AGC_Espanoles_campos_nazis_Catal
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de algún piojo (nada raro en tales condiciones de hacinamiento<br />
y precariedad) podía acarrear castigos severos.<br />
Teóricamente era (como el rapado de cualquier<br />
vello corporal) una medida contra la proliferación de<br />
parásitos y enfermedades, pero venía a subrayar la negación<br />
de cualquier intimidad. El autor de esta obra,<br />
escultor, llegó al campo de Mauthausen en la primera<br />
expedición de españoles y había sido inscrito como de<br />
oficio “tallista en madera” (Holzbildhauer). Aunque también<br />
trabajó en la cantera, en determinado momento<br />
pasó a la carpintería y consta que se le encomendaron<br />
trabajos privados para personal SS del campo.<br />
Se muestran también dos grabados de cuya autoría<br />
poco nos indica la firma (“García” parece leerse en<br />
ella). Uno de ellos reproduce una conocida fotografía<br />
correspondiente al campo de Mauthausen donde<br />
podía verse a los presos españoles en el trabajo en el<br />
año 1941-1942. El segundo grabado parece abordar<br />
el tema de la solidaridad y nos sitúa en un escenario<br />
reconocible: la entrada que da acceso al llamado patio<br />
de los garajes en Mauthausen. dos presos avanzan a<br />
duras penas, uno visiblemente exhausto y apoyado en<br />
el otro, que prácticamente le lleva a cuestas. Como<br />
contrapunto entra en la escena, por el pórtico presidido<br />
por el águila nazi, un oficial de la SS con paso firme<br />
y decidido.<br />
Por último, encontramos un dibujo que lleva por firma<br />
“Díaz” y que también retoma una conocida fotografía<br />
donde aparece un preso famélico en los momentos<br />
de la liberación de Mauthausen.<br />
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