Algo habrá hecho - cceba
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14 MU OCTUBRE 2009<br />
La prisión<br />
del plan<br />
social<br />
LOS MOVIMIENTOS SOCIALES SEGÚN RAÚL ZIBECHI<br />
Zibechi viajó a Buenos Aires para ofrecer un seminario en Mu.Punto de Encuentro sobre<br />
el tema que está investigando y que lo lleva a recorrer Latinoamérica “desde abajo”.<br />
La hipótesis de este uruguayo, que se resiste a<br />
definirse como periodista o intelectual, es que<br />
los movimientos sociales ganaron. El ciclo de<br />
luchas de 97 a 2002 impuso la agenda de los<br />
gobiernos progresistas latinoamericanos y hasta<br />
sus modales. Ahora, el desafío son las nuevas<br />
prisiones con las que intentan domesticarlos.<br />
Planes sociales, educación popular y militantes<br />
convertidos en funcionarios forman parte<br />
del menú que el Estado les ofrece a cambio<br />
de que “no molesten” al modelo neoliberal. Su<br />
apuesta es a los más jóvenes, víctimas preferenciales<br />
de los mecanismos de control territorial.<br />
El rol de las oenegés y los profesionales<br />
que trabajan gracias a la pobreza. La diferencia<br />
entre los discursos y las prácticas. Y otras delicias<br />
del Estado progre.<br />
hernán cardinale<br />
oma el mate, enciende un cigarrillo<br />
y apaga el fósforo, pe-<br />
T<br />
ro deja prendida la mecha de<br />
una idea: “Las organizaciones<br />
sociales que jugaron un papel<br />
fundamental en el ciclo de luchas que<br />
fue del 97 a 2002, claves en la caída del<br />
gobierno de De la Rúa, son ahora engranajes<br />
de los planes sociales, o sea, de la<br />
dominación y la domesticación social”.<br />
Puede observarse que este uruguayo sereno<br />
y profundo no compite por el trofeo<br />
sobre cómo ganar amigos, o al menos no<br />
hace demagogia hacia movimientos sociales<br />
y piqueteros a los que viene acompañando<br />
por décadas. Sus trabajos han sido<br />
plasmados en libros desde Genealogía de la<br />
revuelta hasta el recientemente reeditado<br />
Territorios en resistencia, cartografía política<br />
de las periferias urbanas latinoamericanas,<br />
que ya agotó su primera edición.<br />
Cada uno de sus periódicos regresos a<br />
Buenos Aires suele significar la apertura<br />
de nuevas ideas, polémicas e hipótesis<br />
que plantea bajo una aclaración: “Más<br />
allá de juzgar, creo que lo importante es<br />
describir tendencias y lógicas que permitan<br />
comprender lo que está pasando”. En<br />
vista del actual panorama intelectual porteño,<br />
es una suerte que el Buquebús funcione<br />
más o menos a horario.<br />
Zibechi trabaja en el semanario Brecha<br />
de Montevideo, es analista de política latinoamericana,<br />
sus columnas de análisis sobre<br />
política latinoamericana e internacional<br />
circulan por medios de todo el<br />
continente pero, más aún, es un investigador<br />
permanente de ciertas geografías: ese<br />
extraño territorio llamado “realidad”, las<br />
fronteras entre las sociedades y el poder,<br />
los flujos de acciones que las personas y<br />
grupos sociales van elaborando para lograr<br />
una especie de hazaña moderna: hacer<br />
su vida.<br />
Como trabaja, estudia, se mueve y conoce<br />
de modo personal aquello de lo que<br />
habla, Zibechi es lo contrario de un opinólogo<br />
(oficio propio de algunos taxistas y,<br />
de modo más patético, de empresas periodísticas).<br />
¿Qué es entonces Zibechi? Su primera<br />
respuesta a semejante consulta es<br />
asombrosa, y tal vez sabia: “No sé qué<br />
soy”. Mira el techo: “Periodista no. Sólo<br />
trabajo como periodista. Y tampoco me<br />
siento militante. No me siento un intelectual.<br />
Una amiga que es María Esther Giglio<br />
dice que el periodismo es un mar de<br />
conocimiento de un centímetro de profundidad.<br />
Creo que es una linda definición<br />
con la que no me siento para nada identificado.<br />
Pero bueno, no me siento como los<br />
periodistas. Ni me siento con los periodistas.<br />
No sé qué es lo que soy. Puedo ser un<br />
activista. O un colaborador. La imagen<br />
que los teólogos de la liberación han fraguado<br />
me gusta: acompañar. Acompañar<br />
a la gente y a los movimientos”.<br />
La nueva clase media<br />
¿<br />
Por qué planteás que los movimientos<br />
sociales están en una prisión?<br />
El punto de partida puede ser pensar<br />
que los movimientos sociales triunfaron<br />
en varios sentidos. Consiguieron<br />
deslegitimar la fase privatizadora del<br />
modelo neoliberal, la de Menem. Ese tipo<br />
de gobierno, como pudo ser el de<br />
Sánchez de Losada en Bolivia, o Cardozo<br />
en Brasil ya no corre más. Triunfaron<br />
también porque la agenda de los Estados,<br />
en gran medida, ha sido marcada<br />
por los temas planteados por los movimientos.<br />
En un sentido más sutil y menos<br />
visible, triunfaron frente a los mecanismos<br />
que había creado el Estado<br />
para neutralizar a los movimientos: la<br />
represión y, en el caso argentino, los<br />
punteros.<br />
¿De qué modo?<br />
El mecanismo “municipio-punterosmanzaneras”<br />
fue desbordado por la<br />
oleada piquetera, principalmente, las<br />
fábricas recuperadas y asambleas del<br />
97-2002. No tomaron el poder ni hicieron<br />
la revolución, pero desarticularon<br />
por arriba y por abajo los modos de la<br />
dominación. Entonces los que gobiernan<br />
posteriormente a esa etapa neoliberal,<br />
no pueden pasar por alto ese<br />
triunfo de los movimientos. Y tienen<br />
que reconstituir unos nuevos modales<br />
de gobernar. A nivel de políticas generales<br />
se inicia una etapa de acumulación,<br />
que ya no son las privatizaciones,<br />
como en tiempos menemistas, sino la<br />
apropiación de la vida: minería a cielo<br />
abierto, el complejo soja, caña, palma,<br />
celulosa, forestación. A nivel micro lo<br />
que hicieron fue zurcir la herida generada<br />
al clientelismo punteril. Entonces<br />
aparece una nueva dinámica, la de los<br />
planes sociales, que intenta con éxito<br />
asumir el triunfo de los movimientos<br />
que ya no pueden ser detenidos con represión<br />
ni con punteros, y se ensayan<br />
otras formas de dominación. En esas<br />
formas, los movimientos que protagonizaron<br />
este período juegan un papel<br />
fundamental.<br />
Me perdí: ¿un papel de dominación?<br />
Claro, porque ¿dónde hay que reconstruir<br />
la dominación? En los territorios<br />
periféricos, de resistencia, empobrecidos.<br />
Allí los pobres habían construido<br />
movimientos sociales, que ahora son<br />
trabajados desde el poder para convertirlos<br />
en un engranaje de planes sociales.<br />
Esto quiere decir que el poder (el<br />
Banco Mundial, los gobiernos progresistas,<br />
los ministerios de desarrollo social)<br />
supieron leer esta realidad. Y así<br />
reacomodaron las nuevas formas de<br />
dominación. Insisto: las organizaciones<br />
que jugaron un papel fundamental en<br />
el ciclo 97-2002 claves en la caída del<br />
gobierno de De la Rúa son ahora engranajes<br />
de los planes sociales, o sea, de la<br />
dominación.<br />
Pero estamos hablando de grupos que siguen<br />
reivindicando su intención de transformación<br />
social...<br />
Esto no es nuevo. Los sindicatos creados<br />
en las últimas décadas del siglo 19<br />
hasta los años 30, fueron duramente reprimidos.<br />
Pero ya en los años cuarenta<br />
fueron engranajes de la dominación. Y<br />
las luchas posteriores, tanto la resistencia<br />
peronista del 55 o las Coordinadoras<br />
Interfabriles en los 70, tuvieron que<br />
pasar por encima de las burocracias<br />
sindicales. Y en el Cordobazo, donde algunas<br />
dirigencias jugaron con los trabajadores,<br />
que recuperaron sindicatos para<br />
convertirlos en herramientas para su<br />
lucha. Pero además, el ciclo piquetero<br />
se inicia fuera y contra los sindicatos.<br />
Entonces no es la primera vez que pasa<br />
que quienes jugaron papeles importantísimos<br />
en la organización y lucha popular<br />
pasan a convertirse en engranajes<br />
del sistema.<br />
¿Todos?<br />
No. Hay organizaciones que se resisten<br />
a esto. Pero los grupos que se resisten<br />
(ciertos mtd, el Frente Darío Santillán<br />
y algunos otros), son hoy una pequeña<br />
porción del enorme mundo piquetero.<br />
Uno puede decir “sí, es mejor que en<br />
estos planes participe el movimiento<br />
piquetero, antes de que quede en manos<br />
del ministerio”. Pero en realidad es<br />
al revés: para los gobiernos las organizaciones<br />
son claves en la ejecución de<br />
las políticas sociales. Entonces las luchas<br />
por cuotas de poder o reparto, terminan<br />
siendo luchas sobre quién domestica,<br />
salvo para una minoría de<br />
grupos que tratan de dar vuelta los planes,<br />
no subordinarse. Pero son minoría.<br />
Pero los movimientos no se perciben como<br />
engranajes del sistema, sino como un aporte.<br />
Y dicen: “Mejor que lo hagamos nosotros”.<br />
Ése es el discurso de los dirigentes que,<br />
como pasó en el sindicalismo burocrático,<br />
utilizan muchas veces a las organizaciones<br />
sociales como escaleras de ascenso<br />
social. Cuando se le da un cargo a un<br />
dirigente social no se le da al movimiento.<br />
Los que juegan un papel destacado<br />
en el reparto de planes son un pequeño<br />
núcleo. Lo que se está creando es probablemente<br />
–entre comillas– una “nueva