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ENTREVISTA A ABRAHAM LOWENTHAL<br />

VENEZUELA, ECUADOR, BOLIVIA Y NICARAGUA “NO<br />

DEBERÍAN SER CAUSA DE UNA PROFUNDA PREOCUPACIÓN”<br />

Entrevista realizada por<br />

María Paz Andrada Krause y Santiago Alles,<br />

el lunes 26 de febrero de 2007.<br />

Abraham Lowenthal, profesor en University of Southern California y presidente emérito del Pacific<br />

Council on International Policy, es una figura de primer nivel en el mundo académico en el área de las<br />

Relaciones Internacionales. A mediados del año pasado, recibimos su visita en el Centro y hoy,<br />

transcurridos seis meses de su viaje a Buenos Aires, tuvimos la oportunidad de consultarlo sobre el<br />

panorama actual de las relaciones hemisféricas.<br />

Abraham Lowenthal, quien también es autor o coautor de numerosos libros, entre los que cabe<br />

mencionar Exporting Democracy: The United States and Latin America, Constructing Democratic Governance<br />

(junto a Jorge I. Domínguez) y Latin America in a New World (junto a Gregory F. Treverton), es un<br />

informado y agudo observador de las relaciones entre los Estados Unidos y América Latina, motivo<br />

por el cual sus palabras son una referencia obligada.<br />

En los últimos tiempos, muchos hablan de un giro a la izquierda, estimulados por las<br />

recientes victorias presidenciales de Chávez, Ortega y Correa. Otros por el contrario,<br />

prefieren matizar esta idea y resaltar las diferencias entre “las izquierdas”. ¿Cómo analiza<br />

la situación política actual en América Latina?<br />

Es verdad que los líderes políticos de varios países de América Latina provienen de sectores de las<br />

izquierdas de los años ’70. Lula en Brasil, Michelle Bachelet en Chile, Tabaré Vázquez en Uruguay,<br />

Néstor Kirchner en Argentina, Leonel Fernández en la República Dominicana, son algunos<br />

ejemplos. Pero estos líderes hoy en día tienen muy poco en común con la “izquierda” internacional<br />

de la época de la Guerra Fría. Ellos no minimizan las “democracias burguesas”, más bien defienden<br />

los gobiernos democráticos efectivos, las elecciones libres, el sistema de controles y balances del<br />

poder, los Derechos Humanos y el Estado de derecho. Ellos no favorecen al “socialismo” o a las<br />

economías planificadas centralizadas, más bien promueven un capitalismo de mercado libre con un<br />

lado humanista. Ellos no apoyan un Estado que ejerza un importante rol en la economía ni<br />

engrandecen los emprendimientos públicos, más bien buscan que el Estado sea eficiente y eficaz,<br />

concentrándose en la educación y otros bienes públicos. Ellos no se muestran a favor de políticas<br />

económicas inflacionarias y de gasto deficitario pero son, la mayoría de ellos, bastante prudentes en<br />

términos fiscales, mucho más que los líderes políticos de los Estados Unidos. A su vez, ellos no<br />

están alineados con un competidor global de los Estados Unidos o que se encuentre en oposición a<br />

1


Washington, más bien se muestran pragmáticos a la hora de cooperar con los Estados Unidos en<br />

una serie de temas, sin llegar a ser “Estados-clientes” o aliados automáticos.<br />

Por otro lado, los gobiernos de Hugo Chávez en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador, Evo<br />

Morales en Bolivia y Daniel Ortega en Nicaragua utilizan, en mayor o menor grado, una oposición<br />

retórica estridente a las economías neoliberales, al orden económico internacional dominante y al<br />

predominio de los Estados Unidos. Pero, difieren en forma considerable entre ellos. Chávez es<br />

realmente una persona más narcisista que marxista. Posee recursos petroleros impresionantes, con<br />

lo cual puede comprar influencias y alianzas que lo convierten, al menos por ahora, en un jugador<br />

internacional, pero su influencia regional, particularmente en los países más importantes, no está<br />

creciendo y su retórica extravagante y su intervencionismo descarado ha fracasado. En tanto,<br />

Morales se encuentra atrapado entre la lógica de los mercados energéticos y el poder indígena, por<br />

el cual parece estar siendo meneado sin mucho sentido. Mientras tanto, Correa es un político<br />

nuevo, que cuenta con poco apoyo en el Congreso y en otras instituciones nacionales políticas, no<br />

obstante lo cual está tratando de adquirir poder aunque sin muchas bases sólidas. Finalmente,<br />

Ortega representa un retroceso a los años 70: busca asegurarse el apoyo de Chávez sin entrar en<br />

dificultades con los Estados Unidos, el principal mercado importador y fuente de remesas e<br />

inversiones; esto es un acto de equilibrio difícil. Todos estos regímenes son débiles y enfrentan<br />

grandes dificultades para resultar exitosos. Ellos no deberían ser causa de una profunda<br />

preocupación en América del Sur o en los Estados Unidos.<br />

Usted ha observado que no se puede plantear la relación en bloque, sino que es importante<br />

distinguir al menos siete regiones: México, Centroamérica, el Caribe, Brasil, Chile, el resto<br />

de los países del MERCOSUR y los países Andinos. ¿Por qué hace de México, Brasil y<br />

Chile casos únicos?<br />

Es importante desagregar a América Latina, especialmente en lo que respecta a la política de los<br />

Estados Unidos, y pensar en países principales y en sub-regiones.<br />

México es único por su extraordinario nivel de interdependencia comercial, financiera, demográfica<br />

y social con los Estados Unidos: representa el 90 % de sus exportaciones, es el lugar de trabajo para<br />

una quinta parte de su fuerza laboral, y fuente de 25.000 millones de dólares en remesas, con un<br />

enorme influencia cotidiana. Este país comparte con América Latina su idioma, cultura e historia,<br />

pero cada vez más se orienta hacia América del Norte.<br />

Brasil es único porque es un país enorme, con una economía importante y dinámica, con una<br />

influencia y presencia internacional y diplomática en crecimiento, y más aún un Estado sólido y<br />

exitoso, así como sus instituciones no-gubernamentales, lo cual ofrece un grado de previsibilidad<br />

sin precedentes que favorecerá a acelerar su progreso e influencia en los años venideros.<br />

Chile es un país relativamente pequeño, pero ejerce a nivel internacional un considerable soft power, a<br />

partir de la fortaleza de sus instituciones políticas y económicas, su extraordinario nivel de consenso<br />

y cohesión nacional, y su grado de previsibilidad extraordinario que permite a las empresas, el<br />

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Estado y los ciudadanos tomar decisiones de largo plazo. Además, se encuentra mucho más<br />

integrada a la economía internacional que cualquier otro país de América Latina. Chile podrá<br />

presentarse como un modelo para América Latino o como una excepción de la tendencia regional;<br />

esto depende en gran medida de cómo las otras naciones se desarrollan en los próximos años y en<br />

particular cómo logran construir instituciones fuertes.<br />

Hablemos un poco de México. Las elecciones presidenciales de 2006 fueron muy<br />

conflictivas, donde uno de los principales contendientes se negó a reconocer los resultados.<br />

¿Qué efectos tendrá sobre el gobierno de Calderón? ¿Cree que esto afectará la confianza en la<br />

democracia mexicana?<br />

Creo que el gobierno de Felipe Calderón ha superado la crisis causada por la negativa de Andrés<br />

Manuel López Obrador a reconocer los resultados electorales oficiales y la confianza pública en la<br />

democracia mexicana supera considerablemente el apoyo popular hacia López Obrador y sus<br />

reclamos. El futuro del gobierno de Calderón y la legitimidad de la democracia en México<br />

dependerá no tanto del desafío que podría significar López Obrador, sino de que Calderón sea<br />

capaz de construir y sostener una coalición política, necesaria para llevar adelante el proceso del<br />

armado presupuestario, reformar los sectores clave de la economía, incluyendo el de energía y de las<br />

telecomunicaciones, intensificar la gobernabilidad y accountability, mejorar la seguridad pública y<br />

reducir los índices del crimen, y alcanzar acuerdos significativos con los Estados Unidos en temas<br />

de migración. Todos estos son cuestiones difíciles pero no imposibles, pero podrán resultar más<br />

difíciles si se da una contracción económica a nivel internacional.<br />

A partir del 8 de marzo, el presidente George W. Bush visitará cinco países<br />

latinoamericanos: México, Guatemala, Colombia, Brasil y Uruguay. ¿Qué expectativas<br />

tiene Washington de esta gira? ¿Cómo ve la relación EEUU – América Latina, hoy?<br />

En diciembre de 1994, cuando todavía estaba fresca la resonante derrota de las elecciones<br />

legislativas de mitad de período y frente a un ataque importante, Bill Clinton concentró sus energías<br />

en la primera “Cumbre de las Américas” en Miami, con el fin de ganar nuevamente de manera<br />

desesperada el aura del liderazgo presidencial en temas internacionales, que no representaban<br />

importantes riesgos o costos. Los presidentes y primeros ministros de América Latina de ese<br />

momento estaban listos para aceptar la visión de FTAA de los Estados Unidos. Comunicados y<br />

acuerdos fueron esbozados y anunciados, la gran visión del Tratado de Libre de Comercio de<br />

América se proclamó para 2005, pero en concreto muy poco sucedió dado que ni los Estados<br />

Unidos ni la mayor parte de los países latinoamericanos estaban preparados para confrontar<br />

fuertemente los intereses domésticos para promover la integración hemisférica.<br />

En 2007, con la valoración de la aprobación doméstica azotada, habiendo perdido el control del<br />

Congreso y con una guerra desastrosa entre sus manos, el presidente George W. Bush también<br />

buscó la oportunidad de liderar en temas y relaciones que presentaran un relativamente bajo nivel<br />

de controversia. Pero, la aventura resultará mínima en términos sustantivos, en Washington, a lo<br />

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largo de los Estados Unidos y en América Latina. Se sucederán oportunidades fugaces y tal vez<br />

algunos acuerdos limitados en cuestiones tales como etanol, pero no avances en nuevas e<br />

importantes iniciativas.<br />

¿Cuáles son los temas centrales de la Agenda en la relación de América Latina con<br />

Washington? Ante un eventual gobierno demócrata, ¿qué cambios cree que sufrirá la<br />

Agenda?<br />

Los principales temas en lo que respecta a las relaciones contemporáneas entre los Estados Unidos<br />

son básicamente bilaterales y en gran medida mundanos: en muchos casos de tipo comercial y<br />

financiero; en algunos, lucha contra el narcotráfico y el crimen; referidas a migración y a otros<br />

temas relacionados con México y los países de América Central y el Caribe; una agenda positiva<br />

para una potencial cooperación en temas de seguridad energética y de protección del medio<br />

ambiente, en algunos casos. Estas cuestiones no forman parte, en gran medida, de los debates<br />

partidarios en los Estados Unidos. Por eso, un cambio en la Administración en Washington no<br />

generará cambios radicales en la agenda. Un gobierno norteamericano que sea exitoso en el<br />

reestablecimiento de una diplomacia multilateral y respetuosa como característica principal del<br />

comportamiento de los Estados Unidos resultará mucho más exitosa a la hora de construir una<br />

cooperación regional en una variedad de temas. Uno puede desear que la próxima Administración,<br />

proveniente de cualquiera de los partidos, sea capaz de reconstruir el soft power de los Estados<br />

Unidos mediante una mayor atención, consultas bien intencionadas, acercamientos más<br />

cooperativos y un mayor respeto por las normas internacionales, el Derecho Internacional y la<br />

opinión pública internacional. Los mejores resultados de las visitas realizadas por el presidente Bush<br />

podrían ser una señal que se estaría yendo en esa dirección, aunque eso podría ser esperar<br />

demasiado.<br />

Para terminar, hablemos de la Argentina. El año pasado regresó a nuestro país tras 10 años<br />

de ausencia. ¿Qué imagen se llevó de sus <strong>entrevista</strong>s? ¿Cuáles fueron los cambios más<br />

significativos?<br />

Personalmente no considero estar bien informado sobre la Argentina, que jamás ha sido el foco de<br />

mis trabajos de investigación. Sin embargo, en los meses de mayo y junio de 2006, llevé adelante<br />

<strong>entrevista</strong>s con diversos líderes de Argentina, preguntándoles sobre cómo el país había cambiado en<br />

los últimos 15 años. Mi esposa y yo realizamos <strong>entrevista</strong>s similares el año paso en Brasil, Chile y<br />

Perú.<br />

Lo que nos sorprendió al comparar los resultados de nuestras <strong>entrevista</strong>s realizadas en esos países,<br />

en donde los patrones de respuestas fueron obvios, fue que en Argentina las interpretaciones de los<br />

últimos años, de las condiciones actuales y de las perspectivas a mediano plazo fueron en gran<br />

medida debatidas.<br />

Para algunos, los últimos 15 años fueron desastrosos: hiperinflación, hiper-devaluación, profunda<br />

depresión y hiper-default de las obligaciones internacionales. También, por el empobrecimiento de la<br />

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clase media, la profundización de las desigualdades, un importante deterioro de las instituciones<br />

políticas y de la accountability democrática; así como la existencia de políticas inestables y de mediano<br />

plazo, el errático y volátil cambio de las “reglas de juego”, en donde muchos de los sectores actúan<br />

buscando alcanzar sus intereses inmediatos y de corto plazo a expensas de otros, destrozando la<br />

confianza para la búsqueda de consensos y el fuerte deseo de compromiso.<br />

Otros, en cambio, reconocieron que los últimos 15 años habían sido estresantes, pero apuntaron<br />

que se había generado un fuerte consenso nacional sobre las elecciones libres y justas como único<br />

sistema legitimo para la elección del liderazgo nacional. También, en mantener fuera del poder y de<br />

la política a las Fuerzas Armadas, en proteger los Derechos Humanos y no volver a permitir jamás<br />

los asesinatos, torturas, secuestros y los “desaparecidos”, en lo inaceptable del alto nivel de<br />

corrupción, en la solidaridad social, y en la necesidad de crear una red de seguridad para todos. A su<br />

vez, mencionaron en líneas generales las políticas macroeconómicas, al menos para excluir la<br />

hiperinflación y de esa manera llevar adelante un compromiso en temas fiscales, una flexibilidad en<br />

el cambio y promoción a la exportación. También, en líneas generales rescataron la política exterior,<br />

con compromisos del significado histórico de las relaciones pacíficas con Brasil y Chile y una<br />

tendencia a buscar relaciones positivas con los Estados Unidos. Finalmente, también resaltaron que<br />

por debajo de las turbulencias superficiales, la economía argentina, y su inserción en la economía<br />

global, se había perfilado hacia un sector exportador mucho más competitivo y diverso.<br />

No estoy seguro cuál de las dos visiones sobre la Argentina es la más acertada, o en qué medida<br />

ambos puntos de vista presentan elementos de verdad, pero mi impresión general es que existen en<br />

el país muchas cuestiones claves que todavía no se han resuelto y que esto en gran medida<br />

dependerá del compromiso y la capacidad, de los diferentes sectores, en fortalecer las instituciones<br />

y construir una cultura de construcción de consensos en un país en donde estos valores han sido<br />

débiles durante mucho tiempo.<br />

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