación que se expande en el
25 Las referencias sobre capitalismo inmaterial de Hardt y Negri (2004), así como los planteamientos
sobre las sociedades de control de Gilles Deleuze (2006), pueden resultar útiles para la
comprensión de este fenómeno. No obstante, es posible una aproximación distinta a través de los
planteamientos de Walter Mignolo (2008), quien ha desarrollado la categoría globalismo transnacional.
26 El listado es tomado, con algunas variaciones, del estudio de la CEPAL y de la Organización
Iberoamericana de la Juventud, sobre Jóvenes en Iberoamérica, en términos de sus tendencias y
urgencias (2004).
27 Al respecto es importante una aproximación al Consenso de Washington, referente fundacional
de esta tendencia global. El Consenso de Washington es un listado de políticas económicas, planteadas
en 1990 por los organismos financieros internacionales y centros económicos con sede en
Washington, cuya base está en las formulaciones de John Williamson, quien propuso a partir de la
reconfiguración geopolítica y económica del mundo capitalista de la época, un programa económico
para los países latinoamericanos. Dentro de los puntos del programa se destacan: la disciplina fiscal,
el reordenamiento de las prioridades del gasto público, la liberalización del comercio internacional, la
liberalización de la entrada de inversiones extranjeras directas, la privatización, la desregulación, y los
derechos de propiedad.

tiempo y se incorpora en las especialidades de la sociedad
pos-industrial, fenómeno en el que quedan excluidos aquellos
que por variables socio-económicas y de violencia no pueden
acceder a la educación superior.
> > Más acceso a la información y menos acceso al poder: varios
estudios revelan que los jóvenes tienen mayor acceso a la información,
en la perspectiva del uso de redes de información
y otras aplicaciones de la Web que otros grupos poblacionales.
No obstante, suelen apartarse de los procesos y actividades
de toma de decisiones a través de las instituciones del Estado.
Si bien esta es una circunstancia propia del agotamiento de
la matriz estado-céntrica aludida, también es cierto que, en el
marco de las reglas de juego vigentes, pierden posibilidades de
incidencia social y política.
> > Más expectativas de autonomía y menos opciones de materializarla:
la incorporación de los jóvenes en la esfera de la
sociedad de la información contrasta con la postergación de
su proyecto de vida y de una vida autónoma. En las actuales
circunstancias, los jóvenes, aunque adquieren formas más
directas de vinculación a la sociedad posmoderna en sus dimensiones
técnicas, comunicacionales y académicas, su frustración
se evidencia al encontrar restricciones de autonomía,
de proyectos productivos propios y de escenarios para la toma
de decisiones.
> > Mejor provistos de salud pero menor reconocidos en su morbimortalidad
específica: según estudios de la Organización Mundial
de la Salud y de algunas Organizaciones No Gubernamentales,
aunque se ha expandido la atención en salud a diversas
poblaciones mediante sistemas contributivos y/o subsidiados,
en las dos últimas décadas ha habido una mayor propensión
de los jóvenes a adquirir un perfil más agudo de morbi-mortalidad,
caracterizado por un incremento sostenido de mayor
prevalencia de accidentes, agresiones físicas, uso de sustancias
psico-activas, enfermedades de trasmisión sexual, embarazos
no deseados y precoces, entre otros.
JÓVENES, REDES Y DERECHOS: ACCIÓN COLECTIVA EN EL SISTEMA LOCAL DE JUVENTUD DE KENNEDY
147

Más movibles pero más afectados por trayectorias migratorias
inciertas: las restricciones de empleo, ingresos y desarrollo personal,
sumados a factores de expulsión de zonas originarias
por motivos relacionados por el control de las mafias y de los
grupos armados, plantean el problema migratorio como uno
de los asuntos más complejos de inclusión/exclusión social de
las últimas décadas. Son los jóvenes los que hoy enfrentan los
más difíciles procesos de exclusión por migración, al no tener
la plena ciudadanía, no acoger las reglas establecidas para el
empleo, o no asimilar otra cultura. La reciente ley de Arizona en
los Estados Unidos ilustra esta situación.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
> > Expansión del consumo simbólico y restricción del consumo
material: la democratización de la imagen convive con la restricción
del ingreso. Esto significa que, a la par con un mayor
acceso a la comunicación y diversos sistemas simbólicos como
la estética, el cine, el performance, entre otros, las posibilidades
de consumo de bienes materiales básicos, comprendidos
como aquellos que posibilitan mejores condiciones de vida y
medios para el pleno ejercicio de los derechos, son cada vez
menores. Los indicadores de desarrollo humano, aunque problemáticos
dada su estructura técnica, han sido un instrumento
ilustrativo para registrar esta realidad.
Los aspectos constitutivos de cada una de estas condiciones sugieren que
los procesos de precarización progresiva de los que son objeto los jóvenes
de la región, deben ser comprendidos más allá de la fatalidad del tiempo
presente o de las debilidades políticas de éstos para agenciar transformaciones
estructurales y derechos. Atendiendo a los planteamientos de Santos
(2005), este cuadro histórico-cultural refleja el ejercicio de la subordinación
de los otros –minoritarios, carentes, residuales, inferiores, ignorantes-, asumidos
como aquellos que se encuentran en los márgenes y en los lugares
de la abyección. Han sido ubicados en este espacio-tiempo a través de la
incorporación de fuerzas de constitución, expresadas en órdenes sociales y
matrices culturales, articuladas alrededor de la razón indolente.
148

La razón indolente es una forma particular de pensar el mundo y actuar
sobre él 28 . Reside en la configuración de una cultura y un estilo de pensamiento
que descansa en cinco lógicas: el posicionamiento de la monocultura
del saber como un sistema de conocimiento que, tras su presunta neutralidad,
universalidad y validez, se permite la intervención y el control social;
la imposición de la monocultura del tiempo, determinación que conlleva al
posicionamiento de nociones como progreso y desarrollo en la vía de las
secuencias, las cronologías y la linealidad; el establecimiento de una lógica
de clasificación social que incluye sujetos, sociedades y culturas, mecanismo
sobre el cual se ha instalado un sistema de naturalización de la dominación
por raza, sexo y edad; la introducción de una lógica de escala dominante
en la que lo local ha quedado supeditado a lo global; y la incorporación de
una lógica de crecimiento económico, apoyada en el posicionamiento de
nociones como desarrollo en sus diversas acepciones -sostenible, humano,
social-. Veamos:
En relación con el primer problema, el de la configuración de una monocultura
del saber que introdujo la ciencia moderna y la alta cultura como marco
explicativo de la realidad social, sus principales propósitos fueron constituirse
en el canon y fomentar intervenciones sociales. Para tal efecto la legitimación
de un sistema de conocimiento único, centrado en la razón dualista 29 ,
contribuyó a la negación y la subalternización progresiva de otros sistemas
de conocimiento, así como a instaurar verdades sobre la sociedad y cultura,
conducentes a la naturalización de la inferioridad de sociedades, pueblos y
culturas. La literatura al respecto es prolífica: los escritos antropológicos de
Kant en los que plantea que los más humanos son los blancos; el darwinismo
social de Spencer; la eugenesia de Galton; las teorías del desarrollo estructural
onto-genético del niño; las invariantes culturales de la antropología
estructural; la teoría de las dos culturas; la ortopedia social; los procesos de
modernización del Estado; la teoría del desarrollo económico en la Latinoa-
28 Según Boaventura De Sousa Santos (2005), la razón indolente tiene, a su vez, otras razones
que le son constitutivas: la razón impotente, la razón arrogante, la razón metonímica y la razón proléptica.
Son abordadas en el marco de su difundida tesis sobre la sociología de las ausencias y la
sociología de las emergencias.
29 En la perspectiva de Descartes (2005) los dualismos (sujeto-objeto, espíritu-cuerpo, universalparticular)
son los componentes centrales de la percepción clara y distinta, proceso del espíritu que le
permite al hombre enfrentar la falsedad, representada en el genio maligno, los sueños y los sentidos.
JÓVENES, REDES Y DERECHOS: ACCIÓN COLECTIVA EN EL SISTEMA LOCAL DE JUVENTUD DE KENNEDY
149

mérica de los setenta; el choque de las civilizaciones promovido por el norte
en los noventa; el multiculturalismo multilateral en su acepción asimiladora;
las retóricas del capital humano; el desarrollo sostenible agenciado por sectores
de la agro-industria y la minería transnacional; la responsabilidad social
empresarial, entre otros.
Por su parte la monocultura del tiempo lineal alude a una forma de intervenir
la realidad social, auspiciada por vías secuenciales sobre las que descansa el
ideal del progreso. Para el tiempo occidental las cronologías y el orden de las
temporalidades bajo un único registro, en sus acepciones de larga, mediana
y corta duración son la base de la totalidad y de la plenitud. El progreso, tal
como ha sido concebido por la cultura hegemónica, reduce el tiempo, coloca
el presente en un intersticio de fugacidad permanente, aplaza las potencialidades
del aquí y el ahora hacia el futuro, y no proporciona alternativas para
su construcción. La existencia de condiciones en el tiempo presente que
no responden a lo contemporáneo, tales como el mundo rural, las cosmovisiones
indígenas o afrodescendientes, prácticas divergentes de jóvenes,
mujeres y niños en la vida cotidiana constituyen para la cultura hegemónica
lo residual, entendido como la no contemporaneidad de lo contemporáneo
(Santos, 2005). Primitivos, atrasados y premodernos trazan la línea de una
subalternización que se vuelve condena 30 .
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
150
La tercera premisa tiene que ver con la lógica de clasificación social con la
que opera la razón indolente. Se trata de la implementación de tecnologías
de organización de las poblaciones, apoyada en la gubernamentalidad (Foucault,
2005), las políticas macrosociales, la intervención de los anormales
(Foucault, 2001), la asistencia a los más pobres, o la introducción de narrativas
de la identidad nacional, al estilo de la comunidad imaginada (Anderson,
1991) con fines de control social. Lo útil de estas taxonomías para la
cultura hegemónica, es que naturalizan las diferencias, no en la perspectiva
de la alteridad sino en el interés de anclar jerarquías sociales, económicas y
culturales. De esta manera, los procesos de clasificación se vuelven eficaces,
al posicionar la noción de un inferior quien, además de permitir la gestión
30 Al respecto es importante recordar el planteamiento de Frantz Fanon (2003) sobre los Condenados
de la tierra. El colonizado adquiere un estilo de vida que está más cercano a la muerte que a
la dignidad humana. Esa condición se vuelve habitual y lo acompaña en su cotidianidad.

de su propio cuerpo, sus espacios y sus temporalidades, se vuelve incapaz
de construir alternativas. Es un modelo de sociedad que va más allá de la
distinción de clases sociales o las contradicciones por el capital. Mientras que
la desigualdad es gestionada por la vía económica de la acumulación de capital,
la exclusión se agencia mediante la discriminación y la estigmatización
del otro como inferior en sí mismo (Mignolo, 2008; Santos, 2003).
La cuarta premisa se inscribe en la lógica de la escala dominante, orientada
por el espacio y el territorio. A partir de la noción de globalismo transnacional
(Mignolo, 2008), se puede señalar que lo local es un escenario que queda
supeditado al trabajo, la tradición y la subalternidad, mientras que lo global es
un espectro arrasador que se instala en las narrativas de la historia, el capital
y el espacio. Bajo el orden geopolítico de la globalización hegemónica y su
plataforma neoliberal actual, lo local supone la existencia de un lugar que
puede ser explotado, que siempre estará disponible para contratar mano
de obra barata, y que es en sí mismo un mercado efectivo. Se trata de un
mundo de servidumbre que se subordina a la fuerza global del progreso y
el desarrollo. Esta escala dominante en las nuevas modalidades de relación
social, económica y cultural, entre lo local y lo global, opera mediante los TLC
y, de esta manera, el territorio funge como recurso y medio para garantizar
“la libertad” de acceder a la propiedad privada 31 , al mejor estilo de los protectorados
de los siglos XIX y XX.
Finalmente la razón indolente encuentra en la lógica del crecimiento económico
una manera particular de establecer la relación entre el desarrollo y la
acumulación capitalista. Pese a las redefiniciones realizadas en las últimas
dos décadas por cuenta de la comunidad internacional y de los organismos
multilaterales, al anunciar otros caminos para el desarrollo, tales como el
desarrollo humano y el desarrollo sostenible, el crecimiento continuo del
PIB en muchos países del mundo no se ha traducido en mejores condicio-
31 En el Ensayo sobre la riqueza de las naciones Adam Smith destaca que, el capitalismo originalmente
se funda en la individualidad, la competencia, y la ley de la oferta y la demanda (1937), de
tal modo que las libertades y los derechos, en el marco de la ideología liberal de los siglos XIX y XX,
son logrados en la medida que los miembros de la sociedad se incorporen a las fuerzas del mercado,
ya sea en su rol de trabajadores o en su condición de consumidores. Basado en esta afirmación,
Marx lanza una dura crítica al concepto de libertad, propiedad privada y explotación de la naturaleza
que plantea el liberalismo, para emprender el análisis del capitalismo en su difundida Introducción
general a la crítica de la economía política (2004).
JÓVENES, REDES Y DERECHOS: ACCIÓN COLECTIVA EN EL SISTEMA LOCAL DE JUVENTUD DE KENNEDY
151

nes de vida, alternativas para la autonomía económica de las personas, o
posibilidades de trabajo y empleo dignos. Esta quinta premisa busca anclar
al improductivo, desempleado, dependiente, en una zona de vacío caracterizada
por su desactivación política y social. La consolidación de esta lógica
es lograda, una vez las fuerzas de configuración económica y su ortodoxia
neo-institucional, ubican las prácticas cooperativas, solidarias y colectivas en
el lugar de la improductividad y de los anacronismos.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
152
Basados en estas cinco lógicas histórico-culturales, a la luz de las formulaciones
de Santos (2005), comprendidas como la base explicativa para delimitar
la sociología de las ausencias, es necesario identificar ahora los elementos
que configuran la sociología de las emergencias. Al respecto es importante
recordar que esta sociología tiene tres atributos: es un manera de comprender
cómo se están llevando a cabo las luchas contemporáneas alrededor de
la reinvención de la emancipación social; es la constitución de una nueva
totalidad que se soporta en las diferencias y las divergencias de sus partes;
y es una fuerza en la que se disloca la relación dicotómica de la cultura hegemónica
para proceder a la creación. En el contexto de estas emergencias,
los jóvenes adquieren un lugar central y, en medio de la porosidad de sus
adscripciones identitarias, muestran cómo es posible superar las lógicas de
no existencia administradas por los sistemas dicotómicos. La conquista de los
derechos en los jóvenes hoy, pasa por la conformación de ecologías de saberes,
de temporalidades, de reconocimientos, de trans-escalas y de productividades
alternativas, que requieren ser comprendidas en sus luces y sombras.
La ecología de saberes es uno de las conquistas más importantes del tiempo
presente en la región. Se trata de la sustitución de la monocultura del saber
científico por el diálogo de un conjunto de saberes diversos, procedentes
de una revaloración progresiva que está teniendo lugar en la escena social y
política contemporánea. Al respecto los jóvenes están realizando contribuciones
de gran trascendencia, al producir, apropiar y hacer circular saberes relacionados
con la estética, la cultura, la comunicación, el territorio y sus derechos.
Aunque no necesariamente éstos aluden a los conocimientos propios
de la ciencia, los saberes que emanan de la vida cotidiana constituyen una
potencia que abre posibilidades de acción. El interés por construir espacios
de socialización y de formación (Delgado, 2009), hace que una amalgama
de lenguajes, expresiones y movimientos orienten formas de acción en la vía
de la conquista de sus derechos.

La ecología de temporalidades refiere a la capacidad de los sujetos y grupos
por reconocer otras temporalidades que contribuyan a la construcción de
mundos posibles. Esta ecología busca comprender las lógicas de funcionamiento
histórico-cultural de tiempos distintos al occidental-cristiano. En algunas
culturas las temporalidades no secuenciales orientan la vida en comunidad
y configuran planos de existencia que armonizan al hombre consigo
mismo, con los otros y con la naturaleza, tal como ocurre en la mayoría de
comunidades indígenas y afrodescendientes de América Latina. Las temporalidades
no lineales, instaladas por algunos grupos sociales, no necesariamente
rechazan otras lógicas de vivir el tiempo. Al respecto los jóvenes
buscan dilatar el presente al observar con escepticismo el futuro (Valenzuela,
2009). Aunque esta posición ha sido recurrente en la historia de la juventud
(Feixa, 2001), el interés por vivir el presente y no fungir como una entidad
abstracta que se está preparando para el futuro, constituye una potencia para
la emancipación social. Para Ernest Bloch 32 , el todavía no es una oportunidad
para construir una conciencia anticipada, orientada hacia lo posible.
La ecología de los reconocimientos, por su parte, invita a proceder a través
de la invención de mecanismos que superen la diferencia como desigualdad
y dominación del otro. La deconstrucción de las diferencias en esta ecología
exige la creación de sistemas de reconocimiento recíprocos y la disolución
de las jerarquías. Las agregaciones producidas por los jóvenes, atendiendo
a motivaciones coyunturales o estructurales, frecuentemente adquieren tres
condiciones: la generación de vínculos socio-afectivos ligados a sentimientos
morales y la emocionalidad (Nussbawm, 2006); las adscripciones basadas
en referentes culturales y estéticos (Reguillo, 2000); y la construcción de
pertenencias y valores compartidos (Delgado, 2009). Aunque la violencia y
el desarraigo han sido también objeto de algunas hipótesis en los estudios
de juventud (Perea, 2007), asunto que no hay que perder de vista, es importante
señalar que estas manifestaciones abren otro camino posible en la
vía de la reinvención de la emancipación social.
32 Ernst Bloch (1977) propone el todavía no y el aún no como una respuesta a la filosofía
moderna, la cual se basó, a lo largo de los últimos tres siglos, en la lógica del todo y de la nada.
Bloch considera en su Principio esperanza que es imprescindible dilatar el presente para construir
el futuro. Ampliar el presente significa construir futuros de posibilidades plurales y concretas, utópicas
y realistas.
JÓVENES, REDES Y DERECHOS: ACCIÓN COLECTIVA EN EL SISTEMA LOCAL DE JUVENTUD DE KENNEDY
153

La cuarta ecología, la correspondiente a la de trans-escalas, cuyo propósito es
lograr que lo local sea des-globalizado y posicionar lo local como el epicentro
de la acción social para agenciar la globalización anti-hegemónica, adquiere
importantes implicaciones si se toma en cuenta la experiencia de muchos
jóvenes. El valor de un nuevo trazado de cartografías sociales en el que sea
posible ejercer articulaciones locales, tendientes a la defensa del territorio y
del ambiente, encuentra en la iniciativa de muchas organizaciones de jóvenes
una base prometedora. Los sentidos de pertenencia, en muchas ocasiones,
están atravesados por lo que Arturo Escobar (2005) llama la política
de lugar. Se trata de comprender cómo las personas practican lo local en lo
global, participando de diversas estrategias –desde iniciativas para defender
el entorno hasta la participación en redes transnacionales y diálogos sur-sur-,
cuya base es el diálogo de saberes, la creación colectiva, el aprendizaje cooperativo
y otras maneras de constituirse como diáspora en torno a la cultura.
Este aspecto es corroborado por Delgado (2009:133), al señalar que las interacciones
y pautas de identificación de los jóvenes, pasan necesariamente
por modos de transitar, habitar y apropiar el territorio.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
154
Finalmente la ecología de productividades busca recuperar sistemas alternativos
de producción, caracterizados por sentidos y valores compartidos
que se cristalicen en prácticas solidarias y cooperativas, capaces de inventar
otras formas de producción y de trabajo, más allá del sentido del desarrollo
como acumulación capitalista. La ampliación de redes y el fortalecimiento
de prácticas solidarias, en la línea de la configuración de inteligencias colectivas,
es un atributo cada vez más frecuente en muchas organizaciones de
jóvenes. En medio de la falta de oportunidades y el desarraigo motivado por
circunstancias asociadas al conflicto social y armado en Colombia, algunas
organizaciones de jóvenes han promovido condiciones para reestablecer el
tejido social y la confianza, a partir de proyectos productivos alternativos,
cuya base es lo comunitario.
2.2 Acción colectiva en red, jóvenes y derechos
Como se expresó al inicio, la acción colectiva es una hipótesis de las ciencias
sociales y de la teoría política, que empezó a tener cierta aquiescencia
en la década del noventa. Al parecer el concepto, el cual está parcialmente
emparentado con el de movimientos sociales, fue introducido progresivamente
gracias a los planteamientos de Alain Touraine (1987), Ernesto Laclau

y Chantal Mouffe (1997) y, especialmente, de Alberto Melucci (1999), quienes
observaban atentos el devenir de los movimientos sociales en América
Latina, los cuales llegaron a ser catalogados para intelectuales y analistas
como nuevos (NMS). Aunque la literatura al respecto data del siglo XIX, a
propósito del interés de los nacientes sociólogos e historiadores por analizar
los efectos de las revoluciones burguesas en Europa y América, es evidente
que el final de siglo XX fue el epicentro de nuevas explicaciones al respecto.
Mientras Touraine (1987) señalaba en los ochenta que los movimientos,
para que fuesen sociales, debían atender a tres condiciones fundamentales
–lucha de clases, liberación nacional y modernización social-, Laclau y
Mouffe (1997) un poco después, abogaban por la unidad de clase en la vía
de la lucha contra-hegemónica capitalista, como requisito central en la constitución
y puesta en escena de un movimiento social 33 . Adicionalmente estos
últimos sostuvieron que, en las sociedades periféricas, dada su diferencia
histórico-estructural frente a las sociedades centrales, no necesariamente se
estaban generando luchas democráticas sino más bien luchas populares. Al
parecer esta diferencia radicaba en la existencia de un umbral determinado 34
en los dos tipos de sociedades, el cual sugiere un orden necesario en la configuración
y despliegue de los movimientos sociales: librar primero las luchas
populares, y luego proceder a las luchas democráticas.
Por su parte Anthony Giddens (2002), ya en los noventa, va más allá, al
señalar que los movimientos sociales son la base de la radicalización de la
modernidad. Para el sociólogo británico es claro que, en las postrimerías del
siglo XX, se produjo una expansión a ultranza por cada rincón del mundo, de
la reflexividad moderna. Esta es una hipótesis que asegura, al tenor de la réplica
a la posmodernidad, que la superación de las sociedades premodernas
está asociada a la democratización de la alfabetización y la administración de
los códigos del conocimiento, las cuales tienen sus orígenes en la ilustración
occidental. La radicalización de la modernidad cuenta con la globalización
como su vehículo. En el escenario de ésta tiene lugar la acción de los mo-
33 Es de aclarar que estos autores han tenido distintos momentos en sus obras intelectuales y
que, sus recientes elaboraciones, pueden contener giros importantes en relación con el tema de
movimientos sociales y de acción colectiva.
34 El término es planteado por Juliana Flórez (2010) al observar estos posicionamientos teóricos,
caracterizados por su inclinación eurocéntrica.
JÓVENES, REDES Y DERECHOS: ACCIÓN COLECTIVA EN EL SISTEMA LOCAL DE JUVENTUD DE KENNEDY
155

vimientos sociales, cuyo horizonte de sentido debe ser la conquista de la
modernidad y de sus promesas incumplidas.
Finalmente Alberto Melucci (1999) señala que es necesario apartarse de las
posturas deterministas de los movimientos sociales y concentrarse en sus
formas de adscripción identitaria. El riesgo estriba en atribuir intencionalidades
coherentes a estos, basadas en metas preestablecidas por una dinámica
socio-histórica lineal. La introducción de la acción colectiva en la vía de la
inextricable relación política, cultura y subjetividad es brillantemente expuesta
por este investigador italiano, alrededor de la construcción de procesos
cotidianos y dinámicas de los movimientos sociales. Sin embargo, uno de
los aspectos polémicos de su trabajo tiene que ver con la noción de nuevos
movimientos sociales (NMS), enunciación que busca establecer diferencias
en sus formas de agregación, en sus propósitos y en sus mecanismos de
vinculación 35 .
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
156
A partir de estas consideraciones, se puede precisar dos conclusiones preliminares.
La primera refiere al carácter determinista, en medio de sus matices,
de las perspectivas que plantean el despliegue de los movimientos
sociales, asociado a secuencias históricas o condiciones de maniobra predeterminadas
en la acción social y política. Resulta llamativo además cómo los
movimientos sociales pueden llegar a convertirse, en el marco de la teoría
de Giddens (2002), por ejemplo, en los adalides de la modernidad y de su
radicalización como oportunidad para alcanzar la alfabetización y, a través de
este medio, lograr la reflexividad. La segunda conclusión tiene que ver con el
sugestivo planteamiento de Melucci (1999), quien, al parecer, parte de una
lectura de época, de gran utilidad para comprender los tránsitos y transiciones
de la política y de lo político en relación con la acción colectiva.
La noción de acción colectiva, en este contexto, tiene sus orígenes en la
configuración de varias circunstancias epocales, entre ellas, las nuevas formas
de conformación y funcionamiento de los movimientos sociales, otros
objetos de lucha que van más allá del sindicalismo y el obrerismo, y una
35 Al respecto puede ser ilustrativo el recorrido registrado por Charles Tilly (2009), quien hace un
recuento de los movimientos sociales desde las revoluciones burguesas hasta las actuales estrategias
que se adelantan mediante las redes sociales, entre los años 1768-2009.

amalgama de expresiones que empezaron a articular con mayor contundencia
la política, la ética y la estética. Además de escenarios de acción, cada
vez más claros para movimientos de mujeres, movimientos reivindicativos
de la diversidad sexual, y movimientos indígenas y afrodescendientes en la
región, los jóvenes se convirtieron en otro de los íconos de estas formas de
organización. El descubrimiento de formas de lucha política creativas, que
introdujeron estrategias de intervención en los espacios de acción cotidianos,
desbordaron con creces las prácticas convencionales de muchas agregaciones.
Se puede señalar además que fueron incorporadas otras facetas de lo
político en la vía de lo instituyente a través de la acción colectiva.
Basados en el trabajo de Juliana Flórez (2010), es posible plantear que la
acción colectiva, bajo la lectura de la teoría política, tiene, al menos, cuatro
tipologías conceptuales. La primera refiere, apoyados una vez más en Melucci
(1999), en la teoría de los paradigmas identitarios (TPI), la cual analiza
la construcción de los códigos culturales que son construidos y compartidos
por un movimiento con el fin de desafiar el orden instituido. La segunda es
conocida, aludiendo a Robert Benford (Citado por Flórez, 2010), como la
teoría de los marcos interpretativos (TMI), cuyo fundamento descansa en
el conjunto de tensiones internas y de divergencias que se producen en el
interior del movimiento social, condición que en lugar de apartar y desactivar,
contribuye sustancialmente a la construcción de alternativas y caminos
posibles para la acción.
La tercera es conocida como la teoría de la movilización de recursos (TMR),
la cual supone que la acción de los movimientos sociales se basa en la conquista,
gestión y administración efectiva de recursos, mediante un complejo
proceso de negociación con las instituciones del Estado y de la sociedad civil.
Finalmente se encuentra la teoría de los procesos políticos (TPP), la cual,
estando muy cercana a la anterior, implica una suerte de combinaciones
que involucra acciones, proyectos y programas, frecuentemente atravesados
por procesos como la represión, la cooptación y la negociación, en la vía de
la conquista de derechos. Esta última no asume el proceso político como
burocratización sino como un foco de oportunidad en el que, a través de la
negociación, se permite alcanzar los propósitos trazados.
En términos de aquello que ocurre con la acción colectiva en los jóvenes,
apoyados en lo anterior, es necesario plantear tres implicaciones generales.
JÓVENES, REDES Y DERECHOS: ACCIÓN COLECTIVA EN EL SISTEMA LOCAL DE JUVENTUD DE KENNEDY
157

La primera es muy cercana a las consideraciones de la TPI, en la medida
que las adscripciones identitarias y los sistemas simbólicos que producen,
apropian y hacen circular los jóvenes, resultan fundamentales para emprender
cualquier proceso de movilización. Los trabajos de Reguillo (2000)
muestran cómo las estéticas, los códigos compartidos, y las producciones
estéticas, que van desde el performance hasta la estéticas del cuerpo, son
centrales en los procesos de agregación de los jóvenes. La segunda implicación
tiene que ver con la TMR, la cual es obvia en los procesos organizativos
que parten de necesidades y de un horizonte de derechos que debe
ser conquistado. La importancia de adquirir recursos y promover formas
de organización para su gestión, en la vía del empoderamiento y de la negociación,
aunque poco usual en los jóvenes, cada vez es más recurrente
en las experiencias comunitarias y en la gestión de las Organizaciones No
Gubernamentales.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
158
La tercera implicación parte de los planteamientos de la TMI, pero también
exige algunas consideraciones complementarias. La teoría de los marcos interpretativos
le otorga una alta valoración a las diferencias de los integrantes
del movimiento social como vehículo para la construcción colectiva. Su base
surge de un atributo seminal de los movimientos sociales contemporáneos,
esto sin tomar partido acerca del carácter de nuevos. Se trata de la diferencia
y la singularidad de sus partes como principal fortaleza para emprender los
procesos de creación y de composición. Al respecto Flórez (2010) llama la
atención acerca de la importancia que contiene en este proceso creador el
disenso, y no necesariamente la contradicción o el consenso, los cuales han
terminado por convertirse en promotores de las fuerzas de constitución de
la cultura hegemónica en sus bases dicotómicas.
Esta afirmación, en algunos de sus vértices, guarda cierta correspondencia
con los planteamientos de Michael Hardt y Antonio Negri (2004) sobre el
concepto de multitud. Como bien ha sido difundido en los últimos años,
para los intelectuales y activistas italianos la multitud es casi un cuerpo vivo,
que actúa partiendo de lo común, de lo compartido y de las singularidades.
Internamente es algo así como un sujeto que se constituye de diferencias
y multiplicidades. Sus formas de acción -agencia- son promovidas por lo
común y no por la unidad o la identidad. Las partes que componen el todo
operan como la mónada de Leibniz, figura que remite a las piezas constitutivas
de un universo mosaico que no funciona como esencia o como espacio

homogéneo, sino mediante una fuerza autónoma que le permite interactuar
con los demás elementos de este universo.
De esta manera la gestión de las diferencias, en el marco de la multitud,
constituye uno de los retos más importantes para el funcionamiento de los
movimientos sociales en la actualidad. La acción colectiva, planteada en esta
perspectiva, muestra bondades pero también algunos riesgos, pues lo común
puede ser un mero asunto coyuntural que no alcanza a incidir en la alteración
del orden instituido. Sin embargo, situados en la otra orilla del problema, la
multitud es un marco explicativo de gran valor para mostrar la transformación
de las formas de agenciamiento social y político, la importancia de armonizar
las diferencias por la vía de los disensos, y una tendencia a despejar las formas
de homogeneización propia de muchos movimientos sociales que, situados
en las lógicas de las doctrinas y los radicalismos, han perdido la oportunidad de
contar con la diferencia y la divergencia como opción de creación.
Con el fin de cerrar este apartado, conviene registrar algunas aproximaciones
a la noción de acción colectiva juvenil, la cual, recientemente, ha sido
planteada por el profesor Óscar Aguilera (2010). Como consecuencia de
un conjunto de intervenciones situadas en el terreno del asistencialismo
estatal, frecuentemente traducidas en medidas que desconocen las formas
de acción política distintas a las convencionales, han aparecido durante los
últimos años tipologías variadas de acción colectiva juvenil. Bajo distintos
niveles organizativos y con diversos propósitos de trabajo, han sido capaces
de convertirse en alternativa a situaciones de conflicto social urbano en las
expresiones del pandillismo, los grupos armados, la drogadicción, el consumismo
y la falta de oportunidades educativas y laborales.
La categoría proyecto ha aparecido como elemento recurrente para generar
procesos de creación, promover experiencias colectivas en torno a la
valoración de los saberes populares, y potenciar formas de movilización en
el marco de distintos temas y problemas trascendentales para la vida en
comunidad. Dentro del repertorio de las formas organizativas, se encuentran
grupos que quieren colocarse en el margen del orden social y la estandarización,
los cuales, a menudo, operan excluyendo a otros, quienes, a su juicio,
se encuentran alienados o atados al consumismo del capitalismo y la globalización.
De otra parte hay agrupaciones que construyen filiaciones a través
de mecanismos de agregación, los cuales, en muchas ocasiones, construyen
JÓVENES, REDES Y DERECHOS: ACCIÓN COLECTIVA EN EL SISTEMA LOCAL DE JUVENTUD DE KENNEDY
159

nexos con tendencias musicales, indumentarias y marcas corporales específicas.
Éstos también tienden a la exclusión o a ser excluidos, debido a las
oposiciones irreconciliables entre culturas, preferencias e identidades.
Finalmente se encuentran otros que se introducen en críticas y denuncias a los
niveles de pobreza, autoritarismo e inequidad que viven, especialmente evidenciadas
en narrativas de oposición a instituciones sociales y otros grupos de
poder. Sin embargo, dentro de éstos, se observa el interés, en muchos casos,
por trabajar en temas comunitarios, en el marco de la educación ambiental, los
derechos sexuales, el arte popular, la equidad de género, el feminismo, la protección
animal, el deporte y la cultura urbana, entre otros. Estas composiciones
organizativas, en contextos sociales de marginalidad explícita, se caracterizan
por su interés en el auto-reconocimiento, la afirmación identitaria y las manifestaciones
simbólico-culturales, como medios de visibilidad y de denuncia.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
160
Generalmente estas formas de organización también encuentran estrategias y
medios para gestionar la acción, proponer iniciativas y favorecer la puesta en
marcha de planes y proyectos comunes. Así se pasa del protagonismo identitario
a la movilización y, de ésta a la acción de autogobierno, haciendo que las
experiencias colectivas adquieran otras posibilidades de efectuación en medio
de las diferencias. Es por esta razón que la lógica de estas formas de organización
no puede ser analizada atendiendo a los referentes estructurales de los
partidos y otros movimientos sociales de carácter jerárquico y homogéneo.
La acción colectiva juvenil es justamente una respuesta a los procesos de
homogeneización procedentes de las instituciones sociales y su interés por
administrar las prácticas de las comunidades, vía asistencialismo (Aguilera,
2010). En consecuencia las organizaciones en forma de red, coordinadas
horizontalmente, reconocedoras de la diversidad de subjetividades y experiencias,
y capaces de crear opciones atendiendo a la diferencia, muestran
otras posibilidades de efectuación política. Se trata de comprender la acción
colectiva como la coexistencia de lo múltiple y lo singular, en una nueva
trama de lo colectivo que desborda las nociones de política, ligadas a la
ciudadanía como un estatus ontológico otorgado por el Estado en su versión
liberal y neoliberal.
La mayor fortaleza de la acción colectiva juvenil es que opera mediante lo
que Aguilera (2010) llama colectivos, no tanto en la acepción convencional

de los movimientos estudiantiles universitarios sino en la intención de constituir
una agregación que se une alrededor de un proyecto conjunto, independientemente
de sus diferencias. Estas formas de composición organizativa
contienen, al menos, tres características fundamentales. En primer lugar, las
prácticas que se comprometen a emprender son vitales para su vida y su desarrollo
personal, por consiguiente hacen posible la producción de vínculos
profundos de amistad y lealtad, los cuales articulan lo político y lo cotidiano.
En términos de Aguilera (2010:90), esto demuestra que funcionan como
auténticas comunidades emocionales, corroborando así el papel que juega
la subjetividad en la política y viceversa.
En segundo lugar el territorio y el entorno se vuelven elementos inherentes
a su acción política, así expertos y juvenólogos se remitan al proceso de desterritorialización
como una tendencia contemporánea de la juventud. Para
los colectivos de jóvenes los escenarios en los que pueden gestionar la vida,
tales como el parque, el barrio, las zonas verdes, lugares de reserva forestal,
ciertas calles que contiene significados sociales, se vuelven motivo de importantes
defensas, especialmente cuando esos espacios son objeto de control
por parte de actores –armados, ilegales, estatales- con intereses opuestos
a favorecer lo público. Así los agenciamientos políticos y la movilización en
torno al territorio adquieren una potencia evidente para la adquisición de
vínculos sociales con amplias posibilidades de cristalización política.
Finalmente, la esfera del contexto social y local se ha empezado a ampliar
gracias al uso de tecnologías info-comunicacionales. Estas han hecho posible
que, en varios casos, se produzca una expansión significativa de experiencias
de visibilización, denuncia y agencia de proyectos colectivos a través de
redes globales con intereses comunes. En consecuencia se evidencia que
las iniciativas de la acción colectiva empiezan a adquirir nuevas dinámicas
entre lo local y lo global, como opciones estratégicas para que más jóvenes
puedan estar juntos. Las experiencias de jóvenes bloggeros de Medellín, la
red de emisoras on line de Ciudad Bolívar de Bogotá, la red de comunicación
alternativa de jóvenes de Manizales y, por supuesto, el Sistema Local de
Juventud de Kennedy –SLJK-, por tan sólo nombrar algunas, muestran cómo
la política y la organización se reinventan a través de la comunicación digital
interactiva, adquiriendo nuevas trayectorias de acción para la generación de
otras formas de saber y de poder.
JÓVENES, REDES Y DERECHOS: ACCIÓN COLECTIVA EN EL SISTEMA LOCAL DE JUVENTUD DE KENNEDY
161

3. Narrativas, hallazgos y temas para seguir
conversando
El Sistema Local de Juventud de Kennedy es, en sí mismo, un ejercicio de
acción colectiva. Alrededor de sus propósitos, estrategias y mecanismos de
visibilización se van tejiendo proyectos de vida, alternativas para habitar el
presente, y formas divergentes de agenciar derechos en la cotidianidad. Uno
de los aspectos más llamativos de su estilo de trabajo es la noción de red.
Para sus integrantes la red no es sólo una estrategia de información o el conjunto
de interacciones que pueden ser adelantadas a través de su sitio Web
o de un blog. Ser red es adquirir un estilo de vida, pensar bajo la impronta
de la solidaridad, comprometerse en la inclusión permanente de los otros, y
fomentar escenarios para gestionar proyectos, así estos exijan la negociación
permanente con entidades oficiales u otras instituciones.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
A partir de las narrativas de los jóvenes que participaron de este ejercicio, se
pueden desglosar dos grandes dimensiones de la acción colectiva en red, en
el propósito de comprender el lugar de los derechos en las expresiones organizativas
de los jóvenes. Las narrativas dan cuenta de algunas manifestaciones
que indican una reconfiguración de la emancipación social. Atendiendo
a los planteamientos de Santos (2005), es posible señalar que el Sistema
Local de Juventud de Kennedy está operacionalizando, a través de diversas
acciones, algunas de las ecologías relacionadas con la sociología de las emergencias,
entre ellas, la ecología de saberes, la ecología de reconocimientos y
la ecología de trans-escalas.
En tal sentido, expresiones alusivas a los saberes de los jóvenes en sus experiencias
estéticas, corporales y ambientales dan cuenta de una manera distinta
de posicionarse frente a la monocultura del saber. De otra parte, el interés
por expandir la red, sin necesidad de apelar a jerarquías ni clasificaciones,
es un indicador de nuevas socialidades y sensibilidades que rompen con la
lógica de clasificación social y que propician la legitimación de otros tiempos
y espacios, en los que estar en red es trascender el territorio del barrio y de
la localidad, para incidir, incluso, en la vida nacional y latinoamericana, si es
necesario.
162

3.1 Primer plano de análisis. Reinventando la emancipación:
saberes, deseos y potenciación de sujetos
Uno de los aspectos recurrentes en los encuentros con los jóvenes del SLJK,
captados a lo largo de este ejercicio, es el correspondiente a su naturalidad
para expresar una suerte de conceptos, emociones y anhelos, los cuales reflejan
la transparencia de su trabajo con los demás jóvenes y las organizaciones
que pertenecen al sistema. A través del análisis narrativo efectuado, un
primer aspecto a destacar, en el marco de su capacidad expresiva, alude a la
acción política a través de la oferta de alternativas culturales que, al parecer,
es promovida con el fin de favorecer la inclusión y el reconocimiento de la
mayoría, o de los que más se animen a estar en el sistema. Para los integrantes
de la red una de las tareas primordiales en este proceso es identificar
la cartografía de necesidades y experiencias que, en el momento, habita y
circunda los mundos de vida de los jóvenes de la localidad. Lo describe de
manera clara Raúl:
“Hacer festivales artísticos que permitan a los y las jóvenes mostrar
sus talentos o acceder a la cultura, generar espacios para
la práctica de diversos deportes, apoyar la gestión de personeros
o líderes juveniles, poder sentar posiciones en el debate público
local argumentadas con nuestras propias ideas, aportar para que
revivan los humedales y los ríos, para que el aire sea más limpio y
para cambiar la tendencia de depredación y destrucción del medio
ambiente” (Raúl, líder del SLJK)
Aunque, a simple vista, pareciese un escenario invadido por un exceso de
temas y proyectos, como estrategia para capturar auditorios, es comprensible
este interés, al revisar sus planteamientos en torno a la necesidad de utilizar
la red, no como fin sino como un medio para conquistar derechos. Se trata
de fomentar el compromiso de los jóvenes a partir de lo que ellos mismos
puedan ofrecer, en particular, a través de sus talentos, sus tiempos de dedicación
a algunos de los programas, así como su capacidad para comunicar
ideas e intervenir en los espacios públicos de la localidad y de la ciudad. De
este modo, ser red y expandir sus fuerzas de incidencia en la mente y el
cuerpo de otros sujetos, se constituye en un ejercicio que supera la noción
JÓVENES, REDES Y DERECHOS: ACCIÓN COLECTIVA EN EL SISTEMA LOCAL DE JUVENTUD DE KENNEDY
163

de servicio, ayuda o subsidio, formulación recurrente en otros espacios que
congregan jóvenes. Para el SLJK ser red es adquirir una responsabilidad colectiva
que se reinventa en la cotidianidad y que requiere de creatividad para
que todos puedan hacer parte del proyecto.
A partir de los anteriores elementos se puede afirmar que, esta manera de
operar en red, apoyados en un repertorio expansivo de alternativas culturales
para incluir a los jóvenes más diversos, es una manera útil de reinventar la
emancipación social. Por un buen tiempo los movimientos sociales asumieron
que una regla de juego para pertenecer o ser parte de la agregación,
implicaba pensar de la misma manera y actuar bajo la orientación de la
plena racionalidad o de la doctrina instituida. En este caso, el SLJK muestra
que no aspira a la homogeneización de pensamientos ni a la uniformidad
de las prácticas, aunque sí se requiere sincronizar acciones, estrategias y proyectos.
En la perspectiva de Santos (2005), es una reinvención que busca
imprimirle fuerza a los acontecimientos con el fin de volverlos experiencia. La
narrativa de Omar permite comprender mejor esta interpretación:
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
164
“(…) digamos que, partimos del querer de las organizaciones. Cada
organización tiene un actuar y un saber sobre la localidad y, pues,
lo que nosotros hacemos es buscar que esos saberes y esos quereres
se unan para trabajar en pro de los jóvenes. No solamente
trabajamos en pro de los jóvenes sino de los jóvenes para los jóvenes
y de los jóvenes para toda la comunidad, los niños, los adultos
mayores, y eso se ve reflejado en el trabajo, en los festivales de la
libre expresión, en la semana de la juventud, en el mismo sistema
local de juventud (…)” (Omar, líder de comunicaciones del SLJK)
El saber y el querer, tal como lo señala Omar, constituyen una apertura significativa
hacia otros sistemas de conocimiento y una forma creativa de recuperar
la experiencia de los sujetos en la vida cotidiana. Si se acoge la noción
de experiencia que, tempranamente propuso Benjamin (1998), comprendida
como un conjunto de acciones que trae consigo afectación de sujetos
y ampliación del mundo a través de la producción de acontecimientos, se
puede concluir que el esfuerzo del SLJK apunta a proporcionar las condiciones
necesarias para que los jóvenes vivan acontecimientos y no meras

actividades. Cada acto de la red es algo trascendental para la vida, asunto
que incorpora saberes, voluntades y deseos.
En este caso los saberes están acompañados de los deseos –quereres según
Omar-, lo que sugiere una articulación permanente de los dominios de
conocimiento sobre el contexto –saber local, saber cotidiano, saber estético,
saber ambiental- con la proyección de mundos posibles, esto es, capacidad
para trazar líneas de sentido entre el presente y el futuro. Aunque recientemente
la filosofía, especialmente en los trabajos de Gilles Deleuze (2006),
ha insistido que la condición del sujeto puede ser asumida como máquina
deseante, al señalar que éste atraviesa un tiempo-espacio en el que la subjetividad
es constituida a partir de sus deseos y pasiones, particularmente
en el contexto de lo que llama sociedades de control 36 , aquí el deseo es
una posibilidad de movilizar voluntades y prácticas en el orden de lo posible
(Lazzarato, 2006) 37 . Los deseos se introducen de una manera más flexible
en lo común que en la esencia o la unidad.
“Nuestra mayor fuerza son los pelaos. Es el potencial humano. Son
chinos que tienen ganas de hacer vainas. Acá vienen muchos pelaos
diariamente, vienen y, pensamos ¿Cuál es el papel de ellos?
¿Qué podemos hacer nosotros como organización social? o, como
sistema de juventud, ¿Qué podemos ofrecerles a ellos? Es darles
oportunidades de actuación entonces. Por ejemplo, hay pelaos que
saben hacer stencil, entonces, pues, parce, tenemos que apoyarlos.
El año pasado trabajamos mucho la visibilización del sistema
de juventud. La idea era que nos conocieran, que nos vieran, que
fuéramos visibles en la localidad. Entonces, pues, hicimos una jornada
de pintadas con todos los pelaos que sabían hacer este esténcil.
Pegamos por toda la localidad haciendo, haciendo jornadas de
esténcil. A los músicos que potenciamos, han logrado que sus bandas
sean reconocidas no solamente a nivel local distrital. Y así tam-
36 Las sociedades de control, según Deleuze (2006), son aquellas en las que se produce la
modulación del deseo y las pasiones. Va más allá de la sociedad disciplinaria de Foucault.
37 Es importante recordar que para Lazzarato (2006) el acontecimiento está atravesado por el deseo.
Acontecimiento es algo que puede ser creado en el orden de lo posible. Su base es la polifonía
de voces, el dialogismo y la articulación creativa de las singularidades.
JÓVENES, REDES Y DERECHOS: ACCIÓN COLECTIVA EN EL SISTEMA LOCAL DE JUVENTUD DE KENNEDY
165

ién con los grupos de teatro, los grupos de investigación. Digamos
que se juegan un papel muy importante, porque ellos son los que
le dan el sentido al actuar organizativo. Ellos son los que vienen y
dicen: ¡espere porque vamos a hablar de territorio!” (Omar, líder de
comunicaciones del SLJK)
Tener ganas de hacer, tal como lo refiere este joven, aporta otro ingrediente
importante en el interés de comprender el funcionamiento de las nuevas
maneras de hacer la emancipación social. Las ganas, en este caso, es una
dimensión de la emoción humana que hace posible la movilización de personas,
recursos, instituciones, sectores sociales y comunidad alrededor de
objetivos comunes. Al parecer, la manera de lograr esta movilización está
asociada a una articulación estratégica de saberes, necesidades y proyectos,
combinación que se evidencia en esta narrativa a través de la inclusión de
ideas relacionadas con oportunidades, actuación y visibilidad. De este modo
y, tal vez, sin que Omar pretenda volverlo objeto de reflexión intelectual, sus
palabras coinciden con la tesis de Hugo Zemelman (2007) sobre la potenciación
del sujeto.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
166
En Zemelman (2007) la potenciación del sujeto requiere, al menos, de tres
precisiones. La primera es que el sujeto no es una entidad abstracta que se
eleva al nivel de lo óntico o de lo ontológico a través de dimensiones metafísicas
o epistémicas que lo escindan de lo terrenal. Por el contrario, el sujeto,
además de ser algo impreciso, es profundamente fenoménico, está ligado a
la acción, su composición está inextricablemente atada a lo social-colectivo,
y es protagonista de la construcción de la historia. La segunda refiere a su
proceso de constitución, el cual está necesariamente vinculado a los lenguajes,
los espacios, los tiempos, los escenarios micro y macro de actuación, así
como a trayectorias vitales en las que va produciendo su propio despliegue.
La tercera está relacionada con el carácter colectivo del sujeto, lo que implica
que éste produzca sus procesos de nucleamiento, basado en un sistema de
necesidades (tiempo presente), un conjunto de experiencias (pasado que
se cristaliza en el presente), y un preludio de utopías que se re-crea en la
cotidianidad (futuro que parte del presente).
De manera generosa y nada demagógica lo afirma Omar: “porque ellos son
los que le dan el sentido al actuar organizativo”. La potenciación de estos

jóvenes como sujetos de la acción y de la historia, es algo que opera en
la cotidianidad y en cada una de las actividades del SLJK. Por esta razón
es importante destacar cómo los estilos de trabajo y todos los esfuerzos
producidos para provocar lo común y, de allí, proceder a la generación de
experiencias, cuyo motor sea la potenciación, se convierten en una oportunidad
para gestionar la vida a partir de utopías que también son reinventadas.
Es un escenario que favorece, en la línea del profesor Zemelman (2007),
nucleamientos diversos y distintas posibilidades para interpretar la realidad
como un magma en ebullición constante, que orienta las acciones.
3.2 Segundo plano de análisis. Acción colectiva juvenil
en red y derechos
Partiendo que la acción colectiva juvenil (Aguilera, 2010) es un proceso
que registra diversas dimensiones de la acción social y política –proyectos
comunes; adscripciones identitarias; relaciones entre proyectos políticos y
vida cotidiana; articulaciones entre política, ética y estética; apuestas por la
defensa del territorio, entre otras-, es necesario destacar el papel que juega la
noción de red y las prácticas comunicacionales en el trabajo del SLJK como
posibilidad de ser y estar en el mundo a través de lo común. Narrativas
como la de Diego, integrante/interventor del SLJK, quien describe lo que le
ocurre, tras haber terminado su carrera universitaria y encontrarse con mínimas
oportunidades de trabajo, refleja su capacidad para producir una etnopoética
(Coffey y Atkinson, 2003) a través del blog del grupo, que provoca,
critica y, a la vez, convoca, imprimiendo un estilo que esboza los obstáculos
y vicisitudes de un joven en una sociedad desigual y excluyente, a menudo
carente de iniciativas por parte de los afectados. Veamos:
“Andaba desplatado, en la inmunda, ilíquido, y sin trabajo. Un profesional,
recién egresado de una de las mejores universidades
del país, cuyas calificaciones fueron sobresalientes, ¿y sin trabajo?
¡abrase visto!. Organicé mi vida en una hoja, y armado de actitud,
me propuse tocar cuantas puertas fueran posibles. Pero,
¿A dónde se dirige un profesional en Gestión Cultural y Comunicativa?
¡ha! Tocando puertas, me encuentro con una propuesta,
admito que no fue la mejor, en ese momento la única, como in-
JÓVENES, REDES Y DERECHOS: ACCIÓN COLECTIVA EN EL SISTEMA LOCAL DE JUVENTUD DE KENNEDY
167

terventor del proyecto: consolidación del Sistema Local de Juventud
de Kennedy, y me encause en infinidad de tramites para
poder obtener el empleo. Me pidieron entre 15 y 20 documentos
de distintas índoles y dependencias, algunos de los cuales ni
siquiera tenía idea que existían, o para que sirven. Este proceso
requiere una buena inversión de tiempo y dinero, y de hecho sabrán,
que cuando uno es desempleado, lo primero le sobra y de
lo segundo ni siquiera se acuerda ya. Pues a pedir prestado por
todo lado. Acudí a familiares, amigos, tíos, vecinos... recordaba la
publicidad de aquel banco: ¿y es que usted no tiene amigos pues?
Afortunadamente todavía les debo y no tuve que recurrir a una de
esas entidades que me desollarían vivo, y que me exprimirían hasta
el último centavo de mis amigos, tíos, vecinos etc. (…) Desde entonces,
pasé de trabajar en una productora de cine: “difícil de pagar
II” a un parqueadero en Paloquemao y como siempre moviéndome
con mis iniciativas que por el momento no generan muchas
ganancias económicas, pero si ganancias, ¿Cómo decirlo para no
parecer tan jipi? Espirituales… no, personales mejor.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
168
Logrando llegar vivo hasta el inicio del contrato, después de pasar
por la desenmarañable trama de la burocracia administrativa, iniciamos
contrato. Ahora tengo que vigilar que los manes de cierta
fundación y su particular coordinador no se vayan a robar la plata
del proyecto y le ofrezcan a la juventud de Kennedy, ese espacio que
se ha venido buscando hace tres ejecuciones. Dos meses después,
la verdad ni siquiera ha habido plata que robar… ¡por eso le digo!
El contrato solicita consolidar el sistema, se asume que hay algo
hecho. Por alguna extraña razón y de verdad no quisiera comprometer
a nadie pero con el ánimo de herir susceptibilidades, las anteriores
ejecuciones no lograron este objetivo. La idea es que ruede
solo, vincular pelaos que estén interesados y aprovechar esta digamos,
oportunidad, que nos ofrece la alcaldía para hacerlo nuestro,
y eso lo hace la gente, o sea: usted estimado lector.
Se esta haciendo lo estipulado por el contrato, sí, pero el contrato
se va a acabar, y me he encontrado con gente que pareciera que
de verdad quisiera participar, otros que están “capando clase” y
otros que van solo a criticar y no a proponer. Se preguntó a los jó-

venes asistentes por los aparatos ideológicos del Estado, (como la
familia, la iglesia, la escuela, etc.) y preocupantemente, parecía más
una quejadera, que una exposición de ideas. Al parecer estamos
entrenados para quejarnos y tener excusas para dejar la realidad
y nuestro diario devenir tal cual esta. Me inclino más bien en pensar
que “la revolución no esta en un discurso, de Lenin o del Che…
esta en cada uno, de frente a la vida”. No me gusta quejarme sino
actuar, y no dejar a un lado mis ideologías casi en ningún momento
de mi cotidianidad. No siendo más el motivo de la presente, no me
queda más sino seguir endeudándome para pagar mis deudas, e
invitarlos a prestarme dinero y a hacer parte del SLJK así como
afortunadamente yo tengo la oportunidad de participar.
Nos leemos en la próxima…” (Diego Saldarriaga, integrante e interventor
del SLJK) 38
El uso de expresiones como “estar en la inmunda”, “estar ilíquido”, “desollar
vivo”, “desenmarañable trama de la burocracia”, “tocando puertas”, “ruede
solo” y “lo hace la gente”, evidencia tres circunstancias de la condición juvenil
y de su valor para la acción colectiva, las cuales se ponen en escena en las
líneas narrativas creadas por Diego, a través de este medio. En primer lugar
se trata de la descripción, apoyada en un estilo sarcástico y descarnado, de
la realidad de muchos jóvenes de Colombia y de la región, quienes, incluso,
tras haber terminado con éxito su formación académica de pregrado, se ven
enfrentados a mínimas oportunidades de trabajo, ofrecimientos laborales
indignos, frustración frente al futuro, y evidentes intentos de explotación por
parte de entidades financieras ante la demanda de dinero para sobrevivir. Lo
interesante de este complejo escenario para este joven, es que explicita la
existencia de un sistema de necesidades que se va convirtiendo en experiencias
y utopías, alrededor de un proceso de potenciación de sujetos que
encuentra opciones en el SLJK.
38 Esta es una narrativa digital situada en el blog del SLJK. Disponible en http://sljkennedy.blogspot.com/
Consulta realizada el 28 de mayo de 2011.
JÓVENES, REDES Y DERECHOS: ACCIÓN COLECTIVA EN EL SISTEMA LOCAL DE JUVENTUD DE KENNEDY
169

En segundo lugar la idea de “tocar puertas” da cuenta de las iniciativas, las
oportunidades y los caminos que se van construyendo en la cotidianidad,
pese a un ambiente excluyente y hostil en el que las instituciones y el Estado
son auténticas jaulas de hierro, cuya burocratización se puede convertir en
algo “desenmarañable”, tal como lo comenta Diego. La tercera circunstancia
de la condición juvenil se imbrica con la acción colectiva a través de dos
apreciaciones planteadas por este joven: que el sistema sea capaz de funcionar
por sí mismo, y que sea la gente la que se encargue de darle movimiento.
El planteamiento sobre las revoluciones, entendidas como experiencias
más que como discursos u ortodoxias, comporta un posicionamiento distinto
acerca del sentido de un movimiento social de jóvenes y para jóvenes.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
170
Esta revelación, aunque no registre mayores novedades dentro de las perspectivas
teóricas sobre la acción colectiva, es útil para comprender el funcionamiento
de ésta, dentro de las lógicas del SLJK. La invitación de Diego a
superar la “quejadera”, tal como lo reclama, introduce dos elementos clave
como provocación (“herir susceptibilidades”): pensar el futuro a partir del
contexto, y situar lo común como oportunidad para estar juntos y actuar. El
papel del lenguaje aquí, una vez más, juega con los deseos, las voluntades
y las búsquedas de muchos de los que pueden estar al otro lado de la
pantalla. La mirada crítica en torno de una tarea difícil en la que, algunos
proponen mientras que otros se quejan y se resisten a comprometerse,
permite entrever la generación de un giro narrativo-interpretativo en el que
no hay moralizaciones ni héroes (Coffey y Atkinson, 2003), sólo testigos y
promotores del acontecimiento.
En relación con las diversas formas de hacer la acción colectiva, a propósito
de la taxonomía propuesta por Flórez (2010), se puede admitir que las
cuatro tipologías –teoría de los paradigmas identitarios (TPI), teoría de los
marcos interpretativos (TMI), teoría de la movilización de recursos (TMR) y
teoría de los procesos políticos (TPP)- operan simultáneamente en la experiencia
del SLJK, pero bajo distintas condiciones e intensidades. Basados en
las tesis de Reguillo (2000), es claro que las adscripciones identitarias, asociadas
a las estéticas, preferencias y apropiaciones de consumo cultural son
fundamentales en las organizaciones de jóvenes. Las narrativas observadas
hasta el momento, dan cuenta, parcialmente, de este asunto y no requiere
de mayores interpretaciones. Sin embargo, las teorías TMR y TPP adquieren
mayor relevancia en esta apuesta política, dados los nexos de la red con

instituciones y actores sociales que, aparentemente, podrían estar del lado
de sus opositores o enemigos. El cuadro, entonces, no es tan sencillo. Apoyémonos
en otro planteamiento de Omar:
“(…) nosotros, en algún momento, entendimos que los recursos
de las entidades son de la comunidad. La plata que tiene la alcaldía
para jóvenes es de los jóvenes. O sea no es de ninguna institución,
no es de la alcaldía, sino es de los jóvenes. Si se definen recursos
desde el plan de desarrollo y esa plata no es de la alcaldía, tampoco
es del contratista, es de los jóvenes. Entonces, de esa manera, nosotros
la volvemos propiedad común, como le decía. Por ejemplo,
ahora con el festival por la libre expresión, que tal llegara el contratista,
contrató y ya. No, nosotros llegamos y nos metimos en las
reuniones de ellos y dijimos: ¡vea lo que los jóvenes quieren es esto,
porque esto es lo que se va hacer para jóvenes, porque tenemos
una serie de encuentros! Nosotros como jóvenes pertenecientes
a organizaciones sociales nos reunimos y decimos: vea lo que los
jóvenes quieren es unas discusiones políticas que las vamos a llamar
tertulias; lo que queremos es encuentros para pensar como
entendemos la sexualidad, entonces haremos un festival erótico;
queremos recuperación de nuestra memoria, entonces haremos
un festival por el maíz. Entonces, digamos, que esa es nuestra manera
de ver las cosas. Puede sonar muy contestatario y todo, pero
es una manera de exigir que ellos se deben a nosotros” (Omar, líder
de comunicaciones del SLJK)
Aunque resulte demasiado pragmático, el acceso a recursos (TMR) procedente,
en la mayoría de las ocasiones, de las partidas presupuestales administradas
por la alcaldía local, es algo que permite el funcionamiento del
sistema y sus posibilidades de expansión en el escenario público de la localidad
y de la ciudad. Sin embargo no se trata de acudir a reivindicaciones
relacionadas con los derechos de los más pobres o de entrar en el juego de
las influencias y los favores para ganar las licitaciones. Son argumentaciones
contundentes: “la plata que tiene la alcaldía para jóvenes es de los jóvenes”
y “nosotros la volvemos propiedad común”. Si bien para algunos este tono
puede sonar algo contestatario, tal como lo advierte Omar, se trata de plan-
JÓVENES, REDES Y DERECHOS: ACCIÓN COLECTIVA EN EL SISTEMA LOCAL DE JUVENTUD DE KENNEDY
171

teamientos que evidencian la construcción de una legitimidad que se ha
logrado producir en su interior y hacia fuera, para acceder a la gestión de
recursos.
Sin éstos no es posible el funcionamiento del SLJK, situación que ha generado
debates internos profundos y, que a la vez, coincide con la teoría de
los marcos interpretativos (TMI) y la teoría de los procesos políticos (TPP).
La movilización por recursos, junto con los disensos, convocan y provocan,
tal como lo concluye Flórez en su análisis sobre movimientos sociales
(2010:137): “(…) pensar los disensos internos de un movimiento llama
la atención sobre cómo se gestionan las diferencias (…). El reto para un
movimiento es desarrollar formas de producir recursos que sean lo suficientemente
estables para perdurar, pero lo bastante flexibles para no mecanizar
sus acciones colectivas”
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
172
De otra parte la acción colectiva juvenil adquiere una de sus mayores innovaciones
a través de dos elementos que se han cruzado con las categorías
planteadas hasta el momento, pero que no han sido profundizadas, en el
marco de la experiencia del SLJK. De una parte, la noción de red y de comunicación
como procesos inherentes a la condición juvenil y, a la vez, estratégicos
para la inclusión de jóvenes y la configuración de proyectos comunes.
Y de otra, una concepción dinámica y compleja acerca del asunto de los derechos,
el cual es asumido como una conquista más que como una dádiva.
En relación con la red y la comunicación, el concepto de Arturo Escobar
(2005) sobre comunidades inteligentes subalternas resulta pertinente para
comprender la configuración de una especie de enjambre de opciones que
es capaz de efectuar articulaciones de manera creativa. Las comunidades
inteligentes subalternas refieren al conjunto de sujetos, grupos y prácticas
que promueven la composición de obras, creaciones y procesos de agencia,
los cuales han sido constituidos en medio de relaciones hegemónicas y,
cuyas fuerzas, los han intentado reducir al lugar de la subordinación y de la
exclusión. Escobar (2005) enfatiza que estos grupos dan cuenta de otros
modelos de vida, otras formas de acceso al saber, y otras maneras de vivir
en comunidad, apoyados siempre en atributos fomentados por lo colectivo,
tales como la auto-organización, las redes de cooperación y la no linealidad.
Lo ratifica Raúl a través del sitio Web del SLJK:

“Calculo que este artículo será el menos popular de esta edición,
pero ahí voy a ver qué pasa…Afortunadamente la intención de esta
revista no es simplemente el de conquistar muchedumbres sino
el de alentar conciencias. Perdámosle el miedo a lo complejo; la
existencia de los movimientos sociales y las organizaciones, depende
de su adaptación a un entorno cada vez más hostil; entonces
necesitamos especializar nuestra actuación, algo así como saltar
del telégrafo al internet (no sé si exagere). El Sistema Local de Juventud
(SLJK) funciona así:
¿Y…Para qué todo esto? Esto lo respondes tú, sin embargo ya hay
varias ideas: Hacer festivales artísticos que permitan a los y las
jóvenes mostrar sus talentos o acceder a la cultura, generar espacios
para la práctica de diversos deportes, apoyar la gestión de
personeros o líderes juveniles, poder sentar posiciones en el debate
público local argumentadas con nuestras propias ideas, aportar
para que revivan los humedales y los ríos, para que el aire sea más
limpio y para cambiar la tendencia de depredación y destrucción
del medio ambiente. Base social: Es la parte del Sistema bene-ficiada,
por ejemplo: desde el que va a un concierto organizado por el
SLJK hasta el grupo musical que logre grabar su producción discográfica
con el sistema. Proyección social: Es el centro de gravedad
y lugar en donde se unen las diversas fuerzas que conforman el Sistema,
su objetivo es velar porque se una el esfuerzo de cada miembro
y se camine hacia las metas que tenemos, con las reglas de
juego concertadas. Investigación social: Es el cerebro del Sistema
allí se centran esfuerzos para la construcción del conocimiento, lo
cual consideramos que es la clave para evitar hacer las cosas por
“hacer” y ganar autonomía. Plataforma jurídica: El sistema necesita
establecer una estrategia para la movilidad de recursos; aquí
se suman personas jurídicas con capacidades administrativas,
instituciones con recursos de inversión y en general, los aliados
estratégicos que nos permitan demostrar que somos capaces de
hacer grandes cosas. Comité temático: Es la unión de los artistas,
deportistas, ambientalistas o humanistas: es el lugar del sistema
en el que se las ideas y proyectos se convierten en hechos. Comunicación:
Son las venas, los ojos y hasta la piel del Sistema, son los
JÓVENES, REDES Y DERECHOS: ACCIÓN COLECTIVA EN EL SISTEMA LOCAL DE JUVENTUD DE KENNEDY
173

encargados del internet, la revista, el teléfono, el satélite, el grafiti
y todos los medios posibles para narrarle al mundo que existimos.
¿Quiénes hacen parte de este rollo? Todos y todas pueden ser
parte de este cuento, en especial las organizaciones sociales que
trabajen con y por la juventud, bandas, grupos, combos, parches,
jóvenes líderes y por supuesto las instituciones gubernamentales.
¿Cómo me vinculo? Si crees que puedes aportar y te puedes beneficiar
con este carreto, envíanos tus datos al correo sljkennedy@gmail.com
al tel. 454 52 36 para contarte en que andamos y
pues…bueno tu decidirás que te interesa” (Raúl Moreno, Líder del
SLJK) 39
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
174
El juego narrativo producido por Raúl mediante este soporte, evidencia que
la comunicación, sin necesidad de convertirla en un tema de fascinación o
de sofisticación técnica, es asumida con naturalidad, pero también como
un componente estratégico de la labor del SLJK. Al respecto, vale señalar
que las experiencias, usos, apropiaciones y reapropiaciones de las distintas
aplicaciones de la Web 2.0 han empezado a adquirir un carácter social y
político considerable para los grupos subalternos y los movimientos sociales.
Las investigaciones de la última década sobre la relación entre movimientos
sociales y tecnologías digitales se han ocupado de analizar la capacidad de
agencia y resistencia de sujetos y grupos, regidos por nuevas sensibilidades
y formas de existencia en el contexto latinoamericano.
El investigador colombiano Carlos E. Valderrama en su trabajo Movimientos
sociales. TIC y prácticas políticas (2008) interroga, bajo planteamientos teóricos
y metodológicos de diverso orden, qué está pasando con las prácticas
sociales contemporáneas, las cuales viven/habitan en y desde lo digital ¿La
incorporación y el uso de las tecnologías de la información y la comunicación
en la esfera pública significa más democratización? ¿Los movimientos
sociales están utilizando los artefactos tecnológicos para incrementar poder?
39 Esta es una narrativa digital situada en el sitio Web del SLJK. Disponible en http://www.sljk.
org/?cat=5 Consulta realizada el 28 de mayo de 2011.

¿Existen unos propósitos políticos implícitos? Más allá de la discusión acerca
del adjetivo nuevos para referir a la renovación de las prácticas de los
movimientos sociales, Valderrama asegura que estos usos y apropiaciones
emergentes están contribuyendo, junto con otros factores, al surgimiento de
una esfera pública cualitativamente diferente, incluso más global y autónoma,
que progresivamente escapa del control y la centralidad de los sectores
hegemónicos.
Las tecnologías en sí mismas no suponen mayor democratización o agenciamientos
políticos. Más bien, se puede afirmar que el intersticio públicocomunicacional
que subyace en las prácticas sociales y culturales de las
comunidades contribuye a la concreción de nuevas formas de hacer política,
en las que los propios grupos se vuelven prácticas políticas con alto potencial
contra-hegemónico (Valderrama, 2008:97). Las prácticas en la Web a través
de blogs, wikis, foros temáticos, redes sociales, reconfiguran los liderazgos
verticales, las prácticas de poder personalistas y los vínculos sociales ligados
a la subordinación.
Raúl advierte que no pretende reclutar seguidores sino alentar perspectivas
y formas de pensamiento, a través de lo que llama conciencias. Si bien sería
arriesgado señalar los efectos de estas formas de comunicación en el logro
de los objetivos del sistema, dado que no es propósito de este trabajo abarcar
la interactividad e hipertextualidad de estos medios y mediaciones 40 , sí es
importante identificar los posicionamientos comunicacionales de la organización,
en este caso, a través de Raúl, para narrar lo que son y lo que quieren
ser. El uso de expresiones alusivas al territorio, la estética, la cultura, el pensamiento
y la movilización social, como parte del objeto social y político del
SLJK, adquieren un lugar central en una narrativa digital que expone mundos
posibles, alternativas de vinculación para los jóvenes, y metáforas (“Son las
venas, los ojos y hasta la piel del Sistema”, “medios posibles para narrarle al
mundo que existimos”), que le otorgan un tono de frescura y de apertura a
la complejidad de la estructura y sus lógicas de funcionamiento.
40 Son categorías que fueron introducidas tempranamente por Jesús Martín Barbero (2003) en
su trabajo pionero De los medios a las mediaciones. Es importante recordar que su propósito es
mostrar que la comunicación no es algo instrumental sino que implica procesos humanos, sociales
y culturales.
JÓVENES, REDES Y DERECHOS: ACCIÓN COLECTIVA EN EL SISTEMA LOCAL DE JUVENTUD DE KENNEDY
175

Finalmente en torno a los derechos, asumidos como una conquista permanente
más que como beneficios cosificados, los cuales suelen ser otorgados
por las instituciones y la sociedad, vale introducir la frase de Raúl: “Perdámosle
el miedo a lo complejo; la existencia de los movimientos sociales y
las organizaciones, depende de su adaptación a un entorno cada vez más
hostil”. Como se aprecia, la invitación a superar el miedo en el marco de una
realidad compleja que puede resultar arrasadora y difícil de enfrentar, es la
base de una lucha política que se alimenta del conocimiento del contexto
y de la capacidad para generar escenarios de experiencia. Además de la
provocación, sentencia que el futuro de las organizaciones depende de su
capacidad de maniobra y de su creatividad para enfrentar la hostilidad de la
cultura hegemónica.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
176
Los desafíos para la conquista de los derechos son evidentes: “poder sentar
posiciones en el debate público local argumentadas con nuestras propias
ideas”, “velar porque se una el esfuerzo de cada miembro y se camine hacia
las metas que tenemos, con las reglas de juego concertadas”; “ganar autonomía”,
“demostrar que somos capaces de hacer grandes cosas”. Se trata de
desafíos que modifican sustancialmente la manera como se suele asumir la
perspectiva de derechos por parte de la mayoría de la entidades oficiales,
las cuales remiten a su carácter subsidiario y paternalista. Las bases de una
nueva institucionalidad y de un pluralismo cultural, polifónico y dialógico, que
contribuya a garantizar y restituir derechos, debe tomar como punto de partida
las experiencias y expresiones de organizaciones como la SLJK. Expresiones
que no se agotan en un esquema de pasividad y de recepción de sus
usuarios/beneficiarios, sino de construcción colectiva y agenciamiento en la
cotidianidad. Es quizá, la oportunidad para un nuevo comienzo. La invitación
a esa conquista, comprendida también como apropiación, la registra con un
tono crítico, pero también de gran reflexión, Omar:
“Esto tiene que ver con el tema de los derechos que tienen los jóvenes,
derecho a participar, derecho a la sexualidad, bla bla bla,
son como nueve derechos. Sin embargo, a veces los jóvenes, por
desconocimiento de sus derechos, simplemente no hacen uso de
ellos y no los exigen. Entonces, pues, yo creo que lo que hace falta
es que los jóvenes conozcan esos derechos y se apropien de eso
¡Porque son nuestros y deben ser conquistados!”

_______________________________________________________
Referencias bibliográficas
Aguilera, O. (2010), “Acción colectiva juvenil: de movidas y finalidades de adscripción”.
En Revista Nómadas Nº 32, Bogotá, IESCO, U. Central.
Álvarez, S., Evelina Dagnino y Arturo Escobar. (2001), Política cultural &
cultura política: una nueva mirada sobre los movimientos sociales
latinoamericanos, Madrid, Taurus.
Anderson, B. (1991), Imaniged communities, Londres, Verso.
Amador, J. (2010), “El discurso vacío de la infancia y la juventud: un análisis de la
perspectiva de derechos promovida por la SDIS del Distrito Capital” En: Serna,
Adrián y Diana Gómez (org.), Derechos Humanos y sujetos pedagógico.
Retóricas sobre la formación en Derechos Humanos. Bogotá, Personería de
Bogotá e IPAZUD, U. Distrital
Arfuch, L. (2002), El espacio biográfico. Dilemas de la subjetividad
contemporánea. Buenos Aires, FCE.
Barbero, J.M. (2003), De los medios a las mediaciones. Comunicación, cultura y
hegemonía. Bogotá: Convenio Andrés Bello.
Benjamin, W. (1998), Imaginación y sociedad. Madrid, Taurus.
Berger, P. y Luckman, T. (2005), La construcción social de la realidad. Madrid,
Amorrortu.
Bloch, E. (1977), El principio esperanza. Madrid, Ed. Aguilar.
Bruner, J. (1991), Actos de significado. Más allá de la revolución cognitiva.
Madrid, Alianza.
Chatterjee, P. (2009), La nación en tiempo heterogéneo y otros estudios
subalternos, Buenos Aires, Siglo XXI- CLACSO.
CEPAL y Organización Iberoamericana de la Juventud, (2004), Informe: La juventud
en Iberoamérica, tendencias y urgencias. Santiago de Chile, CEPAL, Naciones
Unidas.
Coffey, A. y Atkinson, P. (2003), Encontrar sentido a los datos cualitativos.
Estrategias complementarias de investigación. Medellín, Contus, Universidad
de Antioquia.
Deleuze, G. (2006), “Post-scriptum sobre las sociedades de control”. En Deleuze,
Gilles, Conversaciones. Valencia, Pre-textos.
Delgado, R. (2009), Acción colectiva y sujetos sociales. Análisis de los marcos
de justificación ético-políticos de las organizaciones sociales de mujeres,
jóvenes y trabajadores. Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana.
Descartes, R. (2006). Meditaciones metafísicas, Bogotá, Ediciones Universales.
Escobar, A. (2005), Más allá del tercer mundo, Globalización y diferencia, Bogotá,
Instituto colombiano de antropología e historia, Universidad del Cauca.
Fanon, F. (2001), Los condenados de la tierra, México, FCE.
Feixa, C. (2001). “Generación @ la juventud en la era digital”. En: Revista Nómadas
No. 13. Bogotá: Universidad Central-DIUC. pp. 76-91.
Flórez, J. (2010), Decolonialidad y subjetividad en las teorías de movimientos
sociales. Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana.
Foucault, M. (2005), Nacimiento de la biopolítica, México, FCE, 2005.
__________, (2001), Los anormales, México, FCE.
JÓVENES, REDES Y DERECHOS: ACCIÓN COLECTIVA EN EL SISTEMA LOCAL DE JUVENTUD DE KENNEDY
177

Jóvenes y derechos en la acción colectiva
178
Giddens, A. (2002), Las consecuencias de la modernidad. Madrid, Alianza.
Habermas, (2007), “Conocimiento e Interés”. En Rivas, Gerardo, (comp.),
Conformismo o democracia. Bogotá, Fica.
Hard, M. y Negri, A. (2004), Multitud. Guerra y democracia en la era del imperio.
Barcelona, De Bolsillo.
Ibañez, J. (1990), Nuevos avances en la investigación social. La investigación
social de segundo orden. Barcelona, Anthropos.
Kaufman, F. (s.f), Metodología de las ciencias sociales. Tr. Eugenio Imaz, México,
Editora Nacional.
Laclau, E. y Mouffe, Ch. (1997), Hegemonía y estrategia socialista; hacia una
radicalización de la democracia. Madrid, Siglo XXI.
Lakoff, G. y Johnson, M. (1980), Metáforas en la vida cotidiana. Chicago.
Universidad de Chicago.
Lazzarato, M. (2006), Por una política menor. Acontecimiento y política en las
sociedades de control. Creative Commons, Traficantes de sueños.
Marx, K. (2004), Introducción general a la crítica de la economía política/1857.
México, Siglo XXI.
Mignolo, W. (2008), “La opción de-colonial: desprendimiento y apertura. Un
manifiesto y un caso”, En Revista Tabula Rasa Nº 8, Universidad Colegio
Mayor de Cundinamarca.
Melucci, A. (1999), Acción colectiva, vida cotidiana y democracia. México, El
Colegio de México.
Morse, J. (2003), Asuntos críticos en los métodos de investigación cualitativa.
Medellín, Contus, Universidad de Antioquia.
Nussbawm, M. (2006), Las fronteras de la justicia. Consideraciones sobre la
exclusión. Barcelona, Paidós.
Perea, C. (2007), Con el diablo adentro: pandillas, tiempo paralelo y poder.
México, Siglo XXI.
Reguillo, R. (2000), Emergencias de culturas juveniles: estrategias del
desencanto. Bogotá, Norma.
Ricoeur, P. (2004), La historia, la memoria, el olvido. México, FCE.
Santos, B. (2005), El milenio huérfano. Ensayos para una nueva cultura política.
Madrid, Trotta.
_______ , (2003), La caída del Angelus Novus, ensayos para una nueva teoría
social y una nueva práctica política, Bogotá, ILSA y U. Nacional de Colombia.
Tilly, Charles, (2009), Los movimientos sociales, 1768-2009. Barcelona, Crítica.
Touraine, A. (1987), Actores sociales y sistemas políticos en América Latina.
Santiago de Chile. OIT-PREALC.
Valderrama, C. (2008), “Movimientos sociales: TIC y prácticas políticas”. En: Revista
Nómadas, Nº 28. Bogotá: Universidad Central, pp 94- 101.
Valenzuela, J. (2009), El futuro ya fue. Socio-antropología de l@s jóvenes en la
modernidad, México, Ed. Colegio de la frontera norte.
Vasilachis, I. (2006), Estrategias de investigación cualitativa. Barcelona, Gedisa.
Walsh, C. (2007), “¿Son posibles unas ciencias sociales/ culturales otras? Reflexiones
en torno a las epistemologías decoloniales”, en Nómadas Nº 26, Bogotá,
Universidad Central.
Zemelman, H. (2007), El ángel de la historia: determinación y autonomía de la
condición humana. Barcelona, Anthropos.

MOVIMIENTO ROCK
POR LOS DERECHOS HUMANOS
EN CIUDAD BOLÍVAR
Luisa Fernanda Cortés Navarro
Investigadora de la Organización Metalmorfosis Social
Carlos Arturo Reina Rodríguez
Docente e investigador de la Facultad de Ingeniería,
Universidad Distrital Francisco José de Caldas
profesorcarlosreina@yahoo.com
«El rock, símbolo de los que ayer, hoy y mañana fueron,
son y serán siempre jóvenes eternos, valientes luchadores,
guerreros de armas eléctricas que vivirán y morirán por él, siempre
dispuestos a la lucha por la supervivencia y legado».
(Julián Paramos. Fundador de la Banda de Metal PARAMOS.
Localidad Ciudad Bolívar)
Derechos Humanos y Rock and roll. Un tema tratado principalmente
a partir de las denuncias efectuadas a través de la música, pero
que pocas veces trasciende a esferas de reconocimiento a las luchas
que los jóvenes roqueros han realizado a lo largo de los años
en pos de sus derechos como ciudadanos, sobre todo cuando muchos de
ellos provienen de una localidad como Ciudad Bolívar en Bogotá. Es decir,
además del estigma de ser roquero, está el de ser joven de una localidad
que, en el imaginario colectivo de la ciudad, tiene un halo negativo. No obstante,
de allí emergería una organización que reivindica no solo los Derechos
179

Humanos, sino el rock and roll, la juventud y esta localidad: Movimiento rock
por los Derechos humanos de Ciudad Bolívar 41 .
1. El ser Joven
En Colombia, la historia da cuenta de los jóvenes generalmente al referirse
a las asociaciones de naturaleza política e ideológica que se encuentran por
ejemplo en los partidos políticos y la iglesia. Es común encontrar referencias
sobre las juventudes liberales, juventudes conservadoras, juventudes comunistas
o juventudes católicas, las cuales suelen estar asociadas a las formas
de aproximación a instituciones definidas, pero que no representan a los
jóvenes como categoría poblacional general. Por un lado, están los referentes
en los que investigadores como Raúl Olmedo, prefieren separar la barrera
conceptual entre lo joven y la juventud, al desligar teóricamente a la clase de
la categoría, diferenciándolas por sus intereses y necesidades:
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
180
Juventud es una categoría política que designa un lugar dentro de
la jerarquía de la sociedad...el joven es el soporte biológico de la
categoría juventud, es un individuo que está sometido, está sujeto a
las determinaciones que conforman la categoría de juventud. El joven
es un sujeto social que es producido como un sujeto jerárquico.
La “Clase” sintetiza el conjunto de determinaciones denominadas
económicas. La categoría sintetiza el conjunto de determinaciones
denominadas políticas. La política es el conjunto de relaciones que
organizan el propio sistema de jerarquía de la sociedad. En el movimiento
juvenil, los intereses de clase de los individuos participantes
predominan sobre sus intereses de clase (Olmedo, 1982: 1-6)
41 Esta iniciativa hace parte del Componente temático del Programa III Laboratorio de Paz, apoyado
por la Unión Europea que tuvo como objetivo fortalecer las iniciativas de Desarrollo y Paz,
lideradas por la organización de jóvenes a nivel local, buscando proporcionar herramientas de conocimiento
e instrumentos pedagógicos que contribuyan como insumo para la construcción de
políticas públicas.

Por otro lado, están las lecturas que explican a la juventud como una condición,
como una construcción que se relaciona con el contexto, que además
lo reconoce como pasajero, como un estado de habitar temporalmente en
una sociedad particular, siendo hombre o mujer. Si bien “la diferencia entre
muchachos y muchachas, ya bien acentuada en la socialización infantil, encuentra
en la juventud las formas de su institucionalización” (Levi y Schmitt,
1996: 14).
A pesar de ello, la prevención histórica y generacional dada por la desconfianza
social, política y cultural de los sectores adultos hacia los sectores jóvenes,
sobre todo frente a los de menores recursos, han planteado además
que ser joven es una problemática para el resto de la sociedad: “Así como la
publicidad exalta los valores de la juventud (belleza, fuerza, rapidez, energía,
libertad, etc.), la vida social cotidiana siente más bien, cierto temor hacia los
jóvenes debido a los disturbios que podrían causar en opinión de los defensores
de los convencionalismos” (Levi y Schmitt, 1996 ).
En muchos casos, los referentes utilizados frente a los jóvenes suelen ser
de dos tipos: por un lado, “jóvenes buenos”, cuando estos responden a los
convencionalismos y a la cultura ideal propia del status quo; están los otros
jóvenes, los “desadaptados”, los “de abajo”, los “Jóvenes malos” o muchachos
potencialmente sospechosos de ser delincuentes por su condición
social, cultural, su entorno barrial y su procedencia 42 (Cortés, 2010). Para el
reconocimiento de ellos se aplican las jergas, los signos y símbolos que los
agrupan formalmente como “pandilleros” o “delincuentes”, lo cual conlleva
a que los mismos sean vistos, desgraciadamente, como sinónimo de problema
para una sociedad que, de forma paradójica, se encuentra compuesta
mayormente de población juvenil. 43
42 La situación no era nada diferente durante el siglo XIX, en donde la juventud parecía tener un
carácter de organización de élite y en el caso de las clases menos favorecidas los apelativos para
referirse a los jóvenes fueron bastante despectivos y ampliamente generalizados: como el de patán,
mozo, guache o el cachifo.
43 No era rara esta visión debido a que desde décadas anteriores ya se estigmatizaba al joven entendiéndose
este como un sospechoso y reservándose su futuro para aquellos “bien educados”. Es
la observancia de la buena conducta de quienes resultaban “favorecidos”, por un sistema educativo,
frente a quienes quedaban por fuera o relegados a niveles inferiores. Así por ejemplo titulares como
los del diario el Tiempo en los tempranos años sesenta no resultan sorpresivos: “Los Bandidos Más
temidos hoy en Colombia son Adolescentes: la adolescencia es un periodo sumamente turbador
MOVIMIENTO ROCK POR LOS DERECHOS HUMANOS EN CIUDAD BOLÍVAR
181

Por otra parte la antropología ha mostrado, desde los estudios de Margaret
Mead, que la rebeldía y la “crisis de la adolescencia” no ocurren en poblaciones
indígenas, en las cuales la juventud, además de sinónimo de fertilidad,
es referente de esperanza y capacidad. En occidente esto solo ha sido posible
de entender en los sectores políticos más relevantes de las sociedades,
para quienes los “delfines” suelen ser la esperanza de prorrogación de las
estirpes políticas, el presente esperanzador de los partidos y las élites. En
contraparte el resto de la población, además de ver en los jóvenes del común
la posibilidad de un “futuro” -con cierto tono de desconfianza-, hace
recaer sobre ellos las sospechas, las intrigas y los señalamientos. Finalmente,
es sobre los jóvenes en quienes el mundo adulto realiza la valoración de
su legado que por lo general, suele resaltarse como negativo, dado que las
nuevas generaciones suelen subvertir muchos de los cánones de las generaciones
que les precedieron. 44
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
182
Es importante aclarar que la juventud es un concepto íntimamente ligado a
los tiempos modernos; ya no es la fase intermedia entre el periodo adulto y
la niñez, ni tampoco el rango de edad considerado solamente en los censos
poblacionales y que, además de ocupar un espacio geográfico (territorio),
habitualmente tenía como especial labor la de ser el eslabón natural de la
especie humana. La juventud se caracterizaba por ser una fase transicional
(aunque hoy todavía lo es aunque con otra motivación) y cuya preparación
dependía de unidades sociales pequeñas como la familia o el clan. Dicha
situación ha cambiado, pues la preparación se halla estrechamente ligada a
otra unidad social, estructural incierta, una realidad social en la cual los jóvenes
se encuentran limitados por el no reconocimiento.
a causa del conflicto entre la personalidad básicamente egoísta del niño y las crecientes exigencias
que le merece la sociedad” Agrega que “para dar ejemplo de las terribles consecuencias que puede
llegar a tener odio en la adolescencia, Villareal se refirió a varios casos de delincuencia llevada a cabo
por adolescentes que habiendo llegado a la conclusión de que ser agresivos era el único camino
que se abría ante ellos, decidieron dedicarse a actividades destructivas: Un Adolescente en estas
condiciones ve ante sí como única solución el imponerse sobre el medio ambiente por medio del
odio, la destrucción, ya que siente que si se aparta de ellos sucumbirá” El TIEMPO Sábado 2 de julio
1960 página 23. La referencia data de la realización de un ciclo de conferencias sobre odio dictada
por el Doctor Jaime Villareal en el Museo Nacional, en donde titula. Allí se indica además señala que
“varios de los bandoleros más temidos que azotan el país en la actualidad son adolescentes cuya
edad oscila entre 14 y 20”.
44 Esta última afirmación, puede ser considerada como una de las hipótesis que permitirán esbozar
este escrito y surge de las reflexiones realizadas por uno de los autores a lo largo de su investigación.

A su vez también se puede hacer extensa la relación de una condición temporal
de la vida del ser humano, con una que transfiere campos simbólicos
y que se manifiestan en la “juventud” de las naciones, de los partidos, de los
movimientos. Expresa Laura Malvano (1996: 314) que, por ejemplo, en el
caso del fascismo italiano:
El discurso se formaba con especial ductibilidad y flexibilidad a la
multiforme y toda comprensiva noción de juventud, hasta el punto
de convertirse en elemento constitutivo. Gracias a una hábil manipulación
de discurso se le privó al concepto de juventud de toda
connotación histórica o sociológica para adquirir una dimensión
exclusivamente simbólica, ejerciendo la fusión de distintos significados
implícitos en la noción misma.
De esta forma el Estado fascista como otros, fue visto como un Estado joven,
vigoroso, innovador, “en plena posesión de todas sus energías”. El relevo generacional
representa en sí mismo un proceso de tensión, una disputa por el
poder entre individuos de diferentes generaciones que operan en el interior
de una sociedad, y que se valen de diversas estrategias a fin de demostrar,
en el caso de los mayores la validez de sus ideas y de los más jóvenes, la
veracidad de sus aspiraciones y las posibilidades de cambio. Por ello, el paso
de una generación a otra da cuenta de los movimientos que ocurren en el
ámbito de las ideas, de las tradiciones y de las acciones, las cuales desembocan
en procesos sociales, políticos y culturales.
La “inmadurez” del sector juvenil nace de la comparación con los adultos, lo
que le otorga un estatus de marginación fundamentado en la edad para los
jóvenes. El ideal de la sociedad es que el joven tenga que prepararse para
el trabajo y, en últimas, para la reproducción de todas las formas de capital.
En este sentido, la categoría joven puede ser equiparada a la de un grupo
social, cuya posición origina una colectividad inerme que, a causa de sus
condiciones de vida y de madurez en formación, es situada por debajo de
otros grupos en la sociedad. Hasta aquí es importante resaltar que los jóvenes
no pueden entenderse como una categoría, sino que deben ubicarse
como una fuerza política de proyección histórica en contextos generacionales
particulares.
MOVIMIENTO ROCK POR LOS DERECHOS HUMANOS EN CIUDAD BOLÍVAR
183

Los miembros de una generación viven al mismo tiempo y se relacionan, distinguiéndose
de otra por el rasgo específico de la edad. Consecuentemente,
jóvenes y viejos no comparten la misma generación, e incluso por la edad,
el concepto de generación ocupa el primer lugar. En otras palabras, debido
al comportamiento colectivo de las diferentes edades. La dimensión espacial
de la generación está determinada por el sitio y las circunstancias que le rodean.
En cada época de la historia ocurren cambios; el cambio en sí, es historia
no estática, toda vez que los individuos tienen diferentes significaciones
e interpretaciones del mundo, que lleva a cada generación a replantearse y
redefinir su mundo y su relación frente al mismo.
Por ende, las relaciones entre generaciones se reflejan en el ejercicio autoritario:
los adultos, al poseer el saber y detentar el poder, controlan y ejercen
autoridad sobre las generaciones jóvenes. Al respecto, señala Fischer:
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
184
Con el resquebrajamiento del sistema corporativo medieval comienza
la lucha de generaciones y cuanto más rápido avanza la
sociedad, merced a la técnica, la industria y el modo de vida, tanto
más manifiesta es la diferencia entre las generaciones. La insurrección
de los hijos contra las formas de vida, los pensamientos y
los prejuicios anticuados se entretejen a tuertas y a derechas con
la lucha de clases (Fischer, citado en Encinas, 1994).
No obstante, esta brecha no necesariamente es una constante. Hobsbawm
(1998:330), indica que existe un abismo histórico que separa a las generaciones,
donde los jóvenes viven divorciados de su pasado:
Ya fuesen transformadas por la revolución, como China, Yugoslavia
o Egipto; por la conquista y la ocupación, como Alemania y Japón; o
por la liberación del colonialismo. No se acordaban de la época de
antes del diluvio, con la posible y única excepción de la experiencia
compartida de una gran guerra nacional, como la que unió durante
algún tiempo a jóvenes y mayores en Rusia y Gran Bretaña, no
tenían forma alguna de entender lo que sus mayores habían expe-

imentado o sentido, ni siquiera cuando estos estaban dispuestos
a hablar del pasado, algo que no acostumbraba a hacer la mayoría
de alemanes, japoneses y franceses.
Sin embargo esta brecha en Colombia ha sido contenida por la violencia así
como la venganza que se engendra en ella. La violencia ha impedido que la
brecha generacional sea mayor que la expresada en otras latitudes, producto
de la memoria recogida en las experiencias generacionales vividas a través
de los hechos ligados a persecuciones, desapariciones, secuestros, venganzas,
guerras internas y demás, que han caracterizado la historia colombiana
del siglo XX y XXI. Por ello, las formas de resolución de conflictos van de la
mano con las formas de expresión de violencia que, por lo general, también
se apoyan en la desconfianza, la ausencia de políticas claras que incluyan a
todos los actores sociales y la dificultad de generar procesos autónomos por
parte de integrantes de las comunidades que no estén bajo el lente moral
del establecimiento, sobre todo si quienes se organizan son jóvenes.
No obstante, la dinámica generacional también representa un factor que
estimula la organización juvenil en agrupaciones culturales, artísticas y, por
supuesto políticas, dando inicio a espacios controversiales de aprendizaje y
de debate.
2. El Rock como factor de rebeldía
El rock en general ha sido estigmatizado desde sus inicios. Fue catalogado
como la música del diablo. En Colombia, en los años cincuenta, recién llegado,
generó toda clase de reacciones, generalmente de carácter negativo.
Ramiro Andrade, redactor de ‘INTERMEDIO’, diario que circuló en la dictadura
de Rojas, en lugar de El Tiempo, lo registró así en 1957:
El cronista asistió a la película de El Cid y vio bailar -si esto es baile-
a diez parejas el demoníaco gemido (...). Había no menos de mil
coca-colos y kolcanas. Cuatro o cinco sujetos salieron al escenario
dispuestos a dejar sin huesos a sus parejas. Les dieron costalazos
MOVIMIENTO ROCK POR LOS DERECHOS HUMANOS EN CIUDAD BOLÍVAR
185

en el suelo, sudaron en medio de la gritería de algunos jovencitos con
patillas a lo Presley’, tratando de bailar esa cosa. Las niñas exhibieron
lo que generalmente va después del refajo. (...) En realidad, fue
una demostración pobre. Esperemos, pues, una nueva y enviemos
nuestra tarjeta de luto a la tradición musical del país (El tiempo, 2007).
El impacto que tuvo a nivel de las estéticas, del baile, de la misma música,
en contraposición con las estructuras tradicionales propias de los “buenos
jóvenes”, llamó poderosamente la atención de propios y extraños. Ese mismo
año de 1957, el 4 de febrero un comentario dictaminaba la defunción
del rock and roll:
El rock and roll no ha proliferado en Bogotá. Ni proliferará. (...) Entre
el temperamento hispano-indígena predispuesto a los bambucos y
pasillos y el temperamento yanqui, hay un abismo insondable. (...)
En Colombia solo conseguirá desatar tempestades de risa. ¡Así que
Bill Haley descanse en paz! (El Intermedio, 1957).
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
186
No obstante, pasadas más de cinco décadas, el rock no murió, sino que se
diversificó en tendencias que fueron desde los sonidos suaves y delicados,
hasta los más fuertes y contestatarios, los cuales han permitido a varias generaciones
manifestar el descontento, pero también la indiferencia del mundo
adulto frente a las concepciones y formas de vida de los jóvenes en entornos
urbanos como el de Bogotá.
Estilos musicales como el rock and roll se han convertido en lienzos, a través
de los cuales emergieron discursos donde los nuevos ciudadanos pudieron
encontrar espacios de representación que las formas tradicionales de cultura,
educación y política no otorgaron hasta la última década del siglo XX. Desde
los años sesenta y hasta la constitución de 1991, el pelo largo de los roqueros
fue símbolo de irreverencia y rebeldía, pero también para los sectores
más tradicionales fue sinónimo de degeneración y drogadicción, que tuvo
lecturas de insubordinación, y pesimismo ante las generaciones futuras. Por
ello, fueron cortados sus cabellos, fueron perseguidos, reprimidos y encarcelados
por el hecho de ser jóvenes y roqueros.

No obstante en 1991, en el artículo 16 de la Constitución, se estableció el
libre desarrollo de la personalidad, lo cual permitió generar una nueva dimensión
de conciencia frente al reconocimiento del joven como un territorio
que puede ser usado para la expresión de lenguajes complejos, como los
que a través de la música rock se empezaron a plantear. Aún así, el estigma
sobrevive y persiste tanto en las autoridades como en la sociedad en general,
cosa que no han podido subvertir casi dos décadas de esfuerzo de las administraciones
distritales por socializar espacios como Rock al Parque y demás
muestras artísticas y culturales relacionadas.
Según afirman los sociólogos, toda manifestación musical y danzante
constituye cultura, sin embargo, para los beatos que hayamos
presenciado el festival “Rock al Parque” que se realizó el pasado
fin de semana en Bogotá, salimos con una gran preocupación en el
alma. Muchos jóvenes con problemas de identidad para no entrar
en detalles de droga e inclinaciones sexuales. Jóvenes que ven en
el rock la salida a las manifestaciones verbales que muchas veces
los adultos no quieren escuchar, pero dichas de una manera cruda,
cuando tienen en sus manos un micrófono que les permite llegar
a cientos de personas reunidas con un solo fin: dar testimonio de
las Inquietudes de la generación del futuro. No queremos ser moralistas
ni mucho menos pero es preocupante que los jóvenes con
el poder que les proporciona los medios de comunicación de todo
el país, los tengan como su punto de trabajo por tres días consecutivos,
no aprovechen para transmitir lo mejor de sí. Como sí lo más
aberrante y lo más pesimista. No se necesita de una bola de cristal
para imaginarse el futuro en las manos de los jóvenes que vimos
allí unidos, a los cuales les tiene sin cuidado el cuento de enriquecer
el lenguaje, que el cuerpo físico es parte integral de la existencia
del ser humano y que el amor surte mejores resultados cuando
se da entre dos personas de diferente sexo. Lo más triste de todo
es que muchísimos de los jóvenes que estaban en la Media Torta,
en el parque Simón Bolívar y en el Olaya Herrera, bien podrían ser
genios, salvadores de la vida, sino tuvieran embrutecido el cerebro
por un odio irracional por lo que es el mundo actual y por el que les
espera (El Espacio, 1996).
MOVIMIENTO ROCK POR LOS DERECHOS HUMANOS EN CIUDAD BOLÍVAR
187

Es claro que, citas como la anterior, se apoyan en el comportamiento manifestado
por algunos de los asistentes a estos eventos, para quienes la
música se convierte en la posibilidad de manifestarse de forma violenta
contra los espacios públicos y contra los otros jóvenes, como manera de
manifestar un descontento hacia las instituciones que les reprimen. Esto ha
causado una estigmatización sobre todo hacia los jóvenes que escuchan
y viven el rock and roll en sus distintas vertientes, así como también el
aumento de la zozobra durante las actividades que cuentan con la participación
de los roqueros.
En perspectiva del reconocimiento de las distintas manifestaciones socioculturales,
en particular a partir del Decreto 482 del 27 de Noviembre de
2006, por el cual se adoptó la Política Pública de Juventud para Bogotá D.C
2006-2016, las localidades han venido abriendo espacios de manera paulatina
para los jóvenes roqueros, lo que se ha manifestado principalmente en
la realización de conciertos locales como Subarock o Fontirock. No obstante,
la estigmatización derivada de los juicios de valor que giran en torno a los
roqueros, han llevado a que se piense que ser roquero es sinónimo de ser
“marihuanero, drogadicto y satánico”.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
188
Por otro lado, al referir a los jóvenes y al rock, se da una relación directa
con conceptos como “tribus urbanas”, “culturas juveniles”, “culturas urbanas”.
Cada una de ellas tiene su validez en la forma de aplicación. Así, una “tribu
urbana” funciona si pensamos que los jóvenes recurren a ciertos elementos
básicos de su expresión, sobre todo de carácter estético y musical que permiten
identificar comportamientos de acuerdo a lo que escuchan, como en
el caso de las culturas juveniles que giran en torno al rock. Por otro lado, pensamos
en “culturas juveniles”, como todas las manifestaciones culturales que
se producen en una sociedad y que van más allá de los círculos estéticos y
musicales. Todos los jóvenes producen y manifiestan expresiones culturales,
aunque no todos son visibles. En tanto que “culturas urbanas” refiere a manifestaciones
del orden sociocultural que van más allá de los mismos jóvenes
y superan ese condición, para plasmar regionalismos, identificaciones políticas,
sociales, artísticas, sexuales y en general todas aquellas posibles de ser
generadas y reproducidas en un ámbito urbano. La ausencia clara de estas
distinciones ha provocado que se use de uno u otro termino indistintamente
de la población y del significado que se busca.

Por un lado, siguiendo la teoría de campo cultural de Pierre Bourdieu
(1997), nos resulta más significativo pensar en varios elementos para distinguir
las manifestaciones culturales de los jóvenes, en particular, aquellas
que giran en torno a la música y la estética en las grandes ciudades. El
primero tiene que ver con el debate de la identidad, debido a que esta
generalmente es puesta en cuestionamiento. Se menciona de manera
común que “los jóvenes tiene una crisis de identidad”, o que “carecen de
identidad”. Nuestra perspectiva va más allá pues, en primer lugar, reconocemos
que todos los sujetos poseen una identidad, un “Yo” si se quiere
pensar en términos de Alaine Touraine (1999), para quien el problema
no es su exterior sino la comunicación de sí mismo, es decir, la búsqueda
de un lenguaje propio que reconozca todas las formas de fragmentación
social que lo obliga a actuar de manera distinta, según el contexto. Ese
lenguaje puede ir desde una expresión artística o musical, hasta filosófica
y religiosa.
No obstante, ese sujeto interior, ese Yo, se oculta tras las máscaras que la
cotidianidad obliga a llevar a los ciudadanos a partir de los miedos colectivos,
de las prevenciones, de los ánimos de enfrentarse al sistema o de legitimarlo,
de los imaginarios y de las representaciones sociales. Se trata de un
tránsito de papeles o personajes que desfilan, usando un mismo cuerpo en
distintos apartes de una obra. Esos papeles son los que suelen ser leídos por
quienes se refieren a las expresiones juveniles a través de conceptos como
el de tribus urbanas, por ejemplo.
Para nosotros, todos los jóvenes tienen una identidad, al igual que todos los
seres humanos. El problema no es la identidad en sí misma, sino las formas
en que la misma se manifiesta, su verdadero Yo. Esas formas de expresar sus
identidades tiene varias características: por un lado son dialécticas, cambian,
no son estables, pues éstas se ajustan de acuerdo con el campo cultural
en donde se hallan, en la posición y la distancia que tienen dentro de éste
frente a otros, y de la capacidad simbólica que ejecutan para diferenciarse
unos de otros.
Así por ejemplo, un joven puede buscar manifestar su identidad a través del
rock and roll, pero en ese campo, o incluso fuera de él, puede conocer a una
joven que asume su identidad temporal como punk, se enamora y cambia
MOVIMIENTO ROCK POR LOS DERECHOS HUMANOS EN CIUDAD BOLÍVAR
189

su manifestación identitaria 45 sin dejar de ser él mismo. Solo se ajusta al contexto.
Posteriormente se aburre o difiere de la posición del movimiento punk
y, entonces puede pasar a una manifestación más tranquila, escuchando
Reggae, o pasar a una mucho más fuerte como cualquiera de las tendencias
del Metal, para luego terminar ajustando sus preferencias ingresando a una
congregación religiosa, escuchando Punk o Metal con contenido religioso y
asumiéndose como miembro de una comunidad espiritual, como sucede
con diversos grupos en Bogotá.
Ese tránsito implica el desconocimiento a profundidad de la naturaleza de los
movimientos a los que el joven asiste, expresando generalmente su superficialidad.
Este es el escaso conocimiento de la naturaleza histórica propia de
cada sujeto, pero también de los colectivos que históricamente han venido
construyendo espacios, plasmando sus formas de ver el mundo a través de
imágenes, música, estéticas, videos, fotografías, espacios y símbolos. Se trata
de comprender cómo las manifestaciones identitarias son las que han venido
enriqueciendo el panorama cultural de una ciudad como Bogotá, otrora
aburrida, triste y gris. Por eso, estas manifestaciones identitarias, cualquiera
que sean ellas, son importantes, pues permiten elaborar sentidos de responsabilidad,
reconocer patrones de diferencia y asumir las dinámicas de la vida
actual que tienen que ver con el cambio constante.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
190
Al mismo tiempo, su estudio permitir mostrar como la historicidad del ciudadano
se ha plasmado a través de distintas formas de ver y de representarse
en el mundo. Así por ejemplo, en los años ochenta, los “mechudos” que
escuchaban rock, fueron perseguidos por la policía, se les cortaba el cabello
y se trasgredía literalmente su manifestación identitaria. Sin embargo estos
roqueros, que fueron parte de los argumentos de manera indirecta con su
resistencia a vestirse y cortarse el pelo, como todos los demás, influyeron a
otros que podían legislar para que se fijaran parámetros frente a la necesidad
de generar el respeto por la libre determinación de la personalidad.
La perspectiva de trabajar sobre el referente de manifestación identitaria busca,
por un lado, revelar la historicidad del joven, reconocerla y dar validez a
45 El término Manifestación identitaria, surge de los trabajos y reflexiones del investigador Carlos
Arturo Reina, en torno a los jóvenes y la ciudad.

una expresión cultural, para que esta no solo se lea como producto de la
necesidad de hacer una “catarsis social”, sino como parte de un proceso
histórico que ha dado nuevos sentidos a las formas de vivir y ser en Bogotá.
En otros términos, como algo que ha construido nuevas expresiones de
ciudadanía distintas a las tradicionales. Se trata al mismo tiempo de la aplicación
de una perspectiva nueva de trabajo desde el punto de vista teórico
que pretende ofrecer otro tipo de lectura histórica que valida la memoria y
el patrimonio como forma de reconstruir el pasado y reconocerlo, entre las
actuales y las futuras generaciones.
Al mismo tiempo que hablamos de manifestaciones identitarias, nos referimos
también al objetivo de construir “Comunidades de Sentido”, el cual
implica leer las formas como los sujetos dimensionan y construyen simbólicamente
sus espacios y sus vidas, más allá de esas expresiones ligadas a las
modas y a las copias de artistas mediatizados previamente. Una comunidad
de sentido se mide a partir de lo que el sujeto sabe, conoce previamente
acerca de un movimiento, es decir, de su pasado histórico, de su patrimonio
cultural y de la memoria colectiva de una comunidad. Es decir, se trata de lo
que el sujeto reconoce, de la expresión libre de poder afirmar que escogió
determinada estética, gusto musical y demás, por el hecho de saber y asumir
la responsabilidad que le atañe, ser parte de una red de códigos y de
símbolos que no todos los que se encasillan dentro de una “tribu urbana”
conocen ni les interesan.
Se trata de mostrar que las distintas manifestaciones identitarias han construido,
a través de la historia de la ciudad, comunidades de sentido nacidas
en el contexto de un mundo caótico cuyo intento de modernidad entró en
crisis. Eso se ve, se siente y se expresa a través de la música, pero también
en el lenguaje mismo de los actos mediante los cuales la música, la estética
y lo simbólico sirven como ejercicio y como ventana para ver y entender el
mundo. Un movimiento social es simultáneamente un conflicto social y un
proyecto cultural. Y, a pesar de que la constitución otorga derechos al joven
para expresarse culturalmente y que la misma política de juventud lo plantea
como un derecho, esto no significa que sea respetado por las autoridades ni
necesariamente apoyado por las administraciones.
Lo anterior ha llevado a que sean los jóvenes que escuchan y viven el rock
en toda la ciudad, quienes se organizasen a través de movimientos y colec-
MOVIMIENTO ROCK POR LOS DERECHOS HUMANOS EN CIUDAD BOLÍVAR
191

tivos como Metalmorfosis Social en la localidad de Rafael Uribe Uribe o el
Movimiento Rock por los Derechos humanos de Ciudad Bolívar.
3. El Rock y Ciudad Bolívar:
Esta es una localidad caracterizada por tener como constante la alta movilidad
poblacional proveniente de distintas zonas rurales del país, en buena
parte víctimas de la violencia y el conflicto interno. Es una zona habitada por
cerca de un millón de personas 46 , en su mayoría (94.51 %) 47 de estratos 1 y
2, partícipes inocentes muchas veces del imaginario de miedo e inseguridad
que se ha extendido a toda la ciudad, provocado por las dinámicas de violencia
donde niños y jóvenes se han visto involucrados repetidamente, pero
donde también estos han sido víctimas de desapariciones, “falsos positivos”,
y la llamada “limpieza social”. Ciudad Bolívar es una de las zonas de la capital
que más estudios sociales posee, no obstante, también es la zona donde
menos impacto social y cultural han tenido los resultados de los mismos.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
192
Estos y otros factores han hecho que en la localidad prolifere una suerte de
bandas y grupos musicales que han girado tradicionalmente alrededor del
hip hop o del rock. En este último caso, es el subgénero del heavy metal 48 y
sus tendencias las que han captado buena parte del interés de los jóvenes
de Ciudad Bolíva,r sobre todo por el hecho de ser un género que permite
una amplia gama de expresiones artísticas y líricas que abordan diversas
problemáticas, muchas de ellas comunes a los habitantes de la localidad.
Es así como en el año 2002 se reunieron varias bandas de la localidad
como Chaotic, Paramos, Legend of Tears, Abraxhas, Manthrash, Egaeitor y
Nastigal, así como algunos metaleros que, inquietos por la situación de desconocimiento
del carácter cultural del rock, vieron vulnerados sus derechos
a la libertad de expresión, al derecho a la educación y formación artística. Así
mismo observaron la criminalización de las actividades juveniles relaciona-
46 713.764 habitantes según fuentes de la Alcaldía local de Ciudad Bolívar.
47 Fuente: Secretaría Distrital de Integración Social (SDIS).
48 Para ver acerca de la evolución de este género del rock en Bogotá ver: Reina, C. (2009). Bogotá:
Más que Pesado Metal con Historia. Bogotá: Ediciones Letra Oculta.

das inicialmente con el rock. Por esto decidieron formar un movimiento que
aglutinara a los grupos roqueros en pro de generar inicialmente un proceso
de concientización acerca de los Derechos Humanos y el Rock.
El francés Alain Touraine (1994) da sentido a estos grupos al señalar que el
sujeto en la modernidad solo existe como movimiento social, como oposición
a la lógica del orden, aunque esta tome una forma utilitaria o simplemente
represente la búsqueda de la integración social.
El Movimiento Rock por los derechos humanos de Ciudad Bolívar es un
espacio que permite recoger los diversos saberes, pensamientos y sueños
alrededor del quehacer artístico y los derechos humanos, como una opción
de vida y escenario efectivo de transformación de las dinámicas sociales
que viven los jóvenes de la localidad, -la estigmatización, la marginalización,
los dogmatismos y la vulneración de los Derechos Humanos-, a partir de
la música y el potencial de los jóvenes como instrumento cohesionador y
emancipatorio. Pretende, a partir de su organización, la cualificación artística
de las bandas musicales (rock, metal), generando un sentido de pertenencia
del territorio y, por medio de ello, producir identidad de lo que significa ser
joven, y en específico lo que es vivir en una localidad con las características
sociales propias de Ciudad Bolívar.
Al respecto comenta Gabriel Avellaneda -uno de los gestores del movimiento-
y, quien desde allí logró estudiar antropología en la Universidad Nacional,
que en los tiempos de la creación del movimiento, existían unas condiciones
complejas:
En esa época se vivía acá en la localidad una problemática muy
grande y era la de “la limpieza social” y la otra dinámica era una
cosa que se llamaba la UPJ (Unidad Permanente de Justicia), que
es un sitio en donde llevaban jóvenes cada 15 días y los encerraban
en condiciones inhumanas… en razón a esto hubo muchos problemas,
entonces como Movimiento y como roqueros de Ciudad
Bolívar, quisimos enfrentar esto… yo recuerdo mucho que cuando
entré a estudiar, cuando salí del colegio, tuvimos un problema y
es que nos iban a llevar a la UPJ, entonces nos metimos a la casa
MOVIMIENTO ROCK POR LOS DERECHOS HUMANOS EN CIUDAD BOLÍVAR
193

con mi hermano y nos decían que éramos ladrones. Ellos, los policías,
decían que podían hacer lo que quisieran en Ciudad Bolívar
porque todos éramos pobres y teníamos ese estigma de pobres,
sin honestidad, ni conocimiento y toda la cosa. Entonces, por eso,
decidí estudiar una ciencia social y encargarme de alguna manera
en observar las problemáticas que vivíamos los jóvenes de Ciudad
Bolívar. Estudié Antropología y como trabajo de tesis surgió esa
incógnita de preguntarse y observar como es la dinámica de los
jóvenes y su relación con la policía… y, pues, como lo decía, en algún
momento Bourdieu “A los pobres lo único que nos llega del Estado
es la policía y la represión”, entonces ese fue mi interés al plantear
mi trabajo de grado.(Avellaneda, 2011)
Es claro que la estigmatización frente al hecho de vivir en esta localidad,
ser joven y ser roquero, contribuyen a generar un imaginario mucho más
negativo frente a lo que puede pensarse de los jóvenes roqueros de otras
localidades. Este imaginario negativo repercute en las formas en las que
las autoridades tratan a los jóvenes: “Uno de los principales aspectos es la
“requisa”, en donde lo paran a uno en cualquier parte y le están requisando
todo a ver si es que trae drogas u otro tipo de cosas” (Avellaneda, 2011).
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
194
Las requisas y la desconfianza en los jóvenes hacen que ellos huyan cuando
se realiza una requisa, pues existe el temor latente que, por vivir en esta localidad,
el joven pueda ser llevado a la UPJ, en donde puede pasar más de 24
horas. En ese sentido la desconfianza es mutua, pues tanto la policía como
los jóvenes se sienten inseguros el uno frente al otro:
Todo joven en determinado momento sabe que le van a pedir la
cédula y los papeles, lo cual genera algo de miedo y paranoia, en
especial cuando se sabe que se vive en un sector estigmatizado en
donde te pueden llevar a la UPJ a aguantar frío, aguantar hambre…
o lo que es peor, ser víctima de un fenómeno muy extendido no
solo en Colombia sino en Latinoamérica y es lo que se denomina
“Siembra”, que consiste en que la policía te pone algo, un elemento
que indica delincuencia. Por ejemplo, un arma o droga, entonces le
dicen, bueno como usted tiene droga ahí tiene que darme plata o,

si no yo me lo llevo para la cárcel. Entonces ese tipo de dinámicas
hace que, aunque uno sepa que la requisa es algo normal, en alguna
medida genera terror (Avellaneda, 2011).
Esto también se alimenta de alguna manera, de lo que a nivel institucional
le dicen a los policías. Explica Gabriel Avellaneda (2011) que, durante la
realización de su tesis de grado, acompañó también el proceso policial en la
localidad y que los policías le comentaban que en la institución les decían:
“usted va a trabajar en Ciudad Bolívar, entonces usted revise a todo el mundo
porque todos tienen armas o todos quieren drogarse en cualquier momento,
esto nos lo contaba un patrullero de la policía”. Con respecto a la requisa y
a la percepción que tiene la policía acerca de los jóvenes de Ciudad Bolívar,
existen dos elementos. Por una parte, la visión del contagio (Avellaneda,
2011), a través de la “manzana podrida”, y la otra la de “el árbol desviado”,
entonces, agrega Avellaneda, la percepción funciona de la siguiente forma:
“usted es un joven, es roquero entonces es un “árbol desviado” que esperan
que dentro de unos pocos años vuelva a tomar su rumbo, a trabajar, a tener
hijos, a enderezarse”.
La otra es la de la “manzana podrida” y que está muy relacionada con la “limpieza
social”, que aplica incluso a la perspectiva política, pues si se ve que hay
algún ciudadano que está organizando a la comunidad, que la está informando,
esta es una persona que está contaminando con sus ideas a las demás
personas de ese árbol social. Lamentablemente, la organización y la creación
de movimientos sociales siguen teniendo un tinte que se relaciona con las
posturas de la izquierda política y de la insubordinación ante el status quo.
Las percepciones que se dan de forma muy generalizada, se expresan en
las requisas, en las cuales los jóvenes expresan que se sienten acusados
ante ellas. Los pobladores opinan que si a alguien lo requisan es porque
lleva algo, sobre todo si se utilizan estéticas como las que se generan en los
ambientes roqueros, donde el color negro y el pelo largo, generan además,
dentro de la percepción religiosa y moral, un señalamiento hacia el satanismo.
Entonces, desde ahí, la requisa representa parte del camino hacia el
imaginario de culpabilidad:
MOVIMIENTO ROCK POR LOS DERECHOS HUMANOS EN CIUDAD BOLÍVAR
195

A veces uno camina por los potreros para acortar camino y llegan
los motorizados, que son de la policía y le echan la moto a uno encima
y con el arma por fuera van preguntando que en donde está
la droga y ésto también se da con otros imaginarios como el del
roquero, que es la persona de cabello largo, de ropa negra y todas
esas cosas (Avellaneda, 2011).
Entonces, guiados por situaciones como estas, jóvenes como Gabriel Avellaneda
(2011) deciden plantear investigaciones que permitan, desde el
complejo campo de lo social, acercarse a la comprensión de las dinámicas
que caracterizan la relación entre la población civil –particularmente juvenil-
y la policía en la localidad, encontrándose con fenómenos de prevención
mutua.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
196
Ellos miraban que si por decir algo un joven cambiaba de circulación,
es decir, variaba el camino por el que iba, eso ya lo hacía merecedor
de una requisa. Y lo mismo pasaba con los jóvenes que, al ver
el camión de la policía, asumían que venían para llevarlos a la UPJ y
se iban por otro lado cambiando el rumbo. Entonces ahí vemos dos
dinámicas de paranoia social que es el estar pendientes por si hay
alguien por ahí para cogerlo, antes de que vaya a hacer algo malo o
irse antes de que lo cojan a uno por algo que no ha hecho.
Por otra parte, una dinámica aún más compleja y que compromete de manera
muy directa a los jóvenes de la localidad, es la llamada “limpieza social”,
frente a la cual los miembros del Movimiento denuncian que la misma parece
afectar no solo al que está en las calles en determinado horario, sino al
que adicionalmente tenga características juveniles.
En Colombia la “limpieza Social” se da principalmente para los jóvenes, desde
diferentes principios: porque son políticamente activos en cuestiones de
izquierda, porque tienen prácticas culturales que no son aceptadas por buena
parte de la población, o porque se convierten en “obstáculo” para la sana
convivencia de determinadas comunidades.

Otro elemento interesante que se ha analizado en torno a la relación de
los jóvenes con los demás estamentos de la comunidad son los “toque de
queda”, que pueden ser ordenados por el Estado a través de las fuerzas
militares o a de los diferentes grupos armados. En este contexto, a partir
de determinadas horas no se deja salir a nadie a las calles, restringiendo la
salida especialmente de los jóvenes…de ahí la frase que se tiene cuando
se va a fiesta:
¡Ey, la noche es joven!, pero entonces cuando hablaba con la policía
decían que la noche es para el criminal, entonces no dejemos salir
a nadie porque al otro día aparecen muertos por todo lado, pero
¿qué hacer?, porque la noche también es joven, lo que da como
resultado que se crea que todo joven que salga en las noches es un
criminal, sobretodo acá en Ciudad Bolívar (Avellaneda, 2011).
La noche es, a su vez, la cómplice del delincuente desde la percepción de
la autoridad, y la musa inspiradora del joven, quien no ve en ella más que la
oportunidad de departir con sus amigos y conocidos, participando de puntos
de encuentro con la diversión y el esparcimiento que, en otros horarios le
resultan menos accesibles, debido a actividades como el estudio o el trabajo.
En Ciudad Bolívar se lucha desde muchos frentes contra la violencia y, ante
todo, contra la estigmatización generalizada de la sociedad. No obstante, en
muchos casos -y como referían los integrantes del movimiento-, los jóvenes
de la localidad incurren en el error de buscar equiparar su poderío al de la
autoridad policial, haciéndose con armas para sentirse a la par:
“Ellos -los policías- tienen poder porque tienen un arma y porque
tienen uniforme, entonces en esa medida teniendo en cuenta el
contexto colombiano, algunos jóvenes buscan también armarse
para sentirse más poderosos y, en igualdad de condiciones, lo cual
aumenta el índice de violencia y fortalece el estigma que se tiene
sobre la localidad desde afuera” (Avellaneda,2011).
MOVIMIENTO ROCK POR LOS DERECHOS HUMANOS EN CIUDAD BOLÍVAR
197

El movimiento señala que, el uso de las armas, tanto en el caso de los policías
como en el de muchos jóvenes, conlleva a su vez un imaginario de
poder que tiene efectos negativos, pues esto aumenta el índice de violencia
y fortalece el estigma que se tiene sobre la localidad desde afuera.
Por esta razón, el movimiento buscó otras alternativas a estas situaciones,
aprovechando el interés musical expresado por los jóvenes roqueros, pero
también la debilidad de formación en este campo, dada generalmente en los
colegios. Agrega Claribeth Oviedo (2011) que:
Buscamos que, a través de expresiones como la música, el arte y
todas estas expresiones, se conviertan en un medio y una alternativa
para que estos jóvenes que no tienen todas estas posibilidades
que otros han tenido, pues las tengan. Pues muchas veces la
violencia contra los jóvenes se justifica porque se dice, ah es que
al joven que mataron era un vicioso. Pero no se piensa en que era
una persona que no tuvo las mismas oportunidades que hemos
tenido nosotros.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
198
Los jóvenes son el centro del trabajo del Movimiento Rock por los Derechos
Humanos y por ello se han concentrado en realizar festivales, conversatorios,
contando con apoyo de entidades, incluso extranjeras, como la Unión Europea.
Agrega Claribeth Oviedo (2011) que
“Este es el sentido de esta experiencia, es el sentido de nosotros
como colectivo, el de vincular a esos jóvenes que por “x” o “y” motivo
han hecho parte de otro tipo de dinámicas que no son muy apropiadas.
Pues también es duro ver cómo los maltratan, cómo los golpean
y cómo entre nosotros mismos como jóvenes nos estigmatizamos
a nosotros mismos y entre jóvenes somos muy crueles. Entonces,
por ejemplo, en el colegio uno recuerda cómo se molesta a alguien
por cómo se viste o por qué ese no es igual a mí, entonces la idea
de nosotros es generar preguntas y empezar a notar que hay otros
mundos y que la realidad que vivimos acá en Colombia es muy compleja,
aunque no la única, pues la misma se vive en otros lugares”.

El movimiento se auto-gestiona porque el apoyo estatal es reducido y, en
ocasiones, no existe. Por esta razón han invertido en un lugar, en instrumentos
y en elementos para ofrecer en su sede una formación artística importante
a los niños y jóvenes de la localidad. Consideran que, a pesar de que
el movimiento fue creado por jóvenes y para jóvenes, quienes los fundaron
aparecen ya por su edad como adultos, frente a lo cual se niegan a verse
como tales:
Para el Estado los jóvenes van hasta los 26 años, nosotros tenemos
una concepción de jóvenes hasta los 55, pues lo realmente
importante es atreverse a pensarse como alguien que puede salir
adelante, que no le importa enfrentarse contra lo que viene. Nadie
dice que sea fácil, si uno mira bandas como Barón Rojo (España)
que vivió todo un proceso. Mira las letras y todas hablan acerca
de la dictadura, de la represión. Entonces nuestro trabajo es duro,
pero somos afortunados al trabajar lo que queremos y expresar lo
que queremos, pero si nosotros permitimos que sigan gobernando
los mismos políticos que no quieren al país va a llegar el día en que
no podamos hablar, ni salir a la calle, ni decir nada (Oviedo,2011).
A diferencia de la postura general de los movimientos defensores de los Derechos
Humanos, el Movimiento Rock planteó desde el principio que no se
podía quedar solamente en la denuncia sino que estaba en sus manos iniciar
un proceso de transformación de esas formas de percepción hacia los jóvenes
roqueros, llenando los vacíos generados por el sistema educativo, ofreciendo
capacitación en escenarios artísticos y musicales de manera inicial.
Es así como se empezaron a promover eventos que condujeron a la consecución
de recursos que han permitido iniciar el trabajo directo con las
comunidades, en donde han podido interactuar con jóvenes no necesariamente
roqueros, de manera que rápidamente se fueron dando cuenta que,
si bien los roqueros eran estigmatizados, no eran los únicos a los que esto
les ocurría, sino que pasaba con la mayoría de los jóvenes de la localidad, sin
importar que escucharan o como se vistieran, pues el estigma principal era
el hecho de vivir en la localidad:
MOVIMIENTO ROCK POR LOS DERECHOS HUMANOS EN CIUDAD BOLÍVAR
199

De una u otra manera el Movimiento o lo que se ha hecho durante
estos años ha sido la posibilidad de construir desde un ideal, desde
un sueño, desde algo que uno pensaba y como sería de chévere
poder hacerlo y unirlo…como ustedes mismos decían “divide y vencerás”
y eso es lo que han buscado con diversas políticas y desde
muchos lados. Entonces empiezan a clasificar, esta es la tribu tal y
esta otra es tal y lo que hacen es generar rivalidad y que la gente
empiece a decir esta tribu es mejor que ésta o mejor que la otra y
ahí lo cogen a uno distraído y le dan en la cabeza, pues además le
dicen, si usted hace parte de tal tribu, entonces no hable con los de
aquella. (Entrevista a un asistente y miembro de la Organización.-
Mayo 29 de 2011)
Esta postura rompe la visión tradicional de lectura sobre las llamadas “tribus
urbanas”. En efecto, uno de los problemas generados con estas clasificaciones
viene dado por los procesos de desintegración a partir del
establecimiento oficial de diferencias entre los jóvenes, como señalaba
Abraham Lincoln “Una casa dividida contra sí misma no puede durar”. Si
bien es cierto que no todos los jóvenes piensan, viven y escuchan lo mismo,
es también cierto que la clasificación los ha estereotipado y los ha
alejado unos a otros.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
200
En la medida en que se afirma que un grupo es opuesto al otro, no se resalta
la unidad en la diferencia sino precisamente lo contrario: la desigualdad y la
diferencia, lo que lleva a que los jóvenes se vean como rivales, como enemigos,
territorializando sus escenarios e impidiendo procesos de movilización
mucho más grandes. Procesos que son truncados, en muchos casos, por los
imaginarios generados por lo que proyecta en cada grupo ante la sociedad,
que en realidad son:
(…) espacios que buscan el Movimiento, es esto. Es congregarnos y
pensar que todos somos iguales y antes de saber lo que sabemos
todos somos humanos; que no pase como con los Ingenieros o los
doctores que usted llega y ya es menos, porque no sabe lo que
ellos, aunque no creo que ellos sepan mucho de lo que yo sé, de
manera que esto nos hace iguales. Entonces yo creo que lo que el

Movimiento ha logrado es eso y, aunque no hayamos hecho la presentación
de que es la Visión y la Misión del colectivo, el trabajo de
nosotros se ha visto durante estos años y nuestro trabajo es como
el rock, que trasciende que se ve con los años, durante los cuales
se ha congregado a más gente en torno a una idea y es en realidad
convertir un sueño (Avellaneda, 2011).
Para los integrantes del Movimiento importan más las acciones que los nombres
de quienes están tras el movimiento. Su interés está en reconocer que,
aunque el movimiento estuvo organizado para roqueros, las puertas han estado
y estarán abiertas para los integrantes de otros grupos. Claribeth Oviedo
(2011) agrega que es muy importante que:
Nosotros empezamos a entender lo que ya otros han dicho, y es
que definitivamente si es que tenemos algún tipo de diferencia (Sic),
debemos comprender que las mismas son impuestas por algunos
actores, pues en esencia no hay diferencia en lo social, ni en el estilo
de vida, ni en el entorno entre el ladrón que vive aquí en el Lucero
y el roquero que vive también en el Lucero, o el que le gusta el vallenato
o el reggaetón, pues todos compartimos una misma situación
económica en el sector y una misma situación política nacional. Así
que la idea es que nosotros podamos encontrar más los elementos
que nos unen y no buscar tanto las cosas que nos separan. Inclusive
nosotros como Movimiento Rock, empezamos a comprender
que nuestra tarea es hacer un ejercicio por la reivindicación de los
Derechos Humanos, siendo a su vez un movimiento de resistencia
a unos modelos que nos imponen. Entonces nada de malo tiene
que, en un momento determinado, en el Movimiento Rock lleguen
unos raperos, los punkeros y los que les gusta el vallenato, porque
por encima de lo que nosotros tenemos como género musical, esta
esa identidad desde lo social que está latente sobre todo desde
nuestra localidad.
Los habitantes de la localidad, igualmente tienen una percepción positiva.
En entrevista a un ama de casa, esta señaló que considera importante la
MOVIMIENTO ROCK POR LOS DERECHOS HUMANOS EN CIUDAD BOLÍVAR
201

construcción de escenarios como el que tienen los roqueros en la localidad,
ya que permiten prevenir la delincuencia así como los problemas de drogas
y demás:
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
202
Bueno, aunque no soy socióloga ni nada, puedo decirles que desde
mi lugar como madre me preocupa mucho el rumbo de la juventud,
en donde todo el mundo piensa en destruir y pienso que es algo triste.
Lo veo en los movimientos que los chicos tienen ahora en donde
se agreden mucho más de lo que pudimos agredirnos en mi generación
y donde desde chiquitos son delincuentes porque no ven
una esperanza. Ahora el suicidio, la tasa es mucho más alta, algo
que no se ve en las noticias, entonces yo vengo a este movimiento
porque me llama mucho la atención el trabajo que hacen con los
Derechos Humanos, pues si uno como persona no le encuentra
valor o sentido a su vida, con su familia, con sus amigos, con lo bueno
que le da la vida, creo que no hay mucha esperanza, entonces
hasta los niños pueden pensar que el mundo se está acabando. Lo
digo porque mi hijo me ha hecho ese comentario –mami, el mundo
ya se está acabando-. Entonces falta la esperanza y creo que con la
música puede generarse esa esperanza. Alguna vez leí el comentario
de un guitarrista que me llamo mucho la atención, pues decía
no le cantemos a lo que nos hace daño sino que debemos cantar
sobre el mundo que queremos, sembrando esperanza. Porque a
veces siento que la música popular genera pocos valores, porque
irrespeta a la mujer, porque habla del desamor y cosas que afectan
la autoestima. Entonces siento que hay que aprovechar estos espacios
porque lamentablemente en los colegios no se les da mayor
esperanza y pasa como en la canción: Nace, crece, reprodúcete y
muere. Porque al parecer no hay nada más que hacer y esto es lo
que piensan tristemente nuestros niños y jóvenes de Ciudad Bolívar
y creo que del país (Entrevista a una madre asistente a la reunión
del 29 de Mayo de 2011).
Como Movimiento, la implementación de la dinámica de cambio ha visto
como pasó de ofrecer una formación exclusivamente musical a dictar otro
tipo de cursos, tales como la fotografía, las artes plásticas, las artes escé-

nicas y audiovisuales, todas bajo la óptica de los Derechos Humanos. En
ese sentido, entienden al joven y principalmente al roquero, como un elemento
importante en la construcción del aparato societario, teniendo como
fin la desestigmatización del rock y de la población juvenil oyente de esta
tendencia musical, normalmente segregada y discriminada por tener otras
dinámicas y estilos de vida salidos de lo convencional y tradicionalmente establecidos.
Consideran a la música como una buena estrategia para salir de
la marginalidad, mientras se lucha por la defensa de los Derechos Humanos
a través de las líricas. Los músicos formados en la escuela de música cuentan
con el apoyo de la organización y se han presentado en los eventos locales
y distritales. Afirman que:
Y siendo la música la mejor arma para combatir la marginalidad
y la enajenación presentada en la sociedad, retomamos al rock
como símbolo directo de la resistencia de los pueblos a través de la
historia, desde los esclavos africanos traídos a Norteamérica, los
cuales dieron las bases musicales para el rock surgiera y creciera
bajo un elemento simbólico de luchar contra lo establecido por el
sistema (Movimiento Rock por los Derechos Humanos, 2009).
Dentro de sus objetivos, está la libertad de objeción del joven ante el servicio
militar, al considerar que no es la forma a través de la cual un joven deba
conocer al Estado e identificarse con él, pues impide el libre desarrollo de
la conciencia del joven, señalándole que el camino es por la vía de la fuerza
y del uso de las armas. Igualmente, exponen el valor de la organización de
Festivales de Metal como una alternativa para acercarse a la comunidad y
apoyarla de diversas maneras. Como elemento común, dentro de los mismos,
ha estado la recolección de alimentos que posteriormente son entregados
a la población más vulnerable de la localidad. Estos festivales han
sido alternativos frente a los festivales organizados por la Alcaldía Mayor de
Bogotá como Rock al Parque.
El Movimiento Rock por los Derechos Humanos considera que el Festival
Rock al Parque no forma parte de una política pública que promueva, potencie
y dinamice los movimientos, procesos y escuelas de rock en la ciudad,
desde un enfoque de la convivencia y la democratización de la cultura. Por
MOVIMIENTO ROCK POR LOS DERECHOS HUMANOS EN CIUDAD BOLÍVAR
203

el contrario, lo considera un show con un VIP impotable donde se escucha
lo que cuatro “toches” quieren escuchar y no lo que la juventud de los movimientos
espera ver. Pese a su postura, el Movimiento fue invitado a participar
por tercera vez en el escenario de Carpa Distrito Rock y las mesas de concertación
de los diversos foros locales, que se llevaron a cabo en el marco del
Festival (Movimiento Rock por los Derechos Humanos, 2010).
Así una vez más, el espacio dinamizado por el Movimiento Rock por los Derechos
Humanos (2010) durante los tres días del Festival fue encaminado al
fortalecimiento y apoyo de las bandas locales que tienen un proyecto serio
y consciente desde el rock y el metal:
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
204
Es por ello que nuestro propósito es transmitirle al público expectante
de este show que la juventud tiene la capacidad de aportar a la
construcción de un modelo de vida diferente donde los principios del
trabajo en comunidad y la colectividad primen sobre el individualismo
excluyente que ha reinado en las últimas décadas en nuestra sociedad.
Por lo anterior, hoy más que nunca consideramos necesario
continuar construyendo espacios alternativos a los institucionales
donde la juventud rockera tenga la posibilidad de participar, mostrar
el talento y el profesionalismo que ha logrado, fruto de largos años
de dedicación de forma autónoma frente al modelo cultural y las dinámicas
globalizantes del capital donde las oportunidades son cada
vez más limitadas para la gran mayoría de personas.
Entre las actividades generadas cuentan con: I Festival de Rock Polideportivo
La Estancia 2002; II Festival de Rock C.O.L. Arborizadora Alta 2004; III
Festival de Rock por los Derechos Humanos, Polideportivo Candelaria la
Nueva 2005; Conversatorios sobre culturas urbanas 2005; IV Festival de
Rock por los Derechos Humanos, C.O.L. Arborizadora Alta 2006; Talleres
en formación: Manejo escénico, Acoples de cuerdas, Clínica de batería;
Foro “Contextualización Derechos Humanos y América Latina 2006; V
Festival de Rock por los Derechos Humanos Universidad Distrital, Sede
Tecnológica 2007; CD compilatorio “Metal de la montañas” (10 banda
locales) 2007, financiado por el programa Jóvenes Conviven por Bogotá;
VI Festival de Rock por los Derechos Humanos , Universidad Distrital,

Sede Tecnológica 2008; Sistematización de la Experiencia del Movimiento
Rock de C. B. 2008, financiado por el programa Jóvenes Conviven por
Bogotá; Proyecto “El Movimiento Rock en ejercicio de sus Derechos hacia
la Cultura de Paz 2009, financiado por la Unión Europea, Laboratorio de
Paz, Acción Social. Ejecutó: Alcaldía Local, Movimiento Rock. Festivales de
metal 2010 y 2011.
A pesar de ello, queda mucho por hacer, pues los recursos son escasos y,
aunque cuentan con el reconocimiento de las autoridades locales, esto no
es suficiente. Por ello aprovechan las ocasiones que tiene para presentar,
difundir sus objetivos y también invitar a conferencistas y académicos reconocidos,
como el caso del antropólogo e investigador español experto en estudios
de juventud, Carles Feixa, quien visitó las instalaciones del movimiento
en el barrio Lucero Bajo, el domingo 29 de mayo de 2011, ofreciendo una
conferencia para los jóvenes de la localidad.
Ese interés por los desarrollos académicos les plantea nuevos retos: “Es por
ello que debemos seguir trabajando los jóvenes para los jóvenes desde
el quehacer cotidiano y los diversos saberes en aras de ir transformando
las políticas públicas hacia la juventud y la cultura en reales escenarios de
ejercicio de ciudadanía a partir de la participación social y política de todos”,
afirma otro de los integrantes del movimiento, de allí que su eslogan sea:
«Que el rock no muera y el legado sea la lucha eterna».
4. Conclusiones
Los colectivos juveniles generan interesantes e innovadores aportes, especialmente
en sectores urbanos vulnerables, en donde la consolidación de
este tipo de organizaciones se da como una respuesta a necesidades comunitarias
o como desafío ante las injusticias con las que diariamente tienen
que convivir, constituyéndose en herramientas de participación social y política
contundentes. Los consumos culturales y las realizaciones estéticas no
convencionales dan puntos de convergencia y de acción política, en donde
el objeto fundamental es brindar herramientas de conocimiento e instrumentos
de impacto que contribuyen como insumo para la construcción de
políticas públicas hacia los jóvenes.
MOVIMIENTO ROCK POR LOS DERECHOS HUMANOS EN CIUDAD BOLÍVAR
205

Este el caso del colectivo “Movimiento Rock por los Derechos Humanos de
Ciudad Bolívar”, después de 11 años se ha consolidado como una organización
social y juvenil que trabaja alrededor del arte y la cultura en las comunidades
de la localidad de Ciudad Bolívar y el territorio sur de la ciudad a través
del rock y el heavy metal. Es así como los seguidores de sonidos estridentes
ven al rock como un proyecto de vida donde las líricas y las composiciones son
un medio de expresión en torno a los derechos fundamentales, a la estigmatización
de los roqueros y de los jóvenes habitantes de este sector de Bogotá.
Como producto de un arduo trabajo han logrado un amplio reconocimiento
en el ámbito local y distrital como uno de los procesos organizados dentro
de la escena del rock y el metal de la ciudad, lo cual les ha servido para
construir referentes donde los Derechos Humanos se expresan más allá de
la queja y el reclamo. El análisis de las problemáticas locales trascienden el
papel y se convierten en acciones que generan procesos educativos, donde
el arte es el vehículo a través del cual se posibilitan espacios para compartir
vivencias, escapar de la violencia, de la delincuencia, la drogadicción y la
estigmatización.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
206
Desde la implementación del proyecto se ha realizado una serie de muestras
musicales cuyo impacto ha permitido mostrar los avances artísticos de
los jóvenes beneficiados, constituyéndose en puntos nodales formidables
para el intercambio de experiencias, de opiniones y percepciones entre los
participantes. Adicionalmente, la muestra musical se convierte en el escenario
perfecto para la transformación de las dinámicas sociales excluyentes y
colmadas de prejuicios a las que se enfrentan muchos jóvenes, al hacer del
rock su bandera identitaria.
La Escuela de Formación del Movimiento Rock por los Derechos Humanos
da cuenta del intento de una comunidad que autogestiona recursos para
ofrecer soluciones a sus comunidades, pasando de la denuncia al diseño
de estrategias para el cambio y la mejora de las condiciones culturales de la
población más joven. Así, cuentan con una estructura que va desde el campo
de formación musical (Batería, Guitarra, Técnica Vocal, Bajo y Teclados,
Apreciación, Gramática, Ensamble, Producción musical), llegando al campo
organizativo a través del trabajo en Derechos Humanos y Movimientos Sociales
de impacto creciente en el entorno juvenil de la comunidad.

Adicionalmente, el Movimiento genera procesos productivos en su propia
sede, a través de salas de ensayo y estudios de grabación, con lo cual pueden
generar recursos que regresan a la comunidad a través de las actividades
que el Movimiento realiza. Todas estas iniciativas de Desarrollo y Paz,
lideradas por la organización de jóvenes a nivel de la localidad, buscan proporcionar
herramientas de conocimiento artístico e instrumentos en la observación
de las problemáticas más frecuentes de la comunidad, que contribuyen
como insumo para la construcción de políticas públicas para jóvenes
más incluyentes hacia los sectores más vulnerables de la ciudad, como es el
caso de Ciudad Bolívar.
_______________________________________________________
Referencias Bibliográficas
Alegría y desdén. (2007, febrero 17), Periódico El tiempo.
Avellaneda, G. (2011, mayo), [Entrevista con Gabriel Avellaneda integrante del
Movimiento Rock por los Derechos Humanos de Ciudad Bolívar]. Grabación
Audio.
Bourdieu, P. (1997), Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción. Barcelona,
Anagrama.
Colmenares, G. (1997), 1938-1990: Partidos políticos y clases sociales por
Germán colmenares. Santafé de Bogotá, Tercer Mundo Universidad del Valle
Banco de la República Colciencias.
Cortés, L. F. (2010), “Club Político Liberal Escuela Republicana: La Juventud como
fuerza política. 1849-1854”. Tesis de grado Licenciatura en Ciencias Sociales.
Universidad Distrital. Bogotá.
Cubides, H., La verde, M. C. y Valderrama, Carlos. (1998), Viviendo a toda, Jóvenes,
territorios culturales y nuevas sensibilidades. Bogotá, Universidad Central y
Siglo del hombre.
El Rock ha muerto. (1957, febrero 4), Periódico El Intermedio.
Encinas, J. (1994), “Bandas Juveniles”. En perspectivas teóricas (pp. 15-16). México,
Trillas.
González, L. (1978), Las generaciones en la evolución de la sociedad. Madrid,
Cambio generacional y sociedad.
Hobsbawm, E. (1998), Historia del siglo XX. Buenos Aires, Ed. Crítica.
Levi, G. y Schmitt, J.C. (1996), Historia de los jóvenes. Madrid, Taurus.
Malvano, L. (1996), “El mito de la juventud a través de la imagen: el fascismo italiano”.
En Levi, G. y Schmitt, J.C. , Historia de los jóvenes (pp. 314). Madrid, Taurus.
Movimiento rock por los Derechos Humanos de Ciudad Bolívar. (2009), Documentos
de trabajo. Paper.
Movimiento Rock por los Derechos Humanos de Ciudad Bolívar. (2010), Documento
Equipo de trabajo. Paper.
MOVIMIENTO ROCK POR LOS DERECHOS HUMANOS EN CIUDAD BOLÍVAR
207

Muñoz, G y Marín, M. (2002), Secretos de mutantes. Música y creación en las
culturas juveniles. Bogotá: Siglo del hombre editores.
Olmedo, R. (1982), “Juventud y política”. En Revista de estudios sobre la juventud,
año 2 No. 3 México, CREA-CEJM, pp. 3
Oviedo, C. (2011, mayo), [Entrevista con Claribeth Oviedo integrante del Movimiento
Rock por los Derechos humanos de Ciudad Bolívar]. Grabación Audio.
Perea, C. M. (1999), Juventud, identidad y esfera pública. Bogotá, Observatorio de
Cultura IDCT.
Reguillo, R. (2000), Emergencia de culturas juveniles. Estrategias del desencanto.
Bogotá, Norma.
Reina, C. (2009), Bogotá: más que pesado metal con historia. Bogotá, Ediciones
letra oculta.
Rodríguez, F. (2002), Comunicación y cultura juvenil. Barcelona, Ariel.
Sexo, lujuria, drogas y satanismo además de depravación deja el festival de rock al
parque. El concierto del desconcierto. (1996, mayo 23) El Espacio, pp. 8 y 9.
Touraine, A. (1994), Critica de la modernidad. Buenos Aires, Ed. Fondo de Cultura
Económica.
___________ (1999), ¿Podremos vivir juntos? México, Ed. Fondo de Cultura
Económica.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
208

MOVIMIENTO ROCK POR LOS DERECHOS HUMANOS EN CIUDAD BOLÍVAR
209

Parte III
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
210
Derechos, territorio
y jóvenes:
apuestas
organizativas
locales

Jóvenes, acción colectiva y derechos.
211

Jóvenes y derechos en la acción colectiva
212

JUVENTUD Y DERECHOS:
UN PANORAMA DESDE
LAS ORGANIZACIONES
JUVENILES DE USME
Quena Melisa Leonel Loaiza
Investigadora del Instituto para la Pedagogía, la Paz y el Conflicto Urbano –IPAZUD-,
Universidad Distrital Francisco José de Caldas
kriposd@hotmail.com
“El hoy es malo, pero el mañana…es mío”
Antonio Machado
Una de las representaciones más divulgadas sobre la juventud en
Bogotá, especialmente en la localidad de Usme, es la de ser protagonistas
de problemáticas violentas. Pandillas, barras bravas, consumo
de drogas y delitos son las noticias y visiones que diariamente
transmiten sobre esta población. Por tal motivo, este estudio busca dar otra
mirada, la de hacer visibles las dinámicas colectivas juveniles, en términos de
sus reflexiones y sus trayectorias de configuración de los sentires y las prácticas
sociales en relación con los derechos humanos en la localidad de Usme.
Esta propuesta académica sobre la juventud, se interesa por vislumbrar rasgos
particulares de sus acciones; los significados sobre acontecimientos de
injusticia; sus justificaciones críticas, éticas, teóricas y políticas en referencia a
las problemáticas sociales y las acciones de agenciamiento en la transformación
social de su entorno.
213

Para tal fin, en un primer momento se esbozará un diagnóstico cuantitativo
de la localidad y una visión de la juventud sobre el estado de sus derechos
en Usme. Esta información se sustenta en el trabajo realizado por la Secretaría
de Integración Social a través de la Subdirección para la Juventud con
su convenio de Agendas Locales de Juventud, cuya labor buscó pensar el
tema de derechos desde dos miradas: el Estado y la comunidad, así, esta
labor de construcción conjunta, identificó las representaciones que tiene la
juventud de la vulneración de los derechos y su relación con el territorio
que habita e interviene. Específicamente para este apartado se utilizará la
información consignada en la Agenda de Juventud de la localidad de Usme,
que fue co-construida desde el método de la cartografía social por algunas
organizaciones juveniles y los gestores de la Secretaría de la Integración de
esta localidad.
Posteriormente, en el segundo apartado del estudio, se describirá brevemente
algunos referentes teóricos de los marcos de la acción colectiva, aspectos
académicos que fundamentan el estudio con las organizaciones juveniles
de Usme. Igualmente, se problematizará o se preguntará cómo los jóvenes,
desde sus vivencias personales, cotidianas y sus particulares visiones de
mundo, se arriesgan a convertirse en agentes sociales dinámicos a través de
acciones voluntarias por un cambio social.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
Por último, se quiere evidenciar los resultados más significativos de las acciones
colectivas que realizan las organizaciones juveniles en la localidad
de Usme en torno a los derechos humanos. Estos resultados no buscan
un análisis muy profundo en las organizaciones, sino más bien establecer
un panorama amplio de acciones colectivas juveniles que lideran procesos
relacionados con derechos humanos en la localidad quinta de Bogotá. Es de
aclarar que, en la segunda parte de este apartado, en el estudio titulado Las
organizaciones juveniles y la escuela: en la intimidad de la acción colectiva
en Usme (Castiblanco, 2011) , se hará un trabajo más exhaustivo con los
procesos de interacción, mediante los cuales tres organizaciones juveniles
y una Institución Educativa Distrital en la localidad, construyen marcos de
significados como grupo en su propia concepción, la de los demás, la de los
derechos humanos en su contexto y las observaciones de la acción social
que emprenden en sus territorios.
214

1. Usme, más que una división territorial
y administrativa
El territorio de Usme, más que un antiguo municipio otorgado en el régimen
Político Municipal de 1911, pasó mediante el acuerdo 26 de 1972 a ser parte
de Bogotá. Luego en cumplimiento del acuerdo 2 de 1992 del Concejo
de Bogotá se convirtió en una localidad de la ciudad. Es un componente de
sitios naturales sagrados que cargan en sus tierras cimientos de la historia
indígena del país. Usme vocablo muisca, significa “tu nido”: “suame nuestro
sol donde el viento quema, territorio de pagamento y ofrenda espiritual morada
de Usminia, Saguanmachica y Nemequene caciques del territorio de
origen. Región bañada por las aguas de Chicasá Fijisca Suiegua, espíritu del
agua y de la montaña. Preservación natural de hombres y mujeres que conservan
el territorio, su identidad ancestral, su vocación campesina y agrícola”.
(Casaasdoas, 2009).
En la periferia del sur de Bogotá se encuentra esta localidad que es la segunda
más grande del Distrito. Este territorio se mueve entre lo rural y lo urbano,
la tradición agrícola y el comercio, las ladrilleras y chircales, el botadero de
Doña Juana y los problemas ambientales, el parque natural de montaña y
Entre Nubes, Usminia y Saguanmachica, el Virrey Solís y la Marichuela, el
portal de Transmilenio y el supermercado Éxito, los hallazgos arqueológicos
y Metrovivienda, el páramo y los subparamos, los senderos de agua y las
quebradas, el rebusque y las viviendas de interés social, las organizaciones
sociales y los protagonistas del cambio social.
Usme en cifras
El 85% del suelo (18.477 has) es rural y el suelo urbano solo alcanza los
3.029 has; el 54.5 % de la población usmeña es menor de 25 años; el 9.1%
de los hogares se considera en pobreza y el 1.0 % en condiciones de miseria;
el 51.32% de las casas corresponden al estrato uno; el 30.4% al estrato
dos y el 18.26% no están estratificadas (SDP, 2009:7).
En términos de educación, la asistencia del nivel secundario de la localidad
quinta es de 87.1% y para el nivel superior es de 24.6%. Existen 51 colegios
oficiales, 58 no oficiales y un centro de investigación cuya labor investigativa
es ser un Observatorio de Derechos Humanos (Subdirección para la Juven-
JUVENTUD Y DERECHOS: UN PANORAMA DESDE LAS ORGANIZACIONES JUVENILES DE USME
215

tud, 2010). La educación en la localidad se visibiliza por el aumento en la
cantidad de cupos -en alguna medida-, gracias al proyecto infraestructural de
las IED (Instituciones Educativas Distritales), lideradas por los dos últimos gobiernos
de la ciudad. Pero persiste un gran porcentaje de deserción escolar
a causa de la situación socioeconómica que obliga a los estudiantes a elegir
entre estudiar o generar dinero para sobrevivir, tanto ellos como su núcleo
familiar. Por otro lado, si bien existe una cobertura de la educación formal, se
ha descuidado la calidad de la misma.
Usme cuenta con 309 parques, 117 son parques de bolsillo 49 , 183 vecinales
50 , 7 parques zonales 51 y el Parque Ecológico Entre Nubes. Cuenta además
con dos coliseos, zonas de piscinas en el barrio el Virrey y 63 equipamientos
culturales.
La violencia como un modo de resolver los conflictos ha hecho que Usme
presente altas de tasas de homicidio en comparación con otras localidades
como Sumapaz (1 homicidio) o Candelaria (3 homicidios). Esto quiere decir
que la localidad en periodo de ocho meses tuvo 57 homicidios. El desempleo
es de 9.05% y el trabajo ocasional es del 19.8% (Subdirección para la
Juventud, 2010).
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
216
2. Una mirada desde los jóvenes sobre vulneración
de sus derechos en la localidad
En Usme existen factores estructurales que inciden en la vulneración del
derecho a la vida. Estos se manifiestan en situaciones de violencia física,
asesinatos colectivos y desaparición forzada. El o la joven y, sobretodo el o
la del “sur”, es percibido como peligro, este señalamiento justifica una serie
de detenciones preventivas; batidas policiales en los sectores de la localidad
49 Estos parques son una modalidad de parque vecinal, que están compuestos con un área
inferior a 1.000 m 2 , destinado exclusivamente a la recreación pasiva contemplativa.
50 Son áreas libres, destinadas a la recreación, la reunión y la integración de la comunidad, que
cubren las necesidades de los barrios. Se les denomina genéricamente parques, zonas verdes o
cesiones para parques. (Instituto Distrital de Recreación y Deporte, 2002).
51 Son áreas libres, con una dimensión variable, destinadas a la satisfacción de necesidades de
recreación activa y/o pasiva de un grupo de barrios. (Instituto Distrital de Recreación y Deporte, 2002).

como Colsubsidio, Transmilenio y la escuela de artillería; “toques de queda”
realizado por algunos actores al margen de la ley 52 ; y la distribución de panfletos
que fueron repartidos debajo de las puertas en las UPZ de Alfonso
López, Comuneros y Ciudad Usme. Tampoco se puede dejar de lado el reclutamiento
forzado para la guerra efectuado por grupos al margen de la ley
como paramilitares y guerrilla, así como por el Ejército Nacional.
La estigmatización del joven como sujeto violento y causante de la inseguridad
en esta localidad -según testimonios de algunos jóvenes y habitantes
de este territorio 53 - ha sido influenciada por el señalamiento por parte de algunos
miembros de la comunidad local, quienes han legitimado la limpieza
social como medio de solución para acabar la inseguridad y el consumo de
sustancias psicoactivas en sus barrios. No obstante, es de reconocer que los
y las jóvenes de esta localidad también son objeto de violencia por parte de
la delincuencia común, los robos, hurtos y los atracos.
En relación con el derecho a la participación, la juventud usmeña expresa
que “se participa pero no se decide” (Subdirección para la Juventud, 2010:
9). Esto significa que la participación sin decisión es una de las dificultades
de las acciones institucionales. Más allá de sus discursos, la juventud no
cuenta con credibilidad en las instituciones estatales, dada la visión biológica
predominante del concepto de juventud como etapa transitoria en los
marcos de la edad, y no como sujetos políticos quienes, desde sus acciones
colectivas, buscan incidir en los cambios sociales.
La exclusión en las dinámicas de la participación no solo se da en el marco
institucional, sino entre los mismos pares. El hecho de encasillar al joven
en una cultura juvenil o una minoría como los afros, la comunidad LGTBI,
mujeres o campesinos ha hecho que se presente discriminaciones y luchas
sectorizadas, sin tener en cuenta que todos y todas son jóvenes, e inclusive
que son todos sujetos de derechos. Un ejemplo de ello son las tensiones
prejuiciosas de la juventud del casco urbano frente a la juventud campesina
52 Según algunos testimonios de jóvenes de la localidad, atribuyen la responsabilidad a los paramilitares.
53 Para ampliar esta visión juvenil respecto a este hecho de vulneración del derecho a la vida, se
puede leer en la última parte de este documento la sección sobre las narrativas juveniles, específicamente
el escrito titulado “Apuntes sobre la limpieza social”. (Celis, 2011).
JUVENTUD Y DERECHOS: UN PANORAMA DESDE LAS ORGANIZACIONES JUVENILES DE USME
217

de la zona rural de Usme. En esta misma línea, se identifica poca credibilidad
en las instancias de representación de la participación juvenil como el Comité
Local de Participación, dada la poca incidencia de esta en los planes de
acción y en la elaboración de presupuestos. (Subdirección para la Juventud,
2010: 9).
Desde otra perspectiva en el marco de los derechos y en afinidad del estado
de los derechos sexuales, reproductivos y salud en la localidad, se encuentra
un alto índice de embarazos en la adolescencia mediana y tardía, ya
que constituyen el 46 % de los partos atendidos en el Hospital de Usme
(Secretaría de Salud, 2009). Los y las jóvenes de esta localidad también reconocieron
la violencia intrafamiliar y los abusos sexuales como hechos que
violan sus derechos. En materia de salud, el joven es un alto consumidor de
sustancias psicoactivas, ellos y ellas reconocen que ha habido fuertes campañas
de sensibilización, de no consumo en las instituciones educativas. Sin
embargo sienten que muchos de los y las jóvenes son instrumentalizados
como consumidores y expendedores por la redes de microtráfico alrededor
de los parques y colegios (Subdirección para la Juventud, 2010).
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
Finalmente una de las problemáticas juveniles más sentidas, además de la
inverosímil limpieza social de la juventud de esta localidad, es la baja oferta
laboral y la falta de oportunidades para acceder al trabajo. El joven o la joven
de Usme no cuentan con una buena condición socio-económica, pero tampoco
dispone de alternativas laborales para mejorar dicha situación. El 13%
de la juventud usmeña se encuentra desempleada (Secretaría de Salud,
2009). Si, por el contrario se vinculan a algún trabajo, en su mayoría éstos
ofrecen condiciones precarias, traducidas en contratos de corta duración, largas
horas de trabajo y mal remunerados. Adicionalmente, muchos de estos
jóvenes también laboran en trabajos informales e ilegales dada la necesidad
de subsistir.
218

Mapa levantado por la U.T. Observatorio de Derechos Humanos de Usme- OLDHU y Corporación Síntesis. Agendas
locales Juveniles en el marco del convenio 3792, realizado con la Secretaría Distrital de Integración, subdirección
de para la juventud. Bogotá 2010
JUVENTUD Y DERECHOS: UN PANORAMA DESDE LAS ORGANIZACIONES JUVENILES DE USME
219

3. Los marcos de la acción colectiva
de las organizaciones juveniles
¿Cuáles son los motivos e intereses de los colectivos juveniles en tomar la
decisión de unirse y forjar modos compartidos de ver la realidad?, ¿Cuál es el
marco de su acción colectiva? y ¿Cuáles son algunas de las funciones de las
acciones colectivas? ¿Son las organizaciones sociales el espacio de esperanza
juvenil, donde ellos/as sean los protagonistas de la transformación social
de las injusticias? Estos son algunos de los interrogantes que genera la necesidad
de edificar un enfoque emergente de indagación para las ciencias sociales
actuales. En consecuencia para los fines teóricos de esta investigación,
en la pesquisa de evidenciar elementos justificadores en el asociacionismo,
la organización autónoma de algunos jóvenes y sus acciones conjuntas de
incidencia a las injusticias sociales, es pertinente resaltar los planteamientos
hechos por Alberto Melucci (1994, citado por Delgado, 2007) sobre la
acción colectiva. El autor expone aspectos de gran reflexión tales como: el
sentido de nosotros más allá del individual, lo que significa considerar a la
organización social -en esta investigación las organizaciones juveniles- como
un “sistema de acción colectiva” 54 .
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
220
Para dar vida a este sistema de acción se requiere de una interacción, una
negociación y una mediación de los conflictos en torno a la concertación
de los objetivos, con base en los diagnósticos de contexto a intervenir. El
estudio de las oportunidades y límites de sus acciones de cambios sociales
conjuntas, construyen mancomunadamente su marco referencial de valores
y sentires de la acción colectiva, su Identidad Colectiva.
En esta línea teórica, las organizaciones juveniles, en primera instancia identifican
y cargan afectiva y reflexivamente las adversidades de su entorno como
un consumado de injusticia e inequidad. Así configuran un marco de interpretación
compartido desde donde justifican y legitiman su acción colectiva,
esto implica que en el interior de las organizaciones se gestan significados y
sentimientos que influyen en el tapiz comprensivo de un colectivo referente
54 Según Melucci (1999) los movimientos sociales son sistemas de acción porque sus estructuras
se construyen a través de la interacción, la negociación y el conflicto en torno a definiciones
colectivas.

a sus realidades, cuyos fenómenos problemáticos activan su acción de intervención
social.
Estas acciones son resultado de las tensiones y concertaciones de valores,
tradiciones y creencias como colectivo, es decir que priman las interpretaciones
y legitimaciones compartidas del mundo por encima de las visiones
individuales y particulares. Cabe destacar que, estas interpretaciones comunes
en el interior de la organización juvenil, motivan y dotan de sentido
la participación de los y las jóvenes que quieren incidir solidariamente en
lo comunitario. En afinidad con esta propuesta, Gamson (1992, citado por
Delgado, 2007) esboza que: “los marcos de la acción colectiva se sustentan
en la capacidad de la reflexividad de los actores sociales –movimientos sociales-
en un sentido que los habilita para comprender críticamente su propia
experiencia y los impulsa a intervenir en ella para transformarla”.
La acción colectiva busca romper los límites del orden en que se produce.
Por consiguiente, las acciones colectivas lideradas por las organizaciones son
hechos sociales significativos, que tienen la facultad de generar orientaciones
y transformaciones socioculturales. Para ello se requiere la capacidad
de agencia, momento donde las organizaciones sienten que cuentan con
creencias e ideas congruentes, con habilidades de liderazgo y agencia de
transformación de las problemáticas halladas.
En resumen se podría decir que las organizaciones juveniles se reúnen voluntariamente
a causa de una percepción conjunta de poder incidir en una problemática
del contexto en el que viven. Esta decisión les implica esfuerzos para
consolidarse como grupo con identidad y marcos de interpretación compartida,
dichos elementos encaminan sus acciones colectivas de cambio social.
4. Los marcos de la acción colectiva
de las Organizaciones Juveniles de Usme entorno
a los derechos humanos
En la búsqueda de los cambios sociales, las organizaciones juveniles se
convierten en gestores de significación colectiva que transmiten significados
renovados en la sociedad donde identifican, dotan de sentido a una problemática,
ponen en controversia la legitimidad de los marcos normativos y las
JUVENTUD Y DERECHOS: UN PANORAMA DESDE LAS ORGANIZACIONES JUVENILES DE USME
221

tensiones sobre las relaciones culturales del orden social que predomina en
su entorno. Lo anterior significa que los individuos integrantes de la organización
juvenil cargan de sentido los acontecimientos significativos para orientar
sus acciones desde valores como la justicia, la libertad y la solidaridad en pro
de un mejor ejercicio de derechos y construcción de verdaderos sistemas
democráticos.
Desde una perspectiva local, en la localidad de Usme se encuentra un interés
cautivo de los y las jóvenes por afiliarse a un sinnúmero de expresiones
colectivas concerniente a la defensa y ejercicio de los derechos humanos
en sus comunidades. Éstos se asocian para discutir, debatir y enmarcar
un conjunto de referentes compartidos que los identifica como colectivo u
organización. Dichos intereses los motiva a aunar esfuerzos y trabajar mancomunadamente
para superar las injusticias sociales. En consecuencia, los
y las jóvenes se convierten en actores sociales que pactan y organizan sus
vidas en común, con miras no solo a reflexionar y juzgar sobre las situaciones
de injusticia, sino a cargar de sentido acciones colectivas de transformación
del orden social preponderante. Apuesta que se orienta en la búsqueda incesante
de la exigencia de los derechos y la expansión de una cultura política,
orientada hacia la construcción de una democracia incluyente y participativa.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
222
Las agrupaciones juveniles de Usme y su coordinación de acciones conjuntas,
se encausan a tocar temas como el medio ambiente, la reivindicación de
las tradiciones culturales de la localidad, la producción cultural, la diversidad
sexual y de género, la cultura de paz, las minorías étnicas, la comunicación
alternativa, la educación y el deporte. Con base en lo anterior, a continuación
se pretende visibilizar el objetivo orientador de las acciones colectivas con
enfoque de derechos 55 de algunas organizaciones juveniles de la localidad.
Es importante destacar que estos grupos están ejerciendo activamente parte
del derecho a la participación y la organización 56 .
55 Enfoque de derechos en el marco de la Política Pública de Juventud para Bogotá D.C.
56 El derecho a la participación y organización, entendido en los marcos propuestos de la Política
Pública de Juventud para Bogotá D.C.

• Derecho a la vida, libertad y seguridad
Organización juvenil Círculos de Paz-es: es una iniciativa juvenil que nace
en el año 2009. Inquieta por los grandes índices de violencia que presenta
el país, adquiere un compromiso comunitario de promover la cultura de
paz (paces) como un proceso de transformación de la cultura de violencia.
Esta propuesta se materializa creando círculos de paz-es en las casas, donde
semanalmente se reúnen jóvenes líderes “Constructores de Paz-es” con
los niños y niñas para leer cuentos sobre los derechos humanos, sobre la
resolución no violenta de los conflictos, la construcción de paz y los valores
que potencian una actitud voluntaria de buena convivencia. Actualmente el
proyecto impacta a 40 jóvenes y 150 niños y niñas, vinculados a 15 Círculos
de paz-es, ubicados en varios barrios de la UPZ El Danubio. Esta organización
anualmente organiza un desarme infantil en la localidad, denominado
Encuentro local por las Paz-es.
Corporación Integral Logius: iniciativa juvenil que busca generar espacios
recreativos culturales de prevención de consumo de sustancias psicoactivas,
orientada a niños, niñas y jóvenes, obteniendo así multiplicadores de convivencia.
Adicionalmente abre espacios de reeducación para algunos jóvenes
habitantes de calle.
• Derecho a la participación y la organización
OLDHU: el Observatorio Local de Derechos Humanos de Usme tiene como
objetivo construir espacios de defensa, promoción y exigibilidad de los Derechos
Humanos. Así su trabajo lo desarrolla en tres líneas de acción: formación,
consultorio jurídico popular e investigación. A esta organización están
vinculados varios jóvenes que, en el marco de las líneas de acción, promueven
proyectos tales como cine-club y tertulias.
Asociación cultural Hijos del Sur: esta iniciativa fue idea de una estudiante
de licenciatura, quién planteó como objetivo de su proyecto universitario
fomentar la lectura en los niños y niñas de la localidad de Usme a través de
la creación de una biblioteca comunitaria. Esta iniciativa no se quedó solo en
una propuesta sino que, a través de la alianza con el colectivo Cinespacio,
en el año 2004, aunaron esfuerzos y alquilaron un espacio pequeño para
la creación de la Biblioteca Hijos del Sur. En el año 2006 se unieron más
JUVENTUD Y DERECHOS: UN PANORAMA DESDE LAS ORGANIZACIONES JUVENILES DE USME
223

jóvenes a la biblioteca y este lugar se convirtió en un espacio de formación
socio-política cuya herramienta pedagógica es el arte. Actualmente esta organización
es liderada por jóvenes, pero benefician a niños y niñas, adultos
y la comunidad en general de la localidad.
La plataforma social de Usme: es un espacio virtual de convergencia y unidad
de diferentes apuestas sociales, culturales y políticas, que se articulan
bajo una premisa fundamental: transformar realidades de la localidad.
Organización Jóvenes al derecho: es un colectivo de jóvenes escolares de La
Flora, que abren espacios de formación y divulgación de los pensamientos e
ideas en pro de la construcción de participación juvenil ciudadana. También
desarrollan talleres, dirigidos a jóvenes, de prevención de consumo de sustancias
psicoactivas.
• Derecho a la educación y tecnología
Organización Paulo Freire: esta organización de jóvenes trabaja con los postulados
de la educación popular, así promueve espacios de formación en
torno al derecho de la educación con la comunidad, especialmente con
jóvenes del barrio El Divino.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
224
• Derecho a la equidad y no discriminación
Organización Legado Palenque: colectivo conformado por jóvenes afrocolombianos,
que encamina sus acciones colectivas a velar por la defensa
de los derechos e intereses del pueblo Afro-colombiano con el propósito
de construir una sociedad colombiana incluyente. Para tal fin, promueven
espacios de formación de historia y conocimiento de la cultura afro a través
de la danza y la música afro.
• Derecho al trabajo
Organización juvenil Guiando Territorio: a partir de un grupo de “parceros”,
deciden conformar una organización comunitaria que actuara y defendiera el
trabajo en el sector rural de la localidad. Así este grupo incentiva a los y las
jóvenes del sector rural a apreciar sus tradiciones campesinas. Uno de sus
proyectos bandera es la Granja Comunitaria en donde el abono, el compost,

el azadón, la pala y las salidas son los elementos de reconquista de las técnicas
del quehacer agropecuario y la defensa del derecho al trabajo.
Organización Juvenil Aseprocomd: esta organización juvenil desarrolla sus
acciones en los barrios Monte Blanco y La Flora, lugares donde promueve
actividades de reorganización familiar y oportunidades de ingresos económicos
por medio de la creación de una empresa comunitaria que fabrica
productos artesanales.
• Derechos a las expresiones culturales, artísticas, turísticas
y del patrimonio
Grupo parroquial Adictos al Arte: este grupo juvenil surge en el año 2007, liderado
por un joven que logró convocar y consolidar el grupo parroquial con
50 jóvenes. La razón de ser de esta organización es dar una visión cultural,
comunitaria y participativa a través de la formación artística en música, danza,
teatro, fotografía y stencil. Estos talleres los dictan jóvenes para jóvenes en
la “casona”, adoptada en el año 2009, la cual es el espacio cultural de encuentro
y de lúdica para la comunidad. Adicionalmente, Adictos al Arte son
los promotores del evento musical Usme City, espacio cultural que convoca
a bandas locales de diferentes géneros.
Organización juvenil Cirwepa: grupo liderado por jóvenes que, a través de
las artes circenses, como el clown, los malabares, zancos y el diábolo, así
como espacios de formación de técnicas básicas de teatro, le apuesta a
generar procesos de formación artística en la localidad. Hoy en día son los
organizadores del evento sociocultural: Circultural.
Fundación Vida y Liderazgo: esta fundación fomenta procesos comunitarios
de formación artística en danza, teatro y artes plásticas a jóvenes y niños y
niñas de la localidad. Esta acción la realizan mediante talleres de formación
y laboratorios de creación. Paralelamente, transmiten a la población juvenil e
infantil bases de liderazgo comunitario.
Organización infantil Aprenfu: Organización que incentiva el buen uso del
tiempo libre de los niños y niñas, a través de procesos formativos en patrimonio
cultural y pertenencia territorial de la historia ancestral de la localidad
quinta de Bogotá.
JUVENTUD Y DERECHOS: UN PANORAMA DESDE LAS ORGANIZACIONES JUVENILES DE USME
225

Colectivo cultural Surgente: la necesidad de divulgar abiertamente en la localidad
lo que piensan los jóvenes y de crear un medio por el cual dejar
consignado los sentidos del territorio y pensamientos en relación con las
dinámicas sociales de Usme, son los motivos que llevaron a un grupo de
jóvenes a crear la Revista Surgente, letras informales. Esta revista alternativa
que se publica trimestralmente es una ventana de expresión para las diversas
voces juveniles de la periferia del sur de la ciudad.
Corporación Eleusis: esta organización se ocupa de reivindicar y posicionar
el arte y la lúdica como medios de incidencia personal y social. Los medios
audiovisuales son su herramienta de visibilización y articulación de los procesos
de acción comunitaria que tienen en los barrios de la localidad de Usme.
• Derechos a la recreación y al deporte
Escuela de fútbol Usme Milan: este grupo pretende promover en la población
infantil usmeña la prevención del consumo de sustancias psicoactivas a
través de la buena ocupación del tiempo libre. Este propósito lo logran por
medio de la práctica del deporte, específicamente con la escuela de fútbol.
En la actualidad hay 50 niños y niñas vinculados a la escuela deportiva.
• Derecho al ambiente sano y al hábitat digno
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
226
Organización Juvenil Reciclando Ando: Reciclando- Ando es una idea que
germina en una idea del colegio, en donde tres estudiantes de secundaria
decidieron aplicar su proyecto ambiental en la comunidad. Sus actividades
se enmarcan en la formación y sensibilización de jóvenes en torno a la conservación
del Medio Ambiente y motivación del reciclaje, como una acción
que contribuye al buen manejo de las basuras.
Colectivo Juvenil Juveasdoas: es una corporación que tiene como principio
promover en los habitantes de la localidad de Usme un sentido de pertenencia
por lo propio, por su historia, su cultura, su gente y sus ancestros.
Este colectivo genera estrategias de conciencia ambiental y sensibilización
sobre el entorno cultural mixto: urbano y rurales. Sus actividades son varias,
tales como dinámicas de esparcimiento en espacios naturales de Usme,
encuentros eco-pedagógicos, recorridos por la fauna y flora del páramo y
campamentos ecológicos.

Organización Venas Abiertas: iniciativa juvenil cuyo interés es incidir en las
problemáticas de la ladrillera y su impacto ambiental. Desde esta perspectiva,
este colectivo abre espacios de formación artística a jóvenes vinculados
a este sector.
Red del agua: con su lema la red somos todos, un conjunto de jóvenes lideran
un proceso de apropiación ambiental por parte de niños, niñas y jóvenes,
por tal motivo esta red de organizaciones busca fortalecer en los jóvenes
procesos de promoción de espacios culturales, sociales y participativos para
la construcción de escenarios de participación ciudadana.
5. A modo de resumen
En pocas palabras se encuentra que, en la acción desarrollada por los jóvenes
en pro de la defensa de la vida y la libertad, además de promover
una cultura de paz y una mejor convivencia, las organizaciones juveniles de
Usme han logrado articulaciones significativas. Una de ellas fue la campaña
titulada “Juntos por la vida” espacio donde se hicieron denuncias sociales y
exigibilidades políticas. Otra acción se centró en la denuncia de los asesinatos
sistemáticos y la militarización de los y las jóvenes. Estos se movilizaron
en una marcha nocturna por las calles de Santa Martha, jornada que fue
denominada “el derecho a la noche” (Subdirección para la Juventud, 2010).
En cuanto a la participación y el ejercicio juvenil de decidir más que de
opinar, sin que este último no sea importante, es pertinente resaltar la labor
hecha por la Mesa Local de Juventud, quienes investigan, articulan organizaciones,
examinan las políticas públicas y formulan propuestas para el Comité
Local de Planeación. Por otro lado, en materia de educación, las organizaciones
juveniles proponen abrir espacios formativos informales para sus pares y
la niñez, y dan prioridad a la escuela popular donde la comunidad es el eje
central de la educación.
Se halló que la mayoría de las acciones colectivas de la juventud de la Localidad
Quinta del Distrito están orientadas hacia la formación artística y cultural.
La música, la danza, el teatro, el clown, los malabares y el circo son los medios
por los cuales ellos y ellas expresan sus visiones de mundo. Así mismo,
las organizaciones gestionan eventos culturales y organizan festivales donde
JUVENTUD Y DERECHOS: UN PANORAMA DESDE LAS ORGANIZACIONES JUVENILES DE USME
227

dan a conocer sus creaciones y visibilizan otras expresiones artísticas locales
a la comunidad.
Por último, el patrimonio y legado indígena de esta localidad es también
foco de intereses para las organizaciones, por lo tanto se evidencian proyectos
de conservación del patrimonio arqueológico, fomento de las memorias
ancestrales, impulso de sentimientos de valoración por medio del reconocimiento
del territorio natural de la localidad, y se denota acciones para el
fortalecimiento de la educación ambiental en los habitantes para construir y
conservar un ambiente sano.
_______________________________________________________
Referencias bibliográficas
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
Alcaldía local de Usme. (2009), Proyecto 0460. Bogotá, FUNRHOL.
Alcaldía Mayor de Bogotá. (2006), Política pública de Juventud. Bogotá.
Corporación Casaasdoas. (2009), Juveasdoas – Chimoxas. Recuperado de: http://
www.casaasdoas.org/index.php
Delgado, R. (2007), “Los marcos de acción colectiva y sus implicaciones culturales
en la construcción de ciudadanía”. En Universitas Humanística. 64, Bogotá,
Pontificia Universidad Javeriana, pp 41-66.
Delgado, R., Arias, J. (2008), “La acción colectiva de los jóvenes y la construcción
de ciudadanía”, En Revista argentina de sociología. 11. 272-296.
Escobar, M., Mendoza, N.,Cuestas, M., Gari,G.(2003), ¿De jóvenes? Una mirada
a las organizaciones juveniles y a las vivencias de género en la escuela.
Bogotá, Círculo de lectura alternativa Ltda.
Secretaría Distrital de Planeación. (2009), Conociendo Bogotá y sus localidades:
diagnostico de los aspectos físicos, demográficos y socioeconómicos. Bogotá,
Secretaría Distrital de Planeación.
Secretaría de Salud de Bogotá. (2010), La salud y la calidad de vida en la
localidad 5-Usme. Bogotá.
Subdirección para la juventud. (2010), Agendas locales de Juventud. Bogotá,
Secretaría de Integración Social.
228

LAS ORGANIZACIONES JUVENILES
Y LA ESCUELA
en la intimidad de la acción
colectiva en Usme
Andrés F. Castiblanco Roldán
Docente e investigador de la Licenciatura en Educación Básica
con énfasis en Educación Artística,
Universidad Distrital Francisco José de Caldas
geoandes@hotmail.com
1. A manera de Introducción: de la juventud como
medioevo de la vida a la acción colectiva
Los otros esos otros que inventamos
los otros nos inventan nos recrean
a su imagen y semejanza
nos convencen de que al fin somos otros
y somos otros claro
por suerte somos otros
Mario Benedetti
En un principio el medioevo de la historia humana era caracterizado
como esa edad oscura que atravesó la civilización para consolidarse
en su más avanzado estadío. Con la modernidad, se pensó que un
velo gris cubría las imaginaciones, los relatos, los símbolos y las acciones
de quienes vivieron entre el fin del esplendor de la edad antigua y la
progresista, emprendedora y creativa edad moderna. Pero como todo relato
tiene su crisis, un grupo de historiadores logró y sigue logrando demostrar
229

que la edad media no es una media entre algo, ni el espacio ostracista de la
humanidad, sino al contrario, el espacio de creación colectiva más interesante
por cuanto su cimiento permitió precisamente formar la sociedad actual,
por decadente que pueda mirarse hoy.
Pensar en el medioevo llama la atención por la forma en que se ha mirado
la juventud. El diccionario de la real academia de la lengua define que la
juventud es: primero, la edad que se sitúa entre la infancia y la edad adulta;
segundo, que representa los primeros tiempos de algo; y por último, que es
energía, vigor y frescura (R.A.E. 2001). Al referirse a lo joven, introduce que
éste es un adjetivo; de poca edad para continuar exponiendo que se dice
de un animal que aún no ha llegado a la madurez sexual; o, si se desarrolla
con metamorfosis que ha alcanzado la última fase de esta y el aspecto de
los adultos (R.A.E. 2001)
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
230
Una edad intermedia entre la infancia y la adultez, un momento de transición
en que se entiende que todo se transforma y, por lo tanto, un momento de
riesgo. Para el saber común la juventud es el momento en que se adquieren
las más decorosas costumbres o las deplorables mañas, vicios y perdiciones,
pero como en la edad media, el medioevo del sujeto es la construcción posiblemente
más significativa de sus miedos y seguridades. De allí como lo han
dicho otros autores, es necesario entender que el ser contemporáneo no
vive la juventud como etapa sino como un imaginario, una cualidad vital que
se privilegia y se lucha por conservar, pero el meollo se configura cuando es
necesario reconocerla en el otro, mucho más en el lejano.
¿Cómo se entiende la juventud más allá de la edad? ¿En qué forma se manifiesta
el posicionamiento político del joven en la sociedad contemporánea?
¿El horizonte lego de los derechos sigue vigente en los jóvenes? Esta y otra
serie de preguntas quieren responderse desde la puesta en escena de la
experiencia de algunas organizaciones juveniles de la localidad de Usme en
Bogotá. Por otro lado, se encuentra en la configuración de estos diálogos, la
postura de la escuela mediante la voz colectiva de una institución educativa
de la misma localidad. A través de entrevistas a las organizaciones y a la
lectura de los textos que nos permitieron conocer, pudimos dar cuenta de
cómo en la localidad de Usme los jóvenes trabajan por sus comunidades y,
por consiguiente, por sus derechos.

La importancia de estas organizaciones es que trabajan desde la juventud
hacia la juventud. Es decir que, a excepción de la institución educativa que es
un ejercicio de una interacción adultos–jóvenes, estas organizaciones tienen
la autonomía de pensarse y actuar en clave de juventud, lo que las sitúa en
el horizonte de procesos que se evidencian a través de la acción colectiva.
El emplazamiento grupal de las necesidades y las oportunidades de posicionarse
de un espacio de enunciación social, es la respuesta a una fuerza más
dominante que afecta a los jóvenes, a saber: la mirada distorsionada y asistencial
de la política pública y la divulgación de los medios de comunicación
que cosifican la juventud y sus reclamaciones. “Buena parte de la literatura
comprometida con la perspectiva crítica y con la problemática social lleva
décadas denunciando la construcción de estereotipos y de prejuicios que se
basan en una perspectiva reduccionista y determinista de la condición juvenil
especialmente en el escenario mediático” (Herschmann, 2009: 128)
Fruto de esta distorsión y, sumado al contexto del conflicto social contemporáneo,
especialmente el colombiano, el joven y el adolescente entran en
sospecha por un sistema de vigilancia que se instituye desde las cámaras
y el personal de seguridad en el centro comercial y el supermercado, hasta
las instigaciones policiales en los parques, que finalmente generan un sentimiento
de desconfianza hacia él y la joven. En este sentido no se pretende
excusar en el discurso la existencia de jóvenes infractores, sin embargo la
generalización de esta conducta, produce un repertorio simbólico y accional
que vulnera y limita la libertad y el ejercicio de los derechos de la población
juvenil.
Rossana Reguillo (2009:41) afirma que: “… resulta fundamental la relación
directa que existe entre el desborde de las violencias y la ausencia de confianza
en lo que quisiera llamar política “grande”, para referirme a la política
formal que suele reducirse a su vez a la política electoral; espacio de los
partidos, de las instituciones, del gobierno”. Es decir que el hecho que agrupa
a los jóvenes va más allá de visibilizarse, es una apuesta política sobre un
territorio que fue colonizado por viejas formas de socialización, en las cuales
ellos como otros grupos sociales, han quedado minimizados. Desde este
punto, la acción colectiva recoge las reivindicaciones y las expresiones de
un self colectivo que quiere hacerse escuchar en los escenarios políticos y
sociales.
LAS ORGANIZACIONES JUVENILES Y LA ESCUELA: en la intimidad de la acción colectiva en Usme
231

Las formas de desconfianza de los jóvenes hacia los marcos legales de la
civilidad, perceptibles tanto en las políticas de inclusión (tan discutidas como
las de acción social, o familias en acción) como en la difusión de los derechos
humanos como discurso en las escuelas y los programas institucionales
de las entidades a nivel nacional y regional, dejan un espectro de controversia
por hechos políticos de corrupción, malversación de fondos y, finalmente,
una tendencia asistencialista que impide desarrollar una conciencia más
fuerte de la relación de los jóvenes con los derechos. Resultado de esta serie
procesos es la movilidad de los grupos juveniles entre discursos que conocen
como retóricos, pero que usan para legitimar las acciones y entrar en el
juego de la institucionalidad.
Siguiendo a Reguillo, estas incertidumbres sobre la legalidad y la poca legitimación
de muchas instancias políticas y sociales, llevan a los jóvenes a una
desapropiación que se define como una continua tensión por constituirse.
“la inestabilidad en el contexto, en las condiciones, arrancan a los jóvenes las
certezas de que su “yo” hubiera sido el mismo de no haberse presentado la
situación que los lleva a brincar hacia delante…” (Reguillo, 2009:46) Ellos y
ellas son definidos por la situación (las pandillas, el microtráfico de drogas, la
inseguridad urbana, la deserción escolar) y, de acuerdo con eso, son identificados,
clasificados, en últimas estigmatizados.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
Sumado a esta serie de situaciones asociadas, las búsquedas de identidad
complejizan más el panorama del acceso a los derechos y de la apuesta
de legitimidad en los sistemas políticos y participativos. Las pertenencias al
cuerpo social han sido dejados de lado tras el encuentro de lealtades particulares
en grupos de la misma edad y los mismos intereses. Quizá los mismos
problemas cotidianos, en este sentido la tecnología (uso de redes sociales y
publicación en blog) permite poner en escena lo que Oscar Aguilera (2010)
plasma como formas de visibilidad, con las cuales se crea una estética y un
performance colectivo que se vive diariamente y, el cual, a su vez, se puede
pensar como representación política. Con esta serie de actores y escenarios
trabajan las organizaciones de jóvenes a través de canales de comunicación
que ellos han tejido de forma autónoma. A rasgos generales su compromiso
con la comunidad es lo que permite que continúen de diferentes formas en
el ejercicio de pensar los derechos y la localidad.
232

Aguilera plantea un elemento esencial en la caracterización de los jóvenes
en los contextos de la acción colectiva: la movilidad, o en su lenguaje “la
movida”, a partir de la cual se sustentan la expresividad, la gestión política e
identidades. Para este autor
…lejos de tratarse de una cuestión explícita, la acción colectiva muchas
veces constituye una zona ambigua teórica y empíricamente…
por lo tanto el termino movidas remite a las acciones colectivas
que los jóvenes deciden emprender en conjunto y que muchas veces
son producto de una serie de procesos individuales y colectivos
nos hacen mover y nos facilita los marcos y motivaciones posibles
para la acción” (Aguilera, 2010:82).
2. El punto de partida de las organizaciones juveniles.
El origen de estas organizaciones 57 tiene como factor común la problemática
del contexto local y nacional, no obstante, en el caso de Surgente y la I.E.D
E.U.M, tienen que ver en su inicio con espacios institucionales que, respectivamente,
facilitaron instancias como el Observatorio local de Derechos
Humanos de Usme y la Secretaría de Educación. Cabe aclarar que la coincidencia
de los momentos en que estas propuestas colectivas comienzan a
pensarse no es el fruto del agenciamiento directo de las instituciones sino
de la coyuntura en que el colectivo pudo reunirse y reflexionar sobre el tema:
El colectivo nace hace cinco años, nace en una salida que hubo
financiada por el Observatorio Local De Derechos Humanos hacia
Cachipay (Cund) si no estoy mal. Hay un grupo de jóvenes, que tenían
que discutir sobre proyectos que se quisieran desarrollar en
la localidad de Usme en ese momento. Uno de los ejes que había
57 Las organizaciones con las cuales se realizó el trabajo de investigación fueron Hijos del Sur;
Círculos de paz-es; el colectivo revista Surgente y el observatorio de derechos humanos de la Institución
Educativa Distrital Eduardo Umaña Mendoza (en adelante la I.E.D E.U.M.), en la localidad quinta
de Usme - Bogotá.
LAS ORGANIZACIONES JUVENILES Y LA ESCUELA: en la intimidad de la acción colectiva en Usme
233

para plantear proyectos y soluciones era el de medios de comunicación.
Muchos jóvenes pensaban que era necesario que en Usme
surgiera un medio de comunicación, no sabían ¿cuál? No sabían
¿Cómo? … pero en el encuentro, después de mucha discusión, se
resolvió que la mejor estrategia y medio de comunicación para la
localidad sería una revista, o que iba a ser una revista. Ahí nace la
idea, ahí surge, en ese encuentro vamos muchos de nosotros, surge
con mucha gente, (Sic) muchas de, muchas de esas personas
que estuvieron en ese encuentro. (Díaz Joana, 2011)
En el caso de la I.E.D.E.U.M (2007) se dio por iniciativa del docente de
ciencias sociales, teniendo en cuenta que, en el interior de las instituciones
educativas, hay una tendencia a relegar estas funciones a los maestros de
sociales, olvidando que los derechos humanos son pertinencia de todas las
áreas del conocimiento. Finalmente esta clase de elecciones frente a quien
debe trabajar por los derechos humanos termina en el aislamiento de los
discursos, fraccionando y dificultando la incorporación del tema al currículo
escolar 58 .
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
234
Por otro lado las organizaciones Hijos del Sur (2004 -2006) y Círculos de
Paz-es (2009) surgen en la acción sobre la comunidad y de los intereses y
preocupaciones de un grupo pequeño, trazando metas inmediatas que se
materializan en intervenciones directas con la comunidad y con el diseño de
estrategias de trabajo que la impacten. Los jóvenes que lideran los procesos
tienen un nivel de escolaridad que se puede ubicar entre el bachillerato y la
educación superior, además son en su mayoría habitantes de la localidad, lo
que fortalece sus estrategias de acercamiento por estar en constante contacto
con el cuerpo social.
Para el caso de la I.E.D.E.U.M el agenciamiento difiere debido a que el grupo
docente en gran parte no es vecino del colegio, lo que ha generado que el
equipo orientador de la experiencia delegue el liderazgo a los estudiantes,
58 Actualmente el colegio, desde su componente de ciencias sociales, se encuentra en el proceso
de la curricularización de los derechos humanos, realizando la tarea de convocar de forma
interdisciplinar a las áreas que se trabajan en la institución educativa.

circunscribiendo el campo de la propuesta al ámbito escolar y, en cierto
modo, a la comunidad educativa que rodea y que aporta capital humano al
colegio.
Junto a las problemáticas de la localidad y sus barrios, el nacimiento de
estos procesos de acción colectiva ocurre desde un nivel de inoperancia de
algunas instancias oficiales que deben velar por esta tarea, según ellos:
La respuesta institucional, cuando existe, es fragmentada y desarticulada:
tenemos una subsecretaria o un proyecto para los jóvenes,
otro que se encarga de las mujeres, otro de los afros, otro de los
desplazados, y resulta que estamos hablando de una misma familia,
de una misma realidad de pobreza y exclusión compartida por
todos. Pareciera que en estas localidades los “excluidos” somos
más que los “incluidos”. (Pérez, Juan, 2011)
Estos desencuentros entre la política pública y la realidad se pueden explicar
como la pretensión de muchas instituciones por formar comunidad en derechos,
pero, apenas se logran abrir espacios de agenciamiento, en este caso,
es necesaria una articulación permanente con las organizaciones y el fortalecimiento
de las prácticas escolares. Sin embargo aún se entiende el modelo
desde una verticalidad administrativa convocante y una base local que acude
según el llamado. El surgimiento, por ejemplo, de la revista Surgente, tiene
que ver con el aprovechamiento y el azar de las convocatorias de los entes
que representan al Estado o su política:
Nosotros nos hemos financiado a través de fondos locales y de fondos
distritales, entonces el primer número lo financió el Observatorio
de Derechos Humanos… como hasta el tercero. (Claro porque
fue un proyecto…del observatorio…) fue un proyecto que nació allí,
luego nos ganamos una convocatoria local con un proyecto de la
Alcaldía de Usme en Medios de Comunicación Alternativa. De ahí
salió (Sic) otros tres números, luego vino la convocatoria de Capital
Mundial del Libro. Surgente ganó y con eso se pudo ejecutar un proyecto
grandísimo con talleres incluidos, con cineclub… luego hemos
LAS ORGANIZACIONES JUVENILES Y LA ESCUELA: en la intimidad de la acción colectiva en Usme
235

venido participando en convocatorias de la Secretaria de Cultura y
de Secretaría Distrital y ahí hemos podido sacar los últimos números…
(Díaz, Joana, 2011)
Se puede decir que su ejercicio de visibilización ha dependido en su totalidad
de la movilidad de sus integrantes, más que por un diálogo desde las
instituciones y la política pública; esta última, sujeta a las orientaciones de la
administración de turno y no de un plan de gobierno continuo que garantice
el apoyo permanente a las iniciativas de los jóvenes:
Ahora pues en la localidad el tema de presupuesto juvenil está un
poco complicado porque, pues, esos dineros a veces se dan, a veces
no se dan. Este año está un poco complicado el tema de presupuesto
para todos los jóvenes, no solamente es Surgente la que
se ve perjudicada sino pues todos los parches juveniles que están
trabajando en la localidad. Pero, estamos mirando en que otros lados,
siempre estar mirando en que otros lugares, en la Secretaría
Distrital o a nivel nacional o a nivel internacional, Surgente pueda
ser lo que están buscando y apoyarlo. (Díaz Joana, 2011)
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
236
Esta situación es un factor común de las organizaciones estudiadas, salvo la
escuela que parece tener más apoyo por ser un espacio institucional que
interactúa con entidades internas como el Instituto para el Desarrollo Pedagógico
(IDEP), el cual, a través de convocatorias, permite el encuentro,
sistematización e investigación de esta clase de dinámicas en aula, con la
debilidad contractual que limita su apoyo a brindar materiales y asesorías o
capacitaciones sin poder dar estímulos económicos por las inhabilidades de
ley que rigen a los funcionarios públicos 59 . Otras entidades financiadas desde
59 En este sentido se ha evidenciado como una debilidad la falta de una reforma institucional
en el interior de la Secretaría de Educación que permita estimular a sus docentes económicamente
tomando en cuenta su producción. Teniendo en cuenta que, junto a las dinámicas cotidianas que
requiere la enseñanza y el desarrollo de planes pedagógicos, la investigación de aula y la sistematización
de experiencias de trabajo pedagógico se han caracterizado por sólo ser objeto de capacitaciones,
sin posibilidad de motivar de forma más efectiva la labor investigativa e innovadora docente
en este último año.

el sector privado realizan programas de acompañamiento con un claro corte
asistencialista, que aterrizan sobre procesos de inserción de los derechos en
las aulas y la curricularización transversal en los proyectos educativos institucionales
como es el caso del CINEP.
Este es el punto de partida de los grupos que se analizan: ellos hacen parte
de un panorama más amplio conformado por varias organizaciones de Usme,
que tienen motivaciones y metas comunes. Estamos entablando un análisis
de escala micro, pero como lo demostró Carlo Ginzburg (1976/2008) a
través de sus diferentes investigaciones, desde la microhistoria, a partir de
un relato compuesto por algunos grupos se puede pensar cómo funciona
un gran sistema con sus conceptos en juego. En este caso, el microrrelato
que integra la acción colectiva como respuesta y reivindicación de los grupos
sociales frente a coyunturas inminentes. Usme es un espacio social que está
compuesto por una serie de diversas mixturas que forman su narración
colectiva, local o deslocalizada, pero siempre constituyente de la historia y la
cotidianidad de la ciudad.
CIRCULO DE PAZ-ES 60 , surge en medio de la diferencia, de la indiferencia,
de la rosca, de la recesión económica, del cumplimiento de
horas de trabajo, de los problemas familiares, de la drogadicción
socialmente naturalizada en las esquinas, de la inseguridad asolapada
por la seguridad, de la soledad, de la compañía, de la educación
privada, de la salud pagada, del nuevo “Éxito”, del cambio de
trabajo, de coger el bus lleno a las 6:00 am y aguantarlo peor devuelta
a casa a las 7:00 pm, de los malos olores del botadero Doña
Juana, de la violencia callejera que deja victimas sin victimarios,
de violencia intrafamiliar legitimada, de madres cabeza de familia,
de niños y niñas desnutridos, de la violación incesante de los Derechos
Humanos. En este origen de lo que somos, como habitantes
de Usme, día a día surge este colectivo, con el único propósito de
generar alternativas distintas a lo inmediato y lo coyuntural. (Díaz,
Karen, 2011)
LAS ORGANIZACIONES JUVENILES Y LA ESCUELA: en la intimidad de la acción colectiva en Usme
60 Las mayúsculas son de la autora.
237

3. Actores y acciones: procesos de intervención
La forma en como se acercan las organizaciones a las comunidades permite
crear una impronta de su régimen de visibilidad 61 , pues a partir de su
expresión activadora, las comunidades se congregan y participan en las propuestas:
podríamos llegar a plantear una consolidación de una comunidad
expectante alrededor de los derechos entre otras preocupaciones locales.
Sin embargo algo que manifiestan los grupos es el carácter variable de la
concurrencia en el desarrollo de las actividades, en el caso de Hijos del Sur.
Ahora, por ejemplo, en el trabajo que hace Círculos de Paz-es, la participación
de grupos familiares tiende a formar estabilidad de la propuesta y sus
poblaciones, que en el caso de Surgente se caracterizan por un libre albedrío
de las comunidades lectoras.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
238
Si un joven además hace que la revista circule en medios universitarios
o en círculos universitarios, en círculos juveniles, un joven
llega prácticamente llega y te golpea la puerta y te dice oiga sabe
que me gusta su trabajo, ya conozco cinco revistas, conozco seis,
como las primeras revistas como prácticamente que aparecieron
por el grupo más cercano de amigos y ese grupo más cercano
fue mostrándosela a otro y ese a otro se la mostró a otro
amigo también, joven y ese otro amigo también le gustó, se la
mostró a otro amigo. Así poco a poco, con una red de amigos, nos
fuimos dando a conocer y la gente ahora lo que hace es golpear
la puerta: venga, ustedes hacen este trabajo interesante, y nos
gusta… (Díaz Joana, 2011)
Retomando el trabajo que hace Hijos del Sur, sus estrategias van desde
la creación de documentales que analizan los problemas de la comunidad
hasta trabajos de expresión artística y agricultura urbana. Este grupo se ha
61 Apoyado en Aguilera y Reguillo pensar en un Régimen de Visibilidad implica la observación de
una estrategia o acción con la cual se construya la identidad de un colectivo ante el cuerpo social,
posicionando sus objetivos y, de cierto modo, marcando una territorialidad simbólica que permita
crear alteridad. Es decir, consolidar desde el horizonte de la acción una imagen que represente sus
intereses ante otras colectividades.

movido como Surgente a través de convocatorias con entidades oficiales
y alcaldías, entre otras alianzas, a través de las cuales han generado gran
impacto y recordación en la comunidad. En este caso la apuesta se sitúa en
convocar a las comunidades a diferentes escenarios que son facilitados por
entidades locales como juntas de acción comunal, colegios y bibliotecas,
siendo este último lugar el punto de partida y fortaleza del trabajo de esta
organización juvenil.
El siguiente cuadro recoge brevemente, las organizaciones estudiadas con
sus estrategias más significativas y las poblaciones destino:
Organización
Hijos del Sur
Colectivo
Revista
Surgente
Círculos de
Paz-es
Estrategias
Formación Artística
Biblioteca comunitaria
Agricultura Urbana
Formación en liderazgo
Audiovisuales
Medio de Comunicación:
Revista impresa
Clubes de Lectores
Cartas de Surgencia proyecto
lecto – escritor
Cine Club - Cine Foros
Foros sobre Derechos
Humanos
Talleres de ilustración
Talleres de redacción
Talleres de crónica
Formación de jóvenes lideres
promotores de paz
Trabajo de grupos familiares
de lectura entorno a la cultura
de paz
Programa Círculos de lectura en
las casas
Eventos masivos y comunitarios
de sensibilización entorno
a la paz
Población
Destino
Adultos
Jóvenes y
Niños
Jóvenes
Jóvenes , Niños
y Adultos
Zonas
o Barrios
Tejares
Olivares
Betania
Manzarez
Difusión a la
Localidad en
general
Danubio Azul
Fiscala
Alaska
Nevado
Porvenir
Santa Martha
LAS ORGANIZACIONES JUVENILES Y LA ESCUELA: en la intimidad de la acción colectiva en Usme
239

Organización
I.E.D.
Eduardo
Umaña
Mendoza
Estrategias
Diálogo de saberes desde la
igualdad.
Observatorio de Derechos
Humanos
Población
Destino
Jóvenes y Niños
Zonas
o Barrios
Comunidad
Educativa varios
barrios
Fuente: Entrevistas, documentos entregados por las organizaciones y cartilla informativa Proyecto 0460 Alcaldía
local de Usme y FUNRHOL Bogotá. 2009.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
240
Hay diferentes estrategias en los grupos que recogen fines comunes: uno
de ellos, el proceso de validar y dar espacio a la voz de los jóvenes; y por
otro lado, enmarcado en el régimen de visibilidad, se manifiesta la necesidad
de demostrar cómo se puede construir y recuperar tejido humano, de
forma creativa y discursiva desde la juventud. Es muy interesante encontrar
estrategias como las de Surgente y Círculos, por cuanto a través de la lectura
y la escritura están proponiendo nuevas formas de comprender la realidad.
Además, por medio de estas estrategias agencian una participación
activa de las comunidades en el reconocimiento de su propia experiencia,
a través de la lectura del otro, el encantamiento de ver–se allí, de salir del
anonimato a través de la expresión libre del pensamiento. Las campañas
y las mediaciones en la I.E.D.E.U.M permiten acercarse a unos mínimos
necesarios para convivir en la escuela, mientras que, en el caso de Hijos
del Sur, se exploran la estética y la expresión artística. Por su parte, como
se dijo anteriormente, en Círculos de Paz-es, se pone sobre la mesa la estrategia
de un ejercicio crítico social por medio de las lecturas compartidas
entre jóvenes, adultos y niños.
La gran debilidad encontrada en esta experiencia de investigación con las
organizaciones es la de la sistematización de su trabajo con la comunidad,
el hecho de poder hacer una reflexión sobre la acción, lo que en principio
sugerimos a partir de una matriz que situaba acciones, momentos, actores y
posibilidades de mejoramiento. Aunque fue dialogada con los grupos no se
desarrollo finalmente. No fue posible que, a través de este instrumento, se
hubiera caracterizado una serie de procesos de largo aliento en la localidad
o que, a su vez, se hubiera pensado un mapa de esas movidas que han sido
su trayectoria y su papel en el desarrollo de los derechos o de la conciencia
juvenil sobre los problemas que los preocupan y convocan.

Desde la escuela la propuesta del Observatorio de Derechos Humanos obedece
a la difícil situación que afrontó la institución educativa en su inserción
en la comunidad de barrios como Sucre, Monteblanco, Usminia y Alfonso
López, los cuales aportan la población que atraviesa diferentes tipos de problemas
sociales y económicos que se materializaban en las relaciones en el
interior del plantel. Entender el contexto y la adolescencia llevó al profesor
Alexander Castañeda del área de Ciencias Sociales a organizar tareas y comenzar
un trabajo de diálogo con sus estudiantes para tratar de dar armonía
al espacio escolar en el contexto de la negociación y la solución consensuada
y resilente de conflictos, sin tener que acudir a la violencia.
Con la colaboración de estudiantes de noveno grado y con el apoyo de un
equipo de docentes de diferentes áreas, se establecieron mínimos de convivencia
que, posteriormente, serían acompañados como propuesta por el
programa de curricularización de derechos humanos del CINEP, reconociéndolos
hacia 2009 para liderasen este proceso ante otras localidades. Toda
esta serie de logros y procesos llevo a la formación del Observatorio que,
liderado por estudiantes, da continuidad a la estrategia dialogante establecida
por el maestro:
Establecer estrategias de comunicación donde el diálogo fluya sin
los obstáculos de las jerarquías y de la imposición autoritaria del
poder. De esta manera se rompen las barreras tradicionales entre
maestros y estudiantes y se permite la construcción de lazos sociales,
donde la horizontalidad facilite el encuentro entre los actores
sociales de la comunidad. (Castañeda, Alexander 2011)
El impacto de dichas acciones se puede medir más que estadísticamente, a
través de la continuidad de procesos. Más allá de establecer un “ranking” de
éxito sobre el trabajo con derechos desde los jóvenes, conviene dar cuenta
de los procesos que encarna la acción colectiva que se han desarrollado en
algunos sectores de Usme. Tres organizaciones y un colegio son parte de un
conjunto de actores y grupos, apostando por una transformación desde la
reflexión, el reconocimiento del otro y la no violencia.
LAS ORGANIZACIONES JUVENILES Y LA ESCUELA: en la intimidad de la acción colectiva en Usme
241

4. Definiéndose como jóvenes en los derechos:
lo que se da por entendido
Ni sujetos medievales ni ciudadanos en formación
Al introducir el texto se mencionó ese sentido de pensar la juventud como
el punto intermedio entre la infancia y la adultez. La metáfora con la visión
clásica de la Edad Media de la humanidad permite entender la mirada desde
el mundo adulto hacia un fenómeno que sobrepasa los límites del tiempo,
como lo han sugerido Reguillo y Aguilera; al joven se le roba el presente
para proponerlo como sujeto de futuro. Un individuo ficcional, el sueño de
alguien y la esperanza de otros.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
Crecimos escuchando que los jóvenes “son el futuro”, prefiero entonces no
pensar donde queda la infancia, pues de eso se ocupan otros autores con
mayor propiedad. El caso es que la juventud se verbaliza en perspectiva,
pero en relación con sus deberes y responsabilidades con el cuerpo social
se judicializa en el presente. Los jóvenes aún serán el futuro pero en estos
contextos donde predomina la violencia como discurso, ellos son la delincuencia
del presente, un momento de rebeldía y de oscuridad que deja a
los individuos vulnerables a los vicios y lo ilícito. El viejo refrán de “por unos
pagan todos” es la consigna soterrada del discurso policivo, pero a su vez,
es la clave para observar los mecanismos por medio de los cuales la política
pública y sus instituciones tratan el tema.
Frente a la información brindada por las organizaciones se develan dos enunciaciones
y una manera de operar del discurso sobre lo juvenil:
> > La juventud es un imaginario que transporta un conjunto de
acciones individuales y colectivas, que hacen que sea revolucionario
y siempre escéptico de los mundos sociales dominantes.
> > La juventud es una etapa de la vida en que el sujeto está en
proceso de conformar su identidad y su posicionamiento en el
mundo social.
242

Más que enunciación es el mecanismo discursivo que recoge
estos elementos definitorios y los amalgama de tal forma que
no se da una definición, sino que se da por entendido lo juvenil
en los contextos de la acción colectiva.
La primera es una concepción que se puede evidenciar en el concepto de
jóvenes del colectivo Surgente:
Como colectivo nosotros hemos decidido hablar de juventud sin necesidad
de encasillarlo en edad….nosotros no decimos que la juventud
es un rango de edad, no lo trabajamos así. Creemos que la juventud
es un concepto transversal, siempre trabajamos como con
esa mirada transversal de los conceptos y creemos que la juventud
hace parte también como de ese sentir propio de un individuo. Si
un individuo a los ochenta años se siente joven y tiene proyectos
que trabajen con jóvenes y, aún tiene ese espíritu para trabajar con,
temas de juventud y lo puede hacer. (Díaz Joana, 2011)
Los jóvenes se convierten en agentes resistentes del sistema y militantes de
utopías y sueños colectivos. Independientemente de la edad, la juventud se
torna en actitud permanente que se puede vivir. Al ser pensada como imaginario,
la juventud nos propone un sistema simbólico que reviste conceptos
como: renovación, resistencia, insumisión y libertad, a través de los cuales
el grupo constituye su identidad: “ciertas actitudes de resistencia, de querer
cambiar, de creer en la utopía, de decidir hacer proyectos que quizás no tengan
muchos resultado en, en económicamente, pero que sí en la práctica les
abren horizontes de decisión, a las personas sin rango de edad” (Díaz Joana,
2011) La juventud cobra, en este caso, un rasgo de distinción del sujeto, una
identidad que está sujeta a transacciones y reconfiguraciones del sentido, y
que se muestran como mutables. En este punto el régimen de visibilización
cobra fuerza por permitir una performancia y particularización entre los grupos,
relacionados a través de una transversalidad en sus códigos culturales.
Hay que tener claro que en el momento en que se llega a la adolescencia,
la mente exige al joven ser visible, el problema está en
LAS ORGANIZACIONES JUVENILES Y LA ESCUELA: en la intimidad de la acción colectiva en Usme
243

¿cómo ser visible?, es allí donde este proyecto es más que una
capacitación, se le orienta al joven en ser reconocido en su comunidad,
en el parche y en su familia de manera positiva a través de su
liderazgo… (Díaz, Karen, 2011)
No creemos que seamos un medio alternativo, porque también se
ha vuelto un cliché, sí que es lo alternativo. Esa cosa, digamos que
ese concepto, se ha vuelto eh, usual en el trabajo en comunidades,
pero en la práctica, lo alternativo no se está dando porque se generan
las mismas prácticas, se reproduce los mismo que reproducen
las mismas noticias, los mismos prejuicios. Los mismos estereotipos
que reproducen los medios masivos se están reproduciendo
en medios alternativos que dicen ser alternativos,… nosotros preferimos
llamarnos, eso, un medio informal, neoñeristico, periférico,
marginal, que está hecho por gente del sur que tiene la intención
de darle la palabra y las voces a las personas que habitan en esa
periferia de la Ciudad… (Díaz Joana, 2011)
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
244
La segunda enunciación deviene de ese medioevo de la vida y se transforma
en una visión esperanzadora y transformadora dentro de la lógica temporal
de la juventud. Aunque precisamente no toma distancia de pensar desde lo
etario la juventud, afirma positivamente la autonomía y la consolidación del
carácter social y político de este grupo social: “La juventud es el momento
específico de la vida de los hombres que se constituye en el momento
esencial para la construcción de un horizonte vital, de una identidad y de un
sentido de ser” (Castañeda, 2011). Como puede evidenciarse la ubicación
de esta enunciación es el ámbito escolar.
No es de extrañar, teniendo en cuenta el gran acervo psicopedagógico que
sustenta su programa de trabajo en el desarrollo de etapas y ciclos de aprendizaje,
desde donde se piensa que este punto intermedio de dos edades,
es el momento clave para la adquisición de conceptos y actitudes de vida.
Es cierto que en el espacio escolar los procesos de la adolescencia que se
ven como la puerta de entrada y el lugar crítico de la juventud representa
retos a la hora de aplicar una metodología a este tipo de población que se
muestra escéptica de su ambiente y su mundo social; no obstante, la visión
de muchos maestros se establece desde la esperanza de potencializar a los

estudiantes, siempre pensando en que, en determinado momento, serán
adultos y la juventud quedará atrás.
El tránsito de la edad como elemento integrador del aprendizaje se asume
desde la perspectiva de formación, sumando los problemas de la cotidianidad
que, en este contexto, ocupan a maestros/adultos y a estudiantes/
jóvenes en general.
Estas enunciaciones son recogidas de una u otra forma por el mecanismo
discursivo que las emplaza y las naturaliza en el horizonte de la acción. Esto
quiere decir que no se reproduce el concepto de juventud explícitamente
sino lo insinúa, dándolo por entendido. No lo reflexiona o cuestiona porque
se da por sentado que no amerita detenerse en su validez o concepción.
Muestra de ello es el documento de Hijos del Sur que, en su lenguaje ya
tiene incorporado lo juvenil, de tal modo que se centra en las cuestiones de
los derechos propiamente hablando:
Los Hijos del Sur y otros colectivos juveniles han encontrado formas
creativas de trabajar temas como los derechos sexuales y
reproductivos, pues manifestaciones como la violencia contra la
mujer, el embarazo en adolescentes y preadolescentes, la propagación
de enfermedades sexuales y la prostitución infantil crecen
de la mano de otras problemáticas como el desempleo y la falta de
oportunidades. (Pérez Carlos, 2011)
Se habla de los y las jóvenes, de lo juvenil, de la juventud, pero es difícil
encontrar tanto en Círculos como en Hijos del sur, una claridad y acercamiento
concreto al concepto. Por el contrario, es evidente en Surgente y la
I.E.D.E.U.M que la definición se ve instrumentalizada en el discurso, el cual
pretende dar una versión sobre las apuestas políticas de los grupos.
Dos enunciaciones del concepto de juventud y un modo de operacionalizar
y desarrollar el imaginario. Finalmente lo predominante en las narraciones
de las organizaciones es el carácter inclusivo hacia todo tipo de actor social,
que se posicione desde ese espacio y, por lo tanto, se mueva en ese repertorio
simbólico: sistema signito que va desde las denominaciones (neoñe-
LAS ORGANIZACIONES JUVENILES Y LA ESCUELA: en la intimidad de la acción colectiva en Usme
245

o, parcero, etc.) hasta las significaciones de las acciones en los diferentes
contextos. Esta forma de resistir a los convencionalismos de las instituciones
permite pensar en la fractura del concepto de ciudadanía, lo que implica un
distanciamiento de los jóvenes hacia los discursos dominantes de la democracia
y la participación desde el ejercicio de la ciudadanía.
¿Habría una resistencia a la ciudadanía o una reinvención del concepto?
Una pregunta que queda al horizonte de lo posible en este campo y a
los debates que puedan suscitarse, desde la desconfianza a la política tradicional
y a la forma en que se hace una pedagogía de lo público y lo
democrático en la ciudad. Sin embargo también podría pensarse que lo
juvenil origina un punto de fuga de lo ciudadano, por ponerlo en entredicho,
fruto de la pérdida de credibilidad de las instituciones reguladoras y,
por otro lado, por el peso que se le resta a las escuelas como vectores del
desarrollo comunitario.
Los derechos, retóricas y demandas
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
246
Las organizaciones definen claramente la importancia de los derechos. De
hecho en algunos apartados de sus narraciones los resaltan tratando de recabar
en esas metas comunes que se proponen como grupos de jóvenes en
acción. Algunos grupos establecen una relación indirecta con los derechos,
es decir, que no se sitúan sobre un discurso del derecho, sino que con otros
nombres y en el tratamiento de diferentes temas se encargan de reflexionar
sobre el asunto:
(…) si de manera transversal, de manera integral e implícita, casi no
decimos estamos hablando de derecho, escriba usted sobre el derecho
a la vida no. Pero cuando un joven escribe sobre falsos positivos
y ve su escrito publicado en la revista y se lo puede llevar a la comunidad
de la Fiscala, donde todo el tiempo tienen, pues, ese miedo por la
muerte, no,... Porque siempre la policía está ahí como detrás de ellos
, eso es darle espacio y democratizar las voces para, poner un tema
tan complicado como el de los falsos positivos en la comunidad. En
una comunidad que, a veces ni siquiera conoce que es eso, un falso
positivo, entonces esa es la manera que pues como trabajamos no,
abrimos el espacio, somos la ventana de expresión. (Díaz Joana, 2011)

Aunque en la narración de las organizaciones predomina la alusión a los
derechos en su necesidad e importancia, en el caso del colectivo Revista Surgente
se hace un desplazamiento de esa retórica por un lenguaje que asocia
a los derechos pero no los hace explícitos. Quizá allí esté gran parte de su
atractivo para las comunidades, pues en vez de recabar los derechos como
decálogos o normas de convivencia, los lleva desde lo escrito y lo literario a
vivirlos más íntimamente, permitiendo otra clase de conciencia y apropiación
en las comunidades.
Por otro lado en la escuela la cuestión sobre los derechos es diferente, pues
mientras las organizaciones juveniles se mueven en la apropiación, naturalización
y uso del discurso de los derechos para visibilizarse, en el interior
del colegio la lucha se da por resignificarlos y liberarlos de la cuadricula del
temario de la clase de democracia:
Un derecho contempla aquellos mínimos vitales que le aseguran a
cada individuo o a un grupo las condiciones de dignidad para desarrollar
su experiencia vital. Su importancia radica en que su conocimiento,
ejercicio, vivencia y defensa garantiza que cada ser humano
pueda desarrollar sus posibilidades, capacidades y perspectivas
sin cortapisas ni límites. (Castañeda Alexander, 2011)
Desde la escuela se replantea la necesidad de crear ambientes de convivencia.
En cierto modo la escuela también es un escenario de visibilidad que ha
sido tomado por manifestaciones de lo juvenil como las “tribus urbanas y
sus estéticas”, además de ser un locus de enunciación del mundo social que
acompaña a los estudiantes en su diario vivir. Sobre este panorama, un observatorio
de derechos humanos permite pensar cómo se pueden volver formas
de coexistencia, pasando del papel a la dramaturgia real de los sujetos.
¿Entonces los derechos subsisten en los jóvenes como discurso y como
acción? La apuesta de las organizaciones rompe o pretende romper con
esos protocolos institucionales que han caracterizado a las entidades que
representan la política pública. Los grupos han gestionado nuevas formas
de acercarse a ellos oxigenando su pedagogía en las comunidades, y se
visibilizan a través de la participación y la convocatoria de jóvenes, niños
LAS ORGANIZACIONES JUVENILES Y LA ESCUELA: en la intimidad de la acción colectiva en Usme
247

y adultos alrededor de un reconocimiento de lo local a través de sus
barrios.
Por otro lado, contribuyen a las transformaciones de la cultura ciudadana y,
aunque falta mucho por hacer, son un buen ejemplo de la transformación
de la acción colectiva y su significación en lo local y lo urbano. Además de
dar un giro positivo a la visión de la juventud frágil, que necesita ser protegida
y limitada, los jóvenes demuestran esos ejercicios de autonomía que implican
de parte de la sociedad un verdadero proceso de madurez.
5. Una última observación
Este breve texto pretendió dar cuenta de tres organizaciones de jóvenes y
una institución educativa que están en la apuesta colectiva por los derechos
humanos. Considerando un próximo trabajo, hay algunos factores que son
de vital importancia para pensar la relación jóvenes-derechos.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
248
En primer lugar la posibilidad de constituir un equipo por cada localidad, que
pueda hacer una cartografía de actores y acciones en el área metropolitana
de la ciudad, y un equipo que se ocupe de las comunidades periurbanas
quienes, mientras este trabajo se realiza, están en la lucha por sus espacios
vitales y sus derechos fundamentales.
Como se mencionó anteriormente es necesaria la continuidad de la política
pública sobre el tema, la cual no debe ser el resultado de la magnificencia
de un mandatario de turno sino de un verdadero programa a largo plazo de
apoyo a las iniciativas de las organizaciones involucradas en el tema. Del otro
lado del río se requiere que haya un mayor ejercicio de reflexión en el interior
de los grupos para fortalecer esa visibilidad tan necesaria en la validación de
sus procesos.
En el caso de la escuela, una resignificación y un cambio en la visión asistencialista
que tienen muchos programas de trabajo con docentes y estudiantes,
el estimulo al docente, que garantice la validez de su trabajo y su propia
visibilidad como agente de transformaciones y, a su vez, la apertura y dinamización
de espacios en las instituciones educativas para que los estudiantes
tengan ambientes propicios que conduzcan a pensar sus derechos y formar-

se como sujetos de derecho. Un caso importante es un acompañamiento directo
a personeros y consejos estudiantiles, a fin de que estas instancias del
gobierno escolar no sean una tarea más de los docentes de ciencias sociales
ni un triste reflejo de lo pintoresco que puede ser nuestro sistema político.
Por último un agradecimiento a los jóvenes líderes de las organizaciones y
al docente de la institución educativa que, sin recelo o reserva de su trabajo,
nos abrieron las puertas para observarlos, y visibilizar la importante labor
que vienen realizando con sus comunidades, pues finalmente esta clase de
acciones individuales y colectivas proponen salidas distintas al laberinto que
ha labrado la violencia en nuestra sociedad.
_______________________________________________________
Referencias Bibliográficas
Academia Real de la Lengua. (2001), Diccionario. Versión digital R.A.E.
Aguilera, O. (2010), Acción colectiva juvenil. De movidas y finalidades de
adscripción. Revista Nómadas 32 Bogotá, Universidad Central, pp. 81-98.
Alcaldía local de Usme. (2009), Proyecto 0460. Bogotá, FUNRHOL.
Benedetti, M. (2000), Inventario Uno. Bogotá Seix Barral.
Castañeda, A. (2011, Mayo), [Entrevista a Alexander Castañeda profesor del IED
Eduardo Umaña y coordinador del Observatorio de Derechos humanos de esta
institución].
Díaz, J. (2011, mayo), [Entrevista a Joana Díaz directora de la Revista Surgente].
Grabación Audio.
Díaz, K. (2011), Documento: Círculos de Paz-es en Usme. Hacia una
transformación generacional desde lo propio. Paper
Herschmann, M. (2009), “Brasil: Ciudadanía y estética de los jóvenes de las
periferias y las favelas” En Martín, Barbero, Jesús (coord.). Entre saberes
desechables y saberes indispensables. Bogotá. Centro de Competencia en
comunicación para América Latina, pp.121 -160
Pérez C. (2011), Documento: Hijos del Sur una apuesta por los derechos en
Usme. Paper.
Reguillo, R. (2009), “México: Contra el ábaco de lo básico” En Martín, Barbero, Jesús
(coord.). Entre saberes desechables y saberes indispensables. Bogotá, Centro
de Competencia en comunicación para América Latina, pp.37-50
__________ (2000), Emergencia de culturas juveniles, Buenos Aires Norma.
LAS ORGANIZACIONES JUVENILES Y LA ESCUELA: en la intimidad de la acción colectiva en Usme
249

Jóvenes y derechos en la acción colectiva
250

¿LA ACCIÓN COLECTIVA
POSIBILITA LA CREACIÓN
DE UNA CULTURA DE
LOS DERECHOS HUMANOS?
Percepciones de las
Organizaciones Juveniles
Ruby Varón Galvis
Investigadora del Instituto para la Pedagogía, la Paz y el Conflicto Urbano –IPAZUD-,
Universidad Distrital Francisco José de Caldas
rubyelenavaron@hotmail.com
Portafolio Corporación Urban Art. Colectivo que participó en el presente artículo.
251

Introducción
En el marco del seguimiento y evaluación del acuerdo 125 de 2004
que desarrolla la Personería de Bogotá y el Instituto para la Pedagogía,
la Paz y el Conflicto Urbano –IPAZUD- de la Universidad Distrital,
desde el año 2006 se indaga por los efectos de la acción colectiva en
la cultura de los derechos humanos centrado en dos aspectos, la diversidad
sexual y el respeto por la diferencia. Es a partir de estos presupuestos que se
observa el trabajo colectivo en el territorio de los jóvenes de la Corporación
Azzul y la Corporación Urban Art de las localidades de Rafael Uribe Uribe y
Santafé.
El siguiente artículo describe las percepciones de jóvenes miembros de estas
organizaciones sobre la acción colectiva que ejercen en el territorio, entre las
que está la divulgación y defensa de los derechos humanos. Sus percepciones
y experiencias las expresan a través de la elaboración de esbozos de mapas.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
252
El artículo está dividido en tres partes. La primera da cuenta de la relación
existente entre la acción colectiva y la construcción de la cultura de los derechos
humanos; la segunda parte hace el abordaje metodológico desde la
construcción de esbozos de mapas que demarcan la acción colectiva en el
territorio imaginado de las organizaciones; y por último se realiza un acercamiento
a las percepciones de los jóvenes de las organizaciones sociales
participantes en cuanto sus acciones y su relación con las instituciones y la
política pública.
1. Acción colectiva y cultura de derechos
A través de las organizaciones sociales 62 se construyen sentidos y significados
que posibilitan comprender implicaciones de la acción colectiva para
62 Se entiende por organización social toda aquella agrupación de personas que, a partir de ideas
en común, elementos compartidos, formas similares de ver el mundo, intereses y valores se reúnen
con la existencia de objetivos para ejercer una acción colectiva que logre cambiar la realidad que
rodea a sus miembros, aportar discusiones sobre determinados temas o compartir formas de actuar
ante situaciones determinadas, con el propósito de provocar, impedir o anular un cambio social
(Delgado, 2007).

la formación de la cultura, debido a que la participación y los movimientos
sociales establecen esquemas de interpretación de la realidad que inspiran
y legitiman actividades y campañas, sustentados en valores, creencias y normas,
que permiten la reflexión de los actores a través de la comprensión
crítica de su existencia e impulsa la transformación de sí misma.
Razón por la cual investigadores como B. Klandermans y S. Tarrow (1988),
D Snow y R Benford (1992), A. Melucci y W. Gamson (1992) sostienen que
los nuevos movimientos sociales están originados en formas novedosas de
expresión colectiva, ligados a aspectos tales como la edad, el género, la tendencia
sexual o la pertenencia a grupos o sectores que se caracterizan por el
reconocimiento de problemáticas e intereses más centrados en la cultura y
el reconocimiento de la identidad individual y colectiva, el medio ambiente,
la promoción de los derechos humanos, que motiva la participación y la
movilización ciudadana (Delgado, 2007).
En este sentido, Delgado (2007) afirma que estas formas de entender la
acción colectiva parte de una perspectiva constructivista, en la cual influyen
procesos de interacción y elaboración de significados por medio de los
cuales las organizaciones sociales definen sus identidad, sus esquemas de
interpretación y sus demandas, con la capacidad para generar orientaciones
y transformaciones socioculturales.
Se puede afirmar entonces que, desde los marcos de interpretación, se identifican
acontecimientos significativos, en los cuales estos puntos de interpretación
desempeñan la función de organizar la experiencia y el interés
colectivo producto de la interacción social. Estos marcos, según W. Gamson,
son formas de comprender las problemáticas que implican la necesidad y
el deseo de actuar, como resultado de las negociaciones de significados y
sentimientos existentes en una organización social y llevada a cabo por la
acción colectiva. (Delgado, 2007).
La acción colectiva no se desprende solamente de los valores, creencias y
normas de los individuos que emprenden las acciones, sino que parte de
entendimientos y sentimientos que configuran y asocian durante el proceso
del reconocimiento de experiencia y repertorios de la cultura política, que
circulan en la cotidianidad de los miembros de una organización social.
¿LA ACCIÓN COLECTIVA POSIBILITA LA CREACIÓN DE UNA CULTURA DE LOS DERECHOS HUMANOS?
253

Para W. Gamson, citado por Delgado (2007:11) la acción colectiva tiene
tres componentes centrales que estimulan la realización de actividades y
propósitos en un colectivo organizado. El primero, parte de los marcos de
la injusticia, el cual reconoce la vulneración de los derechos por medio de
la externalización de la problemática que acoge al colectivo, al identificarse
la situación de inequidad. El segundo, está mediado por la capacidad de
agenciar, que depende de la conciencia del actor social con respecto al éxito
y eficacia de la acción para transformar las condiciones ligadas a la problemática.
Y por último está el tercer componente guiado desde la identidad,
que demarca los referentes de reconocimiento colectivo desde los cuales la
organización construye un concepto propio que lo diferencie de otros colectivos.
Teniendo en cuenta lo señalado, es claro que la acción colectiva deriva
de una transformación significativa de la conciencia de los actores implicados
(Delgado, 2007:13). De conformidad con los postulados aportados por
Ricardo Delgado, puede afirmase que de la acción colectiva se desprenden
implicaciones simbólicas que permiten la construcción de una cultura de
derechos humanos en Bogotá, a partir de la acción de las organizaciones
sociales juveniles.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
254
Sin embargo, en este sentido, al hablar de cultura de derechos humanos
existen tensiones entre las diversas lecturas para entenderla, estas lecturas
queda sujetas a la comprensión de cuatro miradas. La primera, se da desde
la institucionalidad de la cultura y normativa de los derechos humanos, es
decir, que los discursos institucionales son consecuencia de políticas públicas.
La segunda, parte de una mirada funcionalista de la cultura y tecnicista
de los derechos, éstas confieren al cumplimiento de la acción misional de
algunas institución publicas que normatizan la cultura. En tercer lugar, están
las lecturas asumidas desde la educación a partir de la producción de los currículos,
las didácticas y las pedagogías, es decir, una mirada programática de
la cultura y formativa de los derechos. La cuarta mirada, hace referencia a las
acciones generadas por agentes sociales que, desde la cotidianidad ejercen
sus derechos, lo que significa que el uso de estos son los que evidencian
una cultura de derechos. Se hablaría entonces de la mirada contextualista de
la cultura y pragmatista de los derechos (Serna, 2010).
De acuerdo con Adrián Serna, hablar de la cultura de los derechos humanos
supone situarse desde un “enfoque de ciudad” para entender como:

La política, la institución, la formación y los contextos interactúan
entre sí teniendo en medio un territorio concreto, con desarrollos,
consecuencias y capitales específicos, pero igualmente con contradicciones,
conflictos y violencias concretas que afectan de manera
distinta las prácticas de los agentes sociales en tanto ciudadanos.
(Serna, 2010:15)
Comprender el territorio implica entonces reconocer que los sujetos habitan
los espacios en relación con su vida cotidiana y con la sociabilidad que se
da en ellos. Estas pautas socializadoras son las que permiten agenciar unos
marcos de referencia colectiva que lo demarcan.
El presente ejercicio de investigación parte de lo que se puede denominar
una mirada contextualizada de la cultura y pragmática de los derechos humanos,
al ser estudiada desde la acción colectiva que emprenden los jóvenes,
los habitantes, los pobladores o residentes de un entorno, a partir de las
formas de conocimiento, de sus intencionalidades políticas y sus propuestas
de transformación o reivindicación de lo existente. Lo que expresa la posibilidad
para que los sujetos comprendan que el conocimiento es consecuencia
concreta de la realidad social, que reclaman nuevas formas de apropiación
atentas a la complejidad de las experiencias cotidianas, que obliga a reconocer
que todo conocimiento es racional y contextual y, por lo tanto, político.
2. Desde una metodología para reconocimiento de la
acción colectiva y la cultura de derechos humanos 63
Acercarse a la acción colectiva de las organizaciones implica tener en cuenta
su cotidianidad en el espacio. La cartografía, desde la geografía de la vida
cotidiana, permite implementar un instrumento metodológico de la investigación
social que:
63 La metodología abordada se trae desde los aportes realizados en el marco de la Línea de
Investigación Construcción Social del Espacio de la Maestría en Estudios Sociales de la Universidad
Pedagógica Nacional de la cual la autora es estudiante. La Línea permite unir herramientas metodológicas
para abordar el territorio desde la geografía de las vidas (Lindón, 2006) y la geografía de la
Percepción (Bosque Sandra, 1992).
¿LA ACCIÓN COLECTIVA POSIBILITA LA CREACIÓN DE UNA CULTURA DE LOS DERECHOS HUMANOS?
255

Consiste en elaborar imágenes o representaciones del campo relacional
en que transcurre la vida cotidiana de los participantes.
Comienza por identificar y representar los elementos, las relaciones,
las dimensiones y las tendencias que caracterizan un territorio,
para luego tener un mejor entendimiento de los problemas, las
potencialidades y los conflictos que lo dinamizan y de los riesgos,
amenazas, fortalezas y oportunidades que de ellos deriva (Velazco &
Restrepo 1998:46).
En consecuencia, se pretende elaborar representaciones gráficas desde las
vivencias de los sujetos, sus imaginarios, percepciones que, den cuenta de
diferentes visiones sobre el territorio y la forma como lo asumen y sus relación
con otros. Desde este punto, permite un diálogo de saberes, al reconocer
los conocimientos y experiencias de los sujetos participantes, quienes
mediante la conversación relatan tensiones y aciertos de la política pública
en Bogotá. Esto admite una puesta al reconocimiento de las otredades, pluralidades,
diferencias y diversidades de pensamiento, al plantear interrogantes
y proponer alternativas transformadoras de los territorios.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
256
Estas representaciones gráficas se elaboraron a través de dibujos, mapas
desde referentes y datos básicos cartográficos, los cuales fueron complementados
por preguntas e intencionalidades que consiguen representar el
territorio y las acciones colectivas de los sujetos en su espacio cotidiano. Por
tal razón, se puede afirmar que quien habita el territorio es quien lo conoce.
Este proceso de cartografía sobre la acción colectiva de organizaciones sociales
juveniles apunta a reconocer que los sujetos describan su realidad
críticamente y generen nuevas propuestas y prácticas en las que expresen el
territorio, haciendo explícita la conciencia individual y colectiva de un avance
en el reconocimiento de los derechos humanos en la cotidianidad. En consecuencia
se considera que, al reconocer los espacios y escenarios, se acceda
a las diferentes visiones de los sujetos localizados, en medio de la diversidad
y de la multiplicidad de sus intereses.
Por lo tanto, se parte de una metodología que permite que los sujetos se
vean reflejados en dicho proceso de investigación. Por medio de la cartografía
de las imágenes del territorio, se permite relacionar el tiempo y el espa-

cio que los vincula. Igualmente se presta para llevar un mensaje y realizar
acciones que impacten en la cotidianidad de las localidades que, como lo
definen las organizaciones participantes, tienen que ver con la propuesta de
organización juvenil y con el proyecto de vida individual de quienes hacen
parte del colectivo.
3. Las organizaciones juveniles Corporación Azzul
y Corporación Urban Art
Las dos organizaciones juveniles invitadas a participar en el ejercicio investigativo
llevan trabajando aproximadamente tres años, las cuales han sido
constituidas a través de la acción colectiva a través de la defensa de derechos
y reivindicaciones que les parecen apremiantes para los grupos juveniles que
acogen en su labor. Sin embargo, sus acciones también son partícipes de la
forma como se desarrolla el enfoque de derechos en Bogotá.
La Corporación Urban Art es un colectivo dedicado a la producción musical,
artística y de expresión social a través de la cultura del Hip Hop. Busca
cualificar los raperos que, por lo general, son jóvenes cuyo origen se ubica
en diversas localidades de la ciudad, pero especialmente de la localidad de
Santafé. A partir del canto, el break dance y el graffiti buscan divulgar el pensamiento
rapero. Sus canciones pueden o no contener letras sobre la cultura
de los derechos humanos, sin embargo a partir de alianzas con otras organizaciones
e instituciones promueve eventos que rompen la cotidianidad de
los espacios barriales del territorio e impactan con nuevas formas culturales
en las que incluyen el mensaje de los derechos humanos.
Por su lado, La Corporación Azzul se organiza a partir de la defensa a la
diversidad de derechos sexuales de una población como es la del LGBT (lesbianas,
gays, bisexuales y transexuales) e impacta un territorio ubicado en la
localidad de Rafael Uribe Uribe. Su visión recae más hacia la funcionalidad
de la política pública debido a que existen innumerables necesidades de la
población, que apenas comienza a ganar espacio y reconocimiento entre la
cotidianidad de los barrios bogotanos.
A pesar que las dos organizaciones tienen enfoques e intereses diferentes
parten del joven como una posibilidad para el reconocimiento y expresión
¿LA ACCIÓN COLECTIVA POSIBILITA LA CREACIÓN DE UNA CULTURA DE LOS DERECHOS HUMANOS?
257

de los derechos humanos. Impactan en localidades y territorios donde la
discriminación a estas dos poblaciones (raperos y LGBT) son evidenciadas
mediante estigmatizaciones reveladas por imaginarios de peligrosidad y de
problemas sociales.
4. La voz de los actores
4.1 Entrevista Corporación Azzul integrante de la mesa
de LGBT de Rafael Uribe Uribe
Lellar Alfredo Cobos González, (Oberón)
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
258
• ¿Quiénes son y cuál es el accionar colectivo de la organización?
“Como Corporación Azzul llevamos tres años y medio, se trabaja
desde el reconocimiento de los derechos, la visualización como
población que debe ser incluida. Hacemos parte de la mesa local
del LGBT y llevamos trabajando dos años y medio con ésta. Con
la participación de otras organizaciones e instituciones como la
Secretaria de Integración Social hemos hecho desfiles de moda

con chicas Trans, procesos de formación educativa, sensibilización
con jóvenes de instituciones educativas, especialmente porque en
estas instituciones escolares la situación de diversidad se ve como
un problema al desconocer la diversidad sexual y se ve a los chicos
y chicas del LGBT como un problema. Esta exclusión lleva al chico o
chica a decaer día a día, a buscar refugio en drogas, y se presentan
depresiones que muchas veces llegan hasta el suicidio.
El trabajo se hace con chicos y chicas del LGBT (orientación sexual
como tal), frente al empoderamiento de sus derechos y deberes.
También se realizan talleres con heterosexuales y población
Queer 64 , para el reconocimiento de la diferencia. En el último año
hemos trabajado por la visualización del mundo de las trans, sacar
de ese mundo como clandestino sus prácticas en las cuales no solo
están en espacio como la peluquería o dentro del ejercicio de la
prostitución, sino que hay otras actividades a que dedicarse como
Diana Navarro que es Abogada o a la docencia como la profesora
de la Javeriana.
• ¿Cuáles son los propósitos de la organización?
Principalmente el empoderamiento hacia todo lado, en el cual
somos seres humanos y tenemos muchas necesidades insatisfechas.
Y hay que tener cuidado con esta palabra porque se puede
entender que estoy empoderando a quien, para dejarlo arriba o
me estoy empoderando yo para estar todos arriba. Entonces nosotros
trabajamos de una forma horizontal con un equipo de jóvenes
empoderados, talleristas, en donde no hay líderes y las decisiones
se toman en colectivo. Partimos del empoderamiento del cuerpo
como un territorio de derechos, el cual tiene unas necesidades y
puedo entender que usted también tiene unas necesidades y que
podemos trabajar juntos empoderando el discurso de la diversidad
y la diferencia como una forma de vida.
64 Queer es un pensamiento, un lineamiento de pensamiento, “no me etiquetes yo amo simplemente”.
Nace en los ochentas. Hay población heterosexual de pensamiento Queer, aclara Oberon.
¿LA ACCIÓN COLECTIVA POSIBILITA LA CREACIÓN DE UNA CULTURA DE LOS DERECHOS HUMANOS?
259

Hacemos teatro, doblaje de canciones (play black), talleres de
formación ciudadana, derechos humanos y decretos, parte artístico
desde el muralismo, maquillaje, “no es arte por arte”, las
artes como herramienta de investigación en donde manejamos el
cuerpo.¿Cómo nos construimos y a qué le estamos apuntando?
Cine foros, talleres feministas y hembristas. Trabajamos en colectivo
con Geneca, LEDS, GAD, Flor de Lotto y organizaciones heterosexuales
como son Niños y Niñas por la Paz y Épsilon, donde se
comparte desde las necesidades de los grupos los conocimientos.
• Dibuja y describe el territorio en donde ejercen la acción colectiva
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
260

Bueno este es un ejemplo muy bajo de lo que es Rafael Uribe Uribe.
La alcaldía maneja un lema que es “Rafael Uribe Uribe un territorio
de derechos” En este momento tenemos acciones en la UPZ Quiroga,
en el hospital, la Casa Igualdad, Alcaldía estos son lugares de
incidencia. En la UPZ de Diana Turbay en el Colegio Fe y Alegría, y
con Epsilon y Niños Y Niñas por la Paz y en la UPZ de Marruecos
con Genecca, ahí nos ubicamos nosotros y hemos hecho eventos
en el Parque. En este momento, tenemos un complique con una
campaña del Distrito que es “En Bogotá se puede ser”, es totalmente
excluyente porque no es que se pueda ser es que se es. “En
Rafael Uribe Uribe se es”, no estamos pidiendo permiso para ser,
esta campaña lo ve desde ahí.
Bueno ahora zonas de peligrosidad en especial en la UPZ de Marco
Fidel, Grangales, Grangas tiene bastante población de Punk y Afros,
quienes son muy machistas. El movimiento Hip Hop, rapero y las
barras tienen mucho impacto, poblaciones que tienen una concepción
frente a la mujer muy heteromachista, entonces, imagina
la entrada de nosotros es fuerte, hay rechazo a la población LGBT.
Y en la UPZ San José, el conflicto es con la población Afro, el movimiento
Punk y Skins, se convierte un problema de patriarcalismo
y machismo.
En esta localidad no hay espacios de homosocialización desde la
rumba sino desde todos los procesos de reconocimiento, en donde
se permite la educación de la forma de vida cotidiana en formar el
que es como para el que no es. Las mesas locales son un espacio
de socialización, para ejecutar, para formar a nivel institucional, es
decir, las personas convocan para trabajar de la mano de la institución.
La semana de la diversidad (Sic).
• ¿Qué percepciones tienen sobre la aplicación de la política pública y el
reconocimiento de los derechos humanos para la población LGBT?
Desde nuestro accionar tenemos contacto y, en ocasiones, trabajo
desde propuesta y proyectos con la Alcaldía Local, la policía, el hos-
¿LA ACCIÓN COLECTIVA POSIBILITA LA CREACIÓN DE UNA CULTURA DE LOS DERECHOS HUMANOS?
261

pital, la Casa de la Igualdad, el DILE (lo que antes se conocía como
CADEL). Con organizaciones sociales como grupos de las barras
futboleras, grupos de teatro, grupos de danzas, donde se vive la
diversidad, pero que, en ocasiones, el trato hacia esta población es
muy discriminatoria.
Uno de los problemas que tiene la política pública del LGBT es que
algunas instituciones de orden local no la conocen, o muchas veces
las alcaldías locales no saben cómo aplicarlas, por ejemplo en los
hospitales. Así exista la política, se cierran las puertas a esta población
porque no hay sensibilización con los funcionarios, con los
celadores, con todas las personas que trabajan allí.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
262
Ahora bien, la nueva forma como organizaron el presupuesto para
los proyectos y procesos de la población LGBT fue “rallante” por
centralizaron los recursos en Chapinero, como un centro de homosocialización,
olvidando otros territorios como la localidad de
Rafael Uribe Uribe. Desde ahí ya hay una exclusión social al resto
de la población de la ciudad, situándola en un solo espacio, y claro
Chapinero es uno de los puntos más grandes y centro de encuentro
de muchos chicos y chicas de otras localidades. Sin embargo,
nosotros no le jugamos a que sea el centro de encuentro porque
hay muchos chicos que no tienen como transportarse, por esto hay
que realizar acciones en nuestros territorios, porque es allí donde
conviven día a día en donde son vulnerados nuestros derechos.
La visión es que la política y el decreto no se cumplen. No es solamente
tener en el papel el reconocimiento del derecho si en la práctica
no se cumple. El desconocimiento por parte de la población del
LGBT de sus derechos es también un problema porque, por ejemplo,
yo puedo tener el derecho a la adopción pero si no conozco el
derecho, pues no lo ejerzo. Es un cambio en muchas esferas desde
lo educativo hasta lo normativo.
Las diferentes políticas públicas existentes, la de juventud, el LGBT,
afros están desarticuladas y tienden a dividir y como hay división en
las políticas públicas, pues presupuestalmente también, en donde

las diferentes necesidades que caracteriza a una persona que tiene
cualidades de todos los grupos no son atendidas integralmente,
porque hay un proceso de división que desinteresa la participación
por tantas complicaciones. Las instituciones piden que se cree acciones
y, cuando se crea, ellos nos dejan botados con los procesos,
dejando que el empoderamiento fracase.
• ¿Por lo general, de quien depende la ayuda institucional que recibe para
el accionar de la organización?
Esencialmente trabajamos con los funcionarios, en este momento
hemos recibido mucho apoyo de Martha Bolívar [Alcaldesa de la
Localidad]. Ha sido un gran apoyo, hemos trabajado con el hospital,
esencialmente con las dos últimas gerentes, las cuales han sido un
apoyo, sin embargo esto se convierte en un problema porque cada
año las cambian.
Ahora bien, los jóvenes no podemos seguir viendo a las instituciones
por apoyo logístico y refrigerios, tenemos unas capacidades
y conocimientos que deben servir para formar las políticas públicas
en donde se intercambien saberes, eso es lo que ha pasado
desde hace dos meses. El apoyo que buscamos es ir de la mano
de las instituciones. La mesa LGBT de Rafael Uribe Uribe tiene un
lema y un pensamiento, “nosotros no arrastramos instituciones,
las instituciones no nos arrastran, nosotros vamos de la mano con
lo institucional”, porque muchas veces se tiene el problema que
las instituciones y los referentes que por hacer muchas cosas lo
que hacen es tragarse los procesos de las organizaciones sociales.
Cuando se hace gestión cultural no se puede dejar que las acciones
se conviertan en una publicidad para las instituciones. Ya que gestionar
para que no se vuelva la proyectitis.
• Finalmente, ¿conocen el Acuerdo 125 de 2004?
¿LA ACCIÓN COLECTIVA POSIBILITA LA CREACIÓN DE UNA CULTURA DE LOS DERECHOS HUMANOS?
No.
263

4.2 Entrevista Colectivo Urban Art de Santafé
José Puin (Mulato)
• ¿Quiénes son y cuál es el accionar colectivo de la organización?
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
264
Desde el Graffiti, el Break Dance, nosotros tratamos de cualificar
todo lo que hace el rapero, porque ha de ser estigmatizado, es de
muy mala calidad en muchos casos, en la música y en la danza (Sic).
Pero nosotros específicamente, aquí en la localidad de La Candelaria
y Santafé hemos querido cualificar a los pelados que les gusta
el tema y verlo como un proyecto de vida. Entonces, de ahí nace
un semillero de artistas donde el joven se forma y encuentra una
forma de vida, para generar algún recurso. Nosotros lo hacemos
a través del baile, el canto y la pintura en la cuestión artística. Pero
también hacemos eventos, no solo de rap. Auto-gestionamos algunos
eventos e impactos en el barrio, además de crear recursos
para nosotros los del grupo que nos ayude a estar en la cuestión
de la organización social y, pues, que se cubran algunas necesidades
propias (Sic). El colectivo está compuesto por dos talleristas,
el pintor y yo.

• ¿Cómo vinculan los derechos humanos con la acción que realiza la corporación
desde el semillero?
El objetivo de nosotros es desde el arte, la música y lo artístico,
divulgar el discurso de los derechos humanos logra hacer un territorio.
Nosotros nos vinculamos con este discurso a partir del hip
hop, desde algo que se llama “Hip hop al derecho”, porque digamos
que, a partir de una Cátedra de Derechos Humanos, nosotros nos
hemos vinculado de mil maneras. Que se puede a partir del arte
reivindicar lo que nosotros hacemos, poder tomar espacios. Con el
canto muchísimo mejor porque nuestros temas son súper contestatarios,
de reivindicación de conciencia. También le cantamos a algunos
derechos que nos son vulnerados, pero también buscamos
soluciones desde lo que hacemos, porque a veces nos ponemos en
el papel de víctimas cuando también somos vulneradores.
Esto es un encuentro 65 por los derechos humanos, hicimos un
sancocho en donde cada uno decía por ejemplo, “yo pelo la papa
porque me vulneran el derecho a la libre expresión” o por el “mi derecho
a la vida”. Porque en los territorios que nosotros vivimos día a
día nuestros derechos son vulnerados y no se puede negar que uno
de los mas vulneradores son la fuerza pública. Y entonces nosotros
no podemos hacer nada contra ellos, porque tú te vistes de ancho
ya somos ladrones, tú te vistes de anchos es simplemente porque
quiere ser diferente a otro tipo de cosas, porque quieres pensar
diferente, hacer una sociedad de manera diferente. Pero tú no te
viste de ancho para coger e ir a matar a alguien o ni vayas a robar
alguien. Ni los problemas sociales son del rapero, es solo porque el
rap es del “under ground” y como a mucha gente le gusta, al pillo de
la esquina también le gusta, pues se viste de ancho eso no quiere
decir que es la culpa del rapero o del rap. Esto es algo que también
se ha visto reflejado con lo que nosotros trabajamos, porque nosotros
cantamos muchas cosas reales, del diario vivir.
65 Mientras realizábamos la entrevista José, nos va enseñando fotografías de algunas acciones
colectivas realizadas.
¿LA ACCIÓN COLECTIVA POSIBILITA LA CREACIÓN DE UNA CULTURA DE LOS DERECHOS HUMANOS?
265

En el grafitti, nosotros partimos de un escritor que es muy realista,
muy abstracto, que siempre vincula la parte de la mujer, de la
equidad, de la igualdad, es todo eso lo que hacemos que no lo hace
ningún otro tipo de instituciones. Que son las instituciones que están
dirigidas para defender los derechos humanos para hacerlos
valer, para hacer o crear estrategias, para que esto se pueda dar
no lo hacen.
• Dibuja y describe el territorio en donde ejercen la acción colectiva
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
266
Nuestra área de influencia está comprendida por Santafé, Laches,
desde El Dorado, bajando por La Peña, el Parejo, en el Salón Comunal
del Turbay Ayala. En Egipto, especialmente en la plazoleta y
el parque principal, el COL de Lourdes, en el teatro, en el Sky Park
del Guavio, en el Rocio, en Belén, en la Casa de la Cultura de Belén,
pero también frente a la Iglesia de Belén, en el Chorro de Quevedo.
También en la Plazoleta, en la Alcaldía Local de la Candelaria, esos
son como los más significativos. La percepción de seguridad en
este territorio es relativa, yo en este territorio me siento seguro,
pero a diferencia de otras personas.
Bogotá se divide en tres: noroccidente (Engativá, Fontibón y Chapinero),
un centro (La Candelaria, Los Mártires y Santafé) y Ciudad

Bolívar. Estas son diferentes formas de expresión, cada uno se
caracteriza por el tipo de música, lo que tú escribes no se puede
cantar por otra persona, es un sentir, hablamos no solo de violencia,
se habla de un amor de barrio, de formas de enamorar. Por
ejemplo una canción que nace de los lugares de la cotidianidad de
los barrios, en donde se describe la cotidianidad de los sujetos que
viven situaciones de pobreza.
Sin embargo, está el problema de la técnica vocal que es baja todavía.
El concierto es un momento en donde la gente se queda escuchando,
nosotros somos como el reportero donde no puede llegar
RCN, yo puedo hablar con la gente que está allí arriba y me cuentan
toda la verdad, desde una libertad de expresarse, gente que consumen
y así es como quieren vivir. La libertad de uno llega a donde
comienza la de otro.
• ¿Cuáles han sido algunos eventos que hayan tenido impacto en el territorio?
El Urban Art Festival es un Festival que nace como protesta a tipo
de evento que se realizaba como festival de rap, en donde tu sacabas
dos cabinas de sonido y esto era el Festival. Además que el
Hip Hop no es solamente canto, es toda una expresión es danza,
break dance y tiene una cantidad de elementos. El Urban Art Festival
dura todo el año y está compuesto por mucha actividades,
por ejemplo el Relampa Rap. Lo que buscamos es que, desde la
cotidianidad de las personas, se vaya vinculando al cuento del Hip
Hop. También es para llegar a la gente de otra manera, algo muy
cotidiano es un campeonato de microfútbol el domingo, eso es de
barrio. Estuvimos todo el día con diferentes artistas de muchas
partes de la ciudad, además participaron las mujeres, un Relampa
Rap Femenino. El hip hop son diversas formas de expresiones de
la cotidianidad de la persona de los barrios, en donde, a través de
acciones en los espacios se crea una forma de vivir. Cuando hablas
de cotidianidad y como se vincula los derechos humanos, lo hago
desde mi diario vivir, tengo modales, soy cordial con todo el mundo,
¿LA ACCIÓN COLECTIVA POSIBILITA LA CREACIÓN DE UNA CULTURA DE LOS DERECHOS HUMANOS?
267

con los punkos o los metachos, soy amigo, respeto a lo semejante.
Hacemos eventos sociales, no solo es cantar rap, un veinticuatro
de diciembre recogimos cosas para los niños. ¿Cómo lo hicimos?
los pelados cantaron en los almacenes que venden cosas para raperos,
y los dueños nos regalaban algo para los niños. Hay un manual
de derechos humanos que no debería existir porque eso es del
diario vivir. Algunas organizaciones sociales con las que trabajamos
son Nueva Granada, Suba al Ruedo, con SCLAN, con Argos y personas
muy importantes, EMILCE, una organización que nace de la
escuela pero crearon otra en el territorio de ellos en Engativá.
• Finalmente, ¿conocen el Acuerdo 125 de 2004?
No.
5. A modo de Conclusión
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
268
Como es evidente en las conversaciones con las dos organizaciones, éstas
tienen un contacto directo con las instituciones, las cuales de alguna manera
apoyan las experiencias de las organizaciones y, a la vez, están respondiendo
a lo planteado por el Distrito y las políticas públicas. Aunque reconocen todo
el discurso incluyente, es a través de las necesidades de las poblaciones,
desde donde tratan de visibilizar el accionar los derechos humanos.
Para estas dos organizaciones las instituciones y sus políticas se quedan cortas
con su accionar en los territorios. Falta sensibilización, formación, aceptación
y, principalmente, aplicaciones concretas que integre todas las instituciones
con las diferentes problemáticas para que no se siga trabajando de
manera separada, aislada, desconociendo los procesos y haciéndolos fugases
a través de convenios o intervenciones temporales, que dejan procesos
a medias y sin apropiación por parte de los pobladores.
Los esbozos de mapas sirvieron para representar imágenes de los territorios
que han hecho parte del accionar de las organizaciones, en los cuales se
puede ubicar su área de influencia. Las dos representaciones correspon-

dieron a las localidades como división territorial institucional. Sin embargo,
fue más significativa en la representación en la Organización Azzul, logrando
expresar, desde su comprensión, su accionar como organización y sus
representaciones de lugares de apropiación y de exclusión de la población
LGBT. Mientras que la Corporación Urban Art responde a un espacio de la
experiencia del rapero, un espacio habitado.
_______________________________________________________
Referencias bibliográficas
Amador, J. C. (2010), “El discurso vacio de la Infancia y la Juventud: un análisis desde
la perspectiva de derechos promovida por la Secretaria de Integración Social del
Distrito”. En Derechos Humanos y Sujeto Pedagógico. Retoricas sobre la
formación en Derechos Humanos. Bogotá, Personería de Bogotá y Universidad
Distrital Francisco José de Caldas –IPAZUD.
Cobos, A. (2011, mayo), [Entrevista a Lellar Alfredo Cobos Gonzales líder de la
Corporación Azzul e integrante de la mesa de LGBT de Rafael Uribe Uribe].
Grabación Audio.
Delgado, R. (2007), “Los marcos de acción colectiva y sus implicaciones culturales en
la construcción de ciudadanía” En Universitas Humanística. 64. Bogotá, Pontificia
Universidad Javeriana, pp 41-66.
Puin, J. (2011, mayo), [Entrevista a José Puin líder del Colectivo Urban Art de Santafe].
Grabación Audio.
Serna D, A. (2010), “Introducción: retoricas sobre la formación en Derechos
Humanos”. En Derechos Humanos y Sujeto Pedagógico. Retóricas sobre la
formación en Derechos Humanos. Bogotá, Personería de Bogotá y Universidad
Distrital Francisco José de Caldas –IPAZUD.
Enlaces de las organizaciones:
http://www.corp-urbanart.tk/
http://www.facebook.com/search.php?q=YogiBear&init=quick&tas=0.3567974257251
089&search_first_focus=1307717061759#!/urbanartcorp.
¿LA ACCIÓN COLECTIVA POSIBILITA LA CREACIÓN DE UNA CULTURA DE LOS DERECHOS HUMANOS?
269

Parte IV
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
270
Los jóvenes
tienen la palabra:
voces de jóvenes
con agencia

Jóvenes, acción colectiva y derechos.
271

Jóvenes y derechos en la acción colectiva
272

APUNTES SOBRE
LA LIMPIEZA SOCIAL 66
Rodolfo Celis Serrano
Editor Revista Surgente
fitocelis@yahoo.com
1. Introducción: Aproximación al fenómeno
El lenguaje que utilizamos a diario, el nombre que le damos a las cosas
o la manera como enunciamos la infamia, son elementos fundamentales
a la hora de acercarnos a cualquier problema de vulneración de
la dignidad humana. Las palabras nos permiten aproximarnos a las
cosas o, por el contrario, tomar distancia, no sentir el dolor en las vísceras, no
ponerse en los zapatos del otro; entonces, el horror se hace innombrable, se
le busca el subterfugio discursivo, la elipsis en boga, el eufemismo que nos
salve de la complicidad con lo inhumano.
Así ocurre en esta Colombia dolida y dolorosa, víctima y victimaria que, tras
una larga historia plagada de horrores, a cual más espantoso, como si los
fondos oscuros de la ignominia fuesen insondables, se ha ido acuñando
toda una terminología que peca de folclorismo local, que excluye el sentido
último de los fenómenos que nombra, que elimina los vértices filosos de la
palabra y que renuncia a comunicar, a cumplir con el deber de nominar. En
ese sentido, los falsos positivos denotan una contradicción de términos, pues
66 Ponencia leída por el autor en el Foro “Jóvenes, Hechos y Derechos” realizado por la Mesa
Local de Juventud en noviembre del año 2009 en la localidad de Usme.
273

ni son falsos, ni positivos ¿O positivos para quién? Ni las pescas son milagrosas,
ni una persona puede ser reducida a ser un canjeable, como quien
trueca chucherías en un mercado persa, y las repúblicas independientes no
eran más que unos cerros con unos cuantos campesinos liberales siempre
en desbandada; y las bandas criminales, antes emergentes, son los mismos
paramilitares de siempre; y no existen, como tal, balas perdidas, sino sicarios
con mala puntería y de la limpieza social como frase hecha es mejor no hablar.
Ah, bueno, sí, se supone que de eso es que voy a hablar....
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
274
“Limpieza social” es un término acuñado para nombrar un fenómeno contemporáneo
de violencia, principalmente urbana, que ha azotado al país. Si
le hacemos caso a la definición semántica, uno tiene que aceptar que existe
basura, escoria, mugre, todo lo no deseable en una cultura que nos dice que
el aseo es salud. ¡Arriba la higiene, carajo! que eso sí pobres, pero limpios,
y hay que bañarse día seguido, incluso en fechas de guardar; y eso de la
mugre es para hippies anacrónicos; y hay que cepillarse los dientes, siempre
después de cada comida o en peligro de muerte; y usar desodorante, aunque
su empleo genere este círculo vicioso: el calor produce sudoración, así
que el efecto Axe, además de atraer nenas lindas, previene la sudoración,
pero rompe la capa de ozono y aumenta el calor. ¡Qué dilema el del consumidor!
pero, volvamos a lo de la limpieza. ¿Cuál es esa basura? ¿Quienes los
barrenderos? ¿Quién les contrata? ¿Cómo se limpia la mugre social? ¿Será
coincidencia que la limpieza se haga tan cerca del basurero distrital?
2. Tratamiento de los desechos
Desde la perspectiva de la élite bogotana, digamos “del norte”, para pecar de
reduccionistas, las localidades del sur viven entre la basura, sus jóvenes son
desechos sociales, por lo tanto de Doña Juana. A la “limpieza social” no sólo
hay una cercanía semántica, también hay toda una propuesta política y una
visión de ciudad, una postura ideológica que hace que la limpieza se haga en
el sur, preciso el lugar donde va a parar la bazofia de la ciudad.
La sociedad tiene mugre, así que la situación amerita establecer una comparación
con las propagandas de jabones y detergentes: la sociedad es una
sábana blanca que sumergida en el enjuague profiláctico de la sangre sale
despercudida y reluciente. Inmaculada como la sagrada concepción de Je-

sús. Pero, aquí no tenemos manchas de tierra, salsa y mora (la típica mancha
de comercial), aquí las manchas a limpiar son personas, mestizos, estratos
cero, subcero, uno y dos, varones, desempleados, desheredados, por fuera
del sistema educativo. Jóvenes a los que hay que matar porque si no ¿Qué
hacemos? Y al final, como en esos treinta segundos que dura un comercial,
volvemos a una situación ideal: tenemos señoras sonrientes, padres sonrientes,
niños sonrientes. ¿No se han fijado que en esta publicidad nunca
hay jóvenes como nuestros vecinos de barrio? Todo el mundo salvado de
la mugre física, metáfora de la mugre social que nos carcome; pero ésta,
persistente, volverá a aparecer allí de donde se le ha desterrado y no hay
Ariel que valga, por mucho revitacolor y tripleacción que le pongan. Y volverá
porque las condiciones que la producen no cambian y, el fenómeno, como
en un eterno retorno, se repite idéntico. Del manduco a la lavadora, he ahí la
historia de la lucha del hombre contra la mugre.
¿Y de dónde sale tanta suciedad? se pregunta uno de inocente que, a veces
se pasa. Pues surge de la acción lúdica del juego o la alimentación. Los
niños juegan con el perro o la pelota en medio del fango o, de pronto, en
una mesa rebosante de platos humeantes se chorrean el suéter blanco de
rayitas, marca Lacoste. Pero vaya otra desarmonía, hay un exceso de salsas
y comida que no coinciden con el hambre del mundo objetivo. Ahora bien,
la inmundicia nunca se relaciona con el mundo de lo real citadino, no es
producto del trabajo duro, del esfuerzo cotidiano o el rebusque. Aquí no hay
mecánicos, verduleras, calibradores, coteros de Abastos, indios o negros. Ah,
bueno, sí hay una negra que curiosamente se llama Blanquita. Entonces
uno se cuestiona y concluye: si en el mundo mágico de la televisión, que
representa la visión de una clase dominante, la mugre de los pobres no
aparece, es porque nuestra suciedad es distinta, de otra naturaleza y de otro
origen, no surge del homo ludens del que hablaba Johan Huizinga, sino de
la resistencia y la marginalidad, del habitar el submundo y arrastrarse en pos
de la subsistencia.
Nuestros jóvenes de los barrios periféricos, esa gentecita peligrosa a la que
hay que aniquilar para que no moleste más, son ñeros desparchados (no
neoñeros o ñeros ilustrados, por supuesto), habitantes del subsuelo que, a
fuerza de no tener nada que hacer, se dedican al rebusque y a pasar la vida,
antes que otros les cobren su estadía en el mundo; hijos de una generación
de desplazamientos, de no lugares, de desencuentros. Y están ahí, esperan-
APUNTES SOBRE LA LIMPIEZA SOCIAL
275

do a que lleguen los panfletos, la amenaza, el desplazamiento, como si el
destierro o el entierro fuesen la marca de Caín. Sus hermanos mayores ya
lo vivieron (o lo murieron), y ahora les toca a ellos y después a su hermanitos
menores. La limpieza social como un ángel exterminador, de esos que
describe la Biblia, suena su trompeta y a esconderse se dijo, o a enfrentar
la muerte sin miedo, como ese joven del barrio Brasilia que había visto su
nombre en siete listas diferentes de Alfonso López hacia abajo, o sea hacia el
norte; y, sin embargo, seguía en el parque, tranquilo, o resignado; en fin, no
tenía para donde ir, así que mejor esperar a la fatal señora jugando básquet,
mientras en cada cesta se le iba un fragmento de vida.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
276
Entonces ¿De dónde vienen esos jóvenes que hay que exterminar?, pues
los genera el sistema que arruma a los pobres en las orillas de las ciudades,
los arrincona en cerros de autoconstrucción, en casitas que se hacen
con ladrillo, cartón, paroid o lo que caiga. En una localidad como Usme, o
como cualquiera del sur, con la mitad de su población siendo joven, ¿Qué
le ponemos a hacer a esa muchachamenta, si no hay nada qué hacer? y sin
dinero, ni infraestructura para el consumo cultural y el disfrute de esa edad
maravillosa, es muy fregado hacer uso del tiempo libre. Pero, si el sistema
predica que hay que cambiar tiempo por dinero y nadie compra el trabajo
juvenil, lo que sobra es tiempo, tiempo para todo, para lo bueno y lo malo,
aunque a estas alturas del partido uno ya ni sabe dónde se traza esa línea
divisoria de la moral.
Entonces, dejémonos de vainas: nuestra mugre, perdón, nuestros jóvenes
a los que hay que limpiar, son una mancha social que se genera en ese
cuerpo enfermo que es el sistema sociopolítico en el que estamos inmersos,
aunque el poder se niegue a reconocerlo, como en la publicidad que nunca
muestra la mugre del cuerpo, nada de excrementos u otras secreciones. El
mal, entonces, nos dicen y casi estamos dispuestos a aceptarlo, viene de
afuera, pero no, el mal es producto de la enfermedad sistémica, de la forma
como está hecho el mundo. Al menos, nuestro mundo más cercano.
3. El corazón de la infamia
Digámoslo de una buena vez, por si acaso no ha quedado claro en todo este
excurso macarrónico: la mugre, en este preciso momento, no es ni más ni

menos que nuestros hermanos, hijos, amigos, vecinos. Jóvenes habitantes
del sur, en cuanto en ellos se vislumbra un problema social, en tanto son
seres capaces de representar un peligro para el establecimiento. Entonces,
la mugre es territorializada. Así, cuando el CINEP hizo un estudio de caso,
descubría que los jóvenes que mataban en Ciudad Bolívar, por ejemplo,
eran chicos que se hacían en las esquinas, que andaban en parches, que no
se habían ido todavía de la casa, pero que eran vistos como una amenaza
para el orden social, incluso por sus propios vecinos. Y ese mismo estudio
se encargaba de mostrar cómo estos jóvenes, a diferencia de los del norte,
se tenían que hacer en la esquina porque no tenían otros espacios de
socialización, expulsados de la incomodidad de la casa, se iban a la libertad
de la calle. Mientras los niños bien, por lo general, tenían cuartos grandes
para sí solos dónde recibir amigos, o conjuntos cerrados con zonas verdes,
no potreros como los nuestros. En fin, que el problema de la configuración
arquitectónica y la injusticia urbanística se constituye en un elemento clave
a la hora de desentrañar el tema del exterminio sistémico de jóvenes al sur.
Así se configura un prototipo del joven eliminado, barrido, por el Raid social
que los mata tan rápido que se ven caer: es un joven por fuera del sistema
educativo, laboral y económico, un joven que se evade del mundo en el consumo
de psicoactivos y/o encuentra salidas económicas en una búsqueda
de dinero que rayan con la ilegalidad. Pero, frente a esta problemática, se
piensa que la única solución es acabar con el joven, sin atacar el problema,
pues están convencidos sus propagandistas que muerto el perro, acabada
la rabia.
4. Mirando hacia atrás con ira
El estudio clásico sobre el tema de la limpieza social lo realizó el investigador
Carlos Rojas para el CINEP en el año 1994. En este se encargaba de
mostrar la evolución del fenómeno que, se podría decir, arranca en la Pereira
de 1979, cuando una medida del gobierno municipal ordenaba marcarle la
frente con tinta roja indeleble a los ladronzuelos, para así tenerlos identificados.
Esta medida terminó generando un fenómeno de asesinato selectivo
de estas personas ya señaladas -por la marca entraba la bala-, en la que se
seguía un patrón importado del Cono Sur, el cual, de manera sistemática,
masacraba y torturaba a los opositores políticos de las dictaduras de los se-
APUNTES SOBRE LA LIMPIEZA SOCIAL
277

sentas y setentas. Así, lo que fue una práctica iniciada por la inteligencia francesa
en la lucha contraindependentista argelina, se implantó con total éxito
en el sur del continente y después en Colombia, aunque hay que decir que
de aquella época hasta la fecha han cambiado sus móviles y sus formas. Lo
que en un principio era una apuesta criminal contra raponeros, gamines, drogadictos,
prostitutas y homosexuales, llevada a cabo por grupos anónimos
bajo el ideario de ser defensores de la moral y las buenas costumbres, pronto
se convirtió en un mecanismo de legitimación de las fuerzas armadas,
legales e ilegales, en territorios hostiles. Un mecanismo efectivo para ganarse
la población civil, autopresentándose como defensores del pueblito llano.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
278
Y fue entonces que la limpieza social se hizo un mal necesario para amplias
capas de la población que creyeron que había que aceptar la propuesta del
general Camacho Leyva, quien en alocución nacional convocó “a las gentes
de bien a armarse para asumir por mano propia su defensa”. Esta propuesta
de dejar la seguridad y la justicia en manos de la población civil, ante la percepción
general de que en este país nunca ha funcionado el sistema judicial,
fue la que condujo a la creación de las Convivir y los grupos ciudadanos de
exterminio. Aunque casi nunca se sabía quiénes eran los asesinos detrás
de la limpieza, siempre se creyó que éstos eran agentes del Estado, especialmente
de la Policía Nacional y del desaparecido F-2, pensionados de las
fuerzas armadas o ciudadanos del común, como era el caso de un grupo
que actuaba en Cali bajo el nombre de “los cobras”, dos hermanos guachimanes
y un cuñado taxista que se cargaban a cuanto desechable –nótese el
valor deshumanizante de la palabra- encontraban a su paso.
Tiempo después, allá donde no hacía presencia efectiva el Estado para brindar
seguridad, aparecieron paramilitares, narcos o guerrilleros, proponiendo
pena de muerte por delitos menores, incluso excarcelables en el sistema
judicial, una medida de fuerza extrema que, se supone, tenía por objeto sembrar
el terror y hacer desistir o desplazar a otros pequeños criminales. En fin,
el cuento es que la limpieza social se terminó convirtiendo en una estrategia
político-militar de este, ya de por sí, cancerígeno, conflicto interno. Yo recuerdo,
y aquí mi experiencia es válida como testimonio, que siendo muy chico
en Chimila, un caserío del Cesar, los guerrilleros mataban violadores, cuatreros
(ladrones de ganado) o pequeños delincuentes, dizque para garantizar la
tranquilidad colectiva y, claro, la gente contenta porque ya no se les perdían
las gallinas del solar, aunque cada tanto apareciese un cristiano con la barriga

al sol; en ese sentido, lo que muestra la experiencia es que en estos territorios
se disminuye la pequeña criminalidad, pero aumenta el asesinato.
Tiempo después fueron los paras, quienes de la mano de la lucha contrainsurgente
impusieron su ley del terror contra todo lo que consideraban lacras
sociales, y ahí fue que no quedó santo con cabeza, literalmente hablando.
Entonces la muerte se hizo un evento cotidiano y, cada que sonaban los
disparos en Aguachica, con mis primos, apostábamos quién llegaba primero
en su bicicleta al tumulto que se agrupaba en torno a cada caído. Y así, de
muerto en muerto, la escala de valores se fue trastocando, pues se asume
que la pena de muerte es un castigo a la medida del crimen cometido,
entonces por esta vía se llega a la corrupción de cualquier concepto del derecho
a la vida. Y volvemos a la más prístina ley del talión, incluso más atrás
de los tiempos del código de Hammurabi, pues si entonces al que mataba
se le mataba, ahora la muerte se regala por menos de nada, es decir que
si usted se roba un celular o está metiendo vicio en un potrero, eso le hace
merecer la pena capital.
Y es que estamos viviendo en una nación donde ella, la señora de la hoz,
se cotidianizó, perdió peso, se disolvió como todo lo sólido en el aire, y se
tornó moneda corriente que se cambia por cualquier cosa. Que me caíste
mal: ¡te mueres! Que me robaste mil pesos: ¡te mueres! Que afeas el espacio
público: ¡te mueres! Que eres una prepago sidosa: ¡ahhh, pues te vas es
muriendo! Así, no es extraño, entonces, que el valor de la seguridad se haya
hecho más importante que el de la vida; típico mal de la banalidad burguesa
que, como dijese Hanna Arendt, conduce a las sociedades totalitarias en
las que buenos padres de familia, ciudadanos cumplidores de la ley, que
declaran renta y todo, y que, eso sí, no serían capaces de matar una mosca,
justifican y legitiman la violencia contra todo lo que representa amenaza para
su tranquilidad. “¡Que maten a esos chinos bazuqueros que se la pasan metiendo
vicio!”, gruñen presidentes de Junta de Acción Comunal, convencidos
que ellos sí representan el lado bueno de la sociedad y que los otros son lo
malo, la plaga, la enfermedad, la mugre.
Visto así el fenómeno, con las reducciones propias de esta ponencia y, sin
más afán que dar algunas puntadas sobre el tema, es plausible que lo que
fuese en un principio una retaliación de una parte de la sociedad burguesa,
que se consideraba así misma portadora de la Verdad con mayúsculas y en
APUNTES SOBRE LA LIMPIEZA SOCIAL
279

defensa de sus intereses de clase, por lo general en el orden económicosimbólico,
se fue internalizando, asumiéndose como marca discursiva, apropiándose
terriblemente y convirtiéndose en buena nueva aceptable. Así, los
primeros limpiados del escenario eran prostitutas y habitantes de la calle que
afeaban ciertos sectores urbanos y desvalorizaban la propiedad raíz. Pero,
convencidos de que esa era la salida para la criminalidad y la inseguridad,
todos los actores entraron a jugar en la ilegalidad del crimen selectivo.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
280
Ahora, siguiendo el ejemplo de estos anónimos patriotas, todos nos sentimos
con derecho para predicar la muerte, entonces pasamos a no darle al
caído el beneficio de la duda, y fue cuando en Colombia todos los muertos
pasaron a ser sospechosos habituales. Ya no hay muerto bueno, “ese seguro
la debía”, “por algo lo mataron”, y entonces se nos naturalizó la pena capital,
así, sumaria, sin proceso, sin derecho a la defensa, la pura fisicidad del poder
omnímodo, omnipresente, anónimo, que, como bien señala Judith Butler,
nos va configurando como sujetos, que se mete a vivir a nuestras casas,
con nuestros miedos e inseguridades y que le dice a los padres que si no
acuestan a sus hijos temprano, otros se los acuestan. Esto hace que, ahora la
culpa ya no sea de los victimarios, sino de las víctimas, que asumen su pecado,
su desviación, su enfermedad como un mal sólo curable con la muerte.
Porque eso sí, a nadie se le ha ocurrido pensar que un ser humano se pueda
rehabilitar, que merezca una segunda oportunidad, que se le puedan abrir
escenarios de reinserción social, pues pareciera que el lema fuese: muérete,
la limpieza social es la salida.
5. ¿Y por qué, ahora, vuelve la limpieza?
Para los que se sorprendieron cuando apareció la bonanza de panfletos
amenazantes, anunciando una nueva temporada de profilaxis social, déjenme
decirles que el fenómeno, como ya he dicho, no es nuevo, los que son
nuevos son los actores. Si en el pasado la medida fue usada con éxito por
agentes del gobierno, paras y guerrilleros, ahora lo que uno ve es un reacomodamiento
de los actores de la guerra, que después de los procesos de
desmovilización y reorganización sicarial, se trasladan a las ciudades a conquistar
territorios que antes eran de otros, de cara a consolidar nuevos corredores
importantes geo-estratégicamente para sus negocios non sanctos. Así,
las bandas emergentes lo que buscan es el reconocimiento y la organicidad

en las comunidades en las que intervienen para mimetizarse entre ellas.
Es decir, lo que buscan es apoyo social, redes de informantes, gente a su
servicio, aliados de cara al futuro y, para lograrlo, lo que hacen es aplicar un
modelo exitoso en el pasado, de una simpleza apabullante: si usted llega y
se hace pasar por defensor de la comunidad, allá donde el Estado no puede
imponer el orden por las vías legales, pues del presidente de Junta para arriba,
los ciudadanos de bien -nótese la ironía-, le van a recibir como benefactor
social, ángel de la guarda, dulce compañía, que no nos desampares ni de
noche, ni de día...
6. ¿Y de derechos qué?
¿En qué parte de la constitución colombiana dice que en este país se permite
la pena de muerte? ¿Bajo qué tipo de autoridad o legislación se decide
que hay seres humanos que merecen morir? ¿Quién imparte este tipo de
justicia? ¿Quién les concedió esta autoridad? ¿Qué ética se emplea para hacer
las cuentas del crimen y el castigo? ¿Por qué la pena es tan desproporcionada
con respecto al supuesto delito? ¿Fumar marihuana o meter bazuco
son causales de muerte? ¿Hasta dónde llega la legítima defensa y dónde
empieza la paraestatalidad del uso de la fuerza? ¿Por qué mataron a Betty
si era tan buena muchacha? Ante estas y otras pregunta que puedan surgir,
dejémonos de vainas y resumamos toda esta carreta así: No existe ninguna
razón ética o moral que justifique y haga viable el exterminio selectivo como
mecanismo social para tener una sociedad más justa, más humana y más
digna. Eso es todo, es hora ya de acostarse y sus dientes cepillar, buenas
noches, buenas noches.
_______________________________________________________
Referencias Bibliográficas
Arendt, H. (1969), Sobre la violencia. Madrid, Alianza Editorial.
_________(2006), Los orígenes del Totalitarismo. Madrid, Alianza Editorial.
Balibar, E. (2005), Violencia, identidades y civilidad. Barcelona, Editorial Gedisa.
Bauman, Z. (2007), Miedo Líquido: La sociedad contemporánea y sus temores.
Barcelona, Ed. Paidós.
Blair, E. (2005), Muertes violentas, la teatralización del exceso. Medellín, Ed.
Universidad de Antioquia.
APUNTES SOBRE LA LIMPIEZA SOCIAL
281

Butler, J. (2003), Violencia, luto y política. Quito, R. Íconos.
_______ (2001). Mecanismos psíquicos del poder. Madrid, Ed. Cátedra.
Foucault, M. (1991), Microfísica del poder. Buenos Aires, La Piqueta
__________ (2002), Vigilar y castigar. Buenos Aires, Siglo XXI.
Rojas, C. (1996), La violencia llamada limpieza social. Bogotá, CINEP.
________ (S.f.), Conflictos morales y Derechos Humanos en Colombia. (S.c), Ed.
Universidad de Caldas.
Van Dijk, T. (1990), La noticia como discurso. Barcelona. Ed. Paidós.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
282

CÍRCULOS
DE PAZ-ES EN USME
Hacia una transformación
generacional desde lo propio
Karen Díaz Restrepo
Representante de la Organización Juvenil Círculos de Paz-es
nerakdiaz@hotmail.com
En la minúscula acción de nacer, de ser un resultado de la combinación
genética de dos personas diferentes, de ser de un país, de ser
de una región y, finalmente, crecer y educarnos en un territorio como
Usme, nos hace responsables de la existencia de este espacio, que
es de todos pero de ninguno. Un espacio en donde se vive, se convive y se
subsiste, un espacio olvidado por muchos, utilizado por otros y querido por
pocos. Lugar en el que nacemos sin haberlo escogido pero que allí crecimos,
nos formamos, tenemos nuestras familias, nuestros amigos del colegio, el
parche de la cuadra y el vecino que siempre nos fía. Este es Usme para nosotros
como jóvenes, un terruño que odiamos unos días y defendemos otros,
sin embargo ¿Qué hacemos para cambiar su historia y generar un cambio
generacional?
Usme es un lugar donde se pasan las duras y las maduras, un territorio que
se ha convertido en una fruta jugosa para extraños y un oportunismo para
los propios. Es por eso que los oriundos de aquí tenemos que empezar
a nacionalizar nuestros procesos, nuestros valores, nuestra cultura, nuestro
legado, nuestra historia a través de proyectos y acciones desde y para lo
nuestro. Con este fin nace la organización juvenil CÍRCULOS DE PAZ-ES, la
cuál surge en medio de la diferencia, de la indiferencia, de la rosca, de la re-
283

cesión económica, del cumplimiento de horas de trabajo, de los problemas
familiares, de la drogadicción socialmente naturalizada en las esquinas, de
la inseguridad asolapada por la seguridad, de la soledad, de la compañía,
de la educación privada, de la salud pagada, del nuevo “Éxito”, del cambio
de trabajo, de coger el bus lleno a las 6:00 am y aguantarlo peor de vuelta
a casa a las 7:00 pm, de los malos olores del botadero Doña Juana, de la
violencia callejera que deja victimas sin victimarios, de violencia intrafamiliar
legitimada, de madres cabeza de familia, de niños y niñas desnutridos, de
la violación incesante de los Derechos Humanos. En este origen de lo que
somos como habitantes de Usme, día a día surge este colectivo, con el único
propósito de generar alternativas distintas a lo inmediato y lo coyuntural.
CÍRCULO DE PAZ-ES emprende su camino de transformación en el año
2009, bajo la responsabilidad de llegar a una metamorfosis, recorriendo
cada cuadra para vincular a jóvenes que inviertan mejor su tiempo libre
como Constructores de Paz, para reconocer y valorar su territorio en el reconocimiento
y apropiación de los Derechos Humanos, con el único fin de
poner un granito de arena en la formación de niños y niñas en defensa de
sus derechos, para una transformación generacional desde lo propio.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
284
Los Derechos Humanos han sido enseñados desde la lejanía, como un concepto
que hay que aprender para contestar el examen de historia y pasar el
logro. Se ha convertido en un tema que nadie habla porque no se conoce,
porque no soluciona los problemas de la cotidianidad. Se confunden los
Derechos Humanos con los Derechos Fundamentales y, desde el modo de
enseñar, se aleja al joven a convivir sin ellos. Es por ello que, quitarle la vida
a una persona es natural, se justifica y se legitima. Toda la desvalorización de
los DDHH ha hecho de la sociedad un mundo sin valores, en donde prima
el interés individual sobre el común, convirtiendo a los jóvenes en actores
pasivos frente a los problemas sociales de su entorno. Entendiendo este
panorama y, conociendo las necesidades de la Localidad de Usme, la Organización
Círculos de Paz-es se encamina en hacer de los Derechos Humanos
un modo de vida, que trascienda del memorizar el concepto a convertirlo en
acción, con el fin de educar para cultivar una cultura de paz y minimizar la
resolución violenta de los conflictos desde el diario vivir. Es por ello que se le
apuesta a una transformación generacional liderada por jóvenes del mismo
territorio.

La herramienta pedagógica propuesta es la lectura. Sin embargo, ¿Cómo se
entiende la lectura en nuestros días? ¿Nuestros hijos leen? ¿Qué tipo de lectura
ejercen los jóvenes de hoy? ¿Nosotros leemos? Hay que entender que
la acción de leer se ha vuelto algo tortuoso, dramático y, hasta lejano para
todos. El simple hecho de ver la carátula de un libro genera repulsión, odio
y rechazo, en donde la lectura es, muchas veces, sinónimo de nota escolar.
No obstante, por medio del Proyecto CÍRCULOS DE PAZ-ES, se adquiere un
compromiso para cambiar el concepto que se tiene de leer, haciendo que
este ejercicio pase de la tortura al disfrute, de la sin razón al contenido, de la
lejanía a lo cercano, de lo aburrido a lo divertido. En este sentido, el proyecto
propone incentivar el hábito lector a través de la lectura del libro–álbum,
acompañado de actividades didácticas que incentiven esta acción que ha
perdido su protagonismo en nuestros días. En este proceso, el análisis de
los mismos no se queda en resolver cuestionarios lineales sino en propiciar
reflexiones acordes con el contexto a partir de un texto, haciendo que cada
palabra sea real, que tenga olor, música, memoria, remembranza, sabor, etc.
Es por ello que este proyecto se basa en un pensamiento crítico, pues no se
queda en repetir, memorizar o ser máquinas de productos. Por el contrario,
se le apuesta al proceso, a la formación, al debate, a la construcción, a la
crítica, a la participación y al diálogo en pro de la educación de sujetos críticos
y ciudadanos, que se empoderen de lo suyo.
La primera etapa del proyecto se denomina “Semilleros de paz-es”, la cual
es un espacio de formación para los vinculados al mismo (en este momento
se encuentran en él 40 jóvenes). Esta formación tiene como principio
educar, formar y generar identidad sobre el proceso de transformación y
de la responsabilidad social que se adquiere. Se fundamenta en dos fases:
la primera se llama “Promotores de Lectura”, en este se elaboran talleres
con didácticas y habilidades de manejo grupal para que el joven adquiera
herramientas de modulación de voz, de didácticas para controlar grupos, de
lectura en voz alta, lectura individual y modos de interpretación lectora como
el dibujo, la dramatización y la construcción de juegos y nuevos textos para
incentivar la lectura en los niños y niñas con una pedagogía creativa e innovadora.
La segunda se denomina “Constructores de Paz-es”, la cual consiste
en fortalecer y formar a los jóvenes en Derechos Humanos, Cultura de Paz
y Derechos de los niños y niñas, con el fin de crear en ellos bases de mejor
convivencia a través de la resolución pacífica de los conflictos en sus vidas y
en la cotidianidad.
CÍRCULOS DE PAZ-ES EN USME: Hacia una transformación generacional desde lo propio
285

Es evidente que la formación en los aspectos anteriormente enunciados implica
dedicación, compromiso, identidad, empoderamiento y reconocer que
sí se puede cambiar un contexto naturalmente violento de parte de quienes
lideran estos procesos locales. Como docentes, es importante salir de los
estándares establecidos por la ley y empezar a creer en la construcción de
un currículo oculto, desde proyectos sociales que ayuden a la transformación
del contexto y a la formación integral de la juventud y niños y niñas de las
instituciones de la Localidad, más allá de los muros de la escuela. La formación
es apostarle al cambio; el primer paso se inicia desde la auto-reflexión
y el cuestionamiento de lo que hacemos día a día en el quehacer docente,
en re-direccionar nuestras acciones hacia la transformación de mentalidades
y de acciones que le den eco a nuestra función para transcender el cumplimiento
de un horario o la construcción de logros para los boletines. Es
recorrer el camino, en el que nuestro papel sea generar una transformación
generacional fundada en la educación de los niños, niñas y jóvenes.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
286
Por ello el proceso en la educación es parte fundamental para nuestra organización,
esto nos lleva a que nuestro proyecto genere espacios de hacer
público lo privado, es decir, hacer de estos jóvenes sujetos capaces de vincularse
a su comunidad, de ser defensores de los Derechos Humanos, y que
apliquen las herramientas pedagógicas dadas en los espacios de formación
con los niños y niñas de sus barrios a través de la apertura de círculos de
lectura en sus casas.
Hay que tener claro que, en el momento que se llega a la adolescencia, la
mente exige al joven ser visible. El problema está en ¿Cómo ser visible? Es
allí donde este proyecto es más que una capacitación, se le orienta al joven
en ser reconocido en su comunidad, en el parche y en su familia de manera
positiva a través de su liderazgo al convocar a niños y niñas de su barrio para
que estén con él dos horas de lectura de paz en la semana. Adicionalmente
la familia es importante, ya que el padre o madre del guía debe acompañarlo
en este proceso, haciendo que el hogar rompa la cotidianidad y la rutina con
niños y niñas que cambien ese espacio en un momento de buena energía,
de alegría, de aprendizaje, con el calor de hogar que ha venido perdiendo la
educación formal. Al mismo tiempo los padres y madres comparten tiempo
con su hijo o hija y se dan cuenta de las habilidades y cualidades que posee,
convirtiendo cada casa en un circulo de paz-es, de transformación generacional
a través de la apropiación de los Derechos Humanos.

Con todo lo anterior, la organización CÍRCULO DE PAZ-ES se enfoca en una
transformación generacional liderada por jóvenes de Usme para que se
apropien de su territorio, maduren sus decisiones, defiendan sus proyectos
y cambien su entorno, haciendo que los niños y niñas de sus barrios interioricen
la cultura de paz (paces), de modo que, en un futuro, se cambie esta
cultura de violencia que nos vuelve vulnerables, manipulables y sin opinión.
Nuestra organización orienta, da los espacios, las herramientas pedagógicas
y el tiempo con el único fin de que las generaciones cambien de pensamiento
y de acción. Porque todos somos uno y uno somos todos, solo falta
convicción, creación y acción. El que persevera alcanza, todos somos parte
de este juego, solamente hay que jugarlo bien y convencernos que todos
somos titulares.
Por último, con el lema “DESARMA TU MENTE Y ARMEMOS LAS PAZ-ES”, el
proyecto CÍRCULOS DE PAZ-ES le da paso a la última etapa en donde todos
somos protagonistas en la re - simbolización de territorios naturalmente violentos.
El pasado 26 de Marzo de 2011 se materializó la “Gran Fiesta Infantil
por la Paz” en Usme, con el apoyo de Secretaria de Pastoral, en cabeza del
Hermano Iván Guillermo Fiallo, de la IED Juan Luis Londoño de la Salle con
el Hermano rector Carlos Carvajal, de Jóvenes Conviven por Bogotá, Presupuestos
Participativos Juveniles y La Alcaldía de Usme. Se invitó y convocó
a toda la comunidad educativa y comunitaria a ser parte de este espacio de
paz, al cual asistieron masivamente 700 personas, aunque solo se esperaba
300 en el parque el Danubio Azul.
Esta actividad consistió en reconocer procesos de paz locales, invisibilizados
por la violencia legitimada por la población, publicada saturadamente por
los medios de comunicación, enseñada por los libros de historia y vista por
nuestros niños y niñas en la sección “infantil” de los fines de semana, lo
cual naturaliza día a día la práctica de la violencia. Es decir, deshumaniza la
sociedad y nos vuelve a cada uno de nosotros en legitimadores de la violencia
como la única forma de solucionar los conflictos en nuestro entorno,
haciendo que este pensamiento se multiplique, de tal forma que nuestro
país sea un escenario de guerra más que un territorio de paz, vulnerando
constantemente los Derechos Humanos.
Por ello, el desarme infantil titulado la “Gran fiesta Infantil por la Paz” es una
manera de sensibilizar a la comunidad donde tiene incidencia este proyecto,
CÍRCULOS DE PAZ-ES EN USME: Hacia una transformación generacional desde lo propio
287

sobre todo en torno al papel de los juguetes bélicos y su poder de reproducción
en las dinámicas de la guerra. Por eso “ni de juego podemos promover
la violencia”. En este evento, los niños y niñas de la localidad de Usme entregaron
sus juguetes bélicos y se les realizó un trueque por un kit de paz,
que contenía cuentos, colores, blocks para dibujos y juguetes, los cuales
incentivaron su imaginación hacia la creación de nuevos mundos y sueños
llenos de juegos sin peleas, sin armas, sin balas, sin espadas, SIN VIOLENCIA,
convirtiéndolos en pequeños constructores de paz.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
288

Acción colectiva ambiental
de jóvenes del sur
de Bogotá 67
Jhon Fredy González Daza,
Es Administrador Público y trabaja con la Corporación
Experimental Juvenil, en la cuenca del río Tunjuelo en
el sur de Bogotá.
Sandra Rodríguez,
Es Politóloga y trabaja con la Corporación Experimental Juvenil
Edgar Suárez (Tito),
Proyecto Media Cuadra
Uno de los ámbitos donde la acción colectiva juvenil es más visible
(más de 30% de las organizaciones juveniles de Bogotá) es el de
la lucha por el territorio, que equivocadamente seguimos reduciendo
al tema del medio ambiente. Se trata de un campo con infinidad
de aristas, entre las cuales se deben nombrar: información, conocimiento y
defensa del territorio y las tradiciones ligadas a éste, la agricultura urbana, la
seguridad alimentaria, la denuncia del consumismo, la ocupación de viviendas
abandonadas, el reciclaje, el análisis crítico del uso del suelo y desplazamiento
de comunidades como consecuencia de invasión y expropiación por
empresas multinacionales y especulación inmobiliaria, el trabajo del cuerpo,
la comunicación popular.
67 Entrevista realizada por Germán Muñoz.
289

En Bogotá encontramos algunos militantes de esta causa, que llevan cerca
de 20 años trabajando con jóvenes en diversas localidades. Sus testimonios
nos abren una valiosa ventana a una concepción del trabajo que, sin negar la
perspectiva de los derechos humanos, asume una línea marcada por la autonomía
y la iniciativa de los mismos jóvenes en su territorio. Son ellos JHON
FREDY GONZALEZ DAZA, administrador público, trabaja con la Corporación
Experimental Juvenil, en la cuenca del río Tunjuelo en el sur de Bogotá. SAN-
DRA RODRIGUEZ, politóloga que también trabaja con la Corporación Experimental
Juvenil. Y EDGAR SUÁREZ (Tito) quien trabaja en comunicación, con
un proyecto que se llama Media cuadra y en un programa de radio que se
llama Desde el techo; también con una organización que se llama la Minga
urbana en Techotiba.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
290
JHON FREDY:
Yo arranqué con una ONG desde los 17 años y ya llevo 20 años
trabajando con el tema de juventud. He trabajado con el movimiento
por la vida, he trabajado con colegios, con el tema de derechos
humanos y gobiernos escolares, cuando se estaba montando la
ley general de educación. Después me metí con acción comunal
a montar los consejos locales de juventud; estuvimos con todo el
tema de reglamentación de la ley de juventud, de ahí salimos con
unos compañeros a formar un espacio alternativo donde la estrategia
del arte sirviera para la reivindicación de derechos, y para eso
se montó el Centro Experimental Juvenil. Con esa ONG empecé
con talleres, después ví la necesidad de profesionalizarme en administración
pública y comenzamos a dar un debate… fuimos los
primeros okupas en Bogotá, sacamos la personería jurídica con el
propósito de ser auto sostenibles, montamos la semana de juventud,
empezamos el proyecto en Tunjuelito, tuvimos la posibilidad de
ejecutar un proyecto gigante con la Secretaria de Integración Social,
con sesenta y cuatro organizaciones en todo Bogotá: arrancamos
con quinientos combos inscritos. Después nos metimos en el
tema de la agricultura urbana, pero el énfasis en el debate ha sido
los recursos naturales: no somos ambientalistas, somos una organización
que nos hemos dedicado a analizar el modelo económico
en el que está fundado el sur de Bogotá. Cuando hay desplazamien-

tos forzosos, desplazamientos por intereses económicos, desplazamientos
por el mercado de suelos…vamos a esas comunidades y
les explicamos qué es lo que viene, qué mega- proyecto viene ahí y
entonces la institución tiene un discurso diferente.
SANDRA:
Yo llevó nueve años con el tema de jóvenes desde el Centro Experimental
Juvenil: primero en la experiencia desde los consejos
locales de juventud, incidiendo desde el consejo territorial de planeación.
Allí logramos incluir dieciséis mesas directas del tema de
jóvenes, construyendo desde distintas áreas como la cultural, el
ambiente, la política juvenil y el tema socio productivo, el debate de
los derechos y el futuro de los jóvenes…
JHON FREDY:
El problema de las organizaciones juveniles es que, de acuerdo a
donde usted les ponga el dinero, mueven el discurso y se visten con
la vestimenta que toca. Si usted hace una convocatoria con el tema
de derechos sexuales, aparecen quinientos combos de derechos
sexuales…Realmente 30%, 40% de todos los combos están sobre
el tema del medio ambiente, un 50%, 60% con el tema artístico
cultural; queda un pequeño margen con el tema de derechos políticos,
un 10%,15% .
SANDRA:
Hay un debate de los jóvenes acerca de la reivindicación de su
propio ser y esa búsqueda los ha llevado a defender su territorio,
y desde ahí han salido propuestas de agricultura urbana, propuestas
ambientales, de recuperación y protección de ciertos entornos.
Pero creo que en el fondo y en común estas organizaciones
reivindican el derecho a existir sobre un territorio, con la posibilidad
de construir la ciudad y decidir el rumbo del lugar donde
están viviendo…
JHON FREDY:
Es una lucha por reivindicaciones concretas. La revolución de la cuchara,
por ejemplo, es un movimiento de seguridad alimentaria, ha-
CÍRCULOS DE PAZ-ES EN USME: Hacia una transformación generacional desde lo propio
291

ciendo el debate acerca de qué estamos comiendo: ¿es natural?,
qué nos están poniendo a comer en el mercado. Hay gente que
promociona derechos, pero hay otra gente que hace un ejercicio
de apropiación, se meten en ese cuento para ir aprendiendo. Así se
hace un ejercicio de la recuperación en Techotíba, con la propuesta
llamada Misión Aurora: recuperar un potrero sucio donde había
consumo de drogas y ausencia de instituciones; entonces en ese
territorio vacío se hace una dinámica juvenil, sin entrar en el enfoque
de derechos, simplemente hacemos un ejercicio de apropiación
del lugar, y comenzamos a hacer toda una escuela. Entonces
llegan otros combos, incluyendo la empresa de acueducto, la alcaldía,
por la queja de los vecinos: que hay un poco de mechudos, un
poco de calvos, un poco de chinos que ellos llaman desadaptados,
y les mandan la policía, y entonces empieza a haber atención a ese
territorio… y el parche a hacer un ejercicio de reubicación.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
292
SANDRA:
El discurso de los derechos es un discurso que se ha venido pegando
promovido desde la institucionalidad, creo que las últimas
dos administraciones le han dado fuerza y ha tenido resonancia
en la medida que han salido proyectos con la misión institucional
de pretender que esta sea una ciudad de derechos. El ejercicio
nuestro fue en derechos económicos, sociales y culturales y derechos
sexuales y reproductivos; adaptar ese discurso institucional
y ponerlo en sintonía con las acciones de los jóvenes; yo no creo
que haya apropiación y defensa de los derechos como están estipulados
y como los maneja la institucionalidad, pero sí hay una
reivindicación de ser joven que puede encajar o no en un discurso
de derechos.
JHON FREDY:
El tema de los derechos se asumió desde la Constitución del 91.
Hay como un tránsito, una invitación institucional, un paso del desconocimiento
al conocimiento, con estímulos, hasta llegar a la apropiación.
Hoy la juventud no está dispuesta a dar un paso atrás en
la conquista de todos esos derechos en los que ha avanzado en
sectores donde antes no había.

Es una condición que se ha venido asumiendo: rayar un muro por
los grafiteros, eso era antes un delito…hoy les dicen “ven, tómate el
muro”, entonces ya no es un delito, no es ilegal como antes lo estaban
pensando. Hemos pasado al ejercicio de una nueva condición,
como sucede ahora con la población LGTB: exigen que el rector
les permita hacer talleres de derechos sexuales y reproductivos
porque hay un reconocimiento de su condición.
En temas de jóvenes estamos en una etapa de exploración para
acceder a un tipo de conocimiento. Algunos exploran para hacer
un ejercicio de lucha, o un ejercicio de creación o para romper los
límites.
SANDRA:
Cuando entramos a debatir el tema del derecho al trabajo con los
jóvenes veíamos todo ese tema de la reivindicación de una generación
por lograr un derecho, y lo colocamos en paralelo con la
reforma laboral que dejó Uribe… No deja de ser un discurso hasta
que se vuelve una acción real, efectiva por parte del Estado y hasta
que hay unos jóvenes que lo están defendiendo. Si hay procesos
juveniles es porque hay algunas acciones que son de los jóvenes y
que van reivindicando en la ciudad, pero creo que eso tiene que ver
con las condiciones sociales en que se encuentran los jóvenes y
con sus proyectos de vida, que son diferentes en edades diferentes.
JHON FREDY:
Ahora están en las redes sociales… Pero nadie sabe si la sumatoria
virtual realmente es una acción colectiva o una reacción de moda.
Si vamos a sumarnos todos a hacer un ejercicio de reivindicación
porque la tarifa de Transmilenio está muy alta, en términos físicos
esto implicaría acciones concretas. Hace unos dos, tres años esto
funcionaba, pero ahora la convocatoria, para que sea efectiva hay
que hacerla por una red social, y la red social se mueve por moda,
no por temas específicos.
SANDRA:
Yo sí creo en la acción colectiva, aunque ha sido mal entendida. No
podemos creer que la acción colectiva consista en que todos juntos
CÍRCULOS DE PAZ-ES EN USME: Hacia una transformación generacional desde lo propio
293

hacemos el cambio… La construcción teórica de la acción colectiva
habla de las masas críticas, de los cuadros, por lo tanto no se necesita
mucha gente, sino gente formada haciendo cambios, promoviendo
acciones. En lo de Transmilenio, no se necesitaron muchos
combos pegados en la actividad, unos o dos combos mandaron un
mensaje a la ciudad, se hizo una visibilización pública del problema,
aunque deberíamos haber logrado sentarnos a negociar con personajes
de Transmilenio, o con el distrito o con la nación… Igual ha
sucedido con lo ambiental: salen uno o dos combos que uno conoce
y mueven el tema… Con los más pequeños, con la generación que
viene, uno logra movilizarlos menos.
JHON FREDY:
En El Club de la Pelea una persona organiza y puede dar varios
golpes en un mismo momento. La movilización que hubo por la reforma
a la Ley 30 en varias ciudades de Colombia, fue una acción
colectiva, y ¿cuál fue la población que se movió? Entre los que van
realmente a asumir la reforma no hubo ningún tipo de movimiento.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
294
El ejercicio de la ciudadanía lo asumen diferente, no es que no estén
interesados en la ciudadanía, están en un formato de mundos
virtuales. No estamos preparados para ese vuelco que está dado
el mercado, los pelados de ahora están preocupados por la moda,
el cabello liso, el teléfono que tú tienes, la rotación que tienes en el
facebook o en otras redes sociales, otros cuentos que están transportando
poderes entre ellos.
Si hablamos de “ciudadanía ambiental” hablamos de mega proyectos,
del desvío del río Tunjuelo y cómo va a desaparecer un barrio…
Cuando uno siente que le van a desaparecer la casa donde vive,
ya es otro cuento, ya eso es concreto, si le mueven el colegio. Les
mostramos cómo se manejan las regalías con canciones, cómo es
el asunto del mercado o del dinero…entonces se mueven, suman
en ese momento, reaccionan. En la cuenca del Tunjuelo habitan
tres millones de personas, y el desvió del río, el tema de la arcilla,
el tema del agua afectaría a la mitad; entonces una movilización del
2% reaccionando, sería muy buena…

Vengámonos desde donde nace el río hasta donde desemboca: el
páramo del Sumapaz. Cocacola busca garantizar la producción de
“agua manantial” de los próximos 50 a 100 años a través de unos
convenios con acueductos que implican apropiarse de una parte
del Sumapaz. Las industrias japonesas han encontrado que una flor
cultivada allá dura tres meses: la floricultura para los japoneses es
una industria interesante. Y Sumapaz es un parque nacional, por lo
tanto se puede dar en concesión… sería la concesión de la fábrica
de agua más grande en Latinoamérica, eso es Sumapaz. Por eso la
presión del ejército para sacar los campesinos que son de ahí. Lo
hacen con la excusa que están controlando a los jóvenes, para que
no vayan a la guerrilla. Los reclutan para el ejército de alta montaña.
Ya ninguno de los pelados quiere estar sembrando la tierra, ya
no permiten que el campesino siembre papa a cierta altitud, entonces,
la población de Sumapaz se está minimizando.
En Usme al campesino le sale más rentable vender su tierra, entregársela
a Metrovivienda, al banco de tierras, porque ya el ambiente
no le permite una producción agrícola. Con lo que vende no va a
conseguir tierra en otro lugar, entonces va a perder su condición de
campesino y comienza el trámite a lo urbano, hacia el Nuevo Usme.
Ya en Rafael Uribe Uribe y Tunjuelito una multinacional está sacando
arcilla de ahí, gravilla…La gente está sufriendo problemas respiratorios,
de piel y de ojos, por la polución de esa gravilla. No es un sitio
agradable para vivir, entonces digamos los que se van a quedar ahí,
son los que no tienen otras posibilidades de desplazarse. Techotiba,
llamado nuevo Kennedy, está colindando con el río Tunjuelo donde se
acelera la circulación del río, el nivel de inundaciones va a ser alto. La
explotación de arena, resecará ese suelo. El control de Patio Bonito
en límites con Abastos, por dineros paramilitares, genera una movilidad
social diferente. En síntesis, el sur de Bogotá, en términos de
finanzas, genera un gran rendimiento para los intereses multinacionales.
Estamos montados sobre esas riquezas naturales, entonces
nos toca irnos, movernos, porque la cementara Holcim explota las
materias primas y no garantiza el futuro; el barrio Abraham Lincoln
se tiene que ir moviendo de ahí, porque le van a voltear el río Tunjuelo,
ya no van a tener árboles y la contaminación de frente; Bosa va
CÍRCULOS DE PAZ-ES EN USME: Hacia una transformación generacional desde lo propio
295

a ser un problema en términos de suelos, no son suelos aptos para
viviendas, entonces la vivienda en diez, veinte años va a ser un gran
problema de términos de fragilidad de esos barrios …
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
296
SANDRA:
Hay una lucha contra el individualismo, eso es lo que está moviendo
ahora al ser, no solamente a los jóvenes, sino el tema de los medios
de comunicación: estamos invitando a la gente a colectivizarse
y a apropiarse de los problemas, teniendo información de primera
mano. Por eso se hace una asamblea permanente con la gente, con
los pobladores, sin intermediarios. Nadie tiene que ir a hablar por la
gente, sino la misma gente es la que puede hablar y exigir. Nuestra
tarea ha sido llevar esa información a través de mapas, de cartografías,
decirle a la gente cuáles son las afectaciones reales en su vida
cotidiana, porque son sus enfermedades, su familia, su entorno…
Los chicos que cantan hip hop, en sus líricas, a través de su música
pueden contarle a la gente qué es lo que está pasando. A través del
graffiti pueden incidir, el que asume ser personero o cabildante del
colegio tiene una noción más allá del problema del aula y se para en
el contexto del colegio y de su barrio, con diferentes formas de transmitirle
a la gente… En el tema de agricultura urbana, si yo no puedo
consumir mi propio tomate, mire dónde está sembrando y mire todo
lo que hay de este muro para atrás, la explotación que hay, que la
gente haga una reflexión de sus condiciones y desde sus propias
acciones, de sus vivencias y cotidianidad y transforme esa realidad.
JHON FREDY:
Aquí hay varios combos: la Coordinadora Juvenil ha salido en el
momento de los “toques de queda”, cuando las AUC comienzan a
panfletear y vienen a apropiarse del territorio que es donde está el
negocio, a generar miedo, entonces armaron las “noches sin miedo”,
“que el toque no te toque”… Está la Minga, son personas que
están con el tema de agricultura, está La revolución de la cuchara.
Hay una Escuela de levantamiento popular en Suba, porque en
Suba esta la mayor presión por el mercado del suelo que allá es
fuerte, están vaciando el territorio y entonces se están moviendo,

están montando una escuela de formación política con la gente de
levantamiento popular.
Está un combo de artistas que quieren armar un sindicato o un grupo
que pelee por los derechos, el SAPO, en una condición laboral
muy concreta, somos las voces no oídas. Están los de Juntos por
la Vida, un movimiento por la vida, en actividades de investigación,
más en el marco de la academia, mientras que la Coordinadora es
más de acción, más de hecho, directamente de territorio.
SANDRA:
En Techotiba hay un combo muy fuerte en términos de comunicación
alternativa, que se llaman Acción Sur y han permitido crear espacios
conjuntos, donde hablan por emisoras comunitarias, tienen
blog, periódico… Está la gente que se ha venido organizando para el
tema del Plan Centro, pero además también toda la defensa de la
zona rural de Usaquén y Chapinero, donde también hay una fuerte
presión paramilitar y también hay colectivos, los de los comedores
comunitarios, que han tenido, que se han dedicado a organizar chicos
en torno a las tunas y demás.
JHON FREDY:
El tema de propiedad de los campesinos en los cerros orientales,
con zonas de protección ambiental, quedó en el limbo. Entonces
un combo de abogados y estudiantes de la Universidad Nacional,
formaron los combos del Agora, Campesinos al derecho, hay como
tres cuatro combos; igual en el sector Santafé, Chapinero, arriba
en Ciudad Bolívar…Quiba, Mochuelo Alto, Pasquilla, Pasquillita, todas
esas con el tema de campesinos jóvenes, pero con su condición
de nuevo campesino, el que se viene a la ciudad, coge aquí el
bus, se educa allá ya tiene el cartón y está metido allá en el tema
con el profesional.
Cuando soy trabajador del basurero de Doña Juana, sólo tengo dos
opciones, o soy trabajador del basurero Doña Juana o soy trabajador
del parque minero. Pero si tuviese la posibilidad del agro, o si
tuviese la posibilidad de trabajar en los compuestos de la arcilla o
CÍRCULOS DE PAZ-ES EN USME: Hacia una transformación generacional desde lo propio
297

si nuestros pelados, en lugar de estar trabajando allá ocho, diez,
doce, catorce horas al lado del carbón o al lado de esos olores tan
nauseabundos, podrían crear componentes para el computador…
o si las mismas basuras en lugar de ser un relleno sanitario fueran
un modelo de gasificadora, o sea, generaran combustible, entonces,
el chino en lugar de estar jalando las basuras estaríamos en
el Sena del sur de Bogotá, pensando el comercio posible para esas
basuras. El territorio y los intereses que hay sobre ese territorio
definen la condición social para la población, por eso es tan importante
para nosotros el tema del territorio, no el tema de lo ambiental,
la matica, el arbolito, porque el arbolito lo sembramos y termina
siendo ahora dizque inventario de Codensa…
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
298
EDGAR SUÁREZ (Tito):
Trabajo en comunicación con un proyecto que se llama Media cuadra
y un programa de radio que se llama Desde el techo. También
con una organización que se llama la Minga urbana en Techotiba.
Hacemos un trabajo de defensa del territorio; primero, tiene que
ver con la información y con el conocimiento del territorio, nosotros
sacamos esta cartilla, por ejemplo; también trata de cambiar un
poco la identidad frente al territorio, pero la defensa del territorio.
Y la defensa del cuerpo y de la tierra es otro trabajo que estamos
haciendo hace como cinco años: se llama la Tingüa azul. Es un ave,
que solía migrar en estos lugares -esto era un gran lago- pero, a
falta de agua no han vuelto, porque no tienen donde aterrizar.
El territorio es Techotiba, o sea, la localidad de Kennedy, es el espacio
en el que se hace un ejercicio de formación y de educación
popular sobre agricultura urbana, de consumo consciente que es
algo más integral, no solo lo que me entra por la boca sino también
lo que me entra por los ojos, lo que escucho… de saber qué es lo
que estamos consumiendo y entender la procedencia de cada cosa
que nosotros estamos consumiendo… también está conectado con
la economía popular y con la economía solidaria, obviamente tiene
que estar todo relacionado porque en los saberes populares y callejeros
se trata de solucionar los problemas que plantea el mercado
con productos caros, contaminantes.

Tiene que ver con la política y participamos en proyectos que reciben
recursos de organizaciones o inclusive del mismo Estado, pero
estamos también aprendiendo a administrarlos, o sea cada recurso,
cada peso tiene un significado en este ejercicio.
Se está recuperando bosque nativo de acá en un espacio al lado del
Tunjuelito, en las casas de las personas que trabajan en la minga
urbana, al frente de las casas o en el salón comunal, allí en el Barrio
Estados Unidos. En Corabastos hay un geriátrico, ahí están unos
compañeros, inclusive los que trabajan como recicladores, los que
venden corotos, esas personas trabajan en ese ejercicio de agricultura
urbana y ellos trabajan también con niños en deportes…hacen
permacultura, ya han hecho unas buenas cosechas de cebolla y
papa en ese lugar. Así como se cultiva también se cambia la dieta,
porque en cambio es hacia adentro, es un ejercicio de exploración
de los sabores que no conocemos: el mercado nos acostumbró
a comer azúcar, sal y grasa, pero nosotros probamos todos los
sabores. Entonces, en las huertas tenemos amaranto que no es de
consumo habitual, es un alimento muy poderoso, desde las hojas
hasta las semillas; se está sembrando quinua y se hace el ejercicio
de economía solidaria: hacer compras colectivas y también el consumo
colectivo.
Otro ejercicio consiste en escoger un producto como el cacao; hacemos
el estudio acerca de lo que trae una pastilla de chocolate
comercial y lo que trae el cacao. Averiguamos cuánto pierde el cacao
en el proceso industrial y cómo nosotros podemos empezar a
producirlo saltándonos el proceso industrial. Cuando nos reunimos
alguien trae un molino y mientras hablamos se va tostando el cacao
y se va moliendo y luego se reparte entre todas las personas. El
grupo ya no consume chocolate Corona ni chocolate Luker, ni nada
de eso… consumimos cacao producido por nosotros mismos…
Entre los miembros del grupo hay diferentes tendencias: se encuentra
gente muy radical que deciden no producir ninguna basura: no
aceptan empaques plásticos en las tiendas, nada desechable, ni
lavan con detergentes…, por ejemplo en las mingas no se utiliza
CÍRCULOS DE PAZ-ES EN USME: Hacia una transformación generacional desde lo propio
299

jabón para lavar ollas, ni platos, ni nada, sino simplemente aserrín
con agua y eso funciona perfectamente para lavar la losa, así sea
una olla gigante tiznada también sirve, entonces, si hay una posibilidad
de hacerlo de una manera radical, aunque sea un camino
más largo, lo que se está buscando es un diálogo social, afectar el
territorio en ese sentido. Estamos en programas de política local,
de denuncia, de investigación, en un nuevo ejercicio del consumo.
Usamos recursos públicos, no tenemos por qué perder recursos
públicos en la localidad. Las relaciones con la institución obviamente
son ambiguas. Algunas personas van en busca de proyectos, pero
hacemos veeduría de esa política. Trabajamos en varias cosas con la
Alcaldía pero, obviamente, producimos nuestra prensa y no tenemos
ningún problema en denunciar lo que está pasando a nivel local o la
alta corrupción que hay en la ciudad… nosotros no nos callamos.
Esta es la casa de la comunicación de la Mesa Local de Comunicación,
que cuenta con veintitrés medios: son doce periódicos, tres páginas
de Internet, dos emisoras, dos productores de radio, dos canales
de televisión y dos productores de video. Tenemos prensa propia.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
300
Hay personas que ya están produciendo sus propios zapatos o
sea, producen sus sandalias con buenos diseños con caucho de
llantas… hay gente aquí que hace su propia ropa, en un proceso
de organización donde aprenden los unos de los otros... Llevamos
quinientos años de esclavos, nos demoraremos un poquito más no
importa, se trata de generar estrategias de liberación a partir de
la cotidianidad, y sin perder el sentido de todo el proceso global que
se está dando, o sea, se trata de un proceso de educación, viendo
que es lo que está pasando en el mundo.
Usando el enfoque de derechos están bombardeando Libia, o sea,
el discurso de los derechos, se volvió un discurso casi imperialista,
de ocupación. Con el mismo discurso se están vulnerando casi
todos los derechos, entonces no nos ha preocupado enfocarnos
hacia ese lado… tenemos nuestro propio sistema de defensa de
derechos humanos.

Mañana, primero de mayo, saldremos a la calle por el derecho a la
alimentación, por la defensa del territorio, por un territorio digno,
por una ciudad llena de árboles frutales, que usted pueda ir por la
calle y coger cualquier fruto, porque sembrar un millón de árboles
podría cambiar la cara de la ciudad y cambiar el problema de hambre
de la ciudad, inclusive sin tener que invertir un gran recurso
público, sin tener que estar exigiendo…
Estamos trabajando por la objeción de conciencia, tratando de evitar
que los jóvenes vayan a la guerra; no tanto por el derecho a
cualquier trabajo sino por el derecho al no- trabajo: el veinte por
ciento de los jóvenes están en desempleo y el subempleo es más,
mucho más alto que en la totalidad de la población. Pero lo que yo
quiero es un trabajo digno, y trabajo digno no hay.
Generar ejercicios de educación popular, un ejercicio organizativo
de mediano y largo plazo…, a la última Tingua fueron cerca de sesenta,
setenta personas. Esto no es una cosa para las universidades
ni para académicos que gustan separar el saber; nosotros
necesitamos es hacer, saber práctico…
Nosotros creemos más que todo en lo que nosotros podamos hacer.
Si miramos el plan de desarrollo de Santos: es una agresión
contra el campo, contra la tierra, favorece la inversión extranjera
en producción minera, precariza el trabajo de las personas… entonces,
uno no puede esperar mucho de ese plan de desarrollo,
ya nos dimos cuenta de que no es viable, hay pruebas de que no
funciona, tenemos los índices de desempleo más altos, propone
un saqueo de recursos ambientales. Hay que empezar a trabajar
ahorita. Hay que generar un proceso de comunicación, conectarnos
con las comunidades indígenas que están organizadas a nivel
nacional, de resistencia a nivel nacional. El trabajo hay que verlo de
una manera más grande. Las prioridades populares no están en el
Estado ni en los planes de desarrollo nacional ni en los del Distrito
que supuestamente son de izquierda, pero tampoco ha sido claro
en generar un desarrollo para las comunidades locales.
CÍRCULOS DE PAZ-ES EN USME: Hacia una transformación generacional desde lo propio
301

Prioridades? Primero proteger todos los recursos, porque la riqueza
de Colombia es una riqueza vulnerable, debemos evitar el ataque
a los páramos; luego, garantizar que las personas puedan comer…
no es un asunto difícil de resolver, es un problema de voluntad política.
Necesitamos una expedición botánica para lograr soberanía
alimentaria: el amaranto es un alimento, es mejor que la lechuga y
la semilla tiene un alto componente nutritivo que no necesita mucha
agua, puede estar como rastrojo en lugares secos... el hambre
de los niños se podría solucionar en dos, tres años… Llevamos cuarenta
años haciendo planes de desarrollo y no han solucionado
ese problema y de la misma forma, tenemos un analfabetismos del
nueve por ciento, la política no soluciona ningún problema. La educación
popular, por fuera de las aulas, para la gente que no puede ir
a la universidad porque tiene que trabajar, puede hacer pequeñas
cosas y solucionar grandes problemas.
Jóvenes y derechos en la acción colectiva
302

303

JÓVENES Y DERECHOS EN LA ACCIÓN COLECTIVA