naVona - Carlos Mayor

Saki
doce cuentos DESVERGONZADOS
Traducción y prólogo
de Carlos Mayor
Breves
Reencuentros
NAVONA
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La fabulación espontánea
era su especialidad
«Detrás del niño, del bufón, del escritor satírico, del
ecléctico, del aristócrata, del elegante hombre de
mundo, adivinamos los rasgos de quien descubrió que
la única forma de hacer que la vida fuera soportable
era reírse de ella», cuenta Ethel Munro en la breve
biografía de su hermano que publicó pocos años después
de su muerte, y que parece concebida en gran
medida para ocultar el máximo de información sobre
él, en especial sobre su homosexualidad y sobre todo
aquello que, como «su vida social o sus visitas a fiestas
en casas de campo», no era a ojos de la hermana censora
«de interés para el lector en general».
Tal vez porque se sabe tan poco de Hector Hugh
Munro, Saki, su obra se ha interpretado a menudo en
función de los posibles paralelismos entre sus personajes
y los escasos detalles que se conocen del autor,
que podría ser a un tiempo el soldado escéptico de
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«La cuadratura del huevo», el niño retorcido de «Hyacinth»
o el sobrino rebelde de «La Nochebuena de
Bertie».
Todos ellos aparecen en las páginas de esta nueva
recopilación de relatos, centrada en la segunda mitad
de la producción de Saki, donde nos reencontramos
con los vividores, los parientes díscolos, los fabuladores
y los sablistas de cuentos ya conocidos, así como
con su mordacidad habitual. Por ejemplo, en el desternillante
«El Parlamento Infernal», que se ha entendido
como una burla de George Bernard Shaw, se
narra una visita al Averno en la que el guía explica:
«Se promueve el que los parientes convivan aquí abajo.
[...] Tenemos indicios más que suficientes de que
así se fomenta la consecución de los objetivos que
nos planteamos». Después, ya en la institución que da
título al cuento, informa de que los electores están
obligados a escuchar todas las intervenciones íntegramente:
«Al fin y al cabo, recuerde usted, estamos
en el Infierno».
La técnica satírica de Saki, esa inversión del orden
lógico de las cosas con el fin de desvelar flaquezas,
extravíos y despropósitos de la sociedad que le tocó
vivir, ese juego de realidades impregnado de fantasía y
sugestión, da sus mejores frutos en cuentos como «Louis»,
«Un sacrificio en aras de la necesidad» o el deli-
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Prólogo
cioso «Una jarra de agua fría», a menudo con un trasfondo
manchado de ferocidad y desengaño.
Una vez más, no faltan los niños de armas tomar,
como el monstruito desalmado que da nombre al
mencionado relato «Hyacinth», del que su propia tía
asegura: «Es una criatura encantadora, qué duda
cabe, pero tiene cierta propensión a la belicosidad
desenfrenada que en ocasiones se desata de un modo
francamente alarmante». Otro diablillo memorable es
la Vera del cuento que inaugura la selección, tal vez
el más famoso del autor: en «La puerta abierta», que
se ha llevado en varias ocasiones a la pantalla, Saki
recurre una vez más a una historia narrada dentro de
otra, con esa puerta del jardín que se deja abierta
para empezar simbolizando esperanza y angustia y
acabar siendo la encarnación de la burla y el engaño.
Qué mejor forma de definir a la perversa y avispada
Vera, presa de un aburrimiento supino, que la frase
que concluye el cuento y que también sirve de título
para este prólogo.
Para cerrar esta recopilación hemos elegido un relato
inédito e inconcluso en el que el Saki más irónico
dibuja a una empecinada Eva decidida a no probar el
fruto prohibido bajo ningún concepto, para desesperación
de la serpiente y de un arcángel al que pronto
se le acaban los argumentos razonables. Es un ejem-
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plo más del «ingenio cáustico» que veía en nuestro
autor Tom Sharpe, que se confesaba «adicto» a él y
aseguraba: «Empieza un relato de Saki y lo terminarás.
Termina uno y tendrás que empezar otro, y cuando
los hayas acabado todos jamás los olvidarás».
Carlos Mayor
Noviembre de 2009
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