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El Rey Luis fué atraído á Italia por la ambición<br />

de los venecianos que querían, por medio de su llegada,<br />

ganar la mitad del Estado de Lombardía.<br />

No intento afear este paso del Rey, ni su resolución<br />

sobre este particular; porque queriendo empezar á<br />

poner el pie en Italia, no teniendo en ella amigos,<br />

y aun viendo cerradas todas las puertas á causa de<br />

los estragos que allí había hecho el Rey Carlos VIII,<br />

se veía forzado á respetar los únicos aliados que pudiera<br />

haber allí (44) ; y su plan hubiera tenido un<br />

completo acierto, si él no hubiera cometido falta<br />

ninguna en las demás operaciones. Luego que hubo<br />

conquistado pues la Lombardía, volvió á ganar repentinamente<br />

en Italia la consideración que Carlos<br />

había hecho perder en ella á las armas francesas.<br />

Génova cedió; se hicieron amigos suyos los florentinos;<br />

el Marqués de Mantua, el Duque de Ferrara,<br />

Bentivoglio (Príncipe de Bolonia), el señor de<br />

Forli, los de Pézaro, Rímini, Camerino, Piombino,<br />

los Luqueses, Pisanos, Sieneses, todos, en una pa-<br />

(44) Me era mucho más fácil comprar á los genoveses,<br />

que, por especulación fiscal, me dieron entrada en Italia.<br />

G.<br />

ternas moliri, arma procul habere. [Tác.. Ann. 6]. Así obraban<br />

los romanos para conservar las riquezas y libertad de la Italia,<br />

porque si los extranjeros hubieran puesto el pie en ella, hubieran<br />

podido valerse de las armas y riquezas del país; lo cual hubiera<br />

debilitado á los romanos. Por esto Aníbal decía á Antioco que no<br />

era posible vencerlos mas que en Italia.<br />

labra, salieron á recibirle para solicitar su amistad<br />

(45). Los venecianos debieron reconocer entonces<br />

la imprudencia de la resolución que ellos habían<br />

tomado, únicamente para adquirir dos territorios<br />

de la provincia lombarda; é hicieron al Rey<br />

dueño de los dos tercios de la Italia (46).<br />

Que cada uno ahora comprenda con cuán poca<br />

dificultad podía Luis XII, si hubiera seguido las reglas<br />

de que acabamos de hablar, conservar su reputación<br />

en Italia, y tener seguros y bien defendidos<br />

á cuantos amigos se había hecho él allí. Siendo numerosos<br />

estos, débiles por otra parte, y temiendo<br />

el uno al Papa, y el otro á los venecianos, se veían<br />

siempre en la precisión de permanecer con él; y<br />

por medio de ellos le era p o s i b l e contener fácilmente<br />

lo que había de más poderoso en toda la Península<br />

(47). , , ,<br />

Pero apenas llegó el Rey á Milán, cuando obro<br />

de un modo contrario, supuesto que ayudó al Papa<br />

(+5) He sabido proporcionarme ya el mismo honor, y no<br />

haré ciertamente las mismas faltas. G.<br />

(46) Los lombardos á quienes aparenté dar la Valtelina<br />

el Bergamasco, Mantuano, Bresaano, e.., -<br />

les la manía republicana, me hicieron<br />

Dueño una vez de su territorio, tendre bien pronto lo<br />

tante de la Italia. G.<br />

(47) No tendré necesidad de ellos p a r a conseguir esta<br />

ventaja. G.

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