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Sexo, género y feminismo<br />
El entendimiento<br />
no tiene sexo.<br />
pleadas domésticas y obreras o artesanas<br />
trabajan jornadas superiores a las de sus<br />
pares varones por un ingreso menor, entre<br />
las clases medias, las nacientes profesiones<br />
llamadas liberales no pueden ser ejercidas<br />
por mujeres. Entre otras razones, es imposible<br />
para ellas formarse profesionalmente<br />
si no pueden estudiar. Como acotación<br />
valga decir que, si esa es la situación de las<br />
mujeres en Europa, podemos imaginar que<br />
en la Nueva España del siglo xvii se dan<br />
condiciones aún más penosas, si cabe, para<br />
sus derechos. Simplemente no existen: ni<br />
económicos ni jurídicos, políticos o sociales.<br />
Si las mujeres no pueden heredar o<br />
poseer la tierra, tampoco pueden tener la<br />
tutela de sus hijos en el remoto caso de<br />
una separación (que puede ser solicitada<br />
por el varón en algunos países, pero nunca<br />
por una mujer).<br />
Este breve esbozo de la radical situación<br />
de subordinación social que padecen las<br />
mujeres en el siglo xvii europeo nos da la<br />
pauta para comprender por qué, cuando<br />
surgen las reivindicaciones de igualdad en<br />
libertad para todos los individuos, muchas<br />
y muchos se rebelan contra la incongruencia<br />
de quienes se niegan a considerar tales<br />
a las mujeres, la parte de la población más<br />
afectada por la de sigualdad.<br />
Así nace el feminismo. Como protesta<br />
ilustrada contra las inconsecuencias de la<br />
Ilustración. Se define, en esta primera etapa,<br />
como un movimiento intelectual, crítico,<br />
ético-político y de corte ilustrado. El<br />
pensamiento feminista muestra lo irracional<br />
que es la exclusión de las mujeres en<br />
las definiciones tradicionales de igualdad,<br />
libertad, ciudadanía e individuo. Entre las<br />
primeras manifestaciones feministas está<br />
la de la ya mencionada francesa Marie de<br />
Gournay, quien publica en 1622 un tratado<br />
titulado De la igualdad entre los hombres<br />
y las mujeres, en el que señala la inconsecuencia<br />
de la posición de quienes se oponen<br />
al poder absoluto del monarca, fincado<br />
en el principio de desigualdad natural, y<br />
al mismo tiempo consideran normal que<br />
este principio justifique el sometimiento<br />
de las mujeres respecto de los varones.<br />
Otro feminista francés, François Poulain<br />
de la Barre, publica en 1673 un libro titulado<br />
De la igualdad de los sexos, donde utiliza<br />
las mismas herramientas que otros<br />
teóricos del derecho natural para mostrar<br />
que la situación de subordinación de las<br />
mujeres no se debe a su naturaleza corporal,<br />
sino que su sometimiento se explica<br />
por el propio dominio que se ejerce sobre<br />
ellas. “El entendimiento no tiene sexo” es<br />
la frase más contundente de su libro, ha-<br />
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