ganaderia

CLÁSICOS GANADEROS EN LAS VENTAS
El tipo característico de Coquilla en este toro de Sánchez-Arjona fotografiado en la dehesa “El Collado”.
Los coquillas de
Sánchez-Arjona
La dehesa salmantina “El Collado” es uno de los poquísimos enclaves donde se conserva en pureza la casta
Coquilla. Su propietario es Javier Sánchez-Arjona, perteneciente por vía materna a la familia Sánchez Fabrés,
de cuya vacada también procede ésta. Animales de expresión viva, con alma brava, finos y cortos de pitones,
rasgos que acreditan la identidad de su estirpe. La trayectoria de la ganadería ha estado marcada por sus reiterados
éxitos en la lidia de novilladas, festejos donde se juegan la totalidad de sus camadas. En el contexto
actual, sus características morfológicas chocan con la fanática exigencia del toro mastodóntico y, por otro lado,
su temperamento no encaja con la obsesiva fijación de los toreros por lo previsible y facilón. Como otras ganaderías
que soportan este fuego cruzado, Coquilla de Sánchez Arjona se vio obligada a reducir sus efectivos
al mínimo. Sobrevive gracias a la voluntad casi heroica de sus propietarios por mantener una casta que, si le
dieran opción, podría enriquecer notablemente la monótona tauromaquia actual.
Texto: Joaquín López del Ramo
Fotografías: Joaquín López del Ramo,
Manuel Durán, Martín y Sánchez Vigil
Justo Sánchez Tabernero, patriarca
de la familia Sánchez Fabrés y
abuelo de Javier Sánchez Arjona, era
dueño de numerosas y ricas dehesas
en la provincia de Salamanca. Allá por
los años 20 arrendó una de ellas, “Aldeanueva
de Campomojado”, a Francisco
Sánchez y Sánchez, el famosísimo
Paco Coquilla, y de esta forma indirecta
empezó su relación con el toro
bravo.
Coquilla se colocó en la cúspide de la
cabaña brava gracias a la extraordinaria
selección que hizo con las reses compradas
a Santa Coloma y Albaserrada,
llegando a crear un arquetipo personal,
un toro serio, parejo, fino y armónico,
de carácter noble y vibrante a la vez.
Paradigma de esta casta fue la gran corrida
lidiada en Madrid el 25 de julio de
1926 por Marcial Lalanda, Villalta y
Martín Agüero, en la que saltaron va-
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ios toros de bandera, como Diablito,
Tramillero y Sultán. En los ruedos, todo
eran éxitos, pero a comienzos de los
años 30, el famosísimo don Paco empezó
a sufrir dificultades económicas, y
como tenía muchos animales pero escasas
propiedades agropecuarias, primero
se vio obligado a aplazar el pago
de los arrendamientos, y al final no
tuvo más remedio que desprenderse de
la ganadería.
Al ser una divisa cotizadísima en el
mercado taurino, Coquilla ofreció un
lote de vacas bravas en pago a sus deudas
a Justo Sánchez Tabernero. Tras
consultarlo con sus hijos varones, Manuel,
Rafael y Alfonso Sánchez Fabrés,
don Justo dio el visto bueno a la operación.
De los tres hermanos, Alfonso
era el que realmente tenía afición, por
lo que se acordó que él llevara la ganadería,
equivalente más o menos a la
cuarta parte de la de Coquilla. Esto
ocurrió en 1934, año en que dio comienzo
la brillantísima trayectoria de
la divisa de Sánchez Fabrés, que ya
analizamos en un número anterior de
Taurodelta.
GARANTÍA DE ORIGEN
En 1941 se produjo el reparto patrimonial
entre los hermanos Sánchez Fabrés,
quedando Alfonso como propietario
único de la ganadería. En 1944,
don Jesús Sánchez-Arjona y Velasco,
esposo de Paz Sánchez Fabrés, se decidió
a formar una vacada propia, para lo
cual adquirió en sucesivos lotes casi un
centenar de vacas y varios toros de simiente
a su cuñado Alfonso Sánchez
Fabrés. Desde sus inicios como criador,
los coquillas de don Jesús acreditaron
un comportamiento acorde con su
magnífica genealogía, pues no desvirtuó
en absoluto las hechuras y el estilo
de embestida que traían en sus genes,
sino al contrario.
El primer festejo picado de Sánchez-
Arjona fue una novillada que se lidió en
la plaza de Santander el 25 de julio de
1950 a cargo de Chaves Flores, Jerónimo
Pimentel y Joselito Álvarez. Y aunque
en esta etapa inicial lidió básicamente
novilladas, la ganadería también
se anunció en algunas corridas de
toros, siendo la primera de ellas celebrada
en Calatayud el 9 de septiembre
de 1951, con una terna compuesta por
Martorell, que corto dos orejas, Calerito
y Julio Aparicio, que se llevó cuatro
orejas y un rabo.
El bravísimo Sultán, lidiado en Madrid el 25 de julio de 1926 en una corrida histórica de Francisco
Coquilla. Trapío clásico. Nada que ver con el mastodonte “torista”.
Don Jesús se presentó en Las Ventas
casi de rebote, con un ejemplar que salió
como sobrero de un sustituto en una
novillada de Valverde el 24 de mayo de
1951. Se llamó Lebrero, fue serio y cuajado,
y Areva lo calificó en la revista El
Ruedo como animal de bandera, detallando
que “peleó en tres varas con coraje,
pasando a la muleta bravo y dócil”.
El debut oficial en nuestra plaza, unido
a la adquisición de antigüedad, se produjo
el 12 de abril de 1952, con la lidia
de cinco novillos que estoquearon Navarrito,
Manuel Blázquez y Joselito Torres.
En este festejo destacaron tres
ejemplares que mostraron matices de
juego diferentes: el extraordinario y
completo tercero, de nombre Soberbio,
el bravo y temperamental Pegajoso, que
hizo cuarto, y el quinto, Olvidado, por
su gran nobleza.
Tras la lidia irrelevante de un novillo
sobrero el 22 marzo 1953, la ganadería
volvió a anunciarse en Las Ventas el 25
de julio de 1954 con otro lote de utreros,
a los que se enfrentaron Manolo
Cascales, Miguel Montenegro y Madrileñito.
Aquél día hubo cara y cruz,
pues si bien el tercero fue condenado a
banderillas negras y algunos tuvieron genio,
salieron muy bravos y nobles el segundo
y el quinto, Ajustador y Puntillero,
cuyos arrastres se premiaron con sendas
ovaciones. El 16 de octubre de
1955 se lidiaron en Madrid dos novillos
más de este hierro, que entraron como
sustitutos de otro encierro. Uno fue
aceptable, y el otro dio, Pichón, sexto de
la tarde, dioun juego superior en todos
los tercios, correspondiendo a Morenito
de Talavera II.
La divisa de “El Collado” trajo otra
corrida de novillos a la Monumental
madrileña el 10 de agosto de 1958,
cuya lidia corrió a cargo de Chicuelo
III, Sergio Flores y Luis Alfonso Garcés.
El juego de los coquillas volvió a
ser algo desigual, pues junto a un primero
condenado a banderillas negras,
hubo otros astados excelentes, como
el segundo y el sexto, Polvorín, al que
Garcés cortó una oreja tras una faena
de elegante clase.
El 15 de octubre de 1961, Luis Alviz,
Paco Raigón y John Fulton fueron los
encargados de despachar la primera novillada
lidiada por los hermanos Fernando
y Javier Sánchez-Arjona en Madrid
tras el fallecimiento de su padre,
ocurrido ese mismo año. Aquella tarde
prevaleció en los astados un genio algo
molesto para los toreros.
Mucho mejor fue la novillada del 21
de julio de 1963, que embistió con codicia
y nobleza, propiciando el éxito de
los tres matadores: José Luis Barrero, que
dio la vuelta en el primero, de nombre
Rifeño, y cortó la oreja de Tomatero, el
cuarto; Currito, al que tocó el primer lugar
el excelente Luminoso, y Juan Calleja,
que también dio la vuelta tras la
muerte del sexto, llamado Escudero. En
conjunto, fue sin duda el éxito más importante
de la ganadería en la Monu-
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CLÁSICOS GANADEROS EN LAS VENTAS
El novillo Soberbio, lidiado el 12 de abril de 1952 en el debut oficial de la ganadería de Sánchez Arjona en Madrid. Dio un juego extraordinario.
mental madrileña, a la que, por esas paradojas
tan habituales en el mundillo
taurino, ya no volvería hasta pasadas
casi tres décadas.
PARÉNTESIS Y
NUEVA SANGRE
Como es bien sabido (y mal que les pese
a algunos), no podemos obviar que a inicios
de los años 70 se produjo una explosión
demagógica para imponer el
toro grande y cornalón. Debido a ello,
fueron expulsadas de las plazas importantes
muchas ganaderías de castas
que no daban ese tipo de animal y no
cambiaron sus hechuras clásicas. Madrid
fue el epicentro de este disparate, y una
de las desterradas fue la casta Coquilla,
al igual que Contreras, Vega-Villar, Santa
Coloma o Núñez.
A fin de refrescar la sangre Coquilla,
en los años 80 se incorporan a padrear
varios toros del gran ganadero José
Matías Bernardos, quien venía manejando
con extraordinario éxito otra
rama desgajada en su día del tronco Sánchez
Fabrés. Destacó por su buen resultado
Extremeño, y también cabe reseñar
en este mismo sentido a otro
ejemplar de nombre Carricero. Buscando
una embestida más pastueña y “comercial”,
en 1982 los hermanos Sánchez-Arjona
adquirieron una treintena
de vacas y los sementales Montuno y Boquiflojo
de Juan Pedro Domecq, sangre
que paulatinamente cobró un mayor
peso específico y siempre se ha llevado
por separado de la anterior. Conforme
aumentó el núcleo Domecq (reforzado
luego con sementales de Jandilla, El Torreón
y similares) los coquillas se recluyeron
en las novilladas, en las que siguieron
evidenciando sus clásicas y excelentes
cualidades.
La reaparición en Las Ventas tuvo lugar
el 24 de octubre de 1991, y con tal
motivo se embarcó en “El Collado”
Entre mediados de los años setenta y
principios de los noventa, los pupilos de
Sánchez-Arjona empezaron a lidiarse
con más frecuencia que antes en corridas
de toros, en las cuales embistieron
mucho, bien y con regularidad. La ganadería
obtuvo triunfos reiterados en
bastantes cosos como Teruel, Cáceres
y especialmente Santander y Gijón,
donde acaparó muchos premios. Al
mismo tiempo, echó grandes novilladas
en un sinfín de plazas, caso de Albacete,
Valencia, o Almería. En la mayor parte
de los casos, sus reses fueron nobles
y de éxito para los toreros, pero siempre
con su característico picante.
La magnifica embestida del novillo Rifeño, primero de los lidiados por los hermanos Sánchez-Arjona en
Madrid el 21 de julio de 1963.
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Los juampedros de Sánchez-Arjona,
por lo general pastueños, no tienen
problemas en los carteles de figuras;
pero los coquillas son otro cantar,
pues al poco apego de los toreros se
unen las zancadillas del despotismo
veterinario. Desde el año 1996, todas
las reses de esta sangre son traspasadas
a la nueva marca “Coquilla de
Sánchez Arjona”, mientras que el hierro
de la “S” y la “A” entrelazadas se
usará sólo para señalar a los Domecq.
Precisamente, a la rama Juan Pedro
pertenecen los dos únicos toros de
esta ganadería que se lidian en Madrid
durante la década 1994 a 2004. Se
trata de dos sobreros, uno en la feria
de San Isidro de 1996 y otro en la de
Otoño de 2000, que les tocan respectivamente
a Joselito y a Miguel Abellán,
y cuyo juego es deslucido.
Jesús Fernández frente a Chalanero, que cerró plaza en la novillada del 21 de agosto de 2011.
una novillada de preciosas hechuras en
la que figuraba un castaño, pelo que se
ha dado con relativa frecuencia en la vacada
de Sánchez Fabrés y algo menos en
ésta. Aunque los señores veterinarios, en
su habitual papel de ayatolás del mastodonte
con cuernos, desecharon tres de
ellos, los hermanos que se salvaron de
su inquisitorial dictamen dieron un juego
soberbio. Sus nombres fueron Taconero,
Danzarín y Español, lidiados respectivamente
en primero, segundo y tercer
lugares por José Rubén, Paquiro y
Ángel de la Rosa.
El 6 se septiembre de 1992 se jugaron
en Madrid otros dos utreros de
esta divisa, en cuya embestida primó la
nobleza. Fue algo desigual la novillada
estoqueada el 17 de julio de 1993 en
festejo nocturno por Regino Agudo,
Jesús del Carmen y Pepe Luis Gallego,
destacando por más manejable el
cuarto, Fumador, al que Regino cortó
una oreja, igual que hizo Gallego en el
que cerró plaza.
CONTRA VIENTO Y MAR EA
Hacia mediados de los años 90 se sube
un peldaño más en la intransigencia respecto
al gigantismo del toro, lo cual produce
resultados aún más demoledores
que en los 70. Si antes era difícil lidiar
los coquillas en plazas de primera, a partir
de ese momento resulta casi imposible.
Las ganaderías de otras castas también
se ven obligadas a aumentar aún
más el tamaño del toro hasta extremos
aberrantes, lo que redunda en perjuicio
de su juego. En paralelo, las figuras se
decantan cada vez más por lidiar exclusivamente
reses de estirpe Juan Pedro
Domecq, arrinconando todas las demás
casi siempre por puro capricho, comodidad
o moda. Así se dibuja un panorama
ganadero rígido, acomodaticio
y empobrecido, que desembocará en el
monopolio actual.
Con la excepción de un novillo corrido
el 17 de abril de 2005, los coquillas
de Sánchez-Arjona no vuelven al
ruedo de Las Ventas hasta el 21 de agosto
de 2011. Dicho festejo que se plantea
como una original competencia entre
dos ganaderías hermanas de sangre:
ésta y la de Sánchez Fabrés. Y aunque
el origen es el mismo, los buenos aficionados
observan que en los tres de Fabrés
predomina el pelo cárdeno, fruto
del cruce con sementales de Santacoloma-Buendía,
mientras que los de Arjona
son negros y tienen hechuras más típicas
de Coquilla. A la postre, la novillada
resulta desigual y con algunas
notas de interés. En ella actuaron Pedro
Carrero, Manuel Fernández y Jesús Fernández.
La última comparecencia de
esta divisa en Madrid hasta la fecha se
produce en la novillada-concurso del
año 2012, pero en aquella ocasión la
suerte no acompaña.
Durante los últimos años, el mercado
más importante para los novillos de
“Coquilla de Sánchez-Arjona” han sido
plazas francesas como Mont-de-Marsant,
Parentis, Hagetmau, Roquefort o
Riscle, donde han obtenido repetidos
éxitos. También recordamos grandes novilladas
en Valencia o Zaragoza, y más
recientemente otra con varios ejemplares
de excelente embestida que fue lidiada
el 8 de mayo de 2010 en la localidad
madrileña de Colmenar de Oreja.
En el año 2007 se adopta un nuevo
hierro y queda como único propietario
Javier Sánchez-Arjona. Llega la crisis y
la gran caída en el número de festejos,
lo que obliga a reducir los efectivos de
la ganadería hasta las 45 vacas de vientre
y tres sementales (Escudero, Danzarín
y Traducido) que la integran en la actualidad.
Se mantienen históricas reatas
de Coquilla y también las hechuras y capas
clásicas, en las que predomina el negro,
a veces con toques de girón, lucero
y calcetero, algo de entrepelado chorreado
y castaño.
Con todo a la contra, y en medio de
un escenario poco alentador, los coquillas
se resisten a desaparecer. Que sus
admirables dueños resistan, que los
dejen lidiarse y que nosotros podamos
ver viva y pujante por muchos años esta
gloria de la cabaña brava.
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